lunes, 24 de septiembre de 2018

Mi Mascota Sasuke


Mi lobo

Naruto logró ingeniárselas para sostener todas las bolsas en un brazo mientras que con la mano libre metía la llave de su casa en la cerradura. Al escuchar un chasquido, envolvió las bolsas con ambos brazos, temiendo que fueran a caerse por su precario equilibrio, y empujó la puerta con la cadera.

—Vamos, Sasuke, entra.

Su compañero de piso, un enorme e imponente lobo negro con reflejos azules en su hermoso y espeso pelaje, entró al trote y se detuvo junto a la puerta, mirándolo con atención.

Probablemente sea bastante raro tener a un lobo en casa, pero Naruto tenía una buena razón para ello. Hace seis meses, cuando se dirigía hacia Kioto para mudarse de casa, su coche atropelló a Sasuke, que salió corriendo del bosque cruzando la carretera. Pese a que frenó nada más verlo, su vehículo lo golpeó con tal fuerza que el pobre animal salió volando con un aullido de dolor. Naruto temía haberlo matado, pero descubrió que todavía respiraba y decidió llevarlo corriendo a un hospital para animales.

A pesar de que era de noche y se hacía tarde, esperó en la consulta dos horas hasta que el veterinario salió y le dijo que el lobo sobreviviría, pero que no podría andar durante una temporada y que necesitaba que alguien cuidara de él y le ayudara a rehabilitarse. No dudó en ofrecerse voluntario para ello, al fin y al cabo, había sido culpa suya por atropellarlo y, aunque no hubiera sido por él y lo hubiera encontrado herido en la carretera, simplemente no podía dejarlo tirado, Naruto odiaba ver sufrir a un animal.

Así que todos los días iba al hospital a hacerle compañía al lobo, a quien llamó Sasuke por su carácter receloso y desconfiado, que le recordaba al protagonista de unos cuentos sobre ninjas que le contaba su padre cuando era niño. Por supuesto, este no parecía querer saber nada de él al principio, incluso se negaba a comer por su cuenta o que le tocaran, pero Naruto no era de los que se rendían fácilmente, así que siguió yendo un día tras otro a verlo y hablar con él, tratando de que el muy cabezón comiera y le aceptara. Poco a poco, Sasuke pareció empezar a confiar en él, por lo que solo a él le permitía tocarlo y accedió incluso a comer de su mano. Para cuando transcurrió el mes y medio de rehabilitación, el lobo lo trataba como si fuera un miembro de su manada y se mostraba protector con él, ejemplo de ello era que le gruñía al veterinario cada vez que tocaba a Naruto.

Al ver que ya estaba bien, y a pesar de que el rubio le había cogido cariño, decidió que era hora de volver a dejarlo en el bosque. Para su sorpresa, Sasuke no puso pegas a la hora de subir al coche ni tampoco dio problemas durante todo el trayecto, aunque cuando empezaron a acercarse a la zona donde Naruto lo había atropellado, empezó a gemir, como si supiera que el momento de separarse había llegado. Y, cuando los dos bajaron del vehículo y el rubio lo abrazó, pudo jurar que el lobo lloraba igual que él.

Sin embargo, Sasuke volvió al bosque. Fue duro para Naruto, pero jamás le habría negado su libertad a un animal tan hermoso como él, no podía simplemente alejarlo de su hogar y de su manada, sabía que los lobos vivían en grupo y puede que Sasuke tuviera una bonita loba buscándolo y unos preciosos cachorros esperándolo. Así que, cuando lo vio desaparecer entre los árboles, se limpió la cara, subió a su coche y se marchó de allí, rezando porque su amigo peludo tuviera una vida plena y que ningún estúpido cazador se cruzara en su camino. Naruto odiaba a las personas que cazaban por diversión, sobre todo a criaturas tan necesarias para los ecosistemas como los lobos, además de que no eran precisamente animales que se comieran, y ya no le veía sentido cazarlos por su piel, no cuando había cientos de empresas que fabricaban abrigos o piezas de ropa con otro tipo de fibras.

Sí, él era bastante amante de los animales, sobre todo en una época donde los hombres ya habían puesto a un montón de especies en peligro de extinción con fines egoístas, y era consciente de que había partes del mundo donde el lobo estaba en peligro. No quería que Sasuke corriera esa suerte, merecía vivir tanto como cualquier otro ser vivo.

Después de aquello, pasó un mes haciendo su vida diaria, preguntándose todos los días si su amigo estaría bien, si cazaría bastante comida, si estaría en un lugar caliente para refugiarse de las lluvias otoñales y si alguna vez le echaría de menos. A veces sentía la tentación de volver al lugar donde le dejó y buscarlo para asegurarse de que estaba sano y salvo, pero le parecía una locura; Sasuke podía estar en cualquier parte y, aunque diera con él, habría un montón de lobos a su alrededor que lo verían como a un extraño y que, seguramente, le atacarían.

Así que trató de no pensar mucho en ello y solo rezó porque le fuera bien.

Pero, al parecer, alguien de ahí arriba le escuchó, porque un día lluvioso en el que regresaba de hacer la compra, se encontró a un Sasuke totalmente empapado esperándole en la puerta. Dejó las bolsas tiradas en la acera y se lanzó a abrazar a su amigo, que también corrió hacia él y le lamió entero. Interpretó eso como que el lobo quería quedarse con él y, desde entonces, habían estado juntos.

Sasuke nunca intentaba escaparse, cuando lo sacaba para pasear o simplemente iban juntos ni siquiera tenía que usar correa porque siempre iba a su lado; al principio eso asustó a la gente, no era de extrañar ya que era un lobo enorme, pero con el tiempo se acostumbraron a él puesto que nunca hacía daño a nadie… aunque no le gustaban nada los varones, al menos aquellos que se acercaban demasiado a Naruto para algo más que charlar. A él le encantaba ver cómo palidecían cuando Sasuke les gruñía y les enseñaba los dientes, se sentía protegido por su amigo.

El rubio dejó las bolsas sobre la mesa, sabiendo que su compañero cerraría la puerta. Al oír el chasquido, sonrió y miró a Sasuke.

—Buen chico, ven aquí.

El lobo trotó alegremente hacia él y aceptó encantado sus caricias. Después, Naruto encendió el contestador para escuchar si había recibido algún mensaje mientras guardaba la compra. Uno era de su amiga Sakura, que le sermoneó por no ir a ver al grupo durante esos meses y le exigió que fuera a visitarlos por las vacaciones, antes de que llegara Navidad, lo cual le hizo reír antes de decirle a Sasuke:

—¿Qué me dices, chico? ¿Te gustaría ver Tokio? No tiene tantos bosques como aquí, pero no quiero dejarte solo.

El lobo ladró y pegó su cabeza a él con un gemido. Eso era que quería ir con él.

A lo mejor era una tontería, pero Naruto estaba convencido de que Sasuke entendía prácticamente todo lo que le decía, si le pedía que le trajera algo o que hiciera cualquier cosa, él simplemente iba y la hacía, era increíblemente inteligente para ser un animal que hasta hacía poco había sido salvaje.

Otro mensaje, este de su madre, lo sacó de sus pensamientos.

—Hola, cariño, ¿cómo estás? —Su tono de voz era inquieto, lo cual provocó que dejara lo que estaba haciendo y prestara mucha atención—. Escucha… ya sabes que todos los años nos reunimos toda la familia para la cena de Navidad y… Ah… —Hubo una pausa larga en la que oyó de fondo cómo su madre maldecía—. No sé cómo decirte esto de un modo delicado, pero quiero que sepas que Karin estará allí… y que traerá a Bankotsu. —Se le encogió el corazón al oír eso y cerró sus manos en puños—. Naruto, no hace falta que vayas si no quieres, podemos ir tu padre y yo a Kioto y celebrarlo nosotros tres, estoy segura de que tu primo Gaara también preferirá quedarse contigo. Llámame y lo hablamos, ¿vale? Te quiero.

Naruto tragó saliva y cerró los ojos con fuerza, tapándose el rostro con las manos.

—Basta —se dijo a sí mismo, tratando de retener las lágrimas—. No llores por él, no se lo merece.

Un largo gemido llamó su atención. Sasuke estaba a su lado, frotando su gran cabeza contra sus piernas. Él siempre sabía cuándo le pasaba algo, había oído que los animales eran más sensibles a los estados de ánimo, y su compañero siempre estaba cerca cuando necesitaba consuelo. Se agachó y lo abrazó por el cuello.

—Gracias, amiguito. —Este le lamió donde pudo, haciendo reír a Naruto, aunque todavía tenía los ojos brillantes por las lágrimas que se había negado a derramar—. Ya lo sé. Sé que han pasado seis meses y que ya tendría que haber pasado página… pero me sigue doliendo. —Una imagen de Karin gimiendo bajo el cuerpo del que había sido su novio pasó por su mente, haciendo que se sintiera aún peor. Estrechó a Sasuke con más fuerza y enterró la cara en su espeso pelaje—. ¿Qué tengo de malo, Sasuke? Sé que no soy el doncel más sexy o hermoso del mundo, pero no soy una mala persona. No merecía que me hiciera algo así.

De repente, el lobo se retorció para que lo soltara, así que lo dejó ir adonde quisiera y se limpió los ojos con la manga del jersey. Lo sabía, sabía que ese cabrón no merecía que estuviera mal por su culpa, pero no dejaba de preguntarse qué había hecho tan mal como para que terminara su relación de un modo tan repugnante. Naruto era trabajador, escribía novelas de distintos géneros y las publicaba por su cuenta, así no tenía que rendir cuentas a nadie y podía escribir lo que le apeteciera ni tampoco tenía presión encima por terminar los libros a tiempo, llegando a sacar tres o cuatro novelas por año de distintos géneros, aunque era más conocido por las románticas de temática paranormal; no había sido el joven más formal del mundo, pero nunca había hecho nada malo ni daño a nadie; amaba a su familia y amigos y los trataba con todo el cariño del mundo; era leal a los suyos, y, desde luego, NUNCA le habría hecho una putada así a su pareja…

Sasuke regresó llevando una bolsa llena de galletas con chocolate que dejó frente a Naruto con las orejas levantadas, esperando algo. El rubio sonrió y le frotó la cabeza con cariño.

—Tú siempre sabes lo que necesito.

Sasuke ladró y luego fue hacia la televisión, que encendió con el hocico antes de olisquear entre las estanterías de un mueble buscando algo. Poco después, regresó con el doncel llevando una película entre las fauces con cuidado que le tendió a Naruto. Al ver la carátula, este soltó una carcajada, miró a su amigo peludo y lo abrazó.

—Oh, Sasuke, eres el mejor. ¿Sabes?, lo único que te hace falta para ser perfecto es ser un hombre, serías el mejor novio del mundo.

Sus palabras parecieron alegrar a Sasuke, ya que se puso a aullar y ladrar antes de lanzarse sobre Naruto para darle lametones. Este jugó un rato con él, rascándole detrás de las orejas y revolviéndole el pelaje en los costados, y después ambos se pusieron en el sofá para ver Love Actually; era la única comedia romántica que le gustaba a Naruto, le parecía interesante las diferentes relaciones que mostraba, no solo entre parejas, y además estaba enamorado de la banda sonora.

Mientras empezaba, miró a Sasuke que, como siempre, había apoyado la cabeza sobre sus piernas para ver la película, y le dijo:

—¿Sabes?, es un poco triste, pero no me apetece pasar la Navidad con nadie. —Como si le hubiera entendido, el lobo levantó las orejas y buscó sus ojos—. Sé que mi familia tiene buena intención, pero van a mirarme con compasión por lo que ha pasado con el imbécil de mi ex y no quiero estar aguantando eso, solo conseguirá que me sienta peor. —Sasuke gimió y se frotó contra su estómago, provocándole una tierna sonrisa—. Si te soy sincero, prefiero quedarme contigo. Me pondría un pijama, me acurrucaría en la cama contigo y haríamos un maratón de películas navideñas mientras comemos palomitas. ¿Te gustaría? —El lobo ladró y movió la cola. Le acarició la cabeza en respuesta—. Creo que eso es un sí.

Sí, para cualquiera habría sido una estampa bastante triste, pero la verdad era que Naruto no se sentía solo desde que Sasuke estaba con él. De hecho, gracias a su nuevo amigo había estado lo bastante distraído como para no pensar en el idiota de su ex, y eso le había ayudado bastante… De acuerdo, seguía herido y quemado por cómo habían terminado, pero por nada del mundo volvería con Bankotsu, ni siquiera había hablado con él desde que lo pilló en la cama con Karin; no había respondido a sus llamadas, había borrado todos sus mensajes sin molestarse en oírlos y, aunque no se sentía orgulloso de eso, le pidió a Gaara que recogiera sus cosas del piso que habían compartido.

No, ni hablar, prefería volverse loco y llenar su nueva casa de Kioto de perros, aunque por ahora le iba muy bien con Sasuke y dudaba que su posesivo compañero permitiera que hubiera otro animal en su territorio. Lo que debía hacer era dejar de pensar en esos dos, centrarse en su trabajo, ver a sus amigos, tal vez hacer algún viaje en el que pudiera llevar a Sasuke y, con un poco de suerte, para cuando llegara el siguiente año lo tendría totalmente superado.

La tarde transcurrió de forma… relativamente tranquila. Tras ver la película, Naruto decidió sacar toda la decoración navideña que hubiera podido rescatar Gaara de su antiguo piso, la cual no era mucha, pero al menos pudo dejar el salón medianamente decente, aunque le molestó mucho que Bankotsu se hubiera quedado con su querido y enorme árbol, puesto que él siempre había sido el más navideño de los dos. Pero, como de costumbre, Sasuke pareció notar su estado de ánimo y logró distraerlo apoderándose de todo artículo decorativo que encontró, desde bolas brillantes hasta los espumillones, obligando a Naruto a perseguirlo entre risas por toda la casa. El momento que más gracia le hizo al doncel fue cuando el lobo se las ingenió para colgarse una corona de flores alrededor del cuello y se paseó por el salón con la cola bien alta, como si estuviera posando para una sesión fotográfica.

No fue de extrañar que, después de tanto perseguir a su ágil compañero, fuera directo a la cama después de cenar en vez de escribir un rato mientras veía alguna serie, solo para tener ruido de fondo. Se durmió enseguida, con Sasuke a su lado, como ya era costumbre. Este siempre vigilaba que tuviera sueños pacíficos, así como se aseguraba de que su revoltoso doncel no acabara destapado por moverse demasiado. Por eso se metía en la cama con él, para darle calor con su cuerpo y pelaje, así evitaba que cogiera frío y no enfermera.

En cuanto estuvo seguro de que no se movería, se acomodó junto a él, prácticamente acurrucándose a su lado, y cerró los ojos.





¡BLAM!

Naruto se despertó de un salto, sobresaltado por algo, aunque no estaba seguro de qué. Sasuke estaba agazapado sobre la cama y con las orejas en alto, atento a cualquier sonido sospechoso, por lo que comprendió que no había tenido una pesadilla, sino que realmente había escuchado algo inconscientemente y que por eso su cuerpo estaba en estado de alerta.

Supo que algo no iba bien cuando todo el pelaje del lobo se erizó y arrugó el morro, como si estuviera a punto de mostrar los colmillos. Pero, curiosamente, no gruñó ni ladró, sino que se quedó sobre la cama, totalmente tenso y agachado, como si estuviera esperando a que alguien entrara para abalanzarse sobre él, tendiendo una emboscada.

Había alguien en la casa.

Con el corazón acelerado por el miedo, cogió el móvil y llamó a emergencias mientras se levantaba con el mayor sigilo posible y buscaba algo con qué defenderse; en los cajones de su mesita de noche no había nada útil, y en su armario no había más que ropa y perchas que no le servían para nada…

Entonces, vio la lámpara de la mesita.

Más vale eso que nada.

—¿Cuál es su emergencia?

La voz del teléfono le hizo pegar un salto en el aire y taparse la boca instintivamente, sin querer hacer ruido. Sasuke lo miró un instante para asegurarse de que estaba bien y, inmediatamente después, volvió a su postura de ataque, con sus negros ojos clavados en la puerta de la habitación.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó la operadora con voz calmada—. Señor, ¿puede hablar?

—Estoy aquí —susurró Naruto mientras desenchufaba la lámpara y la agarraba con fuerza.

—Señor, ¿se encuentra bien?

—Creo que ha entrado alguien en mi casa.

—¿Está usted a salvo? ¿Puede describirme su situación?

—Algo me ha despertado —explicó él en voz baja, atento a si oía algo más fuera de la habitación—. Mi perro está actuando como si estuviéramos en peligro, creo que hay alguien en mi casa, ¿puede ayudarme?

—Por supuesto, señor. Deme su nombre y su dirección, ¿está en un lugar seguro?

En ese instante, escuchó algo rompiéndose. Se le escapó una suave exclamación que acalló tapándose otra vez la boca y se pegó a la pared tanto como pudo. No podía negar que tenía miedo, nunca se había visto en esa situación y era consciente de que no era un doncel especialmente fuerte, sabía un poco de autodefensa, pero como hubiera más de una persona allí fuera, lo tenía jodido.

Un gruñido suave volvió a sobresaltarlo. Sasuke lo observaba con sus negros ojos, que le insuflaron un poco de calma y seguridad. Era verdad, su compañero era un lobo enorme y muy protector con él, no se enfrentaría solo a esa situación. Inspiró hondo, aferró el mango de la lámpara con fuerza y volvió a ponerse al teléfono; dio su nombre y su dirección entre susurros, y luego le dijo a la operadora que estaba en su habitación. Ella le pidió que se encerrara y esperara a que llegara la policía, que ya los había avisado y que estaban de camino.

Lo primero que escuchó fueron las voces; le puso nervioso descubrir que había más de una persona en su casa, llegó a distinguir tres hombres, aparentemente varones por el timbre de voz, haciéndole tragar saliva y agarrar su pésima arma con ambas manos. Luego, vinieron los pasos; los escuchó pasando junto a su habitación, pisadas pesadas que pertenecían a hombres grandes, o eso era lo que le pareció, ya que sabía que la mente, a falta de información, podía jugarte malas pasadas.

Entonces, movieron el picaporte de su dormitorio. No pudieron entrar, pero Naruto cerró los ojos con fuerza, sabiendo que le habían pillado. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando golpearon la puerta. Se mordió el labio inferior y respiró hondo, haciendo acopio de todo el valor que tenía hasta que llegaran los refuerzos. Sasuke se movió entonces, se medio incorporó sobre la cama y avanzó hasta el borde de la misma, quedándose con el cuerpo inclinado hacia delante; supo que estaba preparado para saltar sobre el primero que metiera un pie en esa habitación. Una vez más, saber que estaba ahí para defenderlo le dio un poco de seguridad y trató de pensar.

Era seguro que Sasuke sería el primero en atacar, se abalanzaría sobre el primer atracador, entonces, lo que él debía hacer…

Pese a que le costó mucho, se alejó de la pared y se colocó junto a la puerta, todavía con la lámpara en las manos y el corazón a punto de salir de su pecho. Estaba convencido de que ninguno esperaría ver a un enorme lobo, por lo que aprovecharía la sorpresa para golpear al idiota que se acercara a Sasuke para apartarlo.

Otro golpe lo sobresaltó, este era más fuerte.

Soltó el aire despacio y se mentalizó para lo que estaba a punto de ocurrir. Ya no le sorprendieron el resto de golpes, aunque se le encogió el corazón al ver que la puerta se agrietaba. Ya faltaba poco.

Entonces, la puerta cedió con un bramido, el caos se desató.

El primer hombre ni siquiera tuvo tiempo de entrar, nada más abrirse la puerta, Sasuke saltó con un gruñido tan feroz que a Naruto se le pusieron los pelos de punta. Los gritos estallaron en la casa; primero de sorpresa, luego uno de dolor y el resto fueron una amalgama de insultos y maldiciones.

Había llegado el momento, era su turno de salir.

Pensando únicamente en que Sasuke necesitaba su ayuda, saltó por la entrada y golpeó el primer rostro desconocido que vio. Los gritos seguían; una nueva ronda de maldiciones y los chillidos aterrorizados y de dolor del tío al que había tumbado su lobo. Naruto no se paró a mirarlo, aprovechó la sorpresa para golpear a otro tan fuerte como pudo, mandándolo al suelo, esperaba que inconsciente, se había dado cuenta de que había un total de cinco hombres, y dos de ellos aún estaban en pie.

Atacó por tercera vez, pero el atracador lo vio venir esta vez y se apartó mientras que su compañero fue por su espalda y lo agarró por la cintura. El miedo y la rabia se mezclaron dentro de él y, sin pensárselo dos veces, lo golpeó como pudo en la cabeza con la lámpara.

—¡AAAAAAAAHHH! ¡Joder! —maldijo el hombre antes de aplastarlo contra una pared.

Por un instante, el impacto lo dejó sin aire en los pulmones, haciendo que soltara la lámpara y aturdiéndole un instante. Lo siguiente que notó fue que lo lanzaban, esta vez contra el suelo, y antes de que pudiera intentar incorporarse, un cuerpo pesado le cayó encima y una mano enorme le agarró la cabeza, presionándola contra el tatami. Se removió, tratando de forcejear, pero era como intentar mover una tonelada de hormigón.

En respuesta, el hombre le tiró del pelo y golpeó su cabeza contra el suelo, haciéndole chillar de dolor.

—¡No te muevas!, ¡¿me oyes?!

Naruto gimoteó adolorido, pero sus sonidos quedaron amortiguados por un poderoso gruñido.

Al alzar la vista, vio a Sasuke sobre el cuerpo inmóvil de uno de los atracadores, con el morro ensangrentado y los colmillos al descubierto. Con el pelaje totalmente erizado y sus negros ojos mirando al hombre que lo tenía retenido como si quisiera abrirle la garganta, daba un miedo terrible.

Dos de los atracadores se interpusieron entre el animal y Naruto, uno de ellos era al que le había golpeado con la lámpara, los otros dos estaban en el suelo, fuera de combate.

—Joder, tíos, ¿habéis visto qué animal?

—¿Qué se supone que es? Parece un lobo.

—¡¿Y qué más da?! Hay que deshacerse de él.

Al oír eso, Naruto se tensó y miró a Sasuke. Este seguía gruñéndoles a los hombres como una clara amenaza, estaba seguro de que no tardaría mucho en atacarles.

—¡Sasuke! ¡Corre! —le ordenó.

El lobo le miró un segundo, pero inmediatamente sus ojos regresaron a los atracadores y empezó a ladrarles con los dientes al descubierto.

No se iba a ir, no sin él al menos. Eso lo conmovió, pero no quería que Sasuke se enfrentara a tres hombres que podían hacerle mucho daño.

—Libraos del chucho —ordenó el que estaba encima de él.

Sasuke ladró una vez más y se lanzó a por el que tenía más cerca. El impacto fue tal que lo tiró al suelo, sin embargo, en vez de morderlo, se giró y se abalanzó contra las piernas del otro hombre, el cual se tropezó y se cayó torpemente al suelo soltando una maldición. Entonces, los ojos del lobo se clavaron en el hombre que tenía inmovilizado a su rubio. Le gruñó ferozmente y saltó sobre él, lanzándolo a un lado y liberando a Naruto, que pateó a su agresor para que acabara de apartarse de encima de él y luego se giró, a tiempo de ver cómo Sasuke trataba de alcanzar con sus dientes a su nueva presa, que forcejeaba desesperadamente con el animal.

Un ruido a su izquierda llamó su atención. Se dio la vuelta y vio que uno de los hombres que había tirado Sasuke antes se estaba incorporando con intención de ayudar a su compañero.

Ah, no, de eso ni hablar.

Como pudo, Naruto se agazapó y se tiró contra este. Era el más delgado de los cinco, así que le fue mucho más fácil usar todo su peso y fuerza para lanzarlo de nuevo al suelo y darle de puñetazos hasta que este dejó de luchar contra él.

Entonces, Sasuke chilló de dolor.

Alarmado, se dio la vuelta a tiempo de ver cómo el hombre lo tiraba a un lado con un taser en la mano, mientras que el lobo temblaba y se estremecía entre gemidos. El muy hijo de puta le había lanzado una descarga eléctrica.

—¡Sasuke! —gritó, levantándose y corriendo hacia él.

Pero algo lo agarró por la cintura. Era el otro hombre que quedaba en pie.

Furioso por lo que le habían hecho a su amigo, le clavó el codo y le pisó en el pie. Este soltó un aullido de dolor y aflojó los brazos, instante que aprovechó para soltarse y correr hacia Sasuke, pero el hombre que le había herido se interpuso y su puño impactó contra su estómago, doblándolo en dos y postrándolo de rodillas.

—¿Has visto lo que has hecho, renacuajo?

Naruto aspiró aire bruscamente, intentando recuperar el aliento.

—He… llamado… a la policía… —logró decir, en un intento porque se fueran y él tuviera la oportunidad de llevar a Sasuke a un veterinario.

El otro hombre palideció.

—¿Qué? Joder, vámonos, tío, no pienso ir a la cárcel por esta mierda.

—No.

—¿Cómo que no? Se suponía que entrábamos y salíamos en cinco minutos, ¡pero ese lobo nos ha hecho pedazos! ¡Larguémonos!

El que parecía ser el líder del grupo le lanzó una mirada de pocos amigos.

—Es un farol, no ha tenido tiempo de llamar a nadie. Y después de esto, no me voy sin una compensación —dicho esto, volvió a aplastar a Naruto contra el suelo—. Sujétale los brazos.

—Tío…

—¡Vamos!

El otro hombre no parecía estar cómodo con esa situación, pero estaba lo bastante asustado como para obedecer. Naruto trató de luchar, pero fue inútil, los dos eran más grandes y más fuertes y, aunque forcejeó todo lo que pudo, acabó inmovilizado por los brazos y las piernas, con ese bastardo enorme sobre su cuerpo. El pánico se apoderó de él cuando notó que le rasgaban los pantalones, dejando su trasero expuesto. Gritó y luchó una vez más, pero por mucho que lo intentaba, no podía soltarse, estaba indefenso.

Chilló cuando le azotaron el culo con fuerza.

—¡Quieto!

—¡Que te jodan! —gritó Naruto, negándose a darle el placer de verlo sometido.

Recibió otro azote, esta vez más fuerte. Dolió, pero se mordió el labio para evitar chillar otra vez.

—¡Cállate!, ¡o te juro que te haré daño de verdad! —le ordenó. Escuchó el sonido de una cremallera al bajarse y un miedo atroz lo invadió otra vez al saber lo que iba a venir, pero lo peor era saber que no podía hacer nada para impedirlo, no era tan fuerte para quitarse a esos dos de encima.

Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero las retuvo con rabia. Si iban a violarlo, se aseguraría de que no lo disfrutaran, por lo que, cuando notó la mano de ese cabrón en su culo, se dispuso a volver a pelear…

De repente, un rugido bestial resonó en toda la casa.

Todos miraron hacia el lobo, que, todavía temblando, había logrado incorporarse…

Pero había algo diferente, algo que los dejó totalmente paralizados. Sasuke estaba creciendo, se estaba haciendo más grande y musculoso a medida que su pelaje se volvía mucho más corto, como si estuviera retrocediendo. Apoyó una pata en una pared… solo que ya no era una zarpa, ahora tenía dedos largos terminados en afiladas uñas, mientras que el resto de su extremidad se retorcía y crujía, convirtiéndose poco a poco en un brazo. El resto de su cuerpo imitó su ejemplo, hacía movimientos bruscos y extraños, adoptando una nueva forma que se asemejaba cada vez más a un hombre.

Naruto contempló temblando al nuevo Sasuke; un varón de metro noventa y puro músculo recubierto de una ligera capa de vello oscuro, como si aún no hubiera acabado de transformarse. Este levantó su rostro, enmarcado por mechones largos de cabello oscuro, hacia los hombres que lo tenían inmovilizado y, cuando abrió la boca, vio claramente unos gruesos y afilados colmillos.

—Soltadlo —exigió con una voz ronca que no era del todo humana.

Nadie pudo moverse, ni siquiera Naruto. Su mente era incapaz de asimilar lo que acababa de ver… ni siquiera cuando Sasuke rugió:

—¡AHORA!

Todo fue muy rápido. El que había sido un lobo se abalanzó sobre el hombre que había intentado violarlo, lo cogió por el cuello del jersey y lo estampó contra la pared antes de golpearlo furiosamente con un puño. El otro no se resistió hasta que el primer golpe lo sacó de su aturdimiento, pataleó como un pez fuera del agua mientras suplicaba que lo soltara, pero Sasuke no se detuvo hasta que le destrozó la cara y le fallaron las piernas, momento en que lo dejó y se encaró al último hombre que quedaba en pie para rugirle. Este pegó un salto y corrió atropelladamente hacia la puerta de la casa, tropezando con todo lo que hubiera de por medio, pero al final, se largó.

Sasuke mantuvo sus negros ojos en la entrada, vigilando que no volviera. Al escuchar que se alejaba cada vez más, se relajó y se dio la vuelta para mirar a Naruto.

Este se tensó y sintió el impulso de retroceder. Estaba muerto de miedo; habían entrado en su casa, le habían pegado, intentado violarlo, y había visto cómo un lobo se transformaba en un hombre grande y fuerte que le había dado una paliza a otro tío sin inmutarse… Pero, mientras pensaba en un modo de huir, vio sus ojos. Y lo reconoció.

Eran los ojos de su Sasuke, de su compañero, del que había estado viviendo con él durante meses, que había permanecido a su lado y le había hecho reír en su peor momento.

Entonces, a este se le pusieron los ojos en blanco y cayó al suelo. Naruto se levantó de un salto, trató de ponerse bien sus pantalones, pero ese malnacido se los había roto y tuvo que dejarlos tirados en algún sitio, y fue corriendo en bóxers y su camiseta larga de pijama al lado de Sasuke.

Justo cuando iba a tocarlo, su cuerpo tembló violentamente una vez más, haciendo que Naruto se quedara quieto, temiendo hacerle daño sin querer, y contempló fascinado cómo el vello oscuro que lo recubría entero desaparecía, como si estuviera retrocediendo dentro de su propia piel. Cuando no quedó nada, se sonrojó al descubrir el magnífico hombre que había debajo: tenía la piel pálida, lisa y dura, como si hubiera sido cincelado en mármol; tenía una espalda amplia y hombros anchos que descendían hacia una cintura más estrecha, creando una sexy curva en sus caderas; su torso estaba adornado por fuertes pectorales y unos abdominales que harían babear a cualquier supermodelo; tenía piernas de atleta y unos brazos musculoso que acababan en unas manos grandes y viriles, de esas que parecían haber sido creadas para acariciar el cuerpo de su amante; poseía un rostro muy apuesto, de facciones afiladas y varoniles, con una nariz recta, pestañas largas y oscuras y unos labios que le encantaría mordisquear, y… Naruto intentó no hacerlo, pero no pudo evitar notar que estaba… ejem… bien dotado.

Supuso que no tendría que haberle extrañado que, al cambiar de forma, Sasuke apareciera totalmente desnudo… excepto por el collar que llevaba en su cuello. Era uno de cuero marrón con una pequeña placa plateada donde había grabado su nombre, se la había comprado a los pocos días de que este regresara a su casa tras haberlo dejado en el bosque.

Sacudió la cabeza, maldiciéndose a sí mismo por quedarse embobado mirándolo, y se arrodilló a su lado para examinarlo. Lo único malo que vio fue el terrible moretón que le había dejado el taser en el costado, se estremeció solo de recordar cómo había aullado de dolor… y que lo había recibido para salvarlo de esos cabrones.

Temiendo por su bienestar, colocó su cabeza sobre sus rodillas y empezó a darle toquecitos en la cara para despertarlo. Necesitaba saber que no era grave.

—¿Sasuke? Sasuke, ¿me oyes? Por favor, abre los ojos.

Como si le hubiera oído, Sasuke abrió un poco los párpados y centró sus orbes oscuros en él.

—Naruto…

—Estoy aquí, ¿estás bien?

—¿Y tú?

El rubio esbozó una media sonrisa. Se preocupaba por él antes que por sí mismo.

—Estoy bien. —En ese instante, escuchó unas sirenas a lo lejos y palideció—. Oh, mierda, la policía no puede verte así, ¿puedes levantarte? —Sin esperar a que Sasuke respondiera, pasó un brazo por sus hombros y lo ayudó a ponerse en pie. Agradeció enormemente que tuviera fuerzas para incorporarse porque, sinceramente, jamás habría logrado mover a un varón de metro noventa y cien quilos él solo.

Lo llevó de vuelta a su habitación y lo ayudó a tumbarse en la cama. Después, fue corriendo a su armario y buscó la ropa más grande que tenía, unos pantalones holgados negros y una camiseta blanca de manga larga. Las sirenas estaban cada vez más cerca, así que le arrojó las prendas a Sasuke y corrió a la puerta del dormitorio.

—Vístete, yo los entretengo —dicho esto, cerró la puerta y miró a su alrededor, pensando en cómo diablos iba a explicar lo que había ocurrido…

—¡Policía! —gritaron de repente.

Naruto dio un salto y fue hacia el salón, donde vio a cuatro agentes con las pistolas en alto. Cuando lo vieron, levantó las manos.

—Les he llamado yo.

—¿Señor Namikaze?

—Sí, agente —respondió y señaló a los hombres que había tirados por el suelo—. Eran cinco, a cuatro los dejamos fuera de combate, pero uno de ellos huyó.

—Lo tengo —dijo uno de ellos mientras bajaba la pistola e informaba por radio. Los otros dos revisaron la casa con rapidez antes examinar a los heridos. A Naruto le sorprendió un poco descubrir que el primer hombre al que Sasuke había atacado y que tenía la garganta llena de sangre aún vivía.

El último policía se acercó a él despacio, como si temiera asustarlo.

—¿Está bien? ¿Le han hecho daño?

Naruto se puso rojo al darse cuenta de que no llevaba sus pantalones y bajó las manos para cubrirse, aunque afortunadamente su camiseta de dormir era lo bastante larga como para ocultar su ropa interior.

—Lo intentaron, pero mi… —¿Y ahora qué decía? ¿Cómo podía explicar la presencia de Sasuke en su habitación?— mi novio me defendió —dijo lo primero que se le ocurrió.

—¿Dónde está? ¿Se encuentra herido?

Recordó de repente la herida del taser.

—Uno de ellos llevaba un taser y le dio una descarga en un costado, ¿es muy grave?

El policía guardó la pistola y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—No se preocupe, se pondrá bien en poco tiempo. Hay una ambulancia de camino, no debería de tardar mucho en llegar —dicho esto, se acercó y frunció el ceño—. También pediré asistencia para usted, ¿le han golpeado?

Naruto procedió a explicárselo todo mientras un montón de policías invadían la casa para llevarse a los atracadores y a revisar a Sasuke. Dijo que su perro y su “novio” le habían protegido y que él había atacado con la lámpara, pero que ordenó a su perro que huyera después de que le hubieran golpeado con fuerza, alegando que tenía miedo de que le hicieran más daño, así no le preguntarían dónde estaba.

Un montón de ambulancias llegaron poco después, la mayoría para llevarse a los detenidos y una para que dos enfermeros le atendieran a él y a Sasuke en el salón. Cuando este salió, Naruto lo miró para asegurarse de que estaba bien; parecía que ya podía andar bien… y se sonrojó al ver lo sexy que le quedaba su camiseta, que a él le venía muy ajustada y no dejaba ni un solo músculo sin definir.

Cuando sus ojos negros lo encontraron y sintió su intensa mirada, notó cómo las mejillas le ardían y tuvo que bajar la mirada. Estaba tan avergonzado porque le hubiera pillado mirándolo de un modo muy poco inocente que decidió prestarle atención al enfermero doncel que le atendía con cuidado. Tendría unos cuantos moretones a causa de la pelea, pero el joven le dio una pomada y le pidió que se la pusiera por las zonas heridas en cuanto estuviera a solas.

Después de eso, la preocupación por Sasuke le pudo y decidió ir a ver si estaba bien. Estaba un poco confundido por verlo como un hombre; es decir, estaba claro que era un… un… hombre lobo (todavía le resultaba muy difícil asimilarlo), pero durante seis meses lo había visto como a su compañero peludo, y ahora era el… varón más caliente que jamás había visto. Le resultaba difícil aceptar cómo su cuerpo reaccionaba a él.

Sin embargo, cuando lo encontró en el sofá junto a una enfermera que le estaba tocando el brazo de un modo muy poco profesional, se le hincharon los mofletes de rabia y fue hacia ellos con cara de pocos amigos.

—¿Cómo estás? —le preguntó a Sasuke.

Al oír su voz, este se levantó de un salto y lo recorrió con la mirada mientras le cogía delicadamente por las caderas.

—Nada que no vaya a curarse, ¿qué hay de ti? ¿Te duelen los golpes? —Sus ojos se oscurecieron con rabia al ver la marca roja que tenía en la mejilla, de cuando ese cabrón había aplastado su cara contra el suelo.

A Naruto le gustó demasiado que se hubiera apartado tan rápido de esa mujer, y no pudo evitar sonreír un poco al detectar su preocupación por él. Cuando iba a decirle que estaba bien, la enfermera apareció junto a Sasuke y se interpuso entre ellos, haciendo que el rubio la fulminara con la mirada.

—No estás bien, Sasuke. —¿Sasuke? ¿Por qué lo llamaba por su nombre? ¿A qué venía tanta familiaridad?, se suponía que era una profesional y tenía que llamarle señor y tratarle de usted—. No debes moverte y hay que cambiarte la gasa cada pocas horas.

Sasuke estrechó los ojos.

—Pff, no es nada —replicó, cortante.

La mujer se mordió el labio inferior, evidentemente seducida por su carácter de tío duro, y volvió a pasar las manos por su pecho, haciendo que Naruto echara humo por las orejas.

—Sasuke, necesitas muchos cuidados profesionales. ¿Qué te parece… si vienes a mi casa… y yo me ocupo de ti?

Naruto sintió el irrefrenable impulso de tirarle del pelo para apartarla.

—Yo puedo cuidar de él —soltó, sin pensar siquiera en si Sasuke tenía algo que decir al respecto.

Sin embargo, este esbozó una amplia sonrisa al escucharle.

—Sí, Naruto se encargará de mí.

Pero cuando hizo amago de ir hacia él, la enfermera se cogió de su brazo y pasó un dedo por su amplio pecho, negándose a perderlo de vista.

—Sasuke, querido, tu amigo no tiene los conocimientos necesarios para cuidarte… y yo soy muy experimentada.

El rubio tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no estrangularla. Aparte de insinuar que ella era genial en la cama, acababa de decir que él no valía para echar un buen polvo.

Pedazo de zorra.

Pero antes de que cediera a sus instintos asesinos, se dio cuenta de que Sasuke estaba tenso. Al mirar su rostro, notó que tenía la nariz arrugada y los labios apretados. En ese momento, recordó que a él nunca le había gustado que lo tocara un desconocido, ni siquiera las mujeres, tan solo parecía sentirse cómodo con las caricias que le daba él y los niños.

Eso hizo que se enfadara aún más, ¿quién coño se creía esa puta para incomodarlo?

—Eh, deja de manosearlo que es mi novio.

La enfermera se quedó con la boca abierta mientras que Sasuke sonrió como un niño a punto de abrir su regalo de Navidad. Sin embargo, la mujer le echó un vistazo rápido y luego lo miró con una sonrisa despectiva.

—¿En serio? Será en tus sueños, ¿no?

Eso le sentó a Naruto como una bofetada. Bankotsu también le reprochaba que no hiciera más ejercicio, no es que él estuviera gordo, al contrario, era delgado, pero no tenía una figura más atlética y sus muslos no eran, digamos, solo músculo.

Él siempre había defendido que no necesitaba parecer uno de esos donceles que salían en las revistas de moda para estar con un hombre pero, aun así, dolía cuando insultaban su físico.

—¿Qué has dicho?

La voz profunda y amenazadora de Sasuke lo sacó de sus pensamientos. Este se había soltado de las manos de la enfermera y ahora se interponía entre él y ella como si quisiera protegerlo de sus crueles palabras.

Se estiró en toda su altura y la asesinó con sus temibles ojos.

—¿Estás insinuando que mi novio no es hermoso? —preguntó lentamente.

La enfermera se encogió y los miró incrédulos.

—¿Quieres decir…? ¿Tú…?

—Naruto es el doncel más sexy, valiente, ingenioso y tierno que existe, y preferiría meter mi polla en la madriguera de un oso hambriento antes que perder un solo minuto de mi tiempo con una perra fría como tú. —La mujer y el rubio no fueron los únicos que se quedaron con la boca abierta, los policías que había cerca y que habían presenciado la escena hicieron una mueca de dolor por la respuesta del apuesto varón. Este, por otro lado, envolvió la cintura del doncel con cuidado y lo empujó hacia la salida—. Vámonos, cariño, dejaré que me pongas la pomada en todos los sitios que consideres necesarios —añadió, guiñándole un ojo y provocando un violento sonrojo en Naruto.

Puesto que su casa era la escena de un atraco y la policía aún tenía que tomar fotos y algunas pruebas, el jefe les recomendó pasar la noche con algún amigo o en un hotel. Después de que Naruto se cambiara de ropa para poder salir fuera y coger su cartera, un misterioso y elegante coche los recogió a él y a Sasuke y los llevó a algún lugar. Cuando le preguntó a su acompañante, que todavía lo envolvía de un modo muy íntimo con los brazos, este le aseguró que no tenía de qué preocuparse y que lo dejara todo a su cargo.

Su destino resultó ser uno de los mejores hoteles de la ciudad, dejando a Naruto con la boca abierta cuando todos los empleados parecían conocer a Sasuke y tratarlo como si fuera uno de los mejores clientes de allí, teoría que pareció confirmarse cuando un doncel los acompañó en el ascensor hasta la última planta y les abrió lo que era probablemente la suite más lujosa que Naruto vería en toda su vida.

Sasuke se quedó un momento en la puerta para despedirse del empleado.

—Gracias por enviarme el coche.

El doncel le sonrió afablemente.

—Es un placer, señor Uchiha, más todavía al verlo acompañado. Que pasen una buena noche.

En cuanto se cerró la puerta, Naruto se sintió muy nervioso. Estaba a solas con un hombre lobo, ¡un puñetero hombre lobo de verdad! Lo había visto transformarse con sus propios ojos de un modo horrible, con crujidos de huesos y todo, como si fuera una película de terror… ¿Cómo se suponía que iba a digerir eso?

—Naruto.

Pegó un salto al escuchar la voz de Sasuke y retrocedió un poco al verlo acercarse. Sin embargo, el hombre lobo lo contemplaba con dulzura cuando se arrodilló en el suelo, dejando al rubio totalmente confundido… aunque se sintió un poco mejor al verlo en esa postura, pero no sabía por qué.

—¿Qué…? ¿Qué haces?

Sasuke esbozó una media sonrisa dubitativa.

—En esta postura, soy más bajo que tú y no puedo agarrarte fácilmente, así te sientes más seguro. —Naruto parpadeó, sorprendido. El hombre lobo inspiró y se inclinó un poco hacia él, apoyando una mano en el suelo—. Naruto, puedes estar tranquilo, en el fondo sabes que yo nunca te haría daño.

—Yo… Yo no… —intentó decir algo, pero de repente se sentía perdido, era incapaz de pensar con claridad lo que quería decir, solo sabía que estaba asustado y ansioso y que quería esconderse en alguna parte.

Sasuke siguió hablándole con su voz grave y profunda, pero en un tono muy suave.

—Acabas de pasar por una experiencia traumática, Naruto. Han entrado en tu propia casa, te han atacado y han intentado violarte —esto último lo dijo en un gruñido, delatando su rabia por ese hecho—, es comprensible que tengas la sensación de que no estás seguro en ninguna parte si no lo has estado en tu propio hogar, no debes sentirte débil o estúpido por eso, ¿de acuerdo? Encima me has visto transformarme —añadió, haciendo una mueca y después dedicándole una leve sonrisa—. No era así como tenía planeado decírtelo, ¿sabes? Se suponía que ibas a conocerme mañana en tu cafetería favorita… como hombre, quiero decir —dicho esto, frunció un momento el ceño y relajó un poco más su postura—. En el fondo sabes que no te haré daño, porque si fuera así, no me habrías llevado a tu habitación para esconderme de la policía, ni me habrías dejado tu ropa, ni habrías mentido por mí… ni tampoco te habrías quedado a solas conmigo. Puede que no supieras mi secreto, pero me conoces. He estado contigo seis meses y nunca he hecho nada que pudiera herirte. Lo sabes, pero estás asustado por toda la situación que has pasado.

Naruto notó que se le anegaban los ojos de lágrimas. Todo lo que había dicho Sasuke era cierto, desde que tenía miedo porque no se sentía seguro en ninguna parte hasta que era consciente de que él no le haría daño. Habían vivido juntos durante meses, y él nunca había hecho siquiera el amago de morderlo, tan solo le había gruñido las primeras veces que se vieron, cuando él iba a cuidarlo a la clínica veterinaria, pero después de eso, no había hecho otra cosa aparte de ofrecerle su compañía y consuelo.

Con un nudo en la garganta, fue hacia Sasuke, quien se levantó y lo estrechó entre sus brazos con fuerza. Tembloroso, enterró el rostro en su pecho para que no viera que estaba a punto de llorar.

—Tranquilo —susurró contra su oído mientras le frotaba la espalda y le acariciaba el cabello—. Desahógate, deja que salga todo.

Naruto no quería hacerlo pero, al final, no pudo evitar que las lágrimas cayeran y, una vez empezó, no pudo parar. Sasuke no dijo nada, solo lo levantó en brazos y lo llevó a la enorme cama, donde se tumbaron y él continuó abrazándolo y ofreciéndole su hombro para llorar.

No estuvo seguro de cuánto tiempo estuvo así, pero teniendo en cuenta que empezaba a dolerle la cabeza y que notaba los ojos hinchados, sabía que había sido bastante. La verdad es que se sintió un poco mejor, ya no tenía tanto miedo y sentía que estaba más despejado. Se limpió los ojos con la manga de la camiseta y levantó la cabeza para mirar tímidamente a Sasuke. Este no parecía asustado por el probable aspecto deplorable que tenía, sino que le sonrió con ternura y le acarició el rostro.

—¿Mejor?

—Sí —dicho esto, bajó la vista y se sonrojó un poco—, siento esto.

Sasuke lo atrajo hacia su pecho y lo estrechó con fuerza y cariño.

—Naruto, ha sido una mala experiencia, es normal que estés así ahora que lo has asimilado —dicho esto, le besó en la cabeza—. Has sido muy valiente, no todo el mundo se habría enfrentado a esos atracadores.

—No me sentía muy valiente, estaba muerto de miedo —confesó el rubio.

—Lo sé, olí tu miedo, pero eso no te detuvo. Luchaste hasta el final, estoy orgulloso de ti.

Esas palabras lo calentaron por dentro. Entonces, pensó en la descarga eléctrica que había recibido Sasuke para salvarle y le miró preocupado.

—¿Te duele mucho?

El hombre lobo le sonrió y frotó su nariz contra la suya.

—No te preocupes por mí, sanaré pronto —dicho esto, hizo una mueca y se retorció, levantándose la camiseta que le había dado Naruto y arrancándose la gasa que le había puesto la enfermera.

—¡Sasuke! —lo regañó Naruto, inquieto porque se pudiera hacer más daño.

—Esto no me sirve para nada y es muy incómodo —dicho esto, contempló el rostro magullado del rubio y frunció el ceño—. En cambio, tú sí necesitas cuidados. ¿Has traído esa pomada que te ha dado el enfermero?

Naruto parpadeó. No sabía que Sasuke hubiera oído su conversación.

—Sí, está en la mochila. —El varón se levantó y fue a por ella—. ¿Cuándo has…?

—¿Creías que no estaría pendiente de lo que te decía un médico? —preguntó este mientras rebuscaba en la bolsa—, estaba concentrado en escucharlo por encima de la tonta palabrería de esa puta enfermera. —Al ver que el rubio alzaba las cejas, sorprendido, Sasuke esbozó una amplia sonrisa y señaló sus oídos—. Sentidos agudizados, ventajas de ser un hombre lobo.

Se estremeció un poco al escuchar esa palabra. No tenía miedo de Sasuke, tal y como él le había dicho antes, pero… es que era difícil asimilar que fuera real, que de verdad existieran criaturas como él. ¿Serían reales otros cambiantes? Oh, mierda, ¿y si los vampiros existían también e iban por ahí matando gente…?

—Sasuke, sobre eso… —empezó a decir pero, de repente, Sasuke ya se había sentado frente a él y había puesto un dedo en sus labios.

—Entiendo que tienes muchas preguntas sobre mí… —dijo con suavidad mientras sus dedos se deslizaban por sus labios, haciendo que Naruto se estremeciera ante la caricia. Que Sasuke también contemplara su boca de un modo muy poco inocente no le ayudó a calmar los acelerados latidos de su corazón— pero tendrán que esperar. Han pasado muchas cosas esta noche y estás herido, necesitas descansar. Voy a curarte y luego dormiremos, te prometo que mañana responderé a todo. ¿Trato hecho?

Pese a que el doncel quería saber algunas cosas, reconoció que estaba cansado y que lo único que quería hacer era acurrucarse bajo las sábanas y dormir. Así que accedió al plan de Sasuke con un asentimiento.

—Trato hecho.

El hombre lobo sonrió.

—Bien, voy a ponerte la pomada.

—Puedo hacerlo yo…

—Cuidaste de mí durante más de un mes y medio y me has acogido en tu casa durante todo este tiempo. Deja que ahora sea yo quien se encargue de ti —murmuró en un tono bajo y seductor, que le puso la piel de gallina.

Incapaz de decir nada, Naruto asintió con un fuerte rojo y permitió que Sasuke le pusiera la pomada en la mejilla. Durante ese tiempo, no fue capaz de mirarlo, estaba un poco avergonzado por cómo se sentía con él cuando era un hombre, no era tan estúpido como para no darse cuenta de la atracción que ejercía sobre él… Y sabía que no era solo por lo guapo que era, había conocido a varones muy atractivos que habían resultado ser tan imbéciles que no habían despertado absolutamente nada en él, pero Sasuke… su Sasuke, pese a ser distante y desconfiado con los extraños, siempre había sido cariñoso con él, incluso ahora se había dedicado a tranquilizarlo y consolarlo, hasta estaba cuidando de sus heridas… y había peleado por él, para protegerlo, aunque resultara herido.

Era un poco difícil no sentir nada por él, lo cual era curioso, porque apenas sabía nada de él pero, al mismo tiempo, lo conocía bien. Era extraño.

Volvió a la realidad cuando el hombre lobo retiró sus dedos de su rostro y le dijo:

—Ahora quítate la camiseta.

Su demanda hizo que Naruto pegara un saltito en la cama y se pusiera rojo como un tomate.

—¿Qué?

Sasuke esbozó una media sonrisa.

—Quítate la camiseta, sé que tienes moretones ahí también.

El rubio hizo amago de retroceder, pero se topó con la pared de la habitación. Al ver los traviesos ojos de Sasuke, se sintió muy a su merced, y de un modo tentador.

—Eh… Si me dejas un momento a solas, yo me haré cargo.

—No —dijo Sasuke alegremente e inclinándose sobre Naruto. La diversión estaba presente en su mirada y en su sonrisa—. Ya lo hemos hablado, yo cuidaré de ti.

—Pero…

Para entonces, el rostro de Sasuke estaba a escasos centímetros del suyo, por lo que, cuando habló, sus labios rozaron su boca, como una erótica invitación para que los probara.

—Naruto… —murmuró en voz baja, ronca y grave—, por si no lo recuerdas, te he visto muchas veces desnudo. En tu habitación cuando te cambiabas de ropa, en la ducha mientras te lavabas… —aspiró aire abruptamente, como si ese recuerdo le provocara una reacción salvaje y primitiva—. ¿En alguna de esas ocasiones me transformé en hombre, te inmovilicé contra la pared y te follé hasta que me pediste clemencia?

No, no lo había hecho, pero empezó a desear que hubiera sido así.

Al ver que no respondía, Sasuke se inclinó y le acarició el cuello con la nariz, provocando que se estremeciera.

—Responde —ordenó suavemente, aún con esa voz ronca tan sexy.

—N-No… —contestó él con una mezcla entre susurro y gemido.

—No —repitió Sasuke, inspirando hondo, como si tratara de controlarse—. Dame entonces un voto de confianza, te prometo que seré buen chico —añadió en un tono más burlón.

Pese a que Naruto entendió la broma, eso no fue suficiente para quitarle el calentón que tenía encima, aunque no se resistió cuando Sasuke le quitó fácilmente la camiseta de manga larga, dejándolo desnudo de cintura hacia arriba y con las mejillas ardiendo. Le sorprendía que toda su piel no estuviera sonrojada.

El lobo gruñó suavemente al pasear la mirada por todo su torso.

—Mira lo que le han hecho a tu hermoso cuerpo… —murmuró mientras su mano acariciaba su cuello y bajaba por sus pectorales, rozándole tiernamente los pezones y después descendiendo por su plano vientre. Naruto no pudo evitar arquearse para alargar la caricia, logrando que Sasuke gruñera un poco más profundo—. Cálmate…

—Lo siento… —jadeó Naruto, abochornado por la ardiente reacción de su cuerpo.

Sasuke esbozó una media sonrisa.

—Me lo decía a mí mismo.

Muy a pesar del rubio, el varón alejó su mano de él y le puso la pomada en las zonas magulladas, allá donde había recibido los golpes de sus agresores. Los dedos de Sasuke fueron amables y no le hicieron daño en ningún momento, por lo que poco a poco pudo ir relajándose bajo sus tiernas caricias y, cuando le pidió que se tumbara boca abajo para seguir tratando los moretones de la espalda, obedeció sin pensarlo.

Ahí Sasuke se demoró para hacerle un masaje en la columna, los hombros y el cuero cabelludo que lo habría dejado dormido si no fuera por la suave caricia de sus manos que descendía por toda su espalda, lanzando una descarga eléctrica por su cuerpo que culminó cuando el lobo enganchó sus pantalones y los bóxers y los tiró hacia abajo.

Sobresaltado, Naruto giró la cabeza para enfrentarse a él.

—¡Sasuke!

Este frunció el ceño.

—Esos malnacidos azotaron tu trasero. Quiero ver cómo está.

—Está bien, ¡déjalo! —No era del todo cierto. Ese cabrón le había golpeado muy fuerte y aún le picaba, pero no quería que Sasuke lo viera desnudo.

Pero el hombre lobo no se daba por vencido fácilmente.

—Naruto, no te alteres, no es la primera vez que veo tu bonito culo.

¿Sasuke creía que su culo era bonito? Espera, ¡¿qué demonios importaba eso ahora?!

—¡Pero tú quieres tocar!

Sasuke puso cara inocente, pero sus ojos lobunos lo delataban por completo.

—Solo para curarte… —dicho esto, el varón se colocó sobre su cuerpo, apoyándose sobre sus brazos y rodillas para no aplastarlo, y susurró en su oído con una dulce voz varonil que parecía haber sido diseñada para seducirlo—. Te he prometido que sería bueno. Confía en mí, deja que te cuide.

Naruto no pudo resistirse a ese tono tan sexy y, siendo sincero consigo mismo, en el fondo deseaba sentir sus manos en esa parte tan íntima de su cuerpo, a pesar de que también temía cómo respondería a su tacto si dejaba que lo tocara.

De modo que asintió y enterró la cara en la almohada, esperando que no fuera tan malo como imaginaba. Tembló un poco cuando notó que Sasuke le quitaba los pantalones del todo y que bajaba sus bóxers hasta sus rodillas. La maldición que soltó hizo que su vergüenza disminuyera un poco.

—Mierda, ese hijo de puta te pegó más fuerte de lo que creía —mientras decía eso, acarició suavemente sus nalgas, haciendo que se sonrojara fuertemente. Aun así, era muy agradable tener esas grandes manos varoniles sobre su trasero, tenían una textura ligeramente áspera que lo excitó—. Tendría que haberlo matado por atreverse a poner sus sucias zarpas sobre ti.

Sus palabras lo sobresaltaron y apartó la cabeza de la almohada para mirarlo.

—¿Lo habrías matado por mí?

Sasuke lo miró con total seriedad.

—Mataría a cualquiera con tal de protegerte y mantenerte a salvo. Mataría a cualquier hombre que intentara tocarte —añadió, en un tono muy posesivo que pilló a Naruto por sorpresa—. Pero a ti nunca te haría daño, no importa lo enfadado que esté.

Después de eso, Sasuke esparció la pomada por su trasero con delicadeza, frotando sus nalgas con los dedos, haciéndole un masaje. Pero en esta ocasión, Naruto no se relajó, solo podía ser consciente de las manos de Sasuke acariciándolo, tocándolo de un modo que le hacía arder y que enterrara la cara en la almohada, resistiendo por todos los medios las ganas de gemir. Lo peor de todo es que, en algún momento, su entrada empezó a humedecerse.

Solo esperaba que Sasuke no se diera cuenta. Se moriría de la vergüenza si lo notaba.

De repente, este soltó un profundo gruñido inhumano que le hizo estremecer. No tenía ni idea de que eso pudiera sonar tan sexy.

—Será mejor que me detenga —comentó Sasuke con la voz enronquecida. Sus manos abandonaron su trasero para ascender por su espalda hasta que las apoyó a ambos lados de sus hombros para inclinarse sobre su cuerpo. Tembló cuando sus labios le rozaron la oreja—, porque si sigo tocándote así, acabaré rompiendo mi promesa. Vamos a dormir.

Naruto todavía estaba sonrojado cuando Sasuke le subió los bóxers y se apartó de la cama. Un poco abochornado por toda la escena, se sentó de un salto y rebuscó con rapidez su ropa entre las sábanas, deseando vestirse y dejar de sentirse tan expuesto. Sin embargo, cuando iba a ponerse los pantalones, Sasuke le miró con cara de pocos amigos y le señaló con un dedo.

—Tira eso.

Naruto lo miró sin comprender.

—¿Por qué?

—No voy a permitir que duermas con vaqueros, es incómodo. Toma esto. —Le lanzó un enorme camiseta de algodón que a Naruto le vendría como si fuera un vestido. Este se lo quedó mirando con los ojos como platos.

—Sasuke, esto es por lo menos cuatro tallas más grande.

El lobo le dedicó una media sonrisa.

—Póntelo, dormirás bien con eso.

Al final, el doncel no tuvo otro remedio que obedecer y, tal y como había supuesto, la prenda le llegaba hasta por encima de los muslos, lo justo para cubrir su ropa interior, tenía que remangarse para tener libres las manos y el cuello de la camiseta dejaba al descubierto uno de sus hombros.

El gruñido suave de Sasuke lo distrajo y lo miró. Sus mejillas se encendieron al darse cuenta de que él también se había cambiado y se había puesto unos elásticos pantalones cortos, dejando al descubierto su impresionante pecho.

—Te queda bien —le dijo este.

Naruto volvió a mirarse y frunció el ceño.

—Parezco un niño con esto.

—Bobadas, estás adorable —contradijo Sasuke, que volvió a subirse a la cama y se acercó mucho al doncel, quien volvió a sentirse nervioso con su cercanía. El lobo alzó una mano y le acarició el hombro desnudo mientras volvía a soltar ese suave gruñido—. Siempre quise verte así.

—¿Así? —preguntó Naruto, confundido.

Al darse cuenta de lo que había dicho, Sasuke se sobresaltó y negó con la cabeza.

—Olvídalo. Ahora a dormir.

En un segundo, Naruto se vio tumbado en la cama, con Sasuke pegado a su espalda y abrazándolo por la cintura. Cuando pasó una manta por encima de ellos, su corazón se aceleró.

—Sasuke, puedo dormir en otro sitio —se ofreció con timidez. Sabía que no era la primera vez que dormían juntos, pero ahora que su lobo era un hombre que parecía haber salido de sus más salvajes fantasías, pues… era bastante diferente.

En respuesta, este pasó una pierna alrededor de las suyas, apresándolo, lo estrechó con más fuerza contra él y enterró el rostro en el hueco de su cuello, haciéndole jadear por sentir sus labios rozando esa zona tan sensible.

—No —declinó su oferta con firmeza—. Duermes conmigo.

—Pero…

—Si no quisiera dormir contigo, no te habría llevado a mi habitación ni te habría dado mi ropa. Yo no soy humano, no hago todo esto por ser educado o amable, lo hago porque te quiero justo donde estás ahora. —Hizo una pausa en la que cogió su mano y le besó los dedos antes de entrelazarlos con los suyos—. Duerme —añadió con más suavidad.

Tras un segundo más de duda, Naruto aceptó que su compañero era más cabezota que él y trató de relajarse. A decir verdad, era agradable tener a Sasuke contra él, su cuerpo era caliente y grande, y sentir el modo en que lo tenía envuelto le hizo sentirse seguro y protegido. Sin apenas ser consciente, se acurrucó un poco más contra él y cerró los ojos, quedándose prácticamente dormido al instante.

—Buenas noches, Sasuke —bostezó.

—Buenas noches, Naruto —susurró Sasuke, besándolo en el hombro.

1 comentario:

  1. Busque de nuevo este fic, me encanta leerlo, es uno de mis favoritos de la pareja. Que suerte tienes un blog, escribes muy bien y tus historias son entretenidas. Saludos

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