sábado, 8 de septiembre de 2018

Quiero recordarte


Capítulo 8. ¿Recuerdos falsos o verdaderos?


La cena transcurrió con tranquilidad… más o menos. Su intención era comer mientras veían una película, pero la verdad era que no le hicieron mucho caso, no cuando había una fuerte tensión sexual entre ellos… y que tanto Naruto como Sasuke aprovecharon para provocar al otro. El doncel empezó primero como venganza por haberle dejado a medias: en el momento en que Sasuke se quedó distraído comiendo, se acercó a él por detrás y le lamió el cuello, haciendo que por poco el Uchiha se atragantara por la sorpresa. Sin embargo, eso dio comienzo a toda una serie de… “tácticas” para excitar al otro; el varón le mordisqueó la oreja, Naruto le arañó suavemente la espalda por debajo del jersey, el moreno lo inmovilizó entre sus brazos para darle un húmedo beso, el rubio lo recostó contra el respaldo del sofá para explorar su pecho…
En cuanto ambos terminaron las pizzas, Sasuke no lo pensó dos veces; juguetón, se abalanzó sobre Naruto, tumbándolo sobre los cojines mientras este reía y envolvía una pierna alrededor de sus caderas para acercarlo más. Pero cuando estaba a punto de besarlo, el doncel hizo un rápido movimiento y los cambió de posición, quedándose él encima. Sasuke no pudo hacer otra cosa aparte de sonreír, divertido.
—Diablillo —dijo sin pensar.
Naruto dejó de reír y lo miró fijamente. Al darse cuenta de lo que había dicho, de que había llamado al rubio por el mote que solía usar con él, hizo amago de disculparse, pero fue interrumpido por los labios feroces de este. Notó cierta desesperación en su beso, como si… como si quisiera retener algo. Tal vez había vislumbrado a su Sasuke en esa única palabra y estuviera intentando aferrarse a él… o puede que fuera otra cosa. No lo sabía, en ese momento tampoco pudo pensarlo mucho, solo le importaba darle lo que necesitaba, lo que su cuerpo le pedía.
Le agarró del pelo, sabiendo que eso le encantaba, y lo acercó más a su boca, queriendo tenerlo tan cerca como fuera posible, pero no hizo nada más por tratar de controlar la situación, no quería hacerlo. Quería perderse en Naruto, pensar únicamente en qué podía hacer para darle el máximo placer posible, y si eso implicaba dejar que le dominara por esta vez y que lo montara… Bueno, no veía motivo alguno para quejarse.
Escuchó el gruñido satisfecho del rubio y, seguidamente, notó que se apartaba. Iba a protestar cuando se dio cuenta de que la atención del doncel estaba en su jersey y que sus manos lo estaban tirando hacia arriba. Se sentó de inmediato y le ayudó a quitárselo de encima, junto a la camiseta de manga larga interior que llevaba. Nada más quedarse medio desnudo, Naruto lo miró un momento… con una expresión atormentada que le hizo fruncir el ceño.
—¿Qué ocurre? —le preguntó, preocupado de repente.
En vez de responder, el doncel acarició su pectoral derecho, instante en el que Sasuke comprendió el porqué de la tristeza que había en sus ojos.
Ahora podía ver perfectamente las cicatrices de su accidente.
No eran para nada agradables. Su pecho tenía una horrible cicatriz, producto de la herida mortal que estuvo a punto de segar su vida; no era muy grande, pero tenía una forma abstracta y rojiza, rodeada por múltiples marcas de laceraciones, quemaduras y cortes que se extendían por su costado y brazo derechos. Su extremidad estaba menos dañada, pero aun así abarcaba la mitad de la misma.
Se maldijo mentalmente por permitir que Naruto lo viera así. Hizo amago de coger la camiseta interior para cubrirse un poco, pero el doncel lo detuvo.
—No es necesario.
—No tienes por qué ver esto, sé que no es agradable.
El rubio hizo un gesto negativo con la cabeza y se quitó su jersey y la camiseta interior, dejando a la vista un torso hermosamente esculpido; sus pectorales eran un poco más anchos que dos años atrás, pero seguía teniendo una cintura estrecha y un vientre plano adornado por las ligeras líneas que marcaban sus abdominales. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era la larga cicatriz que llevaba en el lado derecho del vientre, que Sasuke reconoció como la que llevaban muchas mujeres y donceles.
—¿Cesárea? —preguntó, incorporándose hasta quedarse sentado.
Naruto asintió y se tocó la marca.
—El embarazo de Saki fue uno de riesgo. Nació a los siete meses. Tuvieron que intervenirme de urgencia.
Tomó a su rubio de la cintura para acariciar la curva de la misma, notando cómo este se estremecía bajo su toque. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que tenía otra cicatriz, larga y fina, en el bajo vientre, a un lado del ombligo.
—¿Y esta?
El doncel frunció el ceño.
—Es de hace dos años. Una mujer que no era mentalmente estable me atacó.
Sasuke se sobresaltó y lo miró alarmado.
—¡¿Qué?!
—Estaba paseando a Blue cuando la vi. Se la veía muy triste y pensé que quizá necesitaba ayuda. Antes de darme cuenta, ella me apuñaló. —Hizo una pausa mientras movía la cabeza de un lado a otro con tristeza—. Estaba enferma, decía que era hijo del Diablo. Por suerte, Blue la atacó antes de que pudiera volver a apuñalarme —dicho esto, sacudió la cabeza, como para alejar ese mal recuerdo, y le sonrió mientras ponía ambas manos sobre su rostro—. Pero, ¿te das cuenta? No eres el único que tiene cicatrices.
El Uchiha hizo una mueca.
—Sé que las mías son desagradables. A mí mismo me disgusta verlas.
—Puedo prometerte y jurarte que eso no te quita un ápice de atractivo —afirmó Naruto mientras esbozaba una sonrisa pícara—. Sigo queriendo bajarte los pantalones.
Sasuke no pudo contener una sonrisa.
—Y yo sigo queriendo jugar con tu trasero —dijo, dándole un inesperado apretón en una nalga que hizo gemir al rubio.
Este contratacó buscando sus labios, besándolo profundamente a la vez que lo echaba hacia atrás, tumbándolo de nuevo en el sofá. No se resistió, al igual que tampoco lo detuvo cuando empezó a acariciar todo su torso, explorándolo con curiosidad y cierta excitación, podía sentirlo en la forma en que sus dedos lo tocaban, siguiendo los ondulantes músculos de su pecho y vientre. Al contrario de lo que creía, a Naruto no le repugnaron sus marcas, ya que las acarició con sumo cuidado y delicadeza, como si de alguna forma tratara de borrar lo que significaban para él. Y, en cierto modo, se sentía como si pudiera curarle.
Él siempre había odiado esas cicatrices, prácticamente desde el primer instante en que las vio, porque representaban lo que le había ocurrido; no solo el accidente que casi termina con su vida, sino el haber perdido la memoria. A su manera, las veía como las culpables, o la representación de los culpables, de que no supiera quién era, de la desorientación, vulnerabilidad y miedo que había sentido los primeros meses que vivió tras despertar en aquella cama en el hospital.
Pero con Naruto era diferente. Mientras él le tocaba, sus cicatrices solo eran marcas sobre su piel. Nada más. Y por eso, no volvió a pensar en ellas, se dedicó únicamente a disfrutar de las caricias de su rubio mientras él mismo exploraba su espalda; era un poco más ancha que en sus recuerdos, pero no le importaba, amaba la forma en que sus músculos se contraían sensualmente bajo sus manos, indicativo de lo mucho que le gustaba a su amante que lo acariciara de forma incitante, con la misma avidez con la que él lo hacía. Descendió suavemente, disfrutando de su piel suave y aterciopelada, la cual sabía que se erizaría en cuanto pasara la yema de sus dedos por ella, encontrando aquella sexy curva que se hundía hacia dentro justo antes de llegar a su trasero. Teniendo en cuenta que ya estaban medio desnudos, Sasuke deslizó las manos dentro del pantalón de Naruto y de su ropa interior, hallando sus nalgas, firmes e igualmente suaves. Con un gruñido lujurioso, le clavó los dedos, haciendo que su doncel se apartara de sus labios, soltando un jadeo que lo puso a cien.
—Cógete a los cojines —le ordenó este de repente.
Sasuke hizo una mueca.
—¿No puedo tocarte?
Naruto le mordisqueó los labios antes de sonreírle.
—Solo por ahora. Quiero jugar un rato contigo.
Su rubio quería jugar. Joder, no podía decirle que no.
—Me matarás.
Él soltó una risilla.
—No te preocupes, tengo un par de trucos para reanimarte. ¿Quieres verlos?
No le dio tiempo a responder. Su boca se cernió sobre su cuello, lamiendo, chupando y mordiendo su sensible piel mientras sus manos acariciaban lánguidamente su pecho, desde los pectorales hasta sus duros abdominales, pasando por sus pezones, que se alzaron furiosamente en cuanto el doncel arañó ligeramente las areolas. Con un jadeo, Sasuke se aferró a los cojines que encontró a ciegas, tratando de respetar los deseos de Naruto y no tocarlo. Aun así, no podía evitar arquearse, entregándose por completo a sus caricias, del mismo modo que tampoco pudo controlar su agitada respiración, la cual se aceleraba por momentos.
Los labios del rubio descendieron poco a poco, disfrutando del recorrido y torturando a Sasuke. Cuando encontraron sus enhiestos pezones y los lamió, lanzó un gruñido de placer.
—Naruto… —le advirtió con la voz ronca.
Este le sonrió con malicia.
—¿Te gusta? —dicho esto, y antes de que tuviera tiempo de contestar, Naruto le mordió, fuerte, no lo suficiente para hacerle daño, pero sí lo justo para conseguir que su polla saltara.
—Joder —maldijo Sasuke, echando la cabeza hacia atrás y hundiendo los dedos en los cojines con más fuerza.
—Eso es —ronroneó Naruto—, tú solo disfruta de esto.
Ni se le pasó por la cabeza contradecirlo, no cuando su rubio volvió a morderlo, esta vez en el otro pezón, y mucho menos cuando su lengua se deslizó hacia su vientre, degustando sus abdominales como si fuera el plato más delicioso que había probado nunca. Pese a sus intentos de mantener las manos alejadas de él, lo olvidó por completo en cuanto notó los habilidosos dedos de Naruto desabrochándole los pantalones. Se sentó de un salto y lo cogió del pelo para obligarlo a mirarle a la cara.
—Espera.
Los ojos azules de su amante lo miraron con lujuria y malicia.
—No, quiero lamerte —le dijo, esbozando una amplia sonrisa traviesa que solo consiguió que a Sasuke le dolieran los genitales—. Sé que te gusta, Sasuke.
Él inspiró hondo, casi con un siseo. La sola imagen de tener la cabeza de ese sexy rubio entre sus piernas, chupándosela, lo llevó al borde de su autocontrol. Mierda, llevaba dos años sin sexo, si Naruto hacía eso… no duraría ni dos minutos.
—Si haces eso… —Tragó saliva y enrojeció. Joder, era muy vergonzoso tener que admitir que no podría contener las ganas de correrse si hacía algo así, pero sería mucho peor si alcanzaba el orgasmo antes que Naruto… Dios, no podría mirarlo a la cara después—. Naruto, estoy muy excitado… —reconoció, sin tener ni la menor idea de cómo admitir lo que le ocurría.
Por fortuna para él, el doncel lo comprendió rápido, pero en vez de enfadarse, sonrió, un tanto altanero.
—Vaya, ahora me siento halagado. No pasa nada, Sasuke, no voy a reírme de ti. Yo… llevo dos años sin tener relaciones con nadie… —reconoció, al parecer también un poco avergonzado—. Tampoco es que yo vaya a aguantar mucho.
Sasuke ya lo sabía por los comentarios que habían hecho Kurama y los amigos de Naruto… pero seguía queriendo que la primera vez entre ellos durara un poco más de tres minutos.
—Yo… tampoco lo he hecho —admitió finalmente.
Naruto frunció el ceño.
—¿Qué?
—Desde el accidente. No he… estado con nadie.
El doncel lo miró con los ojos como platos durante unos segundos. Al darse cuenta de que no estaba de broma, trató de tragar el nudo que tenía en la garganta de emoción.
—¿De verdad?
Sasuke asintió sin mirarlo. Parecía muy avergonzado por reconocer algo así… y él podía entenderlo. También le cohibía un poco admitir que no había estado con nadie en dos años, desde que abandonó Japón, pero él lo había hecho porque no quería tener un contacto tan íntimo con un hombre, no cuando su corazón aún pertenecía al padre de Saki.
Pero Sasuke era distinto, él no tenía a nadie… ¿no?
—¿Por qué? —preguntó. Necesitaba saberlo, necesitaba saber si él…
El varón lo miró un momento a los ojos con intensidad. Su corazón empezó a latir más rápido, como si se preparara para una maratón. Sasuke acarició su rostro con una mano, de una forma que le hizo sentir lo más preciado del mundo para él. Le gustó esa sensación.
—No quería estar con nadie. No hasta que te vi.
Por un momento, los ojos de Naruto estuvieron anegados de lágrimas, pero logró contenerlas a tiempo. A pesar de haber perdido la memoria, Sasuke todavía…
De repente, se levantó de un salto con expresión decidida y cogió al moreno de la mano. Sasuke frunció el ceño, pero siguió obedientemente al doncel, que lo llevó hasta las escaleras.
—¿A dónde vamos?
—A mi habitación.
—… ¿He dicho algo malo?
Naruto le lanzó una mirada divertida.
—Estamos yendo a mi cuarto, ¿tú qué crees?
Eso le hizo sonreír a él también y, sin pensar mucho en lo que hacía, lo abrazó por la cintura y lo levantó. A Naruto se le escapó una carcajada y le echó los brazos al cuello y las piernas alrededor de la cintura. Sasuke lo besó mientras le daba una palmada en el culo, haciendo que el rubio soltara una queja y se vengara mordiéndole el labio inferior.
Una vez en la habitación, Sasuke cerró la puerta con el pie y llevó a su amante a la cama mientras este hundía las manos en su pelo y devoraba sus labios. Él respondió con la misma pasión, agarrándolo por la cintura y deslizando su boca por su cuello; casi gruñó de satisfacción cuando Naruto le ofreció su garganta con un gemido.
Lo que no esperó fue sentir las manos del rubio en sus pantalones, desabrochándolos de nuevo con avidez. Se apartó y abrió la boca para protestar, pero el doncel lo calló con un beso húmedo y erótico, que se le hizo demasiado corto cuando este se apartó para mirarlo con pasión.
—Sasuke, no quiero esperar.
—Naruto… —empezó a decir él, queriendo evitar la vergüenza de durar unos pocos minutos. Sin embargo, él cogió su rostro entre sus manos y le sonrió.
—Llevo dos años de abstinencia, Sasuke, no me importa si aguantamos un único minuto. —Deslizó las manos por su cuello hasta que lo abrazó para acercarlo a su rostro y besarlo suavemente—. Solo te necesito dentro de mí —gimió en voz baja y lamiéndole el labio inferior, provocando que el miembro de Sasuke luchara contra la tela de los bóxers y los vaqueros, los cuales estaban a medio desabrochar—. Te prometo que después podrás hacer conmigo lo que quieras, pero ahora solo fóllame, por favor.
Al oír esas palabras, Sasuke estrechó los ojos y miró fijamente a su amante.
—¿Todo lo que quiera?
Naruto se mordió el labio y frotó descaradamente sus caderas contra las de Sasuke, haciendo que este gimiera.
—Todo lo que se te pase por la cabeza —prometió el rubio.
—En ese caso… —Sasuke se abalanzó sobre la boca de su hermoso doncel, enlazando su lengua con su siempre fiel amante, que respondió de inmediato a su llamada para unirse a la apasionada danza. Mientras tanto, sus manos fueron a los pantalones de Naruto, quien arqueó el cuerpo para que le fuera más fácil quitárselos, antes de que este le arrancara los suyos con impaciencia.
Una vez desnudos, Sasuke no se hizo de rogar; sin previo aviso, cogió los pies del rubio y colocó los tobillos sobre sus hombros. A Naruto se le escapó un fuerte gemido cuando el varón se inclinó sobre él, estirando sus piernas durante el proceso y dejando su húmeda entrada totalmente expuesta. La expectación y la impaciencia se apoderaron de él cuando Sasuke deslizó una mano sobre su nalga, acercándose despacio al lugar donde más deseaba que lo tocara; en cuanto introdujo un dedo dentro de él, no pudo contener un grito.
—¡Sasuke!
Este gruñó complacido tanto por su reacción como por lo preparado que estaba Naruto para él.
—Joder, Naruto, estás muy mojado —dijo, sonriendo con cierta arrogancia al mismo tiempo que deslizaba un segundo dedo. El rubio trató de arquearse y removerse, pero como él le tenía inmovilizado, apenas pudo hacer otra cosa aparte de chillar de puro gozo.
—Mierda, Sasuke, deja de jugar y fóllame.
Él solo amplió su sonrisa antes de quitar los dedos y volver a meterlos, esta vez con más fuerza, provocando que su amante gimiera de placer y necesidad.
—Sasuke…
—Esto te gusta, solo disfruta.
Después de eso, Naruto no fue capaz de replicar, ya que Sasuke volvió a penetrarlo con los dedos, esta vez más rápido y fuerte, una y otra vez, haciendo que no pudiera pensar en otra cosa que no fuera en el placer que recorría cada centímetro de su cuerpo. La intensidad era tal que, en un par de ocasiones, trató de apartarse, buscando un poco de calma, pero su amante tenía sus piernas sobre los hombros y le resultó imposible librarse de él. También le suplicó que bajara el ritmo, pero Sasuke lo ignoró y siguió haciéndole el amor a su entrada como más le convino; duro, fuerte, rápido.
A los pocos minutos, se corrió con fuerza, quedándose flojo entre los brazos del varón, quien lo besó suavemente con una sonrisa claramente satisfecha.
—Eres un tramposo —le acusó en voz baja mientras trataba de recuperar el aliento. A pesar de eso, no hizo el menor esfuerzo por apartarse de los besos de su amante.
Este le mordisqueó la oreja.
—Pero te ha gustado, ¿a que sí?
Naruto frunció la nariz, tratando de parecer molesto, pero al final se le escapó una pequeña sonrisa.
—Mucho —admitió a la vez que envolvía los brazos alrededor del cuello de Sasuke para acercarlo a él y poder besarlo. Afortunadamente, esta vez obedeció y le entregó sus labios, dando inicio a un beso profundo, aunque corto, ya que Naruto se apartó para murmurar—. ¿Ahora me follarás?
Sasuke no pudo evitar sonreír. Le gustaba que su rubio estuviera tan ansioso por hacer el amor con él, a pesar de que ya hubiera tenido un orgasmo.
—Ahora te follaré —prometió.
—Fuerte —exigió Naruto, mirándole fogoso.
El varón ensanchó su sonrisa al mismo tiempo que colocaba la punta de su pene contra la entrada de su amante; notó cómo esta parecía tensarse por la anticipación, aunque lo más difícil para él era sentir lo húmeda que estaba y no penetrarla aún… pero eso lo arreglaría muy pronto.
—Tus deseos son órdenes para mí —dicho esto, embistió el trasero de Naruto con fuerza, golpeando de una sola estacada ese punto erógeno en su interior que lo volvía loco. Su rubio chilló, echando la cabeza hacia atrás y aferrándose a sus hombros como si su vida dependiera de él.
Sasuke tampoco pudo evitar jadear; su hermoso doncel estaba muy mojado, y las húmedas paredes de su interior apretaban su polla de tal forma que creía que moriría si no se movía. De modo que no lo pensó más, se retiró lentamente, asegurándose de que no le había hecho daño a Naruto, que gimoteó como protesta a que se alejara, antes de volver a embestirle, un poco más duro, tal y como el rubio le pedía.
A partir de ahí, ya no pudo parar. Tras dos años sin relaciones sexuales, volver a hacer el amor con su doncel fue un momento de puro descontrol; sus caderas golpeaban sin descanso su lindo trasero, disfrutando de la forma en la que su cuerpo le acogía, de ser él quien estuviera dominando por completo la situación… y de lo mucho que parecía gustarle a su amante ser follado de esa manera, a juzgar por los gritos y súplicas que se le escapaban. Por desgracia, tal y como había temido, iba a ser corto; la húmeda y estrecha entrada de Naruto era demasiado para él, su polla estaba tan dura a causa del placer que tenía la impresión de que iba a reventar en cualquier momento.
No duraría mucho más, y quería que Naruto se corriera con él. Así que liberó al fin sus piernas, dejando una a cada lado de su cuerpo, para tener mejor acceso a su miembro, el cual cogió sin miramientos y lo masturbó rápido, sin dejar de penetrar la dulce entrada del rubio. Este le clavó las uñas en la espalda al sentir sus manos sobre otro punto muy sensible de su cuerpo.
