viernes, 31 de agosto de 2018

Quiero recordarte


Capítulo 6. El accidente

En cuanto Sasuke se vio libre de bailar con Lee, fue directo a sentarse, ya que este secuestró a Naruto antes de que pudiera hacerlo él. Joder, ese doncel tenía demasiada energía, le había dado vueltas por toda la pista, entre otras piruetas que, en algunos momentos, creyó que acabarían con su vida.
Vio con una sonrisa cómo el rubio danzaba con su amigo, así como hicieron Tenten y Kiba, quienes reían al ver al doncel de ojos saltones en su salsa, tal y como demostraban sus complejos movimientos, con los cuales Naruto, simplemente, se dejaba llevar, como si ya estuviera acostumbrado. Tampoco tardó mucho en encontrar a Gaara, pues cuando este lo había visto libre y a solas, había aprovechado la situación para acercarse.
—¿Te importa si me siento? —le preguntó el pelirrojo, señalando el lugar vacío a su lado.
Sasuke se hacía una idea de lo que iba a pasar y, aunque no le hacía mucha gracia que estuviera a punto de darle la charla sobre lo que le ocurriría si le hacía daño al doncel rubio, se hizo a un lado para dejarle espacio.
En cuanto Gaara se sentó, le dijo:
—Ya sé lo que vas a…
—No te preocupes, no voy a darte advertencias ni amenazas —interrumpió el otro hombre, sabiendo lo que pasaba por su cabeza. Su rostro era serio mientras hablaba—. Mi primo es un adulto y sabe lo que hace. Además, he visto la forma en que lo miras —dicho esto, le miró con cierta extrañeza—. Es… curioso; sé que os conocéis desde hace poco tiempo, pero es como si hubiera un vínculo entre vosotros.
Sasuke meditó un momento antes de contestar. No podía decirle al primo de Naruto que él y el rubio fueron pareja, este último, pese a que aparentemente había bajado la guardia, todavía no había mencionado nada sobre que ya se conocían, de modo que no podía afirmarlo porque el doncel probablemente diría lo contrario. Eso haría que diera un gran salto atrás en la nueva relación que estaban estableciendo, y era lo último que quería. Así que optó por buscar otra forma de responder pero que, al mismo tiempo, no se alejara demasiado de la verdad.
—Naruto y yo… somos parecidos, en cierto modo. Él no me trata como la mayoría de las mujeres y los donceles, eso es refrescante y muy agradable. A diferencia de los demás, no quiere aprovecharse de mí ni espera que resuelva sus problemas, es independiente y muy capaz de cuidar de sí mismo. Me gusta, conecto con él de una forma que no he hecho con nadie —trató de explicarse, aunque no estaba seguro de si Gaara le habría entendido.
Sin embargo, el pelirrojo lo había hecho. Puesto que era de nacionalidad japonesa, había oído hablar de Corporaciones Uchiha y, si bien la tecnología no era un campo que comprendiera mucho, sí conocía la fama y fortuna de la familia debido a la empresa. Por lo que había contado Sasuke, era evidente que tendría a miles de mujeres y donceles detrás de él no solo por su atractivo, sino también por su dinero. Obviamente, eso no le gustaba a nadie, y Gaara conocía lo suficientemente bien a su primo como para saber que Naruto era la persona más desinteresada del planeta; solo una vez tuvo que pedir ayuda económica a Kurama, y lo hizo únicamente porque estaba embarazado y temía por la salud de su hijo.
Podía entender lo que Sasuke veía en Naruto, y le alegró que no hubiera mencionado su físico. La mayoría de los varones solo habrían prestado atención al trasero del rubio.
—Voy a contarte algo —le dijo a Sasuke—, y quiero que quede entre nosotros. Dime, ¿Naruto te ha hablado de mí?
Este frunció el ceño, pero respondió:
—Eres el hijo de la hermana de su padre. Creo que tienes dos hermanos.
Gaara asintió y se quedó mirando la pista donde su primo y Lee bailaban.
—Mi madre murió dándome a luz. Mi padre y mis hermanos me odiaban por ello y no se molestaron en ocultarlo. El único que me quería era el hermano gemelo de mi madre, mi tío Yashamaru. Pero, un día, visitando el lugar donde trabajaba, este se derrumbó. Parece ser que había problemas con la estructura, pero el dueño no tenía los ingresos necesarios para restaurarla. Mi tío me protegió con su cuerpo de los escombros, pero él murió apenas fuimos rescatados.
Sasuke agachó la cabeza.
—Lamento oírlo.
El pelirrojo solo inclinó la cabeza a modo de agradecimiento. La muerte de Yashamaru ya no le atormentaba tanto como antaño.
—El caso es que, tras su muerte, me quedé solo. Mi padre me odiaba y mis hermanos no podían ni verme. Su resentimiento hizo que sintiera que no era merecedor del afecto de nadie y, para evitar que alguien más me hiriera como lo hacían ellos, me alejé de todo el mundo… hasta que conocí a Naruto.
El otro hombre asintió, pero no dijo nada, poco dispuesto a interrumpirle.
—Mi padre murió un año después de que Naruto perdiera a su familia en aquel accidente. En ese momento, mis hermanos, Temari y Kankuro, estaban en la universidad y tuvieron que compaginarla con otros trabajos para poder salir adelante. No tenían tiempo para ocuparse de mí, ni tampoco querían hacerlo, así que me enviaron con Naruto. Vivimos juntos cinco años. Él… me ayudó a darme cuenta de que yo no era el culpable de la muerte de Yashamaru, ni tampoco de la de mi madre, hizo que me aceptara a mí mismo y, gracias a él, fui capaz de tener amistades con el tiempo. También se encargó de reconciliarme con Temari y Kankuro y, cuando cumplí los dieciocho, me obligó a irme a estudiar egiptología al extranjero, ya que en Japón no podía hacerlo, a pesar de que yo no quería dejar de vivir con él.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Eso por qué?
—Naruto también estaba solo cuando le conocí. Era muy masculino para ser un doncel y los demás se apartaban de él por ello, se burlaban y trataban de maltratarlo —dicho esto, se le escapó una pequeña sonrisa orgullosa—, pero él era más fuerte que los varones.
El Uchiha también sonrió. Eso no lo ponía en duda.
—Perder a sus padres solo lo hizo todo un poco peor —continuó el pelirrojo—. Quiero pensar que mi presencia le consolaba, aunque solo fuera un poco.
—Estoy seguro de que así fue —dijo Sasuke con suavidad.
Gaara lo miró fijamente un segundo.
—A pesar de todo, Naruto insistió en que tenía que irme para estudiar egiptología, ya que así conseguiría mi sueño. Él siempre ha sido así, se sacrifica por los demás. Es una buena persona y muy importante para mí. No le hagas daño —terminó diciendo, esta vez con un leve matiz de advertencia.
Aun así, Sasuke no se amedrentó. Dejó que los ojos de Gaara se clavaran en los suyos para que viera que era totalmente sincero.
—Hacerle daño es lo último que quiero.
El otro varón lo sondeó con la mirada unos instantes y después asintió. Sasuke no podía estar seguro porque su rostro era muy poco expresivo, pero habría jurado que había un brillo de satisfacción en sus ojos aguamarina, como si hubiera oído lo que quería oír.
No mucho después, Naruto regresó con el resto del grupo y tomaron unas copas todos juntos entre risas y charlas. El doncel se puso al día con su primo, el cual les contó al resto sus progresos en las excavaciones que estaban llevando a cabo en Egipto, en el Valle de los Reyes en busca de más tumbas, mientras que los demás le contaron a Gaara todo tipo de anécdotas, incluyendo la subasta de solteros organizada por Kurama, donde pudieron reírse un rato a costa de Kiba al describir cómo la señora Rose había conseguido por fin una cena con él.
En esta ocasión, no se fueron tan tarde a casa, más que nada porque Gaara estaba un poco cansado del viaje y quería estar un rato a solas con Lee. Sasuke, Naruto y Kiba fueron juntos hasta la clínica de este para recoger el trineo y los perros del doncel, a quien ayudaron con el montaje del vehículo. Después, se despidieron de Kiba, quien parecía muy contento al ver que los dos se marchaban juntos al hotel de Sasuke, rezando porque el rubio se diera un buen revolcón con él… pero no. Este se limitó a dejar al varón en el edificio, delante del cual se detuvieron.
—Tu primo y Lee hacen una pareja muy curiosa —comentó el Uchiha con el ceño fruncido, ya que Gaara era muy serio e inexpresivo, mientras que el doncel era pura energía y derrochaba alegría por todos los poros de su piel.
Naruto soltó una risilla.
—Yo creo que se complementan muy bien; Gaara necesita a alguien que lo anime a soltarse de vez en cuando y Lee a una persona que le haga pensar antes de hacer alguna locura.
Viéndolo de esa forma, tenía sentido.
Sasuke miró por el rabillo del ojo el hotel, a pesar de que no quería separarse de Naruto todavía. Este también estaba en una situación similar; quería quedarse con el varón un poco más, pero eso implicaría estar totalmente solos en su habitación… y no estaba seguro de si quería llegar tan lejos tan rápido. Es decir, Sasuke le atraía muchísimo y no le importaría nada envolver las piernas alrededor de su cuerpo mientras él le embestía fuerte y rápido, pero normalmente solía esperar hasta la tercera cita.
¿Anticuado? Tal vez, pero desde la experiencia que tuvo con el imbécil de su exnovio, odiaba que los hombres lo utilizaran para el sexo y que después le dieran la patada. Sabía que Sasuke no era así pero, de todas formas, tenía la sensación de que aún era pronto para acostarse con él.
—¿Nos vemos mañana? —le preguntó Sasuke de repente, interrumpiendo sus pensamientos.
Naruto no pudo evitar sonreírle con picardía.
—¿No vas a invitarme a pasar?
Sasuke levantó una ceja, pero también sonrió. Ahí estaba, el mismo Naruto que veía en sus recuerdos, desvergonzado y directo.
—¿Quieres que lo haga?
El doncel se mordió el labio inferior. Se dio cuenta de que estaba claramente tentado, aunque vio la duda en sus ojos. Si no estaba seguro, Sasuke no lo forzaría, odiaría que Naruto se arrepintiera al día siguiente de haberse acostado con él; así que se acercó lentamente, envolvió su cintura con los brazos y lo estrechó contra su cuerpo.
—Cuando estés listo, házmelo saber —le dijo al oído con suavidad.
Naruto le devolvió el abrazo con fuerza.
—Gracias —dicho esto, le dio un beso en los labios que pretendía ser suave, un gesto de despedida… pero, una vez ambos probaron el sabor del otro, dejaron que el momento se alargara de forma indefinida, explorándose sin prisas, permitiendo que sus lenguas se reencontraran y danzaran juntas de nuevo. En cuanto la lengua de Naruto acarició la de Sasuke, este no pudo evitar enredar sus dedos en el cabello del doncel, agarrándolo con firmeza para poder controlar el beso y profundizarlo, volviéndolo más húmedo y erótico. El rubio se dejó hacer con un gemido de necesidad que lo puso duro; se dio cuenta en ese momento de que el doncel lo deseaba tanto como él, y habría estado encantado de darle placer de todas las formas que se les podría pasar a ambos por la cabeza si no fuera por la indecisión que había visto antes en los ojos de Naruto. Por mucho que le gustara la idea, no podía seducirlo para que acabara en su cama, no quería que el rubio le rechazara después de eso o que se sintiera avergonzado, eso le dolería mucho.
Así que, a regañadientes, besó una vez más a Naruto y luego se separó con la respiración agitada. El doncel le lanzó un gemido de protesta y trató de besarlo otra vez pero, aunque Sasuke deseaba besarlo durante toda la noche, puso el pulgar en sus labios para detenerlo.
—Naruto, no tengo tanto control sobre mí mismo —admitió, mirándolo con un brillo de lujuria en sus oscuros ojos—, no contigo tan cerca.
El rubio se sonrojó y se mordió el labio inferior.
—Lo siento.
Sasuke sonrió y le acarició la mejilla.
—Cuando estés preparado. No quiero que luego te arrepientas.
En ese momento, la expresión de Naruto se volvió mortalmente seria.
—Nunca me arrepentiría de estar contigo —lo dijo con tal sinceridad que a Sasuke le invadió una oleada de calor muy agradable.
Incapaz de expresar lo mucho que significaba eso para él, lo besó una vez más; fue un beso apasionado pero corto, Sasuke estaba seguro de que si se prolongaba mucho esta vez no sería capaz de parar.
Después de eso, Naruto le dijo que debía irse, pues era de noche, hacía mucho frío y él aún tenía que regresar a casa. Sasuke le ofreció llevarlo en coche a él y sus perros, pero el doncel observó que su vehículo no tenía suficiente espacio para el trineo y le dijo que no se preocupara, que estaría bien. El Uchiha, sabiendo que Naruto no aceptaría su intento de cuidar de él, desistió, pero le pidió que fuera con cuidado y que le enviaría un mensaje como que había llegado sano y salvo a su casa, algo que Naruto aceptó. Quedaron en verse mañana, aunque no especificaron cuándo, y luego, el rubio desapareció en la oscura y gélida noche de Nome. A Sasuke todavía no acababa de gustarle que Naruto se fuera tan tarde en trineo con ese viento y la nieve cayendo, sin embargo, sabía que su doncel podía cuidar de sí mismo y que conocía muy bien la zona, por lo que no creía que le pasara nada malo. Aun así, no pensaba acostarse hasta recibir su mensaje de que había llegado sano y salvo.
Convencido de que estaría bien, fue a refugiarse al hotel y se encaminó hacia su habitación. En cuanto estuvo en la puerta, oyó que la del otro lado se abría con un chirrido, aunque no le dio mucha importancia.
—Sasuke.
Hasta que oyó esa voz.
Maldijo mentalmente antes de dar media vuelta y encontrarse con Sakura. La miró con el ceño fruncido; llevaba una de las batas blancas del hotel abierta, por lo dejaba a la vista un camisón de color rosa claro muy corto, apenas le llegaba a la mitad de los muslos, estaba seguro de que si se agachaba un poco podría ver sus bragas. Era de tirantes y tenía el escote bastante bajo, de forma que la curva de sus pequeños senos era perceptible.
¿Otra vez con eso?
Pues no, no iba a seguir con aquella tontería; él estaba enamorado de Naruto y, aunque no lo estuviera, no tenía el menor interés en su compañera de trabajo.
—Sakura, ¿qué haces aún aquí? —preguntó sin rodeos.
La mujer frunció un poco los labios. Le irritaba que el joven Uchiha no le hubiera prestado la más mínima atención a su lencería, discreta pero que mostraba claramente sus intenciones. En vez de eso, exigía saber por qué no se había marchado ya a Japón.
Ese día no había sido el mejor para Sakura: primero, descubría que el hombre al que amaba seguía detrás de ese estúpido doncel que, encima, se dedicaba a dar clases de trineo a unos críos, sin duda alguna un trabajo mal pagado, muy lejos del nivel de Sasuke; luego, él y ese paleto se besaron, ¡se besaron!, ¡¿qué demonios veía un Uchiha en ese salvaje?!; después, cuando intentó seguirlos, se dio cuenta de que las llaves del coche no estaban en su contacto y las estuvo buscando por todas partes, incluso en la nieve por si se le habían caído por donde había andado, y, por último, la grúa tardó casi dos horas en llegar a recogerla y, para colmo, perdió de vista a esos dos, no pudo encontrarlos en toda la tarde y encima a pie, ya que los de la empresa que le había alquilado el vehículo no podían facilitarle una nueva llave hasta el día siguiente.
Lo último que le faltaba era que Sasuke regresara tarde a su habitación otra vez, como la noche anterior, y que, además, le echara en cara que aún no se hubiera marchado. Quería sacudirlo por los hombros hasta que se diera cuenta de que estaba perdiendo el tiempo con ese doncel y que ella era mucho más adecuada, ¡necesitaba que abriera los ojos de una vez!
Sin embargo, no lo haría. No podía volver a actuar como una histérica, debía ir con cuidado y buena letra; seguiría vigilando al doncel para asegurarse de que no llegara muy lejos con Sasuke e intentaría persuadirlo de hacer cosas juntos hasta ganarse su interés. Por eso, ahora debía actuar con normalidad, pero eso no evitaría que tratara de seducirlo.
—Mi vuelo se ha retrasado. Hay una ventisca y no podré volver a Japón hasta que pase.
Sasuke estrechó los ojos con desconfianza. No acababa de creerlo, aunque era cierto que en Nome, y más aún en esa época del año, las ventiscas estaban a la orden del día. Sin embargo, seguro que Sakura ya sabía eso.
—Entiendo —dijo con tono seco antes de darle la espalda a Sakura y abrir la puerta de su habitación—. Me voy a dormir —anunció como despedida, dando por zanjada la conversación.
—¡Sasuke, espera!
El hombre se detuvo y la miró con cautela. Sakura adoptó una pose tímida y coqueta que él ya tenía muy vista, era la estrategia empleada por toda mujer o doncel que quería conocerle íntimamente.
—¿Te gustaría pasar? —le ofreció la joven, dejando que la bata resbalara de forma casual por su hombro, destapándola un poco más. Sasuke tuvo deseos de resoplar ante la planificada escenificación.
—No, estoy cansado —“de ti”, añadió en su fuero interno y cerró la puerta sin parar a mirarla dos veces, por lo que no llegó a ver su expresión de ira y frustración.
Dejó el móvil sobre la cama mientras se cambiaba la ropa y se preparaba para dormir. Justo cuando se metía en las sábanas, el teléfono tintineó, señal de que le había llegado un mensaje:

Naruto: He llegado bien, ya puedes dormir xD

A Sasuke se le escapó una sonrisa. Le gustaba que Naruto lo conociera tan bien.

Sasuke: ¿Cómo lo has sabido?
Naruto: Intuición de doncel. Además, eres un caballero y por supuesto esperas levantado hasta saber que tu dama está bien, ¡ja, ja, ja!

No pudo evitar soltar una carcajada.

Sasuke: Tú no tienes nada de dama.
Naruto: Me alegro de que te hayas dado cuenta :P Me voy a dormir, mañana tengo que dar una clase. Buenas noches, Sasuke :)
Sasuke: Buenas noches, Naruto.


Al día siguiente, Sasuke estaba saliendo de la ducha cuando escuchó que alguien le llamaba. Fue corriendo al dormitorio con solo la toalla puesta alrededor de la cintura, con la esperanza de que se tratara de Naruto que le llamaba para volver a verse.
—¿Diga?
—Buenos días, señor Uchiha.
Reconoció de inmediato esa voz grave y profunda, con un toque de diversión.
—Buenos días, señor Kyubi —respondió. Se sentía un poco decepcionado de que no fuera el rubio al que amaba, pero al menos era mucho mejor que aguantar a Sakura.
—Percibo en su tono de voz que esperaba otra llamada —comentó con un tono de voz… como si le hiciera gracia. A Sasuke le pareció un poco escalofriante el hecho de que pareciera conocer lo que pasaba por su cabeza aun sin estar presente o intercambiar tan solo dos palabras.
—¿Qué quería? —le preguntó, deseando cambiar de tema.
Kurama lo aceptó sin problemas, tal vez consciente de su incomodidad. De nuevo, fue escalofriante.
—No habrá olvidado que tenemos negocios pendientes, ¿verdad? —inquirió el pelirrojo.
—Por supuesto que no —dijo Sasuke, cambiando automáticamente a modo profesional y preparándose para lo que fuera que estuviera a punto de proponer el excéntrico empresario.
—Maravilloso, me gustaría pedirle que viniera esta tarde a casa de Naruto para poder charlar un rato, hay un par de asuntos que quisiera comentar con usted para que nuestro acuerdo pueda llegar a términos satisfactorios para todos.
Sasuke frunció ligeramente el ceño, preguntándose qué asuntos querría tratar exactamente. Pese a odiar su trabajo, era bueno en lo que hacía, y calaba a la gente enseguida, no le costaba mucho ver adónde quería llegar, pero con Kurama Kyubi… Ese hombre era impredecible y confuso, le desconcertaba, aunque le caía bien. Era una buena persona que se preocupaba por su pueblo y su gente y, lo más importante, quería a Naruto como si fuera parte de su familia y haría cualquier cosa por él. Eso le bastaba.
—¿A qué hora le viene bien que me pase? —preguntó. Lo cierto era que, si iban a hablar en casa de Naruto, podría verlo. La idea de tenerlo cerca lo animó.
—¿Qué le parece sobre las cuatro?
—No tengo inconveniente.
—Estupendo —ronroneó Kurama, complacido—. A propósito, tengo entendido que Naruto y usted han hecho amistad.
Sus palabras hicieron que frunciera el ceño. Kurama había sido consciente desde el principio de que se sentía atraído por el rubio, por no decir que en la subasta su interés en él quedó más que claro, incluso le advirtió que no le hiciera daño, así que, ¿a qué venía esa pregunta? Puede que solo quisiera saber si habían llegado a intimar pero, si solo fuera eso, le habría bastado con preguntarle a Naruto, quien seguro le daría más detalles que él. De modo que… ¿qué estaba tramando? ¿Le estaría sondeando para saber cómo de profundos eran sus sentimientos por el doncel? Dudoso, Kurama era demasiado inteligente como para creer en eso del amor a primera vista, a pesar de que Sasuke ya estaba enamorado del rubio, sin embargo, eso se debía a la relación que habían tenido antaño y al amor que había crecido entonces, pero él no sabía nada de eso… ¿no?
—Así es —respondió con cautela.
—Me alegro mucho por usted —le felicitó, aparentemente alegre. ¿Cuáles eran sus intenciones?—. ¿Por qué no se queda entonces a cenar con nosotros?
Sasuke frunció ligeramente el ceño, meditando. Por supuesto que le encantaría cenar con Naruto, pero seguía desconfiando de las intenciones del pelirrojo.
—No se preocupe, señor Uchiha, no muerdo —dijo este sin la menor intención de disimular su diversión. ¡Ya lo estaba haciendo otra vez!, él no se asustaba fácilmente, pero eso que hacía no podía ser normal, nadie tiene tanta capacidad de deducción… ¿verdad?
—Me quedaré —respondió finalmente con abierta desconfianza. Por encima de todo, quería estar con Naruto y seguir intentando que confiara en él y retomaran la relación que dejaron atrás hace dos años, aunque significara seguir los extraños y misteriosos planes del director de Biju S. A.
—Perfecto, informaré a Naruto de inmediato. Le estaremos esperando, señor Uchiha.
Cuando colgó, Sasuke trató de sacar algo en claro del extraño comportamiento de Kyubi pero, a diferencia de este, él carecía de su intuición, sus dotes de deducción o la capacidad de leer la mente, ¡qué iba a saber él! A pesar de que odiaba ser manipulado por otra persona, seguía queriendo ver a Naruto, por lo que decidió hacer tiempo esa mañana y dedicarse a mirar los cursos que ofrecían las universidades para estudiar historia. Desde que había descubierto que le gustaba, había estado pensando en estudiar esa carrera e incluso en dedicarse a ello en un futuro, aunque aún no había decidido nada que fuera lo bastante sólido, todo dependía de si su relación con Naruto funcionaba. Sabía que, si las cosas iban bien, formaría una familia con él y o bien se quedarían en Nome o regresarían a Japón, lo que al doncel le hiciera más feliz. Incluso la idea de ayudarle a criar perros de trineo le parecía… muy atrayente. De hecho, se descubrió a sí mismo deseando tener la oportunidad de adiestrar a los pequeños cachorros de Blue.
Antes de la hora de comer, salió a correr por la ciudad, pues estaba acostumbrado a ir al gimnasio y hacer ejercicio, y últimamente no había podido hacerlo. Por el camino, se cruzó con la clínica veterinaria de Kiba y pasó a saludarlo, aunque no estuvo mucho tiempo, ya que el joven estaba un poco ocupado y no tenía tiempo para charlar largo y tendido, cosa que le habría encantado para averiguar si al final su rubio amigo se había acostado con el japonés forastero o no. También pasó algo de tiempo en la armería de Tenten, quien le ofreció a enseñarle a disparar, y Lee, que iba corriendo a su academia, lo alcanzó en algún momento y lo retó a una carrera… que obviamente perdió a los cinco segundos de dar la salida, ya que el doncel era como una puñetera bala.
Aun así, no se fue con las manos vacías. Como premio de consolación, Lee le ofreció comer con él, su padre y Gaara. Puesto que Sasuke no vería a Naruto hasta la noche y por nada del mundo quería cruzarse con Sakura en el hotel y compartir la comida con ella, accedió. Tuvo que admitir que era muy divertido el dúo que formaban Lee y su padre, aunque, curiosamente, se sentía más cómodo con Gaara, a pesar de la conversación de anoche, tal vez porque en cuanto a carácter se parecían bastante.
—Así que sabes de Saki —comentó el pelirrojo en determinado momento.
—Naruto me habló mucho de él —dijo Sasuke, sonriendo al recordar la carita del hijo del rubio. Le parecía muy tierno que se pareciera tanto a su padre doncel.
A Gaara le gustó la expresión que puso el otro hombre al mencionar a su sobrino. La mayoría de los hombres interesados en su primo huían al saber que el hermoso doncel ya era padre de un niño pequeño y, aunque podía comprender que muchos no quisieran tener ya a un bebé de por medio o simplemente criar al hijo de otro hombre, le seguían pareciendo unos cobardes, sobre todo odiaba a aquellos que se atrevían a juzgar al rubio por haber tenido un hijo tan joven. Sin embargo, sabía que Naruto no se había arrepentido en ningún momento de tenerlo, y no dudaba en salir en defensa de su pequeño cual feroz leona si alguien se atrevía a insultarlo de cualquier modo.
Así que era un alivio tener la seguridad de que Sasuke no tendría problemas con él por Saki.
—Me sorprende que no te moleste —comentó, tanteando un poco más, intrigado ante el hecho de que Sasuke no fuera como los demás.
Pese a que este no era muy dado a compartir cosas íntimas con alguien a quien acababa de conocer, Gaara se había abierto la noche anterior para hacerle entender lo importante que era Naruto para él, de modo que decidió hacer un esfuerzo y hablarle de su padre. Fue un relato corto, al que Lee y su padre también prestaron atención, donde contó más o menos lo mismo que le dijo a Kiba: su relación distante con su padre, el amor incondicional de su madre y cómo se sentía él al respecto. En definitiva, declaró que lo último que quería era que cualquier niño pasara por lo mismo que él.
—Es la historia más triste que he oído —dijo Lee con los ojos brillantes por las lágrimas.
—¡No te preocupes, Sasuke! ¡Los Maito te adoptamos! —anunció Gai, cuya expresión era idéntica a la de su hijo.
De repente, Sasuke se vio envuelto en un fuerte abrazo por parte del doncel y su padre. Incómodo, miró a Gaara, quien no parecía en absoluto sorprendido por la actitud de su novio y su suegro.
—Tranquilo, a mí me hicieron lo mismo cuando les hablé de mi familia. Te acostumbrarás.
—¡Cierto! —exclamó Lee, apartándose de Sasuke para abrazar a su pareja.
—¡No nos olvidamos de ti, Gaara! —añadió Gai, también lanzándose sobre el pelirrojo.
El Uchiha miró un poco perplejo al primo de Naruto siendo víctima de un abrazo en grupo. Sin embargo, a este no parecía molestarle, seguía tan normal, aunque pasó un brazo alrededor de la cintura de Lee y le dio unas palmaditas a Gai, como si en realidad fuera él quien necesitara consuelo.
—¿Naruto te ha hablado alguna vez del padre de Saki? —le preguntó. Esperaba que Gaara, al ser su primo, supiera algo más.
Por fortuna, así era.
—Estuvieron juntos durante un año. Naruto me hablaba mucho de él, se le notaba muy enamorado.
—¿Conoces su nombre?
—No, dijo que pertenecía a una familia muy conocida y que no quería que investigara nada sobre él. Pero sí me contó que le hizo pasar por tres citas, fue una norma que se puso tras una mala experiencia con un exnovio, después se hicieron novios y él le llevó a un viaje a Nara.
Un segundo, ¿había dicho Nara?
Sasuke se estremeció. No podía ser que Gaara le estuviera diciendo que…
—¿Te contó algo más? —preguntó, tratando de no sonar desesperado por saber más.
Afortunadamente, Lee se mostró más efusivo que él por averiguar cosas sobre el padre de Saki y Gaara le prestó más atención a él que al rostro pálido de Sasuke.
—Hubo algún que otro problema entre ellos; al principio, Naruto no estaba seguro de querer salir con él cuando se lo pidió porque tuvieron un encuentro desagradable con su ex. Luego descubrió que él estaba prometido con una mujer.
—¡No me digas! —exclamó Lee, claramente enfadado—. Naruto no merecía algo así.
—El matrimonio fue arreglado por los padres de él, pero al final lo canceló. Lo último que me contó antes del accidente fue que estaba embarazado y que tenía mucho miedo de contárselo, que no sabía si aceptaría al bebé porque los dos eran muy jóvenes.
Sasuke tragó saliva, tratando de controlar la ola de pánico que le había inundado. Aunque pareciera imposible, Gaara estaba describiendo su relación, ¡era imposible que Naruto pasara por lo mismo dos veces seguidas! Pero, entonces… Entonces, era probable que él fuera el padre de Saki.
En ese instante, le invadió una calidez extraña en el pecho, jamás había sentido nada parecido. La emoción era tan potente que le pilló por sorpresa, le recordaba a lo que sentía por Naruto, solo que era una clase de amor diferente. Amor paternal, decidió, tragando saliva. De repente, sentía la imperiosa necesidad de ir a buscar a Saki y tenerlo en brazos, como si eso pudiera confirmar sus sospechas.
Mientras le daba vueltas a eso, se dio cuenta de que Naruto había dicho que perdió al padre de Saki en un accidente… no que hubiera muerto o fallecido, al igual que le contó que no tuvo tiempo de hablarle al padre de su embarazo…
Un agudo dolor de cabeza le vino de repente y se llevó las manos a la cabeza mientras gemía. Oyó la voz de Naruto, le estaba hablando por el móvil, le decía que necesitaba verle, que tenía algo importante que decirle. Recordó haberle pedido el coche a Itachi para ir lo más rápido posible a su casa… pero, por el camino, se le cruzó un vehículo…
—¡Sasuke! —Lee se apartó de Gaara y fue corriendo a su lado cuando trató de levantarse, pero trastabilló con la silla y acabó de rodillas en el suelo, agarrándose la cabeza con ambas manos, tratando de hacer retroceder el dolor—. ¿Qué te ocurre?
—¿Qué le pasa? —oyó que preguntaba Gai a lo lejos, cuando en realidad lo tenía al lado.
Sasuke intentaba por todos los medios recuperar algo de control, pero era incapaz de ordenar su mente. Las imágenes pasaban tan rápido por su cabeza que no podía digerirlas, era como estar viendo una serie de diapositivas a toda velocidad; vio un borrón rojo, el rostro fugaz de un muchacho, el salpicadero del coche de su hermano destrozado, las ventanillas estrellándose contra el suelo y rompiéndose en mil pedazos, el suelo bocarriba, la sangre salpicando los asientos. También sintió arañazos en el rostro, algo metálico rasgándole el costado izquierdo, los huesos quebrándose, golpes en la cabeza y los hombros, el cinturón comprimiendo su pecho, sacando el aire de sus pulmones.
Todo empezó a oscurecerse. Vio a Gaara, Lee y su padre a su lado, pero no podía oírles, tan solo podía captar un agudo y molesto pitido. Tuvo miedo, porque tenía la sensación de que la vida se le escapaba.


—Ey, se está despertando.
Sasuke abrió un poco los ojos, sintiéndose desorientado y confundido. La sensación era vagamente familiar, recordaba haberse sentido igual aquella vez en que despertó en el hospital tras el accidente, sin recordar nada. La buena noticia era que, al menos, esta vez no había olvidado nada.
Lo primero que vio fueron unos hermosos ojos azules teñidos por el miedo y la preocupación. Se sintió aliviado por reconocerlos de inmediato.
—Naruto…
—Estoy aquí —dijo este, cogiéndole la mano y estrechándosela con fuerza.
Frunció el ceño, tratando de entender por qué estaba en el hospital. Vio entonces que el rubio no estaba solo; Gaara, Lee, su padre Gai, Kiba, Tenten y hasta Kurama se encontraban en la habitación, mirándole con clara inquietud.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó Tenten.
—Confundido —reconoció.
—¿Sientes mareos o dolores de cabeza? —preguntó Kiba en modo profesional. Era verdad que era veterinario, pero eso no evitaba que actuara como un médico en situaciones como aquella.
Sasuke analizó su estado.
—Un poco mareado. ¿Qué ha pasado?
—Durante la comida, te agarrabas la cabeza —respondió Lee, apenado—. Intentaste levantarte, pero caíste y te desmayaste. Nos asustaste mucho —añadió, momento en que Gaara pasó un brazo por su hombro para consolar a su pareja.
El Uchiha, por otro lado, se estremeció al recordar lo que había visto. Ahora las imágenes estaban más claras y podía verlas de manera lineal, por lo que pudo comprender lo ocurrido.
—Sasuke, ¿estás bien? —preguntó Naruto, que se había dado cuenta de cómo el cuerpo del joven temblaba.
—Iré a buscar a Tsunade —dijo Kiba antes de desaparecer.
Mientras tanto, Sasuke hizo amago de sentarse y Naruto fue rápidamente a ayudarlo. El primero no se quejó, aún estaba impactado por lo que había ocurrido y agradeció que el doncel le echara una mano. Este permaneció a su lado, cogiéndole la mano.
—Sasuke, ¿qué pasa? ¿Puedes decírmelo? —preguntó dubitativo, pues el Uchiha parecía estar medio ausente.
Lo vio tragar saliva antes de mirarle a los ojos. Parecía horrorizado.
—Recordé.
Naruto notó que todos los músculos de su cuerpo se tensaban.
—¿El qué?
—Mi accidente. Lo recuerdo.
Antes de que nadie pudiera decir o preguntar nada, Kiba regresó con una mujer alta, de largo cabello rubio recogido en dos coletas y ojos castaños. Iba vestida con una larga bata de hospital que la identificaba como doctora, aunque eso no bastaba para esconder sus generosos atributos femeninos.
—Buenas noches, señor Uchiha, soy Tsunade Senju, la doctora que le atiende. ¿Puede decirme cómo se encuentra?
—Mareado —respondió antes de fruncir el ceño—. Algo aturdido.
La mujer le hizo un par de pruebas para comprobar sus reflejos y luego le pidió que describiera lo que le había ocurrido. Antes de eso, Sasuke le explicó que tuvo un accidente en el que perdió la memoria y que ese mismo día lo había recordado. Tsunade asintió, pensativa.
—Ha sufrido un ataque de estrés postraumático —declaró.
—¿Eso es posible? —preguntó Kiba, extrañado, ya que asociaba dicha enfermedad a gente que había pasado por algún trauma como ir a la guerra, la violación o los maltratos.
Tsunade lo explicó con calma.
—La pérdida total de memoria es, de por sí, difícil y muy confusa, a menudo un sujeto que ha perdido toda noción de quién es suele estar asustado al principio debido a la falta de reconocimiento de personas cercanas o cosas cotidianas. Tras dos años, es indudable que este hombre ha rehecho su vida, por lo que recordar algo, cualquier cosa, puede ser impactante… pero recordar un accidente así es sin duda un duro golpe —dicho esto, se dirigió a Sasuke—. No se preocupe, se pondrá bien físicamente, pero le recomiendo que hable con un psicólogo sobre cómo se siente al respecto.
Sasuke hizo una mueca.
—No necesito hablar con nadie.
La doctora no pareció sorprendida por su actitud; todos los pacientes se negaban a hablar con psicólogos.
—Como quiera, pero hablar puede ayudarle. Si no quiere un profesional, hable con sus amigos, familia o alguien que sea de su confianza.
Él lo meditó un momento antes de decir:
—Lo tendré en cuenta.
Tsunade asintió y se retiró tras decirle que ya podía irse. El resto se acercó a la camilla donde estaba Sasuke para ofrecerle apoyo y alguien que escuchara lo que tenía que decir. El único que no lo hizo fue Gaara, sabiendo que el moreno empezaba a sentirse agobiado con tanta gente a su alrededor, por lo que, tras intercambiar una mirada con él, convenció a todos para marcharse y dejar que Naruto lo llevara a casa o adonde fuera, así que, al final, solo quedaron el rubio, Sasuke y Kurama.
Fue a este a quien el Uchiha le dedicó una inclinación de cabeza:
—Le pido disculpas por esto, señor Kyubi. Creo que he llegado tarde a nuestra reunión.
El pelirrojo le quitó importancia con un gesto de la mano.
—Es totalmente excusable dado su estado, señor Uchiha. Ahora todo lo que debe preocuparle es su salud —dicho esto, esbozó una enorme sonrisa—. Si me disculpa, me ha surgido un compromiso de última hora, por lo que os ruego que disfrutéis de la cena sin mí.
Naruto lo miró con sospecha.
—¿Y cuándo ha surgido ese compromiso exactamente?
Kurama le devolvió la mirada con inocencia.
—Hace cinco minutos. Me han enviado un mensaje urgente, pero no deseaba irme sin conocer el estado del señor Uchiha.
—Ya, claro —comentó el rubio, poniendo los ojos en blanco.
De no haber estado tan aturdido, Sasuke se habría dado cuenta de la maliciosa y satisfecha sonrisa de Kurama y, tal vez, habría sospechado de sus verdaderas intenciones; sin embargo, recordar el accidente y lo que eso conllevaba, lo tenía… abrumado, en el peor de los sentidos.
En cuanto el pelirrojo se marchó, Naruto le frotó el brazo a Sasuke. Él era una persona bastante empática y sentía que algo no iba bien. Se reposicionó de nuevo en la cama, sentándose esta vez frente al varón, e inclinó un poco la cabeza para que lo mirara a los ojos. La expresión que tenía Sasuke en los ojos era una preocupante mezcla de tristeza, culpabilidad y horror.
Eso fue lo que más lo asustó pero, al mismo tiempo, fue consciente de que actuar con miedo o desesperación era lo peor que podía hacer, sobre todo con Sasuke en ese estado. Él necesitaba tranquilidad y… despejarse.
De repente, tuvo una idea. Sacudió un poco al hombre, intentando que volviera a la realidad.
—Eh, Sasuke —lo llamó con suavidad—, ¿puedes levantarte?
Este se sobresaltó un poco, pero se esforzó por concentrarse en el momento presente. Asintió y se incorporó con ayuda de Naruto, quien seguía cogiéndole de la mano. No lo soltó en ningún momento mientras salían del hospital, lo cual le hizo sentirse un poco mejor; desde que estuvo ingresado por culpa del accidente, odiaba esos edificios, le recordaban lo vulnerable y asustado que se había sentido, tal y como había dicho la doctora antes.
Entonces, Naruto llamó su atención. Su tono de voz era muy suave y agradable, resultaba tranquilizadora y pudo recuperar un poco de autocontrol.
—Sasuke, hay un sitio al que me gustaría llevarte. ¿Está bien o prefieres volver al hotel?
Él negó rápidamente con la cabeza. No quería estar solo en ese momento.
Naruto le comprendió sin necesidad de palabras y lo condujo hasta su Jeep. Una vez dentro, Sasuke reconoció el camino que conducía a su casa pero, en vez de detenerse allí, la pasaron de largo y se internaron en el bosque.
Pese a que su estado emocional no era el mejor, le resultó imposible no sentirse maravillado por el paisaje: la nieve era un invitado constante en Nome, por lo que no era extraño encontrarla cubriendo el suelo, rociando los troncos de los árboles o amontonada sobre algún arbusto; la vegetación era exuberante y de tonos oscuros, resaltando así el brillante tono azulado de la nieve, iluminada por los rayos de la luna que se alzaba hermosa e imponente en el cielo, y el cielo era una amalgama de tonos azules y violetas, tan lleno de estrellas que le pareció extraño no haberse dado cuenta de su existencia en su piso en Japón.
El terreno era ondulado y, aparentemente, inestable, pero percibió la seguridad con la que Naruto conducía y supuso que ya había ido muchas veces al lugar al que se dirigían. Tras unos pocos minutos, el doncel paró el coche en un claro y le hizo un gesto para que le acompañara.
—A veces, vengo aquí. Las vistas son espectaculares y hacen que mis problemas parezcan más pequeños —dicho esto, bajó del coche y fue al capó, al cual, para sorpresa de Sasuke, se subió con un buen salto. Luego le sonrió y dio unos toques a su lado, invitándole a ir con él.
Sin estar muy seguro de qué pretendía, salió del vehículo y se reunió con Naruto en el capó. Estaba caliente gracias a que el motor había estado encendido no hacía mucho, lo cual era agradable teniendo en cuenta las bajas temperaturas. Una vez ahí, el rubio lo instó a tumbarse y le cogió la mano.
—No te preocupes, no será mucho tiempo, solo quiero que veas una cosa —le dijo con una gran sonrisa.
—¿El qué?
—Mira el cielo y espera. Pronto aparecerá.
Sasuke frunció el ceño, pero obedeció. La compañía de Naruto le resultaba reconfortante, así como la visión del cielo estrellado, enmarcado por las copas de los árboles… De repente, vio un destello. Frunció el ceño, y se incorporó sobre sus codos, como si así pudiera acercarse más al cielo y verlo mejor. Entonces, contempló cómo una onda de color verde claro cubría la noche por completo, formando primero un arco que iba cambiando de forma hasta convertirse en rizos y espirales que se volvieron de un azul brillante e intenso.
Era simplemente…
—Impresionante, ¿verdad? —comentó Naruto, observando también el espectáculo con una sonrisa—. Llevo dos años viéndolas y aún consiguen dejarme sin aliento.
—Es…
—La aurora boreal —confirmó el doncel—. Antiguamente se creía que estas luces eran en realidad dragones que surcaban el cielo.
Sasuke sonrió.
—Es increíble.
Naruto asintió.
—Cuando la gente habla de belleza, piensa en una mujer o doncel hermosos o en un hombre atractivo; pero yo creo que es esto. La naturaleza en todo su esplendor. Hace que me sienta realmente pequeño.
El Uchiha tuvo que admitir que, a pesar de su apellido y el dinero de su familia, se sentía insignificante en comparación con lo que veía. Ni su orgulloso padre con todo el poder que tenía podría jamás tener ningún control sobre la aurora boreal, o sobre cuándo caía la nieve, ni siquiera la disposición de los árboles en un bosque. Nadie podía hacerlo.
Sí que le hacía sentirse pequeño, pero era de una buena manera.
Cogió la mano de Naruto y se la estrechó sin apartar la vista del cielo.
—Gracias —le dijo de corazón. Sabía que el doncel le había llevado a ese lugar con la esperanza de hacerle sentir mejor y, aunque todas las emociones que le había provocado descubrir que Saki tal vez sí fuera hijo suyo y recordar el accidente no se habían ido del todo, al menos, había logrado despejar su mente.
El rubio le frotó el dorso de la mano.
—Si alguna vez necesitas hablar, estoy aquí, Sasuke.
Él asintió y cerró los ojos. Fue solo un segundo para tomar una decisión, ya que no quería perderse el espectáculo que le ofrecía el cielo.
—El día de mi accidente, alguien me llamó. Me dijo que tenía algo muy importante que decirme y que tenía que hacerlo en persona.
—¿Sabes quién era? —preguntó Naruto, tratando de que no se le notara tenso.
Sasuke lo sabía, pero aún no estaba seguro de querer decirle que le recordaba; había demasiadas cosas que no comprendía, como por qué Naruto no estaba ahí el día en que despertó en el hospital… Ellos aún estaban juntos entonces, estaba convencido de que el doncel le llamó para decirle que estaba embarazado y, antes de llegar a su casa, fue cuando chocó contra aquel coche. Eso significa que, fuera lo que fuera lo que le pasó a Naruto para alejarse de él, tuvo que ser mientras él estuvo inconsciente, antes de que despertara… ¿pero qué? ¿Qué demonios había ocurrido para que de repente se fuera y le dejara sin más?
Decidió, una vez más, tener paciencia y, tal vez, con un poco más de tiempo, recordaría o bien Naruto se lo contaría todo. Solo era cuestión de tiempo y, gracias a Kurama, tenía mucho por delante. De modo que respondió omitiendo únicamente una parte de la verdad.
—Sé que era alguien a quien quería mucho. Lo sentía así.
Naruto pareció conformarse con eso, ya que no dijo nada más y esperó a que continuara. Ahora venía la parte difícil, por lo que se tomó unos segundos para inspirar hondo y tragar el nudo que tenía en la garganta.
—Le pedí el coche a mi hermano para ir hasta allí, ya que noté que algo no iba bien y quería saber qué ocurría. Era de noche, las ocho pasadas, por lo que no había mucha gente en la carretera y tenía el camino despejado. Recuerdo que mi semáforo se puso en verde antes de que llegara a él, por lo que no reduje la velocidad y seguí mi camino… pero, en el último momento, salió un coche de una calle, por la derecha. Iba tan rápido que no pude reaccionar y le golpeé; salimos disparados, mi vehículo dio una vuelta en vertical y el suyo quedó destrozado por la parte delantera. El otro conductor no sobrevivió y yo lo hice por los pelos; se me clavó un trozo de metal en el costado izquierdo, cerca del pecho, a escasos centímetros de un pulmón. Un poco más y no habría aguantado el camino hasta el hospital.
—Sasuke…
—Todo mi lado derecho está lleno de cicatrices —añadió con tristeza. Cada vez que las veía, no solo era un recordatorio de por qué había perdido los recuerdos, sino de lo cerca que había estado de la muerte.
Entonces, notó el cálido cuerpo de Naruto contra el suyo; se había apoyado en su hombro y le acariciaba el pecho con una mano. No tuvo reparos en pasar un brazo por su cintura para atraerlo más hacia él y apretó su mejilla contra el cabello del doncel.
—Lo siento mucho, Sasuke. Tuviste que pasar mucho miedo.
Así fue, pero no se atrevía a describirle el caos que había reinado en el coche mientras daba la vuelta con él. Sin embargo, eso no era lo peor.
—Hay algo más, algo que no sabía hasta que lo he recordado hoy.
Naruto se incorporó un poco para observar el rostro pálido de Sasuke. No dijo nada, quería que fuera el varón quien decidiera si se sentía capaz de hablar de ello o no.
—El otro conductor tenía niveles elevados de alcohol y drogas, y fue él quien se saltó el semáforo. Para las autoridades quedó claro quién había sido el culpable y por eso me dejaron tranquilo… pero…
—¿Pero?
Sasuke se giró un poco para mirarle. Sus ojos negros estaban nublados por el dolor.
—Nadie me dijo que el conductor era un muchacho. Le vi la cara antes de quedarme inconsciente, no tendría más de dieciséis años. Y está muerto.
Naruto perdió el color de la cara. No se trataba solo de saber que todo aquel accidente fue por un chaval adolescente con poco conocimiento o que hubiera muerto por el golpe del coche de Sasuke, sino también porque intuía el rumbo que estaban tomando los pensamientos de este.
No podía permitir que Sasuke se hiciera eso a sí mismo.
—Sasuke, no fue culpa tuya. El otro coche se cruzó en tu camino.
—Pero fui yo quien salió vivo.
—Eso tampoco dependía de ti. Escúchame, yo me culpé durante mucho tiempo por la muerte de mis padres, a pesar de que ni siquiera estaba en el lugar del accidente. No quiero que vivas arrepintiéndote de algo que no has hecho; sé que esto puede sonar cruel, pero es la verdad, ese chico tomó una mala decisión al coger el coche en su estado y lo pagó muy caro. No es justo que alguien tan joven muera de esa manera, pero tampoco lo es que tú también pagaras por ello, ni mucho menos mereces vivir culpándote por eso.
Sasuke cerró los ojos y abrazó a Naruto con fuerza. Sus palabras habían significado mucho para él, le consolaba saber que no lo culpaba, y también sabía que tenía razón, que él no podía saber que saldría un coche de la nada, pero necesitaría un poco de tiempo para asimilarlo. Al fin y al cabo, no era fácil estar involucrado en la muerte de un adolescente, a sus ojos, seguía siendo un niño.
—Gracias, Naruto, pero creo que necesito tiempo para esto.
—Lo entiendo. Si alguna vez quieres hablar, sabes dónde vivo.
Él asintió y esbozó una media sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Lo sé. Perdona, creo que te he fastidiado la noche con todo esto.
Naruto se separó y le dedicó una sonrisa divertida.
—Bueno, enterarme de que estabas en el hospital no ha sido mi forma favorita de empezar una noche pero, afortunadamente para los dos, cocino de maravilla y tengo una colección de películas que pueden salvar el desastre que has creado.
Sasuke no pudo evitar curvar los labios hacia arriba.
—Eso suena bien.
—Pues, ¿a qué esperamos?
Ambos bajaron del capó y fueron hacia sus respectivos asientos. Antes de que Sasuke entrara en el coche, notó una vibración en el móvil, por lo que lo sacó y le echó un vistazo. Al ver que no tenía ninguna notificación, frunció el ceño. Qué raro.
—Sasuke, ¿pasa algo? —le preguntó el rubio al ver que no subía.
Este guardó el teléfono en su bolsillo y entró en el vehículo.
—Juraría que me estaban llamando, pero no tengo ningún aviso.
—Puede que te lo hayas imaginado.
Sasuke se encogió de hombros, sin darle más importancia.


En Japón, Fugaku Uchiha estaba a un paso de lanzar el teléfono contra el suelo. Hacía un par de días que había intentado ponerse en contacto con él para saber cómo iban las negociaciones con Biju S. A., ansioso por tener en sus manos un contrato firmado donde este prometía su colaboración y, por ende, le hacía entrega de informes detallados sobre los resultados de sus investigaciones y sobre las nuevas aplicaciones que estaba creando.
Sin embargo, su hijo no cogía el móvil ni tampoco respondía a sus llamadas. Era consciente de que su relación con él no era la mejor del mundo; ya desde antes del accidente Sasuke se había vuelto frío con él, y en esos dos años, a pesar de sus esfuerzos por enderezarlo y llevarlo por el buen camino, su hijo no había tenido el menor interés en tratar de llevarse bien con él. Aun así, mantenían una eficiente y cortés relación laboral, y le extrañaba y sorprendía que no le hubiera devuelto las llamadas para informarle de cómo iban las negociaciones con Kurama Kyubi.
Más extraño aún era que Sakura Haruno, una de sus trabajadoras más brillantes y alguien de su total confianza, tampoco hubiera dado señales de vida. Por un momento, quiso creer que su hijo por fin había entrado en razón y tuviera interés en una mujer, pero algo le decía que Sasuke no cedería tan fácilmente a los planes que tenía para él.
Era muy consciente de que, en esos dos años, el joven no había tenido ninguna relación sentimental ni física con nadie. Lo primero podía entenderlo, los sentimientos eran una debilidad y no tenían cabida en el imperio empresarial que había creado pero, ¿abstenerse de tener relaciones sexuales? Era impensable en su hijo, especialmente porque antes de que conociera a esa abominación, este había tenido una gran fama de mujeriego.
Le inquietaba el hecho de que, a pesar de no tener recuerdos, Sasuke aún parecía tener sentimientos por esa cosa. No podía consentir que eso siguiera así, ningún Uchiha tendría una vida de soltero, sin hijos, y mucho menos acabaría casado o emparejado con un ser hermafrodita, ¡ni qué hablar de concebir niños con él!
Furioso porque su hijo menor no le respondía y que tampoco se ceñía al futuro que tenía planeado para él, se sentó en la silla de su despacho y empezó a buscar socios potenciales para la empresa. Si Sasuke no quería dirigirle la palabra, peor para él, porque cuando lo hiciera, ya estaría prometido con la hija de algún hombre cuyo trabajo pudiera ser beneficioso para Corporaciones Uchiha.