Capítulo 15. Confrontación
—Sabes que no vas
a poder seguir evitándolo, hermano.
Vane le respondió
con un resoplido malhumorado y siguió analizando el mapa de la instalación de
Mercile con ojo crítico.
Max se sentó a su
lado y le dedicó una mirada comprensiva.
—Vane, entiendo
que es difícil para ti.
El mayor de los
hermanos tensó todos los músculos de su cuerpo con tan fuerza que su camiseta
se abultó. Hasta su mandíbula estaba tan apretada que parecía que sus dientes
chirriarían en cualquier momento.
—Para.
—Mira, no tengo ni
idea de qué hablasteis Jeremy y tú, pero sé que te dejó tocado. —Se acercó un
poco más a Vane y puso una mano sobre su hombro—. Night no es como él, no te
haría daño.
El otro hombre se
zafó de su toque y se levantó de la silla, fulminándolo con la mirada.
—Esto no tiene
nada que ver con Jeremy.
Max también se
levantó y lo desafió con la mirada.
—Entonces dime por
qué estás evitando a Night.
Un músculo empezó
a palpitar en el cuello de Vane, pero un destello de dolor apareció en sus
ojos, uno que no pasó desapercibido para su hermano, el cual relajó un poco su
postura.
—Ya lo sabes. Le
dije que no sería su compañero. Necesitamos distancia.
—Ah, no, de eso
nada. Él no te creyó cuando le dijiste que no sentías nada por él y yo tampoco
me lo trago.
Los ojos de Vane
lo atravesaron.
—¿Qué coño sabes
tú sobre lo que siento?
Max se sintió
dolido por su tono, pero no por ello retrocedió. Lo miró con firmeza y soltó:
—Si no sintieras
algo, no explotarías cada vez que alguien saca el tema ni rehuirías tanto a
Night.
—Yo no hago eso —replicó
Vane con dureza.
—Ya, claro, por
eso estás intentando perforarme la cabeza con los ojos, ¿no?
Su hermano mayor
lo taladró con la mirada, dándole la razón. Esta vez, no trató de rebatirlo,
pero, aun así, le dijo:
—No es asunto
tuyo.
—Eres mi hermano y
estás sufriendo, claro que es asunto mío, sobre todo cuando esta tontería tiene
una solución tan sencilla como que admitas lo que sientes.
—¡No es tan
sencillo! —bramó Vane—. ¿Te crees que esto se reduce solo a lo que siento? ¿Crees
que basta con que los dos sintamos lo mismo? ¡Esto no es fácil! ¡Nada de esto
lo es!
Max tuvo que
admitir que el repentino estallido de su hermano lo pilló por sorpresa. Hacía
mucho tiempo que no veía a Vane explotar de esa manera, él siempre pensaba con
la cabeza, era todo sangre fría, incluso en situaciones límite en la que un
hombre podría volverse loco. En el campo de batalla ni siquiera había parpadeado
a pesar de saber que una horda de enemigos se acercaba, pero ahora… No lo había
visto así desde que perdió a Vic. Tal vez no era tan exagerado como entonces,
ahí se había roto por el dolor, como todos, pero seguía siendo impactante ver
su temperamento explotar cuando eso solo había ocurrido en contadas ocasiones.
Vane, al darse
cuenta de cómo acababa de reaccionar, se sobresaltó, contempló a Max con ojos
dolidos y le dio la espalda, no sin antes decirle:
—Perdóname. Necesito
tomar el aire.
—¡Vane, espera!
Hizo caso omiso de
su hermano y salió de la cocina en dirección a la puerta, seguido por Bear, que
lo vio desde la alfombra del comedor y se levantó con rapidez para trotar hacia
él y acompañarlo. Vane aceptó su compañía, la verdad era que en el fondo no
quería estar solo.
No cuando se
sentía hecho pedazos.
Justo en ese
momento, detectó un movimiento por el rabillo del ojo y se giró por instinto,
encontrándose a Night en las escaleras, mirándolo fijamente. Ni siquiera se
percató de que Ethan iba tras él.
Fue muy consciente
de la oleada de anhelo que invadió su cuerpo, pero la ignoró y huyó hacia la
puerta, estremeciéndose al escuchar que Night lo llamaba. Sin embargo, no se
detuvo ni un segundo, sabía que si lo hacía y le plantaba cara, se derrumbaría,
y eso era lo último que Night necesitaba.
Por otra parte, a
este se le encogió el corazón al olfatear el dolor de Vane en el aire. ¿Por qué
insistía en negar lo que había entre ellos? Cuando le dijo que lo quería como
su compañero, sus palabras habían sido un rotundo no, pero tanto su aroma como
su lenguaje corporal le habían dicho todo lo contrario. Incluso pudo verlo en
sus ojos. Vane había sufrido más diciéndole que no le amaba que él al ser
rechazado.
Debía reconocer
que, en parte, había esperado esa reacción. Vane le había entregado su cuerpo,
pero su corazón aún estaba resentido por la ruptura con aquel estúpido humano
escuchimizado. Max ya le dijo que tuviera paciencia con él, que le diera
tiempo, pero, simplemente, no pudo reprimirse, no después de todo lo que su
macho estaba haciendo por él. Tuvo que soltarlo y ahora temía estar
perdiéndolo…
Sin embargo, había
algo que no le cuadraba.
Vane era lo
suficientemente inteligente como para ser más que consciente de lo que había
entre ellos, que no era solo algo sexual, había mucho más. Esa era la excusa
que le había dado, que sentían una fuerte atracción el uno por el otro, pero
Night no lo había creído ni por asomo. Él sabía muy bien lo que había en su
corazón, sabía que no quería tener a nadie más en su cama salvo a Vane, nadie
le había hecho sentir nunca como él. En Mercile, algunos de sus amigos habían
desarrollado fuertes sentimientos por una hembra, o por un macho en secreto,
pero a él no le había ocurrido nunca, jamás se le pasó por la cabeza reclamar a
una de ellas o anhelar estar con un macho.
Hasta Vane.
Y, aunque él
siguiera negándolo, lo conocía lo bastante bien como para saber que el dolor
que sentía era porque se estaba resistiendo a sus sentimientos por algún motivo
que no comprendía. Como había dicho, el hombre al que amaba no tenía un pelo de
tonto. Sabía lo que hacía, en todo momento.
¿Tal vez se
resistía precisamente por eso? ¿Acaso habría considerado alguna especie de
peligro o amenaza si ambos estaban juntos? Puede que se le hubiera escapado
algo y Vane, como de costumbre, hubiera visto venir algún inconveniente, algo
que tal vez pudiera perjudicarlo.
Frunció el ceño al
pensar detenidamente en ello. La verdad era que no se había parado a pensar en
qué pasaría si el rescate iba bien y los dos se convertían en compañeros. Era
consciente de que a su gente podría no gustarle al principio, después de todo,
se habían pasado toda la vida odiando a los humanos, pero estaba tan seguro de
que aceptarían a Vane una vez vieran que los había salvado por un acto de
bondad y no para hacerles daño que no había concebido la posibilidad de que ese
odio los cegara lo suficiente como para no atacarlo más adelante.
¿Sería eso lo que
lo tenía preocupado? ¿La aceptación de su gente? Su Vane sabía que ellos eran
la única familia que tenía y lo importantes que eran para él, pero…
Ahora, lo que más
deseaba en el mundo, era estar con él. Tener la posibilidad de compartir una
vida en libertad junto a él.
Dispuesto a
hacerle entender que no importaba lo que sus compañeros pensaran, bajó las
escaleras con decisión para seguirlo, sin embargo, Ethan, que iba detrás de él,
lo cogió del brazo para detenerlo.
—Espera, Night.
Este se giró,
mirándolo con una expresión dolida.
—Está sufriendo,
tengo que ayudarlo.
El joven doctor le
hizo un gesto para que se calmara y lo soltó, sabiendo que no se iría a ninguna
parte. En vez de eso, puso las manos sobre sus hombros en un gesto que
pretendía reconfortarlo y le dijo con mucha suavidad:
—Si vas ahora tras
él, acabaréis discutiendo. Vane está muy estresado, Night, le han golpeado
demasiadas cosas a la vez: descubrirte a ti y a tu gente, planear un rescate,
Mercile y sus experimentos, enfrentarse a Jeremy y Anthony y ahora tus
sentimientos por él. —Hizo una pequeña pausa para que Night asimilara toda la
información—. Son demasiadas cosas en muy poco tiempo, y, aunque no lo
demuestre, está preocupado y estresado. Todo eso tenía que explotar en algún
momento y, a pesar de que no fuera esa tu intención, tu confesión le ha puesto
las cosas más difíciles. No tendrías que habérselo dicho tan pronto, deberías
haber esperado.
Night se sintió
fatal al comprenderlo. Ethan tenía razón, Vane ya tenía demasiadas cosas en la
cabeza como para exigirle además que admitiera sus sentimientos y que
estuvieran juntos. Él trabajaba duro para liberar a su gente y, a cambio, lo
único que le había dado eran más preocupaciones… y le había hecho daño.
Eso era lo que más
le dolía.
—Ya lo sabía —admitió,
cabizbajo—, sabía que era demasiado pronto… pero no pude contenerme. Necesitaba
que supiera lo importante que es para mí todo lo que está haciendo, lo mucho
que lo admiro… y que le quiero. Quería que supiera que deseo estar compartir la
libertad que me ha dado con él.
Ethan lo estudió
con una expresión que le costó identificar, parecía emocionado y dolido a la
vez. Tras unos segundos en silencio, este le palmeó el hombro y se apartó.
—Hablaré yo con
él. Estará más tranquilo conmigo —dicho esto, miró a Night a los ojos con convicción—.
No te preocupes, él te quiere. Solo necesita tiempo… y acabar con todo esto del
rescate. Necesita esa tranquilidad para pensar.
Night asintió,
todavía sintiéndose culpable.
—Lo entiendo.
El médico le
dedicó una pequeña sonrisa antes de bajar las escaleras y salir de la casa. Se
adentró en el bosque en el que Vane se había refugiado años atrás para
descansar en paz, alejado del ajetreo de la ciudad. Una parte de él también
había sospechado que hizo su casa de vacaciones allí para poder llorar a Vic
con tranquilidad, un lugar aislado en el que sus ataques nocturnos no
alarmarían a nadie… salvo a sí mismo. Así era Vane. Sentía que debía ser
responsable de todo y de todos; de sus hermanos, de sus compañeros del
ejército, de su empresa… Por tanto, no podía venirse abajo, ni mostrar
debilidad.
Eso hacía que se
cerrara a menudo en sí mismo y que no estuviera dispuesto a delegar esa
responsabilidad en nadie.
Lo encontró donde
pensaba que lo haría, revisando los sensores de movimiento que había instalado
tiempo atrás para prevenir ataques de Mercile.
Por supuesto, este
notó su presencia a dos metros de distancia.
—No quiero hablar
sobre Night —le dijo con cierta brusquedad.
Ethan respondió
encogiéndose de hombros.
—Bien, porque no
venía por eso.
Vane detuvo lo que
estaba haciendo y se giró para mirarlo, viendo cómo se dirigía a un árbol para
recostar la espalda contra este y sentarse. Le tomó un minuto entero empezar a
hablar, en el cual estuvo jugueteando distraídamente con sus dedos, como si
estuviera pensando en el mejor modo de explicarse.
Al final, inspiró
hondo y lo observó:
—Tuve una pareja a
los veintiún años. Era joven y estaba muy enamorado. Hice… algunas cosas para
complacerla de las que ahora no estoy orgulloso. Cosas que no me gustaban, pero
que pensé que debía hacerlas para mantener a esa persona a mi lado. Esa
relación se volvió muy tóxica… y acabó muy mal. Todo porque yo me empeñé en que
quería a esa persona y debía esforzarme porque fuera feliz.
Vane, que había
escuchado todo con suma atención, sin interrumpir ni una sola vez, apretó los
labios y frunció el ceño.
—¿Por qué me
cuentas esto?
Ethan esbozó una
pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Porque te
conozco, y sé que Jeremy no tiene nada que ver con tu decisión de negar lo que
sientes por Night. Eres un hombre fuerte, más de lo que tú mismo crees, y sé
que no permitirías que lo que te ha pasado con ese idiota te impidiera ser
feliz con alguien que te quiere de verdad. Creo… que lo que te da miedo es el
cambio. No tengo la menor duda de que estar con alguien como Night, que no es
humano como nosotros, es un cambio enorme y me imagino que tendrás tus dudas
sobre eso. —Hizo una pequeña pausa en la que tragó saliva—. Yo no hice nada por
cambiar mi situación cuando vi que mi relación estaba yendo a un extremo que no
quería. Me quedé paralizado por el miedo y al final todo explotó y… fue un
infierno para mí. —Se quedó callado un momento, como si reflexionara sobre
ello, y, después, contempló a Vane con cierta admiración—. Pero tú no eres como
yo. Puede que tengas tus dudas, probablemente Night las haya tenido también,
pero ha decidido que tú eres más importante para él. Así que antes de dejar que
el miedo pueda contigo… hazle frente. Sé que tú puedes —dicho esto, le sonrió,
se levantó y regresó a la casa.
Vane se quedó toda
la mañana allí, pensativo… y reflexionando sobre lo que debía hacer.
Night tenía el
pulso acelerado mientras iba a la habitación de Vane esa misma noche.
Su amado humano
había regresado a la hora de comer y, esa vez, no había huido a su habitación,
sino que se había quedado con ellos para la comida e incluso había hablado un
poco. Después, había ido al comedor y había continuado estudiando los planos
con Max sobre las instalaciones, repasando los distintos planes que había
pensado para sacar a su gente sana y salva… y, antes de cenar, le había pedido
que fuera a su habitación, que tenían que hablar.
Debía admitir que
estaba un poco asustado. Temía que fuera a decirle que tenía sentimientos por
él, pero que no podían estar juntos por el motivo que fuera. Le preocupaba
especialmente que Vane prefiriera estar con alguien de su especie, con otro
humano. Puede que él le aceptara tal y como era, pero… Los humanos y su gente
eran, al fin y al cabo, diferentes. Puede que Vane tuviera otras necesidades,
puede que… No lo sabía. Él no conocía tanto el mundo humano, era verdad que
había aprendido algunas cosas, pero no tenía ni idea de lo que hacían las
parejas, qué rutina llevaban, qué metas tenían… A decir verdad, su único sueño
había sido siempre ser libre junto a su gente y, últimamente, poder disfrutar
de esa libertad con Vane a su lado. No había llegado a plantearse qué hacer
después de eso.
Aun así, seguía
anhelando ese futuro. No deseaba renunciar a Vane.
Y estaba dispuesto
a hacérselo entender.
Inspiró hondo
cuando llegó a la puerta de su dormitorio y llamó suavemente. No tardó en
escuchar su voz diciéndole que pasara.
Entró despacio de
forma instintiva, queriendo infundirle calma al que ya veía como su compañero.
Una vez cerró la puerta tras él, se dio la vuelta y miró a Vane. Iba con su
camiseta de manga larga de dormir y unos pantalones anchos y cómodos que
también usaba como pijama. La forma en la que la ropa se ceñía a su torso le
dieron ganas de gruñir, pero se contuvo.
—Vane —lo saludó.
Este inclinó la
cabeza.
—Hola, Night —dicho
esto, se quedó un segundo parado, como si no supiera por dónde empezar.
Sin embargo, él ya
había pensado mucho en lo que iba a decirle, por lo que avanzó hasta él,
quedándose muy cerca, pero sin tocarlo aún. No quería que se sintiera incómodo
o hacerle sentir peor que los últimos días.
—Vane, yo… Lo
siento —le dijo, sintiendo el corazón en un puño—. Siento haberte confesado mis
sentimientos así, tan de repente y tan pronto. Para mí es muy importante todo
lo que has hecho por mí y lo que ahora estás haciendo por mi gente. A pesar de
que yo era peligroso para ti, para Max y para Ethan, me ayudaste, me recibiste
en tu casa, me diste comida, ropa y… me enseñaste lo que se siente al ser
libre. Y muchas otras cosas. Me has dado conocimientos sobre el mundo, me has
enseñado a pelear, a pensar de modo estratégico, me has… —Tragó saliva,
emocionado—. Me has hecho sentir tantas cosas. Que no soy un ser despreciable,
estúpido o un monstruo, que no soy algo malo, sino… un hombre que merece ser
amado. Has hecho que sepa lo que es querer a alguien. Así que siento no haber…
comprendido que no necesitabas saber todo esto ahora, que necesitas estar
centrado para ayudar a mi gente, que esto tan solo sería añadir más estrés y
preocupaciones… Pero también quiero que entiendas que te quiero, que te seguiré
queriendo cuando todo esto acabe y que te cortejaré como harían los humanos. No
quiero presionarte, solo… Solo quiero que te quedes conmigo.
Al mirar a Vane,
vio que había emoción en sus ojos y que el olor de su dolor parecía haberse
apaciguado, lo cual lo relajó un poco. Aun así, no esperó que fuera directo
hacia él para darle un fuerte abrazo.
—… Night… Yo
también te quiero —susurró.
Él dejó escapar el
aire que estaba conteniendo, profundamente aliviado, y lo estrechó entre sus
brazos mientras enterraba el rostro en su pelo. Lo había dicho, había admitido
lo que él ya sabía. Si Vane también lo amaba, entonces nada podría evitar su
unión.
—Pero… tengo
miedo.
Al escuchar eso,
se apartó un poco de él y lo cogió de las manos para llevarlo a la cama e
instarlo a sentarse. Ya había intuido que algún motivo debía tener para no
ceder a sus sentimientos, para negarse a ser su compañero.
—Cuéntamelo.
Vane dejó escapar
un suspiro antes de mirarlo a los ojos.
—Night… Has pasado
toda tu vida en Mercile, encerrado. —Este frunció el ceño, sin acabar de
comprender lo que estaba diciendo, per dejó que su macho hablara—. Nunca has
tenido una relación… normal con nadie, por así decirlo. —El hombre hizo una
pausa, como si pensara en la mejor forma de explicarse—. No sabes lo que es estar
con alguien en libertad, ¿qué pasa si rescatamos a tus amigos y te sientes más
atraído por uno de ellos? Tenéis más cosas en común, habéis vivido lo mismo,
sois de la misma especie… No sé hasta qué punto llegan nuestras diferencias,
pero… puede que tengas necesidades distintas que alguien como yo no podría
satisfacer y…
—¿Tienes miedo de
que escoja a uno de los míos antes que a ti? —preguntó Night con los ojos muy
abiertos. Había esperado que sus temores fueran otros, no que dudara
precisamente de la fuerza de sus sentimientos hacia él. Eso lo molestó—. ¿Crees
que no hablaba en serio cuando te dije que quería que fueras mi compañero?
—No es eso, Night,
solo creo…
—Crees que no sé
lo que quiero porque he estado toda mi vida en una jaula —lo interrumpió,
apretando la mandíbula—. Pues te equivocas, precisamente por eso sé la clase de
persona que quiero a mi lado, y ese eres tú.
—Night, escúchame…
De repente, este
se abalanzó sobre Vane y lo dejó inmovilizado en la cama boca arriba. No le
hacía daño, pero se aseguró de dejar parte de su peso sobre él para que no
pudiera levantarse y de cogerlo por las muñecas para evitar que se zafara de él
de alguna manera, aunque sospechaba que su humano era capaz de quitárselo de
encima si se lo proponía en serio. Sin embargo, este no hizo amago de
resistirse.
Bien. Quería dejar
las cosas muy claras.
—En Mercile, he
conocido a machos y hembras que han mantenido la cordura y el espíritu a pesar
de toda la mierda que les han hecho. Los admiro por ello. He llegado a tener
fuertes lazos de amistad con algunos de mis compañeros y les he llorado cuando
han sido asesinados. He tenido relaciones con hembras, y con algunas de ellas
he sentido afecto. Pero jamás me habían hecho sentir como tú, Vane —declaró,
mirándolo con ojos fieros—. A pesar de los horrores que han vivido, no he
respetado ni admirado a nadie tanto como a ti, que has hecho cosas de las que
te arrepientes, que has perdido a parte de tu familia, que vives con pesadillas,
y, aun así, sigues adelante. Nunca he tenido tanto miedo de perder a alguien
como de perderte a ti, la sola idea de que tengas que entrar en Mercile para
rescatar a mi gente me aterroriza y, si de mí, dependiera, me aseguraría de que
te mantuvieras lejos de esa instalación, alejado de las torturas que yo viví. Nadie
me ha atraído tanto como tú, Vane, jamás he deseado abrazar a nadie durante
toda la noche como a ti, enterrar la nariz en su pelo y dejar que su olor se
quedara grabado en mi piel. Tampoco había mordido a nadie durante el sexo, eso
es una señal de reclamo, mi lado animal te quiere y te ha marcado para mantener
lejos a otros machos —dicho esto, gruñó—. Ese humano escuálido no te recuperará.
Yo sería un mejor compañero para ti, mi especie no quiere montar a nadie que no
sea su pareja. Nunca te engañaré, te cuidaré como tú me has cuidado a mí. —Lo
miró con decisión—. Soy tuyo, y no hay nada que puedas hacer ni tú ni nadie para
cambiar eso. ¿Lo entiendes?
Vane tragó saliva.
No había esperado que Night tuviera tan claro lo que sentía por él… Siempre
podría discutir, decir que no podía prometerle nada porque realmente no sabía
lo que era ser libre y tener una relación con nadie en ese contexto, en un
lugar donde no estuviera obligado a hacer nada que no quisiera, donde no
tuviera miedo.
Pero, mirándolo a
los ojos como hacía ahora… No podía argumentar en su contra. Tenía las cosas
muy claras y su mirada no decía otra cosa que no fuera una verdad
inquebrantable.
Tragó saliva.
—¿Qué pasará con
tu gente?
Night ni se
inmutó.
—Es su problema si
no les gusta mi elección. Si es así, son idiotas. Tú vas a liberarlos y a
darles la vida con la que sueñan.
—¿Me elegirías por
encima de ellos?
—Sí. —Se
sobresaltó al ver que no había tenido ni que pensar. El rostro de Night se
relajó un poco y su mirada se ablandó—. Mi vida sin ti se sentirá vacía, aunque
esté libre. Mi gente pierde la voluntad de vivir sin su pareja. Necesito
tenerte cerca, Vane.
Él se quedó
callado, sin saber qué decir o cómo reaccionar. Una parte de él, emocional y
esperanzada, deseaba corresponderle por completo, pero, otra, más racional,
seguía teniendo miedo. Porque sabía que Night no era para nada como Jeremy y
que, si acababa escogiendo a otra persona, lo último que querría sería hacerle
daño de esa manera. Él era un buen hombre y le dolería perderlo.
—Night… Yo… —intentó
decir algo, no estaba muy seguro de qué, trataba por todos los medios de
encontrar una forma de decidir qué hacer. Se sentía confundido y perdido ya que
no estaba seguro de qué era lo correcto, lo mejor para los dos… Sobre todo, lo
mejor para Night.
Sin embargo, este
decidió por él. De repente, lo cogió por la cintura y los giró a ambos en la
cama, de tal forma que acabaron tumbados de lado, cara a cara.
—Mi oferta de que
seas mi compañero sigue en pie —le aclaró—, pero no es necesario que me
respondas ahora. Es verdad que yo me precipité y que te di más preocupaciones
de las que ya tienes, no fue justo para ti. —Lo estrechó contra sí—. Pero
déjame estar a tu lado. Déjame estar contigo hasta que rescatemos a mi gente. Y
cuando todo esto acabe, déjame demostrarte que todo lo que te he dicho es
cierto, que no escogeré a nadie más, que mis sentimientos por ti no cambiarán
aunque viva en libertad con mi gente. ¿Me dejas?
Vane miró esos
hermosos ojos azules y sonrió. ¿Cómo podría decirle que no, cuando él también
quería tener una oportunidad con él?, ¿cuando también deseaba quedarse a su
lado?
Ahora fue su turno
de abrazarlo con fuerza.
—Claro que sí,
Night.
Night se despertó sobresaltado.
Detectó el ligero movimiento de Vane en la cama al notar que se había apartado
de él, pero lo ignoró rápidamente y agudizó todos sus sentidos. ¿Qué lo había
despertado? No recordaba haber tenido una pesadilla, pero ahora no oía nada
sospechoso salvo el viento que agitaba los árboles en el exterior. ¿Lo habría
imaginado?
Aun así, seguía
inquieto, por lo que se levantó sin hacer ruido y arropó a su macho antes de
salir de la habitación y echar un vistazo por la primera planta. Por el aroma,
supo que Max y Ethan estaban en sus habitaciones y que no habían salido de
ellas en un buen rato, así que lo que quiera que lo había alertado, no provenía
de ellos. Tampoco eran los perros, Nocturn estaba con Max y Bear y Sam dormían
en su habitación con Vane.
Bajó despacio por
las escaleras, aguzando el oído y vigilando cada sombra que detectaban sus
privilegiados ojos, así como olfateaba suavemente, buscando la amenaza.
Recorrió toda la planta baja sin ver nada sospechoso y también comprobó que la
puerta estaba bien cerrada. Empezó a dudar de lo que le había despertado, sin
embargo, la sensación de que algo no iba bien no desaparecía. Su lobo seguía
alerta, como si presintiera un ataque.
Su instinto no le
falló.
Las ventanas del
comedor estallaron en pedazos de repente por algún tipo de explosión que lo
lanzó contra una pared e hirió gravemente sus oídos, produciéndole un horrible
pitido que le impedía usar ese sentido. Pese a estar aturdido, tantos años de
dura supervivencia lo habían preparado para luchar en peores circunstancias,
por lo que se levantó de un salto, colocando los dedos en forma de garras, y
clavó sus ojos en sus atacantes.
Bajaron cinco
hombres en cuerdas que supuso estaban sujetas al tejado y se colaron en el
salón. Todos iban vestidos de negro de la cabeza a los pies y llevaban potentes
armas de fuego que lo apuntaban directamente. Él gruñó y se agazapó, preparado
para esquivar el mayor número de balas o tranquilizantes posible… sin embargo,
un disparo impactó de lleno en el cuello de uno de sus enemigos, del cual
estalló un reguero de sangre antes de caer al suelo.
Sorprendido, miró
hacia arriba, encontrándose con un despierto Max que llevaba un fusil entre sus
manos y que disparó una segunda vez, derribando a otro. Al mismo tiempo,
Nocturn había bajado las escaleras por la izquierda y se lanzó contra los
hombres por la espalda, causando el caos y que se desorientaran.
Night también lo
aprovechó para abalanzarse sobre ellos. Cogió al primero que se le puso por
delante por la cabeza y la lanzó con una violencia bestial contra el suelo.
Estaba protegido por un casco, pero eso no evitó que le arrebatara el arma de
fuego y la disparara contra él.
—¡¡Aaah!!
El grito de Max lo
distrajo y miró hacia arriba. Su amigo tenía sangre en el hombro, más hombres
habían entrado por las ventanas del piso superior e iban a por él. No tenía
dónde esconderse salvo en su habitación, pero sabía que se acorralaría solo si
entraba.
Tenía que
cubrirlo.
—¡Max! —gritó
antes de apuntar hacia los hombres.
Un pinchazo en la
pierna le hizo gruñir por el dolor.
Miró hacia abajo y
vio que le tenía clavado en el muslo un puto tranquilizante.
Mierda… ¡Joder!
Buscó al cabrón
que pretendía sedarlo, encontrándolo en otra horda de humanos que estaba
entrando por el salón.
La pierna le falló
y cayó sobre su rodilla. Maldita sea… El arma empezaba a pesarle en la mano y
le costaba sostenerla, su cuerpo empezaba a no responderle.
Mierda… No… Max…
De repente, hubo
un nuevo estallido de disparos, esta vez, sonaban por su derecha y por su
izquierda. Le sorprendió ver que, a pocos metros de Max, Ethan sostenía una
pistola con la que disparaba muy diestramente para ser alguien que odiaba la
violencia y a las que les tenía miedo, cuyas balas golpeaban los cascos de los
hombres de la parte superior, obligándolos a retroceder, lo que le dio tiempo a
Max a contratacar.
Por otra parte, a
su izquierda, Vane también se había despertado y lanzaba una lluvia de disparos
contra los atacantes del salón.
Sí… Aún podían
lograrlo…
Entonces, su peor
miedo se cumplió.
Más hombres
aparecieron de repente en el piso de arriba, en el lado de Vane. Uno le disparó
en el pecho, en el pectoral izquierdo, antes de que otros dos se abalanzaran
sobre él para lanzarlo al suelo.
Night observó
horrorizado cómo su compañero se resistía golpeando con su hombro a uno de
ellos en la cabeza, tratando de incorporarse del todo para tener mejor
equilibrio y luchar mejor… pero, entonces, el otro lo agarró del brazo y tiró
con fuerza hacia atrás.
Un grito de pura
agonía resonó en la casa.
Le había roto el
brazo que tenía herido.
Ver la sangre y su
rostro deformado por el dolor, despertó al lobo que llevaba dentro y aulló de
rabia. Manteniéndose a cuatro patas, corrió hacia las escaleras y se impulsó en
dirección a los hombres de arriba que tenían a su macho entre gruñidos que
auguraban una muerte sanguinaria y bestial. Se sintió ligeramente satisfecho al
ver que Bear había salido del cuarto y que se había lanzado contra el malnacido
que le había roto el brazo a Vane, dejando a este en el suelo retorciéndose
entre gemidos.
Sintió otro
pinchazo en la espalda que le hizo gruñir. No le importaba, ya estaba cerca.
El primer hombre
que se interpuso entre él y su compañero, acabó con la yugular abierta por sus
colmillos.
Un nuevo sedante
aterrizó en su brazo, haciendo que girara la cabeza hacia el cabrón que
pretendía dejarlo fuera de combate. Le gruñó con ferocidad cuando este hizo
amago de dispararle otro, pero, antes de que pudiera hacerlo, algo fuerte se
impulsó en su espalda y saltó hacia su enemigo.
Sam aterrizó con
las fauces abiertas sobre el soldado y le arrancó el arma antes de buscar su
cuello y apresarlo con los colmillos, salpicándolos de profusa sangre.
Night hizo amago
de dar media vuelta para llegar hasta Vane, sabiendo que Sam lo estaba
cubriendo y que Bear estaba protegiéndolo…
Pero dos disparos
lo detuvieron.
Algo dentro de él
se rompió al ver que Sam se tambaleaba sobre sus patas antes de caer al suelo,
inerte. No vio que hiciera ningún intento por levantarse, ni siquiera vio que
su estómago subía y bajaba por la respiración.
Los ojos se le
llenaron de lágrimas antes de levantar la vista, buscando al hijo de puta que
la había matado, jurando que le daría la muerte más dolorosa que se le pudiera
ocurrir. Lo encontró justo delante de él, a pocos metros de distancia… junto a
otro miserable que le disparó el cuarto sedante, esta vez, en el pecho.
La adrenalina le
había ayudado a seguir adelante… pero cuatro dosis de somníferos le hicieron
colapsar de repente. Luchó encarnizadamente contra la droga por mantenerse
despierto, viendo impotente cómo lo arrastraban lejos de Vane, que seguía
tirado en el suelo, gritando de dolor… y su nombre, llamándolo. Lo último que
vio antes de que lo bajaran por las escaleras, fue cómo uno de esos malditos
disparaba a Bear, y escuchó los gemidos de Nocturn, así como a Max llamando a
su hermano y a Ethan chillando un largo y angustioso “no”.
“No…”, pensó
mientras su conciencia se desvanecía. “No, no, ¡no! Sam… Lo siento… Bear… Por
favor, tú también no… Nocturn… Nocturn, aguanta… Ethan, Max, perdonadme… Vane…
Vane… Vane, quédate conmigo…”
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