viernes, 23 de noviembre de 2018

Conformista


Deja que llueva

Unos meses atrás, Fugaku se encontraba en la entrada del hospital donde Naruto se recuperaba de su accidente. Sabía que no debería estar allí, que había hecho mal al llamar por teléfono de centro en centro hasta hallar el lugar en el que el novio de su hijo estaba, del mismo modo que sabía que no tendría que haber leído de cabo a rabo todos los documentos que Itachi había encontrado sobre ese hombre.
Naruto Namikaze. Tenía una mezcla de ascendencia de lo más interesante: japonesa, americana e irlandesa. Se había criado prácticamente en Irlanda, pero al morir su padre se vino a Japón con su madre, donde había pasado el resto de su vida. Sus notas no eran nada del otro mundo, más bien entraban en la media habitual de cualquier estudiante, pero se dio cuenta de que había estudiado mucho para poder sacar unas buenas calificaciones que le permitieran acceder a la academia de bomberos y tenía que admitir que en las pruebas físicas le había dejado impresionado. Después de eso, había dedicado su vida al cuerpo de bomberos, había visto su media de buenos resultados y había estudiado los pocos fracasos que había tenido en su carrera profesional, en su gran mayoría, casos en los que ya no se podía hacer nada o cuya decisión había que tomar tan rápido que, simplemente, no había tiempo para pensarla tan detenidamente. Solo un par de muertos aparecían en su expediente, gente a la que no pudo salvar y por la cual había sufrido mucho a causa de la culpabilidad; el primero que murió le produjo una leve depresión que por poco acaba con su vida cuando se negó a abandonar un piso en llamas, sus compañeros tuvieron que agarrarlo y sacarlo antes de que él también muriera.
Eso decía mucho de él. No era un hombre que se hubiera metido en ese cuerpo para poder presumir de ser un héroe, sino que realmente pensaba en las víctimas, en la gente a la que tenía que salvar, o de lo contrario, no se habría comportado de esa forma.
Por suerte, pudo superarlo y salir adelante, había ayudado a mucha gente después, incluida la niña por la que ahora se encontraba postrado en una cama.
Se removió un poco en el coche, sin estar seguro de qué hacer. No quería invadir la intimidad de su hijo de esa manera, había hablado en serio cuando les había dicho a su mujer y a Itachi que lo mejor era esperar y que pasara por esa fase con tranquilidad, pero al final tampoco había logrado refrenar su curiosidad y… se moría de ganas por echarle un vistazo. No hablaría con él, solo… quería verlo con sus propios ojos, como si así pudiera hacerse una idea de cómo era.
Justo cuando estaba a punto de salir del coche, vio al sujeto de su curiosidad saliendo del hospital con una camiseta de manga larga y unos pantalones de chándal que parecían de esos básicos que llevaban los enfermeros y médicos residentes cuando tenían que pasar muchas horas en el edificio. Preocupado, salió del coche con rapidez y fue tras él con el mayor sigilo que pudo; tampoco es como si fuera muy difícil seguirlo, el pobre hombre caminaba lentamente y con cierta dificultad, de hecho, cuando llegó a la esquina del edificio, se apoyó contra la pared, como si necesitara sujetarse. Ahí no pudo aguantarse más, sabía que no debería entrar en contacto con él, pero era evidente que necesitaba ayuda.
—¿Puedo ayudarle? —se ofreció.
El rubio se sobresaltó y se dio la vuelta con brusquedad, lo cual le produjo una mueca de dolor. Fugaku fue rápidamente hacia él para sostenerlo por los hombros con cuidado, pues no estaba seguro de hasta dónde llegaban sus heridas.
—Señor, no tiene buen aspecto, debe volver al hospital.
—No, tengo que hacer una cosa…
—Puede esperar hasta que esté recuperado.
—No, no puedo, es importante.
Fugaku dudó unos momentos antes de ayudarlo a sentarse sobre el suelo. Se agachó a su lado, por si necesitaba cualquier otra ayuda.
—Si quiere, puedo hacerme cargo de ese asunto.
Naruto lo miró un tanto sorprendido.
—¿Ayudaría a un desconocido?
Él se encogió de hombros.
—Si parece ser algo tan importante que parece que se está fugando del hospital cuando no debería, sí.
El hombre le dedicó una amable sonrisa que hizo parpadear un poco al patriarca Uchiha. Vaya, él nunca se había fijado en los hombres de ese modo, pero podía entender que a su hijo le hubiera llamado la atención; era… atractivo y atrayente de un modo que no sabía definir, con esos ojos azules y el cabello rubio, podía ser perfectamente un ángel que había caído herido del cielo.
—Le estoy muy agradecido, pero me temo que en eso no puede ayudarme.
—Soy un hombre de muchos recursos, pruébeme.
Naruto lo miró de arriba abajo y sonrió.
—A juzgar por su traje, no lo dudo.
Esta vez, Fugaku se sonrojó.
—Mis disculpas, no quería insinuar…
El otro hombre lo sorprendió riéndose.
—No se preocupe, no me ha ofendido. Verá, lo que necesito está en mi casa y no creo que pueda encontrarlo en mitad de todo ese desorden.
Fugaku lo estuvo meditando unos momentos, dudando entre si hacer lo que estaba pensando o si llevarlo directamente al hospital y hacer que un médico lo examinara. Sin embargo, si Naruto había sido capaz de escaparse una vez, ¿quién le aseguraría de que no volvería a cometer otra tontería similar? No podía contratar a alguien para asegurarse de que no salía de allí hasta que estuviera recuperado, eso sí que sería intervenir demasiado en la vida de Sasuke, así que no tenía otra opción…
—En ese caso, permita que le acompañe. Así me aseguraré de que no se hace daño.
El rubio abrió los ojos como platos.
—¿Habla en serio?
—Eso que tiene que hacer parece algo importante y nada me asegura que no volverá a escapar si lo devuelvo al hospital. Tendré la conciencia más tranquila si le ayudo, pero debe prometerme que no huirá otra vez.
El hombre levantó su mano derecha.
—Lo juro solemnemente. Gracias por su ayuda.
—No hay de qué —dicho esto, lo ayudó a ponerse en pie de nuevo y lo llevó hasta su coche, donde le echó una mano para sentarse en el asiento del copiloto.
Después de eso, Naruto lo guio por las calles de Tokio hasta que llegaron a una zona donde había unos cuantos pubs, discotecas y bares de noche. Frunció levemente el ceño.
—¿Vives aquí?
—Sí.
—¿Y cómo lo haces para dormir?
—Tengo el sueño profundo y de día es de lo más tranquilo.
Fugaku esbozó una media sonrisa, un tanto divertido. Al poco rato, aparcó frente a un pub irlandés (cómo no), parecía que vivía en la planta encima de este, y lo ayudó a bajar del coche y a ir hacia el local, que a esas horas estaba cerrado. Naruto se sacó una llave del bolsillo del pantalón y abrió sin problemas, indicándole que lo llevara a las escaleras que había en la parte de atrás. Fugaku obedeció sin rechistar y, con mucha paciencia, le echó una mano (o dos) para subir escalón a escalón.
—Oye, ¿de verdad que no quieres que vaya yo a por eso? No tienes buen aspecto.
Naruto negó fervientemente con la cabeza.
—No, es lo mínimo que debo hacer.
Fugaku no acabó de entenderlo, pero viendo su cabezonería, lo ayudó lo mejor que pudo hasta que por fin llegaron a la puerta. Naruto la abrió entre jadeos, se notaba que estaba agotado por el esfuerzo, e inmediatamente después, temiendo que desfalleciera (el rubio era más alto y corpulento que él y era consciente de que si podía sostenerlo era porque el hombre ponía de su parte), lo condujo hasta el sofá, donde lo dejó con todo el cuidado que podía a una mole de cien quilos.
Este le dedicó una sonrisa de disculpa.
—Lo siento, sé que soy grande.
Fugaku se derrumbó a su lado con un resoplido.
—No tiene importancia. —Hizo una pausa para coger aire—. Por cierto, ¿qué es eso tan importante que tienes que hacer?
Naruto bajó un momento la vista hacia un colgante que llevaba al cuello.
—Mi novio me hizo un regalo por Navidad. —Fugaku frunció el ceño, sin estar seguro de qué tenía que ver eso con lo que tenía que hacer ahora, aunque sintió curiosidad por saber lo que le había regalado su hijo—. Fue algo importante para mí ya que nadie me había regalado algo así y me sentí mal por no poder corresponder su gesto.
Le enterneció un poco ver que ese hombre parecía apreciar mucho a Sasuke, hasta el punto de escaparse del hospital (suponiendo que buscando un regalo para él), aunque no por ello era menos peligroso.
—No creo que a tu pareja le haga gracia que te hayas escapado por eso.
—No, se pondrá hecho una fiera —rio—, y con razón. Pero quiero corresponderle.
Fugaku asintió.
—¿Puedo saber qué te regaló?
Naruto se quitó el colgante que llevaba al cuello y se lo tendió. Era un sencillo medallón dorado, con una cadenita y una placa redonda donde había algo escrito:

Eres la lluvia que cae sobre mí

—No lo entiendo —admitió.
El rubio sonrió y recuperó su regalo.
—El día que conocí a Sasuke, le dije que el amor es como la lluvia; no lo encuentras en un escaparate un buen día que decides enamorarte, sino que cae sobre ti cuando menos te lo esperas. Que me diera esto fue… —Se detuvo un segundo, como si la emoción le impidiera hablar—. Me dijo lo que sentía por mí. No llevamos mucho tiempo juntos, pero confía en que lo nuestro salga adelante, a pesar de que yo esté internado en el hospital y que probablemente no vaya a salir hasta dentro de unos meses, me hizo saber que estaría ahí, conmigo. Nadie ha hecho tanto por mí, por eso es importante para mí poder corresponderle.
Fugaku no pudo contener una sonrisa al ver lo mucho que quería ese hombre a su hijo. Sí, podía ser un podía ser un poco estúpido salir del hospital de esa forma, pero comprendía por qué lo había hecho. Mikoto había sacrificado tanto para poder estar con él que probablemente habría cometido alguna estupidez de haber estado en una situación similar.
—¿Y qué has pensado regalarle?
Naruto sonrió e hizo amago de levantarse, esta vez con mayor facilidad. Fugaku lo siguió de todos modos para ayudarle a andar al mismo tiempo que echaba un vistazo rápido a la casa; era bastante sencilla y no muy grande, aunque tampoco demasiado pequeña, tenía lo necesario para vivir con comodidad sin extravagancias y le pareció acogedora y cálida, en cierto modo le recordaba mucho al hombre que vivía en ella. Le sorprendió un poco cuando fueron a su habitación y el rubio fue hasta la mesita de noche, de donde sacó una pequeña cajita oscura. Le hizo un gesto para que se sentara a su lado en la cama y fue hacia allí con algo de curiosidad.
—Esto era de mi madre —le contó, abriendo la caja, en la cual había un hermoso colgante con una piedra rectangular de color azul claro, con uno de los extremos atravesados por una cuerdecita negra—. Mi padre se lo regaló cuando supo que ella era la persona con la que quería pasar el resto de mi vida, igual que hizo su madre con su padre, y lo mismo durante un par de generaciones más. —Hizo una pausa en la que se quedó un tanto pensativo, acariciando la gema—. Sasuke es un empresario exitoso, tal vez hayas oído hablar de él, se apellida Uchiha.
Fugaku esbozó una amplia sonrisa, incapaz de ocultarla.
—Hemos coincidido varias veces.
Naruto asintió y continuó:
—Puede comprar cualquier cosa que quiera, tiene dinero de sobra para ello. Eso es un problema porque yo no puedo hacerle ningún regalo… que él no pueda obtener y de una calidad aún mejor. Por eso quiero darle este colgante.
—¿No te preocupa que él no sea la persona indicada para ti? —le preguntó, curioso.
El rubio negó con convicción.
—He estado con muchos hombres, he tenido varias parejas. Tengo claro lo que quiero en una persona, y jamás había conocido a alguien con quien conectara tan rápido… y por la que sintiera tanto en tan poco tiempo.
Fugaku volvió a sonreír. Ahora se alegraba de haber ido a conocer a Naruto, se veía que era un buen hombre y que quería mucho a su hijo, así él estaba mucho más tranquilo.
—¿Sabes una cosa? Cuando tenía más o menos tu edad, yo no era un pez gordo. Venía de una familia humilde, mis padres trabajaron muy duro para poder pagarme una educación y que pudiera ir a la universidad…
Así, el patriarca de los Uchiha entabló una amistosa conversación con Naruto sobre cómo conoció a su esposa, una mujer de buena familia y con un gran futuro por delante y que, aun así, lo dejó todo atrás por él. Estuvieron hablando tanto rato que comieron juntos en la casa del rubio como si fueran viejos amigos y, por la tarde, Fugaku lo llevó de vuelta al hospital junto con el collar que le regalaría pocas después a Sasuke, justo después del sermón que este le echaría al rubio por haberse escapado…


Sasuke se quedó mirando fijamente a su padre cuando terminó su relato. Por otro lado, Naruto solo estaba muy sorprendido, no había esperado que aquel amable hombre que le había ayudado a conseguir el regalo de su pareja fuera en realidad el padre de este, mientras que Itachi y Mikoto estaban ligeramente molestos, ya que Fugaku los regañó por querer meterse en la relación de Sasuke y luego iba él y hacía exactamente eso… aunque, viendo la expresión del menor de los Uchiha, se alegraban de no haber cometido ese error.
—A ver si lo he entendido bien —comentó Sasuke, frotándose una sien—; has ido al hospital a conocer a mi novio sin preguntarme ni decirme nada acerca de cómo me sentía yo con eso, y, encima, lo ayudas a escaparse cuando estaba herido…
—Sasuke… —intervino Naruto, pero este le lanzó una mirada asesina.
—No, Naruto. Fuiste irresponsable, ¿qué habría pasado si te hubieras caído? Se te podrían haber abierto las heridas, estabas muy débil y ya veo que mi padre tuvo que ayudarte y todo. —Naruto abrió la boca para discutir, pero Sasuke se giró, encarando de nuevo a su padre. Ya tenía bastante con él como para pelearse con el rubio otra vez por ese tema—. A todo esto, ¿cómo supiste siquiera que estaba saliendo con…? —Antes de terminar la pregunta en voz alta, halló la respuesta. Solo había una persona a la que le hubiera hablado de su pareja, de modo que se giró hacia Itachi, quien se encogió ante la mirada acusatoria de su hermano—. Tú.
—Sasuke, yo…
—¡Me espiaste!
—Solo quería echarle un vistazo a esa pareja tan misteriosa, no creí que fuera para tanto…
—Pero luego se lo contaste a nuestros padres, porque imagino que si papá lo sabía, mamá seguro que también, ¿no? —dijo, mirándola.
Mikoto hizo amago de tocarlo para calmarlo, pero Sasuke se apartó, levantándose del sofá y paseándose por la habitación al mismo tiempo que se pasaba los dedos por el cabello.
Itachi lo observó con ojos dolidos.
—Tienes razón, te seguí un día hasta el hospital y os vi a Naruto y a ti juntos. Entonces comprendí por qué estabas tardando tanto en hablarnos de él y se lo conté a nuestros padres para que no les pillara tan de sorpresa, así tú no tendrías que estar tan preocupado.
Sasuke le lanzó una mirada de pocos amigos.
—Pero era decisión mía cuándo presentarles a Naruto. ¿Por qué tenías que meterte en medio? ¿Por qué todos habéis interferido?
—Cariño, solo estábamos muy ilusionados ante la idea de que hubieras conocido a alguien especial y teníamos curiosidad —se explicó Mikoto.
Sin embargo, Sasuke todavía estaba enfadado.
—¿Y eso os da derecho a ir a mis espaldas a conocer a mi novio? ¿A evaluarlo? ¿A ver si es lo suficientemente bueno para mí? Ya no soy un adolescente que está tan salido como para hacer tonterías cuando se trata de relaciones, ni siquiera creo haberlo sido alguna vez, ¿por qué no podíais dejar que hiciera esto a mi manera? Como bien habéis dicho antes, es mi vida y tendríais que respetar mis decisiones —dicho esto, se fue furioso del salón.
Mikoto hizo amago de ir tras él, pero Naruto la detuvo cogiéndola por los hombros con delicadeza y una mirada amable y comprensiva.
—Iré yo. No se preocupe, se calmará.
La mujer asintió y dejó que el rubio se internara libremente en la casa, buscando a su pareja. La encontró fácilmente al ver una puerta abierta que daba al jardín interior, rodeado por una tarima de madera, de esas que tenían las casas japonesas tradicionales. Sasuke estaba apoyado contra un poste, con los brazos cruzados, observando la lluvia que había empezado a caer en algún momento durante la conversación con Fugaku.
Se colocó al otro lado del poste, también con los brazos cruzados.
—Siento haberme escapado del hospital ese día —empezó—, pero sabes por qué lo hice.
Sasuke dejó escapar el aire despacio y se pasó una mano por la cara.
—Lo sé, y fue todo un detalle por tu parte, pero…
—Estabas muy preocupado por mí —terminó el rubio por él, yendo a su espalda para poder abrazarlo por la cintura—. Te llamaron diciendo que había desaparecido y te llevaste un susto de muerte, por no hablar de que tenías miedo de que me pasara algo con las heridas que tenía. Sé que fui irresponsable y lo siento mucho —añadió, besándolo en la nuca.
Sasuke se dejó hacer y se apoyó contra el pecho de su novio.
—Lamento haberte hablado así delante de mi familia. No ha estado bien.
—Tienes temperamento y te ha molestado mucho, entiendo que no tendría que haberme metido tampoco. No te preocupes —dicho esto, volvió a besarlo en el cuello.
Sasuke se dio finalmente la vuelta para abrazar a Naruto, refugiándose en su cuerpo.
—¿Por qué han tenido que hacer eso?
—Porque quieren que seas feliz. Sasuke, comprendo que estés molesto, pero no lo han hecho con mala intención y tu padre fue muy amable conmigo. No vale la pena seguir enfadado.
El otro hombre lo sabía, pero estaba enfadado por lo que había ocurrido. Sabía cuánto había deseado su familia que encontrara a alguien de quien enamorarse, igual que él… pero esas no eran formas de inmiscuirse.
Aun así, también era consciente de que él también se estaba pasando de la raya. Al final, nadie había salido herido salvo su orgullo.
—¿Mejor? —le preguntó el rubio, besándolo en la cabeza.
—Creo que sí. Gracias.
—Estoy para lo que necesites, amor.
Sasuke esbozó una sonrisa al escuchar el apelativo cariñoso y lo miró.
—¿Sabes que es la segunda vez que me llamas así en un día?
Naruto levantó una ceja.
—¿Y eso te molesta?
El otro hombre se sonrojó y apartó la vista.
—No.
El rubio esbozó una sonrisa divertida y luego lo besó tiernamente en la mejilla, una y otra vez hasta llegar a sus labios, de los cuales se apoderó un instante con pasión antes de soltarlo.
—Anda, regresemos con tu familia.
Sasuke suspiró y lo cogió de la mano para dejar que lo llevara de nuevo al salón, donde se reunió con sus padres y su hermano. Hablaron un poco y todo quedó perdonado; los tres juraron que no volverían a hacer algo así y Sasuke se comprometió a no ocultarles más una relación por miedo a ser rechazado, aunque esperaba fervientemente no hacer eso, ya que tenía la esperanza de que el rubio fuera la persona a la que había estado buscando tanto tiempo.
Poco después de eso, y cuando ya estaban a punto de sentarse a cenar, llegó Izumi. Se encontraba un poco mejor de las náuseas y había decidido ir para conocer a Naruto (sí, ella también estaba enterada gracias al cotilla de su marido) y también para disculparse por el comportamiento de Itachi, pero Sasuke no estaba enfadado con ella, así que le fue fácil olvidar todo el asunto.
El resto de la velada concurrió con tranquilidad y alegría, centrándose especialmente en el nuevo integrante de la familia, que respondió a toda pregunta con una sonrisa y, en más de una ocasión, haciendo que su novio se sonrojara, por lo que solía abrazarlo y besarlo en la cabeza o la mejilla para que se le pasara la vergüenza, gesto que a todos los enterneció y les provocó una gran felicidad, ya que nunca habían visto a Sasuke siendo tan cariñoso como con ese rubio.
Sin embargo, cuando terminaron el postre, el menor se puso serio.
—La verdad es que Naruto no es el único motivo por el que os he hablado de cenar todos juntos.
La familia lo miró con cierta inquietud.
—¿Ha ocurrido algo, hijo? —le preguntó Fugaku.
Sasuke asintió con el semblante sombrío.
—Karin ha estado esta mañana en mi oficina.
—¿Qué quiere esa mujer de ti? —interrogó Mikoto con la nariz arrugada. Se podía oler a quilómetros de distancia que la susodicha no era en absoluto de su agrado.
El más joven de los Uchiha se removió nervioso.
—Veréis, la verdadera razón por la que rompí con ella fue que me fue infiel con su jefe. —Sus padres abrieron los ojos como platos, sin esperarse para nada esa noticia, pero antes de que pudieran decir nada, su hijo los detuvo con un gesto de la mano—. Eso ya no tiene la menor importancia porque estoy con Naruto y me alegro de que las cosas hayan salido así, el problema es algo más grave y que nos afecta; Karin quiere aparecer en los medios diciendo que por culpa de nuestra ruptura perdió a un hijo mío.
—¡¿Qué?! —casi chilló Mikoto.
—Será arpía la muy… —masculló Itachi.
—Hija de… —ladró Izumi.
Fugaku fue el único que mantuvo la cabeza fría, aunque no estaba para nada contento con la situación.
—¿Qué quiere a cambio?
—Un trato muy beneficioso entre mi empresa y la de su jefe. Pretende convertir su cadena de hoteles en la mejor del país, o eso dice.
—No me cuadra, eso no se consigue de la noche a la mañana y menos por obtener tus productos, hijo. No te ofendas.
Sasuke negó con la cabeza.
—No, ya lo sé, no tiene ningún sentido. Pero tengo tres días para darle una respuesta y me preocupa que esté haciendo tratos con mis competidores para amañar un juicio si decido ir a por ella. Tu bufete podría salir perjudicado, papá, así como los negocios de la familia si esto sale mal.
Fugaku frunció el ceño.
—Desde luego, será un problema si esa mujer crea una alianza con otros empresarios para ir a por nosotros. No es que no tengamos posibilidades de ganar, también tenemos amigos, pero esto se hará muy largo y prácticamente se convertirá en una guerra que no nos dejará vivir en paz.
—Eso había pensado.
—Ceder no es una opción —dijo Mikoto con los ojos entrecerrados de un modo peligroso—. No consentiré que esa bruja se aproveche de todo lo que has conseguido.
—La clave está en predecir todos sus movimientos —argumentó Itachi, tocándose el mentón y con su mente brillante trabajando a toda velocidad—. No es la primera en intentar esta artimaña, hay una serie de pasos en un juicio para demostrar que estuvo embarazada y, en todo caso, sería difícil demostrar que el hijo era de Sasuke. Tiene que haber pruebas de su infidelidad.
—La empresa de Karin lo sabía, pero no creo que testifiquen contra la novia de su jefe. Tendrán miedo de perder su trabajo…
—Eh… Perdón por interrumpir…
Todos se giraron hacia Naruto, que no había tenido intención en participar en esa conversación ya que él no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba ese mundo, pero al escuchar el nombre de la mujer y caer en que había estado esa misma mañana con Sasuke, había pensado que, tal vez…
—¿Qué pasa? —le preguntó su novio, cogiéndole la mano.
—¿Esa ex tuya se llama Karin Hebi?
—Sí.
—Pelirroja, piernas largas, gafas de intelectual…
Sasuke frunció el ceño. No era normal que Naruto la conociera, a él le traía al fresco el famoso y más aún si se trataba de alguien con quien él se hubiera acostado.
—Sí.
El rubio palideció.
—Oh, mierda.
—Naruto, ¿qué pasa con ella?
Este lo miró con ojos incrédulos.
—Es la misma que flirteó conmigo esta mañana.
—¡¿QUÉEEEEEEEEE?! —exclamaron todos los Uchiha al unísono, ni siquiera el propio Fugaku pudo contenerse.
—No hablas en serio —gruñó Sasuke, poniéndose rojo de rabia. La muy puta le era infiel, intentaba sacar provecho de su relación para hacer rico a su amante, le chantajeaba y, encima, ¡iba detrás de su novio! ¡Será zorra la muy hija de puta!
Naruto, al ver que su pareja estaba a punto de estallar, lo envolvió con sus brazos.
—Tranquilo, Sasuke, tranquilo. Sabes que soy cien por cien gay, a mí no me van los pechos ni las vaginas, prefiero tu… —Se puso rojo al darse cuenta de lo que había estado a punto de decir delante de toda su familia y sacudió la cabeza—. Ella no llamó mi interés en lo más mínimo, hasta me dio asco que se restregara contra mí. Me dio una tarjeta antes de irse, pero la tiré, estaba claro que no iba a llamarla.
—Pues yo creo que deberías hacerlo —comentó Itachi de repente.
La pareja se giró bruscamente a la vez para mirarlo; Naruto incrédulo y Sasuke con un tic furioso en la ceja izquierda.
—¿Cómo has dicho? —preguntó muy lentamente.
Itachi se encogió de hombros.
—Pensadlo, ella tiene interés en Naruto, eso quiere decir que sus sentimientos por su jefe son puramente económicos. Si le damos un cebo más atractivo, tal vez esté dispuesta a quedar en algún sitio y a compartir… una conversación.
Poco a poco, todos los miembros de la familia se volvieron hacia Naruto, que se los quedó mirando uno a uno, asimilando lo que Itachi estaba insinuando.
—Oh, no… Por favor, decidme que no me obligaréis a hacer eso.


Karin terminó de retocarse el maquillaje en el coche y colocó cada mechón de pelo en su sitio.
Al final, el americano la había llamado, por supuesto. Un poco tarde, pero teniendo en cuenta que iban a tomar una copa, era perfecto, eso significaba que estaba interesado en que pasara la noche con él y, oh, Dios, estaba muy segura de que quería tenerlo entre sus piernas hasta que saliera el sol, ese hombre rezumaba sexualidad por cada poro de su piel.
Salió del coche y se echó un último vistazo; se había puesto un vestido negro de manga larga que dejaba sus hombros al descubierto y que le llegaba a la mitad del muslo, cubriendo su tanga y su sujetador a juego de encaje, así como el liguero que estaba sujeto a sus medias oscuras, por encima de las cuales llevaba unas sexys botas negras que se ceñían a sus piernas hasta la rodilla. Además, se había puesto lentillas para que se vieran bien sus ojos y se había dejado el cabello suelto alrededor de los hombros, aunque tenía pensado apartarlo de vez en cuando para que viera su cuello y tuviera una buena visión de sus pechos turgentes, que asomaban un poco por encima del vestido.
Sí, se sentía hermosa y sensual, ese hombre no podría resistirse.
Entró en el club rezumando confianza y seguridad, contoneando las caderas de tal forma que todos los hombres se giraban a verla. Cómo le gustaba que la miraran así, sabiendo que podía elegir lo que quisiera y decir que no a quien le viniera en gana… del mismo modo que podía tenerlo comiendo de su mano al momento siguiente. La hacía sentirse poderosa.
Sus ojos vagaron por la zona de las mesas a la izquierda, donde le había dicho que la estaría esperando. No fue difícil encontrarlo, no con su altura y su pelo rubio… aunque, esta vez, fue ella la que quedó embelesada y mojada al contemplar una vez más a ese sexy semental. Iba vestido de forma sencilla, con una camiseta de manga larga blanca que se ajustaba de un modo pecaminoso a su poderoso torso, remarcando levemente su amplio pecho y sus deliciosos abdominales cuando se giraba, sobre la cual llevaba una chaqueta de cuero que le daba ese toque de chico malo con el que quieres pasar una noche salvaje; los pantalones eran vaqueros y se ceñían a unos muslos fuertes que finalizaban en unas zapatillas deportivas oscuras pero elegantes, a juego con la chaqueta; seguía llevando el cabello tan rebelde como esa mañana, como si quisiera incitarla a pasar las manos por ese pelo mientras la jodía duro y rápido, y sus increíbles ojos azules la recorrieron de arriba abajo antes de dedicarle una sonrisa pícara de medio lado que por poco hizo que se le doblaran las piernas.
Oh, Dios, iba a ser el mejor sexo de su vida, lo presentía.
—Hola —lo saludó. Oh, no, tenía la voz un poco seca.
Este se levantó con una elegancia predadora que la puso a cien, le cogió la mano con delicadeza y la besó en el dorso.
—Hola. Estás preciosa.
Ella no pudo evitar sonrojarse. Su mano era grande y cálida y tenía una voz profunda muy agradable.
—¿De verdad?
Él se inclinó sobre su oído y le susurró:
—Estás muy sexy con ese vestido. Estoy deseando arrancártelo para ver qué hay debajo.
Karin se sintió como si estuviera a punto de sufrir un sofoco. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Esa noche iba a tener sexo caliente con un cowboy!
Él la guio hasta la mesa y la invitó a sentarse a su lado, muy cerca, al mismo tiempo que pedía dos copas, no sin antes preguntarle a ella qué le apetecía. Mmm… Todo un caballero. A ella le trajeron un Cosmopolitan y a él un vaso de whiskey. Muy americano.
—Bueno, Karin —empezó él—, me dijiste que hacía mucho que trabajabas para el señor Uchiha.
Ella asintió mientras tomaba un sorbito de su copa.
—Así es.
—Una mujer leal, por lo que veo —la halagó.
Le sonrió encantada. Tenía que reconocer que era bueno flirteando, sabía cómo querían ser tratadas las mujeres, hacerlas sentir cómodas y preciosas y era encantador.
—Es mi trabajo.
El vaquero se acercó más a ella, hasta que sus piernas se tocaron, y se inclinó sobre ella hasta que sus rostros estuvieron muy cerca.
—Y supongo… que no hay forma… de convencerte de que me ayudes. Quiero iniciar un negocio muy lucrativo con él y sé que también está interesado… pero no me lo está poniendo fácil.
—Con Sasuke Uchiha nunca lo es —afirmó ella.
El hombre ensanchó su sonrisa y, de repente, sintió su mano en su rodilla, acariciando lentamente su pierna hacia arriba.
—Pero tal vez tú seas… más abierta —comentó.
Ella notó que su sexo empezaba a palpitar cuando notó sus dedos colándose debajo de su falda para rozarle el liguero. ¡Oh, Dios, sí! Deseaba que metiera la mano bajo sus bragas y que frotara su clítoris allí mismo, bajo la mesa, en mitad de aquel club.
—Tal vez —susurró con voz temblorosa.
Los ojos del americano brillaron y retiró la mano, muy a su pesar.
—¿Qué te parece si charlamos mientras terminamos la copa… y luego te llevo a mi habitación de hotel? La cama es un poco grande para mí solo… y creo que tú también tienes ganas de tener compañía.
Oh, claro que las tenía. Y no solo estaba pensando en tener una gran noche de sexo con ese delicioso cowboy, sino que, si ese hombre tenía todo lo que a ella le gustaba (un trabajo exitoso, dinero, buen sexo) estaba muy decidida a sustituirlo por Bankotsu.

A la hora de comer del día siguiente, un hombre elegantemente vestido con un traje impoluto traspasaba las puertas de la sede de una de las empresas hoteleras más exitosas del país. Con pasos firmes y rostro decidido, se dirigió a recepción, donde preguntó por el despacho del director ejecutivo e informó de su presencia tras dar su nombre, ante el cual, la mujer que lo atendía se atragantó un poco. Cuando fue hacia el ascensor, no le hizo falta girarse para saber que estaba llamando presurosamente a su jefe para decirle quién estaba a punto de entrar por su puerta. Una vez en el ascensor, se miró en el espejo que ocupaba la mitad superior de una de las paredes y se reajustó la corbata con calma.
En cuanto el timbre anunció que había llegado a la planta deseada, su mente estaba preparada para la ardua negociación que estaba a punto de tener con el director de la empresa… y, sobre todo, estaba listo para jugar tan sucio como su contrincante estuviera dispuesto a hacerlo.
En cuanto estuvo a las puertas del despacho, la secretaria se apresuró en darle bienvenida:
—Señor Uchiha, no sabe cuánto nos halaga su visita.
Él esbozó una cordial sonrisa.
—Gracias. Espero no haber interrumpido su hora de la comida. —No más de lo que estaba a punto de hacer.
—En realidad, ha llegado justo a tiempo.
—Me alegra oírlo, procuraré ser breve —y dicho esto, la mujer le abrió la puerta del despacho, donde se encontró cara a cara con alguien a quien no quería volver a ver… pero que, curiosamente, era su mejor baza para vencer a Karin.
Bankotsu lo esperaba recostado cómodamente en su escritorio, con los dedos entrelazados y una amplia sonrisa de superioridad en la cara.
Pobre ingenuo. No sabía que estaba a punto de destrozarlo.
—Señor Uchiha, es un placer recibirlo —dijo, haciendo un gesto con la mano para ofrecerle el asiento que había justo delante.
Sasuke se sentó con total tranquilidad, cruzando una pierna sobre la otra. Sí, se estaba poniendo cómodo para poder disfrutar del espectáculo.
—Tengo entendido que viene a hacerme una oferta —comentó Bankotsu con el tono de aquel que se hace el tonto, como si no estuviera al tanto del plan de Karin para joderlo—, aunque, si le soy sincero, creía que se haría de rogar.
—En realidad, he venido a hacerle una contraoferta —dijo el Uchiha sin tapujos y totalmente confiado. Gracias a Naruto, lo tenía tan pillado por los huevos que no podría ni andar por la calle erguido durante un mes entero.
Bankotsu, tras un segundo de sorpresa, tuvo las pelotas de soltar una risilla condescendiente en su cara. Uh, qué poco iban a durarle.
—Tendría que haber imaginado que no iba a rendirse sin luchar. Sin embargo, señor Uchiha, permítame recordarle que no está en situación de…
—Yo si fuera tú —lo interrumpió Sasuke sin dudar, sonriendo con arrogancia—, no diría nada que pudiera hacer que me cabree. Al menos, no sin antes ver el vídeo.
El otro hombre frunció el ceño.
—¿Qué vídeo?
Ya lo tenía todo preparado, solo tenía que desbloquear su móvil y dejarlo sobre la mesa para que el pobre idiota viera el lío en el que lo habían metido unas piernas largas y un par de polvos bien dados.
Bankotsu pulsó sobre la pantalla y parpadeó al ver a Karin justo delante de la cámara, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa boba en la cara. Estaba muy sexy sin las gafas, con el pelo suelto y un vestido negro de manga larga que dejaba al descubierto sus hombros… El problema era que no recordaba haber estado con ella en esa habitación, porque la reconoció enseguida como una de las suites básicas de uno de sus hoteles.
—Entonces, ¿tenemos un trato, nena? —preguntó una voz varonil que no conocía y que lo puso un tanto nervioso.
Ella sonrió y asintió lentamente, moviendo el cuerpo con un ligero tambaleo. Le costó poco darse cuenta de que estaba borracha.
—Claro, vaquero.
—Bien. Primera pregunta, ¿cómo pensabas convertir el hotel de tu jefe en el mejor de todos a nivel nacional?
Ella se pasó las manos por la cabellera mientras respondía:
—A uno de los directores… lo pillé con una puta en la cama y saqué fotos —hablaba despacio y con un tono alegre, con una sonrisilla de suficiencia—. Pienso… ofrecerle una asociación. Ya es mayor… está muy cansado… y no querrá que sus hijos se enteren de esto…
Bankotsu abrió los ojos como platos. ¡¿Qué!? ¡No! ¿Cómo podía ser tan estúpida como para estar contando eso? ¿Cómo había podido beber tanto que no le importaba revelar ante una cámara sus planes?
—¿Y qué hay de la otra empresa hotelera? ¿Otro truco sucio? —No le hizo ni pizca de gracia el tono en el que dijo la última palabra, ni tampoco la forma en que Karin se mordió el labio inferior al oírla.
—Pues… el director… no tiene ningún trapito sucio que pueda usar en su contra… pero… voy a… boicotear su hotel.
—¿Boicotear?
—Ya sabes… Intoxicar la comida… Poner una plaga de insectos en las habitaciones para espantar a los clientes… Esas cosas.
—¿Y qué pinta Sasuke Uchiha en todo esto?
Karin se apartó el pelo de uno de los hombros.
—Oh, verás… Sasuke dedica una parte importante de los fondos de su empresa a la investigación y el desarrollo de tecnología… No le basta con estar al día, sino que crea tendencias. Es muy ambicioso, y sus productos son de muy buena calidad.
—Buena calidad para el hotel, me imagino.
—Sí… Pero no negaré… que estoy resentida porque no quisiera quedarse conmigo. Él era perfecto para mí… y, al final, tuve que conformarme con Bankotsu. —Este arrugó el ceño al escuchar la forma en que se refería a él. ¿Conformarse? Pero ella dijo que le parecía un mejor partido que el Uchiha, que él tenía lo que ella necesitaba…
—Con que un poco de venganza, ¿eh?
Karin esbozó una amplia sonrisa.
—Ajá.
—Muy bien. Has cumplido tu parte del trato. Quítate una prenda de ropa —ordenó con una voz sensual pero firme, que no admitía réplica. Bankotsu palideció.
Karin, sin embargo, esbozó una amplia sonrisa.
—¿No deberías ser tú quien se desnudara? Yo he respondido tu pregunta.
—Mi habitación, mis normas. Quítate el vestido.
El empresario se quedó con la boca abierta cuando vio cómo su novia se quitaba el vestido con movimientos lentos e incitantes, dejando a la vista su sujetador sin tirantes y unas bragas muy sexys unidas a un liguero que sostenía sus medias. Estaba claramente encantada y eso empezaba a cabrearlo.
—Tranquilo, vaquero… Puedo ser obediente cuando quiero.
—Eso tendrás que demostrármelo.
La mujer sonrió y lo miró con lujuria.
—¿Cómo?
—Sigue con el juego. Segunda pregunta, ¿qué pensabas hacer si Sasuke Uchiha y tú llegabais a los tribunales? Porque dudo mucho que estuvieras embarazada de él, ¿verdad?
—No —respondió Karin, sentándose en la gran cama cruzando sus largas piernas con un movimiento elegante y fluido y recostándose con los brazos hacia atrás, exhibiendo así sus voluminosos senos—. No quiero niños… Son un incordio, jamás me habría quedado embarazada a menos que no tuviera otra opción… pero Sasuke tampoco estaba para la labor de tener hijos y se aseguraba de que los dos estuviéramos protegidos en ese aspecto.
—¿Entonces? ¿Cómo pensabas demostrar que tuviste un aborto y que el niño era suyo?
—Muy fácil. Un compañero de facultad trabaja en un laboratorio y estaría muy dispuesto a hacerme cualquier favor con tal de… sobarme un poco —dijo con una carcajada cargada de suficiencia—. El muy ingenuo no conoce a muchas chicas y yo… Bueno… Siempre fantaseó conmigo. Le envié un mensaje diciéndole que tal vez necesitaría un favor y le prometí que le pagaría con creces… Y después le envié una foto de mis amigas —dijo, sonriendo pícara y pasando los dedos por la curva de sus pechos en un ademán provocativo.
Sasuke disfrutó sobremanera observando cómo Bankotsu apretaba la mandíbula con tanta fuerza que creyó que en cualquier momento empezarían a chirriarle los dientes.
—¿Y qué ocurre con el aborto? —preguntó el hombre.
Karin rio con coquetería.
—Hace algún tiempo estuve liada con un médico… Él todavía sigue coladito por mí y de vez en cuando dejo que me saque a cenar y que me regale joyas… No le será muy difícil falsear unos resultados… —dicho esto, ella ladeó la cabeza—. Creo que ya he contestado tu pregunta.
—Cierto —dijo el hombre con un tono de voz seductor—. El sujetador, fuera.
Bankotsu apretó los labios con rabia cuando la pelirroja se quitó la prenda de un tirón y lo lanzó lejos, y eso antes de poner las manos sobre sus pechos y empezar a acariciarlos, rozando sus pezones erizados con los dedos en una clara provocación.
—¿Por qué no vienes y me calientas un poco? Aquí hace frío —preguntó ella, provocativa.
El hombre hizo un sonido similar a un ronroneo.
—Eres muy impaciente.
—Soy muy directa.
—Te pierdes la parte más divertida, la expectación. Cuanto más te haga esperar, más mojada estarás —dijo con esa voz grave, cargada de algo que Bankotsu identificó como deseo sexual, haciendo que le temblaran las manos de la ira que sentía—. Teníamos un trato, gatita, y yo soy un hombre de palabra. Dime lo que quiero saber… y yo te daré lo que necesitas.
Karin le lanzó una sonrisa llena de excitación.
—Muy bien. ¿Qué más quieres saber?
—Las garantías que tienes de salir bien de todo este lío. Si voy a participar en ello, quiero asegurarme de que estoy apostando por el caballo ganador. —Un momento. ¡¿Cómo que participar en eso?! ¿Desde cuándo ese extraño conocía a Karin y por qué ella lo había involucrado en aquello?—. Sé que Fugaku Uchiha tiene una horda de abogados que podrá demostrar que todo esto no es más que una farsa, ¿cómo piensas engañarlos?
—Es cierto, los Uchiha son poderosos… pero no invencibles. Hay mucha gente interesada en que su… “reinado” caiga… Y estoy segura de que harían un buen trato conmigo. Porque si ellos pierden el juicio contra mí…
—Ellos ganan su clientela —adivinó el hombre.
—Exacto —sonrió la mujer.
Hubo un instante de silencio en el que Bankotsu, cegado por sus celos, juraría que ambos se estaban lanzando miradas cargadas de deseo, puesto que Karin seguía haciendo algún que otro movimiento coqueto e incitante, como apartarse el pelo del hombro, tocarse un pecho o descruzando lentamente una pierna para cruzar la otra de tal forma que dejaba a la vista su coño cubierto por unas bragas de encaje que no dejaban gran cosa a la imaginación.
—Me parece… un plan aceptable —murmuró el desconocido con aprobación—. Las medias y los tacones, ahora.
Los ojos de la mujer brillaron y se quitó las medias suavemente, deslizando los dedos por sus larguísimas piernas, quedándose únicamente en bragas, haciendo que Bankotsu deseara con todas sus fuerzas estampar el móvil contra la pared, sin embargo, quería ver hasta qué punto llegaba ese desgraciado con ella.
—¿Ya he terminado de cumplir mi parte? —preguntó.
—Todavía no —respondió el hombre. Bankotsu estuvo a punto de saltar en su silla cuando vio que la cámara se movía, como si el extraño se hubiera levantado, y ahora se acercaba con lentitud hasta Karin, que no dejaba de mirarlo con una sonrisa llena de anticipación—. Tengo una última pregunta. ¿Qué piensas hacer con Bankotsu? No se me da bien repartir el botín…
Ante esa pregunta, todos los músculos de su cuerpo se tensaron. ¿Qué?
La pelirroja soltó una risilla mientras se tumbaba en la cama. La cámara se había movido como si el hombre estuviera sentado a horcajadas sobre ella.
—No te preocupes por él… Para cuando esto acabe… yo seré la directora de la empresa… Bankotsu está tan pillado por mí que me dará lo que me pida… Y una vez sus hoteles sean míos… ya no lo necesitaremos más… Seré toda tuya.
Bankotsu palideció al comprender que, desde el principio, Karin lo había engañado. Eso explicaba por qué lo evitó tanto las primeras veces que se le insinuó, porque estaba con Sasuke Uchiha y su intención principal era quedarse con él, pero, al ver que su relación no iba como ella quería, tal y como le dijo la primera vez que fue a su cama y él le preguntó por qué al fin había accedido a estar con él, se habría conformado con tener que estar a su lado para conseguir lo que quería… hasta que había encontrado a otro, alguien a quien le había confiado todos sus planes sin pensárselo dos veces, ¡hasta lo había hecho mientras se desnudaba para él!
—Bueno, has cumplido con tu parte del trato… —La voz de ese cabrón lo puso en alerta de nuevo y observó con atención la pantalla, donde solo se veía a Karin con una sonrisa emocionada y ojos vidriosos por el alcohol y la expectación—. Ahora yo haré lo que te prometí… Quítate las bragas y date la vuelta.
Le dolió y odió al mismo tiempo ver cómo ella cedía con tanta facilidad, colocándose a cuatro patas y exponiendo su trasero con las piernas abiertas, dejando a la vista su coño húmedo, listo para ser embestido.
—¿Así? —gimió Karin, produciéndole una oleada de rabia.
—¿Quieres que te joda así? —preguntó el hombre en voz baja.
—Dios, sí.
—¿Por delante o por detrás? —Bankotsu estaba al borde de perder su autocontrol, sobre todo cuando vio la mano del hombre en su pierna, acariciándola con deliberada lentitud de abajo hacia arriba, como si fuera en dirección a…
—Como tú quieras, vaquero —respondió la pelirroja sin un ápice de vergüenza—. Móntame como te plazca, dejaré que me hagas lo que quieras…
Y, en ese instante, el vídeo se cortó. Bankotsu trató de seguir viendo lo que sucedía después, pero no había más grabación que la que había visto. Finalmente, su ira se desató y lanzó el móvil contra la mesa con un grito, rompiéndolo en el acto y haciendo que Sasuke frunciera el ceño, sin parecer demasiado afectado por ello.
—Me debes un móvil nuevo —se limitó a decir.
—¡ESA PUTA ME MINTIÓ! ¡ME UTILIZÓ!
—Sí, es lo suyo, pero no justifica que hayas roto mi móvil —repitió Sasuke con total indiferencia.
Bankotsu, en cambio, se levantó bruscamente de la silla y empezó a pasearse por su despacho mientras se agarraba del pelo con fuerza y llamaba a Karin de todas las formas habidas y por haber. El joven Uchiha, por otro lado, dejó que se desahogara, paladeando su pequeña venganza por la humillación que le había provocado ese gilipollas, por reírse de él mientras se tiraba a su ex y por sus aires de superioridad cuando había entrado en el despacho.
Sin embargo, cuando Bankotsu estaba a punto de salir del despacho para buscar a la zorra que había estado jugando con él, Sasuke lo detuvo con voz firme:
—No tan rápido, “Ban” —se burló de él utilizando el apelativo cariñoso con el que Karin solía referirse a él.
Este se dio la vuelta con cara de pocos amigos.
—¿Qué quieres, Uchiha?
—Solo recordarte que el vídeo que acabas de ver demuestra que tenías planteado incumplir unas cuantas leyes que podrían meterte en la cárcel durante una década como mínimo.
El hombre palideció antes de mirar el móvil destrozado. Sasuke le lanzó una escalofriante sonrisa.
—¿Crees que soy tan idiota como para darte el único dispositivo en el que estaba un vídeo que demuestra que ibas a chantajear a unas cuantas personas y a sabotear a tantas otras? Tengo copias de sobra para reventar los medios de comunicación.
Bankotsu, al ser consciente de que estaba a su merced, tragó saliva y fue hasta Sasuke con el temor asomando en sus ojos.
—Señor Uchiha, le juro que Karin fue la que lo planeó todo, yo solo estaba…
—Pensando en su coño —le interrumpió Sasuke con cara de pocos amigos. Era hora de acabar con aquella tontería—. Mira, me importa una mierda de quién fuera la idea, los dos habéis intentado joderme y no hay nada que me cabree más que me tomen por un pobre idiota al que pueden chantajear así como así. Así que esta es tu última oportunidad de negociar conmigo.
El otro hombre agachó la cabeza, sabiendo que había sido vencido.
—Haré lo que sea, señor.
—Bien. En primer lugar, no habrá ninguna asociación entre tu empresa y la mía, jamás. No te prestaré ni un solo centavo y no quiero verte cerca de mi edificio para pedir favores o cualquier otra cosa, no quiero saber nada de ti, ¿queda claro?
—Sí, señor.
—No aceptaré ningún chantaje ni truco que emplees para obtener algo de mí. Sospecho que me estás jodiendo otra vez y ese vídeo no solo saldrá en todas partes, sino que acudiré a la policía diciendo que mi exnovia y tú estabais compinchados para sacarme mi dinero. ¿Está claro?
—Sí, señor —respondió Bankotsu, obediente y asustado.
Sasuke asintió.
—De acuerdo. Una última cosa, yo si fuera tú, disuadiría a Karin de plantarme cara en un juicio. Porque te juro que sacaré ese vídeo, y que no pienso encubrirte lo más mínimo. Los abogados de mi padre os harán pedazos y te aseguro que ninguna empresa rival de mi familia te ayudará en cuanto les enseñe las pruebas que tengo contra ellos. Así que haz lo que tengas que hacer con ella, despídela o mándala al extranjero, sinceramente, me da igual. Pero si ella hace cualquier cosa en mi contra, tú caerás con ella —y dicho esto, se levantó con elegancia, se reajustó la chaqueta del traje y se dirigió a la salida con total tranquilidad.
—Espera, Uchiha.
Él se detuvo y lo miró con una ceja alzada.
—¿Qué?
Las facciones de Bankotsu eran tensas cuando le preguntó:
—El hombre que grabó el vídeo… ¿llegó a hacer algo con Karin?
Sasuke esbozó una amplia sonrisa.
—¿Tú qué crees? —y sin responder del todo a su pregunta, se marchó.
Una enorme satisfacción lo invadió mientras entraba en el ascensor y pulsaba el botón para bajar a la planta baja. Bankotsu estaba tan jodido y acojonado por el vídeo que estaba bastante seguro de que no seguiría con el plan de Karin… y, por si acaso, le pidió a Naruto que se asegurara de ponerla en una situación lo bastante comprometida como para que ese idiota no quisiera volver a verla ni en pintura, retirando así cualquier apoyo que pudiera brindarle.
Y, aunque uno de los dos fuera a por él, ese vídeo demostraba el chantaje. Nadie podría hacer daño a su familia después de que enseñara ese vídeo.
Salió del ascensor al llegar a su destino y se dirigió a la salida con paso firme, todavía saboreando la victoria… cuando vio a Karin entrando en el imponente edificio. Llevaba la misma sonrisa que una gata relamiéndose tras comerse un ratón, contoneando las caderas mientras andaba vestida con un traje impoluto, nadie habría sospechado lo ebria que había estado la noche anterior.
Al verlo, ladeó la cabeza y su sonrisa se desvaneció un poco a la vez que fruncía el ceño, obviamente confundida por su presencia allí y, tal vez, por su enorme sonrisa de pura satisfacción.
—Sasuke —lo saludó—, ¿qué te trae por aquí?
—Negocios —respondió, acercándose a ella con las manos en los bolsillos.
Ella levantó una ceja y sus labios se curvaron de lado.
—Imaginaba que no cederías sin luchar. Por mí está bien, pero no conseguirás nada. Bankotsu está de mi parte, da igual cuánto le ofrezcas.
Sasuke le devolvió la sonrisa con arrogancia.
—Estás muy equivocada, no pienso darle absolutamente nada. —En ese momento, vio a alguien acercándose a ellos, a la persona que, de hecho, le había acompañado hasta allí para asegurarse de que todo iba bien. Su sonrisa se ensanchó—. Es más, has sido tú quien me lo ha puesto en bandeja.
El ceño de Karin se acentuó, sin comprender qué quería decir… y, entonces, alguien pasó por su lado, muy cerca de ella… y se colocó junto a Sasuke. Abrió los ojos como platos al reconocerlo.
—Hola, gatita —la saludó Naruto.
La mujer se quedó totalmente en blanco, sin entender lo que estaba pasando. Abrió y cerró la boca, como si estuviera a punto de decir algo, pero el rubio la interrumpió:
—Oh, sí, quería devolverte esto. —Se sacó unas bragas del bolsillo y se las dio—. Ya no me hacen falta, gracias al vídeo que grabé.
Karin parpadeó.
—¿Qué…?
—Mira por dónde —dijo Sasuke al ver que las puertas del ascensor se abrían de nuevo—, ahí llega tu novio. A ver cómo le explicas lo que estuviste haciendo con el vaquero —y dicho esto, Naruto y él se fueron, dejando sola a la pelirroja con un furibundo Bankotsu que había pedido a la recepción que lo avisaran en cuanto Karin entrara por su puerta, pues habían quedado para comer y quería echarle en cara todo lo que le había hecho… Aunque, al ver cómo ese hombre le devolvía unas bragas a su “novia”, empezó a verlo todo rojo y prácticamente se abalanzó sobre ella, pues tanto Sasuke Uchiha como este se dirigían a la salida, así que le costó poco adivinar que ambos habían estado compinchados para sacarle a Karin sus planes… En definitiva, la culpa era de esa puta que le había manipulado desde el principio.
Por otro lado, Sasuke sonrió otra vez al escuchar cómo ese idiota le gritaba a su ex. Ya estaba hecho; hicieran lo que hicieran esos dos, estaba cubierto, y todo gracias a su novio, al que abrazó por la cintura cuando salieron a la calle.
—Gracias, Naruto.
Este le devolvió el gesto, a pesar de que le dijo:
—Ya puedes estar agradecido, tuve que fingir que ella me gustaba y dejar que se restregara contra mí… —dijo con evidente desagrado—. Soy cien por cien gay, Sasuke, no fue precisamente agradable, creo que bajó mi libido para siempre…
Sasuke se colocó de cara a él y tomó su rostro entre sus manos.
—¿Y si hago esto? —y lo besó profundamente, con todo el amor que sentía por él. Sabía que para su rubio no había sido fácil montar aquella función y, al principio, se había negado en redondo por él, porque no había querido hacerle daño al tener que coquetear con su ex y encima grabar un vídeo donde ella se desnudaba delante de él… No es como si le hubiera hecho mucha ilusión tampoco, pero al final lo había convencido cuando le había dicho que no se le ocurría otra forma de evitar un juicio largo y difícil que podría perjudicarlos.
Su novio lo abrazó con fuerza de la cintura y sonrió al sentir que su libido volvía a la vida.
—¿Qué decías? —le preguntó, divertido, cuando se separaron.
Naruto le sonrió y lo besó de nuevo en los labios pero, de repente, se separó con el ceño fruncido.
—¿Qué pasa?
—Estamos en mitad de la calle.
—¿Y qué?
El otro hombre dudó un momento antes de decir:
—La prensa rosa podría enterarse de lo nuestro.
Sasuke se relajó al comprender su temor y lo estrechó contra su cuerpo sin un ápice de vergüenza.
—Que se enteren.
Naruto parpadeó.
—¿De verdad?
—No pienso tener una relación a escondidas contigo, Naruto —le dijo con convicción y una suave sonrisa—. Te quiero, estoy orgulloso de ti y no tengo por qué esconderlo.
Su rubio lo miró emocionado, aunque aún tenía dudas.
—¿Qué pasará con los periodistas? ¿No te molestarán?
Él puso los ojos en blanco.
—Oh, claro que lo harán, pero con el tiempo se les pasará y nos dejarán en paz. Ni tú ni yo tenemos por qué cambiar nuestras vidas solo porque ellos estén jodiendo, quiero poder salir por la calle cogidos de la mano, quiero abrazarte cuando quiera y quiero besarte cada vez que quiera demostrarte lo importante que eres para mí. Que la prensa diga lo que quiera, que se desquite con esa exclusiva, pero nosotros seguiremos con nuestra relación.
Naruto le dedicó una enorme sonrisa llena de orgullo y volvió a abrazarlo, enterrando una mano en su cabello y apretándolo contra sí.
—Te quiero, Sasuke.
Él también sonrió y lo besó en el cuello.
—Y yo a ti, Naruto.


Sasuke abrió la puerta de su casa tratando de hacer el menor ruido posible. No había querido llegar tan tarde a casa, de hecho, ni siquiera había querido acudir a esa reunión en el extranjero, pero era algo importante y a lo que tenía que acudir en persona.
Cerró la entrada con llave y las dejó en el bolsillo de su chaqueta, que se quitó y la dejó en el perchero de la entrada. Después, fue directo al salón de la pequeña mansión que era su hogar desde hacía once años, donde encontró lo que ya sospechaba… A Naruto profundamente dormido en el sofá, esperándole.
Una tierna sonrisa se le escapó de los labios. A pesar de que le había avisado de que llegaría tarde, su marido se había quedado ahí tratando de aguantar el sueño para asegurarse de que volvía sano y salvo.
—No quería irse a la cama sin ti.
Sasuke se giró hacia la voz que acaba de escuchar con una sonrisa. Satsuki estaba en el umbral del salón con los brazos cruzados y cara de desaprobación.
—Hola, cariño —la saludó mientras se acercaba para besarla en la frente.
—Bienvenido a casa, padre —le dijo ella mientras lo abrazaba.
Satsuki era su hija adoptiva, suya y de Naruto. Su marido la encontró escondida en un contenedor de basura cuando tenía siete años, acurrucada y muerta de miedo. Tras llevarla al hospital y llamar a la policía, descubrieron que la pobre había sufrido abusos desde hacía tiempo y que vivía en una casa de acogida que prostituía a los niños, que los vendía con total frialdad a los pederastas para que hicieran lo que quisieran con ellos.
Los dos se encargaron de ella durante una temporada, mientras la policía trataba de resolver todos los cabos sueltos y se celebraba el juicio. En aquel entonces, ella no decía ni una palabra, el trauma sufrido era tan grande que no abría la boca salvo para comer. Sin embargo, con el paso de los días, parecía sentirse más segura con ellos, especialmente con Naruto, tal vez porque había sido la primera persona que la había tratado bien y que se había preocupado por cuidarla y alimentarla. Con Sasuke fue un poco más difícil, pero empezó a cogerle cariño cuando este descubrió que le gustaban los libros y comenzó a leerle cuentos por las noches.
Para cuando Protección de Menores pudo hacerse cargo de ella, Satsuki ya no quería irse. Fue la primera vez que habló, chillando que no quería irse porque Sasuke y Naruto eran sus padres mientras se aferraba con fuerza a los pantalones de este último. No hubo manera de convencerla de que debía ir con la mujer que se encargaría de ella, y, después de todos los abusos que había sufrido, no quisieron usar tampoco la fuerza. De modo que, mientras Naruto se iba con la pequeña a su habitación para calmarla, Sasuke y la mujer se sentaron a hablar de posibles opciones, entre las que surgió el tema de la adopción.
Sasuke reconoció que la propuesta lo pilló con la guardia baja, pero no le causó rechazo. Esa misma noche, cuando Satsuki se quedó al fin dormida, habló con Naruto y ambos admitieron que se habían encariñado mucho con ella y que, después de cinco años juntos, tal vez era el momento idóneo para ser padres.
Y nunca se habían arrepentido de ello. Satsuki era una niña maravillosa, inteligente, humilde y bondadosa; la vida con personas egoístas que le habían negado toda posibilidad de tener una familia normal había hecho que ella no fuera en absoluto caprichosa y que apreciara cada vínculo que creaba, ya fuera con sus padres o con los amigos que hizo con el tiempo.
Le devolvió el abrazo con fuerza.
—Siento haberme perdido tu cumpleaños.
Ella negó con la cabeza.
—No lo hemos celebrado al final.
Sasuke se separó y frunció el ceño.
—¿Y eso?
—Ni papá ni yo queríamos celebrarlo sin ti —dijo, bajando la mirada—. Además, no me apetecía mucho.
Él levantó una ceja.
—¿Es por tu examen de mañana?
Ella se mordió el labio inferior, diciéndole que había dado en el blanco. La acercó a él para envolver los brazos alrededor de su espalda y que ella se apoyara en él.
—Es normal estar nervioso, cariño. Pero no tienes de qué preocuparte, eres lista y vas a ser la primera de tu promoción, ya lo verás.
—¿Y si no valgo para esto?
Sasuke se separó lo justo para cogerle los hombros y mirarla a los ojos con una cariñosa sonrisa.
—Claro que vales. Tú vales para lo que sea porque eres inteligente, fuerte y te has esforzado mucho para este examen. Vas a ingresar en la academia de policía y vas a ser una inspectora increíble. —Hizo una pequeña pausa—. ¿Sabías que tu padre era un negado para estudiar?
Ella esbozó una pequeña sonrisa.
—Solía decirlo cuando yo hacía los deberes de niña. Le aliviaba que yo pudiera apañármelas sola y que tú pudieras ayudarme.
Él también sonrió.
—Pero, aun así, él aprobó el examen para ingresar en la academia de bomberos y se convirtió en un gran bombero. Y cuando ya no pudo ejercer como tal, estudió mucho para pasar el examen de instructor, y también lo logró. No te preocupes por mañana, lo harás muy bien —dicho esto, la besó en la cabeza otra vez y la empujó suavemente hacia las escaleras—. Ahora a dormir. Mañana, después de tu examen, celebraremos tu cumpleaños, ¿de acuerdo?
—Vale —dijo ella, más animada, besando a su padre en la mejilla y subiendo las escaleras de vuelta a su habitación.
Sasuke sonrió y después se dirigió al sofá, donde se sentó al lado de Naruto y se inclinó para darle unos cuantos besos en los labios, a los que su marido respondió al poco tiempo, abriendo pesadamente sus párpados y sonriendo al reconocerlo.
—Sasuke…
—Ya estoy en casa.
Naruto tiró de él para que se tumbara a su lado y también poder abrazarlo, haciendo reír a Sasuke en voz baja.
—Bienvenido —murmuró, dándole un beso en el cuello—. ¿Ha ido bien el viaje?
—Ha sido productivo —comentó él, acariciando su rostro—, habría preferido quedarme con vosotros y celebrar el cumpleaños de Satsuki. Sé que está nerviosa por el examen.
El rubio cerró los ojos y frotó su nariz contra la suya.
—No te preocupes por ella. Es una chica fuerte y valiente, aunque esté nerviosa, se presentará mañana el examen y lo hará genial porque ha heredado la inteligencia de su sexy, apuesto y elegante padre.
Sasuke puso los ojos en blanco, aunque sonreía.
—¿Cuál de los dos?
Su marido abrió los ojos y curvó los labios hacia arriba.
—De ti, por supuesto.
—Solo lo dices porque quieres follar —se burló él.
—Ups, me has pillado —dijo con un tono incitante antes de besarlo profundamente. Sasuke se dejó hacer, apretándose contra el cuerpo de Naruto y acariciando su rostro con cariño.
Incluso después de tantos años, todavía le costaba creer que, por fin, hubiera hallado a la persona indicada para él, alguien a quien amar y que le quisiera de verdad no por su apellido o su cartera, sino porque apreciaba quién era, porque le respetaba y se sentía orgulloso de él. Puede que no hubiera esperado que esa persona fuera un hombre, pero daba gracias todos los días por haberse encontrado con Naruto en aquel pub y que, al final, todo había resultado tal y como él decía.
El amor es como la lluvia. Cae cuando quiere, no cuando tú quieres que lo haga. Así que ten paciencia y no te conformes con cualquiera por comodidad, por miedo a estar solo o porque crees que no encontrarás algo mejor. Solo espera, porque, al final, acabará lloviendo.




FIN

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, me encanto esta historia al igual que todas las otras, mil gracias por compartirlas, eres muy brillante e ingeniosa, mil gracias

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    1. Mil gracias a ti por darles la oportunidad ^^
      Espero que sigas disfrutando del resto de historias que voy a ir subiendo ;)
      ¡Un abrazo!

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  2. Hermoso, el mejor NS q he leido en años

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  3. Any. No matter how many times I read, I'm never bored

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