lunes, 22 de octubre de 2018

Un Aroma Salvaje


Omega prisionero

Naruto Namikaze tenía el cuerpo tenso y los brazos estirados a los lados mientras contemplaba desde el porche de su casa cómo un vehículo todoterreno derrapaba sobre la tierra polvorienta antes de detenerse. De este, salió un hombre alto, vestido con unos simples vaqueros y una camiseta de manga larga, de piel clara, con el corto cabello negro revuelto como si no se lo hubiera peinado y unos ojos oscuros que gritaban peligro y sed de sangre.

Y no lo culpaba.

Hacía menos de una hora, había recibido la llamada de Fugaku, líder del clan de los jaguares negros Uchiha. Este clan era originario de Japón, pero hacía varios días que sabía que estaban en Estados Unidos para concertar una reunión con el resto de manadas jaguares del país, incluida la suya propia, aunque no había sabido el motivo hasta que le había llamado por teléfono para suplicarle su ayuda.

Su hijo Omega había sido secuestrado.

Los cambiantes eran muy diferentes a los humanos; mientras que ellos se dividían en hombres y mujeres, ellos lo hacían en Alfas, Betas y Omegas. Sin embargo, entre aquellos que poseían la mágica habilidad de cambiar de forma, existía una amplia igualdad de sexos y estaba prohibido el maltrato y el desprecio a cualquiera por su género, después de todo, los cambiantes eran muy pocos en comparación con los hombres y debían mantenerse unidos para evitar su extinción, como había ocurrido milenios atrás en una guerra contra los mortales. El problema era que su reproducción era complicada; los Betas podían tener hijos entre sí, pero pocos, tal vez un máximo de tres si eran afortunados, mientras que entre dos Alfas, la hembra solo llegaba a tener un cachorro, después de eso, sus órganos internos quedaban seriamente dañados y era incapaz de tener más hijos. Por eso, los Omegas eran su mejor baza, pero no eran numerosos. Por ahora, eso no era un grave problema, no representaba una inminente extinción ya que los cambiantes eran inmortales, sin embargo, procuraban mantener muy protegidos y cuidados a los que había, ya que ellos podían quedar en cinta durante mucho tiempo y daban a luz camadas grandes de cachorros, algunos llegaban a tener hasta seis crías por camada.

El motivo era que los Omegas, para poder ser fértiles, debían haber sido marcados por un compañero durante su primer celo, que se producía cuando cumplían los treinta años. Según las leyes sagradas, estos debían ser reclamados por su Alfa destinado, escogido por su diosa, la Gran Madre Tierra, puesto que el vínculo entre ambos era muy fuerte incluso sin apenas conocerse, lo que garantizaba que el Alfa protegería y cuidaría muy bien del Omega y, se decía, este estaría más predispuesto a quedarse preñado. Por desgracia, a veces no se encontraba al destinado antes del primer celo y este debía escoger a otro Alfa para poder embarazarlo; sin embargo, este vínculo nunca llegaba a ser tan poderoso y, a veces, la infelicidad del Omega por no poder estar con su verdadero compañero acababa por ponerlo enfermo.

Naruto ahora comprendía que Fugaku había llevado a su hijo hasta allí con la esperanza de encontrar a su Alfa destinado… pero antes de poder hacerlo, otros se habían adelantado.

Siempre había habido grupos de Alfas que creían estar por encima de los demás. Era verdad que, por tradición, un Alfa era el líder de un clan, estaba en la naturaleza de los cambiantes seguir a uno de ellos, pero eso no quería decir que debieran menospreciar a los Betas o los Omegas, o que estos no tuvieran derecho a ejercer los mismos trabajos que los Alfas, todo dependía del esfuerzo que pusieran en ello; el propio Naruto jamás había impedido que un Beta hábil se convirtiera en ejecutor, un guerrero que protegía el clan, o forzado a un Alfa a ser uno de ellos si este prefería ser artista o desempeñar otras funciones para su manada. Esos Alfas que habían llegado a gobernar su clan vulneraron los derechos de los suyos, forzando al resto de Alfas a convertirse en asesinos, esclavizando a los Betas mientras que los pobres Omegas fueron víctimas de abusos, maltratos y violaciones, algunos incluso fueron marcados por sus crueles hombres delante de sus propios destinados. Obviamente, duraron muy poco. Y el hijo de Fugaku no sería la excepción si la manada de Naruto no les ayudaba.

Sabía que el líder de los Uchiha no habría traído a todo su clan consigo, sino que habría ido él mismo con su hijo y varios de sus ejecutores de confianza para protegerlo. Eran muy pocos para dar con él y, además, estaban en un terreno desconocido. Por eso mismo necesitaba su ayuda.

El hombre que había salido del vehículo fue hacia él e inclinó la cabeza a modo de saludo.

—Alfa —lo saludó respetuosamente.

Naruto le devolvió el gesto, pero hizo una mueca.

—No es momento de andarse con formalidades, solo dime cómo debo llamarte y lo que ha pasado.

El otro hombre pareció de acuerdo.

—Soy Shisui, mi compañero es el hermano mayor de Sasuke.

—Sasuke… ¿Es el nombre del Omega?

Shisui asintió.

—Fugaku y yo fuimos a concretar los detalles de la reunión con el resto de clanes, queríamos que fuera algo seguro para Sasuke y también rápido, por si su compañero destinado estaba aquí, ya que falta poco para que entre en celo. Él se quedó en su habitación con el resto de ejecutores, pero fueron emboscados; usaron gas lacrimógeno para nublar sus sentidos y los mataron con facilidad. Sasuke tuvo más oportunidades de defenderse porque lo necesitan vivo, es un Omega fuerte y logró matar a dos, pero parece que había más cambiantes y lo cogieron.

Naruto soltó un gruñido.

—No pueden ser más de diez. Este tipo de Alfas suelen ser muy dominantes y acaban peleando entre ellos si llevan mucho tiempo juntos. Serán menos ahora. —Casi se le escapa una diminuta sonrisa al pensar que el Omega había podido con dos Alfas. Era un chico duro, sin duda—. Eran otros jaguares, ¿verdad?

—Sí.

—¿Qué más habéis averiguado?

—Había una jeringuilla en el suelo, seguro que lo sedaron para poder llevárselo. Su coche salía en las cámaras de seguridad y pudimos rastrear la matrícula hasta el aeropuerto… parece que esos cabrones tienen un jet privado.

—No son muy listos para ocultarse —observó él.

—No, el problema es que sabemos que han volado hasta aquí, y también tenemos la matrícula del coche que han cogido, pero…

—Esto es Alaska —gruñó Naruto, viendo por dónde iban los tiros—, hay bosques por todas partes y muy pocas cámaras por estas zonas. Será muy difícil rastrearlos con esos métodos.

El rostro de Shisui palideció.

—¿No hay posibilidades de encontrarlo?

Naruto le hizo un gesto con la cabeza para que entrara en su casa. Allí, estaban casi todos sus ejecutores, aquellos a los que había llamado para que le ayudaran con la búsqueda del Omega. Ordenó a varios de los suyos que se pusieran en contacto con los líderes de los otros clanes de cambiantes para que averiguaran si habían visto a un grupo de jaguares Alfas extraños pasando cerca de su territorio, además de pedir su colaboración. Después, se volvió hacia Shisui.

—Lo bueno de que Alaska tenga tantos bosques es que es el lugar ideal para los cambiantes. Hay muchos clanes por aquí y nos conocemos entre todos, si alguien ha visto algo raro, nos lo dirán.

El Uchiha frunció el ceño.

—¿Hay más clanes de jaguares aquí? Creía que solo erais vosotros.

Naruto negó con la cabeza, gruñendo.

—No. Sobre todo son osos y lobos, también hay unos pocos linces y una manada de pumas que, como nosotros, no son originarios de aquí.

—¿Quieres decir… que… os relacionáis? —preguntó el otro Alfa con cierta sorpresa.

No es que él pudiera reprochárselo. En situaciones normales, los cambiantes eran recelosos entre distintas especies debido a sus costumbres y tradiciones, diferentes entre sí, también había un fuerte componente territorial… pero en Alaska era distinto.

Se le escapó un suspiro.

—El clima de aquí es muy difícil; inviernos muy duros, lluvias torrenciales, tormentas eléctricas, incendios e inundaciones… Debemos ayudarnos los unos a los otros.

—¿Nos ayudarán a encontrar a mi cuñado?

Naruto gruñó.

—Es un Omega. Esos desgraciados morirán en cuanto los encontremos.

Shisui le agarró un brazo con gesto suplicante.

—Tenemos que dar con él. Por favor. Mi compañero está embarazado de su segunda camada y si le pasa algo a Sasuke, es posible que él…

Lo comprendió al instante. La ansiedad podría hacer que ese Omega perdiera a sus cachorros, un aborto sería muy peligroso para él.

Podrían perder a dos Omegas si la cosa salía muy mal.

Pero eso no pasaría si él tenía algo que hacer al respecto.

Mientras sus ejecutores trabajaban, él decidió tranquilizar a Shisui. No le sería de mucha ayuda si estaba nervioso a la hora de salir a buscar a Sasuke.

—¿Dónde está Fugaku?

—Eliminando las huellas de esos cambiantes en Nueva York —respondió Shisui con una mueca—. Lo último que necesitamos es a los humanos metiendo las narices en nuestros asuntos.

—¿Alguien sabía que iríais allí? —Era habitual que, cuando un Omega viajaba a alguna parte fuera de su clan, su ubicación se mantuviera en estricto secreto precisamente para evitar estos secuestros—. ¿El clan estaba informado?

—Solo sabían que nos llevaríamos a Sasuke a Estados Unidos, todo el mundo lo conoce y es consciente de que su primer celo está cerca, también saben que no es el primer viaje que hace para encontrar a su destinado, así que no tenía sentido tratar de ocultarlo cuando lo habrían adivinado de todos modos, pero no le dijimos a nadie que iríamos a Nueva York.

Naruto entrecerró los ojos.

—Los sujetos como ellos buscan Omegas constantemente, pero son conscientes de que no pueden enfrentarse a un clan para llevárselos, puesto que tienden a estar en inferioridad numérica, así que seguramente trabajarán en aeropuertos o rondarán cerca de estos para aprovechar los viajes de los Omegas que buscan a su compañero. Su seguridad siempre es menor que estar en su manada y en su terreno, probablemente uno de ellos olería a Sasuke estando por allí y os seguiría hasta el hotel.

—¡Mierda! —maldijo Shisui.

—¿Tenéis fotos suyas? Eso ayudaría mucho.

—No, siempre están de espaldas a las cámaras o llevan algo que cubre la mitad inferior de su rostro, pero no hay duda de que son jaguares. Los dos Alfas que mató Sasuke llevaban el olor de nuestra especie.

A Naruto no le extrañaba, los cambiantes solo podían criar entre los miembros de su propia especie, las mezclas eran muy raras y solamente posibles si el Alfa y el Omega eran compañeros destinados, de modo que sería estúpido que unos lobos secuestraran a un jaguar a menos que hubieran establecido algún tipo de alianza entre ambas especies, como si ellos conseguían un Omega jaguar, estos les conseguirían a los lobos un Omega de su especie, pero era algo poco común ya que, como decía Shisui, existía cierta desconfianza entre los cambiantes de distintas razas.

En Alaska la cosa cambiaba. Cuando ocurría algún desastre natural, siempre había un clan u otro que había sufrido graves pérdidas, ya fueran sus casas, su territorio, víveres e incluso seres queridos, de modo que el resto de manadas se ayudaban entre sí para poder sobrevivir. Gracias a eso, ahora había fuertes vínculos de amistad entre los clanes cambiantes de esa zona.

Tras echar un vistazo rápido a sus hombres, los cuales tenían los móviles pegados a la oreja, decidió seguir conversando con Shisui para evitar su nerviosismo.

—Entonces, tú eres el próximo líder del clan —intuyó.

El Alfa esbozó una media sonrisa.

—Por tradición, sí, pero será Itachi, mi compañero, quien lidere la manada. Es muy inteligente y poderoso para ser un Omega.

—Estás orgulloso de él —afirmó Naruto, sintiendo una punzada de envidia.

Shisui hinchó el pecho.

—Por supuesto que sí. Él y yo somos amigos de la infancia, y cuando llegamos a la pubertad, descubrimos que éramos compañeros. Yo estaba muy feliz de que fuera él, siempre había admirado a Itachi, era más fuerte que los Alfas a pesar de ser más delgado y esbelto, pero no por ello era presumido o vanidoso, solía decir que lo importante era aprender de cada combate que libraba, eso solo me demostraba lo sabio que era a pesar de ser tan joven. Yo sentía que no merecía tener a alguien así a mi lado, pero él… él me quería a pesar de todo —dicho esto, le sonrió—. Estoy muy agradecido porque nuestra Gran Madre nos juntara tan rápido, así tuvimos mucho tiempo para estar juntos como pareja antes de que lo reclamara.

El rubio le devolvió la sonrisa con amargura.

—Fuisteis muy afortunados.

Shisui lo miró un instante con suspicacia.

—Sé por tu olor que no estás acoplado. ¿Hace mucho que buscas a tu compañero?

Naruto iba a responder cuando unos de sus ejecutores gritó:

—¡Tengo algo, Alfa!

De inmediato, él se acercó a su hombre.

—¿Qué es?

—Uno de los lobos de Kiba vio a unos jaguares Alfas en una gasolinera. Los recuerda porque no los reconocía como de nuestro clan y porque tenían un leve olor a Omega, pensó que lo estarían escoltando a nuestra manada para encontrar a su compañero.

—¿En qué zona fue?

Su ejecutor le dio la dirección y Naruto pensó rápido: pidió a sus hombres que pasaran la información al resto de clanes cambiantes y que por favor echaran un vistazo a sus territorios por si captaban el olor de los jaguares y del Omega. Mientras tanto, él, Shisui y dos de sus ejecutores irían a la gasolinera en busca de más pistas.

Durante el camino, no pudo evitar pensar en el funesto destino que le aguardaba a Sasuke si no llegaban antes de que entrara en celo. En el peor de los casos, sería reclamado por uno de esos animales y se lo llevarían a algún lugar recóndito donde lo mantendrían prisionero hasta que se quedara embarazado… y eso si antes no moría por los maltratos y abusos. Sin embargo, no lo creía probable; Shisui había dicho que Sasuke había matado a dos de los Alfas, eso era un indicio muy claro de que el Omega era fuerte y, dada la reputación de los Uchiha, no le cabía duda de que tenía fuerza de voluntad, probablemente lograría sobrevivir a eso… Por desgracia, eso significaba que esos desgraciados podrían aprovecharse de él durante mucho tiempo, puede que incluso arrebatarle muchos bebés y educarlos por su cuenta para formar su propia manada. Si tenía cachorros Omegas, estaba convencido de que esos desgraciados esperarían también a su primer celo para acoplarlos.

Pero eso sería en el peor de los casos.

Naruto estaba convencido de que, con la ayuda del resto de clanes cambiantes, tenían una oportunidad de evitar que eso ocurriera. En el caso de que no pudieran llegar a tiempo, Sasuke sería reclamado, sí, pero esos Alfas no podrían moverlo de sitio sin llamar la atención; los Omegas en celo apenas podían pensar en otra cosa que no fuera en alcanzar la satisfacción sexual, y cualquier cambiante olería a uno de ellos en semejante estado, era un olor muy fuerte. En el caso de que se quedaran donde estaban, era cuestión de tiempo que los encontraran; entonces, tendrían que atrapar al cabrón que había marcado al Omega y lo mantendrían vivo durante un año, tiempo suficiente para que pudieran matar a ese desgraciado sin que su compañero sufriera represalias por cortar el vínculo, el cual no sería muy fuerte al haber sido forzado y no ser verdaderos compañeros. Puede que Sasuke no pudiera tener cachorros después de eso, pero al menos podría ser feliz con un Alfa al que quisiera, incluso tendría mucho más tiempo para encontrar a su destinado.

Sin embargo, Naruto estaba decidido a encontrarlo antes de que eso ocurriera.

—Alfa —lo llamó su ejecutor, señalando sus manos.

Las miró y soltó un gruñido al darse cuenta de que habían salido sus garras. Cerró los ojos y se concentró para retractarlas lentamente.

—Daremos con el Omega, Alfa. Ya lo verá.

Naruto sabía en qué dirección iban los pensamientos de su ejecutor. Su madre, su padre. La muerte de ambos.

—Por supuesto —gruñó.

Y cuando encontrara a los animales que lo tenían preso, los mataría.





Tres días más tarde, en los remotos bosques vírgenes de Denali, se alzaba una cabaña solitaria de aspecto destartalado y viejo, con algunas placas de madera fuera de su sitio, el tejado maltrecho y la pintura descolorida, era como si nadie hubiera vivido allí en décadas. Sin embargo, en el cobertizo había un orgulloso Omega que asesinaba con su negra mirada a los cuatro Alfas que lo estaban vigilando.

Sasuke Uchiha era un bello ejemplar de jaguar negro; era alto pese a ser Omega, de metro ochenta, y tenía un cuerpo atlético de músculos ondulados, delgado y ágil, fuerte y esbelto a la vez, todo cubierto por una aparentemente delicada piel blanca que resaltaba su cabello de un negro brillante con reflejos azules, el cual llevaba largo por debajo de los hombros, y sus ojos oscuros como una noche sin luna, afilados y fríos. Pese al tiempo que llevaba siendo un prisionero, mantenía la cabeza alta con aire desafiante, importándole muy poco que esos Alfas lo hubieran dejado desnudo sobre el frío suelo de madera, atándole los tobillos con cuerdas y las muñecas con grilletes que rodeaban una viga, de forma que sus brazos permanecieran en alto; su cabello estaba desaliñado y enmarañado, su piel sucia por el tiempo que llevaba allí… y su cuerpo tenía varios mordiscos.

Sasuke no era la clase de Omega que se doblegaba fácilmente a los demás, por lo que había aprovechado cada ocasión para golpearlos y tratar de escapar, pero era en vano. Esos hombres le ponían algún tipo de droga que impedía que pudiera alterar la química de su cuerpo, procurando así que fuera incapaz de cambiar a su forma animal, ni siquiera podía sacar sus garras o colmillos. Era capaz de moverse todo lo que le permitían sus ataduras, que era poco, sin embargo, su fuerza física se había reducido a la mitad, sus golpes no eran suficientes para salir de allí, por mucho que lo había intentado.

A los Alfas no les había gustado su resistencia y el hombre que había decidido hacerlo suyo le había dejado profundas marcas de colmillos. Eso le había jodido no solo a nivel físico, sino que también le había herido emocionalmente.

Sasuke era consciente de su responsabilidad como Omega, sabía que era importante para su clan y para su especie que se apareara durante su primer celo, y lo había aceptado. Ver cómo su hermano estaba felizmente acoplado con Shisui le hizo desear encontrar a su propio compañero, por eso nunca se opuso cuando su padre lo había llevado de viaje a distintos países para concertar reuniones con los clanes de jaguares con la esperanza de hallar a su destinado, realmente quería estar con este en vez de conformarse con otro Alfa al que probablemente jamás amaría.

Por eso mismo, Sasuke había establecido unas normas en lo referente a sus amantes. Sí, los Omegas que no encontraban a su compañero tenían amantes, después de todo, los impulsos sexuales aparecen durante la pubertad y para los cambiantes era completamente natural satisfacer esas necesidades, a diferencia de algunos humanos que habían obligado a sus congéneres a contenerse hasta el matrimonio. Sasuke era un Omega hermoso y no era de extrañar que hubiera tenido unas cuantas aventuras, sin embargo, había ciertas cosas que se había jurado a sí mismo que nunca haría si no era con su destinado, jamás con otro que no fuera su Alfa.

Una de ellas era que lo marcara con sus colmillos.

Que ese desgraciado le hubiera mordido salvajemente hasta dejarle cicatriz le había dolido mucho. Se suponía que su compañero debía ser el primero en marcarlo, un Alfa que sería cuidadoso con él, que procuraría que disfrutara del momento de su unión y que jamás le haría daño. En cambio, ese cabrón le había tratado como si fuera una mascota a la que castigar cuando hacía algo malo, y solo por ser Omega.

Pues si este Omega pudiera transformarse, vería lo débil que podía ser… después de abrirlo en canal y ahorcarlo con sus propios intestinos.

Ojalá pudiera hacerlo, lo deseaba con todas sus fuerzas, pero ni siquiera podía tirarse un pedo sin que esos cabrones se dieran cuenta; siempre había uno o dos que tenían sus ojos puestos en él, lujuriosos, ansiando poder clavarle algo más que los colmillos… como en ese instante.

Sasuke le lanzó un gruñido al gilipollas que lo estaba devorando con los ojos.

—Deja de mirarme tanto, puto pervertido.

El Alfa, cuyo nombre había identificado como Kidomaru, le mostró una sonrisa de colmillos afilados.

—No vuelvas a insultarme, Omega… o te prometo que me divertiré con tu bonito culo.

Otro Alfa, de cabello blanco largo hasta los hombros, llamado Kimimaro, le lanzó una mirada de advertencia.

—Ya conoces las normas, Kidomaru. No puedes tocarlo.

—Él me está provocando con su sucia boca —replicó el otro hombre, mirando a Sasuke mientras se relamía los labios—. Quiere que lo folle.

El Omega resopló:

—Antes jodería con venado.

Kidomaru se levantó de un salto, agarrándose la parte delantera del pantalón para arrancársela mientras andaba hacia él, pero Kimimaro y otro Alfa lo detuvieron y lo obligaron a sentarse de nuevo donde estaba.

—Estate quieto —ordenó el primero con un gruñido.

—Este Omega es de Orochimaru —comentó con firmeza la única hembra Alfa del grupo, Tayuya, que tenía el cabello rosado muy largo—. Si lo quieres, tendrás que desafiarle.

Kidomaru miró con ojos lujuriosos a Sasuke.

—No quiero reclamarlo… pero sí follarlo. —Sus fosas nasales se abrieron—. Puedo oler que su celo está cerca y me está volviendo loco, ¡quiero metérsela hasta que grite!

El Omega le lanzó una sonrisa burlona.

—¡Pff! ¿Crees que serías capaz de hacerme gritar?, ¡por favor! He visto tu polla y no es gran cosa, en todo caso lloraría de decepción.

Kidomaru rugió y se levantó de un salto, claramente para atacarlo, pero Kimimaro y el otro Alfa, un tipo grande con el pelo muy corto de color zanahoria, Jirobo, lo contuvieron y lo inmovilizaron en su asiento.

—¡Basta! —gritó Kimimaro.

El jaguar se detuvo, resoplando con fuerza.

—Solo deja que folle su boca para que aprenda a estar en silencio, ya que Orochimaru es incapaz de mantenerlo bajo control.

Sasuke esbozó una amplia sonrisa.

—Eso me parece genial.

Kidomaru imitó su gesto e hizo amago de levantarse, pero Tayuya lo cogió por los hombros y lo obligó a permanecer sentado.

—¿Eres idiota o qué? Este Omega ha estado tres días jodiéndonos, ¿y ahora piensas que te hará una mamada alegremente? ¡Quiere arrancarte la polla, imbécil!

El hombre le lanzó una mirada envenenada a Sasuke, que lamentó no tener la oportunidad de castrar a ese gilipollas.

—Pequeño hijo de…

—¿Qué está pasando aquí?

Sasuke se estremeció un poco al escuchar esa voz. El autor principal de su secuestro apareció por las escaleras, un Alfa jaguar muy alto y larguirucho, de piel muy blanca, casi enfermiza para su gusto, resaltando de un modo espeluznante su largo cabello negro y sus siniestros ojos amarillos. Iba acompañado por dos Alfas gemelos de cabello grisáceo y ojos oscuros que llevaban un montón de bolsas, probablemente llenas de comida y otras provisiones.

Eso quería decir que iban a forzar su unión allí mismo, pensó con horror. Había tenido la esperanza de que lo trasladaran a otro lugar más cómodo para que él pasara su celo, ya que sería su mejor oportunidad para tratar de escapar. Sin embargo, él podía sentirlo, su cuerpo no estaba excitado, no podía estarlo en esa situación, pero era consciente de que su temperatura corporal estaba aumentando y empezaba a notar molestias en su entrada, estaba seguro de que le faltaban pocos días para su celo.

Kimimaro se hizo a un lado para hacerle una respetuosa inclinación.

—Alfa, Kidomaru está un poco irritado.

Orochimaru levantó una ceja hacia el susodicho.

—¿Cuál es el problema?

Este se levantó y señaló al Omega con un dedo.

—Tu gatita no sabe cómo debe dirigirse a nosotros.

—No soy la gata de nadie, rata mugrienta —masculló Sasuke, furioso.

Kidomaru le enseñó los colmillos.

—¿Lo ves? Si planeas hacerlo tuyo, más vale que aprenda modales pronto o tendré que hacerlo yo.

Los escalofriantes ojos amarillos del líder del grupo brillaron de un modo peligroso.

—¿Qué insinúas, Kidomaru? —preguntó muy lentamente y con un tono de voz suave. Demasiado suave.

Este se encogió y, sabiamente, agachó la mirada, evitando el desafío.

—Solo… Solo estoy pidiendo que lo meta en cintura… El olor de su celo es cada vez más fuerte, entre eso y su falta de respeto… pues… está siendo irritante… Alfa.

Su controlada respuesta pareció apaciguar a Orochimaru, quien esbozó una cruel sonrisa antes de posar sus ojos en Sasuke, que le enseñó los dientes en señal de amenaza.

—Ya entiendo, ¿eso es lo que ocurre, Sasuke? ¿Necesitas que te toquen?

—Lo que necesito es que me sueltes ¡de una puta vez! —rugió antes de lanzarle una mirada asesina—. Sabes que mi padre no dejará pasar esto, ¿verdad? Te despellejará vivo y colgará tu piel en una de las paredes de su casa… pero si dejas que me vaya, será más clemente contigo —añadió, tanteando a Orochimaru, esperando que la amenaza de una muerte horrible a manos de su padre fuera suficiente para salir de allí.

Sin embargo, el Alfa solo sonrió.

—Oh, tu padre no me preocupa.

—Es Fugaku Uchiha —le recordó Sasuke—, ¿acaso no te suena el nombre de mi clan?

—Claro que lo recuerdo, mi dulce Omega. —Le molestó muchísimo que lo llamara de esa forma, él no era dulce ¡ni mucho menos suyo!, y aunque lo reclamara durante su celo, jamás lo vería como su Alfa—. Hace muchos años, tu padre te trajo al clan al que pertenecía para ver si tu destinado estaba allí. Eras muy joven, una preciosidad de doce años… pero yo supe al instante que eras mío —afirmó con fiereza, mirándolo con un brillo psicótico en los ojos—. No me importaba que fueras un crío, yo te quería a mi lado, pero dijiste que no sentiste a tu compañero… no me sentiste… —tras decir eso, sus facciones se endurecieron y su rostro se volvió sombrío—. Hablé con tu padre, le supliqué que te trajera ante mí para que me olieras, pensé que tal vez eras demasiado joven y que por eso no te habías dado cuenta de que estaba allí… pero él se negó.

Sasuke no podía creer lo que estaba oyendo. Joder… ese Alfa estaba como una puta cabra.

Orochimaru continuó divagando:

—Me enfureció que Fugaku me separara de ti y le exigí al líder de mi clan que lo enfrentara… pero también se negó… y tuve que matarlo.

El Omega no podía dejar de mirarlo con los ojos como platos, horrorizado. Ese loco estaba tan convencido de que era su compañero que hasta había asesinado a su propio líder.

—Mi manada me persiguió por ello. No lo entendían, no comprendían que, por fin, después de un milenio en soledad, había hallado a mi destinado y todos se negaban a dármelo… por eso tuve que buscar otros aliados —comentó, abriendo los brazos para señalar a su reducido grupo—. Lo siento, mi querido Omega, sé que no es gran cosa, pero tendrá que ser suficiente hasta que rehagamos nuestra propia manada.

Sasuke se inclinó hacia adelante con fuerza, importándole muy poco que los grilletes se clavaran en sus muñecas hasta hacerle sangrar o el calambrazo de dolor que le recorrió los brazos.

—Yo no soy tu compañero —gruñó.

Orochimaru apretó los labios y se abalanzó sobre él. El Omega lo esperaba y estaba preparado; flexionó las rodillas y, cuando lo tuvo encima, le golpeó en las pelotas con todas sus fuerzas, haciendo que el Alfa se doblara por el dolor, brindándole una preciosa oportunidad para darle un cabezazo en la nariz. Sonrió al escuchar una especie de crujido, pero no se detuvo a regodearse, tenía que aprovechar esos segundos de sorpresa para causar el mayor daño posible, así que, viendo que Orochimaru se echaba hacia atrás con las manos en la cara, le propinó otra patada, esta vez en el estómago, en el bajo vientre, provocando que el cuerpo del Alfa volviera a echarse sobre él y, en esta ocasión, dejó que se acercara lo suficiente como para poder morderle el cuello. No lo pensó dos veces; fue directo a por la garganta y mordió con ferocidad. No sería tan efectivo como sus colmillos, la droga todavía le estaba haciendo efecto y comprobó que su cuerpo todavía no era capaz de cambiar, pero tal vez podía ejercer suficiente presión como para…

De repente, unas garras se clavaron en su costado, provocando que aullara de dolor y que soltara a Orochimaru. Este sacó sus afiladas zarpas con brusquedad, rasgando su piel, y agarró su cabello para golpear su cabeza contra la viga al mismo tiempo que clavaba su rodilla en sus muslos, inmovilizándolo.

—¡Tú eres mío, Omega! —rugió—. ¡Me perteneces! —dicho esto, hizo su cabeza a un lado y lo mordió salvajemente en la base del cuello, en el punto donde se suponía que su Alfa debía marcarlo. Sasuke rugió, retorciéndose, queriendo alejarse de sus colmillos, pero Orochimaru lo tenía bajo su control absoluto, lo único que estaba consiguiendo era hacerse más sangre en las muñecas de tanto tirar de los grilletes y desgarrar la carne de su cuello.

¡BLAM!

Un estruendo sorprendió a los Alfas restantes, que se habían quedado paralizados contemplando el brutal castigo de su jefe al Omega. Para cuando se dieron la vuelta para mirar la puerta del cobertizo, ya había jaguares saltando sobre ellos con la clara intención de matarlos. Kimimaro y su grupo adoptaron rápidamente su forma animal mientras se defendían como podían, pero no contaban con que hubiera tantos ejecutores… ni tampoco con los lobos.

Una puñetera jauría de lobos. El caos se desató y la sangre corrió a borbotones cuando estos se colocaron en posición para ayudar a los ejecutores a acorralar a cada uno de los Alfas secuestradores, quienes trataban de mantenerse juntos, pero poco a poco, con el acecho de los lobos y los asaltos de los jaguares, acabaron separándose y siendo masacrados.

Pero mientras la pelea se desarrollaba, Orochimaru se dio cuenta del ataque y adoptó rápidamente su forma animal, la de un gran jaguar negro, dispuesto a usar a Sasuke como rehén para poder salir de allí con los pocos hombres que le quedaran…

Sin embargo, eso no llegó a suceder.

Un potente rugido hizo retumbar las paredes y, de repente, Sasuke vio a un enorme jaguar saltando sobre Orochimaru. El gran animal aplastó al Alfa y lo mordió en el lomo, haciéndole rugir de dolor, aunque eso no evitó que usara todo su cuerpo para empujar hacia arriba, provocando que el otro jaguar perdiera el equilibrio por un momento que aprovechó para sacudírselo de encima. El Alfa que había ido a salvarlo, sin embargo, se recuperó a tiempo de saltar hacia atrás para evitar el zarpazo de la pantera; esta se acercó más a él para tratar de arañarlo, pero el jaguar vio venir el ataque y se agazapó, esquivándolo, antes de saltar contra su cuerpo para darle un placaje que finalmente la alejó de Sasuke, que era su objetivo principal.

El Omega, entonces, pudo ver bien a su salvador. Se sorprendió al ser plenamente consciente de que era dos veces más grande que cualquier jaguar que hubiera visto, un impresionante espécimen musculoso y robusto, de patas fuertes y ágiles rematadas por afiladas garras negras, larga cola y cabeza maciza, con el liso pelaje dorado moteado. Este se movió más cerca de él con la clara intención de protegerlo mientras le enseñaba los enormes colmillos a Orochimaru.

Entonces, lo reconoció.

Por encima del fuerte olor a cerrado del cobertizo y el más desagradable de la sangre que ya manchaba la estancia, percibió el aroma del jaguar, una deliciosa mezcla de tierra y bosque, una esencia varonil, fuerte y fresca a la vez. Su cuerpo reaccionó de inmediato, haciendo que un agradable hormigueo surcara su piel y que una oleada de calor sexual invadiera sus entrañas, provocando que su miembro se sacudiera y que su entrada se humedeciera.

Era su destinado.

Lo supo con tanta seguridad como que el fuego quema.

Observó hipnotizado cómo se acercaba más a él, aparentemente para cubrirlo; se movía con la peligrosa sensualidad propia de un depredador experimentado, con fluidez, flexionando los fuertes músculos de sus patas y costados, ondulando el lomo, haciendo que su excitación aumentara.

Entonces, su Alfa lo miró.

Si no fuera porque su boca ya estaba seca por los pocos sorbos de agua que le habían dado sus secuestradores, se le habría secado al contemplar esos bellos ojos. Tan azules como el cielo despejado de una soleada mañana de verano, con unas pupilas afiladas que se ovalaron cuando lo observaron, algo habitual en los cambiantes felinos. Su intensa mirada se clavó en la suya, en la cual vio un brillo de reconocimiento… seguido por una lujuria que le hizo tragar saliva, notando cómo su vientre ardía y sus pezones se erizaban; después, sus ojos se volvieron más cálidos, mostrando una emoción profunda que le hizo palpitar el corazón.

Finalmente, su compañero desvió sus hermosos ojos, centrándolos de nuevo en Orochimaru con cautela, que se estaba recuperando. Sin perderlo de vista, inclinó su enorme cabeza y le lamió un muslo a Sasuke, que tembló un poco por la suave caricia; era como si le estuviera haciendo saber que estaba ahí y que lo protegería, insuflándole una ola de calma y ternura.

La pantera vio eso y rugió de rabia, furiosa porque ese insignificante gato estuviera tocando tan íntimamente a su Omega. Sin pensárselo dos veces, se abalanzó sobre él. El otro jaguar no se contuvo y fue a su encuentro con un gruñido feroz.

Para Sasuke, esa carrera en la que ambos felinos corrían el uno contra el otro sucedió a cámara lenta. Fue como si todos los sonidos se apagaran a su alrededor hasta el punto de que tan solo escuchaba las fuertes pisadas de su Alfa, su pesada respiración, la sangre bombeando su corazón. Contempló fascinado cómo los músculos de su compañero se tensaban y contraían con cada elegante y fluido movimiento, cómo su cuerpo se estiraba y encogía con cada larga zancada. Un rayo de calor lo atravesó al ser consciente de que la Gran Madre lo había bendecido con un destinado sano y muy fuerte, una criatura tan bella y salvaje que le costaba creer que realmente fuera suya.

Podría parecer extraño que la lujuria lo estuviera invadiendo en una situación tan tensa, pero en realidad, no era tan raro dado que su primer celo estaba cerca. La conexión entre los destinados era evidente por la poderosa atracción sexual que ejercía el uno sobre el otro, superior a la de cualquier amante que pudiera haber tenido ninguno de los dos, era un indicativo de que eran muy compatibles para criar juntos. Si a eso había que sumarle el primer celo de Sasuke, la época exacta en la que debía ser reclamado por su compañero, la lujuria era mucho más fuerte, por lo que no era de extrañar que el Omega estuviera ardiendo por la necesidad a pesar de ser consciente de que había una batalla a su alrededor.

Sin embargo, su deseo se enfrío cuando su Alfa y Orochimaru se encontraron.

El temor lo atenazó.

Ambos jaguares se alzaron sobre sus dos patas y clavaron sus garras en los costados de su contrincante en un intento de desequilibrar al otro mientras trataban de morderse el uno al otro. Orochimaru golpeó el hocico del otro Alfa con los colmillos, este gruñó y procuró mantener la cabeza alejada y clavar sus zarpas en la piel de su rival, hundiendo sus afiladas uñas cerca de las costillas. La pantera soltó un alarido y, furibunda, mordió brutalmente el hueco entre el cuello y la pata del otro jaguar, manchando rápidamente su pecho de sangre.

Un rugido de dolor sacudió la estancia, haciendo que Sasuke temblara.

No podía perder a su compañero, no ahora que por fin había dado con él, ahora que tenían la oportunidad de estar juntos.

Echó el cuerpo hacia adelante y rugió con todas sus fuerzas, animando a su destinado.

Los ojos del Alfa se abrieron de golpe y lanzó un veloz ataque contra el cuello de Orochimaru. Esta vez fue su turno de chillar, soltando su agarre del jaguar en el acto, momento que aprovechó este para sacudirlo hacia un lado, haciendo que por fin perdiera el equilibrio y cayera al suelo. El jaguar se colocó rápidamente sobre él, clavando una de sus patas delanteras en su lomo para mantenerlo contra los duros tablones de madera, hundiendo sus afiladas uñas en él para reforzar la presión, mientras la otra acabó sobre la cabeza de la pantera, también extendiendo sus garras para que no se moviera.

Orochimaru pataleó, pero el Alfa apoyó la parte trasera de su enorme cuerpo sobre el suyo, dejándolo por fin totalmente indefenso ante él. Como último recurso, el cabrón arañó profusamente una de sus patas traseras, pero el jaguar ni se inmutó.

En vez de eso, levantó la cabeza, gruñendo fuertemente, antes de lanzarse a por la yugular de su rival. Sus dientes desgarraron la vulnerable piel de esa zona, provocando que un chorro de sangre saliera de su garganta y manchara todo el suelo rápidamente. Aun así, Orochimaru seguía vivo, su pecho todavía subía y bajaba con desesperación, sus patas arañaban como podían la madera en un vano intento por alejarse.

Fue inútil. El Alfa presionó con más firmeza su cuello y, luego, hizo un movimiento rápido que acabó con la vida de la pantera en un horrendo crujido que resonó en la estancia. Le había partido el cuello. Estaba muerto.

Sasuke suspiró de alivio cuando su compañero soltó el cuerpo inerte de ese bastardo. Lo vio observar con detenimiento su alrededor y él hizo lo mismo; los hombres de Orochimaru estaban cayendo como moscas, los únicos que quedaban en pie aún eran Kimimaro y Kidomaru y, a juzgar por la cantidad de ejecutores y lobos que los rodeaban, no tardarían mucho en caer.

Satisfecho con la situación, su Alfa soltó un gruñido suave y luego fue rápidamente hacia él. Por un instante, su mirada recorrió su cuerpo y luego clavó sus hermosos ojos azules en él, teñidos por la preocupación.

Sasuke supo de inmediato lo que quería saber.

—Estoy bien.

El jaguar asintió y se posicionó frente a sus piernas. Levantó una pata y sacó una de sus uñas para cortar las cuerdas que le ataban los tobillos, las cuales cedieron en poco tiempo, permitiendo que Sasuke pudiera por fin estirarse, a pesar del dolor muscular que le produjo hacerlo, pero era agradable tener más capacidad de movimiento. Luego, su Alfa caminó por su lado hasta la viga de madera, gruñendo enfadado al ver los grilletes. Al estar hechos de metal, eran más difíciles de romper… pero no imposible.

Sin embargo, Sasuke sabía que le dolería. Inspiró hondo y se preparó.

—Adelante. —Su compañero lo miró con cierta duda—. Puedo soportarlo —prometió.

Su destinado pareció aceptarlo y se colocó a dos patas frente a la viga, esta vez sacando todas sus garras para poder romper la cadena. Sasuke echó la cabeza hacia atrás para ver cómo sus negras uñas acariciaban el metal, como comprobando su resistencia; él sabía que podía romperlas, pero ni siquiera su compañero podría evitar tirar hacia abajo, causándole un fuerte dolor en los brazos, ya que los había tenido levantados durante tres días, inmóviles en esa postura, por lo que cualquier otro movimiento distinto y medianamente brusco, le haría gritar de dolor…

Pero merecería la pena. Quería salir de ese lugar de una vez, no podía esperar a que encontraran la llave de los grilletes.

Inspiró hondo y apretó los dientes, dispuesto a aguantar. Después, asintió para darle la señal a su destinado.

Este no vaciló ni un instante, fue rápido y fuerte; levantó las garras y golpeó el metal con la parte más afilada de estas, haciendo que la cadena se resistiera por un instante antes de ceder con un desagradable chasquido… seguido por un breve grito de Sasuke. Como los grilletes no se habían roto de inmediato, el golpe del Alfa los había lanzado hacia abajo, haciendo que los brazos del Omega fueran con ellos con brusquedad y causándole un calambrazo de dolor. Sin embargo, la joven pantera era fuerte y no tardó en ahogar su grito cerrando los labios con fuerza, aunque eso no evitó que gimiera un poco y que se abrazara los brazos, tratando de mitigar los calambres que recorrían sus músculos.

—Ya está, ya está…

De repente, unos grandes brazos lo rodearon y lo atrajeron hacia un poderoso pecho. Sasuke ronroneó al reconocer su olor y darse cuenta de que era su compañero, que había adoptado forma humana. Sin pensárselo dos veces, frotó su rostro contra su pecho como muestra de cariño y para aspirar su delicioso aroma, queriendo impregnarse de él hasta oler como su destinado. Era normal en los cambiantes acoplados que sus cuerpos tuvieran los olores de ambos, demostraba que ya pertenecían a alguien.

El pecho de su Alfa vibró, señal de que también ronroneaba, y empezó a acariciarle la espalda, los hombros, la cabeza, las piernas. Sasuke tembló de puro gozo; normalmente no habría permitido que ningún Alfa lo consolara, él no era un Omega débil y podía soportar tanto el dolor físico como la traumática experiencia de ser secuestrado… pero ese jaguar era su compañero y anhelaba su toque, por eso lo permitía.

Cuando se sintió más tranquilo, levantó la vista, curioso por saber cómo era su destinado… y se quedó con la boca abierta. Los amantes de Sasuke solían ser miembros de su clan, por lo que la mayoría tenían el pelo y los ojos oscuros, era a lo que estaba acostumbrado, y por eso le sorprendió tanto el exótico aspecto de su Alfa: era el hombre más alto que había conocido con sus buenos dos metros, y no había una sola parte de su robusto cuerpo que no fuera puro músculo; sus espaldas eran muy anchas y el pecho amplio y acogedor, adornado por fuertes pectorales que bajaban hacia los abdominales más sexys que jamás había visto, los cuales se encontraban enmarcados por una cintura más estrecha, dándole a su Alfa un aspecto poderoso y ágil a la vez, como debía serlo el de cualquier jaguar; su piel era de un tono tostado delicioso, le daban ganas de lamerlo de arriba abajo para averiguar si sabía tan bien como parecía; su rostro era muy apuesto, de facciones duras y varoniles, pero conservaban un aire juvenil que le hacía muy joven y agradable, el cual acentuaban unas curiosas y adorables marquitas en las mejillas; el cabello rubio, dorado como los ardientes rayos del sol, caían en revoltosos mechones hasta rozar sensualmente sus hombros, y esos hermosos ojos azules lo contemplaban con una alegría y felicidad que le llegaron hasta lo más hondo, derribando los fríos muros que solía levantar para el resto del mundo.

Definitivamente, era el hombre más caliente que había visto nunca, y sus instintos animales pronto lo animaron a derribarlo en el suelo y montarlo hasta que ninguno de los dos pudiera mover un músculo.

Su Alfa esbozó una pícara sonrisa, probablemente había olido su lujuria, y se inclinó sobre su oído para susurrarle:

—Pronto, mi Omega. Pronto me tendrás solo para ti.

Sasuke gimió, sintiendo cómo su entrada volvía a mojarse ante esa voz tan profunda y masculina que parecía estar prometiéndole hacer realidad hasta sus deseos más salvajes. Se mordió el labio inferior, tratando de contener ese deseo primario de sellar su unión con su compañero de un modo carnal y primitivo, pues era consciente del fuerte aroma a deseo que exudaba en esos momentos, pero era inevitable; la pantera que había dentro de él rugía de alegría por haber encontrado al fin a su alma gemela y necesitaba sentir que la hacía suya.

Se lamió los labios, intentando mantener un mínimo control sobre sí mismo, aunque este se desvaneció cuando vio la mirada hambrienta que le lanzó su Alfa a su boca. La lujuria también emanaba de su cuerpo, haciéndole saber que no era el único ansioso por estar a solas y dejar que sus manos hicieran algo más que acariciarlo.

—¿Cómo te llamas? —logró preguntar, esperando que eso lograra distraerlo.

Los ojos del jaguar se alzaron hacia los suyos y le sonrió, travieso.

Mierda, otra oleada de humedad inundó su palpitante sexo.

—Naruto —ronroneó, rozándole esta vez los labios, tentándolo a mordisquearlos—. No sabes lo feliz que estoy de haberte encontrado por fin, llevo tanto tiempo buscándote… —murmuró, mirándolo como si fuera la criatura más especial de la faz de la Tierra—. Te prometo que seré un buen compañero, Sasuke, daré lo mejor de mí para hacerte feliz. Te protegeré y cuidaré de ti, y tú también puedes cuidar de mí —dicho esto, esbozó una amplia sonrisa—. He visto la herida que tenía ese cabrón en el cuello, se la has hecho tú, ¿verdad?

Sasuke asintió, sonriendo con malicia.

—Vi mi oportunidad y no la desperdicié.

Naruto gruñó, complacido.

—Tu cuñado me ha dicho que mataste a dos de ellos —comentó, mirándole con una clara admiración—. Eres un Omega fuerte y me siento honrado de ser tu compañero. Estoy orgulloso de ti.

Escuchar esas palabras hizo que Sasuke ronroneara, le gustaba que su Alfa se sintiera así sobre él. Si bien era cierto que los Omegas tenían los mismos derechos que el resto de sus congéneres, muchos preferían que estos, como compañeros, fueran dulces, tímidos y más sumisos, les hacía sentir más… ¿necesarios?, ¿fuertes?, ¿Alfas? No estaba seguro de qué era lo que buscaban exactamente en ese tipo de Omegas, pero él nunca había encajado en ese estereotipo, igual que su hermano. Los dos eran hijos del líder de su clan y habían decidido ser lo bastante fuertes para protegerlo, no les importaba mancharse las garras de sangre por su gente. Por eso mismo era importante para él que su compañero lo aceptara tal y como era.

—Entonces, ¿no debo preocuparme porque vayas a tratarme como a un delicado Omega?

Naruto rio.

—Viendo lo que eres capaz de hacer, no se me ocurriría menospreciarte —dicho esto, sus ojos adoptaron un matiz de preocupación y tristeza y le acarició la mejilla con una ternura que logró que se derritiera por dentro—. Sin embargo, estás malherido, y probablemente también hambriento y cansado. Deja que esta vez sea yo quien se ocupe de ti; te haré una buena comida, nos bañaremos juntos y curaré tus heridas.

Sasuke no pudo evitar sonreír un poco. Jamás había permitido que ninguno de sus amantes cocinara para él, o que le bañara, o cualquier otra cosa parecida, para él habría sido simplemente ofensivo que creyeran que no era capaz de valerse solo. Sin embargo, Naruto era su compañero, con él podía hacer una excepción siempre y cuando él lo hiciera para compartir la intimidad propia de los destinados, no porque pensara que necesitaba ayuda. Además… podía comprender su malestar; estaba herido, sucio, cansado y necesitaba con urgencia comida y agua; seguro que tendría un aspecto deplorable por haber estado tres días en cautiverio, era perfectamente normal que quisiera cuidarlo.

Le dedicó una pequeña sonrisa y apoyó la cabeza en su amplio pecho, frotándoselo con la nariz.

—Solo por esta vez… y porque eres mi compañero.

Escuchó cómo su compañero ronroneaba antes de estrecharlo fuertemente contra sí. Sasuke no se resistió, cerró los ojos y disfrutó de estar encerrado entre sus brazos y de cómo sus manos seguían acariciando su espalda para reconfortarlo. La verdad es que le hacía sentirse muy seguro, protegido y… querido. Era una sensación maravillosa.

—Gracias, Sasuke, prometo no agobiarte. Te pondrás bien en unos días, y podemos aprovechar ese tiempo para conocernos mejor… y ocuparme de otras necesidades —añadió Naruto en un gruñido bajo que hizo que el Omega se estremeciera, por no hablar de una de sus manos, que se había deslizado traviesa hasta su culo para tantear una de sus nalgas.

Sasuke jadeó y se arqueó contra su destinado. Tenía unas manos grandes y viriles, de una textura ligeramente áspera que logró erizar su piel y sus pezones, con dedos largos que seguro se sentirían increíbles si follaran su entrada, la cual, a esas alturas, estaba tan mojada y palpitante que se sentía incómodo.

—Alfa… —gimió, necesitado.

—¿Qué coño crees que estás haciendo?

El Omega se giró al reconocer la furiosa voz de Shisui. Su cuñado estaba a un par de metros de ellos, desnudo, puesto que había estado luchando en su forma animal, y lleno de sangre que no parecía ser suya. No le hizo ni pizca de gracia la manera en la que asesinaba a su compañero con la mirada.

—Sasuke acaba de pasar por una dura experiencia… ¡y tú vas y te aprovechas de él!

Sasuke se dio cuenta entonces de que Naruto y él estaban en una postura muy íntima, con él entre sus brazos, desnudos y muy pegados el uno al otro, por no hablar de la mano que tenía su Alfa en su trasero… Por supuesto, Shisui no era consciente de que ambos eran compañeros, eso era algo que solo ellos dos sabían por el olor que desprendían, mientras que él probablemente estaría aspirando el aroma a lujuria que emanaba su destinado.

Este avanzó a pasos furiosos hacia ellos con las garras extendidas y los colmillos asomando entre sus labios.

—¡Apártate de él! —rugió, agazapándose para abalanzarse sobre él.

Sin embargo, Sasuke lo vio venir y todos sus instintos protectores se activaron. A pesar de estar en pésimas condiciones y del terrible dolor que recorrió su cuerpo al moverse, logró levantarse sobre las puntas de sus pies y envolver protectoramente el cuello de Naruto con sus brazos, clavando los dedos en su espalda con afán posesivo y girándolo de forma que Shisui tuviera que pasar por encima de él para atacarlo. Sin dudarlo, le rugió a su cuñado como una clara amenaza de muerte, dejándolo totalmente parado y confundido.

En otra situación, el Omega jamás habría actuado así con Shisui, había formado parte de su vida desde que Itachi y él eran niños, y era un miembro de su familia desde que descubrieron que era el compañero de su hermano. Por desgracia para él, acababa de encontrar a su destinado y su lado animal estaba muy cerca de la superficie, opacando su raciocinio; lo único que sabía era que no permitiría que nadie hiciera daño a Naruto, antes tendrían que matarlo primero.

Shisui se quedó con la boca abierta.

—Pero… Sasuke…

—No te acerques a él —le advirtió sin dejar de gruñir—. ¡Es mío! —afirmó, clavando aún más sus dedos en la espalda de Naruto, aferrándose a él ante la idea de que pudieran separarlos.

Afortunadamente para su cuñado, su Alfa empezó a ronronear y a acariciar su espalda con suma suavidad a la vez que plantaba tiernos besos en su hombro y su cuello. La sensación de tener sus labios calientes sobre su piel hizo que se estremeciera con un gemido y que olvidara rápidamente todo lo demás, aflojando el agarre que tenía sobre su compañero y, esta vez, abrazándolo fuertemente mientras hundía su rostro en el hueco de su garganta para aspirar su delicioso aroma.

—Tranquilo, mi Omega —lo arrulló Naruto sin dejar de besarlo—. Shisui no lo sabía y se ha preocupado porque yo estuviera intentando tomarte aprovechando tu estado y que estás muy cerca del celo.

Sasuke gruñó y le lanzó una mirada feroz a su cuñado, a pesar de que sus palabras estaban dirigidas a su destinado.

—Tú eres mi compañero.

Shisui levantó las manos en señal de rendición.

—¡Joder! ¿Y yo qué sabía?

—No habría dejado que un Alfa me tratara así a menos que fuera mi compañero —le gruñó, ofendido porque creyera que él se dejaría manosear por cualquiera.

Naruto volvió a distraerlo pasando la lengua por su oído, haciéndole gemir.

—Ya está, Sasuke —susurró mientras jugaba con el lóbulo de la oreja—, Shisui solo estaba preocupado, no pasa nada. Ahora necesito que te centres en mí y me escuches.

Pese a que el Omega aún estaba un poco enfadado con su cuñado, asintió y se giró para mirar a su Alfa. Su rostro ya no tenía ninguna muestra de picardía y estaba bastante serio, de modo que él le prestó toda su atención.

—Dime, mi Alfa.

A Naruto se le escapó una pequeña sonrisa por el apodo cariñoso, pero después la borró y señaló su alrededor.

—Hemos dejado un buen desastre aquí, y también muchos cuerpos. Tengo que ayudar a mis ejecutores y a los lobos a limpiar todo esto, mientras tanto, quiero que vayas con Shisui al coche y descanses un poco.

—Puedo ayudar —replicó Sasuke de inmediato, tratando de incorporarse… sin embargo, le falló una pierna y se habría caído de no ser porque Naruto lo sostuvo entre sus fuertes brazos.

—Mi Omega —lo llamó cariñosamente con una sonrisa—, sé que eres orgulloso y te prometo que la próxima vez dejaré que me ayudes a limpiar la sangre y a quemar los cuerpos si te hace feliz, pero ahora mismo necesitas recuperarte de tus heridas. En el coche hay agua y puedes dormir un poco. —Hizo una pausa en la que entrecerró los ojos con un matiz de inquietud en ellos—. He visto las marcas que te ha hecho ese cabrón, incluyendo la más reciente en tu cuello. Ya estoy bastante preocupado por tu salud, no me lo hagas más difícil, por favor.

Sasuke se ablandó al ver el dolor en sus bellos ojos azules. Realmente odiaba ver sufrir a su compañero, supuso que tal vez se sentía culpable por no haber llegado antes de que Orochimaru le hiciera tanto daño… así que optó por dejar que hiciera su trabajo, pese a que le molestaba alejarse de él.

—De acuerdo —accedió, abrazándolo un poco más, resistiéndose a soltarlo—. No tardes.

—Descuida —le prometió Naruto antes de besarlo en la frente y ayudarlo a ponerse en pie. Luego, lo entregó a Shisui, quien se aseguró de sostenerlo mientras se alejaban de la masacre que había tenido lugar en el cobertizo.

Una vez fuera, Sasuke tuvo que entrecerrar los ojos por la repentina claridad del día, pero se sintió aliviado al estar por fin bajo los cálidos rayos del sol, percibir la suave brisa meciendo sus cabellos y aspirar el aroma de los árboles. Era verdad que necesitaba estar fuera de ese lugar donde había estado prisionero, le hacía falta sentir el aire fresco sobre su piel y la tierra y la hierba bajo sus pies.

Shisui lo llevó hasta uno de los coches todoterreno que había aparcados unos metros más lejos, donde probablemente los habían dejado para que Orochimaru y sus hombres no les oyeran llegar. Una vez allí, lo metió en la parta trasera con una manta y le tendió una botella de agua fría, que Sasuke agradeció con creces mientras se acurrucaba en su asiento. Definitivamente, era mucho más cómodo que el duro suelo de ese cobertizo.

—¿Cómo estás? —le preguntó su cuñado.

—Mucho mejor ahora que esos cabrones están muertos —dijo Sasuke cuando se terminó la botella—. ¿Cómo me encontrasteis?

—Tu padre y yo te rastreamos hasta aquí, pero te perdimos la pista por la ausencia de cámaras y tuvimos que pedirle ayuda al clan de Naruto.

Sasuke levantó una ceja, sorprendido.

—Espera, ¿Naruto es el líder de su manada?

—Sí, el más joven de todos los clanes jaguares. Creo que tiene poco más de doscientos años.

Eso era raro. Normalmente, los Alfas primogénitos se convertían en los líderes de la manada cuando alcanzaban un mínimo de quinientos años, algunos incluso debían esperar hasta haber cumplido un milenio, todo dependía de si su progenitor consideraba si estaban listos o no para asumir su cargo.

—Al parecer Naruto se lleva muy bien con el resto de clanes que hay por aquí a pesar de ser de otras especies y les pidió ayuda. Uno de los lobos vio a tus secuestradores en una gasolinera y te olió en ellos, así que fuimos a investigar. No encontramos nada, así que todas las manadas estuvieron rastreando sus territorios y los alrededores por si te encontraban, pero Naruto insistió en poner a alguien en esa gasolinera por si volvían. Resulta que lo hicieron y su ejecutor los siguió hasta aquí, después nos informó y estuvimos investigando cuántos Alfas eran para poder trazar un plan antes de sacarte.

Sasuke tuvo que reconocer que estaba algo impresionado, no era habitual que los clanes se relacionaran entre sí si pertenecían a razas diferentes, pero con una alianza así, era normal que le hubieran encontrado tan rápido.

—Entonces… —empezó Shisui, que estaba terminando de vestirse—. ¿Naruto y tú?

Sasuke asintió.

—Créeme, yo tampoco esperaba encontrármelo así —dicho esto, sonrió—, pero me alegro de que haya dado conmigo.

—Tu padre estará muy contento cuando lo sepa… aunque Bankotsu se sentirá decepcionado.

Él frunció el ceño al oír el nombre de uno de los Alfas del clan.

—¿Por qué?

—Estaba convencido de que no encontrarías a tu destinado y que le escogerías a él como compañero para que pudierais criar juntos. Siempre ha estado detrás de ti.

—Solo hemos sido amantes, le dejé muy claro que no buscaba una relación.

—Sin embargo, era el Alfa al que más frecuentabas para tener sexo.

—Él sabía cómo tratar conmigo, no esperaba que fuera un Omega sumiso y delicado.

—Precisamente por eso le gustas tanto, por eso y por la posición que ocuparía en el clan si lo convertías en tu compañero. Le gusta el estatus y le gusta tu culo. Tendrías que haber visto cómo se puso Itachi cuando se enteró de cómo fanfarroneaba acerca de que cuando volvieras de América sin un destinado irías corriendo a proponerle un acoplamiento. Estará muy embarazado, pero daba un miedo terrible.

Sasuke gruñó.

—Yo no habría ido corriendo a por él. Habría chasqueado los dedos y él habría venido a mí moviendo el rabo. De todos modos, ya no tiene importancia porque he encontrado a Naruto —dijo, profundamente aliviado por haber tenido la gran suerte de dar con él antes de que entrara en celo. La idea de tener que conformarse con otro Alfa lo había tenido preocupado, a esas alturas, había creído que ya no había esperanzas de dar con su destinado. Pero, por suerte, la Gran Madre había decidido unirlos.

—Tu padre estará feliz cuando se entere —coincidió Shisui con una sonrisa.

—¿Dónde está, por cierto? —Le extrañaba que su padre no hubiera estado ahí para acabar con los desgraciados que le habían secuestrado con sus propias garras.

—Esos malnacidos dejaron un montón de pruebas de tu secuestro, no podíamos permitir que los humanos se metieran en esto, habría sido muy peligroso. Fugaku se quedó en Nueva York para borrar todas las huellas.

En ese momento, Sasuke detectó el olor de Naruto a lo lejos y se irguió sobre su asiento, ansioso por verlo. Había más aromas a su alrededor, sus jaguares iban con él y también los cambiantes lobos, uno de los cuales estaba muy cerca de él. Eso le hizo sentirse un tanto receloso, ya que no estaba acostumbrado a la cercanía de una especie distinta a la suya.

El Alfa no tardó en aparecer acompañado por un hombre de piel morena, cabello castaño corto y ojos negros y afilados. Los ejecutores lobos y jaguares iban detrás, conversando entre ellos alegremente como si fueran amigos de toda la vida, algo que a Sasuke se le antojaba… extraño, aunque para ellos parecía ser lo más natural del mundo. Notó que todavía olían a sangre, pero también a humo y ceniza, indicativos de que habían estado limpiando la escena del crimen y destruyendo los cuerpos.

Naruto y el otro hombre, que Sasuke supuso que era el líder de los lobos, se quedaron hablando un momento mientras el resto se despedía y se dirigía a sus vehículos. Su Alfa le dedicó una inclinación de cabeza, parecía que a modo de agradecimiento, y el lobo le sonrió y le palmeó la espalda, diciéndole unas últimas palabras antes de alejarse. Después, Sasuke vio con el corazón acelerado cómo Naruto le miraba e iba hacia ellos. Cerró los ojos cuando llegó hasta él y le envolvió con sus fuertes brazos, frotando su mejilla contra la suya para mostrarle afecto.

—¿Estás mejor? —le preguntó Naruto con un susurro.

—Sí —respondió Sasuke, sonriéndole.

Su Alfa le devolvió el gesto y luego se separó un momento para coger una bolsa del maletero que contenía su ropa; se vistió rápidamente y después entró en el coche, colocándolo diestramente y sin esfuerzo sobre su regazo para abrazarlo. Él no opuso resistencia y se pegó a su cuerpo, disfrutando de los duros músculos de su torso y de su piel caliente.

—Bien —dicho esto, miró un momento a Shisui, que ya se estaba colocando en el asiento del conductor—. Vamos a ir a mi casa. Podrás comer, darte un baño y descansar. Te sentirás mucho mejor después de eso.

—Y mañana estaremos de vuelta en Nueva York, así que no te preocupes —comentó el Uchiha mientras arrancaba el motor e iniciaba la marcha.

Tanto Sasuke como Naruto se quedaron mirándolo.

—¿Qué? —preguntaron al unísono.

1 comentario:

  1. Anda, no me di cuenta q no habia leido esto..Muy bueno, eres buena haciendo q lea NS xDD

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