jueves, 30 de agosto de 2018

Quiero recordarte


Capítulo 5. Empezar de nuevo

Mientras Naruto regresaba a casa, estaba hecho un matojo de nervios; las emociones fluían en su interior como un remolino, buenas y malas, mezcladas caóticamente entre sí. Por un lado, estaba feliz; durante dos años, se había negado a acercarse a ningún varón, para él solo había habido un hombre en su vida y seguía creyendo que así sería siempre… pero Sasuke había llegado a Nome y le había recordado lo mucho que anhelaba tener a alguien a su lado, alguien por quien no solo se sentía atraído físicamente, sino con el que también conectaba a nivel emocional. Sasuke había sido comprensivo con él respecto a Saki, lo cual le había aliviado profundamente, era consciente de que no muchos hombres están dispuestos a aceptar la responsabilidad que conlleva un niño, pero Naruto no habría cambiado a su hijo por nada del mundo, y muchos menos por un hombre, sin importar quién fuese.
Por otra parte, estaba furioso. No con Sasuke, sino con Fugaku Uchiha. Sus dedos se aferraron al volante con fuerza mientras le rechinaban los dientes. ¿Cómo había podido ese bastardo aprovecharse de esa forma de su propio hijo? ¿Cómo se atrevía a manipularlo para sus propios fines? Se suponía que…
Sacudió la cabeza y redujo la velocidad para aparcar el coche junto a su casa. Sin embargo, no salió de allí, no todavía. Saber lo que había hecho Fugaku con Sasuke generó serias dudas en él. ¿Y si se había equivocado? ¿Y si cometió un error al marcharse? Creía que había estado haciendo lo correcto, era la única razón por la que se había ido de Japón pero, tal vez…
Permaneció cinco minutos ahí sentado, tratando de pensar qué era lo mejor. No es como si en el Jeep hubiera tomado una decisión razonable, le habían podido las ganas de estar con Sasuke y había actuado de forma impulsiva, prácticamente por puro egoísmo… a pesar de que era muy consciente de que el hombre moreno también le deseaba. Lo había visto en sus ojos negros, y no había podido contenerse. Aunque, siendo honestos, tampoco había querido hacerlo.
Meditó un buen rato, tanto sobre sí mismo como sobre Sasuke, y tomó una decisión. No sabía si era lo mejor para los dos, pero sí le parecía lo más correcto y justo, de hecho, no sabía por qué no había hecho precisamente eso desde el principio. Satisfecho consigo mismo, salió del coche y entró en la casa, siendo recibido al instante por sus perros; Blue, Hige y Toboe fueron los primeros en ir corriendo a saludarle moviendo la cola y lamiendo sus manos, mientras que Kiba y Tsume se quedaron un poco más atrás. Al llegar a estos, los dos le olfatearon, dejaron que les acariciara la cabeza y después regresaron al salón, donde Naruto vio a Kurama sentado en el sofá.
El pelirrojo se giró para mirarle con una amplia sonrisa. Naruto no sabía (ni lo sabría ahora por el momento) que este le había seguido para vigilar que sus planes fueran según lo previsto, por lo que le preguntó con una perfecta naturalidad:
—¿Cómo ha ido?
Naruto le devolvió la sonrisa, sorprendiendo gratamente a Kurama, y fue a abrazarlo. Pese a que el hombre no era la persona más cariñosa del mundo, nunca dudaba a la hora de devolverle un gesto cariñoso al doncel que protegía, por lo que envolvió sus brazos alrededor de su cintura y dejó que el rubio reposara la cabeza en su pecho.
—Gracias, Kurama —le dijo.
Este levantó una ceja. Bueno, bueno, la cosa iba mucho mejor de lo que esperaba.
—¿Por qué?
—Por convencerme de cenar con Sasuke.
El pelirrojo le revolvió con ternura algunos mechones de pelo.
—Intuyo por eso que ha sido una velada muy agradable. Me alegro por ti.
Naruto se separó y le dedicó una sonrisa de disculpa.
—Tenías razón, Kurama. Tendría que haberme dejado de tonterías y darme una oportunidad.
Sus palabras le produjeron una gran satisfacción, no porque el doncel reconociera que había estado en lo cierto (obviamente), sino porque parecía que estuviera dispuesto a intentar tener una relación con Sasuke. A decir verdad, no había esperado que ocurriera tan pronto, sabía lo cabezota que podía ser Naruto, típico rasgo de los Uzumaki, pero se alegraba de que fuera así. Cuanto más rápido avanzara su plan, mejor; antes conseguiría que el rubio tuviera la vida que merecía y que la persona que le había hecho daño pagara por todo.
Cómo iba a disfrutar cuando ese momento llegara.
—¿Eso quiere decir que quieres intentarlo? —preguntó, solo para estar seguro de que había oído lo que quería oír.
Naruto asintió.
—Sí.
Esta vez, Kurama sonrió con orgullo.
—Así me gusta —dicho esto, dio una palmada, entusiasmado porque las cosas fueran bien—. ¡Esto hay que celebrarlo! —Sin esperar a que Naruto pudiera replicar, fue a la cocina y sacó una cerveza para el rubio y whisky para él. Regresó sin pérdida de tiempo y empezó a servir las bebidas—. Y dime, ¿habéis quedado en veros otra vez o no tienes nada planeado?
—Nos veremos mañana —respondió el doncel, cogiendo el botellín de cerveza—. Le prometí que le daría un paseo en trineo y comeremos juntos.
—No hay nada que excite tanto a un hombre como galopar por el hielo sobre un trozo de hierro tirado por perros —se burló Kurama, a lo que Naruto respondió mirándole con cara de pocos amigos.
—Yo no me lanzo como si nada.
—No te juzgaré si lo haces, llevas dos años sin sexo y excusaría totalmente cualquier perversión que quieras hacer con él… pero más vale que no vuelvas con marcas —dijo esto muy serio, advirtiéndole de lo que ocurriría con una mirada letal en sus ojos rojos.
Pese a que Naruto sabía que la amenaza no iba dirigida a él, tuvo el impulso de retroceder. Sabía de lo que Kurama era capaz si alguien le hacía daño, y realmente compadecía al idiota que se atreviera a cabrearlo.
—No te preocupes, si Sasuke es estilo Christian Grey, le diré que sus huevos no están a salvo cerca de mí —probó a usar el humor para borrar aquella inquietante mirada.
Lo logró. Los ojos del pelirrojo chispearon de diversión y esbozó su característica sonrisa maliciosa.
—Cómo lo sabes —comentó antes de levantar su vaso—. Por empezar de nuevo.
Naruto brindó y tomó un sorbo de cerveza. Poco después, le contó por encima cómo había ido la cena con Sasuke, de las cosas que hablaron y de su trabajo en Corporaciones Uchiha. Eso hizo que el rubio frunciera el ceño.
—¿Por qué es Sasuke quien negocia contigo? —preguntó con cierta cautela.
Kurama probablemente se había dado cuenta de su tono de voz pero, por alguna razón, lo ignoró. Eso hizo que desconfiara todavía más de él, además de su encogimiento de hombros.
—¿Has oído hablar de Fugaku Uchiha?
El doncel dudó un momento antes de responder:
—Sasuke me ha hablado un poco de él. No me ha gustado lo que he oído.
—Yo sí lo conozco; reuniones sociales para empresarios, conferencias en el sector de tecnología y esas cosas, y puedo decirte con total y absoluta seguridad que no es la clase de persona con la quiero trabajar. Así que tuve que recurrir a uno de los jóvenes Uchiha.
—¿Y por qué no a Itachi? Es la mano derecha de Fugaku, según lo que me ha dicho Sasuke.
—Precisamente por eso tiene muy poco tiempo para invertirlo en mí.
Naruto puso los ojos en blanco.
—Te conozco, Kurama, y nunca te ha hecho falta más de una reunión para saber con quién puedes trabajar y con quién no, así que, ¿de qué va esto en realidad?
El pelirrojo le dedicó una escalofriante sonrisa.
—Todo a su debido tiempo, Naruto.
Un pensamiento horrible cruzó la mente de este y abrió los ojos como platos.
—No estarás pensando en hundir Corporaciones Uchiha, ¿verdad?
Kurama resopló.
—Me ofende que creas que voy a tirar por la borda las vidas de miles de personas por puro placer. Puedes estar tranquilo, digamos que tengo intención de… —Se quedó callado un momento, como buscando la palabra adecuada. Cuando lo hizo, curvó los labios hacia arriba en una expresión maquiavélica— mejorarla. Sí, ese es el término.
Naruto lo miró confundido.
—Aunque decidas hacerte socio de los Uchiha, no veo cómo piensas hacer eso. Un contrato con ellos solo te garantizaría un porcentaje de los beneficios por usar tus aplicaciones en sus productos, realmente no tendrías ningún control sobre Corporaciones Uchiha en sí… ¿no?
Kurama Kyubi siguió sonriendo como si nada… lo cual asustaba un poco al rubio.
—Ah, Naruto, hay otras formas. Tú no perteneces al mundo de las empresas, y por eso no eres consciente de lo que las personas son capaces de hacer por conseguir un buen trato.


Al día siguiente, sobre las doce de la mañana, Lee esperaba con impaciencia en el aeropuerto a que cierto hombre apareciera por una de las salidas de la terminal. Tenía muchas ganas de verlo, no solo a nivel personal, sino que estaba ansioso por darle la buena noticia, que Naruto por fin estaba interesado en alguien.
Tras un par de desilusiones al ver a varios hombres pelirrojos, por fin encontró al que esperaba. Sin pensárselo dos veces, fue corriendo hacia él y se le echó a los brazos.
—¡Gaara! ¡Bienvenido a casa!
El recién llegado sonrió levemente por la cálida bienvenida de su pareja y le devolvió el abrazo, aunque no con tanta efusividad como el doncel. Cualquiera que los hubiera visto en otra situación, habría dudado de que fueran pareja; Gaara y Lee, por su forma de ser, eran muy formales el uno con el otro, y la única muestra de cariño que se profesaban en público eran los abrazos y algún que otro toque pero, aparte de eso, nada más. De hecho, muchos se sorprendían cuando decían que estaban juntos y soltaban algún comentario sobre lo que durarían, pero a Gaara no le importaba. Ni Lee ni él eran de los que se besaban delante de otras personas, solo delante de sus amigos y en ocasiones especiales. Ellos estaban bien así y nadie tenía derecho a juzgar su relación, punto.
—Me alegro de haber vuelto —comentó sin soltar a Lee.
Gaara era un arqueólogo especializado en egiptología, por lo que a veces tenía que ir al extranjero por trabajo. No es que lo odiara, al contrario, le encantaba lo que hacía, pero pasar tanto tiempo lejos de Lee y Naruto no le gustaba. Incluso pidió un traslado hace un par de meses para trabajar en el Museo Egipcio Rosacruz, en California. No es que estuviera al lado de Nome, pero sí más cerca y le sería más fácil ver a Lee. Sin embargo, el proceso era lento y tenía la impresión de que aún pasaría medio año viajando de un lado a otro por trabajo.
—¿Cómo estás? ¿Qué tal la academia? —le preguntó Gaara a su doncel mientras caminaban hacia el aparcamiento.
—Soy joven y estoy lleno de energía, así que me encuentro de maravilla —respondió Lee con su habitual optimismo, haciendo sonreír a Gaara—. La academia va bien, este año se han apuntado otra vez muchos niños a las clases de artes marciales
Lee tenía, junto a su padre, una academia que hacía las veces de gimnasio, en el cual había un par de personas dando clase de todo tipo de artes marciales, además de boxeo y lucha libre. Se había vuelto muy popular en Nome y el doncel y su padre siempre estaban hasta arriba de trabajo, razón por la que Lee no podía acompañarlo cuando se iba al extranjero.
—¿Qué hay de ti? ¿Hubo problemas en la excavación?
Gaara mantuvo el rostro impasible, aunque Lee, conociéndolo como lo hacía, vio una diminuta arruga en el puente de su nariz, signo de molestia.
—Los obreros parecen poco dispuestos a entender que su maquinaria puede dañar material de gran valor histórico.
—Es decir, habéis discutido con ellos otra vez.
—Sí.
—¿Y quién ha ganado la disputa?
La arruga desapareció y el rostro del pelirrojo se suavizó.
—Los arqueólogos, por supuesto.
—Teniéndote a ti, no me sorprende. Das miedo cuando te enfadas.
Gaara levantó una ceja.
—A ti no te doy miedo.
—Claro que no, porque yo siempre estoy de tu parte.
Eso le hizo sonreír abiertamente. Fue una de las razones por la que se enamoró de Lee, él nunca le temía, sin importar lo enfadado que pudiera estar. Tal vez porque, si le levantaba la mano (cosa que no haría nunca), el doncel podía mandarlo a volar fácilmente por los aires.
Su sonrisa desapareció al pensar en un doncel rubio por el que sentía gran cariño.
—¿Qué hay de Naruto? ¿Cómo está?
Lee se detuvo en seco y le cogió del brazo antes de mirarlo con ojos brillantes. Gaara no supo cómo interpretar eso.
—Creo que por fin empieza a superarlo.
El corazón del varón se aligeró al oír eso. Naruto era una de las personas más importantes de su vida, y odiaba ver la tristeza que le había estado acompañando durante dos años.
—¿De verdad?
—Eso pienso. Llegó un extranjero a Nome, un japonés llamado Sasuke. Naruto se siente atraído por él.
Al oír eso, Gaara apretó ligeramente los labios y sus facciones se tensaron. Lee puso los ojos en blanco.
—Deberías alegrarte por él.
—Lo estoy. Es un gran paso.
—Lo estarás cuando dejes de sentir esa necesidad que tienen los hermanos mayores de asustar a cualquier varón que se acerque a un doncel de tu familia. No lo hagas, Gaara, ha pasado mucho tiempo desde lo de Saki Senior y creo que esta es la oportunidad que estábamos esperando para que Naruto pase página.
Gaara trató de relajarse. Sabía que Lee tenía razón, y en el fondo se alegraba sinceramente de que Naruto se sintiera atraído por otro hombre, pero… seguía sintiendo que era responsabilidad suya asegurarse de que su primo estaba en buenas manos, a pesar de que sabía que era muy capaz de cuidarse solo.
—Me comportaré —prometió. Lee asintió, conforme—. ¿Cuándo lo conoceré?
Su novio esbozó una misteriosa sonrisa.
—Pronto. Muy pronto.


Horas antes, Sasuke se había quedado pegado a las sábanas. Entre haber bebido la noche anterior y que se acostó tarde, estaba demasiado cansado como para tener ganas de moverse de la cama. Más dormido que despierto, empezó a dar vueltas sobre el colchón, soñando con Naruto, preguntándose incluso en ese estado qué había hecho para que se separaran si el rubio ya sabía que Karin era su prometida…
Frunció el ceño mientras su mente divagaba…


No tenía ganas de levantarme. Permanecí tumbado en la cama, disfrutando de la visión que me ofrecía el cuerpo desnudo de Naruto mientras enredaba los dedos en sus revoltosos mechones. Desde que estábamos juntos, me gustaba contemplarlo por las mañanas después de pasar la noche haciendo el amor; se le veía satisfecho y tranquilo, feliz. Solía acariciar la línea de su columna y descender hasta su firme y suave trasero, para después animarlo a despertarse de una forma muy sugerente.
Pero hoy era distinto. Hoy era el día en que debía romper con él, y quería retrasar ese momento tanto tiempo como me fuera posible. Podría seguir mintiéndole, de hecho, me sentía tentado a hacerlo, tan solo para poder seguir con él… pero no lo haría. Naruto acabaría descubriendo tarde o temprano que tenía una prometida y eso le haría mucho daño. Lo último que quería era que saliera herido… algo que tendría que haber pensado con más detenimiento antes de proponerle salir juntos. ¿Qué demonios había hecho? Había estado tan desesperado por estar con alguien que realmente me quisiera por quién soy y no por mi apellido o el dinero de mi familia, que no había tenido en cuenta los sentimientos de Naruto. Cerré los ojos con fuerza y aparté mi mano de su pelo para convertirla en un puño. No había sido más que un egoísta.
—Mmm… ¿Sasuke?
Abrí los párpados para encontrarme con la mirada somnolienta del rubio. Estaba adorable con ese brillo perezoso en sus ojos azul cielo, me daban ganas de achucharlo y llenarlo de besos.
—Buenos días —le dije con una sonrisa que no me llegó a los ojos. Esa iba a ser la última vez que lo vería despertar a mi lado, y mi corazón se encogió al pensar en ello.
Sin embargo, y a pesar de mi esfuerzo, no logré engañar a Naruto. Perceptivo como era, notó de inmediato que algo iba mal y frunció el ceño.
—¿Qué es lo que ocurre? —me preguntó, acercándose más a mí para acariciar mi rostro.
“Nada”, quise decir. Pero no podía, no podía retrasarlo más y hacerle daño. Dos meses no era mucho tiempo para una relación, ¿verdad?, no el suficiente como para que me quisiera… tanto como yo lo quería a él.
Dejé de fingir que estaba bien y lo abracé con fuerza, hundiendo el rostro en su pecho. No quería cortar con él, ni siquiera estaba seguro de ser capaz de hacerlo, sentía que caería al vacío si lo hacía. Por fin me había enamorado. Nunca pensé que llegaría a hacerlo, pero ahí estaba, totalmente a merced de un doncel fuerte y decidido, travieso y pícaro, amable y cariñoso. No podía soportar verlo triste o deprimido por lo que quiera que fuera y me mataba por hacer que se sintiera mejor, y cada vez que me lanzaba esa sonrisa sincera que tanto amaba, me sentía el hombre más feliz de la tierra. Al fin el gélido corazón de Sasuke Uchiha había sido conquistado, y por alguien a quien no podía tener. Era tan jodidamente irónico.
—Sasuke, me estoy asustado, ¿qué pasa? —me preguntó Naruto, frotándome la espalda con sus suaves manos y envolviendo su cuerpo alrededor del mío, como si tratara de protegerme de algo. Ese gesto hizo que me sintiera aún peor por lo que estaba a punto de…
No. No podía hacerlo. No podía romper con él… así que él tendría que hacerlo conmigo, era la única manera y, al menos, tendrá la satisfacción de pisotearme durante el proceso. He oído que las parejas se pelean por quién ha roto con quién, siempre quiere ser uno el que ha roto con el otro, como si eso pudiera mejorar las cosas. Al menos, Naruto podría decir que fue él quien terminó conmigo, y con toda la razón del mundo.
—Sasuke, di algo, lo que sea —me suplicó mi futuro exnovio. El tono tenso de su voz hizo que me lanzara de cabeza, sin querer que sufriera más por mi culpa.
—Estoy prometido.
En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, el cuerpo de Naruto se tensó, haciendo alarde sin pretenderlo de sus fuertes músculos. Dejó de acariciarme y se quedó completamente quieto, sin emitir ningún sonido.
Antes de que pudiera echarme atrás en un acto de cobardía, se lo solté todo. Nunca le había hablado directamente de mi relación con mi padre, pese a que sabía que Naruto se hacía una idea de por dónde iba la cosa, pero esta vez le expliqué con detalle la práctica falta de atención con la que Fugaku Uchiha me había tratado desde que tenía uso de razón. Siempre centrado en su trabajo, mi padre solo había tenido tiempo de ocuparse de la empresa y de su hijo prodigio, Itachi. Cuando yo nací, resulté no ser tan inteligente ni tan brillante como él, por lo que Fugaku debió de considerar que no merecía perder el tiempo conmigo. Yo hice todo lo posible por estar a la altura, por ser el hijo que quería y que estuviera orgulloso de mí, y solo lo conseguí al acceder a la universidad y empezar a estudiar dirección de empresas.
En un vano intento por ganarme su afecto, seguí con mi carrera a pesar de que la odiaba, y también accedí a Karin. Me aseguré de hacerle entender a Naruto que yo no tenía el más mínimo interés en ella, ni como mujer y ni siquiera como persona, que el compromiso fue idea de mi padre y Orochimaru para poder hacer negocios entre ellos. Soy consciente de que cometí un error al permitir que mi padre gobernara mi vida de esta manera pero, al mismo tiempo… al mismo tiempo, no quiero que me rechace, que me diga que está decepcionado y que ojalá no hubiera tenido a un hijo como yo.
Naruto lo escuchó todo en silencio. No me atrevía a mirarle a la cara, así que no estaba seguro de cuál era su reacción a todo, pero me tranquilicé un poco cuando volvió a acariciarme la espalda, creo que intentando tranquilizarme, ya que no dejaba de barbotear las palabras, incapaz de detenerme una vez había empezado a desahogarme.
En cuanto lo solté todo, me sentí extrañamente a gusto. No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba desahogarme con alguien. Sin embargo, la sensación de alivio solo fue momentánea, ya que Naruto me preguntó:
—Entonces… ¿nunca la has tocado?
Volví a tensarme, preparándome para el final de esto. El doncel acababa de dejar de acariciarme, pero aún no se apartaba de mí.
—Jamás —respondí. Al menos, en eso no mentía.
Le oí suspirar y, ahora sí, se apartó de mí. Cuando le miré a los ojos, no parecía estar enfadado o herido, al contrario, estaba extrañamente calmado.
—Sasuke… yo ya sabía que estabas prometido.
… ¿Qué? ¿Cómo? ¿Desde cuándo? Quería preguntarle todo eso, pero estaba tan sorprendido que, a pesar de que abría la boca, parecía incapaz de soltar ningún sonido.
Aun así, tampoco hizo falta; Naruto se movió de la cama para coger algo que había en uno de los cajones de su mesita de noche. Tras rebuscar un poco, cogió algo que parecía ser una revista y me miró con cautela.
—Hace un par de semanas, oí a unas chicas de mi clase para entrenamiento de perros hablando sobre ti y tu inminente boda. Les pregunté y me dieron esto. —Me tendió una de esas horribles revistas que se dedicaban a espiar la vida amorosa de gente famosa y vi, en la portada, a mi familia junto a la de Orochimaru. Por supuesto, Karin y yo salíamos en ella. Miré a Naruto, interrogante, sin comprenderlo todavía. Él suspiró—. Mi primer instinto fue ir a buscarte y darte tal paliza que la única forma en la que llegarías a tu boda sería en silla de ruedas.
Hice una mueca, pero no me atreví a culparlo, tenía todo el derecho a estar enfadado. Además, debo agradecer que aún sigo de una pieza.
—Pero sabía que eso no cambiaría nada y me fui a correr para enfriarme —continuó—. Cuando dejé de insultarte en todos los idiomas que se me ocurrieron, me puse a pensar en todo lo que había pasado entre nosotros. —Frunció ligeramente el ceño—. No entendía por qué insististe tanto en salir conmigo, por qué te tomaste tantas molestias. Si solo querías un polvo, podías buscar a Karin o a cualquier otra, sé muy bien cómo te miran las mujeres y los otros donceles y cómo les observas tú a ellos, y nada tenía sentido. Me puse a investigar —dicho esto, hizo una mueca—. No es que las revistas de corazón sean muy fiables, pero la buena noticia es que hay un montón de fotos y entrevistas. Sé que no dejaste que te hicieran preguntas sobre tu futuro matrimonio, y a las pocas que respondiste por obligación, fueron cortas y desganadas. En cuanto a las fotos… —Ladeé la cabeza al ver que trataba de contener una sonrisa—. Lo siento, es que cuando posabas con Karin tu cara era como la de alguien que acaba de descubrir que tiene una enfermedad venérea.
Yo tampoco pude contener una pequeña sonrisa.
—El caso es que llegué a la conclusión de que no estabas metido en ese compromiso por voluntad propia. Intuí que tenía que ver con tu familia, sobre todo con tu padre, pero no sabía qué ocurría exactamente —tras decir eso, me cogió la mano y me la estrechó—. Siento que estés así con él.
Le dediqué una mirada agradecida, pero aún había algo que no entendía.
—¿Por qué has seguido conmigo si lo sabías?
Naruto resopló, sin mirarme. Me sorprendí al ver que sus mejillas estaban rojas.
—Porque estoy enamorado de ti, idiota —respondió, dejándome con la boca abierta. ¿Naruto me quería? Me sentí repentinamente aliviado y feliz, podría haberlo besado hasta quedarme sin aire de no ser porque me dio la espalda—. Pensé en darte una oportunidad para que te explicaras. Había un límite de tiempo. Si lo hubieras pasado sin decírmelo, habría roto de inmediato contigo. Hace unos días empezaste a actuar raro, estabas muy nervioso y parecías desesperado por pasar todo el tiempo que pudieras conmigo. Supe que ya tenías una fecha para contármelo.
—¿Por qué no me dijiste nada? —le pregunté, un poco molesto. Podría haberme ahorrado todo este maldito sufrimiento si me lo hubiera dicho.
Al oírme, Naruto se giró rápido. Solo tuve tiempo de ver sus mofletes hinchados, algo que hacía cuando se enfadaba, y me dio un “suave” puñetazo en el hombro.
—¡Ay!
—Tú podrías haberme dicho que estabas prometido, podrías habérmelo explicado todo. Considéralo una venganza por lo mal que lo pasé cuando me enteré. Estuve cuatro horas creyendo que eras igual que Genji, que para ti solo era un culo prieto que follar.
Palidecí al comprender el daño que le había hecho. Él tenía razón, aquí el malo era yo, no tenía ningún derecho a exigirle que me contara algo cuando yo le había ocultado expresamente que estaba prometido con otra persona. Sintiéndome culpable, me acerqué y lo abracé, dejando que escondiera su cabeza en mi pecho.
—Puede que te haya ocultado algunas cosas, pero jamás te he mentido sobre lo que hay entre nosotros. Lo de los helados, la playa, esa cena en tu casa, el viaje a Nara, este último mes… todo era de verdad. No eres solo mi amigo o mi amante, eres mi novio y te quiero, ¿me oyes? No quiero que dudes nunca de eso. Te quiero, Naruto.
Noté que se estremecía, pero el beso que me dio en el pecho me hizo saber que lo había entendido y que el sentimiento era correspondido. Eso hizo que me sintiera mejor y seguimos así durante un rato, tumbados en la cama y con el doncel acurrucado entre mis brazos. Ambos estábamos perdidos en nuestros pensamientos; no sé qué pasaba por la cabeza de mi rubio, pero en la mía había emociones contradictorias. Por un lado, estaba feliz, Naruto me amaba y parecía querer estar conmigo a pesar de estar prometido pero, por otro… El problema estaba ahí, en la palabra prometido. No importaba realmente lo que sentíamos, tarde o temprano yo me casaría con Karin, y conocía lo suficiente a mi doncel como para saber que él no se rebajaría a ser el querido de nadie, por mucho que me quisiera.
Lo estreché con un poco más de fuerza contra mí. Él me amaba, pero eso no implicaba que no fuera a dejarme. No podría echárselo en cara pero, aun así, la idea me aterraba.
—Te propongo algo —me dijo de repente.
Nos separamos para mirarnos. Los ojos azules de Naruto tenían un brillo decidido.
—¿Qué?
—Necesito que seas totalmente sincero conmigo. No te mataré después si me dices la verdad —añadió con una ligera nota de diversión.
Yo asentí con solemnidad.
—No te he mentido antes y no lo haré ahora —dicho esto, esbocé una sonrisa torcida—. No he olvidado lo que haces con los genitales de los hombres a los odias y prefiero seguir gustándote.
Él rodó un momento los ojos, pero me dedicó una sonrisa pícara antes de volver a ponerse serio, por lo que yo también relajé mi expresión.
—¿Quieres casarte con Karin?
—No —respondí de inmediato.
—¿Quieres que sigamos juntos?
—Por favor. —Mi padre me mataría si se enteraba de que le había suplicado a un doncel, mientras que mi hermano se reiría de mí por el resto de mi existencia, pero ahora mismo no me importaba.
Naruto escudriñó mis ojos un segundo y luego asintió para sí mismo.
—La boda es dentro de dos años, ¿verdad?
—Sí.
Él inspiró hondo y soltó el aire despacio. Se estaba preparando para decir algo muy importante para él, por lo que le di mi entera atención.
—Si queremos que esto funcione, tendrás que cancelar el compromiso a lo largo de estos dos años. —Abrí la boca para preguntar, un poco sorprendido de que accediera a que siguiéramos juntos, pero él me detuvo con un gesto de la mano y me miró con dureza—. Pero te lo advierto ahora, si te acuestas con ella o la tocas, olvídate de mí, no me importará que lo hagas por tu padre o por cualquier otra cosa. Soy flexible porque entiendo tu situación y no quiero joderte más de lo que ya estás, pero tengo un límite. No lo olvides.
Yo asentí y Naruto continuó, esta vez con un tono de voz más suave.
—Mi padre murió en aquel accidente. Él no volverá a estar orgulloso de mí. —Sentí un nudo en la garganta al ver sus ojos nublados por el dolor—. Yo nunca permitiría que perdieras a tu familia por mí, Sasuke, sé lo que se siente y jamás me perdonaría hacerte algo así. Por eso, si me dejas, te ayudaré a cancelar ese compromiso. Solo necesitamos pensar en algo.
Lo atraje de nuevo a mis brazos y le besé en la frente. Habían pasado muchos años, pero era consciente de lo mucho que le había costado a Naruto superar la pérdida de sus padres. El día en que tuvieron el accidente, se dirigían a su primera actuación como solista en un piano, chocaron mientras iban al conservatorio donde estudiaba su hijo. Las últimas palabras que les había dedicado fue: “No lleguéis tarde”. Al saber que habían muerto, se sintió responsable, pese a que él no estuvo presente en el accidente, ni tenía ningún modo de adivinar que aquello ocurriría.
Ahora entendía mejor que no quisiera causar un conflicto entre mi padre y yo. Pero, aunque se lo agradecía, conocía lo bastante bien a Fugaku como para saber que aquello no podía terminar de forma amistosa. Si conseguía cancelar el compromiso, y lo haría de una forma u otra, mi padre me guardaría rencor. Si no fuera su hijo, incluso podría jurar que hallaría el modo de vengarse, pero no creía que mi padre intentara hacerme ningún mal.
—Eres una gran persona, Naruto —le dije, acariciando su rostro—. No te merezco.
Naruto se apartó para mirarme con esa sonrisa pícara que tanto adoraba.
—Claro que no, me has ocultado que estabas prometido y mereces ser castigado.
Levanté una ceja, sabiendo que estaba tramando algo… y no pude evitar que mi miembro se sacudiera al pensar en la posibilidad de que quisiera usar el sexo para vengarse de mí.
—¿En qué has pensado exactamente? —pregunté con cierta cautela.
Él se apartó y rebuscó algo en los cajones antes de mostrármelo. Mi pene se alzó de inmediato y tragué saliva; nunca me habían hecho algo así, pero la sola idea de que Naruto quisiera esposarme a la cama y hacerme lo que le viniera en gana con mi cuerpo me puso tan duro que creé una tienda de campaña con las sábanas.
Por supuesto, mi erección no pasó desapercibida para mi ardiente rubio, que observó mi virilidad con satisfacción.
—Sasuke, esto es un castigo, se supone que no tiene que gustarte —me dijo, haciendo tintinear las esposas.
Yo le sonreí ampliamente.
—Y te aseguro que no estoy nada contento con esto, ¿a quién le gusta que le torturen sexualmente?
Naruto rio y apartó las sábanas para colocarse encima de mí. En menos de un minuto, ya me tenía encadenado a la cama y estaba totalmente expuesto a él. El doncel me lamió el labio inferior a la vez que su mano acariciaba mi pene; se me escapó un largo gemido que le hizo sonreír.
—Después de esto, me suplicarás que vuelva a hacerlo.
Quise decirle que un Uchiha nunca suplicaba… pero no pude hacerlo. Sabía muy bien que, cuando Naruto terminara conmigo, estaría deseando repetirlo. Además, lo amaba y haría cualquier cosa por él, lo que fuera con tal de hacerle feliz. Y, aunque aún no estaba preparado para ello, sabía que lo dejaría todo atrás para estar con él.


Sasuke abrió los ojos al darse cuenta de que estaba recordando otra vez. De repente, todo el sueño y el cansancio se esfumaron. Ahora comprendía un poco mejor por qué Naruto había seguido con él a pesar de saber lo de Karin, pero eso seguía sin responder a por qué rompieron, ¿qué fue lo que hizo para que tomaran caminos distintos? ¿Acostarse con Karin u otra persona? Lo dudaba mucho pero, entonces, ¿qué…?
De repente, se sentó de un salto y buscó apresuradamente su móvil. Eran más de las diez, ¡llegaba tarde a la clase que daba Naruto! Soltando una maldición, lanzó las sábanas a un lado y corrió a vestirse, cogiendo lo primero que encontró en el armario y que fuera abrigado. Una vez más o menos arreglado, bajó con rapidez las escaleras (no tenía paciencia suficiente para esperar al ascensor) mientras consultaba la ubicación que le había mandado Naruto al móvil; estaba a las afueras de Nome, pero no muy lejos, sino en unas pequeñas colinas, situadas curiosamente cerca del camino que conducía a la casa del rubio.
Sin molestarse en desayunar, atravesó el recibidor prácticamente corriendo y fue directo al coche que había alquilado nada más llegar. Fue ahí donde Sakura lo vio e intuyó, con desagrado, que iba a ver al doncel, pues Sasuke nunca había llegado tarde al trabajo, y dudaba que se hubiera retrasado para una reunión con el señor Kyubi. De modo que se apresuró a coger el coche que había alquilado el día anterior para poder seguirle y ver qué hacían esos dos.
Veinte minutos después, ambos llegaron al lugar donde Naruto daba clases, aunque Sasuke estaba demasiado preocupado para darse cuenta del coche que le había seguido. No quería darle al doncel la impresión de que no estaba interesado en él, mucho menos después de haber avanzado tanto la noche anterior; tenía la sensación de que le estaba dando una oportunidad y no quería desperdiciarla. Al aparcar, vio a un montón de gente reunida entorno a algo, que supuso que sería Naruto y los niños a los que enseñaba. Y, en efecto, al unirse al grupo de adultos, todos padres que habían traído a sus hijos, vio al rubio dando indicaciones a sus alumnos en un tono de voz suave y calmado, ayudándoles a subirse a los trineos sencillos y más bajos de los que había visto en la ciudad, probablemente adaptados para los niños. Se le escapó una sonrisa tierna al ver que incluso acompañaba a los más pequeños, procurando que no se cayeran cuando los perros tiraban del vehículo y se hicieran daño.
—Pero mira quién está aquí.
Sasuke se sobresaltó y vio a Kiba acercándose a él en compañía de Akamaru.
—Hola, Kiba —lo saludó.
Este le dedicó una sonrisa divertida.
—¿Qué? ¿El alcohol se te subió mucho a la cabeza? Naruto me ha dicho que vendrías a su clase y nos hemos extrañado cuando no te hemos visto.
Palideció un poco al saber eso.
—¿Está enfadado? No era mi intención quedarme dormido.
Kiba soltó una carcajada.
—Tranquilo, ha supuesto que estarías cansado por lo de anoche. No está enfadado e incluso se ha sentido un poco culpable por decirte que vinieras a su clase, lo hizo un poco sin pensar.
Sasuke hizo una mueca.
—No quiero que se sienta así. Era yo el que tenía curiosidad por los perros de trineo.
El otro hombre le palmeó la espalda.
—No te preocupes, luego tendrás oportunidad de intentar manejar a sus bestias —dijo a la vez que señalaba a los animales. A Sasuke no le costó reconocer a Blue, pero no conocía a los otros cuatro perros: el más pequeño era pelirrojo y tenía las patas largas y un poco delgadas, le dio la impresión de que aún era un cachorro a pesar de que había alcanzado el tamaño de un adulto; el de color castaño era tan grande como Blue, aunque parecía ligeramente más robusto, tal vez porque seguramente era un macho, y le sorprendió un poco ver que controlaba constantemente dónde estaba la hembra; los otros dos eran más grandes que el resto, había uno de color gris con una cicatriz en el pecho que le daba un aspecto duro y algo aterrador, mientras que el otro era un hermoso ejemplar blanco como la nieve, que le recordó más a un lobo que a un perro.
Aun así, todos le fascinaban y estaba impaciente por interactuar con ellos.
—Por cierto —Kiba interrumpió sus pensamientos—, ¿cómo te fue anoche con Naruto? —le preguntó, dándole codazos suaves en el brazo y sonriendo con picardía.
Sasuke también sonrió, pero con más suavidad.
—Muy bien. Nos estuvimos conociendo mejor. —Podría haber dicho también que se besaron, pero le parecía algo demasiado íntimo como para compartirlo con un amigo de Naruto. No sabía si él querría dar esa clase de información, así que lo mejor era caminar sobre seguro.
—Ya veo. Trabajo, familia, hobbies y esas cosas, ¿no?
—Sí.
Kiba dudó unos segundos antes de preguntar:
—¿Te habló de Saki?
—¿De su hijo? Sí, claro. —No pudo evitar sonreír tiernamente al recordar la carita del bebé. Cualquier resentimiento que pudo haber albergado la noche anterior por Naruto al saber que tenía un hijo de otro hombre, había desaparecido por completo. No podía culparlo por seguir adelante con su vida y, por supuesto, ese niño no era responsable de sus celos—. Es la cosa más tierna que he visto nunca.
El otro hombre se le quedó mirando con la boca abierta.
—Quieres… ¿Quieres decir que no te importa?
Sasuke frunció el ceño.
—¿El qué?
—Que Naruto tenga un hijo.
—No.
Kiba se le quedó mirando con suma seriedad.
—Si Naruto y tú llegarais a tener algo serio, ¿no te importaría criar al hijo de otro hombre?
—No. —Entendía muy bien a lo que se refería Kiba, pero él no era así. Hizo una pausa, buscando el modo de explicar por qué no rechazaría al bebé del doncel—. Mi padre viene de una familia conservadora; es el típico hombre de negocios, pero se esperaba de él que se casara y tuviera hijos. Digamos que no es un padre modélico —resumió, y Kiba asintió, escuchando con atención y en silencio—. Tengo un hermano mayor, es brillante y muy inteligente, el heredero perfecto que cumple todas sus expectativas. Mi padre nunca me lo ha dicho directamente, pero tengo la sensación de que él no quería tener más hijos después de Itachi.
El otro hombre le miró con compasión.
—Mierda, Sasuke, lo siento mucho. Eso es jodido.
Este se encogió de hombros. Era algo a lo que le había estado dando vueltas desde que había recuperado parte de sus recuerdos, y era también la conclusión más lógica a la que había llegado, teniendo en cuenta el trato que le había dado Fugaku.
—Creo que me tuvo por mi madre. —Pensar en ella le hizo sonreír un poco—. Ella fue educada en los valores antiguos; casarse, tener hijos, ser una buena esposa, dedicarse a las tareas del hogar y eso. Pero sé que Itachi y yo lo somos todo para ella, y que se enfrentaría a mi padre por nosotros sin dudarlo. —De hecho, lo hizo. Después de que su padre le presentara a Karin como su supuesta prometida e Itachi la echara de casa, Mikoto Uchiha lo mandó a su despacho y, aunque no pudo oír muy bien lo que decían, sí estaba seguro de que hubo un montón de gritos, y que Fugaku (increíblemente) perdió la pelea. Si había algo de lo que estaba seguro, incluso sin tener recuerdos, era de que su madre renunciaría incluso al hombre al que amaba por él y por Itachi. Miró de nuevo a Kiba, esperando que lo entendiera—. No lo recuerdo mucho, pero mi padre siempre fue distante conmigo, mientras que mi madre lo dio todo por mí. Yo no quiero ser como él, jamás trataría con frialdad al hijo de Naruto, menos aún sabiendo que Saki debe ser tan importante para él como yo lo soy para mi madre.
El otro hombre lo miró de una forma extraña, con los ojos brillantes, antes de soltar una maldición.
—Es una de las cosas más tristes que he oído.
Sasuke se encogió de hombros.
—Ahora ya no me importa, procuro mantenerme alejado de mi padre. No quiero ser como él, y menos todavía con un niño tan pequeño. Prefiero ser la clase de padre con el que siempre soñé para mí.
Al oír eso, Kiba le dio un apretón en el hombro y le dijo:
—Eres un tío legal, Sasuke.
—Gracias.
Se quedaron un momento en silencio, mirando cómo los niños reían mientras los perros tiraban de los trineos baja la mirada atenta y vigilante de Naruto.
Finalmente, Kiba dijo:
—¿Sabes? Mi madre es japonesa, por eso mi nombre, Kiba, pero mi padre es inuit, de uno de los pueblos de esta zona. Por él, se instaló aquí y formó una familia, tuvo primero a mi hermana y luego a mí. Cuando yo era pequeño, nos dejó y regresó con su pueblo.
Sasuke le miró con tristeza.
—Lo siento.
Él se encogió de hombros.
—Nunca supe por qué lo hizo, mi madre no ha vuelto a hablar de él. El caso es que los padres son una mierda, pero las madres lo dan todo por los hijos.
—Muy cierto —asintió—. ¿Has vuelto a ver a tu padre?
—Oh, sí. Cuando cumplí la mayoría de edad me ofreció irme con él a su pueblo.
—¿Y qué le dijiste?
Kiba sonrió y le enseñó el dedo medio. Sasuke esbozó una sonrisa torcida.
—Buena respuesta.
—Lo sé. Después le he visto de vez en cuando… pero no intercambiamos más de dos palabras. Mi hermana es más amable, por eso de que, al fin y al cabo, es nuestro padre, pero si te soy sincero, para mí no forma parte de la familia.
Sasuke asintió y pensó en el hombre con quien Naruto había tenido a Saki. No quiso preguntarle mucho anoche acerca de él ya que parecía dolido por su muerte y lo último que quería era hacerle daño, pero sentía un poco de curiosidad.
—Oye, Kiba —le llamó, haciendo que este le mirara—. ¿Cómo era el padre de Saki? Si puedes contármelo —añadió rápidamente.
El hombre frunció el ceño.
—No le conocí. Cuando Naruto llegó a Nome, ya había fallecido y él estaba embarazado de Saki. Lo único que sé que es murió en un accidente, pero nunca ha querido contarle a nadie más sobre él, ni siquiera a Kurama. De hecho, no sé ni su nombre.
—¿En serio? —preguntó Sasuke, un poco dolido. Odiaba la idea de que Naruto hubiera sufrido por él hasta el punto de no querer hablar de la vida que tuvo a su lado.
—Sí, todos le llamamos Saki Senior, por nombrarlo de algún modo —respondió Kiba, encogiéndose de hombros. En ese momento, Akamaru empezó a ladrar, llamando la atención de su dueño y de Sasuke. El primero se tensó un poco, sabiendo perfectamente lo que le ocurría a su perro, pero se relajó casi al instante y le sonrió a Sasuke—. ¡Es verdad!, tengo que ir a hacer una cosa. Nos vemos más tarde, Sasuke, disfruta de tu cita con Naruto.
El varón le dio las gracias, un poco extrañado por la actitud de Akamaru, que parecía querer guiar a Kiba a alguna parte, pero lo dejó estar, confiando en que su dueño lo conocía lo suficiente como para saber lo que ocurría.
En realidad, Akamaru era un perro inteligente y muy bien entrenado, por lo que a Kiba no le había resultado difícil hacerle saber que quería ser avisado si detectaba el olor de cierta entrometida que quería arruinar sus planes de emparejar a su amigo rubio con un hombre que, al fin, parecía gustarle. De modo que ahora se dirigía a sabotear a la pija pomposa…
Por otro lado, la clase de Naruto terminó sin percances; este se despidió de los niños y habló un momento con los padres, pues muchos estaban pensando ya en conseguir un perro para el trineo de sus hijos y querían pedirle consejo al doncel. El joven profesor les aconsejó brevemente con sus animales al lado, a veces señalando a uno u otro, y después los padres se marcharon. Una vez solos, Naruto le vio y le dedicó una sonrisa divertida mientras iba hacia él.
—¿Alguien se ha quedado dormido?
Sasuke no pudo evitar sonrojarse un poco.
—Lo siento.
Él soltó una risilla y se paró delante de él, a escasos centímetros.
—La culpa fue mía por citarte tan temprano. Perdona.
El varón negó con la cabeza y, en un acto reflejo, le acarició la mejilla.
—No importa. —Al ver que lo estaba tocando sin permiso, aunque fuera con los guantes (para su disgusto), retiró la mano con rapidez, maldiciéndose mentalmente por ser incapaz de controlarse—. Lo siento.
Sin embargo, Naruto sonrió y, una vez más lo sorprendió dándole un beso. Fue suave y más rápido de lo que le habría gustado, como un cariñoso saludo.
—No pasa nada —dicho esto, le cogió la mano con confianza y lo llevó junto a sus perros—. ¿Quieres que te presente a mi equipo?
Sasuke asintió entusiasmado y se dejó guiar sin soltar los dedos del doncel. Al menos, hasta que Blue lo reconoció y corrió a saludarlo y a darle lametones por toda la cara. Él rio y le revolvió el pelaje antes de que el rubio le mostrara al resto.
—Este es Toboe —le dijo, acariciando al perro pelirrojo—. Es el más pequeño de la manada, me lo dieron hace unos nueve meses, es prácticamente un cachorro pero ya tiene fuerza necesaria para ir en trineo. —Luego, llamó al de pelaje castaño—. Y este es Hige. Es bastante tranquilo, pero un poco travieso cuando le quitas la vista de encima. Hizo muy buenas migas con Blue y tengo planeado emparejarlo con ella el año que viene.
Sasuke levantó las cejas.
—¿Vas a dejar que tengan cachorros?
—Sí. Quiero dedicarme a criar razas de perros de trineo, están muy solicitadas aquí y Hige y Blue son perfectos para una progenie de cachorros de husky siberiano. Además, los padres suelen preguntarme dónde conseguirlos y dentro de poco se los podré vender yo mismo.
Visto así, era un buen negocio. Desde luego, Naruto no podría vender los cachorros a profesionales del deporte pero, al menos, en Nome haría algo de dinero y, si además, le gustaba dedicarse a eso, era perfecto.
El doncel señaló al perro gris, que se acercó con la cola un poco erizada y observando al hombre moreno con desconfianza.
—Este de aquí es Tsume. No te acerques ni le toques hasta que tenga cierta confianza contigo. Es el más mayor, viene de otro hogar; su dueño lo maltrataba por lo que me dijo Kiba, que fue quien lo recogió y me lo dio a mí para que cuidara de él. Fue difícil ganármelo, pero al final lo conseguí. Es más arisco y desconfiado que los otros, pero es un gran compañero cuando te acepta. —Finalmente, se acercó al perro blanco—. Y este es Kiba, el macho alfa.
Sasuke no pudo evitar sonreír con diversión.
—¿Kiba?
—También fue Kiba quien me lo dio, antes que a Tsume, me pareció adecuado ponerle su nombre. Yo acababa de llegar a Nome y Kiba tendría unos cinco meses, aún era un cachorro. Mi amigo confesó que creía que tenía rasgos de lobo; no sé si es verdad o no, pero admito que resultó difícil educarlo, era muy cabezota y su instinto para cazar es más fuerte que en los demás. Sin embargo, es muy leal. Él es el que manda cuando yo o Kurama no estamos en casa.
—Pensaba que sería Blue la que mandaría —confesó Sasuke. Después de todo, Blue era la primera perra de Naruto.
Este movió la cabeza a un lado y a otro.
—No, ella es la mediadora. Los machos a veces tienen problemas por dominación, sobre todo entre Tsume y Kiba, que son los más dominantes. Blue se encarga de evitar que haya una confrontación física, es la más importante de la manada, pese a no ser el alfa.
—¿Qué hay de Hige y Toboe?
—Hige es más sumiso, no tengo que preocuparme de que él vaya a lanzarse sobre los demás, y Toboe es un cachorro aún, solo piensa en jugar. Es pronto para saber si será dominante o no —dicho esto, le sonrió—. Bueno, ¿listo para aprender?
Sasuke le miró con los ojos como platos.
—¿Quieres que me suba al trineo?
—Y que los dirijas.
—¿Cómo voy a hacerlo si no sé nada?
Naruto puso los brazos en jarras y resopló con diversión.
—Si no te subes al trineo, no aprenderás. Espero que hayas traído ropa muy abrigada, para cuando caigas en la nieve —añadió mientras llevaba a los perros a su propio trineo para atarlos.
Sasuke le miró con cara de pocos amigos.
—¿Qué quiere decir eso de cuando me caiga?
No le costó mucho averiguarlo. Durante la hora siguiente, Naruto le estuvo enseñando las órdenes básicas para poner a los perros en marcha; la buena noticia, es que el arranque lo llevó bien, aunque fue un poco brusco, logró mantenerse en pie. La mala, los giros le pillaron por sorpresa y acabó, tal y como había predicho el doncel, en la nieve, lo cual provocó sus carcajadas.
Pero, con la terquedad propia que caracteriza a los Uchiha, se levantaba y volvía a intentarlo, tratando de seguir los consejos de Naruto para no caer… que no logró dominar en más de una ocasión, acabando con dolor de espalda. El rubio se divirtió de lo lindo, eso sin duda, sin embargo, para compensarle sus heridas de guerra, como las había llamado él con burla, le compró una pomada que le vendría bien para el dolor muscular.
Después de eso, fueron juntos a comer en un bar, donde siguieron conociéndose un poco, aunque esta vez fue el turno de Sasuke. Le habló sobre el accidente aunque, a decir verdad, ni siquiera recordaba el coche que se estrelló contra el suyo ni tampoco nada más hasta que despertó en una camilla del hospital (procuró no hablar de los recuerdos que había recuperado sobre Naruto y él, pues no creía que fuera el momento adecuado para eso, no ahora que parecía que empezaban a salir juntos), así como le explicó que su madre e Itachi le ayudaron durante todo el proceso de recuperación. Sí que le dijo que se dio cuenta en su momento de que le gustaba tocar el piano y los perros y que, recientemente, había descubierto que le encantaba la historia y la arquitectura. Ante esto último, Naruto le preguntó que por qué no hacía algún curso sobre una de esas cosas, algo que dejó a Sasuke pensativo. ¿Y si esa era su vocación? La idea de estudiar la historia de Japón no le causaba rechazo, al contrario, incluso le entusiasmaba… podría incluso dejar su trabajo en la empresa de su padre para dedicarse a investigar sobre algún período concreto, puede que incluso tuviera la oportunidad de aprender más sobre la figura de los ninjas y su relevancia en determinados hechos históricos.
Cuando los dos terminaron de comer, Naruto lo llevó a conocer la ciudad, pasando antes por la clínica veterinaria de Kiba para dejar allí su trineo, aunque Blue y los otros perros los acompañaron en su paseo, caminando sueltos. La gente de Nome, totalmente acostumbrada a los animales, ni se inmutaron al verlos andando libremente, siendo Toboe el que se adelantaba de vez en cuando con afán juguetón, provocando a Hige o a Blue para que jugaran con él, mientras que Kiba y Tsume mantuvieron cierta distancia con la pareja, ya que aún no confiaban en el varón, pero se mantuvieron cerca por si el doncel necesitaba de su protección. Por el camino, muchos se pararon a saludar a Naruto, y solían dirigirle una mirada sorprendida a Sasuke, pues era extraño ver al rubio saliendo con alguien, aunque otros no dudaron en contemplarlo con ojos pícaros y lanzarle indirectas que, en más de una ocasión, hicieron sonrojar a Naruto.
También pasaron por la armería para saludar a Tenten. La caza era otro deporte habitual para los ciudadanos de Nome, de la cual no solo obtenían comida, sino también pieles. A Sasuke le sorprendió descubrir que hasta Naruto sabía usar el rifle, aunque lo encontró lógico después de que este le explicara que, como vivía en las afueras de la ciudad y cerca del bosque, era relativamente frecuente que se acercaran animales salvajes como lobos u osos, por lo que debía estar preparado para enfrentarse a ellos, pese a que prefería ahuyentarlos antes que matarlos, pues la idea de matar a otro ser vivo no le gustaba demasiado.
Su última parada fue la academia de Lee, aunque no entraron en ella. Naruto le comentó que era el lugar donde entrenaba con el otro doncel.
—¿Lee es bueno? —le preguntó Sasuke.
El rubio lo miró con los ojos muy abiertos.
—Lee es brutal con las artes marciales, no conozco a nadie mejor que él… Bueno, excepto su padre y Kurama, claro.
—¡¿Kurama?! —exclamó el varón. No le había pasado desapercibida la figura atlética del pelirrojo pero, al ser director de una empresa, creía que no tenía tiempo suficiente como para entrenar tan duro como para vencer a un especialista.
Naruto asintió e hizo una mueca.
—No estoy muy seguro de cómo aprendió, pero es increíble verlo pelear. Cuando menos te lo esperas, estás tumbado en el suelo tratando de averiguar cómo diablos te ha derribado. Lee nunca le ha ganado, pero al menos su padre le da más guerra.
Sasuke resopló.
—Recuérdame que no le cabree.
—Creo que le caes bien, lo único que tienes que hacer es procurar que eso siga así.
Por su bien, esperaba que sí.
—¡Eh, Naruto!
En ese momento, vieron a Lee y su padre Gai saliendo del recinto y cerrando las puertas. El hombre mayor lo saludó con su habitual alegría antes de echarle un vistazo a Sasuke y dar su aprobación mostrándole su pulgar hacia arriba y su famosa sonrisa brillante.
Lee se despidió de él y luego fue corriendo hacia la pareja hasta detenerse frente a ellos. A Naruto le costó poco saber que estaba pasando algo cuando vio que sus ojos derrochaban emoción. Sin embargo, Lee, siempre correcto y educado, le dedicó primero una inclinación de cabeza a Sasuke.
—Sasuke, es agradable verte.
—Lee —saludó el hombre igualmente.
Después de eso, el doncel volvió a ser el joven enérgico de siempre, enganchándose del brazo de Naruto, a quien ya no le sorprendía su actitud.
—¡Kiba, Tenten y yo iremos a bailar esta noche! ¡Venteeeeeeee! —esto último lo dijo con un ligero tono lastimero que cesó cuando miró a Sasuke—. Tú también estás invitado, Sasuke.
—Gracias, Lee.
Naruto casi podía ver cómo salían estrellitas de los ojos de su amigo, como si fuera un personaje salido de un manga. Sin embargo, estas desaparecieron cuando sus enormes ojos se posaron en él, con una mirada que prácticamente le obligaba a ir adonde él quisiera.
Suspiró.
—Iré…
—¡Genial! —Una vez obtenido lo que quería, Lee se despidió alegremente de ellos y se marchó corriendo a casa, alegando que formaba parte de su entrenamiento. Naruto no estaba seguro de cuándo ese chico no estaba haciendo algo que no fuera entrenar, tenía la manía de autoimponerse retos en cualquier situación y lugar…
—Tu amigo es… —empezó Sasuke, sin saber muy bien cómo definirlo. La noche anterior ya había tenido la ocasión de comprobar que era una persona un tanto peculiar, pero había bebido y tampoco le había prestado demasiada atención.
—Hiperactivo y muy especial —terminó Naruto por él antes de sonreír—. Pero también es la personificación del optimismo. —Hizo una pausa y se revolvió, un poco incómodo—. Tras… perder al padre de Saki, yo lo pasé bastante mal, y encima estaba embarazado. Es verdad que Kurama y mi familia me ayudaron lo mejor que pudieron, pero fue Lee quien me sacó adelante. —Esbozó una sonrisa—. Es imposible no reírse con él.
Sasuke le cogió la mano y le dio un apretón, a lo que Naruto respondió apoyándose en su hombro.
—Lo siento, no debería haber hablado de él.
Le acarició los mechones rubios y le plantó un beso en la cabeza.
—No te disculpes por eso, Naruto. Formaba una parte importante de tu vida, lo acepto y lo respeto. —“Solo quiero que me dejes tener un lugar a mí también”, añadió en su fuero interno. Era demasiado pronto para decírselo pero, en algún momento, se lo haría saber. Para Sasuke, lo que había entre ellos no era algo de un par de meses, quería compartir su vida con Naruto, solo tenía que darle una oportunidad para que viera que podía ser una buena pareja y, eventualmente, un buen padre para Saki. Como le había dicho a Kiba, no tenía intención de excluirlo de su vida, él no era como Fugaku y le amaría como si fuera sangre de su sangre.
Naruto le miró con una sonrisa y le devolvió el beso, rozando sus labios brevemente.
—Eres una buena persona, Sasuke.
Él se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia, y le preguntó si, ya que iban a ir a bailar más tarde, terminaban de pasar el resto del día juntos y cenaban en algún sitio antes de reunirse con los demás. Naruto accedió, aparentemente contento por poder estar más tiempo con él.


Horas más tarde, los primeros en reunirse delante del local donde había quedado el grupo para bailar fueron Tenten, Lee y Gaara. Lo de quedar había sido una excusa para poder ver a Gaara y darle una sorpresa a Naruto sobre su regreso, además de que todos sabían que no habría traído a Sasuke, bien porque este podía ser un poco sobreprotector o para evitar que se hiciera ilusiones sobre su posible relación con el varón. El pelirrojo aún se debatía consigo mismo; por un lado, estaba contento de que Naruto saliera con otro hombre, pero por otro, no conocía a este y era muy consciente del atractivo de su primo, lo último que quería era que se aprovechara de él.
El siguiente en llegar fue Kiba, que parecía muy contento mientras se unía a ellos.
—¿Qué has hecho? —le preguntó Tenten sin tapujos.
Este le dedicó una resplandeciente sonrisa.
—Resulta que la pija pomposa estaba esta mañana en la clase de Naruto…
—¿Pija pomposa? —interrogó Gaara, frunciendo el ceño.
Lee procedió a explicarle con evidente indignación cómo Sakura, una compañera del trabajo de Sasuke y muy interesada en él, no dejaba de acosarlo a él y, recientemente, a Naruto, además de contarle sus temores de que intentara separarlos de algún modo. Si bien Gaara no acababa de estar de acuerdo con que su grupo de amigos hubiera trazado alguna especie de plan para que su primo saliera con un desconocido, tampoco le hizo mucha gracia que una mujer lo estuviera acosando.
—¿Y dices que esta mañana también estaba allí?
Kiba asintió.
—Akamaru me avisó y me encargué de que no pudiera seguirnos durante el resto del día.
—¿Cómo? —le preguntó Tenten.
El hombre se sacó unas llaves de coche de su bolsillo y las hizo tintinear. Lee y Tenten se quedaron con la boca abierta, mientras que Gaara tenía las cejas ligeramente fruncidas, su expresión impasible apenas cambiaba excepto por esos pequeños matices.
—¿Le has robado las llaves del coche?
—Mmm… Bueno… Ella se ha dejado el coche abierto con las llaves dentro… así que tampoco debía importarle mucho.
Tenten parpadeó.
—Hay veinte minutos en coche desde Nome hasta el lugar donde Naruto da clases, habrá tenido que llamar a una grúa para que la traiga de vuelta…
—Y las grúas tardan como una hora o más en llegar —añadió Gaara.
Kiba asintió con una sonrisa maliciosa.
—Tiempo de sobra para perder a nuestros tortolitos de vista.
Lee soltó una carcajada.
—¡Muy buena, Kiba! —le felicitó, chocando los cinco con él.
Tenten y Gaara pusieron los ojos en blanco, pero no dijeron nada más al respecto. Por otra parte, la mujer no dejaba de buscar a la pareja por todas partes.
—Hablando de ellos, ¿dónde están?
—Han venido esta tarde a la clínica a dejar a los perros mientras iban a cenar —comentó Kiba—. No creo que tarden mucho.
Dicho y hecho, Sasuke y Naruto aparecieron por una esquina cogidos de la mano. Este último frunció el ceño, mirando al pelirrojo con extrañeza hasta que lo reconoció. Sonrió y fue corriendo hacia él para darle un abrazo.
—¡Gaara! —gritó, contento.
Este envolvió sus brazos alrededor de su primo y lo estrechó con fuerza. Naruto era, más que su primo, como un hermano para él y, durante estos últimos dos años, su mayor preocupación. Odiaba pasar tanto tiempo sin tenerlo cerca para asegurarse de que estaba bien. Cuando se separaron y vio sus ojos azules, sintió que se le quitaba un peso de encima al ver que estaban chispeantes de felicidad, sin esa sombra de dolor que solía acompañarlo desde hacía tiempo. Ahora entendía por qué Lee y los demás estaban tan entusiasmados con ese tal Sasuke, puede que le hiciera bien… pero no confiaría del todo en él hasta estar seguro de sus intenciones.
—¿Cuándo has vuelto? —le preguntó su primo con cierto reproche en la voz.
—Esta mañana. Era una sorpresa —añadió antes de mirar al hombre de pelo y ojos negros, quien esperaba pacientemente un poco apartado de ellos—. ¿No vas a presentarme a tu nuevo amigo?
Naruto estrechó los ojos con perspicacia, mirando de reojo a Kiba y los demás, pero se abstuvo de regañarles en ese momento y cogió de la mano a Sasuke para que se acercara al grupo.
—Gaara, este es Sasuke Uchiha. Sasuke, él es mi primo Gaara Sabaku.
Ambos se estrecharon la mano con cortesía. A Sasuke le había sorprendido ver al doncel corriendo hacia ese hombre, y habría sido consumido por los celos de no ser porque había reconocido el nombre de su primo, por lo que ahora se sentía tranquilo y tenía intención de ser lo más educado posible con la familia del rubio. Por otro lado, Gaara decidió no juzgar al otro varón hasta observar detenidamente su comportamiento y ver qué pretendía exactamente con Naruto… También cabía la posibilidad de que su primo no quisiera tener nada serio y Sasuke solo fuera alguien con quien desahogarse, después de todo, sabía que el doncel no había tenido relaciones en mucho tiempo y tenía derecho a satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, en cuanto todos entraron al club a tomar un par de copas, vio casi de inmediato que había química entre los dos. Su primo parecía genuinamente feliz teniendo a ese hombre al lado, mientras que este, para su inmensa sorpresa, lo contemplaba con una ternura que logró ablandarlo un poco. Tal vez fuera cierto eso de que existía el amor a primera vista…
Mientras Gaara empezaba a aceptar a Sasuke, este había sido arrastrado por Naruto a la pista de baile. Lo cierto era que no recordaba si sabía bailar o no, pero la idea de hacerlo lo ponía un poco nervioso.
—No te preocupes, yo te llevo —le había dicho Naruto antes de mostrarle dónde colocar sus manos y envolver los brazos alrededor de su cuello.
Justo entonces, empezó a sonar Shape of you de Ed Sheeran y el rubio comenzó a moverse a un ritmo lento, pero constante, haciendo que le resultara fácil, al cabo del rato, seguir los pasos. Sin embargo, a lo que estuvo verdaderamente atento fue a la voz de su doncel, que le cantaba suavemente al oído la letra de la canción. Sasuke podía asegurar que no había nada más sensual que tener a Naruto entre sus brazos, moviéndose de forma provocativa contra su cuerpo, mientras le cantaba rozando su oreja. Las otras parejas que danzaban a su alrededor les proporcionaban cierta intimidad, así como la semioscuridad del local, por lo que se atrevió a acariciar su espalda de abajo arriba con una mano, con lentitud, hasta enredarla en los mechones rubios de Naruto, quien se estremeció. Entonces, el doncel, sin dejar de entonar la melodía, se frotó descaradamente contra su cuerpo y coló una mano por debajo de su jersey, haciendo que se sobresaltara y se excitara al mismo tiempo; sintió sus dedos explorando sin reparo ni vergüenza alguna sus duros abdominales, mientras que su otra mano masajeaba su nuca.
El baile sensual al que lo estaba sometiendo el rubio le pasó factura a Sasuke; tras dos años sin tener ninguna relación física y con la fuerte atracción que sentía por Naruto, no tenía la resistencia suficiente para mantener el control sobre sí mismo, por lo que, sin pensarlo demasiado se apoderó de la boca del doncel y la devoró ávidamente, queriendo recordar cada recoveco de ella, y buscando esa lengua traviesa que la noche anterior le había dado la bienvenida. Naruto, por otra parte, no estaba mejor que Sasuke; tampoco había tenido sexo con nadie desde que perdió a su novio, y entre su hijo pequeño y su trabajo, apenas se había parado a pensar en sus necesidades. Pero ahora que Sasuke le había besado, fue como si le hubiesen echado un potente afrodisíaco. La verdad era que el varón besaba muy bien, y encima parecía haber perdido el control, y eso le gustaba; saber que le deseaba tanto que no podía contenerse. Por si eso no fuera poco, una de sus manos, la que había permanecido en su espalda, bajó hasta su trasero y lo masajeó con cierta impaciencia, primero una nalga y luego otra. También fue muy consciente de su virilidad, que se delineaba por sus pantalones, y no dudó ni un momento en restregarse contra ella, queriéndolo tan duro como fuera posible, quería que Sasuke se volviera tan loco como él lo estaba en ese instante.
—¡Ejem!
La pareja se sobresaltó al oír una voz malhumorada que, evidentemente, les estaba llamando la atención. No pudieron evitar sonrojarse al darse cuenta de que prácticamente habían estado dando el espectáculo delante de un montón de gente, aunque lo más perturbador era que Kiba, Tenten, Lee y Gaara los estaban mirando. Los dos primeros estaban un poco perplejos y avergonzados, el doncel los miraba con emoción y el pelirrojo no parecía nada contento.
—Chicos… —dijo Kiba después de recomponerse y aclararse la voz—, recordáis que Sasuke tiene una habitación en un hotel, ¿verdad?
Los dos apartaron la vista, totalmente rojos por haberse abandonado de ese modo en público, sobre todo Sasuke, que no estaba acostumbrado a perder el control de esa manera. Afortunadamente, Lee intervino diciendo que qué hacían todos parados en una pista de baile y, sin pensárselo dos veces, cogió a Sasuke y se lo llevó a bailar, intuyendo que le hacía más falta a él que a Naruto despejarse. Así, este terminó danzando con su primo.
—No he podido evitar fijarme… —comenzó Gaara, queriendo hablar de ese hombre con el rubio pero, al mismo tiempo, sin saber muy bien cómo plantearlo— en que Sasuke y tú sois muy… íntimos.
Naruto levantó una ceja.
—¿En serio quieres actuar como un hermano mayor? Ya tengo a Kurama para eso y le ha dado el visto bueno.
Este hizo una mueca.
—No es eso. Supongo que… quiero saber en qué sentido estáis juntos. —Esperó que el doncel le entendiera y no le obligara a decir si eran amigos con derecho a roce o no, para él era muy incómodo.
Por suerte, el rubio le entendió.
—Por ahora, estamos saliendo.
Eso significaba que tal vez acabara siendo una relación seria. Por un lado, eso le gustó a Gaara, significaba que Naruto estaba dispuesto a salir adelante… pero, al mismo tiempo, también podía salir herido de aquello.
—No quiero verte sufriendo otra vez, Naruto —admitió.
Este le dedicó una media sonrisa.
—No depende de ti, ni de mí, ni siquiera de Sasuke.
—Lo sé.
—Tampoco es como si hubiéramos planeado un futuro juntos. Ahora… solo quiero estar con él.
Gaara asintió. No podía decirse que estuviera satisfecho por completo pero, por otro lado, tampoco es como si pudiera intervenir. Su primo era un adulto muy capaz de cuidarse solo, sin embargo, no podía evitar preocuparse por él. Lo había pasado mal tras perder a Saki Senior y el embarazo fue muy duro para él, su vida como padre soltero a una edad tan temprana tampoco fue fácil, pero lo sobrellevó como mejor pudo y salió adelante. Aun así, tenía la impresión de que no acababa de ser completamente feliz y, aunque esperaba que su relación con Sasuke le ayudara, temía que, si las cosas salían mal, pudiera terminar destrozado de nuevo. Y eso era lo último que quería.


En casa de Naruto, Kurama se hallaba en su despacho, tecleando a toda velocidad unos códigos, totalmente concentrado. Por esa vez, no había ido a echarle un vistazo a Naruto y Sasuke, le había confiado la tarea esa noche a Kiba y los demás, así como asegurarse de que cierta mujer molesta no interfiriera en sus planes.
De hecho, lo que debía hacer esa noche tenía que ver precisamente con eso.
Sonrió con anticipación cuando su trabajo dio sus frutos. Acababa de colarse en los archivos de ordenador de la compañía telefónica con la que la señorita Haruno tenía el contrato de su móvil, compañía a la que también pertenecían Sasuke y Fugaku Uchiha.
—Bueno, hora de trabajar —comentó para sí mismo, moviendo los dedos a gran velocidad por las teclas, sabiendo que cuanto menos tiempo estuviera dentro de esos archivos, más fácil sería borrar su rastro por ellos. Siendo sinceros, la seguridad de esa compañía daba risa en comparación a otros sistemas de seguridad que había pirateado, pero no iba a arriesgarse a cometer un error.
En dos minutos, ya tenía acceso a los móviles de Haruno, Sasuke y su padre. No le gustaba haber tenido que meterse en el móvil de Sasuke, pero era necesario para borrar cualquier mensaje que pudiera dejarle Fugaku Uchiha.
Lo último que quería, era que ese hombre interfiriera como la última vez.
—Esta vez no, Fugaku Uchiha. A partir de ahora, el que tiene el control de la situación soy yo.

1 comentario:

  1. Me alegra que te esté gustando :)
    No te preocupes, todo tendrá sentido al final del final ;)

    ResponderEliminar