sábado, 8 de septiembre de 2018

Quiero recordarte


Capítulo especial

Mío, tuyo


Estaba preparando el desayuno para Naruto y para mí cuando alguien llamó a la puerta. Fruncí el ceño, ya que hoy no esperábamos a nadie, aunque también era posible que fuera Iruka, que querría invitarnos a ramen Ichiraku esta noche para que le contáramos el viaje a Nara… tal vez en compañía de Kakashi, que al parecer había conseguido convencer al doncel para que saliera con él.
Relajado, fui a abrir la puerta… pero no era Iruka el que estaba ahí, sino un chico que tendría la misma edad que Naruto. Era más bajo que yo, puede que incluso un poco más que Naruto, y tenía el típico cabello y ojos oscuros de un japonés. Sus rasgos lisos y el corte de pelo moderno probablemente resultaban atractivos a las chicas, aunque para mi gusto seguía teniendo facciones demasiado juveniles como para considerarse varoniles. De hecho, la ropa que llevaba no le pegaba demasiado: iba con una camiseta ancha de un grupo de música heavy, pantalones largos negros algo ajustados y unas botas que, en ese momento me di cuenta, llevaban un poco de tacón, tal vez para parecer más alto.
Al verme, el muchacho parpadeó y me miró extrañado.
—¿Quién coño eres tú?
Yo fruncí el ceño.
—Eso debería preguntarlo yo.
Este miró el número de la puerta y luego otra vez a mí, aparentemente confundido.
—¿Vive aún aquí Naruto?
Iba a responder cuando el susodicho me gritó, un poco soñoliento aún:
—¡Sasuke! ¿Con quién hablas?
Me aparté para responder, pero el chico aprovechó ese instante para pasar dentro de la casa. Estaba a punto de reprocharle sus modales cuando me di cuenta de la cara que había puesto mi rubio al ver a ese joven: su piel había palidecido ligeramente y tenía los ojos abiertos como platos, además de que su cuerpo se había puesto rígido.
El muchacho esbozó una tímida sonrisa.
—Hola, Naru.
En menos de un segundo, el doncel apretó los labios y los puños y se puso rojo de rabia. Antes de que me diera cuenta de lo que ocurría, ese chico ya había caído al suelo con el labio partido, mientras que Naruto estaba cerca de este con el puño levantado. Incluso desde la puerta, lo podía ver temblando de ira.
—¿Qué demonios haces en mi casa, Genji?
… Decidme que no ha dicho lo que creo que he oído. ¡¿Genji?! ¡¿Su ex?! ¿El mismo que hizo que sus amigos se metieran en casa de MI novio y le agredieran?, ¿el mismo que le dijo que no era más que un buen polvo? ¿Y ahora tiene la cara de presentarse aquí?
Si no fuera porque Naruto está en ello, yo mismo le estaría partiendo la cara, así que cerré la puerta y me apoyé en la pared con los brazos cruzados, atento a si el rubio necesitaba… Bueno, ayuda seguro que no, pero solo por si acaso me quedaría cerca.
Genji se incorporó sobre sus manos y miró a mi doncel con ojos suplicantes.
—Yo… necesito hablar contigo.
—Pues yo no quiero. Y además, es un poco tarde para eso.
—Quería hablar contigo después de lo que ocurrió con Akane, pero tu hermano vino hecho una fiera a mi casa y me amenazó con meter mi polla en una madriguera de osos para que la hicieran pedazos si volvía a acercarme a ti. —¡Ja! ¿En serio hizo eso? No he conocido todavía al hermano de Naruto, pero ya me cae bien—. Cuando se fue, vine a verte, pero no estabas, tu casero me dijo que te habías ido a Nara o algo así… Así que vengo ahora para disculparme por haber sido un imbécil… y pedirte una segunda oportunidad.
A esas alturas de la conversación, me separé de la pared y tensé todo mi cuerpo, listo para cogerlo por la camiseta, sacarlo fuera del apartamento y lanzarlo por encima de la barandilla en una preciosa caída de tres pisos. Naruto vio mi reacción y me hizo un gesto con la mano para que me quedara quieto, que él se encargaba de todo. Resoplé y retrocedí un paso, haciéndole saber que trataría de contenerme, pero de verdad que me estaba costando. Esto era justamente lo que me temía una semana atrás, cuando ese gilipollas quiso jugar a ser macho y envió a sus amigos a maltratar a mi novio para demostrar que necesitaba un hombre en su vida que cuidara de él.
Joder, necesito golpear algo antes de reventar su cabeza contra la puta pared.
Naruto tampoco parecía estar mejor que yo cuando le dijo:
—Decir que eres imbécil es quedarse corto —masculló.
Genji agachó la cabeza.
—Lo sé.
—Fuiste un gilipollas.
—Totalmente.
—Y un capullo.
—Absolutamente de acuerdo. Lo siento.
En ese momento, mi rubio se quedó callado y miró a su ex fijamente. Incluso aunque no dijera nada, lo conocía tan bien que era capaz de leer sus ojos; parecía extrañado por la actitud de ese imbécil, y también percibí una clara cautela acompañada por una ligera sospecha. Naruto no estaba seguro de qué hacer con él, pese a que era evidente que no confiaba en él.
Al final, se cruzó de brazos y lo contempló con severidad.
—… Supongo que no tengo más remedio que perdonar tu estupidez… por esta vez. —Esas últimas palabras eran una clara advertencia; si Genji volvía a hacer alguna tontería más, lo lamentaría con creces.
Este suspiró aliviado y se levantó, sonriéndole ampliamente a mi novio. No me gustó lo más mínimo.
—Gracias, Naru, eres el mejor.
Este gruñó.
—No me llames así.
Los labios de su ex cayeron hacia abajo.
—Sé que te hice daño y que ya no confías en mí, pero te lo compensaré, lo prometo. Ven a cenar a mi casa esta noche y lo verás —le ofreció, esta vez sonriendo como un gato que acecha a un ratón.
Vale, hasta aquí llega mi paciencia. Una cosa es que haya venido a disculparse por lo que le hizo a Naruto, pero otra muy distinta es que le esté pidiendo salir delante de mis narices. Así que fui hasta mi novio y envolví mi brazo alrededor de su cintura para estrecharlo posesivamente contra mi cuerpo.
—Él no irá ni esta noche ni ninguna otra a tu casa —repliqué con brusquedad.
Genji parpadeó, como si hubiera olvidado que yo estaba aquí, y frunció de nuevo el ceño con molestia al ver la forma en que cogía al doncel.
—¿Y tú quién demonios eres?
—Es mi novio —respondió Naruto, un poco a la defensiva.
Su ex se quedó momentáneamente con la boca abierta, mirándome.
—¡Pero si es mucho más mayor que tú!
… ¿Qué?
—Tengo veintitrés años.
Genji soltó una palabrota.
—Naruto tiene diecinueve, ¡esto no puede ser legal! ¡No dejaré que te aproveches de él!
No es posible que esté oyendo esta clase de mierda. ¿Acaba de llamarme pederasta? Naruto y yo solo nos llevamos tres años y unos meses, ¡joder!, no es para tanto.
Estaba a punto de soltarle alguna barbaridad cuando noté que el doncel se ponía tenso a mi lado. Cerré la boca de inmediato al ver cómo sus mejillas enrojecían peligrosamente y sus músculos se abultaban bajo su piel, anunciando una inminente pelea. Sabía que un Naruto enfadado era una potente arma nuclear, por lo que no intervine cuando él dio un paso al frente para plantarle cara a Genji.
—¡¿De qué coño estás hablando?! ¡Sasuke no se aprovecha de mí!
—¡Es un hombre maduro y tú un chaval!
—¡Tengo más de dieciocho!, ¡soy mayor de edad y follaré con quien me dé la gana!
—¡Ah! ¿Ahora te abres de piernas para todo el mundo? —¡¿Qué coño?!— ¡Pues si tanto te gusta joder tal vez debería montar una orgía y dejar que mis amigos te dieran por detrás! ¡Seguro que lo disfrutarías!
Sin pensármelo dos veces, me abalancé sobre ese bastardo y lo lancé al suelo. Una vez bajo mi cuerpo, empecé a darle puñetazos en la cara con toda la fuerza de la que fui capaz, manchándome de sangre en algún momento.
—¡Sasuke!, ¡para! —me gritó Naruto, un tanto alarmado, antes de que su mano me agarrara la muñeca. Estaba tan furioso que no era capaz de pensar con claridad, lo único que quería era aplastar a ese hijo de puta contra el suelo y reventarle las costillas, la cabeza o cualquier otra parte de su cuerpo, todo con tal de que pagara por… No estoy muy seguro de por qué: por haber llamado ramera a mi doncel, por haber enviado a alguien a hacerle daño dos semanas atrás, por haberle dicho que solo valía para follar, o por todo en general. Solo sabía que le había herido profundamente y quería que sufriera también.
Por eso, cuando Naruto me cogió la muñeca para detenerme, mi primer instinto fue zafarme y seguir golpeando a esa mierda que tenía debajo de mí. Me pareció oír una especie de maldición antes de que, de repente, todo girara a mi alrededor y acabara de cara al suelo, con un de mis brazos sobre mi espalda, inmovilizado por una llave de Naruto. Me removí con rabia; no estaba satisfecho, ese cabrón no había recibido suficientes golpes.
—¡Iruka! —gritó Naruto antes de inclinarse sobre mi oído—. Sasuke, tranquilo. Sé que estás furioso y que quieres defenderme, pero tú no eres así. No eres la clase de persona que manda a otra al hospital por algo como esto, por mucho que se lo merezca Genji. Detente, por favor.
Escuchar esas últimas dos palabras, y la forma en que las pronunciaba, hizo que dejara de forcejear e inspirara hondo para tranquilizarme. Naruto tenía razón, yo no era violento y, a pesar de que ese gilipollas se merecía un buen par de hostias, no tendría que estar dándole una paliza por un insulto que podría terminar en un hospital, yo era mejor que eso y mi rubio lo sabía.
Este suspiró de alivio cuando relajé mi cuerpo y me soltó. Me incorporé hasta acabar sentado y le dediqué una mirada de disculpa.
—Perdona.
Él me acarició una mejilla, dándome a entender que no pasaba nada, y esbozó una media sonrisa.
—Solo defendías mi honor.
Se me escapó una risilla a pesar de toda la situación. Naruto siempre tenía ese efecto en la gente; sabía cómo sacarle una sonrisa a cualquiera y hacerla sentir mejor. A decir verdad, también logró que no tuviera la sensación de haber hecho el ridículo: soy muy consciente de que mi novio es perfectamente capaz de defenderse solo y que no necesitaba que yo interviniera de una forma tan violenta. Sin embargo, estaba dolido, simplemente no podía quedarme de brazos cruzados mientras ese bastardo insultaba a Naruto, mientras le hacía más daño del que ya le había hecho. Pero no había estado bien golpearle de esa manera, lo sé. Si el doncel no me hubiera parado, habría seguido hasta… no sé, tal vez sentir que mi pareja había sido vengada o que ya había pagado por el dolor que le había causado.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por unas furiosas pisadas. Al levantar la vista, me encontré a un Genji iracundo yendo directo hacia mí, sin embargo, Naruto se incorporó de un salto y se interpuso. Sus músculos abultados y la forma en que había colocado las piernas me dijo que estaba preparado para una pelea.
—Genji, quieto —ordenó con severidad.
—¡Me ha golpeado!
—Porque tú estás actuando como un niño pequeño. Hazte un favor a ti mismo y vete de aquí.
—No, esto no se va a quedar así —dicho esto, hizo amago de venir hacia mí, pero Naruto puso una mano sobre su pecho y lo detuvo sin apenas dificultad.
—Si sigues adelante, tu pelea será conmigo —le advirtió.
Su ex soltó un bufido.
—Te sigues creyendo que eres un macho.
—Desde luego, tengo más huevos que tú.
—No me obligues a hacerte daño, Naru.
… ¿Soy el único que piensa que este tío no puede ser más imbécil?
De repente, Naruto agarró el brazo de Genji y dio una vuelta sobre sí mismo pasando la extremidad sobre su cabeza, colocándola en una postura en la cual el doncel, a su espalda, podía dislocarle el hombro con un sencillo tirón.
—Adelante, estoy esperando.
—¡Mierda, Naruto!, ¡me haces daño!
—Deja de lloriquear y escúchame. Punto uno, no vuelvas a llamarme a Naru, que no somos amigos ni nada, ¿te enteras?; punto dos, no podrías darme un golpe en tu puta vida porque ni siquiera sabes dar un puñetazo decente, y punto tres, si vuelves a mi casa por cualquier motivo, llamo a la policía, y eso después de darte una paliza —y tras decir estas palabras, le dio un rodillazo en los huevos y lo soltó, dejando que cayera postrado al suelo—. ¡Y eso por intentar atacar a mi novio, pedazo de idiota!
No pude evitar sentir cierta (por no decir mucha) satisfacción al ver cómo Naruto le daba donde más dolía a ese imbécil. Además, reconozco que es bastante sexy que me defienda de esa forma, y más aún de un ex, confirmándome que me prefiere por encima de él.
En ese instante, la puerta del piso se abrió con un portazo y un Iruka y Kakashi con el pelo revuelto y vestidos con lo primero que habían encontrado por ahí entraron aceleradamente en la estancia, alarmados.
—¡Naruto, Sasuke!, ¿estáis bien? —preguntó el doncel antes de reparar en Genji, momento en que se paró en seco—. ¿Genji?
Naruto miró con mala cara a Iruka.
—Te he llamado hace rato, ¿qué se supone que estabas haciendo? —Al ver que Iruka se ponía rojo como un tomate, puso los ojos en blanco—. Vale, no necesito saberlo.
—¿Seguro, Naruto? —preguntó Kakashi—, vosotros, los jóvenes, podríais aprender algo de vuestros mayores…
—¡Calla! —masculló Iruka, dándole un codazo.
Fruncí el ceño al oír la estúpida conversación, que por muy divertida que pueda ser, no era el mejor momento para eso.
—¿Alguien puede llevarse a este gilipollas antes de que Naruto y yo volvamos a darle una paliza?
—¿Qué ha pasado exactamente? —preguntó Kakashi.
—Oh, nada especial —bufó el rubio antes de señalar a su ex—. En pocas palabras, ha llamado a Sasuke pedófilo, a mí puta y luego nos hemos pegado todos.
—¡¿Qué ha hecho quéeee?! —gritó Iruka, arremangándose la camiseta y fulminando al muchacho con los ojos—. ¡Yo te enseñaré respeto y modales!
Para ese entonces, Genji había conseguido medio incorporarse sobre sus pies, aunque seguía encorvado, sujetándose los genitales.
—¿Modales…? —masculló, lanzándonos una furiosa mirada dolorida a Naruto y a mí—. Esos dos me han golpeado de todas las formas posibles…
Antes de que ninguno pudiéramos responder al estúpido comentario, Kakashi se adelantó un paso. Ya no había asomo de sonrisa en su rostro (el cual, por cierto, estaba al descubierto, era la primera vez que lo veía sin máscara, supongo que por haber estado teniendo relaciones con Iruka), sus facciones se habían ensombrecido y miraba con total seriedad al muy imbécil.
—Es cierto que lo han hecho, pero usted se encuentra en una propiedad privada que no le pertenece y, teniendo en cuenta que estaba insultando a sus inquilinos, imagino que la situación se volvería algo violenta y que estos se sentirían amenazados, motivo por el cual le atacaron —dicho esto, se volvió hacia Naruto—, ¿me equivoco?
—No. Intentó atacar a Sasuke —declaró este.
Genji lo miró con los ojos como platos.
—¡Él se lanzó sobre mí antes!
Mi doncel se encogió de hombros como si no le importara lo más mínimo.
—Tú me amenazaste con meterme en una orgía en contra de mi voluntad, Sasuke creía que estaba en peligro.
—¡¿Qué has dicho?! —chilló Iruka, que en menos de dos segundos se puso rojo como un farolillo de rabia. Hizo amago de ir a por él, pero Kakashi lo cogió de la cintura y lo hizo a un lado antes de volver a encararse a Genji con severidad.
—Debo informarle que realizar semejantes amenazas contra un doncel se considera un delito, y más todavía cuando hay violencia de por medio, pueden caerle perfectamente dos años en la cárcel.
—¿Y tú qué coño eres?, ¿un abogado?
Kakashi respondió esta vez con una alegre sonrisa.
—Pero aún, un agente de la ley.
Me quedé con la boca abierta. ¿Kakashi era policía? ¿En serio? Miré a Naruto interrogante, pero él tenía la misma expresión en la cara que yo y que Iruka. Aunque el más sorprendido de todos era Genji, a juzgar por su tez repentinamente fantasmal.
Tragó saliva antes de decir:
—Eres… ¿Eres un…?
—Sí, un agente que puede arrestarle aquí y ahora —respondió Kakashi mirándolo con malicia—. O podemos hacer un trato: no vuelva a acercarse a Naruto Namikaze ni a Sasuke Uchiha y dejaremos esto como un incidente; considérelo como una orden de alejamiento pero sin papeleo oficial. Y, créame, si incumple esta condición, yo lo sabré, y prometo no ser tan indulgente como esta vez.
Genji lo miró un tanto asustado antes de lanzarle una breve mirada a Naruto. Con un gruñido, lo cogí por la cintura y lo estreché contra mí, marcando mi territorio (sí, ya sé que soy como un neandertal, pero cuando vosotros tengáis pareja, actuaréis igual con esta clase de gilipollas).
—Naru… —iba a decir algo, pero mi rubio lo interrumpió, cerrando los ojos con fuerza.
—Basta. Solo… olvídame de una vez, ¿quieres? Lo nuestro no funcionó, y nunca lo hará porque queremos cosas diferentes, acéptalo; tú quieres un doncel afeminado y yo no tengo intención de cambiar, merezco alguien que me quiera por cómo soy. Además, estoy cansado de tu actitud… y de que sigas haciéndome daño a pesar de que ya no estamos juntos. Que cada uno vaya por su cuenta es lo mejor para los dos. Vete.
Y así, Genji desapareció por la puerta acompañado de Kakashi y también de la vida de Naruto para siempre. Iruka se quedó solo un momento para asegurarse de que yo no estaba herido, debido a la sangre que manchaba mis puños y las salpicaduras que tenía en la camiseta (creo que le partí la nariz; en fin, al menos no se iría de rositas después de cómo había tratado a mi novio). Tras asegurarle que estaba bien, revisó a Naruto y luego se fue detrás de Kakashi, tal vez para estar seguro de que ese imbécil se iba de verdad.
En cuanto estuvimos solos, mi novio se acercó y me examinó los puños con tristeza. Yo junté mi frente con la suya.
—Eh, estoy bien, de verdad. No me he roto nada.
—Lamento todo esto, me siento fatal.
—No ha sido culpa tuya.
—Lo sé, pero…
Al ver que no continuaba, le moví la cabeza para que me mirara.
—Pero ¿qué?
Él suspiró.
—Es solo que no lo entiendo. Él y yo no estábamos bien juntos, ¿por qué tiene que hacer… cosas como esta para volver conmigo?
—Porque se ha dado cuenta de que es un idiota por dejar que te fueras —respondí, cogiéndole de las manos pero evitando mancharlo de sangre—. No dejes que las cosas que te haya dicho te afecten, Naruto. Puede que no encajes en el tópico de doncel afeminado, pero eres valiente, fuerte, decidido, independiente y tienes un gran corazón. —Se me escapó una sonrisa—. ¿Te das cuenta de lo difícil que es encontrar a una sola persona que reúna todas esas cualidades?
Mi doncel esbozó esa sonrisa sincera que me robaba el aliento.
—Soy único en el mundo —se burló antes de darme un tierno beso en los labios—. Y tú un novio genial.
—El mejor que tendrás —aseguré.
Naruto asintió con una risilla y me cogió de la mano para llevarme al cuarto de baño. Una vez allí, cerró la puerta y me miró con un brillo sospechoso en los ojos.
—Quítate la camiseta —me ordenó.
Por mí encantado. Obedecí sin pensármelo dos veces mientras él ponía el agua caliente en la ducha. Después, para mi entera satisfacción, empezó a quitarse la ropa delante de mí, logrando que mi virilidad se hinchara, luchando encarnizadamente contra mis pantalones. No me perdí ni uno solo de sus lentos e incitantes movimientos, el muy descarado sabía que le estaba observando y no se molestó en ocultar su divertida sonrisa.
—Diablillo —le acusé.
Él le levantó una ceja.
—Pues parece que a ti te gusta mirar… pervertido.
—No soy el único —repliqué, también sonriendo mientras me acercaba a él para envolver su desnuda cintura con mis brazos—. Te gusta que te mire, porque de lo contrario, no estarías aquí exhibiéndote.
El rubio se mordió el labio, reconociendo que había dado en el clavo.
—Y, sin embargo, aquí estás tú con los pantalones puestos —me regañó, divertido, a la vez que deslizaba sus manos hacia abajo, donde se encontraban los botones. Aspiré aire con anticipación—. ¿Te has vuelto tímido, Sasuke?
—Estaba demasiado ocupado —respondí. Sus dedos estaban desabrochando mis vaqueros, despacio, rozando de vez en cuando y de forma casual mi virilidad, haciendo que esta se sacudiera. A mí no me engañaba, a Naruto le gustaba jugar conmigo y sabía muy bien lo que tenía que hacer para provocarme. Y debo reconocer que eso me encantaba.
—Espiándome.
—Admirando tu belleza.
Naruto soltó una fuerte carcajada.
—Sigues siendo un romántico —se burló.
En ese momento, mis pantalones se deslizaron por mis piernas hasta el suelo, donde me los quité de encima con una patada. Ya desnudos como el día en que vinimos al mundo, Naruto y yo nos metimos en la ducha; él me cogió las manos y lavó la sangre de ellas con suavidad, como si temiera hacerme daño, tal vez por si me había roto los nudillos al golpear al idiota de su ex.
Puse los ojos en blanco al comprender a qué venía todo lo de ducharnos juntos.
—¿Has hecho todo el numerito del striptease solo porque te preocupa que estoy manchado de sangre? Pensaba que tenías en mente algún pervertido juego sexual.
Naruto soltó una risilla.
—Hombre de poca fe.
Esbocé una media sonrisa.
—Ah… Entonces sí tienes pensado algo sucio.
—Primero lávate esa sangre, no quiero que te contagie la gilipollez de… —se calló de repente y frunció el ceño antes de mirarme arrepentido—. Lo siento, no quería hablar de él en esta situación. Ya es bastante jodido todo lo que ha pasado.
Negué con la cabeza y lo envolví con mis brazos. Mi pobre Naruto es demasiado bueno; le preocupaba que me molestara la mención de ese imbécil cuando estábamos desnudos y en la ducha, evidentemente a punto de hacer el amor. Y, aunque reconozco que sí me habría molestado no hace mucho, ya no lo hacía. Una parte de mí había estado preocupada por no ser un buen novio, ya que nunca había tenido pareja, y que el doncel me comparara con él y se diera cuenta de que yo no… estoy acostumbrado a esto y decidiera dejarme para regresar con Genji, especialmente después de darme cuenta de que este seguía interesado en mi novio. Pero después de ver cómo me había defendido… ya no me importaba.
—No pasa nada, de verdad —le tranquilicé.
Él me miró apenado.
—Sí que pasa. No quiero que pienses que todavía siento algo por él, porque no es así. Tú me gustas mucho… y quiero ver hasta dónde podemos llegar juntos. No quiero que dudes de mí.
Mi corazón se aceleró un poco al escuchar esas palabras, que me provocaron una extraña emoción que no sabía definir pero que, al mismo tiempo, era cálida y agradable. Él también me gustaba, más de lo que había creído posible, y tenía la esperanza de que, por fin, había encontrado a alguien para mí.
Puse una mano en su mejilla para acariciarle y se me escapó una sonrisa divertida.
—Naruto, acabas de patearle los huevos a Genji por mí. Si todavía sintieras algo por ese imbécil, dudo que hubieras hecho algo así.
El doncel esbozó una pequeña sonrisa.
—Estaba muy enfadado.
—Lo sé. —Le estreché un poco más contra mi cuerpo—. Y quiero que sepas que me gustó mucho que me defendieras de esa forma.
Naruto parpadeó.
—¿De verdad? Pensé que heriría tu ego masculino.
—Mi ego está perfectamente ahora que sé que me prefieres por encima de tu ex. Además… estás muy sexy cuando peleas.
Mi novio abrió los ojos como platos.
—¿En serio?
Sonreí, travieso, y le susurré al oído:
—Adoro tu cuerpo, Naruto, así que imagínate cómo me pongo cuando te veo tan tenso, como si estuvieras a punto de sufrir de orgasmo.
Y al instante, los músculos de mi doncel se contrajeron al mismo tiempo que se frotaba contra mí. No pude evitar notar sus tiesos pezones rozando mis pectorales, del mismo modo que tampoco me pasó inadvertido cómo su miembro acariciaba el mío, haciendo que se irguiera furiosamente por la erótica danza. Sus manos y su boca tampoco se quedaron atrás: las primeras exploraron descaradamente mi torso, de abajo arriba, hasta alcanzar mi cabello y enredar sus dedos en mis mechones, mientras que su lengua lamió el lóbulo de mi oreja, erizando mi piel.
—¿Así, Sasuke? —gimió contra mi oído, como si le estuviera follando.
Joder.
—Sí —gruñí antes de clavar mis dedos en su dulce trasero, cuyas nalgas se apretaron, poniéndome más duro. Que Naruto jadeara de puro placer no me ayudó en absoluto a controlarme, solo logró que lo deseara aún más.
Pese a que era consciente de que me había provocado a propósito, no tuve reparos en agarrarlo por la cintura y pegar su espalda contra la pared, acorralándolo con mi cuerpo. Si quería jugar, jugaríamos, pero esta vez a mi manera.
Al mirarlo a los ojos, él me observaba con furiosa lujuria.
—Se suponía que yo tenía que hacerte cosas —me dijo con la voz ronca. Mi polla rugió de necesidad y la froté contra los muslos de mi novio, tratando de aliviar el dolor. Él se mordió sensualmente el labio inferior y balanceó sus caderas, adaptándose a mi ritmo, sabiendo muy bien lo que quería… porque él estaba tan excitado como yo.
Le dediqué una sonrisa maliciosa.
—Y me las harás… en cuanto yo termine contigo.
Naruto aferró con más fuerza mi pelo, diciéndome lo mucho que le gustaba esa idea y dándome vía libre para hacer lo que quisiera con él. No lo pensé más y me apoderé de su boca, penetrándola implacable con mi lengua, a la vez que uno de mis dedos rodeaba su entrada, tanteando el terreno. Sentí cómo mi doncel se estremecía ante la expectación, así como la forma en que se aferró más a mí, sabiendo lo que vendría a continuación.
Ah… Pero no iba a complacerle, todavía no.
Abandoné sus tiernos labios y busqué con avidez su cuello, palpando con la lengua sus zonas más sensibles para después morderlas y chuparlas, haciendo que Naruto soltara un grito ahogado y moviera sus caderas con más fuerza, ansioso por que le hiciera el amor. Juguetón, rocé su entrada con el dedo, gruñendo satisfecho al notarlo húmedo y listo para mí, pero no me interné en su cuerpo aún, quería volverlo loco antes de que eso ocurriera.
—¡Aaah! ¡Sasuke!, por favor…
No pude evitar sonreír.
—Por favor, ¿qué?
Él me fulminó entonces con la mirada… Bueno, lo intentó, ya que estaba nublada por el placer.
—Lo sabes.
—Dímelo.
—No.
Tozudo como él solo. No hay problema, aumentaremos el nivel.
Sin previo aviso, le penetré con el dedo, solo la punta, lo suficiente para complacerlo y frustrarlo al mismo tiempo. Tal y como esperaba, Naruto se retorció entre fuertes gemidos, aferrándose a mis hombros para evitar que le fallaran las piernas, arqueando la espalda y contoneando las caderas, intentando que le penetrara más profundo. Pronto, mi rubio, pronto. Mientras tanto, disfruta de lo que voy a hacer contigo: mi boca descendió hasta sus pezones, lamiendo el contorno lentamente antes de pasar la lengua por ellos en una caricia casual, apenas un roce antes de morderle con fuerza suficiente para que lo sintiera, pero no para hacerle daño. Mi pareja respondió con un respingo y un grito, pero siguió sin darme lo que necesitaba. Lo atormenté un poco más, primero un pezón y luego el otro, sin dejar de embestir muy suavemente su trasero, a pesar de la evidente exigencia de sus caderas a que fuera más duro.
—Sasuke…—gimoteó. Estaba a punto.
—¿Sí?
Él me miró con esos preciosos ojos azules, nublados por la agonía del placer. Que tuviera los labios hinchados, las mejillas rojas y un par de chupetones por el cuerpo que lo marcaban como mío no ayudó a que la hinchazón de mi pene bajara, de hecho, estaba al borde de follarlo contra la pared… pero, esta vez, quería que fuera él quien me lo pidiera. Era mi forma de asegurarme de que, a pesar del encuentro con Genji, era a mí a quien deseaba, a quien quería dentro de su cuerpo. No es que pensara realmente que Naruto no quería estar conmigo, más bien fue… un fuerte sentimiento posesivo, mostrarle que era yo quien le daba placer y no ningún otro hombre.
Necesitaba que me dijera que era mío, que quería que yo le poseyera.
—Fóllame —me exigió.
Cada terminación nerviosa de mi cuerpo cobró vida de repente. Me incorporé del todo y pegué mi cuerpo al de Naruto, apoyándolo por completo contra la pared, mientras que la mano que había estado entre sus nalgas las abandonó para subirle una pierna y ponerla alrededor de mi cintura. Una vez lo hube acomodado, no perdí el tiempo; busqué su entrada y le embestí de una sola vez, haciéndole gritar. Sus uñas clavándose en mi espalda y su estrecho trasero me hicieron jadear; la química que había entre nosotros no dejaba de sorprenderme, no importaba cuántas veces hubiéramos hecho el amor, siempre era tan intenso como la primera vez. No me cansaba de él, de cómo me comía con los ojos, cómo jugaba conmigo, cómo reaccionaba cada vez que le tocaba íntimamente.
Me perdí en sus ojos azules, que tenía entrecerrados mientras jadeaba, disfrutando de la sensación de tenerme dentro y fuera una y otra vez. Rápido, duro. Justo como nos gustaba a los dos.
Con un gruñido, le di un beso feroz y hambriento.
—Mío —declaré.
Él esbozó una sonrisa complacida y me agarró fuerte del pelo, logrando que yo le follara más fuerte, golpeando casi con desesperación sus firmes nalgas.
—Mío. —Su voz era un gemido de gozo, pero también noté firmeza en esa única palabra.
Le devolví la sonrisa. Era justo.
—Tuyo —afirmé con un jadeo.
Y la verdad era que me sentía de esa manera. Prácticamente desde que conocí a este rubio doncel, de una forma u otra, he tenido la sensación de que parte de mí le pertenece. Una parte importante, pero que aún no sabía definir.
No me importa ser suyo, porque también siento que, de algún modo, Naruto también me ha entregado parte de él. Tal vez se deba a su confianza en mí, en que quiere pensar que no soy como su ex, en que ambos nos aceptamos tal y como somos, y eso hace que nuestro vínculo sea más profundo. Aún no sabía que estaba enamorado de él, y probablemente Naruto tampoco era consciente de eso, pero tampoco era relevante en ese momento porque, pese a nuestra ignorancia, en ese instante disfrutamos amándonos, igual que durante el resto de nuestros días juntos.

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