Capítulo 6. Reconociendo el terreno
—Max, procede con
el mayor cuidado posible —le pidió Vane a su hermano.
—¿Insinúas que no
soy cuidadoso? —replicó el otro hombre con un puchero.
Vane puso los ojos
en blanco mientras observaba a Max a través de la cámara de su nuevo
dispositivo. Él, Ethan y Night estaban en casa, contemplando mediante el
portátil cómo Max se dirigía al polígono para introducir el dron en el edificio
donde creían que estaba la gente de Night. Para comunicarse, Vane y Max usaban
intercomunicadores que funcionaban por vía satélite, otra invención del mayor
de los Hagel, para evitar así perder el contacto por cualquier burda
interferencia.
—Sí, lo eres —dijo
con cansancio—. Ahora concéntrate, tenemos trabajo que hacer.
—¡Sí, mi capitán!
¡Operación de reconocimiento en marcha!
—¿Qué es eso?
—preguntó Night, frunciendo el ceño.
—Una operación de
reconocimiento es cuando vas a explorar un lugar en el que nunca has estado.
Sirve para hacernos una idea del entorno y de la situación a la que nos vamos a
enfrentar.
Night asintió y
volvió a prestar atención a la pantalla, desde la cual vieron cómo el dron se
elevaba sobre el asiento del copiloto de Max y salía por la ventana en
dirección al supuesto edificio abandonado. Entró por una ventana de la planta
baja y le echó un rápido vistazo a la fábrica, pero no encontraron nada ni a
nadie; las habitaciones estaban llenas de polvo y había alguna que otra mesa o
silla tirada por el suelo, incluso había papeles arrugados y desperdigados.
Night se puso nervioso al no encontrar nada, ni un rastro de su gente o de los
guardias que la tenían.
—Vane, está vacío
—le dijo con inquietud.
Este tenía la
barbilla apoyada sobre sus dos manos, pensativo.
—¿Qué hacemos,
hermano? —le preguntó Max.
El susodicho
frunció el ceño y cogió los planos del edificio.
—Aparcaron la
furgoneta ahí dentro, no es posible que no haya nada ahí dentro… —Entonces,
cayó en la cuenta. Estrechó los ojos, buscando algo en los planos, pasando las
páginas de todas las plantas—. Hijos de puta…
—¿Qué? ¿Qué has
visto? —interrogó Night, confiando en la inteligencia de Vane.
Él le hizo un
gesto para que esperara, por lo que el hombre se relajó un poco.
—Max, quiero que
busques algún sitio que pueda conducir a un sótano.
—¿Sótano? Pero no
había ningún sótano en los pla… Oh, mierda —comentó al entender lo que quería
decir Vane—. Crees que lo borraron de ahí, ¿verdad?
—Para no dejar
pistas, sí.
—¿Qué está
pasando? —preguntó Night de nuevo, sin acabar de entender lo que querían decir,
a pesar de que había entendido todas las palabras.
Vane se lo explicó
con rapidez.
—Recuerdas lo que
son los planos, ¿no? —Él asintió—. Bien, creemos que las personas que tienen a
tu gente quitaron una parte de estos para que nadie supiera que tus amigos
están ahí abajo. O eso creo.
Night arrugó la
frente.
—¿No lo sabes
seguro?
—Estoy convencido
de que aquí hay algo. Si no fuera así, los hombres de ayer no habrían aparcado
la furgoneta aquí…
—Eh, Vane, creo
que tengo algo.
Los tres hombres
se inclinaron sobre la pantalla, echando un vistazo a una rejilla que había en
el suelo y por la cual el dron podía pasar.
—Vale, Max,
busquemos alguna luz.
La cámara se
adentró entre los agujeros de la rejilla, dando paso a la imagen de una especie
de pasadizo tenuemente iluminado por luces anaranjadas. Vane se tensó un poco y
miró a Night.
—¿Te resulta esto
familiar?
Este negó con la
cabeza.
—Me sedaban cuando
tenían que llevarme de una habitación a otra.
—Está bien. Max,
mantente pegado al techo, pero mueve la cámara alrededor, a ver si averiguamos
dónde estamos.
Este obedeció,
dejando ver unas puertas que se abrían con un simple empujón y unas compuertas
de acero junto a un dispositivo en el cual se debía introducir un código para
tener acceso al interior. Fueron estas quienes llamaron más la atención de
Vane.
—Max, acércate al
dispositivo. A ver si está activo.
El dron se acercó
más, hasta la pantalla. La buena noticia era que funcionaba, lo cual quería
decir que, tras esas compuertas, había algo importante y referente a la gente
de Night; la mala, que aparte del código, se necesitaba también un examen de
retina y huella dactilar, por lo que tenían muy difícil el acceso. Sin embargo,
hubo algo que los inquietó todavía más.
—Joder, Vane, mira
esto.
La cámara enfocó
el logotipo de la empresa en la cual habían obtenido el producto. Al
reconocerlo, Vane apretó los puños.
—¿Quieres que haga
algo? —le preguntó Max con suavidad.
Vane quería
destrozar a esos malnacidos, pero no era el momento; lo importante ahora era
encontrar a los amigos de Night.
—No. Da la vuelta
y vayamos por las otras puertas.
—¿Qué es lo que
pasa? —preguntó Night, confundido al olfatear la ira del macho humano en el
aire—. ¿Por qué estás tan enfadado, Vane?
—Más tarde
—respondió este con un tono un tanto brusco—. Ahora lo que importa es tu gente,
Night. Tenemos que encontrarlos.
Este quiso
replicar y exigirle que le contara el porqué de su malestar pero, antes de que
pudiera decir nada, Ethan le detuvo tocándole suavemente un brazo y negando con
la cabeza. Dudó un momento; no quería molestar aún más a Vane pero, al mismo
tiempo, estaba preocupado por él y sentía la necesidad de abrazarlo para tratar
de que se sintiera mejor. Sin embargo, fue Max quien tomó la decisión por él.
—Eh, alguien
entra.
Los tres se
quedaron pendientes de la pantalla, en la cual apareció una mujer que conducía
una carreta llena de cajitas con viales. Vane se apresuró a ordenar:
—Max, haz zoom en
la imagen.
Cuando este amplió
la visión, mostrando claramente los viales, Vane se los mostró a Ethan.
—¿Eso es sangre?
Este los
inspeccionó durante un segundo.
—Eso parece. La
luz no es muy buena —dicho esto, se giró hacia Night—. ¿Sabes si os toman
muestras de sangre?
—Constantemente,
pero no entiendo para qué son.
—La sangre nos
dice cómo estáis físicamente de salud. Si os hace falta comer determinado tipo
de alimento entre otras cosas. ¿Os sacan muestras de algo más?
Night dejó caer
los hombros.
—No estoy seguro.
Ellos hablan de nuestros flujos, pero no estoy seguro de lo que quieren decir.
Ethan asintió.
—Probablemente os
saquen muestras de orina y semen… Tal vez de algo más si os ponen tantas drogas
para teneros controlados —comentó pensativamente.
—¿Ellos nos
controlan así? —preguntó Night, un tanto extrañado.
Vane negó con la
cabeza.
—Lo que quiere
decir es que así saben cómo os encontráis —dicho esto, se volvió hacia el
médico—. Ethan, ¿viste algo especial en la sangre de Night?
Este frunció el
ceño.
—Estaba bajo en
todo tipo de vitaminas y calcio, pero no vi nada fuera de lo común. Tampoco es
que pueda hacer un examen exhaustivo aquí, no tengo material de sobra. Aún
estoy esperando los resultados de la muestra de ADN que le tomé.
—¿Qué es eso?
—preguntó Night, de nuevo frustrado porque le costaba seguir la conversación.
Ethan se volvió
hacia él.
—El ADN es… un
código genético. Todos los seres vivos tenemos uno distinto, es lo que nos hace
únicos… —intentó explicarse, pero no sabía muy bien cómo hacerlo a alguien que
apenas sabía nada del mundo. Miró a Vane, quien soltó un suspiro.
—No te preocupes
por eso ahora, Night. Es algo bastante complejo y tú por ahora solo tienes que
aprender las cosas más básicas. Más adelante podrás entenderlo, pero de momento
no tiene sentido que lo entiendas.
Tras unos momentos
de duda, Night asintió. Si Vane le decía que por ahora no era algo importante,
él creería en su palabra y esperaría hasta aprender lo suficiente como para
poder comprenderlo en el futuro.
—Vale, Max
olvídate de los viales por ahora —continuó Vane, pensando a toda velocidad—.
Esas compuertas de acero probablemente sean un almacén donde tienen muestras de
todo… Nos sería útil si pudiéramos entrar, pero por ahora sin una huella ni el
ojo de alguien que tenga acceso a ese lugar no nos sirve para nada. Vamos a
seguir inspeccionando este sitio.
—Tú mandas, Vane
—respondió Max antes de dirigir el dron hacia las puertas dobles que se abrían
de un empujón. Mediante las finas patas del mismo, logró abrirlas lo suficiente
como para que la cámara las cruzara y pasar así a un pasadizo más iluminado y
lleno de actividad, ya que había hombres y mujeres vestidos con batas y ropa
blanca que iban de un lado a otro—. Esto ya se pone más interesante. ¿Crees que
los amigos de Night están por aquí?
—Es ahí —dijo este
de repente, señalando a los que llevaban ropa blanca—. Esos van vestidos como
los técnicos —dicho esto, gruñó y les señaló a un hombre de unos cuarenta años
que llevaba una bata—, y ese es un médico. No conozco su nombre, pero siempre
está presente cuando monto a una hembra.
—Bien —comentó
Vane, inspirando hondo—. Max, sigue por el techo, despacio. Busquemos a los
amigos de Night, a ver si podemos hacernos una idea de cuántos hay.
—Entendido, yo me
encargo.
Poco a poco, la
cámara fue recorriendo los pasadizos en busca de las habitaciones en las cuales
se encontraban los compañeros de su nuevo inquilino, quien observaba cada
movimiento de la pantalla con suma atención. Mientras tanto, Vane iba dibujando
en un papel grande la disposición aproximada de todo cuanto veía, haciendo
anotaciones de vez en cuando.
En determinado
momento, Night reconoció las compuertas que conducían a la habitación en la que
él se había encontrado y se lo notificó a Vane, que tomó nota.
—¿Cuántos sois en
tu habitación?
—Cuatro machos.
—Está bien, vamos
a suponer que en cada puerta hay cuatro de tus amigos, así iremos más rápidos.
De todos modos, tampoco podemos entrar ahí dentro sin conocer el código, por lo
que lo haremos de esta forma por ahora.
Continuaron
merodeando por los pasadizos, encontrando la sala donde los machos montaban a
las hembras. Ahí fueron testigos de cómo unos guardias apaleaban sin piedad a
un hombre encadenado que se había negado a tomar a la mujer, la cual lloraba
mientras suplicaba que no hicieran daño a la víctima. Para Night fue muy duro
verlo, pues era como verse a sí mismo hacía no mucho tiempo. Tampoco fue fácil
para Vane, a quien le dolió no poder hacer nada en esos momentos, ni para
Ethan, que tuvo que apartar la vista, sintiéndose muy incómodo ante tanta
violencia.
También vieron
otra sala en la que dos hombres luchaban entre sí. Uno estaba muy agresivo,
mientras que el otro hacía todo lo que podía por inmovilizarlo y retenerlo,
evitando hacerle daño. Night les explicó que a uno de ellos lo habían drogado
para obligarlo a dañar al otro macho.
Un poco más lejos,
entraron en una sala donde vieron a una mujer sedada y a la que le estaban
inyectando algo en el bajo vientre. Ethan prestó mucha atención, frunciendo el
ceño al darse cuenta de algo:
—Están haciendo
algo con sus ovarios.
Vane recordó de
repente lo que Night había dicho el día anterior.
—Night dijo que
intentaban que las mujeres tuvieran niños, que los médicos les hacían pruebas
de fertilización. ¿Es posible que sea eso lo que están haciendo con ella?
El joven doctor se
sobresaltó al escuchar aquello y se quedó pensativo un momento.
—Es lo más seguro…
¿Pero para qué quieren a los bebés?
—No lo sabemos
—respondió Night, sintiéndose imponente al ver a una de sus hembras tan
vulnerable—. Ninguna se ha quedado embarazada.
—¿Ni una? —exclamó
Ethan, un tanto sorprendido.
—Parece ser que no
—comentó Vane, mirándolo confundido—. ¿Sabes a qué puede deberse?
El médico se quedó
un momento callado antes de decir:
—Si el caso de las
mujeres es el mismo que el de Night, que le hayan estado dando drogas desde
temprana edad, es posible que estas hayan interferido en el ciclo menstrual y
también hayan dañado sus órganos reproductivos. Puede que estén intentando
reparar dichos órganos y ver si funciona…
—¿Eso es posible?
—No lo sé, Vane,
depende de lo dañadas que estén. Necesitaría hacer un examen y consultar a un
ginecólogo para saber las posibilidades que tienen de curarse. Si es demasiado
grave tal vez no puedan tener hijos nunca.
A Night le
entristeció un poco saber que cabía la posibilidad de que sus mujeres nunca
podrían tener crías pero, por el momento, eso no era lo más importante. Primero
tenía que preocuparse por sacarlas de allí junto al resto de su gente, más
tarde se ocuparía de resolver el resto de problemas.
Max continuó su
recorrido hasta una nueva sala, que parecía ser el lugar donde los amigos de
Night se recuperaban de las heridas, dado que había muchos inconscientes o con
vendajes, aunque no faltaban las retenciones que los mantenían atados a las
camillas. Allí, Night se sobresaltó al reconocer la figura menuda de una mujer
con cabellera rubia.
—Esa es Brower.
Vane le miró.
—¿La mujer a la
que oliste en el lugar donde te encontramos?
—Sí.
—Pues parece
preocupada por algo —comentó Max, enfocando su cara.
Su hermano la
contempló con detenimiento, reconociendo una expresión que ya le parecía haber
visto en otros técnicos y médicos, incluso en los guardias. Tras reflexionar un
poco, no le costó comprender el motivo.
—Todo el mundo
está nervioso ahí dentro. Night está fuera y eso les preocupa, los médicos
deben de temer que alguien, como nosotros, descubra lo que están haciendo con
los amigos de Night. —Hizo una pausa, meditando un poco—. De acuerdo, creo que
con esto tenemos más que suficiente, Max.
—¿Saco al dron y
regreso?
—No, llévalo a una
de las plantas superiores y escóndelo ahí. Quiero tener un ojo puesto en ellos.
Procura que no te vean.
—Entendido.
Después de eso,
Vane repasó las anotaciones que había hecho sobre aquel lugar y se pasó una
mano por el pelo. Había contado las puertas y calculaba que habría más o menos
unas cien personas ahí dentro. No iba a ser un rescate fácil.
—¿Es muy malo?
—preguntó Night, inquieto ante la postura tensa del macho.
—Night… no sé cómo
decírtelo…
—¿No puedes
sacarlos de allí? —La sola idea de tener que dejar a sus compañeros allí
encerrados le partía el corazón.
Vane le frotó un
brazo para calmarlo. Su contacto fue bien recibido, incluso colocó una mano
sobre la del otro macho para mantenerlo ahí, algo que no pasó desapercibido a
Ethan.
—No es eso
—respondió Vane, tranquilizándolo un poco—. Night… hay unas cien personas como
tú allí dentro.
Él parpadeó, un
poco sorprendido.
—Somos muchos
—comentó, un poco emocionado. La verdad era que creía que quedarían muy pocos
de los suyos.
—Sí, y por eso, no
es que no podamos rescatarlos, es que se necesita tiempo para preparar su
rescate. Necesitamos un lugar donde puedan estar seguros, y además tiene que
disponer de mucho material médico.
—Es verdad —dijo
Ethan con gravedad—. El estado en el que se encontraban los que estaban en
aquellas camillas no era bueno. —Al ver la alarma en los ojos de Night, se
apresuró a añadir—. Tranquilo, no es mortal, pero aun así es grave. Necesitaré
un sitio donde pueda operar, y también mucho personal de enfermería y médicos
de verdad.
—Ese es otro
problema —prosiguió Vane, mirando a Night a los ojos para que viera que hablaba
en serio—, necesitamos mucha gente para poder sacarlos de allí. Ya has visto
que aquello está lleno de guardias, y van muy bien armados. Tenemos que
planearlo bien para salvar a tus amigos.
Night asintió.
—Necesitas tiempo.
Lo entiendo. ¿Puedo ayudar de algún modo?
—Tú nos
acompañarás cuando vayamos a por ellos. Necesitamos que los convenzas de que no
somos el enemigo y que queremos ayudarlos. Lo último que nos hace falta es que
tus amigos nos ataquen, ese lugar se convertirá en una masacre como eso ocurra.
—¿Qué es una
masacre?
Vane le miró con
tristeza.
—Cuando todo el
mundo muere.
Él se estremeció.
—No quiero que les
pase nada a mi gente. Tampoco a ti —admitió.
El otro hombre le
sonrió.
—Por eso vamos a
prepararnos bien. Escucha, vamos a seguir la rutina que tenemos por ahora; Max,
Ethan y yo seguiremos enseñándote cuanto podamos, y mientras tanto, nosotros
tres buscaremos antes que nada a gente en la que confiamos y que sabemos que no
os hará daño ni a ti ni a tu gente. Luego nos preocuparemos por encontrar un
lugar provisional para vosotros, donde podáis estar el tiempo suficiente para
recuperaros antes de daros un nuevo hogar.
—¿Un hogar?
—murmuró, extrañado.
—Una casa que sea
el lugar donde vives. Sería solo tuya, o puedes compartirla con un amigo, lo
que quieras.
A Night le gustó
cómo sonaba eso, a pesar de que nunca lo había experimentado.
—¿Yo podría vivir
contigo?
Le intrigó
muchísimo ver cómo las mejillas de Vane se volvían de un rojo intenso, igual
que las de Ethan, pero este sonrió sutilmente, como si hubiera dicho algo
gracioso.
—Ah… Esto…
—tartamudeó Vane antes de carraspear—. Lo normal es que vivas con tu pareja o
con un amigo tuyo.
—Pero a mí me
gusta vivir contigo —dijo con honestidad, observando con interés cómo el macho
parecía ponerse más rojo todavía—. Estás muy rojo.
En ese momento,
oyeron la puerta de la casa abriéndose y Vane se levantó de un salto de la
silla para ir a recibirlo, dejando a Night con el ceño profundamente fruncido,
mirando a Ethan con confusión.
—¿He dicho algo
malo?
—No, Night, es
solo que Vane no se esperaba que dijeras eso.
—Pero es la
verdad.
Ethan soltó una
risilla.
—Lo sé, no te
preocupes, no has hecho nada malo.
A pesar de todo,
Night tenía la sensación de que tampoco había hecho bien en decir eso, aunque
no comprendía por qué. Él solo había querido hacerle saber a Vane que se sentía
lo suficientemente atraído por él como para aceptar compartir el mismo
territorio.
Por otro lado,
este se había reunido con Max en la entrada y comentaba en voz baja con él todo
lo que habían visto y lo que conllevaba. A Max le sorprendió saber que, según
palabras de Night, los médicos de Mercile intentaban que esa gente tuviera
bebés, algo que no encajaba con la imagen que habían hecho de esos sujetos.
—No lo entiendo,
¿para qué quieren a los niños? ¿No sería contraproducente ahora?
Vane se rascó el
mentón, pensando en posibles razones… pero no encontraba nada lo bastante
lógico como para algo así.
—No tengo ni idea,
la verdad. Puede que nos hayamos equivocado y no sean prototipos militares…
—Pero eso no
tendría sentido, ¿has visto lo grandes que eran? Joder, hasta las mujeres deben
de ser tan altas como nosotros.
—Sí, lo sé, pero
lo de los niños no tiene ningún sentido, a ellos no les beneficiarían para
nada, al contrario, no serían más que un problema…
—Vane.
Ambos se giraron
para encontrarse con Night en la puerta de la cocina, en la cual habían estado
observando a Max por el ordenador. Este había ido a hablar con Vane sobre lo
que había dicho, queriendo disculparse por si le había hecho sentirse incómodo
cuando había oído que hablaban de su gente. Le había parecido entender que
discutían sobre por qué estaban encerrados, y él quería saberlo.
—¿Sabes por qué
los médicos nos hacen pruebas? —le preguntó, queriendo entender por qué esos
humanos los maltrataban y abusaban de ellos.
Los dos machos se
miraron entre sí como si mantuvieran una conversación silenciosa. Poco después,
Vane le hizo un gesto para que fuera con él.
—Ven, siéntate con
nosotros, Night.
Este obedeció sin
pensarlo, quedándose muy cerca de Vane. Su cercanía le resultaba reconfortante
y le encantaba aspirar su aroma, lo tentaba a estrecharlo contra su cuerpo y a
restregarse contra él para que su olor se mezclara con el suyo.
Lo vio inspirar
hondo mientras sus ojos se estrechaban un poco; supo que estaba buscando un
modo de explicárselo.
—Antes que nada,
debes entender que, a pesar de lo que crees, tú también eres humano, Night.
Él frunció el
ceño.
—No lo entiendo,
los médicos siempre dicen…
—Os han mentido.
¿Recuerdas cuando te dije que los seres humanos somos más crueles con los de
nuestra propia especie?
Night bajó la
vista, tratando de asimilar lo que Vane le estaba diciendo. Entonces, ¿él y su
gente eran humanos también? Resultaba… difícil aceptarlo cuando se había pasado
toda la vida diferenciando entre sus compañeros y los humanos; ellos eran
malvados, les hacían daño y les habían mantenido encerrados desde que tenía uso
de razón. Sin embargo… Sin embargo, Vane no era malo. También era humano, pero
le había acogido en su casa, le daba de comer y no lo tenía prisionero,
intentaba ayudarle y ahora estaba haciendo todo lo posible por sacar a sus
amigos de ese horrible lugar.
Tras inspirar
hondo, asintió.
—Vale.
Vane, en un
intento por darle apoyo, colocó su mano una vez más sobre su brazo y lo
acarició con el pulgar. Night estuvo a punto de gruñir complacido por las
pequeñas caricias, pero se contuvo, sin estar seguro de si ese ruido lo
asustaría. Lo último que quería era que Vane tuviera miedo de él, a pesar de
que nunca le haría daño.
—Sé que es difícil
para ti ahora, pero con el tiempo lo comprenderás. Tú y yo no somos muy
diferentes físicamente… aunque eres más grande que yo —le dijo, sonriendo un
poco, haciendo que Night también curvara un poco los labios hacia arriba. Era
consciente de que Vane era pequeño y no parecía tener tanta fuerza como él,
pero no por ello lo subestimaría, ya había comprobado que era muy hábil en
combate, y eso que uno de sus brazos no funcionaba bien—. Te estoy explicando
esto porque… porque lo que creemos que los médicos quieren son… humanos
mejorados, por así decirlo.
Esta vez, no
entendió lo que quería decir.
—¿Humanos
mejorados?
Ethan, que había
estado un poco apartado de ellos, se acercó para intervenir en la conversación.
—Eres más grande y
más fuerte que la mayoría de las personas, y tus sentidos son claramente
mejores que los nuestros, de hecho, me atrevería a decir que tu olfato iguala
el de los perros. También tienes colmillos más pronunciados que nosotros.
Él asintió,
consciente de sus diferencias.
—¿Eso me hace
mejor? —musitó, un poco confundido, ya que siempre había sido tratado con
desprecio y odio precisamente por ello.
—Te hace
físicamente más poderoso que nosotros —matizó Max.
Night podía
entender eso… pero…
—¿Por qué los
médicos hacen eso si después necesitan controlarnos? Nos sedan y nos ponen poca
comida para que no podamos resistirnos a las pruebas.
—¿Recuerdas lo que
te conté sobre los soldados? —le preguntó Vane, a lo que él asintió—. Creo que
todas esas pruebas que os hacen son para ver si pueden crear soldados tan
fuertes como vosotros.
Ladeó la cabeza,
pensando en ello. En cierto modo, tenía sentido, ya que los soldados debían ser
muy fuertes para proteger sus países… aunque eso no significaba que estuviera
de acuerdo.
—¿Vosotros
necesitáis soldados fuertes?
Vane se removió un
poco en su asiento.
—Los soldados
pasan por entrenamientos muy duros para estar en una excelente condición
física… pero esta no es la manera de crear gente más fuerte, Night, no a costa
del dolor y sufrimiento de otras personas. Lo que están haciendo con vosotros
no está bien y serán castigados por ello.
Night asintió,
aliviado, aunque había algo que había oído que le preocupaba.
—¿Qué pasa con nuestros
niños? Os he oído hablando de ellos.
El macho humano
que aún lo acariciaba soltó un suspiro.
—Es lo único que
no nos cuadra; si el objetivo de los que os tienen encerrados es hacer pruebas
para crear soldados más fuertes, no tiene sentido que estén intentando que
tengáis hijos. Ahora dudamos sobre lo que pretenden realmente.
—Tal vez solo
estén intentando crear fármacos nuevos de diferentes clases —aventuró Ethan con
el rostro sombrío—. Después de todo, Mercile es una empresa farmacéutica, a lo
mejor su única intención es la elaboración de drogas que sirvan tanto para
fines militares como reproductivos.
—Es una
posibilidad —reconoció Vane—. Pero, sea lo que sea lo que traman, lo
averiguaremos en cuanto saquemos a los amigos de Night. Ellos son nuestra
prioridad ahora.
Los otros tres
hombres asintieron y después todos regresaron a su rutina: Ethan siguió
buscando médicos y enfermeros con los que había trabajado y que creía que eran
de fiar, incluso habló con su hermana para que le echara una mano ya que, tras
ver que tendría que encargarse de unas cien personas, comprendió que no
bastaría la gente a la que él conocía, necesitaban más; Max hizo lo propio con
militares, empezando por la unidad en la que Vane y él estuvieron y después
abarcando toda su promoción, gente con la que habían estudiado en la academia o
con quienes habían hecho misiones juntos, y Vane continuó con su tarea de
enseñar a leer a Night, quien se esforzaba mucho en aprender lo más rápido
posible para que le fuera más sencillo entender todo lo que decían los humanos
que lo habían acogido.
Al final del día,
todos estaban un poco cansados, ya que habían sido demasiadas emociones
negativas en un solo día, y Night lo notaba. Veía a Max y Vane frustrados y
preocupados por su gente, y Ethan parecía especialmente dolido por el horror
que había contemplado a través de la cámara. Él comprendía la impotencia que
sentían, pues era la misma con la que él había convivido durante toda su vida.
Pero ahora tenía esperanza gracias a esos tres machos, y por eso trató de hacer
lo posible por animarlos a base de distracciones, preguntándoles más de lo
normal sobre cosas del mundo exterior, tratando, por una vez, de evitar el tema
de su gente.
Al anochecer,
cuando todos se acostaron, Night se escabulló de su habitación, pero esta vez
no fue a la de Vane, sino a la de Max. Había algo de lo que quería hablar con
él y esperaba que el macho le ayudara.
Llamó suavemente a
la puerta y, al ver que una luz se encendía, la abrió y se asomó un poco para
encontrarse a un Max que bostezaba.
—¿Vane? —preguntó.
—Night —respondió,
sobresaltando un poco al hombre, que lo miró extrañado.
—Hombre, Night, no
te esperaba. Pasa, pasa, no seas tímido.
Este entró en la
estancia y fue hacia la cama, donde Max se había sentado con las piernas
cruzadas. Nocturn, que dormía en una especie de mullido colchón para perros,
levantó las orejas al oírlo, pero las bajó poco después al reconocerlo y se
acomodó un poco antes de volver a dormirse.
—¿Qué puedo hacer
por ti? —le preguntó el humano. Se le veía un poco cansado, pero aun así le
sonreía con amabilidad, como siempre.
—Hay algo de lo
que quiero hablar contigo —contestó mientras se sentaba en el borde de la cama,
a una distancia prudente de Max. Pese a que le caía bien y empezaba a confiar
en él, no se sentía del todo a gusto estando tan cerca de él, lo cual no le
ocurría con Vane.
Este frunció un
poco el ceño.
—¿Conmigo? ¿Qué
pasa con Vane?, he notado que te sientes más cómodo con él.
¡Vaya! No le había
pasado desapercibido eso.
—Quiero hablar con
él, pero antes quería pedirte consejo.
Max parpadeó, pero
no le cuestionó y le hizo un gesto con la mano que, si no recordaba mal, era
algo como adelante.
—Tú dirás.
Night dudó un
momento antes de decir:
—Me siento atraído
por Vane.
—¡¿Quéeeee?! —casi
gritó Max, que se tapó la boca al instante.
Él se encogió un
poco.
—¿Está mal?
Al darse cuenta de
lo que había dicho, Max se apresuró a corregirse.
—¡No! No, claro
que no. Es solo que… Joder, me ha sorprendido, eso es todo. No esperaba que te
sintieras de esa forma por uno de nosotros, y menos aún tan rápido.
—Al principio, me
resultó difícil aceptar cómo me sentía con Vane —admitió, tratando de
expresarse con la mayor claridad posible—, puesto que no estaba seguro de qué
pensar sobre vosotros. Pero ayer me di cuenta de que no me habéis mentido y…
—Miró al otro macho a los ojos para que supiera que hablaba en serio—. Os estoy
muy agradecido por todo lo que habéis hecho por mí y por mi gente. Para mí es
importante.
Max le dedicó una
sonrisa comprensiva.
—No tienes que
darnos las gracias. Haremos lo que podamos por todos porque eso es lo que
tenemos que hacer. —Hizo una pausa y su sonrisa se volvió pícara—. Así que te
gusta mi hermano, ¿eh?
—¿Gustar?
—Gustar y “sentirse atraído por alguien” es
más o menos lo mismo. ¿Tienes sentimientos por él?
Night no respondió
de inmediato. Entendía lo que quería decir, pero la verdad era que no estaba
seguro de cómo se sentía con Vane. Aparte de la evidente atracción física,
confiaba en él y estaba cómodo a su lado, pero no sabía si le quería como
compañero. A decir verdad, por ahora la idea le resultaba… extraña. No
desagradable, pero sí rara. Hacía apenas unos días creía que nunca saldría de
su celda y que acabaría muriendo allí durante una de las pruebas de los médicos
y, de repente, se despierta en la casa de unos machos humanos que resulta que
son buenas personas, por no hablar de que aún estaba descubriendo el mundo tan
extraño que lo rodeaba.
Era demasiado.
Max, viendo la
confusión en sus ojos, hizo un gesto con la mano para airear el asunto.
—Vale, creo que he
ido muy rápido, ¿no? —Night asintió, esbozando una diminuta sonrisa—. Lo
siento, yo soy así, es una manía mía y entiendo que eso a veces confunde a la
gente, de modo que iremos paso a paso. Por el momento, digamos que Vane te
gusta lo suficiente como querer un… acercamiento más íntimo, ¿vale? —El otro
hombre volvió a asentir—. Bien, supongo que me pides consejo porque no sabes
cómo conseguir eso, ¿verdad?
—Los médicos me
obligaron a tomar mujeres en contra de mi voluntad —explicó Night con el ceño
fruncido—. Hay amistad entre nosotros, pero nunca sentí… suficiente atracción
como para disfrutar del sexo con una. Algunos machos sí se sienten así con
otras hembras, es como algunos acaban teniendo compañeras. No es mi caso —dicho
esto, miró a Max con seriedad—. Yo nunca forzaría a Vane, no haría nada que
pudiera hacerle daño. Pero no sé… qué hay que hacer para hacerle saber que
estoy interesado en él.
El otro asintió,
comprensivo.
—De acuerdo. Ahora
yo voy a explicarte algo; ¿recuerdas lo que te conté sobre la relación de mi
hermano con Jeremy? —Night asintió—. Vale, cuando una persona deja de ser la
pareja de otra, o espera un tiempo antes de conocer a alguien más que le pueda
interesar como amante o futura pareja, o se acuesta inmediatamente con otra.
—¿Acuesta?
—Tener sexo
—puntualizó Max—. Mi hermano es de los que esperan antes de acostarse con
alguien. Tienes que entender que él aún está dolido por lo que le han hecho y
le cuesta confiar… de esa manera en alguien, ¿sabes? No es fácil para él volver
a tener tanta intimidad con otra persona.
Night hizo un
gesto afirmativo.
—Lo comprendo.
¿Entonces debo esperar?
—No le digas aún
lo que sientes por él, te rechazará en un acto instintivo a pesar de que pueda
sentirse atraído por ti.
—Él se siente
atraído por mí —dijo Night, haciendo que Max abriera los ojos como platos.
—¿Te lo ha dicho?
—No, pero lo he
olido.
El joven Hagel se
quedó con la boca abierta.
—¡No me jodas!
¿Puedes oler eso?
—Sí.
—Genial, entonces
tienes la mitad del trabajo hecho. Ahora solo tenemos que esperar un tiempo
hasta que Vane haga el primer movimiento.
—¿Qué es el primer
movimiento?
—Él te hará saber
que también está interesado en ti… Probablemente haga amago de querer besarte.
Night arrugó la
frente.
—No sé qué es eso.
—Mmm… Normalmente,
un beso es cuando dos personas juntan los labios, pero también te pueden besar
en el cuello u otras partes del cuerpo. Básicamente, es posar los labios sobre
la piel de otra persona y hacer una pequeña presión.
Él asintió y se
estremeció un poco.
—He visto a los
técnicos, guardias y médicos haciendo eso con mi gente. No parece agradable.
—No lo es si es en
contra de tu voluntad, pero es un gesto íntimo entre dos personas que se
quieren. No es necesariamente exclusivo entre parejas o amantes, también pueden
hacerlo entre parientes o amigos para demostrar afecto.
Night ladeó la
cabeza.
—¿Tú besas a Vane?
—A veces, pero
nunca en los labios, eso suele ser para parejas y amantes. Aun así, entre los
chicos es raro, normalmente nos damos abrazos y palmadas cariñosas. Mañana lo
haré con Vane cuando bajes a desayunar, así lo entenderás mejor.
—¿Y yo qué puedo
hacer?
—Conviértete en su
amigo. Habla con él, conócelo, averigua las cosas que le gustan y hazlas con él
siempre y cuando a ti también te gusten. No le mientas, eso no suele acabar
bien.
Él gruñó un poco,
ofendido.
—Mentir es cosa de
humanos —dicho esto, recordó que él también lo era y bajó la cabeza—. Lo
siento, aún me cuesta pensar que somos la misma especie.
Max se encogió de
hombros.
—Entiendo que es
difícil para ti si te han estado repitiendo toda la vida la misma historia. No
te preocupes, nadie va a morderte por diferenciarnos de tu gente.
Night inclinó la
cabeza.
—Gracias.
Entonces, ¿solo tengo que ser su amigo?
—Permanece cerca
de él y ya verás cómo con el tiempo se creará un vínculo entre vosotros —dicho
esto, le sonrió—. También es una forma de que averigües hasta qué punto llegan
tus sentimientos por él.
Él lo meditó un
momento y luego asintió antes de mirar a Max.
—Está bien.
Gracias por todo.
El otro hombre le
guiñó un ojo, un gesto que le llamó la atención ya que le había visto hacerlo
alguna que otra vez.
—Todos estamos
aquí para ayudarte, Night. No dudes en preguntarme si necesitas saber algo más.
Night asintió y se
despidió de Max antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con
suavidad. Se encaminó hacia su dormitorio, sintiéndose mejor al saber cómo
debía acercarse a Vane, aunque también le molestaba un poco tener que esperar
para saciar el deseo que sentía por él. Sin embargo, tampoco quería que el
macho se sintiera incómodo o molesto con él porque no respetaba su espacio; si
él necesitaba un tiempo para olvidar a ese estúpido humano que le había
traicionado, se lo daría, y aprovecharía para demostrarle que él era mejor
macho que él.
Tenía la mano
sobre el picaporte cuando oyó unos golpes amortiguados en el piso de arriba.
Todo su cuerpo se tensó y aguzó sus sentidos, temiendo que se tratara de los
mismos guardias que estuvieron allí el día anterior y que hubieran vuelto.
Contuvo un gruñido y se agazapó, subiendo con suma lentitud las escaleras para
evitar hacer el más mínimo ruido. Una vez en el tercer piso, prestó atención y
detectó que el sonido venía del gimnasio, donde Max le enseñaba a golpear. Se
dirigió hacia allí y percibió el aroma de Vane y Bear, aparentemente reciente.
Aun así, fue cauteloso cuando abrió la puerta, solo lo suficiente para tratar
de localizar la fuente de los golpes.
El primero al que
vio fue a Bear, que estaba tumbado cerca de la entrada y que se giró al oírle.
Puesto que lo conocía, no le prestó más atención y apoyó la cabeza sobre sus
patas, observando algo. Al alzar la vista, Night se sintió aliviado, pues se
dio cuenta de que solo era Vane, que estaba golpeando un saco de boxeo. Podría
haber vuelto a su habitación tras comprobar que no había ninguna amenaza, pero
ver al macho luchando le llamó la atención y se quedó a observar; Vane, que se
había cambiado su ropa por unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes,
daba vueltas alrededor del saco, golpeándolo con fuerza con los guantes.
Observó fascinado sus músculos estirados por el esfuerzo, perlados por una
ligera capa de sudor, y cómo su cabello se revolvía con brusquedad a cada
movimiento. Incluso en la oscuridad, con la tenue luz de la luna, podía ver la
mirada fiera de sus claros ojos azules, que parecían relucir con fuerza entre
las sombras.
No pudo evitar
admirar la fuerza que desprendía. No era ni mucho menos tan alto ni tan grande como
su gente, ni siquiera que muchos de los enormes y robustos guardias que los
vigilaban, pero tenía… algo que inspiraba respeto. Puede que fuera su actitud;
la frialdad con la que pensaba, su seguridad en lo que hacía, su decisión y
valentía a la hora de enfrentar cualquier cosa. Se había dado cuenta de que no
se había rendido a pesar de ser consciente de lo difícil que era salvar a su
gente, y ese era un rasgo que admiraba profundamente.
Se le escapó un
gruñido suave al sentir que el deseo lo consumía. Quería a ese fuerte macho
bajo su cuerpo, presentía que el sexo con él sería increíble en comparación con
el que había tenido con las hembras de su especie. Vane, como él, era un
hombre, así que probablemente sería igual de dominante y sentía curiosidad por
cómo sería estar con alguien así en una relación física.
Un repentino
gemido lo puso alerta. Fue vagamente consciente de que Bear salía corriendo
hacia su dueño, aunque era este quien tenía toda su atención. Vane tenía una
mueca de dolor en el rostro, tal debía ser su angustia que cayó de rodillas al
suelo, sujetándose el brazo izquierdo.
El brazo
izquierdo.
Night palideció al
comprender que ese era el brazo que tenía herido, el que no podía mover bien.
Sin pensárselo dos veces, abrió la puerta de golpe y corrió hacia él, siendo
víctima de una oleada de pánico.
—¡Vane!
No hay comentarios:
Publicar un comentario