Deja que llueva
Unos meses atrás,
Fugaku se encontraba en la entrada del hospital donde Naruto se recuperaba de
su accidente. Sabía que no debería estar allí, que había hecho mal al llamar
por teléfono de centro en centro hasta hallar el lugar en el que el novio de su
hijo estaba, del mismo modo que sabía que no tendría que haber leído de cabo a
rabo todos los documentos que Itachi había encontrado sobre ese hombre.
Naruto Namikaze.
Tenía una mezcla de ascendencia de lo más interesante: japonesa, americana e
irlandesa. Se había criado prácticamente en Irlanda, pero al morir su padre se
vino a Japón con su madre, donde había pasado el resto de su vida. Sus notas no
eran nada del otro mundo, más bien entraban en la media habitual de cualquier
estudiante, pero se dio cuenta de que había estudiado mucho para poder sacar
unas buenas calificaciones que le permitieran acceder a la academia de bomberos
y tenía que admitir que en las pruebas físicas le había dejado impresionado.
Después de eso, había dedicado su vida al cuerpo de bomberos, había visto su
media de buenos resultados y había estudiado los pocos fracasos que había
tenido en su carrera profesional, en su gran mayoría, casos en los que ya no se
podía hacer nada o cuya decisión había que tomar tan rápido que, simplemente,
no había tiempo para pensarla tan detenidamente. Solo un par de muertos
aparecían en su expediente, gente a la que no pudo salvar y por la cual había
sufrido mucho a causa de la culpabilidad; el primero que murió le produjo una
leve depresión que por poco acaba con su vida cuando se negó a abandonar un
piso en llamas, sus compañeros tuvieron que agarrarlo y sacarlo antes de que él
también muriera.
Eso decía mucho de
él. No era un hombre que se hubiera metido en ese cuerpo para poder presumir de
ser un héroe, sino que realmente pensaba en las víctimas, en la gente a la que
tenía que salvar, o de lo contrario, no se habría comportado de esa forma.
Por suerte, pudo
superarlo y salir adelante, había ayudado a mucha gente después, incluida la
niña por la que ahora se encontraba postrado en una cama.
Se removió un poco
en el coche, sin estar seguro de qué hacer. No quería invadir la intimidad de
su hijo de esa manera, había hablado en serio cuando les había dicho a su mujer
y a Itachi que lo mejor era esperar y que pasara por esa fase con tranquilidad,
pero al final tampoco había logrado refrenar su curiosidad y… se moría de ganas
por echarle un vistazo. No hablaría con él, solo… quería verlo con sus propios
ojos, como si así pudiera hacerse una idea de cómo era.
Justo cuando
estaba a punto de salir del coche, vio al sujeto de su curiosidad saliendo del
hospital con una camiseta de manga larga y unos pantalones de chándal que
parecían de esos básicos que llevaban los enfermeros y médicos residentes
cuando tenían que pasar muchas horas en el edificio. Preocupado, salió del
coche con rapidez y fue tras él con el mayor sigilo que pudo; tampoco es como
si fuera muy difícil seguirlo, el pobre hombre caminaba lentamente y con cierta
dificultad, de hecho, cuando llegó a la esquina del edificio, se apoyó contra
la pared, como si necesitara sujetarse. Ahí no pudo aguantarse más, sabía que
no debería entrar en contacto con él, pero era evidente que necesitaba ayuda.
—¿Puedo ayudarle? —se
ofreció.
El rubio se
sobresaltó y se dio la vuelta con brusquedad, lo cual le produjo una mueca de
dolor. Fugaku fue rápidamente hacia él para sostenerlo por los hombros con
cuidado, pues no estaba seguro de hasta dónde llegaban sus heridas.
—Señor, no tiene
buen aspecto, debe volver al hospital.
—No, tengo que
hacer una cosa…
—Puede esperar
hasta que esté recuperado.
—No, no puedo, es
importante.
Fugaku dudó unos
momentos antes de ayudarlo a sentarse sobre el suelo. Se agachó a su lado, por
si necesitaba cualquier otra ayuda.
—Si quiere, puedo
hacerme cargo de ese asunto.
Naruto lo miró un
tanto sorprendido.
—¿Ayudaría a un
desconocido?
Él se encogió de
hombros.
—Si parece ser
algo tan importante que parece que se está fugando del hospital cuando no
debería, sí.
El hombre le
dedicó una amable sonrisa que hizo parpadear un poco al patriarca Uchiha. Vaya,
él nunca se había fijado en los hombres de ese modo, pero podía entender que a
su hijo le hubiera llamado la atención; era… atractivo y atrayente de un modo
que no sabía definir, con esos ojos azules y el cabello rubio, podía ser
perfectamente un ángel que había caído herido del cielo.
—Le estoy muy
agradecido, pero me temo que en eso no puede ayudarme.
—Soy un hombre de
muchos recursos, pruébeme.
Naruto lo miró de
arriba abajo y sonrió.
—A juzgar por su
traje, no lo dudo.
Esta vez, Fugaku
se sonrojó.
—Mis disculpas, no
quería insinuar…
El otro hombre lo
sorprendió riéndose.
—No se preocupe,
no me ha ofendido. Verá, lo que necesito está en mi casa y no creo que pueda
encontrarlo en mitad de todo ese desorden.
Fugaku lo estuvo
meditando unos momentos, dudando entre si hacer lo que estaba pensando o si
llevarlo directamente al hospital y hacer que un médico lo examinara. Sin
embargo, si Naruto había sido capaz de escaparse una vez, ¿quién le aseguraría
de que no volvería a cometer otra tontería similar? No podía contratar a
alguien para asegurarse de que no salía de allí hasta que estuviera recuperado,
eso sí que sería intervenir demasiado en la vida de Sasuke, así que no tenía
otra opción…
—En ese caso,
permita que le acompañe. Así me aseguraré de que no se hace daño.
El rubio abrió los
ojos como platos.
—¿Habla en serio?
—Eso que tiene que
hacer parece algo importante y nada me asegura que no volverá a escapar si lo
devuelvo al hospital. Tendré la conciencia más tranquila si le ayudo, pero debe
prometerme que no huirá otra vez.
El hombre levantó
su mano derecha.
—Lo juro
solemnemente. Gracias por su ayuda.
—No hay de qué —dicho
esto, lo ayudó a ponerse en pie de nuevo y lo llevó hasta su coche, donde le
echó una mano para sentarse en el asiento del copiloto.
Después de eso,
Naruto lo guio por las calles de Tokio hasta que llegaron a una zona donde
había unos cuantos pubs, discotecas y bares de noche. Frunció levemente el
ceño.
—¿Vives aquí?
—Sí.
—¿Y cómo lo haces
para dormir?
—Tengo el sueño
profundo y de día es de lo más tranquilo.
Fugaku esbozó una
media sonrisa, un tanto divertido. Al poco rato, aparcó frente a un pub
irlandés (cómo no), parecía que vivía en la planta encima de este, y lo ayudó a
bajar del coche y a ir hacia el local, que a esas horas estaba cerrado. Naruto
se sacó una llave del bolsillo del pantalón y abrió sin problemas, indicándole
que lo llevara a las escaleras que había en la parte de atrás. Fugaku obedeció
sin rechistar y, con mucha paciencia, le echó una mano (o dos) para subir
escalón a escalón.
—Oye, ¿de verdad
que no quieres que vaya yo a por eso? No tienes buen aspecto.
Naruto negó
fervientemente con la cabeza.
—No, es lo mínimo
que debo hacer.
Fugaku no acabó de
entenderlo, pero viendo su cabezonería, lo ayudó lo mejor que pudo hasta que
por fin llegaron a la puerta. Naruto la abrió entre jadeos, se notaba que estaba
agotado por el esfuerzo, e inmediatamente después, temiendo que desfalleciera
(el rubio era más alto y corpulento que él y era consciente de que si podía
sostenerlo era porque el hombre ponía de su parte), lo condujo hasta el sofá,
donde lo dejó con todo el cuidado que podía a una mole de cien quilos.
Este le dedicó una
sonrisa de disculpa.
—Lo siento, sé que
soy grande.
Fugaku se derrumbó
a su lado con un resoplido.
—No tiene
importancia. —Hizo una pausa para coger aire—. Por cierto, ¿qué es eso tan
importante que tienes que hacer?
Naruto bajó un
momento la vista hacia un colgante que llevaba al cuello.
—Mi novio me hizo
un regalo por Navidad. —Fugaku frunció el ceño, sin estar seguro de qué tenía
que ver eso con lo que tenía que hacer ahora, aunque sintió curiosidad por
saber lo que le había regalado su hijo—. Fue algo importante para mí ya que
nadie me había regalado algo así y me sentí mal por no poder corresponder su
gesto.
Le enterneció un
poco ver que ese hombre parecía apreciar mucho a Sasuke, hasta el punto de
escaparse del hospital (suponiendo que buscando un regalo para él), aunque no
por ello era menos peligroso.
—No creo que a tu
pareja le haga gracia que te hayas escapado por eso.
—No, se pondrá
hecho una fiera —rio—, y con razón. Pero quiero corresponderle.
Fugaku asintió.
—¿Puedo saber qué
te regaló?
Naruto se quitó el
colgante que llevaba al cuello y se lo tendió. Era un sencillo medallón dorado,
con una cadenita y una placa redonda donde había algo escrito:
Eres la lluvia que cae sobre mí
—No lo entiendo —admitió.
El rubio sonrió y
recuperó su regalo.
—El día que conocí
a Sasuke, le dije que el amor es como la lluvia; no lo encuentras en un
escaparate un buen día que decides enamorarte, sino que cae sobre ti cuando
menos te lo esperas. Que me diera esto fue… —Se detuvo un segundo, como si la
emoción le impidiera hablar—. Me dijo lo que sentía por mí. No llevamos mucho
tiempo juntos, pero confía en que lo nuestro salga adelante, a pesar de que yo
esté internado en el hospital y que probablemente no vaya a salir hasta dentro
de unos meses, me hizo saber que estaría ahí, conmigo. Nadie ha hecho tanto por
mí, por eso es importante para mí poder corresponderle.
Fugaku no pudo
contener una sonrisa al ver lo mucho que quería ese hombre a su hijo. Sí, podía
ser un podía ser un poco estúpido salir del hospital de esa forma, pero
comprendía por qué lo había hecho. Mikoto había sacrificado tanto para poder
estar con él que probablemente habría cometido alguna estupidez de haber estado
en una situación similar.
—¿Y qué has
pensado regalarle?
Naruto sonrió e
hizo amago de levantarse, esta vez con mayor facilidad. Fugaku lo siguió de
todos modos para ayudarle a andar al mismo tiempo que echaba un vistazo rápido
a la casa; era bastante sencilla y no muy grande, aunque tampoco demasiado
pequeña, tenía lo necesario para vivir con comodidad sin extravagancias y le
pareció acogedora y cálida, en cierto modo le recordaba mucho al hombre que
vivía en ella. Le sorprendió un poco cuando fueron a su habitación y el rubio
fue hasta la mesita de noche, de donde sacó una pequeña cajita oscura. Le hizo
un gesto para que se sentara a su lado en la cama y fue hacia allí con algo de
curiosidad.
—Esto era de mi
madre —le contó, abriendo la caja, en la cual había un hermoso colgante con una
piedra rectangular de color azul claro, con uno de los extremos atravesados por
una cuerdecita negra—. Mi padre se lo regaló cuando supo que ella era la
persona con la que quería pasar el resto de mi vida, igual que hizo su madre
con su padre, y lo mismo durante un par de generaciones más. —Hizo una pausa en
la que se quedó un tanto pensativo, acariciando la gema—. Sasuke es un
empresario exitoso, tal vez hayas oído hablar de él, se apellida Uchiha.
Fugaku esbozó una
amplia sonrisa, incapaz de ocultarla.
—Hemos coincidido
varias veces.
Naruto asintió y
continuó:
—Puede comprar
cualquier cosa que quiera, tiene dinero de sobra para ello. Eso es un problema
porque yo no puedo hacerle ningún regalo… que él no pueda obtener y de una
calidad aún mejor. Por eso quiero darle este colgante.
—¿No te preocupa
que él no sea la persona indicada para ti? —le preguntó, curioso.
El rubio negó con
convicción.
—He estado con
muchos hombres, he tenido varias parejas. Tengo claro lo que quiero en una
persona, y jamás había conocido a alguien con quien conectara tan rápido… y por
la que sintiera tanto en tan poco tiempo.
Fugaku volvió a
sonreír. Ahora se alegraba de haber ido a conocer a Naruto, se veía que era un
buen hombre y que quería mucho a su hijo, así él estaba mucho más tranquilo.
—¿Sabes una cosa?
Cuando tenía más o menos tu edad, yo no era un pez gordo. Venía de una familia
humilde, mis padres trabajaron muy duro para poder pagarme una educación y que
pudiera ir a la universidad…
Así, el patriarca
de los Uchiha entabló una amistosa conversación con Naruto sobre cómo conoció a
su esposa, una mujer de buena familia y con un gran futuro por delante y que,
aun así, lo dejó todo atrás por él. Estuvieron hablando tanto rato que comieron
juntos en la casa del rubio como si fueran viejos amigos y, por la tarde,
Fugaku lo llevó de vuelta al hospital junto con el collar que le regalaría
pocas después a Sasuke, justo después del sermón que este le echaría al rubio
por haberse escapado…
Sasuke se quedó
mirando fijamente a su padre cuando terminó su relato. Por otro lado, Naruto
solo estaba muy sorprendido, no había esperado que aquel amable hombre que le
había ayudado a conseguir el regalo de su pareja fuera en realidad el padre de
este, mientras que Itachi y Mikoto estaban ligeramente molestos, ya que Fugaku
los regañó por querer meterse en la relación de Sasuke y luego iba él y hacía
exactamente eso… aunque, viendo la expresión del menor de los Uchiha, se
alegraban de no haber cometido ese error.
—A ver si lo he
entendido bien —comentó Sasuke, frotándose una sien—; has ido al hospital a
conocer a mi novio sin preguntarme ni decirme nada acerca de cómo me sentía yo
con eso, y, encima, lo ayudas a escaparse cuando estaba herido…
—Sasuke… —intervino
Naruto, pero este le lanzó una mirada asesina.
—No, Naruto.
Fuiste irresponsable, ¿qué habría pasado si te hubieras caído? Se te podrían
haber abierto las heridas, estabas muy débil y ya veo que mi padre tuvo que
ayudarte y todo. —Naruto abrió la boca para discutir, pero Sasuke se giró,
encarando de nuevo a su padre. Ya tenía bastante con él como para pelearse con
el rubio otra vez por ese tema—. A todo esto, ¿cómo supiste siquiera que estaba
saliendo con…? —Antes de terminar la pregunta en voz alta, halló la respuesta.
Solo había una persona a la que le hubiera hablado de su pareja, de modo que se
giró hacia Itachi, quien se encogió ante la mirada acusatoria de su hermano—.
Tú.
—Sasuke, yo…
—¡Me espiaste!
—Solo quería
echarle un vistazo a esa pareja tan misteriosa, no creí que fuera para tanto…
—Pero luego se lo
contaste a nuestros padres, porque imagino que si papá lo sabía, mamá seguro
que también, ¿no? —dijo, mirándola.
Mikoto hizo amago
de tocarlo para calmarlo, pero Sasuke se apartó, levantándose del sofá y
paseándose por la habitación al mismo tiempo que se pasaba los dedos por el
cabello.
Itachi lo observó
con ojos dolidos.
—Tienes razón, te
seguí un día hasta el hospital y os vi a Naruto y a ti juntos. Entonces
comprendí por qué estabas tardando tanto en hablarnos de él y se lo conté a
nuestros padres para que no les pillara tan de sorpresa, así tú no tendrías que
estar tan preocupado.
Sasuke le lanzó
una mirada de pocos amigos.
—Pero era decisión
mía cuándo presentarles a Naruto. ¿Por qué tenías que meterte en medio? ¿Por
qué todos habéis interferido?
—Cariño, solo
estábamos muy ilusionados ante la idea de que hubieras conocido a alguien
especial y teníamos curiosidad —se explicó Mikoto.
Sin embargo,
Sasuke todavía estaba enfadado.
—¿Y eso os da
derecho a ir a mis espaldas a conocer a mi novio? ¿A evaluarlo? ¿A ver si es lo
suficientemente bueno para mí? Ya no soy un adolescente que está tan salido
como para hacer tonterías cuando se trata de relaciones, ni siquiera creo
haberlo sido alguna vez, ¿por qué no podíais dejar que hiciera esto a mi
manera? Como bien habéis dicho antes, es mi vida y tendríais que respetar mis
decisiones —dicho esto, se fue furioso del salón.
Mikoto hizo amago
de ir tras él, pero Naruto la detuvo cogiéndola por los hombros con delicadeza
y una mirada amable y comprensiva.
—Iré yo. No se
preocupe, se calmará.
La mujer asintió y
dejó que el rubio se internara libremente en la casa, buscando a su pareja. La
encontró fácilmente al ver una puerta abierta que daba al jardín interior,
rodeado por una tarima de madera, de esas que tenían las casas japonesas
tradicionales. Sasuke estaba apoyado contra un poste, con los brazos cruzados,
observando la lluvia que había empezado a caer en algún momento durante la
conversación con Fugaku.
Se colocó al otro
lado del poste, también con los brazos cruzados.
—Siento haberme
escapado del hospital ese día —empezó—, pero sabes por qué lo hice.
Sasuke dejó
escapar el aire despacio y se pasó una mano por la cara.
—Lo sé, y fue todo
un detalle por tu parte, pero…
—Estabas muy
preocupado por mí —terminó el rubio por él, yendo a su espalda para poder
abrazarlo por la cintura—. Te llamaron diciendo que había desaparecido y te
llevaste un susto de muerte, por no hablar de que tenías miedo de que me pasara
algo con las heridas que tenía. Sé que fui irresponsable y lo siento mucho —añadió,
besándolo en la nuca.
Sasuke se dejó
hacer y se apoyó contra el pecho de su novio.
—Lamento haberte
hablado así delante de mi familia. No ha estado bien.
—Tienes
temperamento y te ha molestado mucho, entiendo que no tendría que haberme
metido tampoco. No te preocupes —dicho esto, volvió a besarlo en el cuello.
Sasuke se dio
finalmente la vuelta para abrazar a Naruto, refugiándose en su cuerpo.
—¿Por qué han
tenido que hacer eso?
—Porque quieren
que seas feliz. Sasuke, comprendo que estés molesto, pero no lo han hecho con
mala intención y tu padre fue muy amable conmigo. No vale la pena seguir
enfadado.
El otro hombre lo
sabía, pero estaba enfadado por lo que había ocurrido. Sabía cuánto había
deseado su familia que encontrara a alguien de quien enamorarse, igual que él…
pero esas no eran formas de inmiscuirse.
Aun así, también
era consciente de que él también se estaba pasando de la raya. Al final, nadie
había salido herido salvo su orgullo.
—¿Mejor? —le
preguntó el rubio, besándolo en la cabeza.
—Creo que sí.
Gracias.
—Estoy para lo que
necesites, amor.
Sasuke esbozó una
sonrisa al escuchar el apelativo cariñoso y lo miró.
—¿Sabes que es la
segunda vez que me llamas así en un día?
Naruto levantó una
ceja.
—¿Y eso te
molesta?
El otro hombre se
sonrojó y apartó la vista.
—No.
El rubio esbozó
una sonrisa divertida y luego lo besó tiernamente en la mejilla, una y otra vez
hasta llegar a sus labios, de los cuales se apoderó un instante con pasión
antes de soltarlo.
—Anda, regresemos
con tu familia.
Sasuke suspiró y
lo cogió de la mano para dejar que lo llevara de nuevo al salón, donde se
reunió con sus padres y su hermano. Hablaron un poco y todo quedó perdonado;
los tres juraron que no volverían a hacer algo así y Sasuke se comprometió a no
ocultarles más una relación por miedo a ser rechazado, aunque esperaba
fervientemente no hacer eso, ya que tenía la esperanza de que el rubio fuera la
persona a la que había estado buscando tanto tiempo.
Poco después de
eso, y cuando ya estaban a punto de sentarse a cenar, llegó Izumi. Se
encontraba un poco mejor de las náuseas y había decidido ir para conocer a
Naruto (sí, ella también estaba enterada gracias al cotilla de su marido) y
también para disculparse por el comportamiento de Itachi, pero Sasuke no estaba
enfadado con ella, así que le fue fácil olvidar todo el asunto.
El resto de la
velada concurrió con tranquilidad y alegría, centrándose especialmente en el
nuevo integrante de la familia, que respondió a toda pregunta con una sonrisa
y, en más de una ocasión, haciendo que su novio se sonrojara, por lo que solía
abrazarlo y besarlo en la cabeza o la mejilla para que se le pasara la
vergüenza, gesto que a todos los enterneció y les provocó una gran felicidad,
ya que nunca habían visto a Sasuke siendo tan cariñoso como con ese rubio.
Sin embargo,
cuando terminaron el postre, el menor se puso serio.
—La verdad es que
Naruto no es el único motivo por el que os he hablado de cenar todos juntos.
La familia lo miró
con cierta inquietud.
—¿Ha ocurrido
algo, hijo? —le preguntó Fugaku.
Sasuke asintió con
el semblante sombrío.
—Karin ha estado
esta mañana en mi oficina.
—¿Qué quiere esa
mujer de ti? —interrogó Mikoto con la nariz arrugada. Se podía oler a
quilómetros de distancia que la susodicha no era en absoluto de su agrado.
El más joven de
los Uchiha se removió nervioso.
—Veréis, la
verdadera razón por la que rompí con ella fue que me fue infiel con su jefe. —Sus
padres abrieron los ojos como platos, sin esperarse para nada esa noticia, pero
antes de que pudieran decir nada, su hijo los detuvo con un gesto de la mano—.
Eso ya no tiene la menor importancia porque estoy con Naruto y me alegro de que
las cosas hayan salido así, el problema es algo más grave y que nos afecta;
Karin quiere aparecer en los medios diciendo que por culpa de nuestra ruptura
perdió a un hijo mío.
—¡¿Qué?! —casi
chilló Mikoto.
—Será arpía la
muy… —masculló Itachi.
—Hija de… —ladró
Izumi.
Fugaku fue el
único que mantuvo la cabeza fría, aunque no estaba para nada contento con la
situación.
—¿Qué quiere a
cambio?
—Un trato muy
beneficioso entre mi empresa y la de su jefe. Pretende convertir su cadena de
hoteles en la mejor del país, o eso dice.
—No me cuadra, eso
no se consigue de la noche a la mañana y menos por obtener tus productos, hijo.
No te ofendas.
Sasuke negó con la
cabeza.
—No, ya lo sé, no
tiene ningún sentido. Pero tengo tres días para darle una respuesta y me
preocupa que esté haciendo tratos con mis competidores para amañar un juicio si
decido ir a por ella. Tu bufete podría salir perjudicado, papá, así como los
negocios de la familia si esto sale mal.
Fugaku frunció el
ceño.
—Desde luego, será
un problema si esa mujer crea una alianza con otros empresarios para ir a por
nosotros. No es que no tengamos posibilidades de ganar, también tenemos amigos,
pero esto se hará muy largo y prácticamente se convertirá en una guerra que no
nos dejará vivir en paz.
—Eso había
pensado.
—Ceder no es una
opción —dijo Mikoto con los ojos entrecerrados de un modo peligroso—. No
consentiré que esa bruja se aproveche de todo lo que has conseguido.
—La clave está en
predecir todos sus movimientos —argumentó Itachi, tocándose el mentón y con su
mente brillante trabajando a toda velocidad—. No es la primera en intentar esta
artimaña, hay una serie de pasos en un juicio para demostrar que estuvo
embarazada y, en todo caso, sería difícil demostrar que el hijo era de Sasuke.
Tiene que haber pruebas de su infidelidad.
—La empresa de
Karin lo sabía, pero no creo que testifiquen contra la novia de su jefe.
Tendrán miedo de perder su trabajo…
—Eh… Perdón por
interrumpir…
Todos se giraron
hacia Naruto, que no había tenido intención en participar en esa conversación
ya que él no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba ese mundo, pero al
escuchar el nombre de la mujer y caer en que había estado esa misma mañana con
Sasuke, había pensado que, tal vez…
—¿Qué pasa? —le
preguntó su novio, cogiéndole la mano.
—¿Esa ex tuya se
llama Karin Hebi?
—Sí.
—Pelirroja,
piernas largas, gafas de intelectual…
Sasuke frunció el
ceño. No era normal que Naruto la conociera, a él le traía al fresco el famoso
y más aún si se trataba de alguien con quien él se hubiera acostado.
—Sí.
El rubio
palideció.
—Oh, mierda.
—Naruto, ¿qué pasa
con ella?
Este lo miró con
ojos incrédulos.
—Es la misma que
flirteó conmigo esta mañana.
—¡¿QUÉEEEEEEEEE?! —exclamaron
todos los Uchiha al unísono, ni siquiera el propio Fugaku pudo contenerse.
—No hablas en
serio —gruñó Sasuke, poniéndose rojo de rabia. La muy puta le era infiel,
intentaba sacar provecho de su relación para hacer rico a su amante, le
chantajeaba y, encima, ¡iba detrás de su novio! ¡Será zorra la muy hija de
puta!
Naruto, al ver que
su pareja estaba a punto de estallar, lo envolvió con sus brazos.
—Tranquilo,
Sasuke, tranquilo. Sabes que soy cien por cien gay, a mí no me van los pechos
ni las vaginas, prefiero tu… —Se puso rojo al darse cuenta de lo que había
estado a punto de decir delante de toda su familia y sacudió la cabeza—. Ella
no llamó mi interés en lo más mínimo, hasta me dio asco que se restregara
contra mí. Me dio una tarjeta antes de irse, pero la tiré, estaba claro que no
iba a llamarla.
—Pues yo creo que
deberías hacerlo —comentó Itachi de repente.
La pareja se giró
bruscamente a la vez para mirarlo; Naruto incrédulo y Sasuke con un tic furioso
en la ceja izquierda.
—¿Cómo has dicho? —preguntó
muy lentamente.
Itachi se encogió
de hombros.
—Pensadlo, ella
tiene interés en Naruto, eso quiere decir que sus sentimientos por su jefe son
puramente económicos. Si le damos un cebo más atractivo, tal vez esté dispuesta
a quedar en algún sitio y a compartir… una conversación.
Poco a poco, todos
los miembros de la familia se volvieron hacia Naruto, que se los quedó mirando
uno a uno, asimilando lo que Itachi estaba insinuando.
—Oh, no… Por
favor, decidme que no me obligaréis a hacer eso.
Karin terminó de
retocarse el maquillaje en el coche y colocó cada mechón de pelo en su sitio.
Al final, el
americano la había llamado, por supuesto. Un poco tarde, pero teniendo en
cuenta que iban a tomar una copa, era perfecto, eso significaba que estaba
interesado en que pasara la noche con él y, oh, Dios, estaba muy segura de que
quería tenerlo entre sus piernas hasta que saliera el sol, ese hombre rezumaba
sexualidad por cada poro de su piel.
Salió del coche y
se echó un último vistazo; se había puesto un vestido negro de manga larga que
dejaba sus hombros al descubierto y que le llegaba a la mitad del muslo,
cubriendo su tanga y su sujetador a juego de encaje, así como el liguero que
estaba sujeto a sus medias oscuras, por encima de las cuales llevaba unas sexys
botas negras que se ceñían a sus piernas hasta la rodilla. Además, se había puesto
lentillas para que se vieran bien sus ojos y se había dejado el cabello suelto
alrededor de los hombros, aunque tenía pensado apartarlo de vez en cuando para
que viera su cuello y tuviera una buena visión de sus pechos turgentes, que
asomaban un poco por encima del vestido.
Sí, se sentía
hermosa y sensual, ese hombre no podría resistirse.
Entró en el club
rezumando confianza y seguridad, contoneando las caderas de tal forma que todos
los hombres se giraban a verla. Cómo le gustaba que la miraran así, sabiendo
que podía elegir lo que quisiera y decir que no a quien le viniera en gana… del
mismo modo que podía tenerlo comiendo de su mano al momento siguiente. La hacía
sentirse poderosa.
Sus ojos vagaron
por la zona de las mesas a la izquierda, donde le había dicho que la estaría
esperando. No fue difícil encontrarlo, no con su altura y su pelo rubio…
aunque, esta vez, fue ella la que quedó embelesada y mojada al contemplar una
vez más a ese sexy semental. Iba vestido de forma sencilla, con una camiseta de
manga larga blanca que se ajustaba de un modo pecaminoso a su poderoso torso,
remarcando levemente su amplio pecho y sus deliciosos abdominales cuando se
giraba, sobre la cual llevaba una chaqueta de cuero que le daba ese toque de
chico malo con el que quieres pasar una noche salvaje; los pantalones eran
vaqueros y se ceñían a unos muslos fuertes que finalizaban en unas zapatillas
deportivas oscuras pero elegantes, a juego con la chaqueta; seguía llevando el
cabello tan rebelde como esa mañana, como si quisiera incitarla a pasar las
manos por ese pelo mientras la jodía duro y rápido, y sus increíbles ojos
azules la recorrieron de arriba abajo antes de dedicarle una sonrisa pícara de
medio lado que por poco hizo que se le doblaran las piernas.
Oh, Dios, iba a
ser el mejor sexo de su vida, lo presentía.
—Hola —lo saludó.
Oh, no, tenía la voz un poco seca.
Este se levantó
con una elegancia predadora que la puso a cien, le cogió la mano con delicadeza
y la besó en el dorso.
—Hola. Estás
preciosa.
Ella no pudo evitar
sonrojarse. Su mano era grande y cálida y tenía una voz profunda muy agradable.
—¿De verdad?
Él se inclinó
sobre su oído y le susurró:
—Estás muy sexy
con ese vestido. Estoy deseando arrancártelo para ver qué hay debajo.
Karin se sintió
como si estuviera a punto de sufrir un sofoco. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!
¡Esa noche iba a tener sexo caliente con un cowboy!
Él la guio hasta
la mesa y la invitó a sentarse a su lado, muy cerca, al mismo tiempo que pedía
dos copas, no sin antes preguntarle a ella qué le apetecía. Mmm… Todo un
caballero. A ella le trajeron un Cosmopolitan y a él un vaso de whiskey. Muy
americano.
—Bueno, Karin —empezó
él—, me dijiste que hacía mucho que trabajabas para el señor Uchiha.
Ella asintió
mientras tomaba un sorbito de su copa.
—Así es.
—Una mujer leal,
por lo que veo —la halagó.
Le sonrió
encantada. Tenía que reconocer que era bueno flirteando, sabía cómo querían ser
tratadas las mujeres, hacerlas sentir cómodas y preciosas y era encantador.
—Es mi trabajo.
El vaquero se
acercó más a ella, hasta que sus piernas se tocaron, y se inclinó sobre ella
hasta que sus rostros estuvieron muy cerca.
—Y supongo… que no
hay forma… de convencerte de que me ayudes. Quiero iniciar un negocio muy
lucrativo con él y sé que también está interesado… pero no me lo está poniendo
fácil.
—Con Sasuke Uchiha
nunca lo es —afirmó ella.
El hombre ensanchó
su sonrisa y, de repente, sintió su mano en su rodilla, acariciando lentamente
su pierna hacia arriba.
—Pero tal vez tú
seas… más abierta —comentó.
Ella notó que su
sexo empezaba a palpitar cuando notó sus dedos colándose debajo de su falda
para rozarle el liguero. ¡Oh, Dios, sí! Deseaba que metiera la mano bajo sus
bragas y que frotara su clítoris allí mismo, bajo la mesa, en mitad de aquel
club.
—Tal vez —susurró
con voz temblorosa.
Los ojos del
americano brillaron y retiró la mano, muy a su pesar.
—¿Qué te parece si
charlamos mientras terminamos la copa… y luego te llevo a mi habitación de
hotel? La cama es un poco grande para mí solo… y creo que tú también tienes
ganas de tener compañía.
Oh, claro que las
tenía. Y no solo estaba pensando en tener una gran noche de sexo con ese
delicioso cowboy, sino que, si ese hombre tenía todo lo que a ella le gustaba
(un trabajo exitoso, dinero, buen sexo) estaba muy decidida a sustituirlo por
Bankotsu.
A la hora de comer
del día siguiente, un hombre elegantemente vestido con un traje impoluto
traspasaba las puertas de la sede de una de las empresas hoteleras más exitosas
del país. Con pasos firmes y rostro decidido, se dirigió a recepción, donde
preguntó por el despacho del director ejecutivo e informó de su presencia tras
dar su nombre, ante el cual, la mujer que lo atendía se atragantó un poco.
Cuando fue hacia el ascensor, no le hizo falta girarse para saber que estaba
llamando presurosamente a su jefe para decirle quién estaba a punto de entrar
por su puerta. Una vez en el ascensor, se miró en el espejo que ocupaba la
mitad superior de una de las paredes y se reajustó la corbata con calma.
En cuanto el
timbre anunció que había llegado a la planta deseada, su mente estaba preparada
para la ardua negociación que estaba a punto de tener con el director de la
empresa… y, sobre todo, estaba listo para jugar tan sucio como su contrincante
estuviera dispuesto a hacerlo.
En cuanto estuvo a
las puertas del despacho, la secretaria se apresuró en darle bienvenida:
—Señor Uchiha, no
sabe cuánto nos halaga su visita.
Él esbozó una
cordial sonrisa.
—Gracias. Espero
no haber interrumpido su hora de la comida. —No más de lo que estaba a punto de
hacer.
—En realidad, ha
llegado justo a tiempo.
—Me alegra oírlo,
procuraré ser breve —y dicho esto, la mujer le abrió la puerta del despacho,
donde se encontró cara a cara con alguien a quien no quería volver a ver… pero que,
curiosamente, era su mejor baza para vencer a Karin.
Bankotsu lo
esperaba recostado cómodamente en su escritorio, con los dedos entrelazados y
una amplia sonrisa de superioridad en la cara.
Pobre ingenuo. No
sabía que estaba a punto de destrozarlo.
—Señor Uchiha, es
un placer recibirlo —dijo, haciendo un gesto con la mano para ofrecerle el
asiento que había justo delante.
Sasuke se sentó
con total tranquilidad, cruzando una pierna sobre la otra. Sí, se estaba
poniendo cómodo para poder disfrutar del espectáculo.
—Tengo entendido
que viene a hacerme una oferta —comentó Bankotsu con el tono de aquel que se
hace el tonto, como si no estuviera al tanto del plan de Karin para joderlo—,
aunque, si le soy sincero, creía que se haría de rogar.
—En realidad, he venido
a hacerle una contraoferta —dijo el Uchiha sin tapujos y totalmente confiado.
Gracias a Naruto, lo tenía tan pillado por los huevos que no podría ni andar
por la calle erguido durante un mes entero.
Bankotsu, tras un
segundo de sorpresa, tuvo las pelotas de soltar una risilla condescendiente en
su cara. Uh, qué poco iban a durarle.
—Tendría que haber
imaginado que no iba a rendirse sin luchar. Sin embargo, señor Uchiha,
permítame recordarle que no está en situación de…
—Yo si fuera tú —lo
interrumpió Sasuke sin dudar, sonriendo con arrogancia—, no diría nada que
pudiera hacer que me cabree. Al menos, no sin antes ver el vídeo.
El otro hombre
frunció el ceño.
—¿Qué vídeo?
Ya lo tenía todo
preparado, solo tenía que desbloquear su móvil y dejarlo sobre la mesa para que
el pobre idiota viera el lío en el que lo habían metido unas piernas largas y
un par de polvos bien dados.
Bankotsu pulsó
sobre la pantalla y parpadeó al ver a Karin justo delante de la cámara, con las
mejillas sonrojadas y una sonrisa boba en la cara. Estaba muy sexy sin las
gafas, con el pelo suelto y un vestido negro de manga larga que dejaba al
descubierto sus hombros… El problema era que no recordaba haber estado con ella
en esa habitación, porque la reconoció enseguida como una de las suites básicas
de uno de sus hoteles.
—Entonces,
¿tenemos un trato, nena? —preguntó una voz varonil que no conocía y que lo puso
un tanto nervioso.
Ella sonrió y
asintió lentamente, moviendo el cuerpo con un ligero tambaleo. Le costó poco
darse cuenta de que estaba borracha.
—Claro, vaquero.
—Bien. Primera
pregunta, ¿cómo pensabas convertir el hotel de tu jefe en el mejor de todos a
nivel nacional?
Ella se pasó las
manos por la cabellera mientras respondía:
—A uno de los
directores… lo pillé con una puta en la cama y saqué fotos —hablaba despacio y
con un tono alegre, con una sonrisilla de suficiencia—. Pienso… ofrecerle una
asociación. Ya es mayor… está muy cansado… y no querrá que sus hijos se enteren
de esto…
Bankotsu abrió los
ojos como platos. ¡¿Qué!? ¡No! ¿Cómo podía ser tan estúpida como para estar
contando eso? ¿Cómo había podido beber tanto que no le importaba revelar ante
una cámara sus planes?
—¿Y qué hay de la
otra empresa hotelera? ¿Otro truco sucio? —No le hizo ni pizca de gracia el
tono en el que dijo la última palabra, ni tampoco la forma en que Karin se
mordió el labio inferior al oírla.
—Pues… el
director… no tiene ningún trapito sucio que pueda usar en su contra… pero… voy
a… boicotear su hotel.
—¿Boicotear?
—Ya sabes… Intoxicar
la comida… Poner una plaga de insectos en las habitaciones para espantar a los
clientes… Esas cosas.
—¿Y qué pinta
Sasuke Uchiha en todo esto?
Karin se apartó el
pelo de uno de los hombros.
—Oh, verás… Sasuke
dedica una parte importante de los fondos de su empresa a la investigación y el
desarrollo de tecnología… No le basta con estar al día, sino que crea
tendencias. Es muy ambicioso, y sus productos son de muy buena calidad.
—Buena calidad
para el hotel, me imagino.
—Sí… Pero no
negaré… que estoy resentida porque no quisiera quedarse conmigo. Él era
perfecto para mí… y, al final, tuve que conformarme con Bankotsu. —Este arrugó
el ceño al escuchar la forma en que se refería a él. ¿Conformarse? Pero ella
dijo que le parecía un mejor partido que el Uchiha, que él tenía lo que ella
necesitaba…
—Con que un poco
de venganza, ¿eh?
Karin esbozó una
amplia sonrisa.
—Ajá.
—Muy bien. Has
cumplido tu parte del trato. Quítate una prenda de ropa —ordenó con una voz
sensual pero firme, que no admitía réplica. Bankotsu palideció.
Karin, sin
embargo, esbozó una amplia sonrisa.
—¿No deberías ser
tú quien se desnudara? Yo he respondido tu pregunta.
—Mi habitación,
mis normas. Quítate el vestido.
El empresario se
quedó con la boca abierta cuando vio cómo su novia se quitaba el vestido con
movimientos lentos e incitantes, dejando a la vista su sujetador sin tirantes y
unas bragas muy sexys unidas a un liguero que sostenía sus medias. Estaba
claramente encantada y eso empezaba a cabrearlo.
—Tranquilo,
vaquero… Puedo ser obediente cuando quiero.
—Eso tendrás que
demostrármelo.
La mujer sonrió y
lo miró con lujuria.
—¿Cómo?
—Sigue con el
juego. Segunda pregunta, ¿qué pensabas hacer si Sasuke Uchiha y tú llegabais a
los tribunales? Porque dudo mucho que estuvieras embarazada de él, ¿verdad?
—No —respondió
Karin, sentándose en la gran cama cruzando sus largas piernas con un movimiento
elegante y fluido y recostándose con los brazos hacia atrás, exhibiendo así sus
voluminosos senos—. No quiero niños… Son un incordio, jamás me habría quedado
embarazada a menos que no tuviera otra opción… pero Sasuke tampoco estaba para
la labor de tener hijos y se aseguraba de que los dos estuviéramos protegidos
en ese aspecto.
—¿Entonces? ¿Cómo
pensabas demostrar que tuviste un aborto y que el niño era suyo?
—Muy fácil. Un
compañero de facultad trabaja en un laboratorio y estaría muy dispuesto a
hacerme cualquier favor con tal de… sobarme un poco —dijo con una carcajada
cargada de suficiencia—. El muy ingenuo no conoce a muchas chicas y yo… Bueno…
Siempre fantaseó conmigo. Le envié un mensaje diciéndole que tal vez
necesitaría un favor y le prometí que le pagaría con creces… Y después le envié
una foto de mis amigas —dijo, sonriendo pícara y pasando los dedos por la curva
de sus pechos en un ademán provocativo.
Sasuke disfrutó
sobremanera observando cómo Bankotsu apretaba la mandíbula con tanta fuerza que
creyó que en cualquier momento empezarían a chirriarle los dientes.
—¿Y qué ocurre con
el aborto? —preguntó el hombre.
Karin rio con coquetería.
—Hace algún tiempo
estuve liada con un médico… Él todavía sigue coladito por mí y de vez en cuando
dejo que me saque a cenar y que me regale joyas… No le será muy difícil falsear
unos resultados… —dicho esto, ella ladeó la cabeza—. Creo que ya he contestado
tu pregunta.
—Cierto —dijo el
hombre con un tono de voz seductor—. El sujetador, fuera.
Bankotsu apretó
los labios con rabia cuando la pelirroja se quitó la prenda de un tirón y lo
lanzó lejos, y eso antes de poner las manos sobre sus pechos y empezar a
acariciarlos, rozando sus pezones erizados con los dedos en una clara
provocación.
—¿Por qué no
vienes y me calientas un poco? Aquí hace frío —preguntó ella, provocativa.
El hombre hizo un
sonido similar a un ronroneo.
—Eres muy impaciente.
—Soy muy directa.
—Te pierdes la
parte más divertida, la expectación. Cuanto más te haga esperar, más mojada
estarás —dijo con esa voz grave, cargada de algo que Bankotsu identificó como
deseo sexual, haciendo que le temblaran las manos de la ira que sentía—.
Teníamos un trato, gatita, y yo soy un hombre de palabra. Dime lo que quiero
saber… y yo te daré lo que necesitas.
Karin le lanzó una
sonrisa llena de excitación.
—Muy bien. ¿Qué
más quieres saber?
—Las garantías que
tienes de salir bien de todo este lío. Si voy a participar en ello, quiero
asegurarme de que estoy apostando por el caballo ganador. —Un momento. ¡¿Cómo
que participar en eso?! ¿Desde cuándo ese extraño conocía a Karin y por qué
ella lo había involucrado en aquello?—. Sé que Fugaku Uchiha tiene una horda de
abogados que podrá demostrar que todo esto no es más que una farsa, ¿cómo
piensas engañarlos?
—Es cierto, los
Uchiha son poderosos… pero no invencibles. Hay mucha gente interesada en que
su… “reinado” caiga… Y estoy segura de que harían un buen trato conmigo. Porque
si ellos pierden el juicio contra mí…
—Ellos ganan su
clientela —adivinó el hombre.
—Exacto —sonrió la
mujer.
Hubo un instante
de silencio en el que Bankotsu, cegado por sus celos, juraría que ambos se estaban
lanzando miradas cargadas de deseo, puesto que Karin seguía haciendo algún que
otro movimiento coqueto e incitante, como apartarse el pelo del hombro, tocarse
un pecho o descruzando lentamente una pierna para cruzar la otra de tal forma
que dejaba a la vista su coño cubierto por unas bragas de encaje que no dejaban
gran cosa a la imaginación.
—Me parece… un
plan aceptable —murmuró el desconocido con aprobación—. Las medias y los
tacones, ahora.
Los ojos de la
mujer brillaron y se quitó las medias suavemente, deslizando los dedos por sus
larguísimas piernas, quedándose únicamente en bragas, haciendo que Bankotsu
deseara con todas sus fuerzas estampar el móvil contra la pared, sin embargo,
quería ver hasta qué punto llegaba ese desgraciado con ella.
—¿Ya he terminado
de cumplir mi parte? —preguntó.
—Todavía no —respondió
el hombre. Bankotsu estuvo a punto de saltar en su silla cuando vio que la
cámara se movía, como si el extraño se hubiera levantado, y ahora se acercaba
con lentitud hasta Karin, que no dejaba de mirarlo con una sonrisa llena de
anticipación—. Tengo una última pregunta. ¿Qué piensas hacer con Bankotsu? No
se me da bien repartir el botín…
Ante esa pregunta,
todos los músculos de su cuerpo se tensaron. ¿Qué?
La pelirroja soltó
una risilla mientras se tumbaba en la cama. La cámara se había movido como si
el hombre estuviera sentado a horcajadas sobre ella.
—No te preocupes
por él… Para cuando esto acabe… yo seré la directora de la empresa… Bankotsu
está tan pillado por mí que me dará lo que me pida… Y una vez sus hoteles sean
míos… ya no lo necesitaremos más… Seré toda tuya.
Bankotsu palideció
al comprender que, desde el principio, Karin lo había engañado. Eso explicaba
por qué lo evitó tanto las primeras veces que se le insinuó, porque estaba con
Sasuke Uchiha y su intención principal era quedarse con él, pero, al ver que su
relación no iba como ella quería, tal y como le dijo la primera vez que fue a
su cama y él le preguntó por qué al fin había accedido a estar con él, se
habría conformado con tener que estar a su lado para conseguir lo que quería…
hasta que había encontrado a otro, alguien a quien le había confiado todos sus
planes sin pensárselo dos veces, ¡hasta lo había hecho mientras se desnudaba
para él!
—Bueno, has
cumplido con tu parte del trato… —La voz de ese cabrón lo puso en alerta de
nuevo y observó con atención la pantalla, donde solo se veía a Karin con una
sonrisa emocionada y ojos vidriosos por el alcohol y la expectación—. Ahora yo
haré lo que te prometí… Quítate las bragas y date la vuelta.
Le dolió y odió al
mismo tiempo ver cómo ella cedía con tanta facilidad, colocándose a cuatro
patas y exponiendo su trasero con las piernas abiertas, dejando a la vista su
coño húmedo, listo para ser embestido.
—¿Así? —gimió
Karin, produciéndole una oleada de rabia.
—¿Quieres que te
joda así? —preguntó el hombre en voz baja.
—Dios, sí.
—¿Por delante o
por detrás? —Bankotsu estaba al borde de perder su autocontrol, sobre todo
cuando vio la mano del hombre en su pierna, acariciándola con deliberada
lentitud de abajo hacia arriba, como si fuera en dirección a…
—Como tú quieras,
vaquero —respondió la pelirroja sin un ápice de vergüenza—. Móntame como te
plazca, dejaré que me hagas lo que quieras…
Y, en ese instante,
el vídeo se cortó. Bankotsu trató de seguir viendo lo que sucedía después, pero
no había más grabación que la que había visto. Finalmente, su ira se desató y
lanzó el móvil contra la mesa con un grito, rompiéndolo en el acto y haciendo
que Sasuke frunciera el ceño, sin parecer demasiado afectado por ello.
—Me debes un móvil
nuevo —se limitó a decir.
—¡ESA PUTA ME
MINTIÓ! ¡ME UTILIZÓ!
—Sí, es lo suyo,
pero no justifica que hayas roto mi móvil —repitió Sasuke con total
indiferencia.
Bankotsu, en
cambio, se levantó bruscamente de la silla y empezó a pasearse por su despacho
mientras se agarraba del pelo con fuerza y llamaba a Karin de todas las formas
habidas y por haber. El joven Uchiha, por otro lado, dejó que se desahogara,
paladeando su pequeña venganza por la humillación que le había provocado ese
gilipollas, por reírse de él mientras se tiraba a su ex y por sus aires de
superioridad cuando había entrado en el despacho.
Sin embargo,
cuando Bankotsu estaba a punto de salir del despacho para buscar a la zorra que
había estado jugando con él, Sasuke lo detuvo con voz firme:
—No tan rápido, “Ban”
—se burló de él utilizando el apelativo cariñoso con el que Karin solía
referirse a él.
Este se dio la
vuelta con cara de pocos amigos.
—¿Qué quieres,
Uchiha?
—Solo recordarte
que el vídeo que acabas de ver demuestra que tenías planteado incumplir unas
cuantas leyes que podrían meterte en la cárcel durante una década como mínimo.
El hombre
palideció antes de mirar el móvil destrozado. Sasuke le lanzó una escalofriante
sonrisa.
—¿Crees que soy
tan idiota como para darte el único dispositivo en el que estaba un vídeo que
demuestra que ibas a chantajear a unas cuantas personas y a sabotear a tantas
otras? Tengo copias de sobra para reventar los medios de comunicación.
Bankotsu, al ser
consciente de que estaba a su merced, tragó saliva y fue hasta Sasuke con el
temor asomando en sus ojos.
—Señor Uchiha, le
juro que Karin fue la que lo planeó todo, yo solo estaba…
—Pensando en su
coño —le interrumpió Sasuke con cara de pocos amigos. Era hora de acabar con
aquella tontería—. Mira, me importa una mierda de quién fuera la idea, los dos
habéis intentado joderme y no hay nada que me cabree más que me tomen por un
pobre idiota al que pueden chantajear así como así. Así que esta es tu última
oportunidad de negociar conmigo.
El otro hombre
agachó la cabeza, sabiendo que había sido vencido.
—Haré lo que sea,
señor.
—Bien. En primer
lugar, no habrá ninguna asociación entre tu empresa y la mía, jamás. No te
prestaré ni un solo centavo y no quiero verte cerca de mi edificio para pedir
favores o cualquier otra cosa, no quiero saber nada de ti, ¿queda claro?
—Sí, señor.
—No aceptaré
ningún chantaje ni truco que emplees para obtener algo de mí. Sospecho que me
estás jodiendo otra vez y ese vídeo no solo saldrá en todas partes, sino que
acudiré a la policía diciendo que mi exnovia y tú estabais compinchados para
sacarme mi dinero. ¿Está claro?
—Sí, señor —respondió
Bankotsu, obediente y asustado.
Sasuke asintió.
—De acuerdo. Una
última cosa, yo si fuera tú, disuadiría a Karin de plantarme cara en un juicio.
Porque te juro que sacaré ese vídeo, y que no pienso encubrirte lo más mínimo.
Los abogados de mi padre os harán pedazos y te aseguro que ninguna empresa
rival de mi familia te ayudará en cuanto les enseñe las pruebas que tengo
contra ellos. Así que haz lo que tengas que hacer con ella, despídela o mándala
al extranjero, sinceramente, me da igual. Pero si ella hace cualquier cosa en
mi contra, tú caerás con ella —y dicho esto, se levantó con elegancia, se
reajustó la chaqueta del traje y se dirigió a la salida con total tranquilidad.
—Espera, Uchiha.
Él se detuvo y lo
miró con una ceja alzada.
—¿Qué?
Las facciones de
Bankotsu eran tensas cuando le preguntó:
—El hombre que
grabó el vídeo… ¿llegó a hacer algo con Karin?
Sasuke esbozó una
amplia sonrisa.
—¿Tú qué crees? —y
sin responder del todo a su pregunta, se marchó.
Una enorme
satisfacción lo invadió mientras entraba en el ascensor y pulsaba el botón para
bajar a la planta baja. Bankotsu estaba tan jodido y acojonado por el vídeo que
estaba bastante seguro de que no seguiría con el plan de Karin… y, por si
acaso, le pidió a Naruto que se asegurara de ponerla en una situación lo
bastante comprometida como para que ese idiota no quisiera volver a verla ni en
pintura, retirando así cualquier apoyo que pudiera brindarle.
Y, aunque uno de
los dos fuera a por él, ese vídeo demostraba el chantaje. Nadie podría hacer
daño a su familia después de que enseñara ese vídeo.
Salió del ascensor
al llegar a su destino y se dirigió a la salida con paso firme, todavía
saboreando la victoria… cuando vio a Karin entrando en el imponente edificio.
Llevaba la misma sonrisa que una gata relamiéndose tras comerse un ratón,
contoneando las caderas mientras andaba vestida con un traje impoluto, nadie
habría sospechado lo ebria que había estado la noche anterior.
Al verlo, ladeó la
cabeza y su sonrisa se desvaneció un poco a la vez que fruncía el ceño,
obviamente confundida por su presencia allí y, tal vez, por su enorme sonrisa
de pura satisfacción.
—Sasuke —lo saludó—,
¿qué te trae por aquí?
—Negocios —respondió,
acercándose a ella con las manos en los bolsillos.
Ella levantó una
ceja y sus labios se curvaron de lado.
—Imaginaba que no
cederías sin luchar. Por mí está bien, pero no conseguirás nada. Bankotsu está
de mi parte, da igual cuánto le ofrezcas.
Sasuke le devolvió
la sonrisa con arrogancia.
—Estás muy
equivocada, no pienso darle absolutamente nada. —En ese momento, vio a alguien
acercándose a ellos, a la persona que, de hecho, le había acompañado hasta allí
para asegurarse de que todo iba bien. Su sonrisa se ensanchó—. Es más, has sido
tú quien me lo ha puesto en bandeja.
El ceño de Karin
se acentuó, sin comprender qué quería decir… y, entonces, alguien pasó por su
lado, muy cerca de ella… y se colocó junto a Sasuke. Abrió los ojos como platos
al reconocerlo.
—Hola, gatita —la
saludó Naruto.
La mujer se quedó
totalmente en blanco, sin entender lo que estaba pasando. Abrió y cerró la
boca, como si estuviera a punto de decir algo, pero el rubio la interrumpió:
—Oh, sí, quería
devolverte esto. —Se sacó unas bragas del bolsillo y se las dio—. Ya no me
hacen falta, gracias al vídeo que grabé.
Karin parpadeó.
—¿Qué…?
—Mira por dónde —dijo
Sasuke al ver que las puertas del ascensor se abrían de nuevo—, ahí llega tu
novio. A ver cómo le explicas lo que estuviste haciendo con el vaquero —y dicho
esto, Naruto y él se fueron, dejando sola a la pelirroja con un furibundo
Bankotsu que había pedido a la recepción que lo avisaran en cuanto Karin
entrara por su puerta, pues habían quedado para comer y quería echarle en cara
todo lo que le había hecho… Aunque, al ver cómo ese hombre le devolvía unas
bragas a su “novia”, empezó a verlo todo rojo y prácticamente se abalanzó sobre
ella, pues tanto Sasuke Uchiha como este se dirigían a la salida, así que le
costó poco adivinar que ambos habían estado compinchados para sacarle a Karin
sus planes… En definitiva, la culpa era de esa puta que le había manipulado
desde el principio.
Por otro lado,
Sasuke sonrió otra vez al escuchar cómo ese idiota le gritaba a su ex. Ya
estaba hecho; hicieran lo que hicieran esos dos, estaba cubierto, y todo
gracias a su novio, al que abrazó por la cintura cuando salieron a la calle.
—Gracias, Naruto.
Este le devolvió
el gesto, a pesar de que le dijo:
—Ya puedes estar
agradecido, tuve que fingir que ella me gustaba y dejar que se restregara
contra mí… —dijo con evidente desagrado—. Soy cien por cien gay, Sasuke, no fue
precisamente agradable, creo que bajó mi libido para siempre…
Sasuke se colocó
de cara a él y tomó su rostro entre sus manos.
—¿Y si hago esto? —y
lo besó profundamente, con todo el amor que sentía por él. Sabía que para su
rubio no había sido fácil montar aquella función y, al principio, se había
negado en redondo por él, porque no había querido hacerle daño al tener que
coquetear con su ex y encima grabar un vídeo donde ella se desnudaba delante de
él… No es como si le hubiera hecho mucha ilusión tampoco, pero al final lo
había convencido cuando le había dicho que no se le ocurría otra forma de
evitar un juicio largo y difícil que podría perjudicarlos.
Su novio lo abrazó
con fuerza de la cintura y sonrió al sentir que su libido volvía a la vida.
—¿Qué decías? —le
preguntó, divertido, cuando se separaron.
Naruto le sonrió y
lo besó de nuevo en los labios pero, de repente, se separó con el ceño
fruncido.
—¿Qué pasa?
—Estamos en mitad
de la calle.
—¿Y qué?
El otro hombre
dudó un momento antes de decir:
—La prensa rosa
podría enterarse de lo nuestro.
Sasuke se relajó
al comprender su temor y lo estrechó contra su cuerpo sin un ápice de
vergüenza.
—Que se enteren.
Naruto parpadeó.
—¿De verdad?
—No pienso tener
una relación a escondidas contigo, Naruto —le dijo con convicción y una suave
sonrisa—. Te quiero, estoy orgulloso de ti y no tengo por qué esconderlo.
Su rubio lo miró
emocionado, aunque aún tenía dudas.
—¿Qué pasará con
los periodistas? ¿No te molestarán?
Él puso los ojos
en blanco.
—Oh, claro que lo
harán, pero con el tiempo se les pasará y nos dejarán en paz. Ni tú ni yo
tenemos por qué cambiar nuestras vidas solo porque ellos estén jodiendo, quiero
poder salir por la calle cogidos de la mano, quiero abrazarte cuando quiera y
quiero besarte cada vez que quiera demostrarte lo importante que eres para mí. Que
la prensa diga lo que quiera, que se desquite con esa exclusiva, pero nosotros
seguiremos con nuestra relación.
Naruto le dedicó
una enorme sonrisa llena de orgullo y volvió a abrazarlo, enterrando una mano
en su cabello y apretándolo contra sí.
—Te quiero,
Sasuke.
Él también sonrió
y lo besó en el cuello.
—Y yo a ti,
Naruto.
Sasuke abrió la
puerta de su casa tratando de hacer el menor ruido posible. No había querido
llegar tan tarde a casa, de hecho, ni siquiera había querido acudir a esa
reunión en el extranjero, pero era algo importante y a lo que tenía que acudir
en persona.
Cerró la entrada
con llave y las dejó en el bolsillo de su chaqueta, que se quitó y la dejó en
el perchero de la entrada. Después, fue directo al salón de la pequeña mansión
que era su hogar desde hacía once años, donde encontró lo que ya sospechaba… A
Naruto profundamente dormido en el sofá, esperándole.
Una tierna sonrisa
se le escapó de los labios. A pesar de que le había avisado de que llegaría
tarde, su marido se había quedado ahí tratando de aguantar el sueño para
asegurarse de que volvía sano y salvo.
—No quería irse a
la cama sin ti.
Sasuke se giró
hacia la voz que acaba de escuchar con una sonrisa. Satsuki estaba en el umbral
del salón con los brazos cruzados y cara de desaprobación.
—Hola, cariño —la
saludó mientras se acercaba para besarla en la frente.
—Bienvenido a
casa, padre —le dijo ella mientras lo abrazaba.
Satsuki era su
hija adoptiva, suya y de Naruto. Su marido la encontró escondida en un
contenedor de basura cuando tenía siete años, acurrucada y muerta de miedo.
Tras llevarla al hospital y llamar a la policía, descubrieron que la pobre
había sufrido abusos desde hacía tiempo y que vivía en una casa de acogida que
prostituía a los niños, que los vendía con total frialdad a los pederastas para
que hicieran lo que quisieran con ellos.
Los dos se
encargaron de ella durante una temporada, mientras la policía trataba de
resolver todos los cabos sueltos y se celebraba el juicio. En aquel entonces,
ella no decía ni una palabra, el trauma sufrido era tan grande que no abría la
boca salvo para comer. Sin embargo, con el paso de los días, parecía sentirse
más segura con ellos, especialmente con Naruto, tal vez porque había sido la
primera persona que la había tratado bien y que se había preocupado por
cuidarla y alimentarla. Con Sasuke fue un poco más difícil, pero empezó a
cogerle cariño cuando este descubrió que le gustaban los libros y comenzó a
leerle cuentos por las noches.
Para cuando
Protección de Menores pudo hacerse cargo de ella, Satsuki ya no quería irse.
Fue la primera vez que habló, chillando que no quería irse porque Sasuke y
Naruto eran sus padres mientras se aferraba con fuerza a los pantalones de este
último. No hubo manera de convencerla de que debía ir con la mujer que se
encargaría de ella, y, después de todos los abusos que había sufrido, no
quisieron usar tampoco la fuerza. De modo que, mientras Naruto se iba con la
pequeña a su habitación para calmarla, Sasuke y la mujer se sentaron a hablar
de posibles opciones, entre las que surgió el tema de la adopción.
Sasuke reconoció
que la propuesta lo pilló con la guardia baja, pero no le causó rechazo. Esa
misma noche, cuando Satsuki se quedó al fin dormida, habló con Naruto y ambos
admitieron que se habían encariñado mucho con ella y que, después de cinco años
juntos, tal vez era el momento idóneo para ser padres.
Y nunca se habían
arrepentido de ello. Satsuki era una niña maravillosa, inteligente, humilde y
bondadosa; la vida con personas egoístas que le habían negado toda posibilidad
de tener una familia normal había hecho que ella no fuera en absoluto
caprichosa y que apreciara cada vínculo que creaba, ya fuera con sus padres o
con los amigos que hizo con el tiempo.
Le devolvió el
abrazo con fuerza.
—Siento haberme
perdido tu cumpleaños.
Ella negó con la
cabeza.
—No lo hemos
celebrado al final.
Sasuke se separó y
frunció el ceño.
—¿Y eso?
—Ni papá ni yo
queríamos celebrarlo sin ti —dijo, bajando la mirada—. Además, no me apetecía
mucho.
Él levantó una
ceja.
—¿Es por tu examen
de mañana?
Ella se mordió el
labio inferior, diciéndole que había dado en el blanco. La acercó a él para
envolver los brazos alrededor de su espalda y que ella se apoyara en él.
—Es normal estar
nervioso, cariño. Pero no tienes de qué preocuparte, eres lista y vas a ser la
primera de tu promoción, ya lo verás.
—¿Y si no valgo
para esto?
Sasuke se separó
lo justo para cogerle los hombros y mirarla a los ojos con una cariñosa
sonrisa.
—Claro que vales.
Tú vales para lo que sea porque eres inteligente, fuerte y te has esforzado
mucho para este examen. Vas a ingresar en la academia de policía y vas a ser
una inspectora increíble. —Hizo una pequeña pausa—. ¿Sabías que tu padre era un
negado para estudiar?
Ella esbozó una
pequeña sonrisa.
—Solía decirlo
cuando yo hacía los deberes de niña. Le aliviaba que yo pudiera apañármelas
sola y que tú pudieras ayudarme.
Él también sonrió.
—Pero, aun así, él
aprobó el examen para ingresar en la academia de bomberos y se convirtió en un
gran bombero. Y cuando ya no pudo ejercer como tal, estudió mucho para pasar el
examen de instructor, y también lo logró. No te preocupes por mañana, lo harás
muy bien —dicho esto, la besó en la cabeza otra vez y la empujó suavemente
hacia las escaleras—. Ahora a dormir. Mañana, después de tu examen,
celebraremos tu cumpleaños, ¿de acuerdo?
—Vale —dijo ella,
más animada, besando a su padre en la mejilla y subiendo las escaleras de
vuelta a su habitación.
Sasuke sonrió y
después se dirigió al sofá, donde se sentó al lado de Naruto y se inclinó para
darle unos cuantos besos en los labios, a los que su marido respondió al poco
tiempo, abriendo pesadamente sus párpados y sonriendo al reconocerlo.
—Sasuke…
—Ya estoy en casa.
Naruto tiró de él
para que se tumbara a su lado y también poder abrazarlo, haciendo reír a Sasuke
en voz baja.
—Bienvenido —murmuró,
dándole un beso en el cuello—. ¿Ha ido bien el viaje?
—Ha sido
productivo —comentó él, acariciando su rostro—, habría preferido quedarme con
vosotros y celebrar el cumpleaños de Satsuki. Sé que está nerviosa por el
examen.
El rubio cerró los
ojos y frotó su nariz contra la suya.
—No te preocupes
por ella. Es una chica fuerte y valiente, aunque esté nerviosa, se presentará
mañana el examen y lo hará genial porque ha heredado la inteligencia de su
sexy, apuesto y elegante padre.
Sasuke puso los
ojos en blanco, aunque sonreía.
—¿Cuál de los dos?
Su marido abrió
los ojos y curvó los labios hacia arriba.
—De ti, por
supuesto.
—Solo lo dices
porque quieres follar —se burló él.
—Ups, me has
pillado —dijo con un tono incitante antes de besarlo profundamente. Sasuke se
dejó hacer, apretándose contra el cuerpo de Naruto y acariciando su rostro con
cariño.
Incluso después de
tantos años, todavía le costaba creer que, por fin, hubiera hallado a la
persona indicada para él, alguien a quien amar y que le quisiera de verdad no
por su apellido o su cartera, sino porque apreciaba quién era, porque le
respetaba y se sentía orgulloso de él. Puede que no hubiera esperado que esa
persona fuera un hombre, pero daba gracias todos los días por haberse
encontrado con Naruto en aquel pub y que, al final, todo había resultado tal y como
él decía.
El amor es como la
lluvia. Cae cuando quiere, no cuando tú quieres que lo haga. Así que ten
paciencia y no te conformes con cualquiera por comodidad, por miedo a estar
solo o porque crees que no encontrarás algo mejor. Solo espera, porque, al
final, acabará lloviendo.
FIN
Muchas gracias, me encanto esta historia al igual que todas las otras, mil gracias por compartirlas, eres muy brillante e ingeniosa, mil gracias
ResponderEliminarMil gracias a ti por darles la oportunidad ^^
EliminarEspero que sigas disfrutando del resto de historias que voy a ir subiendo ;)
¡Un abrazo!
Hermoso, el mejor NS q he leido en años
ResponderEliminarAny. No matter how many times I read, I'm never bored
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