miércoles, 9 de enero de 2019

El Reino de los Zorros


Capítulo 5. El inicio de una amistad verdadera

Todo el mundo en la estancia se quedó mirando extrañado las cortinas que se habían quedado chamuscadas a causa del inesperado incendio. Ahora ya no había peligro, pero los sirvientes apagaron las antorchas por si acaso por órdenes de Tsunade.
—¿Qué ha pasado? —masculló Sai, pasándose una mano por el pelo.
—¿Qué hacían las antorchas encendidas? —preguntó Itachi, más confundido—. Al llegar aquí no lo estaban, ¿las encendéis durante las comidas por algún motivo ceremonial? —Esta vez se lo preguntó a Tsunade. Pese a que era el futuro rey del Reino del Hielo, todavía había costumbres y aspectos de otros lugares que le eran desconocidos.
Sin embargo, los sirvientes se apresuraron a decir que las antorchas siempre permanecían apagadas hasta que empezaba a oscurecer. Por otro lado, Tsunade le quitó importancia a lo sucedido con un gesto de la mano.
—Lo importante es que nadie ha salido herido —dicho esto, se dirigió a sus invitados del Reino del Hielo—. Altezas, les ruego que no se preocupen por esto y sigan comiendo con tranquilidad, habrá sido algún accidente. Si me disculpan, iré a hablar con mi nieto…
Al oír eso, Sasuke dejó de mirar fijamente las marcas que Naruto había dejado en la mesa y buscó con los ojos a la reina. Pese a que aparentaba tranquilidad, se dio cuenta de cómo parecía incapaz de observar por el rabillo del ojo la dirección en la que se había marchado el rubio. No estaba seguro de si la reina estaba al tanto de las misteriosas habilidades del creador… pero no dudaba de que ella sospechaba que había algo mágico en él, igual que Kiba. Al fin y al cabo, ella lo conocía desde que nació.
Pero antes de que Tsunade pudiera ir a buscar a su retoño, Danzo le lanzó una mirada envenenada.
—Tendría que haber sido más dura con él, majestad. Ese… muchacho es una vergüenza para el reino; por su culpa, los extranjeros nos ven como vulgares comerciantes sin sesera incapaces de controlar a un creador que ya debería habernos dado tres herederos varones, asegurando la línea sucesoria. En cambio, anda correteando feliz con pantalones por el bosque, creyendo que está por encima de todos y que puede hacer lo que le dé la gana. Debería privarlo de libertades y dejarlo a cargo del Consejo hasta que aprenda cómo comportarse adecuadamente en público, en vez de portarse como un salvaje.
Sasuke tensó los músculos al escuchar aquello. ¿Acababa de llamar a Naruto irresponsable? ¿Lo estaba tachando de salvaje? No tenía bastante con haberlo humillado delante de su familia y faltarle al respeto, también tenía que ir a por su abuela, la única que lo había protegido.
Basta.
Ya estaba harto.
Se dio la vuelta y se dirigió a paso rápido hacia el cúmulo de gente que formaban el Consejo y la reina, la cual ya estaba fulminando a Danzo con los ojos y preparada para replicarle de una forma muy desagradable. Sin embargo, Sasuke, que de por sí ya tenía poca paciencia, había aguantado sentadito como un buen príncipe solo por respeto a su hermano y su familia, pero sobre todo, para no empeorar la situación de Naruto. Pero esto había llegado demasiado lejos, era momento de comportarse como el pirata que había sido durante tres años.
—Nadie va a privar al príncipe de sus libertades —anunció en voz bien alta, firme y autoritaria, llamando la atención de todos, incluyendo su hermano y Sai, que se quedaron mirándolo sorprendidos. Pero los gélidos ojos oscuros de Sasuke solo estaban clavados en Danzo—. Naruto no es irresponsable ni se comporta como un bárbaro, al contrario, reúne de sobra todas las características que esperaba de mi consorte: fortaleza, valor y bondad, se preocupa por su pueblo, no solo por los nobles sino por todo el mundo. No me importa que lleve pantalones o faldas, me da igual si pasa gran parte del día en el bosque porque cumple sus obligaciones y, si soy totalmente sincero, de los únicos de los que estoy hasta los putos huevos es de vosotros.
Koharu ahogó una exclamación mientras que los otros tres miembros del Consejo se quedaban con la boca abierta, siendo Homura y Mizuki los que palidecieron y Danzo quien no mostró otra cosa que pura sorpresa. Por otro lado, Sai estaba algo conmocionado, ya que su primo, si bien no era aficionado a seguir el protocolo social, tendía a mostrar cierto grado de educación ante las altas esferas de los reinos y ahora, en cambio, estaba actuando con violencia (verbal) ante un Consejo Real solo por el creador… La verdad era que seguía sin comprender qué era lo que había visto en su prometido que le hubiera hecho cambiar tan rápido, pero reconocía que lo tenía cada vez más intrigado.
En cambio, Tsunade, superada la sorpresa inicial, sonrió con satisfacción al ver cómo el joven príncipe del Reino del Hielo se imponía al Consejo, empezando a asumir su papel como futuro rey. Siempre había sabido que, como buen Uchiha, no consentiría que esos vejestorios de tradiciones arcaicas se impusieran a su autoridad, pero lo que no esperaba era que hubiera desarrollado un vínculo con su nieto tan pronto… aunque, en el fondo, era algo que había deseado, que ninguno de los dos se viera atrapado en un matrimonio amargo e infeliz. También era verdad que ella conocía muy bien a Naruto y sabía que cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de lo mucho que valía, de lo que sería capaz de hacer como futuro dirigente. Y Sasuke Uchiha no le parecía alguien estúpido.
Después de todo, había hecho bien en escogerlo a él.
Por último, Itachi, como todos, estuvo en un comienzo impresionado por el asalto de furia de su hermano menor, pues si bien Sasuke podía ser un poco arrogante y engreído, no solía faltar al respeto a alguien de alto rango, pero aquí se había excedido sobremanera. Pero al comprender por qué lo había hecho, al darse cuenta de que lo único que quería era defender a su futuro esposo, no pudo evitar sonreír, inmensamente contento. Pese a que en su fuero interno deseaba que su hermano descubriera el amor como él lo había hecho con su mujer, sabía que era mucho pedir y tal vez demasiado pronto, pero intuía que, como poco, Sasuke podría haber encontrado sin pretenderlo a su compañero de vida, a alguien que no solo estaría con él en las buenas y en las malas, sino que además podía convertirlo en el gran rey que él sabía que podía ser. Además, a él también le había dolido y ofendido la forma en la que trataban a su futuro cuñado que, a sus ojos de hombre adulto cerca de convertirse en rey, no era más que un muchacho inocente y que parecía haber asumido ciertas responsabilidades que, en teoría, debería estar atendiendo el Consejo.
—¿Cómo… ha… dicho? —preguntó Danzo lentamente, esta vez rojo de rabia.
Sasuke no se amedrentó. Si ese viejo creía que podía asustarlo, podía esperar sentado a que eso ocurriera.
—Digo que estoy hasta los cojones de vosotros y de vuestra forma de tratar a mi prometido. Estoy harto de que busquen cualquier fallo para atacarlo, de que lo ofendan, lo insulten, lo humillen, lo menosprecien y lo avergüencen. ¿Queréis hablar de modales? ¡Pues empezad por los vuestros!
—¡¿Cómo te atreves?! —gritó Danzo, pero Mizuki y Homura lo cogieron por los brazos y lo instaron a calmarse. Estaban claramente asustados por cómo podía reaccionar su futuro rey.
—Cálmate, Danzo, es nuestro rey —susurró Homura.
El anciano se envaró y se sacudió a ambos consejeros de encima, pero no hizo amago de atacar a Sasuke. Podía estar furioso, pero no era tan idiota.
—Aún no. Aún no tiene autoridad aquí.
El Uchiha lo miró con frialdad.
—Tal vez no. Pero voy a casarme con Naruto con un año y, entonces, me convertiré en rey. ¿Quieres saber lo primero que podría hacer? —Sus ojos negros refulgieron con un brillo de satisfacción—. Podría enviarte a tus tierras con tu familia y dejar que otro ocupe tu puesto.
El rostro de Danzo enrojeció todavía más, parecía estar al borde de un ataque de rabia.
—Formo parte del Consejo desde hace tres generaciones. No puedes hacer eso.
Sasuke estrechó los ojos, saboreando el triunfo.
—Que yo sepa, es el rey quien nombra a los miembros del Consejo. Y como has dicho, llevas mucho tiempo en el cargo, es hora de hacer ciertos cambios —dicho esto, contempló fijamente a todos los consejeros—. Eso significa que no toleraré a personas que no reconozcan mi autoridad y que me faltan al respeto a mí o a mi familia. Así que si alguno de vosotros vuelve a insultar a mi prometido, puede tener por seguro que, en cuanto sea rey, lo primero que haré será echarlo de este castillo, ¿he sido claro?
Koharu y Homura tragaron saliva mientras que Danzo temblaba por estar tratando de contener las ganas que tenía de estrangular a ese arrogante bastardo que osaba darle órdenes. Por otro lado, Mizuki agachó la cabeza, aunque en el fondo estaba furioso; se suponía que Sasuke Uchiha era poco más que un joven egoísta que solo se preocupaba por sí mismo, tendría que haber sido muy fácil manipularlo para que cogiera un barco y huyera del matrimonio forzoso que le había impuesto su padre, y así habría conseguido alzarse como el mejor candidato para Naruto y convertirse en rey. En cambio, se estaba mostrando demasiado protector con el rubio para su gusto, y eso empezaba a molestarlo.
Ese creador había nacido para darle lo que por derecho le pertenecía y, de un modo u otro, lo conseguiría a él, su reino y el poder que tanto ansiaba.
Solo tenía que pensar en una nueva estrategia… y había una que podía poner en práctica, pero tendría que esperar hasta que llegaran los reyes extranjeros. Tendría que ser paciente hasta entonces.
Mientras tanto, Sasuke había estado estudiando a los consejeros. Era consciente de que Danzo no quería aceptarlo como rey, pero era lo bastante inteligente como para mantener la boca cerrada. En cuanto a Mizuki, no sabía qué pensar; su postura era claramente sumisa, pero Naruto ya le había advertido de que debía tener cuidado con él, y había aprendido a confiar en su buen juicio y conocimiento sobre su propio país. De modo que, pese a las apariencias, estaría atento a sus comentarios y, sobre todo, a sus acciones.
Aun así, estaba satisfecho porque, por el momento, acatarían su voluntad.
—Creo que lo habéis entendido —dijo en un tono de voz más calmado, aunque seguía siendo frío—. Bien, si queréis empezar de nuevo conmigo y con buen pie, empezaréis por tomar vuestras comidas en una sala distinta a la mía y la de la familia real —dicho esto, se giró hacia la reina Tsunade—, si a su majestad le parece bien. He pensado que sería una buena idea aprovechar las comidas para que ambas familias podamos conocernos mejor —añadió, queriendo dar una excusa razonable para no tener que aguantar más a los consejeros tres veces al día. Además, procuraba pedirle permiso a Tsunade para demostrar que no había olvidado que aún no era rey, pero que a ella sí la respetaba como reina regente.
Por supuesto, la mujer sonrió ampliamente, complacida.
—Me parece una maravillosa idea.
Sasuke asintió y luego clavó su negra mirada en el Consejo, retándolo a contradecirle. Ninguno lo hizo, pero Danzo seguía asesinándolo con los ojos, lo cual lo sacó de sus casillas. Entonces, recordó un comentario que había hecho sobre Naruto y se encaminó hacia él decidido, ignorando la llamada de atención de Sai, que le pidió en un susurro que no hiciera ninguna tontería. En cuanto tuvo al anciano delante, lo cogió por el cuello de la túnica con fuerza y dijo en voz baja:
—Y tú, atrévete a decirme a la cara que el lugar de Naruto está entre las piernas de un hombre y juro por los dioses que habrá un combate. Eres viejo, un tullido y un tuerto —lo provocó, haciendo que Danzo estuviera a punto de abalanzarse sobre él, pero el firme agarre de Sasuke lo mantuvo en su sitio—, y solo por eso dejaré que otro ocupe tu lugar en un duelo. Pero te lo advierto, si tu caballero pierde, tú morirás igualmente, ¿me has oído? —Apretó el cuello de la túnica con más fuerza, llegando a obligar a Danzo a ponerse de puntillas para evitar que lo estrangulara—. Te abriré en canal y te colgaré por los pies como a un cerdo. Nadie le falta al respeto a mi esposo. ¡Nadie!
Esta vez, el anciano perdió el color de la cara. Desde niño había oído hablar de la gran familia guerrera de los Uchiha, y el día en que conoció a Madara, que había tenido una buena relación con Jiraiya y Tsunade, había deseado con todas sus fuerzas tener la oportunidad de enfrentarse a su clan y borrar esa maldita sonrisa de superioridad que tenían todos los Uchiha, la misma que Madara le dedicó el día en que lo humilló negándose a combatir contra él para medir fuerzas, alegando que no podía perder el tiempo con blandengues que no tenían nada que ofrecerle. Por eso había olvidado que la arrogancia de esa familia tenía un buen motivo, y es que la forma en la que Sasuke lo miraba, como si realmente fuera a rebanarle el pescuezo si se movía, decía a todas luces que era un asesino despiadado, y que no tendría ningún problema en cumplir su amenaza si volvía a repetir su comportamiento. De modo que se quedó ahí, paralizado, tratando por todos los medios de que no lo asfixiara con su propia ropa.
El joven príncipe, sin embargo, lo acabó soltando tras ver el miedo que reflejaba su único ojo, satisfecho porque hubiera comprendido su advertencia. Después, esperó a que tanto él como los otros consejeros se marcharan para dar media vuelta y andar a paso resuelto hacia la salida.
—¡Sasuke! ¿A dónde vas? —lo llamó Sai.
—A buscar a Naruto.
De repente, su primo se plantó delante de él y lo cogió por los hombros para detenerlo.
—¿Eres consciente de lo que acabas de hacer?
Sasuke gruñó:
—Sí. Defender el honor de mi esposo y mi autoridad.
—¿Te has vuelto loco? ¡No puedes tratar así a un consejero real!
El Uchiha masculló algo ininteligible, pero que sonó a una maldición dedicada a su primo y luego se giró hacia Tsunade.
—¿Habrá represalias por esto?
La reina respondió alegremente:
—No. Pero si yo hubiera sido más joven, te habría dado un buen beso.
Conforme con la respuesta, Sasuke buscó los ojos de su hermano, quien se encogió de hombros.
—Si hubiera insultado a mi mujer, le habría dado un puñetazo. Y si nuestro padre hubiera visto esto… Bueno, ya conoces sus ideas respecto al matrimonio y los creadores. Habría entablado un combate aquí mismo y le habría cortado la cabeza a ese hombre antes de ofrecérsela a mi futuro cuñado para borrar la ofensa cometida contra él.
Sasuke volvió a encararse a su primo.
—Problema resuelto, y ahora, quítate de en medio —dicho esto, esquivó a un sorprendido Sai y fue hacia el pasillo que conducía a los aposentos de Naruto, intuyendo que se habría dirigido o bien allí o al Bosque Sagrado para poder desahogarse. Era consciente de que estaba muy enfadado, y con razón, sobre todo después de lo que ocurrió anoche con aquella niña.
Su muerte, una que cargaba en la conciencia de su prometido, unida al desinterés de los consejeros y a los insultos de estos, había acabado por encenderlo y, aunque todavía no estaba del todo seguro, intuía que había provocado que los poderes de Naruto se salieran de control. Porque estaba convencido de que no había sido su intención incendiar su propia casa.
Así que iba a buscarlo con la esperanza de que no se viniera abajo de nuevo, no tenía sentido sobre todo ahora que había conseguido que el Consejo le dejara en paz por un tiempo, esperaba que el suficiente como para que pudieran pasar el resto del año tranquilos hasta casarse y que él mismo pudiera nombrar a nuevos consejeros. Sí, iba a cambiarlos de todos modos, no estaba dispuesto a tener un reinado lleno de disputas con unos viejos que estarían en contra de cambiar las antiguas y arcaicas tradiciones de ese reino, bastante tendría ya con tener que dirigirlo como para andar preocupado también por ellos. De hecho, podría preguntarle al propio Naruto a quiénes escogería él, estaba seguro de que le gustaría mucho ser incluido en la toma de decisiones, ver que no era solamente el encargado de parir y criar a sus hijos.
Ese pensamiento le provocó un instante de incomodidad, pero lo aparcó a un lado. Todavía era demasiado pronto para preocuparse por eso, ahora tenía que centrarse en Naruto y en ayudar a los niños enfermos, era lo más importante ahora.
Al llegar a la puerta de su habitación, llamó suavemente a la puerta.
—Naruto, soy Sasuke, abre.
Sus oídos captaron un ruido de fondo. No pudo identificarlo bien debido a que estaba amortiguado por la puerta, pero estaba seguro de haber escuchado algo. Naruto no le respondió, pero no le cabía ninguna duda de que estaba ahí dentro, así que golpeó la puerta otra vez.
—Vamos, Naruto, sé que estás ahí.
—Vete —gruñó. A Sasuke le pareció que su voz sonaba algo rara, aunque podía ser porque estaba al otro lado de la puerta.
—Déjame entrar —pidió.
—No —declaró el creador con una firmeza que hizo que a Sasuke se le pusieran los pelos de punta. Definitivamente, había algo extraño en su voz, pero eso no iba a detenerlo, a pesar de que su instinto le decía que lo más sensato que podía hacer era largarse de allí. No comprendía del todo esa sensación, pero la ignoró.
Tras tantear su cinto, cogió una especie de aguja larga de hierro que había utilizado en sus años en el mar para entrar en casas ajenas. No era la habilidad más noble de todas, pero uno aprendía muchas cosas para sobrevivir lejos de la protección de su reino, incluido cómo forzar cerraduras por si algún día tenía que escapar de una mazmorra.
—Naruto, voy a entrar, estás avisado —anunció mientras manejaba diestramente la aguja hasta que escuchó el chasquido de la cerradura. Entró en la habitación sin pensárselo dos veces y cerró la puerta tras sí para tener intimidad con su prometido, por eso no vio el motivo por el que Naruto no quería que entrara—. Escucha, entiendo que estés enfadado, pero… —Se calló en cuando se dio la vuelta y vio a lo que creía que era Naruto.
Realmente, no podía verlo porque estaba totalmente cubierto por una sábana, pero no le hacía falta para saber que algo en él había cambiado, dado que ahora ocupaba la mayor parte de la cama, siendo una inmensa mole de dos metros que se removió inquieta ante su presencia.
—Tienes… que irte… —dijo Naruto. Sasuke comprendió entonces por qué su voz le sonaba rara: se había vuelto muy grave y profunda, y le costaba mucho pronunciar bien las palabras porque parecía intentar hablar a través de unos sonidos muy similares a los gruñidos de un animal.
Joder… Vale que tuviera habilidades y conocimientos sobre medicina, pero de ahí a provocar incendios y transformarse en… lo que quiera que fuera… era pasarse de la raya. ¿Qué demonios habían hecho los dioses con sus creadores? ¿Sería que…. eran realmente hijos suyos?, ¿seres divinos? Porque él había visto criaturas increíbles y algo de magia, pero esto… esto superaba las leyendas que había oído e incluso su propia imaginación.
Tras unos segundos en los que se recuperó un poco de la impresión, dio un pequeño paso vacilante paso hacia su prometido.
—Naruto… ¿estás bien?
—Vete… por favor… —le pidió con esa voz que parecía volverse más profunda y ronca por momentos, tanto que a Sasuke le costó entenderlo. La silueta del rubio se encogió sobre sí misma, como si algo le doliera.
El varón no podía dejarlo, no en ese estado.
—No. Ahora estamos juntos, ¿recuerdas?, para bien o para mal. —Dio otro paso hacia su prometido, sintiéndose mejor al ver que este no hacía ademán de querer acercarse, por lo que se atrevió a ir poco a poco hacia él—. Voy a quedarme aquí, contigo. Solo dime qué puedo hacer para ayudarte.
Naruto se retorció bajo la sábana con un gruñido bestial que acongojó a Sasuke. Sonaba como si le hubieran clavado un cuchillo.
Queriendo calmar su dolor, llegó a los pies de la cama y posó su mano sobre la sábana, tocando algo que creía que era el pecho, pero más musculoso y… ¿esponjoso? Era como si hubiera una mata de pelo interponiéndose entre su mano y Naruto. Fuera lo que fuera, este se quedó muy quieto, aunque respirando fuerte y pesadamente, siendo cada bocanada de aire seguida de un gruñido bajo y ronco.
—Tranquilo —susurró, sin saber qué hacer para ayudarlo, pero queriendo hacer algo de todos modos—, tranquilo. Estoy aquí, estoy contigo.
Notó cómo el cuerpo de Naruto temblaba. Lo acarició despacio, temiendo asustarlo y que reaccionara con brusquedad, aunque no estaba seguro de que fuera a hacerle daño. En vez de eso, sintió cómo temblaba de forma violenta un segundo antes de que sus músculos se contrajeran y escuchara un gemido ahogado, pero antes de poder reaccionar, el tamaño del creador disminuyó lentamente hasta regresar a lo que Sasuke creía que era su altura habitual.
Lentamente, agarró la sábana y tiró de ella para que cayera, revelando a un Naruto jadeante que parecía estar a punto de desplomarse, y el hecho de que sus brazos todavía temblaran acentuaba la sensación de que apenas podía sostenerse por sí solo. Entonces, sus sospechas de que estaba a punto de desmayarse se cumplieron. Sasuke saltó sobre la cama para cogerlo antes de que pudiera hacerse daño en la cabeza contra un poste y luego lo acomodó sobre su regazo. Un tanto asustado, acunó su rostro para intentar despertarlo, necesitaba saber si estaba bien o si debía llevarlo con un médico.
—Naruto, eh, despierta. Vamos, dime al menos que estás bien.
Una oleada de alivio lo recorrió al ver que abría los ojos. Estos ya no tenían ese fulgor rojo que había visto antes, sino que volvían a ser de un hermoso azul cielo. Gracias a los dioses, eso era bueno.
—Sasuke… —murmuró este al reconocerlo.
—¿Estás bien?
Naruto asintió, haciendo que Sasuke soltara el aire que había estado conteniendo en los pulmones. Lo acomodó en la cama sin pérdida de tiempo y le apartó los mechones de cabello de la cara para que no le molestaran.
—Me has dado un susto de muerte —le reprendió ahora que sabía que el rubio estaba bien.
Este lo miró con ojos cansados.
—Te dije que te fueras. Nunca me haces caso.
—Sabía que estabas enfadado y dolido, no podía dejarte solo.
Al oír esas sinceras palabras, Naruto notó algo raro en el pecho. Él era muy consciente de lo que podía ocurrir si su ira se salía de control, en realidad, cualquier emoción intensa que tuviera tenía consecuencias en su entorno. Por eso, al darse cuenta de que había encendido las antorchas sin querer y provocado un pequeño incendio, se había marchado rápidamente de allí, intuyendo que si la cosa iba a más, todo el mundo descubriría su secreto, el mismo que los creadores se habían esmerado tanto en ocultar.
Lo ideal habría sido ir al Bosque Sagrado, ya que allí no le vería nadie, pero sus peores temores se confirmaron en cuanto unos violentos temblores habían sacudido su cuerpo. No tenía tiempo para ir tan lejos, alguien le vería y, entonces, todo el sacrificio de sus antepasados sería en vano. Por esa razón se había encerrado en sus aposentos con la esperanza de poder recuperar algo de control, sin embargo, no había esperado que Sasuke fuera capaz de forzar la puerta para ver cómo estaba.
Por poco le había dominado el pánico al verlo en su dormitorio. No quería que su futuro marido le viera de esa forma, incluso él podría asustarse y negarse a casarse con alguien como él. No es que a él le hiciera especial ilusión contraer matrimonio, pero no podía consentir que Mizuki hiciera de las suyas para convertirse en rey, condenaría a todo su pueblo a una guerra absurda por su estúpido ego, a años de muerte, pobreza y desasosiego.
Además… Sasuke no era tan malo como había creído al principio, se lo había demostrado varias veces desde que estaba en su reino. De hecho, había vuelto a hacérselo ver cuando se había quedado con él, intentando calmarlo a pesar de que había olido su miedo durante unos instantes. Había conseguido dominarlo y, después, le había tocado. Aunque se había dado cuenta de que había cambiado de forma, de que tal vez era un monstruo, le había acariciado.
Eso le dio la fuerza necesaria para conseguir controlar su lado más salvaje y volver a su aspecto humano, pese a que eso lo había dejado agotado.
Un tanto conmovido por lo que había hecho, le tocó el brazo.
—Gracias.
Sasuke esbozó una media sonrisa. Últimamente Naruto se lo decía mucho, y no pudo evitar sentirse orgulloso de sí mismo por estar ganándose su respeto. En una situación normal eso no significaría nada para él, en general, lo que el resto opinara sobre él le venía un poco al fresco, tal vez porque su nombre y su apellido ya tenían una reputación pero… A Naruto no le había importado lo más mínimo cuál fuera su linaje, o las cosas que había hecho en el mar. A él le importaba lo que hiciera con su reino, con su gente. Por eso, lograr que confiara en él, ganar su respeto o ver admiración en sus ojos cuando le observaba, hacía que le invadiera una inmensa satisfacción. Era como estar librando una batalla psicológica con un adversario digno de él e ir aventajando.
Se sentó a su lado y le tocó la frente con suavidad.
—Ahora descansa, pareces estar hecho polvo. No te preocupes por los consejeros, los he puesto en su sitio —añadió con diversión.
Naruto abrió los ojos como platos.
—Que has hecho ¿qué?
—Por ahora, van a dejarnos tranquilos durante las comidas y, si vuelven a faltarte al respeto… Bueno, digamos que es probable que cuando sea rey no haya lugar para ellos aquí.
El creador lo miró fijamente un segundo antes de echarse reír.
—Tienes los huevos bien puestos, ¿eh?
Sasuke levantó una ceja, fingiendo estar ofendido.
—Soy un Uchiha, eso se da por hecho.
Naruto se calmó y lo miró con una sonrisa un tanto avergonzada.
—Has conseguido en un día lo que mi abuela y yo llevamos años tratando de lograr. Me siento un poco humillado.
El varón frunció el ceño ante ese comentario y se inclinó un poco sobre su prometido para que pudiera ver que hablaba en serio.
—Eh, tú mismo lo dijiste, ni la reina ni tú estáis en una buena situación ahora mismo ante el Consejo. Para eso estoy yo —añadió con una leve sonrisa y luego le acarició la cabeza con cierta ternura, como si fuera un niño—. Ahora descansa, sea lo que sea lo que has hecho antes, te ha dejado sin fuerzas.
—No puedo descansar —gruñó Naruto mientras trataba de incorporarse—, los niños me necesitan.
Sin embargo, Sasuke tenía otra idea en mente. Cogió al rubio por los hombros y lo acostó de nuevo en la cama con suma facilidad, cosa que lo molestó mucho. No podía quedarse tumbado todo el día, ¡necesitaba encontrar el origen de esa enfermedad para erradicarla! No se lo perdonaría si moría un solo niño más.
—Sasuke… —le advirtió.
—Yo me encargaré de buscar en el libro.
—Pero…
La mirada severa de Sasuke le hizo callar, así como sus palabras, dichas en un tono firme que rezumaba autoridad, aunque seguía siendo un tono mucho más suave que el que había empleado con los consejeros.
—Nada de peros. Vas a ser mi esposo, es mi deber procurar tu bienestar y vas a quedarte tumbado en esta cama hasta que recuperes. Yo me quedaré aquí contigo investigando esa enfermedad, para que te quedes tranquilo —dicho esto, esbozó una sonrisa burlona—. Por favor, no me obligues a cantarte una nana otra vez.
Naruto no pudo contener una sonrisa y acabó renunciando a intentar levantarse.
—Ahora sí empiezas a comportarte como un marido de verdad. —Hizo una pausa mientras se acomodaba en la cama—. Está bien, yo también puedo ser maduro.
Sasuke frunció el ceño, aunque sonreía.
—¿Acabas de insinuar que soy inmaduro?
El rubio le devolvió la sonrisa con diversión.
—Además de inmaduro, un poco corto.
Su futuro marido resopló.
—¿Qué vería mi padre en ti para obligarme a casarme contigo?
—¿Qué habré hecho yo para que mi abuela quiera que cargue contigo durante el resto de mi vida?
Ambos soltaron una risita por el intercambio amistoso de insultos y luego se quedaron unos segundos mirándose con complicidad, como si estuvieran reconociendo en silencio que empezaban a caerse bien. Luego, Naruto le dijo dónde tenía escondido el libro para que pudiera seguir buscando en los textos alguna referencia a la enfermedad que asolaba a los niños de la isla. Sasuke tuvo que reconocer el ingenio de su prometido al usar una vieja cubierta de libro sobre costuras para esconder el libro de los creadores, el cual se encontraba en una pequeña estantería dentro de su armario.
Después, Naruto le había dejado un hueco en su enorme cama para que se sentara a su lado mientras él descansaba un rato. En el fondo, el rubio agradeció mucho que Sasuke le hubiera obligado a permanecer tumbado y tranquilo, ya que lograr controlar su transformación había requerido una enorme fuerza de voluntad y gran parte de su energía. Así que se limitó a cerrar los ojos y a escuchar cómo el varón iba pasando las páginas lentamente tras examinar minuciosamente la información de cada una.
Por otra parte, este se hallaba muy concentrado buscando alguna pista que pudiera ayudarles a curar la enfermedad de los niños. Revisaba cada palabra con ojo crítico y se calentaba la cabeza buscando la traducción correcta a los textos antiguos, tratando por todos los medios de evitar molestar a Naruto con los nombres de plantas, ya que no quería que lo ayudara mientras estuviera débil. De hecho, de vez en cuando, no podía evitar vigilarlo por el rabillo del ojo, asegurándose de que descansaba. Por fortuna, el rubio permaneció relajado todo el tiempo, inspirando y exhalando suavemente, casi como si estuviera dormido, aunque Sasuke sabía que seguía despierto, después de todo, anoche ya pudo observar cuál era su posición y aspecto cuando caía rendido al sueño.
Mucho más tranquilo al darse cuenta de que le haría caso y le confiaría la tarea de encontrar el origen de la enfermedad, se esforzó al máximo en su búsqueda, pasando horas y horas hasta que un texto muy antiguo le llamó la atención por el colorido dibujo de una flor de pétalos alargados e intensos y brillantes tonos amarillos y anaranjados. Frunció el ceño mientras leía lo que se contaba sobre ella; era un poco difícil ya que la lengua era muy antigua, pero al final logró entender la mayor parte de lo que decía.
Al poder comprenderlo todo, su cuerpo se tensó un instante por la emoción y sacudió suavemente el hombro de Naruto.
—Eh, Naruto, creo que he encontrado algo.
Inmediatamente, el rubio abrió los ojos y, esta vez, logró incorporarse para sentarse a su lado y echar un vistazo a la página. Al ver el dibujo de la flor, frunció el ceño.
—¿Qué es eso?
—El creador que escribió esto la llama… algo como… la flor que ofusca o flor del calor. —Señaló un párrafo de la página para que Naruto lo viera—. Escucha esto: “Unas extrañas fiebres han asolado a nuestros niños. En este reino es habitual enfrentarse a las virulentas fiebres veraniegas, pero nunca había visto nada igual, y menos a principios de primavera. Esta misteriosa enfermedad solo afecta a los más pequeños, desde niños de cinco años hasta los recién nacidos, y tiene la particularidad de que provoca fallos respiratorios que se hacen más intensos y frecuentes cuanto más tiempo pasan infectados. La mayor parte de la población infantil rural está afectada, y ya son muchos los que he perdido por el camino. Temo estar ante una nueva epidemia, una con la que nuestros métodos medicinales actuales no pueden competir. Mi única esperanza es hallar el origen de la misma y estudiarlo para encontrar una cura antes de que todos los niños estén en riesgo de muerte”.
Naruto miró a Sasuke con el corazón galopando en su pecho.
—Lo has encontrado. Todo coincide: los síntomas, la estación del año, hasta las zonas afectadas… ¿Qué más dice? —preguntó con ansias.
Sasuke le señaló otro fragmento y leyó:
—“La situación es grave. Todos los niños de las zonas rurales están infectados, más de la mitad han muerto y sospecho con temor de que la enfermedad se está extendiendo por otras partes de la ciudad. Llevo meses tratando de averiguar el origen de esta epidemia sin éxito, y había perdido la esperanza de hallarla hasta que vi a unas niñas, hermanas mayores de una víctima, dejando unas flores que jamás había visto antes en la tumba de su pequeño hermano fallecido. Me llamaron la atención porque supe enseguida que esas plantas no eran de la región y les pregunté de dónde las habían sacado; ellas respondieron que al acabar el invierno emergieron en las zonas de riego, junto al agua. Fui de inmediato a buscar una para estudiarla y efectivamente, encontré lo que andaba buscando, restos de esporas tóxicas. Tras una investigación más a fondo, descubrí que esas mismas esporas habían contaminado el agua de los riegos, parte de la cual iba a parar al pozo del que bebían las personas de esa zona. Pese a que todo el mundo había bebido esa agua, la dosis de veneno es demasiado baja como para afectar a los adultos o adolescentes, en niños cuya edad se situaba entre los seis y doce años podía provocar un pequeño lapso de fiebre que se superaba con un poco de atención médica, pero aquellos que eran menores a esa edad estaban en peligro. Sin embargo, tanto la flor en sí como su localización me confirmaron que era el origen de la enfermedad, ya que crecía únicamente en las zonas de riego de la isla, afectando así sobre todo a los campesinos que bebían del pozo más cercano” —dicho esto, le tendió el libro a Naruto y volvió a señalar otra parte del texto, uno que parecía ser una lista de algo—. Parece que logró elaborar una cura con estos ingredientes, no reconozco los nombres de las plantas.
Naruto estudió de inmediato la lista, frunciendo el ceño al reconocer la mezcla.
—Es un procedimiento algo rudimentario… pero hay muchas posibilidades de que funcione.
—¿Puedes hacerlo? —preguntó Sasuke.
—Sí, no es exactamente complejo, pero necesito ayuda.
—¿Qué tengo que hacer?
El rubio apartó el libro y se encaminó hacia el armario, donde aparte de los libros y otros objetos personales guardaba algunas hojas de papel y un carboncillo para escribir notas rápidas que no requerían una caligrafía elegante. Luego regresó a la cama con Sasuke y empezó a escribir rápidamente algo.
—Necesito que Gai y sus hombres rastreen todas las zonas de riego en busca de esas flores y que sean eliminadas en todas partes. Tú eres el futuro rey, así que te los confío para que los dirijas como creas conveniente. También necesito que cierres temporalmente los pozos que podrían estar envenenados, de nada nos servirá todo esto si la gente sigue bebiendo de allí. Yo hablaré con mi abuela para que ordene proporcionar agua a las zonas afectadas desde otras partes, y con Kiba; necesito que encuentre esta planta, solo está en los bosques de su familia y es difícil hallarla si no sabes dónde buscar.
—¿Y tú que harás?
—Voy a buscar el resto de plantas medicinales y a informar de la cura a mi médico de confianza. Ella se encargará de avisar a los demás y de empezar a elaborar el remedio para los niños. Lo siento por ellos, no será agradable.
Sasuke frunció el ceño.
—¿De qué se trata exactamente?
—Lo haremos a la antigua, hay que extraerles el veneno. Les haremos vomitar con una fuerte infusión de hierbas que limpiará su organismo durante unos días y luego les haremos comer unas raíces que fortalecerán su sistema inmunológico y eliminará lo que pueda haber quedado del veneno, es lo que quiero que encuentre Kiba. Lo pasarán mal al principio, pero con una buena dieta y los cuidados constantes de sus padres podrán superarlo. —En cuanto tuvo la situación controlada, Naruto le dedicó una enorme sonrisa a Sasuke—. Aún no me lo puedo creer… ¡lo has encontrado! Has encontrado la cura para los niños.
Este esbozó una media sonrisa.
—Bueno, yo la he encontrado pero eres tú quien se ha encargado de organizar el resto. Ha sido trabajo en equipo.
—Sigue siendo gracias a ti, tú has encontrado y traducido el texto.
Sasuke miró a su prometido con malicia.
—Naruto, si sigues diciendo cosas como esa, acabaré pensando que te has enamorado de mí.
—Me da lo mismo, ¡vamos a poder salvar a los niños! —dicho esto y, ante la sorpresa del Uchiha, el rubio tiró de él para darle un efusivo beso en la mejilla—. Gracias.
Sasuke, en contra de todo pronóstico, se sonrojó.
Alguien como él, acostumbrado a ser perseguido por mujeres y bastante activo sexualmente, normalmente no le causaría tal reacción algo tan simple como un beso, más aún uno en la mejilla. Es más, Sasuke no recordaba haber vuelto a sonrojarse desde que era un niño pequeño cuya madre lo colmaba de mimos y halagos que le habían hecho sentirse tímido, pero tras su muerte, dudaba de que alguna vez su rostro hubiera enrojecido por otra cosa que no fuera rabia o por un gran esfuerzo físico.
Sin embargo, ese simple gesto por parte de Naruto se había sentido diferente a cualquier otro beso que le hubieran dado. Tal vez era porque su prometido no tenía ningún interés sexual en él, no le había besado como una insinuación, para obtener algo que quería, sino que había sido una expresión totalmente sincera de su alegría y… afecto. Pudo sentir en ese pequeño gesto una muestra del cariño que se había ganado por parte de Naruto y… eso… significó algo para él. No estaba muy seguro de qué, pero sentía que era importante.
Unos golpes en la puerta seguidos de la voz de un sirviente que anunciaba la hora de comer los sobresaltó. Naruto, emocionado por el descubrimiento de Sasuke, se apartó de él y le gritó que fueran a avisar a su abuela antes de salir corriendo de sus aposentos. El varón, todavía sonrojado por lo que había hecho su prometido, procuró guardar el preciado libro de los creadores en su sitio y cerrar el dormitorio con llave antes de dirigirse al salón del banquete un poco más despacio, todavía meditando en por qué el beso de Naruto le había hecho sentirse de ese modo.
Llegó al salón sin llegar a ninguna conclusión clara, donde vio a su joven prometido dándole las buenas noticias a su abuela con una gran sonrisa en el rostro. Como si esta fuera contagiosa, él también curvó los labios hacia arriba.
—Pareces contento, hermano.
Se giró hacia Itachi, que se estaba acercando a él con una expresión inquisitiva.
Él solo señaló al rubio con un gesto de la cabeza.
—Creo que hemos encontrado una cura para los niños.
—Ah, qué gran noticia.
—Sí, lo es —coincidió Sasuke sin dejar de mirar cómo el alegre creador hablaba sin parar con la reina. Le producía una extraña felicidad verlo tan contento, o mejor dicho, le gustaba haber sido él quien hubiera puesto esa sonrisa en su rostro.
A Itachi no le pasó desapercibido el modo en que su hermano contemplaba a su futuro esposo y, de nuevo, le invadió una oleada de alegría ver que, tal vez, su intuición no le había fallado y se encontraba realmente ante un buen compañero para Sasuke, alguien que podía sacar lo mejor de su persona. Aun así, procuró no mencionar nada al respecto; con lo orgulloso que era su hermano pequeño, si se lo comentaba probablemente lo negaría y trataría de mantener las distancias con Naruto. De modo que se limitó a sentarse en la mesa enfrente de Sasuke y a escuchar el plan de su cuñado acerca de cómo tratar a los niños.
De esa forma, la comida, ahora que los consejeros no estaban allí para molestar a Naruto y a Tsunade y, por tanto, incomodar a la familia real del Reino del Hielo, transcurrió con tranquilidad y un ambiente ligero. Puesto que el creador ya no tenía que temer la reprimenda del Consejo, hablaba abierta y libremente, lo que permitió que tanto Itachi como Sai pudieran conocerlo mucho mejor, llamando especialmente la atención de este último, quien empezó a ver por qué había despertado el interés de su primo. Su esposo era definitivamente divertido y espontáneo, muy diferente a la gente de su tierra natal, y eso, unido al carácter desafiante que vio en él el día en que llegó a su reino y a su erótica belleza, hizo que se sintiera más atraído por el creador y más curioso respecto a cómo sería tenerlo gimiendo bajo su cuerpo. Mentalmente, empezó a tramar estrategias para conquistarlo lo suficiente como para que accediera a pasar una noche (o varias) en sus aposentos.
Aparte de eso, tanto él como Itachi se ofrecieron a contribuir al plan de Naruto para poner en práctica la cura que salvaría a los niños; Sai se uniría a la búsqueda de las malditas flores para destruirlas e Itachi iría con unos pocos hombres de Gai a sellar los pozos hasta que el agua estuviera limpia de nuevo. Mientras tanto, Sasuke los dirigiría a todos y coordinaría a los diferentes grupos que se formarían para llevar a cabo su cometido. Por supuesto, Tsunade aprobó el plan de su nieto y se comprometió a informar del liderazgo de Sasuke en esa misión a los soldados en cuanto terminaran de comer.
Por desgracia, todavía no estaban a salvo de los consejeros ya que, cuando estaban tomando el postre, Danzo irrumpió en la estancia hecho una furia, yendo directo a por Naruto.
—¡¿Qué has hecho?! —bramó mientras iba hacia él.
Todo el mundo se puso en pie ante su estallido de rabia, siendo Sasuke el primero en interponerse entre el consejero y su joven prometido. Todavía estaba caliente por la discusión de esa mañana y, sabiendo que a Naruto le ocurría algo raro cuando sus… poderes o habilidades o lo que fueran se descontrolaban, dejándolo en un estado vulnerable, no consentiría que ese cabrón le pusiera la mano encima, antes le cortaría la cabeza como habría hecho su padre.
—Eh, cálmate —le advirtió, sintiendo cómo el rubio hacía amago de moverse, por lo que usó un brazo para mantenerlo tras su espalda. Este pareció obedecer tras un instante de duda.
Danzo se detuvo a un metro de él, fulminándolo con la mirada.
—Apártate, Uchiha. No es asunto tuyo.
La mirada negra de Sasuke se volvió afilada como la hoja de una espada.
—Todo lo que tiene que ver con Naruto, tiene que ver conmigo —lo desafió.
El anciano apretó los labios, pero finalmente se irguió y levantó la barbilla con orgullo, aunque sus ojos denotaban desprecio.
—Muy bien. Explícame entonces qué ha hecho tu puta con los niños de mi familia.
Fue tan rápido que resultaba casi imposible seguirlo con la mirada. Sasuke salió disparado a por Danzo, dándole un fuerte puñetazo en el estómago que hizo que su cuerpo se doblara por el dolor. Sin embargo, la cosa no acabó ahí, sino que el Uchiha, con el otro puño, lanzó un gancho que tiró al anciano de espaldas al suelo, aturdido por el poderoso golpe.
Sasuke resopló furioso. Ese bastardo tenía suerte de que fuera desarmado a comer, porque de lo contrario…
—Te dije que si volvías a insultarlo, habría pelea. —Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no abalanzarse sobre el viejo, realmente quería librarse de él de una vez. Pero, pese a que se había convertido en pirata durante tres años, seguía teniendo honor y principios, y no había nada noble en matar a un anciano, por muy despreciable que fuera—. Elige a un caballero para que se enfrente a mí, y te lo advierto, más vale que escojas al mejor.
—Espera, Sasuke —le pidió Naruto con voz suave.
Este se giró y lo vio andando tranquilamente hacia Danzo. Ambos intercambiaron una mirada sin mediar palabra, pero aun así, Sasuke comprendió lo que quería Naruto y, tras decidir que el anciano no era una amenaza de momento, se hizo a un lado para dejarlo pasar. El rubio le dedicó una imperceptible inclinación de cabeza y luego llegó hasta el consejero, ante el cual se agachó para que pudieran quedar a la misma altura, ya que este aún seguía algo mareado por los golpes del Uchiha y le costaba recuperarse, de modo que estaba sentado sobre el fresco suelo de piedra.
Naruto lo miró ladeando la cabeza.
—Te lo advertí, ¿recuerdas? Te dije que nadie escapa de la muerte, ni siquiera los que poseen sangre noble.
Danzo se sostuvo el estómago con una mano, haciendo una mueca de dolor, pero eso no bastó para que le lanzara una mirada envenenada al creador.
—Sé que has hecho algo. Has hecho que los niños de mi familia enfermen, los has contagiado.
Los rasgos de Naruto cambiaron de repente. El consejero notó que un sudor frío le recorría la espalda cuando vio claramente cómo las facciones del rubio se ensombrecían, aportándole un aire más adulto y amenazador, cómo su cabello pareció erizarse y las marcas de sus mejillas acentuarse hasta simular las zarpas de un animal. Sin embargo, el terror que inundó su cuerpo fue por el fulgor rojo que vio en sus ojos, salvaje y sangriento.
—¿Crees que sería capaz de hacerle daño a un niño? —Al hacer la pregunta, Danzo se horrorizó al vislumbrar unos colmillos—. No es mi estilo. En cambio, sí parece el tipo de jugada trapera que haría alguien como tú —dicho esto, lo miró con más intensidad. El color rojo de sus irises invadía por momentos el azul cielo que siempre había visto en los ojos del rubio—. Este es el precio que pagan aquellos que creen estar por encima de todo, un recordatorio de los dioses de que nada ni nadie perdura para siempre. Un día eres parte del Consejo Real… y otro estás de rodillas en el suelo, sin poder hacer absolutamente nada. —Tras decir esas palabras, Naruto se levantó, recuperó su apariencia normal y, solo entonces, se dio la vuelta. Nadie se dio cuenta de su cambio.
Nadie salvo Sasuke, claro. Este estaba tan pendiente de Naruto y Danzo que había percibido cómo su cabello se erizaba y, aunque eso le pareció de poca importancia, el miedo en el ojo del consejero le dijo que su prometido había hecho algo, aunque seguía sin estar muy seguro de qué.
Naruto hizo amago de regresar a la mesa, pero Danzo, tras el instante de terror, logró recuperar algo de compostura, poco dispuesto a permitir que un creador lo intimidara.
—¿Y qué pasa con los niños de mi familia?
El rubio se encogió de hombros.
—¿Qué más da que mueran un pocos? Siempre nacerán más, ¿no es así?
El anciano apretó la mandíbula al darse cuenta de que eran unas palabras muy parecidas a las que él le había dicho esa mañana.
—Los Shimura no somos tantos como los campesinos.
—Pero seguís siendo más numerosos que los Inuzuka, y tenéis mujeres jóvenes que pueden daros más niños.
Danzo tembló de rabia al verse en aquella situación tan humillante.
—No has dejado de quejarte de que no hacemos lo suficiente por los campesinos, ¿pero vas a dejar que mi descendencia muera sin más?
—Se les aplicará el mismo trato que a los campesinos, recibirán asistencia médica.
—No es suficiente, ¡haz algo, por los dioses!
Naruto se detuvo y dio la vuelta para observarlo con una diabólica sonrisa.
—Te dije que no movería un dedo por ti, ¿recuerdas?
El consejero se quedó tirado en el suelo, sin saber qué más hacer para evitar que el linaje de su familia menguara. No se trataba solo de su familia, al fin y al cabo, en aquella época las relaciones familiares entre la nobleza eran pura conveniencia; tuvo una esposa a la que no amaba, y tuvo hijos porque no permitiría que los Shimura fueran dirigidos por una rama secundaria de su familia como ocurrió con los Hyuga, ni tampoco que otra casa noble se ocupara de su clan y aprovechara para arrebatarle todo por lo que había luchado. Por eso mismo, no podía permitir que esos niños murieran, eran su legado y el futuro de los Shimura.
Cuando el creador vio que había dejado al viejo para el arrastre, sin saber qué más hacer para convencerlo, tomó asiento con parsimonia y de cara a él antes de soltar un suspiro.
—Sin embargo, como he dicho antes, no es mi estilo dejar morir a un niño por culpa de otros. Pero tienes que darme algo a cambio.
Danzo alzó la vista abruptamente. Por otro lado, Sasuke observaba a su futuro esposo con mucha atención, intrigado por su forma de actuar. Él ya sabía que Naruto no dejaría, ni por encima de su cadáver, morir a un niño, por eso no había abierto la boca durante la conversación y había esperado a ver qué hacía. Ahora empezaba a ver por dónde iba.
—¿Qué quieres?
Naruto volvió a sonreír con malicia.
—Posponer el anuncio oficial de mi compromiso con Sasuke. No se enviarán las invitaciones hasta estar seguros de que TODOS los niños están curados y a salvo de esa enfermedad.
El Uchiha no pudo contener una sonrisa de satisfacción. Su prometido era mucho más inteligente de lo que había imaginado… Definitivamente, lo había subestimado desde el principio.
Danzo fulminó al joven príncipe con la mirada, sin embargo, tras unos momentos de duda, acabó asintiendo.
—Trato hecho.
Naruto esbozó una brillante sonrisa.
—Genial. Ahora, si me disculpas, me gustaría terminar de comer antes de ponerme manos a la obra. Después de todo, es de mala educación interrumpir durante la comida, ¿lo sabías?
Sasuke tuvo que sofocar una carcajada al oír el insulto velado, más todavía uno que hacía referencia a los constantes sermones que los consejeros le echaban a Naruto por sus modales.
Por supuesto, Danzo se marchó resoplando de rabia. Por otro lado, Sasuke se acercó a su prometido y le susurró al oído:
—Eso ha sido maquiavélico.
El rubio esbozó una sonrisa un tanto misteriosa.
—¿No lo sabías? Los zorros somos tramposos y astutos.


Para cuando llegó la noche, todos los niños infectados habían sido tratados.
Tsunade le dio a Sasuke el mando sobre Gai y sus hombres, quienes siguieron sus órdenes obedientemente. Lo primero que hizo fue dividirlos en varios grupos para que cubrieran todas las zonas de riego en busca de las flores para arrancarlas y destruirlas, colocando a Sai en uno de ellos como líder, sabiendo que lo haría bien (pese a que podía ser un grano en el culo, su primo era una de las personas en las que más confiaba y sabía que, sin importar cuanto discutieran, siempre podía contar con él). A Itachi, por otro lado, lo dejó que fuera de zona en zona buscando los pozos en los cuales acababa el agua envenenada para que los sellara junto a varios hombres que le echarían una mano.
Mientras tanto, Tsunade mandó enviar un mensaje a toda la población con las nuevas noticias acerca de las flores y explicando la situación para que tuvieran cuidado a partir de ahora. También ordenó que, hasta que fuera seguro volver a beber agua de los pozos que habían sido infectados, unos comerciantes se ocuparían de transportar agua en las zonas rurales tres veces al día todos los días.
Por último, Naruto llamó antes que nada a Shizune, la médico de palacio y líder de su gremio pese a ser mujer (puesto que la comunidad médica la respetaba, le fue imposible al Consejo obligarla a volver a asumir un papel femenino más tradicional), para darle las instrucciones respecto a la cura y que pudiera divulgarla. Por supuesto, ella prometió no mencionar de dónde venía dicha información para mantener a Naruto y los secretos de sus antepasados a salvo.
Después de eso, fue veloz hacia el hogar de los Inuzuka para pedirle a Kiba que su clan buscara la planta que necesitaba para el procedimiento final de la cura, a lo que su amigo respondió sin dilación pidiendo voluntarios entre su gente para que le ayudaran a localizar tantas plantas como les fuera posible. Por último, regresó al Bosque Sagrado, donde buscó el resto de ingredientes que le hacían falta. Pese a que Shizune y el resto de médicos podían conseguirlos por su cuenta, Naruto sabía que la vegetación que crecía en el Bosque Sagrado era más pura y con más propiedades curativas, no solo por estar en terreno divino, sino también porque era un territorio apenas frecuentado por los hombres y, en consecuencia, no estaba contaminado. Por lo tanto, esas eran mucho mejores que las que podían encontrar los médicos en otras partes de la isla.
Así, mientras Sasuke dirigía la búsqueda de las flores para su erradicación, Naruto manejaba en la sombra a los médicos a través de Shizune para que elaboraran una fuerte infusión de hierbas capaz de extraer el veneno.
Ahora, después de la atareada tarde y tras la cena, Naruto, en compañía de Sasuke, fue a revisar a todos los niños a los que había atendido, aunque procuró mantenerse alejado de las tierras de los Shimura, solo por si Danzo andaban cerca. Ambos se sintieron un poco mejor al ver que los pequeños no parecían pasarlo tan mal para respirar, pero la verdadera sorpresa para el Uchiha vino cuando los padres de estos, que estaban esperando a Naruto, fueron a recibirle para darle las gracias por haber velado por sus hijos, así como mostraron su efusivo agradecimiento a Sasuke por todo el trabajo que había estado haciendo durante la tarde.
Una vez seguros de que los niños estaban en buenas manos, en vez de volver a palacio, Naruto insistió en llevar a Sasuke a la costa, a una pequeña playa de arena blanca que estaba escondida cerca de las tierras de los Inuzuka. Ambos caminaron con los pies descalzos por la orilla, dejando que las pequeñas olas los mojaran, mientras hablaban.
—Hay algo que quiero preguntarte —dijo Sasuke. Había un tema al que le había estado dando vueltas desde el enfrentamiento entre su prometido y Danzo, pero habían estado tan ocupados encargándose de los niños que había decidido dejarlo para más tarde.
—Dime.
—¿Cómo sabías lo de los niños de los Shimura?
El rubio entrecerró los ojos, dudando por un instante en si debía revelar otro pequeño secreto. Sin embargo, después de todo lo que había hecho el Uchiha por él, pensó que se lo había ganado.
—Lo vi.
Sasuke lo miró con el ceño fruncido.
—¿Lo viste?
Naruto se tomó unos momentos para pensar en cómo explicárselo.
—A veces, veo cosas a través del fuego. Siempre se cumplen.
El varón paró en seco, deteniendo también al creador, y lo miró fijamente.
—¿Puedes… ver el futuro?
—No todo el futuro. Solo aquello que es inevitable que suceda.
—¿Qué quieres decir?
—El futuro no está escrito en piedra. Hay quien dice que los dioses planean cada momento de su vida, pero no es así. Ellos no interfieren en el libre albedrío, sino que dejan que los mortales tomemos nuestras propias decisiones, aunque eso nos conduzca a nuestra propia muerte. Por eso no puedo verlo todo, Kurama solo me muestra a través de las llamas las… decisiones ya tomadas y que tienen un final inevitable, o cosas que no tienen relación con los hombres pero que pasarán de todas formas. La enfermedad de los niños de los Shimura es un ejemplo de eso.
—¿Y no podías hacer nada para evitarlo?
—No podía evitarlo porque no tenía ni idea de qué causaba la enfermedad, así que no tenía modo de saber cómo protegerlos —dicho esto, se quedó pensativo—. Ahora que lo pienso, no es extraño que enfermaran. Los Shimura tienen muchas tierras en las que cultivan viñedos, de ahí su gran fortuna en exportación de vinos.
Sasuke entendió rápidamente lo que había ocurrido.
—Se necesitan sistemas de riego para los viñedos, por lo que la flor también creció allí y contaminó el agua. Los niños debieron de beber agua del pozo más cercano allí también. —Hizo una pausa, tratando de recordar si había enviado hombres a esa zona para que eliminaran las flores.
Sin embargo, Naruto se adelantó.
—No te preocupes, Danzo envió a sus propios hombres a sus tierras. Mi abuela sabía que no permitiría que Gai o tú entrarais en ellas. Esos niños están a salvo.
Sasuke observó un momento a su prometido. Todavía había algo que le molestaba sobre la discusión que tuvo con ese viejo.
—Oye, ¿Danzo sabe acerca de tus habilidades?
—Sabe que soy más de lo que aparento, pero creo que todavía no sabe de lo que soy capaz, procuro ser muy cuidadoso. Homura y Koharu no tienen ni idea —resopló—, me toman por un niñato mimado que no sabe cuál es su sitio. —Se calló un segundo, entrecerrando los ojos y apretando los puños—. En cuanto a Mizuki…
—¿Qué? —lo animó a continuar Sasuke. Tenía mucho interés en conocer a esa vil serpiente, sobre todo para poder librarse también de ella en cuanto fuera rey.
Naruto apretó los labios.
—Mizuki sabe que puedo ser peligroso si me lo propongo.
Esas palabras le hicieron fruncir el ceño.
—¿Y por qué no ha aprovechado eso en tu contra? Podría habérselo dicho a cualquiera.
—Porque es su palabra contra la mía. Sabe que si él le cuenta a alguien mi secreto, yo revelaré el suyo.
—¿Y cuál es?
Un fulgor rojo apareció de nuevo en los ojos del creador y su voz se profundizó.
—La razón por la que fue expulsado del Bosque Sagrado.
Sasuke, al percibir la rabia de su futuro esposo, decidió que era mejor no preguntar. No quería que volviera a provocar un incendio… o que se convirtiera en aquella cosa. Iba a seguir preguntándole acerca del futuro que había visto pero, entonces, vieron una pequeña cabaña algo descuidada a unos metros de distancia. Naruto la observó con tristeza y nostalgia.
—Mis padres venían aquí cuando querían relajarse y alejarse de palacio —confesó, sorprendiendo a Sasuke—. Los Inuzuka son cazadores, no les gusta demasiado el mar y no usaban esta playa, así que la convirtieron en propiedad privada para mi familia. A veces, pasábamos un par de días en esa cabaña… como si fuéramos gente corriente. No he vuelto a entrar desde que murieron.
A Sasuke se le encogió el corazón al oírlo. Sabía que los padres de Naruto fallecieron en algún momento, pero ya no recordaba cuándo, había estado tan enfadado por tener que casarse con él que no se había molestado en averiguar nada sobre su prometido ni sobre su reino. Pero a juzgar por el estado de esa cabaña, parecía que habían pasado algunos años.
—¿Hace mucho que murieron?
Naruto se sobresaltó un poco al darse cuenta de que Sasuke todavía estaba con él y trató de apartar los amargos recuerdos a un lado. Para evitar que se diera cuenta de que aún le afectaba la ausencia de sus padres, le dedicó una sonrisa que, pese a sus esfuerzos, no le llegó a los ojos.
—Sí, yo tenía siete años.
La noticia hizo que Sasuke se sintiera mal por él. Él tenía ocho cuando su madre murió por una horrible enfermedad de su reino que no tenía cura conocida por el momento. Fue muy duro verla marchitarse; ella había sido la alegría en su familia, la que le había permitido disfrutar de su infancia pese a las responsabilidades que acarreaba al ser un príncipe, por eso, ver cómo esa parte de ella moría, postrándola en la cama, dejándola prácticamente sin fuerzas, fue muy duro para él.
Y tras su muerte, todo cambió para él. Su padre no volvió a ser el mismo de antes, se distanció mucho de su familia, centrándose únicamente en prepararlos para ser príncipes, sobre todo a Itachi por ser el futuro rey. Sasuke quedó relegado a un lado… solo.
El Reino del Hielo dejó de ser su hogar aquel día. Huyó de allí con la esperanza de poder escapar de su propia soledad.
Naruto era más joven que él cuando perdió no a uno, sino a sus dos padres, y él no tenía hermanos que le protegieran, que le cuidaran, o que jugaran con él. Solo tuvo a su abuela, y ella probablemente ya tenía bastante con tener que lidiar con el Consejo y dirigir el reino como para tener tiempo de prestarle un mínimo de atención.
Probablemente estuvo más solo que él.
En un acto impulsivo, se acercó lentamente a él y lo envolvió con suavidad en sus brazos, dándole tiempo para apartarse si quería. Naruto no lo hizo, sino que se apoyó en su pecho y cerró los ojos, dejando que lo consolara. Ninguno dijo nada durante un rato, como si pronunciar una palabra al respecto fuera a estropear el momento. Para ambos aún era difícil compartir esa clase de intimidad entre ellos, después de todo, aunque estaban empezando a llevarse bien, todavía eran unos extraños que iban a casarse, casi unos desconocidos. Sin embargo, los dos querían que su futura relación funcionara, de modo que Sasuke no dijo ni preguntó nada más sobre los padres de su prometido, igual que él tampoco mencionó nada sobre su madre, pues también sabía que murió hace muchos años.
En cambio, cuando se sintió mejor, se apartó lo suficiente para mirar a Sasuke y sonreírle un poco.
—¿Sabes?, sigo viniendo a esta playa de todos modos cuando quiero estar solo. Me relaja.
Sasuke le devolvió la sonrisa.
—El mar suele tener ese efecto en la gente.
Naruto quiso decirle que lamentaba que ya no pudiera volver a navegar en busca de nuevas aventuras, pero se mordió la lengua, sabiendo que eso solo le haría recordar que le habían obligado a casarse con él. Así que se apartó finalmente de él y volvieron a caminar por la orilla, uno al lado del otro. Entonces, pensó en algo en lo que no había caído antes y frunció el ceño, algo que el Uchiha notó de inmediato.
—¿Qué ocurre?
—Ese texto en el que se hablaba de la flor… ¿ponía algo sobre cada cuánto emerge o por qué?
Sasuke estrechó los ojos, concentrándose en lo que había leído esa mañana, pero no recordaba nada sobre eso.
—No. —Vio cómo la expresión de Naruto se volvía algo severa—. ¿Por qué?
—Nunca antes había visto esa flor en esta isla, y en las otras no ha habido niños enfermos que presentaran los mismos síntomas, así que me imagino que allí no hay flores de ese tipo. Entonces, ¿de dónde han salido? ¿Cómo es que emergieron de la nada hace tantos años y ahora han vuelto a salir?
Sasuke no dijo nada, porque no conocía la respuesta. Sin embargo, su ceño se acentuó al recordar otra cosa que le dijo Kiba; aquella pantera que atacó la ciudad también apareció de la nada y, justo después, el rey Jiraiya murió de una extraña enfermedad.
“¿Qué significa que los niños estén enfermando?”, recordó que le había preguntado.
“Que nadie está a salvo de lo que está por venir, ni siquiera los más pequeños”, había sido su oscura respuesta. Un escalofrío lo recorrió de arriba. Puede que las leyendas de los Clanes sobre los creadores fueran ciertas, a juzgar por lo que había visto en Naruto… pero esperaba que se equivocaran respecto a los malos presagios de los dioses. Ojalá que no ocurriera nada malo en el futuro.
La voz de Naruto interrumpió sus funestos pensamientos.
—Bueno, no importa —dijo con una confianza que sorprendió al Uchiha—, al final, hemos logrado salvar a los niños. Si vuelve a ocurrir algo parecido, entre los dos lo solucionaremos —y dicho esto, le dedicó una gran sonrisa.
Sasuke no logró evitar que la comisura de sus labios se alzara en una media sonrisa. Ahora empezaba a entender el sentimiento que le inspiraba Naruto, era uno con el que ya estaba familiarizado, pero que nunca había experimentado de esa manera.
Durante toda su vida, sus relaciones habían estado ligadas a su apellido o su fama. Los hombres que le siguieron a alta mar, sus compañeros, lo hicieron por un sentido de lealtad hacia él o su familia y, con el tiempo, se le unieron otros tras ganarse su respeto por las hazañas que había logrado a lo largo de los años. Por otro lado, su familia le apreciaba porque, al fin y al cabo, los unía un vínculo de sangre. No importaba lo que hiciera, sabía que Itachi y Sai morirían por él incluso si cometía un error imperdonable, hasta sabía que su padre tomaría cartas en el asunto. Las mujeres… Bueno, solo veían su atractivo, unido a la fuerza y el valor que había demostrado en sus viajes, lo convertían en un potencial pretendiente o amante, pero no le conocían realmente, estaban más interesadas en tenerlo entre las piernas que otra cosa. Lo admiraban por la imagen que tenían gracias a los relatos que cantaban sobre él.
Con Naruto era totalmente diferente. Su apellido no le había dejado impresionado y, pese a que parecían gustarle sus historias más allá de los mares, tampoco se dejaba llevar por ellas. El vínculo que se estaba creando entre ellos no venía de factores como su atractivo, sus aventuras o su apellido, sino por sí mismo. Es decir, sentía que Naruto empezaba a apreciarlo porque había visto algo en él que merecía la pena, algo bueno.
Por eso había comenzado a ver a su prometido como un amigo. Uno de verdad, que no estaría a su lado porque compartiera un vínculo de sangre o porque sintiera una obligación hacia su familia, sino por quién era.
Y eso significaba mucho para él, aunque no lo admitiría.
Así que, si era cierto que estaba a punto de venir una desgracia, adelante. Él estaría junto a Naruto para combatirla pasara lo que pasara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario