viernes, 14 de septiembre de 2018

Quiero recordarte


Capítulo 10. La verdad

Naruto se despertó lentamente, notando que el sol había salido y que alguien estaba acariciando su cuerpo. Abrió los ojos, encontrándose con el apuesto rostro de Sasuke, quien le sonreía levemente.
Por un momento, creyó que estaba teniendo un sueño, ya que era algo recurrente en los dos años que llevaba en Nome. Pasaba gran parte del tiempo imaginando cómo habría sido su vida si Sasuke estuviera con él, si nunca se hubiera separado de su lado. Pensaba en que su embarazo no habría sido tan complicado ni arriesgado porque él habría estado ahí para ayudarle, que le habría hecho sentirse seguro y protegido. Pensaba en la expresión que habría puesto la primera vez que hubiera visto a su hijo, en cómo lo habría cogido en brazos y habría sonreído al ver que había heredado el color de su cabello, o en cómo habría reído al verlo corretear por la casa cuando aprendió a ir a gatas.
Sin embargo, supo que era real cuando sintió su mano en su mejilla.
—Buenos días, dormilón.
Él parpadeó.
—¿Dormilón?
—Son casi las doce.
—¡¿He dormido toda la mañana?! —preguntó, alarmado y sentándose de un salto.
Al instante, Sasuke lo cogió por la cintura y lo tiró de nuevo a la cama, a su lado.
—No te preocupes por nada. Hace unas horas he salido al porche con los perros, han hecho lo que tenían que hacer y luego han vuelto a entrar en la casa. Están preocupados por ti.
—Tendrías que haberme despertado de todas formas —dijo Naruto, un poco avergonzado por haber dormido tantas horas.
Sasuke puso los ojos en blanco y lo abrazó.
—Estás enfermo, Naruto, tienes que descansar —dicho esto, lo besó tiernamente en los labios, estrechándolo con un poco más de fuerza entre sus brazos, como si temiera que fuera a escaparse.
Pero Naruto no tenía intención de hacerlo. Hasta ahora, había intentado hacer lo correcto, lo mejor para su hijo y también para Sasuke… pero después de que Tsunade le hubiera dicho lo que le ocurría, ya no podía mantener lejos al hombre que amaba. La primera vez ya fue muy duro abandonarlo y, de todas formas, no tuvo más opciones en ese momento; tuvo que pensar rápido y fue lo único que se le ocurrió para protegerlos a todos. No quería hacerlo de nuevo, no sería justo para Sasuke y, esta vez, estaba a su lado y podían solucionarlo juntos.
Así que lo abrazó con fuerza y le devolvió el beso con pasión, haciéndole saber que no se iría a ninguna parte, al menos no sin él.
Sasuke profundizó el beso mientras hundía los dedos en su pelo y se colocaba sobre su cuerpo, abriéndole las piernas con las rodillas. Naruto no opuso resistencia y se aferró a su espalda, entregándose por completo cuando su amante tanteó su entrada, metiendo únicamente la punta para asegurarse de que estaba preparado para él. El rubio respondió con un suave gemido, alzando las caderas y frotándose de forma incitante contra el hombre, quien soltó un gruñido complacido antes de penetrarle lentamente.
Hicieron el amor de forma suave y lenta, limitándose a besarse y acariciarse, diciéndose el uno al otro lo mucho que se amaban; Sasuke le repetía una y otra vez que quería estar con él, que lo dejaría todo en Japón y que se quedaría en Nome con Naruto y su hijo, mientras que el rubio suspiraba de placer, accediendo a todo, pidiéndole que se quedara a pesar de lo que le había hecho. Al oír eso, Sasuke le ordenó que lo olvidara, que ya le había perdonado, y empezó a embestirle un poco más fuerte, lo suficiente como para que ambos dejaran de hablar para limitarse a gemir y jadear.
Cuando alcanzaron el clímax, se besaron un poco más y luego Sasuke los giró en la cama, dejando a Naruto apoyado sobre él, sin separar sus cuerpos todavía. El doncel dejó la cabeza sobre su pecho, suspirando de pura felicidad, lo cual notó el varón, que se limitó a acariciarlo con ternura, muy satisfecho porque la persona a la que amaba parecía por fin entender que se pertenecían el uno al otro y aceptar que iban a estar juntos durante mucho, mucho tiempo.
—¿Lo decías en serio? —preguntó Naruto en un susurro al cabo de un rato.
—¿El qué?
—Lo de dejar Japón para venir aquí.
—Sin pensármelo dos veces —respondió Sasuke con total seguridad.
El rubio se levantó un poco para mirarlo a los ojos con un asomo de duda.
—¿Qué pasará con tu vida allí? Renuncias a mucho para estar conmigo.
El Uchiha frunció ligeramente el ceño. Cómo le molestaba que Sakura hubiera metido ideas equivocadas en la cabeza de su doncel, haciéndole creer que él apreciaba la vida que tenía en Tokio. Esa imbécil creía que tenía una vida perfecta, cuando en esos dos años no había sido tan feliz como lo era en ese momento.
Dispuesto a hacérselo entender, se separó de Naruto para limpiarlos a ambos de los restos del orgasmo, sabiendo que así estarían más cómodos y que no tendría que interrumpir la conversación, era muy importante que su rubio comprendiera cómo había sido para él no tener recuerdos, lo perdido que siempre se había sentido. Una vez hubo acabado, se tumbó en la cama de costado, arrastrando al doncel hasta sus brazos.
—La primera vez que desperté tras perder la memoria, estaba desorientado y muy dolorido. Comprendí por mi entorno que estaba en un hospital y que me había pasado algo, probablemente había tenido algún tipo de accidente. Entonces, oí a una mujer a mi lado, parecía muy contenta de que hubiera despertado; ella me explicó que un coche chocó contra el mío, pero que me pondría bien con un poco de tiempo. Le di las gracias… y luego le pregunté si era una de las enfermeras del hospital. Era mi madre.
Los ojos de Naruto se llenaron de tristeza.
—Sasuke… —Le acarició el pecho en un intento de consolarlo, a lo que respondió cogiéndole la mano y besándole los dedos antes de volver a dejarla sobre su pecho.
Cerró los ojos al recordar lo que vino después, aquella desagradable sensación.
—Descubrí que no recordaba nada. Ni a mi familia ni quién era yo. Me dijeron que podría recuperar la memoria con el tiempo o tal vez nunca. Cuando me dieron el alta, fui a casa de mis padres, ya que no tenía otro lugar al que ir… ¿Tienes la menor idea de lo confuso y asustado que estaba? Para mí era como estar viviendo en casa de unos extraños, no confiaba del todo en ellos, me sentía inseguro a pesar de saber que eran mi familia y cerraba con llave la puerta de mi habitación. Ni mi casa ni mi dormitorio me eran familiares, no era capaz… de sentir que era mi hogar. Incluso cuando iba al baño y pasaba por delante de un espejo me asustaba pensando que era un desconocido que se había colado allí, no era capaz de reconocer ni mi propio reflejo. Darme cuenta de que ni podía recordar mi propio aspecto fue un golpe muy duro para mí.
Naruto lo abrazó con fuerza y lo besó en un hombro. Sasuke lo estrechó contra su cuerpo.
—Adaptarme fue muy difícil, acostumbrarme a la casa, mi familia, mis amigos, todo era desconocido para mí, sentía que no tenía ningún control sobre mi vida. Mi padre lo hizo aún más difícil, quería que acabara el año de carrera que me faltaba. Itachi discutió mucho con él, decía que lo que yo necesitaba era tiempo para recuperarme, pero al final yo escogí volver a la universidad… No lo hice porque me interesara lo que estudiaba, la verdad es que lo encontré terriblemente tedioso y aburrido, pero eso hizo que pudiera estar lejos de esos extraños durante parte del día, en cierto modo me ayudó a no sentirme tan vigilado. También quería intentar recuperar mi vida, parte de quién era yo antes del accidente. —Hizo una pausa, pensando en cómo explicarle a Naruto qué significaba para él su vida en Japón—. Naruto, me metí en la empresa de mi padre porque se suponía que era eso lo que quería hacer antes de perder la memoria, no es un trabajo que me guste por muy bueno que sea en ello. Tengo un piso propio, pero no le tengo un cariño especial, no me sabría mal venderlo por un buen precio. También tengo a mis amigos y a mi madre y mi hermano, pero sé que ellos estarán felices por mí cuando sepan que estoy enamorado y que quiero empezar una nueva vida contigo, una en la que por fin seré feliz.
—¿No eras feliz allí? —le preguntó el rubio como si fuera la cosa más triste que hubiera oído nunca.
Él le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—No, Naruto. Aprecio a mis amigos, y quiero a Itachi y a mi madre, pero me faltaba algo. Ahora sé que eras tú —dicho esto, le dio un beso tierno en los labios y sonrió—. ¿Sabes una cosa?
—¿Qué?
—Sí había algo que recordaba. —Su doncel lo miró expectante—. Tus ojos. —Naruto se sobresaltó—. No podía quitármelos de la cabeza. Por eso te reconocí cuando te vi, hiciste que recordara cómo nos conocimos.
Esperó a ver la reacción del rubio, queriendo saber si seguiría negando que había formado parte de su vida o si al fin le contaría lo que había ocurrido. Los ojos de este se anegaron de lágrimas de emoción, lo cual debía de ser una buena señal, pero no esperó que Naruto se apartara bruscamente de él y fuera casi corriendo hacia el armario, de donde sacó, de la estantería más alta, una bonita caja de madera oscura con el dibujo de un husky.
Luego regresó a la cama con él y se la tendió con expresión decidida.
—Ábrela.
Aunque un poco confundido, obedeció y miró lo que había dentro.
Se le formó un nudo en la garganta mientras sacaba el contenido. Eran montones de fotos donde salían Naruto y él juntos, con sus amigos de Tokio o con Mikoto e Itachi. Había desde el viaje a Nara que hicieron juntos, pasando por las muchas veces que habían cenado con sus compañeros en el restaurante de los padres de Choji, que habían ido al parque o hecho otras cosas, hasta las Navidades que Naruto pasó con él y su familia.
Por fin tenía pruebas físicas de que sus recuerdos eran reales, las tenía delante.
Tras mirar detenidamente todas las fotos, las dejó de nuevo en la caja y abrazó con fuerza a Naruto, quien le devolvió el gesto al instante, aferrándose a él como si no quisiera que volvieran a estar separados.
—Saki es mi hijo, ¿verdad? —quiso asegurarse.
—Sí.
Esa simple respuesta lo llenó de felicidad y júbilo, aunque fue interrumpida por lo que dijo su doncel:
—Lo siento, Sasuke. Siento mucho haberte abandonado cuando tuviste el accidente, siento que no hayas podido conocer a tu hijo… —Sasuke se separó al escuchar su tono de voz lastimero y lo miró. Naruto estaba al borde de las lágrimas y tenía una sonrisa amarga—. El día que nació, me sentía tan feliz y desdichado a la vez… Estaba aliviado de que, a pesar de todas las complicaciones durante el embarazo, hubiera nacido sano, pero al mismo tiempo solo podía pensar en que ojalá estuvieras allí para verlo. Estuve a punto de llamarte, ¿sabes?, hace un año. Cada momento que pasaba con nuestro hijo, dándole el biberón, durmiendo con él, sosteniéndolo o incluso cambiándole los pañales, lo único que me venía a la cabeza era que deberías estar allí, disfrutando de esos momentos conmigo. Me pasé tres días con el teléfono pegado a la mano, marcando una y otra vez el número para después borrarlo otra vez. El día en que Saki aprendió a gatear no pude soportarlo más y te llamé… Me respondiste y… colgué.
Sasuke parpadeó, recordando la llamada. Lo hacía porque salió un número extraño en la pantalla, uno americano. Ahora comprendía que Naruto había llamado desde Alaska, pero no entendía por qué no le respondió cuando le preguntó quién era y colgó. No volvió a ver ese número desde entonces.
—¿Por qué lo hiciste?
Naruto se alejó un momento para sacar un sobre de uno de los cajones de la mesita de noche. Era uno muy grande y gordo, y estaba amarillento y muy arrugado, como si el doncel lo hubiera estado tocando una y otra vez.
—Recibí esto en el momento en el que te llamaba.
Sasuke abrió el sobre y sacó el contenido con rapidez. Eran fotos… pero de otro tipo. Había muchas sobre él, sobre todo en el trabajo o saliendo de él, igual que de su hermano, incluso había algunas en las que salían juntos cuando iban a comer. También había de su madre, donde aparecía cuidando del jardín o lavando los platos, también salía una en la que se la veía desde la ventana llevando un camisón. Encontró otras de Hinata y Neji y de su enfermo padre, de Shikamaru con Choji e Ino, de esta saliendo con su primo Sai, de Shino y su padre buscando insectos para sus proyectos…
Había fotos de todos en sus casas, en sus trabajos, en la calle, saliendo del cine o en los restaurantes que visitaban. Todas estaban hechas como si alguien los hubiera estado siguiendo sin que lo vieran.
Sin embargo, la que más lo impactó fue una en la que salía Naruto con su hijo, jugando en la nieve. El pequeño Saki estaba rodeado por unos círculos rojos que alguien había hecho con un rotulador y, en la parte trasera de la foto, ponía en letras mayúsculas: “Él será el primero en caer”.
Un escalofrío lo recorrió entero. Habían amenazado a su hijo.
—¿Quién hizo esto? —preguntó, destilando ira.
Naruto abrió la boca para responder pero, entonces, sonó el timbre. Sasuke lo ignoró por completo y cogió a su rubio por los hombros.
—Naruto, ¿quién está detrás de esto? ¿Quién te ha estado amenazando? —Se hacía una idea, pero necesitaba la confirmación.
El timbre sonó otra vez, en esta ocasión más insistente e impaciente. Sasuke tenía intención de ignorarlo, pero entonces empezaron a llamar una y otra vez, poniéndolo de los nervios y soltando una palabrota al mismo tiempo que saltaba de la cama y se vestía corriendo para echar a quienquiera que estuviera interrumpiendo una conversación de suma importancia.
Mientras Naruto imitaba su ejemplo, Sasuke bajó las escaleras a toda prisa y fue a abrir la puerta.
—¿Quién coño…? —empezó, pero se calló al ver a la persona que había al otro lado—. ¿Itachi?
Su hermano entró y lo abrazó.
—Menos mal que te he encontrado —dicho esto, lo tomó por los hombros y lo miró seriamente—. ¿Todo bien? ¿Padre se ha puesto en contacto contigo de algún modo?
—Ah… No —logró responder, confundido, antes de fijarse en las otras dos personas que había tras él—. Sai, Shikamaru, ¿qué hacéis aquí? ¿Qué estáis haciendo todos aquí?
Ambos entraron en la casa y cerraron la puerta tras ellos.
—Tenemos que hablarte de algo importante —dijo Shikamaru con total seriedad.
Itachi lo soltó al fin y se tranquilizó. Era bueno que su padre no se hubiera enterado de nada por el momento.
—Escucha, Sasuke, se trata de algo que tendríamos que haberte dicho hace tiempo, pero hubo problemas, todo se complicó cuando perdiste la memoria y temíamos que en tu estado no pudieras creer…
—Sasuke, ¿quién es?
Todos se giraron al escuchar la voz de Naruto, que estaba terminando de bajar las escaleras.
—¡¿Naruto?! —exclamaron Itachi, Sai y Shikamaru, pues lo último que esperaban ver era aquel milagro; Sasuke y Naruto juntos en la misma casa.
Este último se sobresaltó al escuchar su nombre y palideció al verlos a todos allí. Era consciente de que estarían muy enfadados con él por lo que hizo, por haberse marchado de repente de Japón cuando Sasuke más le necesitaba sin despedirse o darles ningún tipo de explicación.
Cuando Itachi se dirigió a él con largas y rápidas zancadas, estuvo seguro de que iba a darle un golpe, por eso se sorprendió cuando el hombre lo envolvió en sus grandes brazos con fuerza.
—Gracias a Dios que estás bien —suspiró antes de apartarse y mirarlo con alivio—. ¿Tienes la menor idea de lo preocupado que estaba por ti?, ¿que estábamos todos por ti? A mi madre casi le dio algo cuando se enteró de que habías desaparecido, pensábamos que mi padre te había hecho algo. Llevamos dos años buscándote como locos.
A Naruto le sentó muy mal saber que todos habían estado sufriendo por él. Se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Lo siento. No quería marcharme, juro que nunca habría hecho eso si… —se le quebró la voz en pensar en todo lo que había ocurrido: la discusión con Sasuke el día anterior que le había hecho sentir como una mierda, la conversación con Tsunade sobre lo que le estaba ocurriendo, el perdón del hombre al que amaba, revelarle que habían amenazado a todos sus seres queridos empezando por su hijo y ahora el reencuentro con Itachi y dos viejos amigos. Por no hablar de esos dos años que había pasado escondido con la esperanza de que, así, no le harían daño a nadie, menos a Saki.
Fue demasiado, le fallaron las piernas y habría caído de no ser porque Sasuke, al ver su expresión, intuyó lo que le ocurría y se lanzó a cogerlo en brazos.
—¡Naruto!
—¿Qué le pasa? —preguntó Itachi, alarmado. Shikamaru y Sai, al ver la escena, también corrieron a ayudar.
—Está enfermo —dijo Sasuke mientras lo llevaba al sofá y lo dejaba con cuidado sobre los cojines antes de sentarse a su lado—. Naruto, ya oíste a la doctora, no debes estresarte.
—¿Es muy grave? —interrogó Shikamaru.
—No, me pondré bien —aseguró el rubio antes de acariciar con cariño a Sasuke—. Gracias.
Este le besó la mano y se acomodó en el sofá de forma que Naruto pudiera descansar recostado sobre él. Los demás observaron con la boca abierta ese gesto, pues aún estaban impactados por la repentina aparición del rubio y más aún encontrarlo junto a Sasuke en lo que era evidente que se trataba de una relación romántica.
Siempre habían creído que necesitarían más tiempo para que eso ocurriera pero, al parecer, habían tenido una suerte increíble… aunque eso no evitaba que se preguntaran cómo cojones había ocurrido todo aquello.
—A ver —empezó Shikamaru—, ¿se puede saber cómo es que vosotros dos estáis juntos? ¿Hay algo que no nos hayas contado, Sasuke?
El varón sonrió sin dejar de abrazar a su doncel para que se recuperara.
—Fugaku me envió aquí para intentar una asociación con Biju S. A.
Itachi frunció el ceño.
—Pero tú te encargas de supervisar y coordinar los departamentos, ese suele ser mi trabajo.
Sasuke se encogió de hombros.
—Kurama pidió que fuera yo expresamente quien viniera. Dijo que no soportaba a nuestro padre y que tú tenías demasiado trabajo como para hablar largo y tendido sobre una futura relación laboral —dicho esto, observó a Naruto con una sonrisa—. Entonces vi a Naruto… y le recordé.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —cuestionó Sai.
El joven Uchiha fulminó con la mirada a los tres.
—Vosotros siempre me dijisteis que nunca había tenido pareja, quería estar seguro de que no eran alucinaciones mías, que realmente Naruto había formado parte de mi vida. ¿Por qué me mentisteis?
Los recién llegados se miraron entre ellos y tomaron asiento en el otro sofá. Itachi fue quien se encargó de explicar la situación.
—Cuando nos enteramos de que habías perdido la memoria, nuestro padre no perdió el tiempo. Envió hombres a nuestra casa y borró todo rastro de que hubieras tenido una relación con Naruto: fotos, vídeos, regalos que te hubiera hecho, incluso eliminó su existencia de tus redes sociales… Yo no quería ocultártelo, pero estabas en un estado emocional delicado y lo último que necesitaba era que desconfiaras de mí si te presentaba a un novio con el que no tenías ninguna foto. Temía que te refugiaras en nuestro padre, que cayeras en sus manipulaciones estando tan vulnerable, por eso mamá y yo lo ocultamos.
—Además —intervino Shikamaru con seriedad—, al resto nos amenazó con destruir los negocios de nuestras familias. Ya sabes que la mayoría de nosotros tenemos trabajos humildes, y el padre de Hinata había empezado a ponerse enfermo, tanto él como Neji temían que Fugaku aprovechara eso de algún modo para hacerse con su empresa, que era la única que podía hacerle frente.
—Todos hemos estado vigilados durante dos años —dijo Sai con los labios fruncidos, claramente molesto—. Un coche nos sigue a todas partes y Shikamaru y yo confirmamos que nuestros teléfonos estaban pinchados. En cuanto hubieras recibido una llamada sospechosa por nuestra parte, nos habría hecho pedazos.
Itachi asintió.
—Por eso nosotros tres decidimos encontrar a Naruto antes de decirte nada. Además, nuestro padre siempre lo ha negado, pero yo suponía que le había hecho algo —dicho esto, le sonrió levemente a Naruto—. Parece que escapaste de sus garras, me alegro mucho.
El rubio sonrió un poco.
—Tuve suerte de que Blue estuviera conmigo. —Hizo una pausa en la cual observó a Sasuke, que se había quedado muy callado y pensativo. Naruto le cogió una mano y se la estrechó—. ¿Estás bien?
El varón frunció profundamente el ceño.
—Sospechaba que mi padre estaba detrás de todo esto, pero aun así duele saber de lo que ha sido capaz por… —Apretó los dientes y sacudió la cabeza, intentando pensar con claridad—. Fue él quien te envió esas fotos, ¿verdad?
—Probablemente uno de los hombres que envió a buscarme —asintió Naruto—. Supongo que querría asegurarse de que no volviera a acercarme a ti.
—Un momento, ¿qué fotos? —interrogó Shikamaru.
El doncel lo miró.
—Hace un año recibí fotos de todos vosotros y una amenaza.
—Creo que es hora de que nos cuentes lo que pasó exactamente entre mi padre y tú —comentó Itachi, inclinándose hacia delante para escuchar mejor la historia.
Naruto notó que Sasuke se tensaba bajo él, pero no dejó de abrazarlo. Odiaba que tuviera que escuchar las cosas que hizo su padre, las artimañas que trató de emplear contra él para que lo abandonara… y la que logró que funcionara, la más cruel de todas.
Después de que supiera lo que intentó hacer, sabía que ya no serían familia. Jamás.
—De acuerdo.


Inspiré hondo mientras contemplaba la entrada principal del hospital. Siempre había odiado esos sitios, me parecían demasiado fríos y distantes para personas que estaban enfermas, eran casi como un gélido preludio a la muerte.
Pero Sasuke estaba ahí dentro y me necesitaba. Itachi me había llamado hacía un cuarto de hora para decirme que viniera corriendo, pues por fin había despertado.
Cuando supe que Sasuke tuvo un accidente de coche mientras venía a verme, solo pude pensar que tenía que ser una broma de mal gusto por parte del destino. No era justo, era jodidamente cruel que el chico del que me había enamorado muriera del mismo modo que mis padres.
Pasé muchísimo miedo, llegué al hospital prácticamente histérico, los enfermeros tuvieron que sedarme para que me calmara. Al despertar, Itachi estaba conmigo, y le conté lo de mis padres. Mi cuñado entendió rápidamente mi reacción y dedicó el rato que estuve drogado a tranquilizarme, pues en ese tiempo, Sasuke había salido de quirófano y estaba estable, los médicos dijeron que le quedarían cicatrices, pero que no había ninguna lesión permanente.
Recuerdo que lloré de alivio. No perdería a Sasuke del mismo modo que a mis padres.
Una vez estuve más recuperado, Itachi me acompañó hasta su habitación y me dejó quedarme a su lado hasta el anochecer, hablándole… contándole que tenía que ser fuerte por mí y recuperarse pronto, ya que íbamos a tener un bebé. Antes había estado muy asustado por decírselo; era consciente de que éramos muy jóvenes para ser padres, pero ninguno teníamos la culpa de que las medidas que tomamos no hubieran funcionado, a veces ocurría.
Yo no quería renunciar al bebé, después de todo, era de Sasuke y yo le quería… Solo esperaba que él también pudiera quererlo.
Pero ahora ya no me parecía que tuviera tanta importancia, no después del accidente. Lo único que quería era que se recuperara, ya pensaríamos más tarde en cómo solucionar lo de nuestro hijo.
Cuando cayó la noche, Itachi y Mikoto me insistieron para que me fuera a casa a descansar. Yo no quería apartarme de Sasuke, pero ambos me juraron que uno de los dos se quedaría con él y que si pasaba cualquier cosa me llamarían de inmediato. Al final, entre mi convincente cuñado y mi preocupación por el bebé, ya que sabía que no era bueno para él que estuviera estresado, dejé que Mikoto me llevara a casa.
Así fue mi rutina durante unos días… hasta que por fin Itachi me llamó diciendo que Sasuke se había despertado y que iban a hacerle unas pruebas para ver cómo estaba.
Y ahí estaba, mirando la entrada del edificio con ansiedad, esperando que estuviera lo bastante bien como para atreverme a decirle que íbamos a ser padres…
Un gemido a mi lado me sacó de mis inquietudes. Me agaché y acaricié la cabeza de Blue.
—Lo siento, pero no sé si me van a dejar entrar contigo. Voy a ver un segundo a Sasuke y luego intentaré que puedas verlo, ¿está bien?
Y la perra, como si me entendiera, ladró y se tumbó en el suelo, haciéndome saber que cumpliría mi orden. Le abracé la cabeza.
—Esta es mi chica.
Me adentré en el hospital y fui directamente hacia la habitación en la que estaba Sasuke. Era domingo, así que no había mucha gente ni tampoco personal del hospital, solo lo imprescindible para atender a la gente ingresada y urgencias, por lo que el pasillo que conducía al dormitorio de mi novio estaba vacío… excepto por una persona.
Fugaku Uchiha se interponía en mi camino. Estaba plantado en mitad del pasadizo, con su impoluto traje de empresario y su gran estatura, intimidante; llevaba el cabello bien peinado, el cual le rozaba los hombros, y sus pequeños ojos negros me miraban con frialdad e incluso hostilidad.
Siempre había odiado la forma en la que me miraba, analizándome como si fuera un ser inferior, despreciable, casi un insulto a… ¿la naturaleza? ¿Dios? No lo sé, el caso es que, por respeto a Sasuke y su familia, yo había procurado evitarle y no soltarle alguna grosería, pero en esos momentos me lo ponía difícil cuando me impedía el paso.
—Voy a ver a Sasuke —dije con firmeza. No le estaba pidiendo permiso, iba a pasar quisiera apartarse o no. Necesitaba ver cómo estaba mi novio y estar a su lado, darle mi apoyo mientras se recuperaba.
—No, tú te vas —replicó el hombre.
Tensé todos los músculos de mi cuerpo y eché una pierna hacia atrás. Por mis huevos que pasaría quisiera o no, y si quería perseguirme, gritaría muy fuerte; en otra situación hasta podría haberle dejado inconsciente para que no me molestara, pero seguía siendo mi suegro y no estaría bien. Confiaba en que Mikoto e Itachi pudieran manejarlo.
—De ninguna manera.
—No lo entiendes, doncel —escupió el nombre como si fuera el peor insulto imaginable—. Sasuke ha perdido la memoria, no recuerda a nadie. Ni siquiera sabe quién es.
¿Qué?
Me quedé descolocado y… dolido. Intenté racionalizar la situación, asimilarla para poder calmar la oleada de pánico que me invadió en un segundo. Si Sasuke no sabía quién era yo, ¿cómo podría decirle siquiera que estaba esperando un bebé? ¿Cómo iba aceptarlo ahora? ¿Cómo podría querernos a ninguno de los dos?
Sin embargo, Fugaku no me dio tiempo para hacerlo, fue directo a atacarme.
—Tiene la oportunidad de empezar de nuevo, sin ti. Te daré todo el dinero que quieras a cambio de que desaparezcas de su vida.
Al oír esas palabras, me puse a la defensiva. En esos momentos, no pensaría en nuestro bebé o nuestra relación, Sasuke seguía necesitando apoyo y yo pensaba dárselo aunque no supiera quién era. Más adelante solucionaría el resto, pero por ahora quería ayudarlo.
—No quiero su dinero. —“Imbécil”, añadí en mi fuero interno.
Fugaku frunció el ceño.
—¿Cinco millones no es suficiente para ti? ¿Quieres más?
—No quiero nada que venga de usted —gruñí.
El hombre me fulminó con la mirada.
—Mi hijo era perfecto hasta que tú apareciste. No sé cómo lo lograste, pero empleaste alguna artimaña para seducirlo y hacer que engañara a su prometida, una chica preciosa y con mucho futuro por delante. Encima le metiste la estúpida idea de estudiar historia, ¡cómo si eso sirviera para algo!
No estoy seguro de cómo estaría realmente pero, a juzgar por cómo me ardían las mejillas, creo que puedo jurar que me puse rojo de rabia.
—Sasuke no necesitaba que nadie la apartara de esa víbora. Aunque yo no hubiera aparecido, él se habría cansado de esa zorra estúpida que no podía parar de pensar en ¡cómo podía meterlo entre sus piernas! —acabé gritando, furioso—. ¡Y yo no necesitaba ninguna artimaña para seducirlo! ¡Yo le escuchaba, veía cómo era realmente! Sasuke es una persona maravillosa y, ¿sabe qué?, ¡seguiría valiendo mil veces más que usted incluso si no tuviera dinero!
Ahí reconozco que cometí un error. Le di una idea que podía usar contra mí… y contra su propia familia.
—Muy bien, si tanto lo quieres, ¡llévatelo! Mientras siga saliendo contigo, mi hijo no verá ni un solo yen: se acabó vivir bajo mi techo o ir a la universidad con mi dinero. Si quiere seguir jodiendo con un ser antinatural, ¡que se apañe solo!
Me sentí mal por haber dado la idea, pero esa era una decisión que debía tomar Sasuke, no yo. Sin embargo, Fugaku aún no había terminado, continuó gritando al mismo tiempo que hacía movimientos bruscos con los brazos.
—¡Y ya que has manipulado a mi otro hijo para apoyaros, está despedido! ¡No consentiré que use su sueldo en manteneros!, ¡y me aseguraré de que ninguna otra empresa lo contrate! ¿En cuanto a mi mujer? ¡Divorcio! ¡No quiero por esposa a una puta tonta que se deja manipular por criaturas como tú!, ¡que piensa que sois personas como los demás! ¡La dejaré sin nada!, ¿me oyes? ¡Sin nada!
Esta vez no pude evitar retroceder, asustado. Joder, ¿qué había hecho? En realidad sabía que no era culpa mía, pero me sentía muy mal por haberme enfrentado a él y provocar esa reacción. No quería dejar a Sasuke y su familia sin un modo de mantenerse, no por mi culpa…
—Así que decide —gruñó Fugaku, mirándome con furia—, quédate con una familia pobre o lárgate para siempre. Si de verdad quieres a mi hijo, te marcharás y dejarás que rehaga su vida como una persona normal, ahora tengo la oportunidad de quitarle todas esas tonterías de la cabeza.
Escuchar esas últimas palabras encendió algo en mí.
No quería que por mi culpa Sasuke, Itachi y Mikoto cayeran en la ruina… pero tampoco podía irme.
No permitiría que ese cabrón manipulara a Sasuke, no dejaría que le hiciera cualquier tipo de daño cuando estaba tan vulnerable. Había perdido la memoria, estaría asustado y confuso por todo, tenía que ayudarle fuera como fuera y, si después no quería estar conmigo, lo entendería y me haría a un lado.
Pero no podía dejarlo. No sin asegurarse de que estaría bien y… Tenía que saberlo. Tenía que saber que iba a ser padre, no podía simplemente ocultarle algo tan importante.
—No me iré —dije con firmeza.
Me regocijé un poco al ver la confusión en su rostro.
—¿Qué?
—Si Sasuke no me quiere cerca, puede decírmelo él. Si Itachi o Mikoto tienen un problema conmigo se apartarán y no tendrás por qué hacerles nada. Pero no me iré, me quedaré con Sasuke, haré lo que tú nunca hiciste, le ayudaré y estaré ahí para apoyarle.
El rostro de mi suegro enrojeció.
—Te lo advertiré una vez más, vete ya, mocoso.
—No. Sasuke nunca será como tú —repliqué, tocando mi vientre—. A diferencia de ti, él querrá a sus hijos y lo dará todo por ellos.
En ese instante, se produjo un silencio sepulcral.
La mirada oscura de Fugaku se clavó en mi vientre, primero con asombro al comprender lo que había querido decir, después vino el horror, y después…
Nada.
No vi nada en esos ojos, y eso fue lo que más me inquietó.
Abrió la boca y escupió las palabras como si rezumaran veneno:
—Mi hijo… no será padre de una abominación —dicho esto, alzó la mirada a algún punto detrás de mí y asintió—. Haced que aborte y luego seguid el plan.
¿Eh?
Me di la vuelta a tiempo de ver a dos hombres trajeados detrás de mí. Reaccioné por puro instinto, tal y como me enseñó mi madre, y me agazapé en el suelo para darle una patada giratoria al primero que se acercó antes de cogerlo por un brazo y aprovechar la inercia para lanzarlo contra el otro. El movimiento fue tan rápido que se oyó un horrible crujido, seguido del grito del hombre al que había lanzado, indicándome que le había dislocado el hombro.
No perdí el tiempo; corrí por los pasillos mientras escuchaba el rugido de Fugaku de fondo, ordenando a alguien que no me dejara escapar. No podía pensar, no conseguía entender qué estaba pasando, qué hacían esos hombres allí y por qué obedecían al padre de Sasuke, o qué diablos era ese plan del que había hablado.
Solo podía pensar en la palabra aborto.
Había dicho que hicieran que abortara.
De repente, fue como si mi cabeza hubiera silenciado mis oídos, impidiendo que pudiera escuchar otra cosa que no fuera mi propia respiración acelerada mientras corría. Mis piernas se movieron más rápido que nunca, pisando fuerte el suelo, esquivando todo paciente, médico o enfermera que se cruzara en mi camino.
Quería matar a mi hijo.
Mi hijo. Mi hijo, mi hijo, mi hijo.
Mis instintos tomaron el control de todo mi ser, centrándose únicamente en proteger a mi bebé a cualquier precio, nada más importaba. Era como si la parte más primitiva de mí se hubiera apoderado de mi conciencia, no podía pensar en nada más allá de salvar a la criatura que llevaba en mi vientre y a la que ya quería pese a no conocerla todavía.
Visualicé las puertas que me llevarían a la calle y las golpeé con brusquedad, saliendo como un rayo… pero algo chocó contra mí y me lanzó al suelo. Me revolví salvajemente, pero el cuerpo que tenía encima de mí era muy pesado y me resultaba difícil defenderme estando en el suelo y casi inmovilizado.
—¡Sédalo, rápido!
Vi de reojo a otro hombre trajeado que se acercaba a mí con un pañuelo que seguramente estaría impregnado de cloroformo. ¡Joder! ¡¿Qué coño estaba pasando?!
Abrí la boca para gritar, pero el imbécil que tenía encima me tapó la boca. Le mordí sin miramientos, tan fuerte como pude, llegando a saborear la sangre.
—¡Mierda! ¡Me ha mordido!
Aun así, el muy cabrón no me soltaba.
Sentí un pánico atroz cuando vi que el otro hombre se acercaba a nosotros para dejarme inconsciente, indefenso, vulnerable, con mi hijo a merced de esos psicópatas…
Y entonces, una sombra se abalanzó sobre él. Blue gruñó ferozmente a la vez que sus dientes se abalanzaban sin dudar contra la yugular del hombre, el cual ni siquiera pudo soltar un grito mientras el animal sacudía la cabeza, desgarrando la sensible carne del cuello con una violencia brutal.
No me paré a mirar la escena más tiempo. No permitiría que le hicieran daño a mi bebé. Mi rodilla fue directa a las pelotas de ese hijo de puta, haciendo que su cuerpo se tensara por el dolor. Ese momento de distracción me valió para liberar un brazo y golpear con mi puño su nuez de Adán, dejándolo sin aire y pudiendo, al fin, apartarme de él.
—¡Corre, Blue! —grité antes de salir disparado.
No tardé mucho en ver a mi perra junto a mí con el morro ensangrentado. No supe si había matado a aquel hombre y, sinceramente, me daba igual si vivía o moría.
Llegamos al parque donde solía dar clases los fines de semana y conduje a Blue hasta un lago donde le limpié la sangre, no fuera que me viera alguien y llamara a la policía por un perro peligroso. Una vez estuvo limpia, me derrumbé en la orilla, con Blue tumbada a mi lado, pero alerta. Yo, en cambio, intenté recuperar el aliento y pensar.
Esos hombres habían estado en el hospital desde el principio, mucho antes de que Fugaku me hiciera cualquier propuesta. Había sido una trampa, quería quitarme de en medio, aunque no estaba muy seguro de qué habría hecho conmigo exactamente.
Ahora sabía que estaba embarazado… y quería matar a mi bebé. Mío y de Sasuke.
¿Qué iba a hacer?
Cerré los ojos con fuerza, comprendiendo que no había manera de que pudiera acercarme a Sasuke, Itachi o Mikoto sin intentar ser capturado de nuevo. Había tenido suerte porque Blue estaba conmigo y no la esperaban, pero para la próxima estarían preparados…
No podía arriesgar su vida. Tampoco quería arriesgar la vida del bebé, Sasuke nunca me lo habría permitido.
Él habría querido que nuestro hijo estuviera a salvo sin importar el precio a pagar.
No podía quedarme en Japón, Fugaku podía encontrarme fácilmente y acabar con él. Mi única oportunidad era irme lejos, empezar de nuevo en otra parte. Una parte de mí no quería hacerlo, seguía sin querer dejar a Sasuke, pero… él estaría bien. Fugaku no podría doblegarlo y moldearlo a su voluntad, tendría a Itachi y a Mikoto para protegerlo, nuestros amigos también cuidarían de él, ninguno consentiría que ese loco le hiciera daño.
Era doloroso, pero tenía que pensar en nuestro hijo, y tenía que hacerlo rápido. ¿A dónde podía ir? Y si me marchaba de Japón, ¿qué lugar era lo bastante lejos y seguro? Y en el caso de que Sasuke recuperara la memoria, ¿dónde me buscaría…?
Miré a Blue y, entonces, lo supe. Solo había un sitio, uno en el que el sueño que tuvimos podía hacerse realidad, Alaska.
Me incorporé de un salto y empecé a andar a la vez que marcaba un número de teléfono que era solo para emergencias. Mientras llamaba, miré hacia atrás con los ojos anegados de lágrimas, pidiéndole perdón a Sasuke por abandonarlo… y que tratara de recordarme. Aunque solo fuera con el tiempo.
—Naruto —gruñó una voz grave que reconocí de inmediato, interrumpiendo mis pensamientos.
—Kurama, yo… te necesito —le pedí en un tono pesaroso. Él era la única persona que podía protegernos a mi hijo y a mí.


Cuando Naruto terminó de contar su historia, todos en aquella sala se quedaron muy callados, impactados por los extremos a los que había sido capaz de llegar Fugaku Uchiha.
Shikamaru era inteligente, muy inteligente, y jamás habría sospechado de ese odio descomunal hacia los donceles y sus hijos… No, en realidad, jamás habría sospechado hasta qué punto ese odio había consumido a aquel hombre, prácticamente parecía estar al borde de la locura. Era evidente que esos hombres a los que contrató estaban allí para hacer algo con Naruto; no parecía que quisiera matarlo ya que había mencionado un plan, pero las opciones que le venían a la cabeza tampoco eran buenas. Pero ordenar un aborto sin inmutarse… Había algo en su cabeza que no estaba bien, ese… ese “hombre” era muy peligroso.
Los Uchiha no se encontraban en mucho mejor estado. A decir verdad, les producía escalofríos que un pariente tan cercano fuera capaz de hacer algo así. Sai estaba francamente preocupado por tener a los hombres de su tío encima de su esposa Ino y su familia, no quería que alguien así estuviera cerca de ellos, aunque en ese momento le preocupaban más Itachi y Sasuke.
El primero estaba horrorizado, decepcionado y profundamente dolido. Sabía que su padre no era una buena persona pero, aun así… lo que había hecho, lo que había intentado hacer, a su propia sangre… no tenía nombre.
Sasuke, por otro lado, estrechaba con fuerza a Naruto, en parte asustado por lo que había contado y en gran parte consumido por la ira.
—Mi padre… —dijo entre dientes, intentando no rugir de rabia—. No, Fugaku… intentó… ¿matar a nuestro hijo?
Naruto le miró con una mezcla de tristeza y miedo, se estremeció y luego enterró el rostro en su pecho, a lo que él inmediatamente respondió abrazándolo con fuerza, siendo consciente de repente de que podría haber perdido al amor de su vida y a su propio hijo y que, tal vez, no lo habría sabido nunca.
—Gracias a Dios que no pasó nada… —Levantó la cabeza, buscando a Blue, la cual estaba tumbada junto al sofá y que meneó la cola alegre al ver que la estaba mirando—. Gracias por salvarlos, Blue —dijo acariciándola, inmensamente agradecido por haberla recogido de aquel refugio de animales para regalársela a su doncel.
—Joder… —murmuró Itachi—. Ya ha sido impactante enterarme de que soy tío… pero lo de nuestro padre…
Sasuke estrechó con ademán protector a Naruto y dijo entre gruñidos furiosos:
—Ese monstruo no es mi padre. No se acercará a mi familia, lo mataré si se atreve a venir aquí.
—En eso estamos de acuerdo —asintió Sai.
Shikamaru, siempre pensando con frialdad, intervino para que ninguno tratara de hacer alguna tontería.
—Mantened la calma, debemos pensar con la cabeza fría —dicho esto, se puso a repasar todo lo que sabía, pero aún quedaban un par de cosas por aclarar—. Naruto, ¿cómo has conseguido mantenerte escondido durante tanto tiempo sin que nadie te encontrara?
—Yo puedo responder a eso.
Todo el mundo pegó un salto al escuchar una nueva voz en la estancia. Kurama Kyubi estaba apoyado en una pared, vestido elegantemente con unos pantalones oscuros y una camisa color borgoña que hacía resaltar de forma peligrosa su cabello y sus ojos rojos.
Sai palideció un poco.
—Señor Kyubi.
Este le guiñó un ojo.
—Hola, mi querido espía.
—¿Quéeee? —preguntó el resto.
Kurama se apresuró a explicar la situación:
—Hará cosa de seis meses, Fugaku Uchiha envió a un espía a apoderarse de mis futuros proyectos para la empresa. ¿Recuerdas que te lo comenté, Sasuke? —Este asintió, parpadeando sorprendido al entender que había enviado a su primo, quien hacía poco que trabajaba como espía para el Gobierno Japonés—. Como ya le expliqué, lo pillé…
—Y me amenazó con destruir Corporaciones Uchiha si no trabajaba para usted —mencionó Sai, mirando a Naruto—. Ya veo. Quería que vigilara todos los movimientos de Fugaku Uchiha para protegerlo.
El rubio se tensó y miró a Kurama. Su tez se había puesto pálida.
—Kurama… Tú… ¿lo sabías?
El pelirrojo lo miró con seriedad y se acercó a su protegido.
—No al principio. No quisiste contarme lo que había ocurrido y saqué conclusiones equivocadas. ¿Pensabas que no investigaría? —Se agachó frente a Naruto con las manos convertidas en puños, aunque sus ojos rojos, normalmente aterradores, destilaban tristeza—. ¿Qué querías que hiciera cuando me llamaste, diciéndome que estabas embarazado y que necesitabas huir del país? Pensé que el padre te había amenazado, que había intentado hacerte daño. Borré cualquier rastro de tu existencia en Japón, cambié tu apellido al venir aquí y me aseguré de que estuvieras a salvo antes de ponerme a vigilar cualquier movimiento sospechoso en tus antiguas redes sociales, o en los registros que podían conducir a ti. Cuál fue mi sorpresa cuando vi al inspector Nara buscando pistas sobre ti —señaló a Shikamaru, quien se sobresaltó—. Fue listo en ocultar sus llamadas con un móvil desechable, pero todo se puede piratear, y a mí se me da muy bien. Los dos únicos números que había pertenecían a estos dos Uchiha —masculló, tensando los músculos. Su mirada volvía a tener un matiz rojizo intenso, casi letal—. Pensé que habías estado involucrado con algún miembro de la familia. Ya había tenido la desgracia de conocer a Fugaku Uchiha y sabía de su aversión por los donceles… Supuse que estarían haciendo el trabajo sucio y creé pistas falsas que condujeran a callejones sin salida.
—¡Fuiste tú! —lo acusó Shikamaru—. Nos has tenido locos yendo de un lado a otro durante dos malditos años.
Kurama se encogió de hombros.
—Lo siento, creía que erais los malos. El caso es que, hace un año, cuando Naruto me mostró la amenaza de ese cabrón, todo tuvo sentido.
Sasuke frunció el ceño y se dirigió a Naruto:
—¿Le mostraste las fotos?
—Solo la de Saki.
—Pero encontré el resto —gruñó Kurama, mirando con dureza al doncel—. Ya te he dicho que me aseguré de que estuvieras a salvo. ¿Creías que iba a dejarte solo en esta casa sin vigilancia? Tengo cámaras por todas partes y vi el resto que tratabas de ocultar, además de cómo estuviste pegado al teléfono esos tres días. Tras ver todas esas fotos y rastrear el número al que habías llamado, encontré también esa caja de recuerdos. Comprendí que Sasuke era el padre de tu bebé y que, al final, resultó que él no fue el motivo por el que me suplicaste desesperado que te sacara de Japón. Todo lo demás me lo contó el hombre que te amenazó.
—¿Diste con él? —preguntó Sasuke.
Kurama esbozó una cruel sonrisa que les produje escalofríos a todos.
—A mí no se me escapa nadie. Él fue más listo que el resto al llegar hasta Alaska y encontrar a Naruto, pero yo lo atrapé antes de que pudiera contactar con Fugaku. Vivan las tormentas de nieve y su capacidad para dejarnos sin cobertura —añadió en un tono ligeramente más alegre—. Fue duro de pelar, pero al final hice que cantara. Me dijo que lo había contratado Fugaku, y descubrí que Itachi, Sai y el inspector Nara no tenían nada que ver con él. Volví a investigarlo todo más exhaustivamente y, ¿sabes qué encontré, Naruto? El accidente de Sasuke, sus archivos médicos que hablaban de la pérdida de memoria, los móviles pinchados de todos sus amigos, incluido el de su hermano y el de su madre. No quería que vivieras con miedo, sintiéndote culpable cuando solo tratabas de proteger a tu hijo… Así que tramé un plan.
—¿Un plan? —preguntaron Naruto, Sasuke y Sai al unísono.
Kurama se levantó con una maliciosa sonrisa.
—¿Por qué crees que pedí expresamente que vinieras tú a verme, Sasuke?
Este abrió los ojos como platos, pero por dentro sentía un nudo de emoción.
—Querías que me encontrara con Naruto.
—Sí, pero antes tenía que asegurarme de que Fugaku no era una amenaza y que no sospechara para nada lo que ocurría aquí y, por fortuna, el señor Sai Uchiha tuvo la amabilidad de dejarse caer por mi despacho.
Este hizo una mueca.
—Reconozco que no fue mi mejor trabajo.
—No importa, me serviste para conocer toda la rutina y el perfil psicológico de mi enemigo. A decir verdad, me decepcionó que fuera un hombre de mente tan ridículamente simple. Su única meta es el dinero y el poder, el resto le viene al fresco, así que solo tenía que hacer una llamada diciendo que estaba interesado en hacer negocios con su empresa para que me enviara muy amablemente al Uchiha que me interesaba sin hacer preguntas. Por supuesto, antes me aseguré de que Naruto enviara a Saki a un lugar seguro, para que nadie pudiera usarlo en nuestra contra.
—Un momento —interrumpió el rubio, sin acabar de creérselo—. ¿Me convenciste de que dejara a Saki con Yahiko y Konan por esto?
El pelirrojo asintió sin la más mínima pizca de arrepentimiento.
—Ellos estaban al tanto de mis planes, igual que Nagato. Usaron la excusa de que Konan no podía tener hijos para que te ablandaras, la verdad es que ella está muy embarazada ahora mismo y se encuentran en un lugar seguro, solo por si acaso Fugaku intentaba ir a por tu hijo. —Hizo una pausa en la cual sonrió—. Luego solo fue cuestión de hacer que os juntarais en mi magnífica subasta de solteros.
Sasuke y Naruto se miraron, recordando el momento. El primero acarició al doncel.
—Estabas tocando una canción de Ed Sheeran con la guitarra. Estabas muy sexy.
—Y tú por poco causaste un desmayo colectivo con lo que pagaste por mí.
—Ah, fui tan feliz cuando escuché esa suma —suspiró Kurama.
El joven Uchiha frunció el ceño.
—¿Por qué no viniste a hablar conmigo cuando me reconociste?
El rubio entrecerró los ojos, recordando el instante en que se encontraron por primera vez.
—Por un segundo, pensé que me habías recordado y que habías venido por mí… Pero luego estaba esa mujer contigo. Creí que era tu novia y… me sentí muy dolido. Al final, resultó que no te acordabas de mí y… no estaba seguro de si Fugaku habría enviado a alguien contigo para vigilarte. Intenté mantener las distancias.
—Pero luego no lo hiciste.
—No me llegó ninguna amenaza y Kurama me convenció de que fuera a cenar contigo. Después de saber que esa chica era tu compañera de trabajo y que no parecía saber nada sobre mí, decidí aprovechar la oportunidad. —Lo miró con ojos brillantes—. Nunca te olvidé, pensaba en ti todos los días. Te echaba de menos y quería estar contigo otra vez, tener la oportunidad de explicarte quién era y que conocieras a Saki, pero cuando creía que podría hacerlo…
—Apareció Sakura y te asustó que hablara de Saki —dicho esto, miró a Kurama con curiosidad—. ¿Ayer la acompañaste realmente a su habitación?
El pelirrojo esbozó una deslumbrante sonrisa.
—Claro que no.
—¿Y dónde está?
—En el fondo del mar.
Todos se quedaron estáticos ante tal confesión. Sin embargo, Kurama rompió el silencio echándose a reír.
—Tranquilos, solo quería ver la cara que poníais. No debéis preocuparos más por esa mujer, después de la agradable conversación que mantuvimos anoche, puedo jurar que no volverá a pisar Alaska jamás.
Naruto lo miró como si acabara de decir que fuera hacía veinte grados.
—¿Agradable?
Kurama le restó importancia con un gesto de la mano. Por otro lado, Itachi había estado un tanto callado, dándole vueltas a todo lo que había hecho el empresario… hasta que recordó una cosa.
—Señor Kyubi, usted está detrás del virus informático que ha atacado a la empresa de mi padre, ¿verdad?
Todos miraron al susodicho, que se encogió de hombros.
—Fue para mantenerlo ocupado. Tendréis que disculparme, pero he estado controlando vuestros móviles para asegurarme de que ese hombre no intervenía en mis planes. Hubo un momento en que se puso especialmente pesado a la hora de llamar a Sasuke e intentar ponerse en contacto con él y decidí darle algo mejor que hacer. —Miró a este—. Por cierto, te estaba buscando una nueva esposa.
El joven Uchiha soltó un bufido.
—Como si pudiera obligarme. Ya verá cuando vaya a verlo… —Al escuchar esas palabras, Naruto se aferró instintivamente a él. Bajó la vista para encontrarse con su mirada llena de terror y le besó tiernamente la cabeza—. No temas por mí, Naruto, no me pasará nada…
—Por supuesto que no —masculló Kurama, ofendido—. ¿Creéis que he montado todo esto sin haber pensado ya en cómo asegurarme de que Fugaku Uchiha no vuelva a interponerse en vuestras vidas? Si me dedicáis un momento de vuestro tiempo, Itachi, Sasuke, os contaré lo que debéis hacer, pero antes… —Volvió a acercarse a Naruto, esta vez con el ceño fruncido—. ¿Por qué no acudiste a mí desde el principio? Sabes lo que soy capaz de hacer por ti, sabes que haría cualquier cosa por ti, podría haber arreglado esto hace dos años de una forma mucho más sencilla.
Naruto tragó saliva antes de bajar la vista y responder:
—No podía pedirte que volvieras a esa vida. No después de lo que te costó salir de ella.
Nadie comprendió a qué se refería exactamente con esas palabras, nadie salvo el pelirrojo. En sus ojos apareció un brillo de comprensión y emoción y luego esbozó una diminuta sonrisa. Finalmente, tiró de Naruto para abrazarlo fuertemente.
—No me gusta que me hayas ocultado todo esto, que hayas estado sufriendo cuando yo podría haberlo arreglado. Pero te estoy agradecido por no pedirme eso —dicho esto, lo besó tiernamente en la cabeza.
Itachi, Sai y Shikamaru se sintieron algo incómodos por la escena tan íntima, pero cuando el primero buscó con la mirada a su hermano, este le hizo saber con un gesto de la cabeza que no pasaba nada raro y que podía estar tranquilo. Itachi se relajó, aunque todavía estaba tratando de entender cómo era que Naruto había acabado involucrado con un empresario multimillonario como Kurama, y cómo era que este le profesaba tanto afecto.
Después de eso, el pelirrojo se ofreció a explicar sus planes para Fugaku, pero Naruto le pidió un momento a solas con Sasuke y ambos fueron a la cocina mientras que el resto hablaba de los planes de Kurama. Una vez solos, el joven Uchiha abrazó a su doncel por la cintura, un tanto inquieto.
—¿Hay algo más que tengas que contarme que no quieres que los demás sepan?
Naruto hizo una mueca.
—No… Bueno, sí, pero no es sobre tu padre, sobre eso ya lo sabes todo —dicho esto, dudó un momento—. ¿Estás enfadado conmigo?
Sasuke movió la cabeza a un lado y a otro.
—No. No contigo, al menos. Protegías a nuestro hijo, yo habría hecho lo mismo. —Lo estrechó con fuerza entre sus brazos—. Ni siquiera puedo imaginarme lo que pasaste ese día. Yo estaba en el hospital y sin memoria, tú embarazado y siendo amenazado por ese… monstruo —escupió, todavía furioso por saber lo que había hecho Fugaku—. No estabas en el mejor estado emocional e hiciste lo primero que te vino a la mente para proteger a Saki. Estoy agradecido porque ambos estéis bien. —Le dio un beso corto y se tranquilizó—. ¿Qué querías decirme?
Naruto se mordió el labio inferior.
—Es sobre lo que me ocurrió ayer.
—¿Tu enfermedad? —El rubio asintió—. ¿No fue estrés por lo que te dijo Sakura?
—No… —Al ver que Sasuke se estaba volviendo más pálido de lo que ya era, se apresuró a decir—. No te asustes, ¿vale? No me pasa nada malo, estoy bien… Bueno, lo estaré dentro de nueve meses.
… Sasuke se quedó mirándolo fijamente, dejando que el significado de esas palabras se asentaran en su cerebro. Incluso cuando pudo terminar de entenderlo, seguía… confuso y sorprendido por la noticia.
—Naruto, ¿tú…?
Este puso su mano sobre su vientre.
—Estoy embarazado.
Esta vez, pudo asimilarlo mejor y se le escapó una mezcla entre jadeo y sonrisa. Se sentía muy feliz, aunque no entendía cómo era posible que hubiera dejado a Naruto en cinta… otra vez.
—Pero… ¿cómo? Cuando nació Saki te dijeron…
Ahí Naruto se sonrojó violentamente.
—Verás… El médico que me atendió aquella vez era muy mayor y me soltó un rollo con un montón de nombres científicos… Ya sabes que siempre he sido malo en ciencias, y malinterpreté lo que quiso decirme; no fue que no pudiera volver a tener hijos, fue que era muy difícil que pudiera quedarme embarazado otra vez. —Pasado el momento de vergüenza, puso los ojos en blanco—. Puedes sentirte orgulloso de tus espermatozoides, Sasuke, no sé cómo demonios lo haces, porque antes de nacer Saki usábamos protec… —Fue interrumpido por el ardoroso beso que le dio el varón.
Este estaba inmensamente feliz: todos sus recuerdos eran reales, había recuperado a Naruto, Saki era su hijo y, ahora, venía otro en camino. Y esta vez, él estaría ahí para verlo, para cuidar de su doncel y estar presente para apoyarlo cuando el bebé naciera, y podría ejercer de padre… Por fin tendría su propia familia. Él nunca sería como Fugaku, querría incondicionalmente a sus hijos, no le importaría que no fueran genios, o el trabajo que desempeñaran en el futuro o que no ganaran mucho dinero, siempre estaría orgulloso de ellos.
Y a diferencia de su padre, él sabría valorar a su pareja. Desde el instante en el que conoció a Naruto, supo que era una persona muy especial, y estaba agradecido de haberse dado la oportunidad de conocerlo y estar con él. Puede que las cosas no salieran del todo bien hace dos años, pero lo importante era que ahora estaban juntos.
Cuando se separó de su rubio, no pudo evitar abrazarlo y echarse a reír de pura alegría. Naruto, igual de feliz, le rodeó el cuello y se unió a sus risas.
—¿Qué pasa? —preguntó Itachi de repente. Tanto él como el resto habían escuchado las carcajadas y habían ido a la cocina a ver qué ocurría.
Sasuke miró un segundo a su rubio antes de decirles:
—Vamos a ser padres.
—¿Quéeeee? —preguntaron todos, incluido el propio Kurama, que se había quedado con la boca abierta.
Naruto se burló de él.
—Vaya, así que por fin hay algo que no sepas.
Al oír eso, el pelirrojo frunció el ceño, disgustado.
—Mi trabajo es estar pendiente de ti, ¿cómo no me he enterado de esto?
—Me enteré ayer. Tsunade me hizo la prueba y me lo dijo. Solo ella y yo lo sabíamos.
El empresario bufó y se cruzó de brazos.
—¿Ahora tendré que poner micros en el hospital también?
Naruto se estremeció.
—Espera, ¿en cuántos sitios se supone que has puesto cámaras y micros?
Kurama se desentendió rápidamente del tema.
—Basta de hablar de mí. ¡Esto hay que celebrarlo! —dicho esto, corrió a la nevera para sacar varias cervezas, excepto para Naruto, al que le sacó un botellín de zumo—. ¡Por Naruto y Sasuke! ¡Que van a hacerme tío otra vez!
Todos rieron y brindaron a su salud, mientras que Naruto se sonrojaba y Sasuke lo abrazaba por la cintura, tratando de mitigar su vergüenza con tiernas muestras de afecto que no pasaron inadvertidas.
Pasaron el resto de la noche riendo y hablando. Naruto les contó a los demás todo lo que había hecho durante esos dos años en Nome y les mostró el álbum de fotos que tenía, donde había un montón de cosas sobre Saki, de las cuales los Uchiha pudieron disfrutar, puesto que eran familia directa del pequeño; Sasuke relató las citas que había tenido con su doncel, haciéndolo sonrojarse en más de una ocasión; Kurama se divirtió como nunca contando cómo él, Kiba y el resto de amigos de Naruto había mantenido a raya a Sakura, aunque se negó a mencionar qué había hecho con ella al final; Itachi mencionó que había conocido a una chica en China que le interesaba, del mismo modo que Sai le contó a Naruto cómo empezó a salir con Ino, y Shikamaru, aunque menos hablador, también compartió alguna que otra anécdota sobre su vida como detective.
Pese a toda la felicidad que sentía, Sasuke aún estaba inquieto, pues sabía que Fugaku no se limitaría a hacerse a un lado y dejarlo en paz, temía que tratara de hacer daño a su familia, sobre todo ahora que Naruto esperaba un hijo suyo. Sin embargo, cuando miró a Kurama para preguntarle qué tenía pensado para su padre, este le dedicó una cálida sonrisa y le guiñó un ojo, como diciéndole que lo tenía todo bajo control.
Eso lo tranquilizó y pudo disfrutar de la compañía y la alegría de saber que pronto iniciaría una nueva vida que, esta vez, había escogido él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario