domingo, 20 de enero de 2019

El Reino del Zorro


Capítulo 12. Furiosa pasión

Naruto había aprovechado un pequeño descanso que le habían dado los nobles para salir al balcón y respirar aire fresco. Le habría gustado que Sasuke fuera con él, pero al verlo bailando con Hinata, decidió no llamarlo, ya que su tímida amiga sería de las pocas mujeres con las que podría disfrutar y estar tranquilo; de modo que se escabulló con el mayor sigilo posible por un ventanal y se ocultó tras un pilar para que nadie lo viera solo y fuera a molestarlo.
Siempre le había gustado contemplar su reino desde el palacio. Este se había construido en una colina alta en el centro, tanto para que los enemigos tuvieran difícil acceso al hogar de la familia real como para que sus guardias, desde sus muros, pudieran detectar fácilmente las alarmas del resto de islas o de sus propias costas para defender la ciudad, acudir en ayuda de los demás o evacuar a los ciudadanos, dependiendo de cuál fuera la situación; así que, desde allí, Naruto podía ver a la perfección las casas de su pueblo y velar por ellos, le producía una sensación de tranquilidad saber que en cierto modo podía cuidarlos desde ahí.
Aun así, esa calma no había durado eternamente. Tras la muerte de sus padres, más aún durante la adolescencia, cuando fue plenamente consciente de que su reino dependía de él y, peor aún, de un desconocido con el que debía casarse, se había instalado en él el temor a que su gente sufriera por culpa de un marido cruel y egoísta, que destruyera todo por lo que su abuela y sus padres habían luchado.
Por suerte, Sasuke había sido el elegido.
Se sonrojó un poco al pensar en él y lo que pasaría esa misma noche. Mentiría si dijera que no estaba un poco nervioso, tenía la esperanza de sentirse bien, pero también quería que Sasuke disfrutara… Se le escapó una risilla a la vez que negaba con la cabeza, estaba siendo tonto, a su prometido le encantaba pasar las noches con él; besarlo, lamerlo, acariciar cada centímetro de su cuerpo, darle placer. No debía preocuparse por él, si alguien sabía lo que se hacía en la cama, ese era su futuro marido; solo debía confiar en su experiencia y dejarse llevar, no tenía ninguna duda de que cumpliría su promesa y sería cuidadoso.
—Parece que alguien está contento esta noche.
Naruto notó un desagradable escalofrío recorriendo su espalda al escuchar esa voz que, por desgracia, le era conocida.
Todo rastro de felicidad desapareció de su rostro y se giró con las facciones tensas, encontrándose con Orochimaru. Se había vestido elegantemente para aquella noche en la que se había anunciado su compromiso con Sasuke con una larga túnica de distintos tonos esmeraldas que le recordaban a la piel de un cocodrilo, de tela muy fina y vaporosa, con las mangas muy anchas y la falda larga, de modo que ocultara sus pies y se arrastrara un poco por el suelo. Aparte, se había atado el cabello en una coleta baja que dejaba un par de mechones sueltos que enmarcaban su apuesto rostro de piel blanca y ojos amarillos cual vil serpiente. La mayoría lo habría tachado de atractivo, pero Naruto no se dejaba engañar por su aparente sonrisa amable, la malicia se veía claramente en su mirada.
—Majestad —saludó con frialdad.
Orochimaru inclinó la cabeza.
—Mi príncipe —le devolvió cortésmente el saludo con una reverencia—. Se os veía feliz hace unos momentos, ¿puedo saber el motivo?
Naruto entrecerró los ojos con desconfianza.
—Pensaba en mi prometido, majestad —replicó, audaz—, y en lo afortunado que soy por nuestro compromiso.
El hombre no pareció muy ofendido por sus palabras, al contrario, su sonrisa se hizo más grande.
—Ciertamente, su alteza Sasuke Uchiha tiene un linaje exquisito y es un guerrero de extraordinaria formación… aunque es una lástima que sintiera tal pasión por el mar. Lo alejó durante mucho tiempo de sus responsabilidades.
El rubio vio su estrategia tan fácilmente que le resultó patético. ¿En serio pensaba que podría convencerlo de cancelar su compromiso con él a base de criticar su estadía en alta mar? ¡Por favor!, todo el mundo sabía que había pasado tres años fuera, sus hazañas eran cantadas en las tabernas de cada reino, era estúpido tratar de ahuyentarlo narrando sus batallas y peleas, él mismo las había escuchado de boca de su prometido.
Pero si Orochimaru tenía ganas de jugar, jugaría.
Se cruzó casualmente de brazos y adoptó una pose pensativa.
—No tanto si consideramos los conocimientos que ha adquirido de los lugares en los que ha estado, pueden ser sumamente útiles en asuntos de política exterior —comentó con una sonrisa divertida al ver la expresión sorprendida del hombre. Sin duda alguna, no había esperado que un simple creador soltara algo así.
De todos modos, Orochimaru se recompuso enseguida y siguió atacando.
—Tal vez, pero eso no quita que apartara sus responsabilidades…
—Responsabilidades que no eran tan necesarias —despachó él su argumento con un gesto despreocupado de la mano—, después de todo, es su alteza Itachi quien heredará la corona del Reino del Hielo, su hermano no tenía tantas obligaciones y, además, a cambio de sacrificar esa responsabilidad, ha ganado prestigio por sí mismo y no con ayuda de su apellido.
El rey avanzó un paso hacia él, poco dispuesto a rendirse.
—El prestigio de un pirata y un canalla —argumentó, esta vez dejando a un lado la formalidad y la aparente admiración que fingía sentir por el príncipe.
Naruto alzó las cejas, ensanchando su sonrisa.
—Creía que era un guerrero extraordinario, como usted mismo ha dicho.
—Uno que peleaba ebrio en tabernas —replicó, acercándose más al creador, quien no estaba en absoluto amedrentado por él.
Este parpadeó con inocencia.
—Creía que el objetivo de las tabernas era precisamente el alcohol y alguna que otra trifulca física.
—Por no decir que es un libertino —masculló Orochimaru, ya estando prácticamente encima de Naruto, que continuaba negándose a retroceder ante él.
—Y eso lo dice el hombre con el harén más grande del mundo.
El rey lo miró inquisitivo un instante, como si su contundente respuesta lo hubiera sorprendido. Después, sin embargo, sonrió con satisfacción y tomó la barbilla del rubio.
—Sí, tengo a muchas mujeres en mi cama… pero ninguna es tan bella y tenaz como tú.
Naruto se deshizo de su toque con un manotazo, mirándolo con ardiente furia.
—No me toques.
Orochimaru soltó una risilla.
—¿Por qué no? La música suena con fuerza en la sala de baile y he cerrado las cortinas para que nadie nos vea.
—¿Te crees que soy estúpido? —resopló—. A tu hija no le sirvió de nada su numerito con Sasuke ni aun con el afrodisíaco ni tampoco va a funcionar conmigo.
El hombre lo miró con diversión, volviendo a cogerlo del mentón y acercándose peligrosamente a su rostro.
—Sasuke no es un creador, y los creadores necesitan que les follen a menudo, o eso dicen las leyendas. ¿Tú quieres que te joda, mi dulce Naruto?
Este retrocedió con una mueca de asco, apartándose de su toque.
—Aléjate de mí —le advirtió.
Sin embargo, Orochimaru no atendía a razones.
—Mmm, un poco agresivo, ¿eh? Eso me gusta, será divertido domarte.
—Te he dicho que no me interesa —gruñó, dando un paso hacia atrás para mantener las distancias con esa víbora pero, entonces, su cuerpo chocó contra la balaustrada y miró un instante hacia atrás, dándose cuenta de que había llegado al extremo del balcón y que no tenía escapatoria a menos que saltara, cosa que no haría delante de ese hombre y, además, estaba demasiado alto incluso para él.
Orochimaru aprovechó ese segundo de distracción para arrinconarlo y cogerlo con fuerza del pelo para echar su cabeza hacia atrás mientras una de sus manos se aferraba a su trasero. Naruto gimió por el agarre a la vez que sentía la desagradable lengua de ese bastardo lamiendo su cuello.
—Dioses, tienes un culo fabuloso, mi hermoso creador… No te preocupes, yo sé muy bien cómo cuidar de él, al fin y al cabo, tengo más experiencia que Sasuke.
El rubio gruñó y se preparó para quitárselo de encima cuando el hombre le metió la lengua hasta la garganta casi con violencia, pero lo peor de todo fue que metió la mano por debajo de la falda de su túnica y lo tocó.
Ahí.
La rabia lo consumió con tal fuerza que una neblina roja apareció ante sus ojos. Sin pensárselo dos veces, lanzó su rodilla contra las pelotas de ese cabrón con tal fuerza que casi habría jurado que se las había partido. Orochimaru casi se atragantó por el dolor y se encogió, permitiendo que pudiera separarse al fin de su repugnante boca y, sin dudarlo, le dio un puñetazo en la nariz tan fuerte como pudo, notando cómo esta se desencajaba. El cuerpo de su contrincante hizo amago de caer hacia atrás, pero él aún no había acabado; lo cogió por el cuello de la túnica con una mano y usó todas sus fuerzas para levantarlo por encima de su cabeza y estrellarlo contra la ventana, haciendo que esta se rompiera con un estrépito que le hizo volver a la realidad.
Al otro lado, la gente contemplaba espantada el cuerpo inerte del rey, que gimoteaba por el dolor. Después, sintió sus miradas sobre él, pero estaba tan enfadado que no era capaz de pensar con claridad, solo sabía que estaba demasiado furioso… lo suficiente como para que le temblaran las manos. Al apretarlas en un puño, se dio cuenta de que sus garras habían aparecido y, ahí, fue plenamente consciente de que estaba metido en un buen lío.
Sabiendo que debía esconderse, bajó los ojos para que los mechones de su cabello los ocultaran y atravesó corriendo la estancia… o lo intentó, ya que los nobles no perdieron ni un instante en arremolinarse a su alrededor para preguntar lo que había pasado, al acecho de algún chisme jugoso que usar a su favor…
Naruto trató de empujarlos, pero había muchos… estaban por todas partes… No podía dejar que vieran sus ojos o sus zarpas, revelaría su secreto y todo se iría a la mierda… De repente, se sintió sofocado, tanto por los nervios como por todas las personas que había a su alrededor y, instintivamente, empezó a acumular fuego en su interior para apartarlos a todos…
—¡DEJADLO EN PAZ! —gritó una atronadora voz.
No hubo una sola persona en aquella sala que osara moverse ante la imponente orden de Sasuke Uchiha, que se abrió paso velozmente entre los nobles, quienes tampoco fueron tan estúpidos como para interponerse en su camino hacia su prometido. Este caminó a paso rápido hasta el rubio y lo acogió entre sus brazos, tanto para calmarlo como para que nadie pudiera ver sus ojos.
—Ey, tranquilo, Naruto, estoy aquí, estoy contigo —le susurró.
—Sasuke, mis garras…
Él frunció el ceño hasta que notó algo afilado sobre su pecho, donde su prometido había dejado sus manos. Por un instante, recordó las marcas que dejó en la mesa aquella vez que discutió con Danzo y tragó saliva, pero se recompuso al instante al ver que más gente se estaba acercando para curiosear con la excusa de ayudar. Los asesinó con la mirada, retándolos a dar un paso más si tenían pelotas para discutir con él. Nadie lo hizo.
—¿Qué ha pasado? ¿Estás herido?
La voz de Naruto sonó algo ronca. Sasuke se estremeció, porque sonaba como a una especie de gruñido animal. Su prometido estaba fuera de control.
—Me ha tocado…
Sin embargo, al escuchar esas palabras, su furia se encendió.
—¡¿Qué?!
Naruto empezó a temblar violentamente y Sasuke supo que su prometido no podría aguantar mucho más. Echó un vistazo rápido a su alrededor, fijándose en toda la multitud que los miraba. Joder, no podía irse sin más, alguien tenía que dar una explicación a lo que estaba ocurriendo o la gente empezaría a sacar sus propias conclusiones y luego vendrían los chismorreos sin fundamento como que había sido una disputa de amantes, lo cual arruinaría la reputación de Naruto y, encima, beneficiaría al hijo de puta cabrón de Orochimaru… Además, tenía que explicar cómo es que el creador le había dado una paliza sin más, se suponía que el rubio no sabía pelear.
Sabía que debía protegerlo a toda costa de lo que había pasado, pero tampoco deseaba dejarlo solo en su estado. En ese instante, apareció su salvación: la reina Tsunade se abría paso con violencia entre sus invitados, preocupada por su amado nieto.
Sin pensárselo dos veces, y sin dejar de cubrir a su prometido, lo dejó en brazos de la mujer y le dijo:
—Llévele a sus aposentos, yo me encargo de todo.
Tsunade asintió y se llevó a su nieto, siendo escoltada por Gai, Lee y unos guardias más. Mientras tanto, Itachi, Sai, Neji, Shikamaru, Ino y Choji se acercaron para preguntar por Naruto, hasta Gaara tuvo el valor de acercarse para poder escuchar la conversación y asegurarse de que su rubio amigo estaba bien.
Sin embargo, Sasuke no dijo nada al principio; su cabeza planeaba a toda velocidad la escenificación que debía llevar a cabo, las palabras que iba a usar para explicar lo que había pasado, las acciones que debía emplear para que todo fuera convincente… Tampoco tuvo que pensarlo demasiado, pues, de todos modos, tenía unas ganas inmensas de hacer una cosa.
Ignorando a los que lo rodeaban, los hizo a un lado y fue directo a por Orochimaru, que empezaba a reponerse un poco e intentaba ponerse en pie con ayuda de Karin. Apenas la miró cuando le ladró:
—Aparta —y dicho esto, cogió al bastardo por el cuello de la túnica y lo empotró contra una pared, asesinándolo con los ojos—. ¡¿Quién coño te crees que eres para acorralar a mi prometido y meterle mano?! —gritó, enfurecido.
Las reacciones no se hicieron esperar: hubo exclamaciones de sorpresa e indignación por todas partes. Naruto podía ser un creador, pero eso no quería decir que hasta la población machista permitiera el maltrato o ataques de ese tipo, especialmente si era contra el esposo de otro hombre y si este, además, llevaba sangre real. Una cosa era pensar que las mujeres y creadores eran menos que los hombres, vale, de acuerdo, pero otra muy distinta era agredirlos físicamente, muy pocos países consentían un trato tan violento.
Y, afortunadamente para Sasuke, el Reino de la Hierba era uno de ellos, por lo que a nadie le sorprendería la actitud de Orochimaru.
Este lo sabía y, sabiendo que podía terminar muy mal, no dudó en contratacar:
—Él quería que lo hiciera… Me deseaba…
Sasuke apretó los labios.
—¿Y por eso estaba temblando? —preguntó en voz bien alta. Todo el mundo había visto lo alterado que estaba Naruto, él sabía que no era por miedo, sino por rabia, pero podía usar eso a su favor para manipular a la nobleza—. ¿Por eso ha intentado huir de ti? ¿Por eso estás sangrando? —Le dio un puñetazo en la cara. Eso también era convincente para los nobles, la típica rabia de un marido cuyo esposo había sido atacado pero lo cierto era que Sasuke lo había golpeado porque quería hacerlo, porque le enfurecía el trato que le había dado a Naruto, como si fuera una vulgar puta a la que manosear cuando le diera la maldita gana. Enfurecido, le dio otro puñetazo—. ¡Responde!
Orochimaru se vio acorralado. Sabía que había respondido sin pensar, y que, además, no había sido una buena explicación. ¿Qué iba a decir?, ¿que le ponía duro que le pegaran? Eso sería igual de malo, ya tenía bastante que hubiera rumores acerca de lo que le gustaba hacerles a las mujeres y de la muerte de su esposa. No, no podía retractarse ahora, tenía que encontrar otra salida…
—Él… solo se asustó…
—¿Qué? —preguntó Sasuke, seco.
—Se asustó…
—¿Con qué? No me jodas con que fue por el tamaño de tu polla porque nadie le da una paliza así por esa mierda —gruñó en alto antes de sonreírle con malicia—. Te ha dado una buena, ¿eh? Le he enseñado bien.
Orochimaru abrió los ojos como platos.
—¿Tú… le has…?
—¿Enseñado a defenderse? Sí, claro que sí, ¿o te creías que después de lo que dijiste acerca de joder su culo junto a tus amigos me quedaría de brazos cruzados a ver lo que pasaba? —Lo sacudió contra la pared y reafirmó su agarre sobre su cuello, clavando sus negros y hostiles ojos en él—. Le enseñé cómo patear el trasero de cualquier gilipollas que quisiera aprovecharse de él y, mira por dónde, me ha salido bien la jugada.
—Yo no… —balbuceó el otro hombre, asustado al verse sin escapatoria.
Sasuke lo golpeó otra vez.
—¿Qué? ¿Vas a volver a decirme que mi esposo quería algo contigo?, ¿que solo te pegó por probar?, ¿que eso os pone? —Otro puñetazo, más fuerte que antes—. ¡Pues si tanto te gusta que te golpeen, a ver cómo te sienta esto! —Le dio un rodillazo en el vientre, dejando sin aire al rey, y luego lo lanzó contra el suelo, jadeando de tanto gritar y golpear a ese desgraciado.
Nadie salió en favor de Orochimaru, para el resto todo estaba claro: el hombre había atacado al pobre príncipe rubio, el cual, asustado al comprender sus intenciones, se había defendido usando las tácticas que le había enseñado Sasuke para defenderse de desalmados como él. No es que fuera algo habitual para muchos que un creador supiera luchar un poco, pero no les pareció tan extraño si tenían en cuenta que el príncipe Uchiha provenía de un reino donde las mujeres peleaban; la mayoría no lo aceptaba, sí, pero nadie se atrevería a obligar a Fugaku a cambiar sus ancestrales costumbres y explicaba todo lo que había ocurrido.
Sasuke se sintió satisfecho al ver que su plan había dado sus frutos y que Naruto se encontraba a salvo de cualquier rumor, pero le duró muy poco al contemplar a la sabandija de Orochimaru, que tiritaba en el suelo. La ira ardió dentro de él, tentándolo a retarlo a un duelo, tenía derecho después de todo por tratar de mancillar el honor de su esposo… pero se detuvo al sentir una intensa mirada sobre él. Alzó la vista y se encontró con los ojos penetrantes de que su hermano, que le recomendaban sin palabras prudencia y buen criterio. Sí, podría matar a Orochimaru, técnicamente sería legal, pero también derramaría sangre el primer día de unas fiestas que se suponía que eran para celebrar su compromiso, unas celebraciones en las que su futuro pueblo había trabajado duro, y que se verían ensombrecidas si cometía actos que implicaran la muerte; le harían ver como el guerrero pirata que había sido durante tres años, uno que arreglaba las cosas con la fuerza bruta, en vez del buen rey que aspiraba a ser.
El debate interior fue difícil pero, al final, le ganó la razón, sobre todo al pensar en lo que haría Naruto, que era, después de todo, lo mejor para su reino: mostrar clemencia con Orochimaru, pues sus intenciones habían sido seducir a alguien a quien, al final, no había maltratado ni violado, no había cometido un acto violento contra nadie, pese a que estaba mal visto lo que había hecho, pero no lo suficiente como para condenarlo a muerte.
Cerró los ojos e inspiró hondo. No estaba contento con su decisión, pero sabía que era la correcta. Supuso que, en el fondo, eso era lo que significaba ser rey, al fin y al cabo.
—No vuelvas a acercarte a mi esposo, no toleraré semejante trato hacia él y mucho menos que trates de mancillar su honor difundiendo absurdas mentiras para salvar tu pellejo. Por esta vez, te dejaré en paz, teniendo en cuenta la paliza que te ha dado, pero la próxima, exigiré un castigo —advirtió en voz bien alta antes de mirar al resto—. Esto también va para todos los que en su día fueron pretendientes de mi prometido o que creen que sería divertido experimentar con él. Encuentro a alguien tratando de hacerle daño y os juro que se quedará sin manos. ¿Está claro?
Nadie habló, solo los que se dieron por aludidos agacharon la cabeza. A Sasuke le bastó.
—Bien —asintió para sí mismo antes de buscar a los guardias con la mirada—. Vosotros, llevad a su majestad a sus aposentos —dijo con desprecio y luego estudió al grupo de amigos de Naruto, centrándose en Shikamaru—. Shikamaru, quedas a cargo de los invitados hasta que la reina regrese. —Él habría escogido a Neji, pero su prometido le había hablado muy bien de ese joven y él confiaba en su juicio. Que todos parecieran muy contentos excepto el propio Shikamaru le dijo que había acertado con su decisión.
—Buff, menudo rollo… pero si me lo ordena el rey, supongo que tendré que hacerlo —comentó con cara de aburrimiento, encogiéndose de hombros. Un segundo después, el hombre ya estaba lanzando órdenes y tranquilizando a la multitud.
Una vez estuvo seguro de que la situación estaba controlada, se marchó a paso rápido del salón de baile, no sin antes intercambiar una mirada con su hermano, quien le miró con evidente orgullo por cómo había manejado la situación. Se internó en los pasadizos iluminados por antorchas y subió a los aposentos reales, las habitaciones reservadas para la familia real y sus más allegados, donde se encontraba su propia habitación y la de su hermano y Sai, pero la que estaba buscando se encontraba más al fondo, en cuya puerta vio la reina Tsunade conversando con Gai y Lee.
—¿Está bien? —les preguntó, un tanto inquieto por el estado de su prometido.
La mujer esbozó una sonrisa triste.
—Quería estar solo.
Él asintió, intuyendo que Naruto necesitaba estar a solas para evitar que nadie viera cómo sus poderes se salían de control. Miró a los dos soldados.
—Seguid vigilando a Orochimaru y su hija. Puede que no sean los que han estado detrás de los atentados, menos después de su absurdo plan de seducir a mi prometido, pero sigo sin fiarme de ellos.
Tsunade dio también su consentimiento y ambos hombres se fueron, dejándolos a solas. Ella ya suponía que el joven querría ver a su nieto y tranquilizarlo, y su intuición le decía que este estaría más dispuesto a ceder ante su futuro marido, lo cual la alegraba… pero, antes, había un par de cosas que necesitaba saber.
—¿Qué ha ocurrido con los invitados?
—He dejado caer que Naruto recibió insinuaciones no deseadas de Orochimaru —respondió Sasuke, apretando los puños. Todavía le dolía no haber podido golpearlo hasta reventarle la cara—. Tampoco es que sea una mentira, y luego su nieto se ha defendido con las tácticas que le he estado enseñando.
Tsunade levantó una ceja.
—Ah… ¿Así que le ha estado enseñando a defenderse?
Sasuke se encogió de hombros.
—Eso es lo que he dicho.
La reina sonrió, puesto que el príncipe no lo estaba negando ni afirmando. Hasta era capaz de proteger a su nieto de sí misma, sin titubearlo. Por supuesto que ella sabía que Naruto era más fuerte de lo que la mayoría creía, no es que supiera hasta qué punto llegaba su potencial, pero más de una vez le había visto dando un buen puñetazo a algún noble idiota que se había atrevido a ponerle la mano encima. Sin embargo, no diría nada por el momento. Si el Uchiha quería mantener las cosas que sabía de su heredero en secreto, ella no tenía ningún problema; en el Reino de los Bosques aún circulaban historias sobre los creadores y del inmenso poder que habían ostentado en su día… y ella conocía bien a Naruto. Él había sido precavido, pero hubo cosas que no pudo ocultarle cuando era más joven. No le importaba lo que fuera capaz de hacer, ella seguía amándolo y lo protegería pasara lo que pasara.
—Muy bien… En ese caso, supongo que yo di el visto bueno y estaba al tanto en caso de que me lo pregunten.
Sasuke le dedicó una breve reverencia.
—Gracias.
Le quitó importancia al asunto con un gesto de la mano.
—No, Sasuke, gracias a ti por haberte encargado de la situación. Si no hubieras actuado tan rápido, todo esto podría haberse vuelto contra nosotros.
El joven endureció la mirada.
—Le prometí que protegería a Naruto a cualquier coste.
Ella le sonrió de una forma misteriosa, le dio un toque en el hombro a modo de agradecimiento y después empezó a alejarse de los aposentos de su nieto para volver a atender a los invitados que aún estaban disfrutando de la fiesta, sabiendo que lo dejaba en muy buenas manos.
—Algo me dice que no estás haciendo esto solo por honor, Sasuke —murmuró para sí misma con satisfacción.
Por otro lado, Sasuke, una vez vio a la reina desaparecer, llamó suavemente a la puerta de Naruto. Le pareció oír un gruñido feroz al otro lado, pero la madera amortiguaba el sonido.
—¡Quiero estar solo! —exclamó el rubio desde el otro lado.
—Soy Sasuke.
Se hizo el silencio durante un minuto entero. Sasuke ya se estaba planteando si volver a llamar o incluso forzar la puerta cuando escuchó un crujido y esta cedió un poco. Entró con rapidez y cerró con llave para evitar ojos curiosos, y luego miró a su prometido. La buena noticia era que no estaba tan mal como había creído; sus ojos todavía eran rojos e inhumanos y su cabello estaba erizado, así como las marcas de sus mejillas eran más pronunciadas… aunque lo malo era que se paseaba de un lado a otro con evidente rabia mientras intentaba desabrochar sin éxito los pequeños botones de su túnica, puesto que sus largas uñas le dificultaban la tarea.
Sasuke fue hacia él y le cogió las muñecas con cuidado. Naruto hizo amago de zafarse de él pero, al reconocerlo, inspiró profundamente y dejó caer los brazos, permitiendo que el hombre lo arrastrara hacia su cuerpo.
—Ven aquí —susurró mientras colocaba sus brazos alrededor de su cintura. Su joven prometido obedeció dócilmente, pegando su cuerpo al suyo y apoyando la cabeza en su pecho, abrazándolo, aunque procuró no tocarlo con sus afiladas garras. Mientras tanto, Sasuke envolvió su cuello y empezó a desabotonarle los botones con gentileza, rozando su piel desnuda con sus dedos al mismo tiempo que plantaba tiernos besos en su cabeza y en su cuello, sabiendo que eso lo relajaría.
Una vez terminó de desabrochar la túnica, la hizo a un lado, dejando su esbelta y deliciosa espalda al descubierto para pasar las manos por ella, del modo en que sabía que a Naruto le gustaba, de abajo arriba y muy lentamente. Supo que su táctica surtía efecto cuando al fin sintió que los dedos de su futuro esposo se aferraban a su ropa, momento en que se dio cuenta de que sus largas uñas habían desaparecido. Sonrió al escuchar que dejaba escapar un suave suspiro de gusto.
Se apartó un poco y le alzó el rostro con una mano, manteniendo la otra en su espalda. Naruto lo miró con esos hermosos ojos azules, luciendo agradecido y arrepentido a la vez.
—¿Estás mejor? —le preguntó, acariciándole la mejilla.
Él suspiró:
—No sé cómo lo haces, pero es genial.
Sasuke sonrió, un poco orgulloso de sí mismo.
—Eres mi futuro esposo y sé lo que te gusta —dicho esto, lo besó en la frente y lo condujo a la cama para que ambos se sentaran a hablar—. ¿A qué venía tanto empeño por quitarte la túnica?
Naruto se sentó a su lado, muy cerca, no queriendo romper el contacto físico entre ambos, ya que era lo único que parecía apaciguarlo.
—Cuando cambio, tiendo a romper la ropa. Normalmente no me importaría, pero Ino se tomó la molestia de hacerme este traje y… es un regalo tuyo.
El varón no pudo evitar enternecerse por eso y lo estrechó contra su cuerpo, besándolo en la cabeza y volviendo a acariciar su espalda.
—Lo he estropeado todo, ¿verdad? —comentó el rubio, desanimado. Era consciente de que su reacción había sido exagerada… Bueno, no era eso exactamente, es decir, ese hijo de puta no era el primero que le sobaba el culo, pero sí había estado muy cerca de penetrarlo con los dedos y eso lo había puesto tan furioso que se había dejado llevar por su lado más salvaje. No pensó en las docenas de invitados que se sobresaltarían al ver a un rey siendo despedido por una ventana, en la impresión que daría y en las consecuencias que acarrearía para su pueblo… Dioses, había sido tan estúpido…
—En realidad no —respondió Sasuke, sorprendiéndolo—, de hecho, puede que hasta esto nos sirva para que esa sucia víbora de Orochimaru nos deje en paz.
Naruto se apartó un poco para mirar el rostro de su prometido con el ceño fruncido.
—¿Qué has hecho?
Sasuke procedió a explicarle lo que había pasado después de que él se fuera. El rubio se quedó con la boca abierta, sorprendido por la rápida agudeza del Uchiha y de cómo había manipulado la situación de tal forma que les beneficiara a ellos.
—Eso ha sido muy inteligente —reconoció, haciendo sonreír con altanería al varón.
—Las leyendas sobre mi astucia no me hacen honor.
Su prometido puso los ojos en blanco, aunque sonrió un poco, sabiendo que era una broma.
—Así que estamos cubiertos.
—Los nobles parecen habérselo tragado, y si no, me tienen miedo suficiente como para fingir que están de acuerdo conmigo —comentó Sasuke, encogiéndose de hombros.
Naruto tiró de él y le dio un cariñoso beso en la mejilla.
—Gracias, Sasuke, por esto y por todo lo que has hecho por mí. Lamento que tengas que salvarme todo el tiempo.
Este le lanzó una mirada seria y, sin previo aviso, lo colocó fácilmente sobre su regazo para rodear su cintura y clavar sus ojos en los de su prometido.
—Naruto, has estado toda tu vida luchando contra el mundo, deja que por este año sea yo quien lidie con los gilipollas de tu reino hasta que nos casemos y empecemos a cambiar las cosas —dicho esto, entrecerró los ojos y acarició su mejilla con suavidad—. Y no debes agradecerme nada, sabes que haría lo que fuera por ti.
El creador se puso rojo y apartó la vista, sintiéndose muy nervioso de repente y con el corazón galopando fuerte sobre su pecho. Últimamente, Sasuke estaba demostrando que podía provocar sensaciones en él que ningún otro hombre había logrado antes, pero ya no era solamente algo físico, sino más… emocional. Algo profundo e intenso que le hacía sentirse muy especial, aceptado, querido incluso. Sin embargo, no era el mismo tipo de cariño amistoso que le profesaban Lee o Kiba, ni siquiera Gaara, era… era… No lo sabía, y por eso mismo lo asustaba un poco, ya que no sabía cómo reaccionar ante ese extraño sentimiento.
Se distrajo cuando los brazos de Sasuke lo acomodaron sobre él para que acabara recostado en su torso. Suspiró suavemente al percibir sus fuertes músculos y se posicionó cómodamente contra él, pasando las manos por sus duros pectorales y cerrando los ojos para disfrutar de su cercanía. Llevaba todo el día deseando estar a solas con él…
Pero el Uchiha aún no había terminado de hablar.
—¿Ahora me explicarás lo que ha pasado exactamente con Orochimaru? —preguntó con cierta tensión en la voz.
Naruto hizo una mueca de fastidio. No le apetecía nada hablar de ese capullo, pero entendía que Sasuke se hubiera preocupado por su violenta reacción y, además, después de lo que había hecho por él al dar la cara en presencia de sus invitados, merecía todas las explicaciones que quisiera.
—Aproveché que los nobles me dejaron un momento en paz para salir al balcón a tomar aire. Al parecer, Orochimaru me vio y me siguió —dicho esto, arrugó la nariz, molesto al recordar su desagradable conversación con él—. Intentó hacerte ver como un canalla, aunque no me dijo nada que no hubiera oído antes.
Sasuke bufó.
—Patético, cada vez estoy más convencido de que no fueron él y Karin los que planearon lo del afrodisíaco y el sicario… pero siguen sin gustarme. ¿Qué pasó después?
—Discutimos un poco y luego él me acorraló y me besó.
El hombre gruñó y lo estrechó posesivamente.
—Pedazo de bastardo despreciable… —masculló antes de fruncir el ceño y mirarlo con atención—. Comprendo que te molestara. Joder, todavía sigo queriendo golpearlo, pero te conozco y tú no habrías reaccionado de esa forma si solo hubiera sido un beso… —Al decir esto, se calló un segundo y luego sus ojos brillaron con audacia antes de observarlo con los labios apretados—. ¿Qué más te hizo?
Naruto convirtió las manos en puños, todavía enfadado. Le asqueaba sentir todavía la fría mano de ese hombre sobre sus nalgas, tratando de apartar su ropa interior para penetrarlo.
—Metió la mano debajo de la túnica y trató de tocarme.
—¡¿QUÉ?! —rugió Sasuke, poniéndose rojo de rabia. No podía creer que esa sucia rata hubiera intentado “violar” a Naruto, ¡y encima enfrente de sus narices!, ¡en el puto balcón de la misma sala donde él estaba! Echó a temblar, consumido por la ira y las ansias de buscar a ese desgraciado para molerlo a palos, o mejor todavía, meterle una jodida lanza por el culo a ver qué tal le sentaba. Le dolía y enfurecía a partes iguales no haber estado lo suficiente atento como para no haberse dado cuenta de que su esposo estaba siendo atacado de ese modo; se suponía que él debía cuidarlo, velar por su bienestar, y ni siquiera se había percatado de que estaba en peligro. ¿Qué habría pasado si Naruto no supiera luchar?, ¿si no tuviera ningún poder?, ¿si hubiera estado indefenso ante un puto pervertido que podría haberlo violado? Él había escuchado en su momento los rumores que circulaban acerca de la muerte de su mujer, la cual se casó con él en contra de su voluntad, así eran las cosas en el Reino de la Hierba; se decía que la había atado a la cama y la había azotado hasta que se había desangrado por las heridas. Cuando trabajó para él no se lo había creído del todo, pensó que solo eran historias mórbidas para entretenerse, pero ya no estaba tan seguro.
La sola posibilidad de que pudiera haberle ocurrido algo a su rubio lo puso fuera de control, por no hablar de que sus entrañas ya ardían porque ese desgraciado hijo de perra le había tocado, ¡le había metido mano descaradamente! Odiaba pensar en que ese hombre le hubiera tocado, en imaginar su mano acariciando su suave trasero, buscando un lugar que estaba reservado únicamente para él, le hizo sentirse agresivo y muy posesivo de repente.
Naruto, al ver su estado, colocó las manos sobre su pecho y lo acarició suavemente para intentar calmarlo.
—Tranquilo, Sasuke, ya lo has arreglado todo y no ha pasado nada…
—¡¿Nada?! —exclamó, furioso. Sabía que tenía razón, que, al final, su joven esposo estaba sano y salvo y que esa serpiente malnacida había recibido su merecido pero, aun así… aun así… le jodía que le hubiera puesto la mano encima.
El creador cogió su rostro entre sus manos.
—Sasuke…
—¡Nadie puede tocarte! ¡Solo yo! —y dicho esto, lo agarró del cabello con firmeza y se apoderó de sus labios con rabia, queriendo borrar todo rastro de ese desgraciado en la cálida boca de su prometido. No era un comportamiento racional, era consciente, pero detestaba que pudiera tener todavía su sabor en la garganta, se suponía que solo debía sentirlo a él en su piel, que únicamente debía ser su cuerpo el que ocupara todos sus pensamientos, así como la necesidad de ser poseído por este.
Con esa idea en mente, y aprovechando que había tomado a Naruto por sorpresa, besó sus suaves y tiernos labios con voracidad, mordisqueándolos con cuidado hasta que los dejó enrojecidos y, después, penetró su boca con la lengua, barriendo su interior, ansioso por marcarla como suya, y luego jugó con la del rubio, seduciéndola y sometiéndola a su fuerte dominio, poco dispuesto a consentir que se apartara de él.
Su furia se enfrió un poco cuando su prometido gimió suavemente y envolvió su cuello con los brazos, pegándose a su cuerpo y devolviéndole el beso con esa dulzura que había logrado conmoverlo y calentar su duro corazón; que aceptara su toque tranquilizó el lado más posesivo de su ser, pudiendo entonces ralentizar sus rabiosos labios y lengua, y así disfrutar de la tierna boca del rubio, que metió los dedos entre los mechones de su cabello para mantener su rostro cerca del suyo, como si le dijera sin palabras que lo quería ahí y que amaba su contacto.
La ira se evaporó tan rápido como había aparecido, dejando espacio para la lujuria, que Sasuke permitió que hirviera a fuego lento bajo su piel. Sin dejar de hacerle el amor a los labios de Naruto con su lengua, esta vez de un modo más relajado, seductor y erótico, lo tumbó de espaldas sobre la cama, colocándose él encima con cuidado, apoyando los codos a ambos lados de su cuerpo para no aplastarlo, pero procurando también que no hubiera ni un milímetro de separación entre ellos, de forma que pudiera sentir cada curva delineada de los angulosos músculos de su torso, de su cintura, sus caderas, sus muslos… Puede que Naruto no fuera una mujer, pero no había duda de que Kurama lo había moldeado cuidadosamente para él, para que se fundieran perfectamente en un solo ser.
—Sasuke… —murmuró el rubio contra sus labios en un suspiro de placer.
Él se apartó un poco para recuperar el aliento y contempló su rostro; tenía sus deliciosos labios hinchados, el rostro cubierto por un adorable sonrojo y sus hermosos ojos brillaban por la pasión y el deseo insatisfecho.
—Naruto… —susurró él de vuelta, acariciándole el labio inferior con el pulgar—, no tienes ni idea de lo que me haces cuando tienes esa expresión.
Él le lamió el dedo de una forma que le hizo recordar a las veces en las que su linda boquita había descendido traviesa hasta su polla. Al parecer, esta también tenía buenos recuerdos, ya que se alzó furiosamente, luchando contra sus pantalones.
—¿Qué es lo que te hago? —preguntó en voz baja y sugerente al mismo tiempo que sus dedos masajeaban su cuero cabelludo. Sasuke estuvo a punto de gemir.
—Haces que quiera arrancarte la ropa y follarte —soltó sin pensar, excitado. Pero al darse cuenta de cómo lo había dicho, quiso darse de golpes contra la pared. ¿Cómo se le ocurría decirle algo así a alguien que era virgen? ¿Qué diablos pasaba con él? Ese de ahí era su Naruto, su amigo y esposo, no una de esas mujeres que se levantaban la falda y se sentaban en su regazo ofreciéndose a que las jodiera como quisiera.
Sin embargo, su prometido lo sorprendió de nuevo metiéndose su pulgar en la boca para chupárselo. Su miembro empezó a palpitar, sintiendo una intensa envidia de su dedo.
—Mmm… Pues hazlo.
Sasuke aspiró aire bruscamente, tratando de contener la necesidad de destrozar la bonita túnica que le había regalado, ponerlo boca abajo y embestir su sexy trasero hasta que le suplicara clemencia. Puede que se hubiera convertido en un canalla en el mar, pero no era un salvaje y no tomaría de esa forma a Naruto, merecía una primera vez suave con un hombre que lo apreciara lo suficiente como para procurar su bienestar y que disfrutara de la experiencia… y, para bien o para mal, ese hombre era él.
Aun así, a pesar de que deseaba desesperadamente poseerlo de una vez por todas, le preguntó:
—¿Estás seguro?
El creador liberó su pulgar tras lamerlo una última vez y tomó su rostro para besarlo lenta y profundamente. Sasuke se dejó hacer con un gemido, enredando sus dedos en su pelo, amando la forma en que su boca seducía la suya con ternura y pasión al mismo tiempo.
Cuando se separaron, Naruto dijo contra sus labios:
—Soy todo tuyo.
Esas palabras volvieron a despertar su lado más posesivo y gruñó, presionando su cuerpo contra el suyo y separando sus piernas con las rodillas para poder frotarse íntimamente contra él. Su rubio cedió con facilidad, otorgándole el control, y levantó sus caderas para incrementar el contacto entre ambos miembros. Un suave suspiro se escapó de su boca.
—¿Solo mío? —preguntó sin pensar con la voz ronca y sin dejar de mecerse contra el suave vaivén de su prometido.
—Solo tuyo —le respondió él sin dudar, lamiéndole el labio inferior.
Sasuke no pudo aguantar más y volvió a besarlo. Mientras tanto, sus manos buscaron el cuello de la túnica de Naruto y tiró de él hacia abajo, revelando sus hombros y bajando a lo largo de su esculpido torso, dejando la sedosa tela arremolinada alrededor de sus caderas. Una vez medio desnudo, se separó de la boca de su hermoso rubio y buscó su cuello con avidez, pasando su lengua por las zonas donde sabía que era más sensible, haciendo que este se aferrara a sus hombros y echara la cabeza hacia atrás mientras gemía de un modo totalmente erótico, como si le estuviera reafirmando que estaba preparado para que lo follara. Luego mordió suavemente su piel y la chupó con fuerza, sabiendo que dejaría una marca bien visible, para que todos supieran que ese sensual joven le pertenecía a él y únicamente a él.
Entonces, notó las manos de Naruto deslizándose por sus hombros hacia su pecho y después hacia la cintura, donde le quitó el cinto y le abrió la túnica con la clara intención de quitársela; se apartó solamente para que la apartara de sus brazos y la dejara en cualquier parte antes de volver a colocarse sobre su cuerpo, estando por fin piel contra piel. Él le lamió la línea de la clavícula y el creador pasó los dedos por su amplia espalda, haciendo que se derritiera bajo sus dulces caricias y que sus músculos se contrajeran.
Bajó un poco más sobre su cuerpo, deseando excitarlo lo suficiente para prepararlo, por lo que buscó sus pezones con la boca, los cuales se erizaron cuando los rozó con la punta de la lengua antes de morderlos con cuidado. Tal y como imaginaba, su rubio jadeó y clavó las uñas en su piel, diciéndole lo sensible que era en esa zona, pero él no tuvo la más mínima compasión y los chupó a la vez que los arañaba de vez en cuando con sus dientes para mantenerlos duros y erguidos.
—¡Ah! Sasuke…
Él sonrió por sus murmullos de placer y lo miró de reojo.
—Me encanta que seas tan sensible… y eso que no hemos llegado a lo mejor.
Naruto se puso aún más rojo, probablemente pensando en las cosas que habían estado haciendo las últimas noches. Ah, había disfrutado tanto masturbándolo, viendo cómo se corría una y otra vez… Y hoy volvería a hacerlo, pero en esta ocasión sería mucho más intenso, ya que por fin podría acariciar su entrada…
Ansioso por llegar hasta ahí, chupó y mordió su otro pezón mientras sus manos acariciaban su cintura y su vientre, le encantaba que tuviera una piel tan tersa y suave, la cual se estiraba sobre sus fuertes músculos cuando estos se tensaban bajo sus avariciosos dedos. Se apartó cuando escuchó que el creador gimoteaba, sin duda alguna por haber atormentado demasiado sus sensibles pezones, y descendió por sus abdominales a base de besos húmedos rematados con su pícara lengua.
—Mmm… Sasuke… —suspiraba Naruto con los ojos cerrados.
—¿Se siente bien?
El joven le miró y le sonrió.
—Perfecto.
Él le devolvió la sonrisa.
—Bien, porque ahora pasamos a terreno desconocido. ¿Estás listo?
Se sintió muy orgulloso de su prometido cuando este asintió sin dudar. Era un chico valiente, hacía mucho que lo sabía, pero lo que realmente le llegó a lo más recóndito de su alma fue que confiara lo suficiente en él como para entregarle su cuerpo, uno que aún no había conocido el dolor y el placer de una unión física, para que lo cuidara y le mostrara cómo disfrutar de las pasiones carnales.
En vez de quitarle el resto de la túnica, se apartó de él y se sentó sobre sus talones, quedándose entre sus piernas, las cuales todavía no había tenido ocasión de explorar, por lo que, lentamente, para no asustar a su joven esposo y que viera todo lo que pensaba hacer, dejó sus manos sobre sus muslos y los acarició de arriba abajo, gimiendo al sentir lo suaves que eran y cómo se tensaron bajo sus dedos antes de volver a relajarse. Pese a que deseaba mordisquearlos, se pidió paciencia a sí mismo y se deslizó hacia sus rodillas, y luego por el resto de las piernas. Una vez exploradas, cogió una y le quitó la sandalia, dejando su tobillo sobre su hombro, y después hizo lo mismo con la otra, dejando que las largas extremidades reposaran a ambos lados de su cabeza para poder acariciarlas.
—¿Estás bien? —le preguntó.
El pecho de Naruto subía y bajaba por su rápida respiración, y seguía tan sonrojado como antes. Aun así, asintió.
—Sí. Un poco nervioso.
Él le sonrió para infundirle confianza.
—No lo estés, por ahora solo voy a tocarte las piernas, ¿de acuerdo?
—Sí.
Sasuke acarició sus piernas con dulzura, queriendo relajarlo un poco. Después, bajó una de ellas hasta apoyarla sobre el colchón, pero la otra la mantuvo en alto, sosteniendo su pie con cuidado; despacio, le besó el dorso del mismo tiernamente, para que el rubio se hiciera una idea de lo que venía, y luego fue ascendiendo por su lisa piel hasta la rodilla, que lamió con lentitud, advirtiendo una vez más a su prometido de que ahora venía el plato fuerte. Al llegar al muslo, repartió besos húmedos y calientes antes de morderlo con suavidad, provocando que Naruto hundiera los dedos en las sábanas y se retorciera entre jadeos, anhelando que fuera más lejos. Sin embargo, Sasuke lo quería aún más ansioso y pasó al otro muslo, esta vez con más rudeza, marcándolo directamente con los dientes, probando hasta dónde podía llegar el creador. Este estaba mojado desde que el varón había estado jugando con sus pezones, y ahora que jugaba con sus muslos, que sentía arder, tenía su entrada palpitante y ansiosa, ya no le bastaba con que volviera a poner sus manos sobre su miembro.
Se sentó de un salto y agarró la melena de Sasuke para apartarlo. Este lo hizo con una sonrisa traviesa, como si acabara de hacer una trastada, y se sentó sobre sus talones antes de poner al rubio en su regazo para besarlo con pasión a la vez que masajeaba sus firmes y redondas nalgas.
—¿Ocurre algo? —Se hizo el tonto descaradamente.
—Demasiado intenso… —gimió Naruto, haciendo que el varón soltara una risilla.
—Ah, pero esa es la intención —dijo él, inclinándose para lamerle el lóbulo de la oreja, sintiéndose satisfecho al ver cómo el joven se estremecía entre sus brazos—. ¿Quieres que pare… o prefieres correrte?
—Haz que me corra —suplicó.
Sasuke le mordisqueó el cuello, complacido.
—Será un placer —dicho esto, deslizó sus manos por debajo de la falda, ansioso por tener por fin la oportunidad de acariciar el desnudo trasero de Naruto…
Espera.
¿Pero qué demonios…?
Se apartó de él abruptamente, aunque solo lo justo para mirarlo seria y lujuriosamente a los ojos. No podía ser, su prometido odiaba con todo su ser los vestidos, no era posible, de ninguna manera, que él hubiera…
—¿Qué ocurre? —preguntó Naruto al ver su extraña expresión.
Él aspiró aire antes de preguntarle muy lentamente:
—Naruto… ¿llevas lencería debajo de ese vestido?
Este se puso rojo hasta los orejas y apartó la vista, mordiéndose el labio inferior. Su polla saltó ante la confirmación y apretó los dientes, tratando de contener las ganas que tenía de arrancarle el vestido para ver las bragas; porque era eso lo que sentía, algún tipo de ropa interior parecido a las bragas, sedoso y suave, que abrazaba solo la mitad de las deliciosas nalgas de su rubio, lo cual quería decir que la mitad de su sexy culo estaría expuesto a sus ojos…
Su prometido se removió un poco, aún sin mirarle.
—Es que… hablé con Ino y… me dijo que te gustaría. —Se atrevió a observarlo de reojo—. ¿Ha sido una mala idea?
Él no podía hablar, así que soltó un gruñido lujurioso a la vez que clavaba los dedos en la tersa y suave piel de su trasero, justo por debajo de la lencería. Naruto jadeó por la sorpresa, instante que él aprovechó para apoderarse de su boca una vez más; fue un poco más brusco en esta ocasión, pero no podía evitarlo, debía reconocer que le ponía bastante duro el que ese sensual rubio se hubiera puesto ropa especial para él, sobre todo porque parecía haberlo planeado para seducirlo… y, dioses, cómo funcionaba. No había nada que deseara más en esos momentos que tenerlo desnudo con la única excepción de esa prenda diminuta.
De hecho, eso pensaba hacer.
Pese a que una parte de él odiaba separarse de los cálidos y tiernos labios de su rubio, que le devolvían cada beso con una intensidad y deseo acordes a los suyos, se apartó un poco, provocando que este soltara un gemido de protesta y que volviera a acercarse a él buscando su boca, pero lo detuvo con el pulgar, aunque no fue capaz de plantarle un beso rápido y húmedo antes de hablar.
—Quiero verla —dijo con la voz tan ronca que apenas la reconocía como suya.
Naruto lo entendió e hizo amago de echarse hacia atrás, de modo que Sasuke lo dejó y observó cómo se recostaba de nuevo en la cama con movimientos lentos e incitantes, sin dejar de mirarlo a los ojos, como si le estuviera haciendo esperar a propósito, provocando un fuerte sentimiento de anticipación. Aun así, se mantuvo quieto hasta que estuvo en una posición cómoda, solo después de eso sacó las manos de su falda y agarró el vestido para deslizarlo por sus piernas, siendo ayudado por su joven amante, que arqueó las caderas para ayudarlo.
Gimió al quitársela del todo, dejando a un sexy Naruto prácticamente desnudo en el centro de la cama, expuesto a su lasciva mirada: tal y como había sospechado, la lencería consistía en una fina prenda de seda parecida a las bragas que ocultaba su miembro, siendo apenas unas delgadas tiras en ambos lados de sus caderas; su color rojo oscuro, parecido al vino, acentuaba su deliciosa piel tostada, haciéndola ver tan dulce y exquisita como realmente era; su pecho y vientre se movían ligeramente al acelerado compás de su respiración, agitada por la expectación pero, al mismo tiempo, su cuerpo lucía relajado, confiado, era evidente que no tenía miedo de lo que iba a hacerle; su rebelde melena rubia estaba desparramada sobre el colchón, tan sexy y salvaje como era su dueño, y sus ojos azules, tan claros como el cielo de verano, ardían con una pasión que le hacía palpitar el corazón.
De repente, se sintió muy estúpido por haberlo menospreciado al principio, por haber pensado que su prometido jamás podría despertar el más mínimo deseo en él cuando era lo más bello y sensual que había visto en su vida, y eso que él podía presumir de haber estado con muchas mujeres, todas ellas hermosas… pero jamás podrían compararse con su Naruto. Ni física, ni mental, ni emocionalmente. Era como si realmente hubiese sido creado por los dioses.
—¿Te gusta? —susurró este entonces.
Sasuke devoró su cuerpo de arriba abajo, sin prisas, grabando cada detalle a fuego en su memoria.
—¿Gustarme? —Alzó una mano y la deslizó por su cadera, enganchando un dedo en uno de los tirantes de la prenda, muy tentado a quitársela—. Me vuelve loco… igual que tú —admitió con una sonrisa.
Naruto se la devolvió, haciendo que sus bonitos ojos chispearan de felicidad. Dioses, era tan hermoso cuando sonreía de esa manera… No era solamente lujuria lo que había entre ellos, como le había ocurrido con todas las mujeres con las que había estado, sino algo más profundo, algo muy especial y que le hacía sentirse unido a él de un modo que no lo había estado con nadie. Tal vez era porque ellas ni siquiera se habían molestado en conocerle, les había seducido más la idea de acostarse con el Príncipe Pirata que con Sasuke Uchiha, aunque tenía que reconocer que él tampoco había mostrado demasiado interés en sus amantes, para él habían sido poco más que una agradable distracción, en aquella época ni se había planteado en mantener a una de ellas a su lado por un tiempo indefinido. Pero con Naruto, para variar, era diferente, no solo le había cambiado, sino que también le había dado la oportunidad de demostrar lo que valía realmente, que no era un gilipollas que solo se preocupaba por sí mismo… al menos, no tanto como decía todo el mundo.
Queriendo que supiera de alguna forma que él era diferente a todas las demás, que lo que existía entre ellos era mucho más importante, se inclinó sobre su cuerpo y lo besó con toda la dulzura que era capaz de expresar, la cual fue correspondida de inmediato por los labios suaves de su prometido, que además le acarició el pecho, los hombros y el rostro, como si le estuviera diciendo sin palabras que había entendido el mensaje y que se sentía de la misma manera. Eso le produjo una agradable sensación que se instaló en su pecho e hizo que lo besara más apasionadamente, estrechándolo entre sus brazos como si así pudiera fundirse con él.
—Sasuke… —suspiró Naruto contra sus labios, devolviéndole el abrazo.
Sentirlo tan relajado, tan confiado, hizo que se sintiera en la obligación de recordarle su juramento. No quería que su dulce y valiente prometido hiciera nada por él, se sentiría mucho peor si, al final, le hacía daño y él aguantaba con tal de complacerle; se suponía que debía ser él quien lo cuidara esta vez, quien procurara que disfrutara esa experiencia.
—Sabes que podemos parar en cualquier momento, ¿verdad?, que no es necesario que hagas esto si no te sientes preparado.
El rubio lo besó otra vez y luego le sonrió, tomando su rostro entre sus manos.
—Lo sé, y estoy preparado.
Él se permitió mirarlo con un ápice de sospecha, haciéndole reír.
—¿Me prometes que me harás parar si te hago daño?
—Te prometo que lo sentirás si lo haces —replicó él con ojos traviesos.
Sasuke no pudo evitar sonreír al mismo tiempo que levantaba una ceja.
—¿Estás amenazando con morderme?
Naruto respondió mordisqueándole el mentón y después deslizando su lengua por su cuello. Un escalofrío lo recorrió entero cuando sus dedos se deslizaron hacia su columna y pasó las uñas por su piel en una clara invitación, él sabía lo mucho que le gustaba que hiciera eso.
—Joder, Naruto —gimió, inclinándose sobre su pecho para chuparle un pezón. Este reaccionó soltando un largo gemido de placer y arqueándose contra su cuerpo, haciéndole saber lo mucho que le gustaba que hiciera eso. Él gruñó satisfecho por su ardiente respuesta y decidió que ya era suficiente de juegos previos, que era hora de prepararlo.
Sin dejar de morder sus pezones, acarició su vientre un momento antes de descender en dirección a la unión entre sus muslos, haciéndole saber lo que iba a hacer; Naruto ya lo había aprendido en las últimas noches que habían pasado y no se resistió, al contrario, sus manos fueron hacia sus hombros y le clavó los dedos, anticipándose al intenso placer que estaba por venir.
Sasuke le apartó la lencería sin llegar a quitársela y agarró su pequeño miembro.
—¡Aaah! ¡Sí! —jadeó fuerte su rubio, contoneando las caderas como si le estuvieran follando. Eso le encantaba, verlo desesperado porque lo tocara, buscando sus caricias entre eróticos gemidos y con las mejillas encendidas, como si realmente estuviera dentro de él. Normalmente le haría rogar un poco, pero esta era una noche importante y necesitaba que estuviera tan mojado como le fuera posible, de modo que no le hizo esperar más y movió su mano de arriba abajo sobre su duro miembro, primero despacio, con cuidado de no hacerle daño y asegurándose de que estuviera listo para un ritmo más veloz. Por supuesto, Naruto tardó poco en exigirle que fuera más rápido, suplicando por alcanzar la cima, y él le dio lo que quería, acelerando las embestidas de sus dedos.
—¡Sasuke, Sasuke! ¡Aaaah!
—Vamos, Naruto, sé que quieres llegar —lo animó él sin dejar de observar su rostro, disfrutando del placer que le proporcionaba.
Naruto gritó con fuerza y todo su cuerpo tembló, arrasado por el orgasmo. Sasuke le masajeó la erección para relajarlo un poco y besó tiernamente sus labios entreabiertos, que buscaban aire agitadamente.
—Eso es… —ronroneó—. Te gusta, ¿verdad? Se siente bien cuando te toco así.
—Sabes que sí —murmuró el joven, abriendo un poco los ojos para mirarlo. Estos todavía estaban nublados por el placer.
Sasuke sonrió y lo tomó por las caderas.
—Date la vuelta. Lo que voy a hacerte ahora va a sentirse mucho mejor.
Su esposo gimió, pero obedeció y se quedó boca abajo sobre la cama, mostrándole su delicioso trasero, cubierto a duras penas por la prenda de seda; como había imaginado, tan solo cubría la mitad de sus nalgas, redondas, firmes, tersas y, maldita sea, podía ver que estaban un poco manchadas de humedad, confirmándole que Naruto estaba listo para que lo penetrara.
Le acarició el trasero, gruñendo al sentir la seda sobre su piel suave, era jodidamente caliente.
—Mierda, Naruto, eres la fantasía sexual de cualquier hombre.
Él lo miró por encima del hombro.
—¿La tuya también?
—Sobre todo la mía —dijo con la voz ronca mientras enganchaba los dedos en la prenda—. ¿Puedo quitártela? No tengas miedo, no voy a follarte aún, pero usaré mis dedos en ti para probar cómo te sientes, ¿está bien? —le pidió permiso. No quería que tuviera miedo, por eso le decía lo que planeaba hacer, así no le tomaría por sorpresa ni se asustaría.
—Vale —asintió Naruto.
Sasuke inspiró hondo y deslizó la lencería por sus piernas lentamente, acariciándolas en el proceso, queriendo darle cierta tranquilidad a su prometido, asegurarle de que sería muy cuidadoso con él. La dejó caer en alguna parte y luego masajeó sus nalgas, sonriendo al ver que eso parecía gustarle a su rubio, puesto que empezó a gemir suavemente de puro gusto, aunque no supo si era porque acababa de correrse o porque tenía un culo sensible.
Finalmente, pasó un dedo entre sus nalgas, tanteando su entrada; era rosada y estaba más mojada de lo que había pensado, lo que hizo que se tragara un gruñido de deseo, que Naruto, en cambio, no acalló cuando notó que lo tocaba en esa zona, llegando incluso a abrir un poco más los muslos, ofreciéndosela. Eso lo puso muy duro y agradeció llevar puestos los pantalones todavía, ya que parecía pequeña, estrecha y muy acogedora para su polla. Impaciente por probarla, la rodeó con el dedo, esparciendo la humedad para que la penetración fuera más fácil, y luego lo introdujo muy suavemente.
—¡Aaaaah! —chilló Naruto.
Sasuke se detuvo de inmediato, alarmado.
—¿Te he hecho daño?
—No —jadeó él—. Sigue.
Un tanto dubitativo, continuó internándose dentro de él al mismo tiempo que vigilaba atentamente a Naruto, temiendo que no hubiera sido sincero con él. Sin embargo, se quedó con la boca abierta al ver el modo en el que arañaba la cama, cómo echaba la cabeza hacia atrás y la forma en la que sus músculos se flexionaban sensualmente bajo su piel. El largo gemido ahogado que escapó de su garganta solo confirmó lo que ya sospechaba, que le encantaba que lo penetraran. Para estar seguro, retiró su dedo, provocando que Naruto gimoteara de necesidad, y luego lo embistió más fuerte y profundo, viendo hasta dónde podía llegar.
—¡Aaaaah! —gritó otra vez mientras se estremecía.
Sasuke gruñó, complacido y duro por su reacción.
—¿Te gusta esto? —preguntó, sacando y metiendo el dedo otra vez.
—¡Aaaah! ¡Sí!
—Sí, ¿eh? —ronroneó él, ahora sonriendo mientras lo embestía, en esta ocasión más suave pero sin pausa, a la vez que separaba sus piernas con las rodillas y las mantenía bloqueadas, de forma que sus nalgas se abrieran y su entrada estuviera más expuesta, así lo sentiría más fuerte. Su teoría dio sus frutos cuando volvió a penetrarlo un poco más duro y rápido, haciendo que Naruto chillara e hiciera amago de intentar apartarse, pero Sasuke lo inmovilizó agarrándolo por la cadera con su mano libre—. No lo hagas, Naruto, no huyas.
—Se siente muy fuerte… —se quejó él—. Es como si doliera, pero diferente.
—Es porque eres muy sensible —dijo Sasuke con voz suave y sugerente, acariciando una nalga mientras su dedo seguía jugando con su entrada, que parecía humedecerse por momentos—. Sé que es intenso, pero no te resistas, te prometo que te sentirás muy bien.
Al rubio le costó un poco, pero logró mantenerse quieto en su sitio a base de aferrarse fuertemente a las sábanas y de dejar salir su necesidad en forma de gritos y súplicas que Sasuke atendió sin vacilar; golpeó duramente su trasero una y otra vez, primero con un único dedo, dilatando su entrada, comprobando cómo de profundo era y disfrutando de su interior húmedo y caliente, el cual estaba tan prieto que era como si tratara de aferrarse a su dedo para que no saliera. Su amante se corrió tan rápido y tan fuerte que se le escapó una maldición por las ganas de follarlo. Entonces, impaciente porque eso ocurriera, metió un segundo dedo con cuidado… que Naruto recibió con un nuevo grito de placer.
—¡Aaah! ¡Sasuke!
Él gruñó como respuesta.
—Joder, Naruto… Si esto te gusta, imagina cómo sentirás mi polla dentro de ti.
—¡Mmm! —gimió él, mordiéndose el labio—. Hazlo, Sasuke.
Se inclinó sobre su espalda para mordisquearle la oreja, sin dejar en ningún momento de embestir suavemente su dulce entrada, dándole placer.
—Aún no —ronroneó en su oído—. Soy grande y no quiero hacerte daño, necesito que estés muy mojado… —Le dio un beso húmedo en el cuello antes de morder un poco su piel, sonriendo al notar cómo su rubio se estremecía—. ¿Cuántas veces debería hacer que te corras? ¿Tres? ¿Cuatro…? Tal vez quieres llegar hasta cinco.
Naruto tembló bajó él y soltó un largo gemido cuando lo penetró un poco más fuerte.
—Por favor, Sasuke, no juegues conmigo —suplicó él, moviendo las caderas al compás de sus dedos, anhelando el orgasmo.
—No estoy jugando, te estoy preparando —replicó Sasuke, besando esta vez uno de sus hombros—. Te lo he dicho, te quiero caliente y mojado para mí.
—Ya lo estoy… —jadeó el creador, aferrándose a la almohada.
—¿En serio? —preguntó, embistiéndolo otra vez con fuerza.
—¡Aaaaah! ¡Sí!
Sasuke sonrió y siguió penetrándolo, satisfecho porque estuviera tan húmedo que podía hacerlo rápido y duro y, así, catapultarlo a un poderoso orgasmo.
—¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Sasuke! —gritó.
—Córrete para mí, Naruto —gruñó él antes de morderle el hombro.
Su rubio gritó mientras se estremecía bajo su cuerpo, presa de una intensa ola de placer que lo dejó tembloroso y jadeante. Sasuke sacó sus dedos de su interior y lo abrazó mientras lo besaba en la espalda.
—¿Estás bien? —le preguntó en un susurro.
Naruto giró la cabeza. Tenía las mejillas muy rojas y los ojos brillantes por la lujuria, pero le sonrió y buscó sus labios, que Sasuke entregó sin dudarlo. Se besaron con ternura unos momentos y luego se separó para frotar su mejilla con la nariz; su prometido aceptó sus caricias encantado, por lo que supo que se encontraba bien y bastante relajado… Era el momento.
Lo besó en el cuello y se alejó lentamente de él.
—Date la vuelta.
El rubio obedeció y se estiró en la cama, exponiendo su hermoso cuerpo a sus viciosos ojos, que no se cansaban de la visión de su tersa piel bronceada, sus músculos ondulados, su pelo dorado revuelto, sus brillantes orbes azules… ni de sus muslos abiertos y su rosada entrada, lista para él.
Inspiró hondo y se bajó de la cama, quedándose en pie para quitarse los pantalones despacio, dándole tiempo para que le detuviera. No lo hizo, su intensa mirada estaba clavada en él con expectación y un adorable rubor en las mejillas. No es como si Naruto no hubiera visto su polla antes, de hecho, las últimas noches la había tenido en su boca, pero entendía que estuviera un tanto nervioso por lo que estaban a punto de hacer.
Una vez completamente desnudo, volvió a subirse al colchón y avanzó a gatas hasta su joven amante, colocándose suavemente sobre él para besarlo con ternura, queriendo transmitirle seguridad y confianza, una promesa de que haría hasta lo imposible para que disfrutara de esa experiencia.
—Aún estás a tiempo, Naruto —susurró, dándole la oportunidad de detenerse.
Su testarudo y valiente prometido negó con la cabeza, tal y como pensaba que haría. Este cogió su rostro entre sus manos y le dio un beso profundo y cálido que hizo palpitar su corazón.
—Quiero esto —dijo contra sus labios antes de abrazarlo por el cuello, manteniendo así su cuerpo pegado al suyo.
Sasuke sonrió, nuevamente orgulloso de él, y siguió plantando besos suaves en su boca mientras sus manos recorrían su cuerpo y se posicionaba mejor entre sus piernas.
—Seré muy suave e iré muy lento —murmuró, haciéndole saber lo que iba a ocurrir para que estuviera preparado y no se asustara—. Me sentirás más apretado que cuando he usado mis dedos, te tensarás de forma instintiva, pero relájate, no te forzaré más allá de lo que puedas aguantar, ¿de acuerdo? —Su hermoso prometido asintió, sin una pizca de miedo en sus bonitos ojos, y no pudo resistir la tentación de besarlo otra vez con pasión, admiraba la valentía de su esposo—. Avísame si te hago daño, o si quieres que pare, lo que sea que necesites.
Naruto sonrió con una chispa de diversión.
—Creo que tú estás más nervioso que yo.
—Lo estoy. Quiero que sea bueno para ti —admitió. Con cualquier otra persona, jamás habría reconocido algo similar, pero ese era su Naruto, su amigo y amante, su futuro esposo, su compañero de por vida. Confiaba en él, lo apreciaba más de lo que podría haber imaginado y, con él, no sentía que fuera una debilidad admitir sus temores, sabía que él nunca se burlaría de sus inseguridades.
Su rubio lo miró intensamente a los ojos, una emoción que no lograba identificar brillaba en ellos, pero hizo que su corazón tartamudeara.
—Ya lo es, porque es contigo.
Algo se removió dentro de él, algo profundo y poderoso que lo llenó y lo inundó de una sensación muy cálida y conmovedora. Solo Naruto tenía ese efecto sobre él, solo él conseguía que se sintiera como el gran hombre que quería ser, que creyera que era capaz de convertirse en un buen rey… y en un digno marido para él.
Fundió sus labios con los suyos con pasión, entrelazando su lengua con la más dulce de su prometido, que le devolvía los besos con esa mezcla de lujuria y cariño a la que se había vuelto tan adicto, probablemente porque él era la única persona que lo había besado de esa manera, como si fuera algo más que un trozo de carne del que disfrutar. Notó sus dedos en su cabello, acariciándolo, haciéndole gemir suavemente, seducido por su tacto dulce, y lo abrazó mientras su miembro presionaba cuidadosamente su entrada, probando su humedad. Sentir lo mojado que estaba le hizo gruñir, tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no embestirlo de una sola vez; había sentido el interior de su rubio con los dedos y sabía que se sentiría increíble follarlo, por lo que volvió a apoyar las manos en el colchón para aferrar las sábanas, conteniendo las ganas de golpear su lindo trasero con fuerza.
En cuanto se sintió lo bastante seguro de que no sería un animal con su prometido, empujó suavemente las caderas contra su culo, gimiendo cuando notó cómo su entrada cedía dócilmente, permitiéndole el paso a su caliente y húmedo interior. Maldita sea, era mucho mejor de lo que había soñado; Naruto era tan estrecho que sentía la punta de su polla apretada del modo más acogedor y erótico posible, pero no necesitaba ser muy duro para abrirse paso, estaba tan mojado que su pene podía deslizarse sin problemas… Además, el sensual jadeo de su rubio y el modo en el que se agarró a sus hombros le dijo que, por ahora, lo estaba disfrutando tanto como él.
—Aaah… Mmm… Sigue, Sasuke —le pidió entre gemidos. Sus mejillas volvían a estar ardiendo y tenía una expresión de puro placer en el rostro que lo ponía aún más duro de lo que ya estaba.
Él gruñó y siguió empujando muy lentamente, esperando encontrar cualquier signo de resistencia tarde o temprano; sabía que a las mujeres se les desgarraba el himen la primera vez y, aunque Naruto era un creador, suponía que ocurriría algo parecido, que tendría algún tipo de músculo que haría de barrera… Sin embargo, a medida que iba adentrándose en su interior, haciendo que su esposo jadeara cada vez más fuerte, lo único que hallaba era una profundidad caliente y húmeda que se abría ante él dándole una lujuriosa bienvenida, provocando que la polla le doliera y que se le escaparan gemidos de deseo con cada centímetro que era acogido en su interior.
—Aaaah… Aaaaaah… Más, Sasuke, más —suplicó su amante, deslizando sus uñas por su espalda, haciendo que toda su piel se erizara y que estuviera a punto de mandar su control a la mierda.
—Tranquilo, Naruto… —dijo él con la voz tan ronca por la necesidad que no se reconocía a sí mismo—. Despacio, despacio… —se recordó a sí mismo, empujando un poco más, metiendo más de la mitad de su miembro.
—¡Aaaaaaah! —gritó su rubio, arañándole la espalda con tal pasión que Sasuke rugió, enviándolo todo al Diablo y penetrándolo hasta el fondo. Ambos gritaron cuando alcanzó el punto más sensible de Naruto, quien se estremeció entero antes de arquear las caderas, ofreciéndole su cuerpo—. ¡Sí, Sasuke, sí! ¡Fóllame!
Todas sus buenas intenciones se desvanecieron en la neblina sexual que lo había poseído y obedeció la exigencia de su esposo; lo embistió salvajemente a un ritmo frenético, sintiendo cómo su entrada parecía aferrarse a él como si no quisiera dejarlo ir antes de volver a acogerlo en su caliente interior, abrazando fuertemente su polla, como si lo estuviera masturbando. Se perdió en su cuerpo mientras Naruto se aferraba a él y lo llamaba entre gritos de placer, suplicando por alcanzar el clímax; no pudo negarse, siguió galopando apasionadamente sobre él mientras lo besaba y mordía su cuello, golpeando ese punto íntimo una y otra vez. Bastaron unas pocas embestidas certeras para que su rubio se corriera pero, aun así, no se detuvo ni le dio tiempo para recuperarse, al contrario, lo folló más duro, fascinado por la intensidad de su unión, las olas de calor que lo estaban arrasando por dentro, la electricidad que parecía estar crepitando en el aire. Por supuesto, Naruto no aguantó la deliciosa tortura a la que lo estaba sometiendo y le costó muy poco llegar a un nuevo orgasmo, seguido por nuevas penetraciones, más rápidas, fuertes, cargadas de un deseo sexual que lo arrojaron bruscamente a un nuevo estallido de placer. Cuando ya se había corrido cuatro veces, Sasuke supo que no podría aguantar mucho más… igual que su amante.
—¡Aaaah! ¡Sasuke, Sasuke! ¡Voy a…!
—¡Aguanta! —le ordenó él sin dejar de moverse dentro y fuera de su cuerpo.
Su hermoso rubio lo miró suplicante con esos bellos ojos sumidos en la neblina del placer.
—No… No puedo… —gimoteó.
—Aguanta por mí —gruñó en voz baja, sobre sus labios—, córrete conmigo.
Naruto se mordió el labio inferior de un modo totalmente sensual al mismo tiempo que cerraba los ojos con fuerza y le clavaba los dedos en el culo. Sintió su interior tensarse, conteniéndose, rodeando fuertemente su polla de tal forma que golpeó su entrada más rápido. Su esposo gritó otra vez de agónica necesidad, una súplica para que le dejara llegar al orgasmo; él no pudo evitar sonreír, adoraba verlo tan deseoso y que, aun así, estuviera aguantando por él.
Lo penetró más fuerte, sintiendo que iba a estallar, y rugió:
—¡Ahora!
—¡Aaaaaah! —chilló Naruto, temblando bajo su cuerpo.
Sasuke se dejó arrasar por una oleada de fuego y su semilla se derramó en el interior de su prometido. Jadeó mientras se convulsionaba un poco, tratando de recuperarse del poderoso e intenso clímax a la vez que ralentizaba el ritmo de sus embestidas, escuchando los suaves gemidos que se escapaban de la garganta de su rubio.
Joder, ese había sido el mejor sexo de su vida; Naruto no había tenido ninguna barrera que le impidiera entrar o que tuviera que romper, solamente era… profundo, estrecho, caliente y húmedo. Había sido intenso e increíble, ninguna de las mujeres con las que había estado le habían hecho sentirse de ese modo, ni tampoco habían reaccionado tan fuertemente a él.
Se dejó caer sobre su cuerpo y lo abrazó, enterrando el rostro en su cuello. Por regla general, se apartaba de sus amantes nada más terminar de joder con ellas pero, esa vez, no sintió la necesidad de hacerlo, al contrario, le gustaba permanecer unido a su rubio y aspirar su aroma. Este le correspondió envolviendo los brazos alrededor de su cuello y dedicándole dulces caricias en el cabello mientras plantaba besos en su hombro; lo relajó tanto que cerró los ojos.
—¿Estás bien? —murmuró.
Naruto hizo un sonido desde la garganta que sonó a una perezosa afirmación.
Entonces, se preguntó si le habría hecho daño; su rubio no se había quejado de que lo hubiera hecho, pero claro, ambos se habían emocionado un poco y él había perdido el control… y eso que él había querido ser suave y delicado con él. Santa mierda, a Naruto también le gustaba duro y, por mucho que eso lo pusiera caliente, temía haber sido demasiado brusco y que estuviera dolorido, al fin y al cabo, era su primera vez.
Se apartó lo justo para poder mirarlo a los ojos. Él los tenía cerrados, pero los abrió un poco al notar que se movía y lo observó con un brillo feliz en los ojos que hizo que su corazón tartamudeara. Le encantaba ver esa expresión, sobre todo si él era quien la provocaba.
—¿Te he hecho daño en algún momento? ¿Estás dolorido?
Naruto sonrió y lo besó en los labios suavemente al mismo tiempo que sus dedos recorrían su espalda de arriba abajo, descendiendo sin prisas por su piel. Él gimió ante la caricia y le devolvió el beso con la misma ternura, amando la forma en que su lengua seducía la suya y su boca parecía disfrutar de su toque.
Entonces, las manos del rubio llegaron hasta su culo y le dio un apretón que le hizo jadear y mirarlo sorprendido. El joven le sonrió con picardía y presionó sus caderas contra las suyas, haciendo que su polla volviera a cobrar vida.
—Me duele por ti… —ronroneó él, lamiéndole el labio inferior—. Fóllame otra vez.
Sasuke gruñó y se apoderó de su boca de nuevo a la vez que se retiraba de su interior y lo penetraba de nuevo. Naruto gimió, aferrándose a su trasero para animarlo a golpearlo más fuerte.
Ambos se perdieron el uno en el otro durante el resto de la noche.


No tenía ganas de despertarse, estaba agotado, tenía el culo y los muslos doloridos y quería seguir abrazado a la almohada caliente que le acariciaba la espalda… Espera, ¿qué?
Abrió los ojos de golpe, encontrándose apoyado sobre unos pectorales de músculos duros y perfectamente delineados que reconoció enseguida. Entonces recordó todo lo que había ocurrido la noche anterior y se sonrojó, levantando la cabeza para encontrarse con unos ojos negros que lo miraban con calidez.
—Hola —le saludó Sasuke en voz baja, acariciándole el cabello.
—Hola —respondió con timidez.
El varón le sonrió y le besó en la cabeza mientras lo abrazaba, haciendo que su vergüenza desapareciera y se sintiera inmediatamente seguro y protegido. Cerró los ojos y envolvió los brazos alrededor de su cuerpo.
—¿Ya es de día?
—Sí, pero olvídate de eso y descansa, hemos estado toda la noche despiertos —dicho esto, lo miró con un atisbo de inquietud—. ¿Cómo estás?
—Bien. Dolorido, pero bien.
Sasuke puso cara de pocos amigos.
—Te dije que no tendríamos que haberlo hecho tantas veces, era tu primera vez —lo reprendió.
Naruto se mordió el labio, pero sonrió. La verdad era que no estaba nada mal llegar a hacerlo hasta seis veces para alguien que era virgen, ni siquiera podía recordar cuántos orgasmos le había provocado Sasuke pero, para cuando terminaron la sexta vez, sabía que estaba tan cansado que fue cerrar los ojos y quedarse profundamente dormido.
—Oye, acabo de descubrir el sexo y tú eres mi futuro marido, se supone que debes complacerme.
Su prometido le lanzó una sonrisa sugerente e inclinó su rostro sobre el suyo.
—¿Acaso no te complací bastante anoche? —le preguntó con voz sugerente antes de besarlo. Naruto suspiró y le correspondió, posando las manos sobre su pecho y dejando que los dedos de su marido bajaran por su cuerpo hasta sus nalgas. Pese a que le dolían, se sintió mucho mejor cuando lo acarició con suavidad, apreciando su piel, la curva de su trasero, tanteando su entrada… Se estremeció y le mordió el labio inferior con un gemido. Sabía que no debería volver a hacer el amor con él en su estado, pero… era muy difícil resistirse; lo de anoche fue algo increíble para él, fue intenso y apasionado, pero más que eso, Sasuke le hizo sentir especial, no fue como otros hombres que le habían mirado como si fuera un vulgar objeto, no fue como Gaara o Sai, que solo se habían preocupado por sus propias necesidades y sentimientos, o como Orochimaru, para el que era poco más que otra pieza coleccionable en su harén de mujeres, una muy rara y, por tanto, valiosa. Con Sasuke no se sentía como si fuera una cosa decorativa, lo trataba como su igual, lo cuidaba y lo protegía, y anoche estuvo tan preocupado por él, fue tan cuidadoso y después tan… tan apasionado y sexy…
De repente, unos golpes bruscos en la puerta lo sobresaltaron y Sasuke lo cubrió instintivamente con la sábana.
—¡¿Se puede saber qué está haciendo, alteza?! —gritó la furiosa voz de Koharu—. ¡Los invitados llevan una hora esperando a que se presente al desayuno! ¡Es inaudito que…!
—¡LARGO! —rugió Sasuke, haciendo que Naruto saltara un poco.
Hubo un tenso silencio durante un minuto antes de que Koharu balbuceara:
—¿A-a-alteza Uchiha?
—¡Mi esposo está indispuesto!, ¡déjelo tranquilo! —bramó.
No hubo respuesta, pero Naruto logró escuchar sus pasos apresurados repiqueteando por el pasillo de piedra. Sonrió, un tanto sonrojado porque su prometido le había salvado otra vez.
—Menudo susto se ha llevado.
Sasuke resopló:
—Estábamos teniendo un momento íntimo y nos ha interrumpido. Además, ¿por qué coño nos avisa ella?, se supone que los sirvientes están para eso.
—Pero esta vez hay invitados y yo soy el motivo por el que están aquí… Bueno, en realidad somos tú y yo, pero tú eres un hombre y puedes dormir hasta tarde.
—Tu abuela es la anfitriona de todo esto, ella es la que se encarga de atenderlos, y de todas formas, casi todo el mundo estará durmiendo por la borrachera que pilló anoche en el baile. No es necesario que estés tan temprano, no hay ningún evento importante hasta la noche.
—Ya, pero ya sabes cómo es el Consejo —dicho esto, pensó en su estado y se puso rojo hasta las orejas—. Mierda, Sasuke, no puedo salir así, estaré cojeando.
—Pues claro que no, estás dolorido, has dormido poco y tienes que descansar —exigió el varón, acomodándolo en sus brazos y besándolo en la cabeza—. Deja que Tsunade se haga cargo de los caprichos de los nobles y duerme, yo me quedaré contigo.
Naruto tuvo que admitir que la idea sonaba más que tentadora y, tal y como decía Sasuke, no tenían nada importante que hacer la noche, en la que se celebraría otro baile, era tradicional que hubiera una serie de fiestas tras el día del anuncio oficial que la aristocracia aprovechaba para reforzar lazos o crear alianzas entre distintos reinos, además de que sería muy beneficioso para su país, puesto que invertirían más dinero en sus productos y puede que hicieran encargos comerciales importantes. El problema era que el Consejo seguía queriendo exhibir sus caderas fértiles para dar fe de que habría un heredero pronto y mostrar su “feminidad” para contar con el apoyo de los imbéciles machistas con los que se veían obligados a tratar. Solo esperaba que, cuando Sasuke fuera rey, pudiera dejar todas esas chorradas.
Al pensar en asegurar su linaje, recordó algo y levantó la cabeza para mirar a Sasuke.
—Sasuke, hay algo que quiero comentarte… pero no quiero que te enfades.
Este lo miró con el ceño fruncido.
—Claro que no. Dime.
Él se mordió el labio, sabiendo que era un tema delicado, sin embargo, era importante que lo hablaran.
Le tocó el pecho, acariciando la línea de su clavícula.
—Yo… me alegro de que me hayan comprometido contigo —empezó a decir con cuidado—; eres un buen hombre y creo que serás un gran rey para mi gente. Sé que es mi deber y mi responsabilidad dar a luz al heredero al trono, perpetuar nuestro linaje… pero aún no estoy preparado para tener un bebé —soltó, esperando que eso no le molestara.
Sasuke parpadeó, sorprendido.
—Naruto, por supuesto que no voy a enfadarme contigo. Puede que tengas la mayoría de edad, pero aún eres bastante joven y no hay necesidad de que tengamos hijos de inmediato.
Él suspiró, aliviado porque su prometido no tuviera prisa en tener niños.
—Gracias, Sasuke, muchos se habrían ofendido por eso.
El varón resopló.
—La mayoría son imbéciles que piensan que eres poco más que una yegua de cría, no es mi caso. Creo que nuestra prioridad ahora es que me enseñes cómo funciona tu reino y la mejor forma de dirigirlo, y cuando nos casemos, hay muchas cosas que tenemos que cambiar. No nos corre prisa tener un heredero… y… —se calló de repente, apartando la vista con un destello de arrepentimiento en ella.
Naruto le cogió el mentón y le obligó a mirarlo.
—Eh, ¿qué ocurre?
Sasuke le dedicó una mirada de culpabilidad.
—Yo tampoco estoy preparado para tener niños. Quiero decir, no pienses que no me gustaría formar una familia contigo, creo que eres el único en el mundo con el que querría hacerlo, pero ya sabes cómo soy y no estoy seguro de que tenga madera de padre.
El creador sonrió un poco, comprendiendo sus temores, y le acarició un mechón de cabello.
—Sasuke, nadie nace sabiendo cómo ser un buen padre, o cualquier otra cosa, es algo que se aprende con el tiempo. No te preocupes por eso, ya nos haremos cargo cuando sea el momento —dicho esto, lo besó en la mejilla, a lo que el hombre le correspondió con una sonrisa agradecida—. Entonces, ¿te parece bien si tomo medidas para no quedarme embarazado?
—Sí —dicho esto, frunció el ceño—. ¿Puedo pedirte algo a cambio?
—Claro —respondió sin pensárselo.
Sasuke le cogió ambas manos y lo miró con seriedad.
—No quiero que tomes té de clavos. Sé que es el método más efectivo para evitar el embarazo, pero también puede provocar daños graves en el estómago si se toma muy seguido, podría ser peligroso para ti. —Hizo una pausa, bajando la vista un segundo hasta su vientre antes de volver a buscar sus ojos—. Prefiero mil veces que te quedes en cinta antes de que te enfermes.
Naruto entendió su petición y le frotó los dedos con los suyos para calmarlo.
—Sasuke, no te preocupes, los creadores tenemos nuestros propios métodos, nunca hubo necesidad de que me tomara ese té.
El príncipe parpadeó.
—¿Ah, no?
—Te lo dije una vez: mi cuerpo no es como el de una mujer. Es verdad que podría tomar las mismas hierbas que ellas para evitar el embarazo, pero como creador tengo otras opciones más efectivas y menos peligrosas para mí que el té de hierbas.
—¿Por ejemplo? —preguntó Sasuke, intrigado.
El joven señaló la pequeña fuente que tenía en su habitación y en la cual había un par de nenúfares flotando sobre la superficie del agua. Al Uchiha ya le llamó la atención que tuviera algo así en sus aposentos, era bastante extraño, pero tendría que haber sospechado que su esposo siempre hacía las cosas por un buen motivo.
—Los creadores de cada reino tienen su propia receta. Hay algunas que podemos usar todos, las creamos para casos de emergencia, pero normalmente cada creador tiene un método favorito. Cuando yo empecé a experimentar mi primer período fértil, pedí que me pusieran esa fuente para cultivar esos nenúfares, utilizo los pétalos para hacer una infusión que previene el embarazo. También podría comérmelos directamente, pero ya no tengo necesidad de esconder mi secreto.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Su prometido lo contempló muy serio.
—Sasuke, había altas probabilidades de que yo acabara casado con un gilipollas que desprecia todo por lo que mi familia ha luchado y al que no le importaría sumir a mi gente en la pobreza para que unos pocos sean excesivamente ricos o con un cabrón al que le gustaría hacerme daño. Puse los nenúfares cerca de mí para poder privar a mi futuro marido de hijos como un chantaje para procurar el bienestar de mi reino.
El Uchiha se quedó con la boca abierta al comprender la artimaña de Naruto. Era una exigencia que hubiera un heredero para el trono una vez que el rey falleciera o no estuviera en condiciones de gobernar, sin eso, perdía mucho prestigio, por eso el Consejo estaba tan empeñado en usar al creador durante esas fiestas, para asegurar la corona y hacer saber a los extranjeros que no valía la pena una invasión, pues los ciudadanos tan solo respondían ante la sangre real de su tierra, preferían servir y responder a un niño de cinco años hijo de Naruto antes que a un rey veterano extranjero que no tenía nada que ver con su tierra. Eso quería decir que el rubio había planeado privar a su futuro marido de descendencia como una moneda de cambio para evitar que hiciera daño a su pueblo, porque había muchas probabilidades de que se planeara el asesinato de ese hombre para que así Naruto pudiera casarse con otro que sí pudiera darle hijos.
—Eso es maquiavélicamente astuto —admitió.
El creador se encogió de hombros.
—Por suerte, mi abuela te escogió a ti, así que no hay necesidad de que te lo oculte. Sin embargo, ten en cuenta que eso no evitará mi ciclo fértil, que seguirá habiendo altas probabilidades de que me quede en cinta en ese tiempo sin importar lo que esté tomando para evitar el embarazo.
A Sasuke eso le pareció realmente curioso, aunque supuso que era algo relacionado con los dioses, por lo que no debería sorprenderle que no se pudiera hacer nada.
Lástima. Aún no había olvidado lo caliente que estaba Naruto en ese período, y si follarlo estando normal ya era de por sí increíble… a saber cómo sería durante su ciclo. Joder, tendría que plantearse pronto eso de tener hijos con él si quería probarlo. Por ahora, tendría que conformarse con hacerle el amor tal cual… Sonrió ante la expectativa, en absoluto decepcionado.
En ese momento, el estómago de su rubio gruñó. Este se sonrojó un poco y él soltó una risilla antes de colocarlo suavemente sobre el colchón.
—Descansa un poco mientras te traigo algo.
Naruto frunció el ceño.
—No hace falta que vayas tú, podemos pedírselo a uno de los sirvientes.
—Quiero echar un vistazo a los invitados —dijo él mientras se levantaba—, para ver cómo reaccionan ante mí por lo de anoche. También quiero asegurarme de que esa rata de Orochimaru haya entendido lo que le dije —gruñó con rabia, recordando que esa vil serpiente había tocado a su esposo.
Le dio la espalda a este para buscar sus pantalones cuando lo sobresaltó su grito:
—¡Por los dioses, Sasuke! ¡Tu espalda!
Él no pudo evitar sonreír ampliamente. Sabía exactamente de lo que hablaba.
—Solo son unos cuantos arañazos, Naruto, no es para tanto.
Su adorable rubio le dedicó una mirada culpable.
—Lo siento, no quise hacerlo tan fuerte, ni siquiera me di cuenta.
Sasuke soltó una risilla y regresó a la cama, poniéndose sobre su prometido para mirar sus hermosos ojos cargados de arrepentimiento.
—Estabas demasiado ocupado en otras cosas —le sonrió antes de darle un húmedo beso que su sexy esposo correspondió abriendo su boca para él y enredando las manos en su pelo. Él gruñó, encantado por sus dulces caricias y el suave gemido que dejó escapar, pero tuvo que apartarse cuando su polla empezó a alzarse—. No, Naruto, te recuerdo que estás dolorido y necesitas descansar. —Este hizo un puchero que se le antojó de lo más gracioso y adorable y le acarició el rostro—. Voy a traer el desayuno, comeremos con calma y dormiremos. Si después de eso ya estás recuperado, te prometo que te mostraré cómo follar contra la pared.
Naruto se mordió el labio inferior de un modo seductor y le sonrió.
—Vale.
—Ese es mi esposo —dijo orgulloso antes de besarlo una última vez, ponerse los pantalones y salir de la habitación. Era consciente de que no era decoroso presentarse delante de los invitados sin camisa, pero había una cosa que quería hacer.
Cuando llegó al salón de banquetes, donde comían últimamente debido a la ingente cantidad de invitados que tenían, se encontró exactamente con lo que había sospechado; a pocas personas tomando el desayuno debido al alcohol de anoche y a que el baile había durado hasta tarde, la gran mayoría aún estaba durmiendo y no se presentarían hasta la hora de comer. Entre ellos se encontraba Tsunade y el Consejo, por supuesto, su hermano, Gaara, unos pocos nobles y reyes más y, para su sorpresa, Karin y Orochimaru, el cual tenía unas feas marcas en el rostro por los golpes.
Al verlo llegar, todos se quedaron en silencio. Ya se había extendido el rumor entre ellos de que Sasuke se encontraba en los aposentos de Naruto, lo cual quería decir que habían pasado probablemente la noche juntos, lo cual era beneficioso para ellos ya que así daban a entender que el matrimonio sería fuerte y estaría unido, pero nadie esperaba que apareciera el Uchiha con el torso al descubierto como si nada, haciendo que Karin y unas pocas damas más que se encontraban allí jadearan al contemplar sus magníficos músculos tonificados.
—Buenos días, señores —saludó Sasuke con una enorme sonrisa arrogante mientras iba a la mesa y vaciaba una de las bandejas de comida y la llenaba de lo que tomarían Naruto y él.
A medida que se movía por la mesa, todos fueron viendo las marcas de arañazos que tenía en la espalda, por lo que tardaron poco en suponer lo que habían estado haciendo ambos príncipes en los aposentos del creador hasta tarde. La mayor parte de los nobles se mostró un tanto sorprendido, se sonrojaron o soltaron risillas cómplices; Tsunade e Itachi sonrieron encantados, felices porque ambos jóvenes parecían llevarse mucho mejor de lo que creían; Gaara palideció y apartó la vista, profundamente dolido cuando la realidad le dio una cruel bofetada y le hizo darse cuenta de que no tenía ninguna oportunidad con Naruto; Karin se moría de envidia y celos, odiaba que ese creador que no tenía un ápice de feminidad hubiera despertado el interés sexual de Sasuke y que le hubiera preferido a él antes que a ella, y el padre de esta se sintió indignado y furioso, no soportaba que Naruto, siendo equivalente a una insignificante mujer, le hubiera rechazado, a él, un rey importante, para dejar que un pirata del tres al cuarto se metiera entre sus muslos.
Sasuke los observaba a todos con una amplia sonrisa de triunfo, regodeándose en marcar su territorio y mostrar así que el rubio le había entregado su virginidad y que había disfrutado con ello, así ya no tendría a tantos imbéciles encima y él daba a entender que le pertenecía y que mataría a cualquiera que tratara de ponerle sus sucias zarpas sobre él. Le gustó especialmente hacer enfadar a la vil serpiente y a la víbora de su hija, una pequeña venganza por todos los problemas que les habían causado, aunque se sintió un poco culpable al ver el dolor en los ojos del príncipe del Desierto, era consciente de sus sentimientos hacia Naruto, pero tampoco es que le cayera demasiado bien tras su pelea y saber el incidente que tuvo con su prometido, era hora de que aceptara que este no sentía nada por él y lo olvidara.
Sin embargo, la reacción que le llamó más la atención fue la de Mizuki. El Consejo parecía aceptar lo ocurrido entre Naruto y él, al fin y al cabo, el objetivo era dar a entender a los extranjeros que pronto tendrían una descendencia que aseguraría el trono, pero el más joven de todos lo estaba asesinando abiertamente con la mirada. Era la primera vez que Mizuki no se ocultaba bajo una falsa sonrisa y sus fingidas acciones serviles, parecía tan furioso que habría jurado que intentaría matarlo si no fuera porque sabía por Naruto que no le atacaría de frente, él debía de saber que no era rival para él en una confrontación física.
Le sostuvo la mirada, desafiándolo. Mizuki no trató de ocultar su odio desmesurado hacia él, pero apretó los labios con rabia y acabó bajando los ojos.
Buen chico, pensó, ofreciéndole una sonrisa arrogante. Una vez hubo dejado claro su mensaje, terminó de recoger su desayuno y regresó a la habitación de Naruto.
Por otro lado, el más joven de los consejeros apretó los puños con tal furia que clavó las uñas en su carne hasta hacerse sangre. ¿Cómo se atrevía ese hijo de puta a tocar lo que le pertenecía por derecho? ¡Se suponía que Sasuke Uchiha no jodía con hombres!, ¡tendría que haberse follado a Karin Hebi hasta la saciedad!, se aseguró de que el afrodisíaco fuera tan fuerte que ninguno de los dos podría haberse contenido hasta bien entrada la mañana, de ese modo habrían sido pillados y el compromiso habría sido cancelado; Sasuke habría quedado atrapado con los Hebi y Naruto volvería a estar soltero.
El sicario también había resultado ser una decepción. No estaba seguro de si solo había huido con la mitad del dinero que le proporcionó Sakura Haruno o si había sido detenido. Le daba más crédito a la segunda opción, Kakuzu tenía fama de cumplir siempre con sus encargos, pero al parecer no fue lo bastante bueno como para secuestrar al joven. Si era así, la reina había procurado que se mantuviera en secreto y era consciente de que no lo compartiría con él, ella le odiaba con el mismo fervor que él le profesaba a esa puta que solo sabía engañar a los hombres con sus tetas grandes.
Pensó que sería más fácil romper el compromiso, pero Sasuke Uchiha, a pesar de su mala fama, parecía haber desarrollado demasiado afecto por Naruto, Orochimaru y Karin habían resultado ser unos inútiles, Gaara se había rendido en su intento de conquistar al creador y Sakura Haruno estaba postrada en una cama. No tenía muchas opciones, aún podía esperar a que los Hebi hicieran algún movimiento más, ya que Gaara y Sakura ya no le eran útiles, pero dudaba que consiguieran gran cosa después del numerito que montó el rey anoche con Naruto. Todavía le quedaba un as en la manga; era arriesgado, pero era lo único que le quedaba y no podía desperdiciar la oportunidad, aunque tendría que esperar otro mes para llevar a cabo ese plan.
Mientras tanto, se vengaría del creador por haber dejado que ese cabrón arrogante se metiera entre sus piernas. Ah, Naruto, no te imaginas lo que tengo planeado para ti, y ya veremos si tu príncipe azul es capaz de ayudarte esta vez, pensó con una cruel sonrisa.

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