lunes, 28 de enero de 2019

Night


Capítulo 15. Confrontación

—Sabes que no vas a poder seguir evitándolo, hermano.
Vane le respondió con un resoplido malhumorado y siguió analizando el mapa de la instalación de Mercile con ojo crítico.
Max se sentó a su lado y le dedicó una mirada comprensiva.
—Vane, entiendo que es difícil para ti.
El mayor de los hermanos tensó todos los músculos de su cuerpo con tan fuerza que su camiseta se abultó. Hasta su mandíbula estaba tan apretada que parecía que sus dientes chirriarían en cualquier momento.
—Para.
—Mira, no tengo ni idea de qué hablasteis Jeremy y tú, pero sé que te dejó tocado. —Se acercó un poco más a Vane y puso una mano sobre su hombro—. Night no es como él, no te haría daño.
El otro hombre se zafó de su toque y se levantó de la silla, fulminándolo con la mirada.
—Esto no tiene nada que ver con Jeremy.
Max también se levantó y lo desafió con la mirada.
—Entonces dime por qué estás evitando a Night.
Un músculo empezó a palpitar en el cuello de Vane, pero un destello de dolor apareció en sus ojos, uno que no pasó desapercibido para su hermano, el cual relajó un poco su postura.
—Ya lo sabes. Le dije que no sería su compañero. Necesitamos distancia.
—Ah, no, de eso nada. Él no te creyó cuando le dijiste que no sentías nada por él y yo tampoco me lo trago.
Los ojos de Vane lo atravesaron.
—¿Qué coño sabes tú sobre lo que siento?
Max se sintió dolido por su tono, pero no por ello retrocedió. Lo miró con firmeza y soltó:
—Si no sintieras algo, no explotarías cada vez que alguien saca el tema ni rehuirías tanto a Night.
—Yo no hago eso —replicó Vane con dureza.
—Ya, claro, por eso estás intentando perforarme la cabeza con los ojos, ¿no?
Su hermano mayor lo taladró con la mirada, dándole la razón. Esta vez, no trató de rebatirlo, pero, aun así, le dijo:
—No es asunto tuyo.
—Eres mi hermano y estás sufriendo, claro que es asunto mío, sobre todo cuando esta tontería tiene una solución tan sencilla como que admitas lo que sientes.
—¡No es tan sencillo! —bramó Vane—. ¿Te crees que esto se reduce solo a lo que siento? ¿Crees que basta con que los dos sintamos lo mismo? ¡Esto no es fácil! ¡Nada de esto lo es!
Max tuvo que admitir que el repentino estallido de su hermano lo pilló por sorpresa. Hacía mucho tiempo que no veía a Vane explotar de esa manera, él siempre pensaba con la cabeza, era todo sangre fría, incluso en situaciones límite en la que un hombre podría volverse loco. En el campo de batalla ni siquiera había parpadeado a pesar de saber que una horda de enemigos se acercaba, pero ahora… No lo había visto así desde que perdió a Vic. Tal vez no era tan exagerado como entonces, ahí se había roto por el dolor, como todos, pero seguía siendo impactante ver su temperamento explotar cuando eso solo había ocurrido en contadas ocasiones.
Vane, al darse cuenta de cómo acababa de reaccionar, se sobresaltó, contempló a Max con ojos dolidos y le dio la espalda, no sin antes decirle:
—Perdóname. Necesito tomar el aire.
—¡Vane, espera!
Hizo caso omiso de su hermano y salió de la cocina en dirección a la puerta, seguido por Bear, que lo vio desde la alfombra del comedor y se levantó con rapidez para trotar hacia él y acompañarlo. Vane aceptó su compañía, la verdad era que en el fondo no quería estar solo.
No cuando se sentía hecho pedazos.
Justo en ese momento, detectó un movimiento por el rabillo del ojo y se giró por instinto, encontrándose a Night en las escaleras, mirándolo fijamente. Ni siquiera se percató de que Ethan iba tras él.
Fue muy consciente de la oleada de anhelo que invadió su cuerpo, pero la ignoró y huyó hacia la puerta, estremeciéndose al escuchar que Night lo llamaba. Sin embargo, no se detuvo ni un segundo, sabía que si lo hacía y le plantaba cara, se derrumbaría, y eso era lo último que Night necesitaba.
Por otra parte, a este se le encogió el corazón al olfatear el dolor de Vane en el aire. ¿Por qué insistía en negar lo que había entre ellos? Cuando le dijo que lo quería como su compañero, sus palabras habían sido un rotundo no, pero tanto su aroma como su lenguaje corporal le habían dicho todo lo contrario. Incluso pudo verlo en sus ojos. Vane había sufrido más diciéndole que no le amaba que él al ser rechazado.
Debía reconocer que, en parte, había esperado esa reacción. Vane le había entregado su cuerpo, pero su corazón aún estaba resentido por la ruptura con aquel estúpido humano escuchimizado. Max ya le dijo que tuviera paciencia con él, que le diera tiempo, pero, simplemente, no pudo reprimirse, no después de todo lo que su macho estaba haciendo por él. Tuvo que soltarlo y ahora temía estar perdiéndolo…
Sin embargo, había algo que no le cuadraba.
Vane era lo suficientemente inteligente como para ser más que consciente de lo que había entre ellos, que no era solo algo sexual, había mucho más. Esa era la excusa que le había dado, que sentían una fuerte atracción el uno por el otro, pero Night no lo había creído ni por asomo. Él sabía muy bien lo que había en su corazón, sabía que no quería tener a nadie más en su cama salvo a Vane, nadie le había hecho sentir nunca como él. En Mercile, algunos de sus amigos habían desarrollado fuertes sentimientos por una hembra, o por un macho en secreto, pero a él no le había ocurrido nunca, jamás se le pasó por la cabeza reclamar a una de ellas o anhelar estar con un macho.
Hasta Vane.
Y, aunque él siguiera negándolo, lo conocía lo bastante bien como para saber que el dolor que sentía era porque se estaba resistiendo a sus sentimientos por algún motivo que no comprendía. Como había dicho, el hombre al que amaba no tenía un pelo de tonto. Sabía lo que hacía, en todo momento.
¿Tal vez se resistía precisamente por eso? ¿Acaso habría considerado alguna especie de peligro o amenaza si ambos estaban juntos? Puede que se le hubiera escapado algo y Vane, como de costumbre, hubiera visto venir algún inconveniente, algo que tal vez pudiera perjudicarlo.
Frunció el ceño al pensar detenidamente en ello. La verdad era que no se había parado a pensar en qué pasaría si el rescate iba bien y los dos se convertían en compañeros. Era consciente de que a su gente podría no gustarle al principio, después de todo, se habían pasado toda la vida odiando a los humanos, pero estaba tan seguro de que aceptarían a Vane una vez vieran que los había salvado por un acto de bondad y no para hacerles daño que no había concebido la posibilidad de que ese odio los cegara lo suficiente como para no atacarlo más adelante.
¿Sería eso lo que lo tenía preocupado? ¿La aceptación de su gente? Su Vane sabía que ellos eran la única familia que tenía y lo importantes que eran para él, pero…
Ahora, lo que más deseaba en el mundo, era estar con él. Tener la posibilidad de compartir una vida en libertad junto a él.
Dispuesto a hacerle entender que no importaba lo que sus compañeros pensaran, bajó las escaleras con decisión para seguirlo, sin embargo, Ethan, que iba detrás de él, lo cogió del brazo para detenerlo.
—Espera, Night.
Este se giró, mirándolo con una expresión dolida.
—Está sufriendo, tengo que ayudarlo.
