sábado, 8 de septiembre de 2018

Quiero recordarte


Capítulo 9. Demasiadas coincidencias


Naruto todavía seguía pegado a la puerta, sintiéndose como el mayor hijo de puta de la historia, cuando una voz grave y profunda resonó en toda la estancia.
—¿Qué has hecho?
Al levantar la vista, se encontró con la mirada dura y severa de Kurama. Bajó la vista, claramente avergonzado.
—Lo que debía hacer. Es mejor así.
—¡No me digas! —repuso el pelirrojo con sarcasmo mientras bajaba los peldaños que conducían al primer piso—. Mejor para ti, porque a Sasuke no se le veía bien.
Naruto apretó los dientes.
—Tú no lo entiendes.
—Entiendo que eres un imbécil —replicó—. Has roto tu relación con ese hombre que está loco por ti por una soberana gilipollez.
El doncel no estaba en su mejor momento emocional, por lo que fue muy sencillo hacerlo explotar.
—¡¿Una gilipollez?! ¡Iba a renunciar a todo por mí!
—Eso es fantástico, siéntete afortunado de tener a alguien así —comentó Kurama como si nada, haciendo que Naruto lo mirara con la boca abierta.
—¿Es que no ves lo que ocurre?
—Lo veo mucho mejor que tú —declaró Kurama, mirándolo con cierta tristeza—. Sé que tienes miedo de que Sasuke se distancie de su familia, porque sabes lo que es vivir sin unos padres y no quieres que él pase por algo remotamente parecido, menos todavía por lo que él sienta por ti. Pero estás equivocado; Sasuke no es un niño, es un adulto y es capaz de tomar decisiones por sí mismo, si algo le sale mal será porque él ha hecho su elección, no por tu causa. Tienes la mala costumbre de culparte por cosas que no tienen nada que ver contigo, Naruto.
Él negó con la cabeza.
—Su familia jamás me aceptaría, menos todavía con Saki. Además… —Su rostro se entristeció al recordar las palabras que le dedicó el médico después de que su hijo naciera—. El parto fue muy complicado. Ya no puedo tener más hijos. Ellos nunca…
Kurama le interrumpió con un gesto despreocupado.
—Si Sasuke acepta a tu hijo, y ya te digo que lo hace, su familia estará encantada contigo y con él.
—Dudo que Fugaku Uchiha se alegre de verme —le recordó, haciendo una mueca.
—¿Y crees que eso le importa a Sasuke? No le soporta desde mucho antes de conocerte.
—¡Pero me importa a mí! —exclamó Naruto como si acabara de soltar una palabrota—. Ahora al menos se hablan pero, ¿qué pasará cuando me presente como su novio que ya tiene un hijo? ¡Le dará la espalda!, ¡no volverá a dirigirle la palabra!
—¿Te lo tengo que repetir?, a veces creo que eres tonto. Sasuke no quiere saber nada de su padre, no lo traga.
—Eso es porque no lo ha perdido.
—En realidad, es Fugaku quien ha perdido a Sasuke, y de eso hace ya mucho tiempo. Así que deja de ser tan imbécil, saca tu culo de aquí, ve con Sasuke y arregla las cosas.
Él negó con la cabeza, sacando de quicio a Kurama, quien tensó la mandíbula.
Hasta ahora, había hecho las cosas por las buenas, pero si Naruto quería hacerlo por las malas, no tenía ningún problema, lo jodería a muerte hasta que aceptara de una puta vez que tenía que dejar de hacer supuestos sacrificios por el bien de los demás y ser feliz.
—Muy bien. ¿Quieres ser un gilipollas?, sé un maldito gilipollas —dicho esto, pasó por su lado airado y se marchó de la casa dando un fuerte portazo.
Naruto cerró los ojos con fuerza, sabiendo que Kurama tenía parte de razón, que se había dejado llevar por las palabras de esa mujer con demasiada facilidad… Sí, era consciente de que Sasuke debía tomar sus propias decisiones y, a pesar de que él desearía que para estar con él no tuviera que renunciar a su familia, no era cosa suya…
Pero había algo más. Esa mujer trabajaba para Fugaku Uchiha y había mencionado a su hijo. Se estremeció con fuerza, temiendo lo que eso significaba. De repente, el estómago se le revolvió y sintió una sacudida, haciendo que corriera al cuarto de baño para vomitar con violencia sobre la pila. Se dijo a sí mismo que había sido por todo el estrés de la situación, ya que no era la primera vez que le ocurría algo así; cuando se marchó de Japón también le había ocurrido, incluso mucho antes de que tuviera náuseas por el embarazo de Saki. De hecho, fue ese estrés lo que causó que su embarazo fuera de riesgo, estaba tan nervioso y tenía tanto miedo que acabó afectando a su hijo.
Gracias a Dios que Saki nació sano.
Una nueva arcada lo obligó a quedarse pegado a la pila antes de volver a vomitar. Poco después de eso, se dio cuenta de que Blue y Toboe estaban junto a él, gimiendo suavemente al ver a su dueño enfermo.
Los acarició con cariño.
—No os preocupéis, chicos. Estoy bien, se me pasará.
Aunque no podía decir lo mismo del dolor que le atenazaba el pecho, así como la culpabilidad. Sabía que no era justo lo que había hecho con Sasuke, pero la visita de esa mujer lo había cambiado todo, incluyendo las esperanzas de tener un futuro con él.


Sasuke no sabía cuánto tiempo llevaba tirado sobre la cama, con la mente en blanco. Tras haberse desesperado por descubrir que sus recuerdos eran falsos de nuevo, había acabado agotado mentalmente y había decidido intentar descansar un poco. Pero no podía, le atormentaba el haber perseguido a Naruto creyendo que era el doncel del que había estado enamorado, y le dolía amarlo ahora sabiendo que había cometido un error y que había intentado forzar las cosas creyendo que tenía razones para hacerlo.
Unos golpes fuertes en la puerta hicieron que pegara un salto en la cama. La fulminó con la mirada y gritó:
—¡Lárgate, Sakura! ¡Déjame en paz de una puta vez! —No, hoy no estaba de humor para ser amable, y mucho menos con esa jodida pesada que no dejaba de seguirlo a todas partes como un perrito faldero.
—Soy Kiba —dijo la voz del hombre a través de la puerta.
—Oh. ¡Vete, Kiba! —Puede que su tono fuera alto, pero ya no estaba cargado de hostilidad—. Quiero estar solo.
—Vamos, no seas así. Me han dicho lo de Naruto, por eso hemos venido.
Un momento, ¿ha dicho hemos?
Se levantó perezosamente de la cama y abrió la puerta, encontrándose con Kiba, Tenten, Lee y el propio Gaara.
Inspiró hondo.
—Escuchad…
—Sí, sí, te escuchamos, pero dentro —dijo Kiba, haciéndolo a un lado e invadiendo su habitación sin miramientos. Los demás también entraron rápidamente, como si quisieran evitar que les cerrara la puerta en las narices… justo lo que tenía pensado hacer.
Al ver que no iban a marcharse, cerró la puerta y se llevó las manos a las sienes.
—Escuchad, sé que estaréis enfadados conmigo y que querréis gritarme y lo entiendo, pero ahora no…
—¿Quién ha dicho que estemos enfadados contigo? —repuso Kiba, cruzándose de brazos.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Qué?
Tenten le tocó el brazo en señal de apoyo.
—Kurama llamó a Kiba diciendo que Naruto había roto contigo y nos pidió que fuéramos a ver cómo estabas.
Eso no aclaraba mucho. Es decir, durante esas dos semanas encerrado en la casa de Naruto, Kurama y él se habían hecho… cercanos, por expresarlo de algún modo, pero no esperaba que su reacción fuera intentar cuidar de él a través de los amigos del doncel. Además, no tenía sentido; ellos deberían estar de parte del rubio, no de la suya.
Los miró confundido.
—¿Por qué no estáis enfadados conmigo? Naruto es amigo vuestro.
—¡Tú también, Sasuke! —exclamó Lee, lanzándose a darle un abrazo—. Nosotros sabemos que le quieres mucho… ¡y que él está siendo un tonto por dejarte escapar!
Se separó suavemente del doncel y miró a Gaara. Al fin y al cabo, él era primo del rubio, eran familia; le parecería muy extraño que no estuviera apoyándolo.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu postura en todo esto?
El pelirrojo lo meditó un momento.
—Naruto es mi primo doncel, siento la necesidad de protegerlo de todo varón… —dicho esto, suspiró—. Pero hacía años que no lo veía tan feliz, y eso es lo primero para mí. Le conozco muy bien, y sé que está reaccionando de esta forma porque tiene miedo: perdió a sus padres, perdió a su novio… tal vez tema perderte a ti también con el tiempo y el dolor que eso podría provocarle. También es posible que se sienta como si hubiera engañado al padre de Saki, eres el primero con el que sale después de eso.
Para Sasuke significó mucho que Gaara estuviera dispuesto a aceptarlo como futuro cuñado… pero eso ya no era posible. Naruto había roto con él y estaba seguro de que había empeorado la situación con sus recuerdos falsos.
Se pasó una mano por el pelo, agobiado con solo pensarlo.
—Mirad, os estoy agradecido por venir a apoyarme, pero creo que es mejor que esté solo por ahora.
—De eso ni hablar —dijo Kiba con firmeza.
Lee asintió efusivamente.
—¡Te ayudaremos a recuperar a Naruto!
—¡¿Qué?! —exclamó Sasuke, sin acabar de creer que sus nuevos amigos pasaran por completo de la decisión que había tomado el rubio.
Tenten puso los brazos en jarra.
—Es evidente que Naruto ha tenido un ataque de pánico al darse cuenta de lo seria que se está volviendo vuestra relación. Solo necesita calmarse un poco y ver las cosas con claridad.
—No es tan fácil —repuso Sasuke.
—¿Por qué no? —preguntó Gaara.
—Porque yo lo empeoré —reconoció, sintiéndose desolado al recordar el miedo en los ojos del rubio cuando le dijo que lo recordaba.
El primo de este frunció el ceño y le hizo un gesto para que se sentara en la cama.
—¿Por qué no nos explicas lo que ocurrió exactamente? Kurama solo le dijo a Kiba que Naruto había roto contigo, no nos ha dado más información.
Sasuke sabía que iba a ser un problema hablarles de sus recuerdos falsos pero, a decir verdad, a esas alturas no le importaba. Su memoria le había mentido de la peor manera y ahora estaba convencido de que jamás podría recuperar al doncel, no tenía mucho más que perder. De modo que comenzó a narrarles a Gaara y los demás que había estado teniendo recuerdos de Naruto a lo largo de esos días, y finalmente la discusión en la que se lo revelaba.
—A ver si lo he entendido —intervino Kiba al final del relato, mirándolo con extrañeza—, tú creías que habías tenido una relación en el pasado con Naruto, justo un año antes de que tú perdieras la memoria y él viniera aquí.
—Sí.
El varón intercambió una mirada inquieta con Lee y Tenten, los cuales también estaban un poco tensos. Podía entenderlo, era inverosímil y había sido estúpido por creer las fantasías que le contaba su mente, fantasías que eran producto de su sueño de ser amado por alguien que no solo viera cómo era por fuera, sino también por dentro.
Sin embargo, no contaba con lo que Gaara preguntó a continuación:
—¿Puedes hablarme de esos recuerdos?
Sasuke se sobresaltó, mientras que el resto miró al pelirrojo como si se hubiera vuelto loco.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Kiba.
Gaara no le miró, de repente observaba a Sasuke con suma seriedad.
—Porque acabo de recordar algo… y quiero estar seguro de que no me equivoco. —Sus ojos siguieron contemplando a Sasuke fijamente—. Cuéntamelo todo con detalle.
Pese a que la situación le parecía extraña, decidió contarle todo lo que había “recordado”, empezando desde cómo conoció a Naruto en aquel callejón hasta la noche en la que tuvo el accidente. Gaara lo escuchó todo sin interrumpir ni una sola vez, y cuando alguien hacía amago de decir cualquier cosa, este le lanzaba una mirada de pocos amigos que exigía silencio absoluto.
Una vez terminó, sus ojos aguamarina eran totalmente serios. Una vez más, ninguno esperaba lo más mínimo lo que iba a decir:
—Te creo.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Cómo que crees?
—Creo que tú eres Saki Senior.
—¿Quéeeeee? —preguntaron Kiba, Tenten y Lee al unísono.
—¿Qué demonios te hace pensar eso? —interrogó el primero.
—Naruto ya le dijo que nunca se habían visto —intervino la joven.
Gaara ni se inmutó.
—Pues yo digo que miente.
—¿Por qué iba a hacer algo así? —preguntó Lee, posando una mano en el hombro de su pareja.
—No lo sé…
—Espera, espera —interrumpió Sasuke, sintiendo cómo volvía a estar hecho un lío. El mismo Naruto le había dicho que nunca se habían conocido, pero ahora su primo creía que sus recuerdos eran verdaderos—. ¿Por qué crees que mis recuerdos son reales?
Gaara no dudó a la hora de responder.
—Conoces demasiados detalles sobre la vida de mi primo, detalles que él compartió conmigo mientras vuestra relación duró. Sabes de Kakashi e Iruka, de Genji y cómo fue su noviazgo, lo de que sus amigos le atacaron, que intentó recuperarlo… También coincide tu historia con esa tal Karin, y lo de esa cena con tu padre… Me acuerdo de que Naruto estaba muy disgustado y preocupado por tu relación con él.
—Vale, para un momento —dijo Kiba—. Eso no puede ser, Gaara. Todas esas cosas que sabe Sasuke sobre Naruto se las podría haber dicho él mismo sin que él se diera cuenta. Además, dijo que su apellido era Namikaze, ¡Naruto es Uzumaki!
El pelirrojo lo miró como si acabara de decir algo insignificante.
—En realidad, el verdadero apellido de Naruto es Namikaze. Ese es el apellido de mi tío, pero se lo cambió por el de su madre cuando vino aquí —explicó, dejando al resto con la boca abierta. Sin embargo, Gaara estaba demasiado pensativo como para prestarles más atención—. Me pareció raro que tomara esa decisión de repente, él nunca había tenido problemas con su apellido. Además, hay una cosa más.
—¿El qué? —preguntaron todos.
Tras un momento de duda, Gaara posó su mano sobre el hombro de Sasuke como muestra de apoyo.
—Naruto me dijo en su momento que le puso a su hijo el nombre de su padre.
—Es verdad —comentó Lee.
—Pero, entonces, el padre se llama Saki, no puede ser Sasuke —reflexionó Tenten.
Sin embargo, el primo del doncel negó con la cabeza.
—En realidad, Saki es un apodo, una especie de apelativo cariñoso que él inventó. Su nombre completo es Sasuke Uzumaki.
Sasuke sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta. Entonces, era real, no estaba alucinando; Naruto y él estuvieron enamorados y tuvieron un precioso hijo, Saki era su hijo. Recordó la imagen del pequeño y su corazón se hinchó de amor y cariño. Ese niño era la prueba de lo que hubo entre Naruto y él, de lo mucho que se quisieron tiempo atrás.
En un acto impulsivo muy impropio en él, abrazó a Gaara con fuerza.
—Gracias. Gracias por esto.
Pese a que el pelirrojo tampoco era dado a las muestras de cariño, le devolvió el gesto a Sasuke, pensando con tristeza en lo que debía de estar pasando… y preocupado por su primo.
—Pero no lo entiendo —reconoció, frunciendo el ceño—. ¿Por qué Naruto está haciendo esto? ¿Por qué ahora, después de que habéis estado saliendo juntos?
Sasuke se separó y pensó detenidamente en las dos últimas semanas. Todo había ido bien entre ellos, más que bien, había sido genial, pero esa mañana… No, esa mañana había sido como las últimas que habían tenido, habían hecho el amor y después de ducharse…
Hay algo raro.
—Algo no va bien —dijo de repente, llamando la atención de todos.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Tenten.
Sasuke miró al resto con seriedad.
—Esta mañana estaba todo bien entre nosotros, pero cuando terminé de ducharme, me pareció oír a Blue ladrando y… Naruto no tenía buena cara. Entonces me dijo que lo nuestro no iba a funcionar.
Todos se miraron entre sí antes de que Gaara se llevara el dedo pulgar e índice al mentón con aire pensativo.
—Pasó algo mientras no estabas con él, pero ¿qué pudo ser tan malo como para que mi primo…?
—¡Nooo! —chilló Kiba de repente, llevándose las manos al pelo y provocando que todos dieran un salto del susto.
—¿Qué? ¿Qué? —preguntó Lee.
El varón estrechó los ojos con sospecha y declaró:
—La pija pomposa.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Te refieres a Sakura?
En vez de responder, Kiba se sentó junto a Sasuke en la cama y le dedicó una expresión culpable.
—Supongo que te lo tendríamos que haber dicho… Esa mujer ha estado intentando seguirte a ti y a Naruto desde que empezasteis a salir.
—¡¿Qué?! —bramó Sasuke, levantándose de un salto.
—Los chicos y yo la mantuvimos alejada para que no os molestara, pero con todo lo de la ventisca y que Naruto y tú estabais juntos en su casa, ninguno pensó en vigilarla… —Se levantó y, tras dudar un poco, tocó el brazo de Sasuke con suavidad—. Oye, lo siento, tendríamos que haber dicho algo, pero temíamos que Naruto se echara atrás con lo de conocerte mejor si le decíamos que alguien estaba intentando sabotear vuestra relación… Lo siento mucho, es comprensible que estés enfadado…
—No estoy enfadado con vosotros —replicó Sasuke, apenas siendo consciente de que su respiración era más pesada y que todos los músculos de su cuerpo se habían tensado.
Siempre había sabido del interés romántico de Sakura en él, pero jamás se le habría pasado por la cabeza que sería capaz de llegar a acosarlo. ¿Cuánto tiempo habría estado tras él de esa forma?, ¿solo en Nome?, ¿antes?, ¿durante todo el tiempo que llevaba trabajando en la empresa de su padre? Y Naruto… tal vez había ido a por Naruto también.
No iba a dejar las cosas así, ni de coña.
Cogió su gabardina y se encaminó hacia la puerta con rabia.
—¡Espera, Sasuke! —le llamó Lee, saliendo detrás de él junto a los demás—. ¿Qué vas a hacer?
—Voy a tener unas palabras con esa víbora y luego iré a solucionar las cosas con Naruto. Sea lo que sea lo que le haya dicho o hecho, lo arreglaré.
—¡Así se habla! —dijo Kiba.
Pese a que Sasuke no encontró a la futura víctima de su ira en su habitación, no tardó mucho en dar con ella cuando bajaba por las escaleras, en las cuales la vio, probablemente viniendo del restaurante del hotel.
Ella, al verlo tan enfadado, malinterpretó la situación y no pudo contener una sonrisa de pura satisfacción. Pese a las amenazas de ese imbécil sobre echarla a los perros, al final había hecho exactamente lo que quería, dejar a Sasuke y salir de su camino de una vez. Ahora seguro que estaba tan enfadado con él que querría vengarse acostándose con otra y, casualmente, ella estaba muy disponible.
—Buenos días, Sasuke, ¿cómo…? —Antes de que pudiera terminar de hablar, él la agarró por el cuello de su camisa y la empotró con fuerza contra la pared, dejándola sin aire por un instante. Al ver su rostro demudado por la furia más absoluta, se encogió—. ¿Sasuke?
—¿Has ido a hablar con Naruto esta mañana? —preguntó este sin rodeos.
Sakura palideció, sin acabar de entender muy bien cómo había podido descubrirla, aunque eso no significaba que fuera a reconocerlo, sabía que Sasuke jamás la perdonaría.
—¡No! ¿Por qué iba a…? —Sasuke la interrumpió sacudiéndola otra vez contra la pared.
—Mientes —gruñó, cada vez más enfadado—. Desde el principio, no has parado de decirme que debía alejarme de Naruto y nos has estado siguiendo. —Vio entonces el horror en los ojos de la mujer y supo que había dado en el clavo—. Así es, sé que has estado husmeando en mi relación con él, que has ido detrás de mí como una jodida acosadora.
—¡Yo no he hecho tal cosa! —chilló Sakura, provocando que Sasuke la sacudiera de nuevo.
—Si me mientes otra vez, me convertiré en tu peor pesadilla, Sakura —le advirtió, asesinándola con la mirada—. Deberías saber mejor que nadie lo que les ocurre a aquellos que se enfrentan a los Uchiha. Haré que te despidan y le diré a toda la prensa que has estado acosándome, hasta presentaré una demanda contra ti que no podrás ganar y que te dejará sin fondos en el banco. ¿No querías salir en las revistas?, deseo concedido.
Sakura tembló y se le llenaron los ojos de lágrimas.
—¡Está bien!, ¡hablé con él! —gritó.
Sasuke aflojó el agarre que tenía sobre ella, pero no la soltó.
—¿Qué le dijiste? ¿Qué le has hecho?
—Solo lo que tú me dijiste, que renunciarías a todo para estar con él —reconoció—, le dije que sería egoísta que permitiera algo así, que tu familia nunca le aceptaría, ni a él ni a su hijo.
El Uchiha sintió que se le helaba la sangre.
—¿Qué has dicho?
La mujer lo miró suplicante.
—Tu padre jamás aceptaría a un doncel, y tu familia tampoco dejaría que entrara en sus vidas un bastardo.
Al oír la forma en la que llamaba a su hijo, un niño al que amaba aun sin haberlo conocido, perdió el poco control que le quedaba. Toda aquella situación se podría haber evitado si esa mujer no hubiera estado en medio, empecinada en que él era su príncipe azul. Ahora podría haber estado con Naruto, planeando su próximo paso en su relación, intentando avanzar un poco más.
Pero no. Ella tenía que asustarlo y encima meter a SU hijo en medio.
Sin pensar claramente lo que hacía, hizo amago de cogerla del cuello, pero fue apartado con rapidez por Lee, quien realizó una llave para mantenerlo inmovilizado.
—¡Suéltame! —rugió, sin perder de vista a una aterrorizada Sakura—. ¡Vas a pagar por esto, zorra! ¡¿Me oyes?! ¡Aléjate de Naruto y mi hijo o juro por Dios que te mataré!
—¡Sasuke, tranquilo! —le pidió Kiba, que estaba ayudando a Lee a sostenerlo.
—Que todo el mundo se calme —ordenó una voz grave y autoritaria.
Todos se giraron, encontrándose con Kurama Kyubi junto a las escaleras, vestido elegantemente con un traje negro sin corbata y contemplando la situación con ojos fríos y calculadores.
Su sola presencia paralizó a todo el mundo. Sakura se quedó clavada en la pared, Lee y Kiba soltaron a Sasuke quien, a pesar de querer todavía agredir físicamente a Sakura, se quedó quieto con la vista baja, igual que todo el mundo. Kurama era consciente de que su reacción era puramente instintiva; un hombre que había vivido como él llevaba a su alrededor un aura de peligro, que infundía respeto y autoridad, y la gente lo percibía, y actuaba como lo harían los animales en presencia de un depredador.
Porque él era el hombre más peligroso con el que se encontrarían jamás. Es más, uno de ellos estaba a punto de averiguar las consecuencias que traía cabrearle.
Caminó pausadamente hacia el grupo y habló con voz calmada.
—Señor Uchiha, esas no son formas de tratar a una mujer.
Al oír sus palabras, Sasuke lo fulminó con la mirada.
—Ella ha…
Pero Kurama lo detuvo con un gesto de la mano.
—Lo sé, he oído parte de la conversación. Aun así, sé que usted se habría arrepentido si al final le hubiera causado daño alguno, no es esa clase de hombre. Le recomiendo que solucione sus problemas mientras yo acompaño a la señorita Haruno a su habitación —dicho esto, le ofreció la mano a la susodicha—. ¿Me permite?
Ella asintió sin pensárselo dos veces, deseosa, por primera vez, de alejarse de Sasuke Uchiha todo lo que pudiera.
Pese a que Sasuke reconoció con rabia que Kurama tenía razón, que él se sentiría fatal por dañar a una mujer indefensa por mucho que se lo mereciera, no entendía por qué el empresario estaba siendo tan amable con ella.
—Sasuke, vámonos —le dijo Kiba, cogiéndolo del brazo y guiándolo escaleras abajo—. Tenemos que hablar con Naruto. Iremos todos contigo y le convenceremos de que vuelva contigo. Y si no, un par de hostias para que abra los ojos no le vendrán mal.
Tanto Gaara como Sasuke fulminaron con la vista al otro varón.
—Nadie golpeará a Naruto —declaró el Uchiha con un toque sutil de amenaza.
—Eso mismo pienso yo —apoyó Gaara.
Kiba levantó las manos en señal de rendición.
—¡Solo era una expresión! Como si yo pudiera tumbar a Naruto en el suelo…
Así, todos salieron fuera del hotel y el grupo se dispersó para coger sus respectivos coches. Pese a que Sasuke no quería esperar para aclarar las cosas de una vez por todas con Naruto, decidió que sería mejor si Gaara y los demás iban con él, ya que tal vez el doncel estaría más dispuesto a escuchar a su primo y sus amigos que a él, sobre todo ahora que sabían que sus recuerdos eran muy reales.
Solo quería entender de qué tenía miedo el rubio. Fuera lo que fuera, podrían superarlo; Naruto ya debía saber que adoraría a Saki, al fin y al cabo era también su bebé, y su madre y hermano se volverían locos de alegría al saber la noticia. Puede que al principio estuvieran molestos con él por haberse escondido en Nome, pero le acabarían perdonando. Él tampoco estaba contento de que le hubiera mentido y ocultado que tenían un hijo, pero conocía al doncel y estaba convencido de que tenía que haber un buen motivo para ello…
De repente, pensó en su padre y frunció el ceño con molestia cuando una teoría empezó a tomar forma en su mente. Él siempre había sido un hombre orgulloso, un mal perdedor que detestaba que las cosas no salieran como él quería, y también un manipulador, tan solo había que ver cómo había aprovechado su falta de memoria para intentar que se comprometiera de nuevo con Karin.
¿Y si aprovechó también su pérdida de memoria para separarlos a Naruto y él? Le dolía darse cuenta de que no le sorprendería en absoluto que hubiera hecho algo así, pero tampoco tenía sentido, su madre, su hermano y sus amigos le habrían dicho la verdad, no se habrían quedado callados o le habrían mentido…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos fuertes ladridos. Pegó un salto al reconocer la esbelta figura de Blue entre la nieve, galopando sobre la misma con la velocidad del rayo. Se detuvo a un escaso metro de él, ladrando como si le estuviera llamando.
Miró a lo lejos, esperando ver a Naruto o su coche… pero no había ni rastro de él y Blue se estaba comportando de una forma extraña.
De repente, tuvo un mal presentimiento.
—Naruto —murmuró mientras corría hacia su coche.
Blue fue tras él y saltó al vehículo en cuanto Sasuke abrió la puerta del piloto, pasando directamente al asiento contiguo. Después, encendió el motor y condujo tan rápido como le era posible con nieve de por medio hacia la casa del rubio. Una vez allí, saltó del coche y entró precipitadamente en el salón, buscando a Naruto con la mirada.
—¡Naruto! —lo llamó, pero la única respuesta que recibió fue un ladrido de Blue, que subió con rapidez al primer piso. Sasuke corrió tras ella, siguiéndola hasta la habitación del doncel, donde Tsume, Hige y Toboe se había arremolinado junto a la puerta del baño. Entró sin perder más tiempo y vio a Kiba protegiendo el cuerpo inerte del rubio. Una sensación gélida le inundó el pecho—. Naruto —susurró antes de llegar hasta él y comprobar cómo estaba. Nada más tocarlo, supo que tenía fiebre y que respiraba agitadamente. Mientras lo cogía en brazos, se dio cuenta del vómito que había en el retrete; Naruto estaba muy enfermo.
Lo llevó a su coche y lo instaló en los asientos de atrás, tapándolo con una manta. Luego cerró la casa con los perros dentro, asegurándoles que les traería de vuelta a su dueño sano y salvo y luego fue tan rápido como pudo al hospital. Durante el trayecto, llamó a Kiba y le contó rápidamente lo sucedido. Quedaron en reunirse todos en el hospital.
—Sasuke…
Giró la cabeza al oír que Naruto lo llamaba. Parecía inconsciente, pero estaba seguro de que había dicho su nombre. Incluso en ese estado, él era al primero al que llamaba. Eso lo enterneció.
Le acarició la mejilla con suavidad.
—Estoy aquí, Naruto. Aguanta —dicho esto, pisó a fondo el acelerador.


—Ha sido agradable veros —dijo Ino mientras abrazaba a Hinata.
—Sí… —coincidió ella, forzando una sonrisa antes de despedirse de Sai con otro abrazo.
La pareja había recibido una agradable sorpresa cuando los primos Hyuga los habían llamado para tomar algo juntos. Neji estaba sumamente ocupado ahora que dirigía la empresa de su familia después de que el padre de Hinata hubiera caído gravemente enfermo, mientras que ella, cuando no cuidaba de él, se enfrascaba por completo en su proyecto de reintroducción de animales criados en cautividad para que pudieran regresar a la vida salvaje.
Por desgracia, no habían podido estar mucho tiempo juntos; tomaron un café y en apenas una hora se despidieron. Los Hyuga desaparecieron calle arriba mientras que Ino y su esposo Sai se metieron en su coche. Una vez dentro, ella frunció el ceño.
—¿No los has notado raros a los dos hoy?
—Sí, pero creo saber por qué —respondió Sai a la vez que se sacaba una pequeña nota del bolsillo.
Ino arrugó aún más la frente.
—¿Qué es eso?
—Hinata lo ha metido en mi bolsillo mientras me abrazaba —contestó al mismo tiempo que abría la nota.
—¿Crees que esos hombres habrán intentado algo contra su familia? —preguntó, esta vez preocupada por sus amigos.
Creyó que sus temores eran reales cuando vio cómo su marido se tensaba y abría los ojos como platos.
—¿Qué? ¿Qué dice?
—Esto es gordo… Tengo que llamar a Shikamaru.
—¿Neji e Hinata están en peligro? —Su voz sonó ahogada por el miedo, pero Sai la tranquilizó tomándola por los hombros.
—Ellos están bien, no te preocupes… Pero han descubierto algo importante sobre Sasuke, y tenemos que actuar antes de que Fugaku se entere —dicho esto, la besó con fuerza, un tanto emocionado ante la noticia que acababa de recibir—. Conduce tú y yo haré una llamada.


En China, Itachi Uchiha suspiraba aliviado mientras acababa de hacer la maleta. Por fin habían finalizado las negociaciones con una importante empresa tecnológica de allí, una que daría acceso a Corporaciones Uchiha al mercado chino, compuesto nada más ni nada menos que por millones y millones de posibles clientes.
Sin embargo, había sido duro. Puede que él fuera bueno en su trabajo, pero los chinos eran terriblemente exigentes, y si encima tenía que negociar según las directrices de su padre… pues la cosa había sido jodida.
Por fortuna, había logrado llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes y al fin podría regresar a casa. Más le valía a su padre que le dejara tomarse unas vacaciones después de eso…
Su móvil empezó a sonar, haciendo que soltara un suspiro hastiado. Ya decía él que había sido muy raro que Fugaku no le hubiera estado atosigando durante más de dos semanas…
—Itachi Uchiha —respondió con un tono profesional, a pesar de que por dentro estaba desganado.
—Itachi, soy Shikamaru.
Por poco resopló de alivio.
—Dime que tienes una buena noticia que darme.
—La tengo.
Al oír esas sencillas dos palabras, se le disparó el pulso y su cansancio se desvaneció.
—¿Es en serio? ¿No es como las otras veces que creíamos que teníamos una pista que después terminaba en nada?
—No, no, no, esto es diferente, se trata de tu hermano.
—¿Sasuke? —preguntó con asombro. Había esperado noticias sobre ese asunto que Shikamaru y él llevaban investigando durante dos años.
—Parece que llamó a Hinata esta mañana. Le preguntó por Naruto, Itachi, todo indica que lo recuerda.
¡Sí! Itachi no dio un salto de alegría porque estaba demasiado ocupado cerrando su maleta a toda velocidad y poniéndose la chaqueta.
—¿Qué pasó?
—Hinata no quería hacerlo, pero le mintió. Se siente culpable y lo lamenta mucho, pero al menos avisó a Sai tan rápido como le fue posible. Es él quien me ha informado.
—Tengo que hablar con Sasuke antes de que mi padre se entere.
—Dudo que tu padre esté pendiente de él ahora. Parece que hay un virus informático en la empresa desde hace tiempo y lo están revisando todo para saber qué información se han llevado.
—Por eso no me ha contestado… —No tenía ni idea de que hubiera un problema de filtración de datos. Tal vez por eso su padre no podía ponerse en contacto con él, se había llevado el móvil de la empresa—. ¿Sabes algo sobre eso? ¿Es muy grave?
—Itachi, por si lo has olvidado, tengo un trabajo y un rubio estúpido al que buscar, no puedo estar en todo a la vez.
—Tienes razón, lo siento.
—Tu empresa todavía tardará varias semanas en revisarlo todo. Yo si fuera tú dejaría a los técnicos hacer su trabajo y me preocuparía más por Sasuke. Si Fugaku se entera de que ha recordado a Naruto, podría joderlo todo otra vez.
—Ya estoy solicitando un jet privado con destino a Nome.
—¿A Nome?
—Mi padre envió a mi hermano allí por negocios. ¿Vienes?
—Sí, y Sai insiste en venir también.
No podía decirle que no. Al fin y al cabo, Sai también les había ayudado con la búsqueda y, tenía que reconocerlo, se había dejado la piel con tal de que Fugaku no se enterara de nada.
—Está bien. Id yendo al aeropuerto de Japón, el avión os recogerá en unas dos horas. Tardaremos alrededor de un día en llegar a Nome, así que preparad una maleta pequeña.
—Entendido. —Shikamaru colgó.
Itachi no perdió el tiempo; llamó al jet privado de la empresa, cuyo piloto accedió de inmediato a llevarlo adonde quisiera. Normalmente no haría algo así dado que el avión solo se usaba para viajes de empresa, pero la mayoría de trabajadores sentían mucho más respeto por Itachi que por su padre.
Todos habían visto en muchas ocasiones cómo el joven heredero de Corporaciones Uchiha discutía con el jefe por mejores condiciones de trabajo, además de que él siempre los trataba con amabilidad y respeto sin tener que renunciar a un ápice de profesionalidad. Así que cuando Itachi le pidió el favor de llevarlo a Alaska para un asunto personal urgente, le dijo que no había ningún problema y cuándo tenía que salir a por él.
Así, mientras esperaba a que el piloto recogiera a Shikamaru y a Sai, intentó ponerse en contacto con su hermano sin éxito, parecía que se había quedado sin batería en el móvil, sin embargo, sí logró contactar con su madre para preguntarle qué estaba haciendo su padre. Ella le contó que apenas pasaba tiempo en casa y que estaba muy preocupado por la empresa y si él sabía algo sobre eso. Itachi le dijo que no se había enterado hasta el momento y le prometió que regresaría a casa en unos días.
No podía decirle que tal vez Sasuke había recordado a Naruto, no sin antes hablar con su hermano y saber cómo estaban las cosas. Porque si Hinata le había mentido, podía imaginar su estado… Solo esperaba que no se alterara, al menos no demasiado como para que pudiera entender por qué todos le habían mentido, por qué le habían ocultado lo que ocurría con Naruto.
Pero una vez se reuniera con él, se lo diría todo. Ahora su padre estaba demasiado ocupado como para preocuparse por quién podía decir qué, era su mejor oportunidad para contarle la verdad.
Y una vez lo supiera, encontrarían juntos a Naruto. Y como su padre le hubiera hecho daño, se aseguraría personalmente de que no saliera impune de esto.


—Eh, vamos, tranquilo. Ya has oído a Tsunade, no tiene nada malo, seguro que ha sido el estrés —trató de tranquilizar Kiba a Sasuke.
En Nome ya había anochecido, por lo que el grupo llevaba toda la tarde en el hospital… Bueno, al menos Sasuke no se había movido de la sala de espera.
Tras saber que Naruto estaba enfermo, se habían reunido todo en el edificio para saber cómo estaba el doncel y si le ocurría algo grave. Kiba trató de tranquilizar a todos diciendo que síntomas como la fiebre y los vómitos no eran especialmente extraños y que lo más seguro era que el rubio no tuviera nada grave, lo cual no tardó en confirmar la doctora Tsunade, quien les aseguró que Naruto solo necesitaba un poco de descanso y alguien que le cuidara durante los próximos días.
Sasuke se ofreció de inmediato y, por supuesto, ni Gaara ni ninguno de sus amigos osaron interponerse, además de que estaban de acuerdo en que esos dos necesitaban estar a solas para arreglar las cosas. Después de eso, hicieron turnos en el hospital para estar pendientes de que Naruto despertara para llevarlo a su casa; Gaara y Lee fueron los primeros, luego Tenten y finalmente Kiba. Evidentemente, Sasuke se negó a dejar solo a su doncel a menos que fuera para comer algo o ir al baño.
Este apretó los puños al oír el comentario del otro hombre.
—Ha sido por culpa de Sakura. Nada de esto habría pasado si ella no se hubiera entrometido.
Kiba lo miró apenado.
—Lamento que las cosas hayan salido así.
—No es tu culpa.
—No, pero los chicos y yo invertimos mucho esfuerzo en mantenerla lejos de vosotros y ahora ocurre esto. Me jode de todos modos —dicho esto, frunció el ceño—. Y luego está eso de que estuvisteis juntos… Joder. Eres el puñetero padre de Saki y Naruto actuó como si no te conociera. Si me pasara a mí estaría muy cabreado con él.
Sasuke se tensó al recordar que Naruto le había ocultado la verdad desde el principio, y de forma intencionada. Lo habría entendido si él hubiera rechazado a su hijo, habría entendido que estuviera enfadado con él, pero no era el caso. Y, además, accedió a salir con él, incluso habían vivido juntos durante dos semanas, prácticamente eran una pareja… Teniendo todo eso en cuenta, estaba seguro de que había algo más que no sabía, un motivo por el que Naruto le abandonó junto a su hijo…
La imagen de su padre regresó de nuevo a su cabeza.
—Estoy dolido —reconoció—. Me duele que Naruto se fuera hace dos años, después del accidente, cuando más le necesitaba. Me duele que al volver a verme, no me dijera quién era, ni que habíamos tenido un hijo juntos. Y sí, estoy enfadado porque me haya mentido, porque me haya hecho creer que mis recuerdos eran falsos cuando por fin creía que había encontrado al Sasuke Uchiha que era… pero…
—Le quieres —terminó por decir Kiba, sonriendo y pasando un brazo por sus hombros para darle una especie de abrazo—. Ese idiota no te merece, tío.
—No es solo eso —admitió antes de observarlo—. ¿Tú crees que Naruto escondería algo así porque sí?
Kiba lo meditó unos momentos.
—No. No importaría siquiera que le hubieras puesto los cuernos, él te habría hecho saber de todos modos que esperaba un hijo tuyo y que tenía intención de tenerlo. En su momento me dijo que tuvo miedo de decírtelo, pero aun así tenía la intención de hacerlo…
—Creo que era lo que quería decirme cuando tuve el accidente.
El varón entrecerró los ojos.
—Aquí hay algo que no cuadra.
Sasuke asintió.
—Creo que mi padre está involucrado de algún modo.
—¿Tu ausente padre?
—Él siempre ha odiado a los donceles. No le hizo ni pizca de gracia que le presentara a Naruto, amenazó con destruirlo si no se alejaba de mí… —La voz se le apagó al recordar sus palabras exactas y, de repente, se puso en pie de un salto—. ¡Mierda!
—¿Qué? —se sobresaltó Kiba.
El Uchiha empezó a caminar de un lado a otro.
—¿Y si estuvo dispuesto a cumplir con su amenaza? ¿Y si intentó hacer algo contra él y tuvo que huir?
—Joder. —Kiba se quedó pálido como la cera—. Encima estaba embarazado. Estaría muerto de miedo por lo que le pudiera pasar al bebé.
Sasuke notó algo extraño en el pecho al imaginar la escena: un joven Naruto de veinte años, que sabía que estaba embarazado y siendo amenazado por su padre, un hombre muy poderoso y con múltiples contactos, que prácticamente podía hacer todo cuanto quisiera. Incluso contratar a gente muy peligrosa para lastimar al doncel. Nunca quiso creer que su padre sería capaz de llegar a tales extremos con tal de manipular su vida a su antojo, pero era la única explicación razonable al comportamiento del doncel.
Si ese era el caso, la intervención de Sakura había sido mucho más significativa de lo que creía. Naruto sabía que ella trabajaba para Fugaku, y sabía por ella que le había hablado de que su familia jamás le aceptaría… y también había mencionado a su hijo. Lo había llamado bastardo.
Una furia ciega lo invadió, haciéndole tensar la mandíbula y apretar los puños. Sin embargo, por mucho que deseara en esos momentos hacer pedazos a esa mujer, Naruto estaba enfermo y, si sus suposiciones eran ciertas, y creía que lo eran, estresado, muy estresado… y asustado.
Le necesitaba. Y él estaría ahí para cuidarlo y, cuando tuvieran un poco de tiempo, hablarían. Si era necesario, le pediría ayuda a Gaara para defender que sus recuerdos eran reales, Naruto no podría esconderle la verdad por más tiempo. Era hora de que le explicara exactamente qué ocurría y arreglarlo, no solo por el bien de los dos, sino también por el de Saki.
Si su hijo estaba en peligro de algún modo por culpa de su padre, quería saberlo.
—Señor Uchiha.
Tanto él como Kiba se sobresaltaron, pues no esperaban que Tsunade apareciera de repente en el pasillo. Ambos la miraron expectantes.
—Naruto ya está despierto. Puede llevarlo a casa.
Sasuke le dio las gracias e hizo amago de ir directo a la habitación del doncel para asegurarse con sus propios ojos de que estaba bien, pero Kiba lo detuvo.
—¡Sasuke! —lo llamó, alcanzándole y acercándose lo suficiente como para que solo él pudiera oír lo que decía—. Si lo que hemos estado hablando es cierto, tu padre podría ser un problema muy gordo.
—Lo sé —reconoció. Una parte de él temía que Sakura le hubiera hablado a Fugaku sobre Naruto. Pese a que dudaba de que ella conociera su historia, con solo mencionarle su nombre… Ni siquiera estaba seguro de lo que haría su padre, pero fuera lo que fuera, no lo permitiría.
Kiba miró de un lado a otro antes de decirle:
—Habla con Kurama. Es decir, habla primero con Naruto y luego, si toda esta mierda es cierta, id a ver a Kurama. No tengo ni idea de hasta qué punto llegaría tu padre… pero, si te soy sincero, prefiero tenerlo a él de enemigo antes que a Kurama.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Por qué?
El hombre se removió un poco, nervioso.
—Kurama… está hecho de una pasta especial. No sé cómo explicarlo, pero hay algo en él… que no tiene la mayoría. Algo que, si te soy sincero, prefiero ignorar.
No entendía del todo a qué se refería; es decir, sabía que Kurama era un personaje extremadamente inteligente, y que parecía saber más de lo que aparenta a simple vista, pero tampoco lo conocía tanto como para considerarlo alguien… peligroso. Sin embargo, Kiba había tenido más contacto con él y, si le decía que era alguien peligroso, le creía.
Además, tenía razón. Su padre era un hombre con dinero, poder y contactos, pero Kurama probablemente lo igualaba… y, como dijo una vez, si los demás querían jugar con él, él sería el más cabrón de todos.
No sería mala idea ponerle al tanto de la situación y pedirle, como mínimo, que mantuviera a Naruto y a Saki a salvo. Si todo esto había sido obra de su padre, se encargaría de él en persona.
Le tocó el brazo a Kiba y le dio un apretón.
—Gracias, Kiba. Por todo.
Este le devolvió el gesto y asintió con solemnidad.
—Puedes contar conmigo, Sasuke. Para lo que sea.
Pese a que no lo había dicho, supo que se refería a cuidar de Naruto. Le dio las gracias con la mirada y luego fue a paso rápido a la habitación del rubio. La abrió con cierta brusquedad, impaciente por comprobar que su doncel estaba bien. Lo vio sentado sobre la cama, pálido, con el pelo revuelto… y los ojos hinchados.
Había estado llorando.
Al oír la puerta, Naruto levantó la vista y sus ojos se encontraron. Sasuke notó de inmediato la culpabilidad en esos bonitos y tristes orbes azules.
—Sasuke…
No le dejó decir nada más, fue hasta la cama y lo abrazó con fuerza. Sintió cierto alivio cuando el doncel, en vez de rechazarlo, se aferró a él como si su vida dependiera de ello.
—Lo siento… —le susurró con la voz rota por el dolor—. Siento lo de esta mañana, Sasuke, lo siento mucho…
Naruto lo sentía, no quería decirle aquello esa mañana. El alivio fue casi completo al saber que el doncel se arrepentía de lo que había pasado. Solo necesitaba saber una cosa más.
Le levantó el rostro, aunque no dejó de abrazarlo, y lo miró a los ojos.
—¿Me quieres?
Y el doncel, pese a que no dijo nada, asintió con efusividad.
Eso era lo que más le importaba. Si Naruto le quería, podrían solucionar lo que quiera que estaba pasando.
Le respondió con un beso suave y tierno, diciéndole así que él le correspondía a pesar de todo lo que había pasado esa mañana. El rubio le respondió con el mismo cariño, aunque le preocupó notar que se le habían escapado un par de lágrimas.
Se separó y le limpió la cara con los dedos a la vez que sostenía su rostro.
—No llores, Naruto, te perdono.
Él continuó mirándolo culpable.
—No me lo merezco. He sido un gilipollas.
—Luego hablaremos de lo que ha pasado, ¿de acuerdo? Estás enfermo y necesitas descansar.
—Pero, Sasuke, tengo que decirte… —empezó a hablar, sin embargo, una voz dura y autoritaria lo interrumpió.
—Naruto —lo llamó Tsunade cruzándose de brazos—, ¿recuerdas lo que hemos hablado?
El doncel suspiró y asintió.
—Nada de alterarse.
—¿Y?
—Nada de estrés.
La doctora asintió conforme y luego miró a Sasuke.
—Que no haga demasiados esfuerzos. Le quiero aquí de inmediato si vuelve a tener fiebre.
—Por supuesto —prometió el varón antes de coger a Naruto de la mano y ayudarlo a levantarse. Salieron juntos del hospital y Sasuke lo llevó en coche hasta su casa; una vez allí, Blue y el resto de perros recibieron cariñosamente a su amo y lo olfatearon durante un rato para comprobar su estado. A juzgar por lo rápido que movían la cola y por los ladridos alegres de Toboe y Hige, parecían muy contentos por el resultado.
Mientras Naruto recibía las atenciones de sus queridas mascotas, Sasuke fue a la cocina.
—¿Te apetece cenar algo?
Naruto le dedicó una diminuta sonrisa.
—Creo que hoy no tengo estómago para nada.
El varón lo miró estrechando los ojos.
—Un vaso de zumo al menos.
Naruto no se atrevió a rechistar, no después de todo lo que había pasado esa mañana. No tenía derecho después de que Sasuke lo hubiera perdonado a pesar de haberse portado como un auténtico cabrón… así que acataría cualquier orden que le diera.
Sin embargo, había algo que tenía que solucionar.
—Sasuke, hay algo que tengo que explicarte…
—Primero, tómate el zumo.
El doncel no quería quedarse callado, no ahora que había tomado una importante decisión… una que por fin sentía que era la correcta, aunque no la mejor. Y Sasuke tenía que saberlo, tenía que saber lo que se les iba a venir encima…
—Pero…
—El zumo. Bebe —ordenó el hombre, lanzándole esa mirada afilada que solo tenían los Uchiha, una que no admitía réplica.
Reprimió un suspiro y se tomó el zumo. Cuando se lo terminó, creyó que por fin podría explicarse, pero Sasuke tenía otras ideas; lo condujo escaleras arriba, a la habitación que habían compartido durante dos semanas, lo desnudó entre besos y caricias y luego lo obligó a meterse en la cama. Después, él también se desnudó y se metió bajo las sábanas, abrazándolo y colocándose en una posición cómoda para dormir.
Naruto no entendía nada.
—Sasuke, ¿no deberíamos…?
—Shh…
—¿Cómo que shh? ¡No podemos hacer como si nada hubiera pasado! Mereces una explicación y hay cosas que debes sa…
—Mañana lo hablamos. Ahora a dormir —ordenó como si nada y lo estrechó contra su cuerpo.
Aun así, el rubio se las ingenió para mirarle a la cara.
—Sasuke, estas cosas no…
—La doctora ha dicho nada de alterarse y nada de estrés —le recordó mientras le acariciaba la espalda, sabiendo que eso solía relajarlo—. Ha sido un día duro para los dos, y tú estás enfermo y afectado. Necesitamos dormir. Mañana hablaremos con más calma —dicho esto, le dio un beso en los labios—. Te quiero.
Después de eso, Naruto no pudo rebatir nada. Le devolvió el beso y se acurrucó en su pecho.
—Y yo a ti.


Se acercaba la medianoche cuando Naruto se levantó sigilosamente de la cama y fue al salón vestido con una bata. Todos los perros, que habían estado durmiendo hasta el momento en la habitación con él y Sasuke, le siguieron de inmediato, vigilándolo en todo momento.
Una vez se aseguró de que estaba lo bastante lejos como para no despertar a Sasuke con el sonido de su voz, cogió el teléfono y marcó un número. Escuchó el pitido que anunciaba que estaba llamando unas cuatro veces; ya iba a colgar y volver a llamar cuando escuchó una voz somnolienta.
—¿Diga…?
—Hola, Yahiko.
—¿Eres tú, Naru? —preguntó con un bostezo. Hubo una pequeña pausa—. Son casi las doce de la noche, ¿qué ocurre?
Se mordió el labio inferior. Hubiera preferido no llegar a eso, pero teniendo en cuenta lo que iba a revelarle a Sasuke, era mejor pecar de precavido.
—Tengo que pedirte un favor.
—Oye, ya te he dicho que Saki está perfectamente y te hemos enviado un montón de fotos. Sí, te echa de menos, eres su padre, después de todo, pero si lo vieras jugando conmigo verías que se lo pasa bomba.
—No se trata de eso —dijo, cerrando los ojos y apretando los puños—. Es algo urgente.
En esta ocasión, su tío Yahiko sonó más despierto.
—¿Qué ocurre?
—Necesito que tú, Konan y Saki vayáis con el tío Nagato.
—¡¿Con Nagato?! —exclamó el hombre a través del teléfono—. ¿Es por Saki? ¿Está en peligro?
Naruto entrecerró los ojos al pensar en la mujer que había ido a verlo esa mañana.
—No lo sé. Hay una posibilidad.
—Y no piensas arriesgar a Saki mientras exista esa posibilidad, ¿verdad?
Apretó el teléfono con fuerza.
—Es mi hijo. Nadie le pondrá la mano encima.
—Tranquilo, tranquilo, no quería decir que eso fuera malo. Voy a despertar a Konan y a llamar a mi hermano. Conociéndolo, estaremos en algún tipo de fortaleza en menos de dos horas.
Eso hizo que se sintiera mucho mejor.
—Gracias.
—Sabes que no podremos comunicarnos mientras estemos con Nagato, ¿verdad? No podrás saber dónde estamos ni cómo está Saki.
—Lo sé, pero su seguridad es lo primero para mí.
—Entonces, descuida. Estará a salvo, te lo prometo.
—Es lo único que quiero. Gracias por cuidarlo por mí.
—Nunca nos des las gracias por cuidar de un miembro de nuestra familia, es el código de honor de los Uzumaki. Ten mucho cuidado, Naru, espero que nos veamos pronto.
—Yo también —dicho esto, colgó y miró a sus perros. Todos estaban sentados y lo observaban con atención. Se agachó, acariciándoles la cabeza a cada uno mientras les susurraba unas órdenes concretas, que todos obedecieron de inmediato.
Kiba se echó en la alfombra que había en el recibidor, justo delante de la puerta; Tsume se hizo un ovillo en el hueco que había entre la chimenea y la pared, quedando oculto desde el ventana, pero de forma que él pudiera vigilarla; Hige fue a la cocina, acostándose bajo la encimera que había justo debajo de otra ventana, pudiendo así escuchar si alguien intentaba forzarla; Toboe subió al primer piso, quedándose junto a las escaleras, y Blue permaneció en la habitación donde dormían Sasuke y Naruto, al lado de la puerta.
Una vez que cada uno estuvo en su posición, el rubio regresó al dormitorio y se acostó de nuevo junto al hombre al que amaba, aunque se aseguró de tener el teléfono al lado con la batería cargada a tope. Si las cosas iban a ponerse mal, quería estar preparado para todo.


Lo primero que hizo al recuperar la conciencia, fue soltar un gemido.
Por Dios… Le dolía muchísimo la cabeza, estaba tan mareada que sentía como si su cabeza le diera vueltas, las muñecas le escocían y le apretaban mucho las cuerdas…
Un momento, ¿cuerdas?
Abrió los ojos poco a poco, siendo consciente en primer lugar de que había una mortecina luz blanca en alguna parte, ya que lo primero que vio fue su regazo cubierto por la falda de su vestido rojo y las mayas negras que llevaba debajo. Con un poco de dificultad, miró a su alrededor, dándose cuenta de que su pecho y cintura estaban atados al respaldo de… ¿una silla? ¿Qué hacía ella sentada en una silla?, ¿y atada? Los tobillos también los tenía ligados a las patas, y sus manos… Movió los hombros, molesta, ya que tenía las manos a la espalda, detrás del respaldo, cuyas muñecas estaban envueltas en más cuerda, de tacto áspero y… desagradable.
Al ser más consciente de la situación, el pánico empezó a hacer mella en ella. Miró a todos lados, buscando alguna salida en aquella pequeña habitación, aséptica, de suelo gris, aparentemente hecho de cemento, y paredes metálicas. Al fondo, de donde provenía la luz blanca, había una mesa con algo encima, aunque no podía ver era.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué estaba atada? ¿Acaso era una pesadilla?
—Vaya, vaya, por fin despiertas.
Escuchó unos pasos tranquilos a su espalda. No supo por qué, pero la asustó más, aunque olvidó un momento su miedo para dar paso al desconcierto al reconocer al hombre que se colocó parsimoniosamente delante de ella, vestido con un delantal blanco, unas botas altas y unos guantes.
—Se… ¿Señor Kyubi?
Kurama la observó con detenimiento, como si estuviera analizando su estado.
—Has tardado más de lo que esperaba en recuperar el conocimiento. Tal vez la dosis que te di era demasiado alta, olvidaba que tú no estás acostumbrada a estas cosas.
Ella frunció el ceño, totalmente perdida.
—¿Estas… cosas?
El pelirrojo desapareció un momento. Mientras escuchaba sus pasos alejarse, le dijo:
—Mmm… La droga aún te hace efecto, eso explica por qué te cuesta tanto asimilar la situación en la que estás.
Entonces, un ruido chirriante hirió los oídos de la mujer, que se encogió ante el horrible sonido. Poco después, Kurama reapareció con una silla, la cual colocó con el respaldo de cara a la mujer, de forma que, al sentarse, pudo apoyar los brazos sobre este.
—Vamos, Sakura, no eres una chica tonta. Siempre fuiste la primera en clase, seguro que puedes sacar alguna conclusión a pesar de los mareos y el dolor de cabeza que debes de estar sintiendo.
Intentó pensar, racionalizar lo que estaba ocurriendo… pero no lo entendía.
Miró al empresario, que la observaba con seriedad.
—¿Por qué?
—Te dije que volvieras a Japón, Sakura, que no tenías nada que hacer en Nome. Sin embargo, aquí sigues todavía, causando problemas e interponiéndote en mi brillante plan.
—¿Qué? —preguntó. No lo entendía, no entendía nada de lo que estaba pasando, era surrealista estar en lo que parecía ser una sala de tortura sacada de una película de terror con el presidente de una de las empresas tecnológicas más importante del mundo.
Kurama se inclinó sobre el respaldo, mirándola con los labios fruncidos por la ira.
—Todo iba bien. Todo era jodidamente perfecto. Fugaku estaba demasiado ocupado dando vueltas alrededor de su empresa como un pato mareado, intentando averiguar qué coño ha pasado en sus ordenadores como para prestarle atención a otra cosa. Se suponía que él era mi mayor problema, pero está claro que te subestimé.
—¿Qué?
El pelirrojo ladeó la cabeza.
—¿Es lo único que sabes decir?
—Yo… no… no entiendo qué… —Estaba totalmente perdida, en blanco.
Kurama la observó balbucear durante un minuto entero. Un extraño brillo apareció en sus ojos al comprender lo que ocurría, al igual que una sonrisa escalofriante.
—Ah… Así que no sabes nada…
—¡¿Saber qué?! —gritó, desesperada y aterrada. El efecto de la droga estaba pasando y ya no estaba tan atontada como antes. Entendía que estaba en grave peligro, pero no sabía por qué… Por dios, ¿y si le iba ese rollo? ¿Algún tipo de juego de rol sexual donde él era algún tipo de… amo del calabozo? ¿Le iba el sado?, ¿era eso? ¿Ella era la sumisa, una a la que secuestraba y luego la azotaba? Solo de pensar eso, le entró el pánico—. ¡Por favor, no me haga daño!, ¡a mí no me gustan estos rollos sexuales! ¡Déjeme ir!
Kurama abrió los ojos como platos, y luego se echó a reír, tal alto y tan fuerte que su risa retumbó en las paredes, haciendo que a Sakura le doliera la cabeza de nuevo.
—¿Crees que esto es un juego sexual? Lamento decepcionarte, pero no eres mi tipo —dicho esto, se levantó de la silla con una elegancia felino y apartó la silla a un lado antes de dirigirse a la mesa—. Bueno… supongo que tendré que explicártelo. Tengo entendido que ya conoces a Naruto Uzumaki, ¿no es así?
Ella bajó la vista, recordando de repente que Sasuke se había enterado de su pequeña trampa.
—No —mintió, aunque no estuvo segura de por qué.
—Oh, vamos, no seas tímida, te vi hablando con él desde mi cámara de seguridad.
Sakura se sobresaltó.
—¿Cámara? ¿Qué cámara?
—La que está en el porche. ¿No lo sabías? Tengo cámaras por toda esa casa. ¿Sabes por qué?
Ella no se atrevía a responder nada. Temía que la respuesta la metiera en algo mucho peor de lo que ya estaba.
Kurama regresó llevando en sus manos una larga fila de bisturís, navajas y cuchillos que parecían estar muy afilados. Sakura estuvo a punto de caer de la silla cuando este se los acercó con una radiante sonrisa.
—Elige uno.
—¿Qué? —preguntó con evidente pánico.
—Escoge uno, no seas tímida. ¿El bisturí de diamante?, ¿el clásico? ¿O te atreverías con un cuchillo? Personalmente, siempre me han gustado las dagas. Conservan un aire a antigüedad que me fascina.
—¡¿Por qué me hace esto?! —chilló Sakura, removiéndose violentamente, a tal punto que, de no ser porque Kurama la cogió del cuello de la camisa, habría caído.
Sus ojos rojos tenían una expresión rabiosa que la hizo estremecer.
—Porque por ese doncel al que has jodido, te abriría en canal y te lanzaría al mar de Bering para que los tiburones rematen el trabajo. Tanto olor a sangre atraerá a muchos, se pelearán por tu cuerpo, te arrancarán una pierna o un brazo antes de que mueras. —Hizo una pausa, contemplando con satisfacción el rostro blanco de la mujer que le había jodido su plan—. Y todo por un hombre —suspiró, como si fuera un caso perdido—. ¿Estarías dispuesta a morir por Sasuke, Sakura? Porque la única opción que tienes de que perdone tu vida es renunciar a él.
—¡Lo haré!, ¡lo haré! —chilló ella, sollozando.
No era suficiente, no para Kurama.
—No volverás a ir tras él.
—¡No! ¡Nunca!
—Ni te acercarás de nuevo a Naruto Uzumaki.
—¡Jamás!
—¿Lo juras?
—¡Sí!, ¡lo juro! —prometió con desesperación. Lo único que quería era salir de ese lugar con vida y volver a casa.
Complacido con el resultado, Kurama dejó sus silla suavemente en el suelo y se llevó los cuchillos a la mesa de nuevo mientras que Sakura hipaba a causa del llanto, todavía aterrorizada y sin entender lo más mínimo que tenían que ver Sasuke y ese maldito doncel en toda aquella historia.
El pelirrojo no tardó mucho en regresar, cogiendo su asiento de nuevo y acomodándose delante de Sakura. No parecía tener intención de soltarla.
—Bien —empezó el empresario—, ahora que he decidido dejarte con vida, vamos a negociar tu liberación.
Ella levantó la vista, llena de terror.
—Pe-pero… he jurado que no volvería a ir tras Sasuke…
—Sí, lo has hecho.
—Lo decía en serio, de verdad.
—Lo sé.
—Pero… tú has dicho…
—He dicho que te perdonaría la vida, no que te dejaría salir de aquí —rectificó Kurama sonriendo, haciendo que Sakura volviera a llorar—. Oh, Sakura, no desesperes, podemos llegar a un acuerdo, tengo entendido que eso se te da bien.
La joven levantó la vista, temblorosa.
—¿Un…? ¿Un acuerdo?
El pelirrojo curvó los labios con diversión. Jugar a ser un psicópata sádico había sido divertido, un pequeño castigo por lo que le había hecho esa mujer a sus tortolitos y por haberse atrevido a usar a Saki contra Naruto. Pero ahora venía lo mejor.
—Es un acuerdo muy sencillo; yo te saco de aquí… y tú me ayudas a destruir a Fugaku Uchiha.

1 comentario:

  1. Me alegro mucho ^^
    Si no recuerdo mal, en el próximo capítulo se desvela todo ;) ¡Espero que te guste! :)

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