El Ciclo del Lobo
Sasuke se removió perezosamente
mientras despertaba. Un pequeño suspiro escapó de sus labios cuando se acurrucó
contra la suave fuente de calor que lo protegía del frío invernal. No pudo
contener una sonrisa, ya que algo peludo le estaba haciendo cosquillas en el
rostro. Abrió los ojos, encontrándose con una inmensidad de pelaje blanco.
El Espíritu Lobo.
Naruto.
Sus labios se
curvaron aún más hacia arriba y enterró el cuello en su piel mientras lo
acariciaba. Debía de haberse transformado cuando se había quedado dormido o tal
vez un poco antes, no lo recordaba muy bien ya que él había caído en un sueño
profundo tras su apasionado encuentro.
Jamás imaginó que
pudiera ser… tan… maravilloso. Había oído historias de amigos donceles y
mujeres que le habían contado que era normal que la primera vez podía ser más o
menos dolorosa… pero con Naruto… No había forzado nada; se había tomado su
tiempo para conocer su cuerpo, para permitirle explorar el suyo y saciar su
curiosidad, para darle tanto placer que supo cuándo estaba preparado. Y, en vez
de tomarlo, lo puso sobre su regazo y le ayudó a montarlo.
Le permitió tener
el control. Dejó que se entregara a él como deseara.
Un hombre de su
clan no habría hecho algo así, habría sido una ofensa a su virilidad, al menos
en una relación de amantes, una vez unidos por el matrimonio habría sido
diferente. Pero a Naruto pareció no importarle lo más mínimo. Aunque, claro, él
no era humano, tampoco. Y cada vez se alegraba más de que fuera así, eso le
había permitido disfrutar al máximo de su primera vez, y estaba bastante seguro
de que también había sido de lo más placentero para su compañero, a juzgar por
cómo, después, tras una nueva ronda de besos fogosos y caricias lujuriosas, le
hizo el amor con anhelo.
No fue la última
vez que lo hicieron. Habían pasado gran parte de la noche uniéndose, tal y como
anunciaba la profecía. Y, cuando terminaron, Naruto lo había arrastrado a sus
brazos y le había susurrado al oído que había estado esperando dieciséis largos
años para poder reclamarlo, que lo había querido a su lado desde el primer día,
y le había prometido que le haría feliz, que confiara en él porque nunca le
fallaría.
A Sasuke le había
sonado como una especie de súplica. Como si comprendiera lo extraña que
resultaba la situación para él y le pidiera que le diera una oportunidad. Pero
no tenía que hacerlo; tal vez unas cuantas explicaciones le vendrían bien, no
lo negaba, sin embargo, se sentía infinitamente mejor en esos momentos que la
noche anterior, cuando pensaba que después del Samhain tendría que abandonar su
clan con un hombre por el que no sentía absolutamente nada.
Al final, le había
dicho que no se preocupara, que si estaban destinados era por un buen motivo y
que se alegraba de que le hubiera encontrado. Después de eso, se había
acomodado en su pecho y se había quedado dormido. La verdad era que ni siquiera
recordaba haber sentido ninguna molestia durante la noche, nada que le indicara
que Naruto había regresado a su forma de lobo.
Mientras
acariciaba su suave pelaje, escuchando su pausada respiración, fue echando un
vistazo a su alrededor. Naruto le había dejado el colchón de paja cubierto de
mantas solo para él, probablemente para que estuviera más cómodo, mientras que
su gran cuerpo yacía sobre el suelo, cubierto de confortables piezas de lana.
Aun así, se había mantenido pegado a él para darle el mayor calor posible
mientras que su cabeza estaba apoyada sobre el colchón, justo por encima de la
suya, de tal forma que, cuando se acurrucaba, su cara acababa enterrada en el
hueco de su cuello.
Feliz tras haber
encontrado a su verdadero Guerrero Lobo y por la increíble noche que había
pasado, se levantó con mucho cuidado de no despertar a su compañero y se
envolvió en una larga piel para inspeccionar mejor el interior de la casa. El
techo de paja y mimbre dejaba que la luz de un sol muy brillante y dorado
iluminara el interior, permitiendo que examinara el escaso mobiliario y la
humilde morada. No se parecía en nada a la suya, más decorada y vistosa por los
obsequios que recibía su familia de otros clanes o de los regalos de su gente
cuando estaban agradecidos tras solucionar un problema. No era que le molestara
vivir en un lugar como aquel, por él podría vivir en el bosque en una cueva si
eso significaba que podía quedarse con su lobo, simplemente, le pareció curioso
que alguien con el estatus de Naruto, un poderoso espíritu cazador, no tuviera
una mejor vivienda…
Aunque, de nuevo,
él no era humano. En realidad, la mayor parte del tiempo lo había visto en
forma de lobo. Tal vez la sociedad y cultura de los espíritus fuera diferente,
después de todo. Eso le hizo fruncir el ceño. Tendría que preguntarle cuál era
el protocolo social de aquel mundo para evitar meter la pata.
Asintiendo para sí
mismo, dejó la mesa que había estado ojeando hasta el momento y se centró en
las paredes. Puede que la casa fuera humilde, pero las armas que poseía habían
sido forjadas con exquisito detalle. Decoraciones de oro y plata rodeaban los
mangos de las lanzas y formaban misteriosas curvas en las hojas de las espadas,
enredándose en su filo como si anhelaran el abrazo de la muerte. Sin embargo,
una vez más, fue la enorme armadura lo que más llamó su atención.
Sasuke estaba
seguro de que había sido creada para ceñirse a la forma de lobo de Naruto, tan
solo había que fijarse en el peto, que era por lo menos dos veces más grande
que su torso. Los bordes eran plateados, creando un increíble y colorido
contraste con el fondo verde esmeralda, en cuyo centro se delineaba una media
luna blanca que era idéntica a la que llevaba Naruto en su pecho. Supuso que
debía ser el símbolo de su clan. Los Uchiha también llevaban en sus armaduras
un halcón rojo y muchos, como él, lo llevaban marcado en la piel en forma de
tatuaje en la espalda.
—¿Te gusta?
La voz de Naruto
le sobresaltó un poco, pero se dio la vuelta y sonrió cuando lo vio con su
apariencia humana. Se había sentado sobre el colchón, dejando una pierna sobre
las pieles de animales mientras que la otra estaba doblada, de tal forma que
tenía apoyado un codo sobre la rodilla. El otro brazo estaba estirado sobre la
cama, sujetando así el peso de su torso, que en esa postura se veía más robusto
y musculoso. Sus ojos descendieron sin poder evitarlo por sus abdominales
apretados, que en esos momentos se veían duros como la roca a causa de la
tensión de su cuerpo, y luego más abajo… haciendo que se le escapara una
sonrisa divertida.
Naruto soltó una
risilla.
—Creo que yo te
gusto más.
Sasuke alzó la
mirada hacia él, devolviéndole el gesto.
—Definitivamente,
sí.
Los ojos de su
lobo resplandecieron, brillando de pura felicidad. Entonces, bajó la pierna que
tenía alzada hasta la cama y abrió los brazos, invitándole a volver con él.
No tuvo que
pensarlo dos veces. Fue rápidamente hasta el colchón, dejando caer la piel que
llevaba encima, y se arrodilló sobre este para ir a gatas hacia su compañero,
buscando su rostro para darle un tierno beso. Escuchó que Naruto gruñía
suavemente a la vez que sus fuertes brazos lo rodeaban y le ayudan a colocarse
sobre su regazo, donde se acomodó al mismo tiempo que pasaba las manos por su
amplio pecho, delineando sus poderosos músculos que parecieron ensancharse
cuando tembló ligeramente, sin duda alguna a causa de sus caricias. No pudo
evitar sonreír, le gustaba saber que su toque lo afectaba tanto como sus besos
a él.
Naruto abandonó
sus labios para seguir besándolo por el mentón y descender por su cuello,
haciendo que se le escapara un suspiro de placer. Le encantaba tener su boca
ahí, le erizaba la piel y hacía que su entrada se humedeciera. Cuando él pasó
la lengua por su garganta, gimió y se aferró a sus hombros, apretándose contra
él para sentir su duro cuerpo contra el suyo. Lo deseaba otra vez.
Sin embargo, su
pasión se enfrió cuando notó que su lobo se apartaba un poco y tanteaba con los
dedos la piel del hueco de su cuello, como si estuviera buscando algo.
—¿Ocurre algo?
—preguntó, inseguro.
Naruto se separó y
lo miró a los ojos. Parecía aliviado.
—Me aseguraba de
que no tenías marcas en el cuello. Mi especie siente la necesidad de morder
durante el sexo y te rocé con los colmillos.
Sasuke parpadeó.
Ahora comprendía por qué los notó anoche cuando le hizo el amor sobre sus manos
y rodillas.
—Ah, entonces era
por eso.
De repente, el
rostro del hombre se quedó blanco.
—¿Los sentiste?
—preguntó con horror antes de abrazarlo—. Lo siento, Sasuke, no era mi
intención asustarte. Intenté contenerme, pero cuando te pusiste a cuatro patas…
Fue demasiado intenso para mí y no pude evitar tocarte de ese modo. Pensé que
lo había hecho lo suficientemente suave como para que no te dieras cuenta…
Sasuke no esperaba
que Naruto se alterara tanto por algo que no le había molestado lo más mínimo,
pero pudo comprender que creyera que le había aterrorizado sentir sus colmillos
tan cerca de su garganta. Curiosamente, no había sido así, de hecho, podría
haber habido una pelea entre dos ciervos macho en esa misma habitación y él ni
siquiera se habría dado cuenta de su presencia.
Por eso mismo,
cogió el rostro de Naruto entre sus manos y lo obligó a mirarlo mientras
acariciaba con suavidad sus mejillas, intentando calmarlo.
—Ey, no pasa nada,
de verdad. No me molestó ni me hiciste daño.
El rubio frunció
el ceño, mirándole fijamente, como si intentara discernir si le estaba diciendo
la verdad o no.
—¿No te asusté?
Sasuke no pudo
contener una sonrisa ladeada al mismo tiempo que se sonrojaba.
—La verdad… me
excitó bastante.
Al oír eso, los
ojos de Naruto empezaron a brillar y un gruñido profundo escapó de su pecho. El
doncel respondió con una risilla.
—¿Cosas de espíritus?
—Cosas de Lobos,
más bien —respondió, sacudiendo la cabeza, como si así sus ojos pudieran dejar
de brillar. De hecho, lo consiguió, ya que sus irises volvían a ser como un
claro cielo despejado—. Cuando encontramos a nuestra pareja destinada tenemos
la necesidad de morderla para marcarla como nuestra. Es un rasgo instintivo.
Sasuke sabía que
debería estar asustado, había visto los colmillos de Naruto y sabía
perfectamente que podría desgarrarle el cuello a un corcel de un mordisco… Sin
embargo, la idea tan solo le produjo un delicioso hormigueo en la piel y que se
entrada empezara a palpitar.
—Bueno, ahora
estoy advertido. Así que la próxima vez… —murmuró con una sonrisa traviesa,
rodeando su cuello con los brazos y mordisqueándole el mentón—, si quieres
morderme… tienes mi permiso.
Naruto respondió
gruñendo profundamente y estrechándolo aún más contra sí.
—No digas eso
ahora. Desde que alcanzaste la pubertad todos mis instintos me gritan que te
marque y no tienes ni idea de lo mucho que me costó no morderte anoche.
Sasuke se separó
un poco al escuchar la referencia a su pubertad. No era la primera vez que
Naruto le daba a entender que había sabido de su existencia desde hacía tiempo,
pero aún no le había preguntado al respecto.
—Oye, Naruto.
¿Hace cuánto que sabes… que éramos destinados?
Naruto respondió
sin pestañear.
—Desde que
naciste.
—¡¿Qué?!
—exclamó—. ¿Tanto tiempo?
—Pues claro, tu
madre tuvo problemas durante tu parto y yo fui allí para ayudarla. Es una de
las protegidas de la Manada, no iba a permitir que le ocurriera nada —dicho
esto, sonrió ampliamente—. Fue toda una sorpresa cuando te vi, supe de
inmediato que eras mi compañero. No esperaba enterarme de ese modo, pero me
alegro de que sucediera.
Sasuke frunció el
ceño, confundido.
—Pero… Si siempre
lo has sabido… ¿Por qué no me llevaste contigo?
La frente de
Naruto se arrugó y sus rasgos se tensaron un poco.
—¿Crees que no
quería estar contigo?
—No —respondió
rápidamente, bajando los ojos—. Es que… —Hizo una pausa, tomándose su tiempo
para encontrar las palabras correctas para explicar lo que sentía—. Me he
criado sabiendo que el Guerrero Lobo sería mi esposo, alguien a quien yo amaría
con locura. A medida que crecía, me sentí afortunado sabiendo que no tendría
que unirme con cualquier hombre de buen linaje para conseguir una alianza para
mi clan, sino que iba a pasar mi vida junto a alguien que realmente me querría.
Pero los años iban pasando y… yo no sentía el más mínimo interés en ningún
hombre. —Hizo una mueca al pensar en Bankotsu—. Entonces, mi padre organizó
aquel estúpido torneo…
El profundo
gruñido de Naruto lo interrumpió. Sus ojos tenían un brillo rojizo.
Era el lobo que se
ocultaba bajo su piel de hombre.
—Sí, me acuerdo de
eso. Ese atajo de mortales interesados y bastardos depravados tiene suerte de
que no tuviera permiso para materializarme en el mundo humano. Habría hecho un
bonito tapiz sobre la creación con sus intestinos.
Sasuke alzó las
cejas, un tanto sorprendido sobre su feroz declaración. Pero…
—¿Y por qué no lo
hiciste? —le preguntó—. ¿Por qué no viniste a por mí antes? —Agachó la cabeza—.
Llevo todo el verano creyendo que acabaría marchándome del clan con un hombre
del que estaba totalmente convencido que no era el Guerrero Lobo al que estaba
destinado y que tendría que casarme con él a pesar de todo…
Naruto lo miró con
tristeza y lo abrazó con fuerza. El doncel no rechazó su gesto, sino que se
aferró a él… pero deseaba una respuesta. Si su lobo lo había estado observando
todo ese tiempo, si supo desde el principio que se pertenecían el uno al otro,
¿por qué no lo había reclamado antes?
—Lo siento mucho,
Sasuke. No era mi intención que pasaras por todo eso… pero no podía hacer nada.
No me estaba permitido llevarte conmigo hasta el día estipulado en la profecía.
Los dioses lo querían así. Y lo entiendo.
Sasuke se separó
para mirarlo a los ojos.
—¿Qué quieres
decir?
El rubio dejó
escapar un suspiro.
—Los Espíritus Lobo
solo nos enamoramos una vez en la vida. Es para siempre, y es un amor muy
poderoso y profundo. En el instante en el que te vi y supe que eras mío, quise
llevarte conmigo. Me habría materializado allí mismo y le habría exigido a
Mikoto y a tu padre que te entregaran a mí si no hubiera sido porque la Diosa
de la Luna, Kaguya, que dio vida a mi clan en el principio de los tiempos para
proteger los bosques, me hubiera detenido. Ella me dijo que comprendía mi
necesidad y era consciente del amor que ya sentía hacia ti a pesar de que solo
eras un recién nacido… Sin embargo, debía comprender que no podía arrebatarte
de los brazos de tu madre sin más. —Lo contempló con un atisbo de dolor en los
ojos—. Sasuke, yo no tenía derecho a apartarte de tu familia o de tu clan.
Merecías tener una vida normal como mortal, una vida feliz. ¿Cómo te habrías
sentido si hubieras estado conmigo toda la vida, pero sin haber conocido a tus
padres y a tu hermano? Tarde o temprano habrías sentido curiosidad, habrías
tenido preguntas. ¿No crees que me habrías odiado si hubiera hecho algo así?
Sasuke lo miró con
los ojos brillantes por la emoción.
Ahora lo entendía…
Y tenía razón. Suponía que probablemente habría sido feliz con Naruto, podía
ver lo importante que era para él y acababa de comprender lo que significaba
para un Espíritu Lobo su pareja, así que no tenía la menor duda de que su rubio
habría hecho hasta lo imposible para cuidarlo y protegerlo, para darle
cualquier cosa que necesitara.
Sí, habría sido
feliz con él, pues Naruto había completado una parte de sí mismo que había
estado rota, llena de temor y muchas inseguridades… pero no habría tenido una
familia. Por supuesto que su lobo formaba parte de ella, sin embargo, no habría
sido lo mismo. No de niño, al menos. Lo más seguro es que sus sentimientos
hacia Naruto hubieran sido distintos en aquel momento, al menos, hasta alcanzar
la pubertad. Pero sí, se habría preguntado por qué no tenía un padre y una
madre, y probablemente habría deseado experimentar lo que se sentía al tener
ese tipo de familia aparte de su destinado… Y descubrir que Naruto lo hubiera
separado de ellos le habría hecho mucho daño.
Aunque, sabiendo
lo que había sentido por él desde que lo vio, una parte de él lo habría
entendido… pero seguiría sin borrar el dolor de lo que habría hecho.
—Fue duro para ti
también, ¿verdad? —le dijo a la vez que acariciaba su rostro.
Naruto apretó su
mejilla contra su mano.
—Eres humano, no
tienes… los mismos instintos que yo. No llevarte conmigo iba en contra de mi
propia naturaleza, pero, al mismo tiempo, era mi deber y mi responsabilidad
hacer lo mejor para ti. Me costó, pero pude esperar —dicho esto, lo miró con
una sonrisa. El dolor casi había desaparecido de sus ojos—. Después de todo,
¿qué son dieciséis años para un espíritu?
Sasuke también
curvó los labios hacia arriba.
—¿Se te hizo
corto, entonces?
—Joder, no. —No
pudo evitar soltar una carcajada al escuchar la directa respuesta de Naruto—. Cuando
eras un niño me desesperaba ver que te hacías daño cada dos por tres. Sé que es
lo normal, no es como si yo de cachorro no me hubiera hecho mil cortes y
arañazos, pero me fastidiaba estar ahí y no poder evitar que te hicieras daño.
Él se rio entre
dientes.
—No quiero ni
pensar lo que sentirías cuando veías mis entrenamientos.
En esa ocasión, Naruto
hinchó el pecho con lo que le pareció que era orgullo.
—Eres hijo de dos
líderes de clanes. Naciste para dirigir y para luchar. Mostraste habilidad y
coraje cuando muchos de esos estúpidos adolescentes te desafiaban para
demostrar que una profecía no decidiría que un doncel estaba por encima de
ellos. —Su sonrisa se ensanchó—. Siempre te levantabas cuando te derribaban los
más mayores.
Sasuke lo miró con
cariño.
—Gracias por estar
ahí.
Su lobo levantó
una ceja.
—¿Me viste?
—Unas cuantas
veces —admitió, pensativo—. Siempre pensé… que era una especie de visión. Una
llamada de los dioses, que me recordaban cuál era mi destino. —Alzó los ojos
hacia él con una sonrisa cómplice—. Pero eras tú, animándome. Por eso reconocí
tus ojos anoche. Son los mismos que llevo viendo toda mi vida cuando quería rendirme.
Estuviste conmigo.
Naruto cogió su
mano y se la besó con cariño.
—Siempre. Era la
única forma en la que podía estar a tu lado.
Sasuke acarició su
rostro y luego lo abrazó con fuerza.
—Gracias por hacer
lo correcto. Gracias por dejar que tuviera una familia a pesar de lo duro que
fue para ti.
Su lobo le
devolvió el gesto con fuerza, enterrando el rostro en el hueco de su cuello.
—Mi prioridad
siempre será que seas feliz, Sasuke. Pase lo que pase —dicho esto, se le escapó
un gruñido—. Aunque eso signifique dejar que sigan respirando todos esos
imbéciles humanos que han ido husmeando detrás de ti. Eso sí que fue duro.
—Lo siento.
—No importa,
admito que había cierta satisfacción en ver cómo los tumbabas en el suelo. O cuando
les ponías un cuchillo en la entrepierna. Esa era mi favorita.
Sasuke dejó
escapar una risilla.
—Tengo un futuro
grandioso por delante, no iba a dejar que cualquiera se metiera en mi cama.
A Naruto se le
escapó una poderosa carcajada.
—Eres mi
compañero, sabía que tendrías gustos más elevados que un simple hombre con la
polla caliente y una sonrisa de gilipollas. —Sasuke rio estruendosamente, ya
que había descrito a la perfección lo que él pensaba cuando los veía acercarse
a él con esas instrucciones. Su compañero se dio cuenta y sus ojos brillaron
con perversión—. ¿Sabes que una vez no pude soportarlo y me aparecí ante uno de
ellos? Tú tenías solo trece años y él te sacaba siete.
Sasuke hizo una
mueca. Sí, fue uno de sus encuentros más desagradables.
—Él me agarró del
brazo y exigió fuera con él para darle hijos. Pero le retorcí la muñeca y salí
corriendo a buscar a mi hermano —dicho esto, frunció el ceño y curvó los labios
hacia arriba—. No lo encontramos después, ¿qué hiciste?
Su travieso lobo
sonrió, mostrando abiertamente cómo sus colmillos crecían.
—Darle un susto de
muerte. Y un par de mordiscos. Él pretendía ir detrás de ti, hizo unas cuantas
amenazas acerca de lo que haría con tu culo cuando te cogiera —esto último lo
dijo en un tono bajo y letal que le puso a Sasuke los pelos de punta. Por si
eso no infundiera suficiente terror, sus ojos centellearon con un fulgor rojo—.
Me puse tan furioso que me materialicé allí mismo y lo golpeé contra la pared.
No tenía permitido matarlo, así que lo estuve persiguiendo un buen rato… y le
mordí un par de veces. Quería asegurarme de que estuviera tan aterrorizado que
su libido muriera para siempre.
Sasuke trató de
contener una carcajada, pero, en vez de eso, le salió un sonido extraño de la garganta.
Sin embargo, su compañero se dio cuenta, ya que sus ojos dejaron de brillar y
recuperaron su color habitual.
—Creo que lo
conseguí —añadió, esta vez, sonriendo con satisfacción—. No volvió a pisar tu
clan.
—Eso me habría
gustado verlo —admitió el doncel, haciendo reír a Naruto. Unos segundos
después, un pensamiento surcó su mente—. ¿Ni una sola vez… interviniste en mi
vida? No me refiero a ahuyentar a mis pretendientes o a aparecerte en visiones
ante mí, sino… —Se calló, incapaz de explicar lo que quería decir. Frustrado,
sacudió la cabeza y buscó los hermosos y curiosos ojos azules de su lobo—. ¿Te
vi alguna vez? ¿Hablamos? Aunque no me diera cuenta de que eras tú, nosotros…
¿Tuvimos cualquier tipo de contacto alguna vez?
Su destinado debió
de entenderle, porque su rostro se suavizó y le acarició el rostro con cariño.
—Hubo una vez,
pero eras demasiado pequeño para recordarlo. Tenías tres años… y fue durante el
Samhain de ese año. —Esbozó una pequeña sonrisa—. Perdiste de vista a tu
hermano mientras perseguías un fuego fatuo. Yo te seguí de cerca, esperando a
que tu madre o alguien del clan fuera a buscarte… Pero te adentraste demasiado
en el bosque y, al final, el fuego fatuo se marchó de vuelta al mundo de los
espíritus, dejándote a oscuras. —Una emoción cruzó sus ojos, pero fue tan
rápido que Sasuke no tuvo tiempo de decir si había sido dolor o tristeza—.
Intentaste encontrar el camino de vuelta, cortándote las piernas y los brazos con
un montón de arbustos, tropezando varias veces. A la tercera, te echaste
llorar… Me partió el corazón verte tan asustado y no pude evitar ayudarte a
salir del bosque y llevarte sano y salvo a la aldea —dicho esto, su sonrisa
regresó y una dulce calidez iluminó sus rasgos—. En vez de huir de mí, te
acercaste con curiosidad y te pusiste a jugar con mis orejas, te reías cada vez
que las movía. —En esta ocasión, sus ojos adquirieron un brillo perspicaz—.
Incluso de niño, debiste de presentir algo acerca del vínculo que nos unía. Un
niño pequeño normal se habría asustado de mí.
Sasuke le sonrió y
le acarició un mechón de pelo.
—O tal vez solo vi
al ser más hermoso e increíble que contemplaría jamás.
Tras esas
palabras, las mejillas de Naruto adquirieron un interesante tono rosado. ¿Acaso
un Espíritu Lobo, el mejor cazador de los dioses, el mayor depredador del
bosque y la peor pesadilla de un ejército, era capaz de sonrojarse?
—¿Acabas de
ponerte rojo?
—¿Y cómo quieres
que esté? Todos estos años lo que más me preocupaba de nuestra futura relación
era cómo ibas a reaccionar a mí. No soy humano, aunque pueda adoptar la
apariencia de uno, tengo algunos instintos diferentes a los tuyos que deberías
conocer, paso la mayor parte del tiempo siendo un lobo y…
—¿Esa es tu
verdadera forma, la de lobo? —preguntó Sasuke, curioso—. Cuando me he
despertado, lo eras.
Naruto le dedicó
una sonrisa de disculpa.
—No puedo mantener
mi apariencia humana cuando duermo o estoy inconsciente. Lo siento.
—No lo hagas. No
me importa que seas un lobo.
El rubio alzó las
cejas.
—¿De verdad?
El doncel le frotó
el pecho con suavidad, esperando que eso lo relajara.
—No voy a negar
que eres intimidante, imponente y muy aterrador con tu tamaño y esos colmillos
como dagas —admitió con un bufido. No tenía sentido negar lo evidente, por muy
dulce y cariñoso que pudiera ser Naruto cuando estaba relajado, no olvidaba que
seguía siendo un Espíritu Lobo, una raza guerrera y letal, creada por los
dioses para matar a quien consideraran necesario. Sin embargo, añadió—. Pero
también eres bello como lobo, Naruto. Me sentí sobrecogido cuando te vi anoche,
sentí… que eras una fuerza de la naturaleza. Algo salvaje e indomable. Algo que
ningún hombre jamás podría aspirar a controlar.
Los ojos del
espíritu se llenaron de una tierna calidez mientras lo abrazaba con fuerza,
besándole en el pelo. Sasuke se acurrucó en su pecho con una sonrisa,
disfrutando de cómo su cuerpo envolvía el suyo. Le hacía sentirse seguro,
tranquilo… y amado.
—Y, sin embargo,
me tienes a tus pies, Sasuke —murmuró Naruto.
Él curvó aún más
los labios hacia arriba y plantó un beso en su pecho. Su rubio gruñó muy
suavemente, dándole a entender que le gustaba, por lo que Sasuke continuó
besando su amplio torso mientras ascendía, buscando su garganta, que lamió con
deliberada lentitud con la punta de la lengua, provocando que el gruñido de su
pareja se profundizara en una clara de señal de lujuria. Incapaz de resistirse,
alzó la cabeza y unió sus labios a los de su lobo, que se apoderó rápidamente
de su boca a la vez que una de sus manos lo agarraba de la nuca con firmeza,
como si temiera que escapara. Pero Sasuke no tenía esa intención; rodeó el
cuello de su compañero con los brazos y se abandonó al beso, dejando que Naruto
le mordisqueara los labios y lo poseyera con su lengua, haciéndole gemir
sonoramente, pues su entrada se humedeció y su cuerpo estalló en llamas.
Todavía tenía grabado a fuego en la piel el placer que había sentido anoche, y
estaba más que preparado para revivirlo.
Ansioso por unirse
de nuevo a su destinado, frotó su miembro contra el de Naruto, que ya estaba
duro y preparado para ser montado. Por los dioses, era lo que más deseaba en
esos momentos, mecerse sobre su cuerpo y escucharlo gruñir de deseo otra vez.
—Naruto… —gimió,
queriendo que supiera que estaba listo para él.
Los ojos del lobo
brillaron con fuerza, como si solo con la forma en la que había pronunciado su
nombre supiera exactamente lo que quería. De hecho, lo sabía, ya que sus manos
descendieron por su espalda hasta sus nalgas, que masajeó sugerentemente a la
vez que su boca dejaba rastros de fuego sobre su cuello, rozándolo
incitantemente con los colmillos. Sasuke jadeó en respuesta y se aferró a sus
hombros. Sabía que su rubio quería marcarlo, y él estaba preparado.
—Hazlo.
Un gruñido,
profundo y lujurioso, emergió de su garganta a la vez que las puntas de sus
colmillos tanteaban su piel, cerniéndose sobre esta pero sin llegar a
penetrarla. Sasuke arqueó la espalda con un gemido, era extrañamente excitante,
igual que anoche, como si su propio cuerpo comprendiera el significado de
aquella marca y la anhelara físicamente. Sin embargo, no pudo pensar demasiado
en ello, ya que Naruto introdujo un dedo en su interior.
—¡Aaaah! —Un grito
se le escapó de la garganta. Se sentía increíble, estaba tan húmedo que a su
compañero le resultaba muy sencillo penetrarlo. Sus embestidas eran lentas y
exasperadamente suaves, lo torturaban lánguidamente, tentándolo a suplicar por
un ritmo más rápido y duro, a pesar de que, al mismo tiempo, disfrutaba
sobremanera de tan seductoras caricias—. Naruto… por favor… —gimoteó.
—Shh… —murmuró su
rubio en la oreja—. Te estoy preparando… y quiero que te corras primero —dijo
antes de mordisquearle el lóbulo, haciéndole temblar—. Tú solo disfruta,
Sasuke.
Su dedo volvió a
penetrarlo lentamente, y él gimió largamente en respuesta. Podría haber luchado
un poco más porque Naruto hiciera lo que quería, pero debía admitir que le
gustaba demasiado dejar que su amante le hiciera el amor despacio, alargando
las cotas de placer, creando anticipación, impacientándole a la vez que lo
obligaba a disfrutar al máximo de cada embestida. Así que, simplemente, se dejó
llevar. Permitió que su lobo lo follara con sus dedos como deseara a la vez que
su mano libre acariciaba la curva de su nalga y descendía por su muslo, así
como su boca chupaba y mordía la piel sensible de su cuello, como si también la
estuviera preparando para el éxtasis.
Cuando el orgasmo
llegó, Sasuke susurró el nombre de su amante mientras su cuerpo se estremecía,
presa de los espasmos de placer. Sin embargo, Naruto no le dio tregua y lo
agarró con delicadeza por las caderas, colocándolo sobre su miembro erecto. Él
apoyó las rodillas con firmeza sobre el colchón para tener una mejor posición y
dejó que su entrada rozara la punta de su polla, mordiéndose el labio inferior
de anticipación.
Una vez estuvo
listo, descendió sobre ella. Naruto y él gimieron al unísono. Su pene estaba
duro y palpitante, acorde con su húmeda entrada, que parecía acompasar cada
erógeno pulso, como si sus cuerpos estuvieran conectados. Como anoche, una
extraña sensación de plenitud lo llenó, como si siempre hubiera estado incompleto
y ahora, por fin, hubiera encontrado a su otra mitad… y, realmente, así era.
Desde que tuvo uso de razón, había anhelado encontrarse con su destinado, a esa
persona especial por la que su corazón empezó a latir el día que nació. Toda la
vida le habían dicho que los dioses le habían traído al mundo por ello.
Y ahí estaban.
Juntos. Unidos.
Naruto le acarició
la espalda. Al contemplar sus ojos, estos resplandecían de nuevo, se había dado
cuenta de que lo hacían cuando sus emociones eran muy fuertes. Aun así, por muy
extraño que pudiera resultar, le seguían pareciendo bellos e hipnóticos.
Acarició su rostro y lo besó con pasión.
—Te quiero
—susurró.
Su lobo ronroneó,
envolviendo su cintura con los brazos.
—Y yo a ti,
Sasuke. Desde siempre.
Lo besó otra vez,
sabiendo, sin asomo de duda, que decía la verdad.
Entonces, empezó a
moverse a un ritmo pausado, lento e incitante, probando si podía acoger a su
amante. Y lo hacía. Su cuerpo parecía estar siempre preparado para él. Así que
fue aumentando el ritmo poco a poco, dejando que el deseo lo guiara, los
envolviera y los arrastrara a una danza frenética y primitiva, buscando una
liberación salvaje que, para Sasuke, llegó cuando Naruto, ebrio de placer e
impulsado por un instinto animal, lo mordió en el hueco del hombro.
Dolor y placer se
encontraron, forcejearon y lucharon, buscaron ser la emoción dominante. Los
colmillos de Naruto penetraron profundamente en su piel de la misma manera que
un fuego líquido pareció adentrarse en sus venas, fluyendo en su sangre hasta
llenar su cuerpo por entero. Incluso sin ser consciente de lo que realmente
estaba ocurriendo, supo que algo había cambiado. Porque podía sentir a Naruto.
Sentir su piel en llamas por el deseo satisfecho, todas sus terminaciones
nerviosas vibrando por el placer de su unión, su sensación de absoluta plenitud
por sellar su unión, y una felicidad tan pura que hasta los dioses podrían
estar tentados de sentir envidia.
También sintió
algo más profundo. Un sentimiento íntimo y cálido, pero profundo como el océano
más insondable y fuerte como las raíces de un roble milenario. Una emoción
entorno a la cual giraba su misma existencia, que lo movía, impulsaba y lo
obligaba a actuar. Todo con tal de no perder aquello que la provocaba.
Él.
La sensación fue
tan intensa que se le llenaron los ojos de lágrimas, sobrecogido por la fuerza
de los sentimientos de Naruto. Jamás pensó que pudiera haber alguien que amara
de esa manera, ni siquiera se le pasó por la cabeza que su destinado pudiera
quererle de aquel modo.
De repente, su
lobo lo estrechó con fuerza contra sí y giraron sobre el colchón, siendo Naruto
quien estaba ahora sobre él. No vio sangre en sus labios, supuso que se la
habría limpiado mientras él trataba de asimilar todo lo que estaba sintiendo,
pero sus ojos todavía brillaban, aunque había un deje de preocupación en ellos…
El hecho de sentir su inquietud en su propio corazón lo confirmaba.
—No pasa nada,
Sasuke. Todo está bien —le dijo con voz aterciopelada, casi como un arrullo,
mientras limpiaba sus ojos, húmedos por la emoción.
—Es que… No
esperaba que… que nadie pudiera amarme así —logró susurrar.
Naruto le sonrió
tiernamente y le besó la frente.
—Deberías hacerlo.
Porque tú me amas con la misma intensidad —dijo, tocándose el corazón, como si
le estuviera diciendo que también podía sentir sus emociones.
Sasuke le devolvió
la sonrisa y lo abrazó por el cuello, pegándolo a su cuerpo. En esos momentos,
estaba un poco sensible y necesitaba esa cercanía. Por supuesto, su compañero
debió de percibirlo, ya que lo estrechó fuertemente contra sí, rodando de nuevo
en la cama para que ambos quedaran recostados de lado. Sus manos frotaron su
espalda y sus labios besaron su cuello, justo la zona donde supuso que ahora
tenía su marca, ya que también notó que su lengua lo lamía con cuidado, como
queriendo curar la herida.
En cuanto estuvo
más tranquilo, se separó un poco para mirarlo.
—Así que… ¿ahora
puedo… sentirte?
Naruto sonrió y
asintió.
—Sí. Y yo a ti. De
ese modo, nuestro vínculo acabará de reforzarse y nos ayudará en nuestra
relación —dicho esto, frunció el ceño—. Tendría que haberte avisado de que esto
pasaría, pero estaba más preocupado por si estabas asustado de mí y, además, se
me olvidó que esto solo ocurría cuando un humano se une a un Espíritu Lobo.
Al escuchar eso,
Sasuke frunció el ceño.
—¿Quieres decir
que tú y yo no somos los primeros?
El rostro del lobo
se volvió serio, con la frente ligeramente arrugada.
—No. En realidad,
Sasuke, esto guarda relación con el clan Okami… y con tu profecía.
El doncel se sobresaltó
un poco. Un segundo, ¿su profecía tenía algún tipo de relación con el clan de
su madre?
—¿Qué…? ¿Qué
quieres decir?
Naruto se acercó
más a él para mirarlo a los ojos.
—Tu madre no fue
la única que sobrevivió, Sasuke. Hubo más Okami que lograron escapar y
encontraron refugio en otros clanes, dispersándose por doquier. Esas personas
tuvieron descendencia y nosotros, los Espíritus Lobo, los reclamamos como
compañeros, tal y como deseaban los dioses. Ellos eran destinados también, como
tú y yo.
—¿Pero por qué?
¿Por qué los dioses quieren que os unáis a mortales? ¿No hará vuestra
descendencia más débil?
—Los Okami
pertenecen a la Vieja Sangre, son uno de los pocos clanes originales de esta
tierra. A ojos de los dioses, el resto sois extranjeros. Es cierto que os
protegen, porque vosotros los adoptasteis como vuestras deidades en vez de
sustituirlos por vuestras creencias originales y porque mezclasteis vuestra
sangre con las de las tribus que eran de aquí… Pero la masacre de los Okami fue
un insulto. Los dioses permitieron que las tribus extranjeras encontraran un
hogar aquí y les pagaron asesinando a traición a sus propios hijos, a los
humanos que ellos crearon para poblar su tierra. —El ceño de Naruto se
acentuó—. Su intención es la restauración del clan. Por eso hicieron que los
Espíritus Lobo fuéramos sus compañeros destinados. Mi raza creará una
descendencia mortal más poderosa; no serán inmortales como nosotros, pero lo
bastante fuerte como para derrotar al enemigo.
—¿Enemigo?
—preguntó Sasuke, confundido—. ¿Qué enemigo?
—Dentro de varias
generaciones, un gran ejército vendrá de más allá del mar a conquistarnos. Son
una civilización más avanzada y con fuertes ambiciones militares. Conquistarán
medio mundo, y nuestros dioses no están dispuestos a permitir que su tierra
forme parte de su mapa.
Sasuke se quedó
blanco. ¿Podía existir acaso una civilización capaz de conquistar medio mundo?
¿Y qué podían hacer ellos para impedirlo? Incluso si su descendencia llevaba la
sangre de los Espíritus Lobo, no eran más que un clan, una tribu, que debía
enfrentarse probablemente al mayor ejército que conocería la humanidad.
Naruto, que
presintió su miedo, afianzó su abrazo y le acarició el rostro.
—Tranquilo,
Sasuke. Todavía tenemos tiempo para preparar a nuestros hijos y a su
descendencia. Nosotros sabemos lo que va a pasar, ellos no. Debemos aprovechar
eso, estudiar a nuestros enemigos, preparar el terreno. Para cuando llegue el
momento de la batalla, nuestro linaje ya llevará más de un siglo entrenado para
esto.
Sasuke inspiró
hondo, acabando de asimilar la información. Le habría gustado poder hacer algo
en ese momento para ir a por ese supuesto enemigo, pero, tal y como había
observado antes, un solo clan poco podía hacer ante tal fuerza militar. Dudaba incluso
de que uniendo todas las tribus se les pudiera derrotar.
No. Lo que decía
Naruto tenía mucho sentido. Debían esperar, fortalecerse, buscar información
sobre el enemigo, prepararse para luchar. Pero, entonces…
—En ese caso,
¿cuál es mi papel en todo esto? Si esa batalla no se librará hasta dentro de un
siglo, ¿qué es lo que los dioses quieren que haga?
En ese instante,
los ojos de Naruto brillaron.
—Eres hijo de
Mikoto, la única descendiente con sangre de jefes Okami. Tu destino es dirigir
la restauración del clan, Sasuke. Nuestra gente necesita un lugar para vivir y
establecer un nuevo orden y jerarquía. Tú marcarás el inicio de una dinastía de
guerreros con sangre de Lobo. Eres el principio para derrotar al enemigo, la
persona que empezará a preparar a nuestra descendencia para la guerra.
Sasuke tragó
saliva, pero asintió. Sus padres lo habían preparado toda la vida para ser un
líder, al igual que a su hermano… y había llegado el momento de demostrar que
estaba preparado para serlo. Si su destino era prepararse para la gran batalla
que libraría su descendencia, él haría todo lo que estuviera en su mano para
prepararles el camino.
Sí, podía hacerlo.
Naruto gruñó
suavemente al sentir su decisión.
—Eso es. Lo harás
muy bien, ya lo verás, y me tendrás a tu lado para ayudarte en todo lo que
necesites.
El doncel lo miró,
frunciendo el ceño al pensar en algo que antes no se le había pasado por la
cabeza.
—Entonces, esto
significa que viviremos en el mundo de los mortales, ¿no?
—Así es.
—¿Y qué pasará
contigo? Eres un espíritu, ¿se supone que puedes vivir ahí?
Su lobo se encogió
de hombros.
—Para hacer eso,
tendría que renunciar a mi inmortalidad, algo que pienso hacer.
Sasuke abrió los
ojos como platos.
—¿Qué? ¿Lo dices
en serio?
—Claro que sí. No
tengo la menor intención de alejarme de ti.
—Pero… Dejarías de
ser un espíritu, ¿verdad? Te convertirás en un ser mortal.
—Sí, envejeceré y
moriré como tú —dijo, sonriendo ampliamente—. Nada me hace más feliz que
compartir mi vida contigo, Sasuke, en todas sus fases. Yo seguiré siendo un
lobo, seguiré siendo más fuerte y conservaré gran parte de mis poderes,
simplemente, no podré volver al mundo de los espíritus hasta el día de mi
muerte.
Sasuke le acarició
el pecho, un poco conmovido porque sentía que su lobo era feliz de verdad ante
la idea de poder vivir a su lado, y que no sentía lo más mínimo renunciar a su
inmortalidad.
—Aun así, ¿vivirás
más tiempo que yo? —preguntó, un poco preocupado.
La sonrisa de
Naruto se borró al instante.
—No. Mi vida está
unida a la tuya. Si tú mueres, yo también lo haré.
—¿Y si tú mueres?
—Tú eres humano,
Sasuke, podrás seguir viviendo.
Él hizo una mueca.
—No me parece
justo.
Su compañero curvó
un poco los labios hacia arriba.
—No se trata de
ser justo o no, es la naturaleza que tiene cada uno. —Lo abrazó un poco más
fuerte y lo besó en el pelo—. Mira el lado bueno; pase lo que pase, cuando
muramos, nos reuniremos en el mundo de los espíritus. Allí seguiremos juntos el
resto de la eternidad.
Sasuke también
sonrió y se acurrucó en su pecho.
—Eso suena bien.
Lo oyó gruñir
suavemente, mostrando su acuerdo.
—No te preocupes
por nada, Sasuke, todo va a ir bien. Mañana termina el Samhain, yo renunciaré a
mi inmortalidad y nos reuniremos con los otros Espíritus Lobo que, como yo,
están apareados con humanos. Marcharemos todos juntos al antiguo territorio de
los Okami, la Manada jamás ha permitido que nadie se asentara allí, lo
guardaban para nosotros. He pensado que puede ser un buen sitio para empezar de
nuevo; las tierras siguen siendo muy fértiles y pueden ayudarnos a prosperar
hasta que seamos más numerosos, más adelante podemos cambiar de sitio según
nuestras necesidades. ¿Qué te parece?
Sasuke ensanchó su
sonrisa, le gustaba que le pidiera su opinión.
—Creo que es un
buen comienzo.
Pudo sentir la
felicidad de Naruto dentro de él, así como la vio reflejada en sus ojos. Estaba
contento porque le pareciera una buena idea, notaba su deseo de ayudarlo en
todo lo que fuera posible y hacerle las cosas más fáciles.
Le resultaba
adorable y no pudo evitar darle un beso…
¡Aaauuuuuuuuuu!
De repente, todo
el cuerpo de Naruto se tensó y se colocó sobre él, agazapado y con un gruñido
amenazador vibrando de entre sus labios, entre los cuales se podía ver el asomo
de unos colmillos.
Sus ojos se habían
vuelto rojos.
—¿Qué ocurre? —le
preguntó, sintiendo que estaba alerta y más que dispuesto a despedazar
cualquier cosa que osara hacerle daño.
—Peligro —gruñó.
—¿De qué tipo?
Naruto relajó un
poco su postura y le dio más espacio. Notó que estaba más relajado, pero seguía
inquieto.
—No estoy seguro
—dijo, mirándole. Sus irises seguían siendo del color de la sangre, como si la
ansiara—. Ese era mi hermano. Nos ha llamado a todos.
—¿A todos?
—A todos los lobos
que estamos aquí —dicho esto, se echó hacia atrás y le ofreció las manos—. Ven,
tenemos que ir.
Sasuke alzó las
cejas.
—¿Yo también?
—Eres mi
compañero, por tanto, eres parte de la Manada. Además, algo me dice que esto
tiene que ver con que te llevara contigo anoche.
El doncel se quedó
blanco como la acera mientras permitía que Naruto lo levantara.
—¿Crees que mi
clan viene a buscarme?
—Tal vez, aunque
yo apuesto por ese traidor que se hace llamar Guerrero Lobo —respondió con un
desprecio y una furia que sorprendieron a Sasuke.
—¿Bankotsu?
—exclamó antes de fruncir el ceño—. Espera, ¿por qué es un traidor?
—Hablaremos de él
más tarde, tenemos que saber qué está pasando.
Sasuke tuvo que
darle la razón, así que se vistió rápidamente y luego salieron juntos de la
casa. Naruto se transformó en lobo y se inclinó para dejar que subiera a su
lomo, donde se aferró a su pelaje para sostenerse mientras su destinado corría
a toda velocidad entre el bosque. Fue consciente de que el Mundo de los
Espíritus era muy luminoso y colorido durante el día, pero no pudo apreciarlo,
estaba tan preocupado por lo que quiera que estuviera pasando que tan solo
podía rezar a los dioses porque su padre no hiciera algo estúpido. Apostaría su
armadura a que, si su clan estaba metido en aquello, era porque él no creería
que hubiera encontrado por su cuenta a su destinado, jamás se le pasaría por la
cabeza que pudiera estar con un espíritu… Oh, no. ¿Y si pensaba que Naruto lo
había secuestrado?
—Sasuke,
tranquilo.
Este pegó un saltó
al escuchar esa voz en su cabeza. Casi se cae del lomo de su compañero, pero él
redujo un poco la marcha para ayudarlo a estabilizarse.
—¿Naruto?
—preguntó, confundido.
—Sí. No te
asustes, puedo hablarte telepáticamente. Es otra habilidad.
Él frunció el
ceño.
—¿Y por qué anoche
no me hablaste?
—Pensé que ya
tendrías suficiente con asimilar que yo, un espíritu, era tu compañero y que
ibas a entrar en el Mundo de los Espíritus. Quería ponértelo tan fácil como
fuera posible y no me pareció que hablarte en esta forma fuera lo mejor.
Él inspiró hondo y
asintió.
—Vale.
—¿Estás bien?
¿Te ha molestado?
—No, solo es otro
de tus poderes, no pasa nada.
Naruto resopló.
—Mejor, porque
ya hemos llegado.
Sasuke alzó la
vista y se encogió instintivamente al ver ni más ni menos que una docena de
enormes e imponentes Espíritus Lobo. Todos eran tan grandes como Naruto e igual
de letales con sus garras negras y sus fuertes colmillos, que mostraban
mientras gruñían con evidente furia. Se notaba que no estaban demasiado
contentos y eso solo logró ponerlo nervioso. A diferencia de Naruto, los veía
más aterradores que hermosos, y el aura de poder que emanaban, unida a un
estremecedor sentimiento de sed de sangre, tan solo le provocaba miedo e
intimidación.
Naruto se detuvo a
pocos metros y giró la cabeza para mirarlo. Vio preocupación en sus bellos
irises, cuyo color parecía estar dudando entre el rojo y el azul, que parecían
ser sus tonos naturales, ya que ahora se estaban volviendo dorados.
—Es natural que
los temas, es tu instinto de supervivencia, que te dice que deberías huir. Pero
no tengas miedo. Eres mi compañero y, por tanto, eres parte de la Manada. Jamás
te harían daño.
Era más fácil
decirlo que hacerlo, aunque Sasuke logró descender del lomo de Naruto sin salir
corriendo… a pesar de que ver a un enorme lobo rojo yendo hacia ellos con
rapidez no lo ayudó mucho. Se aferró al pelaje de su costado, luchando contra
el deseo de dar la vuelta y buscar un arbusto en el que esconderse.
—Naruto —escuchó
su voz profunda y grave en su cabeza. Su tono de inquietud antes que de furia
le alivió un poco, pero lo que lo tranquilizó de verdad fue ver cómo la bestia
frotaba su cabeza contra la de su compañero en un claro gesto de cariño.
—Kurama —lo
saludó este cuando se separaron y se giró hacia él—, quiero presentarte a mi
compañero, Sasuke.
El lobo rojo se
apartó un poco para mirarlo fijamente. Él no pudo evitar bajar los ojos, un
poco intimidado.
—Veo tu marca
en él, espero que al menos no fueras tan impaciente como para morderlo durante
vuestra unión —gruñó Kurama.
Sin embargo, fue
su acusación lo que hizo que Sasuke olvidara sus miedos y enviara a la mierda
el instinto de supervivencia. Que esa estúpida bestia parlante hubiera
insinuado que su Naruto le había hecho daño sin pensar en su bienestar hizo que
sus entrañas ardieran, inundado por una violencia voraz.
—Naruto no me
mordió. Fue dulce y maravilloso conmigo, no me ha marcado hasta que me explicó
lo que significaba y yo le di permiso. Así que no te atrevas a decir que me
hizo daño sin considerar cómo me haría sentir porque ha sido el único que ha
hecho algo así por mí. —Apretó los puños y se llevó la mano a la empuñadura de
la espada, preso de la rabia—. Si vuelves a insultarlo, probarás mi acero. Me
da igual que seas un espíritu, y que vuestro amor sea supuestamente más
profundo y fuerte, te aseguro que nadie ha amado a una persona como yo le amo a
él.
Kurama no mostró
el más mínimo asomo de temor, pero sí abrió un poco los ojos y esbozó una
amplia sonrisa lobuna.
—Tan valiente y
arrojado como decía la profecía. —Miró a Naruto e inclinó la cabeza—.
Enhorabuena, hermanito, tienes un compañero digno de ti —dicho esto, se
acercó a Sasuke, que retrocedió un poco—. Bienvenido a la Manada, Sasuke
Uchiha.
En ese instante,
Naruto intervino interponiendo su cuerpo entre ambos.
—Déjalo ya,
Kurama. Sé que estás disfrutando con esto y me alegro de que estés feliz por
mí, pero Sasuke ya está bastante nervioso y no me gusta que lo asustes solo
para divertirte un rato a su costa. Además, diría que no tenemos tiempo para eso,
¿cierto?
Ante los
argumentos de su hermano, Kurama gruñó y se alejó un poco más del doncel, el
cual agradeció que su compañero hubiera zanjado el asunto.
—Cierto —convino
el lobo—. Tenemos un problema.
Los ojos de Naruto
volvieron a convertirse en dos orbes sangrientos.
—Son los
Traidores, ¿verdad?
Sasuke frunció el
ceño. Ya era la segunda vez que Naruto usaba esa palabra para referirse a
Bankotsu, pero ahora lo decía en plural… ¿A qué se refería exactamente?
—No vienen
solos. Los Uchiha los acompañan.
—¿Qué? —preguntó
Sasuke, horrorizado—. ¿Mi clan?
Kurama lo miró con
un asomo de tristeza.
—Me temo que
sí. Y vienen armados y preparados para luchar.
—No —murmuró
Sasuke, sabiendo que no tenían la más mínima oportunidad de ganar, no a los
espíritus cazadores—. ¿No hay nada que pueda hacer? —preguntó, pensando a toda
velocidad en una posible solución. Su mente se iluminó y se giró hacia Naruto—.
Puedo hablar con ellos. Mis padres me escucharán y mi madre me apoyará, fue
ella la que me animó a venir a buscarte. Puedo evitar que haya una lucha.
Su compañero lo
miró con seriedad.
—Sasuke, no es
tu clan el que me preocupa que retroceda.
Él frunció el
ceño.
—¿Hablas de
Bankotsu? No tendrá otro remedio, no creo que sea lo bastante estúpido como
declararos la guerra. Sois espíritus guerreros y creo de verdad que mi padre
entrará en razón cuando vea que estoy bien y que tú eres lo que quiero.
Naruto pareció
dudarlo, pero miró a su hermano de todos modos y le dijo:
—¿Qué opinas?
No perdemos nada por intentarlo y no tenemos nada contra los Uchiha. Mikoto
forma parte de su clan, ellos la acogieron después de la masacre y el anterior
jefe estuvo dispuesto a vengar la traición contra los Okami. Les debemos eso.
Kurama gruñó,
aunque hizo un gesto afirmativo.
—Está bien… —dicho
esto, miró fijamente a Sasuke, queriendo captar toda su atención—. Pero,
escúchame bien, Sasuke, porque esto es muy importante. —El doncel asintió,
dispuesto a hacer lo que fuera necesario para salvar a su familia—. Tu clan
no debe alzar sus armas contra ti o contra cualquiera de nosotros, sería una
declaración de guerra no solo contra nosotros, sino también contra los dioses.
Tu clan estaría maldito de por vida. Tarde o temprano, sería exterminado. ¿Lo
entiendes?
—Sí. Muchas
gracias —le dijo antes de abrazar a Naruto con fuerza—. Gracias por apoyarme,
Naruto.
Este le lamió el
cuello con suavidad, tratando de reportarle consuelo, antes de observar con
preocupación a Kurama. Él tampoco parecía muy convencido de aquella situación.
—La profecía
dice que se derramará sangre, Naruto —le advirtió únicamente en su cabeza
para que Sasuke no escuchara—. No tengo ni idea de cómo acabará esto.
—¿Qué hay de
Mikoto? —le preguntó, también en privado. No quería preocupar a su
compañero más de lo que ya estaba—. Sé que ella me vio el día en el que dio
a luz a Sasuke, ella lo animó a buscarme. Tuvo que sospechar algo, Kurama, o de
lo contrario no me explico por qué la profecía dice que ella me entregaría a su
hijo.
El rostro de
Kurama se volvió sombrío.
—No dijo nada,
Naruto.
Él se tensó un
poco, pero trató de disimularlo para que Sasuke no se percatara. No dudaba de
que estaba percibiendo su preocupación y su inquietud, sin embargo, lo más
seguro era que lo achacara a la situación a la que debían enfrentarse.
—¿Por qué? Ella
siempre ha sido leal a nosotros y a los dioses, no me creo que quiera iniciar
una guerra contra nuestro mundo.
—Yo tampoco,
hermano. Pero tal vez sea la sangre de otros lo que anhela.
Naruto abrió los
ojos como platos… Aunque, pensándolo bien, tenía sentido. O lo tendría si no
fuera porque era una apuesta muy arriesgada, una que ponía en peligro a su
propia familia. Y, hasta ahora, no había habido nada que más amara Mikoto que a
su familia.
—Mikoto… Por
todos los dioses, ¿en qué estás pensando?
Ay diomio! El suspenso a todo o que da jijijiji
ResponderEliminarMuchas gracias por la actualización ❤️
Muchas gracias a ti por leer ;)
EliminarCómo puedo leer las historias , no las puedo ver el tu pág , solo este capítulo y no encuentro los anteriores, ni los de ladybondage
ResponderEliminarActualiza el reino de los zorros por faaaaaa
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