miércoles, 26 de septiembre de 2018

Mi Mascota Sasuke


Mi luna


—¡Cariño! —chilló Kushina al ver a su querido hijo en la puerta de casa antes de abalanzarse sobre él para darle un abrazo.

Naruto le devolvió el gesto con una ligera sonrisa culpable. Tras su horrible ruptura con Bankotsu, se mudó a Kioto para poner mucha distancia entre ambos y no tener que aguantar cruzarse con él por la calle, pero eso también lo había alejado de su familia, a la que no había visto durante varios meses.

Hizo una mueca cuando su madre empezó a asfixiarlo. Esa mujer tenía una fuerza inhumana…

—Mamá… Me aplastas…

—Oh, sí, perdona —dijo la mujer mientras se apartaba.

En ese momento, apareció tras ella un hombre rubio de ojos azules que hizo sonreír a Naruto.

—¡Papá! —exclamó mientras se lanzaba a sus brazos. Minato lo acogió cálidamente en su pecho y le revolvió el cabello con cariño.

—Hola, hijo, ¿cómo te encuentras?

—Estoy bien. —Al ver la mirada intensa de su padre, rodó los ojos—. En serio, estoy bien. Si no fuera así, no habría venido. Además —añadió, hinchando el pecho con orgullo—, ese imbécil no es nadie para echarme de mi propia familia.

—¡Así se habla! —lo felicitó su madre a la vez que le daba una palmada en la espalda que hizo que a Naruto se le escapara una mueca de dolor.

—Por cierto, creía que vendrías acompañado —comentó Minato, mirando hacia la oscura calle vacía.

Naruto se frotó la zona donde su madre le había dado el manotazo mientras respondía:

—Ha tenido un problema en el trabajo y se ha retrasado, pero vendrá.

Tres días atrás, unos estúpidos vándalos adolescentes habían estado causando problemas en el camping de Sasuke: rompiendo ventanas, entrando en las casas para robar, incendiando contenedores… lo típico. En un principio, Sasuke lo había dejado en manos de los guardias de seguridad de allí, como eran adolescentes, no había querido involucrar directamente a la policía, pero la cosa cambió cuando esos chicos estuvieron molestando a los niños que residían en esa zona con sus familias, acorralaron a un grupo de tres pequeños, les quitaron la ropa y los obligaron a volver así a casa; con el frío que hacía en mitad de diciembre, los pobres se enfermaron, aunque no fue nada grave.

Sin embargo, ahí Sasuke decidió tomar cartas en el asunto y rastrearlos por su cuenta. Evidentemente, esos niñatos no tuvieron la menor oportunidad de escapar y acabaron pasando una noche en comisaría. Ese día estaba pensando en si denunciarlos o no, ya que los padres de los adolescentes se habían presentado en la policía para discutir con Sasuke.

Pobrecillo, su lobo no era especialmente paciente en ese aspecto, y además estaría de malhumor por haber pasado varios días lejos de él.

Pese a que llevaban solo un mes de novios, Naruto ya lo amaba con locura.

Tras el incidente con los atracadores, Sasuke le había preguntado si quería seguir viviendo en la casa que habían compartido o si prefería buscar un nuevo sitio. A Naruto le dio pena tener que abandonar el que había sido su hogar durante seis meses, porque había sido el lugar donde Sasuke y él habían convivido, sin embargo, sabía que no volvería a sentirse seguro allí, que permanecería esa sensación de incertidumbre, sobre todo por las noches, y no quería vivir con miedo. Por lo que ahora estaban viviendo en el hotel de Sasuke, en su suite (que más bien era como un pequeño apartamento), aunque Naruto ya le había comentado vivir en una cabaña cerca del camping, pero lo suficientemente aislada como para que Sasuke pudiera transformarse en lobo sin temer que alguien pudiera verlo.

A su novio le hizo muy feliz saber que tenía en cuenta sus necesidades, ya que Naruto se había fijado en que, al menos una vez al día, su pareja salía hacia el bosque para dejar salir su lado animal y hacer ejercicio; como hombre lobo, estaba en su naturaleza correr y cazar, a menudo las cosas que comían eran presas que Sasuke cazaba.

La vida con él era más sencilla y apacible de lo que había pensado. Al parecer, los hombres lobo tenían una fuerte necesidad de permanecer cerca de su pareja en casi todo momento, motivo por el que Sasuke renunció a su anterior trabajo persiguiendo criminales cambiantes y convertirse en socio fundador de la empresa de su hermano, de esa forma, no tenía que ir al hotel todos los días, sino presentarse a unas pocas reuniones y el poco papeleo que debía hacer podía hacerlo en casa. Tampoco era como si él dirigiera el camping, era más bien el propietario del terreno donde estaba, por lo que obtenía beneficios por alquilar las cabañas rurales, pero también se había encargado de contratar personas que se encargaran de dirigirlo y mantenerlo, ahí también era como una especie de fundador, el jefe porque las tierras eran suyas pero realmente no tenía que hacer gran cosa aparte de asegurarse de que todo estaba en orden, aunque todos sus empleados lo respetaban igualmente. Naruto estaba convencido de que, inconscientemente, percibían su naturaleza de macho alfa, y que por eso nadie se atrevía a menospreciarlo.

El caso era que le emocionó un poco que Sasuke hubiera preparado sus negocios de manera en que no tendría que pasar mucho tiempo fuera, Bankotsu era abogado fiscal y durante su relación había pasado la mayor parte del tiempo centrado en su trabajo, incluso cuando había estado en casa se había sentido como si estuviera solo.

Otra cosa que le gustaba de Sasuke era que no criticaba su trabajo como escritor. Sí, con sus estudios podría haberse sacado un doctorado y ser profesor de literatura que, según Bankotsu, habría sido mucho más productivo y prestigioso que ser un simple escritor, pero él quería dedicarse a algo que realmente le apasionara y había tenido la gran suerte de que, con sus libros, le iba lo suficientemente bien para vivir como quería. No sería rico, pero era gratificante levantarse por las mañanas para trabajar en algo que te encanta. Sasuke no le decía a qué tendría que haberse dedicado, sino que le apoyaba con sus novelas y realmente mostraba interés en ellas, le sorprendió saber que había leído todo lo que había escrito.

Cuando no trabajaban, iban a hacer senderismo, al cine, o se quedaban en casa leyendo o hablando mientras hacían maratones de series. Era cierto que Sasuke era bastante casero, aunque tampoco debió de sorprenderle mucho puesto que, pese a ser supuestamente un animal sociable, no le gustaba mucho la gente desconocida y, de hecho, llegaba a mostrarse algo frío y distante con aquellos que no eran de su confianza. Él le explicó que los lobos solo eran cariñosos con su manada y que, como él había perdido a la suya, le resultaba muy difícil conectar con extraños, además de que también estaba en su naturaleza ser muy territorial, por lo que ni se le pasaba por la cabeza permitir que alguien en quien no confiaba entrara en su casa o se acercara a Naruto. Sin embargo, con él era cariñoso y detallista, le sorprendió de forma agradable que comprendiera que, como escritor, necesitaba su “espacio” para escribir, por lo que durante esos momentos aprovechaba para trabajar a su lado o era cuando decidía ir a correr al bosque, pero el resto del tiempo solía estar muy pendiente de él y lo que pudiera necesitar, Sasuke le explicó que era una cosa de lobos el estar en sintonía con su pareja.

Además, tenía la ventaja de que cuidaba de él ya que, las veces en las que se quedaba inmerso escribiendo, se le olvidaba comer hasta que su estómago rugía desesperado por alimento, por lo que era Sasuke quien se encargaba de la comida y no tenía reparos en interrumpirlo para obligarlo a que comiera. Por si eso fuera poco, el hombre lobo cocinaba bastante bien, a lo que este le confesó un día que, antes de conocerlo, en realidad no tenía ni idea de cómo usar la cocina, puesto que era policía y comía cualquier cosa rápida, pero que aprendió porque había oído que a los donceles les gustaba que sus parejas varones supieran cocinar y él tenía pensado conquistarlo.

¿Cómo no iba a quererlo cuando había hecho mil cosas por él? Por eso Naruto decidió vivir en mitad del bosque, para que Sasuke no tuviera que reprimir su lado animal y porque se había dado cuenta de que la ciudad lo estresaba, y, además, se había esforzado en aprender las cosas que su lobo necesitaba de él como pareja y en acostumbrarse a algunas cosas; por ejemplo, para Sasuke era muy importante el olor. Podía ser algo complicado para un humano, ya que no tenían el sentido del olfato tan desarrollado, pero las parejas de hombres lobo se frotaban continuamente para dejar su aroma en el otro por dos razones: la primera era para advertir a otros que ya tenían una pareja, era una marca de posesión, mientras que la otra era porque a ellos no les gustaba estar separados y, con el olor de su pareja sobre su cuerpo y su ropa, les era más fácil estar alejados de su compañero porque una parte de su esencia iba siempre con ellos. Así que Naruto, cuando estaba en casa, solía llevar las camisetas de Sasuke sin importar lo grandes que fueran (de todos modos, eran muy cómodas y a su novio le encantaba cómo le quedaban), y antes de que él se fuera a alguna parte, se restregaba contra él para dejar su olor en su cuerpo. Su lobo adoraba que hiciera eso, y estaba muy agradecido porque fuera comprensivo con sus costumbres y necesidades.

De hecho, antes de que Sasuke se fuera al camping para resolver el problema de los adolescentes, le había metido en la maleta una camiseta interior que llevaba a menudo y que seguro que olía a él, para que así no sufriera demasiado por estar lejos.

—Bueno —comentó su padre, distrayéndolo de sus pensamientos y de lo mucho que él también echaba de menos a Sasuke. Esas dos noches sin tener su cuerpo pegado al suyo mientras dormía habían sido extrañadas, ya que se había acostumbrado a tenerlo siempre cerca—, ¿por qué no esperamos dentro? Aquí hace frío.

Naruto aceptó y se echó la bolsa de viaje al hombre mientras pasaba. Nada más poner un pie, un montón de cabezas rubias, pelirrojas, y alguna que otra oscura, se asomaron por el recibidor para verle. La casa de sus padres estaba a rebosar de familias: sus abuelos Jiraiya y Tsunade por parte de su padre; los hermanos mellizos de este, Yashamaru y Karura, la cual había traído a su esposo y a sus tres hijos, Kankuro, Temari y Gaara; también estaban los hermanos de su madre, Yahiko, que iba acompañado de su esposa Konan, y Nagato… que seguramente había traído con él a su hija Karin y al gilipollas de Bankotsu.

A decir verdad, la historia de Karin era un poco extraña. Al parecer, lo de Nagato con la madre de esta fue algo esporádico, una relación de una noche, pero ella se quedó embarazada y su tío no supo nada de su hija hasta muchos años más tarde. Naruto no estaba muy seguro de lo que ocurrió, sus padres le contaron que esa mujer estaba casada y que, al parecer, hizo pasar a Karin por la hija de su marido, pero cuando su madre murió a causa de una enfermedad, el hombre se negó a hacerse cargo de la joven de dieciséis años y la entregó a Nagato.

Él sospechaba que debió de enterarse de la infidelidad de su mujer y que no le haría mucha gracia encargarse de la hija de otro hombre, a pesar de que había sido su padre durante toda su vida.

Fuera como fuera, Karin llegó a la familia siendo ya una niñata mimada. Muy guapa, inteligente, pero mimada. Nagato había hecho lo posible por enderezarla, pero solo la tuvo en su casa dos años en los cuales ya le costó bastante que le respetara como figura paterna como para lograr algo más, después de eso, ella se fue a la universidad y luego consiguió un buen trabajo y se independizó… por lo que la influencia de su tío no le llegó. Tal vez si hubiera tenido más tiempo podría haberla convertido en una Uzumaki como Dios manda, pero no fue el caso.