El joven doctor le hizo un gesto para que se calmara y lo soltó, sabiendo que no se iría a ninguna parte. En vez de eso, puso las manos sobre sus hombros en un gesto que pretendía reconfortarlo y le dijo con mucha suavidad:
—Si vas ahora tras él, acabaréis discutiendo. Vane está muy estresado, Night, le han golpeado demasiadas cosas a la vez: descubrirte a ti y a tu gente, planear un rescate, Mercile y sus experimentos, enfrentarse a Jeremy y Anthony y ahora tus sentimientos por él. —Hizo una pequeña pausa para que Night asimilara toda la información—. Son demasiadas cosas en muy poco tiempo, y, aunque no lo demuestre, está preocupado y estresado. Todo eso tenía que explotar en algún momento y, a pesar de que no fuera esa tu intención, tu confesión le ha puesto las cosas más difíciles. No tendrías que habérselo dicho tan pronto, deberías haber esperado.
Night se sintió fatal al comprenderlo. Ethan tenía razón, Vane ya tenía demasiadas cosas en la cabeza como para exigirle además que admitiera sus sentimientos y que estuvieran juntos. Él trabajaba duro para liberar a su gente y, a cambio, lo único que le había dado eran más preocupaciones… y le había hecho daño.
Eso era lo que más le dolía.
—Ya lo sabía —admitió, cabizbajo—, sabía que era demasiado pronto… pero no pude contenerme. Necesitaba que supiera lo importante que es para mí todo lo que está haciendo, lo mucho que lo admiro… y que le quiero. Quería que supiera que deseo estar compartir la libertad que me ha dado con él.
Ethan lo estudió con una expresión que le costó identificar, parecía emocionado y dolido a la vez. Tras unos segundos en silencio, este le palmeó el hombro y se apartó.
—Hablaré yo con él. Estará más tranquilo conmigo —dicho esto, miró a Night a los ojos con convicción—. No te preocupes, él te quiere. Solo necesita tiempo… y acabar con todo esto del rescate. Necesita esa tranquilidad para pensar.
Night asintió, todavía sintiéndose culpable.
—Lo entiendo.
El médico le dedicó una pequeña sonrisa antes de bajar las escaleras y salir de la casa. Se adentró en el bosque en el que Vane se había refugiado años atrás para descansar en paz, alejado del ajetreo de la ciudad. Una parte de él también había sospechado que hizo su casa de vacaciones allí para poder llorar a Vic con tranquilidad, un lugar aislado en el que sus ataques nocturnos no alarmarían a nadie… salvo a sí mismo. Así era Vane. Sentía que debía ser responsable de todo y de todos; de sus hermanos, de sus compañeros del ejército, de su empresa… Por tanto, no podía venirse abajo, ni mostrar debilidad.
Eso hacía que se cerrara a menudo en sí mismo y que no estuviera dispuesto a delegar esa responsabilidad en nadie.
Lo encontró donde pensaba que lo haría, revisando los sensores de movimiento que había instalado tiempo atrás para prevenir ataques de Mercile.
Por supuesto, este notó su presencia a dos metros de distancia.
—No quiero hablar sobre Night —le dijo con cierta brusquedad.
Ethan respondió encogiéndose de hombros.
—Bien, porque no venía por eso.
Vane detuvo lo que estaba haciendo y se giró para mirarlo, viendo cómo se dirigía a un árbol para recostar la espalda contra este y sentarse. Le tomó un minuto entero empezar a hablar, en el cual estuvo jugueteando distraídamente con sus dedos, como si estuviera pensando en el mejor modo de explicarse.
Al final, inspiró hondo y lo observó:
—Tuve una pareja a los veintiún años. Era joven y estaba muy enamorado. Hice… algunas cosas para complacerla de las que ahora no estoy orgulloso. Cosas que no me gustaban, pero que pensé que debía hacerlas para mantener a esa persona a mi lado. Esa relación se volvió muy tóxica… y acabó muy mal. Todo porque yo me empeñé en que quería a esa persona y debía esforzarme porque fuera feliz.
Vane, que había escuchado todo con suma atención, sin interrumpir ni una sola vez, apretó los labios y frunció el ceño.
—¿Por qué me cuentas esto?
Ethan esbozó una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Porque te conozco, y sé que Jeremy no tiene nada que ver con tu decisión de negar lo que sientes por Night. Eres un hombre fuerte, más de lo que tú mismo crees, y sé que no permitirías que lo que te ha pasado con ese idiota te impidiera ser feliz con alguien que te quiere de verdad. Creo… que lo que te da miedo es el cambio. No tengo la menor duda de que estar con alguien como Night, que no es humano como nosotros, es un cambio enorme y me imagino que tendrás tus dudas sobre eso. —Hizo una pequeña pausa en la que tragó saliva—. Yo no hice nada por cambiar mi situación cuando vi que mi relación estaba yendo a un extremo que no quería. Me quedé paralizado por el miedo y al final todo explotó y… fue un infierno para mí. —Se quedó callado un momento, como si reflexionara sobre ello, y, después, contempló a Vane con cierta admiración—. Pero tú no eres como yo. Puede que tengas tus dudas, probablemente Night las haya tenido también, pero ha decidido que tú eres más importante para él. Así que antes de dejar que el miedo pueda contigo… hazle frente. Sé que tú puedes —dicho esto, le sonrió, se levantó y regresó a la casa.
Vane se quedó toda la mañana allí, pensativo… y reflexionando sobre lo que debía hacer.


Night tenía el pulso acelerado mientras iba a la habitación de Vane esa misma noche.
Su amado humano había regresado a la hora de comer y, esa vez, no había huido a su habitación, sino que se había quedado con ellos para la comida e incluso había hablado un poco. Después, había ido al comedor y había continuado estudiando los planos con Max sobre las instalaciones, repasando los distintos planes que había pensado para sacar a su gente sana y salva… y, antes de cenar, le había pedido que fuera a su habitación, que tenían que hablar.
Debía admitir que estaba un poco asustado. Temía que fuera a decirle que tenía sentimientos por él, pero que no podían estar juntos por el motivo que fuera. Le preocupaba especialmente que Vane prefiriera estar con alguien de su especie, con otro humano. Puede que él le aceptara tal y como era, pero… Los humanos y su gente eran, al fin y al cabo, diferentes. Puede que Vane tuviera otras necesidades, puede que… No lo sabía. Él no conocía tanto el mundo humano, era verdad que había aprendido algunas cosas, pero no tenía ni idea de lo que hacían las parejas, qué rutina llevaban, qué metas tenían… A decir verdad, su único sueño había sido siempre ser libre junto a su gente y, últimamente, poder disfrutar de esa libertad con Vane a su lado. No había llegado a plantearse qué hacer después de eso.
Aun así, seguía anhelando ese futuro. No deseaba renunciar a Vane.
Y estaba dispuesto a hacérselo entender.
Inspiró hondo cuando llegó a la puerta de su dormitorio y llamó suavemente. No tardó en escuchar su voz diciéndole que pasara.
Entró despacio de forma instintiva, queriendo infundirle calma al que ya veía como su compañero. Una vez cerró la puerta tras él, se dio la vuelta y miró a Vane. Iba con su camiseta de manga larga de dormir y unos pantalones anchos y cómodos que también usaba como pijama. La forma en la que la ropa se ceñía a su torso le dieron ganas de gruñir, pero se contuvo.
—Vane —lo saludó.
Este inclinó la cabeza.
—Hola, Night —dicho esto, se quedó un segundo parado, como si no supiera por dónde empezar.
Sin embargo, él ya había pensado mucho en lo que iba a decirle, por lo que avanzó hasta él, quedándose muy cerca, pero sin tocarlo aún. No quería que se sintiera incómodo o hacerle sentir peor que los últimos días.
