viernes, 16 de noviembre de 2018

Conformista


Déjame conocerte

Y, una semana más tarde, ahí estaba Sasuke, mirando con los nervios a flor de piel el pub irlandés Konoha, mentalizándose para lo que estaba a punto de hacer.
No habían sido los siete días más fáciles de su vida, ni muchos menos. Tras su intenso encuentro sexual con Naruto, lo estuvo culpando durante las primeras cuarentaiocho horas de lo que había ocurrido entre ellos, negando de todas las formas posibles que hubiera disfrutado de lo que habían hecho y diciéndose que solo había accedido porque estaba muy borracho y que era un estúpido rubio que se había aprovechado de su estado para joderlo. Al principio, le funcionó estar tan enfadado y resentido, especialmente porque le dolía el trasero cada vez que andaba o se sentaba, aunque no por ello pudo borrar el recuerdo de su cuerpo sobre el suyo, de su boca, sus manos y su polla haciéndole el amor como nadie lo había hecho antes. Aun así, trató de olvidarlo centrándose en cosas del trabajo, en salir con sus amigos a cenar o llamar a su familia para ir haciendo planes para las Navidades. Además, hubo algo que le ayudó a alimentar su ira, y fue que Karin, al día siguiente de su alocada noche, le envió un mensaje diciéndole que tenía que irse a un viaje de negocios con su jefe… y que se había llevado una de sus tarjetas.
Sí, eso por poco lo hizo explotar, sobre todo porque la idea de que esa zorra fuera a gastarse dinero en ponerle los cuernos hizo que estuviera a punto de llamarla de todo y enviarla a la mierda pero, al final, su orgullo se impuso y se dijo a sí mismo que no quería que pensara que su infidelidad le había hecho tanto daño que lo había puesto histérico. No, cortaría con ella como tenía que hacerlo, en persona y con frialdad. Lo suyo no había significado gran cosa para él, especialmente cuando… cuando por fin había encontrado a alguien con quien había conectado de verdad.
La furia no dura eternamente y, con el paso del tiempo, su mente lo traicionó haciendo que rememorara una y otra vez la noche que había pasado con ese divertido y sexy rubio. Recordó lo mucho que había disfrutado hablando con él, cómo había reído al bailar en sus brazos y lo bien que se había sentido al hacer el amor con él, lo dulce y considerado que era al principio, y lo apasionado y seductor que era al final. Pensó en que nunca se había sentido tan cómodo con nadie, ni tan atraído, no solo físicamente, sino… a nivel emocional.
Le costó un poco aceptar su nueva sexualidad, pero no tuvo más remedio que hacerlo al darse cuenta de que… echaba de menos a Naruto. Trató de no hacerlo, sabía que sería una estupidez volver a verlo cuando lo abandonó a la mañana siguiente de hacer el amor con él, era el equivalente a darle la patada en el culo a alguien. Así que siguió haciendo su vida, centrado en el trabajo y preparándose para una ruptura formal con Karin antes de informar a su familia y amigos de lo que había ocurrido.
Ese era el plan… entonces, ¿por qué diablos estaba un viernes por la tarde frente al pub donde sabía que vivía Naruto? Tal vez sentía que le debía una explicación por desaparecer así… Tal vez, si lo veía bailando con otro hombre, se convencería de que lo que hubo entre ellos no fue tan especial como lo recordaba.
Eso le dolió más de lo que pensó.
¿En qué estaba pensando? Solo fue una noche apasionada, seguro que para él no significó nada y que ya estaría haciendo reír a otro hombre, uno que tendría muy claro que era gay y que no le dejaría tirado al día siguiente.
No, no podía hacer esto. Tenía que volver a casa y aclarar sus sentimientos, porque no era posible que pudiera sentirse de ese modo por alguien a quien apenas conocía, solo estaba confundido por su sexualidad y porque su vida amorosa era una mierda.
Así que dio media vuelta con brusquedad… chocando contra un torso tan fuerte y tonificado que por poco cae hacia atrás si no fuera porque unas manos grandes y viriles lo sujetaron. Alzó la vista para disculparse… y palideció al reconocer al hombre que lo sostenía en sus brazos, el cual abrió los ojos como platos.
—¿Sasuke?
—… Hola. —Muy bien, Sasuke, eres un genio.
Naruto lo soltó en cuanto estuvo estable sobre sus pies y lo miró confundido.
—¿Qué haces aquí?
—Yo… Eh… Ah… —Se pasó una mano por el pelo, sin saber qué hacer. ¿Qué podía decir? Mira, eres el primer tío con el que me acuesto y resulta que me gustó tanto que quería volver a verte y, tal vez, tomar un café…
Al ver que Sasuke no hacía otra cosa aparte de balbucear, Naruto esbozó una pequeña sonrisa, pensando que era bastante gracioso y lindo verlo tan nervioso. Sin pensárselo dos veces, se acercó a él hasta que estuvo a punto de tocarlo, haciendo que este enmudeciera y lo mirara rojo como un tomate, y le ofreció su mano.
—¿Quieres que hablemos?
El Uchiha tragó saliva, sin esperar lo más mínimo semejante grado de amabilidad, y asintió, aceptando su mano. Una sensación cálida lo embargó al sentir sus dedos cálidos sobre los suyos; eran largos y fuertes, pero lo sostenían con delicadeza, sin transmitir el menor rasgo de rencor por lo que pasó entre ellos o un mínimo resentimiento. Una parte de él estaba esperanzada ante la idea de que no estuviera enfadado, de que tal vez aún tenía una oportunidad de arreglarlo y… puede que de conocerlo mejor. De salir juntos aunque solo sea una vez, solo para volver a sentir lo que había experimentado aquella noche.
Naruto lo guio al interior del pub sin soltarlo, deslizándose hábilmente entre la multitud como si lo hiciera todos los días, lo cual, probablemente así era.
—¿Te importa si vamos a mi casa? —le preguntó el rubio con una sonrisa dubitativa—. Tendremos privacidad y así podré dejar mis cosas —añadió, señalando la mochila que llevaba colgada de un hombro. Seguramente volvía de trabajar.
—No hay problema —respondió, aunque la idea de estar a solas en su piso hizo que su pulso se acelerara. Se decía a sí mismo que no iba a ocurrir nada entre ellos, que Naruto tenía su orgullo y que lo más probable era que lo hubiera herido al desaparecer de esa forma, pero su corazón parecía no estar de acuerdo ya que, a medida que subían las escaleras, su mente lo traicionaba pensando en la primera postura que quería usar con él.
Una vez dentro de su casa, Naruto dejó la mochila contra la pared de la entrada y lo invitó a pasar.
—Siéntate, por favor. ¿Te apetece tomar algo?
Sasuke lo miró incrédulo. ¿Qué demonios pasaba con él? ¿Por qué era tan amable con él después de que huyera como un cobarde? ¿Por qué simplemente no lo había evitado y dicho que se largara, como ya había hecho antes?
Eso lo puso de los nervios y lo encaró.
—¿Qué pasa contigo?
Naruto se sobresaltó.
—¿Qué?
—¿Por qué te portas así conmigo después de lo que hice? Fui un cobarde que te dejó tirado a la mañana siguiente de haber hecho el amor como si no valieras nada, ¡te traté como si solo hubieras sido un buen polvo! ¡Deberías estar enfadado y gritarme de todo!, ¡decirme que yo no pinto nada aquí y que deberías partirme la cara…!
—Hombre, eso es un poco exagerado, ¿no crees? —repuso el rubio, mirándolo con diversión.
Sasuke le devolvió la mirada echando chispas.
—No tiene gracia.
—Claro que la tiene, te estás echando tú solito la bronca de lo que hiciste —dijo antes de ir hacia él con una amable sonrisa—, lo que me dice que yo tenía razón. Eres una buena persona, Sasuke. Si no lo fueras, no estarías sintiéndote tan culpable que has venido hasta aquí para darme explicaciones.
El otro hombre se lo quedó mirando como si estuviera chalado.
—Tú tienes un grave problema mental, ¿verdad?
Naruto soltó una carcajada.
—Me lo tomaré como un cumplido.
—Sí, estás mal de la cabeza.
—Solo soy realista, Sasuke —dijo, observándolo con cierta tristeza en sus ojos—. No voy a negar que me dolió que te fueras sin dejar tu número al menos, yo… sentí que hubo algo especial entre nosotros y tenía la intención de invitarte a desayunar, pero puede que solo fuera una impresión mía. Imaginé que tú estabas pasando un mal momento con tu novio por eso de la infidelidad, que bebiste un poco de más y que te acostaste conmigo por despecho, y que, a la mañana siguiente, te sentiste avergonzado y huiste por eso. —Hizo una pausa en la que bajó la cabeza. Ahora, su expresión era dolida, aunque trataba de ocultarlo—. Aun así, a pesar de que sospechaba que había sido eso, me mataba no estar seguro de lo que habías sentido al estar conmigo, una parte de mí quería creer que también habías notado una conexión entre nosotros, de modo que te busqué… hasta que Iruka, el hombre que se ocupa del pub de mi madre, me dijo quién eras.
Sasuke parpadeó.
—¿Qué?
Naruto lo miró como si él fuera algo inalcanzable y eso le doliera.
—Tu apellido es Uchiha, ¿verdad?
—… Sí. —No estaba seguro de si le gustaba o no que el rubio supiera quién era.
Los ojos de este mostraron abatimiento.
—Eres un hombre que lo tiene todo, Sasuke. Diriges tu propia empresa, eres famoso y tienes cien veces más dinero del que yo ganaré en toda mi vida. Supe enseguida que alguien como yo no tenía ninguna oportunidad contigo.
Hubo algo en ese comentario que lo molestó muchísimo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con cautela.
El otro hombre apartó la vista.
—Tengo una vida humilde. No es que me queje, me gusta mi trabajo, me gusta mi casa y adoro el pub de mi madre, es mi hogar, después de todo. Pero nunca saldré en las revistas, nunca tendré un coche impresionante ni tampoco una isla en el Pacífico. ¿Qué podría ofrecerte yo que tú no tengas ya?
Sasuke se quedó en silencio unos segundos, asimilando lo que acababa de oír. Después, apretó los labios y le dio un golpe en el brazo que hizo saltar al rubio.
—¡Au! ¿A qué ha venido eso?
—A que eres más tonto de lo que pensaba.
Naruto frunció el ceño, un poco molesto.
—¿Y ahora por qué me insultas?
—Sé muy bien la clase de gente que hay en mi mundo —rezongó Sasuke—. Muchos son imbéciles que creen que por tener dinero el mundo entero caerá a sus pies solo con chasquear los dedos, son personas superficiales, egoístas y… no dudan a la hora de aprovecharse de los demás. No todos son así, pero muchos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para conservar su posición, por poco ético que sea —dicho esto, lo miró con rabia—. ¿Cómo te atreves a pensar que estás por debajo de ellos? ¿Tienes acaso la menor idea de la mierda que tengo que tragar? Yo he trabajado duro toda mi vida para estar donde estoy y me siento orgulloso por ello, pero eso no quiere decir que me guste todo lo que conlleva. ¿Te crees que me gusta que las revistas estén al acecho para conocer cada centímetro de mi vida? ¿Piensas que me gusta estar entre los cien solteros más ricos del país? Lo único que me ha aportado eso es atraer a gente que solo busca aprovecharse de mí, de tener alrededor personas que solo quieren mi dinero cuando yo me lo he ganado a base de esfuerzo, y cuando no tienen lo que quieren, no se lo piensan dos veces a la hora de insultarme o intentar joder mi reputación. —Cogió a Naruto del cuello del suéter y lo miró con cara de pocos amigos—. ¿Y tú te atreves a menospreciarte? Sabías quién era y no has ido corriendo a algún periodista a venderle lo que hicimos esa noche, ni tampoco has buscado chantajearme aun pudiendo ganar mucho dinero. Encima crees que yo no tendría el menor interés por ti, lo cual es jodidamente estúpido porque eres el hombre más amable, considerado, cariñoso, divertido, dulce y…
—¿Piensas todo eso de mí? —preguntó Naruto. La tristeza y el dolor habían desaparecido de su rostro, siendo sustituidos por la estupefacción y la esperanza.
Sasuke se sonrojó, pero no apartó la mirada. Era todo o nada, ahora o nunca.
—Yo también sentí una conexión contigo. Nunca me había atraído nadie como lo has hecho tú… —Hizo una pausa, preparándose para confesarle la importancia de su encuentro—. Hui esa mañana porque… porque eres el primer hombre con el que me he acostado.
Esta vez, Naruto lo miró como si se hubiera quedado en blanco.
—… ¿Qué?
El Uchiha esbozó una pequeña sonrisa nerviosa.
—Sabes quién soy pero no sabes que, en teoría, soy heterosexual.
—¡Joder, no! A mí no me va eso de husmear en la vida privada de los demás… —Se pasó una mano por el pelo, tratando de asimilar lo que acababa de oír, antes de observarlo con detenimiento—. Entonces… ¿no eres gay?
Sasuke se encogió de hombros.
—Siempre he salido con mujeres. Hasta que te conocí, no me había fijado nunca en los hombres.
Naruto aún estaba intentando que esa información encajara en su cabeza.
—Pero… esa noche me dijiste que tu novio te era infiel.
—En realidad, solo dije que era un cornudo. Es mi novia la que estaba jodiendo con su jefe —respondió como si no fuera realmente importante. Porque, en esos momentos, ya no lo era—. Hacía tiempo que sospechaba algo y ese día fui a comprobarlo. —Hizo una mueca—. Ya te dije que no la amaba, pero fue humillante; yo nunca le fui infiel con otra y me esforcé porque las cosas funcionaran entre nosotros. Dos años de esfuerzo a la basura.
El rubio le cogió la mano y la acarició.
—Lo siento. Aunque no la quisieras, tuvo que ser duro.
—Ahora ya no tiene importancia.
Naruto asintió, aunque aún se veía algo confundido.
—¿Y por qué viniste conmigo? Podrías haber escogido a cualquier mujer que hubieras querido, todas en el pub tenían las bragas mojadas por ti, ¿por qué yo si soy un hombre?
—Porque nunca me lo había pasado tan bien con una mujer como contigo —admitió Sasuke—. Nunca me había sentido tan a gusto con nadie, ni tampoco tan unido. Yo… sentía curiosidad y por eso fui contigo; el hecho de estar un poco borracho me ayudó a no pensarlo demasiado y, la verdad, me alegro. Al día siguiente me escapé porque… estaba confundido y asustado, no entendía por qué había hecho eso contigo y mucho menos por qué lo había disfrutado tanto y…
—¿Te gustó? —interrogó Naruto con sumo interés.
Sasuke volvió a sonrojarse.
—Sí.
Él se acercó más, observándolo con ojos brillantes, hasta que pegó su pecho al suyo. Sasuke por poco suspiró al sentir sus fuertes músculos bajo el suéter.
—¿Te gustó más joder conmigo que con una mujer? —le preguntó en un tono bajo y ronco, ese tan sexy que no había podido olvidar y que hizo que se estremeciera de la cabeza a los pies.
—Sí —respondió sin dudar y un poco excitado.
La mano libre de Naruto fue a parar a su rostro, donde le acarició la mejilla con el pulgar. Sus hermosos ojos azul claro no abandonaron los suyos en ningún momento, observándola con una arrolladora intensidad.
No se resistió cuando el rubio se inclinó para besarlo en los labios. Se estremeció un poco al sentir su boca moviéndose lenta y eróticamente sobre la suya, de forma suave pero incitante a la vez, con la clara intención de tentarlo y seducirlo. Aunque no tendría que esforzarse tanto, Sasuke ya tenía claro que no quería desperdiciar la oportunidad de conocer a Naruto, de ver qué había entre ellos, así que aferró su suéter con ambas manos y le devolvió el beso, acariciando su lengua con la suya mientras se le escapaba un gemido. Joder, había echado de menos su boca caliente y húmeda, sus brazos fuertes alrededor de su cintura, sus manos grandes acariciando su espalda. Sus cuerpos acabaron fundidos en un abrazo íntimo, tan cerca el uno del otro que ambos podían sentir el deseo de su amante; aun así, ninguno se entregó a la pasión todavía, ambos querían hacer las cosas bien esta vez, sin alcohol, sin confusiones y sin malentendidos.
Naruto fue el primero en romper el beso con suavidad, para disgusto de Sasuke, pero este se desvaneció de inmediato cuando el rubio le preguntó:
—¿Quieres quedarte a cenar?
Él parpadeó.
—¿Me estás pidiendo una cita?
El rubio sonrió y asintió con entusiasmo, como si fuera un niño pequeño. Le resultó adorable.
Se lamió los labios antes de decir:
—Me encantaría cenar contigo, Naruto.


Sasuke sonreía feliz y satisfecho por primera vez en mucho tiempo. Aún estaba en casa de Naruto, tumbado en su cama, totalmente desnudo, rodeado por sus brazos.
Era la mejor cita que había tenido en su vida. Normalmente, cuando él salía con una mujer, la llevaba a un buen restaurante donde charlaban: sobre la actualidad, de su muy lucrativo trabajo, a qué se dedicaba ella, la cual se tiraba flores a sí misma y alardeaba del buen nombre de su familia, a veces incluso hacía referencias sutiles a sus habilidades sexuales pero, en general, el tono de sus amantes era coqueto. Después de eso, a Sasuke le resultaba muy fácil convencerlas para que le llevaran a sus casas donde acababan teniendo sexo. Sí, todo era pan comido, sin embargo, encontraba a esas mujeres superficiales, aburridas e insípidas, todos sus gustos eran refinados o al menos lo fingían para gustarle, y no mostraban real interés en él… al menos, no como persona, parecían más atentas a adivinar cuánto dinero tenía en su cuenta corriente o en acariciar sus piernas con la suya, en mirarlo seductoramente o en comer de un modo erótico para provocarle.
Eso estaba bien para follar, pero no para tratar de conectar emocionalmente con alguien.
Sin embargo, con Naruto había sido totalmente distinto. Hablaron con naturalidad de cualquier tontería que pasara por sus cabezas, desde sus gustos en música hasta anécdotas vergonzosas de la infancia; el rubio no le mentía para gustarle, simplemente expresaba lo que detestaba y lo que le apasionaba, le contó que amaba a los animales, que le encantaba la música de Ed Sheeran, que era adicto a las novelas de asesinatos y que su madre echó una vez a su novio de casa porque los pilló teniendo relaciones íntimas. Sasuke no se había reído tanto en su vida, ni tampoco hablado tanto en una noche, pues él solía ser más callado y le costaba relacionarse, pero esa vez, no pudo evitar hablarle de que le gustaban las películas y los libros biográficos, que sabía tocar el piano y amaba la música instrumental, que adoraba a su familia, y que la cita más vergonzosa que había tenido fue con una mujer que se sentó en la mesa del restaurante donde cenaban y que se abrió el vestido mientras le exigía que la jodiera.
No fueron a ningún sitio elegante, sino que se quedaron en su casa haciendo una pizza casera, y el rubio disfrutó lo suyo manchándole la cara de harina y tomate, a lo que Sasuke no dudó en contratacar… y sí, terminaron hechos un desastre los dos, pero no les importó porque se lo pasaron en grande jugando como dos niños.
Cuando terminaron de cenar, Naruto no dudó en besarlo. Él no se resistió lo más mínimo, dejó que el rubio le desabrochara la camisa para acariciarlo y que le bajara los pantalones para jugar con su miembro erecto. Lo estuvo masturbando un buen rato, primero con su mano mientras lamía y mordía su cuerpo y luego con su boca, volviéndolo loco de placer. Y después de eso, el rubio lo cogió de la mano y lo llevó a su habitación, donde hicieron el amor toda la noche. Naruto fue delicado con él la primera vez, quería compensarlo por no haber sabido que era el primer hombre para él y quiso que fuera algo especial. Fue… tan dulce y tierno con él… Sasuke jamás había sentido nada tan maravilloso como tenerlo sobre su cuerpo, embistiéndolo despacio mientras lo besaba y le susurraba al oído lo sexy que era para él y lo mucho que le gustaba estar en su interior y poseerlo.
Las otras veces fueron… más salvajes. Apasionadas. Naruto lo animó a probar varias cosas ahora que estaba sobrio que le hicieron gritar y que estaba ansiando repetir, por no hablar de que volvió a usar su corbata para atarlo o vendarle los ojos… Fue genial. Y, cada vez que hacían el amor, el rubio le hacía un masaje en las nalgas, arrepentido porque Sasuke admitió que la otra vez estuvo muy dolorido. Eso le pareció muy dulce por su parte.
Ese día no estaba nada dolorido. Se sentía feliz y completo mientras acariciaba las facciones relajadas de su amante con los dedos, delineando sus pómulos, la fuerte línea de su mandíbula, sus labios carnosos…
De repente, Naruto empezó a removerse a la vez que hacía sonidos somnolientos. Sasuke sonrió, le parecía tan gracioso…
Tras unos pocos minutos remoloneando, el rubio abrió los párpados, revelando sus increíbles ojos azules, que con la tenue luz del alba, parecían aún más claros y brillantes.
—Buenos días —le saludó en voz baja, acariciando esta vez los mechones de cabello que caían sobre su rostro.
Los ojos de Naruto chispearon felices al verlo.
—Buenos días —dijo, incorporándose un poco para besarlo tierna y profundamente. Sasuke no pudo evitar tener los labios curvados hacia arriba mientras sus bocas se dedicaban cariñosas muestras de afecto, estaba tan feliz después de una horrible semana que su malhumor y frialdad característicos parecían haberse esfumado. Ahora, lo único que le apetecía hacer era quedarse en la cama con su rubio.
Estuvieron un par de minutos besándose mientras se acariciaban el uno al otro; Naruto el rostro de Sasuke y este su ancha espalda de arriba, todavía impresionado por sus duros músculos y hechizado por la forma en la que se movían bajo sus dedos. Después de eso, el rubio se separó lo suficiente para tumbarse a su lado, tan cerca de él que solo había unos pocos centímetros entre sus labios, y usó una de sus manos para recorrer su piel de arriba abajo, desde su hombro, pasando por su espalda y su costado, hasta las nalgas.
—No has salido huyendo esta vez —lo picó Naruto con ojos divertidos.
Sasuke levantó una ceja.
—Puedo irme si quieres.
Nada más oír esas palabras, el rubio sonrió con malicia y envolvió todo su cuerpo alrededor del otro hombre, quien no pudo hacer otra cosa aparte de soltar una risilla por su reacción.
—Puedes intentarlo, pero esta vez estoy despierto y soy más grande y más fuerte que tú. Además —añadió, mirándolo con picardía—, todavía puedo atarte otra vez a la cama.
El Uchiha se mordió el labio inferior.
—Estoy tentado a escaparme solo por eso.
Los ojos de Naruto relucieron, llenos de lujuria, y se inclinó sobre él para atrapar su labio inferior y mordisquearlo con afán juguetón. Sasuke rio y le dio un beso; eso era raro en él, normalmente no era muy afectuoso y mucho menos jugaba en la cama… bueno, no de esa manera, pero ese hombre tenía algo que le hacía abrirse con una facilidad increíble, que sacara su lado más cariñoso y divertido.
Tras intercambiar una ronda de besos y risas, volvieron a quedarse abrazados sobre la cama, acariciándose y mirándose con ternura, sin acabar de decidirse a levantarse y mucho menos a separarse el uno del otro.
Mientras Sasuke acariciaba el pecho de su amante le asaltaron las dudas de que lo que iba a pasar ahora. Si Naruto hubiese sido como las demás mujeres con las que habría salido, le habría bastado con decir que le recogería a una hora concreta para salir juntos otra vez pero, gracias a Dios, no era así… sin embargo, precisamente por eso no estaba seguro de cómo plantear una segunda cita sin parecer arrogante, nunca había estado con alguien que le gustara de verdad y tanto…
—¿Tienes planes para este fin de semana? —le preguntó de repente el rubio con una sonrisa.
Sasuke se quedó un poco parado al principio, pero luego le devolvió el gesto.
—La verdad es que no.
—Yo tampoco —comentó Naruto, guiñándole un ojo.
Y así, sin más, ya tenía una cita de cuarentaiocho horas con el hombre que tanto le gustaba.


—Vamos, Sasuke, una gala benéfica no suena tan mal —le dijo Naruto por teléfono.
Él puso los ojos en blanco mientras se ponía bien la corbata.
—No es la gala benéfica en sí lo que me molesta; estoy de acuerdo con la causa y me siento orgulloso de poder ayudar, lo que me fastidia son todos esos ricachones que solo quieren quedar bien con la prensa. ¿Tienes la menor idea de cuántas de esas personas van a estar revoloteando alrededor de mi familia?
—Me voy a arriesgar a decir que… todas y cada una de ellas.
—Exacto.
—Bueno, piensa que es el precio a pagar por esos niños sin recursos a los que vas a poder brindarles una buena educación.
—Creía que el precio a pagar era el dinero —sonrió Sasuke.
—Nooo. El precio a pagar es el verdadero sacrificio, lo que te duele hacer, y teniendo en cuenta que donar millones de yenes por esos niños no te molesta, tu precio es aguantar a los indeseables.
Sasuke hizo una mueca y se miró al espejo, viendo cómo le quedaba el esmoquin.
—Ojalá pudieras venir. Habría sido más divertido contigo, sueles desconcertar a esa clase de gente.
—Y a mí me encanta hacer que se sientan confusos; desgraciadamente, yo tengo trabajo y tú aún tienes que mentalizarte para decirle a tu familia que te has cambiado de acera.
Se mordió el labio al escuchar eso.
—Lo siento, Naruto.
—No era un reproche, Sasuke —le dijo Naruto con un tono suave y cariñoso, ese que ponía cuando le lanzaba esa mirada tierna que le decía que él lo apoyaba en todo—. Entiendo que es una situación confusa para ti y no me molesta, sé que se lo dirás cuando estés listo. Además, también creo que deberíamos esperar a que esa novia tuya regrese de su viaje.
Sasuke gruñó al pensar en Karin. Llevaba ya dos semanas de “viaje de negocios” con su jefe y todavía no había regresado, lo cual era una mierda porque ya llevaba una semana saliendo con Naruto… y era más feliz que nunca. Por primera vez en su vida, sentía que había encontrado una pareja de verdad y no una arpía que fuera en busca de su apellido y lo que venía con él; el rubio no estaba en absoluto interesado en su dinero, de hecho, se molestaba si intentaba invitarlo a algo, decía que él había trabajado muy duro para ganarse su sueldo y que lo había hecho para ser independiente, y eso Sasuke lo respetaba, y mucho.
Aparte de su escaso interés por su fortuna y su fama, había que añadir que le gustaba el interés que mostraba en él como persona, que sintiera curiosidad por sus gustos y hobbies y se atreviera a compartirlos con él. También era una persona empática, podía detectar fácilmente su humor y, curiosamente, siempre sabía cómo lidiar con él, no importaba lo malo que pudiera ser, Naruto se las arreglaba sin problemas para arrancarle una sonrisa, distraerlo o incluso lograr que aceptara sus abrazos y masajes, que solían relajarlo hasta que el estrés desaparecía. A eso había que añadir su extraña capacidad para sacar su lado más abierto y divertido, el hecho de que fuera un hombre cariñoso, con una alegría contagiosa… y también su fuerza de voluntad, su carácter seguro y decidido, su valentía.
Sasuke había tenido la oportunidad de verlo una vez en el trabajo, mientras ayudaba a evacuar un edificio en llamas. Parecía que fuera a derrumbarse en cualquier momento, pero Naruto y sus compañeros no dudaron a la hora de entrar y sacar al mayor número de personas posible. Era una faceta suya que no había visto hasta el momento y se sintió muy impresionado… y orgulloso. Orgulloso porque ese hombre tan valiente arriesgara su vida por otros, a pesar de lo preocupado que había estado todo el tiempo que había pasado en ese edificio.
Era la persona más increíble que había conocido, y estaba con él.
Por eso no quería esconderlo, no le avergonzaba estar con un hombre, menos aún con Naruto, y le jodía que Karin no hubiera vuelto todavía para dejar las cosas claras con ella. Él no era de los que rompía una relación por teléfono, sobre todo si su pareja le había sido infiel; quería mirarla a la cara y decirle que lo suyo había terminado, que él no salía con mujeres que le engañaban. Así, después de eso, podría decirle a su familia que ya no estaban juntos, que había descubierto su nueva sexualidad y que había conocido a alguien que le gustaba de verdad. Realmente no le preocupaba mucho la reacción de sus padres y su hermano, sabía que lo aceptarían, pero era un poco incómodo tener que reunirlos para hablar de eso y, antes, quería hacer las cosas bien.
Lo primero era romper con Karin… si volvía.
Soltó un resoplido.
—Más le vale. Me debe dinero.
—Aún no me puedo creer que cogiera una de tus tarjetas de crédito —repuso Naruto. Sonaba tan incrédulo como cuando se lo dijo la primera vez.
—Pues lamento decir que a mí no me sorprende —comentó antes de mirarse una vez más en el espejo y asentir, decidiendo que estaba bien para la gala. Después, le echó un vistazo a su reloj—. Oye, tengo que irme ya. ¿Te veré esta noche?
—Por supuesto, es viernes y pienso mantener ese sexy trasero tuyo muy ocupado a partir de las diez —le dijo en ese tono ronco que hacía que su piel se erizara.
Esbozó una gran sonrisa.
—Procuraré no retrasarme, entonces.
—Más te vale, no me obligues a ir a buscarte, joder sobre una mesa ante un montón de invitados generosos es de mala educación.
Él se mordió el labio inferior, excitado cuando una idea acudió a su cabeza.
—¿Y follar sobre la mesa de tu comedor sería maleducado?
Naruto gruñó al otro lado de la línea. Dios, cómo le gustaba ponerlo duro a distancia.
—Sasuke, no me tientes a ir a buscarte. Sé que llevas puesto un esmoquin, y si verte con traje ya me pone caliente, imagínate lo que haré esta noche cuando te vea con eso puesto.
Eso era tentador… mucho más que la gala benéfica. No es que no quisiera ayudar a los niños, era una persona práctica y tenía más dinero del que iba a gastar, por lo que tenía preferencia por usarlo en buenas causas; el problema era que odiaba esas galas por toda la pompa que conllevaba, era más bien un desfile de ricos que exhibían su fortuna. Sin embargo, tenía que acudir, hacía tiempo que no veía a su familia y le había prometido a su madre que asistiría, además, Naruto no podía escaparse de su trabajo… pero era divertido seducirlo.
—¿Quieres que te espere con la camisa desabrochada y los pantalones abiertos? —le preguntó con un tono bajo y sugerente—. Llevo corbata, por si quieres usarla.
—Grrr… —gruñó su rubio, haciendo que se sintiera poderoso.
—¡Oh, venga ya! —gritó alguien de fondo—. ¡Sasuke, deja de decirle guarradas a tu novio por teléfono o no podremos empezar a entrenar!
—Métete en tus asuntos, Kiba —replicó Naruto.
Sasuke sonrió. En el transcurso de la semana, había conocido a los compañeros de trabajo de su pareja. Al principio, le preocupó no encajar con ellos, era consciente de que era una persona seria y callada, le costaba mucho relacionarse con los demás, pero su rubio le dijo que no debía preocuparse, que eran tan charlatanes que no haría falta que abriera la boca, pues ellos llevarían la conversación solos. Afortunadamente, así fue. La mayoría de ellos eran tan escandalosos e hiperactivos como Naruto, sobre todo Kiba, aunque había otros más tranquilos como Gaara y Shikamaru, con quienes congeniaba mejor por su carácter. La verdad es que se sintió integrado enseguida y, curiosamente, muy aceptado. Supuso que era por aquello que le escuchó decir a Kiba al resto del grupo en tono confidente, que se alegraba de que su amigo estuviera saliendo con alguien después de lo que le hizo el capullo de Genji.
Genji.
Naruto nunca le había hablado de él. No negaría que le causaba un poco de curiosidad ya que él era bastante abierto a la hora de hablar de cualquier cosa, pero solo llevaban una semana juntos, no podía exigirle que se lo contara todo y tampoco le parecía educado preguntarle por una conversación que escuchó a escondidas, aunque fuera sin querer.
Lo importante era que los dos estaban bien juntos.
—¿Qué pasa, Kiba? ¿Tienes envidia? —dijo en voz bien alta, intentando que el otro lo oyera.
Al parecer, lo logró, porque Naruto soltó una risilla y Kiba lanzó un gruñido.
—Ya os gustaría a vosotros que sintiera envidia. ¡Anda, Naruto!, vamos a entrenar o vendrá Shikamaru a echarnos la bronca.
Se escuchó un poco de forcejeo que hizo reír a Sasuke, el cual, para evitar que el rubio se metiera en un lío, se despidió rápidamente de él.
—Nos vemos luego.
—¡Hasta luego, Sasuke! —le dijo Naruto—. ¡Mierda, Kiba! ¡Quítate de encima!, sé que estoy muy bueno y que soy gay, pero tú no eres mi tipo.
—¡Pero serás…! —y ahí se cortó la llamada, haciendo que Sasuke soltara una fuerte carcajada. Desde luego, su vida se había vuelto más divertida desde que tenía a ese rubio escandaloso como novio.
Novio.
Todavía sonreía como un idiota al pensar en esa palabra, sobre todo porque estaba relacionada con Naruto. Puede que fuera tonto e ingenuo porque era la primera vez que alguien le gustaba tanto, pero tenía muchas esperanzas de su novio fuera la persona ideal para él. Puede que fueran personas muy diferentes, sin embargo, precisamente por eso parecían compenetrarse tan bien; era interesante explorar los puntos de vista del otro y probar cosas nuevas, así como cada uno parecía compensar las flaquezas del otro. Nunca se había sentido tan cómodo con nadie, y ni siquiera con su hermano se abría tanto como con Naruto… además, jamás se había sentido tan feliz en una relación como en esos momentos.
De hecho, cuando llegó al hotel donde se celebraba la gala benéfica y se encontró con su familia, esta notó al más joven de los Uchiha muy distinto, sin su expresión impasible y fría habitual, hasta sonreía sutilmente y los saludó de un modo más cariñoso al habitual. Todos supieron enseguida que ahí había gato encerrado.
—¿Cómo estás, cariño? —le preguntó su madre, la cual acarició amorosamente el cabello de su hijo menor, quien, contra todo pronóstico, no se apartó diciéndole que no lo tratara como un niño, sino que aceptó su gesto afectuoso. Ver la melancolía con la que Naruto hablaba de sus padres había hecho que Sasuke apreciara más el hecho de que su familia aún estuviera con él.
—Muy bien —respondió, esta vez sonriendo de verdad.
Mikoto intercambió una mirada con su marido, que también estaba algo sorprendido ante el cambio de actitud de su hijo. Itachi, por otra parte, decidió indagar en el misterio de forma sutil.
—Te veo muy contento, hermano. ¿Te ha pasado algo bueno?
Sasuke se maldijo mentalmente. No se había dado cuenta de lo mucho que Naruto había influido en su carácter y por eso no había esperado que se percataran de que algo había cambiado en su vida. Poco dispuesto a hablarles de su novio todavía, su cabeza pensó a toda velocidad algo que fuera medianamente convincente… Por desgracia, solo se le ocurrió una cosa.
—La verdad es que he tomado una decisión importante —dijo, poniéndose un poco más serio.
Al instante, tanto sus padres como Itachi adoptaron la misma expresión.
—¿Qué ocurre, hijo? —le preguntó Fugaku con cierta inquietud. Temía que Sasuke hubiera decidido dar el gran paso con Karin tras años de no encontrar a nadie decente con quien compartir su vida. Pese a que su hijo trataba de ocultarlo, él era consciente de lo mucho que anhelaba tener una pareja de verdad, no esas sanguijuelas con las que había estado saliendo que pretendían chupar del bote hasta dejarlo seco.
Como abogado, Fugaku era un hombre inteligente que calaba a las personas nada más verlas, ya eran muchos años de experiencia en el bufete y olía a la gente que no era de fiar a distancia. Karin era buena fingiendo ser una mujer normal y enamorada de Sasuke, y no dudaba de que, físicamente, se sentía atraída por él, pero no se molestaba en ocultar que amaba las cámaras que iban detrás de ella por su relación y la lujosa vida que tenía desde que estaba con su hijo.
No quería eso para él, quería que encontrara a una buena persona como Itachi había encontrado a Izumi. Los dos eran felices y él ya estaba planeando pedirle que se casaran, tendrían una vida maravillosa… como quería que la tuviera Sasuke. Si resultaba que iba a pedirle matrimonio a esa buitre aprovechada, le diría que era un error, aunque eso causara una discusión; su hijo era orgulloso, como cabía esperar de un Uchiha, y no le sentaría bien su opinión, pero no quería que acabara atrapado con una mujer que solo iba a hacerle daño y…
—Voy a romper con Karin —anunció Sasuke, sonriendo.
… O puede que no tuvieran ninguna discusión, después de todo.
—¿En serio? —prácticamente chilló una emocionada Mikoto. Ella tampoco tragaba a Karin, como Fugaku, estaba segura al cien por cien que solo buscaba aprovecharse de su hijo cuando este merecía algo mejor. Así que… sí, corrió a abrazar a Sasuke mientras lo cubría de besos—. No sabes lo orgullosa que estoy de ti, cariño.
Este le devolvió el abrazo, aunque esa efusiva muestra de afecto lo sorprendió un poco.
—Mamá… yo también estoy contento por eso, pero no hace falta ponerse a bailar.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Itachi con curiosidad. Su hermano había pasado dos años enteros aguantando a Karin, ¿por qué ese cambio tan repentino?
Sasuke se encogió de hombros.
—Llevamos un par de años juntos, es cuestión de tiempo que me pida que vivamos juntos y, la verdad, la idea me repele.
—Haces bien, hijo —Fugaku le dio su aprobación poniendo una mano en su hombro.
Mientras sus padres le comentaban lo que realmente pensaban de Karin, nada que Sasuke no supiera o sospechara ya, su hermano le lanzó una de esas miradas que le decía “a mí no me la pegas” y le hizo un discreto gesto con la cabeza para decirle que quería hablar con él en privado. Él le dedicó un asentimiento pero, aun así, ambos tuvieron que esperar un rato para poder quedarse a solas pues, tal y como Sasuke había vaticinado, en cuanto corrió la voz de que los Uchiha ya estaban en la gala, todo el mundo se acercó a hablar con ellos de negocios; su padre se las vio con los otros dos bufetes de abogados más importantes, que probablemente intentarían sobornarlo para ganar más clientes, su madre estaba rodeada de diseñadoras que querían saber su opinión para el próximo desfile importante de moda, Itachi charlaba con algunos de los médicos importantes que trabajaban en los centros de investigación que había creado en los últimos años, y Sasuke se vio atosigado por un montón de empresas que querían comprar sus productos al por mayor y a un precio más barato.
Sí, claro, como si fuera a ponerse a regatear un contrato ya firmado, y menos en una gala benéfica. ¿No se supone que están allí precisamente porque tienen dinero?
Por suerte, ambos hermanos lograron escaquearse de la multitud y reunirse en un rincón escondido de la enorme sala de recepción donde iban a hablar de la causa. Itachi fue el primero en hablar tras pasarle una copa de champán, que Sasuke miró con el ceño fruncido.
—¿Desde cuándo te gusta el champán?
—No me gusta, pero es lo que nos han puesto para beber.
—Prefiero cerveza —gruñó Sasuke.
Itachi se encogió de hombros.
—Podemos ir al bar a buscar un par, pero antes quiero que me cuentes qué ha pasado con Karin de verdad.
Él hizo una mueca.
—No lo vas a dejar pasar, ¿verdad?
Su hermano le sonrió.
—Sabes que no.
Soltó un suspiro, resignándose. Podría intentar persuadir a Itachi de que lo dejara de estar, de que no era el momento de hablar de eso, pero lo conocía demasiado bien como para saber que cuando se le metía algo entre ceja y ceja, no paraba hasta que conseguía lo que quería.
—De acuerdo, pero no puedes decirle nada a nuestros padres. No me apetece hablar del tema.
Itachi se puso serio y se lo prometió con la mirada.
—¿Qué ha ocurrido?
—Karin me fue infiel.
—¡¿Qué?! —casi gritó, tapándose la boca al instante. Tras asegurarse de que no había llamado la atención, volvió a centrarse en Sasuke—. ¿Lo dices en serio?
—Con su jefe —asintió él como si nada.
Sin embargo, al otro hombre le costaba creerlo.
—¿Pero en qué demonios está pensando? Recuerdo que estuvo bastante tiempo detrás de ti y, siendo la primera que consigue una relación a largo plazo contigo, ¿va y se acuesta con otro?
—Si pretendes que entienda su lógica, no lo hago, Itachi.
Entonces, este le lanzó esa mirada que no quería ver, la de la lástima.
—Lo siento, Sasuke. Sé que no la amabas, pero estoy seguro de que no fue agradable.
—En realidad, estoy agradecido —admitió, sin darle demasiada importancia—. Fue el empujón que necesitaba para darme cuenta de que, por mucho que lo intente, no voy a tener una buena relación estable si la otra persona no es alguien que merezca la pena —dicho esto, esbozó una sonrisa divertida—. El amor no es como ir a un escaparate y escoger una persona u otra, sino como la lluvia, caprichoso… llueve cuando menos lo esperas.
Itachi se lo quedó mirando pasmado unos minutos, preguntándose de dónde había sacado Sasuke semejante frase… y, entonces, recordando sus sospechas anteriores, sonrió con malicia.
—¿Eso te lo dijo la persona con la que estás saliendo?
Pilló a su hermano con la guardia baja, ya que se sobresaltó y hasta se sonrojó un poco. ¡Sasuke sonrojado!, ¿quién le diría que volvería a verlo con rubor en las mejillas?
—No sé de qué estás hablando —rezongó este, recomponiéndose.
Pero Itachi ya lo había pillado contra las cuerdas.
—Vamos, Sasuke, te conozco. Sé que lo de Karin tuvo que herir tu orgullo y que probablemente te pusiste hecho una fiera, pero aquí estás, resplandeciente y andando en una nube, sonriendo como un tonto adolescente enamorado. No estoy seguro de por qué estás esperando a decírnoslo, sabes que tanto yo como nuestros padres queremos que seas feliz, y no nos importará si no es millonaria o si no viene de buena familia, después de todo, nuestro padre no lo era cuando conoció a mamá.
Sasuke, sabiendo que estaba acorralado, se rascó la nuca.
—No he dicho nada porque… —No podía decirle que era gay, no en ese lugar y en ese momento, no estaba preparado y, además, todavía debía dejar las cosas claras con Karin—. Porque todavía no he roto con Karin.
Itachi frunció el ceño.
—¿Y por qué no lo has hecho? No me creo que temas herir sus sentimientos.
—Se fue de viaje con su jefe antes de que pudiera decirle que sabía lo suyo. No quiero romper por teléfono, es de cobardes, y quiero que me mire a la cara cuando le diga que sé que no es más que una zorra superficial y aprovechada.
—Joder —masculló su hermano, que casi se atraganta con el champán—. Veo que quieres decirle cuatro cosas.
—Sí. No podía deciros que estoy saliendo con alguien cuando aún no he hablado con ella para decirle que lo nuestro se ha terminado.
—Entiendo —asintió Itachi, poniendo una mano sobre su hombro en señal de apoyo incondicional—. Tranquilo, hermano, no diré nada… pero quiero algo a cambio.
Sasuke puso los ojos en blanco.
—¿Qué? —Se hacía una idea de lo que iba a pedirle.
—Háblame de ella —casi le rogó, poniendo ojitos de cordero. No era algo que hiciera habitualmente, pero Itachi llevaba demasiado tiempo esperando a que el corazón de su pequeño hermano fuera conquistado y sentía muchísima curiosidad por su misteriosa mujer.
Sin embargo, Sasuke se negaba a ceder en ese aspecto.
—No.
—Oh, venga… Dime una cosa, solo una.
… Bueno, eso sí podía hacerlo.
—Trabaja en el departamento de bomberos.
Itachi no había esperado eso y parpadeó.
—Guau, ¿en serio?
—Sí.
—¿Pero se queda haciendo papeleo o es de las que se mete en el fuego cruzado?
Sasuke hinchó el pecho con orgullo.
—Fuego cruzado.
Su hermano sonrió con picardía.
—Vaya, hermanito, qué caliente.
—No tienes ni la menor idea. —Antes de que su hermano abriera la boca para tratar de sonsacarle algo más, él se adelantó—. Ya tienes lo que querías saber, ahora me toca a mí. ¿Cómo es que Izumi no ha venido contigo?
El rostro de Itachi se descompuso por una mueca de preocupación.
—Está enferma, ayer fuimos a cenar con unos amigos y parece que algo le ha sentado mal. Quería llevarla al médico, pero ella me dijo que no me preocupara y que se le pasaría. De todas formas, ya sabes que a ella no le gusta demasiado estar entre esta gente, casi todos la miran por encima del hombro —dijo con un gruñido, mostrando lo mucho que eso le molestaba.
Izumi no provenía de una familia rica o con un apellido reconocido, era pediatra en uno de los hospitales de Itachi, por eso se habían conocido. Ella era de las pocas mujeres que se había interesado en él como persona y eso, por supuesto, llamó la atención de su hermano, que se atrevió a pedirle salir a pesar de que él era más tímido para esas cosas. Ambos se enamoraron locamente el uno del otro prácticamente en la primera cita, aunque se tomaron las cosas con calma durante su relación.
Sus padres la adoraron enseguida, y aunque él no tenía ningún problema con ella, debido a su carácter más distante, le costó un poco más de tiempo cogerle la suficiente confianza como para considerarla de su familia.
Sin embargo, los círculos sociales en los que se veían obligados a moverse eran una mierda en general y el resto, al saber que “no era más que una doctora” (claro, curar enfermedades no tiene ningún mérito), trató de cebarse con ella, no estaba seguro de si por diversión, porque algunas querían que las dejara paso libre con Itachi, o por qué santa estupidez. Pero con la familia Uchiha acogiéndola bajo su protección, eso no llegó a pasar. Aun así, Izumi seguía odiando esas reuniones y trataba de evitarlas siempre que podía.
—¿Pues sabes qué? La envidio —admitió Sasuke.
Itachi se rio por lo bajo.
—Claro, ¿qué es una pequeña intoxicación alimenticia en comparación con aguantar a los hipócritas?
—Yo sí que acabaré intoxicado como esto se alargue más allá de las diez —comentó, pensando con excitación en que, a esa hora, ya estaría medio desnudo sobre la mesa del comedor de su sexy rubio, sintiendo cómo se la metía una y otra vez hasta el fondo. Se puso duro solo de pensarlo.
El otro hombre, que estaba bebiendo otro sorbo de champán muy a su pesar y por eso no se percató de la pervertida expresión de su hermano menor, siguió hablando:
—Mira el lado bueno; al menos esta noche no tendrás que estar con…
—¡Saaaaaaasukeeeeee! —gritó una pelirroja que se abalanzó sobre el más joven de los Uchiha para darle un efusivo abrazo.
Itachi abrió los ojos como platos, incapaz de reaccionar, mientras que Sasuke estaba igualmente desorientado, sin entender nada de nada.
—¿Karin? —farfulló, confundido, a la vez que se la quitaba de encima—. ¿Qué haces tú aquí? ¿No estabas en un viaje de negocios?
—Ya he terminado, y mira, justo a tiempo para acompañarte a la gala benéfica —respondió, sonriendo y agarrándose de su brazo como si no hubiera tenido a otro hombre entre las piernas—. Te he echado mucho de menos… —Hizo amago de besarlo, pero Sasuke, entre alarmado y enfadado, giró la cara y se las ingenió para deshacerse de sus brazos para empujarla hacia Mikoto.
—Karin, estamos en un evento oficial, compórtate y saluda primero a mis padres. Yo voy en un minuto.
La mujer, en absoluto sorprendida por la gélida actitud del Uchiha, asintió, guiñándole un ojo con coquetería.
—No tardes, mi amor —y dicho esto, se fue contoneando las caderas.
Cuando se alejó, ambos hermanos se miraron con cara de “mierda, estamos jodidos”.
—¿Qué hago, Itachi? —le preguntó Sasuke.
—No puedes romper con ella aquí —dijo este con el semblante sombrío—. Los ricos quieren publicidad para esta clase de eventos y hay cámaras por todas partes. Si montáis un numerito, estaréis en las portadas de todas las revistas de cotilleos mañana a primera hora.
Mierda. Sasuke sabía lo que eso significaba; tendría que fingir que todo iba bien entre ellos para ahorrarse un escándalo. No es que le importara mucho lo que dijeran de él en las revistas, pero odiaba que la gente se inmiscuyera en su vida privada y ser la comidilla de todos los empresarios importantes de la ciudad. Estaba seguro de que si trataba de romper con Karin, ella armaría la de Dios y él perdería los nervios, probablemente acabaría soltando lo de su infidelidad y, en ese caso, sí que no se quitaría de encima a los periodistas de encima. Peor aún, puede que Karin utilizara eso para ganar dinero en programas para hablar mal de él y pintarlo como el malo de la película cuando era ella la que se había abierto de piernas para el primero que había pasado cerca.
Si lo hacía, la prensa rosa se alimentaría de ese escándalo durante años y no podría vivir tranquilo.
—Está bien —gruñó, mentalizándose para una horrible velada muuuyyy larga.
Lo bueno era que, al estar en una gala benéfica, Sasuke se vio obligado a hablar con mucha gente de negocios y a no prestar casi atención a Karin, además de que, poco después, el matrimonio Hirotaro, que eran los anfitriones (y de las pocas buenas personas de verdad que había en ese mundo), empezaron a hablar de la causa y de las familias que no tenían recursos suficientes como para que sus hijos tuvieran una educación digna, así como que habían creado además una beca con su nombre para que aquellos con mejores notes pudieran pagar los estudios universitarios.
Lo malo era que, después de eso, vinieron las donaciones, que daban un amplio margen para charlar durante un par de horas, donde Karin aprovechó cada ocasión que tuvo para presumir de él ante los demás, especialmente delante de otras mujeres, a las que miraba con una maldad y un aire de superioridad que no había percibido antes en ella. También intentó besarlo en varias ocasiones, pero Sasuke se las apañaba para apartarse o fingía que se ponía a hablar de otra cosa. Sabía que ella estaba coqueteando con él, que quería que la llevara al cuarto de baño para follar, pero eso no iba a ocurrir. La idea de tener sexo con ella después de estar con Naruto… le asqueaba y aburría a partes iguales.
Después, vino la cena… y la cosa empeoró. Karin rozaba su pierna cubierta por una delgada malla con las suyas de forma incitante, o acariciaba sus ingles con la mano con la clara intención de frotar su polla.
Casi le dio un infarto cuando comprendió sus intenciones, y pudo asegurar que Itachi se dio cuenta de lo que ocurría porque fingió atragantarse con un trozo de sushi (o tal vez fue en serio a causa de la sorpresa), brindándole así la oportunidad de apartarse de ella para ir a ayudarle. Se dio cuenta de que no estaba contenta con su falta de atención, pero le importaba muy poco.
Cuando llegó la hora del postre, y viendo que iba un poco justo de tiempo, se excusó en su mesa para irse al pasillo y poder llamar a Naruto. Este no le cogió el móvil, lo más seguro que porque aún no eran las diez y no hubiera terminado su turno, pero le dejó un mensaje en el que le decía que la cena se había alargado un poco, pero que estuviera tranquilo, que iría a su casa y que le compensaría por el retraso con creces.
Sonrió al pensar que su rubio se haría el ofendido con esa sonrisa traviesa tan sexy que tenía y que le exigiría que lo complaciera por la espera. Probablemente lo pondría de rodillas en la cama, lo ataría al cabecero y le daría unos cuantos azotes.
Su buen humor regresó de inmediato y se dijo a sí mismo que podía soportar a Karin durante un rato siempre y cuando Naruto jugara con él en la cama.
—¡Sasuke! ¡Al fin te encuentro!
Hizo una mueca de fastidio al escuchar su voz, pero se obligó a pensar en lo que haría con su novio esa noche para poder mantener su fachada.
Se dio la vuelta… congelándose al ver que iba acompañada de un hombre de piel morena, ojos marrones y cabello negro oscuro muy bien peinado. También vestía con esmoquin, era evidente que estaba allí por la gala benéfica.
Ambos llegaron hasta él sonriendo como si no ocurriera nada.
—Sasuke, mi amor, ¿recuerdas a…?
—Bankotsu Shichininkai —dijo él, seco—. Es tu jefe.
El hombre esbozó una encantadora sonrisa.
—Es un honor que me recuerde.
“No te lo creas tanto”, pensó, irritado. Ya era bastante jodido fingir que no ocurría nada con Karin, que no lo había humillado y ofendido de la peor forma posible, sino que, ahora, también estaba allí el maldito amante.
La noche empeora por momentos. Tendría que haber pasado de la gala y esperar medio desnudo en casa de Naruto a que volviera, habría sido un mejor plan.
Karin, al ver que Sasuke no devolvía el saludo y que, en cambio, los miraba a ambos con cara de pocos amigos, se removió nervioso, pero se atrevió a llevar a cabo lo que había ido a hacer.
—Ejem… —carraspeó—. Como ya sabes, Ban dirige una cadena de hoteles y está pensando en contratar tu empresa para adquirir todos los productos electrónicos que necesitan los edificios.
Sasuke levantó una ceja. Esto tenía que ser una broma de mal gusto.
—No me digas. Eso es mucho dinero —le advirtió al hombre. Si pensaba reemplazar todas las televisiones, teléfonos, móviles y demás productos para las habitaciones de sus hoteles y los objetos que utilizarían sus empleados, era una suma muy alta.
Bankotsu le sonrió.
—Quiero lo mejor en mis hoteles.
—¿Y está dispuesto a pagar lo que valen? —replicó él, sin fiarse ni un pelo. Ahí había algo raro.
Karin intervino otra vez.
—En realidad, estaba pensando que, como yo trabajo para él, podrías hacerle un favor y rebajar el precio un treinta por ciento.
… La expresión de Sasuke se mantuvo impasible, helada, pero por dentro, su cabeza gritaba: “¡¿PERO QUÉ COÑO SE HAN CREÍDO?!”
—No hablas en serio —le advirtió Sasuke a Karin, endureciendo el tono de voz.
Ella se mordió el labio inferior.
—Vamos, Sasuke, sigue siendo mucho dinero y Ban te lo pagará, solo necesita que seas un poco más indulgente. Él y yo somos compañeros desde hace mucho tiempo y me ha tratado muy bien, me gustaría ayudarle, y a tu empresa no le afectará lo más mínimo. Hazlo por mí, cariño.
La expresión de Sasuke se crispó, revelando una diminuta parte de la furia que trataba de contener desesperadamente, porque si la dejaba ir, perdería todo el control de sí mismo y les gritaría de todo a esos dos. Pensó en Naruto para tratar de relajarse, diciéndose que él le diría algo como que su novia y su amante no merecían tal explosión por su parte, que los tratara con indiferencia, como si fueran insignificantes pues, en el fondo, realmente lo eran. Por muy ofendido que estuviera porque le estuvieran tratando como a un tonto, era cierto que no significaban nada para él.
Así que inspiró profundamente, tratando de recuperar esa frialdad por la que había ganado tanta fama. No, Sasuke Uchiha no se pondría histérico porque una novia por la que apenas había sentido nada le hubiera puesto los cuernos y ahora le estuviera sugiriendo hacer negocios con su amante y, encima, proponiéndole una rebaja.
No, no se pondría histérico… pero sería implacable.
—No —dijo con un tono firme que no admitía réplica y, después, los pasó de largo como si nada.
Karin se quedó un tanto parada, sin esperar en absoluto la resolución de su novio. Era consciente de que sería duro, pero no imposible si se lo pedía de ella, después de todo, Sasuke había cedido a algunos de sus caprichos en el pasado, así que, ¿por qué no este? No arriesgaría nada, al contrario, solo ganaría mucho dinero y un nuevo contrato con una empresa hotelera poderosa.
—¡Espera! —lo llamó, corriendo como podía tras él con los tacones. El imponente hombre se detuvo, mirándola con frialdad—. ¿Ni siquiera vas a negociarlo? Ban ha hecho mucho por mí…
Sasuke apretó la mandíbula mientras Bankotsu se apresuraba en reunirse con ellos.
—Por favor, señor Uchiha, creo que sería muy beneficioso para ambas partes…
—He dicho que no —interrumpió con fuerza, irguiéndose en toda su altura y fulminando al otro hombre con sus negros ojos—. En primer lugar, una empresa hotelera tan lucrativa como la suya no tiene necesidad de ningún descuento; segundo, yo no hago “favores” a nadie, ni siquiera a mi familia, puede preguntarle si no me cree a mi propio hermano, con quien tengo un contrato para vender mis productos a sus hospitales… y tercero, no hago tratos con los que se acuestan con mi novia.
Tanto Karin como Bankotsu palidecieron, poniendo tal cara de susto que Sasuke por poco sonríe, regocijándose, pero contuvo las ganas para que siguieran teniendo miedo.
—¿Q-Qué estás diciendo, cariño? —tartamudeó la pelirroja, tratando de recomponerse y cogiéndolo del brazo—. ¿Cómo puedes pensar eso? Yo te quiero…
Él se apartó de ella. No fue brusco, pero tampoco dudó.
—Déjalo ya, Karin. Hace dos semanas, el viernes, fui al hotel en el que se suponía que estabas trabajando hasta tarde. No sonaba precisamente como si estuvierais hablando de negocios.
El hombre tragó saliva y empezó a sudar, mientras que Karin hizo amago de acercarse a él otra vez.
—Sasuke, por favor, puedo explicarlo…
—No hay nada que explicar —replicó él—. Ninguno de los dos estamos enamorados, era evidente que esto no iba a funcionar. Pero creo que no me merecía que me engañaras de ese modo. —Hizo una pequeña pausa—. No voy a avergonzarte delante de toda la gente de la gala, así que fingiré hasta que salgamos del edificio que somos pareja, pero hazte a la idea de que hemos terminado y que no quiero volver a verte —dicho esto, miró a Bankotsu con frialdad, el cual se encogió—. En cuanto a ti, no te atrevas a proponerme negocios jamás, ¿ha quedado claro?
Él asintió y Sasuke, sin esperar a que Karin lo alcanzara de nuevo, se fue rápidamente por el pasillo.
Una pequeña sonrisa se extendió por su rostro. Ya estaba hecho, había terminado con Karin después de dos largas semanas frustrado por no poder cortar ese lazo que los unía y que lo había tenido molesto y enfadado. Tenía que decírselo a su familia; probablemente su madre se lanzaría a llenarlo de besos otra vez y hasta veía a Itachi capaz de hacer un brindis y todo. Entonces, la próxima vez que los viera, los reuniría y les diría que había descubierto que era bisexual y que había conocido a un hombre, a un buen hombre. Les hablaría de Naruto, les contaría lo dulce y tierno que era con él, que le hacía reír, abrirse a los demás y jugar como un niño pequeño, que era desinteresado, valiente, y que le hacía feliz.
Y Naruto… él seguro que se volvería loco de alegría cuando le dijera que había terminado con Karin y que ya era oficialmente suyo, solo suyo.
En ese instante, sonó su móvil. Esperando que fuera Naruto, que acabaría de salir del trabajo y habría oído su mensaje, lo cogió sin mirar el número y respondió sonriendo:
—Ey, Naruto. No te lo vas a creer…
—Soy Shikamaru —dijo su voz sombría.
De repente, su alegría se esfumó y fue sustituida por algo frío que atenazó su pecho y se extendió por todo su cuerpo.
—Shikamaru… ¿va todo bien?
Su voz sonó triste cuando le dijo:
—No, Sasuke. Hubo un incendio complicado a última hora y la casa estalló.
Tragó saliva mientras trataba de bloquear su mente. No quería aceptar el por qué Shikamaru le había llamado para decirle aquello, no quería que le dijera lo que más temía.
Y, aun así, necesitaba saberlo. Alargar la agonía solo iba a hacerlo peor.
—¿Naruto?
—Está en el hospital.
—¿Está vivo? —Le costó preguntarlo, pero tenía que hacerlo. Tenía que saber si había una mínima posibilidad de que se pusiera bien.
—Sí, pero está en estado crítico. Pensé que querrías saberlo.
Aún estaba vivo. Mal, pero vivo.
Luchó contra el miedo y se impuso su fuerte carácter, animándolo a moverse. Pisó fuerte el suelo mientras echaba a correr hacia la salida sin molestarse en despedirse de nadie o decirle nada a su familia. En su cabeza, solo existía el pensamiento de que Naruto aún respiraba, de que aún se aferraba a la vida. Mientras lo hiciera, él tenía una pequeña esperanza, su rubio era fuerte y su voluntad más todavía, él podría sobrevivir si aguantaba.
“No me dejes ahora. Por favor, no te vayas ahora”, suplicó mientras entraba en su coche y conducía a toda velocidad, dejando atrás los vehículos que le pitaron en más de una ocasión.
Pero él no escuchaba otra cosa que no fuera el desesperado latido de su corazón. Un corazón que sentía que se apagaría si Naruto no salía de esta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario