miércoles, 24 de octubre de 2018

Un Aroma Salvaje


Unión destinada

Sasuke se sentía muy perezoso cuando notó que un rayo de sol impactó en su rostro. Abrió un ojo, sintiéndose desorientado por un momento al no reconocer dónde estaba pero, en ese momento, un enorme brazo lo estrechó contra sí y sonrió al reconocer su fuerte aroma a bosque, tierra… y hombre.

Se dio la vuelta y contempló el tranquilo rostro de su compañero, todavía dormido. ¿Cómo era posible que siguiera sobando después de pasar gran parte de la tarde y toda la noche en la cama?, tonto dormilón… aunque era muy guapo cuando estaba así, con las facciones tan relajadas y los mechones más largos cubriendo sus ojos y sus mejillas. Alzó una mano y le apartó el cabello… encontrándose con unos grandes ojos azules que brillaron felices al verlo.

—Buenos días, dormilón —lo saludó.

—Mmm… —respondió este, atrapándolo entre sus brazos y piernas.

Sasuke rio.

—¿Cómo puedes tener sueño? ¿Qué clase de Alfa eres que te quedas remoloneando en la cama?

—Uno muy enamorado de su Omega —dijo, dejando a Sasuke totalmente desarmado y rojo hasta las orejas, por eso no pudo hacer nada cuando Naruto lo besó en los labios, con suavidad pero profundamente, introduciendo su lengua en su boca como si le hiciera el amor. Gimió y rodeó su cuello con sus brazos, arqueando la espalda, entregándose a su Alfa.

Sin embargo, el sonido de los golpes en la puerta los interrumpió. Naruto gruñó malhumorado y se apartó de él.

—Vuelvo enseguida —dijo, dándole un beso rápido en la boca antes de sonreírle y guiñarle un ojo—, no te muevas y no te vistas —dicho esto, se puso unos pantalones a toda velocidad y se fue de la habitación.

Sasuke negó con la cabeza, pero no podía evitar sonreír, un tanto divertido por la actitud de su compañero. Entonces, recordó que había dicho que estaba enamorado de él y volvió a sonrosarse; no debería estar tan sorprendido, el vínculo entre destinados era poderoso, así lo había decidido la Gran Madre, pero apenas se conocían de un día y… y, aun así, Naruto ya le quería.

Y él también lo hacía.

Pese a saber que eso ocurriría, que cuando encontrara a su compañero todo sería muy rápido entre ellos, no podía evitar estar sorprendido. No era precisamente la persona más sociable del mundo y le costaba conectar con los demás a nivel emocional, en ese sentido era más parecido a su lado animal, una pantera solitaria, que necesitaba su propio espacio, pero con Naruto, no se sentía… agobiado; su destinado parecía haber aceptado su carácter más orgulloso y fuerte que el de un Omega normal, ya que no lo trataba como si se fuera a romper en cualquier momento. Además, no podía negar que su personalidad también ayudaba a que se sintiera muy atraído por él; era cálido y cariñoso, le había hecho sentirse muy acogido y bienvenido a formar parte de su vida, también era divertido y detallista, ninguno de sus amantes se habría puesto a chapotear en el agua o se habría preocupado por ser un poco más romántico, simplemente habría asumido su papel de compañero dando por supuesto que él lo aceptaría sin más. No es que fueran malas personas, es solo que en Japón tenían esa forma de ser más seria y tradicional y, hasta el momento, lo había aceptado, creyendo que era eso lo que quería… pero, al parecer, conocer a Naruto le había dado una nueva perspectiva, una que le gustaba mucho.

Escuchó los pasos apresurados de su destinado y su corazón se aceleró. Verlo solo con el pantalón puesto, con su poderoso torso al descubierto, provocó que su vientre ardiera y su entrada empezara a humedecerse.

Naruto se arrodilló frente a la cama y le acarició el cabello.

—Tengo que irme un momento con mis ejecutores, ¿de acuerdo?

—¿Va todo bien? —preguntó, inquieto y haciendo amago de incorporarse, pero su compañero lo instó a tumbarse de nuevo y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Sí. Es solo que ayer estaba tan centrado en ti que no tuve tiempo de organizar a mis hombres para que se hicieran cargo de todo mientras paso el celo contigo. No podré separarme de ti en ese tiempo, así que tengo que darles algunas instrucciones y dejar a alguien dirigiendo a la manada en mi ausencia.

Sasuke se relajó y le acarició el pecho con cariño.

—¿Necesitas ayuda?

Su Alfa soltó una risilla.

—Llevas solo un día aquí y ya quieres asumir parte de mis responsabilidades. Eres tenaz, mi Omega.

—¿Eso te molesta? —preguntó, levantando una ceja.

Naruto le sonrió con ternura.

—No, me enorgullece. Serás un gran líder. —Sus palabras hicieron que a Sasuke se le hinchara el pecho, contento porque, una vez más, su compañero le estaba reconociendo como un igual y no simplemente como a su consorte. Cerró los ojos cuando su Alfa se inclinó para besarlo en la cabeza y aceptó las tiernas caricias que le dio en la cara—. Pero aún estás débil y pronto entrarás en celo, necesitas recuperar todas tus fuerzas para ese momento —dicho esto, le guiñó un ojo—, sobre todo porque no creo que pueda quitarte las manos de encima.

Sasuke le dedicó una sensual sonrisa.

—Esperaba que dijeras eso.

Su Alfa soltó una risilla y le dio un beso rápido en los labios.

—Volveré en unos minutos, no me llevará mucho tiempo organizarlo todo. Mi casa es tu casa ahora, Sasuke, entra donde quieras y siéntete libre de usar la cocina si tienes hambre. —Hizo una pausa en la cual dudó—. Estás bien para moverte, ¿verdad? ¿O necesitas que yo te…?

El Omega lo detuvo poniendo un dedo en sus labios antes de acariciarlos.

—No te preocupes, me siento bien. De verdad. —Naruto le sonrió, al parecer contento por la respuesta, y lo besó de nuevo, esta vez más profundamente y rodeando su cintura con sus brazos, haciendo que Sasuke sonriera, divertido por la poca predisposición de su destinado a apartarse de él—. Naruto, tus hombres te están esperando, sé un Alfa como la diosa manda y ve con ellos. Cuanto antes termines, antes podrás volver conmigo.

Finalmente, su compañero le dio un último beso y se marchó. Por otro lado, Sasuke se estiró sobre la cama y decidió levantarse, puesto que el día anterior ya había dormido demasiado; todavía tenía los músculos doloridos por haber pasado tres días en la misma postura incómoda, pero al menos los efectos de las drogas parecían haber desaparecido, ya que se sentía más fuerte y ágil. Aun así, y aunque era tentador, no adoptó su forma animal, era consciente de que el proceso podía ser perjudicial en esos momentos para su recuperación y que, probablemente, sería muy doloroso con su actual condición física, pero le consoló ver que era capaz de sacar sus garras y colmillos.

Satisfecho consigo mismo, se puso de pie… y se dio cuenta de que no tenía ropa que ponerse; Orochimaru destrozó su ropa cuando lo desnudó y Shisui solo le trajo una manta el día anterior, por lo que había nada suyo. Sin tener muchas opciones, fue al armario de Naruto, bastante seguro de que no le importaría que usara sus prendas, y se puso unos calzoncillos que le llegaban por encima de las rodillas y una camiseta de manga corta que le venía algo grande, ya que su Alfa era más grande que él y tenía unos pectorales muy tonificados… era indudablemente sexy.

Agarró el cuello de la camiseta e inspiró profundamente, ronroneando al reconocer su aroma. No podía evitarlo, los compañeros destinados que se encontraban eran muy dependientes el uno del otro al principio, más todavía si aún no se habían reclamado el uno al otro; la necesidad de sus animales interiores por estar juntos era muy fuerte, de ahí que Naruto no hubiera querido alejarse de él al principio a pesar de que sería por poco tiempo, y que Sasuke no pudiera evitar hundir la nariz en su ropa para aspirar su esencia. Con el tiempo, cuando su vínculo fuera más fuerte y llevaran más tiempo juntos, podrían permanecer separados más tiempo, como Fugaku y Shisui en esos momentos, pero, por ahora, no era el caso de Sasuke, quien ya estaba ansioso porque su Alfa regresara para poder estar en sus brazos.

Se le hacía un poco gracioso sentirse tan cursi, pero lo dejó estar al pensar en su padre y decidió llamarlo para asegurarle que estaba bien, aunque estaba seguro de que Shisui ya le habría informado de su estado. Puesto que también estaba hambriento, bajó a la planta baja y cogió el teléfono del salón para marcar el número del móvil de su padre mientras se dirigía a la cocina para ver qué podía desayunar. Ver un montón de filetes de beicon le hizo la boca agua y no dudó en coger un paquete y un par de huevos; necesitaba las proteínas que no había podido consumir en ese tiempo.

—¿Diga? —contestó la profunda voz de Fugaku.

—Hola, padre.

—¡Sasuke! ¿Cómo estás? ¿Estás herido? Shisui me dijo que parecías estar bien, pero quiero que me lo digas tú.

No pudo evitar sonreír un poco. Su padre era un hombre bastante serio excepto en la intimidad de su hogar, sobre todo si su madre andaba cerca o cuando él e Itachi no eran más que unos cachorros. Nadie imaginaría al imponente Alfa persiguiendo a sus crías con afán juguetón en su forma animal.

—Solo estoy un poco dolorido, pero me encuentro muy bien —lo tranquilizó antes de morderse el labio inferior. Suponía que Shisui le habría hablado de Naruto, pero teniendo en cuenta cómo se había metido con él, dudaba que lo hubiera halagado ante su padre, y temía un poco su opinión sobre él, aunque eso no cambiaría nada, pensaba quedarse en Alaska con su compañero y consumar su unión—. Padre… ¿Shisui te ha dicho lo de Naruto?

Fugaku pareció un poco confundido por el cambio de tema, pero se recuperó con rapidez.

—Sí, por supuesto —dicho esto, su tono se aligeró—. No sabes lo aliviado que me siento de que hayas encontrado a tu compañero, hijo, sobre todo después de lo que ha pasado.

Vaya, no era la reacción que esperaba, aunque se sintió reconfortado al saber que no le guardaba rencor a Naruto por haberse negado a entregarlo a su familia.

—¿Shisui no te ha contado la discusión que tuvimos ayer? —preguntó con cuidado.

—Oh, sí, claro que lo ha hecho —respondió Fugaku como si nada, sorprendiéndolo.

—¿Y no estás enfadado?

—… Hijo, si yo hubiera sido tu compañero, le habría arrancado la cabeza por querer apartar a tu madre de mí. —Hizo una pausa en la que soltó un suspiro—. Es un buen hombre y comprendo sus motivos para proponer que volvieras a Nueva York, pero ha tenido la gran suerte de encontrar muy temprano a su destinado y por eso no entiende a los que hemos tenido que buscar a nuestras parejas, como tú y yo.

Sasuke dejó escapar el aire, aliviado.

—Gracias por entenderlo.

—¿Tú estás bien con él? ¿Te trata bien?

Sasuke se sonrojó.

—Es genial, padre. Es distinto a la gente de nuestro clan, pero… me gusta.

—Si te hace feliz, a mí me basta, Sasuke. No negaré que me apena que tengas que estar tan lejos de tu familia, pero nunca me interpondría en eso. Ya sabes lo que me pasó con tu madre.

Sí, todo el clan conocía la historia. En los tiempos de sus padres, las manadas de cambiantes de Japón estipulaban que si un Omega no había encontrado a su verdadero compañero un año antes del celo, dicho año se utilizaba para encontrar un Alfa aceptable para él. Ese fue el caso de su madre, pero ella se negó a aparearse con el Alfa que habían escogido para ella y huyó de su clan pocos días antes de que empezara su celo, pues no deseaba acoplarse a otra persona que no fuera su destinado. Estuvo escondida en una cueva hasta que entró en calor, instante en el que su olor se intensificó… atrayendo a Fugaku, que la reconoció al instante como su compañera.

Ambos se aparearon durante el primer acto sexual, a pesar de que no sabían ni sus nombres. No les importaba, Fugaku era mucho más mayor que ella con más de quinientos años a sus espaldas, llevaba mucho tiempo buscándola y, cuando dio con ella, no le importó no conocerla, era suya y él le pertenecía también. En cuanto a Mikoto, el único deseo que había tenido en su vida era encontrar a su pareja, la única que podría hacerla feliz de verdad. De modo que pasaron el celo juntos en una mísera cuerva, sin cama, ni casa, ni comodidades, comían lo que Fugaku cazaba cuando la Omega descansaba de los múltiples apareamientos y dormían en sus formas animales. Y, aun así, cada vez que uno de los dos contaba esa historia, lo hacían con una enorme sonrisa en el rostro, como si hubiera sido el momento más hermoso de sus vidas, demostrando que lo único que habían necesitado era tenerse el uno al otro y nada más.

Sin embargo, esta unión no hizo muy feliz a la manada de su madre. En Japón era importante el protocolo social, incluso en la actualidad, aunque ahora ya no era tan estricto, y la familia de Mikoto se mostró indignada con su apareamiento con Fugaku, ya que no lo conocían en profundidad, por no hablar del Alfa que quería a la Omega como su compañera, el cual desafió a Fugaku para poder tenerla.

En esas situaciones, el combate era a muerte, ya que era la única forma de deshacer un acoplamiento y, como este era muy reciente, no mataría a Mikoto, aunque sí la harían sufrir muchísimo. Sin embargo, Fugaku venció y se llevó a su compañera con él, amenazando a la familia y a su manada con matarlos a todos si intentaban separarlos de nuevo.

—Lo sé, padre, gracias —dijo Sasuke, sonriendo—. Me gustaría que lo conocierais, creo que os caería muy bien.

—Solo he interactuado un poco con Naruto, pero parece un buen líder a pesar de su juventud. Además, te ha salvado la vida, hijo, incluso antes de saber que eras su pareja. Eso dice mucho de él, así que no tienes que preocuparte por mi opinión.

Tras esas palabras, Sasuke se relajó del todo.

—Eso es un alivio. Me preocupaba lo que pudieras pensar tras hablar con Shisui, sé que no le sentó bien que Naruto quisiera que me quedara con él.

—Su reacción fue totalmente comprensible, los Alfas sentimos la necesidad de cuidar y proteger a los Omegas, sobre todo si son nuestros compañeros, así que no me sorprendió que actuara un tanto agresivo. No te preocupes, no le guardaré rencor por eso, menos aún si tú decidiste quedarte con él, solo espero que te dé el mejor cuidado posible, Sasuke. Después de todo, eres mi hijo y me preocupo por ti.

Él esbozó una sonrisa, tocándose la camiseta.

—Pues no tienes que preocuparte. Naruto cuida muy bien de mí… pero no me agobia, no es… sobreprotector. Entiende que no soy un delicado Omega y sabe hasta dónde puede llegar conmigo, eso lo aprecio.

—Bien, siempre me preocupó que acabaras con algún Alfa imbécil que te tratara como a un gato doméstico —gruñó, ofendido—. Serás un Omega, pero eres mi hijo y te he educado para que protejas a nuestra manada, no para que simplemente te quedes en casa a cuidar tu manicura.

Sasuke soltó una carcajada por lo impensable que era eso. Puesto que pasaba mucho tiempo cazando y corriendo en su forma animal, sus uñas se desgastaban por la tierra y apenas necesitaban cuidados, el simple hecho de marcar su territorio con las garras y aferrarse con ellas a los árboles y al suelo hacía que se mantuvieran fuertes y cortas de forma adecuada y saludable, por lo que la manicura no era una preocupación para él.

—Descuida, no creo que Naruto espere eso de mí. Esta misma mañana me ha dicho que… —Se sonrojó al recordar el orgullo en sus ojos, le gustaba que lo mirara de esa manera.

—¿Que…? —lo animó a seguir su padre con un tono divertido, como si supiera que se había puesto rojo.

—… Me ha dicho que seré un gran líder. Creo que no le importa que le ayude a dirigir su manada.

Fugaku dejó escapar un suave gruñido.

—Por supuesto que sí, hijo. Estoy muy orgulloso de ti y me alegro de que te hayas encontrado a tu compañero y un nuevo hogar a su lado. —Hizo una pausa en la que soltó un suspiro satisfecho—. Creo que con esto ya he cumplido con mis deberes paternales, ahora solo tengo que esperar a que me des un montón de nietos. Aunque con tu celo tan cerca, creo que no tendré que esperar mucho —dicho esto, empezó a reír a pierna suelta, haciendo que Sasuke se pusiera rojo, pero esta vez de vergüenza.

—¡Padre!

—¿Qué? Vas a ser muy receptivo al embarazo una vez estés acoplado. Si este año no te quedas embarazado, será el próximo.

El Omega decidió que era un buen momento para cortar la conversación; no le hacía mucha gracia tener esa clase de conversación con él, sobre todo porque, cuando entró en la pubertad y los Alfas empezaron a comérselo con los ojos, a su padre no le hizo ni pizca de gracia, ni tampoco enterarse de que empezó a tener amantes a una edad relativamente temprana, con unos dieciséis años. Por supuesto, Fugaku era consciente de que era algo normal a su edad, pero aun así, seguía siendo su hijo y aquellos niñatos no eran su pareja destinada, no los veía lo suficientemente dignos como para tocar a su cría. Sin embargo, con Naruto era distinto precisamente porque la Gran Madre había dictaminado que él era el Alfa indicado para Sasuke, confiaba en el vínculo que los unía para que este cuidara y protegiera a su hijo con su vida tal y como él había hecho siempre con Mikoto.

Una vez se despidieron, no sin que antes Fugaku le hiciera prometer que le llamaría si necesitaba cualquier cosa, Sasuke colgó el teléfono y se hizo el desayuno. Hizo todo el beicon y huevos revueltos, y se comió la mitad, dejando la otra para Naruto. El muy tonto no había tomado nada y su instinto lo movía a cuidarlo, quería que supiera que él también estaba implicado en la relación y que se esforzaría por ser tan buen compañero como lo había sido él el día anterior.

Estaba fregando su plato cuando escuchó un portazo. Frunció el ceño, ya que eso había sonado un poco rabioso y no creía que fuera Naruto. Un olor extraño le dijo que no era él segundos antes de que una mujer entrara a zancadas furiosas en la cocina; no tuvo ninguna duda de que era una Alfa por su aroma y por su altura, apenas unos centímetros más alta que él, además de su figura atlética y curvilínea, cubierta de piel bronceada que contrastaba con su intenso cabello rojo y sus ojos azul oscuros, que lo fulminaban con la mirada.

Un gruñido amenazador salió de sus labios, revelando sus colmillos.

—¿Eres tú?

Sasuke dejó de inmediato el plato en la pila y la enfrentó, tensando los músculos y sacando las garras y los colmillos, solo por si acaso.

—No sé de qué me hablas —dijo lentamente, devolviéndole una mirada gélida. Si creía que podía asustarlo por ser una Alfa, podía esperar sentada.

Ella lo miró de arriba abajo con una mueca.

—¿Eres el destinado de Naruto?

—Sí.

La mujer rugió de rabia y golpeó una pared con tal fuerza que se escuchó un crujido. Eso hizo gruñir a Sasuke.

—Eh, cuidado con lo que haces, que es mi casa.

La Alfa lo asesinó con los ojos y le enseñó los colmillos.

—Es la casa de Naruto, y tú no deberías estar en ella, ¡ni llevar su ropa!

Sasuke se cruzó de brazos.

—Es mi compañero, así que también es mi casa, y dudo que le importe si me pongo su ropa.

Ella gruñó más fuerte, furiosa.

—Tú no tendrías que haber aparecido. No entiendes lo importante que es para la manada que Naruto se aparee con una Alfa.

Él comprendió ahora lo que estaba pasando; seguramente, esa mujer era una de esas Alfas de las que le había advertido Fye, una que quería a Naruto como compañero para poder dar a luz a un Alfa puro que dirigiera la manada, a pesar de que el ejecutor estaba bastante convencido de que eso no podía ocurrir a menos que los dos Alfas fueran destinados.

—Deberías irte y volver con tu clan —rezongó la mujer, acercándose un poco a él, mirándolo con desprecio—. No necesitamos a un extranjero para dirigirnos, menos todavía a un delicado Omega. Renuncia a Naruto y encuentra a otro Alfa que esté a tu medida, eres muy poca cosa para él.

Sasuke volvió a colocar los brazos a ambos lados de su cuerpo, con las garras a punto para el combate. Su comentario lo había enfurecido. Él era muchas cosas, pero delicado no se acercaba ni por asomo a su persona, ¿y qué era eso de que no era digno de Naruto? Puede que él hubiera pensado que la Gran Madre le había hecho un regalo al escogerlo como su Alfa, pero ni por un momento había pensado que era menos que él. Era un Omega fuerte y decidido, estaba dispuesto a ayudar a Naruto con su manada, sabía que podía hacerlo en cuanto aprendiera cómo funcionaban las cosas allí, y también a ser un buen compañero para él, era tan capaz de cuidarlo y protegerlo como había hecho él el día anterior al salvarlo de Orochimaru.

Y ahora venía esa gata celosa a echarlo.

¡Ja!, qué graciosa.

—Pues parece que Naruto no piensa lo mismo que tú —la pinchó, esbozando una sonrisa que dejó al descubierto sus colmillos—. Quiere quedarse conmigo, me dijo que llevaba mucho tiempo esperándome y que estaba ansioso por reclamarme. Por eso nunca se ha acostado contigo, ¿verdad?, no quería que me sintiera mal por tener que ver a sus amantes todos los días.

La mujer se tensó y supo que había tocado una fibra sensible. Bien.

—He dado en el clavo, ¿a que sí? —se burló—. Nunca te ha tocado como lo ha hecho conmigo, y eso que no llevo ni un día aquí. Nunca te ha puesto la mano encima, mientras que a mí me ha dejado recorrer su cuerpo de arriba abajo, me dijo que podía hacer lo que quisiera con él y le hice rugir de placer —dicho esto, soltó un gemido suave—. ¿Y sabes qué hizo luego? Me folló con sus dedos y su lengua hasta que no pude tenerme en pie.

La Alfa se agazapó con un rugido y saltó hacia él con las zarpas curvadas, pasando por encima de la mesa. Sin embargo, Sasuke la esperaba y se hizo a un lado, poniéndose a cuatro patas para salir corriendo de la cocina, ya que era un espacio reducido y no podría pelear libremente ahí. Nada más llegar al salón, ya tenía a la pelirroja encima; se agachó, esquivando el ataque, pero esta era una Alfa entrenada para el combate y se puso en pie rápidamente, girándose para arañar a su contrincante. El Omega se cubrió la cara con un brazo, bloqueándola a la altura de la muñeca para que no le rasgara la piel y le dio una certera patada alta que impactó en su barbilla, haciéndola caer de espaldas contra el suelo.

La mujer se tocó la zona herida con una mueca de dolor antes de fulminarlo con los ojos. Sasuke se sentía adolorido por forzar sus músculos, aún debilitados por el cautiverio, pero su orgullo le impedía dejarla ir sin más cuando había manifestado interés en su Alfa, eso lo enfurecía. Así que abrió la boca, enseñando los colmillos, y le lanzó un bufido que manifestaba una clara amenaza, provocándola a seguir peleando.

La gata se le lanzó encima, otro movimiento que el Omega vio venir, por lo que se hizo a un lado, agarrándola de un brazo para golpearla con el codo en la espalda, haciendo que rugiera de dolor. Sin embargo, se recuperó rápido y, ahora que estaba apoyada sobre sus piernas, le hizo un placaje con todo su cuerpo que lanzó a Sasuke contra la pared, dejándolo casi inmovilizado contra esta, ya que estaba bien entrenado y no dudó en darle un rodillazo en el estómago, seguido por su mano, que la agarró del pelo con la fuerza para echar su cabeza hacia atrás, dándole así un puñetazo que la tiró al suelo.

A esas alturas, la mujer estaba tan furiosa que adoptó su forma animal, la de un jaguar dorado moteado con reflejos rojizos, que se abalanzó sin pensárselo dos veces contra el Omega. Este trató de transformarse… provocando que sus músculos se resintieran brutalmente, haciendo que un intenso calambrazo de dolor lo recorriera, postrándolo de rodillas en el suelo entre temblores y gemidos, a merced de la Alfa.

Estaba a punto de alcanzarlo cuando algo golpeó con fuera su costado, lanzándola a un lado. Sasuke miró sorprendido al gigantesco jaguar que había atrapado a su atacante entre sus fuertes y enormes patas, mordiéndola sin vacilar en el cuello. Un chorro de sangre manchó la madera al mismo tiempo que la Alfa pataleaba aterrorizada, soltando pequeños chillidos de súplica y dolor.

—¡Alfa!

Sasuke vio cómo entraba un asustado Fye seguido de tres ejecutores más. Entonces se dio cuenta de que el felino que lo había salvado era su compañero, no había podido reconocer su aroma porque este estaba prácticamente ofuscado por el picante olor de la rabia que flotaba en el aire.

El rubio se acercó a los dos jaguares con las manos alzadas.

—Naruto, sé que estás furioso, y lo entiendo, lo comprendo perfectamente, pero eres nuestro líder y tienes que pensar. No puedes matarla así como así, lo sabes.

El enorme animal resopló con rabia y buscó con los ojos a Sasuke. Este supo que estaba analizando su estado y, que dependiendo del daño que le hubiera hecho, la mataría o no. Pese a que odiaba a esa puta gata, sabía que no era razón suficiente para acabar con su vida, y que eso también podría arruinar la imagen que se había formado como líder de su clan, y no lo consentiría. No permitiría que su compañero tuviera que volver a lidiar con desafíos por el control de su clan, no después de todo lo que se había esforzado, de modo que ocultó su dolor tan bien como pudo y asintió, haciéndole saber que estaba bien.

Naruto resopló una vez más y soltó a la hembra con brusquedad antes de regresar a su forma humana. Incluso como hombre, y a pesar de estar desnudo, el Alfa era imponente con sus grandes músculos flexionados, el pelo revuelto de un modo salvaje y la boca llena de sangre, respirando fuertemente, como si le costara mantener el control. Resultaba un poco aterrador, no para Sasuke, era consciente de que su compañero jamás le haría daño, pero podía comprender el temor en los ojos felinos de la mujer que lo había atacado. No pudo evitar sentirse impresionado cuando la agarró por el lomo y la arrastró lejos de él, sin duda alguna para mantenerlo alejado del peligro, aunque lo sorprendente era que incluso en forma humana pudiera manejar tan fácilmente a un cambiante transformado.

En cuanto consideró que Sasuke estaba a salvo, Naruto soltó sin miramientos a la Alfa y la asesinó con los ojos.

—Cambia de forma —ordenó con voz áspera, haciendo que la jaguar se encogiera. Eso le hizo enfurecer y se inclinó para clavar las zarpas en su lomo una vez más—. ¡TRANSFÓRMATE! —rugió.

Ella gimoteó, aterrada.

Sasuke, viendo que su Alfa estaba al borde de su autocontrol, trató de arrastrarse hacia él. No tendría que haber intentado cambiar, su cuerpo aún no estaba preparado y había pagado las consecuencias con los calambres que seguían recorriéndolo, por lo que apenas podía moverse, tan solo lograba empujar torpemente sus rodillas y arañar el suelo para impulsar el resto de su cuerpo.

Naruto, que no había dejado de vigilar a su Omega por el rabillo del ojo, se olvidó rápidamente de la mujer al verlo ir hacia él. Era evidente que estaba muy mal si no era capaz de ponerse en pie.

—¡Sasuke! —lo llamó, yendo hacia él de inmediato y envolviéndolo con cuidado con sus brazos para examinarlo—. ¿Estás bien? ¿Dónde te ha herido? —preguntó, buscando el origen de su dolor con desesperación.

Él puso una mano en su rostro.

—Estoy bien, no ha llegado a tocarme…

—¿Y por qué estás temblando? —lo interrogó. Sus ojos, todavía idénticos a los de un jaguar, indicativo de que sus emociones estaban fuera de control, lo recorrieron asustados.

—He intentado transformarme, no estoy lo bastante bien para hacerlo todavía. Por favor, cálmate. Entiendo que acabamos de encontrarnos y que tu animal interior está a flor de piel pero tú eres un buen líder y sabes que no merece morir por una trifulca amorosa.

Naruto gruñó.

—Toda mi manada sabe que eres el Omega al que secuestraron. Ella sabía que estabas débil, ¡fue premeditado! —rugió.

Sasuke cogió su rostro entre sus manos e hizo algo que no creyó que llegara a hacer nunca, siempre había creído que era lo suficientemente fuerte, pese a ser un Omega, como para resolver cualquier problema peleando… pero no con su compañero. Él era la única persona en el mundo con la que usaría ese truco; puede que estuviera demasiado débil para adoptar su forma animal, pero no lo suficiente como para controlar las hormonas de su cuerpo, de modo que se concentró y alteró su química celular, despidiendo un aroma fuerte y dulzón que inundó rápidamente la estancia.

Naruto no pudo resistir. Incluso si el jaguar que llevaba dentro estaba furioso porque su pareja había sido agredida en su ausencia, era incapaz de no desear salvajemente a su Omega cuando desprendía ese olor, la Gran Madre les había concedido esa habilidad como una defensa ante depredadores y también para seducir a sus Alfas en caso de que quisieran concebir. Para un cambiante que acababa de encontrarse con su destinado, cuya bestia estaba tan sensible a las emociones en ese momento, fue como si le hubieran echado un fuerte sedante repleto de afrodisíacos.

Para reforzar el efecto, Sasuke empezó a ronronear.

—Tranquilo, mi Alfa, tranquilo —musitó en voz baja y sensual, haciendo que Naruto gimiera y enterrara la nariz en su cuello, lamiendo su piel. Ya está, lo tenía bajo su control.

—Mi Omega —gruñó, excitado y rozando su piel con los colmillos, provocando que el propio Sasuke se mordiera el labio inferior al sentir cómo todo su cuerpo se estremecía, a pesar del dolor que todavía tenía en los músculos.

Sin embargo, no era momento para dejarse llevar por la lujuria. Tenía que resolver lo de esa gata celosa.

—Mi Alfa —lo llamó con suavidad—, no creo que ella tuviera intención de matarme —le dijo. Naruto se tensó de nuevo, pero él continuó exudando sus hormonas para mantenerlo calmado al mismo tiempo que ronroneaba y frotaba su mejilla contra su hombro—. Escúchame, solo estaba celosa de mí; parece que tú la has rechazado varias veces y de repente aparezco yo y me instalo en tu casa, aun siendo un extranjero y sin conocerme apenas. Se sentía herida y acabamos discutiendo y peleando, pero no iba a matarme, solo quería demostrar su fuerza y que sería mejor compañera que yo. —Su destinado volvió a gruñir, esta vez con más brusquedad, como si eso lo hubiera ofendido. Sasuke lo besó en el cuello y se acurrucó contra su cuerpo, induciéndolo a abrazarlo para evitar que volviera a cargar contra ella—. Solo ha sido un desafío por ti, sabes que eso está permitido.

—No mientras estés herido, no ha sido una pelea justa —dijo el Alfa entre gruñidos, su voz apenas sonaba humana—. Además, tú eres mi destinado. En mi manada está prohibido hacer daño a los compañeros verdaderos.

—Y ella ha pagado las consecuencias; está herida y puedo oler su miedo desde aquí. Por favor, Naruto, eres un buen líder, sabes que no merece ser ejecutada por esto.

El pecho del Alfa retumbó, pero finalmente cerró los ojos y permitió que su Omega terminara de calmarlo. Al abrir los párpados, ya no había tanta ira en ellos y sus pupilas volvían a ser redondas, era una buena señal.

—Muy bien, le perdonaré la vida… pero solo porque no has salido herido —advirtió en voz alta, seguramente para que la mujer lo oyera.

Sasuke esbozó una pequeña sonrisa y lo besó en los labios.

—Gracias, mi Alfa.

Naruto asintió y lo dejó con cuidado contra una pared. Intercambió una mirada rápida con Fye, quien fue de inmediato junto a Sasuke para vigilar su estado; este no protestó a pesar de que estaba seguro de que no tenía nada grave, sobre todo porque sabía que su compañero estaría más tranquilo si su ejecutor lo cuidaba, no quería alterarlo más de lo que ya estaba, bastante habría tenido con volver a casa y ver que estaba siendo atacado por una gata loca.

El rubio caminó hasta la jaguar, quien, bajo la intensa y aún rabiosa mirada del Alfa, adoptó su forma humana, la de una despampanante mujer desnuda, aunque la sangre que tenía en el cuello y el terror que deformaba su rostro arruinaba la sensualidad de su figura. El hombre se cruzó de brazos, clavando los dedos en su piel para contener las ganas de rematar el trabajo que había empezado.

—¿En qué coño estabas pensando, Kira?

Los otros ejecutores flanquearon a Naruto. No creían que la mujer fuera a atacar a su líder, después de todo, lo idolatraba, pero no estaban tan seguros respecto a su compañero Omega y decidieron cubrir los espacios disponibles por si ella trataba de llegar hasta el joven.

Sin embargo, Kira estaba demasiado asustada para intentar nada, ni siquiera podía mirar a Naruto a los ojos.

—En que nuestra manada no necesita a un Omega debilucho —logró decir. Temía la reacción del jaguar, pero también deseaba convencerlo para que no sellara la unión con él.

Lo curioso fue que Naruto, en vez de enfadarse, levantó una ceja, sorprendido.

—¿Debilucho? Ha estado prisionero tres días y, a juzgar por los rugidos de pelea que he oído y que él no tiene ni un rasguño, diría que ha presentado bastante batalla. Una Alfa en perfectas condiciones y fuerte como tú se ha vista obligada a adoptar forma animal para vencer a un Omega que no se encuentra al cien por cien de su capacidad física… yo diría que la única debilucha aquí eres tú.

Sasuke no pudo evitar sonreír, un tanto orgulloso porque su Alfa reconociera sus habilidades físicas. Por otra parte, Kira soltó un gruñido bajo.

—Es un extranjero.

—No sería el primero. Ya he aceptado a muchos Alfas, Omegas y Betas en nuestra manada por ser compañeros destinados, incluso alguna vez solo lo he hecho porque no tenían otro lugar al que ir ni manada a la que volver, y nunca hemos tenido problemas por eso, ¿verdad?

Finalmente, Kira alzó la vista y lo miró con ardiente ira.

—Yo puedo darte un Alfa puro, Naruto.

—Y Sasuke puede darme camadas grandes de cachorros —dijo este con calma.

—¡Un Alfa puro es lo mejor para nuestra manada!, ¡será el más fuerte de todos!

—No sabía que para dirigir un clan había que ser un Alfa puro —comentó el rubio con seriedad—, que yo sepa, soy de los pocos que hay en el mundo, por no decir el único entre los jaguares, el resto, solo son Alfas como tú, mis padres también lo eran y fueron grandes líderes. No tengo ningún problema con un hijo mío liderando la manada siendo un Alfa normal, ni siquiera lo tendría si fuera un Omega, de hecho, será una bendición para nosotros si Sasuke me da una camada entera de crías Omegas, eso significará que nuestro clan crecerá todavía más. ¿Alguna otra queja?

Kira lo miró herida y enfadada.

—¿Por qué escoges a un extraño por encima de mí? Me conoces de toda la vida.

—Él es mi compañero —respondió con sencillez.

—¡No lo conoces!

—¡No me hace falta! —gritó Naruto, cansado de la conversación—. Ya sabes cómo funciona nuestra Gran Madre Tierra, Kira, ella nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe lo que necesitamos, por eso crea el vínculo entre dos destinados. ¿No ves la gran suerte que tenemos? Los humanos se pasan décadas buscando entre ellos a su pareja perfecta porque son incapaces de sentirla, acaban heridos con sus múltiples relaciones, mientras que nuestra diosa nos ha bendecido con el don de reconocerla por el olor. Lo nuestro jamás habría funcionado porque tú no eres lo que necesito, ni yo soy lo que te hace falta en la vida.

—Y aun así, siempre te negaste a tocarme —replicó ella, gruñendo.

Naruto tensó los músculos y su pecho retumbó. Sasuke se dio cuenta de que era una amenaza, aunque no estaba seguro a qué venía tanta molestia de repente.

—¿Todo esto es porque nunca me he acostado contigo? —preguntó el rubio despacio.

—Pudiste haberme tenido durante años, en vez de tener que conformarte con esas perras del clan de Kiba.

El Omega no pudo evitar quedarse con la boca abierta. ¿Naruto había tenido relaciones con cambiantes de otras especies?

Este le lanzó un breve rugido.

—Ten mucho cuidado con lo que dices, Kira. Los lobos son nuestros aliados y amigos, no permitiré que insultes a sus mujeres.

—Pudiste haber follado con otras jaguares como haría un cambiante normal, pero no, tú preferías joder con perras.

Esta vez, Naruto rugió con fuerza, haciéndola callar y bajar la vista.

—Ya te lo dije en su momento, no iba a joder con nadie del clan para que mi Omega no tuviera que lidiar con antiguas amantes, aunque parece que no me ha servido de nada puesto que tú estás aquí, creyendo que tienes algún derecho a reclamarme o juzgar siquiera con quién me acuesto. —Dio un paso más hacia ella y le enseñó los colmillos como advertencia—. Tú y yo nunca tuvimos nada, Kira, así que guárdate tu puta opinión sobre mí. Y teniendo en cuenta lo que piensas de mis otras relaciones, ¿por qué cojones siempre estás abriéndote de piernas para mí?

Ella lo miró de arriba abajo con descaro, haciendo que Sasuke gruñera e hiciera amago de levantarse, pero Fye lo mantuvo quieto en su sitio y le susurró que no distrajera a Naruto.

—Eres un Alfa puro, te quiero como compañero. A tus padres les fue bien dirigiendo la manada.

—Mis padres estaban destinados.

—Hay Alfas que se han acoplado sin serlo.

—La mayoría de ellos se cansaron de esperar a encontrar a su pareja, o bien esta murió o se acopló con otra persona. Yo he encontrado a Sasuke, y me da igual todo lo que quieras ofrecerme, voy a reclamarlo en pocos días, y si tienes un problema con eso, puedes desafiarme —añadió, dejando los brazos flexionados a los lados y sacando las garras.

Kira apretó los labios y agachó la cabeza, siendo consciente de que no era rival para su líder. Pero era muy duro aceptar que había perdido cualquier oportunidad con él; había estado enamorada de Naruto desde que era una adolescente, y él la había rechazado una y otra vez, todo porque ella no era su compañera y él no quería que su destinado se sintiera mal por tener a algunas de sus amantes a su alrededor. Ella deseaba una pareja así, había creído que, con el tiempo, el Alfa se cansaría de esperar y al final aceptaría llevarla a su cama, pensó que si le daba la oportunidad de mantener relaciones sexuales con ella podría retenerlo a su lado. Pero, en vez de eso, tuvo que ir al clan de Kiba y joder con las lobas, y lo peor era que ellas parecían gustarle, en sus visitas a la manada las muy perras coqueteaban con él y él las trataba con cariño, como si fueran de su propio clan, mientras que a ella la había hecho a un lado, la había menospreciado al elegir a esas lobas por encima de alguien de su misma especie como ella.

Aun así, mantuvo la esperanza de poder acercarse a él cuando su destinado no apareciera, algunos Alfas tenían que esperar siglos para encontrarlo, otros no llegaban a tiempo, pensó que sería cuestión de esperar… y, entonces, esa mañana, se enteraba de que Naruto había encontrado a su destinado, un maldito Omega extranjero. La rabia se había apoderado de ella y había ido a buscarlo con la intención de intimidarlo y que abandonara al rubio, así ella tendría vía libre para consolarlo, pero el muy cabrón había resultado ser más fuerte de lo que pensaba… y después, cuando por fin lo tenía a su merced, Naruto había aparecido para defenderlo.

Por supuesto, la había sometido con facilidad. Era un Alfa puro, después de todo, siempre había mostrado ser más habilidoso que el resto de los jaguares, era otra de las razones por las que lo había admirado.

Por desgracia, ahora no tenía las de ganar.

Naruto, viendo que no parecía tener intención de pelear, ocultó sus zarpas de nuevo y gruñó suavemente.

—Tienes suerte de que mi Omega me haya calmado antes de que te matara, porque eso es lo que quería hacer… y lo que haré si esto se vuelve a repetir. Si tú o cualquier otra gata intenta algo contra Sasuke, no habrá ni juicio ni mierdas, os despellejaré vivas y colgaré vuestras pieles como recordatorio de lo que pasa cuando alguien hace daño a un destinado, ¿entendido?

Kira se estremeció.

—Sí.

—Bien. Y ahora largo.

Ella se incorporó tan rápido como pudo, ya que le dolía la herida del cuello, y se fue de allí tan rápido como pudo. Naruto se tomó unos momentos para inspirar hondo y acabar de calmarse, mientras que Fye le palmeó un hombro a Sasuke y lo felicitó:

—Lo has hecho muy bien.

Él sonrió un poco, orgulloso de sí mismo y de su compañero por haber podido controlar la situación… y feliz porque lo hubiera escogido a él por encima de todo. Ni siquiera lo había dudado a la hora de darle la patada en el culo a esa zorra.

A los pocos minutos, Naruto regresó a su lado y despidió a sus ejecutores tras darles un par de órdenes más. En cuanto se quedaron solos, lo primero que hizo fue examinarlo a fondo en busca de heridas.

—¿De verdad no te ha hecho daño?

Sasuke frotó su cara contra su pecho.

—En serio, simplemente no tendría que haber intentado cambiar de forma.

Naruto asintió, confiando en su compañero.

—¿Puedes levantarte?

—Creo que sí. —A pesar de sus palabras, dejó que su Alfa lo ayudara a levantarse, ya que sentía sus músculos adoloridos—. Por cierto, te he hecho el desayuno.

Los ojos de su destinado brillaron.

—Ya decía yo que olía a beicon y huevos. Gracias, mi Omega.

Fueron a la cocina y Naruto sentó a Sasuke en su regazo mientras comía. Este se dejó hacer, le gustaba compartir esa intimidad con su destinado y más aún ver que disfrutaba con lo que había cocinado para él; era algo que nunca había hecho con ninguno de sus amantes y estaba agradecido de que apreciara su esfuerzo.

Una vez hubo dejado el plato limpio, lo dejó en la pila y lo llevó a la habitación. Sus piernas echaron a temblar a la hora de subir las escaleras, por lo que tuvo que dejar que su Alfa lo cogiera en brazos. Le resultó un poco humillante al principio, pero se le olvidó cuando Naruto, en vez de burlarse de él, se mostró preocupado y estuvo a punto de volver a examinarlo si no fuera porque Sasuke le aseguró que solo necesitaba descansar un poco.

En cuanto los dos estuvieron tumbados en la cama, el rubio tironeó de su camiseta.

—Veo que te gusta mi ropa —comentó con una sonrisilla.

—¿Te molesta? —No lo creía, pero quería estar seguro.

Tal y como sospechaba, Naruto negó con la cabeza.

—No, pero habrá que conseguirte ropa, aquí no tengo nada de tu talla.

—Cuando pase el celo —dijo Sasuke. No tenía nada de ganas de moverse hasta un centro comercial, menos todavía en su estado y sin la compañía de Naruto, ya que este no podía dejar la manada a menos que fuera un asunto importante.

Como si este leyera sus pensamientos, soltó una risilla y frotó su nariz contra su mejilla.

—Sasuke, nuestro territorio está muy lejos de cualquier parte, nosotros pedimos la ropa y algunos suministros por internet y los llevan hasta una gasolinera donde unos Betas lo recogen todo para traerlo hasta aquí. Solo necesitas un ordenador.

Aun así, se sentía demasiado perezoso como para ponerse a mirar ropa, de modo que se acurrucó en el cuerpo desnudo de su Alfa, feliz de sentirse envuelto por su piel caliente y su intenso aroma, le resultaba embriagador.

—En otro momento.

Naruto no insistió y se limitó a abrazarlo e intercambiar caricias con él. Sasuke estaba tan a gusto que se le habrían cerrado los ojos si no fuera porque su compañero dijo:

—Lamento lo ocurrido con Kira. No tendría que haber descargado su ira contra ti.

Levantó la vista para clavarla en los tristes ojos de su Alfa. Dolido al ver su culpa, le acarició el rostro con cariño.

—No es culpa tuya, Naruto. Ella tendría que haber respetado tu decisión y haberte dejado en paz. —Hizo una pausa, dudando de si debía preguntar—. ¿Lleva mucho tiempo detrás de ti?

Naruto gruñó un poco. Era evidente que era un tema que lo estresaba.

—Desde que éramos adolescentes. No es una mala persona, pero… no quiso entender mi punto de vista. Desde niño supe que quería una relación como la de mis padres, y que solo podría obtenerla con mi destinado, así que enfoqué todos mis esfuerzos en hacer que tu vida aquí fuera lo más sencilla posible.

—Por eso nunca te has acostado con nadie de la manada —terminó diciendo Sasuke, recordando que Fye se lo había mencionado el día anterior y que el propio Naruto se lo había dicho a Kira.

—Exacto.

—… ¿Ni siquiera con una única persona? —No pudo evitar preguntarlo.

Su compañero le sonrió, divertido.

—Ni una.

Sasuke se sintió un poco mejor tras saber eso, a pesar de que era consciente de que no era justo, ya que él no había tenido la misma decencia y se había acostado con Alfas de su manada sin pensar en cómo podría sentarle eso a su destinado. Le hizo sentirse un poco culpable.

—Eso es un gran detalle por tu parte. Gracias.

—No hay de qué, mi Omega.

—Ahora me siento horrible por no haber hecho lo mismo —admitió—. Si no fueras el líder de tu clan, habrías tenido que venir conmigo, ya que soy hijo de uno y hermano del próximo.

Para su sorpresa, Naruto no se mostró ofendido, solo se encogió de hombros.

—Sasuke, la mayoría de los nuestros hacen como tú, no tienes que sentirte mal por eso… aunque reconozco que me siento aliviado por no tener que tratar con tus amantes. Si alguno me provocara o te mirara dos veces, le arrancaría el cuello.

El Omega se mordió el labio inferior, contento porque su compañero se sintiera tan posesivo con él como su propio animal interior se sentía. No le había hecho ni puta gracia que Kira se hubiera presentado en su ahora casa para reclamar a su destinado, no negaría que se había sentido tentado a matarla, a pesar de que al final había sido incapaz por culpa de su estado.

—No estés celoso —le dijo, besándolo en el pecho—. Hay muchas cosas que no he hecho con mis amantes y que a ti te permito hacer; a ninguno le dejé nunca que me llevara en brazos, o que me diera de comer y me bañara.

—¿Reservaste tu intimidad para mí? —le preguntó con sus hermosos ojos llenos de ilusión.

Él asintió, ganándose un tierno beso en los labios y que lo estrechara un poco más contra sí.

—Eso es muy importante para mí, Sasuke, sobre todo viendo lo orgulloso que eres. Gracias por permitir que cuide de ti.

Sasuke ronroneó y se frotó amorosamente contra su Alfa, mostrándole su afecto. Le encantaba ese lado tan cariñoso de Naruto y que fuera agradecido porque le tuviera como compañero, no estaba seguro de si siempre era así entre dos destinados, pero habría jurado que si le hubiera tocado al imbécil de Bankotsu, probablemente habría tenido alguna queja sobre su fuerte deseo de ser independiente; era cierto que este parecía haber aceptado mejor que otros de sus amantes esa faceta de su carácter, pero no se le había escapado las muecas que hacía cuando se había negado a dejar que cazara para él o que compartieran la cama para dormir, Sasuke siempre se había negado a ese tipo de cosas ya que era algo que únicamente había querido hacer con su compañero.

Mientras seguían acariciándose el uno al otro, una duda lo asaltó y levantó la cabeza para buscar los ojos de Naruto.

—¿Te puedo hacer una pregunta personal?

—Claro —contestó su Alfa sin dudar.

—Es sobre las lobas con las que has estado. —Al ver la expresión seria de Naruto, que lo contemplaba como si lo estuviera analizando con atención, Sasuke intuyó a dónde iban sus pensamientos—. No me parece mal, ¿sabes? Mi clan nunca ha tenido una relación próxima a otros cambiantes, pero no por eso odio a otras especie o estoy en contra de interactuar con ellas, es solo que… me parece curioso.

Notó que su compañero se relajaba y volvió a acariciar su cuerpo con aire distraído.

—Bueno, como ya sabes, yo no quería tener relaciones con nadie de mi manada. —Sasuke asintió—. Eso significa que debía esperar a las reuniones con otras manadas de jaguares, que se celebran anualmente, a veces ni eso por culpa del clima, así que comprenderás que, a menudo, me sentía frustrado.

El Omega se sintió un poco mal por su compañero. No le hacía gracia imaginarlo con otras parejas, pero entendía que tuviera necesidades como las había tenido él y que fuera difícil tener que contenerse, después de todo, los cambiantes eran sexualmente más activos que un ser humano.

—En aquella época, Kiba y yo éramos amigos y él me pidió un favor; había una loba Omega en su manada que tuvo su primera experiencia sexual con un imbécil que le hizo daño. —Dudó un momento antes de contarle el problema—. El muy idiota la mordió como si fuera a reclamarla.

—¡¿Qué?! —exclamó Sasuke, horrorizado—. ¿Cómo demonios se le ocurre? ¡No puede hacer tal cosa si no está en celo!

—Al parecer, en los lobos es más fuerte el instinto de querer acoplarse a una pareja, por eso algunos muerden durante el sexo, pero está mal visto que claven los dientes en la zona destinada a un compañero. Parece que ese lobo no pudo contener el instinto y su animal quiso acoplarla a pesar de que aún no tenía la edad ni eran destinados. Para ella fue horrible; al morderla en esa zona, la tuvo inmovilizada mientras terminaba de follarla. La pobre estaba aterrorizada después de eso y se negó a volver a tocar a ningún lobo; cuando faltaba una década para su celo, se negó a viajar para encontrar a su pareja, dijo que no quería tener compañero.

Sasuke sintió lástima por ella. Era comprensible que tuviera miedo después de que el muy cabrón le hiciera algo así, pero le pareció aún más doloroso tener que renunciar a su destinado por eso.

—Lo siento por ella.

—Yo también lo hice.

—¿Pero qué tenías tú que ver en eso?

—A Kiba se le ocurrió algo; ella era una loba y yo un jaguar, así que éramos incompatibles para ser pareja, por lo que yo no sentiría ningún impulso de acoplarme con ella ni necesidad de morderla. Esa Omega lo sabría y puede que se sintiera más segura si mantenía una relación conmigo, Kiba sabía que yo no le haría daño y que sería muy cuidadoso.

—¿Ella aceptó?

—No inmediatamente. Al principio solo salíamos juntos a pasear y a correr, quería que hubiera cierta confianza entre nosotros para demostrarle que no le haría daño. Luego fui poco a poco hasta que llegamos al final, ella se recuperó tras pasar algún tiempo conmigo y volvió a confiar en los lobos, acabó encontrando a su compañero.

Curiosamente, Sasuke no se sintió celoso por esa relación, al contrario, le pareció hermoso lo que había hecho por esa Omega.

—Me alegro mucho por ella.

—Yo también.

—Y me enorgullece lo que hiciste. —Naruto le miró y sus ojos resplandecieron. Parecía feliz porque no le importara que hubiera tenido una especie de relación con una loba—. Entonces, a partir de eso, ¿has tenido más relaciones con otras lobas?

—Muchas eran amigas de esa Omega y me estaban agradecidas, también sintieron curiosidad por mí. Además, sabían que yo estaba buscando a mi compañero y que no quería que se sintiera incómodo si vivía en mi clan junto a mis amantes, eso les gustó y creo que quisieron ayudarme.

Sasuke ladeó la cabeza con curiosidad.

—¿Cómo es hacerlo con un lobo?

—Son muy cariñosos, no hay amor en la relación sexual, pero sí afecto. Los felinos normalmente te dan una patada en el culo nada más terminar de follar, no es que yo quisiera una relación a largo plazo con otra jaguar, pero nunca me gustó que fueran tan frías conmigo; los lobos intercambian caricias e incluso duermen con sus amantes. Ellos necesitan tener más contacto físico, dar muestras de afecto tras el sexo para mostrar que no has sido solo un objeto de placer, para mis amantes habría sido muy ofensivo si yo simplemente me hubiera largado sin más.

—¿Dormías a menudo con ellas?

—Solo con la primera Omega, éramos amigos y yo me sentía protector con ella tras saber lo que le había ocurrido. Con las otras me quedaba un rato para hablar, eran bastante agradables y al menos no me miraban como si fuera imperdonable que yo quisiera que mi Omega se sintiera cómodo en mi manada.

Sasuke frunció el ceño.

—¿Las jaguares te despreciaban por ello?

—Se sintieron insultadas, ya que no es algo habitual, pero fue peor cuando empecé a visitar a las lobas con frecuencia. —Se quedó callado un momento, contemplándolo con cierta inquietud—. ¿Te molesta que me viera con ellas?

El Omega negó con la cabeza y lo besó con ternura en la mejilla.

—No te negaré que me sentiré un poco celoso si las veo alguna vez… pero no, no me molesta, y entiendo que prefirieras estar con ellas antes que con alguien como Kira. Además… —añadió, sonriendo con picardía— me gusta que no tocaras a nadie de la manada por mí. Es muy dulce.

Naruto le devolvió la sonrisa con altanería.

—Así que, a pesar de todo, mi plan para conquistarte está dando frutos.

Sasuke rio.

—Está bien para empezar, pero no te lo pondré tan fácil.

—Esperaba que dijeras eso —sonrió el Alfa antes de apoderarse de sus labios.





Pasaron varios días en los que Sasuke permaneció en casa de su Alfa, terminando de recuperarse del tiempo que había estado prisionero. Shisui, viendo que allí no tenía nada que hacer, terminó regresando a Nueva York para reunirse con Fugaku y volver a Japón; ya que Itachi estaba a punto de dar a luz y que su hermano estaba sano y salvo en casa de Naruto, por no decir que no podrían verlos de nuevo hasta que la época de celo hubiera pasado, ninguno de los dos estaría en condiciones de recibirlos en ese tiempo, ya que el Omega dependería mucho de su compañero para atender todas sus necesidades.

Por otro lado, la manada de Naruto se tomó con alegría la noticia de que al fin había encontrado a su pareja, todos sabían lo mucho que este había ansiado hallar a su destinado. Hubo un par de hembras Alfas disgustadas por la presencia del Omega, ya que pensaban que sería mejor tener otro Alfa puro como líder, por no mencionar la posición que ocuparían dentro del clan y que el rubio estaba para comérselo, sin embargo, no intentaron nada después de lo ocurrido con Kira; los rugidos de su pelea con Sasuke fueron escuchados por mucha gente, además de que otros vieron a Naruto entrar corriendo en su casa en su forma animal y luego a la pelirroja salir de allí con sangre resbalando por su cuello, no había que ser muy inteligente para intuir lo que había ocurrido. De modo que las pocas que estaban decepcionadas por la aparición del Omega, se mantuvieron alejadas de este por miedo a lo que Naruto haría con ellas.

En cambio, la pareja disfrutaba de su tiempo a solas mientras Sasuke recuperaba sus fuerzas. Su vínculo crecía con cada día que pasaba, ambos parecían compenetrarse a la perfección a pesar de que sus personalidades diferían bastante la una de la otra, pero era precisamente por eso que mejoraban como individuo al influenciarse el uno al otro; el Omega hacía que su Alfa fuera más tranquilo, calmaba esa hiperactividad que siempre lo había caracterizado y evitaba que sus emociones saltaran a la más mínima provocación, le hicieron ser más equilibrado, mientras que Naruto lograba que Sasuke se soltara más en un ambiente íntimo, le hacía reír y jugar como si fuera un cachorro, también despertaba su lado más cariñoso y le hacía ser más abierto y empático.

En lo referente al plano físico, Sasuke estaba cada vez más caliente y necesitaba que Naruto le hiciera correrse varias veces a lo largo del día… y con eso quería decir que le provocaba muchos orgasmos en cada encuentro sexual; por la mañana, después de comer, por la tarde, y por las noches se tomaba mucho tiempo para dejarlo tan exhausto que luego solo quería acurrucarse en el cuerpo de su Alfa y dormir. Naruto no llegó a hacerle el amor del todo, temía dejar sus músculos más adoloridos de lo que ya estaban y quería que conservara todas sus fuerzas para cuando entrara en celo. Al principio, Sasuke se quejó un poco, pero comprendió que su compañero solo estaba preocupado por su salud y, por eso, no forzó el asunto… Además, una vez entrara en celo, Naruto no podría resistirse a él, su olor lo volvería tan loco que no lo follaría hasta que ninguno de los dos pudiera moverse.

Tuvo que reconocer que apreciaba que lo cuidara, que estuviera tan pendiente de él, tan sincronizado con sus necesidades. En realidad, no creía que hubiera una sola cosa de Naruto que no le gustara, era un buen Alfa que dirigía sabiamente a su manada, a pesar de que a veces era impulsivo, pero por suerte sabía escuchar a sus ejecutores y siempre pensaba en lo que era mejor para su plan; respetaba su espacio y su independencia, nunca trataba de sobreprotegerlo, más bien sabía hasta dónde podía llegar con él y actuaba en consecuencia, lo veía como a un igual y parecía gustarle, y, además, no podía negar que se sentía totalmente atraído por su personalidad, tan alegre y espontáneo, tan divertido y cariñoso… tan rematadamente sexy y encantador. Normalmente no sucumbiría tan fácil a un Alfa, pero la Gran Madre había dado en el clavo al emparejarlo con Naruto, porque ya estaba locamente enamorado de él.

En eso pensaba una noche mientras lo contemplaba esa noche. Ambos estaban en la cama, desnudos bajo las sábanas, como ya era costumbre; Naruto estaba profundamente dormido a su lado, abrazándolo por la cintura mientras que él apartaba su rebelde melena rubia de su rostro para poder apreciar sus apuestos rasgos. Le gustaba verlo tan tranquilo y pacífico, normalmente era un hervidero de actividad y energía, pero cuando estaba en la cama se volvía tan relajado y apacible… aunque claro, desde el primer día supo que era un dormilón sin remedio, hasta por las mañanas se despertaba él antes y el muy perezoso remoloneaba en la cama junto a él, negándose a levantarse… pero sospechaba que solo lo hacía para poder tenerlo en brazos un poco más.

Y sí, a él también le encantaba que hiciera eso.

Estaba acariciando sus labios cuando, de repente, un rayo de fuego lo atravesó. Jadeó, sorprendido, notando cómo sus sentidos del olfato y el tacto se agudizaban al máximo, incluso más de lo que lo había logrado nunca, haciendo que sus fosas nasales se llenaran del intenso y deliciosa aroma de su compañero y que su piel se erizara ante el contacto de su cuerpo desnudo contra el suyo. La sangre empezó a hervir bajo su piel caliente, los pezones se le pusieron duros y notó un intenso calor en el bajo vientre que provocó que su entrada se mojara con rapidez.

Supo instintivamente que había entrado en celo.

—Naruto —lo llamó, embargado por una oleada de lujuria que le hizo pegarse a su Alfa para frotarse contra él. Cada roce con sus fuertes músculos le hacía gemir en voz alta.

El rubio abrió los ojos de inmediato, alerta. Sin embargo, antes de poner incorporarse para buscar el peligró, detectó un olor dulzón que impregnaba la habitación, haciendo que fuera consciente entonces de cómo su Omega se restregaba sensualmente contra él, aferrándose a sus hombros y rodeando su cadera con sus piernas mientras lo llamaba entre deliciosos gemidos.

Sus pupilas se estrecharon, revelando al animal que llevaba dentro y que reconoció con un rugido de alegría como que su compañero al fin estaba preparado para aparearse con él.

—Sasuke —gruñó, excitado.

—Estoy listo, mi Alfa.

Naruto no perdió el tiempo. Giró en la cama, de forma que Sasuke estuviera bajo su cuerpo, tumbado de espaldas, y le abrió las piernas con las rodillas. Al hacer eso, el Omega gimió más fuerte, levantando las caderas y exponiendo su húmeda entrada, ofreciéndose para que lo follara. No pudo evitar soltar otro gruñido lascivo, había estado varios días conteniéndose porque temía herir a su destinado sin querer mientras él aún estaba recuperándose, pero ahora ya estaba en celo y sabía que sería muy doloroso para él si no consumaba su unión.

Ahora podría hacerlo suyo. La expectativa de poder follarlo a placer durante días le hizo la boca agua y que su polla doliera.

Sin dudarlo, cogió sus muslos y lo instó a subirlos; Sasuke obedeció dócilmente y puso sus tobillos sobre sus hombros antes de inclinarse sobre él, estirando sus piernas y manteniendo su culo completamente expuesto a su firme erección. Sabía que, durante el celo, los Omegas no necesitaban precisamente demasiados juegos previos, lo único que podía aliviarlos era una penetración constante.

Aun así, aprovechó su postura para meterle un dedo.

—¡Aaaaaah! —gritó Sasuke, clavando las uñas en los hombros de Naruto, sintiéndose al borde del orgasmo, y eso que solo era el primer toque. Su Alfa gruñó profundamente, de ese modo tan sexy que lo puso aún más mojado.

—Joder, Sasuke, estás empapado.

—Por favor, mi Alfa, por favor —suplicó él. No podía soportarlo, su cuerpo ardía con tal intensidad que era doloroso, su único alivio había sido cuando Naruto le había metido el dedo con firmeza. Aún lo sentía dentro de él, trazando pequeños círculos en su interior, sin duda alguna comprobando que estuviera realmente listo para ser embestido, y, por la Diosa, vaya si lo estaba, lo único que quería era tener su polla golpeando dentro de él.

Naruto volvió a gruñir, esta vez más fuerte, delatando su necesidad de hacerlo suyo, y retiró su dedo. Gimoteó cuando el calor volvió a invadir sus entrañas, arrasándolo todo, sumiéndolo en una delirante necesidad de alcanzar el clímax.

—Las manos arriba —le ordenó su Alfa con la voz ronca.

Él obedeció y no se resistió cuando el rubio le agarró las muñecas con ambas manos. En cualquier otra situación, Sasuke no habría permitido que un Alfa lo restringiera de esa manera, era demasiado orgulloso y desafiante para ponérselo fácil pero, estando en celo, su lado humano era sustituido por su animal Omega, uno que ansiaba ser dominado por un poderoso Alfa, del mismo modo que este deseaba someterlo a su férrea voluntad. Tal vez la pantera que llevaba dentro no hubiera sido tan dócil si no fuera porque Naruto era su destinado, la otra mitad de su alma, y por la acuciante necesidad que sentía de unirse a él.

En cuanto el jaguar lo tuvo bien cogido, posicionó su miembro entre sus nalgas y empujó suavemente. Sasuke arqueó la espalda y chilló fuerte, disfrutando de cómo cada centímetro de su polla se introducía en él, gruesa y dura, palpitante, llenándolo. El hecho de estar restringido solo logró incrementar el placer; era su Alfa quien lo follaba, quien tenía todo el control, quien se encargaba de todo, quien le cuidaba, lo único que tenía que hacer él era dejarse llevar, limitarse a sentir su lánguida embestida, torturándolo y seduciéndolo al mismo tiempo.

—Aaaaah… Alfa… Más, mi Alfa, más —gimoteó. Pese a que era increíblemente placentero, no podía evitar desear el orgasmo, uno poderoso y explosivo.

Naruto ronroneó para él.

—Lo sé, mi Omega, lo sé. Tú también te sientes genial alrededor de mi polla… pero necesito que aguantes un momento, necesito saber cómo de profundo eres, no quiero hacerte daño.

Sasuke pasó las uñas por el pecho de su Alfa, haciendo que este gruñera fuerte cuando le arañó suavemente los pezones. Amaba sentir sus duros músculos flexionándose bajo sus manos, eran tan sexys y calientes, sobre todo sus abdominales, en esos días no se había cansado de tocarlos y lamerlos.

—No me harás daño… —gimió, demasiado ansioso para esperar—. Puedo tomarte, solo… solo… ¡Aaaah! —gritó al notar que su miembro estaba entrando más profundo, ya casi había alcanzado su punto más sensible, por lo que olvidó lo que iba a decir e intentó mover las caderas para animarlo a embestirlo hasta el fondo, pero era imposible. Su Alfa lo tenía bajo su completo control, cogiéndolo por las muñecas y con los tobillos sobre sus hombros, los cuales no podía mover a los lados ya que sus brazos se lo impedían. Se sintió más mojado al darse cuenta de que su compañero lo sometía y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para disfrutarlo—. Ahí… —gimió, mordiéndose el labio inferior. Ya estaba cerca, muy cerca—. Más hondo, mi Alfa, más profundo…

—¿Así? —preguntó Naruto antes de penetrarlo completamente.

Sasuke lanzó una mezcla entre gemido y grito al notar cómo presionaba el punto más sensible de su cuerpo. No había llegado a correrse, pero había estado tan cerca…

—¡Sí! ¡Sí, Alfa, sí!

Naruto le respondió con un feroz gruñido de deseo.

—Joder, Omega, eres más profundo de lo que creía… y estrecho… —mientras decía esto, se retiraba suavemente de su interior, dejando que su polla se deslizara entre su resbaladizo interior, y luego volvía a metérsela, más fuerte, haciéndole jadear con desesperación— y caliente… y tan malditamente húmedo…

—Aaaah… ¡Aaaaah! ¡Naruto, por favor! —gritó, a punto de correrse.

El Alfa obedeció y se dejó de juegos ahora que sabía que podía tomarlo. Sus caderas golpearon con fuerza el trasero de Sasuke, embistiéndolo hasta el fondo de una sola vez, haciendo que este rugiera de placer y dejara su mente totalmente en blanco, rindiéndose a las abrasadoras olas de calor que lo consumían con cada firme penetración. Naruto lo folló a un ritmo frenético y salvaje, sin permitir en ningún momento que Sasuke escapara de su dominio, procurando que se mantuviera quieto y que lo único que pudiera sentir fuera a él haciéndole suyo. Bastaron unas pocas embestidas fuertes para que el Omega se corriera con fuerza, encontrando un instante de alivio, pero su compañero sabía que eso no sería suficiente y, implacable, continuó galopando duramente sobre él, alargando su orgasmo al mismo tiempo que construía uno nuevo, dejándolo, por un instante, en una deliciosa agonía antes de que volviera a alcanzar el clímax.

Sasuke no supo cuánto tiempo estuvo así, corriéndose una y otra vez entre gritos, pero pareció que había pasado al menos una hora cuando, por fin, tras un último orgasmo, su Alfa alcanzó el clímax con un rugido de pasión. Tembló un poco, sintiéndose lleno y completo al sentir cómo derramaba su semilla dentro de él, y ronroneó suavemente para su compañero, haciéndole saber que se sentía bien y feliz.

Naruto liberó finalmente sus muñecas y apartó sus piernas con delicadeza, dejándolas de nuevo sobre la cama. Sasuke las sentía un poco adoloridas, pero lo olvidó cuando el rubio le masajeó los muslos, relajando la tensión de sus músculos.

—¿Estás bien? —le preguntó con la voz áspera, probablemente de tanto gruñir.

—Sí —respondió Sasuke, estirando sus entumecidos brazos hacia él, invitándolo a reunirse con él.

Su Alfa se tumbó sobre su cuerpo, apoyando su peso en los codos para no aplastarlo, y lo besó en los labios. Gimió suavemente, disfrutando de las tiernas caricias de su lengua mientras lo abrazaba por el cuello, se sentía especialmente cariñoso después de hacer el amor con él.

Cuando se separaron, Naruto frotó su nariz contra la suya.

—¿No te he hecho daño?

—No. Ha sido increíble —reconoció con una sonrisa que su destinado le devolvió.

—Me alegro, porque vamos a hacerlo muchas veces mientras estés así de caliente —le dijo antes de inclinarse para mordisquearle el cuello, justo la piel sensible donde debía dejar su marca.

Sasuke jadeó cuando otro rayo de fuego lo atacó. Ahora que se había corrido varias veces, no era tan doloroso como la primera vez, pero seguía siendo intenso y quería que Naruto se la metiera otra vez… y que lo reclamara. Sentía un extraño ardor donde lo estaba besando, ansiaba que hundiera sus colmillos en él y lo acoplara.

—Naruto…

—Me necesitas otra vez —gruñó su Alfa, complacido, y lo besó una vez más en los labios antes de mirarlo a los ojos—. Quédate tumbado y déjame a mí.

Él obedeció, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, permitiendo que su rubio lamiera, chupara y mordiera su cuello al mismo tiempo que su cuerpo se movía sensualmente sobre el suyo, provocando que se estremeciera por sentir su ardiente piel, erizando sus pezones. De hecho, estos no tardaron en estar en su punto de mira cuando su boca besó la línea de su clavícula antes de ir más abajo; sus labios capturaron uno de sus pezones mientras que sus traviesos dedos jugaban con el otro, rozándolo y apretándolo, haciendo que volviera a estar mojado, aunque no podía negar que disfrutaba con eso.

—Mmm… Sasuke, estás húmedo otra vez —le dijo Naruto, sonriendo.

—Pues ya sabes lo que tienes que hacer —respondió Sasuke, entrecerrando los ojos.

Su Alfa ensanchó su sonrisa, mostrándole los colmillos.

—Sí, me hago una idea —dicho esto, le chupó el otro pezón pero, esta vez, su mano no se entretuvo con el otro, sino que le acarició el vientre con suavidad, descendiendo hasta sus muslos… donde encontró su miembro erecto y lo envolvió con cuidado.

Sasuke hundió las uñas en la almohada cuando empezó a masturbarlo. Se le escaparon tiernos gemidos de su boca al mismo tiempo que contoneaba las caderas, animando a Naruto a tocarlo más rápido, pero este parecía empeñado en hacerle disfrutar de cada lenta caricia, frotando su punta con el pulgar para acentuar el placer.

—Aaah… Aaaah… Sí… ¡Mmm!

El rubio se apartó de su pezón y lo observó con deseo.

—No tienes ni idea de lo erótico que estás en este momento, Sasuke. Tengo ganas de ver cómo te corres.

—Pues hazlo… —gimió, sintiendo incomodidad entre sus piernas.

Su súplica no fue en vano, ya que su Alfa lo acarició más rápido mientras su boca bajaba lamiendo y besando su vientre, como si le estuviera advirtiendo de lo que venía a continuación. No le importaba, todo lo que quisiera hacerle era bienvenido siempre y cuando hiciera que su pasión estallara… y lo hizo justo cuando la punta de su lengua lamió su miembro erecto, no pudo soportar su húmeda y erótica caricia y acabó teniendo un orgasmo antes de que Naruto pudiera chuparlo.

Al mirar a su compañero, vio que este sonreía con malicia, como si acabara de hacer una travesura. Su orgullo quedó un tanto ofendido al darse cuenta de que este estaba disfrutando viendo la facilidad con la que su cuerpo reaccionaba a su toque, pero debía admitir que era un tanto sexy ver esa cara de pícaro.

—Te estás divirtiendo con esto —lo acusó, aún jadeando.

Naruto ronroneó, sin dejar de sonreír.

—Y tú también, Sasuke, ¿o vas decirme que esto no te gusta?

Él se mordió el labio, poco dispuesto a reconocer que su Alfa le provocaba los mejores orgasmos de su vida y que era el sexo más caliente que había tenido nunca, pero abrió más las piernas, puesto que todavía necesitaba y quería que le follara.

El rubio gruñó suavemente al ver su entrada mojada, encantado por la invitación.

—¿Lo ves? Me quieres jodiendo tu dulce culo —murmuró, acariciándolo entre las nalgas con un dedo, haciendo que Sasuke volviera a aferrarse a las sábanas con un fuerte jadeo—. ¿Qué quieres esta vez, mi Omega? ¿Mi boca o mis dedos…? ¿O ambas cosas?

Sasuke abrió los ojos como platos.

—¡¿Ambas cosas?! —exclamó, sorprendido.

Naruto le guiñó un ojo.

—Con que ambas cosas, ¿eh? Eres un avaricioso, Sasuke.

Antes de que este pudiera decir nada, a favor o en contra, no estaba seguro porque jamás le habían hecho eso, el rubio acogió su miembro todavía erecto en su boca y lo penetró al mismo tiempo con dos dedos. Se le escapó un grito al sentirse abrumado por el placer, su Alfa se la estaba chupando con avidez, ansioso por probarlo, al mismo tiempo que lo embestía sin inhibiciones, con firmeza, rozando ese punto erógeno dentro de él que le arder en llamas. No fue consciente que, inmerso en esa vorágine de lujuria, sus garras salieron y desgarraron la sábana, aunque tampoco importaba; solo quería que Naruto siguiera haciéndole eso.

—¡Aaaah! ¡Más rápido, Alfa! —chilló cuando supo que estaba a punto, que lo único que necesitaba era un empujón más.

Su destinado obedeció, lo chupó con más fuerza y sus dedos lo penetraron una última vez hasta el fondo, provocándole un fuerte orgasmo que lo dejó tiritando y más caliente que antes. Joder, acababa de correrse y ya estaba deseando que lo hiciera de nuevo.

—Naruto… —suspiró, en parte aliviado y en parte deseoso por volver a sentirlo en su interior.

El rubio se apartó de su miembro tras lamerlo para limpiar los pocos restos de su orgasmo, ya que los Omegas se corrían con más fuerza por su entrada que por su pene, pero, aun así, sí se les escapaba un poco de humedad. El Alfa contempló a su compañero con hambre, sus ojos de pupilas ovaladas revelaban lo cerca que estaba su animal de la superficie; Sasuke se removió ante su mirada posesiva, pues sabía lo que su destinado quería de él y, sin pensárselo dos veces, giró en la cama, tumbándose boca abajo, y se colocó sobre sus manos y rodillas, abriendo los muslos para que tuviera una perfecta visión de sus nalgas y su entrada, más dispuesta que nunca.

Se estremeció excitado cuando lo escuchó rugir de deseo. No le sorprendió sentir sus manos agarrando su trasero, hundiendo los dedos en su piel para mantenerlo quieto, de todas formas, él no tenía intención de oponer resistencia; la base de su cuello quemaba, estaba preparado para que su Alfa lo reclamara.

Cerró los ojos y gritó cuando Naruto pasó la lengua entre sus nalgas, probando su esencia. Amaba que lo follara con su lengua, era húmeda y tenía una ligera textura rasposa que incrementaba el placer hasta tal punto que dolía si no se corría, por no decir que, cada vez que gruñía o ronroneaba, la hacía vibrar de forma que lo catapultaba al orgasmo; a lo largo de esos días lo había hecho muchas veces, su compañero era consciente de lo mucho que le gustaba y, además, a él le encantaba lamerlo, le había asegurado que se había vuelto adicto a su sabor.

Sin embargo, a diferencia de otros días, esta vez no fue suave ni se dedicó a torturarlo hasta que suplicara que le hiciera correrse, sino que fue duro y firme, su lengua lo golpeó tan profundo como le era posible, girando dentro de él para acariciar las paredes húmedas de su sexo y dejarlo delirante de deseo. Lo único que era capaz de hacer él era gemir y gritar, animando a Naruto a que siguiera follándolo, sabía que lo estaba preparando para lo que iba a ocurrir después.

Alcanzó la cima con un rugido animal y salvaje, que Naruto le devolvió con pasión. Eso se había sentido muy fuerte y le temblaban un poco los brazos y las piernas, le costaba sostenerse sobre sí mismo, pero la expectativa de lo que venía ahora le hizo quedarse en su sitio, sobre todo cuando su compañero ascendió por su cuerpo, frotando su esculpido torso contra su espalda, haciendo que la piel le hormigueara y se sintiera más caliente por las zonas donde se rozaban. En cuando estuvo totalmente encima de él, prácticamente cubriéndolo, adoptando la postura de un Alfa que reclamaba a su pareja, sintió cómo otro rayo de fuego volvía a atravesarlo, esta vez con más fuerza.

Naruto le apartó el cabello hacia un lado, dejando expuesta la base del cuello. Ya no quedaban marcas de Orochimaru, su piel era lisa y estaba lista para ser marcada por siempre.

—¿Estás listo, mi Omega? —le preguntó el Alfa con una voz ronca y profunda, que sonó más a exigencia que a otra cosa. Aun así, Sasuke no estaba asustado, sabía que su rubio jamás le haría daño ni que se movería hasta que le diera su consentimiento.

Asintió sin dudar y ladeó la cabeza para ofrecerle su cuello.

—Por favor, mi Alfa.

Escuchó el gruñido bestial de Naruto un segundo antes de ser embestido con dureza. No dolió, pero gritó al sentirse lleno de nuevo por su compañero; de nuevo, este se dejó de juegos y se limitó a follarlo a un ritmo salvaje para consumar su unión, poseyendo su cuerpo frenéticamente, penetrándolo hasta lo más profundo, golpeando una y otra vez su punto más sensible. Sasuke se dejó llevar por las sensaciones; por las oleadas de calor que invadían cada recoveco de su ser, por el roce de los duros y sexys músculos de su pecho sobre su espalda, por sus caderas chocando con firmeza contra sus nalgas, por la lengua que lamió estratégicamente la base de su cuello, preparándolo para marcarlo.

Era demasiado, el calor lo sofocaba y su animal lo arañaba desde su interior, gimiendo suplicante por consumar su tan anhelada unión con aquel Alfa que lo poseía sin vacilar.

—¡Muérdeme, Naruto! —gritó, al borde del orgasmo.

Su orden activó al jaguar que el rubio llevaba dentro y clavó sus colmillos en la piel caliente de Sasuke. Este sintió la penetración de sus caninos como una oleada de placer sexual que llegó hasta su entrada, mojándola tanto que Naruto pudo acelerar todavía más el ritmo de sus embestidas, follándolo más rápido y duro, provocándole un poderoso orgasmo que fue seguido de otro, y otro, haciéndole gritar y rugir de placer cuando la polla de su ahora compañero se hinchó hasta quedarse bloqueada dentro de él, corriéndose con fuerza y derramando su caliente semilla en su interior. Lo que acababa de pasar con el miembro de Naruto solo era posible en los Alfas acoplados, de ese modo se aseguraban de que su semen permaneciera dentro del Omega para dejarlo preñado, a partir de ahora, ocurriría siempre que hicieran el amor.

Finalmente, a Sasuke le fallaron las piernas y los brazos y se derrumbó sobre la cama, jadeando, con las mejillas totalmente rojas y la piel brillando por el sudor. Todo su cuerpo temblaba mientras los últimos espasmos de placer desaparecían, los cuales se alargaron ya que Naruto seguía con sus colmillos clavados en su cuello y su polla dentro de él, su hinchazón no bajaría hasta que pasaran varios minutos, durante los cuales no podría separarse del Omega sin hacerle daño.

Mientras Sasuke se recuperaba, Naruto, que tampoco era inmune a la intensidad del acoplamiento, tomó una de sus manos y entrelazó los dedos con los suyos al mismo tiempo que su pulgar acariciaba su torso, haciéndole saber que estaba con él y que todo había ido bien. En cuanto estuvo seguro de que el vínculo estaba hecho, soltó con mucho cuidado el cuello de Sasuke, quien gimió un poco, en parte de dolor y en parte de decepción, y empezó a lamer la zona herida; para acoplarse, había tenido que hundir sus dientes profundamente y le había hecho sangre, por lo que ahora le estaba curando.

En cuanto consideró que la herida cicatrizaría bien, lo abrazó por la cintura y los tumbó de lado, procurando que su polla siguiera dentro del Omega para evitar hacerle daño, ya que todavía no había bajado la hinchazón. Sasuke todavía estaba recuperándose de la unión, mientras que Naruto, aún afectado por la intensidad de esta, respiraba agitadamente, aunque su necesidad de cuidar de su compañero le hacía abrazarlo y acariciarlo, frotando su mejilla contra su hombro.

—Ya está, mi Sasuke… Ya eres mío —dijo, curvando los labios hacia arriba.

Sasuke giró un poco la cabeza y le dedicó una cansada pero feliz sonrisa. Naruto le habría dado un beso si no fuera porque no podía moverse todavía para no hacerle daño.

—Y tú mío.

Él ronroneó y lo estrechó contra su cuerpo, besándolo en la marca que acaba de hacerle.

—Por supuesto —dicho esto, le acarició el rostro con una mano—. ¿Cómo estás?

—Agotado… pero feliz.

—Yo también. —Lo besó una vez más y lo acomodó un poco mejor en su cuerpo—. Vamos a descansar un poco, antes de que tu celo te haga entrar en necesidad de nuevo. —Se quedó un instante en silencio, dudando entre si debía decir lo que sentía o callarse por el momento. Al final, no pudo de reprimirse, no después de aparearse con su destinado—. Te quiero, Sasuke.

Su Omega entrelazó los dedos con los suyos y se llevó su mano a los labios para darle un beso antes de acurrucarse de espaldas en su pecho.

—Y yo a ti, Naruto.

Este parpadeó, un poco sorprendido, pero luego sonrió y enterró el rostro en el cuello de su Omega para poder aspirar su olor. A los pocos minutos, notó que su Sasuke se quedó dormido y, tras asegurarse de que su sueño era pacífico, cerró los ojos.





Sasuke ronroneaba satisfecho sobre el cuerpo de su Alfa, disfrutando de las suaves caricias que le regalaba a su espalda y de la mano que mantenía sobre su trasero, al que había estado muy pegado durante más de cuatro horas de sexo.

Tras dos semanas de caótica y ardiente de lujuria, su celo por fin había llegado a su fin y su unión con Naruto estaba más que consumada; habían sido días tan intensos como agotadores, apenas había podido pensar en otra cosa que no fuera en que su compañero le estuviera follando cada dos por tres, y eso que este le había estado montando una y otra vez durante extensas sesiones que abarcaban prácticamente todo el día, tan solo deteniéndose para hacer sus necesidades básicas. Sin embargo, ahora comprendía por qué en esa etapa los Omegas necesitaban a alguien que los cuidara; para cuando su celo le daba un descanso, lo único que quería hacer era dormir, no tenía fuerzas para nada más, por lo que había sido su sexy y tierno Alfa quien se había encargado de darle de comer, de bañarlo y de que durmiera lo suficiente como para que se recuperara para la siguiente ronda. A veces, por supuesto, era imposible esperar y en más de una ocasión el calor lo había atacado en mitad de una comida o durante el baño… por lo que se podría decir que no había un rincón de la casa que no hubieran probado ya. Joder, Sasuke no podía olvidar cómo Naruto lo había follado contra el banco de la cocina, o sobre la mesa del comedor, o en las escaleras…

Un apretón a su nalga desnuda le hizo regresar al momento presente y levantar la vista hacia su rubio. Este le sonreía con cariño, sin dejar de acariciarlo.

—El olor de tu celo está remitiendo, ¿te sientes mejor?

Sasuke volvió a apoyar la cabeza sobre su pecho dejando escapar un suspiro.

—Sí, por fin.

—Ha sido intenso y agotador para ti —coincidió su Alfa.

Él levantó una ceja y lo miró otra vez.

—Oye, que tú también dormías muy a gusto cuando terminábamos.

Naruto le guiñó un ojo.

—Merecía la pena. Además, eres muy sexy cuando estás tan caliente y mojado.

Se mordió el labio inferior, mentiría si dijera que no le gustaba que su compañero estuviera tan pendiente de sus necesidades sexuales, le volvía un poco loco lo salvaje y dominante que se ponía en la cama… o en el sofá.

—Gracias por cuidarme estas semanas —le dijo, besándolo en el pecho y frotando su mejilla contra su piel para mostrarle afecto. Su destinado respondió con un ronroneo y abrazándolo.

—Ha sido un verdadero placer —bromeó él, besándole en la cabeza antes de soltar una risilla—. Si no te dejo embarazado después de este celo, no sabré qué pensar de mí mismo.

Sasuke se tensó un poco al pensar en ello. En teoría, él, al ser un Omega, era muy fértil, sobre todo en época de celo, y, pese a que sus médicos siempre le habían dicho que estaba sano en ese sentido, tuvo miedo de no poder quedarse preñado esa primera vez. No era por él, no tenía prisa por formar una familia, aunque tampoco le importaría saber que ya estaba en cinta, pero había oído que algunos Alfas rechazaban a sus compañeros si no les daban hijos enseguida. ¿Y si él no se quedaba embarazado? ¿Y si Naruto se resentía con él por ello?

—Eh, eh, ¿qué ocurre? —preguntó este, alarmado al detectar un leve aroma a miedo en su pareja.

Sasuke lo miró inquieto, preparado para analizar su reacción.

—¿Y si no estoy embarazado?

Naruto parpadeó, perplejo.

—¿Tú quieres estarlo?

—… ¿Y tú? —inquirió, queriendo saber primero lo que pensaba el Alfa.

Este, sin embargo, no era estúpido e intuyó a dónde se dirigían sus pensamientos. Con una sonrisa tierna, besó a Sasuke en la frente y lo estrechó contra sí.

—Sasuke, no me importa si no te he dejado en cinta, solo estaba haciendo una broma.

—¿De verdad? —preguntó, todavía dudoso.

—De verdad —dicho esto, miró su habitación con aire pensativo—. Cuando construí esta casa, la hice pensando en que tendría un compañero y una familia, intenté pensar en las cosas que necesitaría para que te sintieras cómodo aquí. También hice una madriguera en el sótano, para cuando tuviéramos cachorros; no está preparada para eso, pero la hice de todos modos para el futuro. Lo que quiero decir es que sí, por supuesto que sería muy feliz si me dieras una camada, pero no tiene por qué ser ahora. Si ocurre, está bien, y si no, también. Ya te dejaré embarazado cuando sea el momento.

—¿Y qué pasa si no puedo tener cachorros?

Naruto sonrió, como si ya hubiera pensado en eso.

—No importa, sigues siendo mi destinado.

—Pero…

—Ey —lo interrumpió su Alfa, tumbándolo en la cama boca arriba y colocándose encima para justar su frente a la suya y tomar su rostro entre sus manos—, eres mío y yo soy tuyo. El vínculo está sellado y solo la muerte lo romperá. No pienses ni por un instante que renunciaré a ti, mi Sasuke.

Lo besó y el Omega dejó que lo calmara. Maldita sea, le había tocado la lotería con Naruto, nunca pensó que podría tener un compañero tan dulce como él, podía entender que hubiera un montón de hembras Alfas celosas porque le hubiera encontrado.

Que se jodan. Ese rubio era suyo.

Cuando se separaron, él apartó los mechones de su rostro y lo acarició con cariño.

—Te amo, Naruto.

Sus hermosos ojos azules brillaron de pura felicidad, como cada vez que se lo decía.

—Y yo a ti. —Le dio un beso esquimal y luego le sonrió con ternura—. No sé si te habré dejado embarazado o no, pero ¿qué te parece si, por ahora, nos limitamos a disfrutar el uno del otro?

Sasuke sonrió y rodeó el cuerpo de Naruto con sus brazos y piernas.

—Me parece estupendo.





Tres años después.



Naruto llegó a su casa soltando un suspiro hastiado. Le gustaba ser el líder de su clan y cuidar a su gente, pero en el último año estaba siendo un fiasco. No es que pasara nada malo; tras acoplarse con Sasuke años atrás, hubo algunas hembras Alfas que mostraron su desacuerdo, la mayoría porque ansiaban la posición de consorte del líder (o lo que es lo mismo, ser el segundo al mando de la manada) y porque pensaban que podían dar a luz un Alfa puro como él. Puesto que su unión con su Omega ya se había consumado, estaba prohibido desafiar a Sasuke, ya que su muerte podría provocar que él mismo muriera, pero a unas pocas no les importó y lo atacaron días después de presentarlo a su clan como su pareja. Para entonces, su compañero había recuperado fuerzas e hizo frente a las Alfas con una ferocidad que le hizo sentirse orgulloso de él, saliendo victorioso además. El único altercado fuerte que hubo fue cuando un grupo de hembras trató de atacarlo por la espalda pero, por suerte, Naruto no andaba lejos y él y sus ejecutores fueron en su ayuda, sometiéndolas.

No tuvo más remedio que expulsarlas de la manada. Una cosa era un desafío individual, no es que fuera legal puesto que ya se había acoplado a Sasuke pero, aun así, la penalización por esa clase de cosas era un castigo físico que no tuvo problemas en aplicar, pero otra cosa era atacar en grupo, eso implicaba más premeditación, casi un intento de homicidio. Naruto ya no confiaba en esas Alfas para que permanecieran en su clan y, tras consultarlo con sus ejecutores, que compartían su misma opinión, las echó de allí. No las tachó como criminales que tuvieran que ser perseguidas, dejó que buscaran otra manada a la que unirse sin percances, pero no las quería cerca de Sasuke. Pese a que este pudo mantenerse con vida mientras luchaba contra ellas, no habría durado mucho tiempo al estar en inferioridad numérica, lo llenaba de rabia pensar en lo que podría haber ocurrido si no hubiera estado cerca de él.

Además, su Omega ya tuvo suficiente con los Alfas que lo secuestraron como para que, encima, no se sintiera seguro en su propio hogar.

Por suerte, Sasuke era fuerte y se recuperó rápido del susto. El resto de la manada estaba contenta con él, sobre todo tras demostrar lo poderoso que era en combate tras vencer a las otras hembras Alfas que lo habían desafiado, les gustaba tenerlo como líder al ver su fortaleza y percatarse de su carácter reflexivo, inteligente y calculador, era una gran incorporación a su manada, además de que, como Omega, pronto les daría una gran camada de cachorros.

Sasuke no se quedó embarazado la primera vez que tuvo el celo, pero eso les permitió tener más tiempo para que este se adaptara a su nuevo hogar, para que conociera su nueva familia, para aceptar sus responsabilidades y para que ambos pudieran tener tiempo juntos como pareja, fue muy bueno para él.

Y, durante el segundo celo, se quedó en cinta. Ambos estaban muy felices por formar una familia y la manada entera, como cada vez que una camada grande venía en camino, se puso como loca y celebraron el acontecimiento. Cuál fue la sorpresa de todos cuando supieron que Sasuke estaba esperando ni más que menos que seis cachorros.

Seis cachorros.

Era lo máximo que podía dar a luz un cambiante Omega, y extremadamente raro en los felinos, que solían tener como mucho cuatro crías. Como cuando nació Naruto tantos años atrás, el clan lo consideró una señal divina, un mensaje de la propia Gran Madre de que la manada seguiría siendo próspera.

Pero ahí empezó el problema de su líder. Los deberes y responsabilidades de este se repartieron entre sus ejecutores para que pudiera pasar más tiempo con Sasuke, para que estuviera bien atendido, sobre todo durante los últimos meses de embarazo, que era cuando necesitaba más ayuda pero, aun así, el jaguar que Naruto llevaba dentro parecía empeñado en querer pasar todo su tiempo junto a su Omega; él sabía que Sasuke no era débil, de hecho, los primeros meses que estuvo en cinta, los pasó sin problemas ayudándolo en sus labores para con la manada, pero después, a medida que su vientre se iba hinchando, más crecía su necesidad por tenerlo cerca, por asegurarse de que estaba sano y salvo, a pesar de que su cabeza sabía que no le ocurriría nada malo.

El parto fue largo, muy, muy largo, pero su compañero lo sobrellevó tan dignamente como cabía esperar de él, dándole seis hermosas crías, cinco Alfas fuertes, cuatro varones y una chica, y, gracias a la Gran Madre, un pequeño y lindo Omega. Los primeros se llamaban Menma, Kurama, Narumi, Arashi y Miko, y al último lo llamaron Saki. Naruto no podía estar más orgulloso de su compañero y de los hijos que le había regalado.

Por supuesto, tras su nacimiento, empezaba la etapa más dura para los padres. Cuando una camada de cachorros nacía, los cambiantes Omegas eran prácticamente dominados por sus instintos animales, haciendo que su instinto maternal los impulsara a permanecer cerca de ellos todo el tiempo y evitando que otros ajenos a la familia tocaran a sus crías. Era el momento en el que los Omegas eran más peligrosos, se volvían muy territoriales y apenas se separaban de sus hijos, ya que, al ser recién nacidos, eran más vulnerables. Por esa razón, todos los cambiantes reservaban el sótano de sus casas para convertirlo en lo que ellos llamaban “madriguera”; en realidad, era una habitación muy amplia, cuyo suelo lo cubrían de mullidas alfombras y, en un rincón, creaban una especie de nido con colchones, que era donde se colocaba el Omega con sus crías. Toda la familia, el Alfa incluido, viviría en esa estancia subterránea durante los primeros años de los cachorros para tenerlos vigilados y protegidos hasta que aprendieran a andar, entonces, ya los dejarían merodear por la casa y posteriormente les mostrarían el mundo exterior, aunque la madriguera seguiría siendo su habitación hasta que alcanzaran la pubertad.

Ese era el motivo por el que Naruto estaba tan estresado últimamente. Era consciente de sus responsabilidades como líder, pero como jaguar solo quería estar pendiente de su familia y cuidarla. Además, puesto que Sasuke no se separaría de sus cachorros por el momento, era él quien cazaba para todos y se encargaba de mantener la casa; no era una queja, en realidad, no le importaba hacerlo puesto que era su territorio y, como Alfa, estaba en su naturaleza mantener su hogar habitable para su familia y darles de comer mientras su Omega cumplía el importante deber de proteger a los cachorros. Sin embargo, le irritaba tener que ocuparse de algunas cosas del clan cuando lo que quería era estar en la madriguera mimando a su compañero y contemplando a sus hijos.

Cerró la puerta de su casa con llave y se desvistió allí mismo, dejando su ropa en el suelo con rapidez antes de dirigirse a la puerta que conducía al sótano. También le echó la llave, si alguien quería algo o había una emergencia, tenían un móvil abajo por si acaso, pero esperaba fervientemente que no le molestaran en todo el día.

Adoptó forma animal y bajó elegantemente las escaleras. Al llegar a la esquina que giraba a la izquierda, lo primero que oyó fue un suave gruñido de advertencia antes de alzar los ojos con tranquilidad y contemplar el nido donde yacía su pareja con sus hijos. Sasuke, como era habitual, estaba transformado en una hermosa pantera de brillante y liso pelaje negro con reflejos azules, esbelta y atlética, ligeramente más pequeña que un Alfa, pero no lo suficiente como para no intimidar a un ser humano. Este tenía los flexibles músculos tensos, sus garras blancas se hundían en el colchón sin llegar a romperlo y le estaba enseñando los afilados colmillos, pero se relajó al reconocerlo y le lanzó un suave ronroneo, dándole la bienvenida.

Naruto se lo devolvió y saltó los escalones que le faltaban, aterrizando con elegancia en el suelo antes de trotar hacia el nido de su Omega. Antes que nada, localizó a sus crías, que estaban desperdigadas por los colchones, la gran mayoría bastante cerca de Sasuke, para no pisarlas por accidente. Después, se acercó a su compañero para acariciar su cabeza con la suya a modo de saludo, y luego volvió a buscar a sus hijos para lamerlos a todos como muestra de afecto mientras ronroneaba, feliz de estar con ellos y ver que, como siempre, estaban sanos y salvos. Una vez hecho, fue junto a su pareja y se recostó a su lado para pasar la lengua por su cabeza con cariño, esta hizo lo mismo durante un rato, claramente contenta de que hubiera regresado y, una vez estuvieron satisfechos, adoptaron forma humana. La mayor parte del tiempo, ambos eran jaguares para proteger mejor a sus hijos en caso de que los pillaran por sorpresa, pero había ratos en los que eran hombres para poder hablar y acariciarse.

—¿Qué tal tu día? —le preguntó Sasuke, acariciándole la mejilla.

Él resopló.

—Descentrado. No he dejado de pensar en vosotros —respondió, sincero, antes de que ojos vagaran hacia Saki, que estaba hecho una bolita contra el vientre de Sasuke, el cual lo envolvía con un brazo. Acarició su cabecita repleta de mechones oscuros y soltó un suspiro—. Esta mañana he estado a punto de correr cuatro veces hacia aquí. Mis ejecutores me han regañado por no prestar atención, acabarán matándome si sigo así.

Su Omega le sonrió, comprensivo.

—Entienden que es tu jaguar el que te provoca para venir aquí, es normal —dicho esto, él también suspiró—. Yo me siento muy poco humano últimamente. No hago más que querer morder a cualquiera que no seas tú o nuestros hijos.

Naruto parpadeó, fingiendo estar sorprendido.

—¿De veras? —dicho esto, cogió en brazos a Narumi, que estaba cerca de él, y lo acunó contra su pecho mientras lo miraba con un brillo travieso en los ojos—. No sé, yo creo que este chiquitín está deseando que le den un bocado… ¡Roar! —bromeó antes de inclinarse sobre su cachorro para hacerle pedorretas en la tripa, haciendo que el pequeño rubio riera encantado, aferrándose a los mechones de su padre.

Sasuke no pudo contener una sonrisa cariñosa al ver la escena. ¿Quién iba a decirlo? El frío y solitario jaguar negro Sasuke Uchiha se convertía en un idiota embobado cuando contemplaba a sus preciosos hijos o veía cómo el payaso de su padre jugaba con ellos, recordándole por qué estaba locamente enamorado de él. Desde que lo conoció, supo que Naruto sería un padre fantástico, era cariñoso, divertido y juguetón, sus cachorros apenas tenían unos pocos meses, pero ya lo adoraban. Igual que él desde hacía tres felices años.

Realmente había sido muy afortunado. A veces le costaba creer que, de un día en el que fue secuestrado por unos Alfas retorcidos, uno en el que creyó que su vida terminaría, había pasado a encontrarse con el que era sin lugar a dudas el amor de su vida, la mitad de su alma, y que le había dado una hermosa camada de seis cachorros por los que mataría a quien fuera necesario.

Naruto lo vio mirándolo y, como si fuera capaz de leer sus pensamientos, dejó con cuidado a Narumi en el colchón y lo abrazó para besarlo dulcemente, diciéndole sin palabras que él también lo amaba. Sasuke lo dejó hacer, aspirando su delicioso aroma a árboles y tierra, el mismo que le había dicho el primer día que lo vio que ese sexy, tierno, juguetón y salvaje jaguar le pertenecía.



FIN

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