Naruto nunca se había llevado bien con ella, eran personas con valores demasiado distintos y había procurado evitarla para que no acabaran discutiendo, pero no habría imaginado que ella pudiera hacerle algo como robarle el novio.

En fin, ya no importaba.

Abrazó a todos sus familiares con cariño e ilusión, de verdad los había echado mucho de menos. Cuando llegó hasta su tío Nagato, este le dedicó una sonrisa de disculpa y lo abrazó fuertemente. Ahí estaba, el motivo por el que al principio no quería ir a pasar la Navidad allí.

—Lo siento mucho, Naruto.

—Nagato, déjalo. No es culpa tuya.

Su tío se separó, todavía sonriendo arrepentido, por lo que decidió ir directo a por su primo Gaara. Los dos tenían la misma edad y siempre habían estado muy unidos, casi se habían criado como hermanos.

—Hola, Gaara —lo saludó, abrazándolo con fuerza.

Su primo varón le devolvió el gesto con cariño.

—Naruto —lo saludó antes de inclinarse en su oído y susurrar—. Si necesitas salir de aquí, guíñame una vez. Si quieres que la zorra pelirroja y el capullo moreno mueran, guiña dos. No te preocupes por la policía, mis hermanos nos cubrirán.

No pudo evitar reír. Gaara siempre había sido un poco hermano mayor en lo que se refería a los varones que salían con él, y le costó mucho aceptar a Bankotsu como parte de la familia, por lo que, después de romper con él por las razones obvias, había estado ansioso por tener la oportunidad de darle un buen puñetazo.

—Oye, estoy bien. Solo quiero pasar la Navidad con vosotros, así que ¿podemos dejarlo?

El pelirrojo dudó un momento, probablemente pensando que eso iba a ser difícil teniendo en cuenta que la puta y el cabrón estaban en la casa, pero al final asintió para que su primo pudiera estar tranquilo.

—Claro. Cuenta conmigo para lo que quieras.

—Gracias. —Realmente Naruto no quería hablar de su ex y lo que ocurrió entre ellos, era cosa del pasado y ahora estaba con Sasuke, así que era una tontería centrarse en eso cuando ya había pasado página.

Cuando todo el mundo se tranquilizó tras la llegada del rubio doncel, unos cuantos siguieron conversando mientras que los padres de Naruto, con ayuda de los hermanos de Minato, terminaban de preparar la comida. Por otro lado, este se quedó hablando animadamente con sus primos, los cuales le estuvieron contando todo lo que habían hecho durante esos seis meses. Lo cierto es que le sorprendió un poco que nadie le preguntara acerca de su acompañante, ya les había dicho a sus padres que no iría solo a la cena y le sorprendía que ninguno tuviera curiosidad sobre su novio.

—Oye, ¿cómo es que Sakura no está contigo? —le preguntó Temari con el ceño fruncido—. Creía que vendría a cenar.

Naruto frunció el ceño, confundido.

—¿Sakura? No, ella está pasando la Navidad con sus padres y su novia. ¿Por qué la pasaría aquí?

Sus primos se miraron extrañados un momento, pero en el momento en el que Gaara parecía estar a punto de abrir la boca para preguntarle algo, la cerró de repente y apretó los labios, fulminando con la mirada a la persona que había detrás de él, exactamente igual que sus hermanos.

A Naruto le costó poco adivinar quién estaba tras él, por lo que pudo prepararse para poner su mejor cara de indiferencia antes de darse la vuelta… y encarar a Karin. Era sin duda alguna una mujer preciosa, más alta que la media de las mujeres y donceles, con un cuerpo voluptuoso, piel pálida de porcelana e intenso y brillante cabello rojo que hacía juego con sus ojos. Se había puesto un impresionante vestido morado muy corto que dejaba sus increíbles piernas decoradas con unas larguísimas botas negras a la vista, además de un largo pañuelo transparente que usaba para cubrir sus hombros y parte de los brazos desnudos.

Esta le dedicó una sonrisa de superioridad.

—Hola, primito, ¿cómo te va?

—Bien —respondió él, seco.

Karin parecía encantada por su actitud, a pesar de las supuestas palabras amables que le dedicó a continuación:

—Mira, siento mucho lo que ocurrió. La verdad es que siempre me sentí atraída por Bankotsu y… Bueno, ya sabes cómo me miran los hombres, no pude resistirme cuando él puso los ojos sobre mí. Espero que podamos solucionarlo y llevarnos bien a pesar de todo. Ya sabes, sin rencores.

Naruto se la quedó mirando unos largos momentos en silencio. La verdad, le daba exactamente igual que esa zorra se acostara con Bankotsu, ya no sentía nada por él… pero de ahí a pavonearse y cachondearse en su cara, ni de coña. Probablemente ella esperaba que actuara como una persona normal y aceptara sus disculpas porque era lo que dictaba el protocolo social, pero él salía con un hombre lobo que se pasaba por el forro las normas humanas. Si Sasuke no aguantaba a alguien, lo decía, y mala suerte si no te gustaba, pero era lo que había. Y Naruto, casi sin darse cuenta, había adoptado un poco esa actitud al pasar tanto tiempo con él, se había dado cuenta de que no tenía por qué tolerar ciertas cosas.

Y a la mierda si alguien le miraba mal por ello.

—¿Sabes, Karin?, me suda la polla que te follaras a mi novio, en realidad, me has hecho un favor al librarme de un cabrón infiel que no sabe controlar sus instintos bajos, y hasta me habría sentido agradecido hacia ti si no fueras una zorra insensible y cruel. De modo que te voy a dejar muy claro tu relación conmigo: tú te quedas en una esquina y yo en la otra, es la única forma en la que nos llevaremos bien.

La pelirroja, y todos sus primos, se quedaron con la boca abierta al oírle hablar así. De acuerdo, todos sabían que cuando Naruto se enfadaba tenía tan mal genio como su madre, pero tampoco era de esas personas a las que les gustara las discusiones y menos aún montar escenas, el doncel era tan buena persona que odiaba incomodar a los demás o causarles problemas.

Todos habían dado por supuesto que evitaría hablar lo menos posible con Karin y su ex, que hasta les diría que estaba todo bien con tal de quitárselos de encima… pero no. Le había lanzado una granada a su prima sin tan siquiera avisar.

Esta apretó los dientes al ser plenamente consciente de los insultos que le había lanzado ese insignificante doncel sin despeinarse.

—¡¿Cómo te atreves?! —gritó, llamando la atención del resto de invitados—. ¡Retíralo ahora mismo o…!

—¡¿O qué?! —bramó Naruto, tensando los músculos y ensanchando el pecho para parecer más grande. Desde que lo habían atracado en su casa, le había pedido a Sasuke que le enseñara a pelear, por lo que practicaban juntos todos los días y su cuerpo se había fortalecido, volviéndose ligeramente más atlético… aparte de que el lobo le había enseñado las tácticas de intimidación que empleaban los de su especie, como parecer más grande, usar una postura amenazante y endurecer el tono de voz—. ¿Vas a atacarme? ¡Adelante! Desde que te pillé con Bankotsu he tenido tantas ganas de daros una paliza que aprendí a pelear, nada me haría más feliz ahora mismo que inmovilizarte en el suelo, arrancarte ese vestido y dejarte en bragas en mitad de la calle para que te pasees con tus botas por ahí como la puta que eres —escupió mientras se inclinaba hacia delante y curvaba los dedos en forma de garras para hacerle creer que estaba a punto de abalanzarse sobre ella—. ¡¿Qué?! ¿Sigues queriendo que diga algo?

Karin se quedó muda, igual que todos los demás. Le daba igual que lo hubieran visto, es decir, se sentía un poco mal por los demás, por estropear la fiesta, y sobre todo por su tío Nagato por cómo le estaba hablando a su hija, pero no iba a consentir que se mofara de él en su cara y actuara como si pudiera hacerle daño sin que él contratacara.

Como decía Sasuke, a veces solo basta con hacerles creer que eres peligroso para que te dejen en paz. Con montar una escenita una única vez, era suficiente.

A juzgar por la expresión de Karin, parecía que había acertado.

—Bien, pues si me disculpas, tengo que ayudar en la cocina —gruñó y se fue a paso furioso hacia allí. En realidad, no tenía que hacerlo, pero necesitaba estar lejos de Karin y de todas las personas que harían algún comentario sobre lo que acababa de pasar, sabiendo que sus padres y los hermanos de su padre apenas dirían nada.

Una vez estuvo relativamente a salvo en la estancia, echó un vistazo rápido a lo que había por hacer y se puso junto a su padre. Él era una persona tranquila, que emitía un aura pacífica y relajada que los demás percibían y que tendía a calmar el ambiente, que era justo lo que necesitaba en esos momentos.

Este pasó un brazo por sus hombros.

—¿Estás bien, hijo?

Naruto asintió y se apoyó en su pecho.

—Necesitaba hacer eso, no quiero pasar una mala Navidad por tener que aguantarla. —Hizo una pausa y miró a su madre—. Solo me sabe mal por Nagato.

Su madre le acarició el rostro.

—Cariño, mi hermano es consciente de lo que hace su hija y también de que estás en tu derecho a defenderte, todavía recuerdo cómo nunca se ponía de parte mía o de Yahiko cuando nos peleábamos, era siempre imparcial. No te preocupes por él, puede que hasta vea educativo lo que ha ocurrido para Karin —dicho esto, le besó en la frente y todos volvieron a ponerse manos a la obra.

Permaneció todo el tiempo en la cocina para evitar encontrarse con Karin otra vez, o peor, con Bankotsu, sabía que ninguno de los dos se atrevería a entrar por miedo a la furia de sus padres. Cuando llegó el momento de poner la mesa y sacar las cosas al comedor, Naruto se quedó un poco más allí para enviar un mensaje a Sasuke. Estaba tardando más de lo que creía y empezaba a preocuparse, no era normal en él, sobre todo en un día como hoy.

—Hola, Naru.

Se le erizó el vello de la nuca al reconocer esa voz. Se giró muy despacio, casi con cautela, para encontrarse precisamente a la última persona a la que quería ver. Bankotsu estaba allí vestido elegantemente con una camisa blanca y pantalones oscuros a juego con los zapatos. En otro tiempo, a Naruto le habría parecido muy guapo, con esa figura atlética y delgada, la piel morena a juego con sus ojos castaños y su cabello corto y negro bien peinado; sin embargo, ahora que estaba con un sexy hombre lobo que parecía salido de una de sus novelas románticas… era como mucho físicamente agradable, sin más.

Y eso sin contar que era un imbécil incapaz de mantener la polla dentro de sus pantalones. Eso definitivamente le quitaba el poco atractivo que le quedaba.

Le devolvió el saludo con una simple inclinación de cabeza.

Este se rascó la nuca, algo incómodo.

—Oye… quería saber si… podíamos hablar un momento.

Naruto resopló.

—Creía que lo dejé muy claro cuando no respondí ni tus llamadas ni tus mensajes.

Bankotsu hizo una mueca, como si no supiera qué hacer.

—Sí, ya lo sé, pero… esperaba que me dejaras explicarme. Creo que es lo mínimo que puedo hacer.

El rubio guardó su móvil y se encaró a su ex cruzándose de brazos.

—No hace falta, ya sé lo que vas a decirme: yo me negué a hacer esas estúpidas dietas y a tener un entrenador personal para estar como esos donceles que salen en esas revistas que tanto te gustan, tampoco te gustaba que fuera un escritor cuando podría haber seguido estudiando para convertirme en un profesor universitario, ni que no me gustara salir con tus amigos a beber y bailar, por no hablar de que nunca accedí a hacer esas guarradas que tanto te ponen.

Bankotsu enrojeció.

—No son guarradas.

Naruto se llevó una mano a la sien para masajearla.

—Está bien, lo siento. No tengo nada en contra de las personas a las que les va ese rol de amo y sumiso, pero comprende que a mí me hace sentir incómodo y que ni siquiera siento curiosidad por eso.

—Y lo entiendo… Lo entendía. —Hizo una pausa en la que parecía estar dudando y, finalmente, masculló una maldición y se acercó a él para cogerlo por los hombros—. Escucha, fue solo esa vez y fue un error, ¿de acuerdo? Tu prima vino a casa y se me lanzó encima y…

Naruto se zafó de él y lo empujó, mirándole con frialdad.

—Sí, ya lo sé. Ella está muy buena y te puso duro, después de todo, es tu tipo. Seguro que le gusta hacer las mismas cosas que a ti en la cama.

—No fue así, Naruto. Intenté pedirte perdón, lo intenté de todas las formas posibles, pero tú te negaste a hablar conmigo. Se suponía que íbamos a solucionarlo…

No quería seguir escuchándolo. Había estado varios años con Bankotsu, lo conocía bien y sabía exactamente lo que había hecho.

—Sé exactamente lo que hiciste; me dejaste unos días para que me enfriara, luego fue cuando empezaron las llamadas y los mensajes, pensando en que si me agasajabas a disculpas y regalos yo volvería contigo porque, después de todo, eres demasiado bueno para alguien como yo y nadie más me querría como tú lo hacías. Pero como pasé de ti, te sentiste ofendido y volviste a follar con Karin. Por eso ahora estáis juntos.

Bankotsu bajó la mirada, un poco avergonzado porque Naruto hubiera adivinado cada uno de sus pensamientos.

—Lo siento, ¿de acuerdo? Las cosas no tendrían que haber sido así, yo de verdad te quería…

—Oye, me da igual —lo interrumpió Naruto, harto de aquella conversación—. No me importa cómo esperabas que salieran las cosas, después de lo que me hiciste no me habría rebajado a volver a estar con alguien como tú, que además de engañarme, me considera inferior por mi aspecto. Ahora lo pienso y me doy cuenta de que merecía algo mejor, no tendría que haberme conformado contigo después de todas las críticas que me hacías sobre mi físico, mi trabajo e incluso las cosas que me gustaban. Te voy a decir lo mismo que a Karin, por si no lo has oído, mantente en tu esquina y no te acerques a mí otra vez, si lo haces, no retendré mis ganas de marcar mi puño en tu cara, ni tampoco impediré que mi madre o Gaara lo hagan, ¿está claro? Te recuerdo que estás en la casa de mi familia y que todos están de mi parte, así que déjame en paz.

Bankotsu se quedó algo impresionado. Ya se había dado cuenta con la escena que le había montado a Karin, pero esperaba que con él se mostrara algo más suave, después de todo, habían estado juntos y se habían querido mucho… de hecho, sospechaba que él todavía le quería.

—Está bien, pero, por favor, mantén a Sakura lejos de mí.

Naruto frunció el ceño, extrañado. Ya era la segunda vez que mencionaban a su mejor amiga.

—¿Qué demonios os pasa a todos con Sakura? No va a venir aquí, está con su familia.

Ahora fue el turno de Bankotsu para estar confundido.

—Pero dijiste que vendrías acompañado. Todos supusimos que vendrías con ella como… ya sabes… apoyo moral.

Al oír eso, el doncel enrojeció de pura rabia.

—¿Pero tú te crees que estoy llorando por ti? Ha pasado más de medio año, Bankotsu, he pasado página, Karin y tú me importáis una mierda, y aunque no fuera así, no le habría pedido a Sakura que pasara de su familia por mí, yo me defiendo muy bien solito. —Justo en ese momento, llamaron al timbre—. ¡Voy yo! —gritó Naruto, quien le echó una mirada asesina a su ex antes de dirigirse rápidamente a la puerta.

Que él todavía lloraba por ese imbécil, ¡menuda chorrada! Era cierto que se sintió traicionado y dolido al principio, después solo estuvo enfadado y algo humillado, hasta inseguro debido a la infidelidad, pero tener a Sasuke con él tanto tiempo… y cuando descubrió lo que era y empezaron a salir juntos… Era la etapa más feliz de su vida y ni una sola vez había pensado de esa forma en Bankotsu.

Cuando abrió la puerta, su ira se esfumó y fue sustituida por una enorme sonrisa. Sin pensárselo dos veces, se lanzó a los brazos del enorme varón que había en el umbral de su casa, quien lo acogió en su pecho mientras lo estrechaba con fuerza.

—Bienvenido, Sasuke —lo saludó Naruto, feliz porque al fin estuviera allí.

—Te he echado mucho de menos —susurró mientras hundía la nariz en su cuello e inhalaba su olor—. Hueles tan bien… Gracias por meter tu camiseta en mi maleta.

Naruto se separó lo justo para mirarle a la cara y acariciar su hermoso rostro. Sus ojos negros brillaban cálidos y felices mientras lo observaba.

—¿Te ha ayudado?

Sasuke esbozó una amplia sonrisa.

—Mucho. De no haberla tenido creo que habría tenido que pasar al menos una noche contigo.

—¿Ah, sí? —inquirió Naruto, sonriendo travieso—. Entonces tal vez no debería haberla puesto —dicho esto, se puso de puntillas para besar a su novio, quien le devolvió el beso con dulzura y pasión, lamiéndole los labios y jugando con su lengua.

Naruto se había propuesto no hacer nada con Sasuke en la casa de sus padres, pero… es que besaba tan bien… y lo había echado tanto de menos… Dios, no podría resistirse si esa noche Sasuke empezaba a mordisquearle el hombro y pasar esas grandes manos por su cuerpo…

—¿Naruto?

Se separó de un salto cuando escuchó la voz de su padre cerca. Al darse la vuelta, el pobre hombre estaba en la puerta, alucinando en colores al ver a su hijo morreándose con un tipo enorme que parecía haber salido de una revista playboy al que jamás había visto.

Naruto se sonrojó un poco, no era su intención presentarle a Sasuke de esa forma.

—Ah… Papá, este es Sasuke, mi novio.

—¿Novio?

Esta vez, el doncel hizo un puchero.

—Os dije que vendría acompañado, ¿recuerdas?

Su padre se quedó un instante más confuso, intentando comprender la situación, pero por fin pareció salir de su ensoñación y adelantarse un paso para ofrecerle la mano a Sasuke.

—Oh, sí, claro. Es un placer, Sasuke. Yo soy Minato…

El lobo le devolvió el apretón afablemente.

—El padre de Naruto —dijo con una leve sonrisa—. Su hijo se le parece mucho.

Minato le devolvió el gesto.

—Me lo dicen muy a menudo. Por favor, pasad, fuera hace frío.

Los tres entraron la casa, Sasuke sin dejar de coger la mano de Naruto. Él supo rápidamente que le costaría trabajo separarse de él, después de todo, habían pasado tres días sin verse y su lado animal estaría irritado por tener que dejar a su pareja desatendida durante tanto tiempo.

Kushina fue la primera en ir a saludarlos… pero se quedó con la boca abierta al ver al increíble semental que parecía estar muy unido a su hijo. Al parecer, Bankotsu había acertado sobre eso de que todo el mundo esperaba a Sakura. Por suerte, Minato reaccionó rápidamente y la cogió de la cintura para que acabara de acercarse a los chicos.

—Cariño, este es Sasuke, el novio de Naru —le explicó.

Aun así, a Kushina todavía le costaba comprenderlo, por lo que solo atinó a ofrecerle la mano. Sasuke la tomó con delicadeza y le sonrió con calidez.

—Es un placer, Kushina, su hijo me ha hablado mucho sobre usted —dicho esto, su sonrisa se volvió un tanto divertida—. Me dijo que era dura con los varones que están con él, espero poder pasar su examen.

Naruto y Minato rieron abiertamente, mientras que la mujer se puso tan roja como su cabello. Después de eso, el doncel se llevó a su novio con el resto de su familia para que los conociera, dejando a todo el mundo boquiabierto, mientras que los padres del joven analizaban al varón de arriba abajo.

—Minato, querido, sabes que te quiero con locura, ¿verdad?

El hombre sonrió, sabiendo exactamente lo que quería decir.

—Sí, cariño, y no te preocupes, a mí nunca me han gustado los varones en ese sentido, pero tampoco soy ciego.

Ella se cogió de su brazo y le dio un apretón.

—No crees que nuestro Naru haya hecho algo como… fingir tener un novio para hacer daño a Bankotsu, ¿verdad?

Minato la abrazó por la cintura con una tranquila sonrisa.

—Nuestro hijo no es así. Estoy convencido de que ese chico es su pareja.

—¿Y por qué no nos dijo nada?

—Bueno, él ya nos avisó de que vendría acompañado y recuerdo que se le notaba algo nervioso por teléfono, la culpa fue nuestra por creer que todavía estaría sufriendo por su ex después de más de seis meses.

Kushina aceptó eso y volvió a contemplar a su nuevo yerno de arriba abajo.

—¿Y qué opinas de él?

Su esposo soltó una risilla.

—Que con él aquí no necesitaremos la sartén para freír huevos.

La mujer le dio un manotazo suave, aunque también sonreía por la broma.

—Aparte de lo caliente que es.

Minato se calmó y volvió a sonreír con calidez.

—Fíjate en cómo trata a nuestro hijo; cuando habla con otras personas, lo coge por la cintura y lo mantiene cerca de él, y cuando se mueven por la estancia, lo coge siempre de la mano. De vez en cuando, lo vigila por el rabillo del ojo, está calibrando sus reacciones, observa si se siente incómodo con alguien, evalúa su relación con los demás. Además, cuando nos hemos dado la mano, me ha infundido una extraña sensación de seguridad. Ese hombre me inspira confianza.

Para Kushina, eso fue más que suficiente. Era cierto que ella era dura con los novios de su hijo, sabía que Naruto podía ser un poco ingenuo a veces, era de esa clase de personas que veía lo bueno de la gente… y también porque valoraba mucho la opinión de su marido. Minato era inteligente y calaba a la gente muy rápido, tenía una intuición especial para eso, así que si él le decía que no tenía de qué preocuparse, ella le creía.

Por otro lado, Naruto fue presentando a su novio a sus sorprendidos parientes, que se quedaban mirando boquiabiertos a Sasuke, preguntándose de dónde diablos había salido semejante hombre y cómo es que salía con el doncel rubio. No es que pensaran que Naruto no era lo bastante atractivo, sino más bien que los varones que parecían sacados de las revistas de solteros más codiciados solían tener mujeres y donceles que fueran modelos o actores y cosas así.

Sin embargo, los más sorprendidos fueron Karin y Bankotsu. Ninguno de los dos se tragó que un semental así estuviera saliendo con el rubio, aunque la mujer no pudo evitar sentir una punzada de envidia, es decir, ahí estaba su primo con el hombre más sexy que jamás había visto, el cual no dejaba de tomar delicadamente al doncel de la cintura con su musculoso brazo, mientras que Bankotsu apretó la mandíbula, molesto porque ese farsante que se hacía pasar por el novio de Naruto no dejaba de tocarlo y acariciarlo.

Como si se pusieran de acuerdo mentalmente, ambos se acercaron para presentarse. Karin fue la primera en hacerlo, exhibiendo su mejor sonrisa, contoneando las caderas y sacando pecho descaradamente.

—Disculpe, creo que no nos han presentado. Soy Karin, la prima de Naruto.

La leve sonrisa que Sasuke les dedicaba a los primos de Naruto se borró de repente y estrechó a su compañero contra sí con afán protector. Este no protestó, no le apetecía seguir lidiando con su prima y con su ex, y confiaba en Sasuke para deshacerse de ellos.

Este la analizó de arriba abajo antes de fruncir la nariz con desagrado. No era la reacción que Karin esperaba y, a decir verdad, Gaara y sus hermanos tampoco, la mayoría de los hombres se quedaban algo deslumbrados cuando veían a la impresionante mujer.

—Sé quién eres —masculló, mirando la mano que le ofrecía con desprecio—, y no me gustas.

Naruto estuvo a punto de darle un buen morreo a su novio al ver la cara de despago de su prima y, para qué mentir, la expresión que tenían en el rostro el resto de su familia que se hallaba cerca. Oh, sí, eso iba a ser muy divertido.

Bankotsu intervino en ese momento, cabreado más porque Naruto hubiera escogido a un gilipollas borde para fingir que era su novio que por las duras palabras dedicadas a su ahora novia.

—Eh, un poco de respeto.

En cuanto Sasuke vio al ex de su pareja, colocó a Naruto a su espalda con un brazo curvado hacia atrás para mantenerlo pegado a su cuerpo. Ver al antiguo pretendiente de su compañero lo puso muy posesivo y un tanto territorial, sus instintos animales le gritaban que debía darle una paliza para demostrarle a su pareja que era un macho más fuerte y que no debía perder el tiempo con él, pero también era consciente de que no estaba en una manada de lobos, por lo que tuvo que retener el impulso de hacerlo.

Por suerte, Naruto comprendió rápidamente su reacción y lo abrazó por la cintura. Eso lo tranquilizó lo suficiente como para no enzarzarse en una pelea, aunque seguía queriendo demostrarle a su competidor que el doncel le pertenecía.

—¿En serio tú vas a hablarme de respeto? —le gruñó a Bankotsu, quien captó el mensaje a la primera. Enrojeció de rabia y fulminó a Naruto con la mirada.

—¿Se lo has contado? —le recriminó con rabia.

Al instante, Sasuke ocultó a su doncel tras su cuerpo y le gruñó a Bankotsu:

—No vuelvas a hablarle en ese tono o te juro que te arranco la garganta con los dientes.

El otro hombre palideció y retrocedió. ¡¿Qué coño estaba pasando?! O ese tío actuaba muy bien… o iba totalmente en serio y era realmente el novio de Naruto. Eso le hizo sentirse muy mal, no era tan idiota como para no darse cuenta de que ese hombre era cien veces más atractivo que él, por no decir que le sacaba más de media cabeza de altura y que era puro músculo. ¿Qué diablos hacía alguien como él con Naruto?

Por otra parte, Gaara y sus hermanos se habían quedado con la boca abierta, aunque todos coincidieron en que, pese a no conocer mucho al nuevo novio de su primo, había empezado con buen pie para caerles bien.

Cuando Sasuke se aseguró de que el otro varón no se enfrentaría a él, cogió a Naruto de la mano y lo llevó adonde había dejado su maleta.

—Me he dejado mis cosas en la puerta y no quiero que molesten, ¿me acompañas a dejarlas a nuestra habitación? —le preguntó en voz bien alta para que Bankotsu lo oyera. Naruto mentiría si dijera que no disfrutaba con aquella situación, le encantaba que Sasuke fuera tan posesivo con él y, sobre todo, que su ex no tuviera huevos necesarios para hacer frente a su lobo, así no tendría que estar preocupado porque le dedicara más palabras hirientes.

Después de eso, todos se sentaron a cenar y, cómo no, Naruto y Sasuke se convirtieron de inmediato en el centro de atención.

—Cariño, ¿hace cuánto que estáis saliendo juntos? —preguntó Kushina, un tanto curiosa y, también contenta porque su pequeño parecía haber encontrado a alguien mejor que el imbécil que estaba sentado en un extremo de la mesa, donde lo había metido ella expresamente para que no estuviera cerca de su hijo.

Naruto respondió animadamente mientras comía.

—La verdad es que solo llevamos un mes, pero nos conocemos desde hace siete meses.

Toda la familia hizo cálculos a la vez, como si se hubieran puesto de acuerdo. A más de uno les llamó la atención que ese fuera exactamente el tiempo que había pasado desde que Naruto y Bankotsu rompieron, lo cual no le hizo ni pizca de gracia a este.

—¿Y cómo os conocisteis? —preguntó Gaara esta vez.

El doncel miró un segundo a Sasuke, dubitativo, pero este le sonrió cálidamente y le cogió la mano, acariciándole el dorso con cariño. Ese gesto no pasó desapercibido a ninguno de los presentes, provocando que Karin se muriera de envidia y Bankotsu apretara los dientes.

—La verdad es… que toda mi familia murió poco antes de conocer a Naruto.

De repente, el ruido de los cubiertos se detuvo, dando paso a un silencio tenso. Más de uno tragó saliva, y Kushina no fue la única que se llevó las manos al pecho.

—Lo… Lo sentimos mucho —logró decir Minato, aunque se sintió un tanto estúpido porque sabía que era una pobre condolencia para toda su familia.

Sasuke asintió a modo de agradecimiento. Sabía que nadie iba a preguntarle, pero que en el fondo querían saber qué ocurrió como para que su manada muriera, de modo que respondió para evitar que Naruto tuviera que evadirlos después, estaba seguro de que su doncel no respondería a algo tan privado.

—Hubo un incendio en la zona en la que vivíamos. Fui el único que salió con vida.

—Ay, cariño, lo siento muchísimo —le dijo Kushina, alargando una mano por encima de la mesa para tocarle el brazo. Sasuke apreció el gesto y puso una mano sobre la suya para hacérselo saber—. Tuvo que ser muy duro.

—Sí, yo no… no estaba muy bien en aquella época, estuve a punto de cometer una estupidez —dicho esto, una pequeña sonrisa asomó a su rostro y contempló a su hermoso rubio—, pero Naruto apareció y me disuadió. Se podría decir que me salvó la vida.

Pese a que no lo dijo nadie en voz alta, la mayoría dejaron escapar un “ooooohh” en su cabeza, mientras que Bankotsu pensaba que eso no era más que un cuento que se había inventado ese capullo para ganarse la aprobación de los padres de Naruto y Karin hacía morritos, disgustada y un tanto ofendida porque un hombre tan sexy como Sasuke no la hubiera mirado ni una sola vez en toda la noche, parecía que no era incapaz de despegar sus profundos ojos oscuros de su primo doncel.

Naruto escogió ese momento para acercarse un poco más a Sasuke y frotarle el pecho en un claro gesto de consuelo antes de cambiar de tema. Sabía que lo ocurrido con su manada todavía era algo delicado para su novio y que, como lobo, aún estaba un poco afectado por su muerte.

—Nos hicimos amigos después de eso —continuó explicando Naruto—. Como yo no conocía a nadie en Kioto, pasaba la mayor parte del tiempo con él y… bueno, supongo que es normal que nos volviéramos muy cercanos.

Sasuke sonrió y se inclinó hacia su pareja para acariciarle el rostro con afecto.

—Y hace un mes reuní el valor suficiente para decirle lo que sentía.

Esta vez, Naruto se sonrojó, recordando el modo tan explícito en el que su lobo le había confesado su amor. Toda la familia lo notó y más de uno sonrió con picardía.

—Ya veo que no pudiste resistirte a sus encantos —rio Jiraiya de buena gana.

—¡Abuelo! —lo regañó Naruto, a punto de levantarse de la mesa, pero Sasuke lo abrazó por la cintura y depositó un beso en su cabeza.

—No te preocupes, fui yo el primero en caer rendido a tus pies, ¿recuerdas? —dicho esto, le levantó el rostro y le dio un beso suave al que Naruto correspondió, aunque seguía sonrojado.

Después de eso, el ambiente volvió a aligerarse y todo el mundo continuó comiendo. Kushina y Minato estaban encantados al ver que su nuevo yerno no se privaba de nada y que tenía un buen apetito, además de que, a diferencia de Bankotsu, no le decía a Naruto lo que debía comer y lo que no, simplemente se limitaba a pasarle todo plato de comida que le pidiera y a servirle una buena razón, estaba claro que a ese hombre no le interesaban las dietas en lo más mínimo.

—Y dime, Sasuke, ¿a qué te dedicas? —le preguntó Minato, curioso.

Sasuke se limpió con la servilleta antes de responder:

—Antes era policía.

En esta ocasión, ninguno de los parientes de Naruto pudo evitar decir ese “oooohhh” en voz alta. Por un lado, les extrañó que alguien como él no fuera modelo o algo parecido pero, por otro, su figura robusta y musculosa indicaba que tenía la forma física necesaria para perseguir a los malos.

—Vaya, eso es increíble —comentó Yahiko.

El lobo se encogió de hombros.

—No es para tanto.

—¿Y cómo es que ya no lo eres? —preguntó Gaara, que se había dado cuenta de que había hablado en pasado.

Sasuke sonrió.

—Cuando me di cuenta de que quería tener una relación con Naruto, decidí renunciar. Mi trabajo era peligroso y no quería que él estuviera preocupado por mí todos los días, no le habría hecho ningún bien. Además, como mi hermano me legó su empresa y tenía una idea para montar un negocio, tenía bastante trabajo por delante.

Al pelirrojo le alivió saber que ese hombre no era solo una cara bonita que buscaba ser un mantenido, sino que también trabajaba y era independiente, no le gustaría que su primo tuviera que acarrear con otra persona más.

—¿Y qué empresa es esa? —preguntó esta vez Karin, curiosa. Se había dado cuenta de que la ropa de ese hombre era buena, y la idea de que además de guapo fuera rico, le puso un poco cachonda.

Pese a que Sasuke respondió, no se dignó a mirarla en ningún momento.

—Los Hoteles Uchiha.

Al oír eso, Minato por poco escupe la comida que tenía en la boca, Tsunade casi se atraganta y más de uno dejó caer los cubiertos. Karin quiso chillar al haber encontrado a su hombre perfecto, mucho más que Bankotsu, ya que tenía más dinero del que podría gastar jamás y encima era un semental sobre el que no le importaría cabalgar. Sin embargo, su novio estaba que echaba humo por las orejas; no podía creer que Naruto estuviera saliendo con alguien que fuera un mejor partido que él, puede que físicamente hubiera mejorado un poquito gracias al entrenamiento al que lo sometía Sasuke, pero tampoco es que fuera lo más sexy que había visto nunca.

—Los… ¿Los Hoteles Uchiha? —preguntó Minato para estar seguro.

Sasuke asintió con una leve sonrisa.

—Mi hermano era muy inteligente y se le daban bien los negocios.

—Y… ¿has dicho que tú querías montar tu propio negocio? —inquirió Kushina, un tanto curiosa. Un hombre con su fortuna no necesitaba hacer nada más para ganar dinero, por eso quería saber en qué había pensado.

El hombre se rascó la nuca.

—La verdad es que no es nada del otro mundo, solo he montado un camping rural para las familias a las que les guste estar al aire libre y la naturaleza. Últimamente estoy pensando en contratar guías para organizar excursiones y hacer un parque con actividades para que se diviertan los niños.

—Así que eres un hombre muy ocupado —rezongó Bankotsu.

Al oírle, Naruto le lanzó una mirada de advertencia para que callara, pero este se la devolvió con rabia. Al darse cuenta de eso, Sasuke se interpuso entre ambos y clavó sus negros y amenazantes ojos en el otro hombre.

—¿Qué quieres decir?

—Eres el jefe de una empresa nacional exitosa y ahora diriges también un cuco camping —explicó con desprecio antes de lanzarle una maliciosa sonrisa a Naruto, quien lo estaba observando por encima del hombro de Sasuke—. Apenas tendrás tiempo para pasarte por casa, ¿no?

El rubio captó la indirecta a la primera. Siempre le había molestado que Bankotsu pasara tanto tiempo fuera trabajando, cuando tenía algún paso, podía pasar hasta un par de semanas sin verle el pelo siquiera y, aunque lo hiciera, su cabeza estaba inmersa en un montón de papeleo.

Por suerte, Sasuke fue el encargado de ponerle en su sitio, porque de haberlo hecho Naruto, la cosa habría derivado en una fuerte pelea delante de su familia. Una cosa era herirlo a él, pero si empezaba a hablar mal de su lobo, le cortaría los huevos y los colgaría en el árbol de Navidad de su casa como trofeo.

—Primero, ya he dicho que era policía, así que no soy la persona más adecuada para dirigir una empresa, por eso solo soy socio fundador y formo parte de la Junta, mi único trabajo es asistir a algunas reuniones para tomar decisiones importantes y firmar un par de cosas. Lo mismo ocurre con el camping, la idea fue mía pero tengo personas encargadas de las tareas administrativas, yo solo soy el dueño de las tierras y me paso varios días para asegurarme de que está todo en orden, así que puedo permitirme estar en casa con Naruto prácticamente a tiempo completo y, aun así, gano más dinero en un año que el que tú obtendrás en toda tu vida.

—Joder —susurró Temari, sorprendida por el corte que le había hecho a Bankotsu, quien, avergonzado, volvió a fulminar a Naruto con la mirada.

—¿Ya estás contento? Traes aquí a tu supuesto novio y montas una escena.

—Has empezado tú —replicó Naruto, arrugando la nariz—. Y no te atrevas a insinuar que Sasuke es un tipo al que he traído aquí para que finja ser mi novio cuando mi relación con él es mucho más real que lo que tú tienes con Karin.

—¡Oh, vamos! Nadie sabía que tenías novio hasta hoy, y casualmente es la primera vez que nos vemos desde que rompimos.

El doncel se levantó despacio de la mesa.

—¿Quieres decir que me estoy rebajando a darte celos? ¡¿A ti?!

—Estás enfadado y dolido por lo que te hice, te sientes celoso de Karin y quieres hacérmelo pagar con la misma moneda.

—¡¿Yo celoso?! ¡Por favor!, ¡quédate con ella! ¡Preferiría ser un loco ermitaño que vive aislado de la civilización con sus veinte perros antes que volver contigo!

—¡Pues eso es lo que serás!, ¡porque alguien tan mediocre como tú jamás llamaría la atención de tíos como tu supuesto novio! ¡Hasta en la cama eras aburrido!

Naruto no tuvo tiempo de sentirse ofendido o herido por sus duras palabras, ya que, de repente, Sasuke estaba en la espalda de Bankotsu. No se lo pensó dos veces en cogerlo del cuello de la camisa y lanzarlo fuera de la silla, prácticamente haciéndolo volar mientras lo ponía de pie en el suelo y apresaba su garganta con un solo brazo, haciéndole una llave con la que podía estrangularlo fácilmente. De hecho, Bankotsu boqueaba desesperado por la presión que Sasuke ejercía sobre él.

—Te dije que si volvías a dedicarle una mala palabra, te arrancaría el cuello —murmuró con una voz grave y tenebrosa, haciendo que el otro hombre por poco se meara encima.

Naruto, sin embargo, dejó escapar un suspiro.

—Sasuke, gracias por defenderme, pero no lo hagas. No por mí, ya sabes que no me importa limpiar un poco de sangre, pero estamos en casa de mis padres y preferiría que no les rompieras ningún mueble.

Kushina se apresuró a intervenir alegremente:

—Por mí no hay problema.

Sin embargo, Minato, que era más razonable, miró tranquilamente a Sasuke con una leve sonrisa.

—Suéltalo, hijo, no merece la pena.

Sasuke presionó un poco más la garganta de Bankotsu, pero después lo soltó. De haber estado en una manada de hombres lobo, no habría dudado en matarlo por ofender a su compañero, sin embargo, no quería causar una mala impresión en los padres de Naruto y, además, estaba en su casa y debía respetar sus normas, por lo que regresó junto a su doncel, quien lo abrazó por la cintura y le frotó la espalda para calmarlo. No percibir el olor de su dolor terminó por tranquilizarlo del todo; si ese cabrón le hubiese hecho daño a nivel emocional, lo habría sacado a rastras a la calle para mostrarle lo que era el respeto.

Afortunadamente, Sasuke no era el único alfa de la estancia, Minato se levantó de la mesa para contemplar al ex de su hijo con una frialdad imponente y, a la vez, extraña en él.

—Bankotsu, te guste o no, esta es mi casa y Naruto es mi hijo. Si vuelves a insultarlo, no solo te echaré de aquí y te prohibiré la entrada a mi hogar, sino que le pediré muy amablemente a mi nuevo yerno que te enseñe modales en la calle. ¿Soy claro?

—S-sí, señor —tartamudeó el otro varón, un poco atontado por toda la situación en general.

Minato asintió, satisfecho, y volvió a tomar asiento.

—Bien. Ahora, olvidémonos de este incidente y disfrutemos de la cena.

Y así lo hicieron y, es que, cuando Minato Namikaze dictaba una orden, se acataba y punto. Kushina daba un miedo infernal cuando se enfadaba, pero su marido… Él podía desencadenar el apocalipsis en la tierra como alguien se atreviera a faltarle al respeto a su familia, más aún en su propia casa. De modo que Naruto pudo estar tranquilo el resto de la velada; sus parientes le levantaron el ánimo rápidamente y, con Sasuke a su lado para apoyarlo emocionalmente y dedicarle continuas muestras de afecto y cariño, pudo olvidarse casi por completo de la existencia de su ex y Karin.

Este se sentía demasiado avergonzado y humillado como para tratar de vengarse de Naruto y, además, a medida que avanzaba la noche, se dio cuenta de que cada vez le parecía más convincente la relación que tenía este con el Uchiha. El varón contemplaba al que una vez fue su doncel como si fuera su mundo entero, con una adoración que le hizo sentirse aún peor, sobre todo porque esta era correspondida por el rubio, que le devolvía al otro hombre cada caricia y cada beso que este le daba. Una parte de él había creído que Naruto acabaría volviendo con él, por eso había intentado disculparse, estaba convencido de que él no podía aspirar a tener un novio mejor que él… por eso, cuando se había negado a devolverle los mensajes y las llamadas, se sintió ofendido y se vengó acostándose otra vez con Karin hasta el punto de salir con ella, esperando, en el fondo, que los celos le hicieran volver a su lado.

En cambio, su rubio había regresado con un sexy multimillonario. Le había sustituido por el mejor partido que podía existir.

Por otra parte, Karin pensaba todo lo contrario. No se le pasó por la cabeza ni una sola vez que un hombre como Sasuke pudiera estar interesado de modo alguno en Naruto, después de todo, ella era tan frívola que solo valoraba los aspectos superficiales, y su primo, a sus ojos, no era ni de lejos tan sensual como ella, por lo que pasó toda la noche intentando acercarse a él y coquetear disimuladamente, no quería que su familia volviera a darle la charla acerca de que lo que hizo con Bankotsu estaba mal. Sin embargo, el sexy hombre la evitó todo el tiempo y apenas se separó del rubio, ignorando sus insinuaciones de que estaba totalmente libre para él si la deseaba.

Por supuesto, ella se lo tomó como un juego, uno muy excitante, ya que no estaba acostumbrada a que los hombres la rehuyeran. Decidió esperar a más tarde, a cuando estuviera a solas en su habitación… Entonces, convencería a Sasuke para que se quedara con ella.





Tras una larga cena que resultó ser agradable al final, beber un poco y, por qué no, también bailar, todos se retiraron a sus habitaciones en la gran casa de los Namikaze. Naruto había ido un momento al baño mientras Sasuke se cambiaba en el dormitorio que compartían. La verdad era que le gustaba la familia de su compañero, todos habían sido amables con él a pesar de la sorpresa inicial, exceptuando, obviamente, a ese gilipollas que parecía creer que todavía tenía algún derecho sobre su rubio.

No entendía por qué Naruto se había conformado con un humano como él, todavía le hervía la sangre al pensar en la forma en que lo había tratado, como si estuviera arrastrándose para volver con ese imbécil que no había sabido valorar lo que tenía. Además, le molestaba eso de que hubiera pensado que él no salía realmente con el doncel, empezaba a estar harto de que, fuera adonde fuera, las mujeres y los donceles se le lanzaran encima por creer que Naruto solo era su ayudante o alguna gilipollez parecida.

Inspiró aire profundamente y lo soltó despacio, tratando de relajarse mientras se quitaba el jersey y la camiseta interior. Ya no importaba, todos parecían tener claro que iba muy en serio con el rubio y que si alguien se atrevía a mirarlo mal siquiera lo arrastraría a la calle para darle una lección, tal y como había dicho Minato.

Además… esa noche podría volver a dormir con Naruto. Eso terminó de borrar su malhumor y se quitó los pantalones, quedándose en bóxers mientras rebuscaba en su maleta la prenda que usaba para dormir.

En ese instante, oyó que unos pasos extraños se detenían junto a su habitación. Frunció el ceño porque sabía que no eran los de Naruto, reconocía su forma de andar en todas partes, sobre cualquier superficie. Olisqueó profundamente, tratando de captar el aroma que había al otro lado de la puerta, pero no hizo falta que se esforzara tanto, ya que esa persona abrió suavemente la puerta y se metió dentro.

Sasuke se sintió un tanto agresivo de inmediato. Como lobo, entendía que el espacio en el que estaba era el territorio que compartía con su pareja y que cualquier otra persona que entrara en él no era más que un intruso al que debía echar. Aun así, su reacción no habría sido tan brusca si se hubiera tratado de otro que no fuera la prima zorra de Naruto; su asfixiante perfume le quemaba la nariz.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó al mismo tiempo que se daba vuelta.

Karin se había cambiado también de ropa, ahora llevaba un cortísimo camisón blanco que no dejaba ni una sola de sus curvas a la imaginación, y que también mostraba sus larguísimas piernas y parte de sus pechos. Cualquier hombre habría babeado al verla en todo su esplendor… pero Sasuke no era solo un hombre, y su entrada en ropa interior lo dejó helado como un témpano de hielo.

—No puedes estar aquí —casi le gruñó. Esa puta pelirroja tampoco era de su agrado, se había dado cuenta de que miraba a su compañero como si fuera un ser insignificante, además de que había estado tras él toda la noche apestando a lujuria.

Incluso ahora lo hacía, y lo detestaba. La habitación que compartía con Naruto solo debería oler a ellos dos, como mucho a los padres de su rubio, pero no había lugar para una tercera persona que tuviera esos deseos por ninguno de los dos.

Karin se mordió el labio inferior mientras paseaba la mirada por su cuerpo.

—Oh, Dios mío, eres muy caliente. —Ella dio un paso hacia él, contoneando la cadera para darle mayor sensualidad—. He pasado toda la noche fantaseando contigo, imaginando cómo te verías sin ropa… pero esto… Mmm…

Sasuke quiso gruñirle y mostrarle los colmillos, pero sabía que no era buena idea mostrarle su auténtica naturaleza, por lo que tensó los músculos en ademán amenazador, haciendo que ella jadeara… pero de excitación.

—No te acerques más —le advirtió.

Karin dejó escapar un gemido.

—Por favor, no estoy para juegos, estoy muy mojada y necesito tenerte entre mis piernas.

¿Juegos? ¿De qué coño le estaba hablando? ¿Por qué no se largaba de una maldita vez?

—Eso no va a pasar —gruñó—. Estoy con Naruto.

Karin soltó un bufido.

—Oh, por favor, ¡déjalo ya! Ya sé que mi primo te ha pedido un favor para darle una lección al idiota de Bankotsu, pero ahora no están aquí… Vamos… —dijo mientras deslizaba los tirantes de su camisón por sus hombros, desnudando sus pechos y dejando que la delgada prenda cayera por sus piernas, quedándose cubierta únicamente por un diminuto tanga—. Dejaré que me hagas todo lo que quieras. Soy toda tuya.

El cabreo de Sasuke iba en aumento. ¿Qué diablos tenía que hacer para librarse de ella y que le dejara a solas con su doncel? Había estado tres días separado de él y lo único que quería hacer era acurrucarse junto a él y frotarse contra su cuerpo para volver a quedar impregnado con su aroma.

—Oye, te lo he dicho antes y te lo diré otra vez, no me gustas ni estoy interesado en ti de ninguna forma. Naruto es mi pareja y yo no soy tan cabrón como ese gilipollas con el que sales como para hacerle daño de ninguna manera. Ahora lárgate de aquí y déjame a solas con mi novio.

Karin se quedó confundida al principio, pero luego abrió los ojos como platos al darse cuenta de que no era ningún juego y que hablaba en serio.

—¿De verdad sales con mi primo? ¡Pero si ni siquiera es agradable a la vista!

Sasuke tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para que no le brotara el pelaje por todas partes. ¿Qué coño les pasaba a los humanos? ¿No eran capaces de ver lo hermoso que era su compañero?, ¿por fuera y por dentro? Como hombre lobo, había pasado toda la vida con sus congéneres, lobas y lobisones altos y atléticos que, como él, parecían sacados de revistas de moda gracias a su atractivo; por eso, para él Naruto fue un cambio agradable, era pequeño, delgado y suave, además de que carecía de la agresividad sexual de los miembros de su misma especie. Él era dulce y tierno, le daba placer sin exigirle nada a cambio, por mucho que a Sasuke le gustara complacerlo en la cama. No solo eso, Naruto le había aceptado y amado a pesar de ser diferentes, siempre tenía en cuenta sus necesidades y trataba de adaptarse a sus costumbres lobunas, no le había pedido en ningún momento que fuera más humano.

Lo era todo para él. La razón por la que aún respiraba y vivía. ¿Cómo se atrevía esa perra a decirle que su compañero era desagradable? ¡¿Quién se creía que era?!

Dispuesto a echarlo de una forma u otra, se acercó a ella hasta que casi la tocó, ensanchó los músculos para ser más grande y dejó que su voz se entremezclara con sus gruñidos para asustarla.

—Naruto es más hermoso de lo que tú podrías llegar a ser en tu puta vida. Más vale que no vuelvas a insultarlo en mi presencia, ya has visto lo que le he hecho a tu novio.

Karin resopló, todavía sin captar la amenaza.

—¡Oh, por Dios! ¿Qué veis todos en mi primo? ¡No es nada comparado conmigo! —dicho esto, y sin previo aviso, aprovechó la cercanía entre ambos para pasar las manos por el increíble torso desnudo de Sasuke, quien echó a temblar al sentir su contacto—. Yo te daré todo lo que quieras, Sasuke, solo dime qué te gusta y cómo lo quieres.

Tocarlo fue un error. Un grave error.

Los hombres lobo, por naturaleza, eran monógamos, una vez escogían un compañero, el amor que sentían por él duraba toda la vida, hasta que uno de los dos moría. No eran capaces de fijarse en otros, para ellos, la infidelidad sería algo así como renunciar a comer un sabroso y suculento ciervo como lo eran sus parejas para engullir babosas. Les repelía la sola idea de tocar sexualmente a otra persona, y se mostraban incluso agresivos con aquellos que no respetaban esa unión que para ellos era sagrada.

Naruto era el primer compañero que tenía Sasuke, por eso, este no fue capaz de controlarse cuando Karin pasó las manos por su cuerpo, dejando ese sofocante olor a colonia y deseo sobre él, intentando borrar el olor de su pareja.

Su lobo lo percibió como que intentaba sustituir a Naruto. Y eso lo hizo aullar de rabia.

Sin pensar en lo que hacía, empujó a Karin con tal fuerza que la lanzó contra la pared, haciendo que esta gritara más por miedo que por el impacto.

—¡NO ME TOQUES! —rugió con todas sus fuerzas, agazapándose en el suelo a cuatro patas en modo defensivo. La atacaría si volvía a acercarse, no permitiría que nadie sustituyera a Naruto, antes la mataría.

De repente, la puerta de la habitación se abrió de par en par, dando paso a un asustado Naruto, que contempló sorprendido a Karin, que llevaba solo las bragas puestas, y a un Sasuke que estaba especialmente agresivo. Sin embargo, no tenía ningún miedo del lobo, ya que fue corriendo hacia él y se agachó frente a él para acariciarlo.

Sasuke, al reconocer a su compañero, logró recuperar el sentido común y darse cuenta de que estaba a punto de transformarse. Odiaba tener el olor de esa mujer en su cuerpo, no podía soportar que no fuera el aroma de su compañero el que no estuviera sobre su piel, por eso sus emociones estaban tan cerca de la superficie… igual que su pelaje. Sin saber cómo mantener el control de su forma humana, se puso de rodillas y abrazó a Naruto, enterrando el rostro en su pecho para que nadie más viera el pelo que empezaba a emerger de sus mejillas.

—¡Sasuke! ¿Qué te pasa? —le preguntó este, asustado.

—El pelaje… —murmuró con voz inhumana.

Naruto vio entonces que en su nuca también estaba creciendo largo vello negro. Lo cubrió con sus brazos y le frotó la espalda, tratando de calmarlo.

—Está bien, tranquilo, estoy aquí.

En ese momento, llegaron también a la habitación sus padres, sus primos y Bankotsu. Todos se quedaron un poco anonadados al ver a Karin prácticamente desnuda y a Naruto tratando de consolar (o así lo interpretaron) a un Sasuke que temblaba violentamente.

Naruto no dudó dos veces en lanzar a su prima a los leones.

—¿Qué le has hecho? —casi le gritó, furioso porque intuía que había intentado hacer la misma jugarreta que con su ex.

Karin boqueó, todavía aturdida por el golpe que la había lanzado contra la pared.

—Yo… Yo…

—¿Pues qué va a ser? —rezongó Temari—, que ha intentado colarse debajo de sus pantalones.

Bankotsu abrió la boca, pero la cerró al instante. No podía defenderla, estaba desnuda en la habitación de Naruto, que ahora compartía con ese tipo al que cada vez odiaba más. Sabía que Karin era un poco puta, ¡pero joder!, que se suponía que salían juntos ahora.

Minato, sin embargo, estaba más preocupado por Sasuke.

—Hijo, ¿Sasuke está bien? ¿Qué le ocurre?

—No soporta que la gente le toque —respondió Naruto, sin dejar de acariciar a su novio. Tenía que sacar a todo el mundo de allí, podía ver que Sasuke lo intentaba, pero parecía inevitable que el pelo siguiera creciéndole, ahora por la espalda—. Marchaos todos, yo le tranquilizaré.

—¿Estás seguro, Naruto? —le preguntó Gaara, un tanto preocupado.

Naruto se giró para mirarlos con seriedad, un tanto ofendidos porque pensaran que Sasuke pudiera ser peligroso para él.

—Sí, estaremos bien. Llevaos a Karin para que deje de ponerlo nervioso y dejadnos a solas, yo me encargo de todo.

Su familia obedeció cuando Minato dio el visto bueno, confiando en su hijo, sobre todo porque no parecía tenerle ningún miedo a su pareja. Ayudaron a Karin a levantarse y la dejaron con Bankotsu para que discutieran tranquilamente el rumbo de su desastrosa relación, y luego se fueron todos a sus dormitorios. Una vez estuvieron solos, Naruto levantó el peludo rostro de Sasuke y le sonrió.

—Ya se han ido, déjalo salir.

Sasuke gruñó suavemente cuando por fin pudo sacar su pelaje. No se transformó del todo en lobo, pero se quedó como la primera vez que el rubio lo vio, como un hombre cubierto de espeso pelaje oscuro, con largos colmillos y uñas más largas y afiladas.

—Lo siento —se disculpó Sasuke, todavía con la voz enronquecida debido a sus rasgos animales.

Naruto le acarició el pelaje de las mejillas y juntó su frente a la suya.

—No pasa nada, nadie ha visto nada.

—Su olor está sobre mí —gimió Sasuke, cerrando los ojos con fuerza—. No puedo soportar oler a ella…

El doncel comprendió el problema… y tardó poco en hallar la solución.

—Eso se puede arreglar —susurró Naruto antes de coger su rostro entre sus manos y besarlo con pasión.

Sasuke no lo esperaba, pero gruñó complacido por la muestra de amor de su pareja y, en consecuencia, su furia se evaporó junto a gran parte de su pelaje, quedándole solo mechones de pelo en las mejillas, la espalda y los hombros. Las largas uñas también desaparecieron, pero los colmillos siguieron ahí, sobre todo cuando la traviesa lengua de Naruto los acarició incitantemente.

—Naruto… —gruñó con la voz ronca, excitado.

—Mmm… —gimió su sexy doncel contra sus labios—. Sasuke… Llévame a la cama…

Sasuke no lo pensó dos veces; envolvió el pequeño cuerpo de su rubio en brazos y lo levantó fácilmente, gruñendo bajo cuando sintió que Naruto rodeó su cuello con sus brazos y su cintura con esas bonitas piernas que le encantaba acariciar mientras hacían el amor. Lo condujo a la cama y lo depositó suavemente sobre ella, colocándose sobre él sin abandonar su boca en ningún momento.

—Ah… —suspiró su hermoso compañero contra sus labios—. ¿Te he dicho lo mucho que te he echado de menos?

Sasuke ronroneó al oírlo.

—Es agradable escucharlo de todos modos —susurró mientras descendía por su cuello, sabiendo lo sensible que era Naruto en esa zona. Este arqueó la espalda y pasó sus dulces manos por la suya, hundiendo los dedos en su suave pelaje. El lobo gruñó un poco más, le encantaba que hiciera eso, no solo por el placer físico, sino porque demostraba que su pareja aceptaba por completo su lado animal y se sentía cómodo con él.

—Pues quiero que sepas que me sentía solo sin ti… —confesó el doncel sin dejar de besarlo—. Echaba de menos tenerte así… en nuestra cama… ¿Sabías que pensaba en ti cuando me tocaba?

Sasuke se separó de repente y aspiró aire bruscamente, notando cómo le crecía más pelaje en la zona baja de la espalda. Él también se había masturbado pensando en su rubio, sobre todo en lo sexy y adorable que estaba al mismo tiempo cuando se tocaba delante de él mientras gemía su nombre, suplicándole que le follara de una vez.

Sabía que lo que estaba diciendo era para provocarle… y funcionaba muy bien.

—Naruto… Han pasado tres días. No me presiones.

Naruto se mordió el labio inferior de un modo muy seductor. Sasuke gruñó y se inclinó de nuevo para apoderarse de esa boquita que no dejaba de atormentarlo.

—No te presiono… Solo te deseo —gimió, besándolo una y otra vez, enredando su lengua con la suya sin inhibición alguna—. ¿Lo hueles, Sasuke? ¿Hueles lo mojado que estoy por ti?

El lobo gruñó más fuerte, haciendo retumbar su pecho. Le encantaba que Naruto le hablara de esa manera, le gustaba oírle decir que era él quien lo excitaba, quien lo volvía loco de placer. No dudó en olfatear el aire, se había vuelto adictivo al olor de la humedad de su compañero y no perdía la ocasión de dejarse envolver por ese dulce aroma… Sin embargo, al aspirar aire, percibió el perfume de Karin, que aún permanecía en su torso. De pronto, volvió a brotarle pelo por todas partes, cosa que Naruto notó.

—¿Qué pasa?

—Es su olor, aún lo tengo sobre mí —maldijo Sasuke.

El doncel había creído que si lo distraía lo suficiente, tal vez dejaría de notarlo pero, al parecer, su lobo necesitaba algo más, algo más… fuerte. Sonrió ampliamente al pensar en otra solución.

—¿Dónde te ha tocado?

—El pecho —gruñó él, disgustado.

Naruto lo empujó suavemente, haciendo que Sasuke se apartara un poco con el ceño fruncido. No quería dejar de tocar a su compañero, necesitaba la intimidad con él que no había podido tener en tres días, impregnarse de su olor otra vez.

—Túmbate boca arriba —ordenó el rubio, sonriéndole con picardía.

Al lobo se le puso dura de solo imaginar lo que pasaba por la cabecita de su pareja.

—¿Qué estás tramando?

Naruto se puso poco a poco a horcajadas sobre Sasuke y lo empujó contra la cama. Este obedecía dócilmente, pero se negó a dejar de abrazarlo, lo necesitaba cerca, así que el doncel acabó tumbado sobre él.

—Confía en mí, te gustará —dicho esto, lo besó profundamente durante unos minutos que volvieron a relajar a Sasuke. Después, se sentó sobre su regazo y se quitó el jersey y la camiseta interior, para el deleite del lobo, cuyo pecho retumbó al contemplar la tostada piel de su precioso doncel, por no hablar de los rosados y erguidos pezones que coronaban su torso y que parecían estar llamándole.

Todo empeoró cuando Naruto se pasó una mano por el vientre, sonriéndole travieso.

—¿Echabas de menos esto?

De repente, Sasuke tiró de él para pegarlo de nuevo a su cuerpo y poder besarlo otra vez. El rubio gimió en su boca y hundió las manos en el suave pelaje de sus mejillas, acariciándole con una ternura que le llegó a lo más hondo de su alma mientras que se frotaba sensualmente contra su torso, rozando su piel con sus pezones, haciendo que su polla luchara encarnizadamente contra su ropa interior.

—Ya veo que sí —jadeó el doncel.

El lobo lo estrechó contra su cuerpo, sin querer separarse de él ni un centímetro.

—Si sigues haciendo eso, no podré ser suave, Naruto —le advirtió.

Este se separó y le sonrió.

—¿Quién dice que yo quiera que seas suave? —dicho esto, frotó sus caderas contra las suyas, acariciando su miembro en el proceso, haciéndole gruñir de placer. Después, él le besó otra vez, seduciendo su boca a compartir una dulce y erótica danza—. Sé que ha sido duro para ti estar lejos, y que lo de la cena no ha salido tan bien… por eso hoy lo haremos como más te guste. Fuerte. Rápido. Duro. —Sasuke contuvo un rugido de triunfo y agarró las caderas de Naruto, listo para darle la vuelta y arrancarle los pantalones para poder follarlo a placer—. Pero antes, necesito que me dejes hacerte una cosa.

El lobo resopló y acarició el hermoso rostro de su compañero mientras lo miraba a los ojos.

—Eres mi Naruto. Puedes hacerme lo que quieras. Siempre.

El rubio le dedicó una de esas sonrisas cálidas y sinceras que lograban derretirlo y le dio un último beso en los labios antes de bajar por su cuello. No parecía importarle las zonas de pelo que tenía mientras pasaba la boca por su piel, pero lo realmente interesante fue cuando bajó más abajo, hacia su pecho, donde ya no tenía pelaje. Su curiosa lengua dejó un ardoroso rastro de fuego a su paso, lamiendo y chupando, explorando su clavícula y bajando por sus pectorales… donde Naruto mordisqueó sus pezones, haciendo que Sasuke tuviera que aferrarse a las sábanas para no rugir de puro deseo. Su rubio no se compadeció de él al ver sus reacciones, fue implacable y sus manos le acariciaron los costados y los brazos mientras su boca no le daba tregua y continuaba con su lenta tortura en dirección a su vientre adornado por los abdominales. Él sabía que al doncel le encantaba tocar esa parte de su cuerpo, por lo que los tensó para que pudiera disfrutarlo… para que los dos disfrutaran de la experiencia.

Para cuando Naruto se quedó satisfecho, había dejado al lobo temblando de necesidad y anhelo por poseerlo. Volvió a sentarse sobre su regazo, sin sentir vergüenza alguna al restregar su bonito trasero contra su gruesa polla, que ya palpitaba, ansiosa por volver a sellar la unión con su compañero.

—¿Te ha gustado? —le preguntó su pícaro doncel.

Sasuke le lanzó un sexy gruñido de excitación y no dudó en apoderarse de su trasero para inmovilizarlo. Si seguía moviéndose de esa forma sobre él, acabaría arrancándole lo que le quedaba de ropa y lo follaría contra la primera superficie estable sobre la que cayeran, le daba igual que fuera la cama o el suelo.

—Sabes que sí…

Naruto sonrió y le señaló el pecho.

—¿Sigues oliendo a ella?

El lobo parpadeó, sin esperarse esa pregunta… pero lo comprendió todo cuando olfateó y se dio cuenta de que su cuerpo volvía a estar impregnado con el aroma de su compañero. Su lado animal gruñó feliz por ello y, de haber estado en su otra forma, habría movido la cola a toda velocidad… Por suerte, ahora era humano y no dudó en lanzarse sobre su doncel para comérselo a besos.

—Eres el mejor compañero que podría tener —le dijo entre besos voraces que hacían gemir al rubio.

—Y tú el mejor novio del mundo —le correspondió Naruto antes de separarse y sonreírle—. Te quiero, Sasuke.

Este sintió una fuerte oleada de felicidad que lo recorrió entero. Pese a que llevaban un mes juntos como pareja, era la primera vez que Naruto se lo decía en voz alta. Aunque nunca había dudado de sus sentimientos, no desde que lo aceptó cuando supo que era un hombre lobo y le permitió seguir formando parte de su vida como algo más que un simple amigo.

Supo que eso solo podía ser amor.

—Y yo a ti, Naruto. Desde que comprendí que no ibas a dejarme solo en aquella clínica y que cuidarías de mí sin importar que fuera un animal salvaje, te quise. Gracias por darme una oportunidad —dicho esto, volvió a besarlo mientras lo desnudaba.

Pasaron las siguientes horas amándose con pasión, sin importarles demasiado el ruido que pudieran hacer con la cama o con los agudos gritos de placer que soltaba Naruto cada vez que Sasuke golpeaba con firmeza ese punto dentro de él que lo hacía estremecerse de placer. Lo único que importaba era que estaban juntos, nada más.





Al día siguiente, sobre las nueve de la mañana, Sasuke fue de los primeros en bajar a la cocina. Había pasado una noche estupenda, primero haciéndole el amor a su compañero hasta que se quedó dormido acurrucado en su pecho, y luego él lo había abrazado hasta que se le cerraron los ojos. Al estar tantas horas juntos, su cuerpo volvía a oler como Naruto y el de su pareja también estaba lleno de su aroma, por lo que su lado animal estaba contento por haberlo marcado como suyo… en todos los sentidos.

Ahí se encontró con Kushina, que cocinaba el desayuno animadamente. Al verlo entrar, le sonrió con calidez.

—Buenos días, Sasuke.

Este le devolvió el gesto. Le gustaba la madre de Naruto, le recordaba mucho a él en el carácter.

—Buenos días, Kushina.

—¿Quieres algo para desayunar?

—No se preocupe, voy a hacerle gofres a Naruto.

La mujer lo miró sorprendida.

—¿Sabes cocinar y los gustos de mi hijo?

El lobo frunció el ceño.

—Pues claro, es mi novio y sé lo que le gusta comer.

—Y yo que pensaba que los hombres como marido ya no existían… —comentó la pelirroja con una sonrisa—. Espera, cariño, te daré lo que necesitas.

Ambos estuvieron un rato cocinando en silencio, Sasuke concentrado en lo que hacía y Kushina observándolo de reojo, vigilando si le preparaba gofres a su hijo a desgana o como detalle. Le sorprendió darse cuenta de que el hombre parecía muy acostumbrado a hacer ese desayuno y de que no tenía pinta de estar molesto por tener que hacerlo.

—Vaya, tienes práctica.

—Le preparo gofres un par de veces a la semana, sobre todo si vamos a andar por las mañanas o el día anterior estuvo deprimido porque le fallaba la inspiración. Siempre consiguen animarlo.

Kushina no pudo evitar sonreír un poco.

—Parece que eres un poco amo de casa.

—Naruto y yo nos repartimos las tareas, y cada uno cocina según el día que tengamos. Por las noches solemos hacerlo juntos, es divertido —comentó con una pequeña sonrisa. Lo primero que Naruto le enseñó a cocinar fueron esos bistecs con salsa que tanto le gustaba comer cuando él todavía creía que solo era un lobo. Siempre le estaría eternamente agradecido a su doncel por no darle de comer pienso para perros, no estaba seguro de que hubiera podido aguantarlo y, por suerte, Naruto intuyó que él estaría más acostumbrado a comer carne por haber vivido en libertad.

La mujer se sintió mejor al saber eso. Bankotsu nunca fue muy trabajador en casa y prácticamente Naruto se vio obligado a hacerse cargo de todo.

—Me alegra oír eso, la mayoría de los hombres no suelen ayudar.

—Bueno, fui policía durante mucho tiempo y era bastante estresante. Con los trabajos que tengo ahora tengo más tiempo libre y estoy más… relajado —dicho esto, esbozó una sincera sonrisa—. Es agradable tener una vida más cuotidiana después de eso.

Sí, a Kushina cada vez le gustaba más su nuevo yerno.

—¿Y no lo echas de menos? Aunque sea un poco.

—Para nada. Me gusta pasar tiempo con Naruto.

—¿Aunque esté escribiendo la mayor parte del tiempo?

Sasuke soltó una risilla y la diversión se asomó a sus ojos.

—Pone caras cuando escribe. Puedo saber si está matando a alguien o poniendo una escena subida de tono con solo mirar cómo teclea y se inclina sobre el ordenador. Es fascinantemente divertido.

Kushina no pudo evitar reírse. Era cierto, ya de adolescente, su hijo hacía eso cuando empezó a escribir.

Después de eso, se quedaron en silencio un poco más mientras cocinaban. Sasuke ya estaba terminando de resarcir los gofres con chocolate caliente y Kushina estaba haciendo un desayuno americano para todos mientras le daba vueltas a algo que ocurrió anoche que la atormentaba.

—Sasuke… ¿puedo decirte algo?

—Claro —respondió este sin reparos. Como hombre lobo que era, la familia de Naruto era también su familia ahora, por tanto, cualquier cosa que pudiera hacer por ellos, la haría.

—Yo… siento lo que pasó anoche.

Sasuke apartó la vista de los gofres y la miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué?

—Naruto dijo que no te gustaba que te tocaran, y yo lo hice. Lo siento, no sabía que te resultara tan incómodo.

—Kushina, no me molesta que usted me toque.

Ella frunció el ceño.

—¿Ah, no?

Sasuke negó con la cabeza y luego se quedó pensativo, preguntándose cómo podría explicarle por qué se puso tan violento con Karin sin tener que revelarle su secreto. Naruto y él lo habían hablado y habían decidido no decirles nada sobre su verdadera naturaleza por el momento, ambos quedaron en esperar un par de años para que vieran que Sasuke no era ninguna amenaza para él.

—Verá… Me molesta que me toquen íntimamente. No sé si me entiende.

Kushina lo captó a la primera.

—Sin embargo, no parece molestarte que mi hijo te toque.

—Él es mi novio y puede hacerlo. Los demás, no.

Y así de simple. Un poco raro, pero a Kushina le valía y, además, le gustaba. Por ahora, Sasuke tenía muchos puntos a su favor, no se parecía en nada a Bankotsu.

Hablando del rey de Roma, el hombre lobo percibió su aroma en las escaleras y, a juzgar por cómo sonaban sus pasos y que arrastraba algo contra el suelo, parecía un poco enfadado.

Kushina y él no tardaron en verlo vestido para salir y cargando su maleta. Llevaba el pelo algo desaliñado y no parecía haber dormido bien teniendo en cuenta las ojeras que marcaban unos ojos cansados. Dejó su equipaje con poco cuidado en cualquier parte del comedor y luego se dirigió a la cocina, quedándose algo parado al encontrarse con la madre y el novio de su ex. Ninguno de los dos lo miraba de forma amable.

—Buenos días —saludó de todas formas, aunque de mala gana.

Kushina respondió con el mismo tono y Sasuke ni se molestó en hacerlo, de hecho, le habría enseñado los colmillos si fuera otro lobo, por lo que decidió concentrarse de nuevo en los gofres para rematar su obra con un poco de nata sobre el chocolate. Bankotsu vio eso mientras se hacía un café y frunció el ceño.

—¿Le estás haciendo gofres a Naruto? —preguntó, un tanto incrédulo.

—Sí —respondió Sasuke, gélido como una mañana de invierno.

—Engordará.

—A él le gustan —replicó el lobo. Para un animal como él, era una soberana tontería las dietas basadas en ensaladas, uno no debería privarse de comer lo que le gusta, él jamás renunciaría a uno de esos chuletones con hierbas que a Naruto le gustaba hacerle para cenar. Además, su rubio hacía ejercicio, le encantaba andar por las montañas y también la natación, y estaba bastante delgado, por lo que en cuestión de salud estaba como un buey y él no veía nada de malo en que comiera gofres cuando le apetecieran.

—Pero… —empezó Bankotsu, pero Sasuke lo interrumpió.

—Naruto ya no es asunto tuyo, ¿de acuerdo? —gruñó, mordaz, fulminándolo con la mirada—. No entiendo qué coño pasaba por tu cabeza como para creer que no es perfecto y que no pasaría nada por follar con otra, pero el caso es que ya tuviste una oportunidad y la desperdiciaste. Ahora es mío, ¿entendido? Yo me preocuparía más por esa novia tuya que invadió mi intimidad anoche.

—¡Uuh! —se le escapó a Kushina. Bankotsu la fulminó con la mirada, pero la mujer tenía sangre Uzumaki, y su familia no se amedrentaba ante nadie, y menos en su propia casa—. ¿Qué? Si tienes algún problema conmigo puedes dejar ese café donde está y largarte.

El hombre bajó de inmediato la cabeza y decidió terminarse la bebida caliente antes de marcharse. Anoche tuvo una discusión muy fuerte con Karin por lo ocurrido, la acusó de ser una zorra por querer liarse con el nuevo novio de Naruto… y ella le devolvió la pulla diciendo que él no era mejor, después de todo, fue él quien le puso los cuernos a su primo. El caso es que, fuera cual fuera la relación que tenían, se había roto… y lo peor fue que, cuando pasó por delante de la habitación de Naruto, lo escuchó haciendo el amor con ese hombre, y parecía que ambos disfrutaban mucho.

Otro duro golpe para su orgullo.

—Buenos días… —se oyó un bostezo en la cocina.

Sasuke sonrió al ver a su somnoliento doncel. Llevaba puesta una de sus enormes camisetas, que solía ponerse para dormir y para dejarlas llenas de su olor para él, por lo que las mangas ocultaban gran parte de sus manos y se le veía un delicioso hombro. También llevaba unos pantalones de pijama que sí le venían bien y unas zapatillas de ir por casa que parecían unas botas peludas para la nieve. Con el cabello revuelto y sus ojitos medio dormidos, estaba adorable.

Fue hacia él para darle un beso y abrazarlo brevemente.

—Buenos días, dormilón.

—Mmm… —respondió Naruto vagamente, lo que hizo que el lobo soltara una risilla.

—Ya lo sé, no eres persona por las mañanas hasta que desayunas.

—Mmm, mmm… —asintió el rubio.

—Entonces menos mal que ya tienes tu desayuno —comentó Sasuke, apartándose para que Naruto viera los gofres.

De repente, terminó de despertarse del todo y corrió hacia su plato.

—¡Gofres!

Sasuke y Kushina rieron alegremente al ver su reacción un tanto infantil. No le dio mucho importancia, él era así y, además, había dormido poco por las veces que había hecho el amor con Sasuke, por lo que iba un poco zombi y los gofres eran más que bienvenidos para despertarlo y reunir fuerzas. Sin embargo, cuando cogió su plato y se dio la vuelta, vio a Bankotsu. Puso mala cara al verlo.

—Oh, mierda.

—Naruto —lo saludó este—. Buenos…

Este lo detuvo levantando un dedo.

—No me hables. Soy muy feliz con mi desayuno y no me apetece que me lo estropees abriendo esa bocaza, así que, si me disculpáis, me voy al comedor a comerme mis gofres —dicho esto, se dio la vuelta, pero se dio cuenta de que Sasuke no tenía su desayuno y se detuvo—. Perdona, Sasuke, estoy medio dormido y no me he dado cuenta de que no te has hecho nada aún, ahora te hago algo…

—No te preocupes, cariño, ya le hecho yo un montón de beicon y huevos —dijo Kushina, tendiéndole un plato enorme a Sasuke y guiñándole el ojo—. He visto cómo olías el beicon antes.

Sasuke se sonrojó un poco. Era inevitable, le encantaba la carne… Solo esperaba que el gesto que había hecho al olfatear no se pareciera mucho al de un animal.

—Gracias, Kushina.

—Es un placer, id a desayunar tranquilos.

Naruto y Sasuke decidieron hacerle caso. El primero, como había dicho, no tenía ganas de empezar mal el día, ya era bastante borde sin desayunar como para que encima soltara alguna gilipollez como la de anoche, mientras que el lobo ya sabía que lo mejor era no molestar a su compañero recién levantado, el día en que recibió un mensaje de voz de Bankotsu a primera hora al poco de que rompieran, le recordó muchísimo a su madre cuando se enfadaba con él e Itachi por hacer alguna travesura.

Se sentaron uno al lado del otro y, cuando Sasuke fue a dar el primer bocado, el rubio le dio un cariñoso beso en la mejilla.

—Gracias por los gofres.

El lobo ronroneó suavemente para que solo él le escuchara y lo besó en la cabeza.

—De nada. Tú me alimentaste con bistecs y chuletones durante seis meses, ahora es mi turno de darte de comer. Además, es Navidad, qué menos que hacerte tu desayuno favorito.

Naruto le regaló una de esas hermosas sonrisa sinceras. Entonces, se inclinó y buscó algo en sus bolsillos que luego le tendió. Sasuke parpadeó al ver la cajita de madera que tenía tallada un lobo aullando a la luna.

—Feliz Navidad, Sasuke —dicho esto, dejó la caja en sus manos y le dio un beso dulce en los labios.

Al lobo le costó todavía reaccionar. No podía creer que su compañero le hubiera hecho un regalo.

—Naruto… después de todo lo que has hecho por mí…

—¿Y qué pasa con lo que has hecho tú por mí? —le preguntó Naruto con una leve sonrisa acompañada de una caricia a su rostro—. Fuiste mi amigo cuando yo estaba mal por lo de Bankotsu, me salvaste de esos hombres… y eres todo lo que siempre he querido, incluso con pelo y cola —bromeó y después añadió—. Te quiero.

—Y yo a ti —dijo Sasuke, emocionado, antes de darle otro beso profundo en la boca.

Después, abrió la cajita con cuidado y miró lo que había dentro. Sus ojos brillaron al reconocer lo que era.

—¡Mi collar! —exclamó, muy contento.

Sí, el lobo se había empeñado en conservar el collar que le regaló Naruto cuando creía que era un animal y casi siempre lo llevaba puesto, a pesar de que el doncel seguía pensando que era un poco ofensivo, pero si a Sasuke le gustaba, él no era nadie para quitarle eso. Por eso, le había pedido unos días atrás que se lo dejara por un tiempo y lo había convertido en una pulsera que rodeaba dos veces la muñeca y, en la placa plateada donde estaba su nombre, había pedido que grabaran algo.

—Mira lo que pone.

Sasuke lo hizo… y sus ojos negros brillaron de un modo especial, como si estuviera a punto de llorar.



Ahora formas parte de mi manada y de mi vida… La mejor parte.



—Gracias. Muchas gracias, Naru —logró decir con un nudo en la garganta, cogiendo a su pareja para darle un fuerte abrazo—. Significa mucho para mí.

El rubio le devolvió el gesto con fuerza, enterrando los dedos en su suave cabello.

—Ya no volverás a estar solo, Sasuke. Ahora tienes una manada muy grande. Puede que no seamos lobos… aunque a veces nos comportamos como animales, pero siempre es con cariño, ¿eh?

A Sasuke todavía le costaba hablar. El día en que se despertó entre los restos de la cabaña de su hermano y se dio cuenta de que era el único que había sobrevivido, creyó que todo había terminado para él, que de ningún modo podría salir adelante y seguir con su vida. Sin embargo, un ángel rubio lo había recogido y cuidado de él sin pedir nada a cambio, solo por pura bondad, tocando su corazón y abriéndose paso en él delicadamente, a base de caricias y dulces palabras.

Naruto era su mundo, y ahora estaba ansioso por pasar el resto de su vida con él.

De repente, recordó lo que tenía escondido en la maleta para él y se separó.

—Enseguida vuelvo.

El rubio sonrió un poco cuando lo vio corriendo escaleras arriba. Conociéndolo como lo hacía, estaba seguro de que había ido a por su regalo… y, efectivamente, regresó con una delgada y larga cajita negra de cuero.

—Ábrela.

Él lo hizo… y soltó una risilla al ver que era un collar, solo que la fina cadenita era dorada y llevaba una media luna plateada con su nombre.

—Vale, ya lo pillo, así los dos tenemos collar.

Sasuke rio de buena gana.

—Dale la vuelta.

Naruto obedeció, viendo que su lobo también le había grabado algo. Le parecía un poco gracioso que los dos hubieran pensado lo mismo.



En mi noche más oscura, tú fuiste la luz que iluminó mi vida.



Ahora fue el turno del doncel de estar al borde de las lágrimas. Se frotó los ojos con la manga de su camiseta y se lanzó a los brazos del hombre al que amaba.

—Gracias, mi lobo.

Notó que Sasuke sonreía antes de que lo besara en la cabeza.

—Gracias a ti… por ser mi luna.

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