lunes, 20 de agosto de 2018

Quiero recordarte



Capítulo 1. Ojos azules


—… No hablas en serio —dijo Sasuke cuidadosamente.
Su padre, Fugaku Uchiha, lo miró con su habitual rostro severo.
—Llevo años tras Biju S. A. en un intento de que nuestras empresas se unan. Hace una década ni los habría tomado en cuenta, puesto que sus investigaciones se centraban en evitar que su tecnología dañara al medio ambiente, pero hace un par de años, la gente empezó a exigir justo eso y ahora ellos encabezan la economía en tecnología de energía renovable. Se han convertido en una empresa muy poderosa a nivel mundial en poco más de un año y, después de tantas negativas, el director ejecutivo, Kurama Kyubi, quiere negociar una posible alianza… con la condición de que seas tú quien vaya a Alaska a hablar con él en persona.
Sasuke se cruzó de brazos, analizando la propuesta. Fugaku tenía razón en eso, pero había algo que no le cuadraba.
—¿Por qué yo? ¿Por qué no Itachi?, es él quien se encarga de las reuniones con accionistas y socios.
Su padre se reclinó en su asiento, pensativo.
—No tengo ni idea, pero ten cuidado con Kurama Kyubi. Ese hombre es astuto y calculador, no me gustaba la forma en que me miraba cuando nos encontrábamos, como si conociera todos y cada uno de mis movimientos para acercarme a él y a su empresa.
Sasuke suspiró y miró el folleto que le había tendido su padre sobre la ciudad donde quería que se reuniera con el señor Kyubi. Nome, Alaska. Frunció el ceño, la ciudad en sí no tenía nada en especial, y sin embargo, le sonaba muchísimo el nombre. ¿Tendría que ver con los recuerdos que había olvidado?
Dos años atrás, tuvo un accidente de coche que estuvo a punto de acabar con su vida. Los médicos le salvaron e incluso lograron evitar secuelas físicas graves, pero hubo algo que no pudieron evitar: Sasuke perdió la memoria, por completo. Ni siquiera sabía cuál era su nombre o había reconocido a su madre.
En ese tiempo, la cosa no había mejorado. Lo único que le venía a la mente al intentar recordar eran fragmentos de conversaciones con una persona concreta, y sabía que esta no era real, por mucho que deseara que lo fuera. Al principio, creyó que eran recuerdos reales, pero tras hacer averiguaciones preguntando a su madre y su hermano y buscando algún rastro que confirmara que esa persona había formado parte de su vida, se dio cuenta de que tenía síndrome de desconfianza de la memoria. No es que fuera una enfermedad, servía más bien para describir una situación en la que un paciente que tiene amnesia no confía en si los recuerdos que tiene son reales o no. Y Sasuke terminó por descubrir que la persona a la que creía recordar no era más que un producto de su imaginación.
De modo que trató de ignorar todo sobre esos falsos recuerdos y siguió con su vida: el año pasado terminó de estudiar administración y dirección de empresas y se unió a Corporaciones Uchiha, la empresa de su padre… tal y como se esperaba de él. Sin embargo, acabó descubriendo que, por muy bien que se le diera el oficio, no le gustaba en absoluto. Pero, por ahora, no podía dedicarse a otra cosa que fuera más acorde con sus gustos; sin recuerdos, no sabía si realmente le había gustado esa carrera o había contemplado hacer otra cosa. Sabía que le gustaba la música, pero era más bien un hobby y sabía por su madre que, antes del accidente, llevaba unos pocos meses aprendiendo a tocar el piano, pero cuando trató de retomarlo, su padre se lo prohibió. Tuvo que esperar a ganar su propio dinero para retomar clases y volver a aprender, aunque esta vez se aseguró de no mencionarle nada a Fugaku. Pese a que ya era independiente, su padre era capaz de ir a su piso y romperle el piano que compró con su primer sueldo.
Otra cosa que había aprendido desde que había perdido la memoria, era a no confiar en su padre. Poco después de volver a casa, Fugaku le presentó a Karin Hebi, la cual pertenecía a una familia adinerada, como su prometida. Afortunadamente, antes de que Sasuke pudiera asimilar cómo demonios le había pedido matrimonio a alguien como ella, Itachi armó un gran escándalo y la echó de casa. Después, procedió a explicarle que meses antes del accidente, sí, Sasuke había estado prometido con ella por conveniencia de su padre para establecer futuras relaciones de negocios con su familia, pero que él mismo canceló el compromiso.
Por tanto, sabía que no podía confiar en él en lo referente a su memoria, ya que Fugaku intentaría usar sus recuerdos olvidados para manipularlo. Así, sus personas de mayor confianza eran su madre e Itachi.
No le costó mucho descubrir que no era una persona muy sociable, aunque sí tenía unos cuantos amigos: Shino Aburame, Choji Akimichi, Ino Yamanaka y Neji Hyuga, aunque los más cercanos eran su primo Sai Uchiha y sus mejores amigos Hinata Hyuga y Shikamaru Nara. A este último, sin embargo, lo veía muy poco; nunca lo había confirmado, pero Sasuke sospechaba que su amigo trabajaba para la inteligencia japonesa, aunque él se definía a sí mismo como un detective privado. Al fin y al cabo, lo que sí sabía era que llevaba dos años investigando un caso muy difícil y que, al parecer, era muy importante para él, ya que se lo tomaba como algo personal.
Sin embargo, no tenía pareja, aunque según sus amigos, no era extraño ya que él siempre había ido por libre. Saber eso le desanimó mucho.
Volvió al presente para poder centrarse en la situación. Ya había asumido que lo más probable era que nunca recuperara la memoria, así que lo que tenía que hacer era seguir con su vida a partir de lo que sabía.
—¿Cuándo tengo que irme? —preguntó con un suspiro.
—La reunión está programada para dentro de tres días.
—Entonces reservaré un vuelo para mañana —dijo antes de dar media vuelta para marcharse a su piso y prepararlo todo.
—Una cosa más, Sasuke —lo detuvo su padre—. Sakura Haruno te acompañará.
Nada más oír ese nombre, Sasuke sintió cómo su piel se erizaba, y no porque fuera una buena señal. Sakura era una de las mejores trabajadoras de su padre, principalmente se encargaba de todo lo relacionado con la administración, pero era tan inteligente que en realidad podría dirigir toda la empresa ella sola y, aunque él la respetaba por ello, no podía evitar sentirse molesto por la forma en que ella le devoraba con los ojos desde que se conocieron.
Aunque le daba un poco de vergüenza admitirlo (y era algo que jamás reconocería), llevaba dos años sin tener relaciones sexuales. Sencillamente, no podía coquetear con nadie, se sentía mal al hacerlo y, simplemente, no se sentía atraído por nadie… Bueno, sí, había alguien, pero por desgracia, esa persona no existía.
—¿Por qué ella? —preguntó.
Fugaku respondió como si hubiera memorizado las palabras cual político hubiera aprendido su discurso.
—Porque es muy inteligente y ya ha convencido a algunos de nuestros accionistas más generosos a invertir en nuestra empresa.
—¿Solo por eso?
—¿Por qué otra razón si no?
—Porque desde que tengo memoria, has intentado emparejarme con cuantas mujeres considerases beneficiosas para los negocios y no para mí. —Su padre iba a decir algo, pero Sasuke no le dio la oportunidad—. Hazte a la idea de que no voy a casarme con alguien a quien previamente has seleccionado para tu conveniencia, elegiré por mi cuenta y si no estás a gusto con mi decisión, peor para ti —le advirtió antes de marcharse del despacho de su padre.
Fugaku Uchiha entrecerró los ojos, reflexionando sobre las últimas palabras de su hijo. Se parecían mucho a las que le había dedicado la última vez que hablaron antes del accidente. Por fortuna, Sasuke lo había olvidado todo y él pudo actuar antes de que nadie se diera cuenta de lo que hacía.
Creyó que podría volver a dirigir a su hijo por el buen camino, pero se había equivocado. El que hubiera perdido la memoria no había afectado al cambio que se produjo en Sasuke después de que apareciera… esa cosa antinatural.
Por suerte, su hijo no volvería a entrar en contacto con él. Se había asegurado de ello.


Dos días más tarde, Sasuke aterrizaba con sus piernas convertidas en gelatina en la ciudad de Nome junto a Sakura Haruno, quien estaba incluso peor que él. No es que el viaje hubiera sido horrible, pero sí muy cansado: primero, habían cogido un avión en Tokyo que, tras diez horas de vuelo, los había llevado hasta Los Ángeles, y de ahí, habían despegado hacia Anchorage, lo cual eran casi seis horas sentados de nuevo, y por último, poco más de una hora y media más para alcanzar su destino.
Sasuke se juró a sí mismo que no volvería a hacer un viaje tan largo, al menos no en tan poco tiempo. Tras dieciocho horas de vuelo, tenía las piernas y el trasero dormidos, por no decir que apenas había podido pegar ojo en el avión, y encima con Sakura al lado, que no dejaba de echarle miraditas cada dos por tres. Por suerte, habían tenido tiempo de sobra para repasar toda la información que tenían sobre Biju, la cual estaba compuesta por nueve miembros cuyo líder era Kurama Kyubi. Sakura incluso se tomó la molestia de buscar información personal sobre él en un intento de utilizar alguna faceta suya para que las negociaciones llegaran a buen puerto.
Al parecer, Kurama fue abandonado en un orfanato, siendo un chico bastante violento y conflictivo, motivo por el que los demás niños no querían acercarse a él y los padres no lo querían en adopción. Hasta que, con doce años, fue adoptado por una pareja que lo llevó por el buen camino. Kurama demostró ser un genio con un coeficiente intelectual que sorprendió a Sasuke, ya que era más alto incluso que el de Shikamaru. No le fue muy difícil adelantar cursos y graduarse con honores en la universidad siendo solo un joven de veinte años, y nada más terminar, fundó su empresa junto a otros ocho estudiantes que también habían terminado la carrera. Pese a que empezaron con nada, tal y como había dicho Fugaku, hacía un año que capitaneaban una de las empresas tecnológicas más importantes del mundo. Sasuke estaba casi convencido de que Kurama había predicho que la gente acabaría optando en el futuro por la energía limpia y renovable y que por eso había dedicado tanto esfuerzo e investigación a la misma para aplicarla en tecnología.
Por desgracia, no vio nada ahí que pudiera serles útil para las negociaciones. Kurama parecía tan inteligente como Shikamaru y, aunque él y Sakura habían tenido las mejores calificaciones en sus universidades, algo le decía que no podría usar ninguna artimaña en su contra. Es más, presentía que ese hombre podría usarla en su contra.
Cogieron un taxi hasta al hotel en el que ninguno de los dos intercambió palabra. Sasuke no tenía nada que decir y Sakura, pese a que su intención había sido iniciar una maniobra para acercarse más al hombre que la había cautivado desde que lo conoció, se encontraba demasiado exhausta como hacer nada. Mañana habían acordado desayunar juntos para planear la estrategia que usarían con Kurama, así que ya se inventaría algo.
Se despidieron cuando consiguieron las llaves de sus habitaciones y cada uno se fue en una dirección. Lo único que quería hacer Sasuke era darse una ducha y tumbarse en la cama escuchando a Kitsune. Era un compositor de música que, lejos de ser un cantante comercial, escribía música digna de convertirse en la banda sonora de una película. Tal vez no era ni de lejos tan famoso como VAMPS o Hikaru Utada, pero tenía su grupo de seguidores y a él le encantaban sus canciones.
Tras una ducha rápida, se puso los auriculares y se puso a escuchar Remember me. Era una de sus canciones favoritas, algo irónico teniendo en cuenta su título y que él era amnésico. No tardó mucho en quedarse dormido escuchando la voz de Kitsune que, no supo por qué, hizo que su mente le mostrara una imagen donde él estaba medio dormido en una cama, escuchando esa misma voz que le tarareaba suavemente al oído mientras le acariciaban el cabello.
Fue extraño, porque lo sintió como si fuera un recuerdo.


A la mañana siguiente, Sasuke estaba terminando de cambiarse cuando recibió una llamada de Kurama. Lo cogió sin pérdida de tiempo y respondió.
—Señor Kyubi.
—¿Sasuke Uchiha?
—El mismo.
—Me alegra conocerle, aunque es una lástima que sea de esta forma.
Sasuke frunció el ceño, confundido.
—¿Disculpe?
—Perdone, sé que es totalmente descortés por mi parte teniendo en cuenta que ha hecho un largo viaje desde Japón, pero me temo que no podré acudir a la reunión de las diez. —Sasuke iba a hablar pero, antes de que pudiera articular una sola vocal, Kurama prosiguió—. Celebro una fiesta informal en mi casa, mucha gente del pueblo vendrá, ¿por qué no se pasa entonces y hablamos allí? No todo tiene que ser negocios, señor Uchiha.
La voz sugerente con la que lo había dicho le dio mala espina de inmediato. No supo por qué, pero tenía la sensación de que Kurama quería conducirlo a una especie de trampa. Y eso que aún no se conocían, o eso creía. Puede que él le hubiera investigado al igual que Sakura había hecho con él… Eso explicaría que hubiera pedido expresamente su presencia y no la de su padre o su hermano, ya que su trabajo era dirigir y coordinar los diferentes departamentos de la empresa, no estaba en un cargo de cara al público y por ello era más desconocido.
Aunque eso seguía sin decirle por qué había exigido que fuera él. ¿Tal vez porque era el más joven y creía que sería más fácil manipularlo para que aceptara un trato que favoreciera más a Biju S. A. que a Corporaciones Uchiha?, porque si esa había sido su intención, se había equivocado completamente con él.
—No desearía molestarle en su fiesta, señor Kyubi —tanteó, no deseando entrar por completo en su juego aun sabiendo que no tenía muchas probabilidades de ganar por ahora.
—Oh, no es molestia alguna, simplemente estoy muy ocupado últimamente. Como ya sabrá, la empresa está creciendo a un ritmo prometedor y no puedo permitirme muchos descansos. De verdad no deseaba causarle molestias con este inconveniente, pero me ha surgido un contratiempo y me temo que el único hueco que puedo hacer para usted es durante la fiesta.
Ahora empezaba a cabrearle. Se estaba cachondeando de él, lo notaba en su tono de voz. Si no le tomaba en serio, entonces él tampoco tenía que hacerlo.
—Oiga, si tan ocupado está, tal vez debería ir usted mismo a Tokio y hacer negocios con mi padre en vez de conmigo —replicó claramente enfadado. Era verdad que hacía solo un año que había terminado la carrera, que no tenía mucha experiencia todavía y que ese trabajo no le gustaba, pero al menos hacía bien las cosas y nadie tenía por qué dudar de ello sin comprobarlo primero.
Estaba a punto de colgar cuando el tono serio de Kurama hizo que parara en seco.
—Le aseguro que usted es mi prioridad, Sasuke Uchiha.
Detuvo el dedo que marcaba colgar y volvió a ponerse el móvil lentamente en la oreja.
—¿Su prioridad?
—Sí.
—¿Es esto algún tipo de estrategia para negociar un trato con mi empresa?
—Todos empleamos estrategias para conseguir algo, señor Uchiha, incluso para las cosas más simples y cotidianas.
—¿Y qué quiere conseguir usted?
—Venga a la fiesta y averígüelo —le desafió.
Eso empezaba a intrigarlo. Kurama hablaba como si no se tratara de un asunto de negocios, más bien, parecía algo más personal.
Y tenía que ver con él.
—Muy bien —accedió, sonriendo con anticipación—. ¿Quiere jugar?, pues entonces juguemos.
Pese a que no lo vio, pudo intuir que Kurama sonreía al otro lado de la línea por el tono de su voz.
—Venga a las ocho a mi casa. Está a las afueras de la ciudad, cerca del bosque. No se preocupe, el camino está bien definido y le mandaré la ubicación.
Después, Kurama colgó y Sasuke se quedó pensativo un momento. Su padre tenía razón, Kurama Kyubi era un hombre con el que había que tener cuidado. Reconocía que sentía mucha curiosidad por lo que estaba tramando, aunque seguía sin comprender por qué tanto interés en él. No tenía nada especial, aparte de pertenecer a una familia muy conocida por su poder e influencia en los negocios, de hecho, la prensa mediática iba a menudo tras su padre y hermano, e incluso él no había podido salvarse de alguna que otra entrevista y hasta se le había mencionado en una revista sobre solteros más deseados de Japón… cosa que todavía le molestaba y razón por la que había procurado mantenerse alejado de los periodistas.
En pocas palabras, Sasuke no consideraba que él tuviera nada interesante aparte de su apellido y, si Kurama estuviera realmente interesado en un Uchiha, dudaba que él fuera su primera opción.
Se encogió de hombros mentalmente. No iba a averiguar nada parado ahí de pie en su habitación, así que terminó de vestirse y bajó a desayunar a la cafetería del hotel. Como en Nome estaban a principios de invierno, la temperatura habitual oscilaba alrededor de los cuatro grados bajo cero o incluso bastante más abajo, por lo que se puso una camiseta interior de manga larga, otra camiseta un poco más gruesa y un jersey polar de color azul oscuro. También escogió unos pantalones oscuros de pana, que iban a juego con la gabardina negra, unas botas de nieve, guantes y una bufanda. Como tenía el día libre hasta después de cenar, pensaba dar una vuelta por la ciudad y curiosear un poco.
Bajó a la cafetería, donde Sakura ya le estaba esperando. Al verlo entró, le dedicó una gran sonrisa y le hizo un gesto para que la viera. Llevaba un vestido color borgoña de manga larga, unas mallas gruesas blancas y botas altas oscuras. Sasuke no estaba muy seguro de que eso fuera lo bastante abrigado, pero se ahorró comentarle nada, cogió su desayuno y luego le contó a Sakura que la reunión sería en la casa del señor Kyubi a las ocho, durante una fiesta.
—¿Una fiesta? —exclamó la mujer, claramente emocionada. Era perfecto para sus planes, ya que podría ponerse sus mejores galas y tratar de seducir a Sasuke en un entorno menos laboral. En ese momento, se alegró de haber cogido ese precioso vestido de noche y de la ropa interior sexy que se había llevado por si surgía una la ocasión de ponérsela para Sasuke.
Este, totalmente ajeno a las ensoñaciones de Sakura en la que él y ella terminaban apasionadamente abrazados en su cama del hotel, empezó a comentar la estrategia que llevarían a cabo para negociar con Kurama. Por supuesto, tenía planeado utilizar la fama de Corporaciones Uchiha para tentarlo, así como la influencia de su apellido, pues los Uchiha llevaban generaciones siendo una familia poderosa gracias a los negocios que habían tenido a lo largo de los siglos. Sakura propuso a su vez mostrarle al señor Kyubi los beneficios de la empresa de ese mismo año que, como de costumbre, eran bastante altos, así tendrían una prueba de que una alianza con su empresa era favorable para él.
Tras mostrarse de acuerdo, Sasuke le recordó la hora a la que debían presentarse en casa de Kurama.
—Saldremos a las siete de aquí. Parece sencillo llegar a la casa del señor Kyubi, pero no quiero arriesgarme a que nos perdamos y seamos impuntuales. Hay que causar buena impresión —dicho esto, se cogió el mentón con el pulgar y el dedo índice, un gesto que tendía a hacer cuando se concentraba mucho en algo—. Aunque si es tan inteligente como creo, dudo que se deje llevar por las apariencias.
—El porcentaje de beneficios es lo que le importará, como a todos —comentó Sakura antes de terminarse el café con leche.
Sasuke no estaba tan seguro de eso, pero no dijo nada, al igual que tampoco le contó a Sakura sus sospechas sobre que Kurama había solicitado su presencia para algo más que negocios. Él también terminó su café solo y se levantó para irse.
—Si ya está claro, te veo luego.
—¿A dónde vas?
—A dar una vuelta por la ciudad. —La verdad era que tenía muchas ganas de echarle un vistazo a Nome. No sabía por qué, pero se sentía expectante y emocionado de estar allí.
Sakura se levantó inmediatamente y cogió su abrigo.
—¿Te importa si te acompaño?
Sasuke permaneció callado un minuto entero, intentando buscar alguna buena excusa para poder dar un paseo tranquilo, y por tranquilo, quería decir no tener a una mujer a su lado que estaría intentando todo el tiempo intentando que se fijara en ella. Por desgracia para él, no encontró nada lo bastante convincente, así que, a regañadientes, aceptó.
De modo que, muy a su pesar, salieron juntos del hotel y empezaron a caminar. Nome parecía una ciudad bastante tranquila, toda cubierta de nieve, así que la mayoría utilizaban motos de nieve o vehículos todoterreno con cadenas, pero lo que más le llamó la atención fueron los trineos impulsados por perros de tiro.
Había algo que Sasuke sabía que le encantaba aun sin haber recuperado la memoria: los perros. Adoraba a esos animales, eran los únicos desconocidos con los que podía ser totalmente abierto y cariñoso aun siendo la primera vez que los veía. Poco después del accidente, encontró a un cachorro abandonado junto a los cubos de basura y no dudó en llevárselo a casa para cuidarlo. Puesto que ya era un adulto, pensó que sus padres no tendría problema en que se lo quedara, pero estaba equivocado. Aunque su madre quedó prendada del perrito, su padre colérico le ordenó que volviera a dejarlo en la calle.
Pese a que se negó a volver a dejarlo solo fuera, no tuvo otro remedio que llevarlo a una protectora, donde lo acogieron amablemente y cuidaron de él, aunque le costó mucho dejarlo allí. De vez en cuando se acercaba a ver si Shiro (el nombre que le había puesto) estaba bien, por lo que las chicas que dirigían el lugar le ofrecieron quedarse de voluntario y así podría cuidar de Shiro y los otros perros.
Aceptó sin apenas pensarlo, aunque procuró, una vez más, ocultárselo a su padre. El pobre debía pensar que después de cenar se iba a buscar mujeres, cuando en realidad no faltaba prácticamente a su cita con los perros.
Le habría gustado acercarse a los hombres que dirigían el trineo y preguntarles sobre los perros pero, cómo no, Sakura lo arrastró hacia las tiendas de ropa, puesto que a ella le desagradaban esos animales. Los consideraba poco refinados y bastante sucios, además de peligrosos, ya que sabía que algunos tenían mandíbulas tan fuertes que, una vez mordían, ya no soltaban a sus presas.
Aun así, Sasuke siguió el juego de Sakura y esperó a que se metiera en un probador para huir de allí rápidamente y buscar de nuevo a los perros de trineo. Sentía mucha curiosidad por ellos, de hecho, su raza favorita era el husky siberiano.
De repente, algo le golpeó por detrás y cayó al suelo. Al darse la vuelta, fue atacado por una serie de lametones entusiastas que le llenaron la cara de babas. Aun así, se echó a reír, poniendo ambas manos sobre una cabeza peluda. Cuando logró abrir los ojos, se encontró ni más ni menos que con perro grande y de pelaje negro, resaltando así unos bonitos ojos azules. Lo reconoció de inmediato como su perro preferido.
—Hola, chico, yo también me alegro de conocerte —le dijo, rascándole el pecho.
El perro ladró alegremente finalizando con un aullido, lo que permitió que Sasuke se incorporara hasta quedarse sentado. Entonces, se dio cuenta de que el perro llevaba puesto un arnés de trineo.
—¿Te has escapado? Eso no está bien, tu dueño estará muy preocupado por ti.
Totalmente ajeno a sus palabras, el perro se tumbó en el suelo y le mostró el estómago mientras lo miraba con esos bonitos ojos. Sasuke no lo dudó y empezó a rascarle la barriga con suavidad, haciendo que el animal hiciera unos gruñidos que delataban lo a gusto que estaba.
—Vaya, pero si eres una hembra —comentó Sasuke al fijarse bien en ella. La perra se levantó, se sacudió, salpicándole de nieve en el proceso, y volvió a lamerlo con evidente alegría—. Eres preciosa, claro que sí, Sakura nunca podría competir contigo —añadió en voz baja con malicia. La perra ladró, como si hubiera entendido el cumplido y estuviera encantada por él, antes de mirarlo a los ojos con la lengua fuera y moviendo la cola—. ¿Sabes?, con esos ojos tan bonitos solo puedes llamarte…
—¡Blue!, ¿dónde estás?
Su corazón tartamudeó al escuchar esa voz. No, no podía ser, debía de haber sido su imaginación.
Sin embargo, detectó un movimiento por el rabillo del ojo y tuvo tiempo de ver a un hombre que salía de una esquina. No pudo ver bien cómo era, ya que toda su atención se centró en los ojos de este, dejándolo totalmente paralizado.
Tenía los ojos azules. Eso podía parecer algo muy común, pero no lo era, no cuando esa mirada era idéntica a la de esos ojos que no habían hecho más que perseguirlo durante dos años, atormentándolo con el conocimiento de que la persona a la que pertenecían no existía.
Pero ahí estaba.
Y, de repente, algo hizo clic en su mente.


—Bueno, ¿cómo está el cumpleañero? —pregunté sonriendo mientras acariciaba el vientre ligeramente hinchado por la comida del doncel que tenía entre mis brazos.
Naruto levantó la cabeza para mirarme con un brillo de felicidad en sus ojos. Mi novio era un doncel pero, a pesar de eso, tenía una figura ligeramente atlética, aunque seguía siendo delgada y las curvas de su cintura y sus caderas eran un tanto femeninas, sin embargo, juraba que amaba y disfrutaba de todas y cada una de las partes de su cuerpo. Tenía una piel suave y morena, que contrastaba con su cabello corto y rubio, un poco espeso y rebelde, de forma que era imposible peinarlo a menos que fueras un especialista en peluquería, por lo que siempre lo llevaba revuelto y un poco desordenado, como si acabara de tener un apasionado encuentro con un amante, cosa que yo encontraba muy sexy y me volvía loco, por lo que siempre que tenía la oportunidad, se lo revolvía aún más. Pero eran sus ojos lo que más me cautivaba, grandes y brillantes, azules como un cielo despejado y de mirada vivaz y alegre.
Sí, mi Naruto era definitivamente hermoso, tanto por fuera como por dentro. Tenía una personalidad fuerte y explosiva, así que era mejor mantenerse alejado cuando se enfadaba porque, pese a ser un doncel, no le faltaba nada de fuerza y habilidad para defenderse. Aún me entraba la risa al recordar cómo le conocí; iba de camino a casa tras mi último día de curso en la universidad cuando pasé por un callejón y oí a unos hombres que lo estaban acechando. Al reconocer a Naruto como un doncel, me dispuse a ayudarlo, pero no hizo ninguna falta; les dio tal paliza a esos tres hombres que me quedé ahí clavado con la boca abierta. Sí, la expresión que puse en aquel entonces tuvo que ser muy divertida.
Naruto no tenía problemas en plantarle cara a quien fuera, sin importarle su posición o los contactos que podría tener, si cometías una injusticia delante de él, no te salías de rositas. Discernía muy bien lo que estaba bien y lo que estaba mal, aunque podía ser comprensivo en una situación difícil. Sus ideas estaban claras, sabía lo que quería hacer con su vida y estaba dispuesto a todo por conseguirlo sin importar la dificultad, era algo que yo siempre había admirado de él.
Era muy gracioso, tenía un sentido del humor basado en la ironía y me resultaba divertido lo hábil que era peleando y, al mismo tiempo, sus movimientos torpes en situaciones cotidianas. No tenía problemas en expresar lo que sentía o pensaba, aunque al empezar a salir juntos descubrí que tenía un lado tímido que lo hacía aún más adorable. También era muy atento y cariñoso, cosa que yo agradecía dado que en mi familia éramos poco dados a los abrazos y gestos o palabras de cariño, y tenía mucha empatía, yo estaba casi seguro de que tenía una especie de habilidad para percibir las emociones de la gente ya que yo, a pesar de ser conocido como una persona fría e inaccesible, nunca pude ocultarle nada, ni siquiera al principio.
—Muy satisfecho —me dijo Naruto antes de acurrucarse en mi pecho. Le besé en la cabeza y lo abracé.
—No me extraña, te has comido cinco tazones de ramen.
Naruto se movió un poco para observarme con los ojos entrecerrados.
—Es mi cumpleaños, dijiste que podía comer lo que quisiera.
—Y lo mantengo, pero comemos ramen de Ichiraku una vez a la semana como mínimo, podrías haber escogido otro sitio.
—Cuando sea tu cumpleaños, iremos adonde quieras, pero en mi cumpleaños se come ramen de Ichiraku y punto.
Puse los ojos en blanco y le pellizqué un costado, ahí donde sabía que tenía cosquillas. Tal y como esperaba, Naruto se retorció.
—Noooo… —se quejó, buscando mi mano para que parara—. Sasuke, no, por favor, sé bueno.
Como buen novio que era, obedecí, pero solo porque ese día hacía veinte años que mi pequeño doncel había nacido. Sonreí al pensar en el regalo que iba a hacerle, de hecho, creo que ya era hora de dárselo, no me podía aguantar más, sabía que era algo que le encantaría.
Hice a un lado al doncel, que me miró con el ceño fruncido. Sentí sus ojos en todo momento detrás de mí hasta que desaparecí por el pasillo de su piso en dirección a la habitación donde dormíamos. Metí la mano debajo de la cama, sacando una caja de cartón que no iba envuelta en papel de regalo, aunque al menos le había puesto un lazo. Hice una mueca al ver que no había quedado muy bonito, pero en fin, dicen que la intención es lo que cuenta.
Al verme llegar con la caja, los ojos de Naruto brillaron aunque esa expresión desapareció al observar la caja con detenimiento.
—Sasuke, ¿por qué tiene agujeros esa caja?
Antes de que pudiera responder, un gemido salió de la misma. Mi doncel lo oyó y se levantó de un salto, mirando primero la caja, luego a mí y después otra vez a la caja.
—No puede ser —dijo, acercándose a mí y cogiéndola para dejarla en el suelo antes de empezar a abrirla—. No puede ser que lo hayas hecho. —Entonces, Naruto quitó la tapa y una cabecita peluda negra se asomó. Mi novio cogió en brazos al cachorro y lo abrazó con delicadeza para no hacerle daño—. ¡Síiiiiiiiiii! ¡Lo has hecho, lo has hecho! —chilló emocionado antes de acercarse a mí y darme un corto pero intenso beso. ¡Joder!, tendré que comprarle más perros si quiero que siga haciendo eso—. Gracias, Sasuke.
Envolví su cintura con un brazo y levanté el otro para acariciar al cachorrito.
—Se llama Blue, y es una hembra.
Al oírme, Naruto esbozó una sonrisa divertida.
—Claro, así ya tenemos un hombre, un doncel y una mujer en casa.
Me reí por la ocurrencia. La verdad era que no había pensado en ello, simplemente vi a Blue y supe que Naruto la amaría, igual que había hecho yo nada más verla.
Mi pareja se recostó en mi pecho mientras Blue estiraba el cuello en un intento de lamernos la cara a los dos. Yo los abracé y besé tiernamente a Naruto antes de decirle:
—Blue es el primer paso para nuestro sueño. Lo conseguiremos, ya lo verás.


Sasuke se quedó paralizado. Le costaba asimilar lo que acababa de ver, lo que eso significaba.
Había recordado. Era el primer recuerdo completo que tenía, esta vez estaba seguro, el que Blue hubiera ido directa a por él lo demostraba. Y por si no fuera poco, había otra prueba; ahí, delante de sus ojos, estaba su Naruto.
Con veintidós años, parecía que su cuerpo ahora era un poco más atlético, pero seguía teniendo esa figura delgada y esas caderas curvilíneas tan sensuales. El cabello dorado era un poco más largo, el cual le rozaba los hombros, aunque parecía que seguía teniendo dificultades para peinárselo, ya que estaba algo desordenado y revuelto… De repente y por primera vez en dos años, su miembro se despertó y se presionó contra sus pantalones, haciendo que sintiera la necesidad de echarse a su doncel al hombro y llevarlo a su habitación para demostrarle que él aún era suyo.
Porque así era como se sentía. Lo único que había recordado desde que se despertó en aquel hospital, habían sido sus ojos azules, esos ojos azules que le habían perseguido en sueños y que había creído que eran tan solo producto de su imaginación. Pero no había sido así, y se sentía profundamente aliviado; la persona por la que su corazón latía era real y estaba delante de él, mirándole fijamente. Parecía muy sorprendido mientras le observaba, hasta que sus ojos brillaron con algo que él reconoció como alivio y felicidad.
—Sasuke… —le oyó decir, haciendo que su corazón latiera más rápido.
¡Sí!, era real, ¡él le conocía también! Y a juzgar por cómo Blue volvió a lanzarse sobre él para darle una nueva ronda de lametones, también le conocía lo suficiente como para alegrarse de volver a verle.
—¡Sasuke! —chilló una voz femenina y gritona.
Y adiós al momento. Sasuke maldijo al reconocer la voz de Sakura, quien fue corriendo adonde estaba al ver a un enorme perro sobre él intentando atacarle.
—¡Fuera, chucho! —gritó, intentando golpearlo con el bolso para que se alejara de él.
Pero eso era lo peor que podía hacer. Blue detectó la energía hostil de la mujer y se dio cuenta de que estaba atacando, por lo que se giró y empezó a ladrar enseñando los dientes. Sakura, al ver los colmillos de la perra, se apartó de ella con un grito y se volvió hacia Naruto, que ya había reaccionado y corría hacia ellos para evitar que Blue saliera herida.
—¡Blue, tranquila! —gritó cuando estuvo cerca.
Al verle, Sakura intuyó que era el dueño de la perra y, furiosa, se dirigió a él.
—¿Qué hace dejando a ese animal salvaje suelto? ¡Nos ha atacado! —y dicho esto, en un ataque de ira, empujó a Naruto con violencia. No era lo bastante fuerte como para tirarlo al suelo, de hecho, no habría podido ni moverlo si no fuera porque el doncel estaba tan sorprendido ante tanta hostilidad.
Sin embargo, Blue sí vio el empujón e interpretó que su amo estaba en peligro. Sin pensárselo dos veces, y antes de que Sasuke pudiera hacer algo para evitarlo, la perra saltó y corrió entre gruñidos hacia Sakura.
Por fortuna para ella, Naruto la vio venir y tiró al suelo a la mujer antes de lanzarse sobre Blue y tumbarla en el suelo. Al ser un husky siberiano, su perra era grande y bastante fuerte, más aún tras el entrenamiento para que tirara del trineo, por lo que tuvo que sujetó su cuerpo entre sus piernas y la abrazó del cuello mientras esta le ladraba ferozmente a Sakura, la cual la miraba aterrorizada.
—Ya, Blue, tranquila, tranquila, no pasa nada, nadie va a hacerme daño —susurraba Naruto en sus orejas, las cuales estaban aplastadas contra la cabeza del animal.
Sasuke se levantó entonces y, en vez de ir corriendo a ver cómo estaba Sakura, que era lo que ella esperaba, fue hacia Naruto y Blue y se agachó.
—Ya está, preciosa, ya está —le canturreó a la vez que ponía su mano sobre su hocico para que la oliera.
Blue olfateó y reconoció su olor, así como sintió la energía tranquila que transmitía Sasuke. De modo que se relajó poco a poco, aunque miraba por el rabillo del ojo a Sakura, que los observaba con indignación.
Poco dispuesta a permitir que se saliera con la suya, se levantó, limpiándose como pudo su ropa y señaló a Naruto con un dedo.
—Ese animal está fuera de control, ¡deberían sacrificarlo!
Naruto sintió cómo todos los músculos de su cuerpo se tensaban. Normalmente no era una persona violenta, pero si alguien se metía con sus perros, la cosa no acababa bien para el que se atrevía a insultarlos, puesto que él los veía como si fueran sus hijos.
Sin embargo, antes de que pudiera planear hacer algo, Sasuke se incorporó y le lanzó una mirada furibunda a la mujer. Él había acogido a Blue y, aunque no lo recordaba, estaba seguro de que la había criado junto con Naruto, de modo que nadie le pondría la mano encima.
—Has sido tú la que ha atacado a Naruto, ¿es que no sabes que no hay que atacar al dueño de un perro estando este delante? —replicó con brusquedad.
Sakura se encogió un poco. No había esperado que Sasuke se comportara de esa manera después de haber intentado salvarle de ese chucho.
—Pe-pero, Sasuke, ese animal te estaba…
—Blue solo jugaba conmigo, no me ha hecho ningún daño.
—Está claro que usted no es de por aquí —dijo una nueva voz.
Sasuke y Sakura se giraron hacia el recién llegado. El escándalo que había provocado la mujer al ver a Sasuke siendo supuestamente atacado por Blue, había provocado que la gente de la calle y de las casas más cercanas fuera a ver qué ocurría. Sin embargo, al ver que solo era Blue, no le habían dado importancia hasta que habían visto cómo la mujer atacaba a Naruto. La gente de Nome conocía muy bien a los perros, formaba parte de su cultura y sabían que la perra solo se había lanzado contra la mujer para proteger a su dueño, por lo que no había uno solo que culpara a la pobre Blue.
Entre ellos, estaba un hombre joven con el pelo corto castaño y ojos oscuros y de mirada afilada. Llevaba una gruesa chaqueta con una capucha decorada con pelo, unos pantalones de algodón gordos, botas y guantes. A su lado, caminaba un enorme perro blanco que le llegaba hasta un poco más arriba de la cintura.
Este miró primero a Naruto, que aún inmovilizaba a Blue.
—¿Necesitas ayuda? Blue no es tan grande como Akamaru, pero sigue teniendo mucha fuerza.
—Puedo con ella, Kiba, gracias.
Este asintió y al siguiente al que se dirigió fue a Sasuke, que lo observaba con el ceño fruncido, tratando de descifrar la relación que tenía con Naruto, aunque no parecía que fueran pareja a juzgar por lo tranquilo que estaba.
—¿Estás bien, amigo?
Él asintió sin pensarlo.
—Estábamos jugando. Solo me ha dado un susto cuando ha saltado sobre mí.
Kiba parpadeó.
—Vaya, qué raro. Blue no suele acercarse a los desconocidos.
Sasuke no pudo evitar sonreír antes de mirar a Naruto. Parecía tenso, y sus ojos tenían una mirada triste. No supo qué había provocado eso, pero sintió el impulso de acercarse y abrazarlo hasta que esbozara la misma sonrisa feliz que le dedicó cuando le regaló a Blue. Sin embargo, la voz de Kiba evitó que hiciera nada.
—En cuanto a ti, si no te gustan los perros, has escogido el peor lugar del mundo para ir de vacaciones.
Sakura lo fulminó con la mirada.
—Estoy aquí por trabajo.
Kiba levantó una ceja, la miró de arriba abajo y luego buscó a Naruto con la mirada.
—No aguantará una semana aquí —declaró, haciendo que el doncel soltara una risita. Ni Sasuke ni Sakura entendieron lo que quería decir, pero no tuvieron oportunidad ya que Kiba volvió a dirigirse a esta última—. Será mejor que te alejes de aquí. Blue es un trozo de pan pero te considera una amenaza y no dudará en cazarte por atacar a su dueño.
Pese a que Sakura quería tener la última palabra, la forma en que la perra seguía gruñendo hizo que su sentido de supervivencia prevaleciera.
—Vamos, Sasuke —le llamó, pero él no tenía ninguna intención de irse.
—Ve tú, yo iré más tarde.
—Pero…
—Ve.
Sakura no entendía qué quería hacer allí con esos paletos que andaban con perros, sin embargo, no quería seguir cerca de los animales, así que obedeció y se fue. Por otro lado, Sasuke se acercó a Naruto, quien soltó a Blue cuando consideró que la mujer se había alejado lo suficiente como para que ella no la considerara una amenaza.
—Siento el numerito —le dijo con sinceridad.
El doncel le sonrió. La manera en que le miraba hizo que se derritiera por dentro.
—No se preocupe, la culpa ha sido mía. Es la primera vez que Blue se escapa. —La formalidad con la que lo trataba le confundió. Se suponía que ellos eran pareja, Naruto tendría que haberle abrazado y empezado a contarle todo lo que sabía sobre él, todo lo que habían pasado juntos.
Él se moría de ganas por hacerlo. Sin embargo, creyó prudente explicarle su situación y ver cómo reaccionaba.
—¿Sabes? Hace dos años, tuve un accidente y sufrí pérdida de memoria. No recuerdo nada. —Naruto, así como Kiba, se sobresaltó. No había esperado que soltara eso—. Pero tú me resultas muy familiar, ¿nos conocemos?
Esperaba que así Naruto le dijera algo, o le explicara al menos por qué tanta formalidad. Cabía la posibilidad de que hubieran roto y él no lo recordara, porque era la única explicación que encontraba para que en esos dos años no hubiera estado con él.
Aunque le dolía pensar que se hubieran separado. Todavía le quería, lo había hecho incluso cuando creía que los vagos y escasos recuerdos que tenía sobre él no eran reales. Había deseado infinidad de veces que la persona a la que pertenecían esos ojos azules existiera de verdad y ahora la tenía delante de él. No dejaría pasar esa oportunidad; si había pasado algo entre ellos, lo solucionaría.
Mientras esperaba a que Naruto respondiera, observó detenidamente sus expresiones. Entonces, se dio cuenta de que el doncel era como un libro abierto para él; vio que había algo que deseaba decir, pero había mucha incertidumbre en sus ojos. Al final, supo que había tomado una decisión, y no una buena, ya que parecía muy triste.
—Lo siento, pero no nos conocemos.
Pese a que lo esperaba, insistió:
—¿Seguro?
Y ahí estaba la incertidumbre otra vez. Esta vez dudó menos, pero el caso fue que dudó. Una persona que no le conociera de nada no habría dudado, ¿verdad?
—Lo lamento.
Sasuke no acababa de tragárselo, sin embargo, tampoco podía hacer mucho en ese momento, y menos todavía con público delante. Su cerebro trabajó más rápido que nunca, buscando una forma de entender lo que estaba ocurriendo. Por ahora, Naruto quería actuar como si no se conocieran y, teniendo en cuenta la poca información que tenía sobre él, lo respetaría. De momento, lo investigaría e intentaría recordar algo más sobre él. Se le ocurrió que también podría intentar acercarse al doncel y conocerlo, puede que eso le ayudara a hacer memoria y acabara descubriendo qué le hizo para que ahora actuara como si esa fuera la primera vez que se veían.
Conforme con su plan, le tendió la mano.
—Entonces perdona las molestias. Soy Sasuke Uchiha.
El doncel frunció un poco el ceño, pero le estrechó la mano. A Sasuke le habría gustado que ninguno de los dos llevara guantes para poder tocar su piel.
—Naruto Uzumaki.
Y encima se llamaba tal y como recordaba. Eso no era posible, ¿verdad? Si lo que había visto había sido un falso recuerdo o algún tipo de fantasía, ¿por qué sabía el nombre de un completo desconocido? Además, ¿cuántas personas había en el mundo que tuvieran ese mismo nombre?, y más aún en Alaska.
Entonces, Kiba se adelantó también para presentarse. Sasuke habría preferido seguir concentrándose en Naruto, pero por el momento, tenía que comportarse, y más aún si este era amigo suyo. Si quería estar cerca de él, debía causarle una buena impresión, y eso significaba ser amable con sus amistades, aunque ahora mismo fuera un poco molesto.
—Kiba Inuzuka, es un placer. Y este de aquí es mi fiel y leal compañero, Akamaru.
—Lo mismo digo.
—Veo que a ti sí que te gustan los perros —comentó Kiba, viendo la forma en que Akamaru se había acercado para olfatear a Sasuke, que no dudó en acariciarlo y rascarle detrás de las orejas, provocando que el animal hiciera un gruñido de puro gusto.
—Mucho —respondió sin pensarlo dos veces con una sonrisa.
Kiba le devolvió el gesto.
—Entonces aquí encajarás a la perfección. Si necesitas cualquier cosa, yo trabajo en la clínica veterinaria con mi familia, solo tienes que pasarte y darme un toque. Además, Naruto y yo podríamos enseñarte la ciudad y sus alrededores —dicho esto, su rostro se iluminó—. ¡Oye, ahora que lo pienso!, seguro que nunca has subido en un trineo tirado por perros.
—Pues no. —Sasuke esperaba que Kiba sugiriera lo que él creía.
Y así fue, porque el hombre señaló a Naruto.
—Seguro que a Naruto no le importaría que te dieras una vuelta con él un día.
Estaba equivocado, esto era mucho mejor que lo que había imaginado. Miró al susodicho, quien tenía una expresión bastante tensa en el rostro.
—Kiba, el señor Uchiha está aquí por negocios, como ha dicho la mujer. No creo que tenga tiempo para eso.
—En realidad, solo he venido para un par de reuniones, así que tengo bastante tiempo libre —se apresuró a añadir Sasuke antes de observar a Blue—. Además, creo que Blue y yo nos hemos hecho amigos, ¿no es así?
Y como si la perra entendiera, ladró dos veces y movió la cola antes de acercarse a él para pedirle más caricias. Por otro lado, Naruto apartó la vista, aunque se dio cuenta de que entre Kiba y Blue lo habían acorralado.
—Bueno… supongo que está bien.
A Sasuke le costó muy poco percibir la incomodidad de Naruto, así que, muy a su pesar, decidió marcharse al hotel. Le vendría bien calmarse un poco, tenía demasiadas emociones encima por ese encuentro y, además, quería intentar recordar algo más sobre Naruto y él.
—Entonces te pediré un día ese paseo —comentó, haciendo que Kiba esbozara una enorme sonrisa—, ¿cómo puedo ponerme en contacto contigo?
Antes de que Naruto pudiera hacer nada, Kiba se le adelantó y le dio ni más ni menos que su número personal. Sasuke estuvo a punto de darle las gracias por estar haciendo las cosas más fáciles para él.
—De todos modos, si no puedes localizarlo, avísame y yo me haré cargo —añadió el hombre. Sí, Kiba le estaba poniendo a Naruto en bandeja.
—Gracias por todo y, de nuevo, siento lo que ha hecho Sakura, de verdad —le dijo a Naruto.
—No se preocupe, no ha pasado nada.
Después de eso, Sasuke regresó al hotel, donde sabía que tendría una discusión con Sakura sobre lo que había pasado. Tampoco es que le importara demasiado, él ganaría debido a la devoción que ella le tenía y él podría retirarse a su habitación, calmar los nervios que le había provocado su encuentro con Naruto e intentar seguir recordando más sobre él. Había pensado en investigarlo, pero tal vez no era necesario si conseguía estar cerca del doncel.
Ese pensamiento le hizo sonreír.


—¿Qué diablos estás haciendo? —le preguntó un muy enfadado Naruto a Kiba.
Tras asegurarse de que Sasuke estaba lo suficientemente lejos como para no oírlos, se había encarado a su supuesto amigo, que en esos momentos le acompañaba hasta su trineo.
Kiba se encogió de hombros.
—Ser un buen amigo y ayudarte a ligar.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no necesito un hombre en mi vida?
En ese instante, el hombre se detuvo y se plantó frente a él.
—Naruto, te conozco desde hace dos años, puede que no sea mucho tiempo, pero te aprecio lo suficiente como para que me desagrade esa mirada triste que tienes siempre en tus ojos. Tanto yo como el resto del grupo cree que necesitas pareja urgentemente y, ¡mira por dónde!, un semental nos ha caído del cielo —dicho esto, juntó las manos como si estuviera rezando y levantó la mirada hacia arriba—. Señor, creía que te reías de mí cada vez que te pedía que me ayudaras a encontrarle un hombre al tonto de mi amigo, pero ya veo que solo necesitabas un poco de tiempo para traerlo hasta aquí en un viaje de negocios.
El doncel hinchó los mofletes, disgustado, y le dio un puñetazo en el hombro.
—¡Ay!
—No quiero un hombre y, por si no te has dado cuenta, ese semental que tú dices tiene novia.
Kiba le quitó importancia con un gesto de la mano.
—No por mucho tiempo.
—¿Qué quieres decir?
—¿Has visto cómo la ha despachado solo para poder quedarse a hablar contigo?, es evidente que le gustas, y mucho.
Naruto puso los ojos en blanco y llegó a su trineo, donde guio a Blue hasta su sitio como perro guía para enganchar su arnés al vehículo.
—No quiero a un hombre al que se le van tan rápido los ojos con un desconocido.
—Si eso pasa es porque ya hay problemas en esa pareja. ¡Vamos, Naruto!, no pierdes nada por intentarlo y de verdad a los chicos y a mí nos gustaría verte con alguien.
—En vez de malgastar el tiempo conmigo, deberías malgastarlo en buscarte una novia o doncel para ti.
Kiba resopló.
—Aún queda mucho para que ese momento llegue y, además, estamos hablando de ti. Venga, Naru, es el primer hombre que veo que te gusta.
Al oír esas palabras, Naruto se tensó y se dio la vuelta para enfrentarse a Kiba.
—¡No me gusta!
—Entonces, ¿por qué te has puesto rojo hasta las orejas?
El doncel notó entonces que su cara estaba ardiendo y, totalmente humillado por las risotadas que soltaba Kiba, se subió a su trineo y dio la orden para que se pusieran en marcha.


Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia ha salido de mi imaginación.

2 comentarios:

  1. Como este fanfic ya está terminado, tendrás un capítulo diario de lunes a viernes ;)
    Un doncel, en el género Mpreg, es una persona "hermafrodita" con apariencia de hombre, pero que puede quedarse embarazado.
    Me alegra mucho que te haya gustado ^^

    ResponderEliminar