Capítulo 10. Pese a no ser humano... estás conmigo
Corrió por los
pasillos tan rápido como se lo permitían sus piernas. Todo era blanco y gris,
las paredes estaban desnudas, el suelo era liso, el techo estaba repleto de
largas y resplandecientes luces claras que resultaban molestas para sus ojos.
El lugar era aséptico, había un fuerte olor a fármacos y productos químicos, y
el ambiente lo asfixiaba; odiaba estar de vuelta en ese lugar, pero tenía que
liberar a los demás, tenía que ayudarles a escapar del destino al que los había
condenado la gente que los creó.
Giró a la
izquierda… y encontró lo que estaba buscando.
Las celdas de sus
compañeros. Fue a la primera de ellas y empujó la puerta con toda la fuerza que
tenía, pero ni se movió. Estaba hecha de acero y era acorazada, no podría
abrirla así como así.
Unos golpes al
otro lado lo sobresaltaron y alguien le llamó.
345.
Le estaba pidiendo
ayuda, los técnicos iban a matarlos a todos.
Golpeó la puerta y
gritó, pidiéndole que aguantara…
—¡Tú!
Se giró y vio que
uno de los guardias le estaba apuntando con un fusil. Se agazapó rápidamente y
tensó los músculos, listo para abalanzarse sobre él con un gruñido… pero,
entonces, algo impactó contra él y lo lanzó al suelo al mismo tiempo que se oía
un fuerte disparo.
Se levantó de un
salto y corrió hacia el guardia, que estaba tratando de apuntarle, pero fue
demasiado lento. Le arrebató el arma con una de sus firmes manos y la tiró
lejos antes de agarrarlo por el cuello y estrellar su cabeza contra la pared.
Un horrible crujido le dijo que le había roto el cráneo.
Soltó su cadáver
sin el menor cuidado y luego se dio la vuelta, buscando al que lo había salvado
del disparo. Al ver a un macho inmóvil en el suelo, corrió hacia él y lo giró
con cuidado…
Su pecho ardió por
el dolor al reconocer su rostro.
—¡Vaaaaaaaane!
—aulló.
Night se despertó
con un jadeo y se sentó de un salto en la cama. Estaba sudando, su corazón
martilleaba con violencia sus costillas y su respiración estaba acelerada a
causa del miedo. Al principio, le costó reconocer la habitación de Vane, creía
que estaba en las instalaciones de Mercile, tratando de liberar a sus
compañeros, y que el humano por el que sentía respeto, admiración y atracción a
partes iguales se había sacrificado por él. Aterrado, buscó su cuerpo con la
esperanza de salvarlo, pero entonces se percató de que estaba en una mullida
cama y que la oscuridad lo impregnaba todo.
Tembló de alivio
al ser consciente de que solo era una pesadilla… hasta que palpó el colchón en
busca de Vane.
No estaba.
El miedo lo
atenazó y apartó las sábanas, dispuesto a ir a buscarlo. En ese instante, la
puerta de la habitación se abrió y Vane entró por ella.
—¡Vane! —exclamó
Night, que corrió hacia él para estrecharlo entre sus brazos y asegurarse de
que estaba sano y salvo.
El otro hombre se
quedó un tanto sorprendido; no había esperado que Night siguiera despierto a
esas horas, cuando lo había dejado dormía profundamente, y mucho menos que iría
hacia él tan deprisa para abrazarlo. Mientras le devolvía el abrazo, notó que
estaba sudoroso y sintió el desesperado latido de su corazón; conocía esos
síntomas, él mismo los había sufrido durante mucho tiempo. Así que se dejó
hacer y empezó a acariciar su espalda de arriba abajo con una mano mientras que
con la otra le frotaba la nuca para calmarlo.
—Tranquilo,
tranquilo. Solo era un sueño.
Él asintió pero,
aun así, enterró la nariz en el hueco de su cuello para aspirar su aroma. No
olió nada extraño en su cuerpo que le dijera que Vane estaba en peligro, pero
sí detectó la esencia de Max y el olor del alcohol. Acababan de estar juntos y
habían estado bebiendo.
Poco a poco, Night
se tranquilizó al saber que el macho estaba sano y salvo y que no corría ningún
peligro. Vane lo llevó a la cama, donde ambos se sentaron muy cerca el uno del
otro, sin apenas romper su abrazo. Soltó un suave suspiro cuando el hombre le
apartó los mechones húmedos de su frente.
—¿Estás bien? —le
preguntó en voz baja.
No, no lo estaba.
Pese a que tenía a Vane delante de él y veía que se encontraba perfectamente,
todavía le duraba el miedo de haberlo visto sin vida.
—No —murmuró,
enterrando el rostro en su pecho—. Te vi morir.
Notó que el humano
se tensaba un poco para después volver a relajarse. Sus dedos se deslizaron por
su cuero cabelludo con cariño, haciendo que se sintiera un poco mejor. Le
gustaba que lo acariciara de esa manera, como si le estuviera diciendo lo
importante que era para él, que se preocupaba por su bienestar y que no quería
que estuviera asustado.
—Solo era una
pesadilla, Night. Estoy bien. Mira —dicho esto, cogió su mano y se la llevó al
corazón.
Su miedo se disipó
un poco al sentir su fuerte pálpito bajo su palma, el músculo fuerte, la piel
caliente. Inspiró aire profundamente, obligándose a apartar sus temores y
cerrando los ojos mientras lo abrazaba de nuevo. Era consciente de que todavía
estaba vulnerable tras las revelaciones del doctor, se sentía confundido porque
no sabía qué debía sentir por él, eran demasiadas emociones y muy
contradictorias, aparte de que aún estaba asimilando el hecho de que realmente
no era un ser humano, ni tampoco un animal. Había aprendido lo suficiente con
Vane como para saber que no existía nada ni nadie que fuera como él y su gente,
y eso lo asustaba un poco. También había estado preocupado por cómo lo vería el
hombre que estaba en sus brazos, pero este ya le había demostrado que nada
había cambiado, que su atracción no había disminuido un ápice y que su
resolución de ayudarle a él y a sus amigos seguía en pie.
Recordar que Vane
seguía deseándole fue incentivo suficiente para que lo demás dejara de
importarle. Estrechó un poco más su cuerpo contra el suyo, gruñendo suavemente
a la vez que frotaba su mejilla contra su hombro para mostrarle su afecto.
El otro hombre
sonrió al escucharlo y le acarició el cabello.
—¿Mejor?
Night se apartó lo
justo para poder mirarlo.
—Sí, gracias —le
dijo, haciendo amago de levantar la mano para acariciar su rostro pero,
entonces, su mirada se deslizó por su cuerpo e hizo una mueca—. Te he llenado
de sudor, lo siento.
Vane le sonrió.
—Eso tiene fácil
arreglo. Ven.
El otro hombre
ladeó la cabeza con curiosidad cuando él le cogió de la mano y salieron de la
habitación. En completo silencio, lo llevó al cuarto de baño, cuya puerta cerró
con llave una vez estuvieron los dos dentro, cosa que hizo que Night frunciera
el ceño.
—¿Qué estamos
haciendo?
Vane encendió
solamente una de las luces para que la pequeña habitación tuviera un ambiente
más íntimo y, luego, se giró hacia su acompañante para sonreírle.
—Vamos a bañarnos.
Night abrió los
ojos como platos, pero sus labios se curvaron hacia arriba.
—¿Juntos?
Él asintió y, sin
pensárselo dos veces, se quitó la camiseta, dejándola caer al suelo.
—Solo si quieres.
El lobo dejó
escapar uno de esos gruñidos que hacía cuando estaba excitado y, en menos de un
segundo, ya estaba rodeándolo con sus brazos, acariciando su baja espalda con
ambas manos.
—Lo deseo. Siempre
te deseo, Vane —añadió antes de inclinarse y besarlo.
Le correspondió
sin pensarlo; abrió la boca para él y dejó que su lengua se enlazara con la
suya, invitándola a explorarlo y acariciarlo a placer. Mientras tanto, se
dedicó a pasar los dedos por debajo de su camiseta para deslizarlos por sus
duros pectorales, los cuales le seguían pareciendo tan calientes como la
primera vez que los vio. No tardó en quitarle la camiseta, a lo que Night no
presentó ninguna queja, de hecho, le ayudó a lanzarla a un lado antes de volver
a apoderarse de sus labios, esta vez con más fiereza, como si ansiara poseer su
boca de un modo primitivo y salvaje. Vane no lo impidió, quería que se sintiera
seguro, que nadie le estaba exigiendo nada, y por eso se dejó dominar. Por eso
y porque debía reconocer que su amante era muy sexy cuando parecía tan deseoso
por tocarlo.
Sin embargo, ahora
venía una parte delicada, una a la que aún no habían llegado. Night no parecía
tener inconveniente en que compartieran la bañera, pero era algo que jamás
había hecho, una experiencia que no había compartido con nadie, y temía ir
demasiado rápido para él.
Cogió su rostro
entre sus manos y rompió el beso.
—Night… —Este
gruñó y volvió a besarlo otra vez, poco dispuesto a separar sus labios. Vane gimió
al sentir cómo su boca y su lengua cogían confianza suficiente como para tratar
de someterlo, era excitante y no pudo evitar devolverle el beso con la misma
pasión, enredando los dedos en su pelo para acercarlo más a él… hasta que
recordó por qué lo había apartado—. Night, espera… —murmuró contra sus labios.
El lobo volvió a
soltar un fuerte gruñido de disgusto.
—No. Me gusta
besarte —dijo en un tono más suave antes de lamerle el labio inferior.
Vane se
estremeció.
—Quiero hacer
algo… y necesito saber si está bien para ti.
—¿Qué es?
—preguntó Night con curiosidad.
Él se lamió el
labio antes de decir:
—Desnudarme.
Los ojos de su
amante ardieron y esbozó una sonrisa que se le antojó de lo más sexy.
—Vane… Admito que,
en muchas cosas, me siento como si fuera un niño asustado y confundido por el
mundo que le rodea. Es verdad que estoy hecho un lío después de lo que hemos
descubierto y que no sé cómo sentirme. Pero cuando se trata de ti… —Lo miró
intensamente a los ojos—. Cuando se trata de ti, sé exactamente lo que quiero.
Ayer aún me costaba aceptar lo que me haces sentir, pero ya no. Ahora solo me
duele por las ganas que tengo de tocarte —dicho esto, lo besó una vez más, esta
vez de forma más lenta y profunda, aunque eso no evitó que la erección de Vane bajara
un ápice.
Cuando los dos se
separaron un momento para respirar, deslizó las manos hasta su rostro para
acariciarle las mejillas.
—Me da miedo hacer
algo que te haga recordar Mercile —reconoció, rozando sus labios, pues Night
parecía empeñado en no apartarse ni un milímetro de él—. No quiero hacerte
daño, ni física ni emocionalmente.
El lobo, al
comprenderlo, le sonrió con calidez.
—Entiendo. Pero tú
no vas a hacerme daño, y aunque lo hicieras, yo sabría que lo habrías hecho sin
querer. —Lo apoyó suavemente en la pared y lo encerró entre sus brazos, pegando
su cuerpo al suyo—. Los técnicos me pegaban para infringirme dolor, tú me tocas
con suavidad para calmarlo, me acaricias y me besas para darme placer. Los
médicos me insultaban y me decían cosas hirientes, tú me dices que soy fuerte y
un buen hombre, me sigues queriendo a pesar de no ser humano.
Él curvó los
labios hacia arriba.
—La verdad es que
esos gruñidos que haces son bastante sexys.
Night imitó su
gesto y puso los labios en su oído para chuparle el lóbulo al mismo tiempo que
su garganta emitía un gruñido suave. Vane jadeó y echó la cabeza a un lado,
dándole acceso a su cuello si deseaba jugar con esa parte de su cuerpo, a lo
que el otro hombre respondió gruñendo más fuerte y deslizando la lengua por su
piel sensible.
—¿Lo ves? —susurró
su amante—. No te da miedo exponer tu garganta a mi boca, y eso que sabes que
tengo colmillos afilados —dicho esto, sus manos bajaron por su espalda hasta
las caderas, cuyos dedos se engancharon en la cinturilla del pantalón. Se los
bajó lentamente, dejando que resbalaran por sus piernas hasta el suelo—. Y
ahora estás desnudo ante mí, oliendo como si desearas que te comiera entero, de
arriba abajo, aunque yo sea más grande y más fuerte.
—Y más rápido, con
mejores reflejos y sentidos… —añadió Vane con diversión.
Night se separó un
poco de él para dedicarle una sincera sonrisa y mirarlo con un brillo feliz en
sus increíbles ojos azules.
—Sigues aquí,
dispuesto a dármelo todo sin importar lo que yo sea. Por eso sé que no vas a
hacerme daño, así que… deja de preocuparte y solo siente —dijo antes de volver
a apoderarse de su boca.
Vane gimió al
sentir cómo su lengua provocaba la suya y sus manos exploraban sus nalgas con
deseo, apretándolas y masajeándolas, como si le encantara su culo. Esta vez, no
se resistió y se entregó al beso y a cualquier otra cosa que quisiera hacerle;
si Night se sentía seguro con él, si estaba decidido a ir más lejos, no sería
él quien le impidiera hacer lo que quisiera con su cuerpo, no cuando ese hombre
parecía ansioso por devorarlo… Además, tal vez era bueno que pasara por esa
experiencia, que descubriera una forma de tocar y ser tocado que no estuviera
asociada al dolor, que aprendiera a disfrutar de las caricias de alguien para
quien era importante.
Porque Vane no se
engañaba a sí mismo, era consciente de que Night se había convertido en alguien
de gran importancia para él, más allá del plano físico. Era pronto para decir
que estaba enamorado de él, pero sabía que había un vínculo especial entre
ellos, puede que porque él había sido la primera persona que había conectado
con él, que más se había implicado con él. Tampoco negaría que la atracción
hacia él era más que evidente, no solo sexual, sino por su personalidad; era fuerte,
valiente y decidido a arriesgar su vida por su gente, a pesar de que ahora era
libre, estaba dispuesto a regresar a ese lugar infernal con tal de salvar a los
demás.
Resultaba difícil
resistirse a alguien así.
De modo que, en
esa ocasión, solo cerró los ojos y se aferró a sus anchos hombros,
devolviéndole el beso con pasión y apretándose contra su duro torso, dejando
que fuera él quien dominara la situación.
Night gruñó al
percibir que se entregaba a él y, excitado, presionó un poco más su espalda
contra la pared, aunque con cuidado de no hacerle daño. Era consciente de su
fuerza y de que Vane tenía un brazo herido, lo último que haría sería cualquier
cosa que pudiera herirlo, antes prefería causarse dolor a sí mismo. Devoró su
boca húmeda y cálida con avidez mientras sus manos codiciosas seguían
acariciando su trasero firme y musculoso, amando la forma en la que este se
tensaba cuando le clavó los dedos para pegar sus caderas a las suyas. Curioso
por conocer mejor su cuerpo, descendió por sus muslos, gruñendo complacido por
su agradable textura y excitado ante la idea de sentirlos alrededor de su
cintura mientras lo follaba.
Entonces, a medida
que sus dedos exploraban la zona inferior de su cuerpo, halló una ligera capa
de vello púbico. Él sabía que a los humanos les crecía vello en otras zonas del
cuerpo aparte de en la cabeza, como en la cara, había visto a hombres llevando
barba, pero hasta ahora no había podido verlo.
Curioso, se apartó
de Vane para poder echar un vistazo.
—¿Qué ocurre? —preguntó
este, que no deseaba que Night se alejara.
—Tienes pelo
—comentó este, mirando fascinado la ligera mata de pelo castaño oscuro. La
acarició con los dedos, gruñendo suavemente al notar que era un poco rasposa.
Le gustaba, le hacía cosquillas en la palma de la mano.
Vane frunció el
ceño, sin entender… aunque eso no evitó que su polla se alzara, encantada
porque los dedos de Night estuvieran tan cerca de ella.
—¿Qué pasa con
eso? —preguntó, sin estar seguro de qué implicaba eso.
El otro hombre le
sonrió divertido.
—Mi gente no tiene
vello corporal.
Eso le hizo
parpadear. Ahora que lo pensaba…
—En el mes que
llevamos aquí, no te ha crecido nada de barba, ¿verdad? —dijo, acariciando sus
mejillas con el dorso de los dedos. Su piel seguía siendo tan suave como la
recién afeitada.
Night negó con la
cabeza.
—No. Solo nos
crece el cabello —dicho esto, sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo—. He oído
que los hombres tienen pelo en el torso y las piernas, pero tú no tienes.
—Me crece muy poco
vello en esas zonas, así que suelo afeitarlas —respondió Vane.
—Pero aquí abajo
no —comentó Night, cuyos dedos se deslizaron más abajo, hasta sus testículos.
Se puso más duro al notar cómo el otro hombre los cogía suavemente con una mano
y empezaba a acariciarlos.
—No… —gimió,
incapaz de ignorar la forma en la que sus dedos lo tocaban, dándole placer.
Joder, habían pasado meses desde la última vez que folló con alguien y, con
todo el drama de Jeremy y después con la aparición de Night, ni siquiera había
pensado en masturbarse, era normal que estuviera un poco sensible—. Ahí no lo
hago… Mmm…
El lobo le sonrió
con picardía, encantado por escuchar sus gemidos.
—Imagino que es
incómodo tener una cuchilla cerca de ahí… pero parece que mi mano te gusta más.
—Entonces, sin previo aviso, soltó sus genitales y envolvió los dedos alrededor
de su miembro.
Vane jadeó fuerte
cuando la acarició desde la base hasta la punta. El placer fue tan intenso que
arqueó su cuerpo, presionándolo contra el de Night, quien volvió a acorralarlo
contra la pared con un fuerte gruñido cargado de deseo.
—Puede que no sea
humano, pero sigo siendo un hombre… y sé lo que nos gusta —dicho esto, movió la
mano de arriba abajo sobre el duro miembro de Vane al mismo tiempo que se
inclinaba para mordisquear su cuello.
No dijeron nada
más durante un rato; Night disfrutó besando y lamiendo el ardiente cuerpo de su
amante a la vez que le daba placer, complacido por las poderosas reacciones que
provocaba en él y embriagado por el delicioso aroma de su deseo, mientras que Vane,
inmerso en su pasión, se aferraba a la fuerte espalda del lobo y enterraba sus
dedos en su oscuro cabello. La cosa se puso más intensa cuando Night lo
acarició más rápido y con más firmeza, haciéndole gemir más alto y provocándole
tal oleada de calor y deseo que clavó los dedos en su espalda y le mordió un
hombro.
Se asustó un poco
cuando su amante soltó un gruñido tan fuerte que casi era como un rugido.
—¡Mierda! Lo
siento, Night, no quería…
—Hazlo otra vez
—le ordenó con la voz enronquecida. Apenas sonaba humana pero, aun así, a Vane
le parecía muy erótica.
—¿Seguro?
Este lo masturbó
más rápido, haciendo que por poco soltara un grito.
—No tengas miedo,
Vane —gruñó Night, que pasó sus afilados dientes por la base de su cuello,
provocando que empezara a temblar de placer. Era extrañamente excitante sentir
sus colmillos en esa zona—. Muérdeme fuerte, me gusta.
Al saber que no le
había hecho daño, Vane dejó de contenerse y volvió a morderlo en el hombro.
Night gruñó ferozmente de nuevo y siguió tocándolo, provocándole intensas
oleadas de placer que culminaron con una mezcla entre jadeo y grito que escapó
de sus labios.
Se apoyó contra la
fría pared del baño, tratando de recuperar el aliento al mismo tiempo que el
lobo gruñía muy levemente y plantaba besos tiernos en su cuello. Tiró de él
para pegarlo a su cuerpo y poder abrazarlo.
—¿Estás bien? —le
preguntó Night cuando su boca llegó a sus labios. Vane no pudo evitar besarlo
con dulzura.
—Estoy genial.
El lobo frotó su
nariz contra la suya.
—Lamento haberte
asustado antes, cuando me mordiste.
Le acarició la
mejilla con los dedos, todavía impresionado por lo suave que era.
—Pensaba que te
había hecho daño.
Night soltó una
risilla.
—No dudo de que
podrías hacerme daño si te lo propusieras, pero solo me gustó que me marcaras
con los dientes.
Vane sonrió y le
mordisqueó el labio inferior, haciendo que su amante soltara un gruñido suave y
le diera un beso breve, aunque húmedo y erótico, logrando que su polla se
desvelara de nuevo. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo un poco incómodo.
—Yo siento haberte
manchado —se disculpó, sonrojándose violentamente, pues se había corrido en la
mano de Night.
Sin embargo, este
se encogió de hombros y se apartó de él para lavarse en la pila. Pero lo que
más le sorprendió es que, después, cogió un poco de papel higiénico y le limpió
él mismo los restos de su orgasmo como si nada.
—¿No te da asco?
—le preguntó. La mayoría no solía hacer algo así, les asqueaba tener restos de
semen en el cuerpo y más todavía tener que limpiarlos del cuerpo de otra
persona. Ni siquiera Jeremy había tenido ese detalle con él.
El otro hombre
frunció el ceño.
—Claro que no, es
más placentero para ti si te toco hasta el final. Además, no tienes nada que yo
no tenga también.
Vane sonrió. Era
consciente de que Night no se había criado como la mayoría, pero tampoco
esperaba que se comportara de esa manera con él… aunque no tenía ninguna queja,
le pareció muy dulce de su parte que hiciera eso por él.
—¿Ahora no bañamos
juntos? —le preguntó este con entusiasmo.
Él rio y asintió.
Se metió en la bañera y encendió la ducha, dándole al agua caliente. El chorro
cayó directamente sobre él, dejándolo empapado en un segundo; se echó la melena
hacia atrás y se limpió los ojos para poder mirar a Night, el cual estaba
parado delante de él. Sus ojos ardían de pura lujuria.
Vane no pudo
contener una sonrisa y se irguió para que pudiera contemplar su cuerpo húmedo.
—¿Ves algo que te
guste, Night?
Este gruñó fuerte.
—Estás muy sexy
así, Vane.
Él le sonrió,
pícaro.
—Pues ven aquí.
El lobo se
apresuró en quitarse los pantalones y la ropa interior, dejando a la vista la
parte inferior de su cuerpo. Tal y como había afirmado antes, no tenía ni
rastro de vello corporal, lo único que había era una gran extensión de deliciosa
piel bronceada que cubría todos y cada uno de sus duros músculos, desde las
largas y atléticas piernas hasta un culo redondo y firme que se moría por
tocar. Tampoco pudo evitar fijarse en que estaba bien dotado, era difícil
cuando su polla estaba apuntando en su dirección.
Una vez desnudo,
Night entró en la bañera y se metió bajo el chorro de agua, junto a él. Lo
agarró por las caderas y pegó su cuerpo al suyo, lo que los hizo suspirar. Era
la primera vez que estaban desnudos y tan cerca el uno del otro. No dijeron
nada, los dos se limitaron a abrazarse mientras se besaban, ambos frotando el
cuerpo mojado y caliente de su amante, en parte para limpiar el sudor, pero,
sobre todo, porque se deseaban y querían compartir ese momento íntimo. Vane
aprovechó la ocasión para acariciar cada centímetro de su piel, cada músculo,
esta vez sin miedo, sabía que Night lo detendría si había algo que no le
gustaba o que no quería que hiciera, mientras que este pasó las manos por las
ondulaciones resbaladizas de su humano con anhelo, maravillado ante lo bien que
se sentía tocar a Vane de ese modo mientras sus lenguas danzaban a un ritmo
apasionado y entregado. Para él, todo aquello era totalmente nuevo, desear
realmente a alguien y ansiar montarlo no por obligación sino porque compartían
un vínculo. Y sentía que el que compartía con aquel hombre era muy fuerte, más
que el que había tenido con su gente o con cualquiera de sus compañeros.
Tenía la sensación
de que Vane se estaba convirtiendo en la persona más importante de su vida. Eso
ya no le asustaba, al contrario, empezaba a soñar con un futuro donde no solo
era libre, sino donde pudiera mantener a ese macho a su lado. Quería dormir
cada noche entre sus brazos, despertar sintiendo su cálido cuerpo contra el
suyo, escuchar su suave voz cuando le decía que creía en él, quedarse
impresionado por su aguda inteligencia y su fuerza de voluntad, y hacerle gemir
de placer todos los días.
Sin embargo,
sumido en la neblina de la pasión, no era capaz de pensar con claridad,
simplemente dejaba que las emociones que le producía Vane cuando lo tocaba y le
besaba lo inundaran, haciendo que su pecho se hinchara con un poderoso
sentimiento que crecía a gran velocidad.
De repente, el
humano lo empujó contra la pared, tal y como había hecho él antes. Ambos se
sonrieron cuando se miraron.
—Ahora es tu turno
—le dijo Vane con ojos brillantes.
Night gimió y se
recostó contra las baldosas. Estaba frías, pero el agua caliente y las ganas
que tenía de que su amante le diera placer hacían que fuera soportable.
—Soy todo tuyo
—afirmó con la voz ronca.
Vane sonrió y
empezó a besarle la mandíbula y a mordisquearle el mentón. Su pecho vibró a
causa de un gruñido al sentir sus dientes sobre su piel.
—Así que te gusta
que te muerdan, ¿eh?
—Sí —respondió.
Sus manos vagaron
por su pecho con lentitud, haciendo que sus músculos se tensaran por la
expectación.
—¿En cualquier
parte?
Oh, joder…
—Donde tú quieras
—dicho esto, esbozó una media sonrisa divertida—, menos mi polla.
Al otro hombre se
le escapó una risilla.
—Me lo imaginaba.
—Pero puedes usar
tus manos en ella.
Vane le guiñó un
ojo.
—Lo tendré en
cuenta.
Después de eso,
Night fue incapaz de hacer otra cosa aparte de gruñir y gemir, pues la boca de
su humano no dejó ni un rincón de su cuerpo sin probar. Sus manos recorrieron
su pecho y sus abdominales, descendiendo por sus muslos hasta su trasero a
medida que su boca bajaba, dejando ardientes mordiscos en su cuello, chupando
sus pezones y lamiendo cada línea definida de su vientre, sometiéndolo a una
erótica tortura, la mejor que había sufrido nunca.
Fue cuestión de
tiempo que Vane rodeara su polla con las manos para masturbarlo mientras daba
suaves mordiscos en sus caderas y en sus ingles, lugares donde sintió sus
dientes con tanta intensidad que por poco aulló de puro gozo. Pero, entonces,
sintió la lengua del otro macho en la punta de su miembro. Un calambrazo de
placer lo recorrió antes de que pegara un salto, sobresaltado, lo cual asustó a
Vane.
—Ey, ¿estás bien?
Night lo miró
confundido, aunque tenía la respiración acelerada.
—¿Por qué has
hecho eso?
—¿Lamerte?
—preguntó. Él asintió y Vane frunció el ceño—. ¿No te gusta?
Dudó antes de
responder.
—No es necesario
que lo hagas, ya estoy duro por ti.
Su amante lo miró
sin comprender.
—No entiendo qué
quieres decir.
—Nosotros lamemos
a las hembras para prepararlas para el sexo. Los machos no solemos necesitar
que nos preparen, es… vergonzoso que tengan que hacerlo.
Vane parpadeó.
—Entonces, ¿solo
te han hecho mamadas para que te pongas duro?
Night arrugó el
ceño.
—Nunca han tenido
que hacerlo conmigo.
—Entonces, ¿nadie
te la ha chupado nunca?
—No.
El humano le
acarició los muslos.
—Night, nosotros
no hacemos eso para preparar a nadie para el sexo, es por placer.
Él ladeó la
cabeza.
—¿Placer?
—Es muy placentero
tener una boca caliente y húmeda alrededor de tu polla, a la mayoría de los
hombres humanos les encanta que les hagan eso —dicho esto, le frotó el
vientre—, pero no tenemos que hacerlo si no quieres.
Night lo meditó un
momento. La verdad era que se había sentido bien cuando la lengua de Vane lo
había lamido, pero no estaba seguro del todo, una parte de él se sentía un poco
incómoda ante la idea, ya que seguía asociándola a algo vergonzoso.
—¿A ti te gusta?
Vane asintió sin
dudar, como si fuera algo totalmente normal. Eso le dio confianza y terminó por
acceder.
—Está bien.
El otro macho le
sonrió para hacerle sentir mejor y le frotó las piernas.
—Recuerda que
puedes pararme cuando quieras. Si te gusta, ten cuidado si mueves las caderas,
eres grande y podrías hacerme daño en la garganta. Cógeme del pelo si es muy
intenso y necesitas agarrarte a algo.
Night asintió y
gruñó de placer al sentir su mano sujetando su polla. Contempló con curiosidad
cómo acercaba su rostro y sacaba la lengua para lamerle la punta.
Una oleada de
placer sacudió su cuerpo.
Jadeó y observó
con más atención cómo Vane introducía la punta en su boca, chupándola despacio
y lamiéndola suavemente con la lengua. Gruñó profundamente y apretó los
dientes, conteniendo el impulso de embestirlo con las caderas.
—Vane… —gimió,
aferrándose a su cabello.
Él lo miró a los
ojos mientras acogía su polla, esta vez, del todo, deslizando su boca hasta la
base y luego retrocediendo hasta su punta, una y otra vez. Era caliente y muy húmeda,
se sentía increíble y Night no pudo evitar mover sus caderas, anhelando que
fuera más rápido y más profundo. Vane lo cogió de las nalgas, clavándole los
dedos y haciéndole gemir más fuerte, para marcarle un ritmo para embestirlo.
Excitado, obedeció dócilmente, balanceando su cuerpo lentamente y hundiendo los
dedos en su pelo, aferrándose a algunos de sus mechones mientras jadeaba y
murmuraba su nombre.
—Aaah… Aaah… Vane…
Sí…
Este deslizó las
manos desde su culo hasta sus muslos y de ahí a su bajo vientre. De repente, lo
presionó contra la pared, obligándolo a detener su vaivén, y lo chupó más
profundamente, tanto que Night echó la cabeza hacia atrás, soltando un jadeó de
pura necesidad.
—¡Aaaah! ¡Vane!
Su amante lo lamió
más rápido, girando la lengua alrededor de su eje y acelerando el ritmo, pero
manteniéndolo inmóvil contra la pared, lo que lo puso aún más duro y caliente.
Enredó los dedos en su pelo, gimiendo, deseando alcanzar la cima… y, a los
pocos minutos de ser asediado por la implacable y ardiente boca de Vane, se
corrió con fuerza, jadeando su nombre.
Mientras se
recuperaba de su orgasmo, el mejor que había tenido nunca, su amante lo limpió
con dulzura y luego se levantó para acariciar su rostro. Vio en sus ojos que
quería saber cómo se sentía y él le sonrió con sinceridad.
—Eso ha sido
increíble.
Vane le devolvió
el gesto y lo abrazó, apoyándose en su pecho. Night lo estrechó entre sus
brazos y lo besó en la cabeza, todavía abrumado y tembloroso por la intensa
sensación que había experimentado al estar en el interior de su boca. Ahora
comprendía lo que quería decir con que lo hacían por placer, y tenía la
esperanza de que quisiera repetirlo a menudo… y de poder hacérselo él. Ansiaba
verlo retorcerse de placer como lo había hecho él.
Permanecieron unos
minutos más así, acariciándose, y luego Vane lo invitó a terminar de ducharse
con él. Fue otra experiencia nueva para él, no recordaba que nadie le hubiera
bañado nunca; le pareció algo muy íntimo y agradable que el otro hombre lo
enjabonara, recorriendo una vez más su cuerpo saciado por el sexo, haciéndole
un masaje en los hombros y en el cuero cabelludo, le gustó especialmente esa
parte, ya que estuvo gruñendo todo el tiempo que pasó lavándole el pelo.
Después, fue su turno de bañar a Vane; este le dejó hacerlo con una sonrisa
afectuosa al mismo tiempo que reían en voz baja cuando a Night le dio por jugar
con la espuma y se besaban cada vez que acariciaba alguna zona erógena.
Una vez
terminaron, salieron de la bañera, se secaron el uno al otro, todavía contentos
y satisfechos por la relación tan íntima que habían compartido y después
regresaron juntos a la habitación de Vane llevando únicamente unas toallas
alrededor de sus cinturas. Esta vez no se molestaron en ponerse nada para
dormir, el humano fue el primero en dejar caer la prenda al suelo y meterse
totalmente desnudo en la cama, invitando a Night a hacer lo mismo. Este esbozó
una amplia sonrisa y lo imitó antes de acurrucarse en su pecho, permitiendo que
sus brazos lo envolvieran como la noche anterior y que sus labios besaran su
cabeza, a lo que él correspondió rodeando su cintura y plantando besos en su
torso adornado de tatuajes.
Esos días habían
sido un cúmulo de emociones para él, pero sentía que ya estaba bien. Era
consciente de su libertad, Vane y los demás estaban trabajando para salvar a su
gente y él estaba aprendiendo rápido para poder ayudarles.
Ya no importaba
que no fuera humano.
Ya no importaba lo
que sentía por el hombre que le creó.
Nada de eso
importaba porque Vane, a pesar de todo, estaba esa noche a su lado.
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