Capítulo 6. El accidente
En cuanto Sasuke se vio libre de bailar con Lee, fue directo a sentarse, ya
que este secuestró a Naruto antes de que pudiera hacerlo él. Joder, ese doncel
tenía demasiada energía, le había dado vueltas por toda la pista, entre otras
piruetas que, en algunos momentos, creyó que acabarían con su vida.
Vio con una sonrisa cómo el rubio danzaba con su amigo, así como hicieron
Tenten y Kiba, quienes reían al ver al doncel de ojos saltones en su salsa, tal
y como demostraban sus complejos movimientos, con los cuales Naruto,
simplemente, se dejaba llevar, como si ya estuviera acostumbrado. Tampoco tardó
mucho en encontrar a Gaara, pues cuando este lo había visto libre y a solas, había
aprovechado la situación para acercarse.
—¿Te importa si me siento? —le preguntó el pelirrojo, señalando el lugar
vacío a su lado.
Sasuke se hacía una idea de lo que iba a pasar y, aunque no le hacía mucha
gracia que estuviera a punto de darle la charla sobre lo que le ocurriría si le
hacía daño al doncel rubio, se hizo a un lado para dejarle espacio.
En cuanto Gaara se sentó, le dijo:
—Ya sé lo que vas a…
—No te preocupes, no voy a darte advertencias ni amenazas —interrumpió el
otro hombre, sabiendo lo que pasaba por su cabeza. Su rostro era serio mientras
hablaba—. Mi primo es un adulto y sabe lo que hace. Además, he visto la forma
en que lo miras —dicho esto, le miró con cierta extrañeza—. Es… curioso; sé que
os conocéis desde hace poco tiempo, pero es como si hubiera un vínculo entre
vosotros.
Sasuke meditó un momento antes de contestar. No podía decirle al primo de
Naruto que él y el rubio fueron pareja, este último, pese a que aparentemente
había bajado la guardia, todavía no había mencionado nada sobre que ya se
conocían, de modo que no podía afirmarlo porque el doncel probablemente diría
lo contrario. Eso haría que diera un gran salto atrás en la nueva relación que
estaban estableciendo, y era lo último que quería. Así que optó por buscar otra
forma de responder pero que, al mismo tiempo, no se alejara demasiado de la
verdad.
—Naruto y yo… somos parecidos, en cierto modo. Él no me trata como la
mayoría de las mujeres y los donceles, eso es refrescante y muy agradable. A
diferencia de los demás, no quiere aprovecharse de mí ni espera que resuelva
sus problemas, es independiente y muy capaz de cuidar de sí mismo. Me gusta,
conecto con él de una forma que no he hecho con nadie —trató de explicarse,
aunque no estaba seguro de si Gaara le habría entendido.
Sin embargo, el pelirrojo lo había hecho. Puesto que era de nacionalidad
japonesa, había oído hablar de Corporaciones Uchiha y, si bien la tecnología no
era un campo que comprendiera mucho, sí conocía la fama y fortuna de la familia
debido a la empresa. Por lo que había contado Sasuke, era evidente que tendría
a miles de mujeres y donceles detrás de él no solo por su atractivo, sino
también por su dinero. Obviamente, eso no le gustaba a nadie, y Gaara conocía
lo suficientemente bien a su primo como para saber que Naruto era la persona
más desinteresada del planeta; solo una vez tuvo que pedir ayuda económica a
Kurama, y lo hizo únicamente porque estaba embarazado y temía por la salud de
su hijo.
Podía entender lo que Sasuke veía en Naruto, y le alegró que no hubiera
mencionado su físico. La mayoría de los varones solo habrían prestado atención
al trasero del rubio.
—Voy a contarte algo —le dijo a Sasuke—, y quiero que quede entre nosotros.
Dime, ¿Naruto te ha hablado de mí?
Este frunció el ceño, pero respondió:
—Eres el hijo de la hermana de su padre. Creo que tienes dos hermanos.
Gaara asintió y se quedó mirando la pista donde su primo y Lee bailaban.
—Mi madre murió dándome a luz. Mi padre y mis hermanos me odiaban por ello
y no se molestaron en ocultarlo. El único que me quería era el hermano gemelo
de mi madre, mi tío Yashamaru. Pero, un día, visitando el lugar donde
trabajaba, este se derrumbó. Parece ser que había problemas con la estructura,
pero el dueño no tenía los ingresos necesarios para restaurarla. Mi tío me
protegió con su cuerpo de los escombros, pero él murió apenas fuimos
rescatados.
Sasuke agachó la cabeza.
—Lamento oírlo.
El pelirrojo solo inclinó la cabeza a modo de agradecimiento. La muerte de
Yashamaru ya no le atormentaba tanto como antaño.
—El caso es que, tras su muerte, me quedé solo. Mi padre me odiaba y mis
hermanos no podían ni verme. Su resentimiento hizo que sintiera que no era
merecedor del afecto de nadie y, para evitar que alguien más me hiriera como lo
hacían ellos, me alejé de todo el mundo… hasta que conocí a Naruto.
El otro hombre asintió, pero no dijo nada, poco dispuesto a interrumpirle.
—Mi padre murió un año después de que Naruto perdiera a su familia en aquel
accidente. En ese momento, mis hermanos, Temari y Kankuro, estaban en la
universidad y tuvieron que compaginarla con otros trabajos para poder salir
adelante. No tenían tiempo para ocuparse de mí, ni tampoco querían hacerlo, así
que me enviaron con Naruto. Vivimos juntos cinco años. Él… me ayudó a darme
cuenta de que yo no era el culpable de la muerte de Yashamaru, ni tampoco de la
de mi madre, hizo que me aceptara a mí mismo y, gracias a él, fui capaz de
tener amistades con el tiempo. También se encargó de reconciliarme con Temari y
Kankuro y, cuando cumplí los dieciocho, me obligó a irme a estudiar egiptología
al extranjero, ya que en Japón no podía hacerlo, a pesar de que yo no quería
dejar de vivir con él.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Eso por qué?
—Naruto también estaba solo cuando le conocí. Era muy masculino para ser un
doncel y los demás se apartaban de él por ello, se burlaban y trataban de
maltratarlo —dicho esto, se le escapó una pequeña sonrisa orgullosa—, pero él
era más fuerte que los varones.
El Uchiha también sonrió. Eso no lo ponía en duda.
—Perder a sus padres solo lo hizo todo un poco peor —continuó el
pelirrojo—. Quiero pensar que mi presencia le consolaba, aunque solo fuera un
poco.
—Estoy seguro de que así fue —dijo Sasuke con suavidad.
Gaara lo miró fijamente un segundo.
—A pesar de todo, Naruto insistió en que tenía que irme para estudiar
egiptología, ya que así conseguiría mi sueño. Él siempre ha sido así, se
sacrifica por los demás. Es una buena persona y muy importante para mí. No le
hagas daño —terminó diciendo, esta vez con un leve matiz de advertencia.
Aun así, Sasuke no se amedrentó. Dejó que los ojos de Gaara se clavaran en
los suyos para que viera que era totalmente sincero.
—Hacerle daño es lo último que quiero.
El otro varón lo sondeó con la mirada unos instantes y después asintió.
Sasuke no podía estar seguro porque su rostro era muy poco expresivo, pero
habría jurado que había un brillo de satisfacción en sus ojos aguamarina, como
si hubiera oído lo que quería oír.
No mucho después, Naruto regresó con el resto del grupo y tomaron unas copas
todos juntos entre risas y charlas. El doncel se puso al día con su primo, el
cual les contó al resto sus progresos en las excavaciones que estaban llevando
a cabo en Egipto, en el Valle de los Reyes en busca de más tumbas, mientras que
los demás le contaron a Gaara todo tipo de anécdotas, incluyendo la subasta de
solteros organizada por Kurama, donde pudieron reírse un rato a costa de Kiba
al describir cómo la señora Rose había conseguido por fin una cena con él.
En esta ocasión, no se fueron tan tarde a casa, más que nada porque Gaara
estaba un poco cansado del viaje y quería estar un rato a solas con Lee.
Sasuke, Naruto y Kiba fueron juntos hasta la clínica de este para recoger el
trineo y los perros del doncel, a quien ayudaron con el montaje del vehículo.
Después, se despidieron de Kiba, quien parecía muy contento al ver que los dos
se marchaban juntos al hotel de Sasuke, rezando porque el rubio se diera un
buen revolcón con él… pero no. Este se limitó a dejar al varón en el edificio,
delante del cual se detuvieron.
—Tu primo y Lee hacen una pareja muy curiosa —comentó el Uchiha con el ceño
fruncido, ya que Gaara era muy serio e inexpresivo, mientras que el doncel era
pura energía y derrochaba alegría por todos los poros de su piel.
Naruto soltó una risilla.
—Yo creo que se complementan muy bien; Gaara necesita a alguien que lo
anime a soltarse de vez en cuando y Lee a una persona que le haga pensar antes
de hacer alguna locura.
Viéndolo de esa forma, tenía sentido.
Sasuke miró por el rabillo del ojo el hotel, a pesar de que no quería
separarse de Naruto todavía. Este también estaba en una situación similar;
quería quedarse con el varón un poco más, pero eso implicaría estar totalmente
solos en su habitación… y no estaba seguro de si quería llegar tan lejos tan
rápido. Es decir, Sasuke le atraía muchísimo y no le importaría nada envolver
las piernas alrededor de su cuerpo mientras él le embestía fuerte y rápido,
pero normalmente solía esperar hasta la tercera cita.
¿Anticuado? Tal vez, pero desde la experiencia que tuvo con el imbécil de
su exnovio, odiaba que los hombres lo utilizaran para el sexo y que después le
dieran la patada. Sabía que Sasuke no era así pero, de todas formas, tenía la
sensación de que aún era pronto para acostarse con él.
—¿Nos vemos mañana? —le preguntó Sasuke de repente, interrumpiendo sus
pensamientos.
Naruto no pudo evitar sonreírle con picardía.
—¿No vas a invitarme a pasar?
Sasuke levantó una ceja, pero también sonrió. Ahí estaba, el mismo Naruto
que veía en sus recuerdos, desvergonzado y directo.
—¿Quieres que lo haga?
El doncel se mordió el labio inferior. Se dio cuenta de que estaba
claramente tentado, aunque vio la duda en sus ojos. Si no estaba seguro, Sasuke
no lo forzaría, odiaría que Naruto se arrepintiera al día siguiente de haberse
acostado con él; así que se acercó lentamente, envolvió su cintura con los
brazos y lo estrechó contra su cuerpo.
—Cuando estés listo, házmelo saber —le dijo al oído con suavidad.
Naruto le devolvió el abrazo con fuerza.
—Gracias —dicho esto, le dio un beso en los labios que pretendía ser suave,
un gesto de despedida… pero, una vez ambos probaron el sabor del otro, dejaron
que el momento se alargara de forma indefinida, explorándose sin prisas,
permitiendo que sus lenguas se reencontraran y danzaran juntas de nuevo. En
cuanto la lengua de Naruto acarició la de Sasuke, este no pudo evitar enredar
sus dedos en el cabello del doncel, agarrándolo con firmeza para poder
controlar el beso y profundizarlo, volviéndolo más húmedo y erótico. El rubio se
dejó hacer con un gemido de necesidad que lo puso duro; se dio cuenta en ese
momento de que el doncel lo deseaba tanto como él, y habría estado encantado de
darle placer de todas las formas que se les podría pasar a ambos por la cabeza
si no fuera por la indecisión que había visto antes en los ojos de Naruto. Por
mucho que le gustara la idea, no podía seducirlo para que acabara en su cama,
no quería que el rubio le rechazara después de eso o que se sintiera
avergonzado, eso le dolería mucho.
Así que, a regañadientes, besó una vez más a Naruto y luego se separó con
la respiración agitada. El doncel le lanzó un gemido de protesta y trató de
besarlo otra vez pero, aunque Sasuke deseaba besarlo durante toda la noche,
puso el pulgar en sus labios para detenerlo.
—Naruto, no tengo tanto control sobre mí mismo —admitió, mirándolo con un
brillo de lujuria en sus oscuros ojos—, no contigo tan cerca.
El rubio se sonrojó y se mordió el labio inferior.
—Lo siento.
Sasuke sonrió y le acarició la mejilla.
—Cuando estés preparado. No quiero que luego te arrepientas.
En ese momento, la expresión de Naruto se volvió mortalmente seria.
—Nunca me arrepentiría de estar contigo —lo dijo con tal sinceridad que a
Sasuke le invadió una oleada de calor muy agradable.
Incapaz de expresar lo mucho que significaba eso para él, lo besó una vez
más; fue un beso apasionado pero corto, Sasuke estaba seguro de que si se
prolongaba mucho esta vez no sería capaz de parar.
Después de eso, Naruto le dijo que debía irse, pues era de noche, hacía mucho
frío y él aún tenía que regresar a casa. Sasuke le ofreció llevarlo en coche a
él y sus perros, pero el doncel observó que su vehículo no tenía suficiente
espacio para el trineo y le dijo que no se preocupara, que estaría bien. El
Uchiha, sabiendo que Naruto no aceptaría su intento de cuidar de él, desistió,
pero le pidió que fuera con cuidado y que le enviaría un mensaje como que había
llegado sano y salvo a su casa, algo que Naruto aceptó. Quedaron en verse
mañana, aunque no especificaron cuándo, y luego, el rubio desapareció en la
oscura y gélida noche de Nome. A Sasuke todavía no acababa de gustarle que
Naruto se fuera tan tarde en trineo con ese viento y la nieve cayendo, sin
embargo, sabía que su doncel podía cuidar de sí mismo y que conocía muy bien la
zona, por lo que no creía que le pasara nada malo. Aun así, no pensaba
acostarse hasta recibir su mensaje de que había llegado sano y salvo.
Convencido de que estaría bien, fue a refugiarse al hotel y se encaminó
hacia su habitación. En cuanto estuvo en la puerta, oyó que la del otro lado se
abría con un chirrido, aunque no le dio mucha importancia.
—Sasuke.
Hasta que oyó esa voz.
Maldijo mentalmente antes de dar media vuelta y encontrarse con Sakura. La
miró con el ceño fruncido; llevaba una de las batas blancas del hotel abierta,
por lo dejaba a la vista un camisón de color rosa claro muy corto, apenas le
llegaba a la mitad de los muslos, estaba seguro de que si se agachaba un poco
podría ver sus bragas. Era de tirantes y tenía el escote bastante bajo, de
forma que la curva de sus pequeños senos era perceptible.
¿Otra vez con eso?
Pues no, no iba a seguir con aquella tontería; él estaba enamorado de
Naruto y, aunque no lo estuviera, no tenía el menor interés en su compañera de
trabajo.
—Sakura, ¿qué haces aún aquí? —preguntó sin rodeos.
La mujer frunció un poco los labios. Le irritaba que el joven Uchiha no le
hubiera prestado la más mínima atención a su lencería, discreta pero que
mostraba claramente sus intenciones. En vez de eso, exigía saber por qué no se
había marchado ya a Japón.
Ese día no había sido el mejor para Sakura: primero, descubría que el
hombre al que amaba seguía detrás de ese estúpido doncel que, encima, se
dedicaba a dar clases de trineo a unos críos, sin duda alguna un trabajo mal pagado,
muy lejos del nivel de Sasuke; luego, él y ese paleto se besaron, ¡se besaron!,
¡¿qué demonios veía un Uchiha en ese salvaje?!; después, cuando intentó
seguirlos, se dio cuenta de que las llaves del coche no estaban en su contacto
y las estuvo buscando por todas partes, incluso en la nieve por si se le habían
caído por donde había andado, y, por último, la grúa tardó casi dos horas en
llegar a recogerla y, para colmo, perdió de vista a esos dos, no pudo
encontrarlos en toda la tarde y encima a pie, ya que los de la empresa que le
había alquilado el vehículo no podían facilitarle una nueva llave hasta el día
siguiente.
Lo último que le faltaba era que Sasuke regresara tarde a su habitación
otra vez, como la noche anterior, y que, además, le echara en cara que aún no
se hubiera marchado. Quería sacudirlo por los hombros hasta que se diera cuenta
de que estaba perdiendo el tiempo con ese doncel y que ella era mucho más
adecuada, ¡necesitaba que abriera los ojos de una vez!
Sin embargo, no lo haría. No podía volver a actuar como una histérica,
debía ir con cuidado y buena letra; seguiría vigilando al doncel para
asegurarse de que no llegara muy lejos con Sasuke e intentaría persuadirlo de
hacer cosas juntos hasta ganarse su interés. Por eso, ahora debía actuar con
normalidad, pero eso no evitaría que tratara de seducirlo.
—Mi vuelo se ha retrasado. Hay una ventisca y no podré volver a Japón hasta
que pase.
Sasuke estrechó los ojos con desconfianza. No acababa de creerlo, aunque
era cierto que en Nome, y más aún en esa época del año, las ventiscas estaban a
la orden del día. Sin embargo, seguro que Sakura ya sabía eso.
—Entiendo —dijo con tono seco antes de darle la espalda a Sakura y abrir la
puerta de su habitación—. Me voy a dormir —anunció como despedida, dando por
zanjada la conversación.
—¡Sasuke, espera!
El hombre se detuvo y la miró con cautela. Sakura adoptó una pose tímida y
coqueta que él ya tenía muy vista, era la estrategia empleada por toda mujer o
doncel que quería conocerle íntimamente.
—¿Te gustaría pasar? —le ofreció la joven, dejando que la bata resbalara de
forma casual por su hombro, destapándola un poco más. Sasuke tuvo deseos de
resoplar ante la planificada escenificación.
—No, estoy cansado —“de ti”, añadió en su fuero interno y cerró la puerta
sin parar a mirarla dos veces, por lo que no llegó a ver su expresión de ira y
frustración.
Dejó el móvil sobre la cama mientras se cambiaba la ropa y se preparaba
para dormir. Justo cuando se metía en las sábanas, el teléfono tintineó, señal
de que le había llegado un mensaje:
Naruto: He llegado bien, ya
puedes dormir xD
A Sasuke se le escapó una sonrisa. Le gustaba que Naruto lo conociera tan
bien.
Sasuke: ¿Cómo lo has
sabido?
Naruto: Intuición de
doncel. Además, eres un caballero y por supuesto esperas levantado hasta saber
que tu dama está bien, ¡ja, ja, ja!
No pudo evitar soltar una carcajada.
Sasuke: Tú no tienes nada
de dama.
Naruto: Me alegro de que te
hayas dado cuenta :P Me voy a dormir, mañana tengo que dar una clase. Buenas
noches, Sasuke :)
Sasuke: Buenas noches,
Naruto.
Al día siguiente, Sasuke estaba saliendo de la ducha cuando escuchó que
alguien le llamaba. Fue corriendo al dormitorio con solo la toalla puesta
alrededor de la cintura, con la esperanza de que se tratara de Naruto que le
llamaba para volver a verse.
—¿Diga?
—Buenos días, señor Uchiha.
Reconoció de inmediato esa voz grave y profunda, con un toque de diversión.
—Buenos días, señor Kyubi —respondió. Se sentía un poco decepcionado de que
no fuera el rubio al que amaba, pero al menos era mucho mejor que aguantar a
Sakura.
—Percibo en su tono de voz que esperaba otra llamada —comentó con un tono
de voz… como si le hiciera gracia. A Sasuke le pareció un poco escalofriante el
hecho de que pareciera conocer lo que pasaba por su cabeza aun sin estar
presente o intercambiar tan solo dos palabras.
—¿Qué quería? —le preguntó, deseando cambiar de tema.
Kurama lo aceptó sin problemas, tal vez consciente de su incomodidad. De
nuevo, fue escalofriante.
—No habrá olvidado que tenemos negocios pendientes, ¿verdad? —inquirió el
pelirrojo.
—Por supuesto que no —dijo Sasuke, cambiando automáticamente a modo
profesional y preparándose para lo que fuera que estuviera a punto de proponer
el excéntrico empresario.
—Maravilloso, me gustaría pedirle que viniera esta tarde a casa de Naruto
para poder charlar un rato, hay un par de asuntos que quisiera comentar con
usted para que nuestro acuerdo pueda llegar a términos satisfactorios para
todos.
Sasuke frunció ligeramente el ceño, preguntándose qué asuntos querría
tratar exactamente. Pese a odiar su trabajo, era bueno en lo que hacía, y
calaba a la gente enseguida, no le costaba mucho ver adónde quería llegar, pero
con Kurama Kyubi… Ese hombre era impredecible y confuso, le desconcertaba, aunque
le caía bien. Era una buena persona que se preocupaba por su pueblo y su gente
y, lo más importante, quería a Naruto como si fuera parte de su familia y haría
cualquier cosa por él. Eso le bastaba.
—¿A qué hora le viene bien que me pase? —preguntó. Lo cierto era que, si
iban a hablar en casa de Naruto, podría verlo. La idea de tenerlo cerca lo
animó.
—¿Qué le parece sobre las cuatro?
—No tengo inconveniente.
—Estupendo —ronroneó Kurama, complacido—. A propósito, tengo entendido que
Naruto y usted han hecho amistad.
Sus palabras hicieron que frunciera el ceño. Kurama había sido consciente
desde el principio de que se sentía atraído por el rubio, por no decir que en
la subasta su interés en él quedó más que claro, incluso le advirtió que no le
hiciera daño, así que, ¿a qué venía esa pregunta? Puede que solo quisiera saber
si habían llegado a intimar pero, si solo fuera eso, le habría bastado con
preguntarle a Naruto, quien seguro le daría más detalles que él. De modo que…
¿qué estaba tramando? ¿Le estaría sondeando para saber cómo de profundos eran
sus sentimientos por el doncel? Dudoso, Kurama era demasiado inteligente como
para creer en eso del amor a primera vista, a pesar de que Sasuke ya estaba
enamorado del rubio, sin embargo, eso se debía a la relación que habían tenido
antaño y al amor que había crecido entonces, pero él no sabía nada de eso… ¿no?
—Así es —respondió con cautela.
—Me alegro mucho por usted —le felicitó, aparentemente alegre. ¿Cuáles eran
sus intenciones?—. ¿Por qué no se queda entonces a cenar con nosotros?
Sasuke frunció ligeramente el ceño, meditando. Por supuesto que le
encantaría cenar con Naruto, pero seguía desconfiando de las intenciones del
pelirrojo.
—No se preocupe, señor Uchiha, no muerdo —dijo este sin la menor intención
de disimular su diversión. ¡Ya lo estaba haciendo otra vez!, él no se asustaba
fácilmente, pero eso que hacía no podía ser normal, nadie tiene tanta capacidad
de deducción… ¿verdad?
—Me quedaré —respondió finalmente con abierta desconfianza. Por encima de
todo, quería estar con Naruto y seguir intentando que confiara en él y
retomaran la relación que dejaron atrás hace dos años, aunque significara
seguir los extraños y misteriosos planes del director de Biju S. A.
—Perfecto, informaré a Naruto de inmediato. Le estaremos esperando, señor
Uchiha.
Cuando colgó, Sasuke trató de sacar algo en claro del extraño
comportamiento de Kyubi pero, a diferencia de este, él carecía de su intuición,
sus dotes de deducción o la capacidad de leer la mente, ¡qué iba a saber él! A
pesar de que odiaba ser manipulado por otra persona, seguía queriendo ver a
Naruto, por lo que decidió hacer tiempo esa mañana y dedicarse a mirar los
cursos que ofrecían las universidades para estudiar historia. Desde que había
descubierto que le gustaba, había estado pensando en estudiar esa carrera e
incluso en dedicarse a ello en un futuro, aunque aún no había decidido nada que
fuera lo bastante sólido, todo dependía de si su relación con Naruto
funcionaba. Sabía que, si las cosas iban bien, formaría una familia con él y o
bien se quedarían en Nome o regresarían a Japón, lo que al doncel le hiciera
más feliz. Incluso la idea de ayudarle a criar perros de trineo le parecía… muy
atrayente. De hecho, se descubrió a sí mismo deseando tener la oportunidad de
adiestrar a los pequeños cachorros de Blue.
Antes de la hora de comer, salió a correr por la ciudad, pues estaba
acostumbrado a ir al gimnasio y hacer ejercicio, y últimamente no había podido
hacerlo. Por el camino, se cruzó con la clínica veterinaria de Kiba y pasó a
saludarlo, aunque no estuvo mucho tiempo, ya que el joven estaba un poco
ocupado y no tenía tiempo para charlar largo y tendido, cosa que le habría
encantado para averiguar si al final su rubio amigo se había acostado con el
japonés forastero o no. También pasó algo de tiempo en la armería de Tenten,
quien le ofreció a enseñarle a disparar, y Lee, que iba corriendo a su
academia, lo alcanzó en algún momento y lo retó a una carrera… que obviamente
perdió a los cinco segundos de dar la salida, ya que el doncel era como una
puñetera bala.
Aun así, no se fue con las manos vacías. Como premio de consolación, Lee le
ofreció comer con él, su padre y Gaara. Puesto que Sasuke no vería a Naruto
hasta la noche y por nada del mundo quería cruzarse con Sakura en el hotel y
compartir la comida con ella, accedió. Tuvo que admitir que era muy divertido
el dúo que formaban Lee y su padre, aunque, curiosamente, se sentía más cómodo
con Gaara, a pesar de la conversación de anoche, tal vez porque en cuanto a
carácter se parecían bastante.
—Así que sabes de Saki —comentó el pelirrojo en determinado momento.
—Naruto me habló mucho de él —dijo Sasuke, sonriendo al recordar la carita
del hijo del rubio. Le parecía muy tierno que se pareciera tanto a su padre
doncel.
A Gaara le gustó la expresión que puso el otro hombre al mencionar a su
sobrino. La mayoría de los hombres interesados en su primo huían al saber que
el hermoso doncel ya era padre de un niño pequeño y, aunque podía comprender
que muchos no quisieran tener ya a un bebé de por medio o simplemente criar al
hijo de otro hombre, le seguían pareciendo unos cobardes, sobre todo odiaba a
aquellos que se atrevían a juzgar al rubio por haber tenido un hijo tan joven.
Sin embargo, sabía que Naruto no se había arrepentido en ningún momento de
tenerlo, y no dudaba en salir en defensa de su pequeño cual feroz leona si
alguien se atrevía a insultarlo de cualquier modo.
Así que era un alivio tener la seguridad de que Sasuke no tendría problemas
con él por Saki.
—Me sorprende que no te moleste —comentó, tanteando un poco más, intrigado
ante el hecho de que Sasuke no fuera como los demás.
Pese a que este no era muy dado a compartir cosas íntimas con alguien a
quien acababa de conocer, Gaara se había abierto la noche anterior para hacerle
entender lo importante que era Naruto para él, de modo que decidió hacer un
esfuerzo y hablarle de su padre. Fue un relato corto, al que Lee y su padre
también prestaron atención, donde contó más o menos lo mismo que le dijo a
Kiba: su relación distante con su padre, el amor incondicional de su madre y
cómo se sentía él al respecto. En definitiva, declaró que lo último que quería
era que cualquier niño pasara por lo mismo que él.
—Es la historia más triste que he oído —dijo Lee con los ojos brillantes
por las lágrimas.
—¡No te preocupes, Sasuke! ¡Los Maito te adoptamos! —anunció Gai, cuya
expresión era idéntica a la de su hijo.
De repente, Sasuke se vio envuelto en un fuerte abrazo por parte del doncel
y su padre. Incómodo, miró a Gaara, quien no parecía en absoluto sorprendido
por la actitud de su novio y su suegro.
—Tranquilo, a mí me hicieron lo mismo cuando les hablé de mi familia. Te
acostumbrarás.
—¡Cierto! —exclamó Lee, apartándose de Sasuke para abrazar a su pareja.
—¡No nos olvidamos de ti, Gaara! —añadió Gai, también lanzándose sobre el
pelirrojo.
El Uchiha miró un poco perplejo al primo de Naruto siendo víctima de un
abrazo en grupo. Sin embargo, a este no parecía molestarle, seguía tan normal,
aunque pasó un brazo alrededor de la cintura de Lee y le dio unas palmaditas a
Gai, como si en realidad fuera él quien necesitara consuelo.
—¿Naruto te ha hablado alguna vez del padre de Saki? —le preguntó. Esperaba
que Gaara, al ser su primo, supiera algo más.
Por fortuna, así era.
—Estuvieron juntos durante un año. Naruto me hablaba mucho de él, se le
notaba muy enamorado.
—¿Conoces su nombre?
—No, dijo que pertenecía a una familia muy conocida y que no quería que
investigara nada sobre él. Pero sí me contó que le hizo pasar por tres citas,
fue una norma que se puso tras una mala experiencia con un exnovio, después se
hicieron novios y él le llevó a un viaje a Nara.
Un segundo, ¿había dicho Nara?
Sasuke se estremeció. No podía ser que Gaara le estuviera diciendo que…
—¿Te contó algo más? —preguntó, tratando de no sonar desesperado por saber
más.
Afortunadamente, Lee se mostró más efusivo que él por averiguar cosas sobre
el padre de Saki y Gaara le prestó más atención a él que al rostro pálido de
Sasuke.
—Hubo algún que otro problema entre ellos; al principio, Naruto no estaba
seguro de querer salir con él cuando se lo pidió porque tuvieron un encuentro
desagradable con su ex. Luego descubrió que él estaba prometido con una mujer.
—¡No me digas! —exclamó Lee, claramente enfadado—. Naruto no merecía algo
así.
—El matrimonio fue arreglado por los padres de él, pero al final lo
canceló. Lo último que me contó antes del accidente fue que estaba embarazado y
que tenía mucho miedo de contárselo, que no sabía si aceptaría al bebé porque
los dos eran muy jóvenes.
Sasuke tragó saliva, tratando de controlar la ola de pánico que le había
inundado. Aunque pareciera imposible, Gaara estaba describiendo su relación,
¡era imposible que Naruto pasara por lo mismo dos veces seguidas! Pero,
entonces… Entonces, era probable que él fuera el padre de Saki.
En ese instante, le invadió una calidez extraña en el pecho, jamás había
sentido nada parecido. La emoción era tan potente que le pilló por sorpresa, le
recordaba a lo que sentía por Naruto, solo que era una clase de amor diferente.
Amor paternal, decidió, tragando saliva. De repente, sentía la imperiosa
necesidad de ir a buscar a Saki y tenerlo en brazos, como si eso pudiera
confirmar sus sospechas.
Mientras le daba vueltas a eso, se dio cuenta de que Naruto había dicho que
perdió al padre de Saki en un accidente… no que hubiera muerto o fallecido, al
igual que le contó que no tuvo tiempo de hablarle al padre de su embarazo…
Un agudo dolor de cabeza le vino de repente y se llevó las manos a la
cabeza mientras gemía. Oyó la voz de Naruto, le estaba hablando por el móvil,
le decía que necesitaba verle, que tenía algo importante que decirle. Recordó
haberle pedido el coche a Itachi para ir lo más rápido posible a su casa… pero,
por el camino, se le cruzó un vehículo…
—¡Sasuke! —Lee se apartó de Gaara y fue corriendo a su lado cuando trató de
levantarse, pero trastabilló con la silla y acabó de rodillas en el suelo,
agarrándose la cabeza con ambas manos, tratando de hacer retroceder el dolor—.
¿Qué te ocurre?
—¿Qué le pasa? —oyó que preguntaba Gai a lo lejos, cuando en realidad lo
tenía al lado.
Sasuke intentaba por todos los medios recuperar algo de control, pero era
incapaz de ordenar su mente. Las imágenes pasaban tan rápido por su cabeza que
no podía digerirlas, era como estar viendo una serie de diapositivas a toda
velocidad; vio un borrón rojo, el rostro fugaz de un muchacho, el salpicadero
del coche de su hermano destrozado, las ventanillas estrellándose contra el
suelo y rompiéndose en mil pedazos, el suelo bocarriba, la sangre salpicando
los asientos. También sintió arañazos en el rostro, algo metálico rasgándole el
costado izquierdo, los huesos quebrándose, golpes en la cabeza y los hombros,
el cinturón comprimiendo su pecho, sacando el aire de sus pulmones.
Todo empezó a oscurecerse. Vio a Gaara, Lee y su padre a su lado, pero no
podía oírles, tan solo podía captar un agudo y molesto pitido. Tuvo miedo,
porque tenía la sensación de que la vida se le escapaba.
—Ey, se está despertando.
Sasuke abrió un poco los ojos, sintiéndose desorientado y confundido. La
sensación era vagamente familiar, recordaba haberse sentido igual aquella vez
en que despertó en el hospital tras el accidente, sin recordar nada. La buena
noticia era que, al menos, esta vez no había olvidado nada.
Lo primero que vio fueron unos hermosos ojos azules teñidos por el miedo y
la preocupación. Se sintió aliviado por reconocerlos de inmediato.
—Naruto…
—Estoy aquí —dijo este, cogiéndole la mano y estrechándosela con fuerza.
Frunció el ceño, tratando de entender por qué estaba en el hospital. Vio
entonces que el rubio no estaba solo; Gaara, Lee, su padre Gai, Kiba, Tenten y
hasta Kurama se encontraban en la habitación, mirándole con clara inquietud.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó Tenten.
—Confundido —reconoció.
—¿Sientes mareos o dolores de cabeza? —preguntó Kiba en modo profesional.
Era verdad que era veterinario, pero eso no evitaba que actuara como un médico
en situaciones como aquella.
Sasuke analizó su estado.
—Un poco mareado. ¿Qué ha pasado?
—Durante la comida, te agarrabas la cabeza —respondió Lee, apenado—.
Intentaste levantarte, pero caíste y te desmayaste. Nos asustaste mucho
—añadió, momento en que Gaara pasó un brazo por su hombro para consolar a su
pareja.
El Uchiha, por otro lado, se estremeció al recordar lo que había visto.
Ahora las imágenes estaban más claras y podía verlas de manera lineal, por lo
que pudo comprender lo ocurrido.
—Sasuke, ¿estás bien? —preguntó Naruto, que se había dado cuenta de cómo el
cuerpo del joven temblaba.
—Iré a buscar a Tsunade —dijo Kiba antes de desaparecer.
Mientras tanto, Sasuke hizo amago de sentarse y Naruto fue rápidamente a
ayudarlo. El primero no se quejó, aún estaba impactado por lo que había
ocurrido y agradeció que el doncel le echara una mano. Este permaneció a su
lado, cogiéndole la mano.
—Sasuke, ¿qué pasa? ¿Puedes decírmelo? —preguntó dubitativo, pues el Uchiha
parecía estar medio ausente.
Lo vio tragar saliva antes de mirarle a los ojos. Parecía horrorizado.
—Recordé.
Naruto notó que todos los músculos de su cuerpo se tensaban.
—¿El qué?
—Mi accidente. Lo recuerdo.
Antes de que nadie pudiera decir o preguntar nada, Kiba regresó con una
mujer alta, de largo cabello rubio recogido en dos coletas y ojos castaños. Iba
vestida con una larga bata de hospital que la identificaba como doctora, aunque
eso no bastaba para esconder sus generosos atributos femeninos.
—Buenas noches, señor Uchiha, soy Tsunade Senju, la doctora que le atiende.
¿Puede decirme cómo se encuentra?
—Mareado —respondió antes de fruncir el ceño—. Algo aturdido.
La mujer le hizo un par de pruebas para comprobar sus reflejos y luego le
pidió que describiera lo que le había ocurrido. Antes de eso, Sasuke le explicó
que tuvo un accidente en el que perdió la memoria y que ese mismo día lo había
recordado. Tsunade asintió, pensativa.
—Ha sufrido un ataque de estrés postraumático —declaró.
—¿Eso es posible? —preguntó Kiba, extrañado, ya que asociaba dicha
enfermedad a gente que había pasado por algún trauma como ir a la guerra, la
violación o los maltratos.
Tsunade lo explicó con calma.
—La pérdida total de memoria es, de por sí, difícil y muy confusa, a menudo
un sujeto que ha perdido toda noción de quién es suele estar asustado al
principio debido a la falta de reconocimiento de personas cercanas o cosas
cotidianas. Tras dos años, es indudable que este hombre ha rehecho su vida, por
lo que recordar algo, cualquier cosa, puede ser impactante… pero recordar un
accidente así es sin duda un duro golpe —dicho esto, se dirigió a Sasuke—. No
se preocupe, se pondrá bien físicamente, pero le recomiendo que hable con un
psicólogo sobre cómo se siente al respecto.
Sasuke hizo una mueca.
—No necesito hablar con nadie.
La doctora no pareció sorprendida por su actitud; todos los pacientes se
negaban a hablar con psicólogos.
—Como quiera, pero hablar puede ayudarle. Si no quiere un profesional,
hable con sus amigos, familia o alguien que sea de su confianza.
Él lo meditó un momento antes de decir:
—Lo tendré en cuenta.
Tsunade asintió y se retiró tras decirle que ya podía irse. El resto se
acercó a la camilla donde estaba Sasuke para ofrecerle apoyo y alguien que
escuchara lo que tenía que decir. El único que no lo hizo fue Gaara, sabiendo
que el moreno empezaba a sentirse agobiado con tanta gente a su alrededor, por
lo que, tras intercambiar una mirada con él, convenció a todos para marcharse y
dejar que Naruto lo llevara a casa o adonde fuera, así que, al final, solo
quedaron el rubio, Sasuke y Kurama.
Fue a este a quien el Uchiha le dedicó una inclinación de cabeza:
—Le pido disculpas por esto, señor Kyubi. Creo que he llegado tarde a
nuestra reunión.
El pelirrojo le quitó importancia con un gesto de la mano.
—Es totalmente excusable dado su estado, señor Uchiha. Ahora todo lo que
debe preocuparle es su salud —dicho esto, esbozó una enorme sonrisa—. Si me
disculpa, me ha surgido un compromiso de última hora, por lo que os ruego que
disfrutéis de la cena sin mí.
Naruto lo miró con sospecha.
—¿Y cuándo ha surgido ese compromiso exactamente?
Kurama le devolvió la mirada con inocencia.
—Hace cinco minutos. Me han enviado un mensaje urgente, pero no deseaba
irme sin conocer el estado del señor Uchiha.
—Ya, claro —comentó el rubio, poniendo los ojos en blanco.
De no haber estado tan aturdido, Sasuke se habría dado cuenta de la
maliciosa y satisfecha sonrisa de Kurama y, tal vez, habría sospechado de sus
verdaderas intenciones; sin embargo, recordar el accidente y lo que eso
conllevaba, lo tenía… abrumado, en el peor de los sentidos.
En cuanto el pelirrojo se marchó, Naruto le frotó el brazo a Sasuke. Él era
una persona bastante empática y sentía que algo no iba bien. Se reposicionó de
nuevo en la cama, sentándose esta vez frente al varón, e inclinó un poco la
cabeza para que lo mirara a los ojos. La expresión que tenía Sasuke en los ojos
era una preocupante mezcla de tristeza, culpabilidad y horror.
Eso fue lo que más lo asustó pero, al mismo tiempo, fue consciente de que
actuar con miedo o desesperación era lo peor que podía hacer, sobre todo con
Sasuke en ese estado. Él necesitaba tranquilidad y… despejarse.
De repente, tuvo una idea. Sacudió un poco al hombre, intentando que
volviera a la realidad.
—Eh, Sasuke —lo llamó con suavidad—, ¿puedes levantarte?
Este se sobresaltó un poco, pero se esforzó por concentrarse en el momento
presente. Asintió y se incorporó con ayuda de Naruto, quien seguía cogiéndole
de la mano. No lo soltó en ningún momento mientras salían del hospital, lo cual
le hizo sentirse un poco mejor; desde que estuvo ingresado por culpa del
accidente, odiaba esos edificios, le recordaban lo vulnerable y asustado que se
había sentido, tal y como había dicho la doctora antes.
Entonces, Naruto llamó su atención. Su tono de voz era muy suave y
agradable, resultaba tranquilizadora y pudo recuperar un poco de autocontrol.
—Sasuke, hay un sitio al que me gustaría llevarte. ¿Está bien o prefieres
volver al hotel?
Él negó rápidamente con la cabeza. No quería estar solo en ese momento.
Naruto le comprendió sin necesidad de palabras y lo condujo hasta su Jeep.
Una vez dentro, Sasuke reconoció el camino que conducía a su casa pero, en vez
de detenerse allí, la pasaron de largo y se internaron en el bosque.
Pese a que su estado emocional no era el mejor, le resultó imposible no
sentirse maravillado por el paisaje: la nieve era un invitado constante en
Nome, por lo que no era extraño encontrarla cubriendo el suelo, rociando los
troncos de los árboles o amontonada sobre algún arbusto; la vegetación era
exuberante y de tonos oscuros, resaltando así el brillante tono azulado de la
nieve, iluminada por los rayos de la luna que se alzaba hermosa e imponente en
el cielo, y el cielo era una amalgama de tonos azules y violetas, tan lleno de
estrellas que le pareció extraño no haberse dado cuenta de su existencia en su
piso en Japón.
El terreno era ondulado y, aparentemente, inestable, pero percibió la
seguridad con la que Naruto conducía y supuso que ya había ido muchas veces al
lugar al que se dirigían. Tras unos pocos minutos, el doncel paró el coche en
un claro y le hizo un gesto para que le acompañara.
—A veces, vengo aquí. Las vistas son espectaculares y hacen que mis
problemas parezcan más pequeños —dicho esto, bajó del coche y fue al capó, al
cual, para sorpresa de Sasuke, se subió con un buen salto. Luego le sonrió y
dio unos toques a su lado, invitándole a ir con él.
Sin estar muy seguro de qué pretendía, salió del vehículo y se reunió con
Naruto en el capó. Estaba caliente gracias a que el motor había estado
encendido no hacía mucho, lo cual era agradable teniendo en cuenta las bajas
temperaturas. Una vez ahí, el rubio lo instó a tumbarse y le cogió la mano.
—No te preocupes, no será mucho tiempo, solo quiero que veas una cosa —le
dijo con una gran sonrisa.
—¿El qué?
—Mira el cielo y espera. Pronto aparecerá.
Sasuke frunció el ceño, pero obedeció. La compañía de Naruto le resultaba
reconfortante, así como la visión del cielo estrellado, enmarcado por las copas
de los árboles… De repente, vio un destello. Frunció el ceño, y se incorporó
sobre sus codos, como si así pudiera acercarse más al cielo y verlo mejor.
Entonces, contempló cómo una onda de color verde claro cubría la noche por
completo, formando primero un arco que iba cambiando de forma hasta convertirse
en rizos y espirales que se volvieron de un azul brillante e intenso.
Era simplemente…
—Impresionante, ¿verdad? —comentó Naruto, observando también el espectáculo
con una sonrisa—. Llevo dos años viéndolas y aún consiguen dejarme sin aliento.
—Es…
—La aurora boreal —confirmó el doncel—. Antiguamente se creía que estas luces
eran en realidad dragones que surcaban el cielo.
Sasuke sonrió.
—Es increíble.
Naruto asintió.
—Cuando la gente habla de belleza, piensa en una mujer o doncel hermosos o
en un hombre atractivo; pero yo creo que es esto. La naturaleza en todo su esplendor.
Hace que me sienta realmente pequeño.
El Uchiha tuvo que admitir que, a pesar de su apellido y el dinero de su
familia, se sentía insignificante en comparación con lo que veía. Ni su
orgulloso padre con todo el poder que tenía podría jamás tener ningún control
sobre la aurora boreal, o sobre cuándo caía la nieve, ni siquiera la
disposición de los árboles en un bosque. Nadie podía hacerlo.
Sí que le hacía sentirse pequeño, pero era de una buena manera.
Cogió la mano de Naruto y se la estrechó sin apartar la vista del cielo.
—Gracias —le dijo de corazón. Sabía que el doncel le había llevado a ese
lugar con la esperanza de hacerle sentir mejor y, aunque todas las emociones
que le había provocado descubrir que Saki tal vez sí fuera hijo suyo y recordar
el accidente no se habían ido del todo, al menos, había logrado despejar su
mente.
El rubio le frotó el dorso de la mano.
—Si alguna vez necesitas hablar, estoy aquí, Sasuke.
Él asintió y cerró los ojos. Fue solo un segundo para tomar una decisión,
ya que no quería perderse el espectáculo que le ofrecía el cielo.
—El día de mi accidente, alguien me llamó. Me dijo que tenía algo muy
importante que decirme y que tenía que hacerlo en persona.
—¿Sabes quién era? —preguntó Naruto, tratando de que no se le notara tenso.
Sasuke lo sabía, pero aún no estaba seguro de querer decirle que le
recordaba; había demasiadas cosas que no comprendía, como por qué Naruto no
estaba ahí el día en que despertó en el hospital… Ellos aún estaban juntos
entonces, estaba convencido de que el doncel le llamó para decirle que estaba
embarazado y, antes de llegar a su casa, fue cuando chocó contra aquel coche.
Eso significa que, fuera lo que fuera lo que le pasó a Naruto para alejarse de
él, tuvo que ser mientras él estuvo inconsciente, antes de que despertara…
¿pero qué? ¿Qué demonios había ocurrido para que de repente se fuera y le
dejara sin más?
Decidió, una vez más, tener paciencia y, tal vez, con un poco más de
tiempo, recordaría o bien Naruto se lo contaría todo. Solo era cuestión de
tiempo y, gracias a Kurama, tenía mucho por delante. De modo que respondió
omitiendo únicamente una parte de la verdad.
—Sé que era alguien a quien quería mucho. Lo sentía así.
Naruto pareció conformarse con eso, ya que no dijo nada más y esperó a que
continuara. Ahora venía la parte difícil, por lo que se tomó unos segundos para
inspirar hondo y tragar el nudo que tenía en la garganta.
—Le pedí el coche a mi hermano para ir hasta allí, ya que noté que algo no
iba bien y quería saber qué ocurría. Era de noche, las ocho pasadas, por lo que
no había mucha gente en la carretera y tenía el camino despejado. Recuerdo que
mi semáforo se puso en verde antes de que llegara a él, por lo que no reduje la
velocidad y seguí mi camino… pero, en el último momento, salió un coche de una
calle, por la derecha. Iba tan rápido que no pude reaccionar y le golpeé;
salimos disparados, mi vehículo dio una vuelta en vertical y el suyo quedó
destrozado por la parte delantera. El otro conductor no sobrevivió y yo lo hice
por los pelos; se me clavó un trozo de metal en el costado izquierdo, cerca del
pecho, a escasos centímetros de un pulmón. Un poco más y no habría aguantado el
camino hasta el hospital.
—Sasuke…
—Todo mi lado derecho está lleno de cicatrices —añadió con tristeza. Cada
vez que las veía, no solo era un recordatorio de por qué había perdido los
recuerdos, sino de lo cerca que había estado de la muerte.
Entonces, notó el cálido cuerpo de Naruto contra el suyo; se había apoyado
en su hombro y le acariciaba el pecho con una mano. No tuvo reparos en pasar un
brazo por su cintura para atraerlo más hacia él y apretó su mejilla contra el
cabello del doncel.
—Lo siento mucho, Sasuke. Tuviste que pasar mucho miedo.
Así fue, pero no se atrevía a describirle el caos que había reinado en el
coche mientras daba la vuelta con él. Sin embargo, eso no era lo peor.
—Hay algo más, algo que no sabía hasta que lo he recordado hoy.
Naruto se incorporó un poco para observar el rostro pálido de Sasuke. No
dijo nada, quería que fuera el varón quien decidiera si se sentía capaz de
hablar de ello o no.
—El otro conductor tenía niveles elevados de alcohol y drogas, y fue él
quien se saltó el semáforo. Para las autoridades quedó claro quién había sido
el culpable y por eso me dejaron tranquilo… pero…
—¿Pero?
Sasuke se giró un poco para mirarle. Sus ojos negros estaban nublados por
el dolor.
—Nadie me dijo que el conductor era un muchacho. Le vi la cara antes de
quedarme inconsciente, no tendría más de dieciséis años. Y está muerto.
Naruto perdió el color de la cara. No se trataba solo de saber que todo
aquel accidente fue por un chaval adolescente con poco conocimiento o que
hubiera muerto por el golpe del coche de Sasuke, sino también porque intuía el
rumbo que estaban tomando los pensamientos de este.
No podía permitir que Sasuke se hiciera eso a sí mismo.
—Sasuke, no fue culpa tuya. El otro coche se cruzó en tu camino.
—Pero fui yo quien salió vivo.
—Eso tampoco dependía de ti. Escúchame, yo me culpé durante mucho tiempo
por la muerte de mis padres, a pesar de que ni siquiera estaba en el lugar del
accidente. No quiero que vivas arrepintiéndote de algo que no has hecho; sé que
esto puede sonar cruel, pero es la verdad, ese chico tomó una mala decisión al
coger el coche en su estado y lo pagó muy caro. No es justo que alguien tan
joven muera de esa manera, pero tampoco lo es que tú también pagaras por ello,
ni mucho menos mereces vivir culpándote por eso.
Sasuke cerró los ojos y abrazó a Naruto con fuerza. Sus palabras habían
significado mucho para él, le consolaba saber que no lo culpaba, y también
sabía que tenía razón, que él no podía saber que saldría un coche de la nada,
pero necesitaría un poco de tiempo para asimilarlo. Al fin y al cabo, no era
fácil estar involucrado en la muerte de un adolescente, a sus ojos, seguía
siendo un niño.
—Gracias, Naruto, pero creo que necesito tiempo para esto.
—Lo entiendo. Si alguna vez quieres hablar, sabes dónde vivo.
Él asintió y esbozó una media sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Lo sé. Perdona, creo que te he fastidiado la noche con todo esto.
Naruto se separó y le dedicó una sonrisa divertida.
—Bueno, enterarme de que estabas en el hospital no ha sido mi forma
favorita de empezar una noche pero, afortunadamente para los dos, cocino de
maravilla y tengo una colección de películas que pueden salvar el desastre que
has creado.
Sasuke no pudo evitar curvar los labios hacia arriba.
—Eso suena bien.
—Pues, ¿a qué esperamos?
Ambos bajaron del capó y fueron hacia sus respectivos asientos. Antes de
que Sasuke entrara en el coche, notó una vibración en el móvil, por lo que lo
sacó y le echó un vistazo. Al ver que no tenía ninguna notificación, frunció el
ceño. Qué raro.
—Sasuke, ¿pasa algo? —le preguntó el rubio al ver que no subía.
Este guardó el teléfono en su bolsillo y entró en el vehículo.
—Juraría que me estaban llamando, pero no tengo ningún aviso.
—Puede que te lo hayas imaginado.
Sasuke se encogió de hombros, sin darle más importancia.
En Japón, Fugaku Uchiha estaba a un paso de lanzar el teléfono contra el
suelo. Hacía un par de días que había intentado ponerse en contacto con él para
saber cómo iban las negociaciones con Biju S. A., ansioso por tener en sus
manos un contrato firmado donde este prometía su colaboración y, por ende, le
hacía entrega de informes detallados sobre los resultados de sus
investigaciones y sobre las nuevas aplicaciones que estaba creando.
Sin embargo, su hijo no cogía el móvil ni tampoco respondía a sus llamadas.
Era consciente de que su relación con él no era la mejor del mundo; ya desde
antes del accidente Sasuke se había vuelto frío con él, y en esos dos años, a
pesar de sus esfuerzos por enderezarlo y llevarlo por el buen camino, su hijo
no había tenido el menor interés en tratar de llevarse bien con él. Aun así,
mantenían una eficiente y cortés relación laboral, y le extrañaba y sorprendía
que no le hubiera devuelto las llamadas para informarle de cómo iban las
negociaciones con Kurama Kyubi.
Más extraño aún era que Sakura Haruno, una de sus trabajadoras más
brillantes y alguien de su total confianza, tampoco hubiera dado señales de
vida. Por un momento, quiso creer que su hijo por fin había entrado en razón y
tuviera interés en una mujer, pero algo le decía que Sasuke no cedería tan
fácilmente a los planes que tenía para él.
Era muy consciente de que, en esos dos años, el joven no había tenido
ninguna relación sentimental ni física con nadie. Lo primero podía entenderlo,
los sentimientos eran una debilidad y no tenían cabida en el imperio
empresarial que había creado pero, ¿abstenerse de tener relaciones sexuales?
Era impensable en su hijo, especialmente porque antes de que conociera a esa
abominación, este había tenido una gran fama de mujeriego.
Le inquietaba el hecho de que, a pesar de no tener recuerdos, Sasuke aún
parecía tener sentimientos por esa cosa. No podía consentir que eso siguiera
así, ningún Uchiha tendría una vida de soltero, sin hijos, y mucho menos
acabaría casado o emparejado con un ser hermafrodita, ¡ni qué hablar de
concebir niños con él!
Furioso porque su hijo menor no le respondía y que tampoco se ceñía al
futuro que tenía planeado para él, se sentó en la silla de su despacho y empezó
a buscar socios potenciales para la empresa. Si Sasuke no quería dirigirle la
palabra, peor para él, porque cuando lo hiciera, ya estaría prometido con la
hija de algún hombre cuyo trabajo pudiera ser beneficioso para Corporaciones
Uchiha.