domingo, 9 de diciembre de 2018

Night


Capítulo 6. Reconociendo el terreno

—Max, procede con el mayor cuidado posible —le pidió Vane a su hermano.
—¿Insinúas que no soy cuidadoso? —replicó el otro hombre con un puchero.
Vane puso los ojos en blanco mientras observaba a Max a través de la cámara de su nuevo dispositivo. Él, Ethan y Night estaban en casa, contemplando mediante el portátil cómo Max se dirigía al polígono para introducir el dron en el edificio donde creían que estaba la gente de Night. Para comunicarse, Vane y Max usaban intercomunicadores que funcionaban por vía satélite, otra invención del mayor de los Hagel, para evitar así perder el contacto por cualquier burda interferencia.
—Sí, lo eres —dijo con cansancio—. Ahora concéntrate, tenemos trabajo que hacer.
—¡Sí, mi capitán! ¡Operación de reconocimiento en marcha!
—¿Qué es eso? —preguntó Night, frunciendo el ceño.
—Una operación de reconocimiento es cuando vas a explorar un lugar en el que nunca has estado. Sirve para hacernos una idea del entorno y de la situación a la que nos vamos a enfrentar.
Night asintió y volvió a prestar atención a la pantalla, desde la cual vieron cómo el dron se elevaba sobre el asiento del copiloto de Max y salía por la ventana en dirección al supuesto edificio abandonado. Entró por una ventana de la planta baja y le echó un rápido vistazo a la fábrica, pero no encontraron nada ni a nadie; las habitaciones estaban llenas de polvo y había alguna que otra mesa o silla tirada por el suelo, incluso había papeles arrugados y desperdigados. Night se puso nervioso al no encontrar nada, ni un rastro de su gente o de los guardias que la tenían.
—Vane, está vacío —le dijo con inquietud.
Este tenía la barbilla apoyada sobre sus dos manos, pensativo.
—¿Qué hacemos, hermano? —le preguntó Max.
El susodicho frunció el ceño y cogió los planos del edificio.
—Aparcaron la furgoneta ahí dentro, no es posible que no haya nada ahí dentro… —Entonces, cayó en la cuenta. Estrechó los ojos, buscando algo en los planos, pasando las páginas de todas las plantas—. Hijos de puta…
—¿Qué? ¿Qué has visto? —interrogó Night, confiando en la inteligencia de Vane.
Él le hizo un gesto para que esperara, por lo que el hombre se relajó un poco.
—Max, quiero que busques algún sitio que pueda conducir a un sótano.
—¿Sótano? Pero no había ningún sótano en los pla… Oh, mierda —comentó al entender lo que quería decir Vane—. Crees que lo borraron de ahí, ¿verdad?
—Para no dejar pistas, sí.
—¿Qué está pasando? —preguntó Night de nuevo, sin acabar de entender lo que querían decir, a pesar de que había entendido todas las palabras.
Vane se lo explicó con rapidez.
—Recuerdas lo que son los planos, ¿no? —Él asintió—. Bien, creemos que las personas que tienen a tu gente quitaron una parte de estos para que nadie supiera que tus amigos están ahí abajo. O eso creo.
Night arrugó la frente.
—¿No lo sabes seguro?
—Estoy convencido de que aquí hay algo. Si no fuera así, los hombres de ayer no habrían aparcado la furgoneta aquí…
—Eh, Vane, creo que tengo algo.
Los tres hombres se inclinaron sobre la pantalla, echando un vistazo a una rejilla que había en el suelo y por la cual el dron podía pasar.
—Vale, Max, busquemos alguna luz.
La cámara se adentró entre los agujeros de la rejilla, dando paso a la imagen de una especie de pasadizo tenuemente iluminado por luces anaranjadas. Vane se tensó un poco y miró a Night.
—¿Te resulta esto familiar?
Este negó con la cabeza.
—Me sedaban cuando tenían que llevarme de una habitación a otra.
—Está bien. Max, mantente pegado al techo, pero mueve la cámara alrededor, a ver si averiguamos dónde estamos.
Este obedeció, dejando ver unas puertas que se abrían con un simple empujón y unas compuertas de acero junto a un dispositivo en el cual se debía introducir un código para tener acceso al interior. Fueron estas quienes llamaron más la atención de Vane.
—Max, acércate al dispositivo. A ver si está activo.
El dron se acercó más, hasta la pantalla. La buena noticia era que funcionaba, lo cual quería decir que, tras esas compuertas, había algo importante y referente a la gente de Night; la mala, que aparte del código, se necesitaba también un examen de retina y huella dactilar, por lo que tenían muy difícil el acceso. Sin embargo, hubo algo que los inquietó todavía más.
—Joder, Vane, mira esto.
La cámara enfocó el logotipo de la empresa en la cual habían obtenido el producto. Al reconocerlo, Vane apretó los puños.
—¿Quieres que haga algo? —le preguntó Max con suavidad.
Vane quería destrozar a esos malnacidos, pero no era el momento; lo importante ahora era encontrar a los amigos de Night.
—No. Da la vuelta y vayamos por las otras puertas.
—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Night, confundido al olfatear la ira del macho humano en el aire—. ¿Por qué estás tan enfadado, Vane?
—Más tarde —respondió este con un tono un tanto brusco—. Ahora lo que importa es tu gente, Night. Tenemos que encontrarlos.
Este quiso replicar y exigirle que le contara el porqué de su malestar pero, antes de que pudiera decir nada, Ethan le detuvo tocándole suavemente un brazo y negando con la cabeza. Dudó un momento; no quería molestar aún más a Vane pero, al mismo tiempo, estaba preocupado por él y sentía la necesidad de abrazarlo para tratar de que se sintiera mejor. Sin embargo, fue Max quien tomó la decisión por él.
—Eh, alguien entra.
Los tres se quedaron pendientes de la pantalla, en la cual apareció una mujer que conducía una carreta llena de cajitas con viales. Vane se apresuró a ordenar:
—Max, haz zoom en la imagen.
Cuando este amplió la visión, mostrando claramente los viales, Vane se los mostró a Ethan.
—¿Eso es sangre?
Este los inspeccionó durante un segundo.
—Eso parece. La luz no es muy buena —dicho esto, se giró hacia Night—. ¿Sabes si os toman muestras de sangre?
—Constantemente, pero no entiendo para qué son.
—La sangre nos dice cómo estáis físicamente de salud. Si os hace falta comer determinado tipo de alimento entre otras cosas. ¿Os sacan muestras de algo más?
Night dejó caer los hombros.
—No estoy seguro. Ellos hablan de nuestros flujos, pero no estoy seguro de lo que quieren decir.
Ethan asintió.
—Probablemente os saquen muestras de orina y semen… Tal vez de algo más si os ponen tantas drogas para teneros controlados —comentó pensativamente.
—¿Ellos nos controlan así? —preguntó Night, un tanto extrañado.
Vane negó con la cabeza.
—Lo que quiere decir es que así saben cómo os encontráis —dicho esto, se volvió hacia el médico—. Ethan, ¿viste algo especial en la sangre de Night?
Este frunció el ceño.
—Estaba bajo en todo tipo de vitaminas y calcio, pero no vi nada fuera de lo común. Tampoco es que pueda hacer un examen exhaustivo aquí, no tengo material de sobra. Aún estoy esperando los resultados de la muestra de ADN que le tomé.
—¿Qué es eso? —preguntó Night, de nuevo frustrado porque le costaba seguir la conversación.
Ethan se volvió hacia él.
—El ADN es… un código genético. Todos los seres vivos tenemos uno distinto, es lo que nos hace únicos… —intentó explicarse, pero no sabía muy bien cómo hacerlo a alguien que apenas sabía nada del mundo. Miró a Vane, quien soltó un suspiro.
—No te preocupes por eso ahora, Night. Es algo bastante complejo y tú por ahora solo tienes que aprender las cosas más básicas. Más adelante podrás entenderlo, pero de momento no tiene sentido que lo entiendas.
Tras unos momentos de duda, Night asintió. Si Vane le decía que por ahora no era algo importante, él creería en su palabra y esperaría hasta aprender lo suficiente como para poder comprenderlo en el futuro.
—Vale, Max olvídate de los viales por ahora —continuó Vane, pensando a toda velocidad—. Esas compuertas de acero probablemente sean un almacén donde tienen muestras de todo… Nos sería útil si pudiéramos entrar, pero por ahora sin una huella ni el ojo de alguien que tenga acceso a ese lugar no nos sirve para nada. Vamos a seguir inspeccionando este sitio.
—Tú mandas, Vane —respondió Max antes de dirigir el dron hacia las puertas dobles que se abrían de un empujón. Mediante las finas patas del mismo, logró abrirlas lo suficiente como para que la cámara las cruzara y pasar así a un pasadizo más iluminado y lleno de actividad, ya que había hombres y mujeres vestidos con batas y ropa blanca que iban de un lado a otro—. Esto ya se pone más interesante. ¿Crees que los amigos de Night están por aquí?
—Es ahí —dijo este de repente, señalando a los que llevaban ropa blanca—. Esos van vestidos como los técnicos —dicho esto, gruñó y les señaló a un hombre de unos cuarenta años que llevaba una bata—, y ese es un médico. No conozco su nombre, pero siempre está presente cuando monto a una hembra.
—Bien —comentó Vane, inspirando hondo—. Max, sigue por el techo, despacio. Busquemos a los amigos de Night, a ver si podemos hacernos una idea de cuántos hay.
—Entendido, yo me encargo.
Poco a poco, la cámara fue recorriendo los pasadizos en busca de las habitaciones en las cuales se encontraban los compañeros de su nuevo inquilino, quien observaba cada movimiento de la pantalla con suma atención. Mientras tanto, Vane iba dibujando en un papel grande la disposición aproximada de todo cuanto veía, haciendo anotaciones de vez en cuando.
En determinado momento, Night reconoció las compuertas que conducían a la habitación en la que él se había encontrado y se lo notificó a Vane, que tomó nota.
—¿Cuántos sois en tu habitación?
—Cuatro machos.
—Está bien, vamos a suponer que en cada puerta hay cuatro de tus amigos, así iremos más rápidos. De todos modos, tampoco podemos entrar ahí dentro sin conocer el código, por lo que lo haremos de esta forma por ahora.
Continuaron merodeando por los pasadizos, encontrando la sala donde los machos montaban a las hembras. Ahí fueron testigos de cómo unos guardias apaleaban sin piedad a un hombre encadenado que se había negado a tomar a la mujer, la cual lloraba mientras suplicaba que no hicieran daño a la víctima. Para Night fue muy duro verlo, pues era como verse a sí mismo hacía no mucho tiempo. Tampoco fue fácil para Vane, a quien le dolió no poder hacer nada en esos momentos, ni para Ethan, que tuvo que apartar la vista, sintiéndose muy incómodo ante tanta violencia.
También vieron otra sala en la que dos hombres luchaban entre sí. Uno estaba muy agresivo, mientras que el otro hacía todo lo que podía por inmovilizarlo y retenerlo, evitando hacerle daño. Night les explicó que a uno de ellos lo habían drogado para obligarlo a dañar al otro macho.
Un poco más lejos, entraron en una sala donde vieron a una mujer sedada y a la que le estaban inyectando algo en el bajo vientre. Ethan prestó mucha atención, frunciendo el ceño al darse cuenta de algo:
—Están haciendo algo con sus ovarios.
Vane recordó de repente lo que Night había dicho el día anterior.
—Night dijo que intentaban que las mujeres tuvieran niños, que los médicos les hacían pruebas de fertilización. ¿Es posible que sea eso lo que están haciendo con ella?
El joven doctor se sobresaltó al escuchar aquello y se quedó pensativo un momento.
—Es lo más seguro… ¿Pero para qué quieren a los bebés?
—No lo sabemos —respondió Night, sintiéndose imponente al ver a una de sus hembras tan vulnerable—. Ninguna se ha quedado embarazada.
—¿Ni una? —exclamó Ethan, un tanto sorprendido.
—Parece ser que no —comentó Vane, mirándolo confundido—. ¿Sabes a qué puede deberse?
El médico se quedó un momento callado antes de decir:
—Si el caso de las mujeres es el mismo que el de Night, que le hayan estado dando drogas desde temprana edad, es posible que estas hayan interferido en el ciclo menstrual y también hayan dañado sus órganos reproductivos. Puede que estén intentando reparar dichos órganos y ver si funciona…
—¿Eso es posible?
—No lo sé, Vane, depende de lo dañadas que estén. Necesitaría hacer un examen y consultar a un ginecólogo para saber las posibilidades que tienen de curarse. Si es demasiado grave tal vez no puedan tener hijos nunca.
A Night le entristeció un poco saber que cabía la posibilidad de que sus mujeres nunca podrían tener crías pero, por el momento, eso no era lo más importante. Primero tenía que preocuparse por sacarlas de allí junto al resto de su gente, más tarde se ocuparía de resolver el resto de problemas.
Max continuó su recorrido hasta una nueva sala, que parecía ser el lugar donde los amigos de Night se recuperaban de las heridas, dado que había muchos inconscientes o con vendajes, aunque no faltaban las retenciones que los mantenían atados a las camillas. Allí, Night se sobresaltó al reconocer la figura menuda de una mujer con cabellera rubia.
—Esa es Brower.
Vane le miró.
—¿La mujer a la que oliste en el lugar donde te encontramos?
—Sí.
—Pues parece preocupada por algo —comentó Max, enfocando su cara.
Su hermano la contempló con detenimiento, reconociendo una expresión que ya le parecía haber visto en otros técnicos y médicos, incluso en los guardias. Tras reflexionar un poco, no le costó comprender el motivo.
—Todo el mundo está nervioso ahí dentro. Night está fuera y eso les preocupa, los médicos deben de temer que alguien, como nosotros, descubra lo que están haciendo con los amigos de Night. —Hizo una pausa, meditando un poco—. De acuerdo, creo que con esto tenemos más que suficiente, Max.
—¿Saco al dron y regreso?
—No, llévalo a una de las plantas superiores y escóndelo ahí. Quiero tener un ojo puesto en ellos. Procura que no te vean.
—Entendido.
Después de eso, Vane repasó las anotaciones que había hecho sobre aquel lugar y se pasó una mano por el pelo. Había contado las puertas y calculaba que habría más o menos unas cien personas ahí dentro. No iba a ser un rescate fácil.
—¿Es muy malo? —preguntó Night, inquieto ante la postura tensa del macho.
—Night… no sé cómo decírtelo…
—¿No puedes sacarlos de allí? —La sola idea de tener que dejar a sus compañeros allí encerrados le partía el corazón.
Vane le frotó un brazo para calmarlo. Su contacto fue bien recibido, incluso colocó una mano sobre la del otro macho para mantenerlo ahí, algo que no pasó desapercibido a Ethan.
—No es eso —respondió Vane, tranquilizándolo un poco—. Night… hay unas cien personas como tú allí dentro.
Él parpadeó, un poco sorprendido.
—Somos muchos —comentó, un poco emocionado. La verdad era que creía que quedarían muy pocos de los suyos.
—Sí, y por eso, no es que no podamos rescatarlos, es que se necesita tiempo para preparar su rescate. Necesitamos un lugar donde puedan estar seguros, y además tiene que disponer de mucho material médico.
—Es verdad —dijo Ethan con gravedad—. El estado en el que se encontraban los que estaban en aquellas camillas no era bueno. —Al ver la alarma en los ojos de Night, se apresuró a añadir—. Tranquilo, no es mortal, pero aun así es grave. Necesitaré un sitio donde pueda operar, y también mucho personal de enfermería y médicos de verdad.
—Ese es otro problema —prosiguió Vane, mirando a Night a los ojos para que viera que hablaba en serio—, necesitamos mucha gente para poder sacarlos de allí. Ya has visto que aquello está lleno de guardias, y van muy bien armados. Tenemos que planearlo bien para salvar a tus amigos.
Night asintió.
—Necesitas tiempo. Lo entiendo. ¿Puedo ayudar de algún modo?
—Tú nos acompañarás cuando vayamos a por ellos. Necesitamos que los convenzas de que no somos el enemigo y que queremos ayudarlos. Lo último que nos hace falta es que tus amigos nos ataquen, ese lugar se convertirá en una masacre como eso ocurra.
—¿Qué es una masacre?
Vane le miró con tristeza.
—Cuando todo el mundo muere.
Él se estremeció.
—No quiero que les pase nada a mi gente. Tampoco a ti —admitió.
El otro hombre le sonrió.
—Por eso vamos a prepararnos bien. Escucha, vamos a seguir la rutina que tenemos por ahora; Max, Ethan y yo seguiremos enseñándote cuanto podamos, y mientras tanto, nosotros tres buscaremos antes que nada a gente en la que confiamos y que sabemos que no os hará daño ni a ti ni a tu gente. Luego nos preocuparemos por encontrar un lugar provisional para vosotros, donde podáis estar el tiempo suficiente para recuperaros antes de daros un nuevo hogar.
—¿Un hogar? —murmuró, extrañado.
—Una casa que sea el lugar donde vives. Sería solo tuya, o puedes compartirla con un amigo, lo que quieras.
A Night le gustó cómo sonaba eso, a pesar de que nunca lo había experimentado.
—¿Yo podría vivir contigo?
Le intrigó muchísimo ver cómo las mejillas de Vane se volvían de un rojo intenso, igual que las de Ethan, pero este sonrió sutilmente, como si hubiera dicho algo gracioso.
—Ah… Esto… —tartamudeó Vane antes de carraspear—. Lo normal es que vivas con tu pareja o con un amigo tuyo.
—Pero a mí me gusta vivir contigo —dijo con honestidad, observando con interés cómo el macho parecía ponerse más rojo todavía—. Estás muy rojo.
En ese momento, oyeron la puerta de la casa abriéndose y Vane se levantó de un salto de la silla para ir a recibirlo, dejando a Night con el ceño profundamente fruncido, mirando a Ethan con confusión.
—¿He dicho algo malo?
—No, Night, es solo que Vane no se esperaba que dijeras eso.
—Pero es la verdad.
Ethan soltó una risilla.
—Lo sé, no te preocupes, no has hecho nada malo.
A pesar de todo, Night tenía la sensación de que tampoco había hecho bien en decir eso, aunque no comprendía por qué. Él solo había querido hacerle saber a Vane que se sentía lo suficientemente atraído por él como para aceptar compartir el mismo territorio.
Por otro lado, este se había reunido con Max en la entrada y comentaba en voz baja con él todo lo que habían visto y lo que conllevaba. A Max le sorprendió saber que, según palabras de Night, los médicos de Mercile intentaban que esa gente tuviera bebés, algo que no encajaba con la imagen que habían hecho de esos sujetos.
—No lo entiendo, ¿para qué quieren a los niños? ¿No sería contraproducente ahora?
Vane se rascó el mentón, pensando en posibles razones… pero no encontraba nada lo bastante lógico como para algo así.
—No tengo ni idea, la verdad. Puede que nos hayamos equivocado y no sean prototipos militares…
—Pero eso no tendría sentido, ¿has visto lo grandes que eran? Joder, hasta las mujeres deben de ser tan altas como nosotros.
—Sí, lo sé, pero lo de los niños no tiene ningún sentido, a ellos no les beneficiarían para nada, al contrario, no serían más que un problema…
—Vane.
Ambos se giraron para encontrarse con Night en la puerta de la cocina, en la cual habían estado observando a Max por el ordenador. Este había ido a hablar con Vane sobre lo que había dicho, queriendo disculparse por si le había hecho sentirse incómodo cuando había oído que hablaban de su gente. Le había parecido entender que discutían sobre por qué estaban encerrados, y él quería saberlo.
—¿Sabes por qué los médicos nos hacen pruebas? —le preguntó, queriendo entender por qué esos humanos los maltrataban y abusaban de ellos.
Los dos machos se miraron entre sí como si mantuvieran una conversación silenciosa. Poco después, Vane le hizo un gesto para que fuera con él.
—Ven, siéntate con nosotros, Night.
Este obedeció sin pensarlo, quedándose muy cerca de Vane. Su cercanía le resultaba reconfortante y le encantaba aspirar su aroma, lo tentaba a estrecharlo contra su cuerpo y a restregarse contra él para que su olor se mezclara con el suyo.
Lo vio inspirar hondo mientras sus ojos se estrechaban un poco; supo que estaba buscando un modo de explicárselo.
—Antes que nada, debes entender que, a pesar de lo que crees, tú también eres humano, Night.
Él frunció el ceño.
—No lo entiendo, los médicos siempre dicen…
—Os han mentido. ¿Recuerdas cuando te dije que los seres humanos somos más crueles con los de nuestra propia especie?
Night bajó la vista, tratando de asimilar lo que Vane le estaba diciendo. Entonces, ¿él y su gente eran humanos también? Resultaba… difícil aceptarlo cuando se había pasado toda la vida diferenciando entre sus compañeros y los humanos; ellos eran malvados, les hacían daño y les habían mantenido encerrados desde que tenía uso de razón. Sin embargo… Sin embargo, Vane no era malo. También era humano, pero le había acogido en su casa, le daba de comer y no lo tenía prisionero, intentaba ayudarle y ahora estaba haciendo todo lo posible por sacar a sus amigos de ese horrible lugar.
Tras inspirar hondo, asintió.
—Vale.
Vane, en un intento por darle apoyo, colocó su mano una vez más sobre su brazo y lo acarició con el pulgar. Night estuvo a punto de gruñir complacido por las pequeñas caricias, pero se contuvo, sin estar seguro de si ese ruido lo asustaría. Lo último que quería era que Vane tuviera miedo de él, a pesar de que nunca le haría daño.
—Sé que es difícil para ti ahora, pero con el tiempo lo comprenderás. Tú y yo no somos muy diferentes físicamente… aunque eres más grande que yo —le dijo, sonriendo un poco, haciendo que Night también curvara un poco los labios hacia arriba. Era consciente de que Vane era pequeño y no parecía tener tanta fuerza como él, pero no por ello lo subestimaría, ya había comprobado que era muy hábil en combate, y eso que uno de sus brazos no funcionaba bien—. Te estoy explicando esto porque… porque lo que creemos que los médicos quieren son… humanos mejorados, por así decirlo.
Esta vez, no entendió lo que quería decir.
—¿Humanos mejorados?
Ethan, que había estado un poco apartado de ellos, se acercó para intervenir en la conversación.
—Eres más grande y más fuerte que la mayoría de las personas, y tus sentidos son claramente mejores que los nuestros, de hecho, me atrevería a decir que tu olfato iguala el de los perros. También tienes colmillos más pronunciados que nosotros.
Él asintió, consciente de sus diferencias.
—¿Eso me hace mejor? —musitó, un poco confundido, ya que siempre había sido tratado con desprecio y odio precisamente por ello.
—Te hace físicamente más poderoso que nosotros —matizó Max.
Night podía entender eso… pero…
—¿Por qué los médicos hacen eso si después necesitan controlarnos? Nos sedan y nos ponen poca comida para que no podamos resistirnos a las pruebas.
—¿Recuerdas lo que te conté sobre los soldados? —le preguntó Vane, a lo que él asintió—. Creo que todas esas pruebas que os hacen son para ver si pueden crear soldados tan fuertes como vosotros.
Ladeó la cabeza, pensando en ello. En cierto modo, tenía sentido, ya que los soldados debían ser muy fuertes para proteger sus países… aunque eso no significaba que estuviera de acuerdo.
—¿Vosotros necesitáis soldados fuertes?
Vane se removió un poco en su asiento.
—Los soldados pasan por entrenamientos muy duros para estar en una excelente condición física… pero esta no es la manera de crear gente más fuerte, Night, no a costa del dolor y sufrimiento de otras personas. Lo que están haciendo con vosotros no está bien y serán castigados por ello.
Night asintió, aliviado, aunque había algo que había oído que le preocupaba.
—¿Qué pasa con nuestros niños? Os he oído hablando de ellos.
El macho humano que aún lo acariciaba soltó un suspiro.
—Es lo único que no nos cuadra; si el objetivo de los que os tienen encerrados es hacer pruebas para crear soldados más fuertes, no tiene sentido que estén intentando que tengáis hijos. Ahora dudamos sobre lo que pretenden realmente.
—Tal vez solo estén intentando crear fármacos nuevos de diferentes clases —aventuró Ethan con el rostro sombrío—. Después de todo, Mercile es una empresa farmacéutica, a lo mejor su única intención es la elaboración de drogas que sirvan tanto para fines militares como reproductivos.
—Es una posibilidad —reconoció Vane—. Pero, sea lo que sea lo que traman, lo averiguaremos en cuanto saquemos a los amigos de Night. Ellos son nuestra prioridad ahora.
Los otros tres hombres asintieron y después todos regresaron a su rutina: Ethan siguió buscando médicos y enfermeros con los que había trabajado y que creía que eran de fiar, incluso habló con su hermana para que le echara una mano ya que, tras ver que tendría que encargarse de unas cien personas, comprendió que no bastaría la gente a la que él conocía, necesitaban más; Max hizo lo propio con militares, empezando por la unidad en la que Vane y él estuvieron y después abarcando toda su promoción, gente con la que habían estudiado en la academia o con quienes habían hecho misiones juntos, y Vane continuó con su tarea de enseñar a leer a Night, quien se esforzaba mucho en aprender lo más rápido posible para que le fuera más sencillo entender todo lo que decían los humanos que lo habían acogido.
Al final del día, todos estaban un poco cansados, ya que habían sido demasiadas emociones negativas en un solo día, y Night lo notaba. Veía a Max y Vane frustrados y preocupados por su gente, y Ethan parecía especialmente dolido por el horror que había contemplado a través de la cámara. Él comprendía la impotencia que sentían, pues era la misma con la que él había convivido durante toda su vida. Pero ahora tenía esperanza gracias a esos tres machos, y por eso trató de hacer lo posible por animarlos a base de distracciones, preguntándoles más de lo normal sobre cosas del mundo exterior, tratando, por una vez, de evitar el tema de su gente.
Al anochecer, cuando todos se acostaron, Night se escabulló de su habitación, pero esta vez no fue a la de Vane, sino a la de Max. Había algo de lo que quería hablar con él y esperaba que el macho le ayudara.
Llamó suavemente a la puerta y, al ver que una luz se encendía, la abrió y se asomó un poco para encontrarse a un Max que bostezaba.
—¿Vane? —preguntó.
—Night —respondió, sobresaltando un poco al hombre, que lo miró extrañado.
—Hombre, Night, no te esperaba. Pasa, pasa, no seas tímido.
Este entró en la estancia y fue hacia la cama, donde Max se había sentado con las piernas cruzadas. Nocturn, que dormía en una especie de mullido colchón para perros, levantó las orejas al oírlo, pero las bajó poco después al reconocerlo y se acomodó un poco antes de volver a dormirse.
—¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó el humano. Se le veía un poco cansado, pero aun así le sonreía con amabilidad, como siempre.
—Hay algo de lo que quiero hablar contigo —contestó mientras se sentaba en el borde de la cama, a una distancia prudente de Max. Pese a que le caía bien y empezaba a confiar en él, no se sentía del todo a gusto estando tan cerca de él, lo cual no le ocurría con Vane.
Este frunció un poco el ceño.
—¿Conmigo? ¿Qué pasa con Vane?, he notado que te sientes más cómodo con él.
¡Vaya! No le había pasado desapercibido eso.
—Quiero hablar con él, pero antes quería pedirte consejo.
Max parpadeó, pero no le cuestionó y le hizo un gesto con la mano que, si no recordaba mal, era algo como adelante.
—Tú dirás.
Night dudó un momento antes de decir:
—Me siento atraído por Vane.
—¡¿Quéeeee?! —casi gritó Max, que se tapó la boca al instante.
Él se encogió un poco.
—¿Está mal?
Al darse cuenta de lo que había dicho, Max se apresuró a corregirse.
—¡No! No, claro que no. Es solo que… Joder, me ha sorprendido, eso es todo. No esperaba que te sintieras de esa forma por uno de nosotros, y menos aún tan rápido.
—Al principio, me resultó difícil aceptar cómo me sentía con Vane —admitió, tratando de expresarse con la mayor claridad posible—, puesto que no estaba seguro de qué pensar sobre vosotros. Pero ayer me di cuenta de que no me habéis mentido y… —Miró al otro macho a los ojos para que supiera que hablaba en serio—. Os estoy muy agradecido por todo lo que habéis hecho por mí y por mi gente. Para mí es importante.
Max le dedicó una sonrisa comprensiva.
—No tienes que darnos las gracias. Haremos lo que podamos por todos porque eso es lo que tenemos que hacer. —Hizo una pausa y su sonrisa se volvió pícara—. Así que te gusta mi hermano, ¿eh?
—¿Gustar?
Gustar y “sentirse atraído por alguien” es más o menos lo mismo. ¿Tienes sentimientos por él?
Night no respondió de inmediato. Entendía lo que quería decir, pero la verdad era que no estaba seguro de cómo se sentía con Vane. Aparte de la evidente atracción física, confiaba en él y estaba cómodo a su lado, pero no sabía si le quería como compañero. A decir verdad, por ahora la idea le resultaba… extraña. No desagradable, pero sí rara. Hacía apenas unos días creía que nunca saldría de su celda y que acabaría muriendo allí durante una de las pruebas de los médicos y, de repente, se despierta en la casa de unos machos humanos que resulta que son buenas personas, por no hablar de que aún estaba descubriendo el mundo tan extraño que lo rodeaba.
Era demasiado.
Max, viendo la confusión en sus ojos, hizo un gesto con la mano para airear el asunto.
—Vale, creo que he ido muy rápido, ¿no? —Night asintió, esbozando una diminuta sonrisa—. Lo siento, yo soy así, es una manía mía y entiendo que eso a veces confunde a la gente, de modo que iremos paso a paso. Por el momento, digamos que Vane te gusta lo suficiente como querer un… acercamiento más íntimo, ¿vale? —El otro hombre volvió a asentir—. Bien, supongo que me pides consejo porque no sabes cómo conseguir eso, ¿verdad?
—Los médicos me obligaron a tomar mujeres en contra de mi voluntad —explicó Night con el ceño fruncido—. Hay amistad entre nosotros, pero nunca sentí… suficiente atracción como para disfrutar del sexo con una. Algunos machos sí se sienten así con otras hembras, es como algunos acaban teniendo compañeras. No es mi caso —dicho esto, miró a Max con seriedad—. Yo nunca forzaría a Vane, no haría nada que pudiera hacerle daño. Pero no sé… qué hay que hacer para hacerle saber que estoy interesado en él.
El otro asintió, comprensivo.
—De acuerdo. Ahora yo voy a explicarte algo; ¿recuerdas lo que te conté sobre la relación de mi hermano con Jeremy? —Night asintió—. Vale, cuando una persona deja de ser la pareja de otra, o espera un tiempo antes de conocer a alguien más que le pueda interesar como amante o futura pareja, o se acuesta inmediatamente con otra.
—¿Acuesta?
—Tener sexo —puntualizó Max—. Mi hermano es de los que esperan antes de acostarse con alguien. Tienes que entender que él aún está dolido por lo que le han hecho y le cuesta confiar… de esa manera en alguien, ¿sabes? No es fácil para él volver a tener tanta intimidad con otra persona.
Night hizo un gesto afirmativo.
—Lo comprendo. ¿Entonces debo esperar?
—No le digas aún lo que sientes por él, te rechazará en un acto instintivo a pesar de que pueda sentirse atraído por ti.
—Él se siente atraído por mí —dijo Night, haciendo que Max abriera los ojos como platos.
—¿Te lo ha dicho?
—No, pero lo he olido.
El joven Hagel se quedó con la boca abierta.
—¡No me jodas! ¿Puedes oler eso?
—Sí.
—Genial, entonces tienes la mitad del trabajo hecho. Ahora solo tenemos que esperar un tiempo hasta que Vane haga el primer movimiento.
—¿Qué es el primer movimiento?
—Él te hará saber que también está interesado en ti… Probablemente haga amago de querer besarte.
Night arrugó la frente.
—No sé qué es eso.
—Mmm… Normalmente, un beso es cuando dos personas juntan los labios, pero también te pueden besar en el cuello u otras partes del cuerpo. Básicamente, es posar los labios sobre la piel de otra persona y hacer una pequeña presión.
Él asintió y se estremeció un poco.
—He visto a los técnicos, guardias y médicos haciendo eso con mi gente. No parece agradable.
—No lo es si es en contra de tu voluntad, pero es un gesto íntimo entre dos personas que se quieren. No es necesariamente exclusivo entre parejas o amantes, también pueden hacerlo entre parientes o amigos para demostrar afecto.
Night ladeó la cabeza.
—¿Tú besas a Vane?
—A veces, pero nunca en los labios, eso suele ser para parejas y amantes. Aun así, entre los chicos es raro, normalmente nos damos abrazos y palmadas cariñosas. Mañana lo haré con Vane cuando bajes a desayunar, así lo entenderás mejor.
—¿Y yo qué puedo hacer?
—Conviértete en su amigo. Habla con él, conócelo, averigua las cosas que le gustan y hazlas con él siempre y cuando a ti también te gusten. No le mientas, eso no suele acabar bien.
Él gruñó un poco, ofendido.
—Mentir es cosa de humanos —dicho esto, recordó que él también lo era y bajó la cabeza—. Lo siento, aún me cuesta pensar que somos la misma especie.
Max se encogió de hombros.
—Entiendo que es difícil para ti si te han estado repitiendo toda la vida la misma historia. No te preocupes, nadie va a morderte por diferenciarnos de tu gente.
Night inclinó la cabeza.
—Gracias. Entonces, ¿solo tengo que ser su amigo?
—Permanece cerca de él y ya verás cómo con el tiempo se creará un vínculo entre vosotros —dicho esto, le sonrió—. También es una forma de que averigües hasta qué punto llegan tus sentimientos por él.
Él lo meditó un momento y luego asintió antes de mirar a Max.
—Está bien. Gracias por todo.
El otro hombre le guiñó un ojo, un gesto que le llamó la atención ya que le había visto hacerlo alguna que otra vez.
—Todos estamos aquí para ayudarte, Night. No dudes en preguntarme si necesitas saber algo más.
Night asintió y se despidió de Max antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con suavidad. Se encaminó hacia su dormitorio, sintiéndose mejor al saber cómo debía acercarse a Vane, aunque también le molestaba un poco tener que esperar para saciar el deseo que sentía por él. Sin embargo, tampoco quería que el macho se sintiera incómodo o molesto con él porque no respetaba su espacio; si él necesitaba un tiempo para olvidar a ese estúpido humano que le había traicionado, se lo daría, y aprovecharía para demostrarle que él era mejor macho que él.
Tenía la mano sobre el picaporte cuando oyó unos golpes amortiguados en el piso de arriba. Todo su cuerpo se tensó y aguzó sus sentidos, temiendo que se tratara de los mismos guardias que estuvieron allí el día anterior y que hubieran vuelto. Contuvo un gruñido y se agazapó, subiendo con suma lentitud las escaleras para evitar hacer el más mínimo ruido. Una vez en el tercer piso, prestó atención y detectó que el sonido venía del gimnasio, donde Max le enseñaba a golpear. Se dirigió hacia allí y percibió el aroma de Vane y Bear, aparentemente reciente. Aun así, fue cauteloso cuando abrió la puerta, solo lo suficiente para tratar de localizar la fuente de los golpes.
El primero al que vio fue a Bear, que estaba tumbado cerca de la entrada y que se giró al oírle. Puesto que lo conocía, no le prestó más atención y apoyó la cabeza sobre sus patas, observando algo. Al alzar la vista, Night se sintió aliviado, pues se dio cuenta de que solo era Vane, que estaba golpeando un saco de boxeo. Podría haber vuelto a su habitación tras comprobar que no había ninguna amenaza, pero ver al macho luchando le llamó la atención y se quedó a observar; Vane, que se había cambiado su ropa por unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, daba vueltas alrededor del saco, golpeándolo con fuerza con los guantes. Observó fascinado sus músculos estirados por el esfuerzo, perlados por una ligera capa de sudor, y cómo su cabello se revolvía con brusquedad a cada movimiento. Incluso en la oscuridad, con la tenue luz de la luna, podía ver la mirada fiera de sus claros ojos azules, que parecían relucir con fuerza entre las sombras.
No pudo evitar admirar la fuerza que desprendía. No era ni mucho menos tan alto ni tan grande como su gente, ni siquiera que muchos de los enormes y robustos guardias que los vigilaban, pero tenía… algo que inspiraba respeto. Puede que fuera su actitud; la frialdad con la que pensaba, su seguridad en lo que hacía, su decisión y valentía a la hora de enfrentar cualquier cosa. Se había dado cuenta de que no se había rendido a pesar de ser consciente de lo difícil que era salvar a su gente, y ese era un rasgo que admiraba profundamente.
Se le escapó un gruñido suave al sentir que el deseo lo consumía. Quería a ese fuerte macho bajo su cuerpo, presentía que el sexo con él sería increíble en comparación con el que había tenido con las hembras de su especie. Vane, como él, era un hombre, así que probablemente sería igual de dominante y sentía curiosidad por cómo sería estar con alguien así en una relación física.
Un repentino gemido lo puso alerta. Fue vagamente consciente de que Bear salía corriendo hacia su dueño, aunque era este quien tenía toda su atención. Vane tenía una mueca de dolor en el rostro, tal debía ser su angustia que cayó de rodillas al suelo, sujetándose el brazo izquierdo.
El brazo izquierdo.
Night palideció al comprender que ese era el brazo que tenía herido, el que no podía mover bien. Sin pensárselo dos veces, abrió la puerta de golpe y corrió hacia él, siendo víctima de una oleada de pánico.
—¡Vane!

No hay comentarios:

Publicar un comentario