Capítulo 11. La maldita noche del anuncio oficial
Naruto se despertó sobresaltado y jadeando. Por un segundo, se sintió
desorientado al no encontrarse en el puerto, hasta que reconoció su habitación
y se dio cuenta de que solo había sido una pesadilla. Soltó una maldición y
enterró el rostro entre sus manos, atormentado por ese recuerdo y la sensación
de culpa que lo embargaba cada vez que pensaba en ello.
El dolor lo asaltó, atroz.
Pese a que ya habían pasado muchos años desde entonces, y que ya había
superado la pérdida, ese sentimiento de culpa que lo acompañaba le impedía
terminar de sanar sus heridas. El no saber si sus poderes tuvieron algo que ver
con aquella tragedia era un miedo que siempre lo había acechado, porque temía
estar en lo cierto y que él… que é hubiera…
Se estremeció, rememorando aquella escena, y saltó de la cama. No quería
estar solo, no podía soportar el silencio de su habitación, era como si pudiera
escuchar a su propia cabeza diciéndole lo que él ya suponía, lo que más le
aterraba en el mundo. Así que, sin pensar muy bien en lo que hacía, salió de
sus aposentos y fue directamente a los de Sasuke. En el fondo, le sabía muy mal
despertarlo a esas horas y más aún por una maldita pesadilla, pero… tenía
miedo. Y con él, se sentía seguro.
Llegó a la puerta de su habitación y llamó suavemente. No quería ser brusco
y asustarlo, sobre todo después de lo que había pasado; primero el afrodisíaco
que usaron contra él, y hace dos días un sicario intentó secuestrarlo, por no
hablar del cabrón que probablemente había planeado ambos atentados y que aún
seguía por ahí, tal vez maquinando algo nuevo que usar contra ellos.
Cuando Sasuke abrió, Naruto se quedó con la boca abierta. Ya sabía que su
prometido solía dormir con solo unos pantalones puestos, y no es que fuera la
primera vez que lo veía medio desnudo… pero esa vez, lo encontraba
especialmente irresistible. El varón era bastante alto hasta para él, de metro
noventa y poco, con espaldas muy anchas y grandes hombros que descendían por
unos fuertes brazos y unas manos ásperas y muy masculinas; la cintura era más
estrecha, haciendo que su figura robusta no pareciera simplemente un bloque de
piedra, sino algo muy sensual y erótico; su vientre estaba perfectamente
definido por unos marcados abdominales, que se contraían de un modo incitante
cada vez que respiraba, como el resto de sus músculos, que parecían tensarse
levemente con cada movimiento; su pálida piel solo acentuaba su duro cuerpo, como
si los dioses lo hubieran cincelado en granito, la cual no tenía nada de vello
corporal, sabía que Sasuke se depilaba desde que estaba allí, como todos los
hombres del Reino del Fuego, para poder soportar mejor el calor; su cabello
negro, que acariciaba levemente sus hombros, resaltaba sobre su tez, haciéndolo
ver más brillante, y sus ojos negros tenían una mirada firme y potente, intensa
y abrasadora.
Naruto sintió la boca seca y su entrada muy mojada. Eso lo dejó un poco
consternado; vale que sus encuentros con Sasuke eran apasionados y que
disfrutaba con su toque, pero nunca antes había reaccionado de esa forma ante
él, ni con ningún otro hombre…
Por otro lado, el Uchiha se había sorprendido al ver a Naruto, pero su
inesperada visita le había alegrado mucho, ya que desde que estaba en su ciclo
fértil, no había podido pasar la noche a su lado y, aunque no lo admitiría en
voz alta, echaba de menos tenerlo entre sus brazos. Había estado a punto de
preguntarle qué hacía allí cuando se había dado cuenta de que su prometido lo
estaba devorando con los ojos. De arriba abajo. Y de una forma muy poco
inocente.
Eso hizo que se le pusiera muy dura y que sonriera un tanto triunfal. Le
gustaba que su rubio lo mirara como si quisiera pasar las manos y la lengua por
todo su cuerpo, como si estuviera a punto de lanzarlo contra la cama, sentarse
a horcajadas sobre él y montarlo entre gritos de placer hasta que suplicara
clemencia.
Joder, cuánto deseaba que hiciera eso.
Queriendo seducirlo, flexionó sus músculos, contemplando con una sonrisa
traviesa cómo a su prometido se le escapaba un jadeo y se ponía totalmente
rojo. Sabía que lo deseaba, que quería rendirse a sus besos y caricias, que
necesitaba tocarlo tanto como él; por eso, se quedó parado cuando Naruto le
dijo:
—Lo siento, no tendría que haber venido.
Sasuke se quedó con la boca abierta, viendo cómo daba media vuelta y se
alejaba.
¿Pero qué coño…?
Fue tras él sin pensarlo y le cogió de la muñeca. El rubio se negó a
mirarle, todavía sonrojado.
—Naruto, ¿qué ocurre?
—Nada, ha sido una tontería.
Él frunció el ceño.
—Tú no me buscarías a estas horas por una tontería.
—Pues esta vez sí.
—Naruto —dijo con firmeza—, dime lo que te pasa, aunque creas que es una
tontería, por favor —añadió en un tono más suave.
Vio que había logrado ablandarlo con su petición al ver la duda en sus
ojos. Aprovechando ese momento de distracción, y sin soltarle la muñeca, se
acercó a él hasta quedarse pegado a su cuerpo y envolver con su otro brazo su
cintura. Su gesto no pasó inadvertido para su prometido, el cual se puso rojo
de nuevo, pero no se alejó de su abrazo e incluso se apoyó en él. Sasuke no
desperdició esa oportunidad y le frotó la espalda y el cuero cabelludo para
relajarlo.
—Por favor —volvió a pedirle en un susurro, acorde con sus caricias.
Naruto cayó bajo el hechizo de sus manos y se aferró a su musculoso cuerpo.
Por poco gimió al sentir sus duros hombros bajo sus dedos.
—Solo…
—¿Qué? —lo animó a seguir Sasuke con esa voz baja y varonil, seductora, que
hacía que su piel se erizara.
—Solo era… una pesadilla —terminó admitiendo, en parte avergonzado porque
sabía lo estúpido que era haber ido a buscarlo por un simple sueño.
Sin embargo, el príncipe del Hielo solo sonrió. Le gustó que su prometido
hubiera ido a refugiarse en él antes que con cualquier otra persona, como Lee o
Iruka, puede que hasta Gaara a pesar de la difícil situación en la que estaba
su relación; el caso era que, al sentir miedo, el primero al que había acudido
era a él.
Lo estrechó entre sus brazos, queriendo transmitirle seguridad.
—Tranquilo, no pasa nada —dicho esto, se dio cuenta de que estaban en mitad
del pasadizo y se sintió intranquilo. No había olvidado que había un tipo por
ahí suelto que había contratado a un jodido asesino para secuestrar a Naruto y
violarlo. Echó un vistazo a ambos lados con desconfianza—. Ven.
No le dio tiempo a protestar, simplemente lo levantó y lo llevó consigo a
su habitación antes de cerrar la puerta con el pie y luego echar la llave.
—Sasuke, ¿qué estás…?
—El tío que contrató al sicario aún anda por ahí —comentó mientras lo
llevaba a la cama y lo depositaba suavemente sobre esta—, es mejor no correr
riesgos.
Naruto lo meditó unos pocos segundos y asintió.
—Tienes razón.
Sasuke se sentó a su lado y los instó a ambos a tumbarse. Después,
reacomodó a su prometido sobre su cuerpo, de forma que acabaran abrazados y
cara a cara. Mentiría si dijera que no estaba contento por poder tenerlo otra
vez en sus brazos, sabía que el ciclo de Naruto aún no había terminado, de
hecho, esa era su última noche, pero, al parecer, el rubio lo había pasado lo
suficientemente mal como para soportar el contacto físico con él.
—¿Quieres hablarme de tu pesadilla? —le preguntó mientras acariciaba los
suaves mechones que enmarcaban su rostro. Ver cómo este se descomponía por el
dolor hizo que se diera cuenta de que había sido un sueño bastante malo,
después de todo, su prometido era fuerte y no se asustaría por una cosa
pequeña—. No hace falta si no quieres.
Naruto cerró los ojos y se acurrucó en su pecho, como si necesitara
consuelo. Sasuke no dudó a la hora de abrazarlo con fuerza, dándoselo.
—Era un recuerdo —dijo finalmente—, sobre mis padres.
No necesitó más para saber lo que había soñado.
La muerte de sus padres.
—Lo siento mucho —susurró, besándole la cabeza.
—… Hay algo que nadie sabe —admitió el rubio, haciendo que Sasuke frunciera
el ceño—. Iba a ser una sorpresa para el reino cuando mis padres regresaran de
su viaje. Solo yo lo sabía.
—¿Qué? —preguntó Sasuke, tenso.
Naruto se estremeció.
—Mi madre… estaba embarazada.
… Oh, joder.
Naruto había tenido un hermano, o lo habría tenido si sus padres no… Ni
siquiera tuvo la oportunidad de nacer. Un escalofrío lo recorrió entero al
pensar que a él le habría podido ocurrir con Itachi; puede que él no fuera la
persona más cariñosa del mundo, pero su hermano era una de las personas a las
que más quería en el mundo y la sola idea de perderlo le producía una sensación
muy desagradable. Tal vez su prometido no había llegado a conocer al suyo, pero
se imaginaba la ilusión que le habría hecho saber que iba a tener un pequeño
hermanito siendo un niño, Itachi solía decir que se volvió loco de alegría
cuando supo que él iba a nacer.
Estrechó al rubio más fuerte, notando cómo este parecía hacerse una bola
entre sus brazos.
—Lo siento. Lo siento muchísimo, Naruto.
Este asintió mientras se aferraba a su cuerpo. Sasuke le frotó la espalda,
ofreciéndole consuelo, y plantó besos suaves en su cabeza. Naruto solo se dejó
hacer, permitiendo que su prometido aliviara el intenso dolor de su pecho.
Cuando era niño, siempre quiso un hermano. No estaba muy seguro de la
razón, pero le había gustado la idea de tener a alguien con quien compartirlo
todo y al que cuidar, una persona que estaría a su lado siempre, pasara lo que
pasara.
Pero todo terminó con aquella explosión. Sus padres y su hermano no nato
murieron en un mar de llamas mientras el barco en el que iban se hacía pedazos,
perdiéndose entre las olas, y él… él…
Tembló solo de pensar en esa posibilidad.
—Hay… una cosa más —reconoció, apartándose un poco de Sasuke, que lo miró
desconcertado.
—¿Qué?
Tragó saliva antes de confesarle otro de sus secretos.
—Una vez te dije que los creadores teníamos muchas habilidades, ¿verdad?
—Su futuro marido asintió y él le mostró la palma de la mano—. Esta es otra.
Sasuke contempló intrigado la palma de su prometido, pegando un salto
cuando, de repente, de esta brotó una llama.
—¡Joder! —se le escapó del susto, haciendo que Naruto sonriera un poco,
divertido.
—Es guay, ¿a que sí?
El Uchiha volvió a acercarse, observando fascinado el fuego que crepitaba
sobre la piel del rubio.
—¿No te quema?
—El fuego no puede dañarme. Podría estar en el centro de una hoguera
ardiendo y salir sin un solo rasguño, puedo crearlo de la nada y controlarlo —dicho
esto, hizo una pequeña pausa, durante la cual todas las velas y antorchas de la
estancia se encendieron de repente, dejándola bien iluminada y sobresaltando a
Sasuke, que se quedó… bastante impresionado.
En ese momento, recordó el incidente con el Consejo en el que se
incendiaron las antorchas de repente hasta el punto de quemar una de las
cortinas que había cerca. Ya en ese momento sospechó que tuvo algo que ver con
Naruto, pero no imaginaba que fuera capaz de controlarlo.
—Así que aquel día que se incendió una cortina mientras discutías con
Danzo…
Naruto hizo una mueca.
—No fue algo planeado. Como con la transformación, mis poderes se
manifiestan cuando mis emociones son muy fuertes. —Hizo una pausa en la que sus
facciones se volvieron sombrías—. Cuando mis padres se fueron a aquel viaje, yo
apenas había empezado a aprender a usar mis poderes. Todo iba bien, era un
bonito día y yo estaba junto a Iruka, ilusionado porque cuando mis padres
volvieran anunciarían al reino que estaban esperando un hijo. Entonces, cuando
el barco casi había salido del puerto, estalló, sin más. —Se estremeció de la
cabeza a los pies, las imágenes eran tan nítidas que casi era como si lo
tuviera delante—. Me acuerdo de que la popa del barco estaba en llamas, y que
había muchísimo humo. Desde donde estaba no podía ver a nadie, pero escuchaba a
la tripulación gritando órdenes. Luego, hubo otra explosión, más fuego y aún
más humo, tanto que la ceniza acabó llegando hasta donde estábamos. Gai y sus
soldados cogieron varias embarcaciones para ir a ayudar, pero el viento era muy
flojo y sabía que no llegarían a tiempo.
Sasuke no necesitó que continuara para saber lo que hizo.
—Usaste tus poderes para controlar el fuego.
Naruto asintió y cerró la mano donde ardía la llama en un puño, extinguiéndola.
Luego, miró hacia los candelabros de la habitación, mostrándole cómo las
pequeñas luces se apagaban una por una, sin necesidad de tocarlas, simplemente
se desvanecían.
—Lo intenté —confesó con tristeza—. Nunca antes había intentado controlar
un fuego tan grande, pero pensé que lo estaba consiguiendo, habría jurado que
las llamas estaban bajando… pero, de repente, el barco estalló otra vez,
arrasándolo todo —dicho esto, cerró los ojos con fuerza—. A veces…
—¿Qué? —preguntó Sasuke, sin gustarle nada su expresión de dolor.
Cuando Naruto abrió los ojos otra vez, estos estaban atormentados.
—A veces creo que tal vez fue mi culpa. Que mis poderes provocaron la
última explosión.
La primera reacción de Sasuke fue como si un viento frío soplara dentro de
él. No fue tanto por creer que Naruto hubiera tenido algo que ver, ni siquiera
se le pasó por la cabeza que pudo hacerlo sin querer, sino porque se dio cuenta
de cómo se sentía su prometido. Frunció el ceño y le cogió del rostro con
firmeza para que lo mirara a la cara.
—Eh, tú no hiciste nada malo. ¿Entiendes?
—Pero y si…
—Nada de “y si”, has dicho que las llamas estaban bajando, ¿verdad? Pues
eso es que estaba funcionando, Naruto, les estabas ayudando. Me duele decírtelo
así, pero lo más seguro es que el fuego alcanzara un cargamento con algo
inflamable y por eso la última explosión fue más grande. Estoy totalmente
seguro de que tus poderes no tuvieron nada que ver, así que deja de pensar que
fue tu culpa, ¿entendido?
—Pero… —intentó replicar Naruto, pero Sasuke tomó su rostro entre sus manos
y le lanzó una mirada de pocos amigos.
—Si vuelves a decir pero, habrá consecuencias —le advirtió.
—Pero, ¡mmm! —No pudo seguir hablando, porque el Uchiha aplastó sus labios
contras los suyos, así que lo único que pudo hacer fue gemir al sentir esa
húmeda lengua dominando la suya.
Su cuerpo ardió al instante, como si tuviera brasas bajo la piel, por lo
que cada caricia de las manos de su prometido dejaban un rastro de fuego que le
hizo arquearse, anhelando que sus dedos exploraran partes de su ser que nadie
había tocado antes. Esta vez, no pudo resistirse a su inesperado asalto y se
dejó hacer, devolviéndole el beso entre gemidos y sometiéndose a su experta
lengua, que jugaba con él, seduciéndolo a entregarse por completo, cosa que
hizo sin pensarlo. Sus manos buscaron rápidamente su torso, delineando los
fuertes músculos, que se flexionaban bajo su curioso toque, como si entonaran
una melodía de poder y fuerza para él.
Cuando Sasuke se colocó sobre él, no dudó en abrir las piernas para dejarle
espacio. Sentir sus cuerpos tan unidos provocó otra oleada de humedad en su
entrada que le hizo gemir más fuerte, haciendo que Sasuke gruñera complacido y
que rompiera el beso para deslizar sus labios por su cuello, lamiendo, chupando
y, por fin, mordiendo. La sensación de los dientes de ese sexy varón sobre su
piel siempre lograba que su miembro le doliera.
—¡Aaah! —jadeó, fuerte.
—Eso es, Naruto —ronroneó Sasuke en su oído antes de mordisquear su lóbulo
y meter una mano por debajo de su camiseta de dormir, haciendo que gimoteara—.
Deja de pensar y siénteme.
El rubio obedeció dócilmente, permitiendo que su amante le quitara la
camiseta y lo dejara medio desnudo. Sasuke no dejó de jugar con su cuello
mientras que sus manos acariciaban su torso, desde su vientre plano hasta los
sensibles pezones, que ya estaban erizados por el placer y la expectación. Aun
así, cuando el hombre empezó a pellizcarlos suavemente con los dedos, Naruto no
pudo evitar aferrarse a sus hombros con fuerza y prácticamente chillar de
placer, lo que provocó que Sasuke sonriera y dejara húmedos besos por su
garganta, descendiendo hasta su pecho y después hasta uno de sus pezones. En
cuanto le dio un mordisco, no muy fuerte, solo lo suficiente para lanzarle una
erótica descarga de puro placer, el creador se arqueó y gritó, notando cómo su
entrada se mojaba cada vez más. Se le escapó un gemido de desesperada
necesidad, nunca había estado tan húmedo ni tampoco había sentido palpitaciones
en su sexo, lo que le dejó una extraña sensación de dolor y deseo.
Entonces, hizo algo que jamás pensó que llegaría a hacer con un hombre;
arqueó las caderas y se frotó contra Sasuke. Le gustó escuchar cómo a este se
le escapaba un jadeo de sorpresa y excitación pero, sobre todo, le encantó
sentir cómo su dura polla acariciaba la suya, aliviando un poco ese extraño
calor que sentía entre sus piernas. Cuando el varón se restregó más firmemente
contra él, tomando el control y simulando duras embestidas, Naruto no pudo
contener otro grito, sintiendo cómo su miembro también empezaba a palpitar y
que su humedad estaba manchando su ropa interior. No le importaba, lo único que
quería era sentir a Sasuke, piel contra piel, enredarse con su cuerpo y
fundirse con él.
—Mierda, Naruto —murmuró este, que había vuelto a apoderarse de su boca
para besarlo vorazmente al mismo tiempo que seguían frotándose—. Nunca te había
visto tan caliente como ahora… —admitió con la voz ronca por la lujuria.
—Aaah… Es por el ciclo… —jadeaba Naruto, inmerso en la neblina del placer.
Sasuke se quedó quieto al oír eso, desorientado.
—¿Qué?
El rubio gimió adolorido. No quería que se detuviera.
—Por favor, Sasuke, no pares.
Este soltó una maldición. Más de una noche había fantaseado con que su sexy
esposo le dijera esas palabras, concretamente mientras estaba bajo su cuerpo,
siendo embestido de un modo no especialmente dulce (sí, lo sabía, no era lo
mejor para su primera noche juntos, era algo en lo que tenía que trabajar),
pero no había imaginado que se lo diría tan pronto, y menos aún solo para poder
frotarse.
Joder, ¿qué coño le diría cuando follaran? No estaba seguro de poder ser
amable con él como le suplicara de esa forma… o con algo más fuerte.
Sin querer torturarlo, deslizó una mano por su espalda desnuda, lentamente,
hasta su trasero, y la dejó ahí un momento para saber si ese toque, más íntimo
que el que habían tenido hasta el momento, era bienvenido. Su sensual rubio
jadeó suavemente y siguió frotándose contra su polla, haciendo que le doliera y
que deseara librarse de sus malditos pantalones. Lo tomó como que no le
molestaba.
Con un gruñido, clavó los dedos en esa dulce nalga y volvió a frotar su
miembro contra el suyo, más duramente, procurando que no hubiera ni un
milímetro de separación entre ellos. La respuesta de Naruto fue arañarle la
espalda, haciéndole gemir de placer, y arquearse contra él, echando la cabeza
hacia atrás.
—¡Aaaaaaah! Sí, Sasuke, ¡sí!
… Mierda, ni de coña podría ser tierno con él la primera noche como soltara
cosas así. No era solo que sus sonidos eran como una seductora música para él,
sino que además su cuerpo se veía totalmente erótico con esas mejillas
sonrojadas, los labios entreabiertos, los pezones erguidos y su pequeño miembro
tan duro como el suyo. Si probaba su entrada y era tan húmeda como decían las
leyendas, no podría mantener el control sobre sí mismo, lo follaría hasta que
no pudieran moverse ninguno de los dos.
Así que lo mejor era no quitarse los pantalones, ninguno de los dos. Naruto
tenía su ciclo fértil y estaba bastante seguro de que ninguno estaba preparado
para tener hijos aún… Al pensar en ello, recordó lo que el rubio había dicho de
su ciclo y le preguntó entre jadeos:
—¿Qué decías de tu ciclo? —Sin embargo, el creador no parecía escucharlo,
estaba disfrutando a lo grande de sus embestidas entre gemidos que solo
conseguían ponerlo aún más duro. Podría haber dejado las cosas ahí y limitarse
a disfrutar de la nueva experiencia que compartía con Naruto, pero necesitaba
saber qué había querido decir—. Naruto, dime lo que querías decir o te juro que
paro. —Era mentira, ¿cómo coño podría apartarse de él cuando el único alivio
que recibía su dolorida polla era frotarse contra él?
Sin embargo, su prometido cayó en la trampa y lo miró.
—No —susurró con un gemido, pasando sus manos por su pecho para que sus
palmas rozaran sus pezones, provocando que contuviera un gruñido—. Por favor,
Sasuke, no te detengas.
Esta vez, fue él quien no pudo evitar gemir antes de apoderarse de esa
boquita que no hacía más que provocarlo, aunque lo hiciera de forma
inconsciente. Se sintió muy complacido cuando Naruto le devolvió el beso con
pasión y envolvió los brazos alrededor de su cuello como si no quisiera que se
apartara de él. Tampoco es que tuviera intención de hacerlo.
—No lo haré —le prometió entre besos—. Te daré todo lo que quieras, Naruto,
cualquier cosa que me pidas… si me respondes. Es lo único que tienes que hacer.
Este jadeaba en su boca, preso de la lujuria, por lo que Sasuke ralentizó
el ritmo de las embestidas sin dejar de frotarse y dejó de apretarle el
trasero, a pesar de lo mucho que le gustaba hacerlo. Iba a disfrutar como nunca
aferrándose a sus nalgas cuando le enseñara a montarlo.
La respiración de Naruto se normalizó un poco, aunque sus manos seguían
agarrando sus hombros con firmeza, no parecía muy dispuesto a separarse de él.
Se lamió los labios antes de hablar y abrió los ojos, cuyos hermosos irises
azules brillaban de deseo mientras lo observaba.
Sasuke estaba convencido de que no había visto nunca nada tan sexy y
tentador, ni siquiera en una mujer.
—Verás… —jadeó el rubio, todavía excitado por las caricias—. Yo…
normalmente no me gusta que… los hombres me toquen durante mi ciclo… pero…
—¿Pero? —lo animó Sasuke a continuar, rozándole los labios.
Naruto gimió y los besó, pidiéndole en silencio que siguiera con lo que
estaba haciendo, pero él se separó tras mordisquear su labio inferior.
—Sigue, Naruto. Sigue y luego haré todo lo que quieras.
Su rubio gimoteó como protesta, pero continuó:
—Contigo me siento diferente —admitió—. En el libro de creadores… dice que…
durante el ciclo fértil… no solo estamos más receptivos a quedar embarazados…
sino también a tener relaciones sexuales…
Sasuke parpadeó. No esperaba eso para nada.
—Quieres decir… ¿que es como si entraras en celo?, ¿como los animales?
El rostro del creador enrojeció más de lo que ya estaba, esta vez por la
vergüenza.
—Sí. Supongo que es lógico… Al ser los días más fértiles para nosotros…
sentimos más ganas de tener sexo… como si inconscientemente quisiéramos
quedarnos preñados… Cosas de la naturaleza, supongo…
El príncipe del Hielo comprendió entonces por qué su prometido estaba más
caliente de lo habitual… y por qué no había querido pasar esas noches con él.
—Por eso no querías que te tocara más de lo necesario. Sabías que te
pondrías así. —Este asintió, cerrando los ojos un tanto avergonzado—. Has dicho
que soy el único con el que te sientes así, ¿quieres decir que nunca te habías
sentido excitado con otro hombre?
—Ajá… No me gusta que los demás me toquen…
Sasuke se sintió un tanto orgulloso y posesivo a la vez. Incluso durante su
ciclo fértil, su esposo solo lo deseaba a él.
—¿Por qué yo? —No pudo evitar preguntarlo.
Naruto volvió a mirarlo. Esta vez, el brillo de sus ojos era febril por la
lujuria.
—No lo sé… pero solo te deseo a ti.
El varón soltó un gemido y volvió a besarlo con avidez. Ya tenía lo que
necesitaba saber, ahora solo tenía que centrarse en su prometido y en el placer
de ambos, de modo que se apoderó de su boca y volvió a masajear sus nalgas
mientras se frotaba más rápido contra él, dándole exactamente lo que le había
prometido. Los gemidos y súplicas de Naruto no tardaron en hacerse oír por la
habitación al mismo tiempo que él recorría con su boca cada centímetro de piel
disponible, lamiendo y mordiendo las zonas donde sabía que era más sensible, y
acariciaba con ansia su redondo y perfecto trasero, tanteando entre sus nalgas
para saber si estaba mojado.
Y, joder, vaya si lo estaba. A pesar del pantalón, pudo notar ligeramente
su humedad. Eso le hizo darse cuenta de que el rubio debía de estar sufriendo
mucho por su ciclo, a pesar de los gritos de placer que se le escapaban cada
vez que su polla acariciaba su miembro duro. Sin embargo, sabía que no podía
penetrarlo, no era el mejor momento para tener un bebé; no es que no quisiera
formar una familia con Naruto, al contrario, si tuviera que tener niños con
alguien, sería solo con él, pero la idea de ser padre todavía no acababa de
formarse en su mente y, además, llevaba muy poco tiempo con su prometido y
menos aún como rey de aquel país, necesitaba acabar de aclimatarse antes de
pensar en los hijos, ya tendría tiempo para eso después de que se casaran.
Mierda, era una jodida putada; Naruto estaba más dispuesto que nunca a
tener sexo y no podían hacerlo sin correr el riesgo de dejarlo preñado. Seguro
que los dioses se reían de él en ese momento.
Aun así, había una cosa que sí podía hacer por su rubio.
—Naruto… —lo llamó sin dejar de besarlo—, puedo aliviarte si quieres…
—¿Qué? —preguntó este, demasiado distraído como para prestar atención a lo
que decía.
Sasuke gruñó tras frotar sus caderas contra las suyas, haciéndole gritar.
Joder, le encantaba cuando chillaba de esa forma, como si realmente se la
estuviera metiendo hasta el fondo.
—Puedo aliviarte sin necesidad de que tengamos relaciones. Es algo que no
hemos hecho aún… pero te sentirás mucho mejor si me dejas hacerlo. —No quería
romper su promesa de no hacer nada que Naruto no quisiera, por eso le estaba
dando esa opción y le hacía saber que solo lo haría si él quería. Si no era
así, se frotaría contra él toda la noche si era necesario; era una tortura,
puesto que sabía que no podría pasar de ahí… pero una deliciosa, ver a su rubio
gimiendo con desesperación por él era suficiente recompensa.
Entonces, vio que Naruto asentía rápidamente.
—Por favor —suplicó.
No tuvo que pedírselo dos veces. Tratando de no parecer muy ansioso, se
apoyó en una mano para no aplastar a su prometido mientras que, con la otra, le
bajaba los pantalones, solo un poco. Aun así, este soltó un suspiro de alivio
cuando su miembro se vio libre por fin.
Sasuke lo contempló con curiosidad. Ya había notado que era pequeño, de
modo que no le sorprendió comprobar que sus atributos no eran muy grandes,
aunque supuso que, al ser un creador, tenía sentido. La verdad es que no le
resultó desagradable verlos, eran… adorables. Aunque sí le sorprendió un poco
darse cuenta de que tampoco tenía nada de vello en esa zona, parecía que
simplemente no le crecía.
Le acarició la piel, conteniendo un gemido al sentir lo suave que era.
Quería pasar la lengua por ella.
—¿Alguna vez te has tocado? —le preguntó con la voz ronca.
Naruto negó con la cabeza.
Nunca había tenido un orgasmo.
Joder.
Se inclinó sobre su rubio para besarlo suavemente.
—Voy a tocarte yo, ¿de acuerdo? —murmuró contra sus labios—. No tengas
miedo, te gustará.
El creador lo miró un momento y le acarició el rostro.
—No lo tengo, confío en ti.
Esas palabras le llegaron hasta lo más hondo y no dudó en apoderarse de su
boca una vez más, entrelazando su lengua con la de Naruto, que volvió a
arquearse contra él, como si necesitara sentirlo con desesperación, mientras
envolvía su cuello con los brazos y se entregaba a sus besos, permitiendo que
jugara con él todo lo que quisiera entre suaves gemidos.
Mientras tanto, Sasuke deslizó su mano por su pecho, pellizcando
ligeramente los pezones por el camino, haciendo que su rubio gimoteara, luego
acariciando su terso vientre y, por fin, llegando a la parte que más ansiaba
tocar. Exploró la zona previa a su sexo, quedando maravillado por su suavidad,
deseando pasar la lengua por ahí y marcarla con sus dientes pero, en vez, de
eso, con mucho cuidado, agarró el miembro de Naruto.
Este soltó un sonido de puro placer, una mezcla entre jadeo y grito que le
hizo gemir complacido, adoraba ver a su prometido siendo víctima de una lujuria
que solo él podía provocarle. Queriendo aliviar ese deseo insatisfecho, empezó
a mover lentamente sus dedos de arriba abajo sobre el palpitante miembro del
joven, haciendo que este chillara y clavara las uñas en su espalda mientras
gemía su nombre.
—¡Aaaah! ¡Aaaaaaah! ¡Sí, Sasuke, sí!
Él gruñó profundamente, excitado ante la visión de su sexy amante inmerso
en el placer que le daba y por la sensación de sus dedos clavándose en su piel,
incapaz de controlarse.
Durante unos pocos minutos, lo acarició suavemente, dejando que se
acostumbrara a su toque, a las nuevas oleadas de placer que sabía que le harían
sentir ansioso y aliviado a la vez, pero después lo sometió a caricias más
duras y rápidas, deseando ver cómo sería su cara cuando se corriera.
Naruto no aguantó mucho; cuando alcanzó el clímax, se arqueó, echando la
cabeza hacia atrás y gritando su nombre al mismo tiempo que su cuerpo se
sacudía. Lo observó fascinado por su intensidad, un poco impresionado por cómo
le hizo sentir ser el primero en proporcionarle placer al creador. Él ya era
consciente de sus habilidades sexuales, había visto a muchas mujeres gimiendo
bajo su cuerpo, pero esta era la primera vez que se sintió lleno al haber
complacido a alguien y… posesivo. Era el único hombre que había estado así con
Naruto, el único que le había complacido en la cama.
Mientras este se recuperaba, Sasuke lo besó tiernamente en el cuello para
que se tranquilizara.
—Ya está, Naruto —susurró.
Este lo abrazó por el cuello y jadeó contra su hombro.
—Sasuke…
Él sonrió.
—Ha estado bien, ¿verdad?
Notó cómo el rubio sonreía también y le besaba el cuello con cariño. Sasuke
los hizo rodar a ambos en la cama, de forma que acabaran tumbados de lado, el
uno junto al otro. Besó una vez más a Naruto e hizo amago de levantarse.
—Te traeré algo para limpiarte…
—Ya voy yo —dijo este con las mejillas rojas, un tanto avergonzado.
Sasuke se dio cuenta de eso y lo dejó ir, respetando su intimidad. Era la
primera vez para él y puede que se sintiera algo incómodo si él se encargaba de
limpiarlo, así que se limitó a observar cómo iba al baño privado que había en
su habitación.
Poco después, Naruto regresó con una sonrisa un tanto nerviosa que se
suavizó cuando él abrió los brazos, invitándolo a ir a su lado. El rubio fue
rápidamente con él y se acurrucó en su pecho, dejando que lo estrechara contra
sí, aceptando sus caricias y los besos que plantaba en su cabeza.
—¿Estás bien?
Naruto asintió, sabiendo que se refería a si había hecho bien en tocarlo de
ese modo.
—Sí. Gracias, Sasuke. —Hizo una pausa en la que ambos se limitaron a
tocarse, disfrutando de la compañía mutua tras lo que acaban de compartir, y
luego Naruto levantó la cabeza para mirar a su futuro marido—. ¿Tú…?
—¿Sí? —lo animó a continuar.
—Tú… no te has… ya sabes.
Sasuke esbozó una media sonrisa, tratando de ignorar el dolor de su polla.
—No, pero no te preocupes. No es importante.
Naruto se mordió el labio inferior.
—Hay… Hay una cosa que me gustaría probar.
El Uchiha se quedó sin aire por un momento. No estaba muy seguro de lo que
quería hacer, pero eso había sonado muy sexual… y había hecho que su miembro
palpitara, anhelando alivio.
—¿El qué?
Sin decir palabra, el rubio se incorporó un poco y echó a Sasuke hacia
atrás, de forma que acabara tumbado boca arriba, mirándolo con ojos muy atentos
y lujuriosos. Despacio, Naruto acarició todo su pecho de arriba abajo,
descendiendo por lo abdominales que se contraían rápidamente, al ritmo de su
agitada respiración, hasta llegar a la cinturilla de los pantalones, que le
bajó lentamente, haciendo que Sasuke aspirara aire bruscamente y arqueara las
caderas, ayudándole a quitárselos.
El creador contempló con curiosidad su miembro. No es que nunca hubiera
visto uno, es decir, él mismo tenía y ya había visto desnudos a sus amigos
varones pero, aun así, sentía curiosidad, sobre todo por lo que estaba a punto
de hacer, había oído que a los hombres les encantaba que las mujeres hicieran
eso. Sin duda alguna, Sasuke era grande, especialmente estando tan duro, sin
embargo, no sintió miedo aun sabiendo que algún día estaría dentro de él,
confiaba plenamente en que no le haría daño. También se dio cuenta de que tenía
algo de vello en la zona de los testículos, pero era poco y le llamó mucho la
atención, tal vez porque a él no le crecía pelo en el cuerpo, a diferencia de
los hombres y las mujeres, aunque en el Reino del Fuego todos solían depilarse
debido al calor que hacía durante todo el año.
Curioso, alzó los dedos y lo acarició con las yemas, siendo muy consciente
de cómo su amante tomó una respiración profunda y de sus ojos clavados en él,
sin perderse ni uno solo de sus movimientos. No agarró su miembro, solamente se
limitó a explorarlo con interés, analizando el modo en el que le hacía sentir
tocarlo de un modo tan íntimo, puesto que era la primera vez para él; fue una
agradable sorpresa darse cuenta de que no se sentía incómodo, puede que porque
Sasuke no le estaba exigiendo que lo complaciera, simplemente se limitaba a
dejar que saciara su curiosidad.
Por eso mismo, se atrevió a hacer algo que una vez juró que no le haría a
ningún hombre. Se sentó a horcajadas sobre las piernas de Sasuke y se inclinó
sobre él…
—¿Naruto? —lo llamó este al ver su postura, sin acabar de creerse lo que
sospechaba que estaba a punto de hacer.
Pero sí, lo hizo. Al Uchiha le costó reaccionar cuando vio cómo su
prometido descendía sobre su polla para acogerla en el interior de su boca.
El placer lo arrasó, haciéndole gemir largamente. Los labios de Naruto eran
tímidos mientras se movían lentamente de arriba abajo, burlándose de él y
proporcionándole intensas oleadas de lujuria, al mismo tiempo que su lengua lo
lamía, como si lo tanteara.
Joder, era genial.
Con cuidado para no hacerle daño, Sasuke se incorporó hasta quedarse
sentado, así podía ver cómo su boca le daba placer y agarrar un par de mechones
de su cabello con una mano, tan solo para aferrarse a él, mientras que la otra
se convirtió en un puño sobre las sábanas. Las caricias que le daba en el pelo
y sus murmullos de puro gozo parecieron aumentar la confianza de su prometido,
que empezó a ser más atrevido y a jugar con él, a veces quedándose únicamente
sobre su punta para lamerla con la lengua, otras gemía mientras su boca lo
chupaba un poco más rápido, haciendo que el poco control que tenía de sí mismo
se esfumara, provocando que jadeara fuerte y le suplicara a Naruto que no se
detuviera.
—Aaah… Aaah… Oh, sí, Naruto, ¡sí! ¡Aaaah! —gimió cuando se corrió con
fuerza, derramando sin querer su semilla en la boca del rubio quien, lejos de
estar ofendido, solo se sorprendió y lamió con curiosidad, sorprendiéndose un
poco al saborear a Sasuke por primera vez.
Este jadeaba mientras trataba de recuperarse, un poco avergonzado por no
haber apartado a Naruto a tiempo pero, por otro lado, ver que este no parecía
molesto por lo ocurrido, le hizo sentirse… no lo sabía, como aceptado; otras
mujeres le habían hecho mamadas, pero todas se habían apartado un tanto
asqueadas si se corría en sus bocas, y lo entendía… sin embargo, su prometido
seguía lamiendo, no parecía darle asco en lo más mínimo probarlo. Eso le
produjo una extraña pero poderosa oleada de calidez en el pecho, que lo inundó
y lo dejó atrapado en ese fuerte sentimiento que no reconocía, pero sabía que
su esposo era el único que lo producía.
Cuando este terminó, se sentó sobre sus talones y lo miró con una timidez
que le resultaba adorable.
—¿Te ha gustado? —murmuró.
Sasuke no pudo contenerse; cogió su rostro entre sus manos y lo besó
fuertemente a la vez que lo tiraba sobre la cama, dejándolo bajo su cuerpo.
Naruto aceptó sin pensar su boca y sus manos, las cuales ya habían volado hacia
sus pantalones para bajárselos.
Quería que se corriera otra vez.
—Déjame enseñarte lo mucho que te ha gustado —susurró él contra su cuello
antes de morderlo.
Naruto jadeó y después gritó al sentir los dedos de Sasuke sobre su
miembro, más que dispuesto a darle placer otra vez.
Ambos se perdieron en la vorágine de deseo que los consumía.
El día del anuncio oficial del compromiso había llegado.
El palacio estaba preparado, tanto a nivel decorativo como en seguridad:
Ser Gai y su hijo Lee fueron muy minuciosos a la hora de poner prácticamente un
guardia en cada esquina, tanto de día como de noche; el edificio estaba
totalmente adornado con flores, cortinas y telas lujosas y coloridas, los
mejores candelabros dorados, los suelos pulidos… Tsunade no había dejado un
solo trozo de la residencia real de los Namikaze sin mimar.
Los invitados también se encontraban allí, todos, desde las casas nobles
del Reino del Fuego como los Hyuga o los Nara hasta los grandes reyes de otros
países o sus representantes, como era el caso de Itachi, que oficialmente
estaba allí en ausencia de su padre, a pesar de que este sentía curiosidad por
el creador que había cambiado a su hijo, y también el de Gaara, que estaba
ocupando el lugar de su hermano mayor. Entre los grandes reyes no solo se
encontraban imbéciles machistas como Orochimaru, sino también buenos dirigentes
como lo era Nagato Uzumaki, tío de Naruto por parte de madre y señor del lejano
y misterioso Reino del Remolino, cuyo país era inexpugnable gracias a los
torbellinos que rodeaban su isla, siempre cubierta de bruma, o el rey del
antiguo Reino de los Bosques, Nawaki Senju, hermano pequeño de Tsunade y tío
abuelo de Naruto, a pesar de que parecía mucho más joven de lo que era.
Esa noche, todo el mundo estaba reunido en el gran salón del trono, desde
el que se celebraría una ceremonia rápida para anunciar el compromiso antes de
pasar al salón de baile y disfrutar de la velada hasta la hora de cenar. Los
únicos que faltaban por presentarse, sin embargo, era el futuro matrimonio.
De hecho, Sasuke ya estaba preparado y en esos momentos estaba llamando a
la habitación de Naruto con una sorpresa bajo su brazo. Desde lo sucedido entre
ellos la noche en la que el rubio tuvo la pesadilla, su relación parecía
haberse afianzado un poco más y haberse vuelto más íntima, su prometido se
mostraba más confiado con él en la cama y ambos disfrutaban de tocarse el uno
al otro, dándose placer mutuo, aunque Sasuke no había avanzado más que ese día,
manteniendo su promesa de darle su espacio a Naruto, esperando pacientemente a
que se sintiera preparado para llevar su relación física hasta el final.
De hecho, sospechaba que su joven esposo había tomado una decisión al
respecto, sin embargo, todavía parecía estar comprobando cómo se sentía con
esta, de modo que se limitó a disfrutar de las noches que pasaba a su lado y a
saborear la larga espera, sabiendo que, cuando al fin Naruto se entregara a él,
sería muy satisfactorio después de tanto tiempo.
El único mal momento fue el día anterior, y no, su relación seguía intacta
y sabía muy bien que Naruto no estaba enfadado con él, que su rabia solamente
estaba dirigida hacia los muy cabrones de los consejeros, sin embargo, no quiso
pasar la noche a su lado, estaba tan encendido que se marchó al Bosque Sagrado
para evitar que sus poderes se desataran en mitad del palacio. Él solo lo
acompañó hasta que supo que estaba seguro con Kurogane, consciente de que, si
bien su relación era muy sólida, al creador no acababa de gustarle la idea de
que lo viera con su otra forma, por eso accedió a estar alejado de él a pesar
de que había alguien que iba tras ellos, solo porque los hombres zorro estarían
cerca de él y lo cuidarían. De hecho, confiaba plenamente en ellos desde el
destrozo que hicieron con aquel sicario… y, para qué mentir, se habían
encargado de entrenar al rubio quien, a pesar de no haber salido nunca de su
reino o haber enfrentado peligros reales, había sido perfectamente capaz de
vencerle sin apenas esfuerzo.
Esperaba que su regalo lograra animarlo, aquella mañana también había
estado en el bosque de Kurama y solo había regresado para presentarse al
dichoso anuncio. Lo cierto era que no lo culpaba, él mismo estaba furioso por
lo que los consejeros le habían obligado a hacer.
Llamó suavemente a la puerta y Naruto gritó que entrara. Una vez lo hizo,
volvió a cerrar y dejó su regalo sobre la cama tras ver que el rubio estaba en
el cuarto de baño.
—¿Todo bien? —le preguntó en un tono alto para que le oyera.
Este soltó una maldición.
—¡Mierda, claro que no!
Sasuke hizo una mueca.
—¿Es tan malo?
Naruto no respondió, pero abrió la puerta, supuso que para que lo viera por
sí mismo.
Puta mierda, era mucho peor de lo que había imaginado.
El día anterior, los consejeros se presentaron ante el creador para
mostrarle lo que se pondría para la noche del anuncio oficial, un puñetero
vestido de seda cortísimo que le llegaba hasta la mitad de los muslos,
exhibiendo sus piernas, y de tirantes, que creaba una especie de curvatura que,
en una mujer, habría servido para mostrar una generosa porción de sus pechos.
Ese era precisamente el problema, el vestido estaba hecho para una mujer,
no para Naruto. Era muy ceñido, lo hacían de ese modo para que las caderas
fueran más perceptibles, del mismo modo que el escote estaba pensando para
mostrar bastante pecho, los símbolos clásicos de la fertilidad, así era como
les decían a sus invitados que pronto habría un heredero al trono y procuraban
la seguridad de la corona con el próximo linaje. Y, pese a que el creador tenía
unas caderas más femeninas que las de un hombre, a él el atuendo le quedaba
extraño, puesto que no tenía busto ni ninguna otra cosa femenina, a pesar de
que su figura era más esbelta que la de un hombre. Además, Sasuke odiaba que el
vaporoso vestido dejara tanta carne expuesta, odiaba la idea de que todo el
mundo fuera a comerse sus piernas con los ojos o sus tiernos hombros.
Naruto lo miró mortificado.
—Es mucho peor de lo que creía, ¿a que sí?
Sasuke quería decirle que no, que no se parecía en nada a un hombre que se
había disfrazado de ramera sin mucho éxito… pero no podía.
El joven adivinó rápidamente su respuesta sin necesidad de que dijera nada
y soltó un gemido de vergüenza mientras se cubría los ojos.
—Noooo…
El Uchiha fue rápidamente a su lado y le palmeó el hombro.
—No te preocupes, todo saldrá bien.
—Sí, claro, ¿por qué no? Todas esas pijas hipócritas y falsas se reirán de
mí y extenderán el rumor de que visto como una furcia deforme mientras que sus
pervertidos maridos babean sobre mis piernas… Joder, Sasuke, si me agacho, se
me ve el culo, ¡entero! ¿Qué voy a hacer?
Sasuke lo abrazó brevemente y lo besó en la cabeza antes de dedicarle una
sonrisa que pretendía darle ánimos.
—Por suerte para ti, soy un marido muy devoto y me he ocupado de todo.
Naruto levantó la cabeza y frunció el ceño.
—¿Qué has hecho?
Él le sonrió, cogió lo que había dejado sobre la cama y se lo mostró,
dejando a su prometido con la boca abierta, incrédulo. El día anterior, tras la
apoteósica discusión de Naruto con los consejeros, fue casi corriendo a hablar
con Ino y a pedirle que hiciera un atuendo apropiado para el creador, la cual,
a pesar del poco tiempo que tenía, había logrado terminarlo mientras él se
estaba cambiando para el anuncio. Esa mujer era una puñetera máquina de coser,
estaba muy impresionado.
De modo que ahí estaba, sosteniendo una especie de vestido que parecía más
una túnica que otra cosa: tenía el cuello un poco alto y sin mangas, ceñido al
pecho y con una falda que se abría a los lados y que llegaba por debajo de las
rodillas, de forma que mostrara de un modo sinuoso las piernas de Naruto,
muslos incluidos, pero más discreto y seductor que el vestido que llevaba
puesto; también estaba hecho de seda roja, el color del Reino del Fuego,
decorado con motivos dorados de llamas que salían del símbolo de su país, la
cabeza de zorro rodeada por nueve colas, pero sobre el corazón, pequeño y muy
discreto, había un halcón volando entre el fuego, símbolo del Reino del Hielo,
representando así la unión entre ambos países.
Ino había sido muy inteligente al adaptar una túnica tradicional del reino
de Sasuke a la vestimenta habitual del de Naruto, era un trabajo agudo y
excepcional.
El creador tocó la prenda, todavía sorprendido.
—¿Qué…?
—Le pedí ayer a Ino que lo hiciera —le explicó Sasuke, entregándoselo con
una sonrisa un poco dubitativa—. Sé que sigues sin poder llevar pantalones con
esto, pero al menos es mejor que lo que llevas puesto.
—Pero los consejeros…
—Que les jodan. Si te dicen algo, diré que era un regalo de Ino y que yo
insistí en que te lo pusieras. Se supone que debes complacer a tu marido
—añadió con una sonrisa burlona, sabiendo que su orgulloso prometido le
soltaría una réplica grosera por ese comentario.
Sin embargo, en vez de eso, Naruto se lanzó a sus brazos y le plantó un ardoroso
beso en los labios que lo puso duro al instante. Sin pensárselo dos veces,
agarró a su rubio por el trasero, gruñendo al sentir la seda sobre su
redondeado trasero. El vestido era horrible, pero el tacto sobre su piel era
delicioso.
Cuando el creador se separó, le dedicó una deslumbrante sonrisa que lo dejó
un poco embobado.
—Eres el mejor marido del mundo —le dijo antes de separarse e ir corriendo
al baño para cambiarse.
Sasuke notó que se estaba poniendo rojo y se pasó una mano por el pelo.
Empezaba a entender por qué los hombres hacían regalos durante el cortejo a las
damas, si todas reaccionaban como lo había hecho Naruto, tendría que pensar en
darle más obsequios… que acabaran preferiblemente en la cama. Desnudos. Con su
rubio muy mojado y gimiendo para él.
Mierda, solo con imaginarlo tenía que reajustarse los pantalones para
acomodar su miembro erecto. Con un poco de suerte, esa noche, cuando toda esa
estúpida puesta en escena para el anuncio terminara, podría volver a tener a
Naruto en sus brazos y disfrutar de sus besos y caricias.
Se quedó tanto tiempo fantaseando con las cosas que podría hacerle que no
se dio cuenta de que Naruto salió del baño ya vestido.
—¿Qué te parece?
Sasuke se dio la vuelta… y se quedó sin palabras. Porque ni los más ilustres
poetas podrían haber creado ninguna canción que pudiera describir lo hermoso
que estaba el creador.
La parte superior de la túnica se ceñía seductoramente al torso esculpido
de Naruto, delineando su esbelta y delgada figura, sin ser femenina, pero
tampoco muy masculina, ya que no remarcaba los suaves músculos del rubio, y
dejaba sus delgados brazos y tiernos hombros al descubierto, como una
invitación para mordisquearlos; el traje abrazaba sus seductoras caderas, de
forma que fuera visible cómo se contoneaban ligeramente al andar, pero sin
llegar a ser un movimiento descarado, solo… elegante; la falda que llegaba
hasta por debajo de las rodillas y que se abría a los lados hasta por encima
del muslo dejaba a la vista sus largas y preciosas piernas, dándole un aspecto
muy sensual, Sasuke se moría por acariciarlas de arriba abajo, y los colores
rojos y dorados, brillantes, armonizaban a la perfección con la sexy piel
tostada de Naruto y sus salvajes cabellos rubios, así como resaltaban el increíble
color azul de sus ojos.
Decir que era simplemente hermoso o bello resultaba ofensivo.
Naruto se sintió un poco nervioso al ver lo callado que estaba su prometido
y que no dejaba de mirarlo fijamente. Él se veía bien aunque, después de haber
llevado ese horrible vestido, estaría contento de llevar trapos sucios, pero
ahora que Sasuke ponía esa cara tan seria…
Sus nervios fueron en aumento cuando se acercó lentamente hacia él, igual
que su corazón se aceleró. Su futuro marido tenía una forma de moverse
hipnótica, como un poderoso y sensual depredador, al que le bastaba únicamente
una intensa mirada para dejarte clavado en tu sitio, con la boca seca y el
pulso cardíaco por los aires.
Se estremeció al sentir sus grandes y varoniles manos en sus caderas,
acariciándolas con dedos firmes y seguros. Una de ellas se deslizó hacia
arriba, delineando su cintura, ascendiendo por su torso, rozando uno de sus
pezones, hasta posarse en su cuello mientras pasaba suavemente el pulgar por su
mentón para levantar su rostro. Al mirar sus ojos, negros como una cálida noche
de luna nueva, fue consciente del hambre que lo consumía, voraz y primitiva. Su
cuerpo reaccionó de inmediato a su deseo, humedeciendo su entrada y haciendo
que esta palpitara de necesidad.
Durante las últimas noches de pasión que habían compartido, Naruto se había
dado cuenta de lo mucho que deseaba a su futuro marido, con cada caricia y beso
que compartían, más curiosidad sentía por saber lo que sentiría al entregarse a
él, al dejar que Sasuke poseyera su cuerpo con esa lujuria que lo arrollaba y
le hacía olvidarse de todo excepto de su boca, sus manos, su piel contra la
suya. Ansiaba unirse a él de un modo muy íntimo que, al principio, lo había
asustado.
No era de extrañar, todavía temía cómo sería para él, un creador, tener
relaciones sexuales por primera vez, tenía miedo del dolor o, peor todavía, no
sentir nada. Sin embargo, cada noche que pasaba entre los brazos de Sasuke,
doblegado por su pasión, sentía que esos temores se desvanecían; no creía que
no pudiera experimentar el mismo deseo que ese hombre había despertado en él, y
confiaba ciegamente en que haría todo lo que estuviera en su mano por ser suave
y delicado con él, sabía que nunca le haría daño de manera intencionada.
Por eso, cuando Sasuke se inclinó para rozar sus labios, no se apartó, tan
solo cerró los ojos y se dejó hacer, permitiendo que su boca sedujera la suya y
que su brazo libre envolviera su cintura para pegarlo a su poderoso cuerpo.
Dejó sus manos sobre su pecho, suspirando al sentir los fuertes músculos de su
torso bajo la suave tela de su vestimenta.
Fue un beso corto, pero Naruto lo sintió muy íntimo y erótico, deseó que lo
guiara a la cama y se colocara sobre su cuerpo para quitarle toda la ropa y
sentir su lengua por todas partes… Sin embargo, Sasuke se separó poco después,
tan solo unos pocos centímetros, sin deshacer su abrazo ni el agarre que tenía
sobre su rostro.
—… He pasado tres años viajando por todo el mundo —susurró, mirándolo a los
ojos con intensidad—, he visto… cosas increíbles, tierras lejanas, bellas
mujeres, criaturas que escapan a la imaginación… y, sin embargo, la persona
más… valiente, fuerte, digna de mi admiración y respeto, la he encontrado en el
lugar donde menos esperaba —admitió, contemplándolo como si fuera sencillamente
increíble su mera existencia mientras acariciaba su rostro—. Estás
impresionante, Naruto, pero siempre lo has sido y siempre lo serás para mí, te
pongas lo que te pongas.
El rubio sintió una extraña ola de calor en su pecho que se extendió por
todo su cuerpo. Conocía muy bien a Sasuke, sabía que no era de los que decía
halagos porque sí o de esos tipos que mentía para meterse en las bragas de una
mujer, nunca le había hecho falta y era un hombre que no se andaba con
tonterías, así que todo lo que salía de su boca, fuera cruel o amable, era la
pura verdad.
Emocionado, tragó saliva antes de hablar, dispuesto a decirle que estaba
preparado para entregarse a él.
—Sasuke, yo…
—No lo digas —le pidió Sasuke, pegando su frente a la suya y cerrando los
ojos al mismo tiempo que lo estrechaba fuerte contra su pecho—. No ahora. Si lo
haces, no podré contenerme.
Naruto se estremeció; no quería ir a ese estúpido anuncio, quería quedarse
ahí con Sasuke, en la cama, enredando su cuerpo con el suyo y averiguar así qué
sentiría y si sería tan intenso como todo lo que había hecho con su prometido.
A pesar de eso, asintió, accediendo a su petición, consciente de que, por mucho
que le disgustara, tenía que dar una buena impresión para que los extranjeros
se quedaran contentos con ellos para cuando asumieran el trono y tomaran el
control del reino.
—Vale —musitó. Luego, se mordió el labio un segundo y se decidió a
preguntarle algo que se moría de ganas por saber—. ¿Vendrás a mi habitación
esta noche?
Sasuke abrió los ojos y le dedicó una sonrisa traviesa.
—¿Tú quieres que venga? —Naruto se sonrojó, pero asintió sin dudar,
haciendo que los labios del Uchiha destilaran una complacida satisfacción antes
de pegarlos a su oreja, haciéndole temblar—. Entonces, aquí estaré para cumplir
todos tus caprichos —dicho esto, pasó la lengua por debajo de la oreja,
provocando que el rubio soltara un suave gemido… y que Sasuke diera un paso
atrás con un gruñido de disgusto—. Será mejor que nos vayamos o acabaré
arrancándote esa ropa y haciendo algo mucho más interesante que ese estúpido
anuncio.
El joven creador notó cómo su entrada palpitaba, necesitada de atención.
Ahora ya no le dolía tanto como cuando estaba en su ciclo fértil, pero seguía
siendo incómodo estar tan húmedo… y, sí, lo reconocía, sentía curiosidad por
cómo reaccionaría su cuerpo si Sasuke tocaba esa zona, todavía no lo había
hecho para respetar su espacio, tal y como le prometió.
Siempre le estaría muy agradecido por ello.
Finalmente, Sasuke deshizo el abrazo con reticencia y le ofreció su brazo
para que lo acompañara al salón del trono, donde tendría lugar la dichosa
ceremonia. Naruto lo tomó con una pequeña sonrisa y apoyó la cabeza en su
hombro, sintiéndose muy bien cuando su prometido se lo consintió sin problemas,
haciéndoselo saber con un beso en la cabeza y acariciándole la mano.
—Sasuke.
—¿Sí?
—… Tú también estás muy guapo esta noche.
Y realmente era así. Sasuke se había puesto una túnica larga negra,
elegante y sobria, como el Reino del Hielo, que se sostenía con una cinta
plateada a la altura de la cintura, la cual iba a juego con los pantalones
holgados, cuyos bordes estaban escondidos bajo unas botas que le llegaban por
debajo de las rodillas, y con el halcón que había bordado sobre su corazón, el
cual tenía las alas extendidas y que era el símbolo de su tierra.
Este no esperaba el halago, pero sonrió ampliamente al escucharlo.
—Es la primera vez que me lo dices.
Naruto resopló y alzó la cabeza, orgulloso, aunque se le escapó una sonrisa
divertida.
—Ya. Pues no te acostumbres.
Su prometido soltó una risilla.
—No se me ocurriría.
La ceremonia se llevó a cabo sin percances. Tsunade la ofició junto a los
consejeros y Sasuke y Naruto pronunciaron los votos que se dirían el uno al
otro el día de su boda, los típicos y tradicionales del Reino del Fuego y del
Hielo, y después se dieron un beso que fue demasiado corto para su gusto, pero
ninguno de los dos se sentía cómodo manifestando su íntima relación ante una
multitud, por lo que estuvieron bien con eso. Después, fueron al salón de
baile, donde ambos fueron rápidamente abordados por todos los invitados para
recibir sus felicitaciones, opiniones sobre el compromiso, consejos (la mayoría
absurdos y que pudieron de mal humor a los dos jóvenes) y alguna que otra
insinuación acerca de una alianza política que no les pasó inadvertida. Luego
llegó la hora de cenar que, por suerte, fue un poco más agradable gracias a que
Naruto y Sasuke estuvieron sentados cerca de sus amigos y familiares pero que,
por desgracia, no duró tanto como les habría gustado.
Porque, para finalizar la velada, llegaron los bailes.
Era agotador, todo el mundo quería bailar con uno de los dos para tenerlos
a solas. El creador tuvo que aguantar a hombres que lo trataban como si fuera
una mujer, halagando su vestido (que los consejeros desaprobaron nada más ver
que no se había puesto el que habían elegido para él, sin embargo, lo aceptaron
a regañadientes tras darse cuenta de que los invitados estaban encantados con
su hermoso atuendo), regalándole discretos guiños acerca de quedarse embarazado
pronto e incluso molestas palabras de desilusión por haber sido entregado al
Uchiha, aunque Naruto estaba más que agradecido por ello. Por otro lado, a
Sasuke no le fue mucho mejor; jamás le había gustado bailar con mujeres que
provenían de países machistas, eran superficiales y chismosas, conversar con
ellas era tan aburrido que pasó todos los bailes con la cabeza en otra parte, a
menudo buscando a su prometido y vigilando que los hombres con los que bailaba
no se pasaran de la raya, tanto fue así que, en más de una ocasión, le costó
darse cuenta de que muchas coqueteaban con él, en un vano intento por
seducirlo, pero las ignoró a todas e incluso las abandonaba a mitad del baile
si no se comportaban, él no tenía paciencia para aguantarlas. Por fortuna, no
todas fueron así: el baile con la reina fue muy agradable, ella admitió que
estaba orgullosa de haber emparejado a su nieto con él, y él le prometió, de
corazón, que siempre lo cuidaría y trataría de ser el mejor marido que pudiera
ser; también bailó con Tenten, la esposa de Neji, la cual se mostró ansiosa por
probar sus habilidades físicas con las mujeres del reino del hielo; con Ino, a
la cual le dio las gracias por el favor que le había hecho con el vestido de
Naruto, y con Hinata, la cual era demasiado tímida para entablar una larga
conversación, pero aun así, fue agradable bailar con ella.
Sin embargo, la notó algo triste durante todo el tiempo que estuvieron
bailando juntos y, aprovechando que tenía un momento libre y que no veía a su
prometido por ninguna parte (probablemente porque todavía estaría bailando con
algún idiota), fue junto a Neji, quien le sonrió al verlo ir hacia él.
—Tedioso, ¿verdad?
Él resopló. Le gustaba el Hyuga, era un hombre serio y callado, un poco
como él, pero también muy inteligente y de buen corazón; el día en el que
entablaron los combates amistosos, este demostró ser tan hábil como Lee, pero
le dejó ganar delante de todos para mostrar el fuerte rey que tendría su reino,
una táctica para ser mejor aceptado. Sin embargo, estaba ansioso por poder
pelear con él a solas, prometía ser un rival de lo más interesante.
—Estoy agotado, lo mío son las peleas, no los bailes —admitió, haciendo
sonreír a Neji—. Oye, he notado a Hinata un poco rara, ¿sabes lo que le pasa?
El rostro del hombre se contrajo por la tristeza y buscó a su hermana con
la mirada.
—El Consejo está presionando para que la case.
Sasuke frunció el ceño.
—Imagino que han propuesto a alguien que no te gusta.
—Sí… —respondió, arrugando la nariz—. Uno de esos nobles que está a favor
de denigrar a las mujeres. Pero, aunque no fuera él, daría lo mismo, no podría
casarla con quien ella desea.
Eso llamó la atención del Uchiha.
—¿Hinata ya había pensado en alguien?
Neji asintió y esbozó una pequeña sonrisa.
—Ella y Kiba están enamorados desde que eran pequeños, ¿no lo sabías?
Sasuke abrió los ojos como platos. No, no tenía ni la más remota idea.
—No, Kiba no me ha comentado nada.
—No lo hace porque le duele la idea de que pertenecerá a otro. Yo lo estoy
retrasando tanto como puedo, pero ya sabes cómo son los consejeros.
—Sí, lo sé —dijo, frunciendo el ceño.
Miró a Hinata, quien se había acercado a un ventanal para observar el
exterior, tal vez pensando en Kiba. Los Inuzuka, debido a su procedencia, no
habían sido invitados a ese evento porque a los extranjeros les disgustaba
tener salvajes entre ellos, pese a que tanto Naruto como Tsunade estaban
indignados con eso. A él también le molestaba, pues ahora que los conocía se
había dado cuenta de que no eran los bárbaros que creyó que eran en su día, de
hecho, se llevaba muy bien con Kiba, lo consideraba su amigo.
Tal vez… Tal vez él pudiera hacer algo.
—Neji, los consejeros no quieren unir a Hinata y a Kiba porque él es un
Inuzuka, ¿verdad?
Este asintió con gravedad.
—Así es.
—E imagino que la reina no puede decir mucho al respecto porque no está en
una situación muy firme de poder ahora mismo, ¿no es así?
El hombre lo miró con perspicacia.
—Sí, ¿por qué?
Sasuke se encogió de hombros.
—Si es lo que realmente quieren, apoyaré su matrimonio.
Neji parpadeó.
—¿De verdad?
—Claro. Los compromisos por amor son muy escasos, por una vez que hay uno,
no voy a darle la espalda, menos cuando se trata de unos amigos.
El Hyuga le apretó un hombro como muestra de agradecimiento.
—Eres un gran hombre, Sasuke, y un buen rey —dicho esto, lo soltó y
sonrió—. Me alegro de que la reina comprometiera a Naruto contigo.
Esta vez, a Sasuke se le escapó una carcajada.
—¿En serio? Yo creo que nadie estaba contento conmigo.
—Al principio, no, pero todos te juzgamos sin conocerte, no fue justo. Por
suerte, no eres el canalla que todos decían que era. La verdad es que es un
alivio ver lo enamorado que estás de Naruto.
Al oír eso, el Uchiha se tensó y miró a Neji con incredulidad.
—¿Que yo qué?
Sin embargo, antes de que él pudiera reaccionar al comentario del Hyuga, o
de que este acabara de asimilar que su futuro rey no se había dado cuenta de
los sentimientos que le profesaba a Naruto y que eran tan evidentes para los
amigos de este, un estallido hizo que todo el mundo se sobresaltara, algunos
chillando, otros solo sorprendidos, y miraran hacia los altos ventanales que
conducían al balcón.
Uno de ellos estaba destrozado debido a que un hombre había salido
disparado desde la pequeña terraza, llenando todo el suelo de afilados
cristales que se incrustaron en su piel, dejándolo ensangrentado. A Sasuke le
sorprendió darse cuenta de que se trataba de Orochimaru, el cual tenía la nariz
rota y gemía en el suelo, aturdido por el golpe.
Sin embargo, solo sintió un desagradable escalofrío cuando las antorchas
del salón de baile ardieron con más fuerza, lanzando grandes llamaradas que
proyectaban inquietantes sombras en la estancia. Incluso antes de que su cerebro
pudiera absorber la información, él ya sabía lo que estaba provocando ese
perturbador y mágico suceso, y no era buena señal.
Sus temores se confirmaron cuando Naruto apareció por el ventanal roto.
Pese a la distancia que los separaba, pudo ver claramente sus ojos, de un
diabólico color rojo sangre.
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