martes, 20 de noviembre de 2018

Conformista


Déjamelo todo a mí

Sasuke seguía sin ser capaz de escuchar nada cuando llegó a urgencias. Los gritos de los médicos y enfermeros, las ruedas de las camillas derrapando por el suelo, el alarido de los teléfonos, las bocinas de los coches que le habían pitado en la carretera, hasta las llamadas de su familia que no había cogido, sus oídos no habían registrado nada de nada; era como si alguien hubiera silenciado el volumen en su cabeza y solo pudiera percibir los latidos de su corazón golpeando violentamente las costillas, como si quisiera salir y buscar a Naruto por su cuenta.
No se molestó en ir al mostrador y preguntar por su rubio, Shikamaru le había dicho dónde estaban y fue directo al piso donde se llevaban a cabo las cirugías, estaba tan nervioso que ni siquiera se molestó en coger el ascensor, subió los escalones de dos en dos y luego giró hacia la izquierda para encontrar al equipo de Naruto a pocos metros de distancia: Kiba, Lee, Chouji, Tenten y Shikamaru, que todavía llevaban el uniforme de bomberos completamente sucio, así como tenían las caras algo ennegrecidas. También se encontraba allí Gaara, que era el jefe del departamento, con su propio uniforme algo desarreglado, se notaba que, como él, había ido corriendo a ver cómo se encontraba su mejor amigo.
—¿Dónde está? —les preguntó.
Todos se giraron al escucharle, un poco sobresaltados ya que habían estado hablando entre sí sobre el estado de Naruto y sus posibilidades de sobrevivir. Gaara fue el que respondió en primer lugar:
—Le están operando en esa sala.
Sasuke clavó sus oscuros ojos en las puertas dobles cerradas y, sin pensar bien en lo que hacía, tan solo preocupado por Naruto y necesitando saber cómo estaba, se encaminó hacia la sala.
—¡Sasuke, no! —exclamó Kiba, que fue el primero en cogerle del brazo, pero él se zafó sin miramientos.
Sin embargo, esta vez fueron Lee y Chouji los que lo agarraron para que no hiciera ninguna tontería mientras que Tenten y Shikamaru trataban de razonar con él, diciéndole que no podía entrar ahí, que los médicos estaban trabajando, pero no había forma de que atendiera a razones: solo sabía que había probabilidades de que Naruto muriera y eso lo tenía destrozado, quería estar con él, cogerle la mano y decirle que estaba allí, que no podía irse ahora porque le amaba y quería pasar el resto de su vida a su lado. Así que forcejeó contra todos, empezando a ponerse un poco agresivo, hasta que Gaara apartó a Shikamaru y Tenten y cogió su rostro entre sus manos.
—¡Sasuke! ¡Sasuke, escúchame!
—¡No! ¡Tengo que estar con él! —aulló.
—Lo que tienes que hacer es dejar trabajar a los médicos —replicó Gaara sin soltarlo, pero él seguía inmerso en su dolor y su miedo, y el pelirrojo lo sabía—. Quieres que salven a Naruto, ¿verdad?
Al escuchar esa pregunta, Sasuke dejó de revolverse y se quedó quieto.
—Sí —gimió.
Gaara les hizo un gesto a Lee y Chouji para que lo soltaran. Esta vez, el Uchiha no trató de marcharse.
—Tienes que dejar que los médicos hagan su trabajo. Ahora están operando y no puedes interrumpirles, eso no haría más que perjudicar a Naruto, ¿lo entiendes?
Él asintió. Había recuperado un poco de lucidez y entendía que lo peor que podía hacer en esos momentos era entrar allí y sobresaltar a los doctores… pero…
—¿Y si no vuelve? —preguntó con los ojos anegados de lágrimas—. ¿Y si ya no puedo decirle que le quiero? No pude decírselo antes.
A todos les partió el corazón ver así a Sasuke. Lo conocían poco, después de todo, no hacía más de una semana que estaba saliendo con Naruto pero, a pesar de que era un hombre un poco serio y callado, todos habían percibido la forma en la que miraba al rubio, como un ciego que veía el sol por primera vez, lo cual no les extrañaba dado lo que habían oído de él, todas esas mujeres aprovechadas que iban detrás de él por su dinero, además de la forma en la que le sonreía, o cómo se sonrojaba cuando Naruto le hacía un cumplido o le besaba por sorpresa. Estaba claro que había una conexión fuerte entre ellos, es cierto que era raro que sucediera, pero no imposible; verlo tan destrozado por la posibilidad de que su compañero muriera era una prueba de ello.
—Ese idiota lo sabe —dijo Shikamaru, tratando de consolarlo al mismo tiempo que lo llevaba hasta un asiento para que descansara de su ataque de pánico—. Y debes saber que él también está loco por ti, tendrías que ver la cara de embobado que pone cada vez que habla de ti.
—Además, se lo dirás tú mismo —afirmó Kiba, que era más optimista—. Naruto es un tipo duro y no estuvo en el centro de la explosión. Saldrá de esta.
Al escuchar una referencia a lo que había sucedido, levantó la cabeza hacia Shikamaru, que era el capitán del equipo.
—¿Qué es lo que ha pasado exactamente?
Este se sentó a su lado.
—Hubo una fuga de gas y la casa estalló en llamas. Hicimos un reconocimiento rápido y sacamos a los dos adultos que estaban inconscientes, la mujer estaba embarazada. Sin embargo, cuando salimos, el hombre despertó y nos dijo que su hija estaba dentro. Es verdad que vimos su habitación, pero no encontramos a nadie y supusimos que tal vez estaba en casa de una amiga. No teníamos mucho tiempo, sabíamos que había probabilidades de que la casa estallara y, en teoría, no debíamos entrar porque era demasiado peligroso, pero Naruto lo hizo sin avisar a nadie. Kiba y yo tratamos de ir tras él, pero el fuego aumentó de tamaño y tuvimos que centrarnos en despejar la entrada con mangueras para que él pudiera salir. El caso es que lo logró, tenía a la niña en brazos cuando atravesó la entrada de la casa… pero, entonces, esta explotó y Naruto recibió parte del impacto.
—Entonces, ¿no estaba en la casa?
—Estaba a unos pocos metros, que nosotros viéramos, solo su espalda resultó gravemente dañada.
Sasuke asintió. Eso era bueno, o eso creía.
—¿Qué probabilidades tiene? —No pudo evitar preguntarlo, necesitaba saberlo.
—No estamos seguros —respondió Gaara—. Depende de los daños que tenga, y los médicos no han podido darnos mucha información.
—La niña estaba intacta —comentó Kiba—, si a ella no le pasó nada, él no puede estar tan mal; además, tenía el traje puesto, recibió solo una parte del impacto, usamos el extintor en él para apagar el fuego y lo llevamos corriendo hasta aquí en un tiempo récord. Tiene que tener altas probabilidades.
Pese a que él, Lee y Chouji tenían muchas esperanzas, el resto no quería ser tan optimista, había mil cosas que podrían haber salido mal: Naruto podría haber digerido demasiado humo a pesar del traje, este podría estar dañado por haber pasado tanto tiempo entre las llamas, las quemaduras podrían ser mucho peores a causa del impacto de lo que creían y haber dañado algún órgano… La verdad era que no eran médicos y no sabían realmente hasta qué punto era tan grave el estado de Naruto.
Sasuke no quiso escucharlos, no quería saber las cosas que podrían haber salido tan mal como para que su rubio se fuera; quería creer que se pondría bien, tal vez era darse falsas esperanzas y después lo haría todo peor si resultaba que los doctores no podían salvarlo, pero la otra opción haría que el dolor lo consumiera y, en esos momentos, no le convenía dado el ataque de pánico que había sufrido. De modo que enterró el rostro entre sus manos y se limitó a rezar, sin saber muy bien a quién, porque Naruto saliera de esta y volviera a su lado.
Tras una larga hora, por fin se abrió una de las puertas de la sala de operaciones y un doctor apareció con una bata limpia y la mascarilla bajada. Todos se pusieron en pie, siendo Sasuke quien tragó saliva y quien temblaba por temor a los resultados. Lee, que era muy empático, le apretó la mano para brindarle apoyo emocional, gesto que agradeció muchísimo, lo necesitaba.
Su corazón palpitó fuerte cuando el hombre les sonrió.
—No tiene ningún órgano importante dañado y está estable. Se pondrá bien.
Una oleada de alivio lo inundó y cerró los ojos, siendo abrazado al instante por Lee y recibiendo unas palmaditas en la espalda por parte de Kiba.
—¡Os lo dije! Nuestro Naruto es duro.
—¿Cómo se encuentra? —le preguntó Shikamaru al médico.
—Las quemaduras de su espalda eran graves, pero no mortales. Afortunadamente, ustedes actuaron rápido al apagar las llamas y en llevarlo aquí —dicho esto, hizo una mueca y miró a Gaara tras reparar en su uniforme—. Sin embargo, hay algo que deberían saber. ¿Es usted su superior?
—Soy el jefe del departamento, dígame —dijo el pelirrojo, inquieto de repente, como el resto.
—En primer lugar, necesitará un tratamiento especial para sus quemaduras.
—Tenemos un seguro que cubre esos gastos.
—Normalmente sí, pero estas heridas son bastante graves y me temo que vuestro seguro no cubre el tratamiento para este tipo de heridas. Podríamos aplicarlo de todos modos si no reúnen el dinero para pagarlo, pero llevará mucho más tiempo y no será tan efectivo, podría tener dificultades en el futuro con los músculos de la espalda.
En ese instante, Sasuke se acercó al médico. Ahora que sabía que Naruto estaba sano y salvo, el miedo y el dolor se habían ido, dejando solo una sensación de preocupación dentro de él, pero la ocultó para mostrarse serio y atento en un asunto en el que, por fortuna, podía ser muy útil.
—Yo me encargo de pagar el tratamiento —declaró.
El doctor se removió, un poco incómodo.
—No quiero ser irrespetuoso con usted, señor, pero es… bastante caro.
—El dinero no es un problema para mí, doctor —dijo con firmeza, haciendo que este parpadeara.
—Oh… Bueno, de acuerdo, entonces, empezaremos de inmediato. Una enfermera vendrá para tomar sus datos.
Sasuke asintió, en absoluto intimidado; pagaría cualquier suma con tal de que Naruto estuviera bien y no sufriera en un futuro.
—¿Hay algo más que debamos saber?
El doctor suspiró.
—Como he dicho, sus heridas eran bastantes graves. Pese a que el tratamiento evitará la mayor parte de los daños, es probable que no vuelva a tener la agilidad de antes o que tarde mucho tiempo en recuperarla, sus músculos estaban seriamente dañados y es probable que tenga molestias durante los próximos meses. Eso ralentizaría su tiempo de acción a la hora de trabajar y lo pondría en grave peligro, tanto a sí mismo, como a sus compañeros, como a las personas a las que debe salvar.
Todos se miraron entre sí con el ceño fruncido.
—¿Qué es lo que quiere decir? —preguntó Gaara.
—Mi recomendación es que no vuelva a ejercer de bombero. Lo siento.
Sasuke sintió que palidecía al escuchar esas palabras. Naruto le había contado un par de veces lo mucho que se había esforzado para aprobar la prueba de acceso para la academia, lo duro que entrenó y estudió durante todos esos años y lo orgulloso que se sentía de haber conseguido superar el examen y de trabajar en lo que le gustaba. Recordaba el orgullo en sus ojos cuando decía que era bombero, no por impresionar a nadie ni que le admiraran, sino porque el hecho de poder ayudar a la gente hacía que se sintiera bien consigo mismo. ¿Qué pasaría cuando le dijeran que no podría seguir dedicándose a algo que amaba? Eso lo hundiría.
—Comprendo —dijo Gaara con tono apesadumbrado, el cual también tenía una idea de cómo sentaría eso a su amigo—. Lo tendré en cuenta, doctor. Gracias por todo.
—¿Puedo verlo? —preguntó Sasuke. Estaba ansioso por ver a su rubio y brindarle su apoyo.
Gracias a Dios, el hombre asintió.
—En cuanto lo hayamos acomodado en su habitación, podrán verlo.
Después de eso, este se marchó para ordenar a los enfermeros que trasladaran a Naruto a una habitación especialmente habilitada para él y a presentar el informe. Mientras tanto, Gaara le pidió al equipo de Shikamaru que fueran a casa y descansaran, que él se quedaría allí con Sasuke. A este no le dijo nada porque sabía que no le haría caso, pese a que se daba cuenta de que había estado toda la noche en algún evento importante por su vestimenta y que probablemente también estaría agotado, podía ver en su mirada decidida que no se iría de allí hasta estar seguro de que Naruto estaba bien.
Así, unos veinte minutos más tarde, una enfermera los condujo hasta su habitación. Era bastante amplia, con unas ventanas que ocupaban la parte superior de la pared, bajo las cuales había un largo sofá que sin duda se podía abrir para convertirse en una cama por si un familiar quería quedarse a dormir allí; también había un sillón junto a la camilla, en la cual pudieron ver a un Naruto inconsciente tumbado boca abajo y cubierto por una sábana hasta el cuello, aunque lo que más impactaba era ver las máquinas a las que estaba conectado por múltiples cables, especialmente la que le daba oxígeno a través de una mascarilla.
Sasuke tragó saliva mientras Gaara le apretaba un hombro. Incluso dormido, Naruto irradiaba un aura tranquila, pero vivaz, sus músculos se contraían suavemente con cada respiración suya, las facciones de su rostro mostraban lo relajado que estaba… pero, ahora, su pareja parecía poco más que un muñeco al que habían tirado sobre aquella camilla, totalmente inmóvil, sin vida. El corazón se le encogió.
Esperó a que las enfermeras se marcharan para poder acercarse a él. Sin pensárselo dos veces, se sentó en el sillón frente a él y contempló su rostro demacrado; parecía estar agotado incluso sin estar consciente, tenía un par de cortes en una de las mejillas y su lenta respiración sonaba casi artificial a través de la mascarilla. Con mucho cuidado, acarició los mechones de su cabello, apartándolos a un lado y a otro para que no le molestaran, a pesar de que estaba dormido.
—Te vas a poner bien —le susurró—. Yo estaré contigo.
—Por supuesto —dijo Gaara, sobresaltándole. Había olvidado que seguía allí—, Naruto es un hombre fuerte, lo superará.
Sasuke lo miró con preocupación.
—¿También lo de dejar su trabajo?
Los ojos aguamarina del pelirrojo se volvieron tristes.
—Será un duro golpe para él, pero sí, también lo hará. Tiene mucha fuerza de voluntad y nos tiene a todos nosotros para apoyarle y ayudarle en cualquier cosa que necesite.
Sasuke asintió. Haría lo que fuera necesario para que el Naruto que conocía no desapareciera, odiaría ver cómo el hombre del que se había enamorado se consumía por haber perdido su sueño. Sin embargo, él no era de los que se rendía fácilmente o no habría llegado adonde estaba en su empresa, y su novio, aunque fuera a pasar un mal trago por esto, tampoco. Así que se juró a sí mismo que, pasara lo que pasara, por muy difícil e idiota que se pusiera ese rubio cabezón, no lo daría por perdido.
Movió un poco la cabeza al detectar que Gaara iba hacia alguna parte. Lo vio ir hacia la pared que estaba enfrente de la camilla, donde, en la parte superior, había una gran televisión y, bajo esta, un par de sillas por si había más gente que quería sentarse cerca del paciente. El pelirrojo cogió una de estas y se sentó a su lado, supuso que tanto para brindarle apoyo como para estar cerca de su amigo.
—Al menos, se pondrá bien —comentó este con una pequeña sonrisa—, debemos estar agradecidos por ello, y él también. Eso es lo que importa ahora.
Sus palabras le arrancaron una débil sonrisa. Era cierto, no había ocurrido lo peor y daba las gracias por ello.
—Es verdad —murmuró, colocando su mano sobre la del rubio para acariciarle el dorso. Lo bueno era que allí no tenía ninguna herida.
Gaara lo observó un momento con detenimiento.
—Deberías ir a descansar, Sasuke, pareces hecho polvo.
Él negó inmediatamente con la cabeza.
—Quiero estar con él.
—Lo entiendo, pero Naruto no querría que estuvieras velando por él en tu estado y, como su mejor amigo, me siento obligado a cuidar de ti en su ausencia.
Sasuke gruñó y le miró con cara de pocos amigos.
—No necesito que hagas de niñera.
El pelirrojo estuvo a punto de sonreír.
—No estoy de acuerdo, todavía vas vestido como si vinieras de algún evento importante y empiezas a tener ojeras. No eres el único que se preocupa por Naruto, Sasuke, ni yo ni los demás le dejaremos solo. Ve a casa, tómate una ducha, cámbiate y descansa.
El Uchiha estuvo a punto de replicar, pero al escuchar que Gaara no dejaría solo al rubio, lo pensó mejor. Naruto iba a ponerse bien y él no podía hacer gran cosa allí aparte de hacerle compañía, a pesar de que ni siquiera se daba cuenta. La verdad era que no le vendría mal cambiarse de ropa al menos, empezaba a estar incómodo con el esmoquin y los zapatos.
Tras meditarlo un poco más, le lanzó una mirada de advertencia al pelirrojo.
—Iré a casa a ducharme y a cambiarme, pero esta noche la paso con él. ¿Está claro?
Gaara sonrió, triunfal. Al menos, había conseguido algo.
—Sí. Mañana seguro que vendrán los chicos a estar con él, podrás descansar en casa entonces.
Sasuke le gruñó otra vez.
—No vas a dejarlo estar, ¿verdad?
—No tiene sentido que te quedes todo el día aquí, Sasuke. Comprendo que Naruto es tu novio, que le quieres y que te sientes inquieto si no estás cerca de él, pero está fuera de peligro y va a recuperarse, no es necesario que te agotes física y mentalmente cuando todo ha salido bien y que acabes enfermando, entonces será él quien se preocupe por ti. Todos haremos turnos para cuidar de él, y te prometo que serás el primero al que llamaremos en caso de que despierte. ¿Qué te parece?
—… Está bien —replicó, odiando admitir que Gaara estaba siendo razonable. No podría ayudar a Naruto si se ponía enfermo y lo último que quería era aumentar su malestar, necesitaba estar al cien por cien si quería apoyarle en los próximos días—. Volveré en una hora.
—No tengas prisa —dijo Gaara alegremente.
Sasuke se levantó del sillón y se lo cedió al otro hombre antes de ir hacia la puerta. Sin embargo, cuando la abrió, se le ocurrió una idea y se detuvo.
—Gaara.
—¿Sí?
—Cuando todo esto acabe, haré una donación a tu departamento.
El pelirrojo no esperaba ese anuncio y se sintió descolocado.
—¿Qué?
Sasuke miró una última vez a Naruto.
—Usa el dinero para los tratamientos que no cubra tu seguro. No todo el mundo puede permitírselo, y me duele pensar que alguien vaya a pasar por esto y que no pueda hacer nada —dicho esto, se marchó rápidamente de allí, dispuesto a ser lo bastante rápido para poder pasar la noche junto al rubio.
Gaara todavía estaba un poco aturdido por la declaración de Sasuke pero, poco después, se recompuso y sonrió, mirando a su rubio amigo.
—Es un buen hombre, Naruto. Esta vez has escogido bien.


El dolor fue lo que le despertó. Joder… ¿Qué diablos había pasado para que le doliera tanto la espalda?, era como si la tuviera en llamas, le escocía mucho. Trató de abrir los ojos y de moverse, pero los párpados le pesaban y su cuerpo no hizo el menor amago de hacer un esfuerzo por tratar de incorporarse, sus músculos estaban muy entumecidos y era simplemente doloroso tensarlos para forzarlos a realizar cualquier movimiento. Mierda…
Hizo memoria para averiguar por qué se sentía como si lo hubiera atropellado un tren… Sasuke, había hablado con él por teléfono, tenía una gala benéfica y habían estado flirteando hasta que Kiba lo había arrastrado a la sala de entrenamientos… La alarma. Recordaba que los había sobresaltado a última hora y habían ido corriendo hasta una casa en llamas… habían sacado a dos adultos… el padre… el padre le dijo que había una niña. Era cierto, ahora se acordaba; la había encontrado escondida en el armario de su habitación, la explosión la habría asustado y habría ido allí en busca de protección, pero el humo había hecho que se desmayara y por eso no había respondido cuando habían entrado la primera vez en la casa. La cogió en brazos y se fue corriendo de allí tan rápido como pudo; lograron salir, creyó que ya estaban a salvo y, entonces…
Nada.
No había nada después de ese recuerdo, solo oscuridad, pero no le costó mucho intuir que la casa habría explotado y que él habría recibido el impacto, por eso le dolía todo.
Al menos, estaba vivo, o eso creía dado que la espalda le dolía como el infierno. Si estuviera muerto, no estaría sufriendo tanto, ¿verdad?, eso no sería justo.
Con pesadez, logró abrir los párpados poco a poco. Al principio, le costó enfocar la vista, todo se veía borroso y le mareó un poco tratar de buscar algo que pudiera ver con claridad…
—¿Naruto?
Reconoció esa voz al instante.
—Sa… ¿Sasuke? —lo llamó con la voz algo pastosa.
Entonces, escuchó un ruido y sintió su mano cálida sobre la suya. Por fin, sus ojos se enfocaron en él y pudo verlo; llevaba puesto un jersey negro que estilizaba su atlética y delgada figura de un modo muy sexy y unos vaqueros que se ajustaban a sus muslos y a su bonito culo. Esbozó una amplia sonrisa, feliz porque él era lo primero que veía.
—Hola —lo saludó.
Sasuke se inclinó sobre él y le sonrió.
—Hola, pedazo de idiota. No sabes lo mal que me lo has hecho pasar.
—Lo siento —se disculpó, pero su novio negó con la cabeza, como si no le diera importancia. Lo vio arrodillarse en el suelo para apoyar los brazos y el mentón en el colchón, muy cerca de él para poder mirarse cara a cara. Eso lo alivió, estaba tumbado boca abajo y estaba tan dolorido que dudaba ser capaz de poder girar la cabeza.
—¿Cómo estás?
—Dolorido —admitió.
El rostro de Sasuke se volvió serio.
—Llamaré a una enfermera.
—Puede esperar… —empezó a decir. No quería que Sasuke se apartara de él.
—No —replicó este con firmeza—. No permitiré que estés sufriendo cuando puedes ahorrarte el dolor —y sin más, pulsó un botón que había cerca de la cama.
Al poco rato, una mujer llegó y lo revisó mientras le hacía un par de preguntas a las que Naruto respondió sin problemas; podría estar bastante dolorido físicamente, pero al menos su mente parecía funcionar bastante bien. Ella le administró algún fármaco que lo alivió en unos pocos segundos y le hizo un resumen de sus heridas, remarcando las quemaduras de la espalda, para después informarle que su médico le explicaría su estado en más detalle mañana por la mañana (se enteró de que era un poco más tarde de la hora de la cena). Naruto se sintió aliviado al saber que no había perdido ninguna extremidad, que sus órganos funcionaban bien y que sus pulmones no parecían estar dañados por el humo, eso era lo más importante; no tenía duda de que tendría unas feas cicatrices por el resto de su vida en la espalda, pero podía vivir con eso.
En cuanto ella se marchó, Sasuke volvió a ocupar su lugar junto a él y entrelazó sus dedos con los suyos.
—¿Mejor?
—Sí, gracias —le dijo Naruto con una sonrisa.
Sasuke se la devolvió y luego empezó a plantar besos suaves en su mano.
—Me alegro tanto de que estés bien… —susurró, frotando su mejilla contra sus dedos. Naruto la acarició con ternura.
—Lamento que lo hayas pasado mal, Sasuke.
—No es culpa tuya, sé por qué hiciste lo que hiciste y, aunque estuve muerto de miedo, me enorgullece que salvaras a esa niña.
Al pensar en ella, la sonrisa del rubio desapareció para dar paso a la preocupación.
—¿Cómo está ella? ¿Está herida?
—Shikamaru me ha dicho que solo inhaló humo, pero por lo demás se pondrá bien. Sus padres vinieron a verte, te han dejado flores —dijo, señalando una mesa en la cual había un jarrón con varias violetas y lirios azules.
—Qué amables —comentó Naruto.
—Arriesgaste tu vida por su hija y la salvaste, sintieron que era lo mínimo que debían hacer.
El rubio sonrió, contento porque el riesgo hubiera merecido la pena, y después miró a Sasuke.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?
—Llevas casi una semana inconsciente.
Frunció un momento el ceño al echar cuentas y su rostro se deformó por la confusión.
—¿Mañana no trabajas?
—Me he tomado un par de semanas libres —respondió Sasuke, encogiéndose de hombros.
—Sasuke, no quiero que pierdas días por mi culpa…
El Uchiha le lanzó una peligrosa mirada de advertencia.
—Eres mi novio y voy a estar contigo, al menos, hasta que pase lo peor. Si tienes algún problema con eso, mala suerte, porque estás postrado en una cama sin poder moverte y no puedes hacer nada por impedirlo. Además, soy el maldito director de mi empresa, a ver quién tiene los cojones de decirme que no puedo estar cuidando de ti.
Naruto no pudo evitar esbozar una sonrisa. Pese a que su tono fuera agresivo, detrás de eso se ocultaba una profunda preocupación por él que calentó su pecho. Así era Sasuke, podía parecer arisco, malhumorado e intratable por fuera, pero en el fondo era una buena persona que se preocupaba por aquellos a los que quería, solo que le costaba demostrarlo de un modo amable.
—Si no va a causarte problemas en el trabajo, no tengo nada que decir —comentó, sonriéndole con cariño—. Gracias.
Sonrió ampliamente al ver que Sasuke se sonrojaba un poco. Era tan lindo… y le encantaba ser el único que causaba esa reacción en él, le hacía sentirse especial y un poco posesivo.
Sí, estaba loco por él, a pesar de que solo se conocían de unas pocas semanas. Pero no podía evitarlo, Sasuke era muy diferente de todas las parejas que había tenido hasta el momento y eso le encantaba. La mayoría de hombres homosexuales solían ser afeminados o al menos tener un punto de eso, cosa que a él no le molestaba, pero a veces resultaba un poco irritante en una pareja; a él le gustaban los hombres, que estos actuaran a veces de un modo femenino lo repelía, no porque lo odiara, sino porque, sencillamente, no era su tipo. Por desgracia, todos los gays que eran tan masculinos como él no le habían llamado la atención, había tenido un par de citas con hombres así, pero al final solo había nacido amistad entre ellos como mucho, de modo que los únicos novios con los que había salido habían tenido ese mínimo punto femenino, uno que había aprendido a soportar y tolerar con la esperanza de poder acostumbrarse, ya que él quería tener una pareja estable, no estar soltero toda su vida.
Suponía que por eso se había enamorado tan rápido de Sasuke: no había nada en él que fuera remotamente femenino o amanerado, era cien por cien viril, decidido, con carácter, trabajador, elegante (amaba esos trajes tan sexys que se ponía para trabajar), interesante, muy inteligente, reflexivo y profundo; a veces podía parecer frío y distante, pero eso era porque tendía a ser serio frente a extraños, pero a él le había demostrado que tenía un gran corazón y un lado cariñoso que reservaba para aquellos que consideraba dignos de él. Eso demostraba su carácter noble, que no vendería su amistad tan rápido y mucho menos su amor. Esa faceta suya lo fascinaba, pese a ser tan guapo y rico no se había convertido en alguien vanidoso ni avaricioso, sino que se había mantenido fiel a sí mismo, sin importar a quién le molestara.
Lo admiraba y respetaba por ello, por ser la magnífica y hermosa persona que era independientemente de su poder económico.
Jugueteó con los dedos de Sasuke, que seguían enlazados a los suyos.
—Supongo que me quedaré aquí durante una larga temporada, ¿eh?
El sonrojo de su novio desapareció y lo miró con tristeza.
—Eso me temo. Tus heridas tardarán en curarse y además estás en tratamiento. Puede que estés un mes o más aquí.
Él gimió.
—¿Voy a pasar la Navidad y Año Nuevo aquí? Qué mierda.
—Yo estaré contigo.
Naruto miró a su pareja con ternura.
—Eso es un detalle por tu parte, pero deberías estar con tu familia, Sasuke.
Este se encogió de hombros.
—Puedo estar un rato con ellos y luego quedarme contigo. No hay problema y no me gusta que estés solo.
Esbozó una pequeña sonrisa. A él tampoco le gustaba estar solo en esas fechas, sobre todo tras la muerte de su madre, así que no insistió más y se permitió ser egoísta por una vez.
—Al menos el seguro pagará el tratamiento —comentó, aliviado. Ser bombero le daba lo suficiente para vivir con cierto grado de comodidad; no era rico, pero tampoco le faltaba de nada, sin embargo, había ciertas cosas médicas que no podía permitirse con su sueldo y se alegraba que Gaara hubiera creado un fondo para cubrir esos gastos en caso de que sus hombres salieran heridos en acto de servicio.
En ese momento, Sasuke le apretó la mano, llamando su atención.
—En realidad, tu médico habló con Gaara sobre eso. Las heridas de tu espalda son demasiado graves como para ser sometidas a un tratamiento estándar, necesitabas algo más especializado, así que lo he pagado yo.
Naruto abrió los ojos como platos.
—¿Qué?
—Me he ocupado de tu tratamiento. —Abrió la boca para decir algo, pero su novio le lanzó una mirada asesina que prometía una fuerte discusión como se atreviera a replicar—. Ni se te ocurra —le advirtió—. Sé que te gusta tu independencia y lo respeto, pero tú no puedes cubrir esos gastos y yo sí, así que cierra la boca y acéptalo porque ya está hecho.
—No me siento bien dejando que pagues tanto dinero por mí, Sasuke.
Este suspiró.
—Naruto, no es la primera vez que me gasto dinero en mi pareja; si fueras como Karin y me pidieras un vestuario completamente nuevo, me negaría en redondo, pero no eres así y se trata de tu salud, así que me gastaré lo que sea necesario en ti.
Le habría gustado replicar y defender que podía cuidarse solo pero, por desgracia, si el seguro de Gaara no podía cubrir aquel tratamiento, él mucho menos podría hacerlo. De modo que no tenía más remedio que dejar que Sasuke se ocupara de aquello, por poco que le gustara… No era por una cuestión de orgullo, estaba encantado de que su novio quisiera cuidarlo, ya que él haría lo mismo, formaba parte de tener una relación con otra persona; lo que le dolía era que…
—No quiero que pienses que me aprovecho de ti —admitió.
Sasuke hizo un sonido extraño con la garganta, como si contuviera una carcajada, y lo miró con dulzura.
—Eres precisamente de las pocas personas de las que estoy seguro que no vienen detrás de mí por mi dinero —le dijo, guiñando un ojo—. No te preocupes por eso, jamás dudaría de ti.
Naruto se sintió aliviado al oír eso y se permitió sonreír.
—Te prometo que te lo compensaré de todos modos —dicho esto, una idea hizo que le brillaran los ojos—. Ya sé, en cuanto me recupere, te pagaré en carnes cada yen que te hayas gastado en mí.
Su pareja alzó una ceja y le devolvió la sonrisa.
—Sabes que son muchos yenes, ¿verdad?
—Soy muy consciente —respondió alegremente—, pero es un sacrificio que estoy muy dispuesto a hacer.
Sasuke soltó una risilla y acercó más su rostro al suyo.
—Estoy deseando que te recuperes, entonces.
Los dos rieron cómplices y siguieron acariciándose; Naruto tocaba sus dedos entrelazados y Sasuke, con su mano libre, se dedicaba a acomodar amorosamente los rebeldes mechones de su pelo en su sitio una y otra vez.
—¿El médico dijo algo más? —preguntó Naruto de repente.
Sasuke detuvo por un instante sus caricias.
No estaba seguro de si debía decírselo, no él y menos cuando acababa de despertarse. Sin embargo, el rubio notó esos segundos de duda y frunció el ceño.
—¿Qué ocurre?
Él negó con la cabeza y siguió acariciándolo.
—Ahora no es el momento, Naruto. Tienes que descansar.
—Dímelo —exigió el otro hombre, mirándolo con un puchero. Eso le habría parecido gracioso si no fuera por lo delicada que era la información, se había dado cuenta de que Naruto nunca pedía las cosas a malas, al menos no a la gente que quería, y si lo hacía, era porque o bien estaba muy alterado o porque se sentía traicionado.
Aun así…
—No —dijo sin pensarlo. Su novio necesitaba estar tranquilo, al menos, durante una noche, hasta que el médico fuera por la mañana a darle la noticia.
—Sasuke, dímelo —insistió él.
—No.
—Suéltalo.
—No.
—¡Venga!
—No.
Los dos se miraron a los ojos con cabezonería. Era uno de los pocos rasgos que tenían en común y, a pesar de que normalmente discutían por cosas insignificantes o para hacerse pullas entre ellos como broma, en esos momentos iban muy en serio.
—¿Qué diferencia habrá en que lo sepa mañana que hoy? —interrogó Naruto.
—Ahora mismo lo importante es que estés tranquilo y que descanses bien.
—¿Y no crees que ahora que sé que algo va mal no estaré preocupado?
Sasuke hizo una mueca. No había pensado en eso.
—Naruto…
—Por favor, Sasuke —le pidió este con angustia en los ojos.
No quería que sufriera. Tampoco es como si le hiciera gracia tener que decirle él mismo que no podría volver a ser bombero, que todo el trabajo duro que había hecho lo iban a tirar por la borda a pesar de que había salvado la vida de una niña, simplemente no era justo… Pero también sería cruel tenerlo en vela, inquieto toda la noche por miedo a no saber lo que le esperaba, imaginando los peores escenarios posibles.
Inspiró hondo y le apretó la mano con fuerza.
—Está bien, pero quiero que sepas que estoy a tu lado para apoyarte pase lo que pase, ¿lo entiendes?
Naruto asintió, solemne.
—Sé que estarás conmigo, Sasuke. Gracias.
Él hizo una pequeña pausa, preparándose para su reacción, fuera la que fuera.
—Las… heridas de tu espalda son bastante graves. No es que vayas a quedar inválido ni nada, tu columna no sufrió daños… pero es probable que no recuperes el mismo grado de movilidad que tenías antes o, en todo caso, tardarías meses en hacerlo… así que… el médico ha recomendado que… no vuelvas a ser bombero —terminó diciendo, tragando saliva. Era lo más difícil que había dicho en su vida, realmente tenía miedo de que esas palabras hicieran que Naruto se desmoronara, pero ya estaba hecho. Ahora, solo faltaba ver su reacción.
Muchas emociones cruzaron sus ojos: sorpresa, conmoción, decepción, tristeza… y, finalmente, reflexión.
No dijo nada durante unos segundos que a Sasuke se le hicieron demasiado largos, dejándolo con el corazón en la garganta, temiendo lo peor… pero, al final, Naruto solo asintió.
—Ya veo —dicho esto, cerró los ojos—. Bueno, si no voy a estar al cien por cien de mis capacidades, es normal que quieran moverme del cuerpo; pondría en peligro las vidas de mis compañeros y de las personas a las que debería ayudar. —Abrió los ojos y le dedicó una pequeña sonrisa—. ¿Qué me dices? ¿Me ves de instructor en la academia de bomberos?
… En pocas palabras, Sasuke se quedó con la boca abierta. No era la reacción que esperaba.
—¿Estás bien? —preguntó, por si acaso.
El rubio asintió sin dudar.
—Sí, la verdad es que esperaba que fuera algo peor.
—Pero ser bombero era tu sueño…
—Y lo he hecho, Sasuke —le dijo Naruto, sonriendo—. Cumplí mi sueño y lo he vivido durante una década, he conseguido ayudar a gente que me necesitaba y estoy muy orgulloso de ello. —Hizo una pequeña pausa y lo miró con ojos brillantes—. ¿Quieres saber un secreto? Es algo que no le he dicho nunca a nadie, lo reservaba para un momento especial.
Sasuke asintió sin dudar y acercó su rostro al suyo para escuchar mejor.
—He tenido la suerte de tener muy claro lo que quiero en mi vida: ser bombero y una vida familiar estable. Supe, en mi primer año de servicio, que no sería ambas cosas a la vez; veía cómo muchos de los veteranos tenían problemas con sus parejas, los turnos son duros, a veces tienes que sacrificar tiempo con tu familia para ayudar a otros, y tu novio o novia se pregunta si volverás sano y salvo. Muchas personas no quieren pasar por eso y lo entiendo… por eso, decidí que el día en que encontrara a una persona adecuada para mí, dejaría mi trabajo de bombero para convertirme en instructor en la academia, y así formaría a otras personas para que salvaran vidas. —Hizo una pausa, dejando que toda esa información se asentara en Sasuke, que se había quedado sin palabras, pues no había esperado algo así. Naruto le sonrió—. Así que, teniendo en cuenta las circunstancias, y que eres el mejor hombre que he conocido en mi vida, creo que es el momento de empezar esa etapa. ¿Qué me dices? ¿Podrás aguantar que tu novio se tome un año sabático para preparar el examen de instructor?
Sasuke tragó el nudo que tenía en la garganta. Sabía que era ilógico sentir tanto por él en tan poco tiempo, pero a su edad, había salido con las suficientes personas como para saber lo que quería en su vida y, al parecer, el caso de Naruto no era muy distinto al suyo. No le estaba prometiendo un para siempre, eso no podía hacerse ya que nadie sabe cómo serán las cosas en el futuro, pero le estaba diciendo que tenía muchas esperanzas en su relación y que creía que podía funcionar a largo plazo.
Él también lo hacía, y estaba preparado para intentarlo.
—Claro que sí, Naruto. Cuenta conmigo para lo que sea.
Los ojos del rubio brillaron felices y levantó un poco la mano para acariciarle la mejilla.
—Te quiero, Sasuke.
Los ojos de este se anegaron de lágrimas. No podía evitarlo, había pensado que nunca podría decírselo.
—Y yo a ti, Naruto.
Este pareció percibir su malestar y le apartó los mechones de pelo de la cara.
—Está bien, Sasuke. Todo irá bien.
Él se inclinó y lo abrazó con cuidado, besándolo brevemente en los labios. Había sido una semana muy dura, llena de incertidumbres y preocupaciones, tanto por el estado físico de su rubio como de su estado emocional cuando supiera que no podría ser bombero de nuevo, pero ahora que todo estaba aclarado, por fin pudo dejar que el alivio se asentara en él y permitió que Naruto lo consolara. Fue la primera vez que pudo dormir tranquilo, aunque lo hizo en el sillón, inclinado sobre la cama de su novio y con la cabeza apoyada en el colchón, pero al menos pudo descansar sabiendo que, al día siguiente, tal y como le había dicho su rubio, todo iría bien.


La Navidad estaba a la vuelta de la esquina y Sasuke se había asegurado de dejar las cosas preparadas en la empresa para que todo el mundo tuviera un merecido descanso; pese a haber cogido unas semanas libres para poder estar cerca de Naruto, había regresado con ese único objetivo durante cinco días, así no estarían tan ajetreados cuando regresaran en enero. Además, ahora que el rubio estaba despierto, ya no se sentía tan inquieto y lo dejaba con sus amigos cuando tenía cosas que hacer o necesitaba dormir bien en su cama, hasta este le había pedido que descansara y que no era necesario que pasara las noches con él, pues lo único que hacía era dormir y prefería verlo cuando estaba despierto para hacerle compañía y no aburrirse tanto en el hospital. Ese día en concreto, se había demorado más en su visita diaria para poder hacer sus compras navideñas, en las que estaba incluida un regalo para Naruto; no había sido fácil escogerlo, su novio era muy desinteresado, de modo que le había comprado algo más personal, un sencillo medallón donde había pedido que grabaran una cosa. Esperaba que le gustara, nunca había regalado nada tan íntimo y estaba un poco nervioso.
Acababa de salir del ascensor cuando un grito atronador hizo que pegara un salto del susto. Le sorprendió un poco reconocer la furiosa voz de Naruto, en el mes que llevaban juntos, jamás lo había escuchado tan fuera de sí ni tampoco soltar tantas palabrotas e insultos juntos; de hecho, su tono grave, que retumbaba como un trueno en las paredes, tenía tal intensidad y tanta ira que ni siquiera los enfermeros parecían atreverse a entrar.
Fue hacia uno de ellos para preguntarle:
—¿Qué ocurre?
—No estoy seguro —respondió este, un chico joven—. Ha entrado una visita a verlo y se ha puesto hecho una furia.
Sasuke hizo una mueca y fue sin pensárselo hacia su habitación. Por muy mal que sonara Naruto en esos momentos, seguía estando herido y no podía hacer daño a nadie, aparte de que no iba a permitir que nada le alterara mientras se recuperaba de sus heridas, eso era lo más importante.
Abrió la puerta y frunció el ceño al ver al hombre que estaba en la sala: era difícil saber su edad exacta ya que tenía un rostro de facciones muy juveniles, aparentaba tener unos veinte años, pero su forma de vestir, con un traje elegante, le dijo que se trataba de un hombre adulto; además, se fijó rápidamente en que la ropa era buena y bastante cara, por no hablar del bronceado poco natural de su piel, sin duda hecho en algún salón de belleza; su cabello castaño claro con reflejos dorados era tintado, lo supo por las raíces negras del pelo, pero era indudable que habían hecho un excelente trabajo en él para darle un aspecto bien cuidado y peinado, el cual armonizaba con unos suaves ojos marrones que miraban asustados a Naruto.
—Por favor, Naruto, cálmate… —le pidió con las manos levantadas, aunque no hizo amago de acercarse.
El rubio, por otro lado, estaba sentado en la cama, con el cuerpo muy tenso, las facciones crispadas y las manos aferradas con tanta fuerza al colchón que estaba seguro de que lo desgarraría en cualquier momento. La enorme y mullida almohada que utilizaba para recostarse en la cama boca arriba (para evitar apoyarse completamente sobre las heridas de su espalda) se había caído al suelo en algún momento, tal vez durante la confrontación, y las sábanas y las mantas estaban arremolinadas en sus piernas, como si hubiera tratado de ponerse en pie de repente pero no hubiera podido.
—¡¿Que me calme?! —rugió Naruto, mirando al hombre como si asesinarlo—. ¡Una puta mierda! ¡¿Quién coño te crees que eres para venir aquí?!
—Solo quiero ayudarte…
—¡¿Ayudarme?! —exclamó, incrédulo y furioso a la vez—. ¡No quiero tu jodida ayuda ni ver tu cara de zorra mentirosa y aprovechada! ¡Te dije que no quería volver a oler tu mierda cerca de mí! ¡Lárgate!
Los ojos del hombre lucieron dolidos.
—Naruto…
Este gruñó e hizo fuerza con los brazos a la vez que movía las piernas.
—¡Sal de esta habitación o te juro que te parto esa falsa cara de niño bueno…!
—¡YA BASTA! —rugió Sasuke al ver que Naruto estaba a punto de salir de la cama. Ese idiota no podía levantarse, era demasiado pronto, ¡se haría más daño en la espalda!
Su novio se paró en seco y se giró hacia él, sorprendido. Era evidente que ni se había dado cuenta de que había entrado allí.
—Sasuke —lo saludó con cierto tono brusco. Sabía que no era por él, al contrario, se dio cuenta de que estaba reprimiendo su rabia para no ser borde con él, y era consciente del esfuerzo que hacía por cómo su pecho subía y bajaba, al compás de su acelerada respiración.
Pasó de largo al desconocido como si no estuviera y se dirigió a la cama para volver a colocar sus piernas en su sitio.
—Sabes perfectamente que no debes ponerte en pie sin supervisión, Naruto —lo regañó mientras recogió la almohada del suelo y la ponía en el respaldo de la cama, que estaba levantado para que el rubio pudiera estar sentado—. ¿Quieres pasar los próximos tres meses aquí encerrado? Ya estás bastante irritado por estar aquí, así que si quieres salir, lo que tienes que hacer es seguir las instrucciones del médico a rajatabla, ¿me has entendido? No me obligues a ponerte vigilancia porque sabes que soy capaz de contratar a alguien para que tenga un ojo en ti mientras no estoy cerca.
Naruto parpadeó mientras Sasuke lo empujaba con suavidad para que se apoyara en el colchón y reordenaba las sábanas y las mantas para que estuvieran bien acomodadas a su alrededor antes de arroparlo con ellas. Parte de su enfado desapareció y se permitió sonreír un poco; así era su novio, podía gritarte y echarte la bronca como un demonio salido del mismo infierno, pero solo era su forma de expresar su preocupación por él, lo único que había que hacer era fijarse en el cuidado que tenía a la hora de tocarlo, temiendo hacerle daño, y cómo volvía a ordenar el desastre que había hecho en la cama para que estuviera cómodo.
—Lo siento, Sasuke —se disculpó—. No quería preocuparte.
El otro hombre lo sondeó con sus negros ojos y su expresión se suavizó un poco, aunque seguía siendo un poco severa.
—Está bien, pero no vuelvas a hacer eso.
—No, señor —prometió con diversión.
Sasuke estuvo a punto de esbozar una de sus medias sonrisas tan sexys pero, entonces, Naruto escuchó carraspear a su desagradable visita y la ira regresó; no intentó moverse esta vez, pero no pudo evitar tensar los músculos, haciendo que le escociera la espalda, y clavar los dedos en la sábana. Su pareja puso una mano en su pecho y se lo frotó, tratando de tranquilizarlo.
—Naruto, calma, te harás daño.
—Haz que se vaya —le pidió casi con un gruñido, incapaz de controlar la rabia que sentía.
El tercer hombre intervino:
—Por favor, Naruto, yo…
—Tú, cállate —ordenó Sasuke sin miramientos antes de volverse hacia su novio—. ¿Ese es el problema? ¿No lo quieres aquí?
—Ni de puta coña —replicó, fulminando al visitante con la mirada, el cual bajó la vista como si le hubiera herido. Cabrón sinvergüenza.
—Está bien —asintió Sasuke para después dirigirse al extraño con los brazos cruzados—. Largo.
Este parpadeó.
—No puede echarme así sin más.
—Naruto no quiere que estés aquí y, teniendo en cuenta cómo le has alterado, yo tampoco. Así que puedes hacerlo por las buenas y salir por esa puerta o puedo lanzarte por la ventana y ver si sobrevives a una caída de seis pisos, tú decides.
El hombre se irguió y levantó la barbilla, tratando de parecer amenazante… de un modo patético, por cierto.
—¿Me está amenazando?
Sasuke ni se inmutó un poco. Si ese niño mimado (porque por sus pintas estaba claro que lo era, él conocía muy bien el mundo de la gente adinerada y la calaba enseguida, y ese hombre con complejo de chiquillo no había movido un dedo en la vida para trabajar) creía que podía jugar a intimidarlo con él, iba listo. Él era el rey de la intimidación.
Así que se movió lentamente hacia su víctima, dejando que notara que le sacaba una cabeza de altura y que era más ancho de espaldas; el traje ocultaba su figura atlética, pero confiaba en que sería consciente de que era más fuerte, después de todo, el otro era muy delgado y no tenía ni una pizca de músculo.
—Sí, imbécil, es una amenaza. Lárgate de aquí o llamaré a seguridad y le diré a todo el mundo que estás acosando a un héroe que casi pierde la vida en una explosión para salvar a una niña. —Sonrió con malicia—. La prensa se cebará contigo, les encantan estos chismes y te dejará como el malo de esta historia, y a un chiquillo rico como tú no le conviene la mala prensa, ¿verdad?
Su presa no se movió de donde estaba, pero se puso pálido y lo vio tragar saliva.
—No… No tienes ni idea de quién soy —balbuceó.
La sonrisa de Sasuke se ensanchó.
—Yo soy Sasuke Uchiha, director de UTech S. A. —Hizo una pausa para dejar que la información se asentara en el hombre, cuyo rostro se volvió blanco de pavor—. Tu turno. Venga, sorpréndeme.
El muy idiota boqueó, como si tratara de decir algo, pero finalmente se disculpó con torpeza y salió huyendo de allí con rapidez. Sasuke sonrió con satisfacción; normalmente solía ser más frío y educado a la vez cuando se trataba de hacer negocios, no había nada como una gélida calma para hacer que tu competencia se cagara en los pantalones, pero ese tipo había entrado en un terreno peligroso al amenazar la salud de su novio y por sus huevos que usaría lo que fuera necesario para que lo dejara en paz.
—Joder.
El murmullo de Naruto interrumpió sus pensamientos y se giró, viendo cómo este sonreía con un brillo lujurioso en los ojos.
—Y yo que creía que era imposible que fueras aún más sexy.
Sasuke esbozó una media sonrisa, complacido por el halago.
—¿En serio?
—Nunca te he visto en acción en tu trabajo, y entre ese traje tan elegante y tu actitud de “aquí mando yo y punto…” Uf, estoy caliente.
Él ensanchó su sonrisa, volviéndola incitante, y se acercó lentamente hasta que se inclinó sobre su rubio, apoyando los brazos a ambos lados de su cuerpo y rozando sus labios contra los suyos.
—¿Cómo de caliente? —murmuró antes de mordisquear su labio inferior.
Naruto ronroneó, complacido y excitado a la vez.
—Echa el cerrojo, bájate los pantalones, ponte sobre mi polla y lo averiguarás.
Sasuke levantó una ceja, divertido.
—Se supone que eres tú quien me debe un par de millones de polvos.
—Y te prometo que, en cuanto esté recuperado, cabalgaré sobre ti como si fueras un potro salvaje sin domar.
Se le escapó una risotada. Su novio siempre soltaba cosas tan inesperadas, incluso cuando creía que ya era capaz de adivinar hacia dónde iban sus pensamientos, él siempre acababa sorprendiéndole con algo nuevo, era refrescante e interesante a la vez.
—Qué romántico, Naruto. —Este le guiñó un ojo y le dio un beso rápido, sabiendo que, por desgracia, sería lo único que podría obtener hasta que se recuperara. Sasuke se lo devolvió y se sentó a su lado, cogiendo su rostro entre sus manos y juntando su frente a la suya mientras lo acariciaba—. ¿Estás mejor?
Esta vez, su rubio le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Sí, ahora que estás aquí —admitió, pasando los brazos alrededor de su cintura, diciéndole que lo quería más cerca. Procuró apoyarse sobre sus codos para no aplastar a Naruto y dejó que sus manos acariciaran su revoltoso cabello.
—¿Pero? —le preguntó, sabiendo que había algo que lo molestaba.
Su pareja dejó escapar un suspiro.
—Odio que él esté aquí —reconoció.
Sasuke no estaba muy seguro de quién era ese hombre, pero prefería que fuera Naruto quien le hablara de él en vez de inmiscuirse en un asunto que estaba claro que le afectaba tanto, después de todo, no se habría puesto tan furioso si fuera algo irrelevante. Así que decidió probar el humor para levantarle el ánimo, aunque solo fuera un poco:
—Si quieres, puedo arreglarlo para que no vuelva a poner un pie en este hospital.
El rubio frunció el ceño con confusión, pero sonrió un poco.
—¿De verdad puedes hacer eso?
Él se encogió de hombros.
—Pues claro. Pídemelo y estará hecho en menos de veinticuatro horas.
—Me estás consintiendo demasiado, Sasuke —se burló Naruto.
—Estás enfermo, es políticamente correcto que te aproveches de los demás.
Su novio sonrió débilmente, pero luego adoptó una expresión entre dolida y molesta que le estrujó el corazón.
—No sé en qué demonios estaba pensando cuando vino aquí. Le dejé bien claro que no quería volver a saber nada de él.
Sasuke le acarició el rostro.
—¿Quieres hablar de ello?
Él hizo una mueca, como si fuera algo desagradable, pero de todos modos le dijo:
—Es mi ex, Genji.
Genji.
El famoso Genji.
—Intuyo que acabasteis muy mal —comentó. No hacía falta ser un genio para adivinarlo cuando Naruto prácticamente lo había mirado como si quisiera lanzarse a por su yugular.
Este resopló.
—“Mal” es quedarse corto; hubo golpes, gritos y yo hasta me planteé pedir una orden de alejamiento. Eso no fue muy racional, pero estaba furioso y quería estar seguro de que no volviera a mi casa.
Eso lo sorprendió; Naruto no era dramático, podía ser temperamental y a veces no pensaba las cosas antes de hablar o de hacer algo, pero de ahí a plantearse una denuncia contra un ex había millas de distancia. Lo que fuera que le hizo, tuvo que dolerle lo suficiente o sentirse lo bastante traicionado como para explotar de esa manera.
—¿Te fue infiel o se aprovechó de ti de algún modo?
Naruto hizo una mueca.
—Él estaba casado.
Oh, mierda.
—Yo no sabía nada —se apresuró a decir el rubio, a lo que Sasuke asintió, sin dudarlo en ningún momento—. Él me gustaba mucho, era lindo y le gustaba bailar conmigo en el pub. Era un poco coqueto, se arreglaba mucho y cuidaba su aspecto, pero no era un rasgo que me molestara mucho, al menos no era tan femenino como otras parejas que había tenido —comentó, torciendo el labio—. No estuve suficiente tiempo cerca de él como para darme cuenta de cómo era realmente, un gilipollas superficial e hipócrita que se había casado con un hombre rico que le doblaba la edad con tal de poder llevar la vida lujosa que ansiaba. Una noche, lo vi saliendo de un restaurante elegante, él me había dicho que iba a cenar con unos amigos y yo me acerqué para saludar; lo besé por sorpresa y, antes de darme cuenta, su marido ya se había abalanzado sobre mí. Me lo quité de encima con facilidad, pero no me defendí, no entendía por qué me había atacado y no quería golpear a un hombre que evidentemente no podía conmigo. Entonces, él me preguntó qué estaba haciendo besando a su esposo —su voz se volvió amarga en ese punto pero, al instante, sus ojos brillaron con ira—. Al final, se acabó destapando la infidelidad de Genji cuando le pidió a su marido que no me hiciera daño. Él se burló diciendo que yo era un don nadie y que debía decidir en ese momento si se marchaba conmigo o con él, pero, antes, le recordó que, si lo abandonaba, no vería ni un centavo suyo, se quedaría sin nada. Genji me miró, me dijo que lo sentía y se fue.
—Capullo —masculló Sasuke antes de mirarlo con tristeza—. Lo siento mucho, Naruto, no te merecías algo así.
Este lanzó un gruñido.
—La cosa no terminó ahí.
No me jodas.
—¿Qué pasó?
—Genji se presentó en mi casa, tenía llaves y entró sin permiso. Me dijo que estaba enamorado de mí y que no quería que dejáramos de vernos, pero que tampoco podía abandonar a su marido, no quería quedarse en la calle —explicó, apretando los puños—. Básicamente, quería estar conmigo sin renunciar a su lujoso estilo de vida, uno que yo no podía permitirme. Hizo que me sintiera como la mierda, como si no valiera nada a pesar de lo duro que había trabajado para vivir, algo de lo que siempre me había sentido orgulloso. Le dije que jamás sería su amante otra vez y que no quería volver a verlo… pero, entonces, hizo lo peor que podría haberme hecho.
—¿Qué? —Sasuke ya no podía imaginar nada peor.
Naruto le miró furioso y dolido al mismo tiempo.
—Me ofreció dinero.
… Tenía que ser una puta broma.
—Dijo que me pagaría un apartamento, ropa y todo lo que quisiera, que no tendría que trabajar de bombero y que su única condición era estar para él cuando me llamara —prosiguió el rubio, inspirando profundamente para no perder el control—. Exploté, le grité de todo, le amenacé con decirle a su marido que había vuelto a buscarme y no le di un puñetazo porque se asustó tanto que huyó de mi casa. Estuve tentado a llamar a su rico esposo para decirle que me había ofrecido su propio dinero para follarme, pero eso solo me habría causado problemas y yo no quería volver a ver a Genji, por eso pensé en la orden de alejamiento, sin embargo, al final mi madre me convenció de que no merecía la pena, que esperara a ver si él volvía. No lo había hecho hasta hoy.
Sasuke lo abrazó con fuerza, queriendo consolarlo. Ahora comprendía muchas cosas, como por qué Naruto no lo había buscado después de su primera noche juntos, tras enterarse de que él tenía una empresa tecnológica muy lucrativa; probablemente pensó que, si Genji no lo había querido por no ser rico, él mucho menos lo haría. Ese gilipollas le había hecho el daño suficiente como para hacer que su rubio se menospreciara cuando en realidad era una de las mejores personas que había conocido, había bajado su autoestima cuando es él quien no vale una mierda.
Jamás pasaría por algo parecido con él, se aseguraría de recordarle todos los días que valía mil veces más que esos ególatras millonarios que no sabían apreciar lo que era realmente importante.
—Lamento que hayas pasado por eso, Naruto —susurró—. Entiendo que te haya afectado verle, todavía te duele la forma en la que te trató, ¿verdad?, cómo te hizo sentir.
Él asintió y enterró la cabeza en el hueco de su cuello. Lo estrechó con más fuerza, pero procurando no hacerle daño en la espalda.
—Escúchame, ese tipo es un imbécil que nunca estará a tu altura. Puede llevar sus caros trajes hechos a medida, tener el pelo como un maldito actor de Hollywood, llevar las uñas perfectamente cortadas, conducir deportivos, tener casas en las playas del Pacífico y, aun así, no es digno ni de limpiar el retrete en el que cagas. —Su comentario pareció hacerle gracia, ya que hizo un sonido con la garganta que le dijo que estaba conteniendo las ganas de reír. Sonrió y se apartó para mirarlo a la cara—. Ya te lo dije cuando fui a buscarte al pub; eres el mejor hombre que he conocido, valiente, fuerte, decidido, amable, cariñoso y dulce. Vales más que todos los idiotas avariciosos con los que tengo que tratar a diario, así que no te comas la cabeza por ese gilipollas —dicho esto, su sonrisa se amplió—. Además, eres mucho más sexy y caliente que él, lograste que un hetero como yo se pasara a la otra acera.
Naruto esbozó una sonrisa que, esta vez, sí le llegó a los ojos.
—Y no sabes lo orgulloso que estoy de poder decirlo —bromeó, atrayendo a Sasuke contra su pecho—. Gracias, Sasuke. Tú también eres una persona increíble y me siento muy afortunado porque estés conmigo. Y no lo digo solo por las cosas que te voy a pedir ahora que estoy enfermo y pachucho —añadió con una risilla.
Sasuke rio y le devolvió la sonrisa.
—Pide lo que quieras y será tuyo.
Los ojos del rubio brillaron con malicia.
—Desnúdate y cabalga sobre mi polla. Eso haría que me recuperara más rápido.
El Uchiha estuvo a punto de reír.
—Eres como todos los hombres, siempre pensando en sexo —lo acusó en broma.
—¿Qué quieres que haga? Vas vestido con uno de esos trajes sexys que tanto me ponen y además me estabas diciendo cosas bonitas, era inevitable.
Sasuke negó con la cabeza.
—¿Qué te parece si cojo algo de picar y pongo una película? Después de todo, he pagado la televisión.
—Y nunca te agradeceré eso lo suficiente, es lo único que mata mi aburrimiento.
Le dio un beso breve y se fue de la habitación con una sonrisa que desapreció en cuanto cruzó la puerta. Se alegraba de haber hecho sentir mejor a Naruto, no quería que se sintiera mal por ese cabrón egoísta y superficial, no merecía la pena…
Pero eso no quería decir que él fuera a quedarse con los brazos cruzados. Si Genji había vuelto una vez, podía regresar otra, y no consentiría que se acercara de nuevo a su rubio, no solo porque ahora era su novio, no se sentía en absoluto amenazado por él, en realidad, le dolía y enfurecía a partes iguales la forma tan fría en la que lo había tratado, y encima había tenido la desfachatez de afirmar que estaba enamorado de él.
Pura mierda. Eso no iba a quedarse así.
—Se… ¡Señor Uchiha! —oyó que lo llamaban.
Mira por dónde, justo la persona con la que quería tratar.
Se dio la vuelta despacio, mirando con frialdad a Genji.
—¿Todavía sigues aquí?
Este se encogió por su tono de voz.
—Sí… Verá… Quería pedirle disculpas por si le he importunado, no era mi intención.
Ahí estaba, esa odiosa actitud de perrito faldero que adoptaban todos los que querían sacar algo de él. Cómo no. Tendría que haberlo sospechado por lo que Naruto le había contado sobre él.
—Me basta con que no vuelvas a acercarte a Naruto —replicó, sin molestarse en usar sus buenos modos. Era incapaz de hacerlo con él y, la verdad, ni siquiera quería ser educado—. Le alteras y eso no es bueno para él. —Se dio media vuelta, sabiendo que Genji le seguiría.
Escuchó sus pasos rápidos tras él, tratando de alcanzarle. ¿Veis?, como un perrito faldero desesperado por recibir la aprobación de su amo.
—Solo quería ayudarle… —se excusó él cuando llegó a su altura—. Antes éramos amigos.
Estuvo a punto de soltar una carcajada. A punto. ¿En serio quería jugar a eso? Está bien, a ver qué decía.
—Has hablado en pasado, eso quiere decir que ya no sois amigos, así que no tenías por qué tomarte tantas molestias por él, ¿me equivoco? —preguntó al mismo tiempo que entraba en el baño de hombres, donde tendrían más privacidad.
Genji entró haciendo una mueca mientras él se quitaba la chaqueta del traje y fingía que volvía a colocarse bien la corbata.
—Me enteré de su accidente y fui a hablar con su médico, solo para saber si estaba bien —admitió el hombre con una mirada triste en los ojos—. Supe que estaba siendo sometido a un tratamiento muy caro y vine a hablar con él para ofrecerme a pagarlo, sé que él no puede permitírselo.
Sasuke detuvo el movimiento de sus dedos sobre la corbata. La rabia lo llenó, pero no la dejó salir, no todavía, así que siguió haciendo el nudo de la prenda.
—Eso son muchas molestias por un viejo amigo, ¿no crees?
Genji se sonrojó.
—¡No! Claro que no… Naruto y yo no terminamos bien la última vez que hablamos y quería compensarlo de alguna manera. Esperaba que…
Oh, mierda, no. No iba a decir lo que él creía, ¿verdad?
—¿Pudierais volver a ser amigos? —adivinó él, pese a que lo que realmente quería decir era algo como: “¿esperabas que volviera a meterse entre tus piernas, puto capullo de mierda?”.
—Sí —suspiró Genji.
—¿Y creías que él aceptaría un soborno para eso?
Al escuchar esa acusación, el hombre se sobresaltó y abrió los ojos como platos.
—¿Qué? ¡No! Solo quería demostrarle que me sigue importando.
—Si alguien me ofreciera pagar una cuantiosa suma de dinero por un tratamiento y luego me pidiera algo, me sentiría un poco contra las cuerdas, ¿no crees? —Hizo una pausa en la que dejó correctamente hecho el nudo de la corbata y luego se volvió hacia él—. Aparte de eso, si conocieras realmente a Naruto, sabrías que no aceptaría ese dinero tan fácilmente, es orgulloso e independiente.
Genji apretó los labios, como si algo en esa declaración le hubiera dolido.
—No tiene más remedio. No puede permitirse ese tratamiento.
—¿Por qué no? Tiene amigos que le respaldan y que pueden ayudarle.
—Sí, ya, todos sin recursos.
—Y me tiene a mí, también —añadió con calma, esperando ver su reacción.
El hombre se sobresaltó y, de repente, lo miró con el ceño fruncido, en parte confuso, pero también con un atisbo de sospecha.
—¿Qué hace usted con alguien como él?
Sasuke levantó una ceja. Ese tío le caía peor por momentos.
—¿Alguien como él?
—No tiene su mismo estatus.
Eso casi le arrancó una carcajada.
—¿Estatus? ¿Te crees que esto es el siglo quince?, ¿no puedo relacionarme con él porque no gana el mismo dinero que yo?
Genji se removió, incómodo.
—No es… habitual.
—Entonces, ¿qué haces tú relacionándote con él?
Su pobre víctima se sobresaltó y se sonrojó, sabiendo que se había metido en un callejón sin salida. Por Dios, cómo se notaba que era un esposo florero, pretendía estar metido en el mundo de los negocios con ese traje y usando palabras que le sonaban bien, pero en el fondo no era más que un tío que se abría de piernas para poder vivir a costa de su rico marido.
—Yo… Yo… —balbuceó, tratando de buscar una salida.
Él soltó un bufido.
—Ya es suficiente, es tan patético que ni siquiera tiene gracia jugar contigo. Naruto me ha hablado de ti —le dijo, haciendo que este se pusiera blanco a pesar del bronceado artificial por el que sin duda habría pagado una insana cantidad—. Sí, sé que le engañaste para tener una aventura con él y, cuando descubrió que en realidad estabas casado, le ofreciste dinero como si fuera un puto al que pudieras sobornar.
Genji lo miró con ojos dolidos.
—Yo le amaba, aún lo hago.
—No lo suficiente para abandonar tu lujoso estilo de vida, ¿verdad?
Este bajó la cabeza, avergonzado.
Sasuke lo miró con desaprobación.
—Si sabes que lo tuyo con él jamás a va a funcionar, déjalo en paz. Creo que ya te ha dejado claro que no quiere saber nada de ti y, después de todo el daño que le has hecho, merece que respetes su decisión —dicho esto, se dirigió a la salida.
—¿Por qué todo ese discurso? —le preguntó Genji de repente, mirándolo con cara de pocos amigos—. ¿Por qué te preocupa tanto Naruto?
Sasuke clavó sus negros ojos en los suyos y declaró:
—Porque es mi novio.
El otro hombre se quedó con la boca abierta.
—¡¿Quéeeee?! Pe-pe-pe-pero… ¡si te gustan las mujeres! Hasta hace poco salías con esa pelirroja…
—Y la dejé al conocer a Naruto. Él es infinitamente más interesante y mejor persona.
—Pero… él… ah… —decía, todavía incrédulo.
Sasuke estrechó los ojos.
—¿Qué?
Genji cerró la boca, bajó la mirada un momento, confundido, luego sus ojos se volvieron reflexivos y, finalmente, los levantó con rabia.
—Él me acusó de ser un puto que se abría de piernas para cualquiera que tuviera pasta suficiente para mantenerme, y ahora él se ha metido en la cama de un Uchiha… —Apretó los puños—. Rechazó mi dinero diciendo que él no caería tan bajo como yo, ¡pero mira con quién está follando ahora! ¡No es más que un…!
Antes de que pudiera terminar de hablar, Sasuke ya se había movido. No había podido evitarlo, sabía lo que estaba a punto de decir y no iba a consentir que insultara a Naruto de esa forma, jamás, de ninguna de las maneras. Así que lo cogió por el cuello de su cara camisa y lo empotró contra la pared con brusquedad.
—Naruto nunca me ha pedido ni un yen —le dijo con la voz teñida de veneno y una mirada ponzoñosa—, él es desinteresado, se acercó a mí sin tener ni idea de quién era, a diferencia de ti, que te vendiste a Endo cuando no tenías más que diecinueve años. —Eso tomó a Genji por sorpresa, no tenía ni idea de que Sasuke Uchiha supiera sobre él—. Oh, claro que sé sobre ti, tu marido lleva años siendo un grano en el culo para que firme un contrato con él y se le va la lengua cuando bebe. No eres gran cosa para él, apenas una mascota a la que mantiene atada a su lado con su dinero, le encanta presumir de su joven y bello esposo como un objeto más de su colección… ¿sabes que me ofreció tu culo si lo aceptaba como socio? —La mirada del hombre se ensombreció, no parecía muy sorprendido. Sasuke negó con la cabeza—. Y, aun así, tú sigues con él, dispuesto a lo que sea con tal de vivir bajo su sombra. No mereces a alguien como Naruto —dijo antes de soltarlo y dar media vuelta, poco dispuesto a estar un minuto más con esa clase de persona. Sin embargo, cuando estaba a punto de salir, se giró para lanzarle una última advertencia—. Por cierto, ni se te ocurra ir a la prensa con lo que sabes. No podría importarme menos si el mundo entero descubre que estoy con un hombre, lo confirmaré ante las cámaras, habrá un poco de revuelo y ya está, pero como vea periodistas por aquí acosando a Naruto, me aseguraré de hacerle saber a Endo que has estado viendo otra vez a tu examante y, créeme, a mí me hará más caso que a ti. —Al ver el rostro blanco de Genji, supo que le había dado donde más le dolía—. Recuérdalo. Haces cualquier cosa que pueda perjudicar a Naruto, y te juro que te arrepentirás.
Y después de eso, se fue.
Lo que acababa de hacer, no había sido por celos, ni mucho menos, ni tampoco porque pensara que Naruto fuera a regresar a Genji.
Era tan sencillo como que su pareja había tenido un accidente grave. Pese a que este se había tomado bastante bien y de forma comprensiva el no poder regresar a su trabajo y que iba a pasar un mínimo de dos meses ingresado en un hospital con un tratamiento que le impedía prácticamente el movimiento, Sasuke sabía que no era algo fácil para él estar allí encerrado, postrado en una cama sin apenas poder hacer nada sin supervisión, por no hablar del dolor de las heridas de la espalda; normalmente tomaba algo para evitar el dolor, pero tras el tratamiento siempre estaba tocado y no podían aliviarlo hasta que había pasado al menos una hora para que hiciera efecto.
No necesitaba que su exnovio anduviera cerca para alterarlo o hacer que se sintiera mal.
Ahora, Naruto dependía de él, y haría hasta lo imposible por cuidarlo lo mejor que sabía.


—Bueno, tengo que irme —dijo Sasuke, despidiéndose de su madre con un abrazo.
—¿Ya, cariño? —preguntó Mikoto, decepcionada—. Pero si es Navidad… y vamos a celebrar el compromiso de Itachi e Izumi y la llegada de su bebé.
Sasuke le dedicó una sonrisa de disculpa.
Resultaba que, la noche de la gala benéfica, Izumi no había estado enferma, sino que estaba sufriendo las primeras náuseas del embarazo, los dos lo habían anunciado durante la cena navideña, así como se habían prometido y que querían casarse a principios de primavera, antes de que llegara el bebé. Sasuke no podía estar más feliz por su hermano y su cuñada, y estaba impaciente por ver a su sobrino y sostenerlo en brazos por primera vez, pero le había prometido a Naruto que estaría con él después de la cena. Ese día, todos sus amigos estaban con sus respectivas familias y él no tenía a nadie, era la primera Navidad que pasaba sin su madre… y no quería dejarlo solo. No hoy.
—Lo siento, mamá, pero le prometí a mi amigo que estaría con él. No tiene familia y no quiero que esté solo.
Mikoto se ablandó al escuchar eso.
—¿Es el que tuvo el accidente?
—Sí.
—Entonces está bien —dicho esto, le sonrió con dulzura—. Tráelo un día a casa para que lo conozcamos, siempre es agradable ver que haces amigos nuevos y, por lo que nos has contado sobre él, parece alguien muy interesante.
Sasuke sonrió. Sí, ya le había hablado a su familia de Naruto, no había tenido otro remedio después de que desapareciera sin decir nada a nadie en la gala benéfica; les había contado la verdad… a medias. Había dicho exactamente lo que había ocurrido, pero omitiendo el hecho de que estaba saliendo con el rubio, lo había descrito como un amigo por ahora porque no quería presentar a Naruto mientras estaba en el hospital, quería esperar hasta que estuviera recuperado y, de paso, tenía tiempo para hablarles de él, para que no les pillara tan de sorpresa que estuviera saliendo con un hombre. Era evidente que sería impactante de todos modos porque siempre había estado con mujeres, pero al menos sabrían un poco sobre él, sabrían que era muy diferente a todas las parejas que había tenido hasta el momento y que era alguien con quien estaba a gusto.
Se despidió de su padre y felicitó a su hermano y a Izumi antes de irse. Sin embargo, Itachi, que sospechaba que Sasuke en realidad iba a ver a esa chica misteriosa con la que estaba saliendo y de la que hablaba como un “amigo” (lo que atribuyó a que no quería que sus padres, sobre todo su madre, se emocionaran por estar hablando tan bien de una mujer hasta presentársela formalmente), se apresuró a ponerse una gabardina para seguirlo, haciendo que su prometida lo mirara con una ceja levantada.
—Itachi, no es una buena idea.
—Solo quiero echar un vistazo.
—Deja a tu hermano, nos la presentará cuando esté listo —dijo en voz baja. Por supuesto, Itachi había compartido ese secreto con Izumi, estaba demasiado emocionado porque su hermano hubiera encontrado al fin a alguien que merecía la pena y necesitaba comentarlo con alguien.
—No voy a agobiarlo, solo quiero ver cómo es.
Izumi puso los ojos en blanco.
—Tiene gracia, cuando te conocí, no sabía que fueras tan cotilla.
—Solo lo soy cuando es de vital importancia, y esto lo es.
Su prometida negó con la cabeza y lo besó en la mejilla.
—Un vistazo rápido y vuelves, ¿entendido? Ni se te ocurra presentarte, lo digo en serio. Esto es importante para Sasuke y tienes que dejar que lo haga a su manera.
—Lo prometo —asintió Itachi con entusiasmo. Le dio un beso rápido en los labios y salió rápidamente tras su hermano, siguiéndolo en el coche con la mayor discreción que podía, lo cual era fácil ya que era de noche y estaba nevando, a Sasuke le costaría mucho distinguir su vehículo.
Frunció un poco el ceño cuando lo vio aparcando en el hospital, de hecho, era uno de los suyos. Había oído que ese “amigo” había tenido un accidente, pero su hermano no había dicho que siguiera herido, es más, si echaba cuentas, llevaba ya más de un mes ingresado. ¿Y si su chica tuvo el accidente durante el trabajo? Si ella era bombero, eso quería decir que probablemente fue algo grave y que estaba relacionado con fuego… Claro… eso explicaba por qué Sasuke se había cogido unas semanas libres del trabajo y que después apenas le hubieran visto por casa; él había dicho que estaba ocupado con las compras navideñas, pero ahora se daba cuenta de que lo había hecho para estar pendiente de su novia.
Inquieto por su estado y ansioso por ver si podía ayudar en algo, siguió a su hermano con el mayor disimulo posible por los pasillos, llegando al sexto piso donde, al doblar la esquina, lo vio metiéndose en una de las primeras habitaciones. Con mucho cuidado, se acercó y abrió la puerta… se asomó… y se quedó desconcertado al ver a Sasuke sentado junto a un hombre rubio de ojos azules que parecía haber salido de una película de Hollywood. Entonces… ¿ese amigo hipotético era de verdad?, ¿no una estrategia para presentar a su novia?
No le encontró ningún sentido, así que siguió observando con el ceño fruncido. No podía escuchar bien de qué hablaban ya que la televisión estaba encendida y él no se encontraba lo bastante cerca, pero al menos pudo ver cómo ambos charlaban brevemente con sonrisas cariñosas… hasta que Sasuke sacó una cajita envuelta en papel de regalo y se la tendió al rubio. Supo por la expresión de este que le estaba recriminando el haberle regalado algo, pero su hermano le quitó importancia y pareció insistir en que lo abriera.
Su ceño se acentuó un poco al ver que se trataba de un medallón dorado. Parecía algo muy personal para dárselo a un amigo…
Entonces, el rubio leyó algo que debía de haber en la medalla y le dedicó una enorme sonrisa feliz a su hermano antes de tirar de él y… ¡¿besarlo?!
Itachi se quedó con la boca abierta. ¡¿Qué estaba pasando?! ¿Cómo se le ocurría besar a Sasuke? ¿Acaso no sabía que él no era…?
Y, justo antes de poder terminar ese pensamiento, vio cómo su hermano abrazaba al hombre rubio y le devolvía el beso amorosamente, acariciando su rostro con una mano como si fuera algo muy preciado para él para después enterrarlo en su cabello. No pudo reaccionar durante todo el tiempo que esos dos estuvieron besándose como si no existiera nada más en el mundo pero, cuando al fin se separaron y los vio sonreírse con un brillo feliz en los ojos, por fin pudo apartarse de la puerta y dar media vuelta para regresar al ascensor.
Pese a que su rostro tenía una expresión de completa sorpresa y confusión, en el fondo su mente era como una adolescente que gritaba: “¡qué fuerte!, ¡qué fuerte!, ¡qué fuerte!”, y no era para menos.
¡Un hombre! Acababa de ver a Sasuke morreándose de lo lindo con un enorme y sexy rubio que parecía más que encantado con sus atenciones… ¡Pues claro! ¡Eso lo explicaba todo! Que su hermano estuviera tan reticente a hablarle de su misteriosa pareja, que no hubiera querido presentarla a sus padres todavía… no tenía ni idea de cómo habría ocurrido, pero estaba seguro de que fue un golpe impactante para Sasuke y que lo más seguro era que hubiera necesitado tiempo para aceptar esa parte de él, a su pareja, la nueva relación que compartían…
Al comprenderlo todo, sonrió ampliamente. A él no le importaba la sexualidad de su pequeño hermano, solo quería que fuera feliz con alguien que realmente le quisiera y, a juzgar por cómo ese rubio lo había mirado, parecía que sus sentimientos eran sinceros.
Necesitaba saber quién era. Necesitaba saberlo todo sobre él. Sabía que no estaba bien y que Sasuke tenía que hacer las cosas a su manera, pero no podía refrenar su curiosidad, que lo llevó directamente a recepción, donde preguntó por el paciente de aquella habitación, obteniendo un nombre que lo conduciría a una ardua y exhaustiva (y sí, cotilla a más no poder) investigación sobre el novio de su hermano… Naruto Uzumaki.

No hay comentarios:

Publicar un comentario