Capítulo especial
Mío, tuyo
Estaba preparando el desayuno para Naruto y para mí cuando alguien llamó a
la puerta. Fruncí el ceño, ya que hoy no esperábamos a nadie, aunque también
era posible que fuera Iruka, que querría invitarnos a ramen Ichiraku esta noche
para que le contáramos el viaje a Nara… tal vez en compañía de Kakashi, que al
parecer había conseguido convencer al doncel para que saliera con él.
Relajado, fui a abrir la puerta… pero no era Iruka el que estaba ahí, sino
un chico que tendría la misma edad que Naruto. Era más bajo que yo, puede que
incluso un poco más que Naruto, y tenía el típico cabello y ojos oscuros de un
japonés. Sus rasgos lisos y el corte de pelo moderno probablemente resultaban
atractivos a las chicas, aunque para mi gusto seguía teniendo facciones
demasiado juveniles como para considerarse varoniles. De hecho, la ropa que
llevaba no le pegaba demasiado: iba con una camiseta ancha de un grupo de música
heavy, pantalones largos negros algo ajustados y unas botas que, en ese momento
me di cuenta, llevaban un poco de tacón, tal vez para parecer más alto.
Al verme, el muchacho parpadeó y me miró extrañado.
—¿Quién coño eres tú?
Yo fruncí el ceño.
—Eso debería preguntarlo yo.
Este miró el número de la puerta y luego otra vez a mí, aparentemente
confundido.
—¿Vive aún aquí Naruto?
Iba a responder cuando el susodicho me gritó, un poco soñoliento aún:
—¡Sasuke! ¿Con quién hablas?
Me aparté para responder, pero el chico aprovechó ese instante para pasar
dentro de la casa. Estaba a punto de reprocharle sus modales cuando me di
cuenta de la cara que había puesto mi rubio al ver a ese joven: su piel había
palidecido ligeramente y tenía los ojos abiertos como platos, además de que su
cuerpo se había puesto rígido.
El muchacho esbozó una tímida sonrisa.
—Hola, Naru.
En menos de un segundo, el doncel apretó los labios y los puños y se puso
rojo de rabia. Antes de que me diera cuenta de lo que ocurría, ese chico ya había
caído al suelo con el labio partido, mientras que Naruto estaba cerca de este
con el puño levantado. Incluso desde la puerta, lo podía ver temblando de ira.
—¿Qué demonios haces en mi casa, Genji?
… Decidme que no ha dicho lo que creo que he oído. ¡¿Genji?! ¡¿Su ex?! ¿El
mismo que hizo que sus amigos se metieran en casa de MI novio y le agredieran?,
¿el mismo que le dijo que no era más que un buen polvo? ¿Y ahora tiene la cara
de presentarse aquí?
Si no fuera porque Naruto está en ello, yo mismo le estaría partiendo la
cara, así que cerré la puerta y me apoyé en la pared con los brazos cruzados,
atento a si el rubio necesitaba… Bueno, ayuda seguro que no, pero solo por si
acaso me quedaría cerca.
Genji se incorporó sobre sus manos y miró a mi doncel con ojos suplicantes.
—Yo… necesito hablar contigo.
—Pues yo no quiero. Y además, es un poco tarde para eso.
—Quería hablar contigo después de lo que ocurrió con Akane, pero tu hermano
vino hecho una fiera a mi casa y me amenazó con meter mi polla en una madriguera
de osos para que la hicieran pedazos si volvía a acercarme a ti. —¡Ja! ¿En
serio hizo eso? No he conocido todavía al hermano de Naruto, pero ya me cae
bien—. Cuando se fue, vine a verte, pero no estabas, tu casero me dijo que te
habías ido a Nara o algo así… Así que vengo ahora para disculparme por haber
sido un imbécil… y pedirte una segunda oportunidad.
A esas alturas de la conversación, me separé de la pared y tensé todo mi
cuerpo, listo para cogerlo por la camiseta, sacarlo fuera del apartamento y
lanzarlo por encima de la barandilla en una preciosa caída de tres pisos.
Naruto vio mi reacción y me hizo un gesto con la mano para que me quedara
quieto, que él se encargaba de todo. Resoplé y retrocedí un paso, haciéndole
saber que trataría de contenerme, pero de verdad que me estaba costando. Esto
era justamente lo que me temía una semana atrás, cuando ese gilipollas quiso
jugar a ser macho y envió a sus amigos a maltratar a mi novio para demostrar
que necesitaba un hombre en su vida que cuidara de él.
Joder, necesito golpear algo antes de reventar su cabeza contra la puta
pared.
Naruto tampoco parecía estar mejor que yo cuando le dijo:
—Decir que eres imbécil es quedarse corto —masculló.
Genji agachó la cabeza.
—Lo sé.
—Fuiste un gilipollas.
—Totalmente.
—Y un capullo.
—Absolutamente de acuerdo. Lo siento.
En ese momento, mi rubio se quedó callado y miró a su ex fijamente. Incluso
aunque no dijera nada, lo conocía tan bien que era capaz de leer sus ojos;
parecía extrañado por la actitud de ese imbécil, y también percibí una clara
cautela acompañada por una ligera sospecha. Naruto no estaba seguro de qué
hacer con él, pese a que era evidente que no confiaba en él.
Al final, se cruzó de brazos y lo contempló con severidad.
—… Supongo que no tengo más remedio que perdonar tu estupidez… por esta
vez. —Esas últimas palabras eran una clara advertencia; si Genji volvía a hacer
alguna tontería más, lo lamentaría con creces.
Este suspiró aliviado y se levantó, sonriéndole ampliamente a mi novio. No
me gustó lo más mínimo.
—Gracias, Naru, eres el mejor.
Este gruñó.
—No me llames así.
Los labios de su ex cayeron hacia abajo.
—Sé que te hice daño y que ya no confías en mí, pero te lo compensaré, lo
prometo. Ven a cenar a mi casa esta noche y lo verás —le ofreció, esta vez
sonriendo como un gato que acecha a un ratón.
Vale, hasta aquí llega mi paciencia. Una cosa es que haya venido a
disculparse por lo que le hizo a Naruto, pero otra muy distinta es que le esté
pidiendo salir delante de mis narices. Así que fui hasta mi novio y envolví mi
brazo alrededor de su cintura para estrecharlo posesivamente contra mi cuerpo.
—Él no irá ni esta noche ni ninguna otra a tu casa —repliqué con
brusquedad.
Genji parpadeó, como si hubiera olvidado que yo estaba aquí, y frunció de
nuevo el ceño con molestia al ver la forma en que cogía al doncel.
—¿Y tú quién demonios eres?
—Es mi novio —respondió Naruto, un poco a la defensiva.
Su ex se quedó momentáneamente con la boca abierta, mirándome.
—¡Pero si es mucho más mayor que tú!
… ¿Qué?
—Tengo veintitrés años.
Genji soltó una palabrota.
—Naruto tiene diecinueve, ¡esto no puede ser legal! ¡No dejaré que te
aproveches de él!
No es posible que esté oyendo esta clase de mierda. ¿Acaba de llamarme
pederasta? Naruto y yo solo nos llevamos tres años y unos meses, ¡joder!, no es
para tanto.
Estaba a punto de soltarle alguna barbaridad cuando noté que el doncel se
ponía tenso a mi lado. Cerré la boca de inmediato al ver cómo sus mejillas
enrojecían peligrosamente y sus músculos se abultaban bajo su piel, anunciando
una inminente pelea. Sabía que un Naruto enfadado era una potente arma nuclear,
por lo que no intervine cuando él dio un paso al frente para plantarle cara a
Genji.
—¡¿De qué coño estás hablando?! ¡Sasuke no se aprovecha de mí!
—¡Es un hombre maduro y tú un chaval!
—¡Tengo más de dieciocho!, ¡soy mayor de edad y follaré con quien me dé la
gana!
—¡Ah! ¿Ahora te abres de piernas para todo el mundo? —¡¿Qué coño?!— ¡Pues
si tanto te gusta joder tal vez debería montar una orgía y dejar que mis amigos
te dieran por detrás! ¡Seguro que lo disfrutarías!
Sin pensármelo dos veces, me abalancé sobre ese bastardo y lo lancé al
suelo. Una vez bajo mi cuerpo, empecé a darle puñetazos en la cara con toda la
fuerza de la que fui capaz, manchándome de sangre en algún momento.
—¡Sasuke!, ¡para! —me gritó Naruto, un tanto alarmado, antes de que su mano
me agarrara la muñeca. Estaba tan furioso que no era capaz de pensar con
claridad, lo único que quería era aplastar a ese hijo de puta contra el suelo y
reventarle las costillas, la cabeza o cualquier otra parte de su cuerpo, todo
con tal de que pagara por… No estoy muy seguro de por qué: por haber
llamado ramera a mi doncel, por haber enviado a alguien a
hacerle daño dos semanas atrás, por haberle dicho que solo valía para follar, o
por todo en general. Solo sabía que le había herido profundamente y quería que
sufriera también.
Por eso, cuando Naruto me cogió la muñeca para detenerme, mi primer
instinto fue zafarme y seguir golpeando a esa mierda que tenía debajo de mí. Me
pareció oír una especie de maldición antes de que, de repente, todo girara a mi
alrededor y acabara de cara al suelo, con un de mis brazos sobre mi espalda,
inmovilizado por una llave de Naruto. Me removí con rabia; no estaba
satisfecho, ese cabrón no había recibido suficientes golpes.
—¡Iruka! —gritó Naruto antes de inclinarse sobre mi oído—. Sasuke,
tranquilo. Sé que estás furioso y que quieres defenderme, pero tú no eres así.
No eres la clase de persona que manda a otra al hospital por algo como esto,
por mucho que se lo merezca Genji. Detente, por favor.
Escuchar esas últimas dos palabras, y la forma en que las pronunciaba, hizo
que dejara de forcejear e inspirara hondo para tranquilizarme. Naruto tenía
razón, yo no era violento y, a pesar de que ese gilipollas se merecía un buen
par de hostias, no tendría que estar dándole una paliza por un insulto que
podría terminar en un hospital, yo era mejor que eso y mi rubio lo sabía.
Este suspiró de alivio cuando relajé mi cuerpo y me soltó. Me incorporé
hasta acabar sentado y le dediqué una mirada de disculpa.
—Perdona.
Él me acarició una mejilla, dándome a entender que no pasaba nada, y esbozó
una media sonrisa.
—Solo defendías mi honor.
Se me escapó una risilla a pesar de toda la situación. Naruto siempre tenía
ese efecto en la gente; sabía cómo sacarle una sonrisa a cualquiera y hacerla
sentir mejor. A decir verdad, también logró que no tuviera la sensación de
haber hecho el ridículo: soy muy consciente de que mi novio es perfectamente
capaz de defenderse solo y que no necesitaba que yo interviniera de una forma
tan violenta. Sin embargo, estaba dolido, simplemente no podía quedarme de
brazos cruzados mientras ese bastardo insultaba a Naruto, mientras le hacía más
daño del que ya le había hecho. Pero no había estado bien golpearle de esa
manera, lo sé. Si el doncel no me hubiera parado, habría seguido hasta… no sé,
tal vez sentir que mi pareja había sido vengada o que ya había pagado por el
dolor que le había causado.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por unas furiosas pisadas. Al
levantar la vista, me encontré a un Genji iracundo yendo directo hacia mí, sin
embargo, Naruto se incorporó de un salto y se interpuso. Sus músculos abultados
y la forma en que había colocado las piernas me dijo que estaba preparado para
una pelea.
—Genji, quieto —ordenó con severidad.
—¡Me ha golpeado!
—Porque tú estás actuando como un niño pequeño. Hazte un favor a ti mismo y
vete de aquí.
—No, esto no se va a quedar así —dicho esto, hizo amago de venir hacia mí,
pero Naruto puso una mano sobre su pecho y lo detuvo sin apenas dificultad.
—Si sigues adelante, tu pelea será conmigo —le advirtió.
Su ex soltó un bufido.
—Te sigues creyendo que eres un macho.
—Desde luego, tengo más huevos que tú.
—No me obligues a hacerte daño, Naru.
… ¿Soy el único que piensa que este tío no puede ser más imbécil?
De repente, Naruto agarró el brazo de Genji y dio una vuelta sobre sí mismo
pasando la extremidad sobre su cabeza, colocándola en una postura en la cual el
doncel, a su espalda, podía dislocarle el hombro con un sencillo tirón.
—Adelante, estoy esperando.
—¡Mierda, Naruto!, ¡me haces daño!
—Deja de lloriquear y escúchame. Punto uno, no vuelvas a llamarme a Naru,
que no somos amigos ni nada, ¿te enteras?; punto dos, no podrías darme un golpe
en tu puta vida porque ni siquiera sabes dar un puñetazo decente, y punto tres,
si vuelves a mi casa por cualquier motivo, llamo a la policía, y eso después de
darte una paliza —y tras decir estas palabras, le dio un rodillazo en los huevos
y lo soltó, dejando que cayera postrado al suelo—. ¡Y eso por intentar atacar a
mi novio, pedazo de idiota!
No pude evitar sentir cierta (por no decir mucha) satisfacción al ver cómo
Naruto le daba donde más dolía a ese imbécil. Además, reconozco que es bastante
sexy que me defienda de esa forma, y más aún de un ex, confirmándome que me
prefiere por encima de él.
En ese instante, la puerta del piso se abrió con un portazo y un Iruka y
Kakashi con el pelo revuelto y vestidos con lo primero que habían encontrado
por ahí entraron aceleradamente en la estancia, alarmados.
—¡Naruto, Sasuke!, ¿estáis bien? —preguntó el doncel antes de reparar en
Genji, momento en que se paró en seco—. ¿Genji?
Naruto miró con mala cara a Iruka.
—Te he llamado hace rato, ¿qué se supone que estabas haciendo? —Al ver que
Iruka se ponía rojo como un tomate, puso los ojos en blanco—. Vale, no necesito
saberlo.
—¿Seguro, Naruto? —preguntó Kakashi—, vosotros, los jóvenes, podríais
aprender algo de vuestros mayores…
—¡Calla! —masculló Iruka, dándole un codazo.
Fruncí el ceño al oír la estúpida conversación, que por muy divertida que
pueda ser, no era el mejor momento para eso.
—¿Alguien puede llevarse a este gilipollas antes de que Naruto y yo
volvamos a darle una paliza?
—¿Qué ha pasado exactamente? —preguntó Kakashi.
—Oh, nada especial —bufó el rubio antes de señalar a su ex—. En pocas
palabras, ha llamado a Sasuke pedófilo, a mí puta y
luego nos hemos pegado todos.
—¡¿Qué ha hecho quéeee?! —gritó Iruka, arremangándose la camiseta y fulminando
al muchacho con los ojos—. ¡Yo te enseñaré respeto y modales!
Para ese entonces, Genji había conseguido medio incorporarse sobre sus
pies, aunque seguía encorvado, sujetándose los genitales.
—¿Modales…? —masculló, lanzándonos una furiosa mirada dolorida a Naruto y a
mí—. Esos dos me han golpeado de todas las formas posibles…
Antes de que ninguno pudiéramos responder al estúpido comentario, Kakashi
se adelantó un paso. Ya no había asomo de sonrisa en su rostro (el cual, por
cierto, estaba al descubierto, era la primera vez que lo veía sin máscara,
supongo que por haber estado teniendo relaciones con Iruka), sus facciones se
habían ensombrecido y miraba con total seriedad al muy imbécil.
—Es cierto que lo han hecho, pero usted se encuentra en una propiedad
privada que no le pertenece y, teniendo en cuenta que estaba insultando a sus
inquilinos, imagino que la situación se volvería algo violenta y que estos se
sentirían amenazados, motivo por el cual le atacaron —dicho esto, se volvió
hacia Naruto—, ¿me equivoco?
—No. Intentó atacar a Sasuke —declaró este.
Genji lo miró con los ojos como platos.
—¡Él se lanzó sobre mí antes!
Mi doncel se encogió de hombros como si no le importara lo más mínimo.
—Tú me amenazaste con meterme en una orgía en contra de mi voluntad, Sasuke
creía que estaba en peligro.
—¡¿Qué has dicho?! —chilló Iruka, que en menos de dos segundos se puso rojo
como un farolillo de rabia. Hizo amago de ir a por él, pero Kakashi lo cogió de
la cintura y lo hizo a un lado antes de volver a encararse a Genji con
severidad.
—Debo informarle que realizar semejantes amenazas contra un doncel se
considera un delito, y más todavía cuando hay violencia de por medio, pueden
caerle perfectamente dos años en la cárcel.
—¿Y tú qué coño eres?, ¿un abogado?
Kakashi respondió esta vez con una alegre sonrisa.
—Pero aún, un agente de la ley.
Me quedé con la boca abierta. ¿Kakashi era policía? ¿En serio? Miré a
Naruto interrogante, pero él tenía la misma expresión en la cara que yo y que
Iruka. Aunque el más sorprendido de todos era Genji, a juzgar por su tez
repentinamente fantasmal.
Tragó saliva antes de decir:
—Eres… ¿Eres un…?
—Sí, un agente que puede arrestarle aquí y ahora —respondió Kakashi
mirándolo con malicia—. O podemos hacer un trato: no vuelva a acercarse a
Naruto Namikaze ni a Sasuke Uchiha y dejaremos esto como un incidente;
considérelo como una orden de alejamiento pero sin papeleo oficial. Y, créame,
si incumple esta condición, yo lo sabré, y prometo no ser tan indulgente como
esta vez.
Genji lo miró un tanto asustado antes de lanzarle una breve mirada a
Naruto. Con un gruñido, lo cogí por la cintura y lo estreché contra mí,
marcando mi territorio (sí, ya sé que soy como un neandertal, pero cuando
vosotros tengáis pareja, actuaréis igual con esta clase de gilipollas).
—Naru… —iba a decir algo, pero mi rubio lo interrumpió, cerrando los ojos
con fuerza.
—Basta. Solo… olvídame de una vez, ¿quieres? Lo nuestro no funcionó, y
nunca lo hará porque queremos cosas diferentes, acéptalo; tú quieres un doncel afeminado
y yo no tengo intención de cambiar, merezco alguien que me quiera por cómo soy.
Además, estoy cansado de tu actitud… y de que sigas haciéndome daño a pesar de
que ya no estamos juntos. Que cada uno vaya por su cuenta es lo mejor para los
dos. Vete.
Y así, Genji desapareció por la puerta acompañado de Kakashi y también de
la vida de Naruto para siempre. Iruka se quedó solo un momento para asegurarse
de que yo no estaba herido, debido a la sangre que manchaba mis puños y las
salpicaduras que tenía en la camiseta (creo que le partí la nariz; en fin, al
menos no se iría de rositas después de cómo había tratado a mi novio). Tras
asegurarle que estaba bien, revisó a Naruto y luego se fue detrás de Kakashi,
tal vez para estar seguro de que ese imbécil se iba de verdad.
En cuanto estuvimos solos, mi novio se acercó y me examinó los puños con
tristeza. Yo junté mi frente con la suya.
—Eh, estoy bien, de verdad. No me he roto nada.
—Lamento todo esto, me siento fatal.
—No ha sido culpa tuya.
—Lo sé, pero…
Al ver que no continuaba, le moví la cabeza para que me mirara.
—Pero ¿qué?
Él suspiró.
—Es solo que no lo entiendo. Él y yo no estábamos bien juntos, ¿por qué
tiene que hacer… cosas como esta para volver conmigo?
—Porque se ha dado cuenta de que es un idiota por dejar que te fueras
—respondí, cogiéndole de las manos pero evitando mancharlo de sangre—. No dejes
que las cosas que te haya dicho te afecten, Naruto. Puede que no encajes en el
tópico de doncel afeminado, pero eres valiente, fuerte, decidido, independiente
y tienes un gran corazón. —Se me escapó una sonrisa—. ¿Te das cuenta de lo
difícil que es encontrar a una sola persona que reúna todas esas cualidades?
Mi doncel esbozó esa sonrisa sincera que me robaba el aliento.
—Soy único en el mundo —se burló antes de darme un tierno beso en los
labios—. Y tú un novio genial.
—El mejor que tendrás —aseguré.
Naruto asintió con una risilla y me cogió de la mano para llevarme al
cuarto de baño. Una vez allí, cerró la puerta y me miró con un brillo
sospechoso en los ojos.
—Quítate la camiseta —me ordenó.
Por mí encantado. Obedecí sin pensármelo dos veces mientras él ponía el
agua caliente en la ducha. Después, para mi entera satisfacción, empezó a
quitarse la ropa delante de mí, logrando que mi virilidad se hinchara, luchando
encarnizadamente contra mis pantalones. No me perdí ni uno solo de sus lentos e
incitantes movimientos, el muy descarado sabía que le estaba observando y no se
molestó en ocultar su divertida sonrisa.
—Diablillo —le acusé.
Él le levantó una ceja.
—Pues parece que a ti te gusta mirar… pervertido.
—No soy el único —repliqué, también sonriendo mientras me acercaba a él
para envolver su desnuda cintura con mis brazos—. Te gusta que te mire, porque
de lo contrario, no estarías aquí exhibiéndote.
El rubio se mordió el labio, reconociendo que había dado en el clavo.
—Y, sin embargo, aquí estás tú con los pantalones puestos —me regañó,
divertido, a la vez que deslizaba sus manos hacia abajo, donde se encontraban
los botones. Aspiré aire con anticipación—. ¿Te has vuelto tímido, Sasuke?
—Estaba demasiado ocupado —respondí. Sus dedos estaban desabrochando mis
vaqueros, despacio, rozando de vez en cuando y de forma casual mi virilidad,
haciendo que esta se sacudiera. A mí no me engañaba, a Naruto le gustaba jugar
conmigo y sabía muy bien lo que tenía que hacer para provocarme. Y debo
reconocer que eso me encantaba.
—Espiándome.
—Admirando tu belleza.
Naruto soltó una fuerte carcajada.
—Sigues siendo un romántico —se burló.
En ese momento, mis pantalones se deslizaron por mis piernas hasta el
suelo, donde me los quité de encima con una patada. Ya desnudos como el día en
que vinimos al mundo, Naruto y yo nos metimos en la ducha; él me cogió las
manos y lavó la sangre de ellas con suavidad, como si temiera hacerme daño, tal
vez por si me había roto los nudillos al golpear al idiota de su ex.
Puse los ojos en blanco al comprender a qué venía todo lo de ducharnos
juntos.
—¿Has hecho todo el numerito del striptease solo porque te preocupa que
estoy manchado de sangre? Pensaba que tenías en mente algún pervertido juego
sexual.
Naruto soltó una risilla.
—Hombre de poca fe.
Esbocé una media sonrisa.
—Ah… Entonces sí tienes pensado algo sucio.
—Primero lávate esa sangre, no quiero que te contagie la gilipollez de… —se
calló de repente y frunció el ceño antes de mirarme arrepentido—. Lo siento, no
quería hablar de él en esta situación. Ya es bastante jodido todo lo que ha
pasado.
Negué con la cabeza y lo envolví con mis brazos. Mi pobre Naruto es
demasiado bueno; le preocupaba que me molestara la mención de ese imbécil
cuando estábamos desnudos y en la ducha, evidentemente a punto de hacer el
amor. Y, aunque reconozco que sí me habría molestado no hace mucho, ya no lo
hacía. Una parte de mí había estado preocupada por no ser un buen novio, ya que
nunca había tenido pareja, y que el doncel me comparara con él y se diera
cuenta de que yo no… estoy acostumbrado a esto y decidiera dejarme para
regresar con Genji, especialmente después de darme cuenta de que este seguía interesado
en mi novio. Pero después de ver cómo me había defendido… ya no me importaba.
—No pasa nada, de verdad —le tranquilicé.
Él me miró apenado.
—Sí que pasa. No quiero que pienses que todavía siento algo por él, porque
no es así. Tú me gustas mucho… y quiero ver hasta dónde podemos llegar juntos.
No quiero que dudes de mí.
Mi corazón se aceleró un poco al escuchar esas palabras, que me provocaron
una extraña emoción que no sabía definir pero que, al mismo tiempo, era cálida
y agradable. Él también me gustaba, más de lo que había creído posible, y tenía
la esperanza de que, por fin, había encontrado a alguien para mí.
Puse una mano en su mejilla para acariciarle y se me escapó una sonrisa
divertida.
—Naruto, acabas de patearle los huevos a Genji por mí. Si todavía sintieras
algo por ese imbécil, dudo que hubieras hecho algo así.
El doncel esbozó una pequeña sonrisa.
—Estaba muy enfadado.
—Lo sé. —Le estreché un poco más contra mi cuerpo—. Y quiero que sepas que
me gustó mucho que me defendieras de esa forma.
Naruto parpadeó.
—¿De verdad? Pensé que heriría tu ego masculino.
—Mi ego está perfectamente ahora que sé que me prefieres por encima de tu
ex. Además… estás muy sexy cuando peleas.
Mi novio abrió los ojos como platos.
—¿En serio?
Sonreí, travieso, y le susurré al oído:
—Adoro tu cuerpo, Naruto, así que imagínate cómo me pongo cuando te veo tan
tenso, como si estuvieras a punto de sufrir de orgasmo.
Y al instante, los músculos de mi doncel se contrajeron al mismo tiempo que
se frotaba contra mí. No pude evitar notar sus tiesos pezones rozando mis
pectorales, del mismo modo que tampoco me pasó inadvertido cómo su miembro
acariciaba el mío, haciendo que se irguiera furiosamente por la erótica danza.
Sus manos y su boca tampoco se quedaron atrás: las primeras exploraron
descaradamente mi torso, de abajo arriba, hasta alcanzar mi cabello y enredar
sus dedos en mis mechones, mientras que su lengua lamió el lóbulo de mi oreja,
erizando mi piel.
—¿Así, Sasuke? —gimió contra mi oído, como si le estuviera follando.
Joder.
—Sí —gruñí antes de clavar mis dedos en su dulce trasero, cuyas nalgas se
apretaron, poniéndome más duro. Que Naruto jadeara de puro placer no me ayudó
en absoluto a controlarme, solo logró que lo deseara aún más.
Pese a que era consciente de que me había provocado a propósito, no tuve
reparos en agarrarlo por la cintura y pegar su espalda contra la pared,
acorralándolo con mi cuerpo. Si quería jugar, jugaríamos, pero esta vez a mi
manera.
Al mirarlo a los ojos, él me observaba con furiosa lujuria.
—Se suponía que yo tenía que hacerte cosas —me dijo con la voz ronca. Mi
polla rugió de necesidad y la froté contra los muslos de mi novio, tratando de
aliviar el dolor. Él se mordió sensualmente el labio inferior y balanceó sus
caderas, adaptándose a mi ritmo, sabiendo muy bien lo que quería… porque él
estaba tan excitado como yo.
Le dediqué una sonrisa maliciosa.
—Y me las harás… en cuanto yo termine contigo.
Naruto aferró con más fuerza mi pelo, diciéndome lo mucho que le gustaba
esa idea y dándome vía libre para hacer lo que quisiera con él. No lo pensé más
y me apoderé de su boca, penetrándola implacable con mi lengua, a la vez que
uno de mis dedos rodeaba su entrada, tanteando el terreno. Sentí cómo mi doncel
se estremecía ante la expectación, así como la forma en que se aferró más a mí,
sabiendo lo que vendría a continuación.
Ah… Pero no iba a complacerle, todavía no.
Abandoné sus tiernos labios y busqué con avidez su cuello, palpando con la
lengua sus zonas más sensibles para después morderlas y chuparlas, haciendo que
Naruto soltara un grito ahogado y moviera sus caderas con más fuerza, ansioso
por que le hiciera el amor. Juguetón, rocé su entrada con el dedo, gruñendo
satisfecho al notarlo húmedo y listo para mí, pero no me interné en su cuerpo aún,
quería volverlo loco antes de que eso ocurriera.
—¡Aaah! ¡Sasuke!, por favor…
No pude evitar sonreír.
—Por favor, ¿qué?
Él me fulminó entonces con la mirada… Bueno, lo intentó, ya que estaba
nublada por el placer.
—Lo sabes.
—Dímelo.
—No.
Tozudo como él solo. No hay problema, aumentaremos el nivel.
Sin previo aviso, le penetré con el dedo, solo la punta, lo suficiente para
complacerlo y frustrarlo al mismo tiempo. Tal y como esperaba, Naruto se
retorció entre fuertes gemidos, aferrándose a mis hombros para evitar que le
fallaran las piernas, arqueando la espalda y contoneando las caderas,
intentando que le penetrara más profundo. Pronto, mi rubio, pronto. Mientras
tanto, disfruta de lo que voy a hacer contigo: mi boca descendió hasta sus
pezones, lamiendo el contorno lentamente antes de pasar la lengua por ellos en
una caricia casual, apenas un roce antes de morderle con fuerza suficiente para
que lo sintiera, pero no para hacerle daño. Mi pareja respondió con un respingo
y un grito, pero siguió sin darme lo que necesitaba. Lo atormenté un poco más,
primero un pezón y luego el otro, sin dejar de embestir muy suavemente su
trasero, a pesar de la evidente exigencia de sus caderas a que fuera más duro.
—Sasuke…—gimoteó. Estaba a punto.
—¿Sí?
Él me miró con esos preciosos ojos azules, nublados por la agonía del
placer. Que tuviera los labios hinchados, las mejillas rojas y un par de
chupetones por el cuerpo que lo marcaban como mío no ayudó a que la hinchazón
de mi pene bajara, de hecho, estaba al borde de follarlo contra la pared… pero,
esta vez, quería que fuera él quien me lo pidiera. Era mi forma de asegurarme
de que, a pesar del encuentro con Genji, era a mí a quien deseaba, a quien
quería dentro de su cuerpo. No es que pensara realmente que Naruto no quería
estar conmigo, más bien fue… un fuerte sentimiento posesivo, mostrarle que era
yo quien le daba placer y no ningún otro hombre.
Necesitaba que me dijera que era mío, que quería que yo le poseyera.
—Fóllame —me exigió.
Cada terminación nerviosa de mi cuerpo cobró vida de repente. Me incorporé
del todo y pegué mi cuerpo al de Naruto, apoyándolo por completo contra la
pared, mientras que la mano que había estado entre sus nalgas las abandonó para
subirle una pierna y ponerla alrededor de mi cintura. Una vez lo hube
acomodado, no perdí el tiempo; busqué su entrada y le embestí de una sola vez,
haciéndole gritar. Sus uñas clavándose en mi espalda y su estrecho trasero me
hicieron jadear; la química que había entre nosotros no dejaba de sorprenderme,
no importaba cuántas veces hubiéramos hecho el amor, siempre era tan intenso
como la primera vez. No me cansaba de él, de cómo me comía con los ojos, cómo
jugaba conmigo, cómo reaccionaba cada vez que le tocaba íntimamente.
Me perdí en sus ojos azules, que tenía entrecerrados mientras jadeaba,
disfrutando de la sensación de tenerme dentro y fuera una y otra vez. Rápido,
duro. Justo como nos gustaba a los dos.
Con un gruñido, le di un beso feroz y hambriento.
—Mío —declaré.
Él esbozó una sonrisa complacida y me agarró fuerte del pelo, logrando que
yo le follara más fuerte, golpeando casi con desesperación sus firmes nalgas.
—Mío. —Su voz era un gemido de gozo, pero también noté firmeza en esa única
palabra.
Le devolví la sonrisa. Era justo.
—Tuyo —afirmé con un jadeo.
Y la verdad era que me sentía de esa manera. Prácticamente desde que conocí
a este rubio doncel, de una forma u otra, he tenido la sensación de que parte
de mí le pertenece. Una parte importante, pero que aún no sabía definir.
No me importa ser suyo, porque también siento que, de algún modo, Naruto
también me ha entregado parte de él. Tal vez se deba a su confianza en mí, en
que quiere pensar que no soy como su ex, en que ambos nos aceptamos tal y como
somos, y eso hace que nuestro vínculo sea más profundo. Aún no sabía que estaba
enamorado de él, y probablemente Naruto tampoco era consciente de eso, pero
tampoco era relevante en ese momento porque, pese a nuestra ignorancia, en ese
instante disfrutamos amándonos, igual que durante el resto de nuestros días juntos.
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