Capítulo 2. Kurama Kyubi
Tal y como había sospechado, Sasuke vio a Sakura nada más entrar al hotel.
Estaba sentada en uno de los sillones de la recepción, ojeando una revista…
aunque a juzgar por la forma violenta en la que pasaba las páginas, intuyó que
todavía le estaba dando vueltas al incidente con Blue.
Con un suspiro, se dirigió hacia ella. Al verlo, se levantó de un salto y
le miró con el ceño fruncido.
—¿Por qué has actuado de esa manera?
Sasuke la miró con dureza.
—Blue solo estaba jugando conmigo, no había razón para discutir con nadie y
mucho menos para pelearse —replicó, recordando con rabia cómo había empujado a
Naruto. Sabía que no le había hecho daño, es más, dudaba mucho que Sakura
pudiera hacerle un rasguño, pero no le había gustado nada que atacara a su
doncel.
La mujer enrojeció indignada.
—¡Ese chucho me atacó!
Al oír la forma en que llamaba a Blue, Sasuke necesitó reunir toda su
fuerza de voluntad para no… No estaba seguro de lo que habría hecho, pero el
caso era que habría violencia de por medio.
—Los perros son animales muy protectores, sobre todo con aquellos que
consideran miembros de su manada. Así es como ven a sus dueños, y tú empujaste
al suyo. Blue creía que querías hacerle daño a Naruto y por eso te atacó.
—Aunque sea así, ningún perro debería atacar a una persona. Eso los
convierte en animales peligrosos, debería denunciarlo y hacer que la
sacrificaran.
Ahí, simplemente, no pudo contenerse. Se acercó a Sakura hasta que
prácticamente se cernió sobre ella. Esta se encogió un poco; Sasuke le sacaba
una cabeza de altura y era de complexión musculosa, podría hacerle mucho daño
si se lo propusiera, aunque creía que no llegaría a esos extremos. Por otro
lado, el hombre mantuvo los brazos pegados a los costados y los puños
apretados. No quería hacerle daño, pero tampoco permitiría que le hiciera
ningún mal a Blue.
—Puedes intentarlo si quieres —dijo en voz baja y amenazadora—, pero por si
no te habías fijado, el escándalo que armaste ahí fuera alertó a los
ciudadanos. ¿Viste que alguno de ellos moviera un dedo para defenderte?, claro
que no. En esta ciudad conocen muy bien a los perros, por no decir que
probablemente muchos son amigos de Naruto, así que, pongamos que exiges que
sacrifiquen a Blue, ¿a quién crees que van a apoyar? ¿A uno de sus
conciudadanos, el cual probablemente nunca ha dado problemas con sus perros, o
a una extranjera que no va a quedarse aquí mucho tiempo?
Sakura apretó los labios, pero bajó la cabeza. Más tranquilo, Sasuke se
separó de ella, aunque su tono de voz seguía sin ser suave.
—Además, no olvides que Kurama Kyubi vive aquí y que hemos venido a hacer
un trato con él. Dijo que mucha gente de la ciudad iría a su fiesta, así que
intuyo que tiene una buena relación con la gente de Nome. Dime una cosa, ¿qué
crees que hará si se entera de que estamos causando discordia entre sus amigos?
La mujer se encogió un poco más y se sonrojó por la vergüenza. Si bien ella
era muy inteligente, no se había parado a pensar demasiado cuando había creído
que Sasuke estaba siendo atacado por ese perro. Además, el hecho de que él se
hubiera preocupado más por ese animal y el idiota de su dueño le había dolido
mucho, y no había querido que se salieran con la suya.
Sin embargo, si lo que decía Sasuke sobre el señor Kyubi era cierto, podría
haber estropeado la alianza entre Biju S. A. y Corporaciones Uchiha; eso no le
habría gustado nada a Fugaku, podría despedirla por ello. Y, en todo caso,
tampoco quería que Sasuke se enfadara con ella, así que decidió dejar estar el
tema y centrarse en lo que había venido a hacer a esa maldita ciudad: cerrar el
trato con el señor Kyubi y seducir al joven Uchiha. Este nunca había aceptado
salir con ella a comer o a otra cosa cuando estaban en el trabajo, así que ese
viaje era su mejor oportunidad para conseguir que se fijara en ella de una vez
por todas.
—Tienes razón, Sasuke. Discúlpame.
Él hizo un brusco asentimiento y pudo relajarse del todo… Bueno, casi. Aún
sentía un hormigueo en el estómago debido al inesperado encuentro con Naruto;
necesitaba irse a su habitación, tumbarse en la cama y poner sus pensamientos
en orden.
—Bien. Debemos intentar no causar problemas aquí mientras estemos
negociando con Kyubi. Si lo tienes claro, recuerda que a las siete tenemos que
estar saliendo del hotel, así que procura cenar pronto —dicho esto, dio media
vuelta para marcharse.
—¡Sasuke!, ¿a dónde vas? —le llamó ella.
—A mi habitación, tengo trabajo que hacer. —Era una mentira, pero no quería
que le molestara hasta la hora de cenar, donde estaba seguro que la
encontraría.
Subió las escaleras rápidamente y se encerró en su cuarto. Tras quitarse la
gabardina, los guantes y la bufanda, se sentó en la cama y apoyó la cabeza
entre sus manos, tratando de tranquilizarse. Todo esto le había venido de
sorpresa, se sentía emocionado y muy confundido al mismo tiempo. Por una parte,
se alegraba de poder recordar algo y de saber que había querido tanto a alguien
como Naruto, pero por otra, estaba decepcionado porque no estaban juntos y él
actuaba como si no le conociera.
Le preocupaba haber hecho algo lo suficientemente grave como para que
Naruto aprovechara su amnesia y dijera que no se conocían. ¿Qué podría haberle
hecho?, la verdad era que se veía incapaz de hacer nada que pudiera herirlo
pero, tal vez, la persona que era ahora y la que había sido antes de perder la
memoria eran distintas.
Ahora que lo pensaba, Itachi mencionó algo al respecto. Decía que hubo un
tiempo en que había sido la marioneta de su padre, el cual le había moldeado
para que aceptara lo que él consideraba su destino: estudiar en la universidad
dirección de empresas para después entrar a trabajar en Corporaciones Uchiha,
la cual era el legado de Fugaku para sus dos hijos. Por supuesto, él pensaba
que debía casarse con una mujer de buena familia, rica y poderosa y, por
supuesto, que estuviera al nivel del buen nombre de los Uchiha. Después,
esperaba de él que tuviera al menos un hijo varón, un heredero que mantuviera
la reputación de su apellido.
Sin embargo, según le contó Itachi, Sasuke cambió unos meses antes de su
accidente: empezó a negarse a ir a los actos donde se esperaba que estuviera
Fugaku presente con su familia y mostró menos interés en su carrera, aunque lo
más significativo fue que rompió su compromiso con Karin, cuya boda iba a
celebrarse el año pasado, cuando él terminara sus estudios.
En otras palabras, si bien su personalidad no había cambiado, sí lo había
hecho el objetivo que tenía en su vida, y ese cambio tal vez pudo provocarlo
Naruto, aunque no sabía si fue por conocerlo o que su ruptura le hiciera abrir
los ojos. ¿Y si había tenido algo que ver el compromiso con Karin? Probable. Si
Naruto lo hubiera descubierto, era de esperar que rompiera con él y no quisiera
volver a saber nada de él, pese a que Sasuke intuía que canceló la boda para
poder volver con su doncel.
Sí, era una posibilidad muy fiable.
Ahora, lo mejor que podía hacer era intentar acercarse a Naruto y
demostrarle que podía ser un novio en el que confiar, que nunca volvería a
hacerle daño de esa manera o de cualquier otra. Esa decisión lo tranquilizó un
poco y pudo tumbarse en la cama.
Buscó sus auriculares y los conectó a su móvil para escuchar a Kitsune;
esta vez, se puso una canción instrumental, Beautiful memories (sí,
Sasuke estaba un poco obsesionado con todo lo que tuviera que ver con los
recuerdos), y cerró los ojos, repasando una y otra vez el único recuerdo que
tenía de Naruto. No pudo evitar sonreír al pensar en el ramen; nunca le había
gustado esa comida, y sin embargo, en esos dos años, cada vez que pasaba por un
local especializado en esta, tenía que sentarse allí y pedir una ración.
Entonces, pensó en que sabía cómo había conocido a Naruto a partir de ese
recuerdo. Trató de centrarse en eso, de imaginarse la escena por si acaso su
mente podía recuperar esa parte de su vida. Intentó verse a sí mismo en un
callejón, probablemente pensando en el final del segundo curso de su carrera,
cuando debió de oír a esos hombres…
Solté un suspiro hastiado mientras andaba de camino a casa. Por fin habían
terminado las clases y tendría dos meses de vacaciones por delante antes de
volver a ese infierno. Solo me faltaban dos años más para terminar la carrera,
dos años y entraría a trabajar en la empresa de la familia… y me casaría con
Karin.
Al pensar en ello, me estremecí; podía verme a mí mismo yendo todos los
días al edificio desde donde mi padre dirigía su imperio, pasando el día y parte
de la tarde mirando papeles de estadísticas, pensando en el modo más
beneficioso de mejorar la calidad de los productos y en venderlos al mejor
postor por un precio que interesara a la empresa, y después, volvería a casa,
donde Karin me estaría esperando…
Me paré en seco con los hombros hundidos. Nunca había estado muy seguro de
lo que quería hacer con mi vida, pero sí estaba seguro de que quería que mi
padre, por una vez, se sintiera tan orgulloso de mí como lo estaba de Itachi.
Mi hermano siempre había sido mucho más inteligente, lo suficiente como para
terminar la universidad con veintidós años, y al entrar en Corporaciones
Uchiha, le costó muy poco subir escalones hasta convertirse en representante de
mi padre ante los socios de otros países y formar parte de la junta de
dirección. Yo, en cambio, no era tan brillante, pero me esforzaba por serlo,
con tal de que mi padre me diera un poco de atención, y así había sido desde
que había empezado la carrera…
Pero no soy idiota, con cada año que pasa, me siento más deprimido, y ni
siquiera las ensoñaciones de mi padre en el que sus dos hijos dirigirían codo
con codo el imperio de los Uchiha me animaban. No es que no quisiera trabajar
con Itachi, adoraba a mi hermano a pesar de que a menudo me sentía celoso de
él, pero probablemente era la persona a la que más quería; él era el único que
se había dado cuenta de lo que me pasaba e intentaba ayudarme, quería que
dejara la carrera, me tomara un año sabático para averiguar lo que quería hacer
y después fuera de cabeza a ello. Me decía que no importaba si nuestro padre no
lo aprobaba porque él estaría ahí para apoyarme, y mamá seguro que también lo
haría.
A veces, eso era justo lo que quería hacer, coger las maletas y viajar en
busca de algo que realmente me apasionara, pero luego pensaba en el
enfrentamiento que tendría con mi padre y me echaba atrás.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que pegué un salto cuando oí un
grito:
—¡Serás hijo de
puta!
Giré la cabeza en dirección a un callejón que había a pocos metros. Con
cautela, me acerqué a este y me asomé, a tiempo de ver a tres hombres que se
cernían sobre un chico. Fruncí el ceño al fijarme en un cuarto hombre tirado en
el suelo, inconsciente y con una nariz rota que sangraba.
La voz ronca de uno de ellos llamó mi atención.
—¿Cómo te atreves a romperle la nariz a Jirobo, doncel de mierda?
Un momento, ¿ha dicho doncel?
Miré más detenidamente al chico y supe por qué lo había confundido con un
varón; la camiseta blanca sin mangas se ceñía a un cuerpo ligeramente atlético,
que marcaba unos finos y ondulados músculos, aunque si me fijaba bien en su
cintura y sus caderas era evidente que se trataba de un doncel. Por si no fuera
poco, el cabello corto y rebelde le daba una apariencia más masculina, ya que
los donceles solían llevarlo más largo y bien cuidado y peinado.
—¿Estáis seguros de que es un doncel?, es demasiado violento —preguntó un
hombre de pelo oscuro recogido en una coleta alta. Era muy grande y robusto, y
con unos brazos bastante voluminosos.
—Tiene las caderas de una mujer —comentó otro que tenía el pelo de color
ceniza y lo llevaba largo hasta los hombros, con el flequillo recortado de tal
forma que le tapara uno de sus pequeños y oscuros ojos.
El tercer hombre, que parecía ser el hermano gemelo de este último, sacó un
cuchillo, haciendo que me alarmara, y señaló al muchacho con él.
—Ahora, si no quieres que te hagamos daño, nos la vas a chupar a los tres,
y cuando Jirobo se despierte, dejarás que la meta en tu culito prieto. Le has
roto la nariz y tienes que compensarle.
El doncel levantó las cejas y sonrió con malicia.
—Claro que sí, caballeros, ¿desean también un vasito de sake con bolas de
arroz?
Nada más oír sus palabras, palidecí. ¿En qué demonios estaba pensando ese
idiota?, ¿acaso pretendía que lo mataran?
El hombre que llevaba el cuchillo apretó los dientes.
—¿Encima cachondeo? Tienes una última oportunidad para disculparte, chaval…
—Vale, vale, todo el mundo tranquilo —dijo el doncel levantando las manos—.
Haré lo que me digáis, pero guarda el cuchillo, por favor.
El que parecía ser el líder del grupo sonrió con arrogancia y guardó el
arma antes de señalar al chico con la mano.
—¿Veis cómo se hace, muchachos? —dicho esto, se encaró de nuevo a su
víctima. Empezó a caminar hacia él a la vez que se quitaba el cinturón y se
desabrochaba los pantalones—. Me llamo Sakon y mis otros colaboradores son
Kidomaru y mi hermano Ukon. Será mejor que seas buen chico y no se te ocurra
usar los dientes, porque si lo haces, sacaré el cuchillo y te lo clavaré en la
cabeza.
—Tranquilo, no tengo intención de usarlos —prometió el doncel.
Ya tenía suficiente. No estaba seguro de que pudiera yo solo contra los
tres, pero al menos le daría al doncel el tiempo suficiente para que escapara.
Así, dispuesto a luchar, me adentré en el callejón y abrí la boca para llamar
su atención, sin embargo, ningún sonido llegó a salir de mis labios.
Porque, en cuanto Sakon estuvo lo bastante cerca, el muchacho se movió tan
rápido que no pude ver bien lo que había hecho, al menos hasta que el hombre se
dobló hacia delante por el dolor mientras lanzaba un agudo alarido. Hice una
mueca al ver que el chico lo había enganchado por los genitales y que se los
estaba retorciendo con fuerza. Entonces, el doncel le dio un rodillazo en la
cara, con tanta fuerza que la cabeza de Sakon salió disparada hacia atrás,
seguida por su cuerpo, que acabó inmóvil en el suelo.
Me lo quedé mirando con la boca abierta, igual que los otros dos hombres.
El chico, por otro lado, los miró esbozando una sonrisa divertida.
—¿Qué? No he usado los dientes.
—¡Serás cabrón! —gritó el hermano gemelo, que corrió hacia él para darle un
fuerte puñetazo. Sin embargo, el doncel fue más rápido y lo esquivó haciéndose
a un lado, aunque aprovechó también para cogerle la muñeca con la mano derecha,
lo arrastró hacia él y levantó el brazo izquierdo, que estaba más cerca del
cuerpo de Ukon, para después bajarlo y asestarle un codazo en el antebrazo.
Incluso desde donde estaba, pude oír con un escalofrío cómo el hueso se rompía.
Sin pérdida de tiempo, el muchacho aprovechó la distracción del hombre para
darle un puñetazo con la mano que antes había agarrado la muñeca. El golpe fue
certero hacia la mandíbula y lo dejó fuera de combate.
El chico se miró un momento los nudillos ensangrentados antes de volverse
hacia Kidomaru. Yo le miré preocupado; una cosa era Sakon y Ukon que, pese a
tener una complexión fuerte, no eran una mole de músculos como el último hombre
que quedaba en pie. Aun así, el doncel no parecía preocupado, incluso sonreía
con anticipación cuando le dijo:
—¿Tú también quieres recibir, grandullón?
Kidomaru hizo chocar su puño contra la palma de la otra mano y flexionó los
brazos en una demostración de fuerza.
—Cuando acabe contigo, tendrás un nuevo agujero en el culo.
—Cuando acabe contigo, necesitarás una dentadura nueva.
El hombre soltó un grito y corrió hacia él. Yo empecé a ir hacia donde
tenía lugar la pelea, sabiendo que si esa bestia impactaba contra el doncel,
este quedaría hecho papilla, sobre todo porque tras este, había un muro de
ladrillos.
Pero, una vez más, mi intervención fue totalmente innecesaria, porque el
muchacho flexionó las piernas y esperó. Cuando Kidomaru estaba a punto de
abalanzarse sobre él, el doncel se agachó y lanzó una patada giratoria contra
sus pies, haciendo que el hombre perdiera el equilibro y cayera directo hacia
delante. Acabó dándose de lleno contra la pared de ladrillo, perdiendo la
consciencia al instante.
Me quedé clavado en mi sitio, mirando otra vez con la boca abierta cómo el
doncel se levantaba y le canturreaba a su último rival:
—Te dije que necesitarías una dentadura nueva.
—Jo-der —se me escapó. Seamos sinceros, no todos los días ves a un joven
doncel dándole una paliza alucinante a tres hombres grandes y fuertes (y eso
sin contar al que estaba tirado en el suelo, al que probablemente había tumbado
con un puñetazo).
Al escucharme, este se sobresaltó y me miró; parecía que no se había dado
cuenta de mi presencia, aunque no me extrañaba teniendo en cuenta que estaba
más concentrado en la pelea.
El doncel me sonrió.
—Ese es el halago más original que he oído nunca.
Al darme cuenta de que probablemente tenía cara de idiota, carraspeé y me
erguí un poco, tratando de recomponerme.
—Yo… ah… —¿Qué demonios me pasaba? ¿Desde cuándo Sasuke Uchiha se quedaba
sin palabras? ¡Céntrate, maldita sea!—. Iba a ayudarte, pero ya veo que no
hacía falta.
El chico soltó una risilla mientras se acercaba a mí.
—Dicen que la intención es lo que cuenta.
Yo sonreí un poco.
—Me alegro de no haber intervenido. Habría quedado en ridículo después de
lo que has hecho.
El doncel puso los ojos en blanco.
—Los hombres y su ego masculino. Se creen que tienen que ser caballeros
andantes.
Levanté una ceja.
—Tú no pareces ser una princesa en apuros.
Ante ese comentario, el chico señaló a Sakon.
—¿Has visto lo que he hecho con sus huevos?, llámame princesa y
correrás la misma suerte.
No pude evitar reírme. Él me gustaba, no era como las mujeres y donceles
que me perseguían como perritos falderos sin tan siquiera conocerme, alabándome
sin parar y dándome la razón en todo cuanto decía, aunque fuera una soberana
estupidez. Este doncel no se escondería detrás de mí esperando a que le
salvara, sino que era perfectamente capaz de apañárselas solo, y por si eso no
fuera suficiente, no tenía ningún problema en hacerme entender que solo por ser
guapo tenía derecho a llamarle como me diera gana. Incluso había amenazado con
castrarme.
Levanté las manos como si me rindiera.
—Por el bien de mis genitales, esa palabra no saldrá de mi boca en tu
presencia. —Él también se rio y yo le ofrecí la mano—. Soy Sasuke.
—Jackie Chan. —Debí de poner cara de susto, porque el doncel soltó una
carcajada y sacudió la mano—. Qué va, hombre, más quisiera yo. Me llamo Naruto,
y no te doy la mano porque no quiero mancharte de sangre.
Oír eso me preocupó mucho. Creía que ni siquiera le habían tocado, Naruto
había controlado el combate en todo momento.
—¿Estás herido? Déjame ver.
Naruto permitió que viera su mano derecha, cuyos nudillos estaban
ensangrentados.
—Suele pasar cuando das puñetazos, no es nada.
—Al menos, deja que te acompañe a casa y te cure eso.
El doncel enarcó una ceja y me dedicó una sonrisa traviesa. Me pareció lo
más sexy que había visto en mi vida.
—¿Estás intentando averiguar dónde vivo?
Su sonrisa y ese tono sugerente me indicó que él estaba coqueteando.
Normalmente, las chicas que intentaban invitarme a salir se mostraban muy
tímidas y tartamudeaban, debido al miedo a ser rechazadas, pero Naruto era
directo y atrevido, y yo dudaba mucho que pudiera inspirarle temor alguno.
Eso me gustó aún más.
—A lo mejor —respondí, pero después añadí—. Aunque reconozco que si mi
madre se entera de que me he encontrado con un doncel herido y no he hecho nada
para ayudarlo, me matará.
Naruto rio de buena gana y me cogió los dedos con la mano izquierda, la que
no tenía sangre, para guiarme hacia su casa. No hice el menor esfuerzo por
soltarme.
—No voy a juzgarte por eso, yo me escondía en el armario cuando la mía se
enfadaba. Mi padre solía decir que los hombres que temen a sus madres son
hombres sabios.
Por su forma de hablar, intuí que sus padres habían fallecido y eso me
entristeció. Naruto parecía más joven que yo, no debía de tener más de veinte
años, tuvo que ser muy duro para él. Aun así, acabábamos de conocernos y sabía
que no era apropiado sacar ese tema, por lo que probé con algo que le haría
sonreír.
—Entonces yo soy un hombre sabio. Eso es un punto a mi favor.
Tal y como suponía, Naruto curvó los labios hacia arriba y me lanzó una mirada
divertida.
—Que sepas que llevarte a mi casa no significa que vaya a pasar nada entre
nosotros. Llámame anticuado, pero no haremos nada hasta la tercera cita.
Le miré inquisitivamente, aunque no dejé de sonreír.
—¿Vamos a tener una cita?
—No lo sé, pídeme una y espera a ver qué digo.
Se me escapó una carcajada. Era muy gracioso cómo Naruto me estaba liando
para que le pidiera salir.
—Eres un diablillo, ¿lo sabías?
El doncel volvió a sonreírme como si estuviera tramando algo. De nuevo, me
pareció muy sexy, y más aún con ese cabello rebelde enmarcando sus rasgos; era
como si se lo hubiera dejado así a propósito para seducirme.
—¿Te dan miedo los diablillos, Sasuke?
—Sería estúpido si no te tuviera miedo después de lo que he visto —dije,
haciéndole reír. Me gustaba verlo así, era como si esa alegría fuera su estado
natural.
—No te preocupes, no muerdo… a menos que me lo pidan —añadió, guiñándome un
ojo.
Nunca en mi vida había tenido una erección tan rápido. Que Naruto tuviera
iniciativa en ese aspecto me resultaba muy excitante, era un cambio muy
agradable en comparación con las chicas con las que había estado. Siempre era
yo quien tenía que dar el primer paso, y ellas me dejaban que controlara la
situación, eran bastante pasivas y apenas se movían si no se lo exigía. Les
gustaba recibir, pero no dar. Si Naruto era como yo creía, iba a disfrutar
mucho si conseguía llegar a esa tercera cita.
Pero para eso, tenía que pedirle la primera.
—Entonces me arriesgaré —comenté, divertido y haciendo que Naruto soltara
una risilla—. Naruto, ¿te gustaría salir conmigo?
Para entonces, habíamos llegado a un edificio de tres pisos, cuya fachada
era de color verde claro y estaba decorada con una larga verja de hierro negro
que protegía el pasadizo que conducía a las viviendas. El doncel abrió la
puerta principal y yo le seguí por las escaleras hasta la tercera planta, no
parecía que hubiera ascensor.
—Mmm… —Naruto fingió estar pensándoselo, cosa que me hizo gracia—. No sé,
¿qué propones que hagamos?
“Podríamos quedarnos en tu casa y ver si realmente muerdes”, eso fue lo
primero que me vino a la cabeza. Alejé esa fantasía, que esperaba que se
cumpliera en un futuro cercano, y barajé las opciones.
—El verano acaba de empezar, ¿qué te parece si tomamos un helado? —Una cena
me parecía demasiado para una primera cita, más aún sin saber lo que le gustaba
o no a Naruto. Un helado era más ameno, muy informal, y creo que una buena
forma para conocernos un poco.
En ese momento, Naruto acababa de abrir la puerta de su casa. Se giró para
mirarme y me dedicó una hermosa sonrisa sincera.
—Me encanta el helado —y sin previo aviso, se acercó hasta poner sus labios
en mi oído—, sobre todo si tengo que lamerlo de tu cuerpo.
… No estoy muy seguro de la cara que puse, pero fuera cual fuera, Naruto
rio con ganas y entró en su casa dejando la puerta abierta, invitándome a
pasar.
Alcé la vista al cielo y le pedí a quien quiera que estuviera ahí arriba
que me ayudara, porque como Naruto siguiera haciendo esas cosas yo no podría
aguantar hasta la tercera cita.
Sasuke bajó a la recepción del hotel a las siete menos diez. El coche de
alquiler que había ido a buscar esa misma tarde ya estaba en la entrada,
preparado para iniciar el viaje hacia la casa de Kurama. Lo último que le
apetecía hacer a Sasuke era tener esa reunión, pero quería acabar cuanto antes
con ese molesto asunto antes de pasar a lo verdaderamente importante.
Recordar cómo había conocido a Naruto le había emocionado mucho, eso
significaba que podía recordar con relativa facilidad lo que habían vivido
juntos siempre que tuviera suficiente información. Le habría gustado pasarse el
resto del día intentando recordarlo todo o buscar a Naruto para estar un rato
con él, esperando poder reparar el daño que le había hecho y retomar lo que habían
tenido juntos.
Sin embargo, debía prepararse para enfrentarse a Kurama. Ya había elaborado
su estrategia, no una para que aceptara el trato de unirse a Corporaciones
Uchiha, sino para poder quedarse en Nome más tiempo, hasta que pudiera hacer
que Naruto y él arreglaran las cosas. Si el líder de Biju decía que no, era tan
sencillo como seguir insistiendo, y si decía que sí, eso comportaba cierto
papeleo y muchos abogados para que ambas partes estuvieran seguras de que no
había nada que perjudicara a una empresa u otra. En ese aspecto, esperaba estar
cubierto, porque no acababa de confiar en que sería tan fácil llevar a Kurama a
su terreno y manipularlo a su antojo.
Aun así, él también era inteligente y tenía mucho más que perder. Haría lo
que fuera necesario para poder quedarse más tiempo.
—Ya estoy lista.
La voz de Sakura interrumpió sus pensamientos y se giró para hablarle. Sin
embargo, cerró la boca cuando vio detenidamente lo que llevaba puesto.
No podía estar hablando en serio.
—Ah… Sakura…
—¿Sí? —inquirió ella con una sonrisa que pretendía ser coqueta.
—Te he dicho que la fiesta era informal, ¿verdad?
—Sí, pero nosotros vamos por negocios, he pensado que teníamos que
ser un poco más formales.
—Sí… pero no hasta ese punto —comentó Sasuke, mirándola de arriba abajo.
Sakura se había puesto un vestido de noche de color rojo intenso, con una
falda larga que le llegaba hasta los tobillos y que ocultaba las finas mallas
blancas que iban cogidas por ligas a sus braguitas brasileñas, así como sus
zapatos de tacón, que iban a juego con su vestido. El escote y las mangas
largas eran de encaje, así que Sasuke no entendía cómo no iba a morirse de frío
a pesar del abrigo largo de color blanco que llevaba.
Por otro lado, él llevaba unos pantalones de pana oscuros y un jersey de
cuello vuelto gris, nada excepcional, pero al menos era una vestimenta estándar
y no pasaría frío. La gabardina era lo único que le daba un toque elegante,
porque pensaba seguir llevando las botas de nieve, más aún si esa casa estaba
cerca del bosque.
—Deberías ponerte otra cosa —insistió.
—Estaré bien, en serio. Además, vamos a estar dentro de la casa y habrá
mucha gente, así que el ambiente estará… caldeado.
Sasuke estrechó los ojos, analizando cuidadosamente la última palabra y su
probable doble significado. Si eso era un intento de flirteo… No, mejor lo
ignoraba, esa noche tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse
por si Sakura quería algo con él; ella era mayorcita y podía tomar decisiones
por su cuenta, y si esa noche acababa enferma, al menos escarmentaría y no
volvería a cometer otra tontería como aquella.
Así que los dos fueron al coche y Sasuke puso rumbo a casa de Kurama.
Abandonaron la ciudad iluminada de Nome y se adentraron en una llanura cubierta
de nieve, la cual había adoptado un suave tono azul claro gracias a la luz que
proporcionaban la luna y las estrellas, en claro contraste con el color oscuro
del cielo, pero que parecía cálido gracias a los astros que lo decoraban. En el
horizonte, tras atravesar una colina, vio las negras copas de los abetos que
anunciaban a lo lejos el bosque, alzándose imponentes hacia el cielo, como si
trataran de alcanzarlo.
Sasuke no podía evitar estar maravillado. Le encantaba el paisaje, inmerso
en el reino de la naturaleza, de belleza salvaje y aun así dominado por un
silencio tranquilo; era tan distinto de la artificiosa, ruidosa y ajetreada
Tokio. Si tuviera que escoger un lugar para vivir, probablemente elegiría algún
sitio como aquel.
En cambio, para Sakura era todo lo contrario. Encontraba aquellos oscuros
páramos nevados hostiles, situados en mitad de la nada y probablemente lleno de
animales salvajes. La gente de la ciudad tampoco le gustaba, los veía poco
sofisticados y refinados, casi como paletos de pueblo; no comprendía que los
duros y gélidos inviernos de Alaska habían hecho que su gente desarrollara un
carácter independiente y curtido, pero también familiar y amistoso, puesto que
a menudo necesitaban los unos de los otros para sobrevivir. De ahí venía
también su fuerte convivencia con los perros, ya que el clima a menudo no les
permitía viajar de un lado a otro a menos que fuera en trineo y, a diferencia
de los motores de los vehículos, un perro nunca te dejaba tirado.
Les costó más de media hora llegar hasta la casa de Kurama que, como él
había dicho, era bastante sencilla de encontrar, ya que habían quitado la nieve
de las carreteras y también de un camino que conducía al bosque de abetos que
Sasuke había visto a lo lejos. Era allí donde se encontraba el hogar del director
de Biju: se trataba de una bonita casa de dos pisos, toda revestida de madera y
con un techo de tejas negro inclinado, para que la nieve cayera. Cuando aparcó,
Sasuke vio algunas ventanas y también le pareció vislumbrar una segunda casita
del mismo estilo que el otro edificio con una verja alrededor.
Salió del coche y Sakura le siguió con algo de dificultad, ya que con sus
tacones y el vestido largo le resultaba muy difícil caminar firmemente sobre la
nieve. Él se quedó mirándola con una expresión que decía a todas luces: “ya te
lo advertí”, pero se abstuvo de hacer ningún comentario y empezó a caminar
hacia las escaleras que conducían a un modesto porche, el cual no tenía ningún
mueble, probablemente a causa de las constantes nevadas. Cuando estuvo ante la
puerta, oyó a alguien cantando y el sonido de una guitarra, además de un montón
de gente que coreaba la canción.
Golpeó dos veces la puerta y le abrieron prácticamente al segundo. Apareció
una mujer alta, con ojos marrones y cabello castaño largo recogido en dos moños
que vestía una blusa abrigada de color rojo con motivos chinos dorados y unos
leggins ajustados negros, además de las botas de nieve. Al verlos, frunció un
momento el ceño.
—Vosotros no sois de por aquí, ¿verdad?
—Venimos a reunirnos con el señor Kyubi —explicó Sasuke.
El rostro de la mujer se iluminó.
—¡Ah, sí!, dijo que iba a venir un caballero de Japón para hacer negocios,
pasad, por favor —dicho esto, se hizo a un lado y los dejó entrar. Les ofreció
llevar sus abrigos a una habitación y, al ver la indumentaria que llevaba
Sakura, se quedó con los ojos como platos—. ¡Pero, mujer!, ¿qué llevas puesto?
¿Acaso quieres convertirte en helado para osos?
—¿Has dicho osos? —preguntó Sakura, palideciendo.
Su anfitriona la miró extrañada.
—Esto es Alaska, chica, está lleno de osos y lobos —nada más decir eso, se
acomodó el abrigo y la gabardina de los recién llegados sobre un brazo y se
dirigió a Sakura—. Ven conmigo, seguro que Naruto tiene algo que te podamos
poner…
Al oír ese nombre, Sasuke se sobresaltó y no pudo evitar sonreír. Con que
Naruto estaba por allí…
Por otra parte, Sakura apretó los labios. ¿Qué se creía esa mujer?, ¿que
iba a permitir que la vistieran con esas horribles prendas holgadas? Ella
quería que Sasuke se fijara en ella, ¡no que la evitara!
—Estoy bien, no necesito nada —replicó indignada antes de mezclarse con el
gentío.
La mujer hizo una mueca.
—Tu novia tiene malas pulgas, ¿eh?
Sasuke arrugó la nariz.
—No es mi novia, solo trabajamos juntos —aclaró. Se dio cuenta de que ella iba
a disculparse, pero él la interrumpió antes de que lo hiciera—. Disculpe,
¿conoce por casualidad a Naruto?
—Sí, claro. ¿Usted lo conoce? —Sasuke iba a responder, pero no tuvo tiempo,
ya que un brillo de reconocimiento apareció en sus ojos al examinarlo bien—.
¡Ah, tú eres Sasuke!, el hombre al que Blue se le tiró encima, ¿verdad? —casi
chilló. Parecía muy ilusionada.
Él parpadeó, un poco sorprendido porque supiera su nombre.
—Pues… sí.
—¡Kiba me ha hablado mucho de ti! —le dijo a la vez que le daba dos besos a
modo de saludo. Tanta efusividad lo tenía algo confundido—. Yo me llamo Tenten;
Kiba, Naruto y yo somos del mismo grupo de amigos. Me alegro mucho de
conocerte.
—Lo mismo digo. —Con que amiga de Naruto…—¿Kiba habla mucho de mí?
—preguntó, un tanto extrañado ya que apenas se conocían.
Entonces, Tenten le miró de arriba abajo y sonrió con aprobación. Sasuke no
estaba seguro de cómo sentirse ante eso.
—Sí, bueno, no todos los días Blue se lanza sobre un extraño —dicho esto,
se inclinó un poco hacia él—. Así que… ¿estás soltero?
La miró con el ceño fruncido. Muchas mujeres le preguntaban lo mismo, y no
por entablar una amistosa conversación.
—Sí… —respondió con cierto recelo, retrocediendo un poco.
La sonrisa de Tenten se hizo más amplia.
—¿Y no estarás buscando por casualidad una novia… o tal vez un doncel?
La forma en que resaltó esa última palabra llamó mucho su atención. Casi
parecía que se estuviera refiriendo a Naruto, así que respondió:
—Tal vez.
Los ojos de la mujer brillaron.
—¿Y… tienes algún tipo predilecto? Ya sabes, por ejemplo… pelo rubio, ojos
azules, trasero de infarto y sexy como el infierno…
Esta vez, Sasuke le devolvió la sonrisa.
—Resulta que justamente ese es mi tipo favorito.
Lo único que le faltó a Tenten para mostrar su alegría fue dar saltitos
acompañados de un grito similar al que hacían las colegialas cuando un chico
guapo les guiñaba el ojo. Cogió uno de sus brazos con el que ella tenía libre y
lo guio entre la muchedumbre hacia unas escaleras que conducían al segundo
piso, no sin antes pedirle a un doncel de ojos saltones y pelo negro brillante
cortado al estilo tazón que dejara los abrigos en una de las habitaciones.
—¡Entonces tienes que unirte a nosotros después de hablar con Kurama! Solo
tienes que buscarnos a mí o a Kiba —dicho esto, le dio un apretón cariñoso en
el brazo y le susurró al oído—. No te preocupes si Naruto no te acepta
enseguida, es muy difícil.
—Me gustan los retos.
De nuevo, Tenten pareció estar a punto de soltar un gritito.
—Eres encantador.
—¿Sasuke?
Este y Tenten vieron a Sakura junto a las escaleras con los brazos cruzados
y una mirada asesina en el rostro. Había preguntado a un hombre si sabía dónde
podía encontrar al señor Kyubi, el cual le había respondido que tenía su
despacho en el segundo piso antes de comentarle que iba a pasar frío con ese
vestido y que el anfitrión no tendría problemas en darle algo más caliente,
cosa que ella había rechazado bastante molesta. Y ahora, cuando se disponía a
avisar a Sasuke, se lo encontraba cogido al brazo de esa desagradable mujer, y
encima, parecía de lo más cómodo con ella.
—Deberíamos reunirnos ya con el señor Kyubi —le dijo, fulminando a Tenten
con la mirada.
Esta, para nada intimidada, sonrió a Sasuke.
—Os acompaño hasta su despacho.
Sakura quiso protestar, pero no sabía cuál de todas las habitaciones era el
despacho del señor Kyubi y tampoco quería que pareciera que entraba en ellas
para fisgonear, de modo que se dedicó a asesinar con la mirada a Tenten, que
todavía no soltaba el brazo de Sasuke.
—Tenten, ¿conoces bien al señor Kyubi? —le preguntó este, un poco
intrigado.
—Mmm… Le conozco desde hace un par de años; no es mala persona, pero es muy
difícil saber lo que piensa o trama. Aun así, ha ayudado mucho a la gente de
Nome y por eso los ciudadanos le apreciamos tanto.
—Ya veo.
—Con él es mejor hacer y decir las cosas claras. Mentirle no os servirá de
nada, se daría cuenta enseguida y jugaría con vosotros hasta que os delatéis.
Disfruta mucho con eso. —Se detuvo frente a una puerta y finalmente se separó
de Sasuke—. ¿Mi consejo?, no hagáis nada que pueda cabrearle. —Hizo una pequeña
pausa en la cual levantó una mano a modo de despedida con una sonrisa—. Os
deseo mucha suerte, y a ti, Sasuke, te veré luego en la fiesta.
Sakura enrojeció al darse cuenta de que esa arpía había llamado a su Sasuke
por su nombre de pila.
—Es señor Uchiha —la corrigió con dureza.
Tenten sacudió la mano sin darle ninguna importancia.
—A él no le importa, ¿a que no, Sasuke?
—Claro que no. Gracias por todo, Tenten.
Ella le guiñó un ojo.
—Acuérdate de buscarnos —y dicho esto, fue casi corriendo a buscar a Lee y
a Kiba para contarles quién estaba en la fiesta.
Por otro lado, Sakura observó a Sasuke estrechando los ojos.
—¿A qué ha venido eso?
Este se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
—¿El qué?
—¿Vas a ir a buscar a esa mujer después de la reunión?
Sasuke apretó los puños. No sabía a qué venía esa actitud celosa por parte
de Sakura, ellos no eran pareja ni tenían ninguna relación, de hecho, ni
siquiera se habían acostado. Creía que le había quedado claro que no sentía
nada por ella después de las muchas veces que había rechazado sus invitaciones
a salir juntos.
Aun así, sabía que darle un comentario hiriente antes de la reunión con
Kurama no era buena idea. Lo último que necesitaba era que Sakura arruinara el
acuerdo. Así que dijo:
—Ella y sus amigos me han invitado a unirme a ellos en la fiesta.
—¿Ella y sus amigos o solo ella?
—Ella y sus amigos —replicó, empezando a perder la paciencia. Al ver que
Sakura estaba abriendo la boca para decir algo más, la interrumpió, no muy
seguro de si podía callarse lo que pensaba como siguiera provocándole—. Y
ahora, ¿podemos concentrarnos en la reunión, por favor?
La mujer cerró la boca al instante, aunque se prometió a sí misma vigilar a
Sasuke cuando salieran del despacho del señor Kyubi.
Sasuke llamó con suavidad a la puerta de madera y una voz grave y potente
les dio permiso para entrar. Los dos obedecieron y pasaron a una estancia
amplia: las paredes de madera tenían un tono castaño rojizo muy elegante, que
concordaba con el escritorio y las estanterías de color wengué; las sillas que
había eran estilizadas, con patas metálicas y tejido de cuero negro, con un
aire muy profesional; en las estanterías había algunos libros de economía y derecho,
así como unas cuantas carpetas, todo muy bien ordenado, sin dar la sensación de
que estaba amontonado; en el suelo había una alfombra roja con motivos negros,
y en las paredes había sobre todo varios títulos universitarios y algunas
fotografías, la gran mayoría tenían relación con la empresa Biju S. A.
Sobre el escritorio, tras un gran y moderno ordenador blanco, se encontraba
Kurama Kyubi que, al verlos entrar, se levantó y se apartó del escritorio para
darles la bienvenida. Sakura retrocedió un poco al ver su aspecto, mientras que
Sasuke solo ladeó la cabeza con curiosidad: era un hombre muy alto, al propio
Sasuke le sacaba una cabeza de altura, y tenía una figura atlética, con
espaldas anchas y pecho amplio, pero siendo delgado en los costados, dándole
así una apariencia fuerte y ágil al mismo tiempo. Llevaba puesto un jersey
negro con el dibujo de una cabeza de zorro anaranjado, algo diabólica debido a
la sonrisa maliciosa que esbozaban sus blancos colmillos y la mirada perversa
de sus ojos rojo, y unos vaqueros gris oscuro que finalizaban bajo unas botas
largas de nieve. La piel era ligeramente morena, haciendo un claro contraste
con su cabello rojo, el cual llevaba corto por detrás pero largo a ambos lados
de su rostro; este era espeso y lo llevaba algo revuelto, dándole un aspecto un
tanto salvaje. En el rostro tenía tres marcas en cada mejilla que casi parecían
arañazos de algún animal, aunque lo más perturbador eran sus ojos, de color
rojo sangre.
A Sasuke le recordó en cierto modo a Naruto, sobre todo por la forma del
pelo y las marcas en las mejillas, como si fuera una versión oscura de él. Por
otra parte, Sakura estaba un poco asustada, ese hombre tenía un aura salvaje a
su alrededor que no le gustaba.
Kurama esbozó una amplia sonrisa, mitad maliciosa y mitad juguetona.
—Bienvenidos a mi humilde morada, señor Uchiha y señorita…
—… Haruno —consiguió decir Sakura tras unos segundos con la voz ahogada—.
Sakura Haruno.
El hombre pelirrojo sonrió mostrando los dientes. Curiosamente, tenía los
caninos ligeramente más largos que la mayoría de las personas.
—Por favor, no dejen que mi aspecto les intimide, les aseguro que soy
absolutamente inofensivo —dicho esto, señaló las marcas de sus mejillas—.
Marcas de nacimiento, nada de qué preocuparse, y en cuanto a mis ojos… Bueno,
por muy poderoso que sea, un demonio no puede ocultar por completo su
naturaleza —comentó mirando con diversión a Sakura, que palidecía por momentos.
Sasuke levantó una ceja.
—¿Albinismo? —se atrevió a preguntar.
Kurama le observó con aprobación.
—Un caso severo de albinismo oculocutáneo —explicó antes de hacer una
ligera mueca—, debido a lo cual padezco fotofobia.
—Motivo por el que no podía vernos durante el día —adivinó Sasuke.
De nuevo, el director de Biju asintió, complacido por su observación.
—No me malinterpreten, no soy un vampiro, puedo salir a la luz del día,
pero no me gusta pasar toda la mañana con unas gafas de sol encima —dicho esto,
invitó a Sasuke y a Sakura a sentarse en las dos sillas libres mientras que él
se apoyaba de manera muy informal contra el escritorio. Chasqueó la lengua y
observó a sus invitados con los ojos entrecerrados—. Reconozco que estoy algo
decepcionado, señor Uchiha, no esperaba que tuviera que ir acompañado por su
novia para poder hacer negocios.
Sakura se sonrojó un poco, contenta de que el señor Kyubi pensara que
Sasuke y ella eran pareja. Sin embargo, a este no le hizo tanta gracia y se
apresuró en corregirle.
—Ella es una compañera de trabajo —dijo, echando un jarro de agua fría en
Sakura.
Kurama los contempló con atención, como si fuera capaz de ver su interior.
Eso sí que logró hacer que Sasuke se sintiera un poco incómodo.
—Dígame una cosa, señor Uchiha —lo llamó Kurama, cogiendo unos papeles de
la mesa y mirándolos con aparente aburrimiento—, ¿necesita ayuda para hacer
tratos conmigo? ¿Una asesora o una secretaria tal vez?
… Ahí tocó una fibra sensible, por lo que Sasuke respondió con cierta
dureza:
—Soy perfectamente capaz de negociar con usted por mi cuenta.
El pelirrojo dejó entonces los papeles donde estaban y le lanzó una mirada
hostil a Sakura.
—Entonces, explíqueme qué hace esta mujer en mi despacho.
Ella se encogió y echó a temblar. Lo único que quería era salir de allí lo
más rápido posible.
Sasuke frunció el ceño. Él tampoco estaba contento de que le hubieran
obligado a ir con Sakura, pero tampoco había razón para… amedrentarla, por
decirlo suavemente.
—Mi padre, Fugaku Uchiha, le ordenó que me acompañara. Es buena en su
trabajo y creyó conveniente para la empresa que estuviera presente en las
negociaciones.
Ella le habría dado las gracias por defenderla si no estuviera clavada en
su asiento. Por otra parte, Kurama buscó en los papeles una anotación.
—Creí dejarle claro a su padre que solo negociaría con usted, señor Uchiha.
No dije nada sobre un acompañante. —Su tono era ahora más suave, aunque había
algo en su forma de hablar que era inquietante.
Sasuke se encogió de hombros.
—Yo no estaba presente cuando habló con mi padre, pero él debió interpretar
que su única condición era que yo fuera el portavoz de Corporaciones Uchiha, no
que debía venir solo.
Kurama levantó una ceja y esbozó una media sonrisa. Parecía satisfecho por
algo.
—En ese caso, lo dejaré claro ahora: quiero negociar la posible alianza
entre Biju S. A. y Corporaciones Uchiha únicamente con Sasuke Uchiha como
representante de esta última empresa, sin la presencia o intervención de una
segunda persona, ya pertenezca a esta o sea un abogado de la misma. Igualmente,
yo, Kurama Kyubi, me comprometo a ser el único representante de Biju S. A. y no
traer a terceros a estas reuniones. En otras palabras, esto es… digamos que una
conversación entre dos personas interesadas en llegar a un compromiso laboral.
Sasuke levantó una ceja, sin acabar de creérselo.
—¿Quiere una negociación privada? —Eso era raro. Él esperaba que Kyubi
fuera más meticuloso e insistiera en que hubiera personal de su empresa que le
asesorara para saber si la alianza era beneficiosa para Biju o no. Desde luego,
el hombre le había pillado con la guardia baja.
Sin embargo, Kurama le sorprendió una vez más.
—No, señor Uchiha, lo que quiero es una amistosa conversación privada entre
usted y yo, así que, señorita Haruno —la llamó mientras se dirigía a la puerta
del despacho y la abría. Sasuke nunca había visto a nadie despachar a una
persona con tanta elegancia—, si no le importa, le pido que disfrute de la
fiesta cuanto quiera, luego regrese al hotel y mañana esté de vuelta a Japón.
Ha sido un placer.
Sakura intercambió una mirada con Sasuke, sin acabar de creer lo que estaba
pasando. Él le hizo un gesto para que obedeciera y, un tanto confundida por lo
que estaba pasando, fue a la puerta.
—Por cierto —comentó Kurama antes de que ella saliera—, haga el favor de
ponerse otra cosa. Esto es Nome, no Miami. Estoy seguro de que si se lo pide
amablemente a nuestro anfitrión, le dejará encantado una muda de ropa.
Esta vez, la mujer enrojeció de rabia por el comentario y se marchó de la
habitación con las manos convertidas en puños y pisando fuerte el suelo. Kurama
cerró la puerta y puso los ojos en blanco mientras regresaba al escritorio y se
sentaba en la silla que había ocupado Sakura.
—Le pido disculpas si he sido demasiado brusco, pero detesto a las personas
que no me toman en serio —masculló mientras cruzaba las piernas, acabando en
una postura de lo más relajada y despreocupada.
Sasuke lo miró sin comprender, todavía algo desconcertado por la extraña
situación que acababa de presenciar.
—¿Disculpe?
Kurama señaló la puerta.
—Esa chica se cree que porque le he invitado a una fiesta esto es algún
tipo de bar para ligar cuando el motivo por el que estamos aquí son los
negocios —dicho esto, entrelazó los dedos de las manos—. No me malinterprete,
desearía que después se quedara un rato y disfrutara de la cálida hospitalidad
alasqueña, pero en principio esta reunión es por trabajo. Así que espero cierta
profesionalidad.
Él hizo una mueca; no se le había pasado por la cabeza que Kurama se daría
cuenta del interés de Sakura en él, y mucho menos que se lo tomaría tan mal.
—Lamento las molestias.
El pelirrojo le quitó importancia con un gesto de la mano.
—Teniendo en cuenta que no la ha mirado ni una sola vez mientras
hablábamos, deduzco que no tenía el menor interés en ella, ¿me equivoco?
Sasuke dudó un momento antes de contestar:
—Me di cuenta en el hotel de que su indumentaria no era adecuada, ni para
la reunión ni para el clima de Alaska, pero no me hizo caso y no quería llegar
tarde por discutir con ella, de modo que la dejé a su aire con la esperanza de
que aprendiera la lección.
—Bueno, le aseguro que después de esto, volverá a pensárselo dos veces
—comentó Kurama antes de soltar un suspiro—. Es una lástima que la primera
impresión que me ha dado su empresa no sea buena, señor Uchiha. Primero, su
padre le envía con otra persona, y luego, dicha persona es una colegiala con
cuerpo de mujer que parece más centrada en atraer su atención que en conseguir
un buen trato conmigo.
El joven Uchiha tuvo que reconocer que ahí no tenía argumentos en contra.
Sabía que su padre había enviado a Sakura con la esperanza de que él tuviera
algún interés en sentar la cabeza con una mujer, pero no podía decirle eso a
Kurama o pensaría que su empresa estaba compuesta por un elenco de personajes
salidos de una telenovela. Por otra parte, tampoco podía disculpar a Sakura por
su comportamiento, no había forma de salvarla de la ira de Kyubi teniendo en
cuenta que se había vestido claramente para llamar la atención.
—Me disculpo por ello, señor.
Kurama le contempló detenidamente y, de repente, sonrió.
—Al menos no todo es malo, usted sí me da buenas vibraciones, así que le
daré la oportunidad de convencerme para que me una a Corporaciones Uchiha.
Sasuke estuvo a punto de dar un salto en su asiento. Ese hombre no se
comportaba en absoluto como él esperaba, de hecho, no tenía ni idea de por
dónde empezar, ya que no tenía muy claro qué era esta reunión.
Como si Kurama leyera sus pensamientos, descruzó las piernas y apoyó los
codos sobre sus rodillas, con las manos todavía entrelazadas.
—Como le veo muy perdido, le explicaré lo que quiero que hagamos. —Sin
embargo, Kyubi de repente puso una expresión de horror—. ¿Pero dónde están mis
modales?, ¿le apetece beber algo? —Se levantó de un salto y fue detrás del
escritorio, donde tenía una pequeña nevera escondida.
Sasuke estaba cada vez más desconcertado y, a decir verdad, no estaba
seguro de cómo actuar.
—Tengo whisky, ginebra, vodka, tequila, cerveza e incluso una botella de
sake, ¿qué le gusta más?
—Cerveza —respondió Sasuke, tratando de aclarar su mente—. Señor Kyubi, ¿eso
que está haciendo es algún tipo de estrategia para aventajar en una
negociación?
Kurama sonrió y le tendió una botella de cerveza.
—Si se refiere a lo confundido que se encuentra en este momento por mi
actitud, en realidad se trata más de mi forma de ser… pero reconozco que es muy
útil para realizar tratos. —Volvió a sentarse junto a Sasuke con un vaso de
whisky en la mano—. Está bien, no me andaré con más rodeos —dicho esto, se
quedó callado un momento con los ojos entrecerrados, como si meditara las palabras
adecuadas que quería usar—. Como ya sabrá, mi empresa empezó siendo poca cosa.
Éramos solo nueve personas que, en aquel momento, se dedicaron únicamente a la
investigación de la energía renovable. Ya se conocía su existencia y sus bases
de funcionamiento, pero en realidad sabíamos muy poco sobre cómo aplicarla en
tecnología, el sector en auge del siglo veintiuno. Con el paso del tiempo,
realizamos teorías lo bastante convincentes como para ser útiles, y empezamos a
contratar a algunos ingenieros para ponerlas en práctica. Fuimos unas treinta
personas entonces y, poco a poco, fuimos creciendo conforme nuestras
necesidades. —Hizo una pausa y levantó los ojos para mirarle—. Conozco a todos
mis empleados, señor Uchiha, es lo que suele ocurrir cuando tu empresa crece
poco a poco. También sé muy bien lo que implica cada puesto de trabajo porque,
en su momento, yo también estuve ahí. ¿Y qué conseguí con ello?, una mejor
coordinación entre cada uno de los sectores de la empresa, y una gran
comunicación entre los que estamos arriba del todo y los que están abajo.
Considere Biju S. A. como un gran negocio familiar.
Sasuke frunció el ceño.
—¿Quiere decir que trata a los empleados como si fueran de su familia?
—No exactamente, pero pienso que ser el jefe me convierte en cierta forma
en el responsable de un grupo de personas, y también creo que un buen ambiente
de trabajo rinde más y, en consecuencia, hace que la empresa vaya como la seda.
Ahora, usted se preguntará, ¿qué tiene que ver todo esto con nuestros negocios?
Es bastante sencillo; en primer lugar, explica la clase de relación que me
gusta mantener con mis socios, y en segundo, explica por qué está usted aquí y
no su padre.
… Vale, eso lo había dejado sin palabras y tal vez aún más confundido que
antes. Abrió la boca para preguntar, pero Kurama levantó un dedo para
detenerlo.
—Verá, señor Uchiha, soy un hombre al que le gusta tener pocas
preocupaciones, es decir, me gustaría que mi única preocupación fuera centrarme
en qué debo hacer para que mi empresa dé los beneficios suficientes como para
que yo y mis compañeros de trabajo, entre los cuales incluyo incluso a los que
limpian mis instalaciones, tengan un beneficio que les permita tener una vida
digna y no les falte de nada, después de todo, soy una persona exigente y no es
fácil estar al nivel que pido, de modo que lo mínimo que puedo hacer a cambio
es proporcionarles el salario que merecen. ¿Y sabe qué es lo que hago para
ello?, busco empresas con una política parecida a la mía, porque si no la
tienen, solo provocarán discusiones conmigo, ya que no me gustaría que otro
tratara a mis empleados como si fueran simples peones, porque no se equivoque:
una buena empresa lo es no por aquel que la dirige, sino por todos aquellos que
trabajan en ella. ¿Entiende lo que quiero decir?
Sasuke asintió lentamente, un poco impactado por el discurso. En pocas
palabras, Kurama buscaba a personas cuya ideología para el trabajo fuera
similar a la suya, porque si dos personas pensaban de la misma forma, era más
sencillo llegar a los acuerdos deseados y se ahorraba posibles rencores
personales, de modo que así solo tenía que centrarse en mejorar su empresa y
evitar que la competencia le machacara. Puede que las empresas con las que
hacía pactos no fueran las mejores en sus sectores, pero el hecho de que
trabajaban bien juntas le permitía ir más rápido que muchas otras que
colaboraban entre sí pero que tardaban mucho más tiempo en ponerse de acuerdo
y, en consecuencia, se retrasaban en la producción. Eso le permitía ir en
cabeza prácticamente siempre y, de todas formas, la calidad del trabajo de Biju
S. A. era incuestionable.
—Bien —prosiguió Kurama—, esto nos lleva a por qué está aquí. Corporaciones
Uchiha es una empresa que fabrica los mismos productos que Biju investiga, y no
solo eso, sino que su calidad es inmejorable, pero tiene un gran fallo llamado…
Fugaku Uchiha —dicho esto, se encogió de hombros—. No quiero ser grosero, pero
su padre tiene una forma de llevar su empresa que, simplemente, me parece
repugnante.
¡Guau!, Kurama Kyubi no se andaba por las ramas.
Sasuke inspiró hondo y asintió.
—Es la clase de persona que piensa en la empresa como una fuente de
beneficios y no en todas las personas que forman parte de ella —suspiró—. Trata
bien a los que son imprescindibles, pero no a aquellos que cree que son
sustituibles y no tiene problema en explotarlos si es necesario.
—Me alegra saber que no tiene a su padre en un altar —comentó Kurama,
frunciendo los labios—. Puede que Corporaciones Uchiha esté en el primer puesto
en las listas de empresas tecnológicas, pero también es la primera en tener más
demandas por no cumplir los requisitos del contrato para con el empleado.
Tampoco me gustan los métodos que utiliza con la competencia, no tiene problema
en usar los huecos y límites legales para sabotearla o desprestigiarla. ¿Sabía
que el año pasado metió a un espía en el edificio principal para copiar los
archivos de mis investigaciones?
El Uchiha pegó un salto en su asiento. Sí, sabía que Fugaku no era la mejor
persona en lo referente a los derechos de los trabajadores, a pesar de que
Itachi y él hacían lo que podían para cambiar eso, pero jamás habría imaginado
que utilizara el espionaje. Era consciente de que había muchas empresas que
usaban espías para recabar información e incluso copiar planos, productos o
aplicaciones y sacarlas antes que nadie para decir así que eran de su
propiedad, sin embargo, Sasuke quería pensar que al menos su padre era honrado
en ese aspecto.
Kurama observó las expresiones de Sasuke cuidadosamente, dándose cuenta de
que el joven no sabía nada sobre el espía y que incluso parecía decepcionado.
Buen chico.
—No sabe cuánto lo siento. ¿Afectó mucho a Biju?
El pelirrojo tuvo el descaro de sonreír.
—En absoluto, yo mismo contraté al espía para que os diera información
falsa sobre mí y mi empresa y, de paso, vigilaros. —Observó con diversión la
estupefacción de Sasuke y, después, su ira—. No tenga una idea equivocada de
mí, señor Uchiha. Detesto esos métodos pero no tengo problemas en emplearlos
contra aquellos que los usan contra los míos, y debo decir, que yo soy mucho
más listo y más cabrón que cualquiera de ellos.
Sasuke retrocedió un poco en su silla. Él no era la clase de persona que se
dejaría intimidar, pero ese hombre tenía algo… distinto. Tal vez tenía que ver
con su seguridad y decisión, sin embargo, había algo más, y le ponía nervioso
no saber qué era.
—No se preocupe, señor Uchiha —le dijo Kurama de repente—, no me interesan
sus proyectos, no cuando os conviene más a vosotros que a mí esta alianza. Lo
único que le pedí a mi doble espía fue un perfil sobre Fugaku y su empresa,
sobre la forma en que hace las cosas, y cuál fue mi sorpresa cuando me habló de
sus dos hijos que, en un noble acto, intentaron que cambiaran las cosas para
mejor.
—¿Pero por qué llamarme a mí y no a Itachi?
En ese instante, Kurama sonrió como si hubiera hecho alguna travesura.
—Bueno, no es tan complicado, su hermano tiene una posición más alta que
usted y, en consecuencia, más responsabilidades y menos tiempo. Verá, señor
Uchiha, si desea que haga un contrato con Corporaciones Uchiha, espero crear un
vínculo de confianza entre nosotros por los motivos que le he comentado
anteriormente, y eso requiere… cierto tiempo.
Por primera vez desde que estaba ahí, encontró algo de sentido a esa
extraña reunión. Sonrió con anticipación, no pudo evitarlo al entender lo que
Kurama quería.
—¿Pretende que me quede en Nome más tiempo?
El pelirrojo levantó una ceja.
—Dígame, ¿le gusta la ciudad?
—La ciudad y sus alrededores. De hecho, creo que si pudiera vivir en alguna
parte, sería en un lugar como este.
—¡Maravilloso! —exclamó Kurama con satisfacción y dando una palmada antes
de levantarse de su asiento. Sasuke le imitó—. Considere entonces esto como
unas pequeñas vacaciones al mismo tiempo que trabajamos en eso de la confianza.
Esas palabras le supieron a gloria. No solo Kurama estaba aceptando
considerar tener tratos con Corporaciones Uchiha, sino que le estaba dando más
tiempo, el cual emplearía en acercarse a Naruto. Era simplemente perfecto.
—Si ya conoce a mi padre como creo, entonces se habrá dado cuenta de que no
tengo muchas vacaciones. Me parece una idea estupenda.
Los ojos de Kurama brillaron, como si hubiera conseguido justo lo que
quería. Le tendió la mano y Sasuke la estrechó. El apretón, para la sorpresa de
este último, fue bastante amistoso.
—Empieza a caerme usted bien, señor Uchiha. Siga así y tal vez ambos
consigamos lo que queremos —dicho esto, le señaló la puerta del despacho con
una mano y ambos salieron. Kurama lo acompañó después por el segundo piso hacia
las escaleras—. Ahora, le ruego que se quede y disfrute de la fiesta. ¡Ah!, y
no puede perderse nuestra subasta, tal vez encuentre algo que le guste.
Sasuke volvió a un estado de confusión. Esa parte de la personalidad de
Kurama le resultaba de lo más irritante.
—¿Subasta?
—Me temo que uno de nuestros hospitales sufrió muchos daños durante la
última nevada. Los inviernos aquí son muy duros y no podemos permitirnos estar
faltos de los servicios sanitarios, así que he organizado una gala benéfica.
—Creía que esto era una fiesta.
Kurama esbozó otra vez esa sonrisa maliciosa que parecía ser un rasgo
inherente a él.
—Oh, bueno, son ambas cosas. Verá, si dices fiesta en vez
de gala benéfica, viene más gente, y si dejas que el alcohol se
suba un poco antes de la subasta, las personas tienden a ser más generosas. Le
confío este secretito como una muestra de buena fe, dado el comienzo de nuestra
amistad.
Sasuke tuvo que reconocer que era muy inteligente… aunque de un modo un
tanto retorcido y algo… ¿perverso?
—¿Y qué va a subastar?
Kurama le miró fijamente mientras su sonrisa zorruna se ampliaba.
—Ni más ni menos que a los solteros de Nome.
¡Gracias a ti por leer! ;)
ResponderEliminarA todo el mundo que leyó el fanfic le encantó Kurama xD