—¡Aaaah! ¡Sasuke!
—Córrete conmigo, Naruto —gimió Sasuke, sabiendo que no aguantaría mucho más.
Y Naruto, excitado a más no poder, obedeció dócilmente, dejándose llevar con un grito ahogado un segundo antes de que su amante también llegara a la cima con un jadeo de satisfacción. Este se dejó caer, agotado, sobre el rubio, quien lo recibió cálidamente entre sus brazos.
Permanecieron unos momentos en silencio, limitándose a recuperar el aliento y a disfrutar de la mutua compañía. Pese a que no dijeron nada, intercambiaron sutiles muestras de afecto; Naruto acariciaba vagamente la espalda y la nuca de Sasuke con los dedos, y este abrazó por la cintura a su rubio mientras presionaba un beso sobre su pecho de vez en cuando.
Sasuke, por primera vez desde que había encontrado a Naruto, sentía que por fin estaba avanzando, que estaba reconquistando al doncel y que este empezaba a confiar de nuevo en él. Tenía fe en que, con un poco más de tiempo, podría decirle qué ocurrió entre ellos, por qué se fue de Japón y, sobre todo, si Saki era realmente hijo suyo, tal y como sospechaba.
La voz de su amante interrumpió sus pensamientos.
—Bueno, si esto han sido tres minutos, que sepas que han sido los mejores de mi vida.
Sasuke soltó una risilla antes de levantarse perezosamente y acercarse a Naruto para darle un beso suave en los labios.
—Pues imagínate lo que soy capaz de hacer en una hora —susurró con una sonrisa maliciosa. Estaba empezando a recuperarse y no le cabía duda de que, mientras jugaba un poco más con su rubio, estaría listo para volver a hacerle el amor.
Este le dedicó una sonrisa traviesa.
—Ah, no, de eso nada.
Antes de que pudiera entender lo que eso quería decir, Naruto ya les había dado la vuelta en la cama y ahora estaba sentado a horcajadas sobre él e inmovilizando sus muñecas. El doncel se veía muy sexy sobre sus caderas, con los largos mechones enmarcando su hermoso rostro y esos preciosos ojos azul cielo; aun así, más que a un ángel, le recordaba más a un diablillo por la forma maliciosa en la que sonreía.
—El trato era que tú me follabas y yo dejaba que hicieras conmigo lo que quisieras, pero no lo has cumplido.
Sasuke frunció el ceño.
—Claro que lo he hecho.
—No, primero has jugado conmigo y luego me has follado, es diferente. —Hizo una pausa, en la cual agarró las muñecas del varón con una mano, mientras que la otra bajó lentamente por su cuerpo, explorando el musculoso pecho y los deliciosos abdominales, antes de echarla hacia atrás y apresar su miembro. Sasuke se sobresaltó un poco, aunque eso no evitó que se le pusiera dura y gimiera un poco—. ¿Sabes lo que eso significa?
—¿Qué? —jadeó cuando Naruto deslizó sus dedos hacia arriba y luego abajo. Pese a que la respuesta era más que evidente, estaba demasiado centrado en el placer que le ofrecía el doncel con su mano.
Este sonrió ampliamente.
—Que voy a ser yo quien juegue contigo.


El sol hacía rato que había salido en Nome, aunque nadie lo adivinaría debido a las negras nubes que cubrían todo el cielo. Pese a ser de día, las temperaturas eran más frías de lo habitual, inferiores a los diez grados, y el fuerte viento hacía silbar las ventanas. De hecho, fue eso lo que despertó a Sasuke, que se sobresaltó un poco al oír cómo una ráfaga de aire golpeaba el cristal.
Tras asegurarse de que todo estaba en orden, se recostó de nuevo al lado de Naruto, que dormía profundamente a su lado. Sonrió ampliamente al recordar todo lo que hicieron anoche y lo abrazó con cariño, acariciando su cabello. Este dejó escapar un suspiro y se dio la vuelta de cara a él, dándole una hermosa visión de su torso desnudo. Sus ojos vagaron por las líneas que delineaban sus músculos hasta que se detuvieron en su vientre, donde tenía las dos cicatrices.
Se concentró en la que tenía al lado del ombligo. Había algo sobre esta que le molestaba, le causaba una desagradable sensación de ansiedad. Tal vez se debía a lo que le explicó el doncel sobre esa marca, provocada por una mujer mentalmente inestable…
Espera.
Él… Él estuvo allí cuando ocurrió.


—Naruto, como vuelvas a disculparte una vez más, juro que iré a ese banco, te sentaré sobre mis rodillas y te daré unos azotes en el trasero —declaré, claramente molesto.
Mi novio me miró con tristeza.
—Pero…
—Lo que ocurra en mi familia es cosa mía, de mi hermano y de mis padres. Tú no tienes nada que ver.
—¿Ah, no? Entonces el que tu padre no aparezca por tu casa desde que me presentaste es pura casualidad, ¿verdad?
Le miré con cara de pocos amigos, exasperado. Había pasado un mes desde que mi padre sabía que salía con Naruto y, tal y como decía este, apenas lo habíamos visto por casa; las pocas veces que venía, se encerraba en su despacho y se negaba a dirigirnos la palabra, especialmente a mí o a mi madre. A Itachi no tenía más remedio que hablarle, ya que trabajaban juntos, y según mi hermano, se había vengado dándole una tonelada de trabajo. Me supo mal por él, pero me aseguró que valía la pena con tal de que dejara a su querido cuñado tranquilo y yo pudiera ser feliz.
En cuanto a mi madre, no se la veía… afectada. No mucho, al menos. Seguía haciendo sus tareas domésticas como siempre, incluso dejaba preparada la comida de mi padre, aunque en ningún momento hizo amago de acercarse a él. Creo que le estaba dando tiempo con la esperanza de que aceptara mi relación con Naruto… a pesar de que yo no era en absoluto positivo en ese aspecto. Dudaba mucho de que Fugaku Uchiha fuera a dar su aprobación a un hombre con la capacidad de procrear. Sin embargo, no importaba, yo era feliz con mi doncel… excepto cuando el muy tonto insistía en echarse la culpa de lo que había pasado.
Le paré en mitad del parque donde estábamos paseando a Blue y le cogí ambas manos.
—Muy bien, sí, tiene que ver… pero no quiero que te sientas culpable por algo que no has hecho.
Naruto bajó la vista.
—Sí es mi culpa. Por mí, tu padre os está dejando de lado.
—Me da igual.
—¡Sasuke! Es tu padre…
—Es un extraño que vive en mi casa con mi familia —corregí, apretando los dientes—. Nunca ha mostrado el menor interés en mí, fueron mi madre y mi hermano quienes se ocuparon de mí. Ni siquiera le conozco, lo único que sé de él es que es un adicto al trabajo y un conservador extremista que se quedó atascado en la Edad Media —escupí, pensando en las duras palabras que le dedicó a Naruto durante aquella maldita cena.
Mi novio puso una mano en mi mejilla, llamando mi atención.
—Lo siento, no quería hacerte sentir mal.
Le besé la palma y coloqué mis dedos sobre los suyos, manteniendo el contacto.
—Escucha, mi padre siempre ha sido así, y siempre he sido consciente de que pasaría algo como esto si acababa saliendo con un doncel… No es por ti, es que él es así. Si no hubiera sido contigo, habría sido con cualquier otra persona a la que mi padre no aprobara —dicho esto, le besé tiernamente en los labios y le sonreí con malicia—. Así que deja de echarte la culpa, o te prometo que te daré esos azotes de verdad.
Naruto se mordió el labio inferior, también sonriendo.
—¿Y si quiero que me los des de todos modos? —me preguntó en voz baja y sugerente.
Junté mi frente con la suya y envolví su cintura con mis brazos.
—Pues… podemos pasar por tu casa… y veré que puedo hacer para complacerte —murmuré antes de volver a besarlo, esta vez más profundamente.
Estaba seguro de que, después de esto, terminaríamos de pasear a Blue y luego iríamos a su casa para que yo pudiera satisfacer sus deseos… pero no fue así. El gruñido de la perra hizo que nos separáramos abruptamente, mirándola extrañados, ya que era muy raro que nuestra juguetona y alegre cachorrita se pusiera de malhumor por nada. Al mirarla, me di cuenta de que tenía el morro arrugado y el cuerpo tenso mientras observaba a una hermosa mujer que nos contemplaba a su vez.
Era más alta que la mayoría de las mujeres e iba vestida con un kimono blanco que ocultaba su figura esbelta y voluptuosa. Tenía una tez nívea lisa e impecable, demasiado perfecta, y las facciones de su rostro, enmarcado por el largo cabello rubio platino, casi blanco, parecían haber sido cinceladas por el mejor escultor que hubiera existido, dándole una apariencia dulce y maternal. Aun así, había algo en ella que no me gustó lo más mínimo; en ese momento pensé que solo eran imaginaciones y que estaba exagerando, pero tendría que haber confiado más no únicamente en mi instinto, sino en el de Blue, que le gruñía claramente desconfiada.
Ahora sé que esos ojos claros habían contemplado a mi doncel con una frialdad equiparable a la de un desierto ártico.
—Blue, no pasa nada, no va a hacerte daño —trató de calmarla Naruto, quien me entregó su correa—. Sostenla, voy a ver si necesita ayuda.
Yo fruncí el ceño. Pese a que no creí que fuera peligrosa, ella seguía dándome mala espina.
—No me parece que le haga falta —dije despacio, sin perderla de vista.
Mi novio me miró apenado.
—Pero ella parece triste, a lo mejor necesita ayuda.
Yo seguía sin tenerlo nada claro, pero también sabía que mi pareja era demasiado buena persona como para no ayudar a alguien que tal vez necesitaba ayuda. Además, él tenía una empatía especial, le resultaba más fácil percibir las emociones de la gente.
Pero seguía sin gustarme.
Sujeté a Blue mientras Naruto se acercaba a la mujer. En ese momento, la mirada de esta cambió a una de profunda tristeza.
—Disculpe, señora, ¿necesita…?
Fue interrumpido cuando ella puso una mano en su mejilla. No supe qué pensar de la situación, tan solo me sentía algo inquieto, mientras que Blue empezaba a erizar el pelo y a gruñir con más fuerza.
—Te pareces tanto a él… —murmuró la mujer con los ojos llenos de lágrimas—. Pero tú eres como un ángel…
—Ah… ¿gracias? —dijo Naruto, tan confundido como yo lo estaba.
De repente, los ojos de ella volvieron a ser gélidos y hostiles.
—Pero eres su hijo… y debes morir.
No comprendí lo que ocurría, mi mente no podía terminar de procesar esas palabras, era como si estuviera en mitad de una película surrealista. Me quedé horrorizado cuando esa mujer hizo un gesto brusco con el brazo, haciendo que Naruto retrocediera tambaleándose y agarrándose el estómago. Fue entonces cuando me di cuenta del pequeño cuchillo ensangrentado que ella tenía en la mano.
Con el rostro demudado por la ira, lo levantó y miró al doncel mientras avanzaba.
—¡Muere, hijo del Demonio!
Ahí reaccioné. No entendía qué coño estaba pasando, pero Naruto estaba en peligro y me necesitaba. Sin pensármelo dos veces, solté a Blue, que ladraba ferozmente y tiraba de la correa tras haber visto cómo su dueño era atacado.
—¡A por ella, Blue!
La perra gruñó y, antes de que la mujer pudiera acercarse más a mi rubio, se abalanzó sobre ella y la tiró al suelo. Yo me fui de inmediato junto a mi novio, que presionaba sus manos contra su estómago.
—¡Naruto! ¿Estás bien? ¿Dónde te ha herido?
Naruto me miró claramente asustado y apartó los dedos de la herida. Sentí que se me helaba la sangre; le había apuñalado en el bajo vientre y estaba sangrando mucho.
—Sasuke… —murmuró.
—Tranquilo, tranquilo. —No sabía a quién se lo estaba diciendo, si a él o a mí mismo. Hice que se apoyara en mi pecho y volví a poner sus manos sobre la herida mientras yo ejercía presión—. No dejes de presionar, buscaré ayuda.
—¡Aaaaaaah!
El grito de la mujer me sobresaltó y estreché instintivamente a Naruto con más fuerza. Blue le había mordido el brazo a la agresora y lo sacudía con rabia, a tal punto que esta soltó el cuchillo en un acto reflejo. En cuanto dejó caer el arma, la perra la soltó y se quitó de encima para ladrarle con ademán amenazador, haciéndole entender que no dejaría que volviera a acercarse a nosotros.
Afortunadamente, ella fue inteligente y se fue corriendo. Una vez Blue consideró que se había alejado lo suficiente, regresó con nosotros. Olisqueó la herida de Naruto, gimiendo, y empezó a lamerle la cara. Me percaté entonces de que estaba palideciendo y que parecía estar perdiendo el conocimiento.
—Aguanta, Naruto… —supliqué, mirando de un lado a otro en busca de ayuda—. ¡Eh! ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor!


Sasuke se estremeció ante la horrible escena. Ahora recordaba que Kakashi había estado en ese mismo parque paseando a sus perros y que estuvo a su lado cuidando de Naruto mientras la ambulancia llegaba. Al ser un agente, tenía experiencia con ese tipo de heridas y se hizo cargo de contener la hemorragia hasta que los servicios sanitarios llegaron y estabilizaron al doncel lo suficiente como para llevarlo al hospital.
Gracias a Dios que había salido ileso de aquel incidente…
—Sasuke…
Desvió los ojos de la cicatriz y los levantó, encontrándose con unos somnolientos orbes azules.
—Ey —saludó Sasuke, forzando una sonrisa y acercándose al rubio para abrazarlo por la cintura.
Sin embargo, este se dio cuenta de su estado de ánimo y frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—No es nada.
Naruto estrechó los ojos, dándole a entender que no iba a darse por vencido hasta que le explicara qué ocurría. Él suspiró y lo abrazó con afán protector.
—Estaba mirando la cicatriz que te hizo esa mujer. Pensaba… en cómo pudo pasar algo así.
Su amante le devolvió el abrazo y le besó el pecho, probablemente para calmarlo.
—Hay gente que simplemente no está bien, Sasuke. Por desgracia, no podemos hacer nada contra eso.
—¿Sabes si la encontraron? Si… ¿Si la enviaron con alguien que pudiera ayudarla?
Naruto no respondió inmediatamente, sino que permaneció en silencio durante unos minutos. Al ver que no decía nada, Sasuke se apartó para observar su rostro pensativo.
—¿Qué?
El rubio sacudió la cabeza.
—Denuncié el ataque a la policía… Esa mujer era un peligro para los demás y para sí misma, necesitaba que alguien cuidara de ella… pero las autoridades nunca la encontraron.
—Pero intuyes lo que pasó con ella, ¿verdad? —interrogó Sasuke, percibiendo que había más de lo que parecía en esa historia—. De lo contrario, no estarías tan pensativo.
Naruto levantó la vista para mirarlo a los ojos, un poco inquieto.
—Poco después del ataque, Kurama vino a verme para saber cómo estaba. En ese entonces estaba fuera de Japón, pero regresó al enterarse de lo que me había pasado, estaba muy preocupado por mí. Cuando le conté lo de esa mujer, me prometió que se haría cargo de todo, que no tendría que volver a preocuparme por ella.
Sasuke abrió los ojos como platos.
—¿No creerás que él…?
—No, no creo que le hiciera daño… pero estoy seguro de que se encargó de que no volviera a acercarse a mí.
Él asintió y apoyó la cabeza sobre la del doncel tras darle un tierno beso. Decidió dejar a un lado ese horrible recuerdo y disfrutar de tener a su rubio en brazos, desnudo y después de una larga noche haciendo el amor. Esa mujer ya no era problema si Kurama se había hecho cargo de ella, por lo que no debía preocuparse porque volviera a hacer daño a Naruto. Una vez más tranquilo, se apartó lo justo para poder besar profundamente a su amante, quien le echó los brazos al cuello mientras respondía a las caricias de sus labios con la misma lentitud, dejando que la pasión se fuera construyendo a fuego lento.
Poco a poco, se situó sobre el cuerpo de Naruto y le abrió las piernas con las rodillas. El doncel no opuso ninguna resistencia cuando la punta de su miembro presionó contra su entrada, la cual ya estaba un poco húmeda por la excitación. Sasuke empezó a empujar suavemente, iniciando un lento vaivén mientras su boca se deslizaba por el cuello del rubio, lamiendo, chupando y mordiendo todo rastro de piel a su paso, dejando alguna que otra marca por el camino, advirtiendo así a otros hombres de que ese hermoso doncel ya estaba cogido.
Justo cuando la cosa empezaba a calentarse, sonó el teléfono de Naruto.
—No le hagas caso —le pidió Sasuke, volviendo a besar al doncel, que accedió a ignorar la llamada.
Por desgracia, el teléfono sonó poco después y el rubio hizo amago de cogerlo, pero el varón lo mantuvo quieto.
—Déjalo, ya llamarán más tarde.
—Sasuke, a lo mejor es una emergencia.
Este le dejó ir a regañadientes, pero lo siguió abrazando por la cintura y besando en el hombro con afán juguetón. Naruto puso los ojos en blanco por su actitud, pero sonrió y cogió el teléfono.
—¿Diga?
—¿Por qué no cogías el teléfono? —preguntó Kiba, un tanto molesto.
El rubio se mordió el labio inferior, todavía sonriendo mientras Sasuke deslizaba su traviesa lengua hasta su pezón. Notó cómo sus partes más íntimas se estremecían en cuanto le mordió suavemente la piel.
—Estaba ocupado —respondió finalmente.
Hubo un momento de silencio en el que percibió que Kiba estaba analizando meticulosamente esas dos simples palabras, como si encerraran algún significado oculto.
—Aaaaaaah… —dijo con un tono de voz pícaro—. ¿No será… que Sasuke se ha quedado esta noche en tu casa?
Naruto enrojeció, haciendo que Sasuke lo mirara de forma divertida.
—¿Ese es Kiba?
Este le escuchó y gritó, emocionado:
—¡Sasuke! ¡Buenos días, machote!
—¡Kiba! —le regañó Naruto, cuyo rostro era ahora la viva imagen de un tomate.
Sasuke lo besó cariñosamente en la mejilla y lo estrechó posesivamente contra su cuerpo. Pese a que aún estaba muerto de vergüenza, el doncel se recostó en el poderoso pecho del varón y le acarició con una mano. Había olvidado lo bien que se sentía al estar en los brazos de un hombre… y ahora no quería dejar marchar esa sensación, por lo que no tenía intención de separarse de Sasuke.
Frunció el ceño al pensar en eso, pero las palabras de Kiba lo distrajeron:
—¡Venga, Naru!, ¡no seas mojigato! Estoy tan contento de que por fin hayas mojado…
Vale, eso ya era demasiado vergonzoso.
—Como veo que nadie está herido, te voy a colgar. Adiós, Kiba.
—¡¿Qué?! Espera, espera, espera, hay algo importante, ¡no cuelgues!
Naruto puso los ojos en blanco.
—Está bien. Pero un comentario más sobre mi vida sexual y te juro que me las pagarás.
—De acuerdo… Por ahora me conformo con saber que estáis juntos —dicho esto, su tono se volvió serio—. Ahora, la razón por la que te llamaba; se acerca una ventisca.
El rubio se tensó de inmediato.
—¿Una ventisca? ¿Estás seguro?
—Lo anunciarán dentro de poco, mis genes inuit están en alerta máxima y Akamaru está nervioso. Ya sabes cómo funciona esto, Naruto: ve al supermercado, compra de todo, mete a los perros en tu casa y enciérrate dentro hasta que acabe. Recuerda reforzar puertas y ventanas.
—Entendido. —En ese instante, Sasuke le dio la vuelta lo suficiente para verle el rostro y le preguntó moviendo los labios qué ocurría. Naruto le hizo un gesto para que esperara y él asintió—. Ten cuidado, Kiba. ¿Nos reuniremos todos cuando acabe la ventisca?
—Por supuesto. Vamos a estar incomunicados y quiero estar seguro de que todo el mundo está bien.
—De acuerdo. Nos vemos entonces.
—Hasta pronto, Naruto, cuídate —y colgó.
—¿Pasa algo malo? —le preguntó Sasuke con el ceño fruncido.
Naruto le dedicó una pequeña sonrisa.
—Nada a lo que no estemos acostumbrados. Una ventisca se acerca y tenemos que estar preparados.
El Uchiha recordó entonces que Sakura le había dicho no hacía mucho que su vuelo se había retrasado debido a una ventisca. Puede que después de todo no hubiera mentido… pero eso no significaba que pudiera fiarse de ella, es más, no estaría tranquilo del todo hasta que se fuera de Nome, solo entonces tendría la seguridad de que esa mujer no andaría cerca de él.
Sin embargo, ahora debía preocuparse por la ventisca. Pese a que nevaba en Japón, las tormentas de nieve de allí no podían ni soñar con compararse con las gélidas tempestades de Alaska.
—¿Qué es lo que tendría que hacer? —le preguntó a Naruto, que acababa de salir de la cama y empezaba a vestirse. Sasuke lo imitó, temiendo que no tuvieran mucho tiempo para prepararse—. ¿Puedo ayudarte de algún modo?
El doncel se quedó quieto, mirándolo con un ligero sonrojo. Poco después, apartó la vista, avergonzado.
—Pues…
—¿Sí? —interrogó Sasuke, acercándose a él tras haberse puesto los pantalones.
—Estaba pensando que… todo el mundo estará encerrado en sus casas durante la ventisca… y tú estarías solo en el hotel…
Sasuke casi pudo jurar que su corazón se detuvo un instante antes de volver a galopar con brío contra sus costillas. Naruto no podía estar insinuando lo que él creía, ¿verdad? Por supuesto, él estaría encantado con la idea, pero creía que a su rubio le costaría un poco más de tiempo aceptar la relación que empezaban a tener.
—Así que… —siguió este, todavía con las mejillas rojas— ¿te gustaría quedarte aquí?
La reacción instintiva de Sasuke fue coger a su amante en brazos y darle un apasionado beso en los labios. Pese a la sorpresa inicial, Naruto acabó respondiendo con el mismo ardor, introduciendo su juguetona lengua en su boca y provocándole a llevarlo de nuevo a la cama. Le mordisqueó los labios y después se separó lo justo para murmurar:
—Me encantaría.
El doncel sonrió.
—Sabes que Kurama estará con nosotros, ¿verdad?
Sí, lo sabía pero, sinceramente, con tal de poder estar encerrado en una cabaña con su rubio por quién sabe cuánto tiempo aguantaría a quien fuera necesario.
—No me importa… siempre que pueda compartir habitación contigo.
Naruto dejó escapar una risilla.
—Estaremos un poco apretados.
—Bueno, es mi intención estar muy pegado a ti estos días —confesó Sasuke con los labios curvados hacia arriba con malicia.
Su amante levantó una ceja.
—Más te vale, porque tendrás que pagar el alquiler de alguna forma…
—Se me ocurre una —dijo rápidamente antes de lamer y chupar la sensible piel del cuello de Naruto, a quien se le escapó un gemido.
—Sasuke… por mucho que me guste esa idea… debemos dejarlo para luego… tenemos que prepararnos para la ventisca.
Al instante, Sasuke se separó y se puso serio.
—Es cierto —dicho esto, soltó a Naruto con suavidad y se apresuró a terminar de vestirse para ayudar a su doncel en lo que necesitase. A este le pareció muy graciosa esa actitud, pero no dijo nada mientras él también acababa de ponerse la ropa.
Una vez listos, Sasuke le ayudó a ponerle la comida a todos los perros y luego se fueron juntos a la ciudad. Una vez allí, Naruto le recomendó que fuera al hotel y cogiera sus cosas para llevarlas a su casa, que mientras tanto, él iría a comprar comida y un par de cosas más que necesitaba para reforzar las puertas y ventanas, por si acaso el viento era demasiado fuerte.
Después de eso, ambos se despidieron con un beso y Sasuke fue al hotel con una gran sonrisa en el rostro, satisfecho por cómo estaban saliendo las cosas con el doncel. Habló con el encargado, explicándole lo de la ventisca y que pasaría unos días con un amigo. El hombre le aseguró que lo que no se llevara estaría a buen recaudo y que ellos seguirían manteniendo su habitación limpia hasta que volviera.
Una vez todo aclarado, Sasuke subió a dicha estancia, dispuesto a recoger su ropa y el ordenador. No había olvidado que estaba allí para hacer negocios con Kurama Kyubi y, si iba a estar en la misma casa que él, tal vez podían aprovechar para “estrechar lazos”, como él dijo. Sin embargo, antes de que pudiera entrar, algo se abalanzó sobre él y le reventó los tímpanos.
—¡Sasuke! —chilló Sakura, echando los brazos alrededor de su cuello.
Tenía suerte de que estuviera de tan buen humor por haber pasado la noche con Naruto, porque si no hubiera así, la habría apartado con un buen empujón.
—Sakura, no me abraces —ordenó con voz tranquila, pero con un deje de “quítame tus zarpas de encima, coño”.
Ella se apartó, pero pasó las manos por su cuerpo, aparentemente como si buscara alguna herida… Pero el Uchiha no era estúpido y era muy consciente de que le estaba sobando el pecho.
—Estaba muy preocupada por ti, hace dos días que no sé nada de ti y no respondías a mis mensajes. Pensaba que te había pasado algo.
—Estoy bien —dijo, apartando sus manos de su cuerpo, un poco incómodo por sus caricias más que inapropiadas.
Sakura puso las manos en sus caderas, un poco molesta, ya que todo el día anterior estuvo buscando al joven Uchiha por todas partes sin éxito, además de que se había pasado la noche en vela esperando a que regresara a su habitación.
—¿Y dónde estabas? Estuve esperándote anoche.
—No tenías por qué hacerlo —replicó Sasuke.
Ella estrechó los ojos, sospechando de dónde pudo haber estado.
—¿Te viste con ese doncel otra vez?
—No es asunto tuyo —gruñó él, entrando en su habitación y dándole con la puerta en las narices.
Por desgracia, eso no fue suficiente para frenarla. Sakura había pasado un día y una noche horribles; primero buscando a Sasuke con la esperanza de poder pasar tiempo con él y seducirle, luego intentando ponerse en contacto con Fugaku por todos los medios posibles con la esperanza de que él hiciera recapacitar a su hijo, y después esperando a este durante toda la noche, temiendo muy a su pesar que estuviera revolcándose con ese maldito y pulgoso paleto rubio.
De modo que, esta vez, no tenía la cabeza lo suficientemente fría como para pensar en cómo debía tratar con Sasuke Uchiha; estaba enfadada y dolida, ella llevaba más de un año enamorada de él, desde el mismo día en que entró en el edificio y lo vio con su elegante traje y porte imponente. Era la clase de hombre que quería para ella y, gracias a este viaje, tenía la oportunidad perfecta para hacerle ver que ella sería una esposa ideal para él, además de que contaba con la aprobación del propio Fugaku debido al trabajo que hacía para él. Pero tenía que aparecer ese doncel con aires de macho e interponerse en su camino.
Así que entró en la habitación y se encaró con Sasuke, que acababa de sacar su maleta. Eso la dejó paralizada.
—¿A dónde vas?
—Está a punto de venir una ventisca, como tú dijiste —dicho esto, Sasuke la miró entrecerrando los ojos—, ¿no es esa la razón por la que no podías volver a Japón?
—Ah… Sí… —respondió Sakura. En ese instante, se le ocurrió una gran idea. Las ventiscas en Alaska eran bastante fuertes y no podrían salir del edificio en unos cuantos días, lo que significaba que…—. No es necesario que nos vayamos a ninguna parte, Sasuke, el hotel es seguro y…
—Voy a estar en casa de un amigo —la interrumpió Sasuke, cruzándose de brazos. Era una tontería seguir jugando a ese juego con Sakura, y eso que le había dejado las cosas claras una y otra vez—. Sakura, ya está bien de todo esto, tú y yo nunca seremos nada.
Ella se encogió, herida.
—Ni siquiera me has dado la oportunidad…
—Porque es estúpido hacerlo.
—¡Pero yo te quiero! —exclamó, desesperada.
Los rasgos del Uchiha se endurecieron.
—Eso no es cierto, ni siquiera me conoces.
—¡Hemos trabajado juntos durante más de un año!, ¡claro que te conozco!
—¿Ah, sí? Muy bien, comprobémoslo. ¿Nara o Tokio?
Sakura puso los ojos en blanco.
—Tokio.
—Error, Nara —respondió Sasuke con dureza.
La mujer abrió los ojos como platos.
—¡Pero Tokio es perfecta!
—Es una metrópolis moderna y tiene sus cosas buenas, no lo niego… pero cada vez se parece más a Estados Unidos o a cualquier otra ciudad del mundo, apenas conserva nada de nuestra historia. Nara es más tradicional, hace que me sienta más en casa.
—Pregúntame otra cosa.
Sasuke resopló.
—¿Mar o montaña?
—Mar.
—Montaña. La playa está bien, pero la montaña exige más esfuerzo físico y me encanta estar entre los árboles, en mitad del bosque, alejado del… ruido, la gente, las melodías de móviles…
Sakura ya empezaba a desesperarse, estaba convencida de que Sasuke lo estaba haciendo a propósito para ponerle una excusa y no salir con ella…
—¿Por qué estás haciendo esto? Soy perfecta para ti.
—Ya has visto que ni siquiera me conoces —replicó Sasuke.
Ella se acercó a él y le recriminó:
—Tampoco conoces a ese doncel y bien que pasas mucho tiempo con él.
Sasuke la fulminó con la mirada.
—No te atrevas a meter a Naruto en esto.
—Ah, pero he dado en el clavo, ¿no es así?
El varón tensó los músculos en un ademán amenazador y se acercó mucho más a Sakura, hasta que sus cuerpos prácticamente se tocaban. No iba a consentir que comparara a su rubio con ella, no le llegaba ni a la suela de los zapatos.
—Naruto no dio por supuesto que yo era el hombre de sus sueños por mi aspecto. Se interesó por mí, me preguntó sobre mis gustos, mis hobbies, mis amigos, mi familia… Tú ni siquiera sabes que toco el piano, o que soy voluntario en una protectora, o que odio mi trabajo porque jamás te has preocupado por saberlo, solo querías que te prestara atención como mujer sin molestarte en averiguar si soy adecuado o no para ti. Eres superficial, frívola y egoísta, solo te importa mi aspecto y mi dinero, nada más.
Sakura estaba totalmente indignada y furiosa por tantos insultos. Su Sasuke jamás había sido así con ella, tal vez un poco distante y frío, pero nunca se había comportado de un modo tan maleducado y mezquino.
Todo era culpa de ese doncel. Él había cambiado a Sasuke.
Decidida a apartarlo de él, soltó:
—¿Y crees que ese doncel no va detrás de ti por tu dinero? Eres ingenuo si lo crees.
—Naruto nunca me ha pedido ni una sola moneda.
—Solo llevas con él un par de días, dale algo de tiempo —dicho esto, sonrió—. Yo no necesito tu fortuna, trabajo en la misma compañía que tú y tengo un buen sueldo.
Sasuke podía estar furioso con ella por haber metido a su rubio en la pelea, pero no era imbécil.
—Tal vez, pero no es tu apellido el que sale en las revistas de famosos y nadie te sigue para suplicarte una entrevista. Además, ganas bastante dinero, pero no puedes permitirte la vida lujosa que tiene mi familia.
Sakura se sonrojó por la vergüenza. Era verdad que no ganaba lo suficiente como para comprar la hermosa mansión de estilo tradicional japonés que tenían los Uchiha, y debía reconocer que siempre había sentido envidia de la fama de la que gozaba esa familia. Pero no quería a Sasuke Uchiha solo por eso, él era el hombre más atractivo que jamás había visto y además era inteligente, elegante y sofisticado. Sabía que era su pareja ideal, no tenía ninguna duda.
Por eso no iba a renunciar a él, nunca. Y estaba dispuesta a emplear todos los trucos que tuviera a mano, hasta los más sucios.
—Muy bien —dijo despacio, maquinando cuidadosamente su próxima estrategia—. Si tan noble es tu doncelito, ¿qué pasará cuando queráis vivir juntos? ¿Abandonará esta ciudad?, ¿dejará de lado a todos sus amigos por ti? Su vida está aquí.
—No haría falta —replicó Sasuke, esta vez con satisfacción—. Yo me quedaría aquí.
Eso no era lo que había esperado, para nada. Se quedó con la boca abierta, sin acabar de creer que Sasuke fuera a renunciar a su maravillosa vida en Tokio por ese… ese…
—N-No… No puedes estar hablando en serio.
Sasuke la miró con total y absoluta seriedad.
—Le amo. Le quiero como nunca he querido a nadie, y renunciaría a todo por él sin pensármelo dos veces —dicho esto, le dio la espalda, terminó de meter su ropa y el ordenador en la maleta y pasó por el lado de Sakura—. Si me disculpas, tengo que irme con él. Hazte un favor a ti misma, vuelve a Japón y olvídate de mí de una vez por todas. Yo nunca te querré.
Sakura se quedó estática, sin acabar de creer lo que acababa de decir.
Iba en serio. Su Sasuke se había enamorado de un inútil que, sin duda alguna, pensaba aprovecharse de él.
No podía permitirlo, tenía que evitarlo a toda costa. Y si no podía hacer que Sasuke entrara en razón… tendría que ir directamente a por el doncel.
Esbozó una ancha sonrisa. Sí, ya sabía exactamente lo que tenía que hacer. Era tan simple como atraer a un ratón con queso; le pondría una trampa al doncel, le daría algo a lo que no podría resistirse y, cuando hubiera mordido el anzuelo, le mostraría a Sasuke lo que su amado paleto había hecho. Y entonces, él mismo lo destruiría.


La ventisca duró más de lo previsto, llegando a dos semanas repletas de aullidos de fuerte viento que aporreaba ventanas y puertas, visibilidad nula a causa de la fuerte lluvia blanca, cortes de luz y fallos en la comunicación.
Aun así, para Sasuke y Naruto fueron los mejores días que habían tenido en dos años. Pese a la presencia de Kurama, pudieron tener mucha intimidad como pareja, ya que este pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su despacho, en su habitación o en el salón para ver una serie o película, lo cual solía ser por las noches y se ponía unos auriculares. Además, por algún extraño motivo que Naruto no comprendía, el exitoso empresario se había propuesto ejercer de Cupido durante esos días creando ambiente y cenas deliciosas (Naruto no tenía ni idea de que supiera cocinar tan bien).
Llegó a la conclusión de que tal vez estaba muy aburrido.
Aun así, no todo fue romanticismo, tanto Sasuke como Naruto tenían que seguir trabajando en sus respectivos proyectos: Naruto estaba preparando un nuevo disco y pasaba parte del día componiendo y tocando… lo cual aprovechaban Kurama y Sasuke para avanzar en su posible futura asociación.
Kurama Kyubi estaba muy interesado en conocer los cambios que habían pensado los hermanos Uchiha para mejorar la empresa, empezando por los empleados. Tal y como comentó el pelirrojo el día que se conocieron, Corporaciones Uchiha, si bien era la primera empresa tecnológica en Japón, también era la que más demandas había obtenido por incumplimiento de contrato. Sasuke era muy consciente de lo que su padre hacía con los trabajadores más humildes; los explotaba tanto como podía, así era como su empresa trabajaba tan rápido, y si te negabas, no había problema, había centenares de gente esperando a ser contratadas por ellos que sí estaban dispuestos a aguantar lo que fuera necesario.
Pero no era justo.
Él había visto a gente trabajadora que merecía la pena ser echada por reclamar sus derechos. Si bien el sueldo no era malo, no compensaba más de doce horas de trabajo durante los días en los que estaban a punto de sacar un producto. Además, era tiempo que podían invertir en estar con sus familias o dedicarlo a sus hobbies, después de todo, la vida no solo era trabajo… a pesar de que su padre pensara lo contrario.
Tanto él como su hermano querían mejorar los contratos y cumplir la normativa; ocho horas al día era lo estipulado en la mayoría de empresas, se respetarían las vacaciones y los días libres por asuntos familiares o de salud, ampliarían las zonas de cafetería para que ellos también pudieran comer sin costo alguno en sus lugares de trabajo y se podría escoger entre turnos de día y de tarde, en vez de estar toda la jornada trabajando. Si se necesitaba más personal, se podía contratar temporalmente gente extra, no hacía falta explotar a nadie, y también querían ofrecer un seguro a aquellos que estaban en producción, manejando maquinaria, por si había algún accidente. Corporaciones Uchiha era una empresa multimillonaria, ¡maldita sea!, tenían dinero suficiente para dar esos servicios.
Kurama parecía muy complacido con sus ideas, y le ayudó y aconsejó para que en un futuro pudiera hacerlas realidad de forma que ni la empresa ni los trabajadores salieran muy perjudicados.
Así, entre una cosa y otra, las dos semanas transcurrieron. Sasuke creía que Kyubi aceptaría hacer negocios con Corporaciones Uchiha siempre y cuando tuviera que tratar con él o con su hermano, lo cual podía negociar fácilmente con su padre…
Bueno, más o menos.
Ahora que Naruto y él parecían tener una relación, Sasuke no deseaba volver a Japón. Es decir, tendría que regresar durante unos días para poner todos sus asuntos en orden, pero… quería vivir en Nome con Naruto y su hijo. Renunciaría a su trabajo, vendería su piso y, con todo el dinero que tenía ahorrado, volvería a la universidad y estudiaría historia. Había visto que tenía la posibilidad de estudiar a distancia, por lo que no tendría que permanecer en Japón, podría estar con Naruto y estudiar al mismo tiempo. Además, quería ayudar al doncel a crear un lugar donde pudieran criar razas de perro de trineo; con el dinero que había ganado y lo que obtendría vendiendo su casa y las acciones que le correspondían de la empresa de su padre, tenía más de lo que podría gastar y podía usarlo para construir un sitio para los cachorros que fueran llegando con el tiempo.
Por otro lado, Naruto llevaba ya unos días reflexionando sobre sus sentimientos hacia el Uchiha. Estaba más que claro que lo amaba, y que quería estar con él. Había tenido sus dudas al principio sobre lo que era mejor para los dos, pero finalmente había entendido que cada uno tenía que tomar sus propias decisiones, que el futuro de ambos no dependía únicamente de él.
Así que, cuando se dieron cuenta de que la ventisca había pasado, tomó una decisión: le diría a Sasuke si quería que fueran novios… y le presentaría a Saki. Si iban a tener una relación, debía ser consciente de que sería padre y de las responsabilidades que eso conllevaba. Además… debía pensar en cómo decirle la verdad. No era justo para Sasuke que estuvieran juntos y que no supiera que su hijo era…
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando llamaron a la puerta. Frunció el ceño, ya que sabía que no podían ser Kiba o ninguno de sus amigos, pues habían quedado en verse más tarde.
Aun así, fue a abrir la puerta… y se encontró a la persona que menos esperaba. Tensó las facciones.
—¿Qué haces aquí?
Sakura hizo una mueca.
—He venido a hablar contigo.
—Sea lo que sea, no me interesa. —Hizo amago de cerrar la puerta, pero las palabras de ella le detuvieron.
—Es sobre Sasuke.
Tras unos segundos más de duda, al final abrió la puerta y la miró con los ojos entrecerrados, sin acabar de fiarse de ella. Recordaba lo que Sasuke le había contado sobre su compañera de trabajo, cómo ella parecía haberse enamorado de una imagen idealizada de él, acorde con lo que deseaba en un hombre.
No le gustaba. Le hacía recordar a su ex, y no quería que Sasuke pasara por lo mismo que él.
—¿Qué pasa?
Sakura lo miró fijamente con seriedad.
—Sé lo que quieres de él, pero hay vías más fáciles para conseguirlo. Te daré un millón de dólares si rompes tu relación con él.
Naruto abrió los ojos como platos. ¿Pero qué coño…?
—¿Qué?
—Un millón de dólares. Puedo transferirlo a tu cuenta de inmediato, lo tengo todo preparado. Lo único que tienes que hacer es decirle a Sasuke que jamás habrá nada entre vosotros.
… Esto no podía estar pasándole. Tenía que ser una broma de mal gusto.
Endureció el gesto y la fulminó con la mirada.
—¿Me estás tomando el pelo?
Sakura puso los ojos en blanco.
—¿Quieres más dinero? Puedo ofrecerte hasta cinco millones, tendrás más que suficiente para vivir cómodamente el resto de tu vida.
Naruto habría jurado que podía sentir cómo se le hinchaban las venas del cuello. ¿Hablaba en serio? ¿Creía que era un aprovechado?, ¿que iba tras Sasuke por dinero? Indignado y furioso, se plantó en mitad de la puerta, cubriendo con su cuerpo la entrada y se cruzó de brazos a la vez que tensaba los músculos, con la clara intención de parecer amenazador. No quería a esa mujer en su casa; si ya le caía mal por el interés que tenía en Sasuke, un interés romántico fundado en puras fantasías, que le hubiera llamado en la cara cazafortunas solo empeoraba las cosas.
—Ni aunque me ofrecieras cien millones haría algo así.
La mujer palideció al ver que hablaba totalmente en serio. No podía ser, ¿el doncel amaba de verdad a Sasuke? ¿Mucho más que el dinero que ella le ofrecía o el que podía obtener de su relación con él?
… Podía entenderlo. Sasuke captaba el interés de cualquier mujer o doncel que pasara por su lado, no era muy difícil enamorarse del guapo y joven empresario. Sin embargo, que ese paleto amara realmente al Uchiha interfería en su plan: había traído consigo una grabadora para que quedara constancia del soborno que se suponía debía aceptar el rubio, así después podría demostrarle a Sasuke que ella no mentía, que ese idiota solo quería su dinero, nada más. Después de eso, él habría estado agradecido con ella y le habría dado una oportunidad.
Y ese maldito amante de los perros se habría quedado sin nada, por supuesto. Habría fingido hacerle una transferencia, seguro que alguien como él no se habría dado cuenta hasta mucho después, y ella habría disfrutado viendo su cara cuando viera el engaño.
Pero ya no podía hacerlo, porque ese doncel parecía querer a Sasuke.
Aun así, no se rindió todavía.
—Sabes que no obtendrás ni un céntimo de él a menos que te cases, ¿verdad? Y aunque lo hicieras, sus padres jamás lo permitirían sin un acuerdo prenupcial.
Naruto apretó la mandíbula.
—Repito, no quiero el dinero de nadie, no lo necesito, ni ahora ni nunca. Y ahora, sal de mi casa —dicho esto, empezó a entrar en su casa.
Sakura se encogió, pero su mente empezó a trabajar rápido, buscando alguna manera de conseguir que ese doncel sacara a Sasuke de su vida y dejarle vía libre para conquistarlo. Era una mujer inteligente y no había dudado en investigar a su adversario antes de enfrentarse a él; pese a que le había llamado la atención que Naruto Uzumaki solo existía desde hacía dos años, no le importó demasiado una vez averiguó que sus trabajos no eran especialmente lucrativos… además de una cosilla más que no dudaría en usar para romper su relación con Sasuke.
Cuando pensó en ello, supo cómo convencer al doncel de apartarse del Uchiha.
—Si tanto lo quieres, ¿por qué no te importa su felicidad?
Naruto se quedó paralizado al oír esas palabras.
—¿Qué? —preguntó, dándose la vuelta.
Sakura lo miró con rabia.
—¿Estarías dispuesto a renunciar a toda tu vida por él? Porque él lo dejaría todo por ti.
El doncel sintió un nudo en el estómago. Esa era su gran duda, la razón por la que había tardado tanto tiempo en confesarse, el motivo por el que había tratado de resistirse a Sasuke desde el principio… sin éxito alguno.
Porque lo amaba, y estaba siendo egoísta. Él no podía dejar atrás su vida; vivir de su música y dar clases de trineo a los niños era su sueño, era feliz haciendo eso. Además, Nome era su casa ahora, en Japón jamás podría entrenar perros de trineo, no se practicaba ese deporte allí… y no podía trabajar en algo que no le gustaba. La vida era muy corta, lo sabía por experiencia, en cualquier momento podía salir de la nada una mujer perturbada y apuñalarte por la espalda; no podía desperdiciar su vida en algo que no le gustaba, en algo que claramente le haría infeliz.
No podía renunciar a su felicidad, ni siquiera por el hombre al que amaba. Sí, estar con Sasuke era genial y preferiría no renunciar a él, pero si volvía a Japón con él, ¿qué sería de Blue y sus perros? Ellos habían nacido para el trineo, les gustaba y no sabía qué pasaría si ellos no podían disfrutar de eso tampoco.
Siempre había pensado que no debía cambiar quién era por nadie, mucho menos por un hombre. Si ahora daba marcha atrás por Sasuke… estaría haciendo exactamente eso.
Sakura, al ver que el doncel se había quedado muy quieto con una expresión dolida en el rostro, supo que había dado en el clavo. Conteniendo una sonrisa complacida, siguió atacando sin piedad.
—Sasuke lo dejaría todo para estar contigo: su trabajo en la empresa, su casa, sus amigos, incluso su propia familia. ¿Cómo puedes dejar que haga eso por ti si lo quieres? ¿Tienes idea de lo mucho que le ha costado llegar hasta donde está en la empresa? Ha trabajado muy duro y por tu culpa va a echar por tierra todo su esfuerzo. Y su familia… ¿Quieres que abandone a su familia?
No, no quería. Naruto recordó con pesar a sus padres y todo lo que se habían perdido: su padre no pudo estar con él cuando se graduó no hacía mucho en el conservatorio de Anchorage, ni jamás podría escuchar las melodías que ahora componía, y su madre… A ella le habría encantado conocer a Saki. A veces la imaginaba sosteniéndolo en sus brazos y diciéndole que, cuando fuera mayor, le enseñaría a patear traseros para que nadie pudiera hacerle daño.
¿Cómo podía pedirle a Sasuke que hiciera un sacrificio que él no estaba dispuesto a hacer?
No podía. Él tampoco debía cambiar quién era por él, ni tampoco debía renunciar a su familia. Naruto nunca podría recuperar a sus padres por doloroso que fuera, pero Sasuke… Si Sasuke dejaba atrás su vida, daría de lado a sus padres y a su hermano, y eso era mucho peor, porque se perderían momentos juntos que sí podrían haber compartido.
Comprendió entonces que estaban en un punto muerto. Si seguían adelante con esa relación, uno de los dos acabaría herido, y ese sería Sasuke.
No quería que sufriera por su culpa, no era justo para él.
Debía dejarlo marchar.
Por otro lado, Sakura, que disfrutaba viendo el dolor en los ojos del rubio, jugó su última carta. Una que nunca tendría que haber mencionado.
—Además, ¿crees que sus padres aceptarían a un hijo ilegítimo?
Al oír que mencionaba a su hijo, el rostro de Naruto se volvió duro como la piedra.
—¿Qué sabes de mi hijo? —Su tono de voz alertó de inmediato a los perros que estaban en el salón. Sakura no pudo verlos porque estaban detrás de la puerta, pero Blue, Tsume y Kiba se habían acercado a su dueño al percibir que algo no iba bien.
Por desgracia para ella, Sakura estaba disfrutando demasiado de hacerle daño al doncel como para darse cuenta del error que acababa de cometer.
—¿Creías que no iba a enterarme? Sé que tienes un chiquitín cuyo padre es desconocido. ¿Qué pasó?, ¿huyó de ti?
De repente, la mujer retrocedió al ser empujada por el pecho de Naruto, que había salido al porche y ahora se movía amenazadoramente hacia ella. Pese a que era un doncel, el rubio era muy alto y su figura atlética no ayudaba a que pareciera inofensivo cuando tenía todos los músculos flexionados, era evidente que estaba preparado para una pelea… una que Sakura no podría ganar, y lo sabía.
De repente, su pie trastabilló con uno de los escalones que conducían a la casa y resbaló hacia atrás, pero el fuerte brazo de Naruto la sujetó… lo justo como para que dependiera de él si caía o no por las escaleras. Ella lo miró asustada antes de oír unos fuertes gruñidos. El terror se apoderó de todo su ser al contemplar a los tres enormes perros que aparecieron junto a su dueño, mostrándole los colmillos.
Naruto le dijo en un tono bajo y frío:
—¿Sabes a dónde suelen atacar los perros cuando se sienten amenazados? A la yugular. Tienen tanta fuerza en las mandíbulas que no podrías ni gritar para pedir ayuda, nadie te oiría, y seguirían haciendo fuerza hasta que murieras asfixiada. —Hizo una pausa en la que su mirada se volvió fiera—. Vuelve a mencionar a mi hijo y juro que dejaré que te hagan pedazos antes de llevarte a las montañas y tirar tu cuerpo por un acantilado —dicho esto, la soltó con brusquedad—. Largo de mi casa. Si vuelves por aquí, no detendré a los perros, tienes mi palabra.
Entonces, Blue ladró con fuerza e hizo amago de abalanzarse a por Sakura, quien, muerta de miedo, corrió como pudo hasta su coche mientras que los tres perros la seguían ladrando, solo para amenazarla y que se marchara de su territorio.
Naruto inspiró hondo, tratando de calmarse. Tal vez no había estado bien amenazarla de muerte, pero nadie, absolutamente nadie, tocaría a su hijo. Se suponía que esa mujer no debía saber siquiera que Saki existía, y había tenido miedo de que pudiera utilizarlo para hacerle daño a él o a Sasuke. No se atrevería a acercarse a él para causarle ningún mal, antes llamaría a Kurama y dejaría que él se hiciera cargo del asunto… a su manera. Sabía que el pelirrojo no dejaría pasar una amenaza hecha contra su pequeño, incluso estaba seguro de que si se enteraba de ese encuentro, le haría pagar muy caro a esa mujer el haberse puesto en contacto con él.
Se sobresaltó un poco cuando Blue le lamió la mano. Ella gimió suavemente mientras que Kiba frotaba su cabeza contra su pierna.
Podían sentir su dolor. Se le hizo un nudo en el estómago con tan solo pensar en lo que estaba a punto de hacer, pero sabía que era lo mejor. Sabía que le haría daño a Sasuke, sin embargo, a la larga, él encontraría a alguien más, alguien por quien no tuviera que renunciar a nada ni nadie. Alguien con quien pudiera ser feliz de verdad.
Al volver al interior de la casa, se sobresaltó un poco al encontrarse a Sasuke bajando las escaleras. Sabía que acababa de ducharse por el pelo ligeramente revuelto y porque no hacía mucho había hecho el amor, pero Naruto se había levantado primero para dar de comer a los perros.
—Buenos días —le saludó con una feliz sonrisa.
Eso dolió. Ver la forma en que le miraba sabiendo que estaba a punto de hacerle daño era muy jodido. Mierda, hacía un par de horas que habían estado jugando en la cama entre risas, ¿cómo podía ser tan capullo? Porque sabía que, cuanto antes cortara con él, más fácil sería superarlo. Se dijo a sí mismo que estaba haciendo lo correcto, que era lo mejor para los dos a pesar de que estaba a punto de convertirse en un bastardo.
Sasuke notó de inmediato que algo no iba bien. Además, al apagar el agua de la ducha, le había parecido oír a Blue ladrando con fuerza, pero como había sido un segundo, creyó que se lo había imaginado.
—¿Qué ocurre? —le preguntó, acercándose a él para intentar abrazarlo.
Naruto se apartó, sin dejar que llegara a tocarlo.
Algo iba muy mal.
—Naruto, ¿qué…?
—Lo siento —dijo con cierta brusquedad, intentando que no se le notara en la voz lo duro que era aquello para él—, pero… creo que lo nuestro no va a funcionar, Sasuke.
Este se sintió como si algo dentro de él se hiciera pedazos.
¿Por qué ahora? No hacía mucho habían estado perfectamente bien, de hecho, esas dos semanas se había sentido como si fueran pareja, creía que estaba avanzando, creía que cada vez estaba más cerca de su rubio y de descubrir toda la verdad… y ahora ocurría esto.
No podía ser. Había algo que no cuadraba.
—¿A qué viene esto ahora, Naruto? ¿Qué ha pasado?
—Nada —respondió Naruto con demasiada rapidez. No quería que Sasuke se enterara de su conversación con Sakura porque sabía que intentaría convencerle de que siguieran juntos y de que no debía dejarse llevar por las palabras de terceros. El problema era que ella no había dicho nada en lo que él no hubiera pensado ya—. Es solo que… —Cerró los ojos con fuerza, odiándose a sí mismo por lo que estaba a punto de hacer—. No puedo olvidar al padre de Saki. Lo he intentado, he intentado olvidarlo a través de ti pero… yo todavía le quiero. No es justo para ti y no quiero hacerte daño.
Sasuke se quedó estático un momento.
¿Pero qué mierda le estaba contando?
—Naruto…
—Lo siento, sé que he sido egoísta, y de verdad que no quería hacerte daño…
—Para.
—Te juro que he intentado olvidarlo, pero no puedo…
—¡Naruto, basta! —lo detuvo Sasuke, cogiéndole por los brazos que le mirara de una vez. Ver el dolor en sus ojos azules fue un duro golpe para él, pero no podía hacerle esto, no ahora. Ni siquiera entendía por qué de repente tenían esa conversación—. Dime la verdad, ¿qué está pasando?
El doncel se estremeció por dentro.
—Esa es la verdad, siento que sea tan duro para ti —mintió.
Sasuke apretó los labios.
—No, si fuera la verdad no habrías salido conmigo porque eres demasiado bueno para hacerle daño a nadie.
—Te equivocas, he sido egoísta contigo.
—Porque querías estar conmigo —afirmó el varón.
—¡Porque quería olvidar al padre de Saki! —exclamó Naruto, desesperado porque Sasuke le creyera. Se zafó de su agarre con facilidad y retrocedió—. No tienes ni idea de lo duro que es recordar día tras día lo que podría haber sido y saber que eso jamás pasará. Quieres librarte del dolor pero no puedes porque por mucho que lo intentes sigues queriendo a alguien que ya no puede estar contigo. Estaba desesperado y te utilicé porque no quería seguir sintiéndome así, pero no es justo para ti…
Sasuke ya había tenido suficiente. En esta situación, no tenía otro remedio que recurrir a su último recurso. Hizo amago de ir hacia el rubio, pero este retrocedió, viendo sus intenciones.
—No. Sasuke, por favor…
—Deja que te explique…
—No me debes nada, Sasuke, solo vete…
Harto de que no le dejara hablar, exclamó:
—¡Me acuerdo de todo!
Naruto se quedó paralizado. Lo miró con los ojos como platos.
—¿Qué?
—Me acuerdo de todo —volvió a decir Sasuke, esta vez pudiendo abrazar al doncel por la cintura—. Recuerdo que te conocí en un callejón, cuando estabas siendo atacado por cuatro hombres. —Se le escapó una pequeña sonrisa—. No necesitabas mi ayuda, tú solito pudiste con todos. —Hizo una pausa, pensando en todo por lo que habían pasado hasta el día del accidente—. Recuerdo las tres citas; el helado, la playa, la noche en tu casa. Recuerdo el viaje a Nara. Recuerdo al imbécil de tu ex y a Kakashi e Iruka. Recuerdo el día en que te regalé a Blue para que algún día pudiéramos venir a Nome y hacer carreras de trineos, soñábamos con poder competir algún día en la Iditarod. —Miró a su rubio, al que tanto había amado entonces y al que también amaba ahora—. Te he querido más que a nadie en mi vida, y sigo haciéndolo. No te escondas de mí, Naruto, sea lo que sea lo que ocurre, podemos solucionarlo.
Pálido como la cera, el doncel se apartó con suavidad de Sasuke y retrocedió.
—Sasuke… debes ir a hablar con Tsunade.
Él frunció el ceño, confuso y asustado.
—¿Naruto?
Este lo miró con tristeza, negando con la cabeza.
—Eso nunca ha pasado, Sasuke. No nos conocimos hasta el día que viniste a Nome.
Sasuke tragó saliva. No, no era posible…
—No. Me acuerdo de ti, me acuerdo de…
—No pasa nada, Sasuke —le dijo Naruto con voz suave, aunque todavía no se acercaba a él—. Solo tienes que ir al hospital y hablar con Tsunade.
Notó que se le helaba la sangre al comprender lo que pensaba Naruto.
—No estoy loco.
—Claro que no, claro que no. Pero ella ya lo dijo; perder la memoria es muy duro y recordar algo como el accidente que tuviste solo hizo que empeoraras.
—Tú me llamaste ese día —dijo Sasuke, negándose a creer que todo había sido falso. Que había creado una historia donde él por fin conocía a alguien que lo quisiera por cómo era, no por su físico o el apellido de su familia. Se estremeció al recordar cómo los primeros meses había desconfiado de los pocos fragmentos de recuerdos que tenía… y una parte de él temió que estuviera volviendo a pasar por lo mismo—. Me dijiste que tenías que hablar conmigo sobre algo importante, ibas a decirme que estabas embarazado…
—No es así —dijo el rubio, afligido—. Tú no eres el padre de Saki, probablemente juntaste mi historia con la tuya. Lo siento, siento mucho que estés pasando por esto, pero te juro que no nos conocemos… Por favor, ve al hospital, deja que Tsunade te eche un vistazo…
—No —murmuró Sasuke, temiendo que fuera verdad lo que decía Naruto. Creía que por fin estaba recordando, que por fin sabía quién era… y la idea de que volviera a estar tan perdido como al principio, como al día en que despertó y se dio cuenta de que ni siquiera sabía su nombre… le aterrorizaba. No quería volver a sentirse así, no quería seguir viviendo desorientado y asustado.
Sin saber cómo enfrentarse a esa situación y temiendo su reacción con Naruto presente, echó a correr hacia la puerta y salió de la casa, buscando su coche para poder regresar al hotel, donde podría intentar calmarse y pensar con claridad.
Por otro lado, el doncel sintió el impulso de seguir a Sasuke para asegurarse de que estaba bien, pero no lo hizo. Tenía que dejarlo ir si quería que fuera feliz; era un hombre fuerte, lo superaría y seguiría adelante, debía confiar en eso.
Pese a que quería pensar que había hecho lo correcto, apoyó la frente en la puerta y dejó que las lágrimas salieran. Se sentía como la mierda por lo que acababa de hacer, pero Sasuke tampoco se lo había puesto fácil.
—Lo siento —susurró, a pesar de que ya no podía oírle—, sé que no es justo para ti, pero te prometo que lo he hecho por ti. Todo lo que he hecho siempre ha sido por ti.


En el hotel, Sasuke no se encontraba ni mucho menos mejor que antes. No dejaba de dar vueltas por su habitación, tratando de pensar claramente, pero era incapaz de hacerlo porque en su interior se mezclaban todo tipo de emociones negativas, emociones que ya había sentido en uno u otro momento: inseguridad, miedo y desesperación, todo porque no quería que sus recuerdos fueran falsos, porque sentía que perdería una parte de sí mismo si al final resultaba que no era real, que nada de lo que había visto lo era.
Era como perder su identidad otra vez. Volver a esa maldita camilla de hospital.
Se sentía tan perdido como al principio.
Incapaz de aclarar sus pensamientos, decidió recurrir a su último recurso. Sacó el móvil y llamó a un número. Le respondieron al segundo tono.
—¡Sasuke! —exclamó la dulce voz de Hinata—. Hacía mucho que no sabía nada de ti. ¿Cómo estás?
—Hinata… —susurró, intentando que no se le quebrara la voz, sujetándose la cabeza con una mano—. Necesito hacerte una pregunta… y necesito que me digas la verdad.
Se hizo un tenso silencio, o eso le pareció a Sasuke. La verdad era que estaba tan ahogado por sus emociones que ya no sabía en qué creer o qué pensar.
—Claro, Sasuke. Dime, ¿qué te pasa?
Inspiró hondo, tragando el nudo que tenía en la garganta. Le costaba hablar.
—Yo… ¿tuve un novio hace dos años? ¿Un doncel de pelo rubio y ojos azules? Necesito saberlo, necesito que… —“Necesito que sea verdad, necesito que sea Naruto”, pensó en su fuero interno.
—… Sasuke… Lo siento, pero… nunca estuviste con nadie en serio. No es culta tuya, simplemente no apareció la persona adecuada para ti —respondió Hinata con clara tristeza.
Esas palabras lo destrozaron por dentro.
Naruto tenía razón, nunca estuvieron juntos. Joder, todo había sido una fantasía, una jugarreta de su maldita mente, porque había pasado dos años esperando a encontrar algo en su cabeza que pudiera conectarlo a su vida pasada, a algo que pudiera reconocer…
Y encima, ahora también había hecho daño a Naruto. Pese a que no era su intención, su rubio había sido víctima de lo ocurrido, porque había ido tras él pensando que tiempo atrás había sido alguien a quien quería.
Lo peor era que ese doncel era tan hermoso como el que había creado su mente, tal vez porque precisamente lo había modelado a imagen y semejanza del Naruto real. Y aunque le dolía saber que en realidad nunca hubo nada entre ellos, que todos esos momentos que había atesorado con cariño eran mentira… le seguía queriendo.


Muy lejos de allí, en Japón, Neji Hyuga fulminó con la mirada un coche oscuro que había aparcado en la acera de enfrente de su casa. La rabia y la impotencia le sacudieron por dentro, pero era consciente de que, por ahora, poco podía hacer para cambiar la situación actual. Así que entró en la gran mansión de estilo japonés tradicional que había pertenecido a su familia durante siglos y fue a informar a su prima de que ya había llegado. Sin embargo, poco antes de llegar a su habitación, escuchó sus llantos.
Fue corriendo hasta la estancia y la abrió con brusquedad, encontrando a Hinata llorando sobre su escritorio. Prácticamente se abalanzó sobre ella para asegurarse de que no estaba herida.
—¡Hinata!, ¿qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?
—Neji… —sollozó—. Lo siento…
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
Los ojos de la joven destilaban una profunda culpabilidad.
—Sasuke me ha llamado. Le he mentido, Neji, él recuerda a Naruto y yo le he mentido.

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