Déjamelo todo a mí
Sasuke seguía sin ser capaz de escuchar nada cuando llegó a urgencias. Los
gritos de los médicos y enfermeros, las ruedas de las camillas derrapando por
el suelo, el alarido de los teléfonos, las bocinas de los coches que le habían
pitado en la carretera, hasta las llamadas de su familia que no había cogido,
sus oídos no habían registrado nada de nada; era como si alguien hubiera
silenciado el volumen en su cabeza y solo pudiera percibir los latidos de su
corazón golpeando violentamente las costillas, como si quisiera salir y buscar
a Naruto por su cuenta.
No se molestó en ir al mostrador y preguntar por su rubio, Shikamaru le
había dicho dónde estaban y fue directo al piso donde se llevaban a cabo las
cirugías, estaba tan nervioso que ni siquiera se molestó en coger el ascensor,
subió los escalones de dos en dos y luego giró hacia la izquierda para
encontrar al equipo de Naruto a pocos metros de distancia: Kiba, Lee, Chouji,
Tenten y Shikamaru, que todavía llevaban el uniforme de bomberos completamente
sucio, así como tenían las caras algo ennegrecidas. También se encontraba allí
Gaara, que era el jefe del departamento, con su propio uniforme algo
desarreglado, se notaba que, como él, había ido corriendo a ver cómo se
encontraba su mejor amigo.
—¿Dónde está? —les
preguntó.
Todos se giraron al escucharle, un poco sobresaltados ya que habían estado
hablando entre sí sobre el estado de Naruto y sus posibilidades de sobrevivir.
Gaara fue el que respondió en primer lugar:
—Le están operando
en esa sala.
Sasuke clavó sus oscuros ojos en las puertas dobles cerradas y, sin pensar
bien en lo que hacía, tan solo preocupado por Naruto y necesitando saber cómo
estaba, se encaminó hacia la sala.
—¡Sasuke, no! —exclamó
Kiba, que fue el primero en cogerle del brazo, pero él se zafó sin miramientos.
Sin embargo, esta vez fueron Lee y Chouji los que lo agarraron para que no
hiciera ninguna tontería mientras que Tenten y Shikamaru trataban de razonar
con él, diciéndole que no podía entrar ahí, que los médicos estaban trabajando,
pero no había forma de que atendiera a razones: solo sabía que había
probabilidades de que Naruto muriera y eso lo tenía destrozado, quería estar
con él, cogerle la mano y decirle que estaba allí, que no podía irse ahora
porque le amaba y quería pasar el resto de su vida a su lado. Así que forcejeó
contra todos, empezando a ponerse un poco agresivo, hasta que Gaara apartó a
Shikamaru y Tenten y cogió su rostro entre sus manos.
—¡Sasuke! ¡Sasuke,
escúchame!
—¡No! ¡Tengo que
estar con él! —aulló.
—Lo que tienes que
hacer es dejar trabajar a los médicos —replicó Gaara sin soltarlo, pero él
seguía inmerso en su dolor y su miedo, y el pelirrojo lo sabía—. Quieres que
salven a Naruto, ¿verdad?
Al escuchar esa pregunta, Sasuke dejó de revolverse y se quedó quieto.
—Sí —gimió.
Gaara les hizo un gesto a Lee y Chouji para que lo soltaran. Esta vez, el
Uchiha no trató de marcharse.
—Tienes que dejar
que los médicos hagan su trabajo. Ahora están operando y no puedes
interrumpirles, eso no haría más que perjudicar a Naruto, ¿lo entiendes?
Él asintió. Había recuperado un poco de lucidez y entendía que lo peor que
podía hacer en esos momentos era entrar allí y sobresaltar a los doctores…
pero…
—¿Y si no vuelve? —preguntó
con los ojos anegados de lágrimas—. ¿Y si ya no puedo decirle que le quiero? No
pude decírselo antes.
A todos les partió el corazón ver así a Sasuke. Lo conocían poco, después
de todo, no hacía más de una semana que estaba saliendo con Naruto pero, a
pesar de que era un hombre un poco serio y callado, todos habían percibido la
forma en la que miraba al rubio, como un ciego que veía el sol por primera vez,
lo cual no les extrañaba dado lo que habían oído de él, todas esas mujeres
aprovechadas que iban detrás de él por su dinero, además de la forma en la que
le sonreía, o cómo se sonrojaba cuando Naruto le hacía un cumplido o le besaba
por sorpresa. Estaba claro que había una conexión fuerte entre ellos, es cierto
que era raro que sucediera, pero no imposible; verlo tan destrozado por la
posibilidad de que su compañero muriera era una prueba de ello.
—Ese idiota lo
sabe —dijo Shikamaru, tratando de consolarlo al mismo tiempo que lo llevaba
hasta un asiento para que descansara de su ataque de pánico—. Y debes saber que
él también está loco por ti, tendrías que ver la cara de embobado que pone cada
vez que habla de ti.
—Además, se lo
dirás tú mismo —afirmó Kiba, que era más optimista—. Naruto es un tipo duro y
no estuvo en el centro de la explosión. Saldrá de esta.
Al escuchar una referencia a lo que había sucedido, levantó la cabeza hacia
Shikamaru, que era el capitán del equipo.
—¿Qué es lo que ha
pasado exactamente?
Este se sentó a su lado.
—Hubo una fuga de
gas y la casa estalló en llamas. Hicimos un reconocimiento rápido y sacamos a
los dos adultos que estaban inconscientes, la mujer estaba embarazada. Sin
embargo, cuando salimos, el hombre despertó y nos dijo que su hija estaba
dentro. Es verdad que vimos su habitación, pero no encontramos a nadie y
supusimos que tal vez estaba en casa de una amiga. No teníamos mucho tiempo,
sabíamos que había probabilidades de que la casa estallara y, en teoría, no
debíamos entrar porque era demasiado peligroso, pero Naruto lo hizo sin avisar
a nadie. Kiba y yo tratamos de ir tras él, pero el fuego aumentó de tamaño y
tuvimos que centrarnos en despejar la entrada con mangueras para que él pudiera
salir. El caso es que lo logró, tenía a la niña en brazos cuando atravesó la
entrada de la casa… pero, entonces, esta explotó y Naruto recibió parte del
impacto.
—Entonces, ¿no
estaba en la casa?
—Estaba a unos
pocos metros, que nosotros viéramos, solo su espalda resultó gravemente dañada.
Sasuke asintió. Eso era bueno, o eso creía.
—¿Qué
probabilidades tiene? —No pudo evitar preguntarlo, necesitaba saberlo.
—No estamos
seguros —respondió Gaara—. Depende de los daños que tenga, y los médicos no han
podido darnos mucha información.
—La niña estaba
intacta —comentó Kiba—, si a ella no le pasó nada, él no puede estar tan mal;
además, tenía el traje puesto, recibió solo una parte del impacto, usamos el
extintor en él para apagar el fuego y lo llevamos corriendo hasta aquí en un
tiempo récord. Tiene que tener altas probabilidades.
Pese a que él, Lee
y Chouji tenían muchas esperanzas, el resto no quería ser tan optimista, había
mil cosas que podrían haber salido mal: Naruto podría haber digerido demasiado
humo a pesar del traje, este podría estar dañado por haber pasado tanto tiempo
entre las llamas, las quemaduras podrían ser mucho peores a causa del impacto
de lo que creían y haber dañado algún órgano… La verdad era que no eran médicos
y no sabían realmente hasta qué punto era tan grave el estado de Naruto.
Sasuke no quiso
escucharlos, no quería saber las cosas que podrían haber salido tan mal como
para que su rubio se fuera; quería creer que se pondría bien, tal vez era darse
falsas esperanzas y después lo haría todo peor si resultaba que los doctores no
podían salvarlo, pero la otra opción haría que el dolor lo consumiera y, en
esos momentos, no le convenía dado el ataque de pánico que había sufrido. De
modo que enterró el rostro entre sus manos y se limitó a rezar, sin saber muy
bien a quién, porque Naruto saliera de esta y volviera a su lado.
Tras una larga
hora, por fin se abrió una de las puertas de la sala de operaciones y un doctor
apareció con una bata limpia y la mascarilla bajada. Todos se pusieron en pie,
siendo Sasuke quien tragó saliva y quien temblaba por temor a los resultados.
Lee, que era muy empático, le apretó la mano para brindarle apoyo emocional,
gesto que agradeció muchísimo, lo necesitaba.
Su corazón palpitó
fuerte cuando el hombre les sonrió.
—No tiene ningún
órgano importante dañado y está estable. Se pondrá bien.
Una oleada de
alivio lo inundó y cerró los ojos, siendo abrazado al instante por Lee y
recibiendo unas palmaditas en la espalda por parte de Kiba.
—¡Os lo dije!
Nuestro Naruto es duro.
—¿Cómo se
encuentra? —le preguntó Shikamaru al médico.
—Las quemaduras de
su espalda eran graves, pero no mortales. Afortunadamente, ustedes actuaron
rápido al apagar las llamas y en llevarlo aquí —dicho esto, hizo una mueca y
miró a Gaara tras reparar en su uniforme—. Sin embargo, hay algo que deberían
saber. ¿Es usted su superior?
—Soy el jefe del
departamento, dígame —dijo el pelirrojo, inquieto de repente, como el resto.
—En primer lugar,
necesitará un tratamiento especial para sus quemaduras.
—Tenemos un seguro
que cubre esos gastos.
—Normalmente sí,
pero estas heridas son bastante graves y me temo que vuestro seguro no cubre el
tratamiento para este tipo de heridas. Podríamos aplicarlo de todos modos si no
reúnen el dinero para pagarlo, pero llevará mucho más tiempo y no será tan
efectivo, podría tener dificultades en el futuro con los músculos de la
espalda.
En ese instante,
Sasuke se acercó al médico. Ahora que sabía que Naruto estaba sano y salvo, el
miedo y el dolor se habían ido, dejando solo una sensación de preocupación
dentro de él, pero la ocultó para mostrarse serio y atento en un asunto en el
que, por fortuna, podía ser muy útil.
—Yo me encargo de
pagar el tratamiento —declaró.
El doctor se
removió, un poco incómodo.
—No quiero ser
irrespetuoso con usted, señor, pero es… bastante caro.
—El dinero no es
un problema para mí, doctor —dijo con firmeza, haciendo que este parpadeara.
—Oh… Bueno, de
acuerdo, entonces, empezaremos de inmediato. Una enfermera vendrá para tomar
sus datos.
Sasuke asintió, en
absoluto intimidado; pagaría cualquier suma con tal de que Naruto estuviera bien
y no sufriera en un futuro.
—¿Hay algo más que
debamos saber?
El doctor suspiró.
—Como he dicho,
sus heridas eran bastantes graves. Pese a que el tratamiento evitará la mayor
parte de los daños, es probable que no vuelva a tener la agilidad de antes o que
tarde mucho tiempo en recuperarla, sus músculos estaban seriamente dañados y es
probable que tenga molestias durante los próximos meses. Eso ralentizaría su
tiempo de acción a la hora de trabajar y lo pondría en grave peligro, tanto a
sí mismo, como a sus compañeros, como a las personas a las que debe salvar.
Todos se miraron
entre sí con el ceño fruncido.
—¿Qué es lo que
quiere decir? —preguntó Gaara.
—Mi recomendación
es que no vuelva a ejercer de bombero. Lo siento.
Sasuke sintió que
palidecía al escuchar esas palabras. Naruto le había contado un par de veces lo
mucho que se había esforzado para aprobar la prueba de acceso para la academia,
lo duro que entrenó y estudió durante todos esos años y lo orgulloso que se sentía
de haber conseguido superar el examen y de trabajar en lo que le gustaba.
Recordaba el orgullo en sus ojos cuando decía que era bombero, no por
impresionar a nadie ni que le admiraran, sino porque el hecho de poder ayudar a
la gente hacía que se sintiera bien consigo mismo. ¿Qué pasaría cuando le
dijeran que no podría seguir dedicándose a algo que amaba? Eso lo hundiría.
—Comprendo —dijo
Gaara con tono apesadumbrado, el cual también tenía una idea de cómo sentaría
eso a su amigo—. Lo tendré en cuenta, doctor. Gracias por todo.
—¿Puedo verlo? —preguntó
Sasuke. Estaba ansioso por ver a su rubio y brindarle su apoyo.
Gracias a Dios, el
hombre asintió.
—En cuanto lo
hayamos acomodado en su habitación, podrán verlo.
Después de eso,
este se marchó para ordenar a los enfermeros que trasladaran a Naruto a una
habitación especialmente habilitada para él y a presentar el informe. Mientras
tanto, Gaara le pidió al equipo de Shikamaru que fueran a casa y descansaran,
que él se quedaría allí con Sasuke. A este no le dijo nada porque sabía que no
le haría caso, pese a que se daba cuenta de que había estado toda la noche en
algún evento importante por su vestimenta y que probablemente también estaría
agotado, podía ver en su mirada decidida que no se iría de allí hasta estar
seguro de que Naruto estaba bien.
Así, unos veinte
minutos más tarde, una enfermera los condujo hasta su habitación. Era bastante
amplia, con unas ventanas que ocupaban la parte superior de la pared, bajo las
cuales había un largo sofá que sin duda se podía abrir para convertirse en una
cama por si un familiar quería quedarse a dormir allí; también había un sillón
junto a la camilla, en la cual pudieron ver a un Naruto inconsciente tumbado
boca abajo y cubierto por una sábana hasta el cuello, aunque lo que más
impactaba era ver las máquinas a las que estaba conectado por múltiples cables,
especialmente la que le daba oxígeno a través de una mascarilla.
Sasuke tragó
saliva mientras Gaara le apretaba un hombro. Incluso dormido, Naruto irradiaba
un aura tranquila, pero vivaz, sus músculos se contraían suavemente con cada
respiración suya, las facciones de su rostro mostraban lo relajado que estaba…
pero, ahora, su pareja parecía poco más que un muñeco al que habían tirado
sobre aquella camilla, totalmente inmóvil, sin vida. El corazón se le encogió.
Esperó a que las
enfermeras se marcharan para poder acercarse a él. Sin pensárselo dos veces, se
sentó en el sillón frente a él y contempló su rostro demacrado; parecía estar
agotado incluso sin estar consciente, tenía un par de cortes en una de las
mejillas y su lenta respiración sonaba casi artificial a través de la
mascarilla. Con mucho cuidado, acarició los mechones de su cabello,
apartándolos a un lado y a otro para que no le molestaran, a pesar de que estaba
dormido.
—Te vas a poner
bien —le susurró—. Yo estaré contigo.
—Por supuesto —dijo
Gaara, sobresaltándole. Había olvidado que seguía allí—, Naruto es un hombre
fuerte, lo superará.
Sasuke lo miró con
preocupación.
—¿También lo de
dejar su trabajo?
Los ojos
aguamarina del pelirrojo se volvieron tristes.
—Será un duro
golpe para él, pero sí, también lo hará. Tiene mucha fuerza de voluntad y nos
tiene a todos nosotros para apoyarle y ayudarle en cualquier cosa que necesite.
Sasuke asintió. Haría
lo que fuera necesario para que el Naruto que conocía no desapareciera, odiaría
ver cómo el hombre del que se había enamorado se consumía por haber perdido su
sueño. Sin embargo, él no era de los que se rendía fácilmente o no habría
llegado adonde estaba en su empresa, y su novio, aunque fuera a pasar un mal
trago por esto, tampoco. Así que se juró a sí mismo que, pasara lo que pasara,
por muy difícil e idiota que se pusiera ese rubio cabezón, no lo daría por
perdido.
Movió un poco la
cabeza al detectar que Gaara iba hacia alguna parte. Lo vio ir hacia la pared
que estaba enfrente de la camilla, donde, en la parte superior, había una gran
televisión y, bajo esta, un par de sillas por si había más gente que quería
sentarse cerca del paciente. El pelirrojo cogió una de estas y se sentó a su
lado, supuso que tanto para brindarle apoyo como para estar cerca de su amigo.
—Al menos, se
pondrá bien —comentó este con una pequeña sonrisa—, debemos estar agradecidos
por ello, y él también. Eso es lo que importa ahora.
Sus palabras le
arrancaron una débil sonrisa. Era cierto, no había ocurrido lo peor y daba las
gracias por ello.
—Es verdad —murmuró,
colocando su mano sobre la del rubio para acariciarle el dorso. Lo bueno era
que allí no tenía ninguna herida.
Gaara lo observó
un momento con detenimiento.
—Deberías ir a
descansar, Sasuke, pareces hecho polvo.
Él negó
inmediatamente con la cabeza.
—Quiero estar con
él.
—Lo entiendo, pero
Naruto no querría que estuvieras velando por él en tu estado y, como su mejor
amigo, me siento obligado a cuidar de ti en su ausencia.
Sasuke gruñó y le
miró con cara de pocos amigos.
—No necesito que
hagas de niñera.
El pelirrojo
estuvo a punto de sonreír.
—No estoy de
acuerdo, todavía vas vestido como si vinieras de algún evento importante y empiezas
a tener ojeras. No eres el único que se preocupa por Naruto, Sasuke, ni yo ni
los demás le dejaremos solo. Ve a casa, tómate una ducha, cámbiate y descansa.
El Uchiha estuvo a
punto de replicar, pero al escuchar que Gaara no dejaría solo al rubio, lo
pensó mejor. Naruto iba a ponerse bien y él no podía hacer gran cosa allí
aparte de hacerle compañía, a pesar de que ni siquiera se daba cuenta. La
verdad era que no le vendría mal cambiarse de ropa al menos, empezaba a estar
incómodo con el esmoquin y los zapatos.
Tras meditarlo un
poco más, le lanzó una mirada de advertencia al pelirrojo.
—Iré a casa a
ducharme y a cambiarme, pero esta noche la paso con él. ¿Está claro?
Gaara sonrió,
triunfal. Al menos, había conseguido algo.
—Sí. Mañana seguro
que vendrán los chicos a estar con él, podrás descansar en casa entonces.
Sasuke le gruñó
otra vez.
—No vas a dejarlo
estar, ¿verdad?
—No tiene sentido
que te quedes todo el día aquí, Sasuke. Comprendo que Naruto es tu novio, que
le quieres y que te sientes inquieto si no estás cerca de él, pero está fuera
de peligro y va a recuperarse, no es necesario que te agotes física y
mentalmente cuando todo ha salido bien y que acabes enfermando, entonces será
él quien se preocupe por ti. Todos haremos turnos para cuidar de él, y te
prometo que serás el primero al que llamaremos en caso de que despierte. ¿Qué
te parece?
—… Está bien —replicó,
odiando admitir que Gaara estaba siendo razonable. No podría ayudar a Naruto si
se ponía enfermo y lo último que quería era aumentar su malestar, necesitaba
estar al cien por cien si quería apoyarle en los próximos días—. Volveré en una
hora.
—No tengas prisa —dijo
Gaara alegremente.
Sasuke se levantó
del sillón y se lo cedió al otro hombre antes de ir hacia la puerta. Sin
embargo, cuando la abrió, se le ocurrió una idea y se detuvo.
—Gaara.
—¿Sí?
—Cuando todo esto
acabe, haré una donación a tu departamento.
El pelirrojo no
esperaba ese anuncio y se sintió descolocado.
—¿Qué?
Sasuke miró una
última vez a Naruto.
—Usa el dinero
para los tratamientos que no cubra tu seguro. No todo el mundo puede
permitírselo, y me duele pensar que alguien vaya a pasar por esto y que no
pueda hacer nada —dicho esto, se marchó rápidamente de allí, dispuesto a ser lo
bastante rápido para poder pasar la noche junto al rubio.
Gaara todavía
estaba un poco aturdido por la declaración de Sasuke pero, poco después, se
recompuso y sonrió, mirando a su rubio amigo.
—Es un buen
hombre, Naruto. Esta vez has escogido bien.
El dolor fue lo
que le despertó. Joder… ¿Qué diablos había pasado para que le doliera tanto la
espalda?, era como si la tuviera en llamas, le escocía mucho. Trató de abrir
los ojos y de moverse, pero los párpados le pesaban y su cuerpo no hizo el
menor amago de hacer un esfuerzo por tratar de incorporarse, sus músculos
estaban muy entumecidos y era simplemente doloroso tensarlos para forzarlos a
realizar cualquier movimiento. Mierda…
Hizo memoria para
averiguar por qué se sentía como si lo hubiera atropellado un tren… Sasuke,
había hablado con él por teléfono, tenía una gala benéfica y habían estado
flirteando hasta que Kiba lo había arrastrado a la sala de entrenamientos… La
alarma. Recordaba que los había sobresaltado a última hora y habían ido
corriendo hasta una casa en llamas… habían sacado a dos adultos… el padre… el
padre le dijo que había una niña. Era cierto, ahora se acordaba; la había
encontrado escondida en el armario de su habitación, la explosión la habría
asustado y habría ido allí en busca de protección, pero el humo había hecho que
se desmayara y por eso no había respondido cuando habían entrado la primera vez
en la casa. La cogió en brazos y se fue corriendo de allí tan rápido como pudo;
lograron salir, creyó que ya estaban a salvo y, entonces…
Nada.
No había nada
después de ese recuerdo, solo oscuridad, pero no le costó mucho intuir que la
casa habría explotado y que él habría recibido el impacto, por eso le dolía
todo.
Al menos, estaba
vivo, o eso creía dado que la espalda le dolía como el infierno. Si estuviera
muerto, no estaría sufriendo tanto, ¿verdad?, eso no sería justo.
Con pesadez, logró
abrir los párpados poco a poco. Al principio, le costó enfocar la vista, todo
se veía borroso y le mareó un poco tratar de buscar algo que pudiera ver con
claridad…
—¿Naruto?
Reconoció esa voz
al instante.
—Sa… ¿Sasuke? —lo
llamó con la voz algo pastosa.
Entonces, escuchó
un ruido y sintió su mano cálida sobre la suya. Por fin, sus ojos se enfocaron
en él y pudo verlo; llevaba puesto un jersey negro que estilizaba su atlética y
delgada figura de un modo muy sexy y unos vaqueros que se ajustaban a sus
muslos y a su bonito culo. Esbozó una amplia sonrisa, feliz porque él era lo
primero que veía.
—Hola —lo saludó.
Sasuke se inclinó
sobre él y le sonrió.
—Hola, pedazo de
idiota. No sabes lo mal que me lo has hecho pasar.
—Lo siento —se
disculpó, pero su novio negó con la cabeza, como si no le diera importancia. Lo
vio arrodillarse en el suelo para apoyar los brazos y el mentón en el colchón,
muy cerca de él para poder mirarse cara a cara. Eso lo alivió, estaba tumbado
boca abajo y estaba tan dolorido que dudaba ser capaz de poder girar la cabeza.
—¿Cómo estás?
—Dolorido —admitió.
El rostro de
Sasuke se volvió serio.
—Llamaré a una
enfermera.
—Puede esperar… —empezó
a decir. No quería que Sasuke se apartara de él.
—No —replicó este
con firmeza—. No permitiré que estés sufriendo cuando puedes ahorrarte el dolor
—y sin más, pulsó un botón que había cerca de la cama.
Al poco rato, una
mujer llegó y lo revisó mientras le hacía un par de preguntas a las que Naruto
respondió sin problemas; podría estar bastante dolorido físicamente, pero al
menos su mente parecía funcionar bastante bien. Ella le administró algún
fármaco que lo alivió en unos pocos segundos y le hizo un resumen de sus
heridas, remarcando las quemaduras de la espalda, para después informarle que
su médico le explicaría su estado en más detalle mañana por la mañana (se
enteró de que era un poco más tarde de la hora de la cena). Naruto se sintió
aliviado al saber que no había perdido ninguna extremidad, que sus órganos
funcionaban bien y que sus pulmones no parecían estar dañados por el humo, eso
era lo más importante; no tenía duda de que tendría unas feas cicatrices por el
resto de su vida en la espalda, pero podía vivir con eso.
En cuanto ella se
marchó, Sasuke volvió a ocupar su lugar junto a él y entrelazó sus dedos con
los suyos.
—¿Mejor?
—Sí, gracias —le
dijo Naruto con una sonrisa.
Sasuke se la
devolvió y luego empezó a plantar besos suaves en su mano.
—Me alegro tanto
de que estés bien… —susurró, frotando su mejilla contra sus dedos. Naruto la
acarició con ternura.
—Lamento que lo
hayas pasado mal, Sasuke.
—No es culpa tuya,
sé por qué hiciste lo que hiciste y, aunque estuve muerto de miedo, me
enorgullece que salvaras a esa niña.
Al pensar en ella,
la sonrisa del rubio desapareció para dar paso a la preocupación.
—¿Cómo está ella?
¿Está herida?
—Shikamaru me ha
dicho que solo inhaló humo, pero por lo demás se pondrá bien. Sus padres
vinieron a verte, te han dejado flores —dijo, señalando una mesa en la cual
había un jarrón con varias violetas y lirios azules.
—Qué amables —comentó
Naruto.
—Arriesgaste tu
vida por su hija y la salvaste, sintieron que era lo mínimo que debían hacer.
El rubio sonrió,
contento porque el riesgo hubiera merecido la pena, y después miró a Sasuke.
—¿Cuánto tiempo ha
pasado?
—Llevas casi una
semana inconsciente.
Frunció un momento
el ceño al echar cuentas y su rostro se deformó por la confusión.
—¿Mañana no
trabajas?
—Me he tomado un
par de semanas libres —respondió Sasuke, encogiéndose de hombros.
—Sasuke, no quiero
que pierdas días por mi culpa…
El Uchiha le lanzó
una peligrosa mirada de advertencia.
—Eres mi novio y
voy a estar contigo, al menos, hasta que pase lo peor. Si tienes algún problema
con eso, mala suerte, porque estás postrado en una cama sin poder moverte y no
puedes hacer nada por impedirlo. Además, soy el maldito director de mi empresa,
a ver quién tiene los cojones de decirme que no puedo estar cuidando de ti.
Naruto no pudo
evitar esbozar una sonrisa. Pese a que su tono fuera agresivo, detrás de eso se
ocultaba una profunda preocupación por él que calentó su pecho. Así era Sasuke,
podía parecer arisco, malhumorado e intratable por fuera, pero en el fondo era una
buena persona que se preocupaba por aquellos a los que quería, solo que le
costaba demostrarlo de un modo amable.
—Si no va a
causarte problemas en el trabajo, no tengo nada que decir —comentó, sonriéndole
con cariño—. Gracias.
Sonrió ampliamente
al ver que Sasuke se sonrojaba un poco. Era tan lindo… y le encantaba ser el
único que causaba esa reacción en él, le hacía sentirse especial y un poco
posesivo.
Sí, estaba loco
por él, a pesar de que solo se conocían de unas pocas semanas. Pero no podía
evitarlo, Sasuke era muy diferente de todas las parejas que había tenido hasta
el momento y eso le encantaba. La mayoría de hombres homosexuales solían ser
afeminados o al menos tener un punto de eso, cosa que a él no le molestaba,
pero a veces resultaba un poco irritante en una pareja; a él le gustaban los
hombres, que estos actuaran a veces de un modo femenino lo repelía, no porque
lo odiara, sino porque, sencillamente, no era su tipo. Por desgracia, todos los
gays que eran tan masculinos como él no le habían llamado la atención, había
tenido un par de citas con hombres así, pero al final solo había nacido amistad
entre ellos como mucho, de modo que los únicos novios con los que había salido
habían tenido ese mínimo punto femenino, uno que había aprendido a soportar y
tolerar con la esperanza de poder acostumbrarse, ya que él quería tener una
pareja estable, no estar soltero toda su vida.
Suponía que por
eso se había enamorado tan rápido de Sasuke: no había nada en él que fuera
remotamente femenino o amanerado, era cien por cien viril, decidido, con
carácter, trabajador, elegante (amaba esos trajes tan sexys que se ponía para
trabajar), interesante, muy inteligente, reflexivo y profundo; a veces podía
parecer frío y distante, pero eso era porque tendía a ser serio frente a
extraños, pero a él le había demostrado que tenía un gran corazón y un lado
cariñoso que reservaba para aquellos que consideraba dignos de él. Eso
demostraba su carácter noble, que no vendería su amistad tan rápido y mucho
menos su amor. Esa faceta suya lo fascinaba, pese a ser tan guapo y rico no se
había convertido en alguien vanidoso ni avaricioso, sino que se había mantenido
fiel a sí mismo, sin importar a quién le molestara.
Lo admiraba y
respetaba por ello, por ser la magnífica y hermosa persona que era
independientemente de su poder económico.
Jugueteó con los
dedos de Sasuke, que seguían enlazados a los suyos.
—Supongo que me
quedaré aquí durante una larga temporada, ¿eh?
El sonrojo de su
novio desapareció y lo miró con tristeza.
—Eso me temo. Tus
heridas tardarán en curarse y además estás en tratamiento. Puede que estés un
mes o más aquí.
Él gimió.
—¿Voy a pasar la
Navidad y Año Nuevo aquí? Qué mierda.
—Yo estaré
contigo.
Naruto miró a su
pareja con ternura.
—Eso es un detalle
por tu parte, pero deberías estar con tu familia, Sasuke.
Este se encogió de
hombros.
—Puedo estar un
rato con ellos y luego quedarme contigo. No hay problema y no me gusta que
estés solo.
Esbozó una pequeña
sonrisa. A él tampoco le gustaba estar solo en esas fechas, sobre todo tras la
muerte de su madre, así que no insistió más y se permitió ser egoísta por una
vez.
—Al menos el
seguro pagará el tratamiento —comentó, aliviado. Ser bombero le daba lo
suficiente para vivir con cierto grado de comodidad; no era rico, pero tampoco
le faltaba de nada, sin embargo, había ciertas cosas médicas que no podía
permitirse con su sueldo y se alegraba que Gaara hubiera creado un fondo para
cubrir esos gastos en caso de que sus hombres salieran heridos en acto de
servicio.
En ese momento,
Sasuke le apretó la mano, llamando su atención.
—En realidad, tu
médico habló con Gaara sobre eso. Las heridas de tu espalda son demasiado
graves como para ser sometidas a un tratamiento estándar, necesitabas algo más
especializado, así que lo he pagado yo.
Naruto abrió los
ojos como platos.
—¿Qué?
—Me he ocupado de
tu tratamiento. —Abrió la boca para decir algo, pero su novio le lanzó una
mirada asesina que prometía una fuerte discusión como se atreviera a replicar—.
Ni se te ocurra —le advirtió—. Sé que te gusta tu independencia y lo respeto,
pero tú no puedes cubrir esos gastos y yo sí, así que cierra la boca y acéptalo
porque ya está hecho.
—No me siento bien
dejando que pagues tanto dinero por mí, Sasuke.
Este suspiró.
—Naruto, no es la
primera vez que me gasto dinero en mi pareja; si fueras como Karin y me
pidieras un vestuario completamente nuevo, me negaría en redondo, pero no eres
así y se trata de tu salud, así que me gastaré lo que sea necesario en ti.
Le habría gustado
replicar y defender que podía cuidarse solo pero, por desgracia, si el seguro
de Gaara no podía cubrir aquel tratamiento, él mucho menos podría hacerlo. De
modo que no tenía más remedio que dejar que Sasuke se ocupara de aquello, por
poco que le gustara… No era por una cuestión de orgullo, estaba encantado de
que su novio quisiera cuidarlo, ya que él haría lo mismo, formaba parte de
tener una relación con otra persona; lo que le dolía era que…
—No quiero que
pienses que me aprovecho de ti —admitió.
Sasuke hizo un
sonido extraño con la garganta, como si contuviera una carcajada, y lo miró con
dulzura.
—Eres precisamente
de las pocas personas de las que estoy seguro que no vienen detrás de mí por mi
dinero —le dijo, guiñando un ojo—. No te preocupes por eso, jamás dudaría de
ti.
Naruto se sintió
aliviado al oír eso y se permitió sonreír.
—Te prometo que te
lo compensaré de todos modos —dicho esto, una idea hizo que le brillaran los
ojos—. Ya sé, en cuanto me recupere, te pagaré en carnes cada yen que te hayas
gastado en mí.
Su pareja alzó una
ceja y le devolvió la sonrisa.
—Sabes que son
muchos yenes, ¿verdad?
—Soy muy
consciente —respondió alegremente—, pero es un sacrificio que estoy muy
dispuesto a hacer.
Sasuke soltó una
risilla y acercó más su rostro al suyo.
—Estoy deseando
que te recuperes, entonces.
Los dos rieron
cómplices y siguieron acariciándose; Naruto tocaba sus dedos entrelazados y
Sasuke, con su mano libre, se dedicaba a acomodar amorosamente los rebeldes
mechones de su pelo en su sitio una y otra vez.
—¿El médico dijo
algo más? —preguntó Naruto de repente.
Sasuke detuvo por
un instante sus caricias.
No estaba seguro
de si debía decírselo, no él y menos cuando acababa de despertarse. Sin
embargo, el rubio notó esos segundos de duda y frunció el ceño.
—¿Qué ocurre?
Él negó con la
cabeza y siguió acariciándolo.
—Ahora no es el
momento, Naruto. Tienes que descansar.
—Dímelo —exigió el
otro hombre, mirándolo con un puchero. Eso le habría parecido gracioso si no
fuera por lo delicada que era la información, se había dado cuenta de que
Naruto nunca pedía las cosas a malas, al menos no a la gente que quería, y si
lo hacía, era porque o bien estaba muy alterado o porque se sentía traicionado.
Aun así…
—No —dijo sin
pensarlo. Su novio necesitaba estar tranquilo, al menos, durante una noche,
hasta que el médico fuera por la mañana a darle la noticia.
—Sasuke, dímelo —insistió
él.
—No.
—Suéltalo.
—No.
—¡Venga!
—No.
Los dos se miraron
a los ojos con cabezonería. Era uno de los pocos rasgos que tenían en común y,
a pesar de que normalmente discutían por cosas insignificantes o para hacerse
pullas entre ellos como broma, en esos momentos iban muy en serio.
—¿Qué diferencia
habrá en que lo sepa mañana que hoy? —interrogó Naruto.
—Ahora mismo lo
importante es que estés tranquilo y que descanses bien.
—¿Y no crees que
ahora que sé que algo va mal no estaré preocupado?
Sasuke hizo una
mueca. No había pensado en eso.
—Naruto…
—Por favor, Sasuke
—le pidió este con angustia en los ojos.
No quería que
sufriera. Tampoco es como si le hiciera gracia tener que decirle él mismo que
no podría volver a ser bombero, que todo el trabajo duro que había hecho lo
iban a tirar por la borda a pesar de que había salvado la vida de una niña,
simplemente no era justo… Pero también sería cruel tenerlo en vela, inquieto
toda la noche por miedo a no saber lo que le esperaba, imaginando los peores
escenarios posibles.
Inspiró hondo y le
apretó la mano con fuerza.
—Está bien, pero
quiero que sepas que estoy a tu lado para apoyarte pase lo que pase, ¿lo
entiendes?
Naruto asintió,
solemne.
—Sé que estarás
conmigo, Sasuke. Gracias.
Él hizo una
pequeña pausa, preparándose para su reacción, fuera la que fuera.
—Las… heridas de
tu espalda son bastante graves. No es que vayas a quedar inválido ni nada, tu
columna no sufrió daños… pero es probable que no recuperes el mismo grado de
movilidad que tenías antes o, en todo caso, tardarías meses en hacerlo… así
que… el médico ha recomendado que… no vuelvas a ser bombero —terminó diciendo,
tragando saliva. Era lo más difícil que había dicho en su vida, realmente tenía
miedo de que esas palabras hicieran que Naruto se desmoronara, pero ya estaba
hecho. Ahora, solo faltaba ver su reacción.
Muchas emociones
cruzaron sus ojos: sorpresa, conmoción, decepción, tristeza… y, finalmente,
reflexión.
No dijo nada
durante unos segundos que a Sasuke se le hicieron demasiado largos, dejándolo
con el corazón en la garganta, temiendo lo peor… pero, al final, Naruto solo
asintió.
—Ya veo —dicho
esto, cerró los ojos—. Bueno, si no voy a estar al cien por cien de mis
capacidades, es normal que quieran moverme del cuerpo; pondría en peligro las
vidas de mis compañeros y de las personas a las que debería ayudar. —Abrió los
ojos y le dedicó una pequeña sonrisa—. ¿Qué me dices? ¿Me ves de instructor en
la academia de bomberos?
… En pocas
palabras, Sasuke se quedó con la boca abierta. No era la reacción que esperaba.
—¿Estás bien? —preguntó,
por si acaso.
El rubio asintió
sin dudar.
—Sí, la verdad es
que esperaba que fuera algo peor.
—Pero ser bombero
era tu sueño…
—Y lo he hecho,
Sasuke —le dijo Naruto, sonriendo—. Cumplí mi sueño y lo he vivido durante una
década, he conseguido ayudar a gente que me necesitaba y estoy muy orgulloso de
ello. —Hizo una pequeña pausa y lo miró con ojos brillantes—. ¿Quieres saber un
secreto? Es algo que no le he dicho nunca a nadie, lo reservaba para un momento
especial.
Sasuke asintió sin
dudar y acercó su rostro al suyo para escuchar mejor.
—He tenido la
suerte de tener muy claro lo que quiero en mi vida: ser bombero y una vida
familiar estable. Supe, en mi primer año de servicio, que no sería ambas cosas
a la vez; veía cómo muchos de los veteranos tenían problemas con sus parejas,
los turnos son duros, a veces tienes que sacrificar tiempo con tu familia para
ayudar a otros, y tu novio o novia se pregunta si volverás sano y salvo. Muchas
personas no quieren pasar por eso y lo entiendo… por eso, decidí que el día en
que encontrara a una persona adecuada para mí, dejaría mi trabajo de bombero
para convertirme en instructor en la academia, y así formaría a otras personas
para que salvaran vidas. —Hizo una pausa, dejando que toda esa información se
asentara en Sasuke, que se había quedado sin palabras, pues no había esperado
algo así. Naruto le sonrió—. Así que, teniendo en cuenta las circunstancias, y
que eres el mejor hombre que he conocido en mi vida, creo que es el momento de
empezar esa etapa. ¿Qué me dices? ¿Podrás aguantar que tu novio se tome un año
sabático para preparar el examen de instructor?
Sasuke tragó el
nudo que tenía en la garganta. Sabía que era ilógico sentir tanto por él en tan
poco tiempo, pero a su edad, había salido con las suficientes personas como
para saber lo que quería en su vida y, al parecer, el caso de Naruto no era muy
distinto al suyo. No le estaba prometiendo un para siempre, eso no podía
hacerse ya que nadie sabe cómo serán las cosas en el futuro, pero le estaba
diciendo que tenía muchas esperanzas en su relación y que creía que podía
funcionar a largo plazo.
Él también lo
hacía, y estaba preparado para intentarlo.
—Claro que sí,
Naruto. Cuenta conmigo para lo que sea.
Los ojos del rubio
brillaron felices y levantó un poco la mano para acariciarle la mejilla.
—Te quiero,
Sasuke.
Los ojos de este
se anegaron de lágrimas. No podía evitarlo, había pensado que nunca podría
decírselo.
—Y yo a ti,
Naruto.
Este pareció
percibir su malestar y le apartó los mechones de pelo de la cara.
—Está bien,
Sasuke. Todo irá bien.
Él se inclinó y lo
abrazó con cuidado, besándolo brevemente en los labios. Había sido una semana
muy dura, llena de incertidumbres y preocupaciones, tanto por el estado físico
de su rubio como de su estado emocional cuando supiera que no podría ser
bombero de nuevo, pero ahora que todo estaba aclarado, por fin pudo dejar que
el alivio se asentara en él y permitió que Naruto lo consolara. Fue la primera
vez que pudo dormir tranquilo, aunque lo hizo en el sillón, inclinado sobre la
cama de su novio y con la cabeza apoyada en el colchón, pero al menos pudo
descansar sabiendo que, al día siguiente, tal y como le había dicho su rubio,
todo iría bien.
La Navidad estaba
a la vuelta de la esquina y Sasuke se había asegurado de dejar las cosas
preparadas en la empresa para que todo el mundo tuviera un merecido descanso;
pese a haber cogido unas semanas libres para poder estar cerca de Naruto, había
regresado con ese único objetivo durante cinco días, así no estarían tan
ajetreados cuando regresaran en enero. Además, ahora que el rubio estaba
despierto, ya no se sentía tan inquieto y lo dejaba con sus amigos cuando tenía
cosas que hacer o necesitaba dormir bien en su cama, hasta este le había pedido
que descansara y que no era necesario que pasara las noches con él, pues lo
único que hacía era dormir y prefería verlo cuando estaba despierto para
hacerle compañía y no aburrirse tanto en el hospital. Ese día en concreto, se
había demorado más en su visita diaria para poder hacer sus compras navideñas,
en las que estaba incluida un regalo para Naruto; no había sido fácil escogerlo,
su novio era muy desinteresado, de modo que le había comprado algo más
personal, un sencillo medallón donde había pedido que grabaran una cosa.
Esperaba que le gustara, nunca había regalado nada tan íntimo y estaba un poco
nervioso.
Acababa de salir
del ascensor cuando un grito atronador hizo que pegara un salto del susto. Le
sorprendió un poco reconocer la furiosa voz de Naruto, en el mes que llevaban
juntos, jamás lo había escuchado tan fuera de sí ni tampoco soltar tantas
palabrotas e insultos juntos; de hecho, su tono grave, que retumbaba como un
trueno en las paredes, tenía tal intensidad y tanta ira que ni siquiera los
enfermeros parecían atreverse a entrar.
Fue hacia uno de
ellos para preguntarle:
—¿Qué ocurre?
—No estoy seguro —respondió
este, un chico joven—. Ha entrado una visita a verlo y se ha puesto hecho una
furia.
Sasuke hizo una
mueca y fue sin pensárselo hacia su habitación. Por muy mal que sonara Naruto
en esos momentos, seguía estando herido y no podía hacer daño a nadie, aparte
de que no iba a permitir que nada le alterara mientras se recuperaba de sus
heridas, eso era lo más importante.
Abrió la puerta y
frunció el ceño al ver al hombre que estaba en la sala: era difícil saber su
edad exacta ya que tenía un rostro de facciones muy juveniles, aparentaba tener
unos veinte años, pero su forma de vestir, con un traje elegante, le dijo que
se trataba de un hombre adulto; además, se fijó rápidamente en que la ropa era
buena y bastante cara, por no hablar del bronceado poco natural de su piel, sin
duda hecho en algún salón de belleza; su cabello castaño claro con reflejos
dorados era tintado, lo supo por las raíces negras del pelo, pero era indudable
que habían hecho un excelente trabajo en él para darle un aspecto bien cuidado
y peinado, el cual armonizaba con unos suaves ojos marrones que miraban
asustados a Naruto.
—Por favor,
Naruto, cálmate… —le pidió con las manos levantadas, aunque no hizo amago de
acercarse.
El rubio, por otro
lado, estaba sentado en la cama, con el cuerpo muy tenso, las facciones
crispadas y las manos aferradas con tanta fuerza al colchón que estaba seguro
de que lo desgarraría en cualquier momento. La enorme y mullida almohada que
utilizaba para recostarse en la cama boca arriba (para evitar apoyarse
completamente sobre las heridas de su espalda) se había caído al suelo en algún
momento, tal vez durante la confrontación, y las sábanas y las mantas estaban arremolinadas
en sus piernas, como si hubiera tratado de ponerse en pie de repente pero no
hubiera podido.
—¡¿Que me calme?! —rugió
Naruto, mirando al hombre como si asesinarlo—. ¡Una puta mierda! ¡¿Quién coño
te crees que eres para venir aquí?!
—Solo quiero
ayudarte…
—¡¿Ayudarme?! —exclamó,
incrédulo y furioso a la vez—. ¡No quiero tu jodida ayuda ni ver tu cara de
zorra mentirosa y aprovechada! ¡Te dije que no quería volver a oler tu mierda
cerca de mí! ¡Lárgate!
Los ojos del
hombre lucieron dolidos.
—Naruto…
Este gruñó e hizo
fuerza con los brazos a la vez que movía las piernas.
—¡Sal de esta
habitación o te juro que te parto esa falsa cara de niño bueno…!
—¡YA BASTA! —rugió
Sasuke al ver que Naruto estaba a punto de salir de la cama. Ese idiota no podía
levantarse, era demasiado pronto, ¡se haría más daño en la espalda!
Su novio se paró
en seco y se giró hacia él, sorprendido. Era evidente que ni se había dado
cuenta de que había entrado allí.
—Sasuke —lo saludó
con cierto tono brusco. Sabía que no era por él, al contrario, se dio cuenta de
que estaba reprimiendo su rabia para no ser borde con él, y era consciente del
esfuerzo que hacía por cómo su pecho subía y bajaba, al compás de su acelerada
respiración.
Pasó de largo al
desconocido como si no estuviera y se dirigió a la cama para volver a colocar
sus piernas en su sitio.
—Sabes
perfectamente que no debes ponerte en pie sin supervisión, Naruto —lo regañó
mientras recogió la almohada del suelo y la ponía en el respaldo de la cama,
que estaba levantado para que el rubio pudiera estar sentado—. ¿Quieres pasar
los próximos tres meses aquí encerrado? Ya estás bastante irritado por estar
aquí, así que si quieres salir, lo que tienes que hacer es seguir las
instrucciones del médico a rajatabla, ¿me has entendido? No me obligues a
ponerte vigilancia porque sabes que soy capaz de contratar a alguien para que
tenga un ojo en ti mientras no estoy cerca.
Naruto parpadeó
mientras Sasuke lo empujaba con suavidad para que se apoyara en el colchón y
reordenaba las sábanas y las mantas para que estuvieran bien acomodadas a su
alrededor antes de arroparlo con ellas. Parte de su enfado desapareció y se
permitió sonreír un poco; así era su novio, podía gritarte y echarte la bronca
como un demonio salido del mismo infierno, pero solo era su forma de expresar
su preocupación por él, lo único que había que hacer era fijarse en el cuidado
que tenía a la hora de tocarlo, temiendo hacerle daño, y cómo volvía a ordenar
el desastre que había hecho en la cama para que estuviera cómodo.
—Lo siento, Sasuke
—se disculpó—. No quería preocuparte.
El otro hombre lo
sondeó con sus negros ojos y su expresión se suavizó un poco, aunque seguía
siendo un poco severa.
—Está bien, pero
no vuelvas a hacer eso.
—No, señor —prometió
con diversión.
Sasuke estuvo a
punto de esbozar una de sus medias sonrisas tan sexys pero, entonces, Naruto
escuchó carraspear a su desagradable visita y la ira regresó; no intentó
moverse esta vez, pero no pudo evitar tensar los músculos, haciendo que le
escociera la espalda, y clavar los dedos en la sábana. Su pareja puso una mano
en su pecho y se lo frotó, tratando de tranquilizarlo.
—Naruto, calma, te
harás daño.
—Haz que se vaya —le
pidió casi con un gruñido, incapaz de controlar la rabia que sentía.
El tercer hombre
intervino:
—Por favor,
Naruto, yo…
—Tú, cállate —ordenó
Sasuke sin miramientos antes de volverse hacia su novio—. ¿Ese es el problema?
¿No lo quieres aquí?
—Ni de puta coña —replicó,
fulminando al visitante con la mirada, el cual bajó la vista como si le hubiera
herido. Cabrón sinvergüenza.
—Está bien —asintió
Sasuke para después dirigirse al extraño con los brazos cruzados—. Largo.
Este parpadeó.
—No puede echarme
así sin más.
—Naruto no quiere
que estés aquí y, teniendo en cuenta cómo le has alterado, yo tampoco. Así que
puedes hacerlo por las buenas y salir por esa puerta o puedo lanzarte por la
ventana y ver si sobrevives a una caída de seis pisos, tú decides.
El hombre se
irguió y levantó la barbilla, tratando de parecer amenazante… de un modo
patético, por cierto.
—¿Me está
amenazando?
Sasuke ni se
inmutó un poco. Si ese niño mimado (porque por sus pintas estaba claro que lo
era, él conocía muy bien el mundo de la gente adinerada y la calaba enseguida,
y ese hombre con complejo de chiquillo no había movido un dedo en la vida para
trabajar) creía que podía jugar a intimidarlo con él, iba listo. Él era el rey
de la intimidación.
Así que se movió
lentamente hacia su víctima, dejando que notara que le sacaba una cabeza de
altura y que era más ancho de espaldas; el traje ocultaba su figura atlética,
pero confiaba en que sería consciente de que era más fuerte, después de todo,
el otro era muy delgado y no tenía ni una pizca de músculo.
—Sí, imbécil, es
una amenaza. Lárgate de aquí o llamaré a seguridad y le diré a todo el mundo
que estás acosando a un héroe que casi pierde la vida en una explosión para
salvar a una niña. —Sonrió con malicia—. La prensa se cebará contigo, les
encantan estos chismes y te dejará como el malo de esta historia, y a un chiquillo
rico como tú no le conviene la mala prensa, ¿verdad?
Su presa no se
movió de donde estaba, pero se puso pálido y lo vio tragar saliva.
—No… No tienes ni
idea de quién soy —balbuceó.
La sonrisa de
Sasuke se ensanchó.
—Yo soy Sasuke
Uchiha, director de UTech S. A. —Hizo una pausa para dejar que la información
se asentara en el hombre, cuyo rostro se volvió blanco de pavor—. Tu turno.
Venga, sorpréndeme.
El muy idiota
boqueó, como si tratara de decir algo, pero finalmente se disculpó con torpeza
y salió huyendo de allí con rapidez. Sasuke sonrió con satisfacción;
normalmente solía ser más frío y educado a la vez cuando se trataba de hacer
negocios, no había nada como una gélida calma para hacer que tu competencia se
cagara en los pantalones, pero ese tipo había entrado en un terreno peligroso
al amenazar la salud de su novio y por sus huevos que usaría lo que fuera
necesario para que lo dejara en paz.
—Joder.
El murmullo de
Naruto interrumpió sus pensamientos y se giró, viendo cómo este sonreía con un
brillo lujurioso en los ojos.
—Y yo que creía
que era imposible que fueras aún más sexy.
Sasuke esbozó una
media sonrisa, complacido por el halago.
—¿En serio?
—Nunca te he visto
en acción en tu trabajo, y entre ese traje tan elegante y tu actitud de “aquí
mando yo y punto…” Uf, estoy caliente.
Él ensanchó su
sonrisa, volviéndola incitante, y se acercó lentamente hasta que se inclinó
sobre su rubio, apoyando los brazos a ambos lados de su cuerpo y rozando sus
labios contra los suyos.
—¿Cómo de
caliente? —murmuró antes de mordisquear su labio inferior.
Naruto ronroneó,
complacido y excitado a la vez.
—Echa el cerrojo,
bájate los pantalones, ponte sobre mi polla y lo averiguarás.
Sasuke levantó una
ceja, divertido.
—Se supone que
eres tú quien me debe un par de millones de polvos.
—Y te prometo que,
en cuanto esté recuperado, cabalgaré sobre ti como si fueras un potro salvaje
sin domar.
Se le escapó una
risotada. Su novio siempre soltaba cosas tan inesperadas, incluso cuando creía
que ya era capaz de adivinar hacia dónde iban sus pensamientos, él siempre
acababa sorprendiéndole con algo nuevo, era refrescante e interesante a la vez.
—Qué romántico,
Naruto. —Este le guiñó un ojo y le dio un beso rápido, sabiendo que, por
desgracia, sería lo único que podría obtener hasta que se recuperara. Sasuke se
lo devolvió y se sentó a su lado, cogiendo su rostro entre sus manos y juntando
su frente a la suya mientras lo acariciaba—. ¿Estás mejor?
Esta vez, su rubio
le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Sí, ahora que
estás aquí —admitió, pasando los brazos alrededor de su cintura, diciéndole que
lo quería más cerca. Procuró apoyarse sobre sus codos para no aplastar a Naruto
y dejó que sus manos acariciaran su revoltoso cabello.
—¿Pero? —le preguntó,
sabiendo que había algo que lo molestaba.
Su pareja dejó
escapar un suspiro.
—Odio que él esté
aquí —reconoció.
Sasuke no estaba
muy seguro de quién era ese hombre, pero prefería que fuera Naruto quien le
hablara de él en vez de inmiscuirse en un asunto que estaba claro que le
afectaba tanto, después de todo, no se habría puesto tan furioso si fuera algo
irrelevante. Así que decidió probar el humor para levantarle el ánimo, aunque
solo fuera un poco:
—Si quieres, puedo
arreglarlo para que no vuelva a poner un pie en este hospital.
El rubio frunció
el ceño con confusión, pero sonrió un poco.
—¿De verdad puedes
hacer eso?
Él se encogió de
hombros.
—Pues claro.
Pídemelo y estará hecho en menos de veinticuatro horas.
—Me estás
consintiendo demasiado, Sasuke —se burló Naruto.
—Estás enfermo, es
políticamente correcto que te aproveches de los demás.
Su novio sonrió
débilmente, pero luego adoptó una expresión entre dolida y molesta que le
estrujó el corazón.
—No sé en qué
demonios estaba pensando cuando vino aquí. Le dejé bien claro que no quería
volver a saber nada de él.
Sasuke le acarició
el rostro.
—¿Quieres hablar
de ello?
Él hizo una mueca,
como si fuera algo desagradable, pero de todos modos le dijo:
—Es mi ex, Genji.
Genji.
El famoso Genji.
—Intuyo que
acabasteis muy mal —comentó. No hacía falta ser un genio para adivinarlo cuando
Naruto prácticamente lo había mirado como si quisiera lanzarse a por su
yugular.
Este resopló.
—“Mal” es quedarse
corto; hubo golpes, gritos y yo hasta me planteé pedir una orden de
alejamiento. Eso no fue muy racional, pero estaba furioso y quería estar seguro
de que no volviera a mi casa.
Eso lo sorprendió;
Naruto no era dramático, podía ser temperamental y a veces no pensaba las cosas
antes de hablar o de hacer algo, pero de ahí a plantearse una denuncia contra
un ex había millas de distancia. Lo que fuera que le hizo, tuvo que dolerle lo
suficiente o sentirse lo bastante traicionado como para explotar de esa manera.
—¿Te fue infiel o
se aprovechó de ti de algún modo?
Naruto hizo una
mueca.
—Él estaba casado.
Oh, mierda.
—Yo no sabía nada —se
apresuró a decir el rubio, a lo que Sasuke asintió, sin dudarlo en ningún
momento—. Él me gustaba mucho, era lindo y le gustaba bailar conmigo en el pub.
Era un poco coqueto, se arreglaba mucho y cuidaba su aspecto, pero no era un
rasgo que me molestara mucho, al menos no era tan femenino como otras parejas
que había tenido —comentó, torciendo el labio—. No estuve suficiente tiempo
cerca de él como para darme cuenta de cómo era realmente, un gilipollas
superficial e hipócrita que se había casado con un hombre rico que le doblaba
la edad con tal de poder llevar la vida lujosa que ansiaba. Una noche, lo vi
saliendo de un restaurante elegante, él me había dicho que iba a cenar con unos
amigos y yo me acerqué para saludar; lo besé por sorpresa y, antes de darme
cuenta, su marido ya se había abalanzado sobre mí. Me lo quité de encima con
facilidad, pero no me defendí, no entendía por qué me había atacado y no quería
golpear a un hombre que evidentemente no podía conmigo. Entonces, él me
preguntó qué estaba haciendo besando a su esposo —su voz se volvió amarga en
ese punto pero, al instante, sus ojos brillaron con ira—. Al final, se acabó
destapando la infidelidad de Genji cuando le pidió a su marido que no me
hiciera daño. Él se burló diciendo que yo era un don nadie y que debía decidir
en ese momento si se marchaba conmigo o con él, pero, antes, le recordó que, si
lo abandonaba, no vería ni un centavo suyo, se quedaría sin nada. Genji me
miró, me dijo que lo sentía y se fue.
—Capullo —masculló
Sasuke antes de mirarlo con tristeza—. Lo siento mucho, Naruto, no te merecías
algo así.
Este lanzó un
gruñido.
—La cosa no
terminó ahí.
No me jodas.
—¿Qué pasó?
—Genji se presentó
en mi casa, tenía llaves y entró sin permiso. Me dijo que estaba enamorado de
mí y que no quería que dejáramos de vernos, pero que tampoco podía abandonar a
su marido, no quería quedarse en la calle —explicó, apretando los puños—.
Básicamente, quería estar conmigo sin renunciar a su lujoso estilo de vida, uno
que yo no podía permitirme. Hizo que me sintiera como la mierda, como si no
valiera nada a pesar de lo duro que había trabajado para vivir, algo de lo que
siempre me había sentido orgulloso. Le dije que jamás sería su amante otra vez
y que no quería volver a verlo… pero, entonces, hizo lo peor que podría haberme
hecho.
—¿Qué? —Sasuke ya
no podía imaginar nada peor.
Naruto le miró
furioso y dolido al mismo tiempo.
—Me ofreció
dinero.
… Tenía que ser
una puta broma.
—Dijo que me
pagaría un apartamento, ropa y todo lo que quisiera, que no tendría que
trabajar de bombero y que su única condición era estar para él cuando me
llamara —prosiguió el rubio, inspirando profundamente para no perder el control—.
Exploté, le grité de todo, le amenacé con decirle a su marido que había vuelto
a buscarme y no le di un puñetazo porque se asustó tanto que huyó de mi casa.
Estuve tentado a llamar a su rico esposo para decirle que me había ofrecido su
propio dinero para follarme, pero eso solo me habría causado problemas y yo no
quería volver a ver a Genji, por eso pensé en la orden de alejamiento, sin
embargo, al final mi madre me convenció de que no merecía la pena, que esperara
a ver si él volvía. No lo había hecho hasta hoy.
Sasuke lo abrazó
con fuerza, queriendo consolarlo. Ahora comprendía muchas cosas, como por qué
Naruto no lo había buscado después de su primera noche juntos, tras enterarse
de que él tenía una empresa tecnológica muy lucrativa; probablemente pensó que,
si Genji no lo había querido por no ser rico, él mucho menos lo haría. Ese
gilipollas le había hecho el daño suficiente como para hacer que su rubio se
menospreciara cuando en realidad era una de las mejores personas que había
conocido, había bajado su autoestima cuando es él quien no vale una mierda.
Jamás pasaría por
algo parecido con él, se aseguraría de recordarle todos los días que valía mil
veces más que esos ególatras millonarios que no sabían apreciar lo que era
realmente importante.
—Lamento que hayas
pasado por eso, Naruto —susurró—. Entiendo que te haya afectado verle, todavía
te duele la forma en la que te trató, ¿verdad?, cómo te hizo sentir.
Él asintió y
enterró la cabeza en el hueco de su cuello. Lo estrechó con más fuerza, pero procurando
no hacerle daño en la espalda.
—Escúchame, ese
tipo es un imbécil que nunca estará a tu altura. Puede llevar sus caros trajes
hechos a medida, tener el pelo como un maldito actor de Hollywood, llevar las
uñas perfectamente cortadas, conducir deportivos, tener casas en las playas del
Pacífico y, aun así, no es digno ni de limpiar el retrete en el que cagas. —Su
comentario pareció hacerle gracia, ya que hizo un sonido con la garganta que le
dijo que estaba conteniendo las ganas de reír. Sonrió y se apartó para mirarlo
a la cara—. Ya te lo dije cuando fui a buscarte al pub; eres el mejor hombre
que he conocido, valiente, fuerte, decidido, amable, cariñoso y dulce. Vales
más que todos los idiotas avariciosos con los que tengo que tratar a diario,
así que no te comas la cabeza por ese gilipollas —dicho esto, su sonrisa se
amplió—. Además, eres mucho más sexy y caliente que él, lograste que un hetero
como yo se pasara a la otra acera.
Naruto esbozó una
sonrisa que, esta vez, sí le llegó a los ojos.
—Y no sabes lo
orgulloso que estoy de poder decirlo —bromeó, atrayendo a Sasuke contra su
pecho—. Gracias, Sasuke. Tú también eres una persona increíble y me siento muy
afortunado porque estés conmigo. Y no lo digo solo por las cosas que te voy a
pedir ahora que estoy enfermo y pachucho —añadió con una risilla.
Sasuke rio y le
devolvió la sonrisa.
—Pide lo que
quieras y será tuyo.
Los ojos del rubio
brillaron con malicia.
—Desnúdate y
cabalga sobre mi polla. Eso haría que me recuperara más rápido.
El Uchiha estuvo a
punto de reír.
—Eres como todos
los hombres, siempre pensando en sexo —lo acusó en broma.
—¿Qué quieres que
haga? Vas vestido con uno de esos trajes sexys que tanto me ponen y además me
estabas diciendo cosas bonitas, era inevitable.
Sasuke negó con la
cabeza.
—¿Qué te parece si
cojo algo de picar y pongo una película? Después de todo, he pagado la
televisión.
—Y nunca te
agradeceré eso lo suficiente, es lo único que mata mi aburrimiento.
Le dio un beso
breve y se fue de la habitación con una sonrisa que desapreció en cuanto cruzó
la puerta. Se alegraba de haber hecho sentir mejor a Naruto, no quería que se
sintiera mal por ese cabrón egoísta y superficial, no merecía la pena…
Pero eso no quería
decir que él fuera a quedarse con los brazos cruzados. Si Genji había vuelto
una vez, podía regresar otra, y no consentiría que se acercara de nuevo a su
rubio, no solo porque ahora era su novio, no se sentía en absoluto amenazado
por él, en realidad, le dolía y enfurecía a partes iguales la forma tan fría en
la que lo había tratado, y encima había tenido la desfachatez de afirmar que
estaba enamorado de él.
Pura mierda. Eso
no iba a quedarse así.
—Se… ¡Señor
Uchiha! —oyó que lo llamaban.
Mira por dónde,
justo la persona con la que quería tratar.
Se dio la vuelta despacio,
mirando con frialdad a Genji.
—¿Todavía sigues
aquí?
Este se encogió
por su tono de voz.
—Sí… Verá… Quería
pedirle disculpas por si le he importunado, no era mi intención.
Ahí estaba, esa
odiosa actitud de perrito faldero que adoptaban todos los que querían sacar
algo de él. Cómo no. Tendría que haberlo sospechado por lo que Naruto le había
contado sobre él.
—Me basta con que
no vuelvas a acercarte a Naruto —replicó, sin molestarse en usar sus buenos
modos. Era incapaz de hacerlo con él y, la verdad, ni siquiera quería ser
educado—. Le alteras y eso no es bueno para él. —Se dio media vuelta, sabiendo
que Genji le seguiría.
Escuchó sus pasos
rápidos tras él, tratando de alcanzarle. ¿Veis?, como un perrito faldero
desesperado por recibir la aprobación de su amo.
—Solo quería
ayudarle… —se excusó él cuando llegó a su altura—. Antes éramos amigos.
Estuvo a punto de
soltar una carcajada. A punto. ¿En serio quería jugar a eso? Está bien, a ver
qué decía.
—Has hablado en
pasado, eso quiere decir que ya no sois amigos, así que no tenías por qué
tomarte tantas molestias por él, ¿me equivoco? —preguntó al mismo tiempo que
entraba en el baño de hombres, donde tendrían más privacidad.
Genji entró
haciendo una mueca mientras él se quitaba la chaqueta del traje y fingía que
volvía a colocarse bien la corbata.
—Me enteré de su
accidente y fui a hablar con su médico, solo para saber si estaba bien —admitió
el hombre con una mirada triste en los ojos—. Supe que estaba siendo sometido a
un tratamiento muy caro y vine a hablar con él para ofrecerme a pagarlo, sé que
él no puede permitírselo.
Sasuke detuvo el
movimiento de sus dedos sobre la corbata. La rabia lo llenó, pero no la dejó
salir, no todavía, así que siguió haciendo el nudo de la prenda.
—Eso son muchas
molestias por un viejo amigo, ¿no crees?
Genji se sonrojó.
—¡No! Claro que
no… Naruto y yo no terminamos bien la última vez que hablamos y quería
compensarlo de alguna manera. Esperaba que…
Oh, mierda, no. No
iba a decir lo que él creía, ¿verdad?
—¿Pudierais volver
a ser amigos? —adivinó él, pese a que lo que realmente quería decir era algo
como: “¿esperabas que volviera a meterse entre tus piernas, puto capullo de
mierda?”.
—Sí —suspiró
Genji.
—¿Y creías que él
aceptaría un soborno para eso?
Al escuchar esa
acusación, el hombre se sobresaltó y abrió los ojos como platos.
—¿Qué? ¡No! Solo
quería demostrarle que me sigue importando.
—Si alguien me
ofreciera pagar una cuantiosa suma de dinero por un tratamiento y luego me
pidiera algo, me sentiría un poco contra las cuerdas, ¿no crees? —Hizo una
pausa en la que dejó correctamente hecho el nudo de la corbata y luego se
volvió hacia él—. Aparte de eso, si conocieras realmente a Naruto, sabrías que
no aceptaría ese dinero tan fácilmente, es orgulloso e independiente.
Genji apretó los
labios, como si algo en esa declaración le hubiera dolido.
—No tiene más
remedio. No puede permitirse ese tratamiento.
—¿Por qué no?
Tiene amigos que le respaldan y que pueden ayudarle.
—Sí, ya, todos sin
recursos.
—Y me tiene a mí,
también —añadió con calma, esperando ver su reacción.
El hombre se
sobresaltó y, de repente, lo miró con el ceño fruncido, en parte confuso, pero
también con un atisbo de sospecha.
—¿Qué hace usted
con alguien como él?
Sasuke levantó una
ceja. Ese tío le caía peor por momentos.
—¿Alguien como él?
—No tiene su mismo
estatus.
Eso casi le
arrancó una carcajada.
—¿Estatus? ¿Te
crees que esto es el siglo quince?, ¿no puedo relacionarme con él porque no
gana el mismo dinero que yo?
Genji se removió,
incómodo.
—No es… habitual.
—Entonces, ¿qué
haces tú relacionándote con él?
Su pobre víctima
se sobresaltó y se sonrojó, sabiendo que se había metido en un callejón sin
salida. Por Dios, cómo se notaba que era un esposo florero, pretendía estar
metido en el mundo de los negocios con ese traje y usando palabras que le
sonaban bien, pero en el fondo no era más que un tío que se abría de piernas
para poder vivir a costa de su rico marido.
—Yo… Yo… —balbuceó,
tratando de buscar una salida.
Él soltó un
bufido.
—Ya es suficiente,
es tan patético que ni siquiera tiene gracia jugar contigo. Naruto me ha
hablado de ti —le dijo, haciendo que este se pusiera blanco a pesar del
bronceado artificial por el que sin duda habría pagado una insana cantidad—.
Sí, sé que le engañaste para tener una aventura con él y, cuando descubrió que
en realidad estabas casado, le ofreciste dinero como si fuera un puto al que
pudieras sobornar.
Genji lo miró con
ojos dolidos.
—Yo le amaba, aún
lo hago.
—No lo suficiente
para abandonar tu lujoso estilo de vida, ¿verdad?
Este bajó la
cabeza, avergonzado.
Sasuke lo miró con
desaprobación.
—Si sabes que lo
tuyo con él jamás a va a funcionar, déjalo en paz. Creo que ya te ha dejado
claro que no quiere saber nada de ti y, después de todo el daño que le has
hecho, merece que respetes su decisión —dicho esto, se dirigió a la salida.
—¿Por qué todo ese
discurso? —le preguntó Genji de repente, mirándolo con cara de pocos amigos—.
¿Por qué te preocupa tanto Naruto?
Sasuke clavó sus
negros ojos en los suyos y declaró:
—Porque es mi
novio.
El otro hombre se
quedó con la boca abierta.
—¡¿Quéeeee?!
Pe-pe-pe-pero… ¡si te gustan las mujeres! Hasta hace poco salías con esa
pelirroja…
—Y la dejé al
conocer a Naruto. Él es infinitamente más interesante y mejor persona.
—Pero… él… ah… —decía,
todavía incrédulo.
Sasuke estrechó
los ojos.
—¿Qué?
Genji cerró la
boca, bajó la mirada un momento, confundido, luego sus ojos se volvieron
reflexivos y, finalmente, los levantó con rabia.
—Él me acusó de
ser un puto que se abría de piernas para cualquiera que tuviera pasta
suficiente para mantenerme, y ahora él se ha metido en la cama de un Uchiha… —Apretó
los puños—. Rechazó mi dinero diciendo que él no caería tan bajo como yo, ¡pero
mira con quién está follando ahora! ¡No es más que un…!
Antes de que
pudiera terminar de hablar, Sasuke ya se había movido. No había podido
evitarlo, sabía lo que estaba a punto de decir y no iba a consentir que
insultara a Naruto de esa forma, jamás, de ninguna de las maneras. Así que lo
cogió por el cuello de su cara camisa y lo empotró contra la pared con
brusquedad.
—Naruto nunca me
ha pedido ni un yen —le dijo con la voz teñida de veneno y una mirada ponzoñosa—,
él es desinteresado, se acercó a mí sin tener ni idea de quién era, a
diferencia de ti, que te vendiste a Endo cuando no tenías más que diecinueve
años. —Eso tomó a Genji por sorpresa, no tenía ni idea de que Sasuke Uchiha
supiera sobre él—. Oh, claro que sé sobre ti, tu marido lleva años siendo un grano
en el culo para que firme un contrato con él y se le va la lengua cuando bebe.
No eres gran cosa para él, apenas una mascota a la que mantiene atada a su lado
con su dinero, le encanta presumir de su joven y bello esposo como un objeto
más de su colección… ¿sabes que me ofreció tu culo si lo aceptaba como socio? —La
mirada del hombre se ensombreció, no parecía muy sorprendido. Sasuke negó con
la cabeza—. Y, aun así, tú sigues con él, dispuesto a lo que sea con tal de
vivir bajo su sombra. No mereces a alguien como Naruto —dijo antes de soltarlo
y dar media vuelta, poco dispuesto a estar un minuto más con esa clase de
persona. Sin embargo, cuando estaba a punto de salir, se giró para lanzarle una
última advertencia—. Por cierto, ni se te ocurra ir a la prensa con lo que
sabes. No podría importarme menos si el mundo entero descubre que estoy con un
hombre, lo confirmaré ante las cámaras, habrá un poco de revuelo y ya está,
pero como vea periodistas por aquí acosando a Naruto, me aseguraré de hacerle
saber a Endo que has estado viendo otra vez a tu examante y, créeme, a mí me
hará más caso que a ti. —Al ver el rostro blanco de Genji, supo que le había dado
donde más le dolía—. Recuérdalo. Haces cualquier cosa que pueda perjudicar a
Naruto, y te juro que te arrepentirás.
Y después de eso,
se fue.
Lo que acababa de
hacer, no había sido por celos, ni mucho menos, ni tampoco porque pensara que
Naruto fuera a regresar a Genji.
Era tan sencillo
como que su pareja había tenido un accidente grave. Pese a que este se había
tomado bastante bien y de forma comprensiva el no poder regresar a su trabajo y
que iba a pasar un mínimo de dos meses ingresado en un hospital con un
tratamiento que le impedía prácticamente el movimiento, Sasuke sabía que no era
algo fácil para él estar allí encerrado, postrado en una cama sin apenas poder
hacer nada sin supervisión, por no hablar del dolor de las heridas de la
espalda; normalmente tomaba algo para evitar el dolor, pero tras el tratamiento
siempre estaba tocado y no podían aliviarlo hasta que había pasado al menos una
hora para que hiciera efecto.
No necesitaba que
su exnovio anduviera cerca para alterarlo o hacer que se sintiera mal.
Ahora, Naruto
dependía de él, y haría hasta lo imposible por cuidarlo lo mejor que sabía.
—Bueno, tengo que
irme —dijo Sasuke, despidiéndose de su madre con un abrazo.
—¿Ya, cariño? —preguntó
Mikoto, decepcionada—. Pero si es Navidad… y vamos a celebrar el compromiso de
Itachi e Izumi y la llegada de su bebé.
Sasuke le dedicó
una sonrisa de disculpa.
Resultaba que, la
noche de la gala benéfica, Izumi no había estado enferma, sino que estaba
sufriendo las primeras náuseas del embarazo, los dos lo habían anunciado
durante la cena navideña, así como se habían prometido y que querían casarse a
principios de primavera, antes de que llegara el bebé. Sasuke no podía estar
más feliz por su hermano y su cuñada, y estaba impaciente por ver a su sobrino
y sostenerlo en brazos por primera vez, pero le había prometido a Naruto que
estaría con él después de la cena. Ese día, todos sus amigos estaban con sus
respectivas familias y él no tenía a nadie, era la primera Navidad que pasaba
sin su madre… y no quería dejarlo solo. No hoy.
—Lo siento, mamá,
pero le prometí a mi amigo que estaría con él. No tiene familia y no quiero que
esté solo.
Mikoto se ablandó
al escuchar eso.
—¿Es el que tuvo
el accidente?
—Sí.
—Entonces está
bien —dicho esto, le sonrió con dulzura—. Tráelo un día a casa para que lo
conozcamos, siempre es agradable ver que haces amigos nuevos y, por lo que nos
has contado sobre él, parece alguien muy interesante.
Sasuke sonrió. Sí,
ya le había hablado a su familia de Naruto, no había tenido otro remedio
después de que desapareciera sin decir nada a nadie en la gala benéfica; les
había contado la verdad… a medias. Había dicho exactamente lo que había
ocurrido, pero omitiendo el hecho de que estaba saliendo con el rubio, lo había
descrito como un amigo por ahora porque no quería presentar a Naruto mientras
estaba en el hospital, quería esperar hasta que estuviera recuperado y, de
paso, tenía tiempo para hablarles de él, para que no les pillara tan de
sorpresa que estuviera saliendo con un hombre. Era evidente que sería
impactante de todos modos porque siempre había estado con mujeres, pero al
menos sabrían un poco sobre él, sabrían que era muy diferente a todas las
parejas que había tenido hasta el momento y que era alguien con quien estaba a
gusto.
Se despidió de su
padre y felicitó a su hermano y a Izumi antes de irse. Sin embargo, Itachi, que
sospechaba que Sasuke en realidad iba a ver a esa chica misteriosa con la que
estaba saliendo y de la que hablaba como un “amigo” (lo que atribuyó a que no quería
que sus padres, sobre todo su madre, se emocionaran por estar hablando tan bien
de una mujer hasta presentársela formalmente), se apresuró a ponerse una
gabardina para seguirlo, haciendo que su prometida lo mirara con una ceja
levantada.
—Itachi, no es una
buena idea.
—Solo quiero echar
un vistazo.
—Deja a tu
hermano, nos la presentará cuando esté listo —dijo en voz baja. Por supuesto,
Itachi había compartido ese secreto con Izumi, estaba demasiado emocionado
porque su hermano hubiera encontrado al fin a alguien que merecía la pena y
necesitaba comentarlo con alguien.
—No voy a
agobiarlo, solo quiero ver cómo es.
Izumi puso los
ojos en blanco.
—Tiene gracia,
cuando te conocí, no sabía que fueras tan cotilla.
—Solo lo soy
cuando es de vital importancia, y esto lo es.
Su prometida negó
con la cabeza y lo besó en la mejilla.
—Un vistazo rápido
y vuelves, ¿entendido? Ni se te ocurra presentarte, lo digo en serio. Esto es
importante para Sasuke y tienes que dejar que lo haga a su manera.
—Lo prometo —asintió
Itachi con entusiasmo. Le dio un beso rápido en los labios y salió rápidamente
tras su hermano, siguiéndolo en el coche con la mayor discreción que podía, lo
cual era fácil ya que era de noche y estaba nevando, a Sasuke le costaría mucho
distinguir su vehículo.
Frunció un poco el
ceño cuando lo vio aparcando en el hospital, de hecho, era uno de los suyos.
Había oído que ese “amigo” había tenido un accidente, pero su hermano no había
dicho que siguiera herido, es más, si echaba cuentas, llevaba ya más de un mes
ingresado. ¿Y si su chica tuvo el accidente durante el trabajo? Si ella era
bombero, eso quería decir que probablemente fue algo grave y que estaba
relacionado con fuego… Claro… eso explicaba por qué Sasuke se había cogido unas
semanas libres del trabajo y que después apenas le hubieran visto por casa; él
había dicho que estaba ocupado con las compras navideñas, pero ahora se daba
cuenta de que lo había hecho para estar pendiente de su novia.
Inquieto por su
estado y ansioso por ver si podía ayudar en algo, siguió a su hermano con el
mayor disimulo posible por los pasillos, llegando al sexto piso donde, al
doblar la esquina, lo vio metiéndose en una de las primeras habitaciones. Con
mucho cuidado, se acercó y abrió la puerta… se asomó… y se quedó desconcertado
al ver a Sasuke sentado junto a un hombre rubio de ojos azules que parecía
haber salido de una película de Hollywood. Entonces… ¿ese amigo hipotético era
de verdad?, ¿no una estrategia para presentar a su novia?
No le encontró
ningún sentido, así que siguió observando con el ceño fruncido. No podía
escuchar bien de qué hablaban ya que la televisión estaba encendida y él no se
encontraba lo bastante cerca, pero al menos pudo ver cómo ambos charlaban
brevemente con sonrisas cariñosas… hasta que Sasuke sacó una cajita envuelta en
papel de regalo y se la tendió al rubio. Supo por la expresión de este que le
estaba recriminando el haberle regalado algo, pero su hermano le quitó
importancia y pareció insistir en que lo abriera.
Su ceño se acentuó
un poco al ver que se trataba de un medallón dorado. Parecía algo muy personal
para dárselo a un amigo…
Entonces, el rubio
leyó algo que debía de haber en la medalla y le dedicó una enorme sonrisa feliz
a su hermano antes de tirar de él y… ¡¿besarlo?!
Itachi se quedó
con la boca abierta. ¡¿Qué estaba pasando?! ¿Cómo se le ocurría besar a Sasuke?
¿Acaso no sabía que él no era…?
Y, justo antes de
poder terminar ese pensamiento, vio cómo su hermano abrazaba al hombre rubio y
le devolvía el beso amorosamente, acariciando su rostro con una mano como si
fuera algo muy preciado para él para después enterrarlo en su cabello. No pudo
reaccionar durante todo el tiempo que esos dos estuvieron besándose como si no
existiera nada más en el mundo pero, cuando al fin se separaron y los vio
sonreírse con un brillo feliz en los ojos, por fin pudo apartarse de la puerta
y dar media vuelta para regresar al ascensor.
Pese a que su
rostro tenía una expresión de completa sorpresa y confusión, en el fondo su
mente era como una adolescente que gritaba: “¡qué fuerte!, ¡qué fuerte!, ¡qué
fuerte!”, y no era para menos.
¡Un hombre!
Acababa de ver a Sasuke morreándose de lo lindo con un enorme y sexy rubio que
parecía más que encantado con sus atenciones… ¡Pues claro! ¡Eso lo explicaba
todo! Que su hermano estuviera tan reticente a hablarle de su misteriosa
pareja, que no hubiera querido presentarla a sus padres todavía… no tenía ni
idea de cómo habría ocurrido, pero estaba seguro de que fue un golpe impactante
para Sasuke y que lo más seguro era que hubiera necesitado tiempo para aceptar
esa parte de él, a su pareja, la nueva relación que compartían…
Al comprenderlo
todo, sonrió ampliamente. A él no le importaba la sexualidad de su pequeño
hermano, solo quería que fuera feliz con alguien que realmente le quisiera y, a
juzgar por cómo ese rubio lo había mirado, parecía que sus sentimientos eran
sinceros.
Necesitaba saber
quién era. Necesitaba saberlo todo sobre él. Sabía que no estaba bien y que
Sasuke tenía que hacer las cosas a su manera, pero no podía refrenar su
curiosidad, que lo llevó directamente a recepción, donde preguntó por el
paciente de aquella habitación, obteniendo un nombre que lo conduciría a una
ardua y exhaustiva (y sí, cotilla a más no poder) investigación sobre el novio
de su hermano… Naruto Uzumaki.
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