jueves, 13 de diciembre de 2018

Night


Capítulo 9. Una siniestra verdad

—¿Qué coño es esto? —preguntó Max.
—¡Chist! —ordenó Vane, subiendo el volumen de su ordenador.
Todos obedecieron y prestaron atención al anciano del vídeo, que se pasó una mano por la frente, como si le costara encontrar las palabras adecuadas para explicarse.
—Supongo que es mejor comenzar desde el principio —empezó, volviendo a mirar hacia la cámara—. No le voy a contar toda mi vida, señor Hagel, ni usted ni yo tenemos tanto tiempo para eso, pero creo que bastará con que empiece a partir de la universidad. Estudié la carrera de biología, especializándome en campos como la bioquímica, la biología celular y, por supuesto, la genética. Resulté ser un alumno brillante, lo bastante como para que la propia universidad me contratara nada más terminar la carrera para campos de investigación. —Hizo una pausa, moviendo ligeramente la cabeza a un lado y a otro—. Ya se imaginará lo que vino después: estabilidad, una novia, el matrimonio, formar una familia… Era muy feliz, estaba contento con mi vida —dicho esto, inspiró hondo y sus ojos se anegaron de lágrimas—, pero entonces vino la tragedia. Un tren estalló por culpa de una bomba terrorista. Mi mujer y mi hija iban en él.
Vane apretó la mandíbula y vio por el rabillo del ojo que Max se pasaba una mano por el pelo y mascullaba una maldición.
—He leído su expediente, señor Hagel —continuó el hombre, mirando fijamente la cámara con las facciones tensas—. Sé que usted y sus hermanos comprenderán mejor que nadie la… rabia y el dolor que me invadieron, las ganas que tenía de… vengarme, de hacer algo contra esa clase de gente. Después de aquello, mi única salida para afrontar la pérdida de mi familia fue enfrascarme en el trabajo; yo no podía alistarme en el ejército como ustedes, pero sí podía mejorarlo… así fue como creé a 354 y sus compañeros, utilicé mis conocimientos de genética avanzada para hallar una fórmula que mezclara el ADN humano con el de los animales.
Ante esa declaración, Vane intercambió una mirada con el resto. Max y Night parecían tan confusos y sorprendidos como él, mientras que Ethan se había quedado de piedra, contemplando la pantalla del ordenador como si hubiera visto un fantasma.
El doctor Therian continuó hablando:
—Me ahorraré los detalles de cómo lo logré por dos motivos: el primero es que dudo que tengan los conocimientos necesarios para comprender este proceso tan sumamente difícil y delicado, y segundo, y mucho más importante, no quiero que esta información vuelva a estar en las manos equivocadas. —Hizo una pausa en la que sus ojos mostraron un profundo arrepentimiento—. Por favor, no me juzguen mal, yo no quería que esto llegara a tales extremos, de hecho, solamente hice una teoría, no tenía intención de pedir experimentación con seres humanos, sabía que tardaría al menos una década en perfeccionar el proceso de tal modo que fuera seguro para probarlo en adultos… sin embargo, otros no tuvieron tanta paciencia, ni tampoco tantos escrúpulos.
—¿Otros? —murmuró Max con el ceño fruncido.
—Para poner en marcha mi proyecto, tuve que hacer varias consultas con un colega de farmacéutica para procurar que la evolución de los sujetos fuera totalmente segura, puesto que alterar el ADN de un adulto es muy complicado y arriesgado, de hecho, es casi imposible, pero yo no pensé, ni por un solo instante, en intentarlo con embriones, a pesar de que era mucho más sencillo para después controlar el desarrollo del niño… Tal vez no me crea dado lo que ya debe de saber sobre los experimentos, pero le juro que yo no quería que esto sucediera, fue Dean Polanitis quien copió mis documentos y decidió empezar a experimentar con niños sin el consentimiento de nadie…
Vane, al escuchar el nombre de aquel hombre, cogió uno de los sobres de las cartas, un boli que tenía cerca y lo apuntó rápidamente. Mientras tanto, el anciano seguía hablando:
—Los primeros eran bebés abandonados. Era fácil llevárselos, buscaba prostitutas o adolescentes embarazadas que no los quisieran y les pagaban los cuidados del parto a cambio de entregarles a los niños. No sé cuántos cogió ni a cuántos asesinó durante las primeras pruebas… pero, cuando me llevó a su laboratorio, había seis. Yo… Yo estaba… horrorizado por lo que había hecho… Nunca quise que mi teoría se pusiera a prueba de esa manera, ¡menos todavía con niños!, ¡por el amor de Dios! Tuve una hija y la sola idea de ver a un niño en estado tan vulnerable y en manos de un loco me revolvía el estómago. Discutimos muchísimo, a gritos, yo quería llevarme a los niños al hospital y él no me dejaba, decía que haríamos mucho dinero si mi teoría daba resultado. Yo le amenacé con llamar a la policía, y él me dijo que también me detendrían a mí, después de todo, era yo quien había creado aquella fórmula y, además, había pagado a las madres de esos niños para que dijeran que fui yo quien secuestró a sus hijos para hacer los experimentos. En aquella época yo estaba siempre trabajando, de un modo obsesivo, y era probable que mis compañeros de la universidad creyeran que realmente había llegado al punto de hacer algo así… Lo tenía todo en contra, y si no lograba que a Polanitis lo cogieran también, todo sería en vano; yo estaría en la cárcel mientras ese… ese… degenerado seguía haciendo daño a los niños. Así que decidí cooperar a cambio del bienestar de los niños.
Vieron cómo el doctor se pasaba la mano por el rostro, como si estuviera limpiando sus lágrimas. Vane lo observaba impactado y pensativo, sin tener la menor idea de cómo reaccionar; Max tenía la mandíbula apretada, estaba convencido de que tendría que haber hecho algo, cualquier cosa, para sacar a los niños de aquel lugar; Ethan solamente contemplaba la pantalla horrorizado, y Night se sentía dividido entre lo que les había hecho ese hombre a él y a su gente y las razones por las que accedió a hacer aquello. Sí, les había salvado la vida pero, ¿a qué precio? Llevaban una existencia miserable y cargada de dolor, muchos ya habían muerto sin haber conocido nada más que sus celdas y la tortura, nunca sabrían lo que era sentir el calor del sol sobre su piel, o la suave brisa removiendo sus cabellos, o lo hermoso que era el cielo de noche.
Agarró la mano de Vane en busca de consuelo y se la estrechó. Este lo miró con tristeza y comprensión y se acercó más a él para abrazarlo por la cintura. Él apreció su gesto y enterró el rostro en su cuello para aspirar su aroma, que le hizo sentirse un poco mejor.
El doctor Therian continuó entonces, mirando a la cámara con los ojos anegados de lágrimas.
—No espero que me perdone. Ni usted ni nadie. Lo que hice… —se calló y se frotó los ojos antes de carraspear, como si contuviera el llanto. Después, volvió a enfrentarse a la cámara—. Yo ya no podré redimirme. El único modo que tengo de tratar de arreglar lo que he hecho, es esto. Por eso le he enviado también toda la información que tengo de este sitio: los planos del edificio, los documentos que especifican los experimentos y sus procedimientos, dónde están los fármacos que han creado y las contraseñas de las celdas… sin embargo, es posible que las hayan cambiado, convendría que ideara un plan por si acaso. También le he enviado fotos y expedientes de todo el personal, una de las carpetas contiene a las personas que están al tanto de usted y que fueron los que me ayudaron a sacar a 354. Lamentablemente, aquí solo tengo a cuatro personas que están dispuestas a arriesgarlo todo por aquellos que están encerrados, por eso acudí a usted, señor Hagel.
Vane frunció el ceño al escuchar esas palabras, igual que hizo Max, mientras que Night se irguió en su asiento y le estrechó la mano con fuerza. Ethan solo se inclinó más cerca sobre el ordenador, prestando mucha atención.
—Verá, señor Hagel, la gente que está a cargo de todos estos terribles experimentos son degenerados avariciosos que ven a 354 y sus amigos como poco más que animales, para ellos están por debajo de los seres humanos, por lo que no creen que lo que están haciendo es… repugnante —escupió el doctor con una mueca de rabia—. Ya le he dicho que mi fórmula fue creada para mejorar el ejército, y es cierto que son prototipos militares, pero están haciendo más que eso: utilizan drogas experimentales en ellos para volverlos locos o crear fármacos curativos más eficaces…
—Lo suponía —masculló Ethan, agarrándose al borde de la mesa con fuerza.
—Y eso no es todo —continuó Therian con las facciones tensas por la ira—. La generación de 354 no está pensada para convertirse en soldados, señor Hagel, solo son la fase inicial para averiguar su potencial, lo que realmente quieren es que tengan hijos para lavarles el cerebro y convertirlos en un ejército sin voluntad, máquinas de matar que solo saben obedecer órdenes sin importar a quién sea.
Todos se quedaron helados. Esa era la única pieza que no había encajado en aquel maldito puzle, por qué esos monstruos obligaban a los hombres a violar a las mujeres. Vane y Max, que habían estado en el ejército, eran conscientes de que habían existido programas militares con doctrinas sectarias dedicados a convertir a jóvenes en soldados que no dudaban en cumplir las órdenes de sus superiores aunque les fuera la vida en ello, lo habían visto en adolescentes terroristas suicidas y en niños que a los diez años ya estaban empuñando pistolas y metralletas.
Sí, toda esa mierda podía hacerse, bastaba con tenerlos completamente aislados del mundo, que fueran dependientes de sus superiores y alguien que supiera cómo moldear sus mentes.
Vane se distrajo al notar la mano de Night aferrando la suya. Alzó la vista para buscar sus ojos azules, teñidos de miedo; le devolvió la mirada con firmeza y le acarició el dorso de la mano, esperando poder infundirle calma de ese modo.
El anciano siguió hablando:
—Afortunadamente, mi fórmula no es tan perfecta como creía y un fallo hizo que las mujeres tuvieran muchas dificultades para quedarse embarazadas, por lo que todavía no están en posición de vender a los niños a cualquier sujeto de mente retorcida para manipularlos a su antojo; Polanitis tiene todo un departamento trabajando en ello… Eso es malo también. Los experimentos de las mujeres son brutales, peor aún que los de los hombres, y son muy pocas las que sobreviven —murmuró con una expresión de culpa en el rostro antes de endurecerse de nuevo, como si no quisiera caer en el desánimo—. Mucha gente ganará mucho dinero con esto, señor Hagel, por eso la gran mayoría de los que trabajan aquí hacen la vista gorda al ser plenamente conscientes de lo que hacen en este centro. No ven a 354 y los demás como personas, sino como ratas de laboratorio. Otros lo ignoran por miedo, saben de lo que Polanitis y los que están arriba del todo son capaces de hacer con tal de mantener esto en secreto, y unos cuantos simplemente se divierten torturando y abusando de ellos —dijo con absoluto desprecio, mirando hacia abajo, como si observara sus puños cerrados—. Las personas dignas de confianza son muy difíciles de encontrar, como sin duda sabrá, por eso solo podía contar con unas pocas personas para ayudar a las personas que hay aquí y que están sufriendo por mi culpa, pero eso no es suficiente. Ahí es donde entra usted.
Vane entrecerró los ojos, sospechando los motivos por los que había sido escogido, pero permaneció en silencio y siguió observando junto a Night y los demás.
—Lo cierto es que al principio pensé en buscar a varias personas que reunieran todos los requisitos que necesitaba para sacar a toda esta gente y procurarle un buen futuro; eso significa recursos económicos y alguien con alta formación militar como mínimo, por no hablar de que también tenía que asegurarme de que los protegiera cuando se descubriera que no eran seres humanos. Supuse que tardaría meses en dar con alguien que estuviera a la altura de mis expectativas, pero resulta que usted apareció en el grupo de los militares y me llamó la atención cuando vi que era el capitán de las operaciones de rescate, imagínese mi reacción al saber que además dirigía en estos momentos una lucrativa empresa de seguridad que, por si fuera poco, era la misma a la que Mercile encargaba los sistemas de seguridad para sus instalaciones secretas. Pensé que me había tocado la lotería. Lamento decirle que le investigué a fondo, lo sé todo sobre su vida, tanto profesional como personal, pero tuve que hacerlo para asegurarme de que era el hombre que necesitaba, el que podía hacer lo que yo no… Espero no estar equivocado, señor Hagel, y que realmente sea ese hombre.
—Lo es —dijo Night con total convicción, cogiendo la mano de Vane.
Max también le dio un apretón en el hombro, como reafirmando lo que había dicho.
—Le pido que salve a los demás y los ponga en un lugar seguro, que les dé una vida normal en la que ya no tengan que temer por sí mismos ni por sus compañeros, en la que puedan ser felices —suplicó Adam—. Sé que es mucho pedir, y que no tiene por qué remediar lo que yo he causado, pero no lo hago por mí, sino por ellos, no es justo que estén pagando por lo que hice… Así que, se lo ruego, sálvelos. Sálvelos a todos. —Hizo una pausa en la que se cubrió el rostro mientras se recostaba en el respaldo de la silla. Se le escapó un sollozo, haciendo que Vane y los demás fueran conscientes de lo culpable que se sentía por lo que había ocurrido, hasta Night notó un nudo en la garganta al verlo tan vulnerable y arrepentido. Al cabo de unos minutos en los que nadie dijo nada, el doctor se limpió la cara y se inclinó de nuevo sobre la cámara—. Ahora, me gustaría dedicarle unas palabras a 354, si es posible.
Vane se hizo a un lado para dejar que Night se colocara frente al ordenador y le dio un poco de espacio, aunque no separó sus dedos entrelazados. Max y Ethan imitaron su ejemplo y retrocedieron un poco.
Night inspiró profundamente y se enfrentó a la pantalla.
—Hola, 354 —le dijo Adam, sonriendo levemente—. Sé que probablemente me odias, si no por las cosas que te ha hecho Polanitis y sus esbirros, por haberte creado para luego abandonarte en una vida llena de dolor y angustia. También soy consciente de que no me creerás si te digo lo mucho que lo lamento y que seguiré lamentándolo hasta mi último aliento… pero supongo que eso no te importará demasiado —comentó con una amarga sonrisa—. Nada puede cambiar lo que ha ocurrido… Sin embargo, al menos puedo darte las respuestas que necesitas.
Él tragó saliva y apretó la mano de Vane, sintiéndose muy nervioso y asustado de repente. El otro macho le estrechó los dedos, haciéndole saber que estaba con él pasara lo que pasara.
—Me imagino que te preguntarás por qué solo te liberamos a ti —continuó Adam, llamando de inmediato su atención. Era algo que se había estado preguntando desde que se despertó en casa de Vane y fue medianamente consciente de lo que había pasado, y que lo había atormentado cuando estuvo seguro de que no era algún tipo de trampa. Sí, necesitaba saber por qué él y no cualquier otro de sus compañeros—. Verás, 354, tú estás mezclado con un lobo, está en tu naturaleza ser más sociable. No pensé ni por un instante que te sentirías cómodo con unos humanos desconocidos ni mucho menos, pero supuse que sería más fácil para ti adaptarte a su compañía una vez te acostumbraras a ellos. Aparte de eso, observé que el resto de hombres y mujeres que también tienen genes de lobo te respetan, perciben algo en ti que sería el equivalente a un macho alfa, es decir, has sido escogido por tus congéneres como el líder de su grupo; eso significa que tendrán en cuenta tu opinión, que no dudarán de tu palabra si les dices que los hombres que están contigo no son peligrosos y que están ahí para ayudar. Por supuesto, no toda tu gente te seguirá, no todos están mezclados con lobos, pero al menos tú y los tuyos formaréis un grupo sólido y grande que pueda convencer al resto. Sin embargo, esa no es la razón más importante por la que te escogí. —Hizo una pausa, observando a la cámara con orgullo—. Te escogí porque piensas con frialdad, porque no te dejas llevar por el odio o la ira por mucho que estos traten de cegarte, siempre elegías hacer lo que fuera necesario por sobrevivir. Eso significaba que, si te dejaba solo en un entorno desconocido, con humanos extraños, no los atacarías al principio, sino que tratarías de averiguar cuál es su juego para adaptarte a él… así verías que ellos no son como los otros hombres que has conocido, y así ellos se darían cuenta de que no eres un monstruo a pesar de no ser completamente humano. Por eso te elegí, porque sabía que tú serías la pieza clave para liberar al resto, tú les demostrarías que merecéis ser salvados, que sois personas como nosotros. Estoy seguro de que lo has conseguido, 354, y pase lo que pase después de que oigas esto, sin importar lo mucho que me odies, quiero que sepas que eres un gran hombre y que estoy muy orgulloso de ti.
Al oír esas palabras, Night no pudo evitar echar a temblar. No estaba seguro de lo que sentía por ese hombre, entendía que no había sido su intención hacerles daño, pese a que, al final solo había conseguido precisamente eso, que su vida y la de su gente fuera un completo infierno… sin embargo, también le había dado la libertad, y a Vane. No sabía si podía perdonarlo por eso, por darle la oportunidad de tener una vida de verdad, una que mereciera la pena, pero, aun así, escuchar de la persona que lo creó que estaba feliz por haberle traído al mundo… hizo que sintiera un gran alivio.
—Night… —murmuró Vane, levantándose para abrazarlo. Él no dudó en rodear su cintura con los brazos y enterrar el rostro en su vientre. Eso y el suave y delicioso aroma del macho le ayudaron a evitar que sus emociones se desbordaran.
Mientras él trataba de mantener el control, el vídeo no se detenía y Adam continuó hablando:
—Supongo que esto es todo lo que tenía que decir… Señor Hagel, recuerde que le he enviado toda la información que tengo sobre estas instalaciones, los experimentos y el personal… Por favor, haga todo lo que esté en su mano por 354 y los demás, pueden contar con mis aliados sin dudar, fueron ellos los que me ayudaron a liberar a 354 y llevarlo hasta su casa… Yo… —Vane, Max y Ethan palidecieron al ver que el doctor tenía una pistola en la mano. Night no pudo hacerlo porque todavía tenía la cara contra el vientre del primero—. Me he encargado de quemar todas las investigaciones para la creación de esta gente, así Polanitis no podrá seguir experimentando con más niños. Solo quedo yo… —sollozó con una sonrisa amarga. Su conflicto interno era evidente, Vane sabía muy bien que no era fácil hacer algo así y, a decir verdad, aunque entendía por qué había hecho lo que sospechaba, le sorprendió un poco que llegara a esos extremos—. Estoy viejo… no duraré mucho si me torturan… y no puedo permitir que sepan que he tenido ayuda para sacar a 354, así que… señor Hagel, por favor, sálvelos —dicho esto, el anciano apagó el vídeo.
Se extendió un denso silencio entre ellos que a más de uno le causó escalofríos.
Nadie habló, estaban demasiado impactados por todo lo que acababan de descubrir, no solo sobre Night y su gente, sino también sobre Mercile, ese tal Polanitis y el propio doctor. Sencillamente, era difícil de asimilar que estuviera pasando todo aquello, pero tenían la prueba justo delante de sus narices, la habían tenido durante un mes entero y sabían que todo cuanto había dicho era cierto. Y, aun así, era difícil creer el alcance de todo eso.
—Se ha quitado la vida, ¿verdad? —musitó Night, que todavía no se había apartado de Vane.
Este le acarició el cabello con una mirada triste.
—Sí.
Vio cómo el hombre inspiraba hondo y temblaba un poco. Era demasiado para él, habían sido demasiadas cosas nuevas para él que no comprendía… y en las que Vane no podía ayudarle. Para él ya era bastante difícil llegar a entender cómo se sentía respecto a todo lo que había visto y oído, aunque eso no cambiaba su resolución: salvar a los amigos de Night a cualquier coste. No importaba lo que hubiera hecho el doctor, ya había tenido castigo suficiente y tenía razón al decir que esas personas no merecían estar en aquel maldito lugar por su culpa.
Pero Night era distinto. Probablemente estaba confundido; por lo que era él como individuo, por la razón por la que había nacido, por la vida que había llevado. Ya había sido bastante duro enfrentarse a toda la situación de despertar en un lugar extraño con gente extraña, darse cuenta de que ellos no eran los malos, asimilar que era realmente libre y las emociones de anoche… Eran demasiadas cosas con las que lidiar, demasiado estrés que manejar.
Intercambió una mirada con Max y Ethan, que miraban preocupados y entristecidos a su nuevo amigo, y les indicó con un gesto de la cabeza que los dejaran a solas. Estos obedecieron en el más absoluto silencio; salieron de la cocina tras coger el ordenador de Vane para que Night no tuviera que seguir viendo la imagen congelada del doctor en su último momento y se fueron a otra habitación para hablar en privado de lo que habían visto. Mientras tanto, Vane volvió a sentarse sin deshacer el abrazo.
—Ya se han ido. ¿Cómo estás?
—… No lo sé —confesó Night.
Él le besó en la cabeza y simplemente dejó que hallara consuelo en sus brazos y en las caricias que le daba en el cabello y la espalda. Por desgracia, no podía ayudarle a aclarar sus sentimientos, jamás había pasado por nada parecido y no tenía ningún consejo que fuera útil, así que lo único que podía hacer era estar ahí para él.
—No pasa nada —murmuró—. Estoy aquí, estoy contigo.
Night tembló un poco y se acercó más a él para poder estrecharlo contra sí. Vane le devolvió el abrazo con la misma fuerza y continuó besándole en la cabeza y en el cuello con suavidad, consolándolo.
Al cabo de un rato, Night admitió:
—Me duele que esté muerto. No debería sentirme así, ¿verdad? Por su culpa, mi gente sufre.
Vane dejó escapar un suspiro. No siempre era tan fácil, no siempre eran los buenos y los malos, el blanco o el negro, a veces había una línea que se difuminaba entre ambas partes hasta el punto de que no podías distinguirla en un sitio u otro.
—El doctor Therian cometió errores… pero no parecía una mala persona, no hizo lo que hizo para haceros daño, solo quería hacer algo para evitar que más gente muriera como su mujer y su hija y se le fue de las manos. Es cierto que su error salió muy caro… pero no era un monstruo.
Night se apartó entonces y lo miró como si estuviera sufriendo un dolor indecible.
—¿Y yo? ¿Tenían razón los médicos? ¿Soy un monstruo?, ¿una bestia a la que hay que someter?
Al oír semejante gilipollez, Vane apretó los labios y tomó su rostro entre sus manos para clavar sus ojos en los suyos.
—Tú no eres ningún monstruo, ¿me oyes? Los únicos monstruos que hay en toda esta historia son ese tal Polanitis y los cabrones que están detrás de todo esto. Ni tú ni tus compañeros sois nada malo, ni tenéis nada de malo, ¿lo entiendes? —le dijo con ferocidad—. Eres fuerte, e inteligente, y un buen hombre que mira por sus amigos. No dejes que sus juegos mentales te destrocen ahora, Night, vales mucho más que eso.
Este lo observó con un atisbo de emoción.
—¿No crees que sea un animal?
Vane no apartó la mirada.
—¿Crees que si lo fueras haría esto? —dicho esto, se apoderó de sus labios y lo besó con fuerza.
Fue consciente de que pilló a Night con la guardia baja, pero eso no le impidió mover su boca contra la suya y gruñir en un tono bajo mientras lo estrechaba contra sí, como si tratara de fundir sus cuerpos en uno. Durante unos minutos estuvieron así, abrazados y compartiendo un beso desesperado que poco a poco fue ralentizándose al compás del estado anímico de Night, que se sintió mucho mejor al sentirse aceptado por completo por Vane, a pesar de no ser humano… y a pesar de lo vulnerable, confundido y asustado que estaba, de lo débil que debía de verse ante sus ojos.
Él aún estaba ahí, con él.
Se separaron despacio, rozando todavía sus labios. Vane le dio otro beso, más corto y dulce que hizo que su corazón palpitara.
—Eres la persona más increíble que he conocido nunca, Night. No me importa lo que seas; humano, lobo, león o gato, no podría importarme menos… porque te conozco, sé quién eres y que mereces la pena.
Sus palabras hicieron que cualquier temor a ser rechazado se desvaneciera, siendo sustituido por una nueva fuerza que provocó que su pecho se hinchara de orgullo. Vane tenía razón, los monstruos eran los médicos y técnicos, y él era un macho fuerte; si esos cabrones no habían podido joderle la mente estando en una jaula con sus retorcidos juegos humanos, no lo lograrían ahora que era libre y que había aprendido a luchar, ahora que tenía más conocimientos.
Había pasado por la peor parte, había estado en la ignorancia mientras lo torturaban y le hacían daño, y por fin tenía las respuestas que tanto había ansiado durante años, y una oportunidad de ayudar a su gente.
No podía desperdiciarla. Tenía que ser fuerte por ellos.
Vane sonrió al ver la resolución brillar en los intensos ojos azules de Night.
—Eso es, ese eres tú.
Night clavó su decidida mirada en la suya.
—Vamos a liberar a mi gente, ¿verdad?
—Por mis putos huevos, Night, te lo prometo.


Hacía rato que la luna y las estrellas habían reclamado el cielo como suyo, y que Vane y los demás se habían retirado a sus habitaciones a descansar. Después de todo lo que habían descubierto sobre Night y su gente, era normal que estuvieran estresados, aunque el liderazgo de Vane y el hecho de que los pusiera a trabajar para concentrarse en otra cosa los ayudó a despejarse un poco: Ethan estudió con más detenimiento los resultados del ADN de Night y repasó todos los documentos médicos que les había enviado el doctor Therian, quería estar preparado para lo que fuera cuando liberaran a los demás y, para ello, debía estar muy seguro de lo que eran y las complicaciones que podría haber ya que no eran del todo humanos; Max estuvo entrenando como un loco en el gimnasio, se sentía furioso por lo que le habían hecho a Night y su gente y necesitaba su propio espacio para relajarse, de modo que los demás lo dejaron tranquilo, y en cuanto a Vane y Night, se fueron a correr por el bosque que había alrededor de su casa con los perros, más para despejar su mente que para entrenar, aunque el segundo se tomó esa parte más en serio, quería concentrarse en estar preparado para salvar a sus compañeros y no quería ser una molestia para Vane.
Pero esa noche por fin conciliarían el sueño y podrían descansar de todo el estrés que habían acumulado durante el día, mañana estarían recuperados del impacto que había supuesto el vídeo de Therian y podrían centrarse en su misión principal. Al menos, esa era la intención, ya que Vane no podía dormir. Se encontraba en su cama, medio recostado en la pared, viendo el primer programa que había aparecido al encender la televisión con la esperanza de que fuera tan aburrido que se le acabaran cerrando los ojos… pero no había manera. Aun así, la dejó encendida y se dedicó a contemplar a Night, que se había quedado dormido sobre su pecho. Vane le había propuesto que se quedara en su habitación otra vez y él había accedido sin dudarlo, pero no supo si era porque no quería estar solo o porque disfrutaba con su compañía… puede que un poco de las dos cosas. Fuera como fuera, ambos habían intercambiado un par de besos y caricias antes de que Vane lo abrazara y él cayera rendido al sueño.
Le estaba tocando unos mechones suaves de cabello cuando escuchó que la puerta de su cuarto se abría suavemente. No tardó en ver la cabeza de su hermano asomarse, el cual sonrió un poco al verlo abrazado a Night. Sin querer despertar a este, le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera y luego dejó la puerta junta.
Vane suspiró y se apartó de su amante con mucho cuidado, procurando que no se despertara, él más que nadie necesitaba descansar después de ese maldito día y sabía que se preocuparía si lo veía irse. Por suerte, estaba tan cansado que no se dio cuenta de nada y el hombre pudo salir del dormitorio sin hacer ruido.
Encontró a Max en la cocina, con dos vasos de whisky.
—¿No puedes dormir? —le preguntó.
Su hermano negó con la cabeza y le tendió la copa.
—No dejo de darle vueltas a esto.
Vane aceptó el trago y se bebió el licor de golpe. La garganta le ardió, pero se sintió un poco mejor tras beber. Estaba agotado, necesitaba dormir y el alcohol le ayudaría.
—Yo tampoco —confesó.
Ambos se quedaron en silencio un rato, bebiendo con aire pensativo. No llegaron a emborracharse, mañana tenían cosas que hacer y preparar y necesitaban estar frescos.
Al cabo de un rato, Max le preguntó:
—¿Cómo está Night?
—Afectado, pero lo superará. Es fuerte y tiene un objetivo que le impide echarse abajo.
—Es mi puto héroe —gruñó Max, dándole otro trago al whisky—. Yo estoy hecho polvo con todo esto, y eso que ni siquiera he estado en esa mierda de sitio. Joder, el tío está hecho de piedra.
Vane esbozó una media sonrisa.
—Tiene fuerza de voluntad.
Se quedaron un momento más callados, postergando la conversación que no querían tener pero que, sin embargo, era necesario que tuvieran.
Finalmente, Max se pasó una mano por el pelo con aire inquieto.
—Mierda, Vane, ¿qué vamos a hacer ahora?
Este respondió con mucha calma antes de beber.
—Lo que hemos estado haciendo hasta ahora. El plan no ha cambiado.
—¿Cómo puedes decir eso? —inquirió su hermano, mirándolo de un modo extraño—. Mira, aprecio a Night, y no podría importarme menos si es un hombre lobo o la mierda que le hayan hecho esos hijos de puta, pero tampoco podemos pasarlo por alto. Vane, que a ti y a mí no nos importe que no sea humano no quiere decir que todo el mundo vaya a pensar del mismo modo, muchos tendrán miedo de él y su gente, no podemos dejarlos por ahí sin más.
—No lo haremos —replicó Vane con las facciones tensas—. Es cierto que cambia un poco las cosas, pero no el plan básico. Solo tenemos que encontrar un lugar aislado donde nadie tenga acceso a ellos, al menos no durante un tiempo, mientras se recuperan y aprenden lo suficiente sobre el mundo en el que viven.
—Vane, eso puede costar años —argumentó Max.
—Unos cinco años como mínimo —especificó Vane—; los dos primeros para recuperarse mental y físicamente, el resto para que aprendan de nosotros.
—Eso es mucho tiempo y trabajo.
—Lo sé.
—Es imposible que lo logremos.
—Difícil, sí, pero no imposible.
—Vane…
—¿Qué quieres que haga, Max? —le preguntó Vane, apretando los puños y con los ojos llenos de rabia, aunque no estaba dirigida hacia su hermano—. ¿Qué hago?, ¿me quedo de brazos cruzados sabiendo que esas personas morirán tarde o temprano? ¿Quieres que le diga eso a Night?, ¿que no hay esperanza para ellos? No pienso hacerlo. Le di mi palabra de ayudarlo, le prometí que salvaría a su gente y eso es lo que pienso hacer aunque tenga que arriesgar todo lo que tengo. No me quedaré mirando por una cámara cómo los torturan día tras día hasta que mueran, Max.
—Yo no he dicho que hagas eso —masculló su hermano, igualmente enfadado y levantándose de la silla—. ¿Te crees que a mí me gusta ver todo esto? ¿Crees que no quiero entrar en ese puto sitio con un lanzallamas y acabar con todo de una jodida vez y llevar a Night y sus amigos a alguna especie de paraíso? ¡Claro que quiero, joder! Esas personas merecen tener una vida de puta madre después de lo que han pasado, pero solo quiero que seas consciente del alcance de esto. No es como en el ejército, Vane, el rescate ya no es nuestro mayor problema, sino lo que viene después; tendremos que hacernos cargo de todo esta gente, ¡y en secreto! Si alguien descubre lo que son, volverán a ir a por ellos, los encerrarán otra vez y… y… —se calló de repente y se derrumbó en la silla, ocultando su rostro entre sus manos.
Vane se sintió culpable al verlo en ese estado. Todavía estaban muy nerviosos por lo que habían descubierto, lo que habían visto, lo que sabían y a lo que estaban a punto de enfrentarse. Ambos habían mantenido el tipo por Ethan y, sobre todo, por Night, porque si ellos caían, los demás también lo harían… pero ahora estaban solos y necesitaban desahogarse y hablar de los que les preocupaba realmente.
Fue hacia él y lo abrazó con fuerza, siendo correspondido al instante por Max.
—Lo siento, hermano —murmuró.
—Yo también. Joder, Vane, estamos de mierda hasta el cuello y esta vez no sé cómo sobrellevarlo. Pienso en Night y en sus amigos y me acuerdo de lo que le hicieron a Shawn y… y Vic ya no está aquí para ayudarnos.
Vane sintió una punzada dolorosa en el corazón al pensar en él. Aún era duro saber que no estaba allí con ellos, que nunca volvería a estarlo… Vic habría sabido qué hacer o, al menos, les habría ayudado a mantener la calma, siempre fue mejor que él para motivar a los demás.
Pero, por desgracia, ya no podían contar con él. Ahora estaban solos…
Bueno, no del todo.
—No podemos seguir con esto solos, Max, o acabará con nosotros. Night necesita que seamos fuertes, ahora más que nunca.
—Lo sé. ¿Qué vamos a hacer?
Vane se separó e inspiró hondo.
—No podemos retrasarlo más. Es hora de que llamar a los demás.
Max parpadeó.
—¿En serio?
Él asintió.
—En serio. De todas formas, hacía tiempo que no teníamos una reunión familiar.

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