martes, 23 de octubre de 2018

Un Aroma Salvaje


Alfa puro

—Tu padre está preocupado por ti y no puede venir hasta que haya borrado todo rastro de esos Alfas.

Sasuke frunció el ceño.

—Shisui, no puedo irme —dijo, mirando brevemente a su compañero—. Si Naruto es el líder de su clan, no puede abandonar a su manada así como así, debo quedarme con él para mi celo.

—No te preocupes, volverás a tiempo para eso, pero primero debes recuperarte de tus heridas.

Naruto apretó los labios y estrechó al Omega contra sí con fuerza. Sasuke podía notar su tensión.

—Sasuke puede recuperarse perfectamente en mi casa. Además, lo último que necesita en estos momentos son más vuelos largos.

Shisui gruñó en respuesta.

—No te ofendas, Naruto, te estoy muy agradecido por haber encontrado a mi cuñado y haberlo salvado… pero ahora mismo necesita estar con su padre. Ya es bastante malo que no esté en su casa, que se encuentre en un entorno extraño, como para añadir además a un desconocido cuidando de él. Fugaku y yo estaremos a su lado, Sasuke se sentirá mejor con su familia y, cuando esté a punto de entrar en celo, lo llevaremos de vuelta aquí.

—¿Estás insinuando que no soy digno de confianza para cuidarlo? —preguntó Naruto muy despacio, claramente ofendido—. Soy su compañero.

—Sí, pero no te conoce, ni Fugaku ni yo tampoco. Solo queremos estar seguros de que Sasuke se recupera de esto.

El Omega, viendo que su destinado estaba a punto de abalanzarse sobre Shisui, puso una mano sobre su amplio pecho, esperando que su toque pudiera calmarlo. Naruto desvió sus ojos del Uchiha y los centró en él. Se relajó un poco y permitió que lo acariciara a la vez que volvía a relajarse en el asiento, dándole vía libre para que se hiciera cargo de la situación. Eso le gustó.

Buscó los ojos de Shisui en el espejo retrovisor.

—Shisui, no voy a ir a Nueva York, voy a quedarme con Naruto.

—Sasuke… —empezó este, pero él no le dejó continuar.

—Es una tontería marcharme cuando me quedan pocos días para el celo, perdería dos días enteros con ese viaje. Naruto es mi destinado, tiene todo el derecho a ocuparse de mí, estaré bien —dijo con firmeza.

—Lo sé, lo entiendo, pero no le conocemos, tu padre preferiría…

—Mi padre estaría encantado de saber que mi destinado quiere cuidarme. Además, Naruto te ha ayudado a encontrarme sin exigir nada a cambio y ha sido él quien me ha salvado. ¿Qué más necesitas saber sobre él?

—Solo creo que te sentirías mejor en un entorno más familiar que con alguien a quien apenas conoces…

—Es mi compañero. Acabo de encontrarlo, Shisui, lo último que quiero es separarme de él.

—Lo sé y lo entiendo…

—No. Deja de decir que lo entiendes porque no tienes ni puta idea —gruñó Sasuke, enfadado—. Itachi y tú habéis estado juntos desde siempre, tú no has tenido que recorrer medio mundo con la esperanza de encontrar a tu destinado y darte de bruces con una pared una y otra vez, creyendo que jamás lo encontrarás o que, cuando lo hagas, ya estarás acoplado con otra persona. Ahora, por fin, estoy con él y estoy a punto de entrar en celo, así que estoy muy caliente y ansioso porque me folle, de modo que si tienes algún problema con que me quede en su casa, puedes parar el coche, bajar y ver si tienes huevos para pelear conmigo.

Un silencio pesado se hizo en el auto mientras seguían su marcha por la carretera, pero fue roto poco después cuando Naruto dejó escapar un silbido. Sasuke lo miró alzando una ceja y su compañero le sonrió y le guiñó un ojo antes de volver a ajustar su abrazo sobre él.

Shisui no dijo nada más hasta que llegaron al territorio de Naruto. Sasuke se había dado cuenta de que se encontraba en mitad del bosque, aislado de toda civilización y, por tanto, estaban a salvo de la mirada de los humanos; unas cabañas rurales se alzaban por toda la zona, eran grandes y hogareñas, hechas de madera y con distintos diseños; había árboles y arbustos por doquier, pero parecía que los jaguares se habían tomado la molestia de despejar varios caminos para andar, por lo que parecía un pequeño jardín dentro del propio pueblo.

Naruto salió primero para reunirse con sus ejecutores, a los que dio un par de órdenes antes de regresar al coche para ayudar a Sasuke a bajar, seguido de Shisui. Este no volvió a abrir la boca para pedirle al Omega que fuera con él a Nueva York, pero siguió al Alfa hasta su casa… Sin embargo, el líder del clan tenía planeado una larga intimidad con su destinado, de modo que se cruzó de brazos en la puerta después de que Sasuke entrara.

El otro Alfa lo miró con cara de pocos amigos.

—Oh, ¡venga! Es mi cuñado, tengo que estar con él.

—Creo que Sasuke ya ha dejado claro que quiere quedarse conmigo.

—Sí, pero…

—Mira, Shisui, llevo doscientos años esperando a Sasuke —dijo Naruto con una sonrisa cansada. No le apetecía seguir discutiendo con su futuro concuñado—. Voy a darle los mejores cuidados del mundo, y sí, si él está tan caliente como dice, voy a follarlo muy fuerte y a hacerle gritar muy alto, de modo que no quiero público —dicho esto, le cerró la puerta a un Shisui boquiabierto con los labios curvados hacia arriba con suficiencia por su reacción.

Sasuke lo estaba esperando en el salón, todavía ataviado únicamente con una manta que lo cubría hasta por debajo de las rodillas. Parecía estar echando un vistazo a su casa.

Naruto se acercó unos pasos para poder observarlo a placer. Le encantaba que fuera alto para ser Omega, y atlético, fuerte. Alaska no era lugar para los débiles, el clima era duro y no tenía piedad para nadie, menos aún para Omegas delicados y quisquillosos. Por suerte, Sasuke era cualquier cosa excepto un niño mimado; no se había quedado temblando en su rincón mientras había estado secuestrado, sino que les había plantado cara a esos Alfas, incluso había intentado matar a su líder.

Eso decía mucho de él. Lo admiraba.

—¿Te gusta mi casa?

Sasuke se giró y le sonrió.

—Es acogedora. Cálida.

Naruto se sintió un tanto aliviado. Llevaba tanto tiempo viviendo como un Alfa soltero que temía que su compañero se sintiera como en una cueva para cavernícolas.

—Ahora es tuya también. Puedes cambiar cosas si quieres —dicho esto, hizo una pequeña pausa—, quiero que seas feliz aquí.

El Omega parpadeó, un tanto sorprendido.

—Gracias, eso es muy considerado.

Naruto avanzó hacia él a paso lento, escogiendo cuidadosamente sus palabras, no quería que Sasuke se sintiera atrapado u ofendido; realmente deseaba que se quedara con él, llevaba mucho tiempo solo, apesadumbrado por no haber encontrado a su compañero y temeroso porque hubiera llegado tarde y escogido a otro Alfa en vez de a él, sobre todo porque, al ser el líder de un clan, no podía simplemente marcharse y buscarlo por su cuenta.

Finalmente, llegó hasta él y lo cogió por las caderas con cuidado.

—Como yo dirijo una manada, no puedo irme contigo a Japón, eso significa que tendrías que quedarte aquí conmigo. Soy consciente del sacrificio que eso conlleva, renunciarías a toda tu vida allí para estar a mi lado, a tu clan, a tu familia. Así que… quiero ponerte las cosas tan fáciles como sea posible.

Sasuke pegó su cuerpo al suyo y posó sus manos sobre su pecho.

—Naruto, desde que era adolescente quería aparearme con mi compañero destinado. Veía lo felices que eran mis padres y mi hermano con Shisui… y no quería tener que conformarme con otro Alfa. —Hizo una pausa para mirarlo y acariciarle una mejilla. Naruto ronroneó de gusto—. Quiero estar aquí, y quiero estar contigo.

El jaguar gruñó y, sin pensarlo demasiado, se apoderó de la boca de su Omega. Sus labios eran finos y suaves, y se abrieron para darle total acceso a su lengua, la cual no dudó en internarse en su cálido interior para explorarlo a placer. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo estrechó con fuerza, pasando una mano por su espalda, de abajo arriba hasta llegar a su cabello; estaba enmarañado, pero no le importaba, le agarró los mechones de la nuca con cuidado para poder mover su cabeza a placer y controlar el beso. Su Omega se lo permitió con un gemido y rodeó su cuello con los brazos, dejando caer la manta que llevaba encima. Saber que lo tenía desnudo hizo que Naruto gruñera más fuerte e hiciera descender su otra mano hasta sus redondeadas y perfectas nalgas. Sasuke jadeó cuando pasó un dedo entre ellas, comprobando si estaba tan húmedo como parecía… y así era, estaba preparado para él.

Se apartó de su boca con un gruñido de frustración.

—Deberías comer algo, Sasuke.

Este esbozó una sonrisa traviesa.

—Estoy de acuerdo —coincidió, bajando las manos por su pecho y su vientre, haciéndole gruñir de pura lujuria, hasta que sus dedos llegaron a sus pantalones.

Naruto sonrió con picardía.

—Descarado —lo acusó, cogiéndole suavemente las manos para apartarlas.

Sasuke gimió una protesta.

—Te deseo. Ahora.

El Alfa ronroneó, complacido por sus palabras, e inclinó la cabeza para frotar su mejilla contra la de Sasuke.

—Yo también, Sasuke, pero no sería un buen compañero si no empezara por darte de comer y prepararte un baño caliente, sé que lo necesitas —dicho esto, le mordisqueó el labio inferior y sonrió—. Después, me ocuparé de ti.

El Omega levantó una ceja.

—¿Me harás gritar muy fuerte?

La sonrisa de Naruto se amplió.

—¿Has oído mi conversación con Shisui?

—Sigo teniendo un oído muy fino, aunque no pueda transformarme.

Los labios del Alfa cayeron hacia abajo y frunció el ceño.

—He olido la droga, pero no sé qué es —dicho esto, olfateó su cuello—. ¿Necesitas que te examine un médico?

Sasuke negó con la cabeza.

—Tranquilo, solo impide que altere mi química corporal, ni siquiera puedo sacar mis garras o colmillos —explicó, mostrándole las manos y sus cortas uñas, tratando de sacar sus garras sin éxito—. Saldrá de mi sistema antes de que acabe el día, solo necesito comer, bañarme… y a ti.

La sonrisa de Naruto regresó a su rostro y le cogió las manos para besarle los dedos.

—Me tendrás, mi Omega, pero lo primero es lo primero, vamos a darte algo de comer —dicho esto, miró sus muñecas con mala cara, viendo los grilletes que aún colgaban de estas. Antes, habían roto las cadenas para que dejara de estar atrapado en la viga, pero no le habían quitado los grilletes—. También llamaré a un amigo para que te quite esto. No quiero romperlas como antes y hacerte más daño.

—Está bien —accedió Sasuke, permitiendo que su Alfa recogiera la manta y la envolviera a su alrededor antes de guiarlo a la mesa de roble del comedor, cuya gruesa pata parecía ser únicamente el gran tronco tallado de un árbol. Le gustaba ese diseño.

Después, Naruto desapareció unos minutos en la cocina mientras el Omega volvía a echar un vistazo a la amplia estancia que era el salón: toda la casa estaba hecha de madera clara, dándole un aire muy acogedor que aumentaba la elegante chimenea hecha de piedra oscura; había un gran sofá en forma de ele de color rojo burdeos sobre una alfombra de distintos tonos castaños y marrones con formas geométricas doradas, y también un mueble de tono vengué que sostenía la televisión; frente a la mesa donde estaba sentado, se encontraba una estilizada estantería del mismo tono oscuro que el mueble que contenía libros, películas y discos, además de algunas pequeñas esculturas hechas de madera, y en las paredes habían colgado lo que parecían ser grandes fotografías del paisaje de Alaska, aparte de alguna otra donde reconoció a Naruto con otras personas que supuso que eran amigos o gente del clan.

Era tan… diferente del lugar donde había vivido siempre. Tanto él como Itachi se habían criado en la casa de sus padres, una mansión tradicional japonesa que, si bien no era exactamente fría, sí tenía una apariencia más… recta, con un aire más respetuoso; después de todo, los japoneses se caracterizaban por tener una normas de comportamiento más estrictas que en otras partes como, por ejemplo, América. La casa de Naruto, a diferencia de la suya o la de sus padres, era desenfadada, cálida y acogedora, daba la sensación de que estabas entrando directamente en su círculo más íntimo. Era bastante agradable, le hacía sentirse aceptado, y el hecho de que su compañero le hubiera dado la bienvenida con los brazos abiertos, acentuaba aún más esa sensación.

Sí, estaba seguro de que pronto podría sentir esa casa como si fuera suya.

Un delicioso aroma a carne estofada inundó sus fosas nasales, haciendo que olvidara la casa y que su estómago rugiera como el animal hambriento que era en esos momentos. Giró la cabeza y vio que Naruto llevaba en sus manos un gran plato humeante. Su Alfa le sonreía con cierto arrepentimiento.

—Lo siento, son las sobras de mi cena de ayer, pero es lo más rápido que tenía para hacer, bastaba con calentarlo… a menos que prefieras otra cosa…

Sasuke negó rápidamente con la cabeza.

—Podría comerme una ardilla cruda ahora mismo.

La sonrisa de su compañero se hizo más ligera y le dejó el plato delante junto a una cuchara. Se lanzó directo a devorar la sabrosa carne de alce cubierta de un caldo caliente con un toque de verduras, nunca había probado algo así, pero casi gimió al probar el primer bocado y agradeció con creces que su destinado hubiera sido tan rápido. Este le dejó también un vaso y una jarra de agua por si quería beber antes de pasar un brazo por sus hombros y besarle en la cabeza.

—Voy a llamar a un amigo para que te quite esos grilletes y a preparar el baño, ¿de acuerdo?

Sasuke hizo una pausa para asentir y presionar su rostro contra su pecho. Nunca había necesitado que nadie cuidara de él, era fuerte y muy capaz de valerse por sí mismo… pero, en ese instante, se sintió profundamente afortunado porque Naruto estuviera allí con él, encargándose de todo. Sería un imbécil si dijera que no había sentido miedo con esos Alfas, no tanto por la tortura física, eso lo habría soportado, sino por la idea de verse acoplado con ese Orochimaru; pensar en que tal vez ese desgraciado lo habría retenido para siempre, que lo habría violado una y otra vez hasta dar a luz a sus cachorros, a los que sin duda le habría arrebatado para que fueran tan retorcidos como él o para usarlos a su antojo, había hecho que se encogiera su corazón. Antes habría preferido quitarse la vida, eso era mucho mejor que permitir que ese hijo de puta hiciera daño a sus crías.

Ese estrés lo había dejado agotado, lo cierto era que se sentía más débil de lo que quería aparentar por fuera, y su destinado había tenido razón al decir que primero necesitaba comida… y también un baño. Como felino, odiaba estar sucio y, encima, todavía tenía sangre pegada al cuerpo de cuando Orochimaru lo había atacado. En otras palabras, se sentía demasiado cansado como para hacer nada por su cuenta, y también ansiaba el contacto físico de alguien que no quisiera dañarlo, de alguien que se preocupara por él y le quisiera. Por eso Naruto no podría haber aparecido en mejor momento, lo necesitaba.

—Gracias por todo, mi Alfa —susurró.

Este sonrió y lo abrazó, besándole el cuello.

—Estoy aquí para ti, Sasuke, solo para ti —dicho esto, se separó un poco y le dio un tierno beso en los labios antes de acariciarle las mejillas—. Sigue comiendo, yo me encargo de todo —y tras esas palabras, le sonrió y se alejó para llamar por teléfono.

A los pocos minutos, llegó a la casa un ejecutor alto y delgado, de corto cabello rubio y ojos azules que tenía una afable sonrisa. Saludó alegremente a Naruto como si fueran amigos de toda la vida y luego este lo guio hasta donde se encontraba Sasuke, que en esos momentos estaba terminando con las sobras del estofado de alce.

—Sasuke, este es Fye, uno de mis ejecutores de mayor confianza, estaba con nosotros cuando te sacamos de esa cabaña. Fye, ya conoces a Sasuke.

—Tu compañero —añadió este, dedicándole una respetuosa inclinación de cabeza al Omega—. Es un honor, Sasuke. Me alegro de que la Gran Madre os haya unido al fin.

—Es un placer —dijo Sasuke, devolviéndole el gesto.

Una vez presentados, Naruto le pidió a Fye que le quitara los grilletes a su compañero mientras él iba a preparar el baño. En cuanto los dejó solos, el ejecutor se puso manos a la obra sacando unas largas agujas que sin duda servían para forzar las cerraduras. Sasuke le tendió una de sus muñecas para facilitarle la tarea.

—¿Te encuentras mejor, Sasuke? —le preguntó amablemente el Alfa mientras trabajaba.

—Sí, gracias.

—Eres un Omega fuerte, encajarás muy bien con nosotros —le dijo, sonriéndole—. No te asustes por ser forastero, nuestra manada es bastante extrovertida y nos gusta relacionarnos con los demás, ya has visto que no tenemos problemas con los otros clanes en ese aspecto.

Sasuke se removió un poco antes de preguntar algo que le tenía un poco preocupado.

—¿Tendré problemas con… los amantes de Naruto?

Pero, para su sorpresa, Fye soltó una risilla.

—No te preocupes, Naruto nunca se ha acostado con nadie de nuestra manada. Solía decir que no quería que su destinado se sintiera incómodo cuando tuviera que vivir aquí. Aunque no te mentiré, algunas Alfas se enfadarán porque te haya encontrado, muchas estaban ansiosas por ser acopladas por un Alfa puro.

El Omega frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Fye logró abrir uno de los grilletes y se lo retiró suavemente. Sasuke hizo una mueca, adolorido, pero no se quejó.

—Los dos padres de Naruto eran Alfas… pero la Gran Madre los emparejó. Estaban destinados a estar juntos.

Sasuke se quedó con la boca abierta. Era extremadamente raro que dos Alfas fueran compañeros, igual que dos Omegas, o cualquiera de los dos con Betas, pero no imposible, aunque las probabilidades eran muy bajas.

—¿De veras?

—Sí, eran de manadas distintas, pero nada más verse supieron que se pertenecían el uno al otro. La manada de Kushina se puso furiosa, ya sabes que dos Alfas solo pueden tener un hijo, y eso con suerte, por eso no querían que se uniera a Minato, había un Omega sin compañero que había aceptado acoplarse con ella porque era la futura líder de su manada, pero ella se negó y fue desterrada del clan. Por suerte, los padres de Minato lo aceptaron, para ellos no había nada tan sagrado como el vínculo entre dos destinados, y acogieron a Kushina. Por desgracia, eso causó tensión con la manada de Kushina y nos vimos obligados a marcharnos para evitar una guerra.

Sasuke asintió y ladeó la cabeza.

—¿Así fue cómo acabasteis en Alaska?

—Sí, nuestro clan no era débil, pero el de Kushina tampoco; una batalla habría sido perjudicial para ambos bandos. Por eso nos fuimos al norte, más allá de Estados Unidos, ya que en Alaska había muchos territorios desocupados y supusimos que podríamos instalarnos sin problemas.

—¿No fue así?

—A los cambiantes lobos y osos no les hizo mucha gracia —respondió Fye mientras continuaba maniobrando con el otro grillete—. En aquella época no éramos tan amigos como ahora, pero el hecho de que Minato y Kushina fueran dos Alfas los puso en ventaja sobre los otros clanes. Aquellos líderes que vinieron para tratar de echarnos, se las vieron con dos jaguares poderosos que se protegían el uno al otro o que podían separarse sin provocar disputas por el liderazgo en un clan; uno podía salir fuera de su territorio para ocuparse de asuntos del exterior mientras que el otro mantiene el orden en la manada.

Sasuke tuvo que reconocer que eso era una ventaja. Normalmente, el líder de un clan debía permanecer dentro de su territorio para guiar al resto y evitar las disputas, puesto que había otros Alfas de naturaleza dominante, a veces eran inevitables las peleas, por eso mismo respondían ante otro Alfa más fuerte, el líder. Este no solía salir de su clan a menos que fuera totalmente necesario, ya que el resto de Alfas podrían tener la tentación de tomar el liderazgo, lo cual derivaría en combates sangrientos dentro de la propia manada, que se decantaría por un bando o por otro.

Esa era la razón por la que un Alfa necesitaba un compañero: los Omegas en general no eran tan fuertes como sus destinados, pero tenían la capacidad de segregar unas hormonas especiales que destilaban un olor dulzón que calmaban los ánimos, así, el Omega se hacía cargo de evitar el desorden en una manada mientras su Alfa estaba fuera. Había veces en el que las disputas eran demasiado fuertes como para que se calmaran con las hormonas, por eso el líder designaba a los ejecutores Alfas más fuertes para proteger a su compañero, ya que estaba en su naturaleza proteger a los Omegas; así, si este no era capaz de detener una batalla, los ejecutores lo hacían por él, manteniendo de esa forma el equilibrio en una manada.

Pero si había dos Alfas, la cosa era diferente. Ambos tenían muchísima más libertad de movimientos, ya que la continua presencia de un líder Alfa tranquilizaba a los cambiantes y los mantenía unidos. Y no había nada tan fuerte como una manada unida.

—Al final tuvieron que toleraros —adivinó Sasuke.

—Sí, los líderes tenían compañeros Omegas o no tenían, así que no podían permitirse muchas visitas a nuestro clan, y menos todavía una guerra. En aquel entonces, el invierno estaba al caer y una pelea en esa época era un suicidio, pero lo que fue clave para nuestra aceptación, fue que el clan de lobos de Kiba se vio arrasado por un alud tras una tormenta de nieve. Pidieron ayuda por radio con la esperanza de que otra manada de lobos los ayudara, pero fuimos nosotros quienes recibimos el mensaje. Minato se compadeció de ellos y llevó a parte de sus ejecutores para tratar de quitar toda la nieve que fuera posible y evacuar a tantos cambiantes como fuera posible. Tuvimos que llevarlos a nuestro clan, donde Kushina ya les había preparado el albergue para que descansaran y también mucha comida. La madre de Kiba, que era la líder entonces, dijo que estaría siempre en deuda con nosotros, e intercedió por nuestra manada con los clanes de lobos para que fuéramos aceptados, de ese modo, estábamos bajo su protección.

—Así que si los osos querían echaros, tendrían que luchar también contra todos los clanes de lobos.

—Exacto —coincidió Fye un segundo antes de que soltar el otro grillete. Lo retiró con cuidado de la muñeca de Sasuke y lo dejó junto al otro.

El Omega, sin embargo, aún no había satisfecho su curiosidad.

—Entonces, a pesar de que Minato y Kushina eran destinados, ¿solo pudieron tener a Naruto?

Fye esbozó una triste sonrisa.

—Sí, y la verdad es que les costó bastante tiempo que Kushina se quedara en cinta. El embarazo fue muy duro para ella, pero se negó a rendirse, estaba empeñada en tener un hijo. Por eso Naruto es tan especial, Sasuke, no es simplemente el hijo de dos Alfas, sino de dos Alfas destinados, por eso es más grande que los jaguares normales. Para nuestro clan fue como una señal, era como si la Gran Madre nos estuviera diciendo que ese chico había nacido expresamente para dirigirnos.

Sasuke esbozó una sonrisa, un tanto orgulloso de su compañero.

—Sus padres estarán orgullosos de él. Tengo ganas de conocerlos.

La mirada del ejecutor se volvió sombría.

—Minato y Kushina siempre estuvieron orgullosos de su hijo.

El Omega se dio cuenta de que hablaba en pasado y palideció un poco.

—¿Murieron?

Fye asintió, contemplándolo con curiosidad.

—Parece una broma cruel que Naruto te haya encontrado en un secuestro, ya que su madre murió en una situación muy similar a la que has pasado tú.

Sasuke frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Unos Alfas secuestraron a una Omega de uno de los clanes de osos. Kushina fue la que los encontró junto a sus ejecutores, pero ellos los estaban esperando y fueron emboscados. Aun así, Kushina logró matarlos a todos y devolver a la Omega a su hogar, pero sus heridas eran demasiado graves y murió sin que el clan pudiera hacer nada por ella. Al ser Minato su destinado, ya sabrás lo que le pasó.

El Omega se estremeció.

—Perder su vínculo con ella fue demasiado para él.

—Logró aguantar un año antes de que la tristeza lo consumiera. Naruto solo tenía cincuenta años entonces y era demasiado joven para liderar el clan. Creemos que Minato duró tanto tiempo porque tenía miedo por su hijo, él sabía que muchos Alfas querrían aprovechar su juventud para desafiarlo y apoderarse de la manada.

Sasuke sintió un escalofrío. Con cincuenta años, un cambiante ya hacía algún tiempo que era adulto, pero seguía siendo demasiado joven e inexperto como para dirigir un clan. Podía imaginarse a su compañero más joven, siendo rodeado por muchos Alfas deseosos de ocupar su posición.

—Sin embargo, Naruto es vuestro líder.

—Minato y Kushina fueron unos líderes extraordinarios, y muchos de sus ejecutores les éramos leales, por lo que protegimos a su hijo de los ataques traicioneros. Naruto también contaba con el apoyo de los clanes de lobos, ya que la manada de Kiba no solo tenía una deuda con nuestra manada, sino también con Minato porque fue él quien decidió acudir en su ayuda. Además, la Omega osa que rescató Kushina era la destinada del líder de un clan, el cual también juró lealtad a Naruto para hacer honor al sacrificio que su madre hizo por su compañera, en consecuencia, los osos también se pusieron de su parte. De ese modo, evitamos una guerra interna en la que nos habríamos matado los unos a los otros.

—Pero no podíais evitar los desafíos individuales —comentó Sasuke—. Naruto era un adulto y estaba obligado a pelear para defender su posición, nadie podía ayudarle en eso.

En esta ocasión, Fye hinchó el pecho con orgullo.

—Naruto no solo era más grande que el resto de los Alfas, también tuvo un desarrollo muy rápido. Tenía mucha facilidad para entrar en contacto con su animal interior, eso le permitió aprender más rápido a usar sus sentidos, sus habilidades, y también a pelear. No necesitó ayuda de nadie para vencer a aquellos que osaron desafiarlo, tanto yo como el resto de ejecutores solo intervinimos cuando otros Alfas trataban de atacarlo en grupo, eso era rastrero y teníamos el derecho de proteger a Naruto en esa situación.

Sasuke asintió.

—Ahora comprendo por qué Naruto se lleva tan bien con los otros clanes.

—Es un buen líder, todos le queremos y le respetamos. Nuestra manada es próspera y nuestra relación con el resto de clanes se ha afianzado gracias a él, todos saben que pueden pedirle ayuda a Naruto y que este removerá cielo y tierra para echarles una mano. Se ha ganado su puesto como dirigente, por eso ya nadie le desafía… y por eso ha tenido tantas pretendientes.

El Omega entrecerró los ojos, molesto.

—Eso lo has dicho antes, pero sigo sin entender por qué las Alfas precisamente lo quieren como compañero.

Fye soltó una risilla.

—Piénsalo, Naruto es un Alfa puro, hijo de dos Alfas destinados. ¿Qué ocurriría si Naruto se acoplara con otra Alfa?

Sasuke gruñó:

—Otro Alfa puro.

El ejecutor recogió los grilletes y se incorporó en toda su estatura.

—Yo siempre he creído que para que eso ocurra, la compañera de Naruto tendría que ser otra Alfa. Los cambiantes como él son únicos, milagros que solo se ven una vez en la vida. De todos modos, ya no importa —añadió, sonriéndole—, porque te ha encontrado.

El Omega no pudo evitar sonreír, contento porque hubiera ocurrido. La verdad era que las pretendientes de su compañero no le preocupaban, el vínculo entre dos destinados era prácticamente indestructible, uno de los dos tendría que cometer una auténtica traición para que se rompiera y, aun así, eso podría matarlos a ambos. No, Naruto no miraría a ninguna de sus hembras Alfas dos veces, especialmente si nunca se había acostado con ellas para que él no se sintiera incómodo, era algo muy dulce por su parte. Además, si esas zorras trataban de acercarse demasiado, se las verían con sus garras… aunque primero tendría que recuperarse.

Entonces, escuchó los pasos de su compañero en las escaleras. No tardó en aparecer en el salón, sonriéndole.

—Veo que ya eres libre —comentó antes de mirar a Fye—. Gracias por venir. Sé que también estás cansado del rescate.

El ejecutor le guiñó un ojo.

—No es ninguna molestia, después de todo, mi deber es servirte a ti y a tu compañero —dicho esto, levantó una mano a modo de despedida—. Os dejo descansar.

En cuanto los dejó solos, Naruto se acercó a Sasuke, pasando un brazo por sus hombros y besando su sien.

—¿Te has quedado con hambre?

Sasuke negó con la cabeza, mirando su plato prácticamente reluciente por haber devorado hasta la última gota de caldo.

—No, estoy lleno.

Naruto sonrió y lo cogió de la mano.

—Entonces, tu baño está listo.

—¿Vas a bañarte conmigo? —le preguntó el Omega con una sonrisa sugerente.

Su Alfa se la devolvió y pegó sus labios a su oído.

—¿Acaso creías que no lo haría? —susurró antes de mordisquearle el lóbulo de la oreja, haciendo que se le escapara un gemido y que su húmeda entrada volviera a palpitar, ardiendo de necesidad—. Vamos.

Sasuke lo siguió dócilmente por las escaleras, sin prestar demasiada atención a los pasillos ni al resto de habitaciones que tenían la puerta abierta, estaba deseando tener a su Alfa desnudo y preparado para aliviar sus necesidades más básicas. No tardaron mucho en llegar al cuarto de baño, la única estancia que en vez de estar recubierta de madera, lo estaba de azulejos oscuros con líneas irregulares blancas, aunque la verdadera sorpresa fue descubrir que Naruto había dejado la luz apagada (pues no había ventanas en esa sala), resaltando así los dos pequeños montículos de velas aromáticas que había en el suelo, a ambos lados de la enorme bañera que ya estaba llena de agua y espuma.

—¿Qué…? —empezó Sasuke, que se había quedado con la boca abierta.

Naruto se rascó la nuca, un tanto avergonzado.

—Bueno, no hemos tenido el encuentro más romántico del mundo y pensé que esto podría… suavizarlo un poco, al menos. —Hizo una pausa en la que se pudo notar que estaba nervioso—. ¿He sido demasiado cursi?

El Omega negó con la cabeza y se puso de puntillas para besar a su compañero en los labios.

—Es un detalle que te preocupes por estas cosas. Nunca esperé… tener un Alfa que hiciera algo así por mí. Gracias.

Naruto se inclinó y le devolvió el beso, tomando su rostro entre sus manos.

—Haría cualquier cosa por ti, Sasuke. Lo que sea —dicho esto, esbozó una sonrisa traviesa y sus dedos se deslizaron por su cuello hasta terminar sobre sus hombros—. Y ahora, vamos a quitarte esa manta mugrienta y a bañarte.

La tela cayó al suelo de un solo movimiento, dejando desnudo a Sasuke. Este permitió que su Alfa lo examinara con detenimiento, examinando sus heridas, frunciendo el ceño cuando reparó en las más recientes, la de los costados y el cuello.

—¿Te duele mucho? —le preguntó, preocupado.

Él le acarició el rostro para calmarlo.

—No es nada que no pueda soportar.

Naruto soltó un gruñido bajo y amenazador, pero Sasuke no se asustó, sabía que su rabia no estaba dirigida a él. En cambio, se pegó a su cuerpo y lo abrazó, frotándose contra él para hacerle saber que estaba bien y que se encontraba sano y salvo. Su compañero lo envolvió con sus fuertes brazos de inmediato.

—Tendría que haberle dado una muerte lenta y dolorosa a ese cabrón por lo que te ha hecho.

—No podías permitirte darle la oportunidad de que me cogiera como rehén, Naruto, habría sido muy peligroso para mí y os habría dejado indefensos. Por eso actuaste tan rápido, hiciste lo correcto.

Su Alfa lo besó en la cabeza.

—Aun así, me habría gustado que sufriese más.

—A mí también —reconoció Sasuke, levantando la mirada—, pero ya no importa, porque estoy contigo.

Los ojos de Naruto brillaron con emoción antes de apoderarse de sus labios. Él se dejó hacer, cerrando los párpados y permitiendo que su compañero lo devorara a placer, barriendo su boca con su ávida lengua mientras sus manos se movían hambrientas por todo su cuerpo, explorando su espalda, enredándose con su cabello, acariciando sus muslos. Cuando por fin le clavó los dedos en las nalgas, un jadeo salió de sus labios; su entrada todavía estaba mojada y pedía a gritos la atención de su destinado, necesitaba que aliviara el fuego que se había creado en su bajo vientre y que ahora volvía a extenderse por cada centímetro de su piel.

Ansioso por sentir a su Alfa, le agarró el bajo de la camiseta y tiró hacia arriba; este le ayudó a quitársela pasándola por encima de su cabeza antes de lanzarla a la otra punta de la estancia y volver a encerrarlo en sus brazos mientras su boca se hundía en su cuello, en la zona que no estaba herida, para llenarla de besos y eróticas caricias de su lengua que le dejaron las piernas temblorosas, mientras que sus dedos curiosos exploraron con lujuria su musculoso pecho, disfrutando de cómo estos parecían tensarse a su paso. Cuando bajó sus abdominales, gimió al sentir que otra intensa oleada de humedad asaltaba su entrada; no podía evitarlo, Naruto tenía el vientre más duro que jamás había tocado, lo excitaba y estaba deseando pasar su lengua por esos sexys músculos.

De repente, su Alfa soltó un gruñido de deseo y se apartó. Sus hermosos ojos azules se habían oscurecido por la lujuria.

—A la bañera, ya —ordenó en un tono de voz bajo y ronco que hizo estremecer a Sasuke.

No dudó en obedecer, aunque necesitó la ayuda de su compañero para meterse. Su cuerpo aún estaba dolorido y no pudo evitar hacer una mueca cuando levantó las piernas para entrar en la bañera. No pudo evitar soltar un suspiro de placer al sentir el agua caliente sobre su piel; como cambiante felino, odiaba estar sucio y agradeció en silencio que Naruto se hubiera empeñado en bañarlo, además de que, como jaguar, le encantaba el agua. El rubio lo sostuvo suavemente por los brazos mientras le ayudaba a bajar hasta quedar recostado en uno de los extremos del recipiente. Estaba tan a gusto que cerró los ojos un momento.

—¿Se siente bien?

Entreabrió los párpados para encontrarse con el bello rostro de su Alfa. Este le sonreía con afecto.

—Se siente genial —dicho esto, se fijó entonces en el hombro izquierdo de Naruto, que estaba ensangrentado, y el miedo le hizo palidecer al recordar el horrible mordisco que le había dado Orochimaru durante la pelea—. ¡Por la Diosa! ¿Estás bien? —Se sentó de un salto y le tocó los bordes de la herida, examinando el daño.

Naruto le cogió la mano con delicadeza y la besó.

—Tranquilo, parece peor de lo que es. Se curará. —Hizo una pequeña pausa en la cual le dedicó una divertida sonrisa—. Por eso quería que nos bañáramos, supuse que te sentirías más cómodo si hacíamos el amor cuando los dos estuviéramos limpios.

Aun así, Sasuke se sentía inquieto. Recordar la batalla con ese malnacido le hizo darse cuenta de que su compañero también necesitaba cuidados.

—¿Tienes más heridas?

Sin decir nada, Naruto se levantó y se dio la vuelta, mostrándole la espalda. En la zona baja, muy cerca de los costados, tenía largos y profundos arañazos que todavía sangraban, Orochimaru había procurado desgarrar tanta carne como fuera posible. Lo que le había hecho a Sasuke en los costados no tenía ni punto de comparación con eso, pues al Omega lo quería vivo, tan solo le había clavado las uñas para que le soltara el cuello cuando lo había atacado, pero a Naruto, en cambio, había intentado matarlo, por lo que los cortes eran más largos y feos.

La furia consumió a Sasuke, deseó tener a ese hijo de puta delante para poder arrancarle la piel a tiras.

—Mierda, Naruto —maldijo.

—No te preocupes, no es tan grave. Uno de mis ejecutores me echó un vistazo, solo necesito curarlas y descansar.

El Omega no desconfiaba de su compañero pero, aun así, le dolía ver que estaba herido por su culpa. Quería ayudarlo a sanar.

—¿Tienes más?

El rubio desabrochó los pantalones y se los quitó. Por un instante, Sasuke se quedó un tanto embobado contemplando la gran erección de su destinado; tenía una polla grande y dura, que prometía sentirse extremadamente placentera si le ofrecía su trasero para que lo follara fuerte y rápido. Le habría gustado poder hacer eso, sin embargo, su distracción terminó cuando se fijó en la sangre que manchaba uno de sus muslos. No era tan grave como las heridas de los costados o el cuello, pero odió ver las marcas de uñas que le había hecho Orochimaru al intentar librarse de su Alfa cuando lo había inmovilizado en el suelo.

Sin pensarlo dos veces, señaló severamente la bañera con la cabeza.

—Voy a limpiarte y a curar tus heridas. Métete —ordenó.

Naruto soltó una risilla, pero fue hacia él para obedecer.

—Sí, mi Omega.

Sasuke le enseñó los dientes mientras su destinado se sentaba detrás de él.

—No tiene gracia. Ese bastardo te ha hecho daño —añadió, sintiéndose mal por ello. Naruto ni siquiera sabía que él era su compañero cuando fue a buscarlo pero, aun así, había arriesgado su vida por él, resultando herido.

Su Alfa tiró de él para pegar su espalda a su musculoso pecho y abrazarlo por la cintura. Sus grandes brazos lo consolaron un poco, del mismo modo que lo hizo el cariñoso gesto de su destinado cuando frotó su mejilla contra su hombro.

—Ha merecido la pena —susurró, estrechándolo con fuerza contra sí—, ahora estás en mis brazos. —Sasuke se estremeció. Era lo más bonito que le habían dicho en su vida—. Y si me hubieran dicho que para poder tenerte tendría que soportar mil zarpazos más, los habría recibido gustoso.

—Naruto… —murmuró el Omega antes de dar media vuelta y sentarse a horcajadas sobre su destinado para besarlo. Su Alfa dio la bienvenida a sus labios en un beso que, en esta ocasión, fue más tierno y afectuoso, lleno de un amor que estaba creciendo en ambos.

Sin dejar de intercambiar muestras de cariño, se lavaron el uno al otro. Sasuke le quitó toda la sangre a Naruto, así como las capas de polvo y tierra que había acumulado durante el combate con Orochimaru, mientras que el Alfa le dio un cuidado más completo a su Omega, puesto que había estado tres días sin poder limpiarse; primero se deshizo de toda la sangre para poder ver bien sus heridas, asegurándose de que no fueran graves, y luego le frotó la piel con los dedos para quitarle toda la suciedad acumulada. Durante el proceso, masajeó suavemente todos sus músculos, empezando por los hombros y la espalda, sumiendo a Sasuke en un estado relajado que, poco a poco, se fue calentando, ya que Naruto tuvo que continuar por su pecho, donde se tomó su tiempo para acariciar cada línea de sus fuertes pectorales y sus suaves abdominales, jugando vilmente con sus pezones hasta que estos se pusieron duros bajo sus traviesos dedos.

—Alfa… —suspiró el Omega, encantado por las caricias.

Su compañero ronroneó en su oído.

—Shh… Solo te estoy lavando, mi sexy Omega —dijo con una sonrisa antes de pellizcar con cuidado uno de sus pezones, provocando que Sasuke arqueara la espalda, ofreciéndole su pecho para que siguiera.

—Y una mierda —jadeó este.

Naruto soltó una risilla antes de lamerle el cuello y deslizar sus manos hacia abajo muy lentamente, logrando así que el Omega se retorciera por la expectación, sabiendo hacia dónde se dirigían sus dedos.

—No puedo evitarlo… —reconoció el rubio sin dejar de provocar a su destinado con sus lánguidas caricias—. Eres hermoso, Sasuke, siento curiosidad por tu cuerpo, por saber lo que te gusta… ¿Prefieres que pare? —le preguntó antes de usar sus colmillos para arañar con mucha suavidad el hombro de Sasuke, quien gimió fuerte por la deliciosa sensación que le producían sus caninos sobre su piel.

—¡No! Sigue, por favor —suplicó. Jamás lo había hecho ante un Alfa, pero estaba demasiado caliente como para ser orgulloso y su entrada le dolía.

Naruto gruñó complacido y sus manos se apoderaron un instante de sus caderas antes de bajar hacia sus muslos, que masajeó firme y eróticamente con los dedos, haciendo que Sasuke echara la cabeza hacia atrás para gemir con fuerza, ansiando tener esas manos en otras zonas de su cuerpo que sin duda alguna harían que alcanzara la cima.

—Por favor, mi Alfa… —gimoteó, apoyando las manos en los bordes de la bañera para y los talones en el suelo de esta para poder mover sus caderas hacia adelante y hacia atrás, frotándose desinhibidamente contra la dura polla de su compañero.

El rubio gruñó, excitado por la reacción de su Omega.

—Lo que quieras, mi Omega —dicho esto, una de sus manos acarició el muslo de Sasuke, ascendiendo por él hasta que, por fin, se envolvió alrededor de su henchido miembro.

Este gritó cuando Naruto lo acarició de arriba abajo a un ritmo suave, pero no muy lento. Eso le gustó demasiado, la mayoría de sus amantes no solían masturbarlo así, y los pocos que lo habían hecho, simplemente habían empezado a tocarlo demasiado rápido, algunos incluso le habían hecho daño así, por lo que se habían ganado un buen mordisco como castigo. Su Alfa no había dado por supuesto que estaba lo bastante excitado como para buscar directamente su orgasmo, sino que lo tanteaba primero al mismo tiempo que lo provocaba y seducía, jugaba con él a la vez que le proporcionaba grandes dosis de placer. Era delicioso, y no dudó en mover las caderas al compás de sus caricias, tanto para hacerle saber que le encantaba cómo lo tocaba como para seguir frotándose contra su erección. No era el único que sabía jugar.

Se mordió el labio, satisfecho y caliente cuando su compañero volvió a gruñir de pura lujuria. Aun así, este no se apartó de él, también parecía gustarle su forma de provocarlo.

—Con que tengo un Omega juguetón entre manos, ¿verdad, Sasuke? —murmuró con esa voz grave y ronca que tanto lo excitaba. Se estremeció cuando lo mordisqueó debajo de la oreja y su otra mano se deslizó hacia arriba, buscando uno de sus pezones para frotarlo con el pulgar, acentuando el placer.

—Sí… —gimió, moviéndose un poco más rápido, pidiéndole así a su compañero que le llevara a la cima de una vez.

Pero Naruto no se lo concedió. Aún no.

—Estás listo para correrte, ¿no es así? —dicho esto, le dio una embestida rápida a su miembro con la mano que le hizo chillar de placer antes de que esta regresara al ritmo anterior. Sasuke se quedó tembloroso y jadeando pesadamente, de no haber estado en el agua, la humedad de su entrada ya habría estado escurriéndose por sus muslos; eso le sorprendía un poco, ya que jamás había estado tan excitado, y menos todavía por tener a alguien masturbándole.

—¡Sí! Sí, por favor —gimoteó.

Naruto le dedicó un sexy gruñido antes de clavar suavemente los colmillos en su cuello, en la parte que no estaba herida. De nuevo, Sasuke lanzó un largo gemido de necesidad, su lado animal estaba deseando ser mordido y marcado por su compañero.

—¿Y cómo quieres correrte, Sasuke? —le preguntó en voz baja, besando la zona en la que había estado jugando con sus caninos, ascendiendo por su garganta hasta su oreja, donde se entretuvo para chuparle el lóbulo o mordisquearlo a placer—. ¿Quieres que te toque despacio, lento, torturándote hasta que te corras… o te gusta rápido y duro?

Sasuke ni lo dudó.

—Rápido, duro —jadeó.

Su Alfa ronroneó en su oído, complacido por su respuesta, y no se hizo de rogar. Sus dedos subieron y bajaron frenéticamente sobre su duro y necesitado miembro, dándole grandes oleadas de placer que lo arrasaron por dentro, haciendo que el fuego que había tenido retenido todo ese tiempo explotara y que el éxtasis lo asolara, haciéndole gritar de puro gozo.

Estaba terminando de correrse, jadeando por el intenso orgasmo, cuando Naruto tiró suavemente de él para atraerlo de nuevo a sus brazos, envolviéndolo amorosamente con ellos, antes de plantar tiernos besos en su hombro y su cuello. Sasuke cerró los ojos y se recostó en su pecho, disfrutando de la paz que sentía su lado animal ahora que había experimentado la poderosa química sexual con su pareja destinada; todavía estaba algo irritada por no haber sellado la unión entre ambos, pero eso no sería posible hasta que entrara en celo, por lo que, de momento, se conformaba con ser satisfecha por el Alfa.

El rubio le acarició una mejilla con el dorso de los dedos.

—Mucho mejor, ¿a que sí? —susurró con suavidad.

Sasuke levantó perezosamente la vista hacia su destinado. Había perdido el brillo de deseo en sus ojos, siendo sustituido por uno feliz que se reflejaba también en su sonrisa. Era muy guapo cuando le miraba así, le hacía sentirse el Omega más afortunado del mundo.

—Gracias, Naruto. Lo necesitaba.

Este lo besó tiernamente en la cabeza.

—Estás a punto de entrar en celo, es normal que estés más caliente de lo normal… y, como buen compañero que soy, es mi obligación procurar tu bienestar sexual —añadió con diversión.

Sasuke no pudo evitar resoplar, aunque también sonreía.

—Sí, obligación, claro. Lo que querías era meterme mano.

Naruto le miró con cara de cordero degollado. Se veía adorable.

—Solo soy un pobre Alfa cachondo que acaba de encontrar a su compañero… Ten un poco de compasión…

No pudo evitar reír un poco, haciendo que el rubio, inmediatamente, sonriera, al parecer contento por haber provocado esa reacción, y después lo estrechó entre sus brazos mientras lo besaba, juguetón, en la espalda. Sasuke soltó una carcajada, divertido y encantado por esa faceta de su destinado; los Alfas de su manada no se comportaban así, todos eran… más como él, serios, rectos y respetuosos, la época de hacerse bromas entre ellos terminó en la adolescencia. Sin embargo, a Naruto no parecía importarle demasiado ser un adulto, se lo pasaba en grande tomándole el pelo y chapoteando en el agua como un niño pequeño y, la verdad, le encantaba. En el fondo, siempre había encontrado a sus amantes bastante aburridos.

Entonces, mientras él fingía querer librarse de sus brazos, notó de nuevo su dura erección y cayó en la cuenta de que él no se había corrido. Se detuvo en seco y echó la cabeza hacia atrás para buscar sus ojos.

—¿Qué pasa? —le preguntó Naruto, que paró al ver que él ya no jugaba.

—Tú no te has… —empezó, haciendo amago de envolver sus manos alrededor de su polla.

Sin embargo, su Alfa le cogió delicadamente las muñecas y negó con la cabeza.

—No te preocupes por mí.

—Pero… —intentó replicar, pero su compañero puso el pulgar en sus labios y luego los acarició despacio, mirándolo con cariño.

—Ya habrá tiempo para eso —le dijo con dulzura antes de cogerle un mechón de pelo y tironear de él con una sonrisita—. Aún no te he lavado el cabello.

Sasuke se lo tocó e hizo una mueca de disgusto al notarlo tan enredado y enmarañado. Vale, eso era un poco asqueroso, no entendía cómo a su Alfa no le había importado tocarlo antes con lo sucio que estaba. Su cara hizo que este se riera entre dientes.

—Anda, ponte de espaldas y déjame a mí.

Él dudó un poco antes de obedecer.

—Nadie me había lavado el pelo desde que era niño.

Sintió la mano de Naruto en su nuca, masajeándola. Cerró los ojos, disfrutando de las suaves caricias que le regalaban sus dedos.

—¿Te molesta que lo haga yo? —preguntó con suavidad.

Sasuke lo meditó un momento.

—… No. Pero creía que los Alfas no hacían esa clase de cosas.

Su compañero se inclinó hasta apoyar el mentón en su hombro.

—Por suerte para ti, a mí me gusta dedicarte esta clase de cuidados, creo que es algo íntimo y que los dos podemos disfrutar —dicho esto, le dio un beso en la mejilla y se apartó, sin dejar de masajearle el cuero cabelludo con una mano.

Sin embargo, en vez de empezar a lavarlo, escuchó cómo quitaba el tapón de la bañera, haciendo que el agua fuera bajando.

—¿Por qué has hecho eso? —interrogó. Le gustaba estar sumergido en agua caliente.

Naruto señaló el líquido con el ceño ligeramente fruncido.

—No se ve porque hay espuma, pero el agua se ha ensuciado por habernos limpiado la sangre y todas las capas de polvo y tierra que teníamos. Voy a usar la alcachofa para terminar de lavarte.

Sasuke asintió y volvió a ponerse de espaldas a su Alfa, notando con pesar que apartaba su mano de su cabeza para encender la alcachofa. A los pocos minutos, ya tenía la cabeza echada hacia atrás, permitiendo que su destinado le mojara el cabello mientras acariciaba mimosamente sus mechones antes de enjabonarlo, dándole otro masaje más largo que lo dejó completamente relajado. Naruto tenía razón, se sentía como si estuviera compartiendo algo muy íntimo con él y era muy agradable, le gustaba que le dedicara ese tipo de atención. Cuando terminó de aclararle el pelo, le puso suavizante y le peinó el cabello con los dedos antes de volver a mojarlo; una vez hubo terminado, acarició su larga cabellera con delicadeza.

—Tienes un pelo precioso, Sasuke —le dijo, frotándolo entre sus dedos.

Él sonrió y se dio la vuelta, sentándose a horcajadas sobre su regazo. Su Alfa se lo permitió y rodeó su cintura con los brazos.

—Tu turno —dijo, cogiendo la manguera.

Naruto sonrió como si fuera un niño pequeño.

—¿Quieres lavarme tú también?

Asintió, un poco sonrojado ya que no recordaba habérselo hecho a nadie en su vida. Aun así, quería que su compañero experimentara la misma ternura y cariño que él le había dado con esa simple tarea. Este no opuso ninguna resistencia y apoyó su cabeza en su pecho mientras Sasuke repetía el proceso; disfrutó acariciando los indomables mechones dorados de su cabello, los cuales parecían poco dispuestos a dejarse desenredar, pero, con paciencia y habilidad, logró someterlos a sus suaves caricias, logrando que Naruto ronroneara al mismo tiempo que plantaba besos en su torso, a veces lamiendo sus pezones con afán juguetón, ganándose un sermón de Sasuke, el cual solamente le hacía reír por lo bajo antes de volver a recostarse en él y dejarse hacer.

Cuanto terminó, el Alfa lo miró claramente feliz, haciendo que se sintiera orgulloso y contento de su trabajo.

—Gracias, Sasuke, nadie me había lavado el pelo desde mi madre.

La mención de su progenitora hizo que su corazón se encogiera. Acarició su hermoso rostro, debatiéndose entre si debía decirle que sabía lo de sus padres o no. Al final, se decantó por ser sincero, después de todo, era su destinado y no quería mentirle.

—Tu ejecutor me ha hablado sobre ella.

Naruto no pareció sorprendido.

—Lo sé, escuché parte de la conversación mientras iba a buscar las velas.

Sasuke hizo una mueca de preocupación.

—¿No te molesta?

Su Alfa le sonrió y le dio un beso en los labios.

—Eres mi Omega, no tengo secretos para ti y, de todos modos, lo habrías sabido tarde o temprano.

Él lo contempló con tristeza y lo abrazó con fuerza.

—Siento mucho lo que les pasó, Naruto.

Este le devolvió el gesto y hundió una de sus manos en su cabello.

—No lo hagas, Sasuke. Mi madre murió haciendo lo correcto, estoy orgulloso de ella, y mi padre no habría sido un verdadero compañero si no la hubiera seguido. Fue duro ver lo mucho que sufría su pérdida, pero agradecí que quisiera quedarse conmigo un poco más para asegurarse de que estaría bien. No podría haber pedido más —dicho esto, se separó un poco para tomar su rostro con una de sus grandes manos, observándolo con tristeza—. Cuando me hablaron de ti, no pude evitar recordarlos, por eso no dudé en hacer todo lo que estuviera en mi mano para recuperarte, aunque tuviera que morir en el intento.

—Menos mal que no ha sido así —dijo Sasuke.

Naruto sonrió.

—No tenía intención de morir, menos aún después de darme cuenta de que eras mi compañero. Tengo planeado pasar miles de años contigo.

El Omega sonrió, la idea sonaba bastante bien y estaba deseando empezar una nueva vida con su compañero; cuanto más lo conocía, más le gustaba Naruto, lo cual era un tanto curioso porque no se parecía en nada a los amantes que había tenido. En el fondo, siempre había creído que su destinado sería alguien similar a ellos, serio y educado, algo comedido y respetuoso con él al principio por ser desconocidos, que tal vez lo tratara también como a un delicado Omega, ya que la mayoría de ellos solían ser sumisos y dulces, muy dedicados a sus Alfas, que se dedicaban a tareas que ni implicaran la violencia, puesto que la mayoría de ellos eran pequeños y no tan fuertes como el resto de sus congéneres. Sin embargo, Naruto lo trataba con una confianza y calidez que le hacía sentirse aceptado y bienvenido en su vida, no había un trato más distante ni tampoco cauteloso por ser hijo de otro líder, simplemente, había conectado con él como lo que realmente era, su pareja destinada; además, tenía ese aire travieso y juguetón que tanto le gustaba, como si fuera un cachorro que estaba entrando en la adolescencia, y ya había demostrado que era cariñoso con sus cuidados y que lo protegería con su vida si era necesario. No podía haberle pedido a la Gran Madre un Alfa mejor.

Se inclinó para frotar su mejilla, mostrándole su afecto al mismo tiempo que lo besaba en el cuello, sintiéndose completo por primera vez en su vida. Sonrió cuando Naruto no dudó en abrazarlo y en acariciarle la espalda, por lo que continuó dejando besos sobre su piel… hasta que notó dos perforaciones.

Inquieto de repente, se apartó, observando con el corazón encogido la herida que le había dejado los colmillos de Orochimaru durante el combate. Era la prueba de que su Alfa había estado dispuesto a morir por él y, aunque apreciaba mucho que Naruto estuviera tan dispuesto a defenderlo, le dolió ser tan consciente de ser la causa por la que había arriesgado la vida.

Queriendo compensarlo, sacó la lengua y lamió la zona con cuidado. La saliva de los cambiantes tenía propiedades curativas que ayudaban a acelerar la cicatrización, así que era habitual verlos lamiéndose los unos a los otros después de un combate. Naruto sonrió con ternura y ladeó la cabeza para darle acceso completo a su Omega, permitiendo que cuidara de sus heridas. Eso también fue importante para Sasuke, ya que en su clan los Alfas eran demasiado orgullosos para consentir que sus compañeros cuidaran de ellos, algunos lo consideraban hasta una muestra de debilidad, pero el suyo, en cambio, ahí estaba, recostado en la bañera y acariciándolo mientras se encargaba de él.

Cuando consideró que la herida ya estaba bien, se apartó de su compañero y ordenó:

—Date la vuelta.

Naruto le sonrió con diversión.

—Sí, mi Omega.

Sasuke le devolvió la sonrisa, que desapreció cuando su compañero hizo lo que le pedía; estaba arrodillado y con las manos apoyadas en la pared, dándole una increíble visión de su enorme espalda y su musculoso trasero, que le dieron ganas de morder. Era la clase de culo que le gustaría aferrar mientras le follaban con fuerza.

Se mordió el labio inferior. Quería tocarlo, pero no sabía si a Naruto le molestaría, después de todo, los Alfas eran dominantes por naturaleza y preferían tener el control de la situación durante el sexo, había sido uno de los motivos por los que Sasuke había discutido mucho con sus amantes, no siempre le había hecho gracia que estos trataran de restringirlo durante sus relaciones.

El rubio, que en esos momentos olía el ligero aroma de la lujuria de su compañero, lo miró por encima del hombro y le sonrió con picardía.

—Vamos, Sasuke, no seas tímido.

Este se sobresaltó un poco.

—¿No te importa?

Naruto le guiñó un ojo.

—Eres mi destinado, puedes tocarme cómo y dónde quieras.

Sasuke no pudo evitar gruñir, complacido. Se acercó a él hasta que pegó su cuerpo al suyo; como era más bajo, su vientre se presionaba contra sus duras nalgas y el resto de su torso contra su amplia espalda. Ronroneó al ser consciente de su piel caliente y sus fuertes músculos, acariciándolos con sus manos, disfrutando de cómo se contraían bajo su toque como una erótica sinfonía de poder y sensualidad. Aun así, eso no lo distrajo de lo que realmente le importaba, curar a su destinado; se inclinó sobre su cuerpo y empezó a lamer los horrendos arañazos que tenía en los costados, con mucho cuidado por si le hacía daño. Naruto no se quejó, pero se tensó un poco cuando pasó la lengua por sus heridas. Sasuke se dio cuenta de que le dolían más de lo que quería demostrar y, queriendo aliviarle, puso una de sus manos en su espalda y la otra sobre su pecho para acariciarlo. Eso pareció calmar un poco a su Alfa, que se relajó poco a poco y empezó a ronronear, encantado por sentir sus dedos delineando cada angulosa línea de sus omóplatos, o por cómo jugaba con sus enhiestos pezones, que se habían fruncido para reclamar su atención. No lo pensó dos veces y le dio lo que quería, pasando las uñas por ellos, haciendo gruñir al rubio y que el poderoso aroma del deseo inundara la estancia, burlándose de su nariz y de su propia entrada, que se humedeció de nuevo como un fiel reflejo de la pasión de su compañero.

Mientras le curaba la herida, se tomó su tiempo para explorar a conciencia su espalda y su torso, incapaz de no sorprenderse por sus grandes pectorales y por los aún más sexys abdominales, que parecían estar perfectamente marcados para que él los tocara a placer. Naruto gruñía o ronroneaba, encantado por las caricias y por el dulce olor que desprendía su Omega, al parecer caliente y ansioso porque volviera a poner las manos sobre su ardiente cuerpo para calmar su necesidad. Y lo haría, claro que sí, le había encantado oír sus gemidos y que le suplicara que le hiciera correrse, y había disfrutado cumpliendo sus caprichos… pero, por ahora, permitiría que su compañero terminara de curarle las heridas, después de todo, no era tan estúpido como para contradecirlo cuando estaba preocupado por su estado físico. Además, quería demostrarle que no lo trataría como a un Omega sumiso y delicado, sabía que la gran mayoría era así, pero no su Sasuke; todavía no se conocían mucho, pero habían hablado lo suficiente como para darse cuenta de lo orgulloso y fuerte que era, y lo último que haría sería faltarle al respeto insinuando que no era capaz de cuidarle. De modo que permitió que siguiera tratando los cortes de garras y colmillos que tenía con su deliciosa la lengua y que lo distrajera del escozor con sus dulces manos.

Cuando Sasuke consideró que ya había sido suficiente, pasó al otro costado. Una vez más, su Alfa se tensó un poco por el dolor, pero él ronroneó para calmarlo al mismo tiempo que deslizaba sus dedos hacia abajo, hacia su trasero. Sin dudarlo, le dio un firme apretón, clavándole las uñas, haciendo que Naruto lanzara un gruñido de deseo que le puso el vello de punta.

—Sasuke… —dijo con esa voz ronca tan sexy.

—Tranquilo, ya te tengo —susurró antes de seguir lamiéndole y masajear sus fuertes nalgas. Su Alfa respondió jadeando fuerte y moviendo sensualmente sus caderas hacia adelante y hacia atrás, imitando el movimiento de alguien follando lentamente a su amante, sin prisas, saboreándolo. Gimió ante la sola idea de ser embestido así y su entrada empezó a palpitar, adolorida—. Naruto…

—Deja que me encargue de ti, mi Omega —pidió su compañero con impaciencia—. Huelo lo mojado que estás, lo mucho que me necesitas… Te prometo que te daré todo lo que quieras, Sasuke, te haré todo lo que te guste…

—Aún no —gruñó él y, sin previo aviso, agarró la polla de su destinado con ambas manos.

Este rugió de placer con tal fuerza que Sasuke juraría que las paredes temblaron. Se habría sentido orgulloso de sí mismo si no fuera porque su intensa respuesta lo puso aún más mojado que antes, además de que su compañero, consumido por la lujuria, empezó a mover más bruscamente las caderas, tratando de frotar su pene contra sus manos con más rapidez.

Por desgracia, eso impedía que Sasuke pudiera curarle bien la herida.

—Cálmate un poco, mi Alfa, así no me dejas ayudarte —lo arrulló.

Naruto soltó un gemido, pero ralentizó el ritmo de sus embestidas hasta que volvió a esa danza lenta y sensual que tanto lo seducía. Lo recompensó apretando un poco más su miembro y acariciándolo con más firmeza, haciéndole gemir y gruñir.

—Falta poco, mi Alfa, aguanta ahí —le ordenó antes de seguir lamiendo su herida, dejando que su saliva lo ayudara a cicatrizar.

Su destinado obedeció, a pesar de que Sasuke se dio cuenta de que lo que realmente quería era frotarse más rápido contra sus manos para poder correrse; notaba su polla dura como una piedra y parecía tener pulso propio, como si palpitara acorde con su propia entrada. Probablemente, debí de dolerle, pero necesitaba que siguiera así un poco más, era su forma de distraerle del dolor de sus heridas mientras las curaba con la lengua.

Cuando al fin estuvo seguro de que era suficiente, se apartó y soltó a Naruto.

—Date la vuelta —casi gimió, ansioso por darle el placer que tanto ansiaba.

Su compañero lo hizo con rapidez, sentándose de nuevo y recostándose contra la bañera, apoyando la cabeza y sus grandes brazos en los bordes al mismo tiempo que habría las piernas para él, exponiendo su adolorido miembro.

Sasuke no tuvo que pensarlo dos veces, se inclinó sobre sus muslos y lo tomó en boca. Era la primera vez que hacía algo así, ya que era una de esas cosas que se había prometido a sí mismo que solamente haría con su destinado, por mucho que sus amantes se lo habían suplicado, pero eso no le impidió saborear a Naruto entre gemidos, sorprendido y fascinado por la esencia de su pasión, por lo increíble que se sentía al tenerlo dentro y tocarlo de ese modo tan íntimo; no pudo evitar de preguntarse si se sentiría así de lleno cuando le hiciera suyo.

Por otro lado, Naruto respondía a sus caricias con fuertes gruñidos, echando la cabeza hacia atrás y flexionando todos los músculos, siendo asaltado por una oleada ardiente de deseo. No había esperado que su Omega fuera a chupársela, y mucho menos de esa forma tan desinhibida, como si fuera lo mejor que hubiera probado nunca. Incapaz de retenerse, agarró el cabello de Sasuke por aferrarse a algo, en un intento por permanecer quieto y no golpear esa dulce boca con sus caderas, pues era consciente de que era grande y temía hacerle daño si se movía con demasiada brusquedad. Estar a su completa merced, siendo víctima de las intensas y húmedas caricias de sus labios y lengua, provocó que se corriera con fuerza a los pocos minutos, rugiendo de puro éxtasis.

Sasuke gimió al sentir cómo su compañero se estremecía a causa del orgasmo y chupó su esencia, en absoluto asqueado, más bien se sentía orgulloso por haber provocado una reacción tan poderosa en él. Lo limpió cuidadosamente al mismo tiempo que sentía sus dedos tocándole el pelo con cariño, para después deslizarse hasta la última herida que tenía en el muslo; esta no pareció causarle ningún dolor cuando la lamió, al contrario, lo escuchó ronronear amorosamente mientras pasaba sus manos por su cabello, su nuca, sus hombros y la parte superior de su espalda. Cuando se quedó satisfecho con sus cuidados, se irguió y miró al rubio… quien tenía una mirada lasciva en sus ojos.

Tembló involuntariamente, apretando las nalgas en un intento de aliviar el ardor de su entrada.

—Tu turno, mi Omega —dijo Naruto en ese tono bajo y ronco que parecía augurar un intenso encuentro sexual—. Ven aquí —lo tentó.

Él gimió y fue hasta él, sentándose a horcajadas sobre él. Uno de los brazos del Alfa rodeó su cintura, pegándolo a su duro cuerpo, haciendo que se agarrara a sus hombros, mientras que su mano libre acarició una de sus nalgas con lentitud, haciendo que se mordiera el labio, pues se hacía una idea de lo que iba a hacer.

—Ladea la cabeza —ordenó, confundiéndolo por un instante—. Tú también estás herido. ¿Pensabas que no iba a curarte? —le preguntó antes sentir cómo le clavaba los dedos en la piel de su trasero.

Sasuke gimoteó por la sensación, anhelando que lo follara con ellos.

—Alfa… —suplicó, poseído por la lujuria.

Naruto gruñó complacido al mismo tiempo que se inclinaba para lamer las marcas de colmillos que tenía en el cuello, las más recientes que le había hecho Orochimaru. El Omega no pudo evitar estremecerse otra vez, ya que esa era la zona donde su destinado debía morderlo para marcarlo como suyo. Nunca antes le había gustado tanto que lo tocaran ahí, aunque supuso que era precisamente porque era su auténtico compañero quien lo estaba acariciando ahí.

—Tranquilo, mi Sasuke —ronroneó su Alfa contra su cuello, pasando la lengua sin cesar por ese lugar tan sensible y erógeno que lo estaba poniendo aún más caliente—, te prometí que me haría cargo de todas tus necesidades… y es lo que pienso hacer.

Entonces, le metió un dedo, despacio.

No importó, Sasuke chilló y abrió las piernas tanto como pudo, dándole la bienvenida a sus suaves embestidas. Naruto se internó en él poco a poco, tanteándolo y torturándole de un modo placentero que lo hacía gemir y suplicar, estaba muy mojado y solo quería que lo aliviara otra vez.

—Por favor… Por favor, Naruto.

Este gruñó, excitado.

—¿No te hago daño?

—No —jadeó cuando su Alfa retiró su dedo de su interior. Sin embargo, gritó cuando le metió dos dedos con un movimiento más brusco, provocando que el fuego estallara en su bajo vientre—. ¡Sí!

—Rápido y duro, ¿verdad? —adivinó con la voz ronca.

—¡Sí! —chilló otra vez cuando su Alfa lo embistió otra vez sin piedad. Clavó las uñas en sus hombros, presa del deseo, y trató de balancear sus caderas contra su mano, pero el otro brazo lo tenía inmovilizado, procurando mantener el control sobre él. Eso lo puso aún más húmedo y buscó los labios de Naruto para besarlo entre gemidos—. Por favor. Por favor, mi Alfa, por favor, fóllame.

Este le metió la lengua sin miramientos, barriendo el interior de su boca, al mismo tiempo que sus dedos le hacían el amor a su ardiente trasero a un ritmo más rápido que hizo que le fallaran las rodillas y dejara de sostenerse sobre ellas, apoyándose por completo sobre el cuerpo de su compañero, a quien rodeó con los brazos y contra el que se arqueó, ofreciéndose. Naruto gruñó, satisfecho por su entrega.

—Si hago que te corras, luego me dejarás curarte sin rechistar, ¿entendido? —le dijo en un tono más brusco, casi dominante, pero Sasuke sabía que era porque volvía a estar excitado, olía su deseo y era muy consciente de cómo su polla presionaba de nuevo contra su vientre, acariciando la suya.

Aun así, su voz seguía siendo como sexo puro en sus oídos.

—Sí, lo prometo —juró con un jadeo.

—¿Seguro? —jugueteó Naruto, sacando los dedos de su interior, provocándole un incómodo vacío por unos instantes, antes de volver a ser llenado por ellos con una fuerte embestida que lo hizo gritar.

—¡Sí! ¡Sí, Alfa!

Su compañero ronroneó, complacido.

—Bien.

Fue lo único que dijo antes de follar su culo con los dedos. Rápido, duro. Tal y como había prometido, tal y como a Sasuke le gustaba. Lo único que pudo hacer fue aferrarse a su compañero y chillar, dejándose arrastrar por las intensas embestidas de placer que se acentuaron cuando este le arañó la piel del cuello con los colmillos, justo en el lugar en el que debía marcarlo durante el celo, haciendo que el animal que llevaba dentro se volviera loco y rugiera de necesidad, ansiando ser reclamado.

En pocos minutos, tuvo un fuerte orgasmo que lo dejó jadeando sobre su Alfa, quien lo abrazó y ronroneó para él para calmarlo al mismo tiempo que lo acariciaba y, esta vez, lamía sus heridas para curarlo. Sasuke, todavía un poco sensible por el toque de su compañero y por estar tan cerca del celo, se estremeció ante el roce de su lengua, pero inclinó igualmente la cabeza a un lado para permitir que tratara los cortes que le había hecho Orochimaru. En el fondo, deseaba que esas marcas desaparecieran lo antes posible.

Sin embargo, Naruto aún no había terminado con él.

Mientras lo curaba, sus manos volvieron a masajear sus nalgas y sus traviesos dedos rozaron de nuevo su entrada casualmente, deslizándose entre sus nalgas seductoramente, haciendo que tardara muy poco en humedecerse de nuevo. Estando a punto de entrar en celo, era muy fácil provocar su necesidad sexual, especialmente estando con su destinado. Aun así, Sasuke no se quejó, solamente se dedicó a gemir suavemente cosas incoherentes, el nombre de Naruto o murmurar lo mucho que le gustaba que lo tocara.

El Alfa disfrutó viendo a su Omega en estado de necesidad a la vez que cerrada con su saliva las heridas de su cuello, donde se entretuvo algún tiempo, ya que el jaguar que llevaba dentro ansiaba acoplarlo, a pesar de que eso no sería posible hasta que Sasuke entrara por completo en celo; también se ocupó de sus tiernos hombros, sus duros pezones que parecían ansiar su lengua, los costados, donde ese cabrón le había clavado las uñas… y ambos lados de las caderas, en los cuales le había mordido profundamente, pero él procuró pasar un buen rato lamiéndolos para que pudieran cicatrizar cuanto antes. Durante ese tiempo, jugó con la dulce entrada de su destinado, acariciándola, esparciendo su humedad a su alrededor para procurar una mejor penetración y, de vez en cuando, metiendo uno o dos de sus dedos en una lánguida embestida. No podía evitarlo, su Omega tenía un aroma cálido y dulzón que anunciaba la llegada del ardiente celo, lo ponía duro y hacía que solo pudiera pensar en tocarlo.

Pero lo primero era lo primero; quería que las marcas de ese desgraciado que había osado tocar a su compañero desaparecieran, le cabreaba la idea de que otro Alfa le hubiera dejado cicatrices, sobre todo con la intención de hacerle daño… de violarlo y forzarlo a un acoplamiento.

Cuando terminó con la parte delantera, se separó de Sasuke y lo contempló. Aún le costaba creer que su Gran Madre le hubiera bendecido con un destinado tan hermoso: era alto para ser Omega, y también atlético, esbelto y fuerte a la vez, una deliciosa y atrayente mezcla que lo hacían babear; podía admirar los ondulados y elásticos músculos de su cuerpo bajo su piel blanca, que lejos de parecer enfermiza, se veía firme y suave, todavía bañada por gotas de agua que le encantaría limpiar con su lengua; tenía el cabello largo por debajo de los hombros, de un precioso negro brillante con hermosos reflejos azules que lo fascinaban, tan suave que se moría por frotar su mejilla y sus dedos contra sus mechones, que enmarcaban un rostro de rasgos finos, no delicados, pero sí elegantes, además de unas mejillas que en esos momentos estaban sonrosadas por la lujuria, y unos bellos y cálidos ojos negros que tenían un brillo febril. Y por si eso fuera poco, su Omega tenía una enorme fuerza de voluntad, no se había amedrentado ante los Alfas que le habían secuestrado, les había plantado cara con valentía y no se había derrumbado cuando todo había pasado.

Hermoso, valiente, fuerte y apasionado. Jamás se habría atrevido a pedir tanto en un compañero, pero estaba feliz porque fuera Sasuke.

Embargado por la emoción, acarició su rostro, a lo que este respondió cerrando los ojos y presionando su mejilla contra su palma con un ronroneo. Naruto se lo devolvió mientras lo besaba suavemente en los labios.

—¿Te duele algo? —le preguntó con dulzura, sin dejar de tocarlo.

—Estoy bien —respondió su Omega con un tono suave como la seda. Tenía una voz melodiosa, era agradable al oído, con un punto seductor que parecía querer incitar a los Alfas a tratar de dominarlo durante el sexo; eso lo volvía loco, le daban ganas atarlo a su cama, vendarle los ojos y jugar con su cuerpo hasta que le suplicara que lo follara… otra vez. En ese momento, Sasuke abrió los párpados, como si hubiera oído sus pensamientos, y se mordió el labio inferior de un modo que le pareció adorable al mismo tiempo que frotaba su pecho contra el suyo, provocándole con sus pezones. Por poco gruñó, le gustaba esa faceta de su compañero—. Te deseo otra vez.

Él esbozó una maliciosa sonrisa y le mordisqueó los labios.

—Me prometiste que dejarías que te curara las heridas sin rechistar.

—Ya lo has hecho —respondió con un jadeo, probablemente porque no había podido resistir más la tentación de volver a masajear sus nalgas.

—Solo por delante… falta por detrás —dijo con una gran sonrisa a la vez que deslizaba un dedo por su entrada, metiéndolo hasta el fondo.

Sasuke le recompensó con un largo gemido.

—Aaaah… Alfa…

—Aún no he acabado contigo, mi Omega —gruñó Naruto, excitado—. Date la vuelta y apoya las manos en la pared.

El Omega gimoteó como protesta, poco dispuesto a separarse de él, pero el Alfa no era tan paciente y, con cuidado, lo levantó con facilidad de la bañera, cogiéndolo en brazos para dejarlo de cara a la pared, poniéndolo de nuevo de rodillas, con las palmas contra la fría y húmeda pared por el vapor, de forma que su cuerpo quedara inclinado hacia delante, dándole una perfecta visión de su trasero.

—Naruto… ¡Aaaaah! —Sasuke gritó cuando su compañero le metió dos dedos hasta el fondo con firmeza. Estaba muy caliente por las anteriores caricias que le había dedicado y que él había recibido gustosamente, no podía negar que su Alfa sabía muy bien cómo tocarlo… y cómo provocarlo. Joder, no podría soportarlo si seguía jugando con él de esa manera—. Sigue, por favor —pidió, necesitando correrse otra vez.

El rubio ronroneó al mismo tiempo que colocaba su cuerpo sobre el suyo. No pudo evitar jadear al sentir su duro torso contra su espalda, contrayéndose en una demostración de poder y sensualidad que hizo que su lado animal gimiera, aunque lo que realmente lo dejó tembloroso fue que frotara su dura polla contra sus nalgas, de vez en cuando acariciando su húmeda entrada con su punta, amenazando con penetrarlo. Por un instante, su miembro se internó lentamente en él, metiéndolo lo suficiente como para dejarlo con ganas de más, antes de retirarse y dejarlo con un incómodo vacío en su interior.

—¡Fóllame, Alfa! —exigió, incapaz de resistirse más.

Naruto pegó sus labios a su oído y susurró:

—Teníamos un trato, Sasuke. Aún no estás curado.

—Me da igual, te necesito —jadeó.

Notó que su Alfa dudaba. Aprovechando la situación, restregó sus nalgas contra su polla, tratando de que le penetrara. Oyó que Naruto gruñía y que presionaba su fuerte pecho contra el suyo, inmovilizándolo en la pared, haciendo que se pusiera aún más caliente; su lado Omega ansiaba ser dominado y sometido por un poderoso Alfa que fuera digno de él, su compañero, especialmente durante el celo, por lo que otra oleada de humedad lo asaltó, haciéndole gemir.

—Quieto, Omega —le ordenó Naruto—. Sé que antes dije que me ocuparía de todas tus necesidades… pero estás herido y no quiero que estés aún más adolorido después…

—No me importa —dijo Sasuke, echando la cabeza hacia atrás para mirarlo con deseo—. Me duele por ti. Por favor, mi Alfa.

Vio en los hermosos ojos de su jaguar que había logrado ablandarlo, lo cual se confirmó cuando se inclinó para apoderarse de sus labios. No fue un beso tan ansioso y apasionado como antes, sino más dulce, cariñoso y suave, como si le estuviera diciendo con su boca lo importante que era para él y lo mucho que se preocupaba por su bienestar.

Nadie lo había besado así nunca. Ni siquiera sus amantes.

Naruto se separó despacio de él a la vez que le acariciaba las caderas.

—No te dejaré a medias, Sasuke —le prometió, haciendo que su corazón se acelerara y que las rodillas le temblaran—, no soy tan cruel para hacerte algo así, menos aún cuando tu celo está tan cerca… pero lo haremos a mi manera. Y por la Diosa que voy a curarte esas heridas de todas formas.

—¿Qué…? —empezó a preguntar, confundido por sus palabras, sin embargo, fue incapaz de hilar un pensamiento coherente cuando los dedos de su Alfa volvieron a penetrarlo con fuerza, deslizándose fácilmente por su húmeda entrada, haciéndole gritar de puro gozo.

Fue levemente consciente de los movimientos que hacía Naruto tras él, colocándose de tal forma que tuviera libre acceso a su baja espalda, la cual empezó a lamer con cuidado. Supo entonces que estaba tratando las otras marcas que le había hecho el cabrón de Orochimaru en esos tres días pero, por suerte, las penetraciones de su Alfa hicieron que se olvidara rápidamente de ese malnacido, tan solo podía sentir los pulsos de placer que enviaba por todo su cuerpo, provocando que su temperatura corporal saltara por los aires y que sus entrañas se incendiaran a causa del orgasmo que se estaba formando en él.

A los pocos minutos, estaba corriéndose con fuerza, sin embargo, Naruto no parecía tener intención de acabar tan rápido con él, ya que sus dedos siguieron embistiéndole suavemente, alargando su orgasmo y excitándolo de nuevo, logrando que, al poco tiempo de haberse recuperado un poco, volviera a estar gimiendo de necesidad, ansiando un nuevo orgasmo. Su Alfa, consciente de eso, le dio lo que quería al mismo tiempo que seguía curando los cortes que le quedaban, uno en la parte trasera de un muslo, donde estuvo especialmente sensible ante el roce de la lengua de Naruto, llegando a correrse dos veces…

Aunque no tuvo nada que ver con lo que sintió cuando su destinado llegó a la última marca, que tenía en la nalga derecha. Todavía recordaba con una opresión en el pecho cómo Orochimaru se la había hecho el primer día; él todavía estaba muy sedado y apenas pudo hacer un ridículo intento por resistirse cuando ese desgraciado lo desnudó, pasando sus frías manos por su cuerpo, antes de atarlo y darle un mordisco en el trasero, tan solo para probarlo un poco antes de que entrara en celo. Había sido duro para él que lo marcara entonces y por primera vez, además de en un lugar tan íntimo.

Naruto pareció percibir su cambio de ánimo, porque volvió a ponerse sobre su cuerpo para abrazarlo y frotar su mejilla contra su hombro.

—Tranquilo, mi Sasuke, estoy aquí y estamos juntos. Lamento no haberte encontrado antes de que te marcara de esa forma, pero te prometo que, después de esto, esa cicatriz desaparecerá —dicho esto, le besó en el cuello, en la zona donde debía reclamarlo como su compañero—. Pronto serás mío y la única marca que tendrás será la mía.

Sasuke giró la cabeza para poder besarlo y su Alfa le entregó sus labios sin rechistar. Intercambiaron un beso intenso pero suave que él mismo rompió para acariciarle la nariz con la suya.

—Siento haber pensado en eso cuando estamos…

—Shh… —Naruto lo interrumpió y lo estrechó un instante contra sí—. No debes preocuparte por eso, es normal después de todo lo que ha pasado. Ahora, voy a curarte eso y después descansaremos, ¿de acuerdo?

Él asintió y alzó el trasero, dispuesto a permitir que su destinado acabara de curarlo. Sin embargo, no esperó que este colocara ambos brazos entre sus piernas, separándolas más, y curvarlos para abrazar sus caderas, impidiendo así que pudiera mover la parte inferior de su cuerpo. Entonces, su lengua lamió la zona más carnosa de su nalga, donde tenía la herida.

Una nueva ola de calor lo golpeó, haciendo que se mordiera el labio intentando no gemir, pero fue inútil; estar totalmente a merced de su Alfa mientras este lo lamía en un lugar tan íntimo le hizo arder y su entrada, que ya estaba bastante mojada por los anteriores orgasmos, palpitó de nuevo exigiendo alivio. Naruto pasó un buen rato jugando con su trasero, bueno, curándolo, pero Sasuke no pudo evitar sentirlo como si quisiera que seducirlo otra vez, sobre todo porque sus fuertes brazos le impedían cerrar las piernas como acto reflejo a alguna de sus más calientes caricias, que le provocaron suaves jadeos.

Cuando creyó que ya había acabado, estaba tan ansioso porque volviera a follarlo con sus dedos que estuvo a punto de suplicárselo otra vez, pero no hizo falta; su Alfa movió su lengua hacia un lado, mordiendo y chupando con cuidado su piel sensible, como si le estuviera advirtiendo de lo que venía a continuación, sumiéndolo en un estado de expectación que envió eróticos escalofríos por su espalda, provocando en esta ocasión que animara a su compañero a hacer lo que creía con gemidos fuertes y continuos que pretendían seducirlo.

Su táctica se vio recompensada cuando, al fin, Naruto pasó la lengua entre sus nalgas, lamiendo su húmeda entrada. Chilló por el inmenso placer que le produjo esa sensación, tratando de contonear sus caderas para frotarse contra su lengua, pero su Alfa era fuerte y a duras penas logró mover sus brazos unos centímetros. Su compañero gruñó:

—Joder, Sasuke, eres delicioso.

—Hazlo otra vez —jadeó este, en cambio, demasiado ansioso para pensar en otra cosa.

Naruto no jugó esta vez con él y le penetró lentamente con la lengua, viendo hasta dónde podía llegar. Sasuke lanzó un largo gemido, inmerso en su pasión.

—Aaaaaah… Sí, así…

Su compañero apretó el agarre que tenía sobre él y clavó sus dedos en sus nalgas para abrirlas, dejando su entrada totalmente expuesta. Él cerró los ojos con fuerza, disfrutando como la pantera en celo que estaba a punto de ser cuando su Alfa lo embistió una y otra vez con una lengua implacable que parecía estar deseosa por follarlo; cada vez sus envites eran más duros y rápidos, haciendo que las palpitaciones de su interior se intensificaran y que su humedad se escurriera hacia afuera, siendo lamida sin dilación por Naruto, el cual chupaba como si fuera lo más exquisito que hubiera probado nunca. La cosa se puso más interesante cuando este se puso a gruñir, haciendo vibrar su lengua al mismo tiempo que esta alcanzaba un ritmo más duro y frenético, provocando que se corriera con tal fuerza que se le escapó un rugido animal, dejándolo tan tembloroso que ya no pudo sostenerse sobre sus manos y rodillas, dejándose caer en los brazos de su destinado, quien empezó a ronronear para tranquilizarlo mientras lo abrazaba y lo acariciaba.

Poco después, su compañero lo cogió con cuidado en brazos y lo sacó de la bañera. Sasuke estaba tan agotado que solo atinó a dejarse llevar, permitiendo que Naruto lo sentara en su regazo y lo secara amorosamente con una toalla; sus manos gentiles y su cuerpo cálido hicieron que se le cerraran los ojos, por lo que no fue consciente de que lo había llevado a su habitación hasta que sintió un mullido colchón bajo su cuerpo. Suspiró del gusto de tener al fin una cama y se hizo un ovillo, sintiendo cómo su Alfa lo envolvía con sus brazos y lo atraía hacia su pecho. No lo pensó mucho, se acurrucó en él y dejó que el sueño lo arrastrara.

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