jueves, 20 de diciembre de 2018

Night


Capítulo 13. Farsa

Jeremy salió del coche vestido de esa forma tan elegante que lo caracterizaba, a pesar de que el terreno de Vane se encontraba en mitad de la montaña.
Siempre le había irritado eso. Fuera cual fuera la ocasión, tenía que ir arreglado, a pesar de que fuera inapropiado para el lugar al que iban; con el tiempo, se acostumbró a su forma de ser, pero nunca logró acostumbrarse a verlo con camisa y zapatos en plena naturaleza, donde esa perfecta camisa blanca acabaría sucia y desgarrada por la tierra y los arbustos o las ramas de los árboles más bajos, donde los bajos de sus pantalones oscuros, impolutamente planchados y con las líneas de los lados en el lugar correcto, se mojarían por los profundos charcos de lluvia recién caída y los zapatos terminarían destrozados por las piedras, el barro y la tierra.
No, Jeremy no era muy bueno a la hora de saber cuándo era oportuno ponerse elegante, al igual que tampoco parecía serlo para las situaciones, al menos, últimamente.
—Vaya, vaya, mira quién quiere unirse a la reunión familiar —comentó Max con desprecio.
—¿Quieres jugar a fútbol con nosotros? —le preguntó Zane, abultando los músculos de sus brazos en una postura claramente amenazante.
El hombre pareció pensárselo dos veces antes de acercarse. Con su figura delgada y para nada musculosa y su rostro de facciones juveniles, el pobre parecía un muchacho de ciudad asustado por el inmenso bosque que lo rodeaba y sus hostiles habitantes, en este caso, sus hermanos.
—Chicos, no busco problemas, solo he venido a hablar con Vane.
—¿No es eso lo que tendrías que haber hecho antes de abrirte de piernas para su amigo? —replicó Kasey con crueldad. El más pequeño de los Hagel era lo más adorable, amable y bondadoso que había en la faz de la Tierra… hasta que alguien cometía el error de hacer daño a su familia. En ese instante, el más joven se convertía en una víbora llena de veneno ansiosa por hincarle el diente al idiota que se había pasado de la raya.
Jeremy agachó la cabeza y Vane vio dolor y culpa en sus ojos. Con un suspiro, les dijo a sus hermanos:
—Ya es suficiente.
—Y una mierda —masculló Max.
—Tiene la cara dura de presentarse aquí después de lo que te hizo —gruñó Shawn con los brazos cruzados y una mirada totalmente hostil en sus gélidos ojos—. Sabía lo que le esperaba si volvía, ya fue advertido en su momento.
Jeremy apretó los puños.
—Ya sé que lo que hice estuve mal y no espero que ninguno de vosotros me perdone. No he venido aquí ni para suplicar que me perdonéis ni para pedirle a Vane que me deje volver, no soy tan idiota, pero creo que merece una explicación como mínimo.
Los hermanos se miraron entre sí, un tanto sorprendidos, ya que no esperaban ese arranque de valor por parte de Jeremy. Siempre había sido más callado y discreto, del tipo de persona que prefería evadir el conflicto antes que afrontarlo, esa parte siempre se la había dejado a Vane.
Este tuvo que admitir que le había echado huevos… y, en parte, eso lo enorgulleció un poco. Tal vez siguiera dolido con él, un poco menos desde que había conocido a Night y tenía cosas más importantes en las que centrarse que en su corazón roto, pero no era la clase de persona que era cruel con otra por una infidelidad.
Inspiró hondo, siendo consciente de que no sería fácil para él, pero sabiendo que, de todas formas, tanto Jeremy como él tenían que pasar por eso para cortar del todo el vínculo que tenían.
—Dejadnos a solas un rato.
—¡Vane! —se quejaron Max y Zane.
Dylan, siendo el más comprensivo y sabiendo que su hermano necesitaba acabar con eso para cerrar del todo la herida, los empujó suavemente hacia el porche.
—Vámonos, muchachos.
—Pero… —trató de replicar Max, a lo que Dylan respondió argumentando que Vane necesitaba pasar por eso mientras se alejaba del grupo, seguido por los demás.