—Vane, yo… Lo siento —le dijo, sintiendo el corazón en un puño—. Siento haberte confesado mis sentimientos así, tan de repente y tan pronto. Para mí es muy importante todo lo que has hecho por mí y lo que ahora estás haciendo por mi gente. A pesar de que yo era peligroso para ti, para Max y para Ethan, me ayudaste, me recibiste en tu casa, me diste comida, ropa y… me enseñaste lo que se siente al ser libre. Y muchas otras cosas. Me has dado conocimientos sobre el mundo, me has enseñado a pelear, a pensar de modo estratégico, me has… —Tragó saliva, emocionado—. Me has hecho sentir tantas cosas. Que no soy un ser despreciable, estúpido o un monstruo, que no soy algo malo, sino… un hombre que merece ser amado. Has hecho que sepa lo que es querer a alguien. Así que siento no haber… comprendido que no necesitabas saber todo esto ahora, que necesitas estar centrado para ayudar a mi gente, que esto tan solo sería añadir más estrés y preocupaciones… Pero también quiero que entiendas que te quiero, que te seguiré queriendo cuando todo esto acabe y que te cortejaré como harían los humanos. No quiero presionarte, solo… Solo quiero que te quedes conmigo.
Al mirar a Vane, vio que había emoción en sus ojos y que el olor de su dolor parecía haberse apaciguado, lo cual lo relajó un poco. Aun así, no esperó que fuera directo hacia él para darle un fuerte abrazo.
—… Night… Yo también te quiero —susurró.
Él dejó escapar el aire que estaba conteniendo, profundamente aliviado, y lo estrechó entre sus brazos mientras enterraba el rostro en su pelo. Lo había dicho, había admitido lo que él ya sabía. Si Vane también lo amaba, entonces nada podría evitar su unión.
—Pero… tengo miedo.
Al escuchar eso, se apartó un poco de él y lo cogió de las manos para llevarlo a la cama e instarlo a sentarse. Ya había intuido que algún motivo debía tener para no ceder a sus sentimientos, para negarse a ser su compañero.
—Cuéntamelo.
Vane dejó escapar un suspiro antes de mirarlo a los ojos.
—Night… Has pasado toda tu vida en Mercile, encerrado. —Este frunció el ceño, sin acabar de comprender lo que estaba diciendo, per dejó que su macho hablara—. Nunca has tenido una relación… normal con nadie, por así decirlo. —El hombre hizo una pausa, como si pensara en la mejor forma de explicarse—. No sabes lo que es estar con alguien en libertad, ¿qué pasa si rescatamos a tus amigos y te sientes más atraído por uno de ellos? Tenéis más cosas en común, habéis vivido lo mismo, sois de la misma especie… No sé hasta qué punto llegan nuestras diferencias, pero… puede que tengas necesidades distintas que alguien como yo no podría satisfacer y…
—¿Tienes miedo de que escoja a uno de los míos antes que a ti? —preguntó Night con los ojos muy abiertos. Había esperado que sus temores fueran otros, no que dudara precisamente de la fuerza de sus sentimientos hacia él. Eso lo molestó—. ¿Crees que no hablaba en serio cuando te dije que quería que fueras mi compañero?
—No es eso, Night, solo creo…
—Crees que no sé lo que quiero porque he estado toda mi vida en una jaula —lo interrumpió, apretando la mandíbula—. Pues te equivocas, precisamente por eso sé la clase de persona que quiero a mi lado, y ese eres tú.
—Night, escúchame…
De repente, este se abalanzó sobre Vane y lo dejó inmovilizado en la cama boca arriba. No le hacía daño, pero se aseguró de dejar parte de su peso sobre él para que no pudiera levantarse y de cogerlo por las muñecas para evitar que se zafara de él de alguna manera, aunque sospechaba que su humano era capaz de quitárselo de encima si se lo proponía en serio. Sin embargo, este no hizo amago de resistirse.
Bien. Quería dejar las cosas muy claras.
—En Mercile, he conocido a machos y hembras que han mantenido la cordura y el espíritu a pesar de toda la mierda que les han hecho. Los admiro por ello. He llegado a tener fuertes lazos de amistad con algunos de mis compañeros y les he llorado cuando han sido asesinados. He tenido relaciones con hembras, y con algunas de ellas he sentido afecto. Pero jamás me habían hecho sentir como tú, Vane —declaró, mirándolo con ojos fieros—. A pesar de los horrores que han vivido, no he respetado ni admirado a nadie tanto como a ti, que has hecho cosas de las que te arrepientes, que has perdido a parte de tu familia, que vives con pesadillas, y, aun así, sigues adelante. Nunca he tenido tanto miedo de perder a alguien como de perderte a ti, la sola idea de que tengas que entrar en Mercile para rescatar a mi gente me aterroriza y, si de mí, dependiera, me aseguraría de que te mantuvieras lejos de esa instalación, alejado de las torturas que yo viví. Nadie me ha atraído tanto como tú, Vane, jamás he deseado abrazar a nadie durante toda la noche como a ti, enterrar la nariz en su pelo y dejar que su olor se quedara grabado en mi piel. Tampoco había mordido a nadie durante el sexo, eso es una señal de reclamo, mi lado animal te quiere y te ha marcado para mantener lejos a otros machos —dicho esto, gruñó—. Ese humano escuálido no te recuperará. Yo sería un mejor compañero para ti, mi especie no quiere montar a nadie que no sea su pareja. Nunca te engañaré, te cuidaré como tú me has cuidado a mí. —Lo miró con decisión—. Soy tuyo, y no hay nada que puedas hacer ni tú ni nadie para cambiar eso. ¿Lo entiendes?
Vane tragó saliva. No había esperado que Night tuviera tan claro lo que sentía por él… Siempre podría discutir, decir que no podía prometerle nada porque realmente no sabía lo que era ser libre y tener una relación con nadie en ese contexto, en un lugar donde no estuviera obligado a hacer nada que no quisiera, donde no tuviera miedo.
Pero, mirándolo a los ojos como hacía ahora… No podía argumentar en su contra. Tenía las cosas muy claras y su mirada no decía otra cosa que no fuera una verdad inquebrantable.
Tragó saliva.
—¿Qué pasará con tu gente?
Night ni se inmutó.
—Es su problema si no les gusta mi elección. Si es así, son idiotas. Tú vas a liberarlos y a darles la vida con la que sueñan.
—¿Me elegirías por encima de ellos?
—Sí. —Se sobresaltó al ver que no había tenido ni que pensar. El rostro de Night se relajó un poco y su mirada se ablandó—. Mi vida sin ti se sentirá vacía, aunque esté libre. Mi gente pierde la voluntad de vivir sin su pareja. Necesito tenerte cerca, Vane.
Él se quedó callado, sin saber qué decir o cómo reaccionar. Una parte de él, emocional y esperanzada, deseaba corresponderle por completo, pero, otra, más racional, seguía teniendo miedo. Porque sabía que Night no era para nada como Jeremy y que, si acababa escogiendo a otra persona, lo último que querría sería hacerle daño de esa manera. Él era un buen hombre y le dolería perderlo.
—Night… Yo… —intentó decir algo, no estaba muy seguro de qué, trataba por todos los medios de encontrar una forma de decidir qué hacer. Se sentía confundido y perdido ya que no estaba seguro de qué era lo correcto, lo mejor para los dos… Sobre todo, lo mejor para Night.
Sin embargo, este decidió por él. De repente, lo cogió por la cintura y los giró a ambos en la cama, de tal forma que acabaron tumbados de lado, cara a cara.
—Mi oferta de que seas mi compañero sigue en pie —le aclaró—, pero no es necesario que me respondas ahora. Es verdad que yo me precipité y que te di más preocupaciones de las que ya tienes, no fue justo para ti. —Lo estrechó contra sí—. Pero déjame estar a tu lado. Déjame estar contigo hasta que rescatemos a mi gente. Y cuando todo esto acabe, déjame demostrarte que todo lo que te he dicho es cierto, que no escogeré a nadie más, que mis sentimientos por ti no cambiarán aunque viva en libertad con mi gente. ¿Me dejas?
Vane miró esos hermosos ojos azules y sonrió. ¿Cómo podría decirle que no, cuando él también quería tener una oportunidad con él?, ¿cuando también deseaba quedarse a su lado?
Ahora fue su turno de abrazarlo con fuerza.
—Claro que sí, Night.


Night se despertó sobresaltado. Detectó el ligero movimiento de Vane en la cama al notar que se había apartado de él, pero lo ignoró rápidamente y agudizó todos sus sentidos. ¿Qué lo había despertado? No recordaba haber tenido una pesadilla, pero ahora no oía nada sospechoso salvo el viento que agitaba los árboles en el exterior. ¿Lo habría imaginado?
Aun así, seguía inquieto, por lo que se levantó sin hacer ruido y arropó a su macho antes de salir de la habitación y echar un vistazo por la primera planta. Por el aroma, supo que Max y Ethan estaban en sus habitaciones y que no habían salido de ellas en un buen rato, así que lo que quiera que lo había alertado, no provenía de ellos. Tampoco eran los perros, Nocturn estaba con Max y Bear y Sam dormían en su habitación con Vane.
Bajó despacio por las escaleras, aguzando el oído y vigilando cada sombra que detectaban sus privilegiados ojos, así como olfateaba suavemente, buscando la amenaza. Recorrió toda la planta baja sin ver nada sospechoso y también comprobó que la puerta estaba bien cerrada. Empezó a dudar de lo que le había despertado, sin embargo, la sensación de que algo no iba bien no desaparecía. Su lobo seguía alerta, como si presintiera un ataque.
Su instinto no le falló.
Las ventanas del comedor estallaron en pedazos de repente por algún tipo de explosión que lo lanzó contra una pared e hirió gravemente sus oídos, produciéndole un horrible pitido que le impedía usar ese sentido. Pese a estar aturdido, tantos años de dura supervivencia lo habían preparado para luchar en peores circunstancias, por lo que se levantó de un salto, colocando los dedos en forma de garras, y clavó sus ojos en sus atacantes.
Bajaron cinco hombres en cuerdas que supuso estaban sujetas al tejado y se colaron en el salón. Todos iban vestidos de negro de la cabeza a los pies y llevaban potentes armas de fuego que lo apuntaban directamente. Él gruñó y se agazapó, preparado para esquivar el mayor número de balas o tranquilizantes posible… sin embargo, un disparo impactó de lleno en el cuello de uno de sus enemigos, del cual estalló un reguero de sangre antes de caer al suelo.
Sorprendido, miró hacia arriba, encontrándose con un despierto Max que llevaba un fusil entre sus manos y que disparó una segunda vez, derribando a otro. Al mismo tiempo, Nocturn había bajado las escaleras por la izquierda y se lanzó contra los hombres por la espalda, causando el caos y que se desorientaran.
Night también lo aprovechó para abalanzarse sobre ellos. Cogió al primero que se le puso por delante por la cabeza y la lanzó con una violencia bestial contra el suelo. Estaba protegido por un casco, pero eso no evitó que le arrebatara el arma de fuego y la disparara contra él.
—¡¡Aaah!!
El grito de Max lo distrajo y miró hacia arriba. Su amigo tenía sangre en el hombro, más hombres habían entrado por las ventanas del piso superior e iban a por él. No tenía dónde esconderse salvo en su habitación, pero sabía que se acorralaría solo si entraba.
Tenía que cubrirlo.
—¡Max! —gritó antes de apuntar hacia los hombres.
Un pinchazo en la pierna le hizo gruñir por el dolor.
Miró hacia abajo y vio que le tenía clavado en el muslo un puto tranquilizante.
Mierda… ¡Joder!
Buscó al cabrón que pretendía sedarlo, encontrándolo en otra horda de humanos que estaba entrando por el salón.
La pierna le falló y cayó sobre su rodilla. Maldita sea… El arma empezaba a pesarle en la mano y le costaba sostenerla, su cuerpo empezaba a no responderle.
Mierda… No… Max…
De repente, hubo un nuevo estallido de disparos, esta vez, sonaban por su derecha y por su izquierda. Le sorprendió ver que, a pocos metros de Max, Ethan sostenía una pistola con la que disparaba muy diestramente para ser alguien que odiaba la violencia y a las que les tenía miedo, cuyas balas golpeaban los cascos de los hombres de la parte superior, obligándolos a retroceder, lo que le dio tiempo a Max a contratacar.
Por otra parte, a su izquierda, Vane también se había despertado y lanzaba una lluvia de disparos contra los atacantes del salón.
Sí… Aún podían lograrlo…
Entonces, su peor miedo se cumplió.
Más hombres aparecieron de repente en el piso de arriba, en el lado de Vane. Uno le disparó en el pecho, en el pectoral izquierdo, antes de que otros dos se abalanzaran sobre él para lanzarlo al suelo.
Night observó horrorizado cómo su compañero se resistía golpeando con su hombro a uno de ellos en la cabeza, tratando de incorporarse del todo para tener mejor equilibrio y luchar mejor… pero, entonces, el otro lo agarró del brazo y tiró con fuerza hacia atrás.
Un grito de pura agonía resonó en la casa.
Le había roto el brazo que tenía herido.
Ver la sangre y su rostro deformado por el dolor, despertó al lobo que llevaba dentro y aulló de rabia. Manteniéndose a cuatro patas, corrió hacia las escaleras y se impulsó en dirección a los hombres de arriba que tenían a su macho entre gruñidos que auguraban una muerte sanguinaria y bestial. Se sintió ligeramente satisfecho al ver que Bear había salido del cuarto y que se había lanzado contra el malnacido que le había roto el brazo a Vane, dejando a este en el suelo retorciéndose entre gemidos.
Sintió otro pinchazo en la espalda que le hizo gruñir. No le importaba, ya estaba cerca.
El primer hombre que se interpuso entre él y su compañero, acabó con la yugular abierta por sus colmillos.
Un nuevo sedante aterrizó en su brazo, haciendo que girara la cabeza hacia el cabrón que pretendía dejarlo fuera de combate. Le gruñó con ferocidad cuando este hizo amago de dispararle otro, pero, antes de que pudiera hacerlo, algo fuerte se impulsó en su espalda y saltó hacia su enemigo.
Sam aterrizó con las fauces abiertas sobre el soldado y le arrancó el arma antes de buscar su cuello y apresarlo con los colmillos, salpicándolos de profusa sangre.
Night hizo amago de dar media vuelta para llegar hasta Vane, sabiendo que Sam lo estaba cubriendo y que Bear estaba protegiéndolo…
Pero dos disparos lo detuvieron.
Algo dentro de él se rompió al ver que Sam se tambaleaba sobre sus patas antes de caer al suelo, inerte. No vio que hiciera ningún intento por levantarse, ni siquiera vio que su estómago subía y bajaba por la respiración.
Los ojos se le llenaron de lágrimas antes de levantar la vista, buscando al hijo de puta que la había matado, jurando que le daría la muerte más dolorosa que se le pudiera ocurrir. Lo encontró justo delante de él, a pocos metros de distancia… junto a otro miserable que le disparó el cuarto sedante, esta vez, en el pecho.
La adrenalina le había ayudado a seguir adelante… pero cuatro dosis de somníferos le hicieron colapsar de repente. Luchó encarnizadamente contra la droga por mantenerse despierto, viendo impotente cómo lo arrastraban lejos de Vane, que seguía tirado en el suelo, gritando de dolor… y su nombre, llamándolo. Lo último que vio antes de que lo bajaran por las escaleras, fue cómo uno de esos malditos disparaba a Bear, y escuchó los gemidos de Nocturn, así como a Max llamando a su hermano y a Ethan chillando un largo y angustioso “no”.
“No…”, pensó mientras su conciencia se desvanecía. “No, no, ¡no! Sam… Lo siento… Bear… Por favor, tú también no… Nocturn… Nocturn, aguanta… Ethan, Max, perdonadme… Vane… Vane… Vane, quédate conmigo…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario