Déjame ser tuyo
Eran las cuatro de
la tarde del día de Año Nuevo. En la casa del matrimonio Uchiha, una alegre
Mikoto tarareaba mientras hacía la cena con ayuda de Fugaku, que hacía de pinche
de cocina puesto que ya había demostrado en varias ocasiones que lo único
decente que sabía preparar era comida precocinada. Habían dejado puesto un
vinilo que resonaba en toda la casa, la ópera de Madame Butterfly, una de las
piezas favoritas de la mujer de la casa, la cual fue interrumpida por el sonido
de la puerta al cerrarse, lo cual sorprendió a la pareja, pues no esperaban a
nadie hasta que fuera más tarde.
Antes de que uno
de los dos pudiera asomarse, Itachi ya había entrado en la cocina agitando una
carpeta llena de papeles.
—Papá, mamá,
tenemos que hablar.
La pareja se miró
entre sí con el ceño fruncido y Mikoto se limpió las manos en el delantal antes
de seguir a su hijo, que iba directo al salón.
—¿Qué?
—¿Qué ocurre? —preguntó
Fugaku, que fue tras ellos.
Itachi se sentó en
el sillón y les señaló el sofá, pidiéndoles que se sentaran.
Ambos
intercambiaron una mirada preocupada y tomaron asiento.
—Itachi, ¿qué ha
pasado?
Este, al darse
cuenta de la impresión que había dado, levantó las manos.
—No, tranquilos,
no es nada malo, todo lo contrario… ¡Sasuke está saliendo con alguien! —exclamó,
incapaz de aguantarse más.
Mikoto agarró a un
sorprendido Fugaku del brazo y lo sacudió, presa de la emoción.
—¿Quéeeeeeee?
Itachi se inclinó.
—Y no es para nada
como las otras mujeres con las que ha estado, le gusta de verdad.
Esta vez, la mujer
aporreó el bíceps de su marido, el cual todavía estaba asombrado.
—¿Lo dices en
serio?
El joven Uchiha se
dispuso a contarles lo sucedido. Sabía que le había prometido a Sasuke que no
diría nada, y que no espiaría, pero no podía contenerse; estaba ansioso por
hablar con ese rubio que había capturado el corazón de su hermano por primera
vez, y no quería que este estuviera preocupado por la reacción de sus padres
cuando les dijera que ahora también le iban los hombres, después de todo, su
madre trataba con muchos gays por su trabajo en el mundo de la moda y Fugaku
había defendido unos cuantos casos de discriminación. Así que había pensado en
adelantarse para ahorrarle una preocupación y que a sus padres no les pillara
tan por sorpresa.
Sin embargo, no
les hablaría de la infidelidad de Karin. Él sabía dónde estaban los límites.
—Conoció a su
pareja cuando tenía problemas con Karin, es una de las razones por las que
quería romper con ella. Llevan poco tiempo juntos, pero tendríais que haber
visto cómo hablaba de esa persona en la gala, parecía un adolescente.
Mikoto se puso a
dar saltitos en el sofá (se notaba de dónde había salido el lado cotilla de
Itachi), mientras que Fugaku prestaba mucha atención con una diminuta sonrisa.
—Ahora tengo mucha
curiosidad por conocerla.
—¿Por qué no nos
ha dicho nada? —preguntó Mikoto.
Su hijo inspiró
hondo. Bueno, era el momento.
—No me ha dado
detalles, pero creo que pasó un momento difícil para aceptar lo que sentía por
esa persona.
La mujer se llevó
una mano al pecho.
—¿Y eso por qué?
—Porque… es un
hombre.
La pareja Uchiha
se quedó unos segundos en silencio. Sin duda, eso les había pillado por
sorpresa, ya que Sasuke solo había mostrado interés por las mujeres que ellos
supieran y jamás habían percibido que sintiera atracción hacia ningún hombre…
aunque también era cierto que su hijo era muy reservado para esas cosas, sus
citas no eran algo que soliera contarles.
—Itachi, ¿Sasuke
alguna vez…? —le preguntó su madre.
Este, sabiendo lo
que quería averiguar, se adelantó.
—No. Sería la
primera vez para él, por eso creo que le está costando tanto decidirse a
presentárnoslo. No creo que fuera fácil para él darse cuenta de su nueva
atracción y aceptarla cuando ha estado toda su vida con mujeres.
Al escuchar eso,
Mikoto asintió y luego esbozó una cálida sonrisa.
—Bueno, si Sasuke
está tan enamorado de ese hombre como dices, por supuesto que lo recibiremos
con los brazos abiertos, ¿verdad, querido?
Fugaku hizo un gesto
afirmativo con la cabeza. A pesar de que le había pillado con la guardia baja
saber que su hijo sentía ahora preferencia por los hombres, no sentía en
absoluto repulsión por ello y mucho menos lo rechazaría. Había conocido a
hombres que habían descubierto su homosexualidad y la habían reprimido o negado
durante años, llegando a casarse y tener familia solo por obligarse a tener
vidas “normales”, a evitar el rechazo de sus familiares y amigos, o tener
acceso a un buen trabajo (todavía había puestos laborales donde los gays no
eran bien recibidos). Esos casos siempre acababan muy mal; infidelidades por
ser incapaces de contener esa parte de sí mismos, divorcios horribles y,
usualmente, hijos apartados de sus padres.
No dudaba de que
para Sasuke habría sido un shock, pero se alegraba de que hubiera descubierto
esa parte de sí mismo antes de que hubiera acabado como esos hombres.
—Será bienvenido
en nuestra casa.
—¿Y cuando lo
conoceremos? —preguntó Mikoto, muerta de curiosidad.
Itachi les reveló
entonces que ese hombre era en realidad el nuevo “amigo” de Sasuke, el que tuvo
el accidente, y ahora estaba en el hospital. Les contó que era bombero y que se
había enterado de que salió herido por salvarle la vida a una niña.
—¡Oh, dios mío! —Su
madre se llevó una mano al pecho—. ¿Hay algo que podamos hacer?
—No, se pondrá
bien y Sasuke ya se ha encargado de todo. Además, no creo que le haga mucha
gracia que nos presentemos en el hospital así sin más.
Mikoto hizo un
puchero.
—Pero yo quiero
conocerlo, quiero saber cómo es el hombre que ha conquistado a mi hijo.
En ese punto,
Itachi sonrió y le tendió la carpeta que había estado agitando antes.
—Por suerte, tengo
su nombre y lo he encontrado todo sobre él.
La mujer solo
tardó dos nanosegundos en arrebatarle los papeles y echarles un vistazo. Lo
primero que vio fue una fotografía de Naruto vestido con su traje de bombero.
—¡Por el amor de
Dios! —exclamó, abanicándose con una mano—. No me extraña que Sasuke se haya
pasado a la otra acera, ¡es guapísimo!
Fugaku, en absoluto
ofendido por la reacción de su esposa (ya eran muchos años juntos como pareja,
matrimonio y familia, los suficientes para saber que Mikoto lo amaba por muchos
aspavientos que hiciera por un hombre joven, después de todo, renunció a su
herencia y abandonó a sus padres por él), trató de asomarse para verlo mejor.
—Déjame ver —le
pidió.
Mikoto le pasó la
carpeta e Itachi soltó una risilla.
—Pues si te parece
que ahí está caliente, espera a ver las fotos que he encontrado del calendario
que saca su departamento todos los años.
A Mikoto por poco
le dio algo al escuchar eso y le dio unas palmadas a su esposo, que estaba
examinando por encima la ficha de Naruto como si nada.
—¡Fugaku! Siento
decírtelo, pero vamos a tener las paredes de nuestro dormitorio llenas de esas
fotografías.
—No quiero
desilusionarte, cariño, pero es un poco raro que tengamos fotos subidas de tono
de nuestro yerno en nuestra habitación.
—Mmm… Es cierto… —dicho
esto, su rostro se iluminó—. ¡Ya sé! Las colgaremos en la antigua habitación de
Sasuke. Eso le gustará.
Itachi rio con
ganas y miró a su padre, que se había levantado mientras seguía hojeando la
información que había sobre el rubio.
—Anda, papá,
termina ya con eso y déjamelo. No he tenido tiempo de leerlo todo y me muero de
curiosidad.
—¡Sí! Yo también
quiero saber más —dijo una Mikoto ilusionada.
Sin embargo,
Fugaku reordenó todos los papeles, dejándolos perfectamente alineados usando la
superficie de la mesa… y se los escondió debajo del jersey, a su espalda. Tanto
su esposa como su hijo se lo quedaron mirando con la boca abierta.
—¿Pero qué haces? —le
preguntó su mujer.
El hombre les
dedicó una mirada tranquila, aunque algo seria.
—Estas no son
formas de participar en la vida de Sasuke. Si él no nos ha dicho nada de esto
todavía, es porque no está preparado. Espiarlo a él y a su novio no está bien,
debemos dejar que él haga las cosas a su manera.
—Pero… —empezó
Itachi, pero su padre le interrumpió.
—Yo también quiero
conocer a ese joven. Si es cierto lo que tú dices, es… la primera relación
importante de Sasuke. No es solo que haya descubierto esa nueva atracción, es
también una pareja auténtica, alguien a quien realmente quiere. Cuando nos
presentó a Karin ni siquiera pestañeó, estaba indiferente, y el hecho de que no
nos haya hablado de ese hombre todavía indica que realmente está nervioso. Hay
que dejar que pase por esta experiencia tranquilo y que no lo agobiemos. —Su
familia asintió, admitiendo en silencio que tenía razón y que la emoción les
había hecho propasarse un poco—. Así que, hasta que conozcamos a Naruto, me
quedaré con esto —declaró, llevándose consigo con la carpeta, que tanto Mikoto
como Itachi miraron con ansia, sabiendo que no habría forma de que Fugaku
Uchiha traicionara la intimidad de su hijo pequeño.
El mes de enero se
pasó volando y febrero avanzó implacable con la misma rapidez. Poco a poco, la
nieve se iba retirando para dejar paso a las fuertes lluvias, que pintaban las
calles de distintos tonos grises y oscuros, metálicos, duros y fríos por los
altos edificios que dominaban el centro de la ciudad, pero que, curiosamente,
hacían resaltar los coloridos paraguas de las personas que iban ajetreadas de
camino al trabajo, así como las luces que se encendían en las casas y locales
para tener un mínimo de visibilidad, dándole un toque de vida a la imponente
metrópolis.
Sasuke, desde su
despacho, observaba la cortina de agua que caía implacable desde el cielo con
aire pensativo.
Había vuelto a
trabajar después de las vacaciones de Fin de Año, ya que Naruto se encontraba
mucho mejor y no necesitaba que estuvieran tan pendiente de él, pero no por
ello había un día que no fuera al hospital a verlo, normalmente por la tarde,
cuando salía de la empresa para así cenar con él y tener unos momentos de
intimidad.
No se podía decir
que los últimos tres meses hubieran sido los más románticos, pero creía que su
relación había alcanzado un punto fuerte. Si bien era cierto que habría
preferido tener unas citas normales como todo el mundo, la estancia de Naruto
en el hospital lo había hecho imposible pero, a cambio, también los había
puesto a prueba: una pareja convencional, que llevaba tan poco tiempo saliendo,
no habría sido capaz de soportar el estrés que producía el hecho de que uno de
los dos estuviera internado con heridas que prácticamente le impedían moverse;
el que tenía que guardar reposo se volvía irritable tarde o temprano a causa
del encierro en una habitación aséptica y donde tenía que estar viendo
constantemente al doctor y a los enfermeros, y del aburrimiento, a veces la
televisión y un libro no era suficiente, sobre todo si ni siquiera puedes
pasearte por el hospital sin supervisión. Por otro lado, la persona que no
estaba herida tenía que hacer el esfuerzo de ir todos los días, de quedarse un
rato con su pareja, de consolarla y apoyarla, y también debía tener la
paciencia de escuchar todas las quejas del otro.
Sin embargo, ellos
lo habían conseguido.
Puede que Naruto
fuera un poco cabezón en el tema de no poder moverse, de tener que estar tirado
en una cama todo el día, y Sasuke a veces tenía que regañarlo por ello pero, en
general, ambos pusieron mucho de su parte para que lo suyo funcionara. El
Uchiha trataba de ser comprensivo con su novio y siempre intentaba encontrar
algo que lo distrajera mientras estaba solo para que no se agobiara, mientras que
el rubio procuraba quejarse lo menos posible y no rechazar de inmediato
cualquier cosa que le ofreciera su pareja que no tuviera que ver con salir de
la cama, aunque tuvo que admitir que le ayudó bastante el que Sasuke, con la
ayuda de Gaara, le hubiera entregado el material que debía estudiar para
convertirse en instructor de bomberos. Cuando estaban juntos, hablaban sin
parar de lo que habían hecho durante el día, normalmente el médico le permitía
a Naruto caminar si Sasuke iba con él (parecía que se había dado cuenta de que
le hacía más caso a su novio que a alguien que tuviera bata), cenaban juntos y,
al final, antes de que Sasuke regresara a su casa para descansar,
intercambiaban unos cuantos besos y caricias subidos de tono, anhelando
tocarse. En el último mes, el rubio había recuperado gran parte de su movilidad
y le había propuesto a su novio en más de una ocasión que echaran el cerrojo de
la habitación y que le dejara inclinarlo sobre la camilla para follarlo pero, a
pesar de ser muy tentador, Sasuke no se lo permitió, alegando que todavía podía
hacerse daño.
Eso era lo único
que le impedía dejar que Naruto lo empotrara contra la pared y lo jodiera a
gusto.
En otra época, sus
constantes fantasías con su rubio desnudo dominándolo a placer probablemente le
habrían hecho sentir vergüenza pero, ahora, después de que ese hombre se
hubiera pasado tres meses susurrándole al oído todas las cosas que quería hacer
con él en cuanto estuviera en forma… Uff, qué ganas tenía de que le dieran el
alta.
Debería estar
revisando unos papeles para una reunión importante que tendría la semana
siguiente con los socios de la empresa, pero la lluvia lo había distraído. Cada
vez que caía, se acordaba de su sexy rubio porque, al final, tenía razón; el
amor no lo encuentras en un escaparate, cae del cielo cuando menos lo esperas.
Sonrió al pensar
en ello y se tocó el collar que llevaba en el cuello, escondido bajo la camisa.
El muy idiota de su novio se sintió mal cuando él le hizo un regalo y él no
pudo corresponder su gesto, así que ese tonto romántico se escapó del hospital
de algún modo para ir a su casa y coger el colgante de su madre, que su padre
le entregó a ella el día en el que le pidió que se casara con él.
Nadie le había
regalado nunca algo tan personal ni que expresara tanto lo que la otra persona
sentía por él. Ese collar significaba que Naruto realmente lo amaba y que tenía
muchas esperanzas en su relación… como él. Era lo más bonito que le habían
regalado nunca y, a día de hoy, era su posesión más preciada.
De repente, unos
gritos lo distrajeron de sus pensamientos. Frunció el ceño cuando reconoció que
una de las voces, y la más fuerte, pertenecía a Ino, su secretaria. La había
contratado al poco de empezar a dirigir la empresa y después de que sus
anteriores cuatro secretarios resultaran ser demasiado vagos o poco organizados
para llevar su agenda, sus reuniones, sus papeles y conocer a todos sus
trabajadores, socios y clientes importantes; Sakura se la recomendó y, aunque
él tuvo sus dudas porque era su mejor amiga desde que eran niñas, le dio una
oportunidad de demostrar lo que valía. Y, gracias a Dios, resultó ser muy
competente, eficiente y una de las pocas mujeres que no babeaban por él; puede
que al principio su atractivo la hiciera ser un poco tímida con él en un ámbito
no laboral, pero se le pasó al conocer a su jefe de publicidad, Sai Shimura,
con el que ahora estaba felizmente casada.
La verdad es que
se alegraba de no haberla perdido por un tonto encaprichamiento, ella era muy
profesional y le había hecho la vida más fácil en el trabajo, era difícil
encontrar a gente como ella. Ahora eran buenos amigos y la conocía lo
suficiente como para saber que Ino jamás le gritaba a nadie a menos que fuera
por algo malo.
—¡No puedes entrar
ahí! —la oyó.
Hizo amago de
levantarse cuando la puerta de su despacho se abrió, dando paso a una
exuberante mujer pelirroja a la que esperaba no volver a ver.
—Oh, por favor,
Sasuke siempre me deja pasar.
Ino, vestida con
su impoluto traje, tacones bajos y el pelo rubio platino recogido en un
elegante moño, le pisó los talones con el rostro enrojecido por la rabia.
—¡Ya no eres su
novia! ¡No tienes derecho a entrar aquí como si nada! —dicho esto, se dirigió a
Sasuke con una mirada frustrada—. Lo siento, Sasuke, no ha querido hacerme
caso.
Él se levantó de
su silla y la tranquilizó:
—No te preocupes,
yo me encargo.
Ino le lanzó una
última mirada asesina a la otra mujer y se marchó de allí, cerrando la puerta
tras ella. La pelirroja, por otro lado, hizo una mueca.
—Nunca me gustó tu
secretaria.
—¿Qué coño haces
aquí, Karin? —le preguntó con los brazos cruzados y una gélida tranquilidad,
haciendo caso omiso a su comentario. Después de tres meses, su ex le era
totalmente indiferente, ya no sentía más rabia contra ella que la que le
provocaba el hecho de que estuviera allí cuando ya no tenían ningún tipo de
relación.
Ella tuvo la
decencia de parecer nerviosa cuando se mordió el labio. Bien, sabía que no iba
a ser bien recibida.
—He venido a
hablar contigo —dicho esto, frunció el ceño—. ¿Dónde diablos has estado estos
tres meses? No respondías a mis llamadas ni tampoco te encontraba en casa
después del trabajo.
—Eso es asunto mío
y tú y yo no tenemos nada de qué hablar, disculpa si no estaba disponible para
ti —repuso con frialdad.
Karin lo miró con
cierto reproche.
—Ni siquiera has
dejado que me explique.
Sasuke gruñó:
—¿Qué demonios hay
que explicar? Estábamos juntos y tú abriste las piernas para otro hombre. Por
no hablar de que, después de eso, intentaste engañarme para ahorrarle unos
cuantos millones a tu amante, eso es mucho peor que una infidelidad.
El rostro de la
mujer se endureció.
—Yo te lo di todo,
Sasuke, y, aun así, tras dos años juntos, no me pediste que me casara contigo.
El hombre soltó
una mezcla entre resoplido y carcajada.
—¿Todo? Oh, por
favor, Karin, no me diste nada. Ya tenías un buen trabajo, pero no te daba lo
suficiente para el estilo de vida de lujos que querías, ni tampoco
reconocimiento o toda esa atención de los medios que tanto te gusta. En menos
de un día le gritaste al mundo entero que estabas saliendo con uno de los
solteros más deseados de Japón y no tenías reparo en usar mis tarjetas de
crédito. Nunca has hecho ningún sacrificio por mí, mientras que yo tuve que
aguantar tus caprichos y comportarme como un novio cuando jamás sentí nada por
ti. El único que hizo un mínimo esfuerzo porque esto funcionara fui yo y, aun
así, no evitó que fueras a buscar a otro.
Karin endureció el
gesto.
—Yo te amaba. Solo
quería que me ofrecieras un futuro estable.
Sasuke puso los
ojos en blanco.
—¿Te crees que voy
a casarme con alguien después de estar solo dos años juntos? ¿Y sin haber
convivido dentro de la misma casa? ¿Sabiendo que lo único que querías de mí era
el dinero y un poco de atención pública? ¡Vamos, Karin! Sé que eres una mujer
inteligente, así que déjate de juegos y cuéntame qué es lo que quieres
exactamente.
La mujer
entrecerró los ojos con aire pensativa, evaluando a Sasuke con atención. Tras
unos segundos más, se dio cuenta de que el Uchiha no tenía intención de
discutir el asunto por las buenas, lo cual, no era exactamente una sorpresa,
pero tenía la esperanza de poder conseguir lo que quería sin llegar a una
estrategia más agresiva.
—Muy bien. Eres
cauto y no tienes un pelo de tonto, te admiro por eso y también era una de las cualidades
por las que me atraías tanto… pero también era un inconveniente para mi
objetivo. Tienes razón, Sasuke, me gusta el estilo de vida que he llevado
contigo, pero después de tanto tiempo juntos, vi que no tenías intención ni de
invitarme a vivir contigo y supuse que era cuestión de tiempo que rompieras la
relación.
Sasuke tendría que
haberse sentido dolido, pero solo le ofendió tener la confirmación de que Karin
había salido con él por su dinero.
—Así que todo era
cuestión de dinero, ¿no?
Ella le dedicó una
sonrisa coqueta.
—Era una parte
importante, pero no lo era todo. Me gustas de verdad, Sasuke, eres muy sexy y
viril, disfruté cada momento que pasamos en la cama y me habría gustado que
fueras tú quien me pusiera el anillo en el dedo, lo habríamos pasado muy bien…
pero no pudo ser. Lástima.
Él apretó los
puños.
—Así que te
buscaste a otra víctima.
La sonrisa de la
pelirroja se volvió maliciosa y traviesa mientras se paseaba por el despacho
con lentitud, apreciando la elegancia que destilaba la sala.
—Ban lleva detrás
de mí desde que entré en la empresa. Soy muy atractiva y he colocado su compañía
de hoteles en la tercera más grande del país… pero ahí es donde está el
problema, que hay otras dos por delante de nosotros.
Sasuke entrecerró
los ojos peligrosamente, sospechando en qué dirección iba.
—Y no podéis
conformaros con eso, ¿verdad? Queréis más y por eso intentaste que le rebajara
el precio de mis productos; una forma de mejorar los hoteles es subir la
calidad del material que hay en las habitaciones, como las televisiones, los
teléfonos y hasta los ordenadores que tenéis en las salas de locutorio para los
clientes.
Karin sonrió.
—Qué cabeza más
sexy que tienes, Sasuke.
Él gruñó y avanzó
hacia ella con ademán amenazador.
—Estás loca si
piensas que voy a darte un solo yen. Y tu plan es una estupidez, no por mejorar
los productos vais a encabezar las listas de mejores hoteles, tendríais que
reformar todo lo demás: personal, cocina, habitaciones… hasta el propio
edificio de ser necesario.
Karin le quitó
importancia con un gesto de la mano.
—Eso no será
necesario, ya lo tenemos cubierto. —Sasuke frunció el ceño, pero antes de que
pudiera averiguar qué estaba tramando, ella lo miró con malicia—. Y vas a darme
el dinero que necesito y hacer un trato muy económico con Bankotsu.
Él apretó los
puños.
—¿Te crees que
puedes amenazarme?
Ella ensanchó su
sonrisa.
—Siempre has
tenido un grave problema con la prensa, Sasuke, y por eso no has sabido sacarle
partido. Yo, en cambio, tengo muy buenas relaciones con varios periodistas que
estarían ansiosos por entrevistarme tras saber que, a causa de la depresión que
me provocó nuestra ruptura, perdí al hijo que esperaba de ambos y por el cual
tú me dejaste.
Al escuchar eso,
Sasuke sintió cómo su sangre empezó a hervir de repente.
—Eso es mentira —gruñó,
tratando de contener sus ansias de abalanzarse sobre ella para estrangularla.
Karin tuvo el
descaro de reír.
—A los medios no
les importa la verdad, solo cuántas revistas pueden vender.
—Te demandaré —la
amenazó—, te recuerdo que mi padre dirige un bufete de abogados muy agresivo
cuando se trata de mi intimidad.
—Eres lo bastante
inteligente para saber que un juicio así podría alargarse durante al menos un
año, por no hablar de toda la atención mediática que atraerías y que solo me
hará más fuerte ante la opinión pública. Piénsalo, Sasuke, aunque no se sepa la
verdad, tu imagen se verá muy dañada de todas formas, no creo que tu Junta sea
capaz de echarte, pero los arruinarás después de que todo el mundo te culpe por
la muerte de nuestro pobre bebé.
Sasuke avanzó
hasta quedarse a pocos centímetros de ella, mirándola desde toda su altura,
pero Karin ni se inmutó, tan segura estaba de sí misma que incluso se atrevía a
sonreírle como si nada.
—¿Y estás
dispuesta a pasar el resto de tu vida siendo condenada por ser una puta
mentirosa? Mi padre demostrará que no es cierto, mi empresa se recuperará y tú
no podrás volver a joder con otro hombre sin que crea que vas a acusarle de
algo grave como hiciste conmigo.
La pelirroja no
parecía para nada asustada.
—Sasuke, Sasuke,
deja que ahora sea yo la que te recuerde que hay mucha gente poderosa
interesada en que tu empresa caiga, gente que no tiene escrúpulos a la hora de
amañar un juicio. Si quieres empezar una guerra adelante, pero tú serás el
único que saldrá mal de todo esto, puede que hasta tu familia, los periodistas
los acosarán con tal de saber qué estás haciendo en cada momento y con quién. —Levantó
una mano y le acarició la cara.
Sasuke la apartó de
un manotazo.
—Ni se te ocurra
acercarte a mi familia.
Karin retrocedió y
levantó las manos.
—Vamos, vamos, no
hace falta ponerse violentos. Siempre podemos evitar todo esto si me das lo que
necesito. —Sasuke estuvo a punto de mandarla a la mierda, pero ella levantó un
dedo para hacerlo callar—. Ten cuidado con lo que dices a partir de ahora.
Podría sentirme tentada a hablar con la prensa ahora. —El Uchiha apretó los
labios y los puños, anhelando poder reventar su cabeza contra una pared, sin
embargo, el temor a que su familia pudiera salir herida por ese escándalo le
impidió cometer una estupidez. Tenía que ser más inteligente que Karin y actuar
con prudencia; ella necesitaba el dinero y no lo obtendría a menos que él
accediera a aquel trato, si jugaba bien sus cartas, podría salir de esta sin
que nadie saliera herido… excepto ella. Así que encontró la fuerza necesaria
para calmarse y mantenerse quieto. Al verlo, Karin sonrió victoriosa—. Buen
chico. Te doy tres días para que pienses detenidamente en mi oferta, Sasuke.
Eres listo, sé que harás lo correcto —dicho esto, le lanzó un beso que no hizo
más que agitar su rabia y luego se marchó de su despacho con la altanería
característica de una zorra que cree que tiene a su hombre comiendo de su mano.
Agobiado por la
situación, regresó a su silla y se dejó caer sobre ella, masajeándose las
sienes.
Tres días. En solo
tres días tenía que averiguar cómo coño salir de este lío sin darle a esa puta
lo que quería y, en esos momentos, lo tenía muy jodido.
Karin no podía
sentirse más poderosa mientras salía del despacho de Sasuke. Siempre había sido
ella la que había estado un escalón por debajo, teniendo que cuidar muy bien
cada paso que daba en su relación con él para poder seguir manteniendo su
interés pero, ahora, era ella quien lo tenía atado con una correa al cuello.
Tendría que
haberse casado con ella cuando tuvo la ocasión. Sabía que solo le había pedido
salir juntos para quitarse de encima a todas las demás mujeres, buscar cierta
estabilidad y eso le venía de perlas, ya que ese hombre le había llamado la
atención desde la primera vez que salió en las noticias como uno de los
empresarios más jóvenes y exitosos de Japón, por no hablar de que, investigando
un poco, encontró sus calificaciones superiores a la media, lo que denotaba
inteligencia, además de que era muy guapo. Había sido el hombre perfecto para
ella y, tal y como le había dicho, había disfrutado cada segundo que habían
estado en la cama; el resto del tiempo, era bastante callado y arisco, una
persona difícil de tratar, pero no le había dado mucha importancia siempre y
cuando tuviera lo que quería, en cierto modo, que no fuera empalagoso había
sido un alivio.
Pero tras el
primer año, no dio ningún indicio de querer llevar su relación más lejos y, de
hecho, sentía que empezaba a cansarse de ella. Así que tuvo que actuar rápido y
encontrar a otro hombre que cumpliera sus requisitos, y Ban resultó ser el
idiota perfecto. Había estado babeando tras su culo desde que se conocieron,
pero ella lo había mantenido a raya para evitar que su relación con Sasuke
peligrara, pero, al final, las circunstancias la obligaron a cambiar de bando;
su intención había sido aguantar lo suficiente con el joven Uchiha para poder
sacarle dinero de sobra que pensaba quedarse ella, así como un trato con Ban
que fuera beneficioso para los hoteles.
Sin embargo,
Sasuke la había pillado en el peor momento posible. Ella sabía que había sido
imprudente su forma de actuar, pero Ban era más impulsivo y celoso que su novio
y no había querido esperar a hacer las cosas bien, creía que solo lo estaba
utilizando para pasar el rato antes de volver con el sexy y adinerado Sasuke
Uchiha, el hombre más deseado de Japón. Ella había tenido que ceder en algunas
cosas para mantenerlo enganchado a ella, y ese había sido su error.
Si el muy imbécil
hubiera mantenido su polla en sus pantalones un tiempo, no se habría visto
obligada a chantajear a Sasuke… a pesar de que ahora estaba disfrutando de
ello. No le perdonaría fácilmente el que la hubiera dejado, ahora los medios no
hacían más que preguntarle por su repentina ruptura y ella no había sabido qué
decir; si les decía que era Sasuke quien había sido infiel, él contratacaría
hablando de Ban y, siendo sincera, temía que él hiciera pública su relación, y
eso era un problema ahora mismo para ella porque no estaba segura de si quería
quedarse con él, todo dependía de cómo fuera su plan para los hoteles… Porque,
si todo iba como tenía pensado, sería ella la que acabaría dirigiendo la
empresa, esa era su verdadera meta. Y si veía que Ban no le era útil, pues… se
libraría de él e iría en busca de otro hombre que pudiera satisfacerla.
Llegó al ascensor
e hizo amago de pulsar el botón para llamarlo pero, en ese instante, las
puertas se abrieron… y se quedó con la boca abierta al ver al hombre que había
al otro lado de las puertas metálicas.
Era un semental de
metro noventa, con un cuerpo duro perfectamente esculpido bajo el jersey blanco
de cuello alto, cuya cremallera estaba bajada, y que se ajustaba a unas
espaldas anchas y fuertes y una cintura estrecha de lo más sexy; los vaqueros
también delineaban unas piernas largas y poderosas, cuyos bordes estaban algo
húmedos por la lluvia, igual que sus zapatillas deportivas; su aspecto era
exótico, probablemente era extranjero, tal vez un americano por su deliciosa
piel tostada, que contrastaba con su hermoso cabello dorado, revuelto y algo
mojado, dándole un aspecto un tanto indomable que la puso a cien, igual que con
sus increíbles ojos azul cielo, brillantes y vivaces.
Se sonrojó cuando
este le dedicó una amable sonrisa. Oh, Dios, era increíblemente guapo.
—Buenos días —la
saludó antes de salir del ascensor y pasar por su lado.
Ella reaccionó
rápidamente y fue tras él.
—Buenos días.
¿Puedo ayudarle?
El hombre se detuvo
y la miró.
—¿Trabaja aquí? —le
preguntó, examinando su traje formal.
Karin sonrió.
—Sí —mintió—. ¿Qué
está buscando?
—El despacho de
Sasuke Uchiha.
Ella por poco se
echó a gritar. La única razón por la que alguien podía ir directamente a hablar
con Sasuke era porque se trataba de un cliente, socio o alguien importante con
quien hacer negocios y, teniendo en cuenta que su ex jamás le había hablado de
un extranjero, apostaba por lo último.
Saber que podía
estar ante un posible ricachón la dejó sumamente interesada en ese hombre.
—¿Viene a hacer
negocios con él?
El rubio esbozó
una enorme sonrisa traviesa que la dejó mojada.
—Uno muy
importante.
Karin se mordió el
labio inferior. Un americano sexy y rico con pinta de cowboy. Mmm, ese hombre
tenía que ir a su cama fuera como fuera.
Se enganchó de su
brazo, notando de inmediato los fuertes músculos que había bajo sus bíceps. Oh,
por Dios, estaba ansiosa por tener ese duro cuerpo sobre el suyo, jodiéndola
duro y rápido mientras le susurraba al oído las cosas que iba a hacer con ella.
—Deje que le
acompañe —le dijo con una sonrisa coqueta y pegando su cuerpo al suyo,
permitiendo que su cadera rozara la suya casualmente—. Dígame, ¿hace mucho que
tiene negocios con el señor Uchiha?
—Poco más de tres
meses —respondió el rubio con cierta incomodidad, notando que la mujer estaba
demasiado cerca para su gusto.
Karin sonrió. Eso
explicaba que Sasuke hubiera estado desaparecido tanto tiempo, y también quería
decir que debía de estar muy interesado en ese negocio como para haber estado
hablando con el americano durante tanto tiempo.
Llegaron al
recinto que daba paso al despacho de Sasuke y donde trabajaba Ino, por lo que
Karin decidió detenerse ahí antes de que esa rubia la hiciera fuera de nuevo y
se plantó frente al hombre, rozando sus pechos contra sus amplios pectorales,
una clara insinuación.
—Llevo mucho
tiempo trabajando para el señor Uchiha. Si algún día necesitara… ayuda con él,
solo llámame —le dijo, deslizando una tarjeta con su número en el bolsillo
delantero de su pantalón, acariciando levemente su miembro (porque pillaba de
pasada) y provocando que el hombre se sobresaltara. Ella le guiñó un ojo y le
sonrió con picardía—. Esperaré su llamada con ansias, vaquero —y se fue de allí
contoneando las caderas, esperando que se fijara en su trasero.
Sonrió con
suficiencia. Por supuesto que se fijaría, todos los hombres lo hacían. Era
cuestión de horas que contactara con ella.
Naruto estaba
totalmente desconcertado. ¿Vaquero? ¿A qué demonios venía eso? Y más preocupante
aún, ¿acababa de restregar sus tetas contra su pecho?, ¡y encima le había
tocado el paquete!, ¿eso no era acoso sexual? Claro, si un hombre le tocaba el
culo a una chica enseguida lo metían en un coche policial, pero si ellas les
sobaban no había problema, ¿verdad? Como ellos eran tan machos no podían
ofenderse por algo así.
Se estremeció ante
el recuerdo de su mano en su polla. ¡Brrr!, qué asco. Él que había estado duro
ante la idea de poder darle una sorpresa a Sasuke por haber salido antes de lo
que creía del hospital… y ahora esa mujer se la había dejado floja. En fin,
mejor se olvidaba de aquello e iba a ver a su novio.
Inmediatamente, su
sonrisa regresó y fue a su despacho, encontrándose antes con el escritorio de
una mujer rubia que parpadeó al verlo. Estaba acostumbrado a eso, la mayoría de
mujeres y gays se quedaban sorprendidos por su atractivo (lo que no era tan normal
era que se frotaran tan descaradamente contra él, y menos aún en unas
oficinas), así que le guiñó un ojo con su mejor sonrisa y la pasó de largo,
yendo directo a la sala donde esperaba que estuviera su sexy empresario.
Sin embargo, Ino
logró salir de su estupor (no todos los días veía a un hombre que parecía
salido de una película de Hollywood) y se levantó rápidamente para ir tras él.
—¡Espere! No puede
entrar ahí sin permiso.
Naruto siguió
caminando, aunque se giró para sonreírle con descaro.
—Tranquila, es una
sorpresa para Sasuke —dijo antes de abrir la puerta y colarse.
Ino maldijo:
—¿Qué le pasa hoy
a todo el mundo? ¿Es que no saben que no se puede entrar sin avisar?
En cuanto el rubio
entró en el despacho, vio a Sasuke sobre un gran escritorio muy moderno, blanco
y estilizado, con un ordenador grande y muchos papeles, aunque estaban
perfectamente ordenados, lo cual no le sorprendió teniendo en cuenta cómo de
organizado era su novio. Este estaba con las manos sobre la cabeza cuando
entró, en un gesto que aparentaba preocupación, pero alzó tan rápido la vista,
mostrando sorpresa al reconocerlo, que no podía estar seguro, tal vez solo
estaba concentrado en el trabajo.
—¿Naruto?
Ino entró entonces
con la respiración acelerada.
—Lo siento mucho,
Sasuke, le he dicho que no entre, pero él no…
No pudo terminar
de hablar, porque el Uchiha se había levantado con rapidez y se había ido
directo hacia el rubio para darle un fuerte abrazo. No pudo evitar sonrojarse
cuando el otro hombre le devolvió el gesto con fuerza, apoyando el mentón en su
hombro y enterrando una mano en su cabello; le pareció algo tan íntimo que
sentía que los estaba espiando pero, al mismo tiempo, la sorpresa era tal que
parecía incapaz de moverse. Sasuke jamás había abrazado de esa forma a nadie,
al menos, no que ella hubiera visto.
Cuando se
separaron, solo lo hicieron unos pocos centímetros para mirarse, ni siquiera
dejaron de rodearse con los brazos.
—¿Qué estás
haciendo aquí? —le preguntó Sasuke a Naruto. No había esperado para nada verlo
allí, sobre todo cuando más lo necesitaba, cuando se estaba comiendo la cabeza
para hallar una solución a lo ocurrido con Karin. Se alegraba tanto de tenerlo
allí, de verlo fuera del hospital, con otra ropa que no fuera esa miserable
bata, como si estuviera sano y salvo… pero…—. No te habrás vuelto a escapar,
¿verdad? Naruto, ya hablamos de esto y me prometiste que no…
Naruto negó con la
cabeza, sonriendo.
—Me han dado el
alta antes de tiempo, quería darte una sorpresa.
Sasuke sonrió,
inmensamente aliviado, y le apartó unos cuantos mechones de ese rebelde pelo
que tenía de la cara, contemplando esos hermosos ojos azules que lo miraban
brillantes.
—¿Te encuentras
bien?
Su novio le guiñó
un ojo y le acarició una mejilla con cariño.
—Perfectamente.
Se relajó al
escuchar eso y cerró los párpados, disfrutando de cómo sus dedos querían
transmitirle tranquilidad y mimos a la vez. Estaba tan centrado en Naruto, tan
contento porque estuviera allí, que no se percató de la presencia de Ino hasta
que esta carraspeó, llamando su atención. Tenía el rostro sonrojado, tal vez
porque ambos seguían abrazados y se estaban acariciando de un modo muy íntimo.
No le importaba, la verdad era que no tenía motivos para esconder lo que sentía
por su rubio.
—Yo… Ah… Mejor me
voy a… trabajar. Sí, eso —se excusó, moviendo las manos con nerviosismo.
Cuando se dio la
vuelta para irse, Sasuke la llamó:
—Ino.
Ella se detuvo y
se giró inmediatamente.
—¿Sí?
—Voy a tomarme un
largo descanso para comer, así que puedes ir a descansar un rato. Si preguntan
por mí, no estoy disponible para nadie, ¿entendido?
Ino asintió y, por
poco, se le escapó una sonrisa divertida cuando miró a Naruto.
—Por supuesto,
Sasuke.
En cuanto los dejó
solos, Naruto tiró de él y lo besó apasionadamente en los labios. Sasuke gimió
cuando esa lengua traviesa se enlazó con la suya, implacable, dominándolo; se
dejó hacer, no tenía ningún deseo de tener control sobre su pareja, solo quería
poner la mente en blanco, olvidarse de todo y permitir que su sexy rubio
hiciera lo que quisiera con él. Gruñó excitado cuando una de sus manos le
apretó una nalga mientras que el otro brazo lo apretaba firmemente contra su
duro cuerpo por la cintura; él hundió los dedos en ese cabello rebelde que
tanto le gustaba, acariciando de vez en cuando su rostro, rozando su lengua con
la suya, invitándolo a ir más adentro de su boca.
Cuando se
separaron, ambos tenían la respiración agitada y se miraban como si desearan
devorarse el uno al otro. Los dos se sonrieron, cómplices, y se besaron una vez
más antes de abrazarse.
—Me alegro de que
por fin hayas salido del hospital —susurró Sasuke.
Naruto lo besó en
el cuello.
—Yo también. Ahora
podré pagarte lo que te debo en carnes —dijo en su oído con un tono sugerente
que erizó la piel del otro hombre.
Sin embargo,
estaba en el trabajo… no podía simplemente dejar que lo subiera a la mesa y lo
jodiera… aunque esa idea lo puso muy duro. En vez de eso, tocó los mechones
húmedos de su cabello.
—Te has mojado al
venir.
Naruto negó con la
cabeza y se inclinó para besarlo otra vez.
—No es nada.
—Deberías secarte
o volverás al hospital con un resfriado de mil demonios —se burló.
Sin embargo, su
novio levantó una ceja.
—Mis pantalones
también están húmedos, ¿quieres que me los quite y los sequemos?
Sasuke rio y le
devolvió el beso a Naruto cuando este se inclinó para darle a su labio un
mordisco juguetón, pero luego se apartó.
—Pervertido.
Espera, tengo un baño privado, te traeré una toalla.
El rubio soltó un
gemido de disgusto al ver que su novio se apartaba.
—No es para tanto,
solo me he mojado un poco.
Sasuke hizo caso
omiso y regresó con una toalla en la mano, que puso de inmediato en la cabeza
de su novio, que rio divertido por cómo le estaba secando el cabello.
—Puedo hacerlo yo,
Sasuke.
—Yo también —replicó
él.
—Llevas tres meses
cuidando de mí, deja que haga esto por mi cuenta —dijo Naruto, quitándole la
toalla para secarse él mismo.
El otro hombre
sonrió y, esta vez, permitió que su pareja se las apañara. Podía entender que
estuviera agobiado por tener a tanta gente encima de él cuando normalmente era
una persona muy independiente, así que pensó que sería bueno que dejara que
hiciera las cosas por sí mismo, le ayudaría a sentirse mejor después de tres
meses atosigado por doctores, enfermeros y él.
—¿Has tenido
problemas para llegar hasta aquí?
—Me he perdido dos
veces entre tus departamentos, ¿por qué el ascensor te envía a dos sitios
distintos?
—Porque tengo
muchos trabajadores y necesitan mucho espacio —respondió Sasuke con una sonrisa
divertida mientras sacaba del último cajón de la mesa un papel para pedir
comida. A veces lo hacía si tenía mucho trabajo, pero esa vez quería tener
intimidad con su novio y no la tendría en un restaurante.
—Al menos cuando
he llegado a la última planta una de tus chicas me ha llevado hasta tu despacho
—dicho esto, hizo una mueca que Sasuke notó.
—¿Qué pasa?
Naruto movió un
hombro, incómodo.
—Nada, ha
flirteado conmigo.
A pesar de su
breve explicación, el Uchiha no se quedó tranquilo. A ver, no era idiota, su
rubio llamaba mucho la atención allá adonde fuera, no solo por su aspecto
exótico, sino también porque era alto, guapo y sexy, sabía que mucha gente se
acercaba a él para coquetear, pero Naruto siempre la rechazaba amablemente y
después se quedaba como si nada. Pero ahora podía sentir claramente que algo le
había molestado, y eso no era habitual.
—Naruto, sé que
algo no va bien, ¿qué ha pasado?
Él se removió un poco
y bajó los ojos.
—Ella se restregó
contra mí, fue incómodo.
Sasuke abrió los
ojos como platos.
—¡¿Que ella qué?!
Naruto fue
rápidamente hacia él.
—No importa,
Sasuke, de verdad, no fue para tanto.
Pero para él sí lo
era; una cosa era que una mujer flirteara con él, vale, de acuerdo, ¿quién no
lo haría? Sin embargo, otra muy distinta era que dicha zorra se frotara contra
él como si nada, como si fuera perfectamente normal su comportamiento, ¡y
encima en sus oficinas!
Una oleada de
celos y posesividad lo invadieron. Una pequeña parte de él, la racional, que
solía ser predominante, sabía que Naruto era cien por cien gay y que jamás se
pararía a prestarle atención a una mujer de ese modo, pero la otra,
temperamental y apasionada, estaba furiosa porque otra persona se hubiera
atrevido a tratar de entrar en su territorio.
—¿Que no es para
tanto? ¿Quién se cree que es para ir frotándose por mi empresa como una perra
en celo? ¡Y con mi novio! —repuso, fuera de sí.
El rubio lo abrazó
por la cintura y le acarició la espalda, tratando de calmarlo.
—Venga, Sasuke, no
le des más importancia…
—¡No! No pienso
aguantar que haya una trabajadora aquí que se te vaya a lanzar encima cada vez
que vengas. Vas a decirme quién es y voy a tener unas palabritas con ella, a
ver si sigue siendo tan puta cuando la haya…
No pudo terminar
de hablar porque, de repente, Naruto se había apoderado de su boca. Sasuke se
quedó quieto por la sorpresa, no había esperado que su novio lo besara así en
mitad de una discusión (una que mantenía consigo mismo, pero discusión al fin y
al cabo), lo cual aprovechó el otro hombre para meter la lengua en su interior
y enlazarla con la suya, tentando a su amante a reunirse con ella. Mientras
tanto, sus manos, que habían estado en su cintura, se movieron por su cuerpo;
una hacia arriba, acariciando su columna vertebral hasta el cuello, donde
enredó los dedos en su pelo, y la otra descendió sensualmente hasta su trasero,
lugar en el que no se contuvo a la hora de masajear sus nalgas, apretándolas
con deseo y clavando sus dedos para hacerle saber lo mucho que lo deseaba.
Sasuke gimió,
encantado con la pasión que le transmitía su rubio y la forma en que lo
estrechaba contra sí, como si quisiera que sus cuerpos se fundieran en uno.
Evaporada su rabia, siendo sustituida por la lujuria que había estado
conteniendo durante tres meses, deslizó una mano por su cintura hasta su culo,
apreciando su firmeza y lo duro que estaba, mientras que la otra buscó su
rostro, que acarició con ternura y cierta ansia, anhelando mucho más que un
beso.
De repente, Naruto
lo movió hacia atrás, haciendo que sus piernas chocaran con el escritorio; en
un instante, Sasuke se vio sentado sobre este, con Naruto entre sus piernas y
besándolo con más ferocidad, gruñendo en un tono bajo que lo puso a cien. Gimió
contra sus labios y lo agarró de los hombros para decirle que lo quería más
cerca. Su rubio, siempre complaciente, obedeció de inmediato y pegó su cuerpo
al suyo; sintió sus duros pectorales contra su torso y sus caderas danzando
sobre las suyas, frotando su polla contra la suya. Un jadeo escapó de su boca
al sentir la intensidad con la que lo deseaba. Oh, joder, iba a sentirse
increíble cuando lo follara.
Entonces, su
amante se separó y lo miró con un brillo hambriento en los ojos.
—¿Lo ves, Sasuke?
Solo tú provocas esto en mí.
Él se mordió el
labio. Ya no estaba enfadado como antes, pero seguía algo molesto.
—Pero… Mmm… —gimió
cuando su rubio lo besó otra vez, profundamente y con ardor, barriendo el
interior de su boca hasta que lo dejó jadeando.
Naruto sonrió con
picardía.
—Sigues celoso,
¿eh? Voy a tener que ser más convincente —dicho esto, y para el disgusto de
Sasuke, se alejó de él, dejándolo caliente y duro.
—¿A dónde vas? —preguntó,
con la respiración agitada y odiando no tener su cuerpo sobre el suyo.
Su novio no
respondió, pero le lanzó una sonrisa traviesa por encima del hombro antes de ir
hacia la puerta… y echar el cerrojo. Inmediatamente, el corazón de Sasuke echó
a latir con fuerza sobre su pecho, cabalgando agitado, impaciente y ansioso.
Naruto se dio la
vuelta, mirándolo como si estuviera tramando algo muy sexual, y regresó con él
despacio, quitándose el jersey de un sencillo tirón, dejando a la vista su
camiseta interior de manga larga negra, la cual se ajustaba tan bien a su
impresionante torso que delineaba cada anguloso músculo de su vientre, cada
línea de su fuerte pecho.
A Sasuke se le
hizo la boca agua. Sin embargo, intuir lo que estaba a punto de pasar hizo que
se sonrojara hasta las orejas. Él nunca… En su despacho no…
Hizo amago de
bajar del escritorio, pero Naruto le vio y le dijo:
—Yo si fuera tú,
no lo haría, Sasuke. —Su sonrisa se volvió maliciosa a la vez que se quitaba la
camiseta interior, lanzándola a cualquier parte. Él se quedó inmóvil al verlo
semidesnudo; su rubio era el ser más sexy del mundo cuando estaba así, solo con
los pantalones puestos y exponiendo esos duros abdominales a sus avariciosos
ojos, que no querían perderse ni un detalle de cómo estos se contraían en una
sensual melodía de poder y fuerza—. Ahora no estoy postrado en la cama y te
prometo que sigo siendo más rápido que tú… Pero si quieres jugar, no me importa
hacerlo —añadió ensanchando su sonrisa, aunque sus ojos llameaban de pura
lujuria—, sería la excusa perfecta para empotrarte en la pared y joder ese sexy
culo tuyo sin control alguno.
Sasuke se mordió
el labio, tentado por la idea pero, al mismo tiempo, resistiéndose. Siempre le
había parecido que follar en el espacio de trabajo de alguien era algo muy vulgar,
se suponía que ese era un lugar reservado para la concentración, no para hacer
guarradas… pero, para variar, ese rubio lo incitaba a hacer cosas que nunca
habría hecho por su cuenta, locas aventuras que al final habían resultado en
buenas experiencias. Y, cuando Naruto llegó hasta él, colocándose entre sus
piernas de nuevo e inclinándose sobre su cuerpo para lamer su garganta, supo
que estaba a punto de cometer otra.
—Aaah… —gimió
cuando su lengua trazó un húmedo rastro hasta su oreja, donde su amante lo
mordisqueó, juguetón, haciéndole temblar.
Naruto sonrió.
—Shh… No podemos
hacer mucho ruido, no queremos que tu secretaria piense que estoy jodiendo a su
jefe, ¿verdad? —se burló al mismo tiempo que una de sus manos se deslizaba por
su pecho hasta llegar a los botones de la chaqueta de su traje, que empezó a
desabrochar poco a poco.
Al escuchar eso,
Sasuke puso ambas manos sobre el pecho del rubio, haciendo amago de querer
apartarlo pero sin hacer el menor esfuerzo por ello. En el fondo no quería que
se detuviera.
—Naruto, espera…
¡Aah! —jadeó, aferrándose a él cuando lo mordió de repente en la base del
cuello, provocándole un delicioso escalofrío.
—Vamos, Sasuke,
estás caliente como yo —lo tentó el otro hombre, mordisqueando su piel con más
suavidad a la vez que deslizaba la chaqueta por los hombros de su novio.
El Uchiha no
impidió que le quitara la prenda, sino que le ayudó echando las manos hacia
atrás antes de envolverlas alrededor de su cuello para buscar sus labios.
Naruto se los prestó sin pensárselo dos veces, sabiendo que la batalla estaba
prácticamente ganada y que solo necesitaba un poco más de “calentamiento” antes
de convencerlo del todo. De modo que, con un brazo, envolvió su cintura sin
dejar de fundir sus labios con los suyos en un beso húmedo y lento,
estrechándolo amorosamente contra su pecho mientras que su mano libre
acariciaba sensualmente su cuello, buscando con los dedos su corbata.
Sasuke notó eso y
se separó para mirarlo con los ojos ardiendo.
—¿Vas a atarme?
El rubio esbozó
una media sonrisa muy sexy.
—No, necesito que
apoyes las manos en la mesa para sostenerte. Pero voy a hacer otra cosa —dicho
esto, la puso sobre sus ojos, haciendo que su novio soltara un suave gemido,
excitado.
—Naruto, si haces
eso yo no…
No lo dejó
terminar, volvió a apoderarse de su boca, sometiéndola con suma facilidad.
Sabía que ese lugar era donde trabajaba Sasuke y que probablemente estuviera
reticente a hacerlo ahí, pero también era muy consciente de lo mucho que le
había costado apartarse de él cada vez que sus caricias habían subido de tono
en el hospital, cada vez que había logrado distraerlo lo suficiente como para
tumbarlo a su lado en la cama y estrecharlo en sus brazos, besarlo hasta que
solo pudiera estar pendiente de cómo su boca se movía sobre la suya, tocarlo
hasta el punto de que tan solo sintiera sus cuerpos fundirse. También sabía que
lo había hecho porque tenía miedo de hacerle daño, porque estaba preocupado por
sus heridas y temía abrirlas si hacían el amor, y lo amaba por ello. Pero ahora
estaba bien, había recuperado sus fuerzas y quería ese momento de intimidad, no
le importaba que no fuera en su cama, no podía esperar tanto para sentirse
unido a su novio de ese modo.
Uno que no se
había apartado de su lado en tres meses, que había cuidado de él y había
sacrificado mucho tiempo en estar ahí para lo que necesitara, ya fuera para
apoyarlo durante el doloroso tratamiento como para hacerle compañía para que no
estuviera aburrido.
No, no quería
esperar. Quería demostrarle lo mucho que lo quería en ese momento. Ahora. Sobre
esa mesa.
Su beso se volvió
más urgente y voraz al mismo tiempo que desabrochaba la camisa de Sasuke con
rapidez, deseando pasar los dedos por su sexy torso, delineado levemente por
sus músculos; su pareja no era tan fuerte como él, pero se podía apreciar el
ejercicio físico que hacía varias veces a la semana por su pecho firme y los
abdominales que se marcaban ligeramente cuando respiraba o se movía. Una vez
hubo terminado, le abrió la prenda y acarició su piel desnuda, gimiendo
suavemente de placer.
—No sabes lo mucho
que echaba de menos esto —susurró contra sus labios, besándolos con cariño a la
vez que una de sus manos pasaba por todo su torso, desde el bajo vientre hasta
el cuello, girando sobre la nuca y aferrándole del cabello para echar su cabeza
hacia atrás. Su amante no se resistió, se entregó a él con un suave jadeo
mientras su pecho bajaba y subía al compás de su excitada respiración; Sasuke
no era precisamente alguien dócil, pero cuando se dejaba llevar… Joder… —.
Deseaba verte así, dispuesto y listo para mí —dicho esto, se inclinó y le mordió
un pezón, fuerte, pero no lo suficiente para hacerle daño.
—¡Ah! ¡Sí! —gimió
su novio, haciendo amago de cogerle del cabello. Pero Naruto tenía otros planes
y se apartó velozmente para atrapar sus muñecas con una sonrisa traviesa.
—No, esto no
funciona así, Sasuke. Llevo tres meses haciendo todo lo que me has dicho… ahora
es tu turno —y, tras decir esto, lo empujó suavemente hacia atrás, haciendo que
apoyara las manos sobre la superficie de la mesa. Se sintió muy complacido
cuando su novio no replicó, tan solo le dedicó un asentimiento. Su sonrisa se
ensanchó—. Bien. Quiero que te quedes así, quieto, no puedes tocarme.
—¿Por qué no? —se
quejó esta vez Sasuke con un gemido.
—Porque tú has
cuidado de mí, y ahora yo cuidaré de ti —respondió Naruto con sencillez,
soltando sus muñecas cuando estuvo seguro de que su amante se quedaría donde
estaba. Después, se acomodó entre sus piernas a la vez que le abría la camisa
para tener un acceso privilegiado a su pecho, admirando la palidez firme de su
torso y cómo sus pezones estaban erguidos, como si llamaran con desesperación a
su boca, ansiosos por ser lamidos y chupados.
En cuanto estuvo
en posición, se inclinó sobre Sasuke, colocando sus manos a ambos lados de su
cuerpo para sostenerse y, con un hábil movimiento, frotó sus caderas contra su
polla.
—Aaaaah… —gimió
alto, arqueando la espalda y envolviendo las piernas alrededor de su cintura.
Naruto se mordió
el labio, conteniendo un jadeo de placer al sentir por fin su miembro duro
contra el suyo. Sí, eso era lo que quería, lo que había estado deseando desde
hacía meses.
—Más bajo, Sasuke,
más bajo. Shh… —susurró antes de descender sobre su cuerpo para chupar sus
pezones con deseo.
Notó que trataba
de contener un gemido que escapó involuntariamente de su garganta, haciéndole
sonreír. Sin embargo, eso no lo distrajo de su objetivo; atravesó los fuertes
pectorales de su novio con la boca, plantando húmedos besos que le hicieron
retorcerse bajo su cuerpo, aunque no hizo amago de moverse más de lo que él le
había ordenado, lo cual lo excitó todavía más, y eso antes de descender por sus
fuertes abdominales, delineándolos eróticamente con la lengua, sin perderse ni
uno solo de sus músculos, disfrutando por cómo se tensaban con cada caricia,
con cada respiración agitada, conteniendo su placer. Cuando sus labios rozaron
su cintura, dirigió sus hábiles dedos hacia su polla y la acarició por encima
de la tela del pantalón. Sasuke reaccionó soltando un fuerte jadeo, no había
esperado que hiciera eso.
—¡Aaaah!
Él volvió a
sonreír con una mezcla de picardía y lujuria. Amaba escuchar lo mucho que le
gustaba que lo tocara ahí.
—¿Quieres esto,
Sasuke? —le preguntó con la voz ronca.
—¡Sí! —gimió él,
tratando de frotar sus caderas contra su mano—. ¡Sí, Naruto, sí!
Él gruñó, pero en
vez de volver a acariciarlo, le desabrochó con rapidez los pantalones y se los
quitó. Sasuke ni siquiera se resistió, estaba tan ansioso que levantó el
trasero y las piernas para ayudarle a deshacerse de la prenda. En cuanto la
dejó caer al suelo, alzó la vista y admiró abiertamente a su sexy amante:
sentado sobre el escritorio, con el cuerpo echado hacia atrás; los muslos
separados para él; vestido únicamente con una camisa que estaba abierta,
dejando a la vista su hermoso pecho que se movía al compás de su acelerada
respiración a causa del deseo y la expectación; los ojos vendados, incapaz de
ver lo que pensaba hacer con él; las mejillas levemente sonrojadas, y los
labios abiertos y algo enrojecidos por sus besos.
Mmm… Una fantasía
hecha realidad.
—¿Quieres que te
cuente un secreto, Sasuke? —le dijo a la vez que volvía a colocarse entre sus
piernas para acariciar lentamente sus muslos, desde la rodilla hacia arriba,
retrasando el momento en el que llegaría a uno de los lugares más íntimos de su
cuerpo. Su novio se dio cuenta y se mordió eróticamente el labio inferior,
aunque no le exigió que se diera prisa ni tampoco se quejó, estaba permitiendo
que él tuviera el control absoluto de la situación.
—¿Cuál? —preguntó
con voz temblorosa.
Sus dedos fueron
hasta sus genitales y los masajeó suavemente, con cuidado. Sasuke respondió
conteniendo un gemido, aunque Naruto lo oyó.
—Hace tiempo… que
fantaseaba con esto —admitió, entrecerrando los ojos, devorando a su pareja con
una mirada llena de pura lujuria—. Yo vendría a verte al trabajo… y el deseo
nos consumiría. Tú te quedarías tal y como estás ahora… vestido solo con esa
camisa… y los ojos vendados con tu corbata… sentado sobre el escritorio… Y yo
te follaría ahí mismo, primero suave y lento…
—¿Y luego? —preguntó
Sasuke con un jadeo, impaciente.
Naruto sonrió y,
sin previo aviso, envolvió una mano alrededor de su polla.
—¡Aaaah! —exclamó
el otro hombre, sorprendido por el asalto de una ola de placer.
—Solo hay un modo
de averiguarlo, ¿no? —ronroneó, observando complacido cómo su amante gemía en
voz baja y soltaba algún que otro jadeo.
—Aaah… Aaaaah… Sí,
Naruto, así… Me encanta… —susurraba, retorciéndose todo lo que él le permitía,
contrayendo sus músculos con cada caricia y temblando cada vez que lo apretaba
un poco, lo justo para incrementar su placer.
El rubio tragó
saliva; estaba tan duro por ver a Sasuke en ese estado de puro éxtasis que le
dolía la polla, atrapada todavía en sus pantalones. Sin dejar de masturbarlo a
un ritmo intermedio, ni demasiado lento ni muy rápido, usó la otra mano para
abrirse la cremallera y bajar un poco la cinturilla de su ropa interior para
dejar libre su miembro, dejando escapar un suspiro de alivio, seguido por un
gemido cuando empezó a acariciarse de arriba abajo. Tocarse al mismo tiempo que
le daba placer a su amante, al que veía lo mucho que disfrutaba haciendo
realidad una de sus fantasías más erógenas… había algo un tanto prohibido y
sexual en hacerlo en su despacho, donde podían ser descubiertos con facilidad.
Sin embargo, merecía
la pena. Necesitaba desesperadamente esa intimidad con Sasuke, demostrarle lo
mucho que lo había deseado durante esos tres largos meses, lo agradecido que
estaba con él por haber estar ahí sin importar lo irritante e inaguantable que
había estado y, sobre todo, lo mucho que lo amaba.
Además, la idea de
que su novio se pusiera duro cada vez que entrara su despacho, recordando lo
que habían hecho sobre su mesa, le gustaba demasiado.
Gruñó cuando se
sintió lo bastante excitado como para que saliera el líquido seminal. Habían
pasado tanto tiempo sin follar que sabía que Sasuke necesitaría más preparación
de la habitual, por eso había esperado hasta ese momento para penetrarlo…
porque, de no haber sido así, lo habría puesto boca abajo sobre la mesa y lo habría
jodido sin más.
Se colocó en una
posición más cómoda entre las piernas de su pareja y puso su polla contra su
entrada, frotándola con el líquido para que se humedeciera. Sintió la tensión
en el cuerpo de Sasuke, el cual ya sabía lo que se avecinaba.
—¿Vas a follarme?
—Dije que lo haría
—respondió él con la voz enronquecida.
—Por fin —gruñó él
con satisfacción.
Naruto soltó una
risilla. Al fin admitía que tenía tantas ganas como él.
—Tendrías que
haber dejado que te lo hiciera en el hospital —murmuró, inclinándose para rozar
sus labios.
Sasuke le dio un
beso húmedo y lleno de deseo, aprovechando su proximidad, antes de apartarse y
decirle:
—Estabas herido.
—Solo tenías que
ponerte a horcajadas sobre mí y dejar que la gravedad hiciera el resto —comentó
con una amplia sonrisa… que se borró cuando presionó su polla contra la
estrecha entrada de Sasuke. Se deslizó con facilidad gracias a la humedad, al
menos la punta, haciendo que ambos soltaran un gemido al unísono.
—Mmm… —ronroneó el
Uchiha—. Podrían habernos pillado…
—No si hubiéramos
echado el pestillo… —replicó Naruto, penetrándolo más profundamente con mucho
cuidado, procurando no hacerle daño—. Oh, sí…
—Aaaah… —gimió
Sasuke—. Más hondo, Naruto…
—Shh… Despacio,
amor, ha pasado mucho tiempo…
—Por favor… —suplicó
su amante.
Naruto gruñó y
apartó las manos de ambos miembros para apoyarlas en la mesa y empujar. El
cuerpo de Sasuke ofreció cierta resistencia, pero este tardó poco en relajarse
y en permitir que su polla se adentrara hasta lo más profundo de él.
—Aaaaaah… Eso es,
Naruto —jadeó, rodeando su cintura con sus piernas.
—¿Así? —murmuró
él, lamiendo su labio inferior.
—Sí, fóllame —ordenó
el mandón de su novio. Sin embargo, le gustó demasiado esa exigencia y, en
menos de un segundo, ya estaba embistiéndole sin ningún control.
No había sido su
intención que las cosas fueran así, había pensado en hacerle el amor de un modo
lento y suave al principio, para que volviera a acostumbrarse a él… pero no
pudo ser. Ambos estaban demasiado necesitados del otro, ardían en deseos de
unirse de la forma más primitiva que conocían, consumando el fuerte lazo
emocional que compartían. Así que Naruto golpeó apasionadamente el trasero de
Sasuke con las caderas, el cual lo besó ardorosamente para acallar los fuertes
gemidos que escapaban de su garganta, aunque eso no evitó que le hiciera saber
lo mucho que le gustaba que le jodiera así, que le dijera lo mucho que había
echado de menos sentirlo en su interior y tener su cuerpo sobre el suyo.
Ninguno de los dos
duró mucho tiempo; habían pasado meses desde la última vez y los dos estaban
muy calientes. Así que Naruto, sin contenerse lo más mínimo, embistió
salvajemente a su amante hasta que se corrió con fuerza, mordiendo su hombro
para contener el grito de puro éxtasis que hizo que la resistencia del rubio se
desvaneciera y dejara salir su propio deseo, liberando su semilla en el
interior de Sasuke con un jadeo que no pudo acallar.
—No me puedo creer
que esa zorra te haya hecho eso —masculló Naruto mientras le ayudaba a recoger
los restos de comida que había en la mesa. Después de hacer el amor e
intercambiar unas cuantas caricias, habían pedido comida y Sasuke le había
contado lo ocurrido con su ex.
Por desgracia, este
no estaba tan sorprendido como antes; siempre había sabido que Karin era una
aprovechada y que, cuando se trataba de conseguir lo que quería, no tenía
muchos escrúpulos a la hora de hacer lo que fuera necesario… aunque admitía que
jamás había esperado que llegara tan lejos ni que su mente fuera tan retorcida.
—¿Y qué piensas
hacer? —le preguntó su rubio tras tirar los envases a la basura.
Su única respuesta
fue encogerse de hombros.
—No lo sé.
Al ver a Sasuke
tan preocupado, Naruto se acercó a él y envolvió los brazos alrededor de sus
caderas.
—Si quieres puedo
meterla en un edificio y prenderle fuego. No te preocupes, parecerá un
accidente, sé cómo lo hacerlo sin levantar sospechas.
Sasuke no pudo
evitar soltar una risilla.
—Eso es tentador,
pero ya has estado bastante tiempo encerrado en un hospital, solo te faltaba ir
a la cárcel.
Naruto curvó los
labios hacia arriba un momento y luego juntó su frente con la de su novio.
—Ojalá pudiera
ayudarte.
El Uchiha sonrió.
—Ya lo has hecho —dicho
esto, lo besó tiernamente en los labios y le acarició el rostro—. No te
preocupes, iré esta noche a cenar a casa de mis padres y hablaré con ellos e
Itachi. Tal vez se les ocurra algo.
Su pareja asintió.
—Si necesitas
cualquier cosa, llámame, ¿vale?
Sasuke asintió… y
entonces dijo algo totalmente inesperado.
—¿Y si me
acompañas esta noche?
Naruto parpadeó,
analizando lo que acababa de escuchar; al terminar de asimilarlo, su corazón
empezó a latir con mucha fuerza.
—¿Lo dices en
serio?
El Uchiha sonrió.
—Sí. Rompí con
Karin hace meses y ya has salido del hospital, ¿por qué esperar?
El otro hombre
esbozó una enorme y feliz sonrisa antes de besarlo profundamente. Sasuke le
devolvió el gesto con cariño y lo abrazó por el cuello, le alegraba ver que
estaba tan ilusionado ante la idea de conocer a su familia, implicaba un paso
más en su relación, uno que hacía tiempo que sabía que deseaba.
—Gracias, Sasuke —le
dijo cuando se separaron con un brillo especial en los ojos.
—No hay de qué.
Tengo ganas de que los conozcas.
Naruto le sonrió
unos instantes, antes de que su expresión se viera ensombrecida por la duda.
—¿Debería
preocuparme por cómo vayan a reaccionar cuando me vean?
—No, no te
preocupes. Les pillará por sorpresa, pero creo que se lo tomarán bastante bien.
Su rubio recuperó
la sonrisa y cogió su rostro entre sus manos para besarlo otra vez.
—Te quiero.
—Yo también —dijo
Sasuke antes de darle una palmada juguetona en el trasero—. Anda, vete para que
pueda trabajar, me desconcentras.
—Me lo tomaré como
un cumplido —comentó Naruto, subiendo las comisuras de los labios.
Después de eso,
los dos se dirigieron a la puerta y el Uchiha quitó el pestillo. Entonces, esta
se abrió de golpe y entró una mujer vestida con un elegante traje con falda y
unos tacones bajos, con el cabello corto rosado y ojos verdes que echaron un
breve vistazo a Sasuke antes de posarse sobre Naruto con interés.
—Hola, Sasuke.
¿Quién es tu nuevo amigo? —preguntó con una sonrisita maliciosa.
El susodicho
entrecerró los ojos con cara de pocos amigos. Seguro que Ino había ido directa
a intercambiar cotilleos con su amiga.
—¿Cuánto tiempo
llevas detrás de la puerta?
Ella hizo un gesto
despreocupado con la mano.
—Acabo de llegar —dicho
esto, fue directa hacia Naruto con una mano alzada en señal de saludo—. Hola,
me llamo Sakura Haruno.
El rubio se la
estrechó con formalidad.
—Naruto Namikaze.
Mucho gusto.
—Bueno, ¿y qué
relación tienes con Sasuke?
Sasuke gruñó.
Joder, Sakura, ¿no puedes ser más discreta? Pero si quería hacerlo por las
malas…
—Es mi novio —soltó
sin tapujos.
Su amiga se quedó
con la boca abierta, mientras que Naruto sonreía con orgullo y, para qué
mentir, muy divertido por la expresión de absoluta sorpresa que tenía la mujer
en el rostro. Aprovechando que parecía haberse quedado sin palabras, la separó
de su pareja y lo empujó hacia la puerta para que Sakura no pudiera
interrogarlo, podía ser muy cotilla con esas cosas cuando se trataba de alguien
a quien apreciaba y no necesitaba saber más detalles de los que él podía darle.
—Te veo cuando
salga del trabajo, ¿vale? —le dijo a Naruto.
—Claro, nos vemos
luego —dicho esto, le lanzó una divertida sonrisa a Sakura—. Un placer,
señorita Haruno.
—I… ¡Igualmente! —logró
despedirse ella cuando el rubio ya estaba llegando al ascensor. Entonces, se
volvió hacia Sasuke con una expresión de sorpresa—. ¡Madre mía, Sasuke!
Este se cruzó de
brazos.
—¿Qué pasa?
—No me puedo creer
que te hayas pasado a mi bando, ¡es genial! —dijo, lanzándose a su cuello para
darle un efusivo abrazo—. Cuando Ino me ha dicho que estabas en actitud
empalagosa con un rubio salido de una revista porno creía que me estaba gastando
una broma. ¿Cuándo ha pasado todo esto? ¿Dónde lo conociste? Ay, Dios, quiero
que me lo cuentes todo.
Sasuke levantó una
ceja.
—¿No se supone que
deberíamos trabajar? Podemos dejar esto para otro día.
Sakura respondió
con un resoplido muy poco elegante y poniendo los ojos en blanco.
—Por favor,
Sasuke, has necesitado más de una hora para comer; si has perdido tanto tiempo
en eso para estar con tu amorcito, puedes perder un poco más para contarle a tu
mejor amiga cómo pasaste al lado oscuro.
El hombre rodó los
ojos, sabiendo que no le dejaría en paz hasta haber saciado su curiosidad.
—Está bien…
Se sirvieron un
café (Sasuke tenía cafetera propia en el despacho) y se sentaron en el sofá con
mesita de cristal que había a la izquierda del escritorio mientras el Uchiha le
resumía cómo había conocido a Naruto hacía más de tres meses, su confusión y
negación al principio, su rencuentro, su breve relación y el accidente que tuvo
seguido de una larga recuperación, así como que esa noche iba a presentárselo a
sus padres. Sakura prestó mucha atención sin interrumpirlo ni una sola vez.
—Pues quiero que
sepas que estoy muy feliz por ti —le dijo, tocándole el brazo con afecto—, y
muy orgullosa porque hayas aceptado esa parte de ti mismo. No esperaba que
fueras a salir del armario con tanta facilidad, a tu edad, a la gente le cuesta
mucho hacerlo. Bueno, a cualquier edad es difícil en realidad, pero es
diferente cuando has estado toda tu vida relacionándote con un único género y
de repente te das cuenta de que quieras catar el otro lado.
Sasuke sonrió.
—Tú lo supiste
bastante pronto.
Ella se encogió de
hombros.
—¿Qué puedo decir?
Las primeras veces que lo probé con chicos me quedé asqueada. Entonces, conocí
a mi primera novia y me di cuenta de que eso era lo que me gustaba… Aunque debo
reconocer que, si hubiera conocido a tu hombre antes que a Lucy, tal vez le
habría dado una segunda oportunidad al sexo masculino. Admito que es
increíblemente guapo y que parece una máquina de follar.
—¡Sakura! —la
regañó Sasuke—. Haz el favor de no hablar así de mi novio.
La mujer le lanzó
una sonrisilla traviesa.
—¿Pero es una
máquina de follar o no?
Ante la pregunta
tan directa, el hombre se puso rojo como un tomate, haciendo que ella abriera
la boca por la sorpresa.
—¡Te has
sonrojado! Vaya, vaya, Sasuke, qué viciosillo eres. Ahora siento mucha
curiosidad por cómo es en la cama.
Este la miró con
cara de pocos amigos.
—Te diré lo mismo
que me dijiste cuando me presentaste a tu mujer: se mira pero no se toca.
Sakura rio de
buena gana y lo abrazó.
—Oh, Sasuke, estoy
muy contenta porque al fin hayas encontrado a alguien a quien quieres de verdad.
Él le devolvió el
gesto y no pudo evitar sonreír un poco.
—Yo también. Espero
que mi familia reaccione igual.
—Tus padres no
tendrán ningún problema, no lo tuvieron conmigo cuando lo supieron.
—Pero no eres tú
la que va a dejarlos sin nietos —dijo, haciendo una mueca. No había pensado en
el tema de los hijos cuando le había pedido a Naruto que lo acompañara esa
noche, sabía lo mucho que su madre deseaba tener nietos.
—No creo que haya
ningún problema, ellos te quieren igualmente y quieren que seas feliz, no
importa con quién sea.
Eso le dio un poco
más de confianza.
—Tienes razón.
Ella le dio un
beso afectuoso en la mejilla y le frotó el brazo.
—Todo irá bien, ya
lo verás.
—¡Sasuke, cariño! —exclamó
su madre cuando le abrió la puerta, lanzándose sobre él para darle un fuerte
abrazo.
—Hola, mamá —la
saludó con una sonrisa. Esa misma mañana, después de hablar con Sakura, la
había llamado para decirle que esa noche iría a cenar… y que estaría acompañado
por alguien especial. Era la primera vez que se refería a una pareja de esa
forma y supuso que, por esa razón, su madre se había emocionado tanto, tal vez
un poco demasiado, ya que podía oler la comida desde la entrada de casa.
—Pasa, pasa,
cariño —lo animó Mikoto antes de echar un vistazo al exterior por todas partes—.
¿Dónde está tu acompañante? Dijiste que vendría contigo, lo has traído,
¿verdad?
Antes de que
pudiera responder, Itachi salió del comedor a toda prisa, aunque trató de que
no se notara.
—Sasuke —lo saludó
con un abrazo—. ¿Cómo estás? ¿Y tu amiga especial? —preguntó con rapidez,
también moviendo la cabeza como si la estuviera buscando.
Tuvo que admitir
que era bastante gracioso verlos tan emocionados e impacientes… Ojalá
reaccionaran igual cuando vieran que era un “amigo” especial.
El único que
parecía mantener la calma fue su padre, que le dedicó una sonrisa que parecía
decirle que tuviera paciencia, a la que él respondió con otra, solo que rodó
los ojos.
—Está en el coche.
Quería hablar con vosotros primero de algo importante.
—¿Qué pasa, hijo? —preguntó
Fugaku.
Él se removió, un
poco nervioso.
—Será mejor que
nos sentemos.
Todos fueron al
salón donde tomaron asiento; Mikoto junto a Sasuke en el sofá que estaba de
cara a la televisión y Fugaku e Itachi en otro que estaba a su lado. El más
joven de la familia estaba tan nervioso que no se dio cuenta de que su familia
no aparentaba estar muy sorprendida, de hecho, la mujer tenía un brillo
emocionado en los ojos e Itachi delataba su impaciencia, el único que estaba
tranquilo era el patriarca de los Uchiha, dándole tiempo a su hijo pequeño para
que encontrara la forma de decir algo que, sin duda alguna, era difícil para
él.
—Veréis… Es que…
mi pareja no es como las otras que he tenido antes.
Su madre le cogió
las manos y se las frotó con cariño.
—Sasuke, no nos
importa cómo sea mientras tú seas feliz. ¿Esa persona te hace feliz?
Él no pudo evitar
sonreír.
—Mucho, mamá.
Nunca me había sentido así con nadie.
Ella le devolvió
la sonrisa y le acarició el rostro.
—Entonces no
tienes de qué preocuparte, cariño.
—Claro que no,
hermano —lo animó Itachi—. Suéltalo.
Sasuke inspiró
hondo, tratando de calmar los acelerados latidos de su corazón. Todo iría bien,
se sorprenderían un poco, pero no odiarían a Naruto, sabía que no eran así y
que lo aceptarían, probablemente su madre lo adoraría en cuanto hubiera
asimilado que le gustaban los hombres (bueno, ese en concreto), su hermano
estaría muy interesado en él y estaba seguro de que le caería bien con un poco
de tiempo, y su padre… Vale, era más reservado y serio, como él, pero no creía
que fuera a ser maleducado de ningún modo, sería cordial con su rubio y lo
trataría como si fuera de la familia con el tiempo, igual que había hecho con
Izumi.
—Bueno… Yo… —carraspeó,
sin saber muy bien cómo decirlo—. Veréis, mi pareja es… es un hombre —soltó por
fin. Ya está, ya lo había dicho—. Estoy saliendo con un hombre —dijo, esta vez
con más convicción, aunque su corazón parecía estar a punto de salir de su
pecho.
Mikoto se llevó
las manos al corazón y su expresión se volvió angustiada. Sasuke se tensó,
temiéndose lo peor.
—Ay, cariño…
¿Tanto miedo tenías de decírnoslo?
Antes de que
Sasuke pudiera procesar lo que eso quería decir, su madre lo abrazó
amorosamente.
—Nosotros te
queremos, Sasuke, no importa si sales con hombres o mujeres. Si ese hombre es
tan especial para ti, estoy segura de que también lo será para nosotros.
Él tragó saliva,
un poco emocionado por sus palabras, y miró a su hermano y a su padre. Itachi
le sonreía abiertamente, diciéndole con los ojos que lo aceptaba y que lo
seguía queriendo, mientras que su padre solo curvó ligeramente los labios hacia
arriba y asintió, haciéndole saber que lo aceptaba y que no tenía ningún
problema por ello.
El alivio lo
inundó y abrazó con fuerza a su madre.
—Gracias. Yo
también os quiero.
Mikoto se separó y
lo besó en la frente.
—Nada va a cambiar
porque te gusten los hombres, cariño. Sigues siendo nuestro hijo, seguiremos
estando orgullosos de ti y tan solo querremos que seas feliz, eso es lo
importante.
—¿Qué pasa con tus
nietos? —preguntó él, todavía temiendo que el hecho de no poder tener hijos
propios con Naruto hiciera que cambiara de opinión.
Sin embargo, su
madre le quitó importancia con un gesto de la mano.
—Sasuke, las
personas no son padres solo por el hecho de dar a luz o tener su genética; mira
algunos de los casos de tu padre, cómo esa gente horrible maltrataba a sus
niños o les hacía cosas horribles. Si llegado el momento queréis adoptar un
bebé, yo lo querré como si llevara mi sangre, y si no tenéis, también está
bien. Tienes que hacer lo que tú quieras, cariño.
—Nosotros ya hemos
vivido la vida que queríamos, hijo —intervino Fugaku con tono solemne—. Jamás
trataríamos de imponerte nuestros deseos, solo queremos que seas feliz a tu
manera, con hijos o sin ellos, con pareja o sin ella… Ahora es tu turno de
tener la vida que quieres.
—Además, ellos ya
van a tener un nieto —añadió Itachi, guiñándole un ojo—. Ese lado está
cubierto, no te preocupes.
Él sonrió
ampliamente. Tenía la mejor familia del mundo, sin lugar a dudas.
—Muchas gracias.
La verdad es que tengo muchas ganas de que conozcáis a Naruto.
—Y nosotros nos
morimos por conocerlo —dijo su madre, poniéndose en pie de un salto—. Vamos,
vamos, haz que pase, el pobre debe de estar muriéndose de frío ahí fuera.
Sasuke volvió a
sonreír y fue rápidamente a la puerta. Cuando la abrió, vio que su rubio ya
estaba fuera del coche, apoyado contra este con las manos metidas en los
bolsillos. Por primera vez desde que lo conocía, se había puesto elegante con
unos pantalones negros formales que iban a juego con un abrigo oscuro y que
resaltaba la camisa color borgoña, la cual hacía brillar su espeso e indomable
cabello dorado y sus hermosos ojos azules, que se alzaron al oírle abrir la
puerta.
Se irguió y fue
hacia él con una sonrisa. Se había dado cuenta de la expresión de alegría que
Sasuke llevaba pintada en el rostro.
—Parece que todo
ha ido bien —comentó cuando llegó hasta él.
Él asintió efusivamente.
—Quieren
conocerte.
Naruto le guiñó un
ojo.
—Pues no les
hagamos esperar.
Sasuke sonrió y le
cogió de la mano para llevarlo al interior de la casa. Nada más entrar, Mikoto
ya estaba allí, esperando con una gran sonrisa y unos ojos ilusionados que
brillaron al ver al rubio.
—Tú debes de ser
Naruto, ¿verdad? —le dijo con un tono cariñoso.
—Sí, señora —respondió
su rubio con educación y una pequeña sonrisa tímida que hizo la sonrisa de
Sasuke se ampliara. Era la primera vez que veía a su novio un poco nervioso y
le resultaba un tanto adorable que quisiera causar buena impresión, así que le
dio un apretón en la mano para infundirle ánimos.
Mikoto se acercó y
le dio un abrazo maternal que sorprendió a ambos.
—Por favor,
llámame Mikoto. Es un placer conocerte.
Pasada la
sorpresa, Naruto se atrevió a devolverle el gesto con cariño. Su forma de
abrazarlo le recordó un poco de su madre y, aunque fue duro pensar en ella, le
reconfortó que alguien lo tocara de ese modo otra vez.
—Igualmente,
Mikoto.
Entonces, apareció
Itachi y se acercó para presentarse.
—Mamá, lo estás
acaparando, deja un poco para los demás.
La mujer se apartó
con una carcajada y su hermano mayor le ofreció la mano, que Naruto tomó con
confianza.
—Yo soy Itachi, el
hermano de Sasuke.
—Os parecéis
bastante.
El hombre esbozó
una media sonrisa.
—Nos lo dicen a
menudo.
Mientras ellos
hablaban, Mikoto fue al lado de Sasuke y le susurró en voz baja:
—Es muy, muy
guapo, cariño.
Sasuke sonrió, era
muy consciente de eso.
—Gracias, mamá.
—No me extraña que
le hayas dado una oportunidad.
En esa ocasión,
Sasuke se sonrojó.
—¡Mamá!
Ella tuvo el
descaro de reír juguetonamente, por lo que su hijo no añadió nada más y se
limitó a ver cómo Itachi empezaba con su interrogatorio. Entonces, su padre salió
del salón; parecía un tanto nervioso, pero Sasuke lo achacó a que, como él, era
bastante serio y le costaba relacionarse con los demás, por lo que
probablemente se sentía inseguro sobre cómo causar una buena impresión sin
parecer alguien duro y severo.
Queriendo
ayudarle, cogió a Naruto de la mano y lo apartó de su hermano para llevarlo con
él.
—Eh, Naruto, deja
que te presente a mi… —su voz se apagó cuando su novio se detuvo de sopetón y
se quedó mirando a su padre con los ojos como platos.
—¿Fugaku?
Tanto Sasuke como
Mikoto e Itachi se sobresaltaron al ver que Naruto no parecía saber solo el
nombre del hombre, sino que lo había llamado como si lo hubiera reconocido. Sin
embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando este asintió.
—Hola, Naruto.
Sasuke los miró a
ambos sin comprender nada.
¡¿Qué demonios
estaba pasando?!
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