jueves, 13 de diciembre de 2018

Night


Capítulo 10. Pese a no ser humano... estás conmigo

Corrió por los pasillos tan rápido como se lo permitían sus piernas. Todo era blanco y gris, las paredes estaban desnudas, el suelo era liso, el techo estaba repleto de largas y resplandecientes luces claras que resultaban molestas para sus ojos. El lugar era aséptico, había un fuerte olor a fármacos y productos químicos, y el ambiente lo asfixiaba; odiaba estar de vuelta en ese lugar, pero tenía que liberar a los demás, tenía que ayudarles a escapar del destino al que los había condenado la gente que los creó.
Giró a la izquierda… y encontró lo que estaba buscando.
Las celdas de sus compañeros. Fue a la primera de ellas y empujó la puerta con toda la fuerza que tenía, pero ni se movió. Estaba hecha de acero y era acorazada, no podría abrirla así como así.
Unos golpes al otro lado lo sobresaltaron y alguien le llamó.
345.
Le estaba pidiendo ayuda, los técnicos iban a matarlos a todos.
Golpeó la puerta y gritó, pidiéndole que aguantara…
—¡Tú!
Se giró y vio que uno de los guardias le estaba apuntando con un fusil. Se agazapó rápidamente y tensó los músculos, listo para abalanzarse sobre él con un gruñido… pero, entonces, algo impactó contra él y lo lanzó al suelo al mismo tiempo que se oía un fuerte disparo.
Se levantó de un salto y corrió hacia el guardia, que estaba tratando de apuntarle, pero fue demasiado lento. Le arrebató el arma con una de sus firmes manos y la tiró lejos antes de agarrarlo por el cuello y estrellar su cabeza contra la pared. Un horrible crujido le dijo que le había roto el cráneo.
Soltó su cadáver sin el menor cuidado y luego se dio la vuelta, buscando al que lo había salvado del disparo. Al ver a un macho inmóvil en el suelo, corrió hacia él y lo giró con cuidado…
Su pecho ardió por el dolor al reconocer su rostro.
—¡Vaaaaaaaane! —aulló.


Night se despertó con un jadeo y se sentó de un salto en la cama. Estaba sudando, su corazón martilleaba con violencia sus costillas y su respiración estaba acelerada a causa del miedo. Al principio, le costó reconocer la habitación de Vane, creía que estaba en las instalaciones de Mercile, tratando de liberar a sus compañeros, y que el humano por el que sentía respeto, admiración y atracción a partes iguales se había sacrificado por él. Aterrado, buscó su cuerpo con la esperanza de salvarlo, pero entonces se percató de que estaba en una mullida cama y que la oscuridad lo impregnaba todo.
Tembló de alivio al ser consciente de que solo era una pesadilla… hasta que palpó el colchón en busca de Vane.
No estaba.
El miedo lo atenazó y apartó las sábanas, dispuesto a ir a buscarlo. En ese instante, la puerta de la habitación se abrió y Vane entró por ella.
—¡Vane! —exclamó Night, que corrió hacia él para estrecharlo entre sus brazos y asegurarse de que estaba sano y salvo.
El otro hombre se quedó un tanto sorprendido; no había esperado que Night siguiera despierto a esas horas, cuando lo había dejado dormía profundamente, y mucho menos que iría hacia él tan deprisa para abrazarlo. Mientras le devolvía el abrazo, notó que estaba sudoroso y sintió el desesperado latido de su corazón; conocía esos síntomas, él mismo los había sufrido durante mucho tiempo. Así que se dejó hacer y empezó a acariciar su espalda de arriba abajo con una mano mientras que con la otra le frotaba la nuca para calmarlo.
—Tranquilo, tranquilo. Solo era un sueño.
Él asintió pero, aun así, enterró la nariz en el hueco de su cuello para aspirar su aroma. No olió nada extraño en su cuerpo que le dijera que Vane estaba en peligro, pero sí detectó la esencia de Max y el olor del alcohol. Acababan de estar juntos y habían estado bebiendo.
Poco a poco, Night se tranquilizó al saber que el macho estaba sano y salvo y que no corría ningún peligro. Vane lo llevó a la cama, donde ambos se sentaron muy cerca el uno del otro, sin apenas romper su abrazo. Soltó un suave suspiro cuando el hombre le apartó los mechones húmedos de su frente.
—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja.
No, no lo estaba. Pese a que tenía a Vane delante de él y veía que se encontraba perfectamente, todavía le duraba el miedo de haberlo visto sin vida.
—No —murmuró, enterrando el rostro en su pecho—. Te vi morir.
Notó que el humano se tensaba un poco para después volver a relajarse. Sus dedos se deslizaron por su cuero cabelludo con cariño, haciendo que se sintiera un poco mejor. Le gustaba que lo acariciara de esa manera, como si le estuviera diciendo lo importante que era para él, que se preocupaba por su bienestar y que no quería que estuviera asustado.
—Solo era una pesadilla, Night. Estoy bien. Mira —dicho esto, cogió su mano y se la llevó al corazón.
Su miedo se disipó un poco al sentir su fuerte pálpito bajo su palma, el músculo fuerte, la piel caliente. Inspiró aire profundamente, obligándose a apartar sus temores y cerrando los ojos mientras lo abrazaba de nuevo. Era consciente de que todavía estaba vulnerable tras las revelaciones del doctor, se sentía confundido porque no sabía qué debía sentir por él, eran demasiadas emociones y muy contradictorias, aparte de que aún estaba asimilando el hecho de que realmente no era un ser humano, ni tampoco un animal. Había aprendido lo suficiente con Vane como para saber que no existía nada ni nadie que fuera como él y su gente, y eso lo asustaba un poco. También había estado preocupado por cómo lo vería el hombre que estaba en sus brazos, pero este ya le había demostrado que nada había cambiado, que su atracción no había disminuido un ápice y que su resolución de ayudarle a él y a sus amigos seguía en pie.
Recordar que Vane seguía deseándole fue incentivo suficiente para que lo demás dejara de importarle. Estrechó un poco más su cuerpo contra el suyo, gruñendo suavemente a la vez que frotaba su mejilla contra su hombro para mostrarle su afecto.
El otro hombre sonrió al escucharlo y le acarició el cabello.
—¿Mejor?
Night se apartó lo justo para poder mirarlo.
—Sí, gracias —le dijo, haciendo amago de levantar la mano para acariciar su rostro pero, entonces, su mirada se deslizó por su cuerpo e hizo una mueca—. Te he llenado de sudor, lo siento.
Vane le sonrió.
—Eso tiene fácil arreglo. Ven.
El otro hombre ladeó la cabeza con curiosidad cuando él le cogió de la mano y salieron de la habitación. En completo silencio, lo llevó al cuarto de baño, cuya puerta cerró con llave una vez estuvieron los dos dentro, cosa que hizo que Night frunciera el ceño.
—¿Qué estamos haciendo?
Vane encendió solamente una de las luces para que la pequeña habitación tuviera un ambiente más íntimo y, luego, se giró hacia su acompañante para sonreírle.
—Vamos a bañarnos.
Night abrió los ojos como platos, pero sus labios se curvaron hacia arriba.
—¿Juntos?
Él asintió y, sin pensárselo dos veces, se quitó la camiseta, dejándola caer al suelo.
—Solo si quieres.
El lobo dejó escapar uno de esos gruñidos que hacía cuando estaba excitado y, en menos de un segundo, ya estaba rodeándolo con sus brazos, acariciando su baja espalda con ambas manos.
—Lo deseo. Siempre te deseo, Vane —añadió antes de inclinarse y besarlo.
Le correspondió sin pensarlo; abrió la boca para él y dejó que su lengua se enlazara con la suya, invitándola a explorarlo y acariciarlo a placer. Mientras tanto, se dedicó a pasar los dedos por debajo de su camiseta para deslizarlos por sus duros pectorales, los cuales le seguían pareciendo tan calientes como la primera vez que los vio. No tardó en quitarle la camiseta, a lo que Night no presentó ninguna queja, de hecho, le ayudó a lanzarla a un lado antes de volver a apoderarse de sus labios, esta vez con más fiereza, como si ansiara poseer su boca de un modo primitivo y salvaje. Vane no lo impidió, quería que se sintiera seguro, que nadie le estaba exigiendo nada, y por eso se dejó dominar. Por eso y porque debía reconocer que su amante era muy sexy cuando parecía tan deseoso por tocarlo.
Sin embargo, ahora venía una parte delicada, una a la que aún no habían llegado. Night no parecía tener inconveniente en que compartieran la bañera, pero era algo que jamás había hecho, una experiencia que no había compartido con nadie, y temía ir demasiado rápido para él.
Cogió su rostro entre sus manos y rompió el beso.
—Night… —Este gruñó y volvió a besarlo otra vez, poco dispuesto a separar sus labios. Vane gimió al sentir cómo su boca y su lengua cogían confianza suficiente como para tratar de someterlo, era excitante y no pudo evitar devolverle el beso con la misma pasión, enredando los dedos en su pelo para acercarlo más a él… hasta que recordó por qué lo había apartado—. Night, espera… —murmuró contra sus labios.
El lobo volvió a soltar un fuerte gruñido de disgusto.
—No. Me gusta besarte —dijo en un tono más suave antes de lamerle el labio inferior.
Vane se estremeció.
—Quiero hacer algo… y necesito saber si está bien para ti.
—¿Qué es? —preguntó Night con curiosidad.
Él se lamió el labio antes de decir:
—Desnudarme.
Los ojos de su amante ardieron y esbozó una sonrisa que se le antojó de lo más sexy.
—Vane… Admito que, en muchas cosas, me siento como si fuera un niño asustado y confundido por el mundo que le rodea. Es verdad que estoy hecho un lío después de lo que hemos descubierto y que no sé cómo sentirme. Pero cuando se trata de ti… —Lo miró intensamente a los ojos—. Cuando se trata de ti, sé exactamente lo que quiero. Ayer aún me costaba aceptar lo que me haces sentir, pero ya no. Ahora solo me duele por las ganas que tengo de tocarte —dicho esto, lo besó una vez más, esta vez de forma más lenta y profunda, aunque eso no evitó que la erección de Vane bajara un ápice.
Cuando los dos se separaron un momento para respirar, deslizó las manos hasta su rostro para acariciarle las mejillas.
—Me da miedo hacer algo que te haga recordar Mercile —reconoció, rozando sus labios, pues Night parecía empeñado en no apartarse ni un milímetro de él—. No quiero hacerte daño, ni física ni emocionalmente.
El lobo, al comprenderlo, le sonrió con calidez.
—Entiendo. Pero tú no vas a hacerme daño, y aunque lo hicieras, yo sabría que lo habrías hecho sin querer. —Lo apoyó suavemente en la pared y lo encerró entre sus brazos, pegando su cuerpo al suyo—. Los técnicos me pegaban para infringirme dolor, tú me tocas con suavidad para calmarlo, me acaricias y me besas para darme placer. Los médicos me insultaban y me decían cosas hirientes, tú me dices que soy fuerte y un buen hombre, me sigues queriendo a pesar de no ser humano.
Él curvó los labios hacia arriba.
—La verdad es que esos gruñidos que haces son bastante sexys.
Night imitó su gesto y puso los labios en su oído para chuparle el lóbulo al mismo tiempo que su garganta emitía un gruñido suave. Vane jadeó y echó la cabeza a un lado, dándole acceso a su cuello si deseaba jugar con esa parte de su cuerpo, a lo que el otro hombre respondió gruñendo más fuerte y deslizando la lengua por su piel sensible.
—¿Lo ves? —susurró su amante—. No te da miedo exponer tu garganta a mi boca, y eso que sabes que tengo colmillos afilados —dicho esto, sus manos bajaron por su espalda hasta las caderas, cuyos dedos se engancharon en la cinturilla del pantalón. Se los bajó lentamente, dejando que resbalaran por sus piernas hasta el suelo—. Y ahora estás desnudo ante mí, oliendo como si desearas que te comiera entero, de arriba abajo, aunque yo sea más grande y más fuerte.
—Y más rápido, con mejores reflejos y sentidos… —añadió Vane con diversión.
Night se separó un poco de él para dedicarle una sincera sonrisa y mirarlo con un brillo feliz en sus increíbles ojos azules.
—Sigues aquí, dispuesto a dármelo todo sin importar lo que yo sea. Por eso sé que no vas a hacerme daño, así que… deja de preocuparte y solo siente —dijo antes de volver a apoderarse de su boca.
Vane gimió al sentir cómo su lengua provocaba la suya y sus manos exploraban sus nalgas con deseo, apretándolas y masajeándolas, como si le encantara su culo. Esta vez, no se resistió y se entregó al beso y a cualquier otra cosa que quisiera hacerle; si Night se sentía seguro con él, si estaba decidido a ir más lejos, no sería él quien le impidiera hacer lo que quisiera con su cuerpo, no cuando ese hombre parecía ansioso por devorarlo… Además, tal vez era bueno que pasara por esa experiencia, que descubriera una forma de tocar y ser tocado que no estuviera asociada al dolor, que aprendiera a disfrutar de las caricias de alguien para quien era importante.
Porque Vane no se engañaba a sí mismo, era consciente de que Night se había convertido en alguien de gran importancia para él, más allá del plano físico. Era pronto para decir que estaba enamorado de él, pero sabía que había un vínculo especial entre ellos, puede que porque él había sido la primera persona que había conectado con él, que más se había implicado con él. Tampoco negaría que la atracción hacia él era más que evidente, no solo sexual, sino por su personalidad; era fuerte, valiente y decidido a arriesgar su vida por su gente, a pesar de que ahora era libre, estaba dispuesto a regresar a ese lugar infernal con tal de salvar a los demás.
Resultaba difícil resistirse a alguien así.
De modo que, en esa ocasión, solo cerró los ojos y se aferró a sus anchos hombros, devolviéndole el beso con pasión y apretándose contra su duro torso, dejando que fuera él quien dominara la situación.
Night gruñó al percibir que se entregaba a él y, excitado, presionó un poco más su espalda contra la pared, aunque con cuidado de no hacerle daño. Era consciente de su fuerza y de que Vane tenía un brazo herido, lo último que haría sería cualquier cosa que pudiera herirlo, antes prefería causarse dolor a sí mismo. Devoró su boca húmeda y cálida con avidez mientras sus manos codiciosas seguían acariciando su trasero firme y musculoso, amando la forma en la que este se tensaba cuando le clavó los dedos para pegar sus caderas a las suyas. Curioso por conocer mejor su cuerpo, descendió por sus muslos, gruñendo complacido por su agradable textura y excitado ante la idea de sentirlos alrededor de su cintura mientras lo follaba.
Entonces, a medida que sus dedos exploraban la zona inferior de su cuerpo, halló una ligera capa de vello púbico. Él sabía que a los humanos les crecía vello en otras zonas del cuerpo aparte de en la cabeza, como en la cara, había visto a hombres llevando barba, pero hasta ahora no había podido verlo.
Curioso, se apartó de Vane para poder echar un vistazo.
—¿Qué ocurre? —preguntó este, que no deseaba que Night se alejara.
—Tienes pelo —comentó este, mirando fascinado la ligera mata de pelo castaño oscuro. La acarició con los dedos, gruñendo suavemente al notar que era un poco rasposa. Le gustaba, le hacía cosquillas en la palma de la mano.
Vane frunció el ceño, sin entender… aunque eso no evitó que su polla se alzara, encantada porque los dedos de Night estuvieran tan cerca de ella.
—¿Qué pasa con eso? —preguntó, sin estar seguro de qué implicaba eso.
El otro hombre le sonrió divertido.
—Mi gente no tiene vello corporal.
Eso le hizo parpadear. Ahora que lo pensaba…
—En el mes que llevamos aquí, no te ha crecido nada de barba, ¿verdad? —dijo, acariciando sus mejillas con el dorso de los dedos. Su piel seguía siendo tan suave como la recién afeitada.
Night negó con la cabeza.
—No. Solo nos crece el cabello —dicho esto, sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo—. He oído que los hombres tienen pelo en el torso y las piernas, pero tú no tienes.
—Me crece muy poco vello en esas zonas, así que suelo afeitarlas —respondió Vane.
—Pero aquí abajo no —comentó Night, cuyos dedos se deslizaron más abajo, hasta sus testículos. Se puso más duro al notar cómo el otro hombre los cogía suavemente con una mano y empezaba a acariciarlos.
—No… —gimió, incapaz de ignorar la forma en la que sus dedos lo tocaban, dándole placer. Joder, habían pasado meses desde la última vez que folló con alguien y, con todo el drama de Jeremy y después con la aparición de Night, ni siquiera había pensado en masturbarse, era normal que estuviera un poco sensible—. Ahí no lo hago… Mmm…
El lobo le sonrió con picardía, encantado por escuchar sus gemidos.
—Imagino que es incómodo tener una cuchilla cerca de ahí… pero parece que mi mano te gusta más. —Entonces, sin previo aviso, soltó sus genitales y envolvió los dedos alrededor de su miembro.
Vane jadeó fuerte cuando la acarició desde la base hasta la punta. El placer fue tan intenso que arqueó su cuerpo, presionándolo contra el de Night, quien volvió a acorralarlo contra la pared con un fuerte gruñido cargado de deseo.
—Puede que no sea humano, pero sigo siendo un hombre… y sé lo que nos gusta —dicho esto, movió la mano de arriba abajo sobre el duro miembro de Vane al mismo tiempo que se inclinaba para mordisquear su cuello.
No dijeron nada más durante un rato; Night disfrutó besando y lamiendo el ardiente cuerpo de su amante a la vez que le daba placer, complacido por las poderosas reacciones que provocaba en él y embriagado por el delicioso aroma de su deseo, mientras que Vane, inmerso en su pasión, se aferraba a la fuerte espalda del lobo y enterraba sus dedos en su oscuro cabello. La cosa se puso más intensa cuando Night lo acarició más rápido y con más firmeza, haciéndole gemir más alto y provocándole tal oleada de calor y deseo que clavó los dedos en su espalda y le mordió un hombro.
Se asustó un poco cuando su amante soltó un gruñido tan fuerte que casi era como un rugido.
—¡Mierda! Lo siento, Night, no quería…
—Hazlo otra vez —le ordenó con la voz enronquecida. Apenas sonaba humana pero, aun así, a Vane le parecía muy erótica.
—¿Seguro?
Este lo masturbó más rápido, haciendo que por poco soltara un grito.
—No tengas miedo, Vane —gruñó Night, que pasó sus afilados dientes por la base de su cuello, provocando que empezara a temblar de placer. Era extrañamente excitante sentir sus colmillos en esa zona—. Muérdeme fuerte, me gusta.
Al saber que no le había hecho daño, Vane dejó de contenerse y volvió a morderlo en el hombro. Night gruñó ferozmente de nuevo y siguió tocándolo, provocándole intensas oleadas de placer que culminaron con una mezcla entre jadeo y grito que escapó de sus labios.
Se apoyó contra la fría pared del baño, tratando de recuperar el aliento al mismo tiempo que el lobo gruñía muy levemente y plantaba besos tiernos en su cuello. Tiró de él para pegarlo a su cuerpo y poder abrazarlo.
—¿Estás bien? —le preguntó Night cuando su boca llegó a sus labios. Vane no pudo evitar besarlo con dulzura.
—Estoy genial.
El lobo frotó su nariz contra la suya.
—Lamento haberte asustado antes, cuando me mordiste.
Le acarició la mejilla con los dedos, todavía impresionado por lo suave que era.
—Pensaba que te había hecho daño.
Night soltó una risilla.
—No dudo de que podrías hacerme daño si te lo propusieras, pero solo me gustó que me marcaras con los dientes.
Vane sonrió y le mordisqueó el labio inferior, haciendo que su amante soltara un gruñido suave y le diera un beso breve, aunque húmedo y erótico, logrando que su polla se desvelara de nuevo. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo un poco incómodo.
—Yo siento haberte manchado —se disculpó, sonrojándose violentamente, pues se había corrido en la mano de Night.
Sin embargo, este se encogió de hombros y se apartó de él para lavarse en la pila. Pero lo que más le sorprendió es que, después, cogió un poco de papel higiénico y le limpió él mismo los restos de su orgasmo como si nada.
—¿No te da asco? —le preguntó. La mayoría no solía hacer algo así, les asqueaba tener restos de semen en el cuerpo y más todavía tener que limpiarlos del cuerpo de otra persona. Ni siquiera Jeremy había tenido ese detalle con él.
El otro hombre frunció el ceño.
—Claro que no, es más placentero para ti si te toco hasta el final. Además, no tienes nada que yo no tenga también.
Vane sonrió. Era consciente de que Night no se había criado como la mayoría, pero tampoco esperaba que se comportara de esa manera con él… aunque no tenía ninguna queja, le pareció muy dulce de su parte que hiciera eso por él.
—¿Ahora no bañamos juntos? —le preguntó este con entusiasmo.
Él rio y asintió. Se metió en la bañera y encendió la ducha, dándole al agua caliente. El chorro cayó directamente sobre él, dejándolo empapado en un segundo; se echó la melena hacia atrás y se limpió los ojos para poder mirar a Night, el cual estaba parado delante de él. Sus ojos ardían de pura lujuria.
Vane no pudo contener una sonrisa y se irguió para que pudiera contemplar su cuerpo húmedo.
—¿Ves algo que te guste, Night?
Este gruñó fuerte.
—Estás muy sexy así, Vane.
Él le sonrió, pícaro.
—Pues ven aquí.
El lobo se apresuró en quitarse los pantalones y la ropa interior, dejando a la vista la parte inferior de su cuerpo. Tal y como había afirmado antes, no tenía ni rastro de vello corporal, lo único que había era una gran extensión de deliciosa piel bronceada que cubría todos y cada uno de sus duros músculos, desde las largas y atléticas piernas hasta un culo redondo y firme que se moría por tocar. Tampoco pudo evitar fijarse en que estaba bien dotado, era difícil cuando su polla estaba apuntando en su dirección.
Una vez desnudo, Night entró en la bañera y se metió bajo el chorro de agua, junto a él. Lo agarró por las caderas y pegó su cuerpo al suyo, lo que los hizo suspirar. Era la primera vez que estaban desnudos y tan cerca el uno del otro. No dijeron nada, los dos se limitaron a abrazarse mientras se besaban, ambos frotando el cuerpo mojado y caliente de su amante, en parte para limpiar el sudor, pero, sobre todo, porque se deseaban y querían compartir ese momento íntimo. Vane aprovechó la ocasión para acariciar cada centímetro de su piel, cada músculo, esta vez sin miedo, sabía que Night lo detendría si había algo que no le gustaba o que no quería que hiciera, mientras que este pasó las manos por las ondulaciones resbaladizas de su humano con anhelo, maravillado ante lo bien que se sentía tocar a Vane de ese modo mientras sus lenguas danzaban a un ritmo apasionado y entregado. Para él, todo aquello era totalmente nuevo, desear realmente a alguien y ansiar montarlo no por obligación sino porque compartían un vínculo. Y sentía que el que compartía con aquel hombre era muy fuerte, más que el que había tenido con su gente o con cualquiera de sus compañeros.
Tenía la sensación de que Vane se estaba convirtiendo en la persona más importante de su vida. Eso ya no le asustaba, al contrario, empezaba a soñar con un futuro donde no solo era libre, sino donde pudiera mantener a ese macho a su lado. Quería dormir cada noche entre sus brazos, despertar sintiendo su cálido cuerpo contra el suyo, escuchar su suave voz cuando le decía que creía en él, quedarse impresionado por su aguda inteligencia y su fuerza de voluntad, y hacerle gemir de placer todos los días.
Sin embargo, sumido en la neblina de la pasión, no era capaz de pensar con claridad, simplemente dejaba que las emociones que le producía Vane cuando lo tocaba y le besaba lo inundaran, haciendo que su pecho se hinchara con un poderoso sentimiento que crecía a gran velocidad.
De repente, el humano lo empujó contra la pared, tal y como había hecho él antes. Ambos se sonrieron cuando se miraron.
—Ahora es tu turno —le dijo Vane con ojos brillantes.
Night gimió y se recostó contra las baldosas. Estaba frías, pero el agua caliente y las ganas que tenía de que su amante le diera placer hacían que fuera soportable.
—Soy todo tuyo —afirmó con la voz ronca.
Vane sonrió y empezó a besarle la mandíbula y a mordisquearle el mentón. Su pecho vibró a causa de un gruñido al sentir sus dientes sobre su piel.
—Así que te gusta que te muerdan, ¿eh?
—Sí —respondió.
Sus manos vagaron por su pecho con lentitud, haciendo que sus músculos se tensaran por la expectación.
—¿En cualquier parte?
Oh, joder…
—Donde tú quieras —dicho esto, esbozó una media sonrisa divertida—, menos mi polla.
Al otro hombre se le escapó una risilla.
—Me lo imaginaba.
—Pero puedes usar tus manos en ella.
Vane le guiñó un ojo.
—Lo tendré en cuenta.
Después de eso, Night fue incapaz de hacer otra cosa aparte de gruñir y gemir, pues la boca de su humano no dejó ni un rincón de su cuerpo sin probar. Sus manos recorrieron su pecho y sus abdominales, descendiendo por sus muslos hasta su trasero a medida que su boca bajaba, dejando ardientes mordiscos en su cuello, chupando sus pezones y lamiendo cada línea definida de su vientre, sometiéndolo a una erótica tortura, la mejor que había sufrido nunca.
Fue cuestión de tiempo que Vane rodeara su polla con las manos para masturbarlo mientras daba suaves mordiscos en sus caderas y en sus ingles, lugares donde sintió sus dientes con tanta intensidad que por poco aulló de puro gozo. Pero, entonces, sintió la lengua del otro macho en la punta de su miembro. Un calambrazo de placer lo recorrió antes de que pegara un salto, sobresaltado, lo cual asustó a Vane.
—Ey, ¿estás bien?
Night lo miró confundido, aunque tenía la respiración acelerada.
—¿Por qué has hecho eso?
—¿Lamerte? —preguntó. Él asintió y Vane frunció el ceño—. ¿No te gusta?
Dudó antes de responder.
—No es necesario que lo hagas, ya estoy duro por ti.
Su amante lo miró sin comprender.
—No entiendo qué quieres decir.
—Nosotros lamemos a las hembras para prepararlas para el sexo. Los machos no solemos necesitar que nos preparen, es… vergonzoso que tengan que hacerlo.
Vane parpadeó.
—Entonces, ¿solo te han hecho mamadas para que te pongas duro?
Night arrugó el ceño.
—Nunca han tenido que hacerlo conmigo.
—Entonces, ¿nadie te la ha chupado nunca?
—No.
El humano le acarició los muslos.
—Night, nosotros no hacemos eso para preparar a nadie para el sexo, es por placer.
Él ladeó la cabeza.
—¿Placer?
—Es muy placentero tener una boca caliente y húmeda alrededor de tu polla, a la mayoría de los hombres humanos les encanta que les hagan eso —dicho esto, le frotó el vientre—, pero no tenemos que hacerlo si no quieres.
Night lo meditó un momento. La verdad era que se había sentido bien cuando la lengua de Vane lo había lamido, pero no estaba seguro del todo, una parte de él se sentía un poco incómoda ante la idea, ya que seguía asociándola a algo vergonzoso.
—¿A ti te gusta?
Vane asintió sin dudar, como si fuera algo totalmente normal. Eso le dio confianza y terminó por acceder.
—Está bien.
El otro macho le sonrió para hacerle sentir mejor y le frotó las piernas.
—Recuerda que puedes pararme cuando quieras. Si te gusta, ten cuidado si mueves las caderas, eres grande y podrías hacerme daño en la garganta. Cógeme del pelo si es muy intenso y necesitas agarrarte a algo.
Night asintió y gruñó de placer al sentir su mano sujetando su polla. Contempló con curiosidad cómo acercaba su rostro y sacaba la lengua para lamerle la punta.
Una oleada de placer sacudió su cuerpo.
Jadeó y observó con más atención cómo Vane introducía la punta en su boca, chupándola despacio y lamiéndola suavemente con la lengua. Gruñó profundamente y apretó los dientes, conteniendo el impulso de embestirlo con las caderas.
—Vane… —gimió, aferrándose a su cabello.
Él lo miró a los ojos mientras acogía su polla, esta vez, del todo, deslizando su boca hasta la base y luego retrocediendo hasta su punta, una y otra vez. Era caliente y muy húmeda, se sentía increíble y Night no pudo evitar mover sus caderas, anhelando que fuera más rápido y más profundo. Vane lo cogió de las nalgas, clavándole los dedos y haciéndole gemir más fuerte, para marcarle un ritmo para embestirlo. Excitado, obedeció dócilmente, balanceando su cuerpo lentamente y hundiendo los dedos en su pelo, aferrándose a algunos de sus mechones mientras jadeaba y murmuraba su nombre.
—Aaah… Aaah… Vane… Sí…
Este deslizó las manos desde su culo hasta sus muslos y de ahí a su bajo vientre. De repente, lo presionó contra la pared, obligándolo a detener su vaivén, y lo chupó más profundamente, tanto que Night echó la cabeza hacia atrás, soltando un jadeó de pura necesidad.
—¡Aaaah! ¡Vane!
Su amante lo lamió más rápido, girando la lengua alrededor de su eje y acelerando el ritmo, pero manteniéndolo inmóvil contra la pared, lo que lo puso aún más duro y caliente. Enredó los dedos en su pelo, gimiendo, deseando alcanzar la cima… y, a los pocos minutos de ser asediado por la implacable y ardiente boca de Vane, se corrió con fuerza, jadeando su nombre.
Mientras se recuperaba de su orgasmo, el mejor que había tenido nunca, su amante lo limpió con dulzura y luego se levantó para acariciar su rostro. Vio en sus ojos que quería saber cómo se sentía y él le sonrió con sinceridad.
—Eso ha sido increíble.
Vane le devolvió el gesto y lo abrazó, apoyándose en su pecho. Night lo estrechó entre sus brazos y lo besó en la cabeza, todavía abrumado y tembloroso por la intensa sensación que había experimentado al estar en el interior de su boca. Ahora comprendía lo que quería decir con que lo hacían por placer, y tenía la esperanza de que quisiera repetirlo a menudo… y de poder hacérselo él. Ansiaba verlo retorcerse de placer como lo había hecho él.
Permanecieron unos minutos más así, acariciándose, y luego Vane lo invitó a terminar de ducharse con él. Fue otra experiencia nueva para él, no recordaba que nadie le hubiera bañado nunca; le pareció algo muy íntimo y agradable que el otro hombre lo enjabonara, recorriendo una vez más su cuerpo saciado por el sexo, haciéndole un masaje en los hombros y en el cuero cabelludo, le gustó especialmente esa parte, ya que estuvo gruñendo todo el tiempo que pasó lavándole el pelo. Después, fue su turno de bañar a Vane; este le dejó hacerlo con una sonrisa afectuosa al mismo tiempo que reían en voz baja cuando a Night le dio por jugar con la espuma y se besaban cada vez que acariciaba alguna zona erógena.
Una vez terminaron, salieron de la bañera, se secaron el uno al otro, todavía contentos y satisfechos por la relación tan íntima que habían compartido y después regresaron juntos a la habitación de Vane llevando únicamente unas toallas alrededor de sus cinturas. Esta vez no se molestaron en ponerse nada para dormir, el humano fue el primero en dejar caer la prenda al suelo y meterse totalmente desnudo en la cama, invitando a Night a hacer lo mismo. Este esbozó una amplia sonrisa y lo imitó antes de acurrucarse en su pecho, permitiendo que sus brazos lo envolvieran como la noche anterior y que sus labios besaran su cabeza, a lo que él correspondió rodeando su cintura y plantando besos en su torso adornado de tatuajes.
Esos días habían sido un cúmulo de emociones para él, pero sentía que ya estaba bien. Era consciente de su libertad, Vane y los demás estaban trabajando para salvar a su gente y él estaba aprendiendo rápido para poder ayudarles.
Ya no importaba que no fuera humano.
Ya no importaba lo que sentía por el hombre que le creó.
Nada de eso importaba porque Vane, a pesar de todo, estaba esa noche a su lado.

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