Capítulo 1. Ojos azules
—… No hablas en
serio —dijo Sasuke cuidadosamente.
Su padre, Fugaku
Uchiha, lo miró con su habitual rostro severo.
—Llevo años tras
Biju S. A. en un intento de que nuestras empresas se unan. Hace una década ni
los habría tomado en cuenta, puesto que sus investigaciones se centraban en
evitar que su tecnología dañara al medio ambiente, pero hace un par de años, la
gente empezó a exigir justo eso y ahora ellos encabezan la economía en
tecnología de energía renovable. Se han convertido en una empresa muy poderosa
a nivel mundial en poco más de un año y, después de tantas negativas, el
director ejecutivo, Kurama Kyubi, quiere negociar una posible alianza… con la
condición de que seas tú quien vaya a Alaska a hablar con él en persona.
Sasuke se cruzó de
brazos, analizando la propuesta. Fugaku tenía razón en eso, pero había algo que
no le cuadraba.
—¿Por qué yo? ¿Por
qué no Itachi?, es él quien se encarga de las reuniones con accionistas y
socios.
Su padre se
reclinó en su asiento, pensativo.
—No tengo ni idea,
pero ten cuidado con Kurama Kyubi. Ese hombre es astuto y calculador, no me
gustaba la forma en que me miraba cuando nos encontrábamos, como si conociera
todos y cada uno de mis movimientos para acercarme a él y a su empresa.
Sasuke suspiró y
miró el folleto que le había tendido su padre sobre la ciudad donde quería que
se reuniera con el señor Kyubi. Nome, Alaska. Frunció el ceño, la ciudad en sí
no tenía nada en especial, y sin embargo, le sonaba muchísimo el nombre.
¿Tendría que ver con los recuerdos que había olvidado?
Dos años atrás,
tuvo un accidente de coche que estuvo a punto de acabar con su vida. Los
médicos le salvaron e incluso lograron evitar secuelas físicas graves, pero
hubo algo que no pudieron evitar: Sasuke perdió la memoria, por completo. Ni
siquiera sabía cuál era su nombre o había reconocido a su madre.
En ese tiempo, la
cosa no había mejorado. Lo único que le venía a la mente al intentar recordar
eran fragmentos de conversaciones con una persona concreta, y sabía que esta no
era real, por mucho que deseara que lo fuera. Al principio, creyó que eran
recuerdos reales, pero tras hacer averiguaciones preguntando a su madre y su
hermano y buscando algún rastro que confirmara que esa persona había formado
parte de su vida, se dio cuenta de que tenía síndrome de desconfianza de la
memoria. No es que fuera una enfermedad, servía más bien para describir una
situación en la que un paciente que tiene amnesia no confía en si los recuerdos
que tiene son reales o no. Y Sasuke terminó por descubrir que la persona a la
que creía recordar no era más que un producto de su imaginación.
De modo que trató
de ignorar todo sobre esos falsos recuerdos y siguió con su vida: el año pasado
terminó de estudiar administración y dirección de empresas y se unió a
Corporaciones Uchiha, la empresa de su padre… tal y como se esperaba de él. Sin
embargo, acabó descubriendo que, por muy bien que se le diera el oficio, no le
gustaba en absoluto. Pero, por ahora, no podía dedicarse a otra cosa que fuera
más acorde con sus gustos; sin recuerdos, no sabía si realmente le había
gustado esa carrera o había contemplado hacer otra cosa. Sabía que le gustaba
la música, pero era más bien un hobby y sabía por su madre que, antes del
accidente, llevaba unos pocos meses aprendiendo a tocar el piano, pero cuando
trató de retomarlo, su padre se lo prohibió. Tuvo que esperar a ganar su propio
dinero para retomar clases y volver a aprender, aunque esta vez se aseguró de
no mencionarle nada a Fugaku. Pese a que ya era independiente, su padre era
capaz de ir a su piso y romperle el piano que compró con su primer sueldo.
Otra cosa que
había aprendido desde que había perdido la memoria, era a no confiar en su
padre. Poco después de volver a casa, Fugaku le presentó a Karin Hebi, la cual
pertenecía a una familia adinerada, como su prometida. Afortunadamente, antes
de que Sasuke pudiera asimilar cómo demonios le había pedido matrimonio a
alguien como ella, Itachi armó un gran escándalo y la echó de casa. Después,
procedió a explicarle que meses antes del accidente, sí, Sasuke había estado
prometido con ella por conveniencia de su padre para establecer futuras
relaciones de negocios con su familia, pero que él mismo canceló el compromiso.
Por tanto, sabía
que no podía confiar en él en lo referente a su memoria, ya que Fugaku intentaría
usar sus recuerdos olvidados para manipularlo. Así, sus personas de mayor
confianza eran su madre e Itachi.
No le costó mucho
descubrir que no era una persona muy sociable, aunque sí tenía unos cuantos
amigos: Shino Aburame, Choji Akimichi, Ino Yamanaka y Neji Hyuga, aunque los
más cercanos eran su primo Sai Uchiha y sus mejores amigos Hinata Hyuga y
Shikamaru Nara. A este último, sin embargo, lo veía muy poco; nunca lo había
confirmado, pero Sasuke sospechaba que su amigo trabajaba para la inteligencia
japonesa, aunque él se definía a sí mismo como un detective privado. Al fin y
al cabo, lo que sí sabía era que llevaba dos años investigando un caso muy
difícil y que, al parecer, era muy importante para él, ya que se lo tomaba como
algo personal.
Sin embargo, no
tenía pareja, aunque según sus amigos, no era extraño ya que él siempre había
ido por libre. Saber eso le desanimó mucho.
Volvió al presente
para poder centrarse en la situación. Ya había asumido que lo más probable era
que nunca recuperara la memoria, así que lo que tenía que hacer era seguir con
su vida a partir de lo que sabía.
—¿Cuándo tengo que
irme? —preguntó con un suspiro.
—La reunión está
programada para dentro de tres días.
—Entonces
reservaré un vuelo para mañana —dijo antes de dar media vuelta para marcharse a
su piso y prepararlo todo.
—Una cosa más,
Sasuke —lo detuvo su padre—. Sakura Haruno te acompañará.
Nada más oír ese
nombre, Sasuke sintió cómo su piel se erizaba, y no porque fuera una buena
señal. Sakura era una de las mejores trabajadoras de su padre, principalmente
se encargaba de todo lo relacionado con la administración, pero era tan
inteligente que en realidad podría dirigir toda la empresa ella sola y, aunque
él la respetaba por ello, no podía evitar sentirse molesto por la forma en que
ella le devoraba con los ojos desde que se conocieron.
Aunque le daba un
poco de vergüenza admitirlo (y era algo que jamás reconocería), llevaba dos
años sin tener relaciones sexuales. Sencillamente, no podía coquetear con
nadie, se sentía mal al hacerlo y, simplemente, no se sentía atraído por nadie…
Bueno, sí, había alguien, pero por desgracia, esa persona no existía.
—¿Por qué ella?
—preguntó.
Fugaku respondió
como si hubiera memorizado las palabras cual político hubiera aprendido su discurso.
—Porque es muy
inteligente y ya ha convencido a algunos de nuestros accionistas más generosos
a invertir en nuestra empresa.
—¿Solo por eso?
—¿Por qué otra
razón si no?
—Porque desde que
tengo memoria, has intentado emparejarme con cuantas mujeres considerases
beneficiosas para los negocios y no para mí. —Su padre iba a decir algo, pero
Sasuke no le dio la oportunidad—. Hazte a la idea de que no voy a casarme con
alguien a quien previamente has seleccionado para tu conveniencia, elegiré por
mi cuenta y si no estás a gusto con mi decisión, peor para ti —le advirtió
antes de marcharse del despacho de su padre.
Fugaku Uchiha
entrecerró los ojos, reflexionando sobre las últimas palabras de su hijo. Se
parecían mucho a las que le había dedicado la última vez que hablaron antes del
accidente. Por fortuna, Sasuke lo había olvidado todo y él pudo actuar antes de
que nadie se diera cuenta de lo que hacía.
Creyó que podría
volver a dirigir a su hijo por el buen camino, pero se había equivocado. El que
hubiera perdido la memoria no había afectado al cambio que se produjo en Sasuke
después de que apareciera… esa cosa antinatural.
Por suerte, su
hijo no volvería a entrar en contacto con él. Se había asegurado de ello.
Dos días más
tarde, Sasuke aterrizaba con sus piernas convertidas en gelatina en la ciudad
de Nome junto a Sakura Haruno, quien estaba incluso peor que él. No es que el
viaje hubiera sido horrible, pero sí muy cansado: primero, habían cogido un
avión en Tokyo que, tras diez horas de vuelo, los había llevado hasta Los
Ángeles, y de ahí, habían despegado hacia Anchorage, lo cual eran casi seis
horas sentados de nuevo, y por último, poco más de una hora y media más para
alcanzar su destino.
Sasuke se juró a
sí mismo que no volvería a hacer un viaje tan largo, al menos no en tan poco
tiempo. Tras dieciocho horas de vuelo, tenía las piernas y el trasero dormidos,
por no decir que apenas había podido pegar ojo en el avión, y encima con Sakura
al lado, que no dejaba de echarle miraditas cada dos por tres. Por suerte,
habían tenido tiempo de sobra para repasar toda la información que tenían sobre
Biju, la cual estaba compuesta por nueve miembros cuyo líder era Kurama Kyubi.
Sakura incluso se tomó la molestia de buscar información personal sobre él en
un intento de utilizar alguna faceta suya para que las negociaciones llegaran a
buen puerto.
Al parecer, Kurama
fue abandonado en un orfanato, siendo un chico bastante violento y conflictivo,
motivo por el que los demás niños no querían acercarse a él y los padres no lo
querían en adopción. Hasta que, con doce años, fue adoptado por una pareja que
lo llevó por el buen camino. Kurama demostró ser un genio con un coeficiente
intelectual que sorprendió a Sasuke, ya que era más alto incluso que el de
Shikamaru. No le fue muy difícil adelantar cursos y graduarse con honores en la
universidad siendo solo un joven de veinte años, y nada más terminar, fundó su
empresa junto a otros ocho estudiantes que también habían terminado la carrera.
Pese a que empezaron con nada, tal y como había dicho Fugaku, hacía un año que
capitaneaban una de las empresas tecnológicas más importantes del mundo. Sasuke
estaba casi convencido de que Kurama había predicho que la gente acabaría
optando en el futuro por la energía limpia y renovable y que por eso había
dedicado tanto esfuerzo e investigación a la misma para aplicarla en
tecnología.
Por desgracia, no
vio nada ahí que pudiera serles útil para las negociaciones. Kurama parecía tan
inteligente como Shikamaru y, aunque él y Sakura habían tenido las mejores
calificaciones en sus universidades, algo le decía que no podría usar ninguna
artimaña en su contra. Es más, presentía que ese hombre podría usarla en su
contra.
Cogieron un taxi
hasta al hotel en el que ninguno de los dos intercambió palabra. Sasuke no
tenía nada que decir y Sakura, pese a que su intención había sido iniciar una
maniobra para acercarse más al hombre que la había cautivado desde que lo
conoció, se encontraba demasiado exhausta como hacer nada. Mañana habían
acordado desayunar juntos para planear la estrategia que usarían con Kurama,
así que ya se inventaría algo.
Se despidieron
cuando consiguieron las llaves de sus habitaciones y cada uno se fue en una
dirección. Lo único que quería hacer Sasuke era darse una ducha y tumbarse en la
cama escuchando a Kitsune. Era un compositor de música que, lejos de ser un
cantante comercial, escribía música digna de convertirse en la banda sonora de
una película. Tal vez no era ni de lejos tan famoso como VAMPS o Hikaru Utada,
pero tenía su grupo de seguidores y a él le encantaban sus canciones.
Tras una ducha
rápida, se puso los auriculares y se puso a escuchar Remember me. Era una de sus canciones
favoritas, algo irónico teniendo en cuenta su título y que él era amnésico. No
tardó mucho en quedarse dormido escuchando la voz de Kitsune que, no supo por
qué, hizo que su mente le mostrara una imagen donde él estaba medio dormido en
una cama, escuchando esa misma voz que le tarareaba suavemente al oído mientras
le acariciaban el cabello.
Fue extraño,
porque lo sintió como si fuera un recuerdo.
A la mañana
siguiente, Sasuke estaba terminando de cambiarse cuando recibió una llamada de
Kurama. Lo cogió sin pérdida de tiempo y respondió.
—Señor Kyubi.
—¿Sasuke Uchiha?
—El mismo.
—Me alegra
conocerle, aunque es una lástima que sea de esta forma.
Sasuke frunció el
ceño, confundido.
—¿Disculpe?
—Perdone, sé que
es totalmente descortés por mi parte teniendo en cuenta que ha hecho un largo
viaje desde Japón, pero me temo que no podré acudir a la reunión de las diez.
—Sasuke iba a hablar pero, antes de que pudiera articular una sola vocal,
Kurama prosiguió—. Celebro una fiesta informal en mi casa, mucha gente del
pueblo vendrá, ¿por qué no se pasa entonces y hablamos allí? No todo tiene que
ser negocios, señor Uchiha.
La voz sugerente
con la que lo había dicho le dio mala espina de inmediato. No supo por qué,
pero tenía la sensación de que Kurama quería conducirlo a una especie de
trampa. Y eso que aún no se conocían, o eso creía. Puede que él le hubiera
investigado al igual que Sakura había hecho con él… Eso explicaría que hubiera
pedido expresamente su presencia y no la de su padre o su hermano, ya que su
trabajo era dirigir y coordinar los diferentes departamentos de la empresa, no
estaba en un cargo de cara al público y por ello era más desconocido.
Aunque eso seguía
sin decirle por qué había exigido que fuera él. ¿Tal vez porque era el más
joven y creía que sería más fácil manipularlo para que aceptara un trato que
favoreciera más a Biju S. A. que a Corporaciones Uchiha?, porque si esa había
sido su intención, se había equivocado completamente con él.
—No desearía
molestarle en su fiesta, señor Kyubi —tanteó, no deseando entrar por completo
en su juego aun sabiendo que no tenía muchas probabilidades de ganar por ahora.
—Oh, no es
molestia alguna, simplemente estoy muy ocupado últimamente. Como ya sabrá, la
empresa está creciendo a un ritmo prometedor y no puedo permitirme muchos
descansos. De verdad no deseaba causarle molestias con este inconveniente, pero
me ha surgido un contratiempo y me temo que el único hueco que puedo hacer para
usted es durante la fiesta.
Ahora empezaba a
cabrearle. Se estaba cachondeando de él, lo notaba en su tono de voz. Si no le
tomaba en serio, entonces él tampoco tenía que hacerlo.
—Oiga, si tan
ocupado está, tal vez debería ir usted mismo a Tokio y hacer negocios con mi
padre en vez de conmigo —replicó claramente enfadado. Era verdad que hacía solo
un año que había terminado la carrera, que no tenía mucha experiencia todavía y
que ese trabajo no le gustaba, pero al menos hacía bien las cosas y nadie tenía
por qué dudar de ello sin comprobarlo primero.
Estaba a punto de
colgar cuando el tono serio de Kurama hizo que parara en seco.
—Le aseguro que
usted es mi prioridad, Sasuke Uchiha.
Detuvo el dedo que
marcaba colgar y volvió a ponerse el móvil lentamente en la oreja.
—¿Su prioridad?
—Sí.
—¿Es esto algún
tipo de estrategia para negociar un trato con mi empresa?
—Todos empleamos
estrategias para conseguir algo, señor Uchiha, incluso para las cosas más
simples y cotidianas.
—¿Y qué quiere
conseguir usted?
—Venga a la fiesta
y averígüelo —le desafió.
Eso empezaba a
intrigarlo. Kurama hablaba como si no se tratara de un asunto de negocios, más
bien, parecía algo más personal.
Y tenía que ver
con él.
—Muy bien
—accedió, sonriendo con anticipación—. ¿Quiere jugar?, pues entonces juguemos.
Pese a que no lo
vio, pudo intuir que Kurama sonreía al otro lado de la línea por el tono de su
voz.
—Venga a las ocho
a mi casa. Está a las afueras de la ciudad, cerca del bosque. No se preocupe,
el camino está bien definido y le mandaré la ubicación.
Después, Kurama
colgó y Sasuke se quedó pensativo un momento. Su padre tenía razón, Kurama
Kyubi era un hombre con el que había que tener cuidado. Reconocía que sentía
mucha curiosidad por lo que estaba tramando, aunque seguía sin comprender por
qué tanto interés en él. No tenía nada especial, aparte de pertenecer a una
familia muy conocida por su poder e influencia en los negocios, de hecho, la
prensa mediática iba a menudo tras su padre y hermano, e incluso él no había
podido salvarse de alguna que otra entrevista y hasta se le había mencionado en
una revista sobre solteros más deseados de Japón… cosa que todavía le molestaba
y razón por la que había procurado mantenerse alejado de los periodistas.
En pocas palabras,
Sasuke no consideraba que él tuviera nada interesante aparte de su apellido y,
si Kurama estuviera realmente interesado en un Uchiha, dudaba que él fuera su
primera opción.
Se encogió de
hombros mentalmente. No iba a averiguar nada parado ahí de pie en su
habitación, así que terminó de vestirse y bajó a desayunar a la cafetería del
hotel. Como en Nome estaban a principios de invierno, la temperatura habitual
oscilaba alrededor de los cuatro grados bajo cero o incluso bastante más abajo,
por lo que se puso una camiseta interior de manga larga, otra camiseta un poco
más gruesa y un jersey polar de color azul oscuro. También escogió unos
pantalones oscuros de pana, que iban a juego con la gabardina negra, unas botas
de nieve, guantes y una bufanda. Como tenía el día libre hasta después de
cenar, pensaba dar una vuelta por la ciudad y curiosear un poco.
Bajó a la
cafetería, donde Sakura ya le estaba esperando. Al verlo entró, le dedicó una
gran sonrisa y le hizo un gesto para que la viera. Llevaba un vestido color
borgoña de manga larga, unas mallas gruesas blancas y botas altas oscuras.
Sasuke no estaba muy seguro de que eso fuera lo bastante abrigado, pero se
ahorró comentarle nada, cogió su desayuno y luego le contó a Sakura que la
reunión sería en la casa del señor Kyubi a las ocho, durante una fiesta.
—¿Una fiesta?
—exclamó la mujer, claramente emocionada. Era perfecto para sus planes, ya que
podría ponerse sus mejores galas y tratar de seducir a Sasuke en un entorno
menos laboral. En ese momento, se alegró de haber cogido ese precioso vestido
de noche y de la ropa interior sexy que se había llevado por si surgía una la
ocasión de ponérsela para Sasuke.
Este, totalmente
ajeno a las ensoñaciones de Sakura en la que él y ella terminaban
apasionadamente abrazados en su cama del hotel, empezó a comentar la estrategia
que llevarían a cabo para negociar con Kurama. Por supuesto, tenía planeado
utilizar la fama de Corporaciones Uchiha para tentarlo, así como la influencia
de su apellido, pues los Uchiha llevaban generaciones siendo una familia
poderosa gracias a los negocios que habían tenido a lo largo de los siglos.
Sakura propuso a su vez mostrarle al señor Kyubi los beneficios de la empresa
de ese mismo año que, como de costumbre, eran bastante altos, así tendrían una
prueba de que una alianza con su empresa era favorable para él.
Tras mostrarse de
acuerdo, Sasuke le recordó la hora a la que debían presentarse en casa de
Kurama.
—Saldremos a las
siete de aquí. Parece sencillo llegar a la casa del señor Kyubi, pero no quiero
arriesgarme a que nos perdamos y seamos impuntuales. Hay que causar buena
impresión —dicho esto, se cogió el mentón con el pulgar y el dedo índice, un
gesto que tendía a hacer cuando se concentraba mucho en algo—. Aunque si es tan
inteligente como creo, dudo que se deje llevar por las apariencias.
—El porcentaje de
beneficios es lo que le importará, como a todos —comentó Sakura antes de
terminarse el café con leche.
Sasuke no estaba
tan seguro de eso, pero no dijo nada, al igual que tampoco le contó a Sakura
sus sospechas sobre que Kurama había solicitado su presencia para algo más que
negocios. Él también terminó su café solo y se levantó para irse.
—Si ya está claro,
te veo luego.
—¿A dónde vas?
—A dar una vuelta
por la ciudad. —La verdad era que tenía muchas ganas de echarle un vistazo a
Nome. No sabía por qué, pero se sentía expectante y emocionado de estar allí.
Sakura se levantó
inmediatamente y cogió su abrigo.
—¿Te importa si te
acompaño?
Sasuke permaneció
callado un minuto entero, intentando buscar alguna buena excusa para poder dar
un paseo tranquilo, y por tranquilo,
quería decir no tener a una mujer a su lado que estaría intentando todo el
tiempo intentando que se fijara en ella. Por desgracia para él, no encontró
nada lo bastante convincente, así que, a regañadientes, aceptó.
De modo que, muy a
su pesar, salieron juntos del hotel y empezaron a caminar. Nome parecía una
ciudad bastante tranquila, toda cubierta de nieve, así que la mayoría
utilizaban motos de nieve o vehículos todoterreno con cadenas, pero lo que más
le llamó la atención fueron los trineos impulsados por perros de tiro.
Había algo que
Sasuke sabía que le encantaba aun sin haber recuperado la memoria: los perros.
Adoraba a esos animales, eran los únicos desconocidos con los que podía ser
totalmente abierto y cariñoso aun siendo la primera vez que los veía. Poco
después del accidente, encontró a un cachorro abandonado junto a los cubos de
basura y no dudó en llevárselo a casa para cuidarlo. Puesto que ya era un
adulto, pensó que sus padres no tendría problema en que se lo quedara, pero
estaba equivocado. Aunque su madre quedó prendada del perrito, su padre
colérico le ordenó que volviera a dejarlo en la calle.
Pese a que se negó
a volver a dejarlo solo fuera, no tuvo otro remedio que llevarlo a una
protectora, donde lo acogieron amablemente y cuidaron de él, aunque le costó
mucho dejarlo allí. De vez en cuando se acercaba a ver si Shiro (el nombre que
le había puesto) estaba bien, por lo que las chicas que dirigían el lugar le
ofrecieron quedarse de voluntario y así podría cuidar de Shiro y los otros
perros.
Aceptó sin apenas
pensarlo, aunque procuró, una vez más, ocultárselo a su padre. El pobre debía
pensar que después de cenar se iba a buscar mujeres, cuando en realidad no
faltaba prácticamente a su cita con los perros.
Le habría gustado
acercarse a los hombres que dirigían el trineo y preguntarles sobre los perros
pero, cómo no, Sakura lo arrastró hacia las tiendas de ropa, puesto que a ella
le desagradaban esos animales. Los consideraba poco refinados y bastante
sucios, además de peligrosos, ya que sabía que algunos tenían mandíbulas tan
fuertes que, una vez mordían, ya no soltaban a sus presas.
Aun así, Sasuke
siguió el juego de Sakura y esperó a que se metiera en un probador para huir de
allí rápidamente y buscar de nuevo a los perros de trineo. Sentía mucha
curiosidad por ellos, de hecho, su raza favorita era el husky siberiano.
De repente, algo
le golpeó por detrás y cayó al suelo. Al darse la vuelta, fue atacado por una
serie de lametones entusiastas que le llenaron la cara de babas. Aun así, se
echó a reír, poniendo ambas manos sobre una cabeza peluda. Cuando logró abrir
los ojos, se encontró ni más ni menos que con perro grande y de pelaje negro,
resaltando así unos bonitos ojos azules. Lo reconoció de inmediato como su
perro preferido.
—Hola, chico, yo
también me alegro de conocerte —le dijo, rascándole el pecho.
El perro ladró
alegremente finalizando con un aullido, lo que permitió que Sasuke se
incorporara hasta quedarse sentado. Entonces, se dio cuenta de que el perro
llevaba puesto un arnés de trineo.
—¿Te has escapado?
Eso no está bien, tu dueño estará muy preocupado por ti.
Totalmente ajeno a
sus palabras, el perro se tumbó en el suelo y le mostró el estómago mientras lo
miraba con esos bonitos ojos. Sasuke no lo dudó y empezó a rascarle la barriga
con suavidad, haciendo que el animal hiciera unos gruñidos que delataban lo a
gusto que estaba.
—Vaya, pero si eres
una hembra —comentó Sasuke al fijarse bien en ella. La perra se levantó, se
sacudió, salpicándole de nieve en el proceso, y volvió a lamerlo con evidente
alegría—. Eres preciosa, claro que sí, Sakura nunca podría competir contigo
—añadió en voz baja con malicia. La perra ladró, como si hubiera entendido el
cumplido y estuviera encantada por él, antes de mirarlo a los ojos con la
lengua fuera y moviendo la cola—. ¿Sabes?, con esos ojos tan bonitos solo
puedes llamarte…
—¡Blue!, ¿dónde
estás?
Su corazón tartamudeó
al escuchar esa voz. No, no podía ser, debía de haber sido su imaginación.
Sin embargo,
detectó un movimiento por el rabillo del ojo y tuvo tiempo de ver a un hombre
que salía de una esquina. No pudo ver bien cómo era, ya que toda su atención se
centró en los ojos de este, dejándolo totalmente paralizado.
Tenía los ojos
azules. Eso podía parecer algo muy común, pero no lo era, no cuando esa mirada
era idéntica a la de esos ojos que no habían hecho más que perseguirlo durante
dos años, atormentándolo con el conocimiento de que la persona a la que
pertenecían no existía.
Pero ahí estaba.
Y, de repente,
algo hizo clic en su mente.
—Bueno, ¿cómo está
el cumpleañero? —pregunté sonriendo mientras acariciaba el vientre ligeramente
hinchado por la comida del doncel que tenía entre mis brazos.
Naruto levantó la
cabeza para mirarme con un brillo de felicidad en sus ojos. Mi novio era un
doncel pero, a pesar de eso, tenía una figura ligeramente atlética, aunque
seguía siendo delgada y las curvas de su cintura y sus caderas eran un tanto
femeninas, sin embargo, juraba que amaba y disfrutaba de todas y cada una de
las partes de su cuerpo. Tenía una piel suave y morena, que contrastaba con su
cabello corto y rubio, un poco espeso y rebelde, de forma que era imposible
peinarlo a menos que fueras un especialista en peluquería, por lo que siempre
lo llevaba revuelto y un poco desordenado, como si acabara de tener un
apasionado encuentro con un amante, cosa que yo encontraba muy sexy y me volvía
loco, por lo que siempre que tenía la oportunidad, se lo revolvía aún más. Pero
eran sus ojos lo que más me cautivaba, grandes y brillantes, azules como un
cielo despejado y de mirada vivaz y alegre.
Sí, mi Naruto era
definitivamente hermoso, tanto por fuera como por dentro. Tenía una
personalidad fuerte y explosiva, así que era mejor mantenerse alejado cuando se
enfadaba porque, pese a ser un doncel, no le faltaba nada de fuerza y habilidad
para defenderse. Aún me entraba la risa al recordar cómo le conocí; iba de
camino a casa tras mi último día de curso en la universidad cuando pasé por un
callejón y oí a unos hombres que lo estaban acechando. Al reconocer a Naruto
como un doncel, me dispuse a ayudarlo, pero no hizo ninguna falta; les dio tal
paliza a esos tres hombres que me quedé ahí clavado con la boca abierta. Sí, la
expresión que puse en aquel entonces tuvo que ser muy divertida.
Naruto no tenía
problemas en plantarle cara a quien fuera, sin importarle su posición o los
contactos que podría tener, si cometías una injusticia delante de él, no te
salías de rositas. Discernía muy bien lo que estaba bien y lo que estaba mal,
aunque podía ser comprensivo en una situación difícil. Sus ideas estaban
claras, sabía lo que quería hacer con su vida y estaba dispuesto a todo por conseguirlo
sin importar la dificultad, era algo que yo siempre había admirado de él.
Era muy gracioso,
tenía un sentido del humor basado en la ironía y me resultaba divertido lo
hábil que era peleando y, al mismo tiempo, sus movimientos torpes en
situaciones cotidianas. No tenía problemas en expresar lo que sentía o pensaba,
aunque al empezar a salir juntos descubrí que tenía un lado tímido que lo hacía
aún más adorable. También era muy atento y cariñoso, cosa que yo agradecía dado
que en mi familia éramos poco dados a los abrazos y gestos o palabras de
cariño, y tenía mucha empatía, yo estaba casi seguro de que tenía una especie
de habilidad para percibir las emociones de la gente ya que yo, a pesar de ser
conocido como una persona fría e inaccesible, nunca pude ocultarle nada, ni
siquiera al principio.
—Muy satisfecho
—me dijo Naruto antes de acurrucarse en mi pecho. Le besé en la cabeza y lo
abracé.
—No me extraña, te
has comido cinco tazones de ramen.
Naruto se movió un
poco para observarme con los ojos entrecerrados.
—Es mi cumpleaños,
dijiste que podía comer lo que quisiera.
—Y lo mantengo,
pero comemos ramen de Ichiraku una vez a la semana como mínimo, podrías haber
escogido otro sitio.
—Cuando sea tu
cumpleaños, iremos adonde quieras, pero en mi cumpleaños se come ramen de
Ichiraku y punto.
Puse los ojos en
blanco y le pellizqué un costado, ahí donde sabía que tenía cosquillas. Tal y
como esperaba, Naruto se retorció.
—Noooo… —se quejó,
buscando mi mano para que parara—. Sasuke, no, por favor, sé bueno.
Como buen novio
que era, obedecí, pero solo porque ese día hacía veinte años que mi pequeño
doncel había nacido. Sonreí al pensar en el regalo que iba a hacerle, de hecho,
creo que ya era hora de dárselo, no me podía aguantar más, sabía que era algo
que le encantaría.
Hice a un lado al
doncel, que me miró con el ceño fruncido. Sentí sus ojos en todo momento detrás
de mí hasta que desaparecí por el pasillo de su piso en dirección a la
habitación donde dormíamos. Metí la mano debajo de la cama, sacando una caja de
cartón que no iba envuelta en papel de regalo, aunque al menos le había puesto
un lazo. Hice una mueca al ver que no había quedado muy bonito, pero en fin,
dicen que la intención es lo que cuenta.
Al verme llegar
con la caja, los ojos de Naruto brillaron aunque esa expresión desapareció al
observar la caja con detenimiento.
—Sasuke, ¿por qué
tiene agujeros esa caja?
Antes de que
pudiera responder, un gemido salió de la misma. Mi doncel lo oyó y se levantó
de un salto, mirando primero la caja, luego a mí y después otra vez a la caja.
—No puede ser
—dijo, acercándose a mí y cogiéndola para dejarla en el suelo antes de empezar
a abrirla—. No puede ser que lo hayas hecho. —Entonces, Naruto quitó la tapa y
una cabecita peluda negra se asomó. Mi novio cogió en brazos al cachorro y lo
abrazó con delicadeza para no hacerle daño—. ¡Síiiiiiiiiii! ¡Lo has hecho, lo
has hecho! —chilló emocionado antes de acercarse a mí y darme un corto pero
intenso beso. ¡Joder!, tendré que comprarle más perros si quiero que siga haciendo
eso—. Gracias, Sasuke.
Envolví su cintura
con un brazo y levanté el otro para acariciar al cachorrito.
—Se llama Blue, y
es una hembra.
Al oírme, Naruto
esbozó una sonrisa divertida.
—Claro, así ya
tenemos un hombre, un doncel y una mujer en casa.
Me reí por la
ocurrencia. La verdad era que no había pensado en ello, simplemente vi a Blue y
supe que Naruto la amaría, igual que había hecho yo nada más verla.
Mi pareja se
recostó en mi pecho mientras Blue estiraba el cuello en un intento de lamernos
la cara a los dos. Yo los abracé y besé tiernamente a Naruto antes de decirle:
—Blue es el primer
paso para nuestro sueño. Lo conseguiremos, ya lo verás.
Sasuke se quedó
paralizado. Le costaba asimilar lo que acababa de ver, lo que eso significaba.
Había recordado.
Era el primer recuerdo completo que tenía, esta vez estaba seguro, el que Blue
hubiera ido directa a por él lo demostraba. Y por si no fuera poco, había otra
prueba; ahí, delante de sus ojos, estaba su Naruto.
Con veintidós
años, parecía que su cuerpo ahora era un poco más atlético, pero seguía
teniendo esa figura delgada y esas caderas curvilíneas tan sensuales. El
cabello dorado era un poco más largo, el cual le rozaba los hombros, aunque
parecía que seguía teniendo dificultades para peinárselo, ya que estaba algo
desordenado y revuelto… De repente y por primera vez en dos años, su miembro se
despertó y se presionó contra sus pantalones, haciendo que sintiera la
necesidad de echarse a su doncel al hombro y llevarlo a su habitación para
demostrarle que él aún era suyo.
Porque así era
como se sentía. Lo único que había recordado desde que se despertó en aquel
hospital, habían sido sus ojos azules, esos ojos azules que le habían
perseguido en sueños y que había creído que eran tan solo producto de su
imaginación. Pero no había sido así, y se sentía profundamente aliviado; la
persona por la que su corazón latía era real y estaba delante de él, mirándole
fijamente. Parecía muy sorprendido mientras le observaba, hasta que sus ojos
brillaron con algo que él reconoció como alivio y felicidad.
—Sasuke… —le oyó
decir, haciendo que su corazón latiera más rápido.
¡Sí!, era real,
¡él le conocía también! Y a juzgar por cómo Blue volvió a lanzarse sobre él
para darle una nueva ronda de lametones, también le conocía lo suficiente como
para alegrarse de volver a verle.
—¡Sasuke! —chilló
una voz femenina y gritona.
Y adiós al
momento. Sasuke maldijo al reconocer la voz de Sakura, quien fue corriendo
adonde estaba al ver a un enorme perro sobre él intentando atacarle.
—¡Fuera, chucho!
—gritó, intentando golpearlo con el bolso para que se alejara de él.
Pero eso era lo
peor que podía hacer. Blue detectó la energía hostil de la mujer y se dio
cuenta de que estaba atacando, por lo que se giró y empezó a ladrar enseñando los
dientes. Sakura, al ver los colmillos de la perra, se apartó de ella con un
grito y se volvió hacia Naruto, que ya había reaccionado y corría hacia ellos
para evitar que Blue saliera herida.
—¡Blue, tranquila!
—gritó cuando estuvo cerca.
Al verle, Sakura
intuyó que era el dueño de la perra y, furiosa, se dirigió a él.
—¿Qué hace dejando
a ese animal salvaje suelto? ¡Nos ha atacado! —y dicho esto, en un ataque de
ira, empujó a Naruto con violencia. No era lo bastante fuerte como para tirarlo
al suelo, de hecho, no habría podido ni moverlo si no fuera porque el doncel
estaba tan sorprendido ante tanta hostilidad.
Sin embargo, Blue
sí vio el empujón e interpretó que su amo estaba en peligro. Sin pensárselo dos
veces, y antes de que Sasuke pudiera hacer algo para evitarlo, la perra saltó y
corrió entre gruñidos hacia Sakura.
Por fortuna para
ella, Naruto la vio venir y tiró al suelo a la mujer antes de lanzarse sobre
Blue y tumbarla en el suelo. Al ser un husky siberiano, su perra era grande y
bastante fuerte, más aún tras el entrenamiento para que tirara del trineo, por
lo que tuvo que sujetó su cuerpo entre sus piernas y la abrazó del cuello
mientras esta le ladraba ferozmente a Sakura, la cual la miraba aterrorizada.
—Ya, Blue,
tranquila, tranquila, no pasa nada, nadie va a hacerme daño —susurraba Naruto
en sus orejas, las cuales estaban aplastadas contra la cabeza del animal.
Sasuke se levantó
entonces y, en vez de ir corriendo a ver cómo estaba Sakura, que era lo que
ella esperaba, fue hacia Naruto y Blue y se agachó.
—Ya está,
preciosa, ya está —le canturreó a la vez que ponía su mano sobre su hocico para
que la oliera.
Blue olfateó y
reconoció su olor, así como sintió la energía tranquila que transmitía Sasuke.
De modo que se relajó poco a poco, aunque miraba por el rabillo del ojo a
Sakura, que los observaba con indignación.
Poco dispuesta a
permitir que se saliera con la suya, se levantó, limpiándose como pudo su ropa
y señaló a Naruto con un dedo.
—Ese animal está
fuera de control, ¡deberían sacrificarlo!
Naruto sintió cómo
todos los músculos de su cuerpo se tensaban. Normalmente no era una persona
violenta, pero si alguien se metía con sus perros, la cosa no acababa bien para
el que se atrevía a insultarlos, puesto que él los veía como si fueran sus
hijos.
Sin embargo, antes
de que pudiera planear hacer algo, Sasuke se incorporó y le lanzó una mirada
furibunda a la mujer. Él había acogido a Blue y, aunque no lo recordaba, estaba
seguro de que la había criado junto con Naruto, de modo que nadie le pondría la
mano encima.
—Has sido tú la
que ha atacado a Naruto, ¿es que no sabes que no hay que atacar al dueño de un
perro estando este delante? —replicó con brusquedad.
Sakura se encogió
un poco. No había esperado que Sasuke se comportara de esa manera después de
haber intentado salvarle de ese chucho.
—Pe-pero, Sasuke,
ese animal te estaba…
—Blue solo jugaba
conmigo, no me ha hecho ningún daño.
—Está claro que
usted no es de por aquí —dijo una nueva voz.
Sasuke y Sakura se
giraron hacia el recién llegado. El escándalo que había provocado la mujer al
ver a Sasuke siendo supuestamente atacado por Blue, había provocado que la
gente de la calle y de las casas más cercanas fuera a ver qué ocurría. Sin
embargo, al ver que solo era Blue, no le habían dado importancia hasta que
habían visto cómo la mujer atacaba a Naruto. La gente de Nome conocía muy bien
a los perros, formaba parte de su cultura y sabían que la perra solo se había
lanzado contra la mujer para proteger a su dueño, por lo que no había uno solo
que culpara a la pobre Blue.
Entre ellos,
estaba un hombre joven con el pelo corto castaño y ojos oscuros y de mirada
afilada. Llevaba una gruesa chaqueta con una capucha decorada con pelo, unos
pantalones de algodón gordos, botas y guantes. A su lado, caminaba un enorme
perro blanco que le llegaba hasta un poco más arriba de la cintura.
Este miró primero
a Naruto, que aún inmovilizaba a Blue.
—¿Necesitas ayuda?
Blue no es tan grande como Akamaru, pero sigue teniendo mucha fuerza.
—Puedo con ella,
Kiba, gracias.
Este asintió y al
siguiente al que se dirigió fue a Sasuke, que lo observaba con el ceño
fruncido, tratando de descifrar la relación que tenía con Naruto, aunque no
parecía que fueran pareja a juzgar por lo tranquilo que estaba.
—¿Estás bien,
amigo?
Él asintió sin
pensarlo.
—Estábamos
jugando. Solo me ha dado un susto cuando ha saltado sobre mí.
Kiba parpadeó.
—Vaya, qué raro.
Blue no suele acercarse a los desconocidos.
Sasuke no pudo
evitar sonreír antes de mirar a Naruto. Parecía tenso, y sus ojos tenían una
mirada triste. No supo qué había provocado eso, pero sintió el impulso de
acercarse y abrazarlo hasta que esbozara la misma sonrisa feliz que le dedicó
cuando le regaló a Blue. Sin embargo, la voz de Kiba evitó que hiciera nada.
—En cuanto a ti,
si no te gustan los perros, has escogido el peor lugar del mundo para ir de
vacaciones.
Sakura lo fulminó
con la mirada.
—Estoy aquí por
trabajo.
Kiba levantó una
ceja, la miró de arriba abajo y luego buscó a Naruto con la mirada.
—No aguantará una
semana aquí —declaró, haciendo que el doncel soltara una risita. Ni Sasuke ni
Sakura entendieron lo que quería decir, pero no tuvieron oportunidad ya que
Kiba volvió a dirigirse a esta última—. Será mejor que te alejes de aquí. Blue
es un trozo de pan pero te considera una amenaza y no dudará en cazarte por
atacar a su dueño.
Pese a que Sakura
quería tener la última palabra, la forma en que la perra seguía gruñendo hizo
que su sentido de supervivencia prevaleciera.
—Vamos, Sasuke —le
llamó, pero él no tenía ninguna intención de irse.
—Ve tú, yo iré más
tarde.
—Pero…
—Ve.
Sakura no entendía
qué quería hacer allí con esos paletos que andaban con perros, sin embargo, no
quería seguir cerca de los animales, así que obedeció y se fue. Por otro lado,
Sasuke se acercó a Naruto, quien soltó a Blue cuando consideró que la mujer se
había alejado lo suficiente como para que ella no la considerara una amenaza.
—Siento el
numerito —le dijo con sinceridad.
El doncel le
sonrió. La manera en que le miraba hizo que se derritiera por dentro.
—No se preocupe,
la culpa ha sido mía. Es la primera vez que Blue se escapa. —La formalidad con
la que lo trataba le confundió. Se suponía que ellos eran pareja, Naruto
tendría que haberle abrazado y empezado a contarle todo lo que sabía sobre él,
todo lo que habían pasado juntos.
Él se moría de
ganas por hacerlo. Sin embargo, creyó prudente explicarle su situación y ver
cómo reaccionaba.
—¿Sabes? Hace dos
años, tuve un accidente y sufrí pérdida de memoria. No recuerdo nada. —Naruto,
así como Kiba, se sobresaltó. No había esperado que soltara eso—. Pero tú me
resultas muy familiar, ¿nos conocemos?
Esperaba que así
Naruto le dijera algo, o le explicara al menos por qué tanta formalidad. Cabía
la posibilidad de que hubieran roto y él no lo recordara, porque era la única
explicación que encontraba para que en esos dos años no hubiera estado con él.
Aunque le dolía
pensar que se hubieran separado. Todavía le quería, lo había hecho incluso
cuando creía que los vagos y escasos recuerdos que tenía sobre él no eran
reales. Había deseado infinidad de veces que la persona a la que pertenecían
esos ojos azules existiera de verdad y ahora la tenía delante de él. No dejaría
pasar esa oportunidad; si había pasado algo entre ellos, lo solucionaría.
Mientras esperaba
a que Naruto respondiera, observó detenidamente sus expresiones. Entonces, se
dio cuenta de que el doncel era como un libro abierto para él; vio que había
algo que deseaba decir, pero había mucha incertidumbre en sus ojos. Al final,
supo que había tomado una decisión, y no una buena, ya que parecía muy triste.
—Lo siento, pero
no nos conocemos.
Pese a que lo
esperaba, insistió:
—¿Seguro?
Y ahí estaba la
incertidumbre otra vez. Esta vez dudó menos, pero el caso fue que dudó. Una
persona que no le conociera de nada no habría dudado, ¿verdad?
—Lo lamento.
Sasuke no acababa
de tragárselo, sin embargo, tampoco podía hacer mucho en ese momento, y menos
todavía con público delante. Su cerebro trabajó más rápido que nunca, buscando
una forma de entender lo que estaba ocurriendo. Por ahora, Naruto quería actuar
como si no se conocieran y, teniendo en cuenta la poca información que tenía
sobre él, lo respetaría. De momento, lo investigaría e intentaría recordar algo
más sobre él. Se le ocurrió que también podría intentar acercarse al doncel y
conocerlo, puede que eso le ayudara a hacer memoria y acabara descubriendo qué
le hizo para que ahora actuara como si esa fuera la primera vez que se veían.
Conforme con su
plan, le tendió la mano.
—Entonces perdona
las molestias. Soy Sasuke Uchiha.
El doncel frunció
un poco el ceño, pero le estrechó la mano. A Sasuke le habría gustado que
ninguno de los dos llevara guantes para poder tocar su piel.
—Naruto Uzumaki.
Y encima se
llamaba tal y como recordaba. Eso no era posible, ¿verdad? Si lo que había
visto había sido un falso recuerdo o algún tipo de fantasía, ¿por qué sabía el
nombre de un completo desconocido? Además, ¿cuántas personas había en el mundo
que tuvieran ese mismo nombre?, y más aún en Alaska.
Entonces, Kiba se
adelantó también para presentarse. Sasuke habría preferido seguir
concentrándose en Naruto, pero por el momento, tenía que comportarse, y más aún
si este era amigo suyo. Si quería estar cerca de él, debía causarle una buena
impresión, y eso significaba ser amable con sus amistades, aunque ahora mismo
fuera un poco molesto.
—Kiba Inuzuka, es
un placer. Y este de aquí es mi fiel y leal compañero, Akamaru.
—Lo mismo digo.
—Veo que a ti sí
que te gustan los perros —comentó Kiba, viendo la forma en que Akamaru se había
acercado para olfatear a Sasuke, que no dudó en acariciarlo y rascarle detrás
de las orejas, provocando que el animal hiciera un gruñido de puro gusto.
—Mucho —respondió
sin pensarlo dos veces con una sonrisa.
Kiba le devolvió
el gesto.
—Entonces aquí encajarás
a la perfección. Si necesitas cualquier cosa, yo trabajo en la clínica
veterinaria con mi familia, solo tienes que pasarte y darme un toque. Además,
Naruto y yo podríamos enseñarte la ciudad y sus alrededores —dicho esto, su
rostro se iluminó—. ¡Oye, ahora que lo pienso!, seguro que nunca has subido en
un trineo tirado por perros.
—Pues no. —Sasuke
esperaba que Kiba sugiriera lo que él creía.
Y así fue, porque
el hombre señaló a Naruto.
—Seguro que a
Naruto no le importaría que te dieras una vuelta con él un día.
Estaba equivocado,
esto era mucho mejor que lo que había imaginado. Miró al susodicho, quien tenía
una expresión bastante tensa en el rostro.
—Kiba, el señor
Uchiha está aquí por negocios, como ha dicho la mujer. No creo que tenga tiempo
para eso.
—En realidad, solo
he venido para un par de reuniones, así que tengo bastante tiempo libre —se
apresuró a añadir Sasuke antes de observar a Blue—. Además, creo que Blue y yo
nos hemos hecho amigos, ¿no es así?
Y como si la perra
entendiera, ladró dos veces y movió la cola antes de acercarse a él para
pedirle más caricias. Por otro lado, Naruto apartó la vista, aunque se dio
cuenta de que entre Kiba y Blue lo habían acorralado.
—Bueno… supongo
que está bien.
A Sasuke le costó
muy poco percibir la incomodidad de Naruto, así que, muy a su pesar, decidió
marcharse al hotel. Le vendría bien calmarse un poco, tenía demasiadas
emociones encima por ese encuentro y, además, quería intentar recordar algo más
sobre Naruto y él.
—Entonces te
pediré un día ese paseo —comentó, haciendo que Kiba esbozara una enorme
sonrisa—, ¿cómo puedo ponerme en contacto contigo?
Antes de que
Naruto pudiera hacer nada, Kiba se le adelantó y le dio ni más ni menos que su
número personal. Sasuke estuvo a punto de darle las gracias por estar haciendo
las cosas más fáciles para él.
—De todos modos,
si no puedes localizarlo, avísame y yo me haré cargo —añadió el hombre. Sí,
Kiba le estaba poniendo a Naruto en bandeja.
—Gracias por todo
y, de nuevo, siento lo que ha hecho Sakura, de verdad —le dijo a Naruto.
—No se preocupe,
no ha pasado nada.
Después de eso,
Sasuke regresó al hotel, donde sabía que tendría una discusión con Sakura sobre
lo que había pasado. Tampoco es que le importara demasiado, él ganaría debido a
la devoción que ella le tenía y él podría retirarse a su habitación, calmar los
nervios que le había provocado su encuentro con Naruto e intentar seguir
recordando más sobre él. Había pensado en investigarlo, pero tal vez no era
necesario si conseguía estar cerca del doncel.
Ese pensamiento le
hizo sonreír.
—¿Qué diablos
estás haciendo? —le preguntó un muy enfadado Naruto a Kiba.
Tras asegurarse de
que Sasuke estaba lo suficientemente lejos como para no oírlos, se había
encarado a su supuesto amigo, que en esos momentos le acompañaba hasta su
trineo.
Kiba se encogió de
hombros.
—Ser un buen amigo
y ayudarte a ligar.
—¿Cuántas veces
tengo que decirte que no necesito un hombre en mi vida?
En ese instante,
el hombre se detuvo y se plantó frente a él.
—Naruto, te
conozco desde hace dos años, puede que no sea mucho tiempo, pero te aprecio lo
suficiente como para que me desagrade esa mirada triste que tienes siempre en
tus ojos. Tanto yo como el resto del grupo cree que necesitas pareja
urgentemente y, ¡mira por dónde!, un semental nos ha caído del cielo —dicho
esto, juntó las manos como si estuviera rezando y levantó la mirada hacia
arriba—. Señor, creía que te reías de mí cada vez que te pedía que me ayudaras
a encontrarle un hombre al tonto de mi amigo, pero ya veo que solo necesitabas
un poco de tiempo para traerlo hasta aquí en un viaje de negocios.
El doncel hinchó
los mofletes, disgustado, y le dio un puñetazo en el hombro.
—¡Ay!
—No quiero un
hombre y, por si no te has dado cuenta, ese semental que tú dices tiene novia.
Kiba le quitó
importancia con un gesto de la mano.
—No por mucho
tiempo.
—¿Qué quieres
decir?
—¿Has visto cómo
la ha despachado solo para poder quedarse a hablar contigo?, es evidente que le
gustas, y mucho.
Naruto puso los
ojos en blanco y llegó a su trineo, donde guio a Blue hasta su sitio como perro
guía para enganchar su arnés al vehículo.
—No quiero a un
hombre al que se le van tan rápido los ojos con un desconocido.
—Si eso pasa es
porque ya hay problemas en esa pareja. ¡Vamos, Naruto!, no pierdes nada por
intentarlo y de verdad a los chicos y a mí nos gustaría verte con alguien.
—En vez de
malgastar el tiempo conmigo, deberías malgastarlo en buscarte una novia o
doncel para ti.
Kiba resopló.
—Aún queda mucho
para que ese momento llegue y, además, estamos hablando de ti. Venga, Naru, es
el primer hombre que veo que te gusta.
Al oír esas
palabras, Naruto se tensó y se dio la vuelta para enfrentarse a Kiba.
—¡No me gusta!
—Entonces, ¿por
qué te has puesto rojo hasta las orejas?
El doncel notó
entonces que su cara estaba ardiendo y, totalmente humillado por las risotadas
que soltaba Kiba, se subió a su trineo y dio la orden para que se pusieran en
marcha.
Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia ha salido de mi imaginación.
Como este fanfic ya está terminado, tendrás un capítulo diario de lunes a viernes ;)
ResponderEliminarUn doncel, en el género Mpreg, es una persona "hermafrodita" con apariencia de hombre, pero que puede quedarse embarazado.
Me alegra mucho que te haya gustado ^^
De nada ;)
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