El único que se quedó fue Shawn, que intercambió una rápida mirada con su hermano para asegurarse de que estaría bien antes de irse con el resto. Una vez estuvieron solos, Vane se pasó una mano por el pelo, momento en que Jeremy se fijó en su brazo vendado.
—¿Qué te ha pasado en el brazo? ¿Estás herido? —preguntó. La preocupación era evidente en sus ojos claros.
—Nada importante —rezongó el otro hombre.
Sin embargo, Jeremy se estremeció cuando una sospecha se instaló en su cabeza.
—¿Han vuelto las pesadillas? Hacía meses que no las tenías…
—La verdad, Jeremy, lo que me haya pasado en el brazo ya no es de tu puta incumbencia —gruñó él, enfadado por su repentino interés y porque no quería recordar a Vic, así como tampoco quería que descubriera que estaba a punto de meterse en un lío de los gordos.
Este reculó y bajó la cabeza, arrepentido.
—Lo es si es culpa mía.
Vane se sintió un poco mal. Él no fue el único que lo pasó mal durante la rehabilitación, Jeremy estuvo a su lado todo el tiempo y no quiso abandonarlo a pesar de los ataques que sufría durante las pesadillas, ni siquiera cuando una de las primeras veces estuvo a punto de estrangularlo con su brazo. Incluso en ese momento, se quedó con él y se negó a ir a la empresa durante un tiempo, trabajando desde casa para poder cuidar de él y ayudar a Ethan.
Por eso su infidelidad era más dolorosa. Si estuvo ahí con él en su peor momento, ¿cómo había podido abandonarlo cuando, aparentemente, no había ningún problema en su relación?
Aun así, y a pesar de que se sentía como un capullo por haberle herido, no permitió que viera que eso lo había afectado y dijo escuetamente:
—No tiene nada que ver contigo, ¿de acuerdo?
Jeremy se atrevió a alzar la vista.
—¿De verdad? Vane, te juro que no era mi intención hacerte daño…
—¿Y por qué lo hiciste entonces? —preguntó, incapaz de aguantar más—. Dime qué demonios he hecho para que hagas algo así, para que tú y Anthony me traicionarais de ese modo. No lo entiendo. Y menos que fuera con Anthony, nunca os habéis tragado…
—Eso no es del todo cierto —lo interrumpió Jeremy, bajando de nuevo la cabeza y con el arrepentimiento deformando sus facciones.
Vane sintió que se helaba por dentro.
Oh, mierda. No me digas que durante todos esos años…
—Jeremy, tú y él…
—No —se apresuró a decir su ex, devolviéndole la mirada y negando rápidamente con la cabeza—, no, solo fue esa vez, cuando nos descubriste. Nunca te fui infiel. Pero hay algo que no te he contado.
Eso lo calmaba un poco, no sabía cómo habría reaccionado si esos dos le hubieran estado engañando durante tantos años.
—Entonces, ¿qué es?
Jeremy tragó saliva.
—¿Recuerdas cuando te hablé de mi primer novio? De cuando les dije a mis padres que yo era gay… y ellos amenazaron con dejarme en la calle si no me olvidaba de él y de los hombres.
—Sí, le dejaste por miedo.
—Sí, siempre me he sentido mal por ello.
Vane puso los ojos en blanco.
—Solo tenías dieciséis años, ¿qué querías hacer? ¿Y por qué estamos hablando de esto? ¿Qué tiene que ver con nosotros?
Su exnovio lo miró con un atisbo de miedo y decepción.
—Que ese fue Anthony.
Esto tenía que ser una puta broma.
—¿Qué?
—Los dos estábamos sorprendidos cuando nos presentaste —se apresuró a decir Jeremy—. Yo no quería ocultártelo, pero Anthony me arrinconó y me dijo que ni se me ocurriera hablarle de nosotros, que solo conseguiría hacerte daño y que no iba a permitir que te hiciera lo mismo que le hice a él.
—¿Por qué él nunca me habló de ti? —logró preguntar, totalmente confundido. Aunque, ahora que lo pensaba, por aquella época Anthony pasó por una etapa difícil, se volvió más rebelde y agresivo, se metió en bastantes peleas y fue cuando comenzó a actuar como el típico guaperas que se va acostando con quien le apetece para después darle la patada.
Jeremy resopló.
—Estaba enfadado y dolido conmigo. Supongo que no lo hizo por orgullo, para que no le compadecierais. No estoy seguro, solo sé que, después de tantos años, seguía enfadado y resentido conmigo.
La sorpresa ante esa revelación hizo que la mente de Vane se activara hasta el punto de unir las piezas en un puzle que, por fin, tenía sentido. Por eso los dos siempre habían sido distantes, a Anthony le reventaría ver a su ex con él y Jeremy probablemente se sentía culpable por lo que pasó años atrás.
Pero, si era así de sencillo, ¿por qué se acostaron?
… Ah… Por supuesto. La respuesta era tan evidente que se le escapó una carcajada amarga.
Jeremy frunció el ceño al oírlo.
—¿Qué?
—Ya lo entiendo todo. Él sigue enamorado de ti.
Al oír eso, el otro hombre abrió los ojos como platos.
—¿Qué? ¡No!
—¡Oh, vamos! ¿Por qué si no se acostó contigo? Es evidente que aún siente algo por ti, igual que tú por él.
—Él no me quiere, Vane. Solo hizo aquello para hacerme daño.
Vane se fijó en que no había negado que seguía enamorado de Anthony. Eso escoció, pero, por otro lado, fue un alivio saber que no había echado toda su relación por la borda por un mero calentón de una noche, como había afirmado su viejo amigo. Sin embargo, eso también implicaba otra cosa, algo en lo que no quería pensar en ese momento, porque sabía que se rompería.
—Jeremy, si Anthony quisiera hacerte daño, no habría metido a un amigo en eso, no sabiendo cómo reaccionaría yo.
—No, Vane, te equivocas, él…
—Basta —dijo con firmeza, cogiéndolo por los hombros—. Tú ya me has dado la explicación que necesitaba, ahora yo voy a decirte algo y tú vas a escucharme porque me lo debes. —Hizo una pequeña pausa para estar seguro de que Jeremy le escuchaba—. Puede que Anthony lo niegue hasta la saciedad y puede engañarse a sí mismo todas las veces que quiera, pero si se ha acostado contigo después de todo este tiempo, créeme que ha sido porque no ha podido reprimir más sus sentimientos. Así que échale cojones, ve a buscarlo y no lo dejes en paz hasta que le haya entrado en esa cabeza de chorlito que no podrá olvidarte y que tenéis que estar juntos.
Jeremy abrió los ojos como platos.
—¡¿Qué?! ¡Estás loco!
Vane le lanzó una mirada de advertencia.
—Aún estoy a tiempo de darte un puñetazo, Jeremy, así que piénsalo bien antes de volver a abrir la boca para insultarme.
—Pero… Pero él no quiere saber nada de mí. Se niega a hablar conmigo desde lo que pasó.
—Mira, si crees que voy a permitir que todo lo que estoy pasando ahora sea porque dos idiotas se niegan a reconocer sus sentimientos, es que eres imbécil. El único modo en que consideraré perdonaros es que arregléis de una puñetera vez vuestras diferencias y puede que así dejéis de hacer daño a los que están a vuestro alrededor.
Supo que había sido un golpe bajo, pero no estaba en situación de ser amable, tampoco. Esos dos le habían estado jodiendo durante años sin tan siquiera saberlo ninguno de los tres, pero ahora que conocía la verdad, echaba un vistazo atrás… y la realidad de lo que había sido su relación con Jeremy dolía. Demasiado. Más que la infidelidad.
—Es lo mínimo que podéis hacer por mí —añadió, sabiendo que esa sucia jugarreta tendría efecto.
Y así fue, porque Jeremy asintió y retrocedió.
—Siento mucho el daño que te he hecho, Vane, de verdad. Te quiero y me duele que lo estés pasando mal por mi culpa.
Este esbozó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Pero no como a él. Nunca como a él, ¿no es así?
La culpa y el remordimiento regresaron a los ojos del hombre al que en otro tiempo había querido más que a nada.
—Vane…
—Vete, por favor —y sin darle tiempo a decir nada más, le dio la espalda y escapó rápidamente a su casa. No había lágrimas en sus ojos, él siempre había expresado el dolor de otro modo, en una ráfaga furiosa llena de rabia y hostilidad, y no quería descargarla con Jeremy; a pesar de que había hecho mal las cosas, todo el mundo se podría haber ahorrado tanto sufrimiento si cierta persona no hubiese sido tan terca y cabezota.
Era con ella con quien iba a desatar su dolor.
Cuando entró en casa, se encontró con todos sus hermanos esperándolo.
—Vane… —Zane fue el primero en tratar de tocarlo, pero Vane se zafó de su toque con un movimiento brusco.
—Ahora no —ordenó con firmeza. Si alguien más se acercaba, lo sacaría todo, y ellos no tenían la culpa de nada.
Fue directo a su despacho y se encerró en él. Supuso que sus hermanos habían captado el mensaje de que necesitaba estar solo o rodarían cabezas, ya que no llamaron a la puerta y ni siquiera los escuchó al otro lado. Bien, tenía vía libre para desahogarse, por lo que cogió el móvil y marcó un número que creía que ya no volvería a marcar.
Esperó dos tonos antes de que una voz dubitativa respondiera.
—¿Vane?
—Soy yo, Anthony —respondió con frialdad.
—No sabía que volvías a hablarme… —comentó con cuidado.
Vane resopló.
—Depende de ti que vuelva a hacerlo. —Antes de que pudiera preguntarle a qué se refería con eso, le explicó lo que quería con brutal exactitud—. Jeremy está ahora mismo de camino a tu casa, vas a recibirlo sin ningún resentimiento y vas a escuchar lo que tenga que decir, y cuando lo haga, volveréis a estar juntos y así los demás podremos vivir en paz de una vez sin que nadie más salga herido.
—¡¿Qué?! ¿De qué estás…?
—Jeremy me lo ha contado todo —lo interrumpió. Odiaba que la gente se hiciera la tonta con él, es como si a él lo estuvieran tratando de idiota y, puede que otras cosas no, pero inteligencia le sobraba por un tubo.
—No sé qué te ha contado, pero es mentira —replicó Anthony, claramente a la defensiva.
—Oh, ¿en serio? Entonces, ¿es una casualidad que, justo cuando te dije que pensaba en pedirle a Jeremy que se casara conmigo, aparecieras en mi casa para acostarte con él? ¿Me estás diciendo que eso no es un ataque de celos en toda regla?
—Tú no sabes lo que me hizo. —Bueno, al menos, ya reconocía que hubo algo entre ellos—. Fue el único hombre al que quise y él me dio con la puerta en las narices y me dijo que no podíamos estar juntos.
—¿Y qué coño esperabas que hiciera, Anthony? ¿Fugarse contigo? Eso es muy bonito en las películas, pero la vida real es más jodida, ¿de qué habríais vivido? ¿Tu padre borracho lo habría acogido tan alegremente en tu casa y pagado sus estudios? ¿O la madre que os abandonó y de la que no has vuelto a saber nada? ¡Espabila, hombre! Era un adolescente asustado por unos padres estrictos y religiosos.
Anthony se quedó unos segundos callados y Vane supo que eso ya lo había pensado unas cuantas veces. Puede que todos los días.
—Eso fue hace mucho tiempo —dijo finalmente—. Ya no siento nada por él.
—Que te jodan, te lo tiraste porque sabías que me diría que sí si le proponía matrimonio y no podías soportar la idea de que estuviera con otro que no fuera tú.
—¡No! ¡No quería que te hiciera lo mismo que a mí!
Vane golpeó la mesa con tanta fuerza que el sonido retumbó en la estancia.
—¡A MÍ NO ME MIENTAS! —bramó, fuera de sí—. ¡Lleváis mintiéndome casi diez años! ¡Toda mi relación con Jeremy fue una puta farsa porque ninguno de los dos tuvo huevos a hablar y admitir lo que sentía! ¿Crees que tu corazón roto de adolescente duele? ¿Tienes idea del daño que me habéis hecho? ¡He perdido el tiempo con alguien que no me amaba porque sois unos putos cobardes que no quieren afrontar las cosas!
—Vane…
—¡No! ¡He acabado con vosotros y vuestros estúpidos juegos de adolescentes resentidos! ¡No quiero que ninguno de los dos me hable hasta que hayáis solucionado esta mierda!, ¡¿me oyes?! ¡Si me entero de que toda esta jugarreta que me habéis montado ha sido solo para joderos entre vosotros, te juro por todos los dioses que vas a conocer al Vane que fue a la guerra! Y te juro que no te va a gustar —añadió con un tono amenazador pero más suave que el anterior, ya que había descargado toda su rabia—. No quieras que me convierta de nuevo en ese hombre, Anthony. Si crees que Jeremy te hizo daño a los dieciséis, yo voy a destruirte, es una promesa. —Y sin darle tiempo a reaccionar, colgó el teléfono con rabia y lo estampó contra la mesa.
Después de eso, estaba demasiado cansado para salir de la habitación y enfrentarse a sus hermanos, a su compasión, a sus insultos dedicados a esos dos imbéciles y a sus miradas tristes.
Solo quería dejar de sentir.
Se dejó caer al suelo y apoyó la espalda contra el escritorio mientras enterraba el rostro en una mano. Le dolía mucho, descubrir que durante toda su relación Jeremy jamás le había querido, o al menos no lo suficiente como para no volver a caer en los brazos de un exnovio que llevaba años resentido con él, y que su amigo de la infancia le había estado mintiendo desde hace años, acumulando rencor hacia él hasta el punto de joderlo cuando se había decidido a dar el gran paso con su pareja… no era fácil.
Puede que tuviera claro que no quería volver con Jeremy, puede que su amor por él hubiera muerto, pero ¿cómo iba a recordar los buenos momentos con él sin que estuvieran ensombrecidos por la figura de Anthony? ¿Sabiendo que él habría preferido estar en sus brazos antes que en los suyos?
¿Cómo podría estar impasible ante eso?
Se quedó allí metido un buen rato, no supo cuánto exactamente, pero no dudaba de que tarde o temprano vendrían Max, Zane o Kasey a preguntarle cómo estaba y si necesitaba algo, y lo único que deseaba en esos momentos era estar solo y dejar de sentir dolor.
Como si hubieran escuchado sus pensamientos, el pomo de la puerta se movió y unos golpes le hicieron gruñir.
—Dejadme en paz.
—Déjame entrar —dijo una voz grave y varonil.
Vane se sobresaltó al recordar que Night estaba allí.
Oh, mierda. Menudo momento para armar una escena por un ex.
Pese a que no tuvieran una relación seria, sabía que ese hombre provenía de un mundo completamente distinto al suyo y lo último que deseaba era ofenderlo de algún modo, por lo que se levantó y abrió la puerta, encontrándose con su rostro serio de facciones algo tensas. Parecía enfadado.
—Night, yo…
—Puedo oler tu dolor desde abajo —dijo, dando un paso hacia él. Vane hizo amago de retroceder, pero él lo cogió por la cintura y lo estrechó contra su cuerpo, mirándolo con cierta ferocidad—. Max me explicó un poco lo que había pasado. No he entendido muy bien lo que estabas gritando, pero sea como sea, no merecen que sufras por ellos. —Después de eso, se acercó más a él y lo abrazó—. Son idiotas por no saber apreciarte, Vane. Comprendo que estés dolido por su traición, pero eres un buen macho y tienes un corazón amable, no es algo que pueda decir de los humanos que he conocido. Mereces ser amado por alguien que sepa apreciarte realmente, como yo lo hago.
Vane esbozó una sonrisa, pequeña, pero sincera. Night lo abrazó con fuerza y lo besó en la cabeza con una ternura que aligeró un poco el peso que sentía en el corazón.
—Ven, sé cómo hacerte sentir mejor —le dijo en un susurro muy suave. Lo cogió de la mano y lo guio hacia su habitación.
Él solo se dejó hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario