Déjate llevar
Sasuke salió echando humo del hotel donde su novia estaba jodiendo con su
jefe.
Sí, habéis oído bien, una mujer le ponía los cuernos a Sasuke Uchiha.
Para los que no lo sepáis, este hombre dirigía una de las compañías de
productos tecnológicos más lucrativas de Japón con tan solo veintisiete años,
provenía de una buena y respetada familia formada por empresarios y gente de
negocios y, hasta no hacía mucho, era uno de los solteros más deseados de la
nación… Bueno, en realidad, dentro de poco volvería a estar en el mercado.
La verdad era que no podía decir que estuviera enfadado con Karin, no a
nivel… sentimental, al menos.
Sasuke jamás había estado enamorado. Salía con chicas, pero nunca
había estado con alguien con quien sintiera que tenía una conexión emocional,
un vínculo más allá de la atracción física. Simplemente, tenía una relación
informal con ellas hasta que se cansaba y luego pasaba a otra cosa, por lo que
se había ganado la fama de ser un mujeriego frío e insensible.
La verdad, no entendía a las mujeres. Era la clase de hombre que despreciaba
a esos tipos que se hacían pasar por caballeros andantes que les prometen
a las chicas una vida llena de flores y amor tan solo para poder meterse en sus
bragas y luego tirarlas de la cama de una patada, así que él siempre iba con la
verdad por delante: nada de compromisos, solo un par de meses follando y,
cuando uno de los dos se cansara, se daban la mano y seguía cada uno por su
camino, sin malentendidos ni enfados, ni lágrimas, ni gritos, ni escenitas
ridículas.
Pero, por alguna inexplicable razón, ellas no parecían (o no querían)
escucharle. Se formaban una idea equivocada en su cabeza acerca de la relación
que tenía con ellas, acababan creyendo que eran sus novias y que, al final,
cuando le decían de ir a vivir con él, cosa que jamás pasaría, se volvían locas
diciendo que las había engañado para poder aprovecharse de ellas.
Dicen mucho acerca de las pobres mujeres que son rechazadas por los jóvenes
y guapos millonarios mujeriegos, pero no os las creáis tanto. Sasuke era
inteligente y sabía lo que querían en realidad: un anillo en su dedo que
significara mucho dinero, mucho poder y un buen apellido. Tal vez algunas
hubieran tenido real interés en él, pero tampoco habían querido hacer caso de
la parte en la que él no quería tener ningún compromiso.
El caso es que, unos años atrás, empezó a cansarse de esa situación y,
sobre todo, de que las mujeres despechadas a las que dejaba fueran a las
revistas del corazón para hablar de lo cruel que fue con ellas y, lo peor de
todo, de su vida sexual.
No se lo pensó dos veces en demandar a la zorra que hizo una descripción
muy gráfica sobre algunas cosas que hicieron en un hotel y a la revista que lo
publicó y, al hacerlo, se aseguró de que las multas fueran astronómicamente
exageradas. La idea era que ninguna de sus amantes pensara ni por un instante
en volver a aprovechar su breve relación para sacar dinero. Ni de coña. Su
padre dirigía un bufete de abogados muy reconocido y era un hombre muy
familiar, así que si te metes con uno de sus hijos, te metes con él y una
veintena de abogados con mucha experiencia a los que pagaba muy bien.
Así, hace dos años, decidió establecerse un poco en una relación seria, por
lo que escogió a Karin Hebi para convertirse en su novia. Era guapa,
inteligente, también provenía de una buena familia, y era… muy sexual. No podía
quejarse de ella en la cama, aunque tampoco es como si estuviera día y noche
ansioso por tocarla.
Era… adecuada para él.
De modo que no, no se sentía exactamente traicionado, pero sí… humillado.
Es decir, las mujeres iban detrás de él, se había pasado toda la maldita vida
acosado por ellas, y ahora que decidía intentar sentar un poco la cabeza, iba a
ella y empezaba a joder con su jefe. Él no era idiota, ¿para qué coño debía
estar Karin hasta la madrugada “trabajando” en el hotel de la empresa? Para
follar, y no es que su futura ex fuera muy discreta, dado que solo había tenido
que presionar un poco al encargado del edificio y darle un par de billetes por
la información y su discreción.
Joder… ¿Ahora qué? Estaba claro que rompería con ella en cuanto volviera a
verla, pero no quería volver a las relaciones informales de antaño, estaba
harto de tanto drama y lloriqueo porque esas buitres no conseguían casarse con
su cartera y llevar su apellido para presumir de él en las grandes fiestas.
Supuso que tendría que volver a encontrar otra novia.
En un futuro lejano.
Ahora mismo, solo quería despachar a Karin de su vida y estar solo. Ni
siquiera iba a llamar a su hermano, o a su amiga Sakura para hablar del tema,
sabía que las reacciones serían de incredulidad, seguidas por enfados y luego,
probablemente, lástima. No quería que sintieran eso por él, nunca había tenido
sentimientos por su novia pero… le sentaba mal que le hubiera engañado. Pese a que
era una pesadez, la sacaba a cenar y al cine para ver esas chorradas románticas
y superficiales que tanto gustaban a las chicas, le compraba regalos por los
aniversarios y durante las festividades importantes, hasta la había presentado
a su familia… la cual no estaba muy convencida sobre ella, de hecho, sus padres
y su hermano le habían recomendado que la dejara y que esperara para conocer a
alguien que realmente le gustara.
Siendo sincero consigo mismo, sí, a Sasuke le gustaría tener una relación
como la de sus padres; la familia de su madre era una de las más importantes de
Japón, mientras que su padre venía de una de clase trabajadora, estudió muy
duro para sacarse la carrera de abogado y formar un gran bufete, pero cuando
conoció a Mikoto, no era más que un becario. Aun así, eso no le importó a ella,
se enamoró perdidamente de Fugaku y, cuando él le pidió su mano, le dijo que
sí.
Sus padres no lo aprobaron y la desheredaron. Mikoto no se retractó y
siguió con Fugaku pese a todas las adversidades económicas, hasta que él
levantó su bufete de abogados y ella creó su propia marca de ropa. Gracias a su
esfuerzo y trabajo, el apellido Uchiha era conocido en todo Japón.
Sasuke quería eso, alguien que le apoyara incondicionalmente, sin importar
si era rico o que no llevara ni una moneda encima, que conociera el valor de
ganarse la vida a base de trabajo duro; Itachi y él no dirigían sus propios
negocios porque les hubieran puesto un caminito de rosas en cuyo final había un
par de documentos que decían: “firma aquí para tenerlo todo”, sino que
estudiaron y luego se abrieron paso poco a poco hasta dirigir sus respectivas
empresas.
Estaba orgulloso de poder decir que, a pesar de la fortuna de su familia,
no era un niño mimado, sino un hombre trabajador que se ganaba la vida con el
sudor de su frente, y no esperaba menos de su pareja… Sin embargo, era
consciente de que él no tenía un carácter fácil, era serio, callado y algo
distante, le costaba mucho confiar en los demás, ya de por sí le había sido
difícil encontrar buenos amigos como para además hallar una buena novia. Así
que no tenía más remedio que conformarse con lo que tenía y esperar que eso
fuera suficiente…
Aunque no solía serlo. Con Karin nunca se había sentido satisfecho, más
bien, casi le había hecho un favor al acostarse con otro, por muy humillado que
se sintiera por ello, pero así al menos le daba una excusa para acabar con su
relación. Después de todo, tras dos años juntos, ella le habría dicho tarde o
temprano de compartir piso, y no estaba seguro de poder soportarla veinticuatro
horas en una misma casa. No era idiota, sabía que presumía de él delante de
todo aquel que podía, que le encantaba su dinero y también follar con él, era
poco más que otra aprovechada que iba detrás de él. ¿Realmente quería algo así?
Pues claro que no pero, ¿qué podía hacer? ¿Dónde demonios iba a encontrar a
alguien que no supiera quién era? ¿Cómo podía confiar en que se le acercara
alguien que no fuera detrás de su cuenta corriente?
Simplemente, no podía.
Se pasó una mano furiosa por el pelo mientras andaba por las luminosas
calles de Tokio, cuyos bares ya tenían sus puertas abiertas para todo aquel que
quisiera una noche de alcohol y, con un poco de suerte, sexo. Se quedó parado
al reparar en uno de ellos llamado Konoha; parecía una taberna irlandesa y
había mucha gente gritando y riendo. Normalmente, él no era de salir de fiesta,
mucho menos de beber y bailar con extrañas, pero…
¡Bah! A la mierda. Se sentía mal con su desastrosa vida amorosa y humillado
por culpa de la zorra de Karin, un poco de alcohol y revolcarse con una mujer
nueva después de dos años tal vez le haría sentirse mejor consigo mismo.
Entró en la taberna sin pensarlo mucho. Estaba abarrotada de gente, pero
aun así tenía la sensación de no estar entre el bullicio de una discoteca, el
ambiente era… acogedor, cálido y extrañamente familiar, supuso que la
decoración también ayudaba a crear esa sensación: las paredes estaban
revestidas de madera, en las cuales se podían ver cuadros con fotografías de
diversos grupos de personas que no le resultaron conocidos, supuso que serían
amigos y parientes; había una barra enorme, muy larga, toda llena de taburetes
para que la gente tomara sus bebidas; unas cuantas mesas pequeñas pegadas a los
muros donde algunos tomaban aperitivos e incluso jugaban a las cartas, mientras
que el resto del local estaba vacío, dejando sitio para que la gente bailara
sin necesidad de estar apelotonada.
Fue al rincón más solitario que encontró en la barra para poder beber
tranquilo por el momento y pidió una bebida. El camarero, que al parecer ya
tenía experiencia con hombres amargados, le recomendó un whisky y él aceptó,
después de todo, no tenía nada que perder esa noche. Tras unos cuantos tragos,
se sentía un poco mejor, más contento, por así decirlo, indicio de que el
alcohol estaba haciendo efecto. Genial, cuando se terminara la bebida, podría
ir a buscar un buen coño con el que desahogarse y pagarle a Karin con la misma
moneda; si ella podía follar con otros, él también.
—¿Te importa si te acompaño?
Sasuke se giró para gruñirle a quienquiera que quisiera invadir su espacio
personal… y se quedó un poco pasmado. El hombre que había apoyado en la barra,
mirándolo con una leve sonrisa, no era japonés o, al menos, no lo parecía en
absoluto. Le sorprendió un poco darse cuenta de que le sacaba unos pocos
centímetros de altura, él ya era bastante alto entre los hombres y no era
habitual encontrarse con alguien que le superara; tenía un cuerpo robusto, con
espaldas anchas, pecho amplio y musculosos brazos; la camiseta blanca de manga
corta que llevaba bajo la chaqueta de cuero marrón le venía un tanto ajustada,
dejando entrever unos abdominales bien trabajados que adornaban una cintura más
estrecha; sus piernas largas y atléticas estaban revestidas por unos vaqueros
que finalizaban en unas deportivas blancas; su piel era tostada, y no gracias
al sol que se había mantenido escondido durante esos meses de invierno; tenía
el pelo rubio corto, pero revuelto y algo desordenado, dándole un aire muy
informal y también natural, cuyos mechones enmarcaban un apuesto rostro jovial
y alegre, con unas curiosas marcas en las mejillas, y sus ojos azules eran
claros y brillantes, de mirada vivaz y despierta.
Parecía una puñetera estrella de cine de acción americano.
Al ver que no respondía, el hombre señaló su vaso de whisky.
—¿Puedo beber contigo? —dicho esto, esbozó una sonrisa dubitativa—. Ya
sabes, un hombre no bebe solo.
Sasuke soltó un resoplido.
—¿En serio? Yo diría que lo estoy haciendo.
El rubio sonrió con más confianza, divertido.
—Uy, qué mayorcito eres.
Él lo miró con cara de pocos amigos y puso los ojos en blanco, haciendo un
gesto con la cabeza para que se sentara a su lado.
—Anda, siéntate… A lo mejor así aprendes a ser un adulto —añadió, sonriendo
con malicia.
No pudo evitar reír al ver que el otro hombre hacía un puchero. Sí,
exactamente como un niño pequeño.
—Disculpa, pero soy muy maduro —dijo al mismo tiempo que tomaba asiento y
le hacía un gesto al camarero con la mano, el cual pareció entenderle a la primera.
Sasuke interpretó que tal vez se conocían, ese hombre debía de ser un habitual.
—Por eso respondes a la defensiva —lo chinchó. ¿Qué diablos le pasaba? Él
no era así, normalmente pasaba de lo que hicieran los demás pero a ese rubio…
No lo sabía, era divertido verlo picado.
El hombre entrecerró los ojos y, lentamente, esbozó una sonrisa.
—Al menos soy más hombre que el Señor Oficinista.
Esta vez, Sasuke lo fulminó con los ojos.
—¿Qué quieres decir?
El rubio lo señaló entero con la mirada.
—Eres uno de esos finolis que se pasa todo el día encerrado en una oficina
pegado al ordenador y con un montón de papeleo —dicho esto, flexionó los
músculos de los brazos, haciendo que su chaqueta de cuero se estirara. Joder,
el tío estaba fuerte, eso no lo ponía en duda—. Yo, en cambio, soy
noventaicinco quilos de pura testosterona.
¡¿Noventaicinco quilos?! Vale que era alto pero, joder… ¿qué diablos hacía
para pesar tanto? No era posible que solo fueran los músculos, nadie tenía
tanto tiempo para entrenar tan duro hasta el punto de estar al borde de los
cien quilos a menos que fuera un atleta profesional.
Sin embargo, mientras pensaba en ello, se dio cuenta de que acababa de
insultarlo.
—Eh, que yo también entreno.
El rubio sonrió, satisfecho por haberlo picado.
—Eres un fideo en comparación conmigo, no me durarías más de diez segundos.
—¿Quieres verlo?
—Uy, sí, por favor —pidió con burla, apoyando el codo sobre la barra y
ofreciéndole la mano para un pulso.
Sasuke la miró con desconfianza, siendo muy consciente de que ni aunque
estuviera un mes entrenando podría conseguir un brazo como el de ese hombre.
Sin embargo, él no era ningún cobarde y se negaba en redondo a echarse atrás
ante aquel americano chulito. De modo que apoyó el codo en la barra de madera con
firmeza y se dispuso a coger la mano del rubio… pero este la retiró al momento
y se echó a reír, dejándolo desconcertado.
—Perdona, hombre, solo te estaba tomando el pelo —le dijo entre risas.
… ¿Qué?
—Eres un tío muy raro.
—No es la primera vez que me lo dicen, a estas alturas me lo tomo como un
cumplido —dicho esto, le ofreció de nuevo su mano, pero a modo de saludo—. Soy
Naruto.
Tras un instante de duda, Sasuke se la estrechó.
—Sasuke.
—Es un placer. Deja que te invite a algo por las molestias.
Antes de que él pudiera replicar, el camarero regresó con dos grandes vasos
de cristal de cerveza irlandesa. Naruto le ofreció una de ellas con una sonrisa
animada que lo dejó un tanto parado, era muy guapo cuando sonreía así, le
brillaban los ojos. Estaba tan anonadado que no tuvo más remedio que aceptarla.
—Y, dime, Sasuke —comentó el rubio mientras él bebía un trago—, ¿qué te ha
traído a estos lares? No eres habitual de por aquí.
—¿Y tú? —preguntó, un poco a la defensiva.
Naruto señaló con la cabeza una de las fotografías que había colgadas en
las paredes. Le sorprendió un poco reconocer al mismo hombre pero en un
muchacho de unos doce años, que posaba felizmente junto a una hermosa mujer
pelirroja que lo abrazaba.
—Esta era la taberna de mi madre. He pasado casi toda mi vida aquí.
Sasuke no pudo evitar fijarse en que había hablado en pasado.
—¿Era? —interrogó antes de poder morderse la lengua.
El rubio esbozó una sonrisa melancólica.
—Estaba enferma, murió hace unos meses.
Oh, mierda. Eso no se lo había esperado.
Sin saber muy bien qué hacer, le dio un apretón en el brazo. Era consciente
de que era una forma muy pobre y triste de consuelo, pero esas situaciones no
se le daban bien y lo último que quería era empeorarlo más.
—Lo siento.
Naruto le sonrió, aunque el gesto no le llegó a los ojos.
—Gracias… y no te preocupes. Estoy bien, fue hace seis meses… —su voz se
fue apagando, al igual que su sonrisa.
—¿Pero? —lo animó a seguir.
Una sombra de dolor cruzó sus bonitos irises.
—Es que… son las primeras Navidades que pasaré sin ella. Y es…
—Duro —terminó Sasuke por él.
El rubio le dedicó una sonrisa amarga.
—Sí.
No supo por qué lo hizo, él no era la clase de persona a la que le gustara
el contacto físico con extraños, pero no pudo evitar cogerle la mano y acariciarle
el dorso con el pulgar. Tal vez fue por el sincero dolor que sus ojos trataban
de ocultar y que, aun así, era completamente visible para él. Podía sentirlo en
su propia alma, como si lo estuviera proyectando en él sin darse cuenta.
Nunca había sentido tanta empatía con alguien. Era… extraño.
Aun así, no retiró su mano y le dio otro apretón.
—Todo irá bien. Ya lo verás.
Esta vez, logró arrancarle una pequeña sonrisa sincera. Eso le hizo
sentirse mejor.
—Gracias —le dijo, devolviéndole el apretón—. ¿Y qué hay de ti? ¿Qué penas
te han traído hasta aquí?
Sasuke miró su cerveza, un tanto reticente a contestar pero, por otro lado,
queriendo desahogarse… y, por alguna razón, se sentía muy cómodo con ese rubio,
había algo en él que le producía una curiosa sensación de tranquilidad, era
como si a su alrededor hubiera un aura de calma que transmitía a los demás.
Al final, lo acabó soltando.
—Acabo de descubrir que soy un cornudo —y se bebió la mitad de la cerveza
con un buen par de tragos.
Naruto no esperaba esa revelación y se quedó con los ojos como platos.
—Lo siento, Sasuke… Eso es jodido —dijo con sinceridad, acariciándole esta
vez él la mano.
Sasuke lo encontró muy reconfortante.
—No importa, no nos queríamos, ¿sabes?
El rubio frunció el ceño.
—Entonces, ¿por qué estabais juntos?
—Mi ex por conveniencia, y yo… yo… Es complicado.
—Bueno, yo no soy el hombre más listo del mundo, pero puedo intentar
entenderlo si te apetece hablarlo —comentó con una leve sonrisa.
A Sasuke le hizo un poco de gracia el comentario. Dejó la cerveza a un lado
y permitió que Naruto continuara tocando su mano con suavidad, consolándolo.
—Tengo mala suerte con el amor, supongo.
El otro hombre soltó una risilla.
—Eso nos pasa a todos.
Él no pudo evitar sonreír.
—Es verdad. El caso es que… nunca he estado enamorado. Nunca he sentido una
conexión especial con nadie… pero puede que sea también porque no conozco a
muchas personas que valgan la pena —reflexionó con el ceño fruncido, pensando
en todas las mujeres que habían salido con él por su dinero o su prestigioso
apellido.
—No te preocupes, ya lo estarás.
La escueta respuesta de su acompañante le hizo fruncir el ceño.
—¿Y ya está? ¿Esa es tu brillante solución?
Naruto negó con la cabeza y se inclinó un poco para poder hablarle más de
cerca.
—Escucha, el amor no es como ir a un escaparate y decir quiero ese o el
otro, es… caprichoso, como la lluvia. No cae cuando quieres, sino cuando le da
la gana, pero lo que es seguro es que tarde o temprano acabará lloviendo.
… Guau. Vale, reconocía que eso no lo había esperado.
Sintió que le daba unas palmaditas en la mano.
—No te preocupes, ya encontrarás a alguien. —Hizo una pausa para beber un
buen trago de cerveza y luego le frunció el ceño, aunque le sonreía un tanto
incrédulo—. Aunque no entiendo cómo han podido hacerte eso. Se te ve que eres
buen tío, y además muy guapo. Un lujo.
Sasuke esbozó una media sonrisa, un tanto avergonzado.
—No puedes saber eso.
—Tengo ojos y te estoy mirando. No seas modesto, estás muy bueno —dijo,
riendo y dándole unos codazos amistosos.
No pudo evitar soltar una risilla. Le parecía muy gracioso ese rubio.
—Me refiero a lo de buen tío.
Naruto resopló, sonriendo.
—Vale, eres un poco cascarrabias, pero tienes buen fondo.
—No me conoces, no sabes cómo soy.
El hombre lo miró con una ceja alzada, suspicaz.
—Una mala persona no habría consolado a un desconocido, ¿no crees?
Ante esa declaración, Sasuke se puso muy rojo. ¿Qué diablos le pasaba? Él
nunca se sonrojaba, al menos no desde los siete años, pero ya no era un niño.
Tenía que ser el alcohol, el whisky y la cerveza… y cierto rubio que estaba
traspasando con suma facilidad todas las barreras de malhumor que solía poner
para mantener alejada a la gente.
De repente, Naruto se terminó lo que le quedaba de cerveza y se levantó del
taburete, mirándole con ojos brillantes.
—Venga, vamos a bailar.
¿Qué?
—Yo no bailo —replicó. Por ahí no pasaba, ni de coña.
El rubio se encogió de hombros, como si no tuviera ningún problema.
—Vale, pues haremos como el resto de la gente y nos sacudiremos como peces
fuera del agua —comentó mientras movía cómicamente el cuerpo de un lado a otro,
haciendo que Sasuke estallara en un ataque de risa.
Al final, no supo cómo, pero lo convenció de ir a la pista… y tuvo que
reconocer que fue una de las mejores noches que había pasado en su vida.
En una discoteca, bailabas a oscuras y pegado a cientos de extraños que se
restregaban contra ti con ganas de follar, y el lugar apestaba a alcohol, a
humo y, a veces, a ciertos fluidos muy desagradables que preferías no adivinar
qué eran. Pero en aquella taberna irlandesa, todo estaba muy bien iluminado, en
el aire había un delicioso olor a comida recién hecha, y la gente bailaba
contigo no porque quisiera meterse en tus pantalones, sino por pura alegría y
porque, a pesar de que no te conocían de nada, te trataban como si fueras un
amigo de toda la vida, y daba absolutamente igual si eras el rey de la pista o
el payaso del grupo, allí estabas en familia y todo el mundo te aplaudía
hicieras lo que hicieras.
Pasó gran parte de la noche bailando y bebiendo cerveza con Naruto. Era un
hombre agradable e interesante, parecía americano, pero en realidad era
irlandés con ascendencia japonesa, por eso su nombre y apellido eran más
propios de allí. De hecho, había nacido y pasado su infancia en Irlanda, pero
se trasladó a Japón tras la muerte de su padre para estar cerca de la rama
oriental de su familia, momento en que su madre fundó la taberna Konoha,
bastante popular debido a los pocos pubs irlandeses que había por la ciudad.
Naruto reconoció que no era muy buen estudiante, pero trabajó duro para
sacarse la secundaria y tener nota suficiente para acceder a la academia de
bomberos. Sasuke se quedó un tanto pasmado al saber a lo que se dedicaba; él
era el director de una empresa a pesar de ser tan joven, pero lo que él hacía…
arriesgar su vida por los demás… No podía compararse con eso. Era una persona
muy valiente, y no pudo evitar admirarlo un poco. Además, también era cariñoso
y cercano, caía bien a la gente con intercambiar solo dos palabras y,
definitivamente, era imposible aburrirse con él.
Llegó al punto de bailar con él. No recordaba haber bailado nunca con un
hombre a excepción de su hermano, y eso cuando los dos eran pequeños, pero no
le importó hacerlo con él, ni tampoco permitir que hiciera el papel de chico y
lo guiara. Por una vez, no quería controlar la situación, solo quería cerrar
los ojos y dejarse llevar adonde fuera.
Tal vez era el alcohol. El alcohol, el mal día que llevaba, y ese rubio tan
extravagante y divertido que conseguía que lo olvidara todo.
Eran las dos de la mañana cuando empezó a sonar Galway Girl de
Ed Sheeran; Sasuke hacía ya un buen rato que se había quitado la americana de
su traje y la corbata, mientras que Naruto se había librado de su chaqueta de
cuero, dejando al descubierto sus fuertes brazos y prácticamente exhibiendo los
músculos de su torso con cada movimiento de baile. Lo cierto era que todas las
mujeres que había en aquel lugar los estaban devorando con la mirada: Sasuke tenía
toda la pinta de ser el típico empresario; inteligente, joven, guapo,
estudioso, elegante, de buena familia, con un trabajo estable, era ese buen
partido con el que te mueres de ganas por salir hasta el día en que te pone un
anillo en el dedo y con el que formas una familia; por otra parte, Naruto era
ese hombre que ha salido de tus fantasías más salvajes, atrevido, descarado,
travieso, divertido, ese que te incitaba a hacer locuras, el amante que le
ocultabas a tu marido o ese entrenador personal tan sexy que veías en el
gimnasio. Tener ambos sementales en el mismo lugar era, para ellas, como haber
encontrado al mismo tiempo un dragón y un pegaso.
Y todas tenían la mira puesta en ellos.
—Eh, Sasuke, ¿has visto eso? —le preguntó Naruto mientras bailaba a su
lado, señalando discretamente con la cabeza a toda la muchedumbre de mujeres
que se estaban uniendo al baile, avanzando poco a poco hacia ellos contoneando
sus caderas.
Sasuke hizo una mueca de fastidio.
No, por favor, esa era la única vez que había salido de “fiesta” y se lo
estaba pasando genial, no quería que un montón de mujeres con ganas de follar
le jodieran… nunca mejor dicho.
El rubio, al ver su cara, sonrió y se inclinó sobre el oído de Sasuke.
—¿Quieres divertirte un rato?
Este arqueó una ceja, intrigado.
—¿Qué estás tramando?
—Confía en mí.
De repente, la canción cambió a Sing del mismo cantante.
Naruto se colocó detrás del Uchiha sin dejar de moverse al ritmo de la música y
se pegó a su espalda mientras le cogía de las caderas y apoyaba el mentón sobre
su hombro. Toda la piel de Sasuke se erizó al sentir el contacto tan íntimo
entre sus cuerpos cuando el rubio empezó a trazar sensuales movimientos contra
él, animándolo a seguirlo mientras su nariz acariciaba su cuello, seguido por
sus cálidos y suaves labios.
No pudo evitar sonreír al adivinar su jugada, a pesar de ser consciente de
cómo su temperatura corporal aumentaba.
—¿Este es tu plan?
—Viejo, pero eficaz —murmuró el rubio en su oreja antes de chuparle el
lóbulo.
Una oleada de placer descendió por su cuerpo hasta su miembro, que se
sacudió en sus pantalones. Joder, eso se había sentido bien.
—Con que esas tenemos, ¿eh? —sonrió con malicia antes de echar la mano
hacia atrás y agarrarle algunos mechones de la nuca con fuerza, forzándolo a
mantener la cara pegada a su cuello mientras frotaba su trasero contra su
entrepierna.
El jadeo que soltó el irlandés le hizo soltar una risilla. Sin embargo, a
este no le pareció tan divertido.
—No juegues conmigo, Sasuke —le advirtió con una voz ronca muy sexy.
—¿O qué? —lo desafió él.
—Te meteré mano aquí mismo.
El Uchiha rio.
—No tienes pelotas.
De repente, sintió un mordisco en el cuello que lo habría puesto muy duro
si no fuera porque la mano del rubio ya se estaba encargando de ello. Tal y
como le había advertido, sus largos dedos estaban en su entrepierna, masajeando
su polla sin piedad, haciendo que se le escapara un largo gemido que sonó más
alto de lo que le habría gustado.
Joder, ese tío sabía cómo tocarlo, no había nada que quisiera más en esos
momentos que quitarse los pantalones y exigirle que lo masturbara.
—Mierda, Naruto —maldijo antes de darse la vuelta con brusquedad para
agarrarlo por el cuello de la camiseta y apoderarse de sus labios. Eran
carnosos y cálidos, le dieron ganas de chuparlos y mordisquearlos, y eso habría
hecho si ese rubio no le hubiera devuelto el beso con el mismo deseo y metido
su lengua en su boca. Notó cómo esta barría todo su interior, explorándolo con
voracidad a la vez que sus manos se deslizaban hasta su culo para darle un
firme apretón.
Se le escapó un suave y excitado jadeo. Naruto tenía manos grandes y
fuertes, muy diferentes de las normalmente delicadas de las mujeres con las que
había estado y que en la cama solían ser… más suaves, tímidas… No, no era eso
exactamente. Había algunas que eran un poco zorras, de acuerdo, pero siempre
acababa siendo lo mismo; era él quien tenía que esforzarse haciéndoles cosas,
quien las controlaba durante el sexo y decidía lo que hacían, mientras que
ellas eran poco activas, se limitaban a disfrutar acariciando su cuerpo y a
gemir sobre lo mucho que les gustaba que las follara, o le exigían que
siguiera, o solamente hacían ruidos incoherentes. Ninguna buscó hacerle algo
más allá de lo que él había ordenado, si le montaban o lo masturbaban o se la
chupaban, era porque él lo exigía, o de lo contrario se habría aburrido muy
rápido de ellas.
Aun así, había pensado siempre que eso le gustaba, mantener el control, ser
el dueño de la situación.
Al parecer, no era así.
Naruto lo seducía diciéndole con todo su cuerpo lo mucho que lo deseaba;
sus manos, su boca, su lengua, los sensuales movimientos de cadera que frotaban
el contorno de su polla contra sus pantalones. No era pasivo, no estaba
esperando a que él hiciera el primer paso, sino que ya le hacía saber que lo
quería en su cama, desnudo y jadeando…
Y la idea le gustaba.
Tal vez tendría que estar preocupado porque quería tener a ese ardiente
rubio sobre su cuerpo, pero lo cierto era que estaba muy caliente y bastante borracho…
y se sentía atraído por él. Mucho. Le gustaba más que cualquier otra perra
aprovechada que hubiera conocido.
Así que cuando Naruto le pidió que fuera con él, no lo dudó. Recogieron sus
cosas y se fueron al piso superior de la taberna, que resultó ser la casa del
rubio. Sasuke no tuvo mucho tiempo para admirarla, ya que estaba a oscuras y,
aparte, nada más cerrar la puerta, el irlandés arrojó su chaqueta de cuero a
cualquier parte y lo empotró contra la pared para volver a besarlo. Sasuke
gimió, encantado al sentir cómo lo acorralaba con su musculoso cuerpo y
encerraba su rostro entre sus grandes manos, manteniéndolo donde quería para
plantarle besos a placer. Él suspiró e hizo amago de tirar también su americana
y corbata al suelo pero, al ver eso, Naruto le cogió rápidamente la corbata y
le sonrió, travieso.
—La corbata, no.
—¿Por qué? —susurró Sasuke, jadeando suavemente contra sus labios.
El rubio le dio un beso corto y húmedo antes de responder:
—La vamos a necesitar —dicho esto, le colocó la prenda alrededor del cuello
y se apoderó de su boca para que no pudiera replicar.
No le dio importancia y correspondió el beso con lujuria, jugando con la
traviesa lengua de Naruto y mordisqueándole los labios cada vez que podía; eran
carnosos y le gustaba morderlos un poco antes de chuparlos, momento en el que
el rubio aprovechaba para lamerle sus propios labios antes de volver a tentarlo
para que le metiera la lengua de nuevo, invitándolo a una incontrolada danza de
lujuria, donde ninguno de los dos era el activo o el pasivo, sino que ambos
participaban, buscando explorarse íntimamente.
Aprovechó que tenía las manos libres para deslizarlas sigilosamente bajo su
camiseta, encontrando sus duros abdominales que se contraían salvajemente bajo
sus caricias en una sinfonía de fuerza que tocaba solo para tentarlo, para
seducirlo. Para él era algo nuevo recorrer de ese modo el cuerpo de un hombre
y, de momento, le gustaba. Impaciente por más, le cogió los bordes de la
camiseta y tiró hacia arriba con la clara intención de quitarle la prenda; él,
al ver lo que quería, se apartó y terminó de quitársela, dejándole el pelo aún
más revuelto.
Sasuke no recordaba haber visto nada tan sexy y tan caliente como a Naruto
vestido solo con los pantalones. Su piel tostada era natural, no se había
pasado horas y horas en uno de esos sitios donde bronceaban a la gente, y no
había una sola parte de su cuerpo que no fuera puro músculo; sin la camiseta,
su espalda parecía más ancha y su pecho más amplio, siendo su cintura un poco
más estrecha, y todo estaba adornado por angulosos músculos bien definidos,
pero que no resultaban desagradables, no se abultaban entre ellos ni parecían
producto de drogas, todo estaba en su sitio a base de puro esfuerzo y
entrenamiento; la tonalidad de su piel enfatizaba su revoltoso cabello dorado,
el cual parecía ir acorde con su personalidad, y cuyos mechones caían sobre sus
ardorosos ojos azules, que lo miraban con pasión.
Se estremeció de la cabeza a los pies. Nadie lo había mirado de esa forma,
nadie le había hecho sentir que estaba en llamas con tan solo observarlo.
Hipnotizado por su masculina sensualidad y la lujuria que destilaban sus
ojos, lo atrajo de nuevo contra su cuerpo, deseando que volviera a acorralarlo
contra la pared y que sus labios volvieran a sumirlo en la neblina del deseo.
Como si ese sexy rubio pudiera leer sus pensamientos, las manos que tenía en su
cintura lo lanzaron hacia atrás, sin llegar a ser brusco, pero sí con firmeza,
mostrándole su dominio, uno que a Sasuke le excitó y que consintió con una
sonrisa de anticipación antes de que Naruto tomara posesión de su boca. Él
cerró los ojos, abandonándose a sus besos, una mezcla única de dulzura y
seducción que jamás había experimentado y que hizo que se olvidara de
absolutamente todo excepto de ellos dos, de sus dedos que empezaron a recorrer
cada duro centímetro del torso de su amante, de las manos de este que
desabotonaban con rapidez su camisa, de su ardiente boca que, en un movimiento
imprevisto, descendió hasta su cuello y lo mordió en el instante justo en el
que terminó de abrirle la prenda superior, dejando su pecho libre. Se le escapó
un jadeo de puro placer que lo dejó momentáneamente paralizado, aferrado a su
poderoso torso, lo cual aprovechó el rubio para quitarle la camisa por los
hombros y luego echar sus brazos a su espalda para terminar de desnudarlo.
—Naruto… —susurró Sasuke, haciendo amago de alzar las manos para seguir
tocándolo, pero este las detuvo y volvió a colocarlas tras su espalda para
agarrar sus muñecas con una única mano—. ¿Qué…?
Naruto le sonrió, travieso.
—Tranquilo —murmuró en su oído antes de lamerle la oreja, haciéndole
gemir—. Esto te gustará —dicho esto, sintió que la corbata que aún estaba en su
cuello se deslizaba hacia abajo por su pecho hasta que cayó. Mientras Naruto
seguía chupando y lamiendo su garganta a un ritmo lento y erótico, notó que
envolvía la prenda alrededor de sus muñecas.
Su polla saltó contra sus pantalones.
—¿Vas a atarme? —jadeó.
Naruto se separó lo justo para mirarlo con ojos brillantes y traviesos.
—¿Nunca te han atado?
Sasuke sonrió.
—No… pero siempre he querido que lo hicieran.
Los ojos del rubio ardieron un segundo antes de darle un beso profundo y
húmedo que lo puso a cien. Ah, joder, eso iba a ser genial. Naruto terminó de atarle
la corbata y dejar sus brazos inútiles a su espalda; agradeció que no lo
hubiera hecho muy fuerte, solo tenía la presión necesaria para que no pudiera
escapar, no le hacía ningún daño. Al contrario, lo excitó un poco más. Sin
embargo, las cosas se calentaron todavía más cuando el otro hombre pasó sus
manos por su pecho, acariciando sus pectorales y pellizcando sus pezones,
provocando que jadeara de placer y que se le pusieran duros, como si estuvieran
pidiendo a gritos que pasara la lengua por ellos.
Naruto rompió el beso, aunque se quedó rozando sus labios sin dejar de
pasar los dedos por su torso.
—¿Alguna otra fantasía que pueda cumplir para ti? —murmuró en un tono bajo
que le erizó la piel. ¿Por qué tenía una voz tan sexy?, ¿no tenía bastante con
ser la maldita personificación del pecado?
Aun así, él sonrió y le mordisqueó el labio inferior.
—Sorpréndeme… Pero te lo advierto, soy muy exigente —lo desafió.
Los ojos de Naruto chispearon de diversión.
—Mmm… Creo que sabré estar a la altura —comentó como quien no quiere la
cosa, deslizando sus grandes manos por su cintura y bajando hasta las caderas.
Sasuke aspiró aire entrecortadamente cuando sus dedos se engancharon en la
cinturilla de los pantalones y los movió hasta la parte delantera, jugando con los
botones.
Dios, sí, libera mi polla, pensó, mordiéndose el labio inferior.
El rubio le dedicó una media sonrisa cargada de malicia, como si pudiera
leer todo lo que pasaba por su cabeza y estuviera encantado con lo que había en
ella. Despacio y con una calculada premeditación, le desabrochó los dos botones
y le bajó la cremallera, dejando que la prenda cayera lentamente por sus
piernas, quedándose enganchada en la parte superior de sus muslos. Después,
Naruto agarró los mechones de su nuca con una mano, con fuerza, pero no la
suficiente para hacerle daño, mientras que la otra fue directa a por su
miembro, aún metido en sus bóxers, y lo acarició de arriba abajo, arrancándole
un largo gemido de puro gozo.
—¡Mmm!
Naruto gruñó, complacido por su reacción.
—Parece que por ahora voy por buen camino… ¿Tú qué crees, Sasuke?
—Aaah… Mmm… Sácamela, Naruto —jadeó él, deseoso de que lo masturbara.
Pero el rubio tenía otros planes, a juzgar por su malévola y sexy sonrisa.
—No sé por qué, pero no me sorprende que seas un poco mandón —comentó
mientras acercaba sus labios a su oído—. Sin embargo, tenemos un pequeño
problema con eso, Sasuke.
—¿Cuál? —gimió el Uchiha, mordiéndose el labio inferior cuando su amante
frotó su mano con más firmeza contra su polla.
Naruto le susurró:
—Que tú estás atado. Yo no. Eso significa que te la sacaré y te la tocaré
cuando a mí me dé la gana. —Hizo una pequeña pausa en la que le lamió por
debajo de la oreja—. Tú estás a mi merced —recalcó cada palabra en un tono
dominante y posesivo que le puso tan duro como una piedra.
No pudo decir nada más cuando el hombre le mordisqueó suavemente la base
del cuello. Su mano seguía jugando con la parte más dolorida y sensible de su
ser, excitándolo a la vez que su boca iba bajando por su clavícula, delineando
la curva de sus pectorales hasta alcanzar un pezón que no dudó en chupar con
fuerza.
Sasuke echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar, permitiendo que ese
rubio hiciera lo que quisiera con él y disfrutando de la ardiente sensación de
estar bajo su control. Su amante chupó y mordió sus pezones, dejándolo
increíblemente al borde del orgasmo, plantó besos húmedos en su pecho y lamió
cada músculo de sus abdominales entre gemidos placenteros que le hacían saber
que a él también le gustaba tocarlo, y todo sin que su mano dejara de
acariciarlo lentamente. Oh, sí, él sí que sabía cómo jugar con él.
Para entonces, Naruto estaba de rodillas delante de él, lamiendo la línea
de su piel que estaba justo por encima de la cinturilla de los bóxers. En ese
instante, por fin, se los bajó despacio, liberando su adolorida polla, haciendo
que se le escapara un suspiro de alivio.
—Oh… Sí…
El rubio le sonrió.
—Vaya, Sasuke, veo que no tienes nada que envidiarme —dijo agarrando su
miembro entre sus manos.
—¡Aaah! —No pudo evitar soltar una especie de mezcla entre jadeo y grito.
¡Joder, sí!, eso era lo que había estado deseando desde que le puso la corbata
alrededor de las muñecas, aunque no por ello iba a dejar que Naruto se saliera
con la suya—. El que siente… envidia… mmm… eres tú… —logró decir, sonriéndole
con arrogancia.
Los ojos del rubio brillaron, como si disfrutara de las provocaciones tanto
como él.
—Mandón y gallito, ¿eh? Tendré que bajarte los humos de algún modo…
Y, sin más, su boca se apoderó de su miembro.
—Ooooh, ¡sí! ¡Mmm! —gimió Sasuke, encantado porque al fin encontró alivio
en la húmeda y caliente cavidad del rubio. Hizo amago de mover las caderas para
poder follarla a placer, pero Naruto tenía otros planes y sus grandes manos lo
cogieron de las caderas para mantenerlo pegado a la pared y que no pudiera
moverse. Eso lo frustró—. Naruto… Mmm… Por favor…
—Shh… Relájate, Sasuke, tú solo disfruta de esto…
Y Sasuke lo hizo. Se limitó a dejar que esa boca traviesa lo lamiera como
quiso, a veces vorazmente, rápido, lanzándolo a la cima… pero ralentizando el
ritmo cuando estaba a punto de llegar a ella. Además, había algo muy erótico en
estar sometido a él, en solo tener que concentrarse en que no se le doblaran
las rodillas a causa de las crestas de placer que lo asolaban, en ver cómo sus
labios lo chupaban con deseo, en saber que él también disfrutaba lamiéndole.
Las mujeres con las que había estado no lo hacían, podían mantener el ritmo que
él marcaba, pero no era idiota, sabía que solo lo habían hecho para que
estuviera contento con ellas y no las dejara por otra que pudiera satisfacerlo.
Pero Naruto lo hacía. Jugaba con él, lo miraba con esos sexys ojos azules a
través de sus negras pestañas, analizando sus reacciones, viendo qué le gustaba
más y cómo. Eso lo estaba volviendo loco, loco y caliente. Joder, tenía tantas
ganas de correrse…
—Aaah… Aaaaah… Mmm… Naruto, por favor, haz que me corra… —suplicó, incapaz
de soportar mucho más la deliciosa tortura a la que lo sometía.
Su mirada estalló en llamas, como si le hubiera dicho exactamente lo que
estaba esperando. De repente, su boca lo chupó más fuerte y más rápido,
devorándolo ya sin reservas, usando su lengua para lamerle la punta y acentuar
así el placer. Y, mierda santa, lo lograba a la perfección. Sasuke sentía cada
caricia con tal intensidad que tuvo el instinto de tratar de apartarse de su
boca, pero Naruto lo acorraló en la pared sin apenas dificultad, haciéndole una
demostración de fuerza que, aunque parezca imposible, lo puso aún más cachondo.
Todas esas sensaciones, su dominio sobre él, el que estuviera disfrutando
de lamerlo, sus manos agarrando sus caderas con firmeza, sus brazos inútiles a
su espalda, estar a merced de su voluntad, sus habilidosos labios y lengua
sobre su polla, le hicieron correrse con un fuerte gemido de placer.
Se quedó recostado contra la pared, con el pulso acelerado, la respiración
agitada y las rodillas débiles. Mientras se recuperaba, frunció el ceño al
sentir que Naruto aún lo estaba chupando, limpiando los restos de su orgasmo.
Al mirarlo, le produjo una fuerte sensación en el pecho que no supo definir;
ninguna mujer había tragado su semen antes, les daba asco, pero ahí estaba el
rubio, lamiéndolo con cuidado, sin el menor asomo de estar incómodo por lavar
su simiente con la lengua. De hecho, cuando terminó, el rubio alzó los ojos
hacia él y le sonrió. Su corazón dio un vuelco.
—¿Mejor? —le preguntó al mismo tiempo que le bajaba los pantalones y la
ropa interior del todo.
Sasuke asintió y levantó las piernas para ayudarle.
—Es la mejor mamada que me han hecho nunca —admitió.
La sonrisa de Naruto se ensanchó y le guiñó un ojo.
—Soy bueno en eso. Puedo hacerte otra… cuando acabe la primera ronda.
Él levantó una ceja.
—¿La primera ronda?
—¿Creías que solo iba a haber una? Pienso tenerte toda la noche en vela,
Sasuke —le dijo sin dejar de sonreír y poniéndose en pie.
Soltó un bufido como respuesta.
—¿Quién es el gallito ahora? No podrías conmigo ni queriendo.
Los ojos azules del otro hombre brillaron con perversión y, sin previo
aviso, lo agarró del culo con una mano y con la otra aferró su nuca. Sasuke
gimió cuando lo besó apasionadamente en los labios al mismo tiempo que
masajeaba sus nalgas con ardiente deseo. Pese a que acababa de tener un
orgasmo, su miembro empezó a endurecerse una vez más.
Cuando Naruto se separó de él, ya estaba listo para que se la chupara otra
vez. ¡Joder!, él tenía un buen aguante en lo que a sexo se refería, pero nunca
se había recuperado tan rápido, y mucho menos con un beso.
El rubio le sonrió.
—Ya veremos quién suplica al final que pare —dicho esto, se mordió un
segundo el labio inferior con los ojos llameantes de deseo—. ¿Puedes estar
atado un poco más? Quiero joderte así —añadió en un tono de voz bajo y ronco.
Sasuke se estremeció y asintió. Debería estar preocupado porque estaba a
punto de follar con un hombre cuando toda su vida había sido heterosexual pero,
sinceramente, le importaba un pimiento, quién sabe si por culpa del alcohol o
porque ese sexy bombero era lo más caliente que había tenido nunca entre las
piernas. Solo sabía que le deseaba más que a ninguna mujer con la que hubiera
estado y quería probar cómo se sentiría hacer el amor con él. Así que no opuso
resistencia cuando Naruto lo cogió del brazo con suavidad y lo guio a su
habitación.
No le prestó demasiada atención, estaba demasiado oscuro como para
admirarla salvo por las luces de la calle que entraban a través de las ventanas
abiertas, aunque cubiertas por finas cortinas que impedían que nadie del
exterior viera lo que hacían allí dentro. La verdad era que, en esos momentos,
le habría dado igual si algún mirón les hubiera estado observando, estaba
caliente y quería saber cómo había planeado follarlo el rubio.
Este lo llevó directamente a la cama.
—Súbete y ponte de rodillas.
Sasuke obedeció sin vacilar, apreciando el mullido colchón y sentándose
sobre sus talones en el borde del mismo. Naruto se quedó a su espalda, por lo
que no podía verlo cuando pasó sus avariciosas manos por su cuerpo,
acariciándolo como quien venera una obra de arte perfecta, jamás se había
sentido tan deseado, le dio cierta sensación de poder a pesar de que estaba
atado todavía.
Entonces, la lengua del rubio lamió su cuello al mismo tiempo que sus manos
descendían hasta su polla, la cual acogieron entre sus gentiles dedos y la
masajearon de arriba abajo, haciendo que cerrara los ojos y echara el cuerpo
hacia atrás, apoyándose en el duro torso de su amante.
—¿Sabes que eres el hombre más caliente con el que he estado, Sasuke?
—murmuró en su oído.
Él empezó a gemir, tanto por las caricias como porque, muy a su pesar, le
encantaba que pensara eso de él.
—¿De verdad?
—Mmm… Te lo prometo —ronroneo él antes de mordisquearle el hombro—. Tienes
el tipo de cuerpo que me vuelve loco…
—¿Aunque sea un oficinista? —Sasuke no pudo evitar picarlo, sonriendo.
Notó que su amante también sonreía.
—Sí, pero eres uno muy sexy, y que me provoques y te muestres un poco
desafiante me pone muy duro —musitó, plantando húmedos besos en su garganta que
le hacían suspirar—. Además, adoro oírte gemir… es tan malditamente erótico.
—Aaaah… —No era la intención de Sasuke gemir en ese preciso instante, pero
se le escapó cuando Naruto acarició su miembro más rápido y fuerte. No podía
evitarlo, le encantaba tener esas grandes y viriles manos encima, había en
ellas que hacía que su piel se erizara y que escalofríos de placer lo
recorrieran—. Aaaah… Naruto… Sí, sí… Mmm…
El rubio le mordisqueó el lóbulo de la oreja.
—Mmm… ¿Lo ves? Estoy deseando follarte.
—Aaah… Aaaaah… ¿Y por qué no lo haces?
—Tienes razón… Deberíamos empezar ya… —dicho esto, y para la sorpresa de
Sasuke, aparto sus manos de su henchido miembro y le desató las manos.
—¿Qué…?
—Espera —le pidió Naruto mientras le masajeaba los brazos y los hombros—.
Voy a cambiar tus manos de sitio, así no te dolerán los brazos y podrás
apoyarte hacia delante sin caerte.
Sus palabras volvieron a sorprenderlo. Una vez más, Naruto le demostraba
que no era alguien que se preocupaba únicamente por su propia necesidad de
aliviar el picor de su polla, sino que quería que su amante disfrutara, que
estuviera cómodo y que no acabara dolorido después. Nunca nadie se había
preocupado de ese modo por él, le provocó un pinchazo agradable en el corazón
y, incapaz de evitarlo, le estrechó una mano con cariño.
—Gracias. Eres el primero que me trata con un mínimo de consideración.
Naruto se inclinó para besarle la mejilla de un modo que solo podía
calificarse como afectuoso. Vaya, eso ni siquiera lo había hecho Karin en dos
años de noviazgo.
—¿Con qué tipo de hombres deshonrados has estado saliendo? Yo puedo ser un
amante dulce y delicado si me lo propongo —le dijo en un tono burlón que a
Sasuke le hizo reír por lo bajo.
No se le pasó por alto que Naruto daba por hecho que él era homosexual
pero, claro, ¿por qué iba a pensar otra cosa si estaban desnudos en su cama, a
punto de hacer el amor?, ¿si había dejado que le atara las manos y pusiera su
boca en su polla?, ¿si había accedido a ir a su habitación después de meterle
la lengua hasta la garganta y frotar su culo contra su miembro? Ningún
heterosexual habría hecho algo así… excepto él. Al parecer no lo era tanto como
había creído. Sin embargo, decidió no corregir al rubio y seguir con lo que
estaban haciendo, por nada del mundo querría parar ahora que había llegado tan
lejos.
—¿Vas a ser dulce y delicado conmigo? —le preguntó.
—Solo si tú quieres que lo sea —afirmó Naruto, esta vez, con tono solemne,
como si le estuviera prometiendo que no haría nada que él no quisiera hacer.
Sasuke se mordió el labio inferior un momento. Aún podía detener aquella
locura, aún podía evitar que al día siguiente se arrepintiera de lo que estaba
a punto de hacer. El problema era que no quería, Naruto le gustaba mucho y
sentía mucha curiosidad por saber cómo sería el sexo entre ellos.
—Al principio, sí —dijo en un susurro, un poco avergonzado—. No estoy…
acostumbrado a estar abajo.
El otro hombre parpadeó, pero la comprensión brillaba en sus ojos.
—Ya veo. —Se inclinó sobre él y lo abrazó a la vez que lo besaba en el
hombro—. Es un honor que me dejes estar arriba. Te prometo que seré muy suave,
no dudes en avisarme si te hago daño.
Sasuke cerró los ojos y pegó su mejilla a la suya para frotarla, diciéndole
que así lo haría. ¿Cómo demonios iba a resistirse a él, aun siendo un hombre?
Era caliente, sí, de acuerdo, pero era más que eso, era amable y tierno, él
habría dado cualquier cosa por estar con alguien así, que se preocupara de esa
forma por él, que sus caricias fueran algo más que simple lujuria. Antes de que
pudiera profundizar mucho más en ese pensamiento, en que tal vez Naruto fuera
la clase de persona que quería a su lado, este lo besó otra vez en la mejilla,
el cuello y el hombro antes de apartarse.
Sasuke lo vio ir con el ceño fruncido hacia la mesita de noche y rebuscar
entre los cajones hasta sacar un pequeño tubo. Cuando el rubio lo miró, le
sonrió.
—Así será más fácil para ti.
Él dio las gracias por ello, ya que no estaba seguro de que pudiera acoger
a Naruto en su interior sin un poco de ayuda. Este volvió a colocarse a su
espalda y colocó sus manos en su regazo, juntas para poder atarlo otra vez; de
nuevo, hizo un nudo suave para que no le doliera, lo cual le provocó otra
oleada de calidez. Después de eso, sintió sus labios en su hombro, ascendiendo
por su cuello para lamer su garganta. Sasuke cerró los ojos y se dejó hacer.
—¿Preparado? —murmuró su amante.
Sasuke bufó.
—No me trates como si fuera virgen, hazlo.
Naruto trató de contener la risa, pero le salió un sonido extraño antes de
reír por lo bajo, haciendo que a él también se le escapara una risilla. Eso
también era nuevo para él, nunca se había divertido tanto durante las
relaciones sexuales.
Sin embargo, la diversión se terminó cuando notó el dedo húmedo de Naruto
entre sus nalgas. Se tensó instintivamente, temiendo que fuera a penetrarlo y
le hiciera daño, pero el rubio solo trazó círculos alrededor de su entrada
trasera, dejándola mojada.
—Tranquilo —susurró mientras lo besaba en el cuello—. Relájate, no voy a
meterte el dedo a lo bestia, te he prometido que sería muy suave.
Le costó un poco, pero ver que Naruto no iba a introducirse en su interior
inmediatamente y que tampoco le metía prisas para que se calmara, sino que
seguía besándolo como si todo fuera bien, le ayudó a relajarse de nuevo y
apoyarse otra vez en su torso desnudo.
—Lo siento —murmuró, avergonzado. Él le había pedido que no lo tratara como
si fuera virgen pero, aun así, bien que se había asustado al notar su dedo en
esa zona… que nadie había explorado antes.
Sin embargo, su rubio no se lo tomó a mal.
—No te preocupes, es normal —le dijo en un tono suave y calmado, dejando un
rastro de besos en su espalda—. Tranquilo, tengo un método infalible para
distraerte mientras te preparo.
… Vale, admitía que eso llamaba a su curiosidad.
—¿Cuál?
—Este —y, de repente, Naruto agarró su polla con una mano y empezó a
masturbarlo.
—¡Aaaah! —jadeó Sasuke, en absoluto esperando que hiciera eso. Aun así, en
vez de quejarse, se limitó a echar la cabeza hacia atrás, apoyándola en uno de
los anchos hombros de su amante, y a disfrutar de esa cálida mano dándole
placer con firmeza, a un ritmo no muy rápido pero que tampoco era lento,
rozándole la punta con el pulgar de vez en cuando para acentuar el placer,
provocando que gimiera más fuerte.
Mientras tanto, Naruto aprovechaba para humedecer la zona alrededor de su
entrada antes de presionar la misma con la punta de su dedo, para que así el
lubricante hiciera un poco de efecto antes de penetrarlo. Sasuke era consciente
de eso pero, cada vez que intentaba tensar las nalgas, el rubio lo acariciaba
un poco más rápido y hacía que perdiera la concentración, por lo que fue
cuestión de tiempo que acabara embistiéndole con sumo cuidado.
Solo le metió un poco el dedo, comprobando cómo se sentía y si le hacía
daño. La verdad era que no lo hacía, pero para Sasuke fue una sensación
extraña, aunque tampoco le asqueaba ni le molestaba. Así que no dijo nada y
volvió a dejarse llevar por las crestas de placer que le provocaba la erótica
mano del rubio sobre su miembro, que ahora tenía un ritmo un poco más veloz y
lo apretaba un poco, lo suficiente para que la sensación de sus caricias fuera
más intensa, mientras que Naruto seguía embistiéndolo con delicadeza, haciendo
una pausa de vez en cuando para poner más lubricante. Al cabo de un rato, a
Sasuke ya no le preocupaba su dedo y dejó de tensarse, de hecho, cuanto más lo
metía, más empezaba a gustarle tenerlo dentro de él.
—Aaaaah… Aaaaaah… Sí, Naruto, ¡sí! Un poco más fuerte…
—Mmm… ¿Así? —le preguntó su amante al oído a la vez que lo penetraba un
poco más rápido. Sasuke chilló, su dedo ya se deslizaba dentro de él sin
problemas y adoraba la sensación de que lo follara con firmeza.
—¡Aaaaah! ¡Sí, así!
Naruto gruñó un poco y le mordió en la base del cuello, haciéndole gritar
otra vez. Todo era muy intenso, las embestidas a su culo, las caricias a su
polla y sus dientes marcando su piel. Mierda santa, ¿por qué había estado
perdiendo el tiempo con mujeres sumisas cuando podría haber estado disfrutando
de ese rubio dominante cuyo único objetivo parecía ser querer darle los mejores
orgasmos de su vida?
—Sasuke… —lo llamó el susodicho con una voz ronca pecaminosa—. Voy a
meterte otro dedo… Soy grande y no quiero que te duela… ¿Está bien?
—Aaaah… Estoy a tu merced… ¿recuerdas? —le dijo, excitado porque lo único
que podía hacer con sus manos era aferrarse al antebrazo del rubio. El resto,
dependía de él.
Naruto volvió a gruñir, al parecer tan excitado como él.
—Bien…
Sasuke gimoteó cuando el otro hombre sacó su dedo de su interior, anhelando
que volviera a ocupar el vacío que había dejado dentro de él, para presionar
muy suavemente entre sus nalgas con dos dedos, tan solo penetrándolo un poco,
probando una vez más que pudiera con él. Esta vez, ya no estaba asustado y pudo
permanecer relajado; era consciente de que Naruto tenía que forzar un poco su
paso, pero al menos las paredes de su sexo estaban mojadas y le fue un poco más
fácil embestirlo. Su rubio, en vez de seguir con la táctica anterior de
penetrarlo poco a poco, jugó con su interior, trazando círculos con cuidado,
como si quisiera agrandarlo, aunque Sasuke sabía que era para que se
acostumbrara y le hiciera más sencillo aceptarlo dentro de él.
—¿Te duele? —le preguntó su amante.
—No, estoy bien, sigue —lo animó Sasuke, que ya se estaba adaptando a los
dos dedos y empezaba a encontrarlo incluso más placentero que antes.
Naruto obedeció y con un poco de tiempo, logró volver a embestirlo sin
complicaciones. Esta vez, Sasuke se sentía más apretado alrededor de sus dedos,
pero era verdad que le gustaba mucho más que antes y no tardó en suplicarle a
su amante que fuera más duro con él. Este no le hizo rogar más y le dio lo que
quería, sin dejar de masturbar su polla en ningún momento y mordisqueando su
espalda, haciendo que Sasuke se alzara sobre sus rodillas para permitir que
usara sus dientes donde le diera la real gana, incluso llegó a apoyarse sobre
sus manos atadas en el colchón para quedarse a cuatro patas y dejar que le
mordiera en las nalgas.
Cuando se puso en esa posición, escuchó que Naruto soltaba una maldición.
—Joder, Sasuke, necesito follarte ya.
—Hazlo —gimió él, ansioso por sentirlo dentro de él. Si sus dedos eran
geniales, pensar en lo que le haría su polla hacía palpitar la suya propia.
Fue casi doloroso cuando su amante se apartó de él, pero escuchar que se
estaba bajando la cremallera de los pantalones y dejando caer estos al suelo,
lo llenó de expectación. En menos de veinte segundos, sintió que el colchón se
hundía bajo el peso de Naruto, que se puso de rodillas detrás de él,
acariciando sus nalgas.
—Suave, suave… —murmuró mientras colocaba la punta de su miembro en su
entrada.
—Sé que lo serás, tranquilo.
—Me lo decía a mí mismo —admitió el rubio.
Mmm… Eso tendría que preocuparlo, pero la verdad es que le gustó que
estuviera tan ansioso por follarlo.
Confiado, echó su cuerpo hacia atrás, dejando que su polla lo penetrara un
poco. Ah, sí… No había mentido al decirle que era grande; escocía un poco, no
lo negaría, pero también se sentía tan jodidamente bien…
—No me harás daño, yo te avisaré —le prometió.
Naruto le acarició la columna con una mano, desde la nuca hacia abajo. Fue
una forma de decirle que estaba bien y que estuviera relajado, que se mataría
por ser suave con él. No estuvo muy seguro de cómo había sabido eso, tal vez
era porque, a pesar de que solo se habían visto una noche, sentía que lo
conocía, no solo por sus palabras, sino por los pequeños gestos y detalles que
había tenido con él, por la forma en que lo había tratado tanto en el bar como
en la cama, por el cuidado que le había dado a la hora de prepararlo. Sabía
que, si le hacía daño, sería sin querer y que, irónicamente, le dolería más a
Naruto que a él.
Entonces, empezó a moverse. Tal y como había prometido, fue muy lento, tan
solo le embistió con la punta. Al principio, era molesto, pero soportable,
sobre todo porque le gustaba, y mucho, por lo que tan solo abrió la boca para
gemir y para decirle que estaba bien, que podía seguir. Así, Naruto fue
penetrándolo cada vez más profundo, tan solo hasta donde su cuerpo lo permitía,
y se quedaba ahí, dejando que se acostumbrara a él, a la increíble sensación de
tenerlo enterrado dentro de él, de sentirse… unido a él del modo más íntimo que
jamás había podido existir. Jamás había experimentado nada igual, con nadie, ni
siquiera con Karin a pesar de los dos años que habían estado juntos.
Para cuando ya tenía la mitad de su miembro en su interior, a Sasuke ya le
daba igual que doliera un poco, se sentía tan bien que lo único que podía hacer
era jadear, gemir su nombre y tratar de mover las caderas hacia atrás para que
la metiera del todo, pero Naruto tenía sus nalgas apresadas entre sus grandes
manos y no podía hacer nada sin que él le dejara… aunque reconocía que el que
él tuviera el control sobre su cuerpo seguía poniéndolo a cien.
—Despacio, Sasuke… —gimió Naruto, que clavó los dedos en su trasero para
mantenerlo sujeto, pero a él solo le hizo jadear de deseo.
—No, puedo acogerte…
—Te haré daño…
—No soy una jodida flor delicada, Naruto, ¡fóllame!
Escuchó que el rubio gemía y, de repente, lo sintió sobre su cuerpo; se
había colocado encima de él, apoyando ambos brazos a los lados para no
aplastarlo.
—Si mañana te quejas, recibirás unos azotes.
Sasuke le sonrió por encima del hombro.
—Unos azotes no me asustan.
Naruto le devolvió el gesto.
—Ya lo veremos.
Dicho esto, el rubio empujó un poco más profundo, con suavidad para hacerle
el menor daño posible, pero sin pausa. Él trató de relajarse todo lo que podía,
aunque no pudo evitar volver a tensarse en un par de ocasiones a causa del
dolor, pero Naruto siempre se detenía cuando lo notaba y se quedaba quieto,
hasta que él le dijera que podía continuar. De esa manera, al cabo de unos
minutos, su amante estuvo totalmente enterrado dentro de él. Ninguno de los dos
se movió después de eso, Sasuke estaba intentando seguir relajado y controlar
la punzada de dolor mientras que el otro hombre no movía ni un músculo,
esperando a que se acostumbrara a él.
—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja y un tanto dubitativa, acariciando
un lado de su cadera con suavidad.
—Sí… Dame un momento —le pidió con la voz dolorida.
—Tendrías que haberme dejado a mí —lo reprendió Naruto.
Sasuke resopló.
—Eras muy lento.
Escuchó que Naruto reía por lo bajo y sonrió. Poco después, sintió sus
labios en su espalda, plantando tiernos besos sin dejar de usar su mano para
acariciar sus caderas, la cual se deslizó hasta su vientre.
—Déjame ayudarte… —murmuró al mismo tiempo que sus dedos envolvían su
polla. Sasuke se mordió el labio con un gemido cuando empezó a tocarle.
—Vale… Mmm… Eso está mejor… —admitió.
Naruto le lamió la oreja.
—¿Lo ves? Es más fácil a mi manera.
Sasuke habría replicado si no fuera porque estaba demasiado distraído con
la mano hábil de Naruto, la cual parecía saber exactamente cómo acariciarlo
para darle más placer, para tener su miembro palpitando y anhelante de tener un
clímax; mientras le había estado preparando para el sexo con sus dedos, también
le había estado masturbando, pero sin dejar que tuviera un orgasmo, él sabía
que lo hacía tanto para tenerlo concentrado en otra cosa mientras se ocupaba de
la parte más difícil como para que después le fuera más fácil correrse.
Afortunadamente, y a pesar de estar desesperado por alcanzar la cima, eso
le ayudó mucho a dejar que Naruto empezara a moverse, muy despacio y con mucho
cuidado. Apenas se deslizaba unos centímetros dentro de él, probablemente
temiendo hacerle daño si directamente entraba y salía. No fue tan doloroso
ahora que su polla estaba siendo sometida a una nueva sesión de eróticas
caricias, y fue cuestión de tiempo que su rubio pudiera ir cada vez un poco más
lejos, llegando a dejar únicamente la punta de su miembro en su interior antes
de embestirlo nuevamente a un ritmo lento que acabó dejándolo tan excitado que
ya no podía ni pensar. Fue una sensación totalmente nueva tener a un hombre
penetrándolo, un poco extraño, sí, porque era la primera vez, pero era
increíble sentirse tan lleno de esa forma, ser poseído de esa forma… nunca
había sentido que pertenecía a alguien hasta ese momento.
—Aaaah… Aaaaaah… Naruto… —jadeaba, incapaz de pensar, solo podía sentir.
—Sasuke… Aaah… ¿Estás bien? —Naruto no estaba mejor que él. Veía cómo la
mano con la que se apoyaba en el colchón se aferraba a las mantas con fuerza, oía
su respiración agitada, sentía sus duros músculos contrayéndose y su polla
parecía tener latido propio. Eso también era nuevo, notar en su interior la
intensidad con la que lo deseaba, le hacía sentirse muy seguro y poderoso
sexualmente.
—Sí… Aaaah… Sí, no te preocupes, solo sigue… Mmm….
Lo escuchó gruñir antes de penetrarlo con más firmeza. Sasuke gritó de
placer.
—¡Aaaaah! ¡Sí, Naruto, así!
De repente, esto lo cogió por las caderas y lo levantó sin separar sus
cuerpos, dejándolo a horcajadas sobre sus rodillas, pero quedándose de tal
forma que su espalda pudiera apoyarse en su increíble torso desnudo. Después,
cogió sus manos atadas y las pasó por detrás de sus cabezas.
—Agárrate a mi pelo y no las muevas de ahí.
Sasuke obedeció sin rechistar y se aferró a los suaves mechones de su nuca,
exponiendo así todo su cuerpo al rubio, quien le abrazó por el pecho con un
brazo para sujetarlo y evitar que cayera, mientras que la otra mano regresó a
su polla para acariciarlo esta vez a un ritmo rápido. No tuvo tiempo de chillar
por eso, ya que, sin previo aviso, Naruto lo penetró con fuerza, hacia arriba,
arrancándole un grito de éxtasis de la garganta.
Ninguno volvió a hablar en un buen rato, ambos perdidos en la vorágine de
deseo que los consumía. El rubio folló duro a Sasuke al mismo tiempo que lo
masturbaba y lo mordía en el cuello, haciendo que este solo fuera capaz de
gemir, gritar y suplicar que siguiera, de sentir su cuerpo ardiendo en llamas
de pasión, de tener la extraña certeza de que, en ese momento, se pertenecían
el uno al otro. No importaba, solo era consciente de ellos dos, el resto del
mundo podría estar al borde del apocalipsis y él ni se habría enterado, le
habría exigido a su amante que no se detuviera, que sus dientes marcaran cada
centímetro de su piel, que su cuerpo duro siguiera frotando el suyo, que su
mano siguiera tocando su miembro y que su polla no dejara de golpear su trasero
hasta que ninguno de los dos pudiera moverse.
Las crestas de placer siguieron creciendo y devorándolos hasta que los dos
llegaron a su punto álgido. Estaban muy cerca de consumar su unión, de arder
juntos.
—¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Naruto! —gritaba Sasuke, incapaz de decir que
estaba al borde del orgasmo y que necesitaba alcanzarlo.
—¡Aaaah! Lo sé, Sasuke, lo sé… Córrete conmigo —ordenó Naruto antes de
golpear su trasero con más fuerza, llegando a ese punto tan íntimo en su
interior que le hizo gritar de puro éxtasis.
Fue tan intenso que le dolieron las pelotas, pero lo mejor fue que su
orgasmo se alargó un poco cuando el rubio siguió follándolo hasta que se corrió
dentro de él gritando su nombre. Eso le produjo una inmensa satisfacción que,
unido a que acababa de alcanzar el clímax, lo dejó muy complacido, aunque no
por ello menos tembloroso, ya que se derrumbó sobre las rodillas de su amante,
quien lo sujetó entre sus fuertes brazos mientras lo besaba en el cuello.
Ambos se quedaron unos minutos así, abrazados y jadeando, recuperándose de
su poderoso encuentro sexual mientras intercambiaban muestras de afecto: Naruto
besaba a Sasuke donde podía y este, con las manos aun tras sus cabezas,
acariciaba los mechones de su cabello. Poco después, el rubio le desató las
manos para que no estuviera incómodo y el otro hombre pudo cubrir sus brazos
con los suyos a la vez que se acurrucaba un poco en el duro cuerpo de su
amante.
Sasuke nunca se había sentido tan querido y cariñoso después del sexo,
tampoco había dejado su cuerpo unido al de su amante al terminar; las mujeres
con las que salía solo querían lavarse antes de pasar a la siguiente ronda, o
que él las abrazara, las besara y las acariciara.
Siempre él, nunca ellas.
Pero ahí estaba, enlazado a un hombre que lo hacía sentir… No sabía
definirlo, porque jamás había experimentado nada igual, nada tan fuerte ni tan
íntimo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una caricia a su rostro. Se giró
para buscar la mirada de Naruto, el cual lo sondeó con atención, como si
buscara algo. De forma instintiva, Sasuke supo que le estaba preguntando si
estaba bien y si le había hecho daño. Otra vez estaba siendo amable y
considerado, preocupándose antes que nada por si estaba herido. Sin decir nada,
le dedicó una sutil sonrisa y levantó la cara para besarlo. Su rubio lo
correspondió de inmediato, sin reservas.
—Naruto… Yo… —murmuró contra sus labios, queriendo expresar cómo se sentía
pero sin saber cómo hacerlo.
Por suerte, no hacía falta.
—Shh… —lo interrumpió Naruto, besándolo suavemente—. Yo también lo he
sentido así.
El corazón de Sasuke tartamudeó y él se entregó al beso, lento y húmedo.
Entonces, Naruto lo tumbó en el colchón boca arriba sin dejar de hacerle el
amor a su boca, colocándose sobre su cuerpo, dejando que rozara el suyo y
arrancándole un suspiro de placer. No lo pensó dos veces en abrir las piernas
para él y dejar que se acomodara entre ellas, dándole permiso para follarlo
otra vez si lo deseaba… porque él también lo hacía.
Sin embargo, Naruto se separó y le sonrió.
—¿Listo para la segunda ronda? —le preguntó al mismo tiempo que descendía
por su cuerpo, pasando las manos por su pecho, su vientre y…
—¡Aaaah! ¡Sí! —jadeó Sasuke, sin dudar.
Los puñeteros rayos del sol no tenían otro sitio donde meterse que en su
cara. Sasuke gimió adolorido mientras se tapaba los ojos con una mano,
maldiciendo el fuerte dolor de cabeza que tenía por culpa de la resaca. Joder…
¿había bebido tanto? ¿Y por qué cojones tenía el culo como si le hubiera
follado un tren?
Se frotó los párpados, tratando de espabilarse y, cuando lo hizo, no solo
se dio cuenta de que no estaba en su piso, sino también de que estaba
acompañado.
Un brazo enorme y musculoso estaba alrededor de su cintura. Un brazo que
era de todo menos femenino.
Alarmado al recordar lo acontecido la noche anterior, se giró muy
lentamente, suplicando que no fuera verdad, que no hubiera ocurrido, que solo
había sido un sueño producto de una noche de borrachera.
Pero no. Ahí estaba Naruto, profundamente dormido y desnudo, acurrucado en
su espalda y abrazándolo.
Por un instante, la mente de Sasuke se quedó en blanco.
… Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda, ¡mierda! ¡¿Qué cojones había
hecho?! ¡¿Cómo diablos había terminado acostándose con un hombre?! ¡Él era
heterosexual, joder! Siempre lo había sido… Los hombres nunca le habían llamado
la atención…
Miró detenidamente a Naruto unos instantes. Bajo la luz del sol, su
revoltoso cabello dorado parecía más brillante y, por alguna razón, era
gracioso verlo tan desordenado y hecho un desastre; su piel tostada lucía
deliciosa, como si fuera miel cubriendo sus duros e increíbles músculos, que
pese a estar relajados, seguían delineándose como una pecaminosa invitación
para que los recorriera con las manos y la lengua…
El muy maldito era condenadamente guapo, sexy, caliente… Un hormigueo de
deseo lo invadió al recordar las cosas que había hecho anoche; sus grandes
manos varoniles sobre su cuerpo, su lengua en cuello, sus dientes en los
pezones, su boca en su polla… Naruto encima de él con sus piernas alrededor de
sus caderas, Naruto follándolo por detrás estando los dos tumbados de lado en
la cama, Naruto jodiéndolo mientras él tenía los ojos vendados, Naruto gimiendo
bajo su cuerpo, azotando sus nalgas cuando le había montado…
Oh, no, lo había cabalgado como si fuera un semental. Peor aún, recordaba
lo mucho que le había gustado sentir sus fuertes manos dándole azotes en el
culo; no había sido tan fuerte como para hacerle daño, pero sí lo suficiente
para dejar caliente esa zona…
¡Mierda, Sasuke, céntrate!, se dijo, furioso y avergonzado porque había
disfrutado de eso. Tenía que salir de allí antes de que se despertara, no
quería enfrentarse a la incómoda situación que habría si lo pillaba
marchándose, a tener que decirle que eso había sido un error, que a él no le
gustaban los hombres y que solo había estado muy borracho…
Hubo algo en esos pensamientos que le dolió, que hizo que su corazón se
encogiera, pero prefirió ignorarlo. Era más fácil huir, negarlo todo, antes que
enfrentarse a la cruda realidad.
Con mucho cuidado, apartó el brazo de Naruto, quien ni se inmutó, y se
levantó con todo el sigilo que era capaz aunque, al hacerlo, un calambrazo de
dolor estuvo a punto de hacerle maldecir en voz alta.
“Hijo de puta”, maldijo al rubio, fulminándolo con la mirada. El muy cabrón
se lo había pasado en grande follándolo fuerte y duro. No podía ser pequeño ahí
abajo como mínimo, ¿verdad? ¡No, claro que no! Tenía que ser grande por todas
partes: alto, de espaldas anchas, pecho amplio, piernas largas, manos viriles,
polla increíble…
Se puso totalmente rojo al ver a dónde iba su cabeza y la sacudió, enfureciéndose
por la forma en la que pensaba en Naruto y, con rabia, recogió su ropa, la cual
estaba muy arrugada por haber estado tirada en cualquier parte, lo que
contribuyó a su malhumor. Resaca, culo dolorido por sexo duro y no aceptación
de su sexualidad eran una mala combinación, por no hablar de que había dormido
poco y que estaba hambriento. Cualquier ínfimo detalle que Sasuke consideraba
molesto, hacía que sus entrañas ardieran airadas.
Mientras se vestía, maldijo mentalmente el alcohol y a Naruto de todas las
formas que se le ocurrieron, culpándolos de esa vergonzosa situación que jamás,
nunca, en lo que quedaba de vida, le contaría a nadie, para él eso no había
pasado, solo había sido una pesadilla. Cuando hubo terminado, le lanzó una
mirada asesina al rubio… que se desvaneció en un segundo al ver cómo fruncía el
ceño en sueños y palpaba perezosamente el colchón, como si buscara algo.
En contra de su voluntad, su corazón se ablandó y fue a la cama. Le cogió
la mano y la llevó hasta la almohada para que la abrazara, luego lo arropó con
las mantas para que no pasara frío y, después, le apartó los mechones de la
cara para acariciarle una mejilla. Su contacto parecía tranquilizar al rubio,
que relajó su expresión.
—Sasuke… —susurró.
Escuchar su nombre hizo que este se pusiera rojo y que su pulso se
disparara.
“No, no, esto es un error”, se dijo a sí mismo, dando media vuelta con
brusquedad y saliendo disparada del pub. Mientras andaba por la calle buscando
su coche, se juró a sí mismo que nunca, jamás, volvería a pasar por allí, y que
por nada, bajo ningún concepto, regresaría en busca de aquel hombre rubio cuyo
recuerdo todavía le hacía temblar.
Hola seguirás la historia en Wattpad gracias
ResponderEliminarEn Wattpad la historia ya está completa, pero la dejo aquí también para quien no tenga una cuenta allí :)
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