Capítulo 10. La verdad
Naruto se despertó lentamente, notando que el sol había salido y que
alguien estaba acariciando su cuerpo. Abrió los ojos, encontrándose con el
apuesto rostro de Sasuke, quien le sonreía levemente.
Por un momento, creyó que estaba teniendo un sueño, ya que era algo
recurrente en los dos años que llevaba en Nome. Pasaba gran parte del tiempo
imaginando cómo habría sido su vida si Sasuke estuviera con él, si nunca se
hubiera separado de su lado. Pensaba en que su embarazo no habría sido tan
complicado ni arriesgado porque él habría estado ahí para ayudarle, que le
habría hecho sentirse seguro y protegido. Pensaba en la expresión que habría
puesto la primera vez que hubiera visto a su hijo, en cómo lo habría cogido en
brazos y habría sonreído al ver que había heredado el color de su cabello, o en
cómo habría reído al verlo corretear por la casa cuando aprendió a ir a gatas.
Sin embargo, supo que era real cuando sintió su mano en su mejilla.
—Buenos días, dormilón.
Él parpadeó.
—¿Dormilón?
—Son casi las doce.
—¡¿He dormido toda la mañana?! —preguntó, alarmado y sentándose de un
salto.
Al instante, Sasuke lo cogió por la cintura y lo tiró de nuevo a la cama, a
su lado.
—No te preocupes por nada. Hace unas horas he salido al porche con los
perros, han hecho lo que tenían que hacer y luego han vuelto a entrar en la
casa. Están preocupados por ti.
—Tendrías que haberme despertado de todas formas —dijo Naruto, un poco
avergonzado por haber dormido tantas horas.
Sasuke puso los ojos en blanco y lo abrazó.
—Estás enfermo, Naruto, tienes que descansar —dicho esto, lo besó
tiernamente en los labios, estrechándolo con un poco más de fuerza entre sus
brazos, como si temiera que fuera a escaparse.
Pero Naruto no tenía intención de hacerlo. Hasta ahora, había intentado
hacer lo correcto, lo mejor para su hijo y también para Sasuke… pero después de
que Tsunade le hubiera dicho lo que le ocurría, ya no podía mantener lejos al
hombre que amaba. La primera vez ya fue muy duro abandonarlo y, de todas
formas, no tuvo más opciones en ese momento; tuvo que pensar rápido y fue lo
único que se le ocurrió para protegerlos a todos. No quería hacerlo de nuevo,
no sería justo para Sasuke y, esta vez, estaba a su lado y podían solucionarlo
juntos.
Así que lo abrazó con fuerza y le devolvió el beso con pasión, haciéndole
saber que no se iría a ninguna parte, al menos no sin él.
Sasuke profundizó el beso mientras hundía los dedos en su pelo y se
colocaba sobre su cuerpo, abriéndole las piernas con las rodillas. Naruto no
opuso resistencia y se aferró a su espalda, entregándose por completo cuando su
amante tanteó su entrada, metiendo únicamente la punta para asegurarse de que
estaba preparado para él. El rubio respondió con un suave gemido, alzando las
caderas y frotándose de forma incitante contra el hombre, quien soltó un
gruñido complacido antes de penetrarle lentamente.
Hicieron el amor de forma suave y lenta, limitándose a besarse y
acariciarse, diciéndose el uno al otro lo mucho que se amaban; Sasuke le
repetía una y otra vez que quería estar con él, que lo dejaría todo en Japón y
que se quedaría en Nome con Naruto y su hijo, mientras que el rubio suspiraba
de placer, accediendo a todo, pidiéndole que se quedara a pesar de lo que le
había hecho. Al oír eso, Sasuke le ordenó que lo olvidara, que ya le había
perdonado, y empezó a embestirle un poco más fuerte, lo suficiente como para
que ambos dejaran de hablar para limitarse a gemir y jadear.
Cuando alcanzaron el clímax, se besaron un poco más y luego Sasuke los giró
en la cama, dejando a Naruto apoyado sobre él, sin separar sus cuerpos todavía.
El doncel dejó la cabeza sobre su pecho, suspirando de pura felicidad, lo cual
notó el varón, que se limitó a acariciarlo con ternura, muy satisfecho porque
la persona a la que amaba parecía por fin entender que se pertenecían el uno al
otro y aceptar que iban a estar juntos durante mucho, mucho tiempo.
—¿Lo decías en serio? —preguntó Naruto en un susurro al cabo de un rato.
—¿El qué?
—Lo de dejar Japón para venir aquí.
—Sin pensármelo dos veces —respondió Sasuke con total seguridad.
El rubio se levantó un poco para mirarlo a los ojos con un asomo de duda.
—¿Qué pasará con tu vida allí? Renuncias a mucho para estar conmigo.
El Uchiha frunció ligeramente el ceño. Cómo le molestaba que Sakura hubiera
metido ideas equivocadas en la cabeza de su doncel, haciéndole creer que él
apreciaba la vida que tenía en Tokio. Esa imbécil creía que tenía una vida
perfecta, cuando en esos dos años no había sido tan feliz como lo era en ese
momento.
Dispuesto a hacérselo entender, se separó de Naruto para limpiarlos a ambos
de los restos del orgasmo, sabiendo que así estarían más cómodos y que no
tendría que interrumpir la conversación, era muy importante que su rubio
comprendiera cómo había sido para él no tener recuerdos, lo perdido que siempre
se había sentido. Una vez hubo acabado, se tumbó en la cama de costado,
arrastrando al doncel hasta sus brazos.
—La primera vez que desperté tras perder la memoria, estaba desorientado y
muy dolorido. Comprendí por mi entorno que estaba en un hospital y que me había
pasado algo, probablemente había tenido algún tipo de accidente. Entonces, oí a
una mujer a mi lado, parecía muy contenta de que hubiera despertado; ella me
explicó que un coche chocó contra el mío, pero que me pondría bien con un poco
de tiempo. Le di las gracias… y luego le pregunté si era una de las enfermeras
del hospital. Era mi madre.
Los ojos de Naruto se llenaron de tristeza.
—Sasuke… —Le acarició el pecho en un intento de consolarlo, a lo que
respondió cogiéndole la mano y besándole los dedos antes de volver a dejarla
sobre su pecho.
Cerró los ojos al recordar lo que vino después, aquella desagradable
sensación.
—Descubrí que no recordaba nada. Ni a mi familia ni quién era yo. Me
dijeron que podría recuperar la memoria con el tiempo o tal vez nunca. Cuando
me dieron el alta, fui a casa de mis padres, ya que no tenía otro lugar al que
ir… ¿Tienes la menor idea de lo confuso y asustado que estaba? Para mí era como
estar viviendo en casa de unos extraños, no confiaba del todo en ellos, me
sentía inseguro a pesar de saber que eran mi familia y cerraba con llave la
puerta de mi habitación. Ni mi casa ni mi dormitorio me eran familiares, no era
capaz… de sentir que era mi hogar. Incluso cuando iba al baño y pasaba por
delante de un espejo me asustaba pensando que era un desconocido que se había
colado allí, no era capaz de reconocer ni mi propio reflejo. Darme cuenta de
que ni podía recordar mi propio aspecto fue un golpe muy duro para mí.
Naruto lo abrazó con fuerza y lo besó en un hombro. Sasuke lo estrechó
contra su cuerpo.
—Adaptarme fue muy difícil, acostumbrarme a la casa, mi familia, mis
amigos, todo era desconocido para mí, sentía que no tenía ningún control sobre
mi vida. Mi padre lo hizo aún más difícil, quería que acabara el año de carrera
que me faltaba. Itachi discutió mucho con él, decía que lo que yo necesitaba
era tiempo para recuperarme, pero al final yo escogí volver a la universidad…
No lo hice porque me interesara lo que estudiaba, la verdad es que lo encontré
terriblemente tedioso y aburrido, pero eso hizo que pudiera estar lejos de esos
extraños durante parte del día, en cierto modo me ayudó a no sentirme tan
vigilado. También quería intentar recuperar mi vida, parte de quién era yo
antes del accidente. —Hizo una pausa, pensando en cómo explicarle a Naruto qué
significaba para él su vida en Japón—. Naruto, me metí en la empresa de mi
padre porque se suponía que era eso lo que quería hacer antes de perder la
memoria, no es un trabajo que me guste por muy bueno que sea en ello. Tengo un
piso propio, pero no le tengo un cariño especial, no me sabría mal venderlo por
un buen precio. También tengo a mis amigos y a mi madre y mi hermano, pero sé
que ellos estarán felices por mí cuando sepan que estoy enamorado y que quiero
empezar una nueva vida contigo, una en la que por fin seré feliz.
—¿No eras feliz allí? —le preguntó el rubio como si fuera la cosa más
triste que hubiera oído nunca.
Él le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—No, Naruto. Aprecio a mis amigos, y quiero a Itachi y a mi madre, pero me
faltaba algo. Ahora sé que eras tú —dicho esto, le dio un beso tierno en los
labios y sonrió—. ¿Sabes una cosa?
—¿Qué?
—Sí había algo que recordaba. —Su doncel lo miró expectante—. Tus ojos.
—Naruto se sobresaltó—. No podía quitármelos de la cabeza. Por eso te reconocí
cuando te vi, hiciste que recordara cómo nos conocimos.
Esperó a ver la reacción del rubio, queriendo saber si seguiría negando que
había formado parte de su vida o si al fin le contaría lo que había ocurrido.
Los ojos de este se anegaron de lágrimas de emoción, lo cual debía de ser una
buena señal, pero no esperó que Naruto se apartara bruscamente de él y fuera casi
corriendo hacia el armario, de donde sacó, de la estantería más alta, una
bonita caja de madera oscura con el dibujo de un husky.
Luego regresó a la cama con él y se la tendió con expresión decidida.
—Ábrela.
Aunque un poco confundido, obedeció y miró lo que había dentro.
Se le formó un nudo en la garganta mientras sacaba el contenido. Eran
montones de fotos donde salían Naruto y él juntos, con sus amigos de Tokio o
con Mikoto e Itachi. Había desde el viaje a Nara que hicieron juntos, pasando
por las muchas veces que habían cenado con sus compañeros en el restaurante de
los padres de Choji, que habían ido al parque o hecho otras cosas, hasta las
Navidades que Naruto pasó con él y su familia.
Por fin tenía pruebas físicas de que sus recuerdos eran reales, las tenía
delante.
Tras mirar detenidamente todas las fotos, las dejó de nuevo en la caja y
abrazó con fuerza a Naruto, quien le devolvió el gesto al instante, aferrándose
a él como si no quisiera que volvieran a estar separados.
—Saki es mi hijo, ¿verdad? —quiso asegurarse.
—Sí.
Esa simple respuesta lo llenó de felicidad y júbilo, aunque fue
interrumpida por lo que dijo su doncel:
—Lo siento, Sasuke. Siento mucho haberte abandonado cuando tuviste el
accidente, siento que no hayas podido conocer a tu hijo… —Sasuke se separó al
escuchar su tono de voz lastimero y lo miró. Naruto estaba al borde de las
lágrimas y tenía una sonrisa amarga—. El día que nació, me sentía tan feliz y
desdichado a la vez… Estaba aliviado de que, a pesar de todas las complicaciones
durante el embarazo, hubiera nacido sano, pero al mismo tiempo solo podía
pensar en que ojalá estuvieras allí para verlo. Estuve a punto de llamarte,
¿sabes?, hace un año. Cada momento que pasaba con nuestro hijo, dándole el
biberón, durmiendo con él, sosteniéndolo o incluso cambiándole los pañales, lo
único que me venía a la cabeza era que deberías estar allí, disfrutando de esos
momentos conmigo. Me pasé tres días con el teléfono pegado a la mano, marcando
una y otra vez el número para después borrarlo otra vez. El día en que Saki
aprendió a gatear no pude soportarlo más y te llamé… Me respondiste y… colgué.
Sasuke parpadeó, recordando la llamada. Lo hacía porque salió un número
extraño en la pantalla, uno americano. Ahora comprendía que Naruto había llamado
desde Alaska, pero no entendía por qué no le respondió cuando le preguntó quién
era y colgó. No volvió a ver ese número desde entonces.
—¿Por qué lo hiciste?
Naruto se alejó un momento para sacar un sobre de uno de los cajones de la
mesita de noche. Era uno muy grande y gordo, y estaba amarillento y muy
arrugado, como si el doncel lo hubiera estado tocando una y otra vez.
—Recibí esto en el momento en el que te llamaba.
Sasuke abrió el sobre y sacó el contenido con rapidez. Eran fotos… pero de otro
tipo. Había muchas sobre él, sobre todo en el trabajo o saliendo de él, igual
que de su hermano, incluso había algunas en las que salían juntos cuando iban a
comer. También había de su madre, donde aparecía cuidando del jardín o lavando
los platos, también salía una en la que se la veía desde la ventana llevando un
camisón. Encontró otras de Hinata y Neji y de su enfermo padre, de Shikamaru
con Choji e Ino, de esta saliendo con su primo Sai, de Shino y su padre
buscando insectos para sus proyectos…
Había fotos de todos en sus casas, en sus trabajos, en la calle, saliendo
del cine o en los restaurantes que visitaban. Todas estaban hechas como si
alguien los hubiera estado siguiendo sin que lo vieran.
Sin embargo, la que más lo impactó fue una en la que salía Naruto con su
hijo, jugando en la nieve. El pequeño Saki estaba rodeado por unos círculos
rojos que alguien había hecho con un rotulador y, en la parte trasera de la
foto, ponía en letras mayúsculas: “Él será el primero en caer”.
Un escalofrío lo recorrió entero. Habían amenazado a su hijo.
—¿Quién hizo esto? —preguntó, destilando ira.
Naruto abrió la boca para responder pero, entonces, sonó el timbre. Sasuke
lo ignoró por completo y cogió a su rubio por los hombros.
—Naruto, ¿quién está detrás de esto? ¿Quién te ha estado amenazando? —Se
hacía una idea, pero necesitaba la confirmación.
El timbre sonó otra vez, en esta ocasión más insistente e impaciente.
Sasuke tenía intención de ignorarlo, pero entonces empezaron a llamar una y
otra vez, poniéndolo de los nervios y soltando una palabrota al mismo tiempo
que saltaba de la cama y se vestía corriendo para echar a quienquiera que
estuviera interrumpiendo una conversación de suma importancia.
Mientras Naruto imitaba su ejemplo, Sasuke bajó las escaleras a toda prisa
y fue a abrir la puerta.
—¿Quién coño…? —empezó, pero se calló al ver a la persona que había al otro
lado—. ¿Itachi?
Su hermano entró y lo abrazó.
—Menos mal que te he encontrado —dicho esto, lo tomó por los hombros y lo
miró seriamente—. ¿Todo bien? ¿Padre se ha puesto en contacto contigo de algún
modo?
—Ah… No —logró responder, confundido, antes de fijarse en las otras dos
personas que había tras él—. Sai, Shikamaru, ¿qué hacéis aquí? ¿Qué estáis
haciendo todos aquí?
Ambos entraron en la casa y cerraron la puerta tras ellos.
—Tenemos que hablarte de algo importante —dijo Shikamaru con total
seriedad.
Itachi lo soltó al fin y se tranquilizó. Era bueno que su padre no se
hubiera enterado de nada por el momento.
—Escucha, Sasuke, se trata de algo que tendríamos que haberte dicho hace
tiempo, pero hubo problemas, todo se complicó cuando perdiste la memoria y
temíamos que en tu estado no pudieras creer…
—Sasuke, ¿quién es?
Todos se giraron al escuchar la voz de Naruto, que estaba terminando de
bajar las escaleras.
—¡¿Naruto?! —exclamaron Itachi, Sai y Shikamaru, pues lo último que
esperaban ver era aquel milagro; Sasuke y Naruto juntos en la misma casa.
Este último se sobresaltó al escuchar su nombre y palideció al verlos a
todos allí. Era consciente de que estarían muy enfadados con él por lo que
hizo, por haberse marchado de repente de Japón cuando Sasuke más le necesitaba
sin despedirse o darles ningún tipo de explicación.
Cuando Itachi se dirigió a él con largas y rápidas zancadas, estuvo seguro
de que iba a darle un golpe, por eso se sorprendió cuando el hombre lo envolvió
en sus grandes brazos con fuerza.
—Gracias a Dios que estás bien —suspiró antes de apartarse y mirarlo con
alivio—. ¿Tienes la menor idea de lo preocupado que estaba por ti?, ¿que estábamos
todos por ti? A mi madre casi le dio algo cuando se enteró de que habías
desaparecido, pensábamos que mi padre te había hecho algo. Llevamos dos años
buscándote como locos.
A Naruto le sentó muy mal saber que todos habían estado sufriendo por él.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Lo siento. No quería marcharme, juro que nunca habría hecho eso si… —se le
quebró la voz en pensar en todo lo que había ocurrido: la discusión con Sasuke
el día anterior que le había hecho sentir como una mierda, la conversación con
Tsunade sobre lo que le estaba ocurriendo, el perdón del hombre al que amaba,
revelarle que habían amenazado a todos sus seres queridos empezando por su hijo
y ahora el reencuentro con Itachi y dos viejos amigos. Por no hablar de esos
dos años que había pasado escondido con la esperanza de que, así, no le harían
daño a nadie, menos a Saki.
Fue demasiado, le fallaron las piernas y habría caído de no ser porque
Sasuke, al ver su expresión, intuyó lo que le ocurría y se lanzó a cogerlo en brazos.
—¡Naruto!
—¿Qué le pasa? —preguntó Itachi, alarmado. Shikamaru y Sai, al ver la
escena, también corrieron a ayudar.
—Está enfermo —dijo Sasuke mientras lo llevaba al sofá y lo dejaba con
cuidado sobre los cojines antes de sentarse a su lado—. Naruto, ya oíste a la
doctora, no debes estresarte.
—¿Es muy grave? —interrogó Shikamaru.
—No, me pondré bien —aseguró el rubio antes de acariciar con cariño a
Sasuke—. Gracias.
Este le besó la mano y se acomodó en el sofá de forma que Naruto pudiera
descansar recostado sobre él. Los demás observaron con la boca abierta ese
gesto, pues aún estaban impactados por la repentina aparición del rubio y más
aún encontrarlo junto a Sasuke en lo que era evidente que se trataba de una
relación romántica.
Siempre habían creído que necesitarían más tiempo para que eso ocurriera
pero, al parecer, habían tenido una suerte increíble… aunque eso no evitaba que
se preguntaran cómo cojones había ocurrido todo aquello.
—A ver —empezó Shikamaru—, ¿se puede saber cómo es que vosotros dos estáis
juntos? ¿Hay algo que no nos hayas contado, Sasuke?
El varón sonrió sin dejar de abrazar a su doncel para que se recuperara.
—Fugaku me envió aquí para intentar una asociación con Biju S. A.
Itachi frunció el ceño.
—Pero tú te encargas de supervisar y coordinar los departamentos, ese suele
ser mi trabajo.
Sasuke se encogió de hombros.
—Kurama pidió que fuera yo expresamente quien viniera. Dijo que no
soportaba a nuestro padre y que tú tenías demasiado trabajo como para hablar
largo y tendido sobre una futura relación laboral —dicho esto, observó a Naruto
con una sonrisa—. Entonces vi a Naruto… y le recordé.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —cuestionó Sai.
El joven Uchiha fulminó con la mirada a los tres.
—Vosotros siempre me dijisteis que nunca había tenido pareja, quería estar
seguro de que no eran alucinaciones mías, que realmente Naruto había formado
parte de mi vida. ¿Por qué me mentisteis?
Los recién llegados se miraron entre ellos y tomaron asiento en el otro
sofá. Itachi fue quien se encargó de explicar la situación.
—Cuando nos enteramos de que habías perdido la memoria, nuestro padre no
perdió el tiempo. Envió hombres a nuestra casa y borró todo rastro de que
hubieras tenido una relación con Naruto: fotos, vídeos, regalos que te hubiera
hecho, incluso eliminó su existencia de tus redes sociales… Yo no quería
ocultártelo, pero estabas en un estado emocional delicado y lo último que
necesitaba era que desconfiaras de mí si te presentaba a un novio con el que no
tenías ninguna foto. Temía que te refugiaras en nuestro padre, que cayeras en
sus manipulaciones estando tan vulnerable, por eso mamá y yo lo ocultamos.
—Además —intervino Shikamaru con seriedad—, al resto nos amenazó con
destruir los negocios de nuestras familias. Ya sabes que la mayoría de nosotros
tenemos trabajos humildes, y el padre de Hinata había empezado a ponerse
enfermo, tanto él como Neji temían que Fugaku aprovechara eso de algún modo
para hacerse con su empresa, que era la única que podía hacerle frente.
—Todos hemos estado vigilados durante dos años —dijo Sai con los labios
fruncidos, claramente molesto—. Un coche nos sigue a todas partes y Shikamaru y
yo confirmamos que nuestros teléfonos estaban pinchados. En cuanto hubieras
recibido una llamada sospechosa por nuestra parte, nos habría hecho pedazos.
Itachi asintió.
—Por eso nosotros tres decidimos encontrar a Naruto antes de decirte nada.
Además, nuestro padre siempre lo ha negado, pero yo suponía que le había hecho
algo —dicho esto, le sonrió levemente a Naruto—. Parece que escapaste de sus
garras, me alegro mucho.
El rubio sonrió un poco.
—Tuve suerte de que Blue estuviera conmigo. —Hizo una pausa en la cual
observó a Sasuke, que se había quedado muy callado y pensativo. Naruto le cogió
una mano y se la estrechó—. ¿Estás bien?
El varón frunció profundamente el ceño.
—Sospechaba que mi padre estaba detrás de todo esto, pero aun así duele
saber de lo que ha sido capaz por… —Apretó los dientes y sacudió la cabeza,
intentando pensar con claridad—. Fue él quien te envió esas fotos, ¿verdad?
—Probablemente uno de los hombres que envió a buscarme —asintió Naruto—.
Supongo que querría asegurarse de que no volviera a acercarme a ti.
—Un momento, ¿qué fotos? —interrogó Shikamaru.
El doncel lo miró.
—Hace un año recibí fotos de todos vosotros y una amenaza.
—Creo que es hora de que nos cuentes lo que pasó exactamente entre mi padre
y tú —comentó Itachi, inclinándose hacia delante para escuchar mejor la
historia.
Naruto notó que Sasuke se tensaba bajo él, pero no dejó de abrazarlo.
Odiaba que tuviera que escuchar las cosas que hizo su padre, las artimañas que
trató de emplear contra él para que lo abandonara… y la que logró que
funcionara, la más cruel de todas.
Después de que supiera lo que intentó hacer, sabía que ya no serían familia.
Jamás.
—De acuerdo.
Inspiré hondo mientras contemplaba la entrada principal del hospital.
Siempre había odiado esos sitios, me parecían demasiado fríos y distantes para
personas que estaban enfermas, eran casi como un gélido preludio a la muerte.
Pero Sasuke estaba ahí dentro y me necesitaba. Itachi me había llamado
hacía un cuarto de hora para decirme que viniera corriendo, pues por fin había
despertado.
Cuando supe que Sasuke tuvo un accidente de coche mientras venía a verme,
solo pude pensar que tenía que ser una broma de mal gusto por parte del
destino. No era justo, era jodidamente cruel que el chico del que me había
enamorado muriera del mismo modo que mis padres.
Pasé muchísimo miedo, llegué al hospital prácticamente histérico, los
enfermeros tuvieron que sedarme para que me calmara. Al despertar, Itachi
estaba conmigo, y le conté lo de mis padres. Mi cuñado entendió rápidamente mi
reacción y dedicó el rato que estuve drogado a tranquilizarme, pues en ese
tiempo, Sasuke había salido de quirófano y estaba estable, los médicos dijeron
que le quedarían cicatrices, pero que no había ninguna lesión permanente.
Recuerdo que lloré de alivio. No perdería a Sasuke del mismo modo que a mis
padres.
Una vez estuve más recuperado, Itachi me acompañó hasta su habitación y me
dejó quedarme a su lado hasta el anochecer, hablándole… contándole que tenía
que ser fuerte por mí y recuperarse pronto, ya que íbamos a tener un bebé.
Antes había estado muy asustado por decírselo; era consciente de que éramos muy
jóvenes para ser padres, pero ninguno teníamos la culpa de que las medidas que
tomamos no hubieran funcionado, a veces ocurría.
Yo no quería renunciar al bebé, después de todo, era de Sasuke y yo le
quería… Solo esperaba que él también pudiera quererlo.
Pero ahora ya no me parecía que tuviera tanta importancia, no después del
accidente. Lo único que quería era que se recuperara, ya pensaríamos más tarde
en cómo solucionar lo de nuestro hijo.
Cuando cayó la noche, Itachi y Mikoto me insistieron para que me fuera a
casa a descansar. Yo no quería apartarme de Sasuke, pero ambos me juraron que
uno de los dos se quedaría con él y que si pasaba cualquier cosa me llamarían
de inmediato. Al final, entre mi convincente cuñado y mi preocupación por el
bebé, ya que sabía que no era bueno para él que estuviera estresado, dejé que
Mikoto me llevara a casa.
Así fue mi rutina durante unos días… hasta que por fin Itachi me llamó
diciendo que Sasuke se había despertado y que iban a hacerle unas pruebas para
ver cómo estaba.
Y ahí estaba, mirando la entrada del edificio con ansiedad, esperando que
estuviera lo bastante bien como para atreverme a decirle que íbamos a ser
padres…
Un gemido a mi lado me sacó de mis inquietudes. Me agaché y acaricié la
cabeza de Blue.
—Lo siento, pero no sé si me van a dejar entrar contigo. Voy a ver un
segundo a Sasuke y luego intentaré que puedas verlo, ¿está bien?
Y la perra, como si me entendiera, ladró y se tumbó en el suelo, haciéndome
saber que cumpliría mi orden. Le abracé la cabeza.
—Esta es mi chica.
Me adentré en el hospital y fui directamente hacia la habitación en la que
estaba Sasuke. Era domingo, así que no había mucha gente ni tampoco personal
del hospital, solo lo imprescindible para atender a la gente ingresada y
urgencias, por lo que el pasillo que conducía al dormitorio de mi novio estaba
vacío… excepto por una persona.
Fugaku Uchiha se interponía en mi camino. Estaba plantado en mitad del
pasadizo, con su impoluto traje de empresario y su gran estatura, intimidante;
llevaba el cabello bien peinado, el cual le rozaba los hombros, y sus pequeños
ojos negros me miraban con frialdad e incluso hostilidad.
Siempre había odiado la forma en la que me miraba, analizándome como si
fuera un ser inferior, despreciable, casi un insulto a… ¿la naturaleza? ¿Dios?
No lo sé, el caso es que, por respeto a Sasuke y su familia, yo había procurado
evitarle y no soltarle alguna grosería, pero en esos momentos me lo ponía
difícil cuando me impedía el paso.
—Voy a ver a Sasuke —dije con firmeza. No le estaba pidiendo permiso, iba a
pasar quisiera apartarse o no. Necesitaba ver cómo estaba mi novio y estar a su
lado, darle mi apoyo mientras se recuperaba.
—No, tú te vas —replicó el hombre.
Tensé todos los músculos de mi cuerpo y eché una pierna hacia atrás. Por
mis huevos que pasaría quisiera o no, y si quería perseguirme, gritaría muy
fuerte; en otra situación hasta podría haberle dejado inconsciente para que no
me molestara, pero seguía siendo mi suegro y no estaría bien. Confiaba en que
Mikoto e Itachi pudieran manejarlo.
—De ninguna manera.
—No lo entiendes, doncel —escupió el nombre como si fuera el peor insulto
imaginable—. Sasuke ha perdido la memoria, no recuerda a nadie. Ni siquiera
sabe quién es.
¿Qué?
Me quedé descolocado y… dolido. Intenté racionalizar la situación,
asimilarla para poder calmar la oleada de pánico que me invadió en un segundo.
Si Sasuke no sabía quién era yo, ¿cómo podría decirle siquiera que estaba
esperando un bebé? ¿Cómo iba aceptarlo ahora? ¿Cómo podría querernos a ninguno
de los dos?
Sin embargo, Fugaku no me dio tiempo para hacerlo, fue directo a atacarme.
—Tiene la oportunidad de empezar de nuevo, sin ti. Te daré todo el dinero
que quieras a cambio de que desaparezcas de su vida.
Al oír esas palabras, me puse a la defensiva. En esos momentos, no pensaría
en nuestro bebé o nuestra relación, Sasuke seguía necesitando apoyo y yo
pensaba dárselo aunque no supiera quién era. Más adelante solucionaría el
resto, pero por ahora quería ayudarlo.
—No quiero su dinero. —“Imbécil”, añadí en mi fuero interno.
Fugaku frunció el ceño.
—¿Cinco millones no es suficiente para ti? ¿Quieres más?
—No quiero nada que venga de usted —gruñí.
El hombre me fulminó con la mirada.
—Mi hijo era perfecto hasta que tú apareciste. No sé cómo lo lograste, pero
empleaste alguna artimaña para seducirlo y hacer que engañara a su prometida,
una chica preciosa y con mucho futuro por delante. Encima le metiste la
estúpida idea de estudiar historia, ¡cómo si eso sirviera para algo!
No estoy seguro de cómo estaría realmente pero, a juzgar por cómo me ardían
las mejillas, creo que puedo jurar que me puse rojo de rabia.
—Sasuke no necesitaba que nadie la apartara de esa víbora. Aunque yo no
hubiera aparecido, él se habría cansado de esa zorra estúpida que no podía
parar de pensar en ¡cómo podía meterlo entre sus piernas! —acabé gritando,
furioso—. ¡Y yo no necesitaba ninguna artimaña para seducirlo! ¡Yo le
escuchaba, veía cómo era realmente! Sasuke es una persona maravillosa y, ¿sabe
qué?, ¡seguiría valiendo mil veces más que usted incluso si no tuviera dinero!
Ahí reconozco que cometí un error. Le di una idea que podía usar contra mí…
y contra su propia familia.
—Muy bien, si tanto lo quieres, ¡llévatelo! Mientras siga saliendo contigo,
mi hijo no verá ni un solo yen: se acabó vivir bajo mi techo o ir a la
universidad con mi dinero. Si quiere seguir jodiendo con un ser antinatural,
¡que se apañe solo!
Me sentí mal por haber dado la idea, pero esa era una decisión que debía
tomar Sasuke, no yo. Sin embargo, Fugaku aún no había terminado, continuó
gritando al mismo tiempo que hacía movimientos bruscos con los brazos.
—¡Y ya que has manipulado a mi otro hijo para apoyaros, está despedido! ¡No
consentiré que use su sueldo en manteneros!, ¡y me aseguraré de que ninguna
otra empresa lo contrate! ¿En cuanto a mi mujer? ¡Divorcio! ¡No quiero por
esposa a una puta tonta que se deja manipular por criaturas como tú!, ¡que
piensa que sois personas como los demás! ¡La dejaré sin nada!, ¿me oyes? ¡Sin
nada!
Esta vez no pude evitar retroceder, asustado. Joder, ¿qué había hecho? En
realidad sabía que no era culpa mía, pero me sentía muy mal por haberme
enfrentado a él y provocar esa reacción. No quería dejar a Sasuke y su familia
sin un modo de mantenerse, no por mi culpa…
—Así que decide —gruñó Fugaku, mirándome con furia—, quédate con una
familia pobre o lárgate para siempre. Si de verdad quieres a mi hijo, te
marcharás y dejarás que rehaga su vida como una persona normal, ahora tengo la
oportunidad de quitarle todas esas tonterías de la cabeza.
Escuchar esas últimas palabras encendió algo en mí.
No quería que por mi culpa Sasuke, Itachi y Mikoto cayeran en la ruina…
pero tampoco podía irme.
No permitiría que ese cabrón manipulara a Sasuke, no dejaría que le hiciera
cualquier tipo de daño cuando estaba tan vulnerable. Había perdido la memoria,
estaría asustado y confuso por todo, tenía que ayudarle fuera como fuera y, si
después no quería estar conmigo, lo entendería y me haría a un lado.
Pero no podía dejarlo. No sin asegurarse de que estaría bien y… Tenía que
saberlo. Tenía que saber que iba a ser padre, no podía simplemente ocultarle
algo tan importante.
—No me iré —dije con firmeza.
Me regocijé un poco al ver la confusión en su rostro.
—¿Qué?
—Si Sasuke no me quiere cerca, puede decírmelo él. Si Itachi o Mikoto
tienen un problema conmigo se apartarán y no tendrás por qué hacerles nada.
Pero no me iré, me quedaré con Sasuke, haré lo que tú nunca hiciste, le ayudaré
y estaré ahí para apoyarle.
El rostro de mi suegro enrojeció.
—Te lo advertiré una vez más, vete ya, mocoso.
—No. Sasuke nunca será como tú —repliqué, tocando mi vientre—. A diferencia
de ti, él querrá a sus hijos y lo dará todo por ellos.
En ese instante, se produjo un silencio sepulcral.
La mirada oscura de Fugaku se clavó en mi vientre, primero con asombro al
comprender lo que había querido decir, después vino el horror, y después…
Nada.
No vi nada en esos ojos, y eso fue lo que más me inquietó.
Abrió la boca y escupió las palabras como si rezumaran veneno:
—Mi hijo… no será padre de una abominación —dicho esto, alzó la mirada a
algún punto detrás de mí y asintió—. Haced que aborte y luego seguid el plan.
¿Eh?
Me di la vuelta a tiempo de ver a dos hombres trajeados detrás de mí.
Reaccioné por puro instinto, tal y como me enseñó mi madre, y me agazapé en el
suelo para darle una patada giratoria al primero que se acercó antes de cogerlo
por un brazo y aprovechar la inercia para lanzarlo contra el otro. El
movimiento fue tan rápido que se oyó un horrible crujido, seguido del grito del
hombre al que había lanzado, indicándome que le había dislocado el hombro.
No perdí el tiempo; corrí por los pasillos mientras escuchaba el rugido de
Fugaku de fondo, ordenando a alguien que no me dejara escapar. No podía pensar,
no conseguía entender qué estaba pasando, qué hacían esos hombres allí y por
qué obedecían al padre de Sasuke, o qué diablos era ese plan del que había
hablado.
Solo podía pensar en la palabra aborto.
Había dicho que hicieran que abortara.
De repente, fue como si mi cabeza hubiera silenciado mis oídos, impidiendo
que pudiera escuchar otra cosa que no fuera mi propia respiración acelerada
mientras corría. Mis piernas se movieron más rápido que nunca, pisando fuerte
el suelo, esquivando todo paciente, médico o enfermera que se cruzara en mi
camino.
Quería matar a mi hijo.
Mi hijo. Mi hijo, mi hijo, mi hijo.
Mis instintos tomaron el control de todo mi ser, centrándose únicamente en
proteger a mi bebé a cualquier precio, nada más importaba. Era como si la parte
más primitiva de mí se hubiera apoderado de mi conciencia, no podía pensar en
nada más allá de salvar a la criatura que llevaba en mi vientre y a la que ya
quería pese a no conocerla todavía.
Visualicé las puertas que me llevarían a la calle y las golpeé con
brusquedad, saliendo como un rayo… pero algo chocó contra mí y me lanzó al
suelo. Me revolví salvajemente, pero el cuerpo que tenía encima de mí era muy
pesado y me resultaba difícil defenderme estando en el suelo y casi
inmovilizado.
—¡Sédalo, rápido!
Vi de reojo a otro hombre trajeado que se acercaba a mí con un pañuelo que
seguramente estaría impregnado de cloroformo. ¡Joder! ¡¿Qué coño estaba
pasando?!
Abrí la boca para gritar, pero el imbécil que tenía encima me tapó la boca.
Le mordí sin miramientos, tan fuerte como pude, llegando a saborear la sangre.
—¡Mierda! ¡Me ha mordido!
Aun así, el muy cabrón no me soltaba.
Sentí un pánico atroz cuando vi que el otro hombre se acercaba a nosotros
para dejarme inconsciente, indefenso, vulnerable, con mi hijo a merced de esos
psicópatas…
Y entonces, una sombra se abalanzó sobre él. Blue gruñó ferozmente a la vez
que sus dientes se abalanzaban sin dudar contra la yugular del hombre, el cual
ni siquiera pudo soltar un grito mientras el animal sacudía la cabeza,
desgarrando la sensible carne del cuello con una violencia brutal.
No me paré a mirar la escena más tiempo. No permitiría que le hicieran daño
a mi bebé. Mi rodilla fue directa a las pelotas de ese hijo de puta, haciendo
que su cuerpo se tensara por el dolor. Ese momento de distracción me valió para
liberar un brazo y golpear con mi puño su nuez de Adán, dejándolo sin aire y
pudiendo, al fin, apartarme de él.
—¡Corre, Blue! —grité antes de salir disparado.
No tardé mucho en ver a mi perra junto a mí con el morro ensangrentado. No
supe si había matado a aquel hombre y, sinceramente, me daba igual si vivía o
moría.
Llegamos al parque donde solía dar clases los fines de semana y conduje a
Blue hasta un lago donde le limpié la sangre, no fuera que me viera alguien y
llamara a la policía por un perro peligroso. Una vez estuvo limpia, me derrumbé
en la orilla, con Blue tumbada a mi lado, pero alerta. Yo, en cambio, intenté
recuperar el aliento y pensar.
Esos hombres habían estado en el hospital desde el principio, mucho antes
de que Fugaku me hiciera cualquier propuesta. Había sido una trampa, quería
quitarme de en medio, aunque no estaba muy seguro de qué habría hecho conmigo
exactamente.
Ahora sabía que estaba embarazado… y quería matar a mi bebé. Mío y de
Sasuke.
¿Qué iba a hacer?
Cerré los ojos con fuerza, comprendiendo que no había manera de que pudiera
acercarme a Sasuke, Itachi o Mikoto sin intentar ser capturado de nuevo. Había
tenido suerte porque Blue estaba conmigo y no la esperaban, pero para la próxima
estarían preparados…
No podía arriesgar su vida. Tampoco quería arriesgar la vida del bebé,
Sasuke nunca me lo habría permitido.
Él habría querido que nuestro hijo estuviera a salvo sin importar el precio
a pagar.
No podía quedarme en Japón, Fugaku podía encontrarme fácilmente y acabar
con él. Mi única oportunidad era irme lejos, empezar de nuevo en otra parte.
Una parte de mí no quería hacerlo, seguía sin querer dejar a Sasuke, pero… él
estaría bien. Fugaku no podría doblegarlo y moldearlo a su voluntad, tendría a
Itachi y a Mikoto para protegerlo, nuestros amigos también cuidarían de él,
ninguno consentiría que ese loco le hiciera daño.
Era doloroso, pero tenía que pensar en nuestro hijo, y tenía que hacerlo
rápido. ¿A dónde podía ir? Y si me marchaba de Japón, ¿qué lugar era lo
bastante lejos y seguro? Y en el caso de que Sasuke recuperara la memoria,
¿dónde me buscaría…?
Miré a Blue y, entonces, lo supe. Solo había un sitio, uno en el que el
sueño que tuvimos podía hacerse realidad, Alaska.
Me incorporé de un salto y empecé a andar a la vez que marcaba un número de
teléfono que era solo para emergencias. Mientras llamaba, miré hacia atrás con
los ojos anegados de lágrimas, pidiéndole perdón a Sasuke por abandonarlo… y
que tratara de recordarme. Aunque solo fuera con el tiempo.
—Naruto —gruñó una voz grave que reconocí de inmediato, interrumpiendo mis
pensamientos.
—Kurama, yo… te necesito —le pedí en un tono pesaroso. Él era la única
persona que podía protegernos a mi hijo y a mí.
Cuando Naruto terminó de contar su historia, todos en aquella sala se
quedaron muy callados, impactados por los extremos a los que había sido capaz
de llegar Fugaku Uchiha.
Shikamaru era inteligente, muy inteligente, y jamás habría sospechado de
ese odio descomunal hacia los donceles y sus hijos… No, en realidad, jamás
habría sospechado hasta qué punto ese odio había consumido a aquel hombre,
prácticamente parecía estar al borde de la locura. Era evidente que esos
hombres a los que contrató estaban allí para hacer algo con Naruto; no parecía
que quisiera matarlo ya que había mencionado un plan, pero las opciones que le
venían a la cabeza tampoco eran buenas. Pero ordenar un aborto sin inmutarse…
Había algo en su cabeza que no estaba bien, ese… ese “hombre” era muy peligroso.
Los Uchiha no se encontraban en mucho mejor estado. A decir verdad, les
producía escalofríos que un pariente tan cercano fuera capaz de hacer algo así.
Sai estaba francamente preocupado por tener a los hombres de su tío encima de
su esposa Ino y su familia, no quería que alguien así estuviera cerca de ellos,
aunque en ese momento le preocupaban más Itachi y Sasuke.
El primero estaba horrorizado, decepcionado y profundamente dolido. Sabía
que su padre no era una buena persona pero, aun así… lo que había hecho, lo que
había intentado hacer, a su propia sangre… no tenía nombre.
Sasuke, por otro lado, estrechaba con fuerza a Naruto, en parte asustado
por lo que había contado y en gran parte consumido por la ira.
—Mi padre… —dijo entre dientes, intentando no rugir de rabia—. No, Fugaku…
intentó… ¿matar a nuestro hijo?
Naruto le miró con una mezcla de tristeza y miedo, se estremeció y luego
enterró el rostro en su pecho, a lo que él inmediatamente respondió abrazándolo
con fuerza, siendo consciente de repente de que podría haber perdido al amor de
su vida y a su propio hijo y que, tal vez, no lo habría sabido nunca.
—Gracias a Dios que no pasó nada… —Levantó la cabeza, buscando a Blue, la
cual estaba tumbada junto al sofá y que meneó la cola alegre al ver que la
estaba mirando—. Gracias por salvarlos, Blue —dijo acariciándola, inmensamente
agradecido por haberla recogido de aquel refugio de animales para regalársela a
su doncel.
—Joder… —murmuró Itachi—. Ya ha sido impactante enterarme de que soy tío…
pero lo de nuestro padre…
Sasuke estrechó con ademán protector a Naruto y dijo entre gruñidos
furiosos:
—Ese monstruo no es mi padre. No se acercará a mi familia, lo mataré si se
atreve a venir aquí.
—En eso estamos de acuerdo —asintió Sai.
Shikamaru, siempre pensando con frialdad, intervino para que ninguno
tratara de hacer alguna tontería.
—Mantened la calma, debemos pensar con la cabeza fría —dicho esto, se puso
a repasar todo lo que sabía, pero aún quedaban un par de cosas por aclarar—.
Naruto, ¿cómo has conseguido mantenerte escondido durante tanto tiempo sin que
nadie te encontrara?
—Yo puedo responder a eso.
Todo el mundo pegó un salto al escuchar una nueva voz en la estancia.
Kurama Kyubi estaba apoyado en una pared, vestido elegantemente con unos
pantalones oscuros y una camisa color borgoña que hacía resaltar de forma
peligrosa su cabello y sus ojos rojos.
Sai palideció un poco.
—Señor Kyubi.
Este le guiñó un ojo.
—Hola, mi querido espía.
—¿Quéeee? —preguntó el resto.
Kurama se apresuró a explicar la situación:
—Hará cosa de seis meses, Fugaku Uchiha envió a un espía a apoderarse de
mis futuros proyectos para la empresa. ¿Recuerdas que te lo comenté, Sasuke?
—Este asintió, parpadeando sorprendido al entender que había enviado a su
primo, quien hacía poco que trabajaba como espía para el Gobierno Japonés—.
Como ya le expliqué, lo pillé…
—Y me amenazó con destruir Corporaciones Uchiha si no trabajaba para usted
—mencionó Sai, mirando a Naruto—. Ya veo. Quería que vigilara todos los
movimientos de Fugaku Uchiha para protegerlo.
El rubio se tensó y miró a Kurama. Su tez se había puesto pálida.
—Kurama… Tú… ¿lo sabías?
El pelirrojo lo miró con seriedad y se acercó a su protegido.
—No al principio. No quisiste contarme lo que había ocurrido y saqué conclusiones
equivocadas. ¿Pensabas que no investigaría? —Se agachó frente a Naruto con las
manos convertidas en puños, aunque sus ojos rojos, normalmente aterradores,
destilaban tristeza—. ¿Qué querías que hiciera cuando me llamaste, diciéndome
que estabas embarazado y que necesitabas huir del país? Pensé que el padre te
había amenazado, que había intentado hacerte daño. Borré cualquier rastro de tu
existencia en Japón, cambié tu apellido al venir aquí y me aseguré de que
estuvieras a salvo antes de ponerme a vigilar cualquier movimiento sospechoso
en tus antiguas redes sociales, o en los registros que podían conducir a ti.
Cuál fue mi sorpresa cuando vi al inspector Nara buscando pistas sobre ti
—señaló a Shikamaru, quien se sobresaltó—. Fue listo en ocultar sus llamadas
con un móvil desechable, pero todo se puede piratear, y a mí se me da muy bien.
Los dos únicos números que había pertenecían a estos dos Uchiha —masculló,
tensando los músculos. Su mirada volvía a tener un matiz rojizo intenso, casi
letal—. Pensé que habías estado involucrado con algún miembro de la familia. Ya
había tenido la desgracia de conocer a Fugaku Uchiha y sabía de su aversión por
los donceles… Supuse que estarían haciendo el trabajo sucio y creé pistas
falsas que condujeran a callejones sin salida.
—¡Fuiste tú! —lo acusó Shikamaru—. Nos has tenido locos yendo de un lado a
otro durante dos malditos años.
Kurama se encogió de hombros.
—Lo siento, creía que erais los malos. El caso es que, hace un año, cuando
Naruto me mostró la amenaza de ese cabrón, todo tuvo sentido.
Sasuke frunció el ceño y se dirigió a Naruto:
—¿Le mostraste las fotos?
—Solo la de Saki.
—Pero encontré el resto —gruñó Kurama, mirando con dureza al doncel—. Ya te
he dicho que me aseguré de que estuvieras a salvo. ¿Creías que iba a dejarte
solo en esta casa sin vigilancia? Tengo cámaras por todas partes y vi el resto
que tratabas de ocultar, además de cómo estuviste pegado al teléfono esos tres
días. Tras ver todas esas fotos y rastrear el número al que habías llamado,
encontré también esa caja de recuerdos. Comprendí que Sasuke era el padre de tu
bebé y que, al final, resultó que él no fue el motivo por el que me suplicaste
desesperado que te sacara de Japón. Todo lo demás me lo contó el hombre que te
amenazó.
—¿Diste con él? —preguntó Sasuke.
Kurama esbozó una cruel sonrisa que les produje escalofríos a todos.
—A mí no se me escapa nadie. Él fue más listo que el resto al llegar hasta
Alaska y encontrar a Naruto, pero yo lo atrapé antes de que pudiera contactar
con Fugaku. Vivan las tormentas de nieve y su capacidad para dejarnos sin
cobertura —añadió en un tono ligeramente más alegre—. Fue duro de pelar, pero
al final hice que cantara. Me dijo que lo había contratado Fugaku, y descubrí
que Itachi, Sai y el inspector Nara no tenían nada que ver con él. Volví a
investigarlo todo más exhaustivamente y, ¿sabes qué encontré, Naruto? El
accidente de Sasuke, sus archivos médicos que hablaban de la pérdida de
memoria, los móviles pinchados de todos sus amigos, incluido el de su hermano y
el de su madre. No quería que vivieras con miedo, sintiéndote culpable cuando
solo tratabas de proteger a tu hijo… Así que tramé un plan.
—¿Un plan? —preguntaron Naruto, Sasuke y Sai al unísono.
Kurama se levantó con una maliciosa sonrisa.
—¿Por qué crees que pedí expresamente que vinieras tú a verme, Sasuke?
Este abrió los ojos como platos, pero por dentro sentía un nudo de emoción.
—Querías que me encontrara con Naruto.
—Sí, pero antes tenía que asegurarme de que Fugaku no era una amenaza y que
no sospechara para nada lo que ocurría aquí y, por fortuna, el señor Sai Uchiha
tuvo la amabilidad de dejarse caer por mi despacho.
Este hizo una mueca.
—Reconozco que no fue mi mejor trabajo.
—No importa, me serviste para conocer toda la rutina y el perfil
psicológico de mi enemigo. A decir verdad, me decepcionó que fuera un hombre de
mente tan ridículamente simple. Su única meta es el dinero y el poder, el resto
le viene al fresco, así que solo tenía que hacer una llamada diciendo que estaba
interesado en hacer negocios con su empresa para que me enviara muy amablemente
al Uchiha que me interesaba sin hacer preguntas. Por supuesto, antes me aseguré
de que Naruto enviara a Saki a un lugar seguro, para que nadie pudiera usarlo
en nuestra contra.
—Un momento —interrumpió el rubio, sin acabar de creérselo—. ¿Me
convenciste de que dejara a Saki con Yahiko y Konan por esto?
El pelirrojo asintió sin la más mínima pizca de arrepentimiento.
—Ellos estaban al tanto de mis planes, igual que Nagato. Usaron la excusa
de que Konan no podía tener hijos para que te ablandaras, la verdad es que ella
está muy embarazada ahora mismo y se encuentran en un lugar seguro, solo por si
acaso Fugaku intentaba ir a por tu hijo. —Hizo una pausa en la cual sonrió—. Luego
solo fue cuestión de hacer que os juntarais en mi magnífica subasta de
solteros.
Sasuke y Naruto se miraron, recordando el momento. El primero acarició al
doncel.
—Estabas tocando una canción de Ed Sheeran con la guitarra. Estabas muy
sexy.
—Y tú por poco causaste un desmayo colectivo con lo que pagaste por mí.
—Ah, fui tan feliz cuando escuché esa suma —suspiró Kurama.
El joven Uchiha frunció el ceño.
—¿Por qué no viniste a hablar conmigo cuando me reconociste?
El rubio entrecerró los ojos, recordando el instante en que se encontraron
por primera vez.
—Por un segundo, pensé que me habías recordado y que habías venido por mí…
Pero luego estaba esa mujer contigo. Creí que era tu novia y… me sentí muy
dolido. Al final, resultó que no te acordabas de mí y… no estaba seguro de si
Fugaku habría enviado a alguien contigo para vigilarte. Intenté mantener las
distancias.
—Pero luego no lo hiciste.
—No me llegó ninguna amenaza y Kurama me convenció de que fuera a cenar
contigo. Después de saber que esa chica era tu compañera de trabajo y que no
parecía saber nada sobre mí, decidí aprovechar la oportunidad. —Lo miró con
ojos brillantes—. Nunca te olvidé, pensaba en ti todos los días. Te echaba de
menos y quería estar contigo otra vez, tener la oportunidad de explicarte quién
era y que conocieras a Saki, pero cuando creía que podría hacerlo…
—Apareció Sakura y te asustó que hablara de Saki —dicho esto, miró a Kurama
con curiosidad—. ¿Ayer la acompañaste realmente a su habitación?
El pelirrojo esbozó una deslumbrante sonrisa.
—Claro que no.
—¿Y dónde está?
—En el fondo del mar.
Todos se quedaron estáticos ante tal confesión. Sin embargo, Kurama rompió
el silencio echándose a reír.
—Tranquilos, solo quería ver la cara que poníais. No debéis preocuparos más
por esa mujer, después de la agradable conversación que mantuvimos anoche,
puedo jurar que no volverá a pisar Alaska jamás.
Naruto lo miró como si acabara de decir que fuera hacía veinte grados.
—¿Agradable?
Kurama le restó importancia con un gesto de la mano. Por otro lado, Itachi
había estado un tanto callado, dándole vueltas a todo lo que había hecho el
empresario… hasta que recordó una cosa.
—Señor Kyubi, usted está detrás del virus informático que ha atacado a la
empresa de mi padre, ¿verdad?
Todos miraron al susodicho, que se encogió de hombros.
—Fue para mantenerlo ocupado. Tendréis que disculparme, pero he estado
controlando vuestros móviles para asegurarme de que ese hombre no intervenía en
mis planes. Hubo un momento en que se puso especialmente pesado a la hora de
llamar a Sasuke e intentar ponerse en contacto con él y decidí darle algo mejor
que hacer. —Miró a este—. Por cierto, te estaba buscando una nueva esposa.
El joven Uchiha soltó un bufido.
—Como si pudiera obligarme. Ya verá cuando vaya a verlo… —Al escuchar esas
palabras, Naruto se aferró instintivamente a él. Bajó la vista para encontrarse
con su mirada llena de terror y le besó tiernamente la cabeza—. No temas por
mí, Naruto, no me pasará nada…
—Por supuesto que no —masculló Kurama, ofendido—. ¿Creéis que he montado
todo esto sin haber pensado ya en cómo asegurarme de que Fugaku Uchiha no
vuelva a interponerse en vuestras vidas? Si me dedicáis un momento de vuestro
tiempo, Itachi, Sasuke, os contaré lo que debéis hacer, pero antes… —Volvió a
acercarse a Naruto, esta vez con el ceño fruncido—. ¿Por qué no acudiste a mí
desde el principio? Sabes lo que soy capaz de hacer por ti, sabes que haría
cualquier cosa por ti, podría haber arreglado esto hace dos años de una forma
mucho más sencilla.
Naruto tragó saliva antes de bajar la vista y responder:
—No podía pedirte que volvieras a esa vida. No después de lo que te costó
salir de ella.
Nadie comprendió a qué se refería exactamente con esas palabras, nadie
salvo el pelirrojo. En sus ojos apareció un brillo de comprensión y emoción y
luego esbozó una diminuta sonrisa. Finalmente, tiró de Naruto para abrazarlo
fuertemente.
—No me gusta que me hayas ocultado todo esto, que hayas estado sufriendo
cuando yo podría haberlo arreglado. Pero te estoy agradecido por no pedirme eso
—dicho esto, lo besó tiernamente en la cabeza.
Itachi, Sai y Shikamaru se sintieron algo incómodos por la escena tan
íntima, pero cuando el primero buscó con la mirada a su hermano, este le hizo
saber con un gesto de la cabeza que no pasaba nada raro y que podía estar
tranquilo. Itachi se relajó, aunque todavía estaba tratando de entender cómo
era que Naruto había acabado involucrado con un empresario multimillonario como
Kurama, y cómo era que este le profesaba tanto afecto.
Después de eso, el pelirrojo se ofreció a explicar sus planes para Fugaku,
pero Naruto le pidió un momento a solas con Sasuke y ambos fueron a la cocina
mientras que el resto hablaba de los planes de Kurama. Una vez solos, el joven
Uchiha abrazó a su doncel por la cintura, un tanto inquieto.
—¿Hay algo más que tengas que contarme que no quieres que los demás sepan?
Naruto hizo una mueca.
—No… Bueno, sí, pero no es sobre tu padre, sobre eso ya lo sabes todo
—dicho esto, dudó un momento—. ¿Estás enfadado conmigo?
Sasuke movió la cabeza a un lado y a otro.
—No. No contigo, al menos. Protegías a nuestro hijo, yo habría hecho lo
mismo. —Lo estrechó con fuerza entre sus brazos—. Ni siquiera puedo imaginarme
lo que pasaste ese día. Yo estaba en el hospital y sin memoria, tú embarazado y
siendo amenazado por ese… monstruo —escupió, todavía furioso por saber lo que
había hecho Fugaku—. No estabas en el mejor estado emocional e hiciste lo
primero que te vino a la mente para proteger a Saki. Estoy agradecido porque
ambos estéis bien. —Le dio un beso corto y se tranquilizó—. ¿Qué querías
decirme?
Naruto se mordió el labio inferior.
—Es sobre lo que me ocurrió ayer.
—¿Tu enfermedad? —El rubio asintió—. ¿No fue estrés por lo que te dijo
Sakura?
—No… —Al ver que Sasuke se estaba volviendo más pálido de lo que ya era, se
apresuró a decir—. No te asustes, ¿vale? No me pasa nada malo, estoy bien…
Bueno, lo estaré dentro de nueve meses.
… Sasuke se quedó mirándolo fijamente, dejando que el significado de esas
palabras se asentaran en su cerebro. Incluso cuando pudo terminar de
entenderlo, seguía… confuso y sorprendido por la noticia.
—Naruto, ¿tú…?
Este puso su mano sobre su vientre.
—Estoy embarazado.
Esta vez, pudo asimilarlo mejor y se le escapó una mezcla entre jadeo y sonrisa.
Se sentía muy feliz, aunque no entendía cómo era posible que hubiera dejado a
Naruto en cinta… otra vez.
—Pero… ¿cómo? Cuando nació Saki te dijeron…
Ahí Naruto se sonrojó violentamente.
—Verás… El médico que me atendió aquella vez era muy mayor y me soltó un
rollo con un montón de nombres científicos… Ya sabes que siempre he sido malo
en ciencias, y malinterpreté lo que quiso decirme; no fue que no pudiera volver
a tener hijos, fue que era muy difícil que pudiera quedarme embarazado otra
vez. —Pasado el momento de vergüenza, puso los ojos en blanco—. Puedes sentirte
orgulloso de tus espermatozoides, Sasuke, no sé cómo demonios lo haces, porque
antes de nacer Saki usábamos protec… —Fue interrumpido por el ardoroso beso que
le dio el varón.
Este estaba inmensamente feliz: todos sus recuerdos eran reales, había
recuperado a Naruto, Saki era su hijo y, ahora, venía otro en camino. Y esta
vez, él estaría ahí para verlo, para cuidar de su doncel y estar presente para
apoyarlo cuando el bebé naciera, y podría ejercer de padre… Por fin tendría su
propia familia. Él nunca sería como Fugaku, querría incondicionalmente a sus
hijos, no le importaría que no fueran genios, o el trabajo que desempeñaran en
el futuro o que no ganaran mucho dinero, siempre estaría orgulloso de ellos.
Y a diferencia de su padre, él sabría valorar a su pareja. Desde el
instante en el que conoció a Naruto, supo que era una persona muy especial, y
estaba agradecido de haberse dado la oportunidad de conocerlo y estar con él.
Puede que las cosas no salieran del todo bien hace dos años, pero lo importante
era que ahora estaban juntos.
Cuando se separó de su rubio, no pudo evitar abrazarlo y echarse a reír de
pura alegría. Naruto, igual de feliz, le rodeó el cuello y se unió a sus risas.
—¿Qué pasa? —preguntó Itachi de repente. Tanto él como el resto habían
escuchado las carcajadas y habían ido a la cocina a ver qué ocurría.
Sasuke miró un segundo a su rubio antes de decirles:
—Vamos a ser padres.
—¿Quéeeee? —preguntaron todos, incluido el propio Kurama, que se había
quedado con la boca abierta.
Naruto se burló de él.
—Vaya, así que por fin hay algo que no sepas.
Al oír eso, el pelirrojo frunció el ceño, disgustado.
—Mi trabajo es estar pendiente de ti, ¿cómo no me he enterado de esto?
—Me enteré ayer. Tsunade me hizo la prueba y me lo dijo. Solo ella y yo lo
sabíamos.
El empresario bufó y se cruzó de brazos.
—¿Ahora tendré que poner micros en el hospital también?
Naruto se estremeció.
—Espera, ¿en cuántos sitios se supone que has puesto cámaras y micros?
Kurama se desentendió rápidamente del tema.
—Basta de hablar de mí. ¡Esto hay que celebrarlo! —dicho esto, corrió a la
nevera para sacar varias cervezas, excepto para Naruto, al que le sacó un
botellín de zumo—. ¡Por Naruto y Sasuke! ¡Que van a hacerme tío otra vez!
Todos rieron y brindaron a su salud, mientras que Naruto se sonrojaba y
Sasuke lo abrazaba por la cintura, tratando de mitigar su vergüenza con tiernas
muestras de afecto que no pasaron inadvertidas.
Pasaron el resto de la noche riendo y hablando. Naruto les contó a los
demás todo lo que había hecho durante esos dos años en Nome y les mostró el
álbum de fotos que tenía, donde había un montón de cosas sobre Saki, de las
cuales los Uchiha pudieron disfrutar, puesto que eran familia directa del
pequeño; Sasuke relató las citas que había tenido con su doncel, haciéndolo
sonrojarse en más de una ocasión; Kurama se divirtió como nunca contando cómo
él, Kiba y el resto de amigos de Naruto había mantenido a raya a Sakura, aunque
se negó a mencionar qué había hecho con ella al final; Itachi mencionó que
había conocido a una chica en China que le interesaba, del mismo modo que Sai
le contó a Naruto cómo empezó a salir con Ino, y Shikamaru, aunque menos
hablador, también compartió alguna que otra anécdota sobre su vida como
detective.
Pese a toda la felicidad que sentía, Sasuke aún estaba inquieto, pues sabía
que Fugaku no se limitaría a hacerse a un lado y dejarlo en paz, temía que
tratara de hacer daño a su familia, sobre todo ahora que Naruto esperaba un
hijo suyo. Sin embargo, cuando miró a Kurama para preguntarle qué tenía pensado
para su padre, este le dedicó una cálida sonrisa y le guiñó un ojo, como
diciéndole que lo tenía todo bajo control.
Eso lo tranquilizó y pudo disfrutar de la compañía y la alegría de saber
que pronto iniciaría una nueva vida que, esta vez, había escogido él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario